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En este capítulo analizamos cuatro paradigmas que actualmente están en competencia, o que
hasta muy recientemente han estado compitiendo por ser aceptados como el paradigma preferido
para guiar e informar a la investigación, especialmente la investigación cualitativa: el
positivismo, el postpositivismo, la teoría crítica y las posiciones ideológicas relacionadas con
éste, y el constructivismo. Reconocemos de entrada que nuestro propio compromiso es con el
constructivismo (que antes habíamos llamado “investigación naturalista”; Lincoln y Guba, 1985);
el lector quizá quiera tener en cuenta este hecho al juzgar la utilidad y lo apropiado de nuestro
análisis.
Ciertamente es un hecho que el interés en los paradigmas alternativos ha sido estimulado por la
creciente falta de satisfacción con el palmario exceso de énfasis puesto en los métodos
cuantitativos. Pero a medida que se hicieron esfuerzos por renovar el interés en los enfoques
cualitativos, se hizo claro que las presuposiciones metafísicas subyacentes al paradigma
convencional (“la visión oficial o recibida”) debían cuestionarse seriamente. Así el énfasis en este
capítulo es en los paradigmas, sus presuposiciones y las implicaciones de estas presuposiciones
respecto a una variedad de asuntos investigativos, y no sobre la relativa utilidad de lo cualitativo
respecto a los métodos cuantitativos. Sin embargo, ya que durante la última década las
discusiones respecto a los paradigmas/métodos, a menudo han comenzado con una consideración
de los problemas asociados con el exceso de cuantificación, también nosotros comenzaremos por
allí, desplazándonos luego hacia nuestro interés predominante.
La Distinción Cualitativo/Cuantitativo
Históricamente ha habido en la ciencia un pesado énfasis en la cuantificación. A menudo las
matemáticas son llamadas “la reina de las ciencias”, y aquellas ciencias como la física y la
química, que se prestan especialmente bien a la cuantificación, generalmente se conocen como
“duras”. Dominios menos cuantificables, como la biología (aunque esto está cambiando
rápidamente) y particularmente las ciencias sociales, son designadas como “blandas”, no tanto
1 Tomado de: Handbook of Qualitative Research, Norman Denzin & Yvonna Lincoln, eds.,
Thousand Oaks, Ca., Sage, 1994.
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con una intención peyorativa sino para señalar su (supuesta) imprecisión y falta de confiabilidad.
Comúnmente se considera que la madurez científica dentro de un campo dado emerge a medida
que aumenta la cuantificación.
Que así sea no tiene nada de sorprendente. La “visión oficial” de la ciencia (positivismo
transformado en el curso de este siglo en postpositivismo; ver más adelante) se enfoca en
esfuerzos para verificar (positivismo) o falsear (postpositivismo) hipótesis a priori, generalmente
enunciadas como proposiciones matemáticas (cuantitativas) o proposiciones que pueden
fácilmente convertirse en fórmulas matemáticas precisas que expresen relaciones funcionales. La
precisión en las fórmulas tiene una enorme utilidad cuando el objetivo de la ciencia es la
predicción y el control de los fenómenos naturales. Además, ya está disponible un conjunto
poderoso de modelos estadísticos y matemáticos. Finalmente, existe la convicción, ampliamente
difundida, de que sólo los datos cuantitativos son, en últimas, válidos o de alta calidad (Sechrest,
1992).
Se dice que John Stuart Mill (1843-1906) fue el primero en alentar a los científicos sociales a
emular a sus primos mayores más “duros”, asegurando que si sus consejos se seguían, se
produciría una rápida maduración de estos campos, así como su emancipación de las restricciones
filosóficas y teológicas que los limitaban. Los científicos sociales siguieron al pie de la letra sus
consejos (probablemente hasta un grado que habría sorprendido fuertemente al mismo Mill, si
aún viviera) también por otras razones. Eran los “nuevos chicos en el vecindario”; si la
cuantificación pudiera conducir a la realización de la promesa de Mill, adquirirían prestigio y
poder político que beneficiaría enormemente a los nuevos practicantes. Esta imitación entonces
podría conducir tanto a una mayor aceptación como a un conocimiento más válido.
La exclusión del significado y del propósito. El comportamiento humano, a diferencia del de los
objetos físicos, no puede comprenderse sin referencia a los significados y a los propósitos ligados
por los actores humanos a sus actividades. Se afirma que los datos cualitativos pueden
proporcionar ricas intelecciones del comportamiento humano.
La disyunción de las grandes teorías respecto a los contextos locales: el dilema “etic-emic”. La
teoría “etic” (del forastero) que un investigador aplica en una investigación (o las hipótesis que se
quieren verificar) pueden tener poco o ningún significado dentro de la visión “emic” (del nativo)
de los individuos, grupos, sociedades o culturas estudiadas. Se afirma que los datos cualitativos
son útiles para descubrir las visiones “emic”; para ser válidas, las teorías deben estar fundadas
cualitativamente (Glaser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1990). Tal fundamentación es
particularmente crucial con respecto a la crítica, cada vez mayor, de que la ciencia social no logra
proporcionar relatos adecuados de vidas que no forman parte de la corriente principal (el “otro”)
o proporcionar el material para una crítica de nuestra propia cultura occidental (Marcus y Fischer,
1986).
La inaplicabilidad de los datos generales a los casos individuales. Este problema a veces es
descrito como la disyunción nomotética-idiográfica. Las generalizaciones, aunque quizá
estadísticamente significativas, no tienen aplicabilidad al caso individual (digamos, que el hecho
de que el 80% de los individuos que presentan determinados síntomas tiene cáncer del pulmón, es
a lo sumo una evidencia incompleta de que un paciente particular que presenta tales síntomas
realmente tenga cáncer de pulmón). Los datos cualitativos, se sostiene, ayudan a evitar tales
ambigüedades.
número de argumentos (Bernstein, 1988; Guba, 1990; Hesse, 1980; Lincoln y Guba, 1985,
Reason y Rowan, 1981) pero los principales entre ellos son los siguientes 2:
Los hechos están saturados de teoría. Los enfoques convencionales en la investigación, que
implica la verificación o la falsación de hipótesis, presuponen la independencia de los lenguajes
teóricos y observacionales. Si una investigación pretende ser objetiva, las hipótesis deben
enunciarse de formas que sean independientes del modo en el cual son recogidos los hechos
necesarios para probarlas. Pero, por ahora, parece estar establecido fuera de toda duda que las
teorías y los hechos son completamente interdependientes - es decir, que los hechos son hechos
sólo dentro de algún marco teórico. Así, se expone como dudoso un supuesto fundamental de la
visión oficial. Si las hipótesis y las observaciones no son independientes, los “hechos” pueden
verse sólo a través de una “ventana” teórica y la objetividad queda sin fundamento.
Los hechos están saturados de valores. Así como las teorías y los hechos no son independientes,
tampoco lo son los valores y los hechos. En efecto, se puede sostener que las teorías son en sí
mismas enunciados de valores. Así, hechos supuestos son vistos no sólo a través de una ventana
teórica sino también a través de una ventana de valores. La postura libre de valores de la visión
oficial es seriamente afectada.
Las críticas intraparadigmáticas, aunque revelan muchos problemas inherentes a la visión oficial,
y en efecto proponen algunas respuesta útiles a ellos, son, sin embargo, de menor interés - o peso
- que las críticas extraparadigmáticas, las cuales suscitan problemas de tal consecuencia que la
visión oficial está siendo ampliamente cuestionada. Varios paradigmas alternativos han sido
propuestos, algunos de los cuales están basados en presuposiciones muy poco convencionales. Es
útil por tanto investigar sobre la naturaleza de los paradigmas y sobre qué es lo que distingue una
investigación paradigmática de otra.
Un paradigma puede considerarse como un conjunto de creencias básicas (o metafísica) que trata
de los principios primeros o últimos. Representa una visión del mundo que define, para aquel que
lo sustenta, la naturaleza del “mundo”, el lugar del individuo en él y la gama de posibles
relaciones con ese mundo y sus partes, como por ejemplo lo hacen las cosmologías y las
teologías 3. Las creencias son básicas en el sentido de que deben aceptarse simplemente por fe
(no importa qué tan bien argumentadas sean), no hay ninguna manera de establecer su veracidad
última. Si la hubiera, los debates filosóficos reflejados en éstas páginas se habrían resuelto hace
milenios.
3 Robert Stake nos recuerda (comunicación personal, 1993) que la presentación de los
paradigmas que hacemos aquí no debe “excluir una creencia en la cual existen mundos
dentro de mundos, sin fin, cada uno con sus propios paradigmas. Los infintesimales poseen
sus propias cosmologías”.
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cosas”. Por tanto, sólo son admisibles aquellas preguntas que están en relación con asuntos
respecto a la existencia “real” y a la acción “real”; otras preguntas, tales como aquellas que se
refieren a asuntos de significación estética o moral, quedarán por fuera del dominio de la
investigación científica legítima.
Estas tres preguntas sirven como los focos principales en torno a los cuales analizaremos cada
uno de los cuatro paradigmas en consideración.
Lo que es cierto de los paradigmas es cierto de los análisis igualmente. Cualquier cosa que
digamos posteriormente es también una construcción humana: la nuestra. El lector no puede ser
obligado a aceptar nuestros análisis o nuestros argumentos sobre la base de una lógica irrefutable
o evidencia indisputable; sólo podemos esperar ser persuasivos y demostrar la utilidad de nuestra
posición para, digamos, el área de las políticas públicas (Guba y Lincoln, 1989; House, 1977).
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Solicitamos al lector suspender su descreencia hasta que nuestro argumento se haya completado y
pueda juzgarse como un todo.
Es necesario mencionar dos reservas importantes. Primero, aunque estamos inclinados a creer
que los paradigmas que vamos a describir pueden tener significación aún en el campo de las
ciencias físicas, no vamos a defender aquí esa creencia. Por tanto nuestros comentarios
posteriores deben comprenderse como limitados solamente a las ciencias sociales. Segundo,
observamos que, con la salvedad del positivismo, los paradigmas aquí discutidos aún están en
etapas formativas; acuerdos finales no han sido alcanzados aún entre sus partidarios respecto a
sus definiciones, significaciones e implicaciones. Así, nuestra discusión debe considerarse como
tentativa y sujeta a posterior revisión y reformulación.
Miremos en primer lugar las columnas de la tabla hacia abajo para ilustrar las posiciones de cada
paradigma respecto a las tres preguntas, siguiendo con una mirada a lo ancho de las filas para
comparar y contrastar las posiciones de los paradigmas 4. Las limitaciones de espacio hacen
imposible desarrollar nuestras afirmaciones con mayor profundidad. El lector hallará otras
evidencias a favor y en contra en otros capítulos de este Handbook, particularmente en los
capítulos 7 y 11.
4 Es improbable que el partidario de ningún paradigma acepte que nuestros resúmenes describan
acertadamente lo que él o ella cree o hace. Los científicos atareados rara vez tienen el tiempo o la
inclinación para evaluar lo que hacen en términos filosóficos. Sin embargo, sostenemos que estas
descripciones son válidas grosso modo, aunque no siempre a nivel individual.
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≈≈≈≈≈≈≈≈≈≈
dualista/ dualista/ transacional/ transaccional/subje
Epistemo objetivista: objetivista modificada; subjetivista; hallazgos tivista; hallazgos
logía encuentra la tradición crítica mediados por valores creados
verdad /comunidad; hallazgos
posiblemente son
verdad
Ontología: realismo (comúnmente llamado “realismo ingenuo”). Se supone que existe una
realidad aprehensible movida por leyes y mecanismos naturales inmutables. El conocimiento de
la forma “como son las cosas” convencionalmente es resumido en la forma de generalizaciones
libres del tiempo y del contexto, algunas de las cuales pueden asumir la forma de leyes de causa-
efecto. La investigación puede por principio converger en el estado “verdadero” de las cosas. Se
argumenta que la postura básica del paradigma es tanto reduccionista como determinista (Hesse,
1980).
posiblemente confundan deben ser cuidadosamente controladas (manipuladas), para impedir que
los resultados sean afectados indebidamente.
Columna 2: Post-positivismo
Ontología: realismo crítico. Se supone que la realidad existe pero sólo es aprehensible
imperfectamente debido a mecanismos intelectuales humanos básicamente defectuosos y a la
naturaleza fundamentalmente indómita de los fenómenos. Esta ontología es clasificada como
realismo crítico (Cook y Campbell, 1979) debido a la postura de sus partidarios de que las
afirmaciones respecto a la realidad deben someterse al examen crítico más amplio posible para
facilitar la aprehensión de la realidad tan finamente como sea posible (pero nunca perfectamente).
Ontología: realismo histórico. Se supone que una realidad que es aprehensible, alguna vez fue
plástica pero con el paso del tiempo fue moldeada por un conjunto de factores sociales, políticos,
culturales, económicos, étnicos y de género, que luego se cristalizaron (se reeificaron) en una
serie de estructuras que ahora son (inapropiadamente) tomadas por “reales”, es decir naturales e
inmutables. Para todos los propósitos prácticos estas estructuras son “reales”, una realidad virtual
o histórica.
que separa las filas ontológica y epistemológica de la tabla tiene la intención de reflejar esta
fusión.
(Para una más amplia discusión de la teoría crítica véanse las contribuciones de Olesen en el
capítulo 9; Stanfield, capítulo 10; y Kincheloe y McLaren, capítulo 8, en este Handbook).
Columna 4: Constructivismo
Ontología: relativista. Las realidades son aprehensibles bajo la forma de construcciones mentales
múltiples e intangibles, basadas social y experiencialmente, de naturaleza local y específica
(aunque a menudo se comparten elementos entre muchos individuos y aún a través de las
culturas) y dependientes en su forma y contenido de las personas individuales o grupos que
sostienen estas construcciones. Las construcciones no son más o menos “verdaderas” en ningún
sentido absoluto sino simplemente más o menos sofisticadas y/o informadas. Las construcciones
son modificables, así como sus “realidades” asociadas. Esta posición debe distinguirse tanto del
nominalismo como del idealismo (véase Reese, 1980 para una explicación de estas diversas
ideas).
Análisis Trans-paradigmáticos
(Filas horizontales de la tabla 1)
Habiendo observado brevemente las posiciones que los partidarios de cada paradigma tomarían
respecto a las tres preguntas definitorias de los paradigmas, es útil observar transversalmente las
filas para comparar y contrastar estas posiciones entre los diversos paradigmas.
Ontología
1. la posición del positivismo del realismo ingenuo que supone una realidad externa
objetiva, con la cual la investigación puede converger, hasta:
2. la posición del realismo crítico del postpositivismo, que todavía presupone una
realidad objetiva pero concede que puede aprehenderse sólo imperfecta y
probabilisticamente, hasta:
Es la posición ontológica la que más diferencia el constructivismo de los otros tres paradigmas.
Epistemología
Son sus posiciones epistemológicas las que más diferencian la teoría crítica y el constructivismo
de los otros dos paradigmas.
Metodología
Las entradas en la Tabla 2, que consisten en cuatro columnas que corresponden a los cuatro
paradigmas y en diez filas que corresponden a los diez problemas, resumen nuestra interpretación
de las implicaciones principales. El lector observará que los primeros cuatro problemas (meta de
la investigación, naturaleza del conocimiento, acumulación del conocimiento y criterios de
calidad) están entre aquellos considerados especialmente importantes por los positivistas y los
postpositivistas; son por tanto los problemas respecto a los cuales los paradigmas alternativos son
atacados con más frecuencia. El quinto y el sexto (valores y ética) son problemas tomados en
serio por todos los paradigmas, aunque las respuestas convencionales y las no convencionales son
bastante diferentes. Finalmente, los últimos cuatro problemas (voz, formación, acomodación y
hegemonía) son aquellos que son considerados especialmente importantes por los partidarios
alternativos; representan áreas en las cuales la visión oficial es considerada particularmente
vulnerable. Las entradas en la Tabla se basan sólo en parte en posiciones públicas, ya que no
todos los problemas han sido abordados por los partidarios de todos los paradigmas. En algunos
casos, por tanto, hemos proporcionado entradas que creemos siguen lógicamente las posturas
básicas metafísicas (ontológicas, epistemológicas y metodológicas) de los paradigmas. Para
tomar un solo ejemplo, el problema de la voz es raramente abordado directamente por los
positivistas o postpositivistas pero creemos que la entrada “científico desinteresado” es la
respuesta que sería dada por ellos si fuesen interrogados al respecto.
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Una diferencia inmediatamente aparente entre la Tabla 1 y la 2 es que, mientras que en el caso
anterior fue posible hacer una entrada distinta para cada celda, en el caso de la Tabla 2 hay un
recubrimiento considerable entre las filas, particularmente entre las columnas positivista y
postpositivista. En efecto, aún en lo que concierne a los problemas en los cuáles las entradas en
estas dos columnas son diferentes, las diferencias parecen ser menores. En contraste, se observará
que las diferencias encontradas entre estos dos paradigmas y la teoría crítica y el paradigma
constructivista son mayores, y que tienden también a diferir ente sí.
Positivismo. El conocimiento consiste en hipótesis verificadas que pueden aceptarse como hechos
o leyes.
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Fila 4: ¿Cuáles son los criterios para evaluar la bondad o calidad de una investigación?
Positivismo y postpositivismo. Los criterios consisten en las pautas convencionales del “rigor”:
validez interna (isomorfismo de los hallazgos con la realidad), validez externa
(generalizabilidad), confiabilidad (en el sentido de estabilidad), y objetividad (observador neutral
a una distancia). Estos criterios dependen de la posición ontológica realista; sin esta
presuposición el isomorfismo de los hallazgos con la realidad no tiene sentido alguno, la
generalizabilidad estricta a una población emparentada es imposible, la estabilidad no puede
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Teoría crítica y constructivismo. En ambos de estos paradigmas, los valores ocupan un lugar
destacado; son considerados como ineluctables en la modelación (en el caso del constructivismo,
en la creación) de la investigación. Por lo demás, incluso si fuera posible, la exclusión de los
valores no se toleraría. Sería en detrimento de los intereses de los indefensos y de las poblaciones
“en riesgo”, cuyas construcciones originales (“emic”) merecen igual consideración que las de
otros grupos más poderosos y la del investigador (“etic”). El constructivismo, que considera al
investigador como coordinador y facilitador del proceso de investigación, tiende a enfatizar este
punto más que la teoría crítica, que tiende a atribuir un papel más de autoridad al investigador.
dice, en ciertos casos, es justificado para determinar cómo “las cosas realmente funcionan”, o en
búsqueda de algún “bien social superior” o “alguna verdad más clara” (Bok, 1978, 1982; Diener
y Crandall, 1978).
Teoría crítica. La ética está mucho más cerca de ser intrínseca en este paradigma, como el intento
de disminuir la ignorancia y los malentendidos lo dejan ver, y de tomar plenamente en cuenta los
valores y el contexto histórico en el proceso de investigación. Así se presenta la inclinación moral
a ser revelador (en el sentido riguroso de “consentimiento plenamente informado”) en lugar de
engañador. Por supuesto, estas consideraciones no impiden un comportamiento anti-ético, pero
ciertamente constituyen barreras que durante el proceso lo hacen mucho más difícil.
Fila 7: ¿Qué “voz” es expresada en las actividades del investigador, especialmente en las que
buscan cambios?
Teoría crítica. La voz del investigador es la del “intelectual transformador” (Giroux, 1988) quien
posee una conciencia más amplia y, por tanto, está en condiciones de confrontar la ignorancia y
los malentendidos. El cambio es propiciado a medida que los individuos desarrollan intelecciones
más profundas respecto al estado de cosas existente (la naturaleza y el grado de su explotación) y
son estimulados a actuar sobre él.
Fila 8: ¿Cuáles son las implicaciones de cada paradigma para la formación de los
investigadores novatos?
Postpositivismo. Los novatos son entrenados de modo paralelo al modo positivista, pero se
agregan los métodos cualitativos, a menudo con el propósito de mejorar los problemas descritos
en los párrafos introductorios de este capítulo.
Teoría crítica y constructivismo. Los novatos primero tienen que resocializarse en ruptura con su
formación temprana y generalmente intensa en la visión oficial de la ciencia. Esta resocialización
no puede lograrse sin un exhaustivo estudio de las posturas y técnicas del positivismo y
postpositivismo. Los estudiantes deben llegar a comprender las diferencias de paradigma
(resumidas en la Tabla 1) y, en ese contexto, dominar tanto los métodos cualitativos como los
cuantitativos. Los primeros son esenciales debido a lsu papel en las metodologías
dialógica/dialéctica o hermenéutica/dialéctica; los segundos porque también pueden desempeñar
un papel informacional útil en todos los paradigmas. También se debe ayudarlos a comprender la
historia y estructura social, política, cultural, económica, étnica y de género que constituyen el
contexto de sus investigaciones, y a incorporar los valores del altruismo y del empoderamiento en
su trabajo.
Fila 9: ¿Son estos paradigmas necesariamente conflictivos? ¿Es posible acomadar estas visiones
divergentes dentro de un único marco conceptual?
Teoría crítica y constructivismo. Los defensores de estos dos paradigmas están de acuerdo en
afirmar la inconmensurabilidad básica de los paradigmas (aunque estarían de acuerdo en que el
positivismo y el postpositivismo son conmensurables, y probablemente estarían de acuerdo en
que la teoría crítica y el constructivismo son conmensurables). Se piensa que las creencias básicas
de estos paradigmas son esencialmente contradictorias. Para los constructivistas, o bien existe
una realidad “real” o no existe (aunque tal vez uno podría desear resolver este problema de modo
diferente según se considera el dominio físico o el dominio de lo humano), y así el
constructivismo y el positivismo/postpositivismo no pueden lógicamente acomodarse, de la
misma manera como ideas sobre una tierra plana no pueden acomodarse con ideas sobre una
tierra redonda. Para los teóricos críticos y los constructivistas, o bien la investigación está libre de
valores o no lo está; de nuevo, una acomodación lógica parece imposible. El realismo y el
relativismo, independencia frente a los valores y la constricción de los valores, no pueden
coexistir en ningún sistema metafísico internamente consistente. Y se estipula que esta exigencia
de consistencia es cumplida esencialmente por cada uno de los paradigmas. La resolución de este
dilema necesariamente tendrá que esperar el surgimiento de un metaparadigma que vuelva a los
paradigmas antiguos, acomodados, no menos verdaderos, sino simplemente caducos.
Fila 10: ¿Cuál de los paradigmas ejerce una hegemonía sobre los demás? Es decir, ¿cuál es el
que tiene una influencia predominante?
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Teoría crítica y constructivismo: Los defensores de la teoría crítica y del constructivismo aún
están en búsqueda de reconocimiento y de mecanismos de difusión. A lo largo de la última
década, se ha vuelto cada vez más posible que logren aceptación, como lo atestigua la inclusión
creciente de artículos destacados en revistas y reuniones profesionales, el desarrollo de nuevas
fuentes de publicación, la aceptabilidad creciente de tesis de grado “cualitativas”, y la inclusión
de líneas-guía cualitativas en algunas agencias de financiación de programas, y así por el estilo.
Pero con toda probabilidad, la teoría crítica y el constructivismo continuarán desempeñando en el
futuro próximo papeles secundarios, aunque importantes, y progresivamente más influyentes.
Conclusión
La metáfora de “las guerras de paradigmas” descrita por Gage (1989) es indudablemente
exagerada. Al describir las discusiones y controversias en la última década o dos como guerras,
representa el asunto como mucho más confrontacional de lo necesario. Una resolución de las
diferencias entre paradigmas puede suceder sólo cuando emerja un nuevo paradigma, que resulte
más informado y sofisticado que ninguno existente. Es más probable que esto ocurra si, y sólo si,
los defensores de éstos diversos puntos de vista se reúnan para discutir sus diferencias y no para
defender la sacralidad de sus puntos de vista. El diálogo continuo entre los defensores de los
paradigmas de todos los tipos proporcionará el mejor camino para el avance hacia una relación
fructífera y cordial.