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Validez

UNIVERSIDAD DEL VALLE - INSTITUTO DE PSICOLOGIA


GRUPO DE INVESTIGACION PRÁCTICAS CULTURALES
Y DESARROLLO HUMANO

PARADIGMAS QUE COMPITEN EN LA INVESTIGACION CUALITATIVA 


Egon G. Guba – Yvonna S. Lincoln

Traducción: Anthony Sampson

En este capítulo analizamos cuatro paradigmas que actualmente están en competencia, o que hasta muy
recientemente han estado compitiendo por ser aceptados como el paradigma preferido para guiar e informar a la
investigación, especialmente la investigación cualitativa: el positivismo, el postpositivismo, la teoría crítica y las
posiciones ideológicas relacionadas con éste, y el constructivismo. Reconocemos de entrada que nuestro propio
compromiso es con el constructivismo (que antes habíamos llamado “investigación naturalista”; Lincoln y Guba,
Lo cualitativo en cuanto a
1985); el lector quizá quiera tener en cuenta este hecho al juzgar la utilidad y lo apropiado de nuestro análisis.
métodos

Aunque el título de este volumen, Handbook of Qualitative Research (Manual de investigación cualitativa),
implica que el término cualitativo es un término “sombrilla” que abarca más que el término de paradigma (y, en
efecto, ese uso no es infrecuente), nuestra posición lo propone como un término que debe reservarse para una
descripción de los tipos de métodos. Desde nuestra perspectiva, tanto los métodos cualitativos como los
cuantitativos pueden usarse apropiadamente dentro de cualquier paradigma de investigación. Las cuestiones de
método son secundarias respecto a las cuestiones de paradigma, que definimos como el sistema básico de creencias
o visión del mundo que guía al investigador, no sólo en sus elecciones de método, sino en sus opciones
fundamentales ontológicas y epistemológicas. Definición: paradigma.

Ciertamente es un hecho que el interés en los paradigmas alternativos ha sido estimulado por la creciente falta de
satisfacción con el palmario exceso de énfasis puesto en los métodos cuantitativos. Pero a medida que se hicieron
esfuerzos por renovar el interés en los enfoques cualitativos, se hizo claro que las presuposiciones metafísicas
subyacentes al paradigma convencional (“la visión oficial o recibida”) debían cuestionarse seriamente. Así el
énfasis en este capítulo es en los paradigmas, sus presuposiciones y las implicaciones de estas presuposiciones
respecto a una variedad de asuntos investigativos, y no sobre la relativa utilidad de lo cualitativo respecto a los
métodos cuantitativos. Sin embargo, ya que durante la última década las discusiones respecto a los
paradigmas/métodos, a menudo han comenzado con una consideración de los problemas asociados con el exceso
de cuantificación, también nosotros comenzaremos por allí, desplazándonos luego hacia nuestro interés
predominante.

La Distinción Cualitativo/Cuantitativo
Históricamente ha habido en la ciencia un pesado énfasis en la cuantificación. A menudo las matemáticas son
llamadas “la reina de las ciencias”, y aquellas ciencias como la física y la química, que se prestan especialmente
bien a la cuantificación, generalmente se conocen como “duras”. Dominios menos cuantificables, como la biología
(aunque esto está cambiando rápidamente) y particularmente las ciencias sociales, son designadas como “blandas”,
no tanto con una intención peyorativa sino para señalar su (supuesta) imprecisión y falta de confiabilidad.
Comúnmente se considera que la madurez científica dentro de un campo dado emerge a medida que aumenta la
cuantificación.

Que así sea no tiene nada de sorprendente. La “visión oficial” de la ciencia (positivismo transformado en el curso
de este siglo en postpositivismo; ver más adelante) se enfoca en esfuerzos para verificar (positivismo) o falsear
(postpositivismo) hipótesis a priori, generalmente enunciadas como proposiciones matemáticas (cuantitativas) o
proposiciones que pueden fácilmente convertirse en fórmulas matemáticas precisas que expresen relaciones
funcionales. La precisión en las fórmulas tiene una enorme utilidad cuando el objetivo de la ciencia es la
predicción y el control de los fenómenos naturales. Además, ya está disponible un conjunto poderoso de modelos

 Tomado de: Handbook of Qualitative Research, Norman Denzin & Yvonna


Lincoln, eds., Thousand Oaks, Ca., Sage, 1994.
estadísticos y matemáticos. Finalmente, existe la convicción, ampliamente difundida, de que sólo los datos
cuantitativos son, en últimas, válidos o de alta calidad (Sechrest, 1992).

Se dice que John Stuart Mill (1843-1906) fue el primero en alentar a los científicos sociales a emular a sus primos
mayores más “duros”, asegurando que si sus consejos se seguían, se produciría una rápida maduración de estos
campos, así como su emancipación de las restricciones filosóficas y teológicas que los limitaban. Los científicos
sociales siguieron al pie de la letra sus consejos (probablemente hasta un grado que habría sorprendido fuertemente
al mismo Mill, si aún viviera) también por otras razones. Eran los “nuevos chicos en el vecindario”; si la
cuantificación pudiera conducir a la realización de la promesa de Mill, adquirirían prestigio y poder político que
beneficiaría enormemente a los nuevos practicantes. Esta imitación entonces podría conducir tanto a una mayor
aceptación como a un conocimiento más válido.

Críticas de la visión oficial


En años recientes, sin embargo, han emergido fuertes contrapresiones en oposición a la cuantificación. Dos críticas
han emergido, una interna al paradigma convencional (es decir, en términos de aquellas presuposiciones
metafísicas que definen la naturaleza de la investigación positivista) y una externa a él (es decir, en términos de
aquellas presuposiciones que definen a paradigmas alternativos), las cuales parecen no solamente merecer una
reconsideración acerca de la utilidad de los datos cualitativos, sino que cuestionan las mismas presuposiciones
sobre las cuales se ha basado la supuesta superioridad de la cuantificación.

Críticas internas intraparadigmáticas


Una variedad de problemas implícitos ha emergido desafiando la sabiduría convencional. A continuación se
describen algunos de ellos: Los objetos dados a una conciencia que los
conoce (hussel- fenomenología)
La eliminación del contexto. Enfoques cuantitativos precisos que se centran en subconjuntos seleccionados de
variables necesariamente excluyen de la consideración, a través de controles apropiados o por el azar, a otras
variables que existen en el contexto y que podrían - si se les permitiera ejercer sus efectos - alterar notoriamente
sus hallazgos. Además, estos diseños excluyentes, aunque aumentan el rigor teórico de un estudio, disminuyen su
relevancia, es decir su aplicabilidad o generalizabilidad porque sus resultados sólo pueden aplicarse
apropiadamente en otras situaciones restringidas o despojadas de sus contextos (por ejemplo en otro laboratorio).
Los datos cualitativos, se argumenta, pueden rectificar esta falta de equilibrio proporcionando información
contextual. Fenomenología

La exclusión del significado y del propósito. El comportamiento humano, a diferencia del de los objetos físicos, no
puede comprenderse sin referencia a los significados y a los propósitos ligados por los actores humanos a sus
actividades. Se afirma que los datos cualitativos pueden proporcionar ricas intelecciones del comportamiento
humano.

La disyunción de las grandes teorías respecto a los contextos locales: el dilema “etic-emic”. La teoría “etic” (del
forastero) que un investigador aplica en una investigación (o las hipótesis que se quieren verificar) pueden tener
poco o ningún significado dentro de la visión “emic” (del nativo) de los individuos, grupos, sociedades o culturas
estudiadas. Se afirma que los datos cualitativos son útiles para descubrir las visiones “emic”; para ser válidas, las
teorías deben estar fundadas cualitativamente (Glaser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1990). Tal
fundamentación es particularmente crucial con respecto a la crítica, cada vez mayor, de que la ciencia social no
logra proporcionar relatos adecuados de vidas que no forman parte de la corriente principal (el “otro”) o
proporcionar el material para una crítica de nuestra propia cultura occidental (Marcus y Fischer, 1986).

La inaplicabilidad de los datos generales a los casos individuales. Este problema a veces es descrito como la
disyunción nomotética-idiográfica. Las generalizaciones, aunque quizá estadísticamente significativas, no tienen
aplicabilidad al caso individual (digamos, que el hecho de que el 80% de los individuos que presentan
determinados síntomas tiene cáncer del pulmón, es a lo sumo una evidencia incompleta de que un paciente
particular que presenta tales síntomas realmente tenga cáncer de pulmón). Los datos cualitativos, se sostiene,
ayudan a evitar tales ambigüedades. La universalización de los intervalos
Exclusión de la dimensión del descubrimiento en la investigación. El énfasis convencional en la verificación de
hipótesis específicas a priori, elude el reconocimiento de la fuente de esta hipótesis, generalmente logradas
mediante lo que comúnmente se designa como el proceso de descubrimiento. En la visión oficial, sólo la
investigación empírica merece llamarse “ciencia”. La metodología normativa cuantitativa, es así privilegiada por
encima de las intuiciones de los pensadores creativos y divergentes. La exigencia de información cualitativa puede
rectificar esta falta de equilibrio.

Críticas Externas (extraparadigmáticas)


Los problemas intraparadigmáticos anotados arriba ofrecen un reto importante a la metodología convencional, pero
podrían eliminarse, o al menos mejorarse, mediante el uso más amplio de datos cualitativos. Muchos críticos de la
visión oficial se contentan con detenerse en este punto; por tanto, muchas de las exigencias de más aportes
cualitativos se han limitado a esta acomodación a nivel de los métodos. Pero un desafío aún más importante ha sido
montado por críticos quienes han propuesto paradigmas alternativos que implican no solamente la cualificación de
los enfoques sino ajustes fundamentales en las presuposiciones básicas que guían toda investigación. Su rechazo de
la visión oficial puede justificarse con base en un determinado número de argumentos (Bernstein, 1988; Guba,
1990; Hesse, 1980; Lincoln y Guba, 1985, Reason y Rowan, 1981) pero los principales entre ellos son los
siguientes 1:

Los hechos están saturados de teoría. Los enfoques convencionales en la investigación, que implica la verificación
o la falsación de hipótesis, presuponen la independencia de los lenguajes teóricos y observacionales. Si una
investigación pretende ser objetiva, las hipótesis deben enunciarse de formas que sean independientes del modo en
el cual son recogidos los hechos necesarios para probarlas. Pero, por ahora, parece estar establecido fuera de toda
duda que las teorías y los hechos son completamente interdependientes - es decir, que los hechos son hechos sólo
dentro de algún marco teórico. Así, se expone como dudoso un supuesto fundamental de la visión oficial. Si las
hipótesis y las observaciones no son independientes, los “hechos” pueden verse sólo a través de una “ventana”
teórica y la objetividad queda sin fundamento. sesgo de las teorias rigidas

La subdeterminación de la teoría. Este problema es conocido también como el problema de la inducción. No sólo
están determinados los hechos por la ventana teórica a través de la cual uno los mira, sino que diferentes ventanas
teóricas pueden estar igualmente bien sostenidas por el mismo conjunto de "hechos". Aunque sea posible, dada una
teoría coherente, derivar por deducción qué hechos deben existir, nunca es posible, dado un conjunto coherente de
hechos, llegar mediante inducción a una única e ineluctable teoría. De hecho fue esta dificultad la que condujo a
filósofos como Popper (1968) a rechazar la noción de la verificación de la teoría a favor de la noción de una teoría
de la falsación. Mientras un millón de cisnes blancos nunca pueden establecer, con total confianza, la proposición
de que todos los cisnes son blancos, un solo cisne negro puede falsarla completamente. La posición histórica de la
ciencia de que puede, mediante sus métodos, converger en últimas en la verdad “real” es así fuertemente
cuestionada. La noción de verdad absoluta.

Los hechos están saturados de valores. Así como las teorías y los hechos no son independientes, tampoco lo son
los valores y los hechos. En efecto, se puede sostener que las teorías son en sí mismas enunciados de valores. Así,

1 Muchas de las objeciones recogidas aquí fueron enunciadas primero por los mismos
positivistas; en efecto, podríamos sostener que la posición postpositivista representa un
intento por transformar el positivismo para que tenga en cuenta estas objeciones. La
posición positivista ingenua, la del siglo XVI hasta el XIX, ya no es sostenida por nadie que
esté siquiera superficialmente enterado de estos problemas. Sin embargo, podríamos
admitir que la posición postpositivista, enunciada por Denis Phillips, por ejemplo (1987,
1990a, 1990b), representa una mejoría considerable respecto al positivismo clásico, deja
de constituir una ruptura nítida. Representa una especie de “evitación de daño colateral”
más que una reformulación de los principios básicos. El hecho de que estos problemas
requerían un cambio de paradigma casi no se reconocía hasta la publicación de la obra
fundamental de Thomas Kuhn, La Estructura de las Revoluciones Científicas (1962, 1970),
y aún después sólo se avanzó paulatinamente. Sin embargo, se deberían reconocer y
aplaudir las contribuciones de los críticos anteriores a Kuhn.
hechos supuestos son vistos no sólo a través de una ventana teórica sino también a través de una ventana de
valores. La postura libre de valores de la visión oficial es seriamente afectada.

La naturaleza interactiva de la díada investigador-investigado. La visión oficial de la ciencia representa al


investigador como si estuviera ante un espejo simple, contemplando los fenómenos naturales mientras ocurren y
registrándolos objetivamente. El investigador (cuando usa la metodología apropiada) no influye sobre esos
fenómenos ni viceversa. Pero evidencia tal como el principio de incertidumbre de Heisenberg y el principio de
complementariedad de Bohr han vuelto añicos ese ideal en las ciencias duras (Lincoln y Guba, 1985); un
escepticismo aún mayor debe sostenerse respecto a las ciencias sociales. En efecto, la noción de que los hallazgos
son creados mediante la interacción del investigador y de los fenómenos (los cuales en las ciencias sociales
generalmente son personas), es a menudo una descripción más plausible del proceso de investigación que la noción
de que los hallazgos son descubiertos a través de la observación objetiva de “cómo son realmente, y de cómo
funcionan realmente”.

Las críticas intraparadigmáticas, aunque revelan muchos problemas inherentes a la visión oficial, y en efecto
proponen algunas respuestas útiles a ellos, son, sin embargo, de menor interés - o peso - que las críticas
extraparadigmáticas, las cuales suscitan problemas de tal consecuencia que la visión oficial está siendo
ampliamente cuestionada. Varios paradigmas alternativos han sido propuestos, algunos de los cuales están basados
en presuposiciones muy poco convencionales. Es útil por tanto investigar sobre la naturaleza de los paradigmas y
sobre qué es lo que distingue una investigación paradigmática de otra.

La naturaleza de los paradigmas

Los paradigmas como sistemas de creencias básicas basados en supuestos ontológicos, epistemológicos y
metodológicos

Un paradigma puede considerarse como un conjunto de creencias básicas (o metafísica) que trata de los principios
primeros o últimos. Representa una visión del mundo que define, para aquel que lo sustenta, la naturaleza del
“mundo”, el lugar del individuo en él y la gama de posibles relaciones con ese mundo y sus partes, como por
ejemplo lo hacen las cosmologías y las teologías 2. Las creencias son básicas en el sentido de que deben aceptarse
simplemente por fe (no importa qué tan bien argumentadas sean), no hay ninguna manera de establecer su
veracidad última. Si la hubiera, los debates filosóficos reflejados en éstas páginas se habrían resuelto hace
milenios.

Los paradigmas de investigación definen para los investigadores la naturaleza de su trabajo, y lo que entra dentro o
queda por fuera de los límites de la investigación legítima. Las creencias básicas que definen los paradigmas de
investigación pueden resumirse en las respuestas dadas por los defensores de cualquier paradigma dado a tres
preguntas fundamentales, que están interconectadas de forma tal que la respuesta dada a una cualquiera de las
preguntas, tomada en cualquier orden, determina la forma como las otras pueden contestarse. Hemos elegido un
orden que creemos refleja una primacía lógica (si no necesaria):

1. La pregunta ontológica. ¿Cuál es la forma y la naturaleza de la realidad y por tanto qué es lo que puede saberse
respecto a ella? Por ejemplo, si se presupone un mundo “real”, entonces qué puede saberse respecto a “cómo son
realmente las cosas” y “cómo funcionan realmente las cosas”. Por tanto, sólo son admisibles aquellas preguntas
que están en relación con asuntos respecto a la existencia “real” y a la acción “real”; otras preguntas, tales como
aquellas que se refieren a asuntos de significación estética o moral, quedarán por fuera del dominio de la
investigación científica legítima.

2. La pregunta epistemológica. ¿Cuál es la naturaleza de la relación entre el sabedor o el que quisiera saber y lo
que puede saberse? La respuesta que puede darse a esta pregunta ya está determinada por la respuesta dada antes a
la pregunta ontológica; es decir, no puede postularse cualquier relación. Por tanto si, por ejemplo, una realidad

2 Robert Stake nos recuerda (comunicación personal, 1993) que la presentación de los
paradigmas que hacemos aquí no debe “excluir una creencia en la cual existen mundos
dentro de mundos, sin fin, cada uno con sus propios paradigmas. Los infintesimales
poseen sus propias cosmologías”.
”real” se presupone, entonces la postura del sabedor debe ser de desprendimiento objetivo o libertad de valores
para poder descubrir “cómo son las cosas realmente” y “cómo funcionan realmente”. (A la inversa, el supuesto de
una postura objetivista implica la existencia de un mundo “real” con respecto al cual se puede ser objetivo).

3. La pregunta metodológica. ¿Cómo puede el investigador proceder para descubrir si lo que él o ella cree puede
conocerse? De nuevo, la respuesta que puede darse a esta pregunta está determinada por las respuestas ya dadas a
las primeras dos preguntas; es decir, no cualquier metodología es apropiada. Por ejemplo, una realidad “real”
perseguida por el investigador “objetivo” exige el control de los factores que posiblemente confundan,
independientemente de que los métodos sean cualitativos (digamos observacionales), o cuantitativos (digamos el
análisis de la co-variancia). (A la inversa, la selección de una metodología manipulativa - el experimento, digamos
- implica la capacidad de ser objetivo y un mundo real respecto al cual se puede ser objetivo.) La pregunta
metodológica no puede reducirse a una pregunta respecto a los métodos; los métodos deben conformarse a una
metodología predeterminada.

Estas tres preguntas sirven como los focos principales en torno a los cuales analizaremos cada uno de los cuatro
paradigmas en consideración.

Los Paradigmas como Construcciones Humanas


Ya hemos anotado que los paradigmas, como conjuntos de creencias básicas, no se prestan a la prueba en ningún
sentido convencional; no hay ninguna manera de elevar uno por encima de otro sobre la base de criterios
fundacionales últimos. (Debemos observar, sin embargo, que este estado de cosas no nos condena a una postura
radicalmente relativista; ver Guba, 1992). En nuestra opinión, cualquier paradigma dado representa simplemente la
visión más informada y sofisticada que sus proponentes han sido capaces de inventar, dado el modo en el cual han
elegido responder a las tres preguntas definitorias. Y, argumentamos, los conjuntos de respuestas dadas son en
todos los casos construcciones humanas; es decir, todas son invenciones de la mente humana y por tanto sujetos al
error humano. Ninguna construcción es, ni puede ser, incontrovertiblemente cierta; los defensores de cualquier
construcción particular, al argumentar su posición, deben depender de la persuasión y de la utilidad más que de la
prueba.

Lo que es cierto de los paradigmas es cierto de los análisis igualmente. Cualquier cosa que digamos posteriormente
es también una construcción humana: la nuestra. El lector no puede ser obligado a aceptar nuestros análisis o
nuestros argumentos sobre la base de una lógica irrefutable o evidencia indisputable; sólo podemos esperar ser
persuasivos y demostrar la utilidad de nuestra posición para, digamos, el área de las políticas públicas (Guba y
Lincoln, 1989; House, 1977). Solicitamos al lector suspender su descreencia hasta que nuestro argumento se haya
completado y pueda juzgarse como un todo.

Las Creencias Básicas de los Paradigmas de


Investigación Oficial y Alternativos
Comenzamos nuestro análisis con descripciones de las repuestas que creemos que los partidarios de cada
paradigma harían a las tres preguntas esbozadas arriba. Estas respuestas (construidas por nosotros) son exhibidas
en la tabla siguiente que consiste en tres filas horizontales que corresponden a las preguntas ontológicas,
epistemológicas y metodológicas y cuatro columnas que corresponden a los cuatro paradigmas en discusión. El
término positivismo designa la visión oficial que ha dominado el discurso formal en las ciencias físicas y sociales
durante unos 400 años, mientras que el postpositivismo representa esfuerzos de las últimas décadas para responder
de una forma limitada (es decir, permaneciendo aún esencialmente dentro del mismo conjunto de creencias
básicas) a las críticas más problemáticas del positivismo. El término teoría crítica es (para nosotros) un término
“sombrilla” (muy amplio) que designa un conjunto de varios paradigmas alternativos incluyendo adicionalmente
(pero no restringido a) el neo-marxismo, el feminismo, el materialismo y la investigación participante. En efecto, la
teoría crítica puede útilmente dividirse a su vez en tres subconjuntos: el postestructuralismo, el postmodernismo y
una mezcla de estos dos. Cualesquiera que sean sus diferencias, la ruptura que presuponen todas estas variantes es
la de que la naturaleza de la investigación está determinada por valores - es decir, una diferencia epistemológica.
Nuestra agrupación de estas posiciones en una única categoría es una toma de partido; no trataremos de ser
absolutamente justos con los puntos de vista individuales. El término constructivista designa un paradigma alterno
cuyo supuesto innovador consiste en desplazar el realismo ontológico hacia un relativismo ontológico. Estas
posiciones se harán claras en la exposición siguiente.

Es necesario mencionar dos reservas importantes. Primero, aunque estamos inclinados a creer que los paradigmas
que vamos a describir pueden tener significación aún en el campo de las ciencias físicas, no vamos a defender aquí
esa creencia. Por tanto nuestros comentarios posteriores deben comprenderse como limitados solamente a las
ciencias sociales. Segundo, observamos que, con la salvedad del positivismo, los paradigmas aquí discutidos aún
están en etapas formativas; acuerdos finales no han sido alcanzados aún entre sus partidarios respecto a sus
definiciones, significaciones e implicaciones. Así, nuestra discusión debe considerarse como tentativa y sujeta a
posterior revisión y reformulación.

Miremos en primer lugar las columnas de la tabla hacia abajo para ilustrar las posiciones de cada paradigma
respecto a las tres preguntas, siguiendo con una mirada a lo ancho de las filas para comparar y contrastar las
posiciones de los paradigmas 3. Las limitaciones de espacio hacen imposible desarrollar nuestras afirmaciones con
mayor profundidad. El lector hallará otras evidencias a favor y en contra en otros capítulos de este Handbook,
particularmente en los capítulos 7 y 11.

TABLA 1: Creencias Básicas (Metafísica) de los Paradigmas Alternativos de Investigación

Item Positivismo Postpositivismo Teoría Crítica y relacionadas Constructivismo


Ontología realismo ingenuo - realismo crítico – realismo histórico- realidad relativismo –
realidad “real” pero realidad “real” pero virtual modelada por valores realidades
el ser y sus propiedades
aprehensible sólo aprehensible sociales, económicos, étnicos, y construidas locales y
probablilística e de género; cristalizados a lo específicas
imperfecta-mente largo del tiempo
≈≈≈≈≈≈≈≈≈≈≈≈≈ ≈≈≈≈≈≈≈≈≈≈
dualista/ dualista/ transaccional/ transaccional/
Epistemología objetivista: objetivista subjetivista; hallazgos subjetivista;
encuentra la verdad modificada; tradición mediados por valores. hallazgos creados.
crítica /comunidad;
hallazgos
posiblemente son
verdad

experimental/manipul experimental/ dialógica/ hermenéutica/


Metodología ativa; verificación de manipulativa dialéctica dialéctica
hipótesis; modificada;
principalmente multiplicidad crítica;
métodos cuantitativos falsación de
hipótesis; puede
incluir métodos
cualitativos

Análisis Intraparadigmáticos (columnas)


Columna 1: Positivismo

Ontología: realismo (comúnmente llamado “realismo ingenuo”). Se supone que existe una realidad aprehensible
movida por leyes y mecanismos naturales inmutables. El conocimiento de la forma “como son las cosas”
convencionalmente es resumido en la forma de generalizaciones libres del tiempo y del contexto, algunas de las
cuales pueden asumir la forma de leyes de causa-efecto. La investigación puede por principio converger en el estado

3 Es improbable que el partidario de ningún paradigma acepte que nuestros resúmenes


describan acertadamente lo que él o ella cree o hace. Los científicos atareados rara vez
tienen el tiempo o la inclinación para evaluar lo que hacen en términos filosóficos. Sin
embargo, sostenemos que estas descripciones son válidas grosso modo, aunque no
siempre a nivel individual.
“verdadero” de las cosas. Se argumenta que la postura básica del paradigma es tanto reduccionista como
determinista (Hesse, 1980).

Epistemología: dualista y objetivista. Se supone que el investigador y el “objeto” investigado son entidades
independientes, y que el investigador es capaz de estudiar el objeto sin influir sobre él o ser afectado por él. Cuando
se reconoce o incluso se sospecha una influencia en cualquier sentido (amenaza a la validez), se siguen varias
estrategias para reducirla o eliminarla. La investigación toma lugar como si se diera mirando a través de un espejo.
Se evita que los valores y sesgos influyan sobre los resultados en la medida en que los procedimientos prescritos se
siguen rigurosamente. Los hallazgos replicables son, de hecho, “verdaderos”.

Metodología: experimental y manipulativa. Las preguntas y/o hipótesis se enuncian en forma de proposiciones y
están sujetas a una prueba empírica para verificarlas; las condiciones que posiblemente confundan deben ser
cuidadosamente controladas (manipuladas), para impedir que los resultados sean afectados indebidamente.

Columna 2: Post-positivismo

Ontología: realismo crítico. Se supone que la realidad existe pero sólo es aprehensible imperfectamente debido a
mecanismos intelectuales humanos básicamente defectuosos y a la naturaleza fundamentalmente indómita de los
fenómenos. Esta ontología es clasificada como realismo crítico (Cook y Campbell, 1979) debido a la postura de sus
partidarios de que las afirmaciones respecto a la realidad deben someterse al examen crítico más amplio posible
para facilitar la aprehensión de la realidad tan finamente como sea posible (pero nunca perfectamente).

Epistemología: dualista/objetivista modificada. El dualismo es abandonado, en gran medida, como imposible de


mantener, pero la “objetividad” sigue siendo un ideal regulador; se pone un énfasis especial en los “guardianes”
externos de la objetividad, tales como las tradiciones críticas (¿Los hallazgos coinciden con el conocimiento pre-
existente?) y la comunidad crítica (tales como editores, árbitros y pares profesionales). Los hallazgos replicables
probablemente sean verdaderos (pero siempre están sujetos a la falsación).

Metodología: Experimental /manipulativa modificada: El énfasis se pone sobre la “multiplicidad crítica” (una
versión mejorada de la triangulación) como modo de falsear (más bien que de verificar) las hipótesis. La
metodología pretende rectificar algunos de los problemas observados arriba (críticas intra-paradigmáticas),
haciendo la investigación en entornos más naturales, recogiendo más información situacional y reintroduciendo el
descubrimiento como un elemento en la investigación, y en las ciencias sociales en particular, solicitando puntos de
vista “emic” que ayuden a determinar los significados y los propósitos que las personas atribuyen a sus acciones, así
como para contribuir a una “teoría fundamentada” (Glaser y Strauss, 1967; Strauss y Corbin, 1990). Todos estos
puntos de vista son logrados, en gran medida, mediante la mayor utilización de técnicas cualitativas.

Columna 3: Teoría crítica y posiciones ideológicas relacionadas

Ontología: realismo histórico. Se supone que una realidad que es aprehensible, alguna vez fue plástica pero con el
paso del tiempo fue moldeada por un conjunto de factores sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de
género, que luego se cristalizaron (se reeificaron) en una serie de estructuras que ahora son (inapropiadamente)
tomadas por “reales”, es decir naturales e inmutables. Para todos los propósitos prácticos estas estructuras son
“reales”, una realidad virtual o histórica.

Epistemología: transaccional y subjetivista. El investigador y el objeto investigado son considerados como ligados
interactivamente, con los valores del investigador (y de los “otros” situados) afectando inevitablemente la
investigación. Por tanto, los hallazgos están mediados por valores. Obsérvese que esta postura efectivamente es un
reto a la distinción tradicional entre ontología y epistemología; lo que puede conocerse está inextricablemente
entretejido con la interacción entre un investigador particular y un objeto o grupo particulares. La línea punteada
que separa las filas ontológica y epistemológica de la tabla tiene la intención de reflejar esta fusión.

Metodología: dialógica y dialéctica. La naturaleza transaccional de la investigación requiere un diálogo entre el


investigador y los sujetos de la investigación; ese diálogo debe ser de naturaleza dialéctica para transformar la
ignorancia y los equívocos (la aceptación de las estructuras mediadas históricamente como inmutables) en una
conciencia mejor informada (ver cómo las estructuras pueden cambiarse e incluir las acciones que se requieren para
efectuar los cambios), o como lo dice Giroux (1988), “como intelectuales transformativos… para descubrir y
excavar aquellas formas de conocimientos históricos y subyugados que dan cuenta de la experiencia y el
sufrimiento del conflicto y la lucha colectiva; … vincular la noción de la comprensión histórica con elementos de
crítica y esperanza” (p. 213). Los investigadores transformacionales demuestran un “liderazgo transformacional”
(Burns, 1978).

(Para una más amplia discusión de la teoría crítica véanse las contribuciones de Olesen en el capítulo 9; Stanfield,
capítulo 10; y Kincheloe y McLaren, capítulo 8, en este Handbook).

Columna 4: Constructivismo

Ontología: relativista. Las realidades son aprehensibles bajo la forma de construcciones mentales múltiples e
intangibles, basadas social y experiencialmente, de naturaleza local y específica (aunque a menudo se comparten
elementos entre muchos individuos y aún a través de las culturas) y dependientes en su forma y contenido de las
personas individuales o grupos que sostienen estas construcciones. Las construcciones no son más o menos
“verdaderas” en ningún sentido absoluto sino simplemente más o menos sofisticadas y/o informadas. Las
construcciones son modificables, así como sus “realidades” asociadas. Esta posición debe distinguirse tanto del
nominalismo como del idealismo (véase Reese, 1980 para una explicación de estas diversas ideas).

Epistemología: transaccional y subjetivista. Se supone que el investigador y el objeto de la investigación están


interactivamente ligados para que los “hallazgos” sean literalmente creados a medida que sucede la
investigación. La distinción convencional entre ontología y epistemología desaparece así como en el caso de la
teoría crítica. De nuevo la línea punteada de la tabla 1 refleja este hecho.

Metodología: hermenéutica y dialéctica. La naturaleza variable y personal (intramental) de las construcciones


sociales sugiere que construcciones individuales sólo pueden suscitarse y refinarse a través de una interacción entre
el investigador y sus informantes. Estas construcciones diversas son interpretadas utilizando técnicas
convencionales hermenéuticas, y son comparadas y contrastadas a través de un intercambio dialéctico. El fin último
es el de destilar una construcción consensual que es más informada y sofisticada que ninguna de las construcciones
anteriores (incluyendo por supuesto la construcción ética del investigador).
(Para más sobre el constructivismo véase el capítulo 7 de este Handbook.)

Análisis Trans-paradigmáticos
(Filas horizontales de la tabla 1)
Habiendo observado brevemente las posiciones que los partidarios de cada paradigma tomarían respecto a las tres
preguntas definitorias de los paradigmas, es útil observar transversalmente las filas para comparar y contrastar estas
posiciones entre los diversos paradigmas.

Ontología

Desplazándose de izquierda a derecha por la tabla 1 observamos el desplazamiento desde

1. la posición del positivismo del realismo ingenuo que supone una realidad externa objetiva,
con la cual la investigación puede converger, hasta:

2. la posición del realismo crítico del postpositivismo, que todavía presupone una realidad
objetiva pero concede que puede aprehenderse sólo imperfecta y probabilisticamente, hasta:

3. el realismo histórico de la teoría crítica, que presupone una realidad aprehensible consistente
en estructuras situadas históricamente que, por la ausencia de comprensión, son tan limitantes y constrictivas, como
si fuesen reales, hasta:
4. el relativismo del constructivismo, que presupone realidades sociales múltiples aprehensibles,
y a veces conflictivas, que son los productos del intelecto humano, pero que pueden cambiar a medida que sus
constructures se vuelven más informados y sofisticados.

Es la posición ontológica la que más diferencia el constructivismo de los otros tres paradigmas.

Epistemología

Observamos el desplazamiento desde:

1. la presuposición dualista objetivista del positivismo, que capacita al investigador para


determinar ”cómo las cosas realmente son” y “cómo las cosas realmente funcionan”, hasta:

2. la presuposición postpositivista del dualismo/objetivismo modificado de que es posible


aproximarse a la realidad pero nunca plenamente conocerla, hasta:

3. la presuposición transaccional/subjetivista de la teoría crítica de que el conocimiento es


mediado por valores y, por tanto, dependiente de valores, hasta:

4. la presuposición transaccional/subjetivista algo semejante del constructivismo pero más


amplia, que considera al conocimiento como creado en una interacción entre el investigador y sus informantes.

Son sus posiciones epistemológicas las que más diferencian la teoría crítica y el constructivismo de los otros dos
paradigmas.
Metodología

Observamos el desplazamiento desde:

1. la metodología experimental manipulativa del positivismo que se centra en la verificación de


hipótesis, hasta:

2. la metodología manipulativa experimental modificada del postpositivismo comprometido con


la multiplicidad crítica que se centra en la falsación de hipótesis, hasta:

3. la metodología dialógica/dialéctica de la teoría crítica que se dirige a la reconstrucción de


construcciones sostenidas previamente, hasta:

4. la metodología hermenéutica/dialéctica del constructivismo que se dirige a la reconstrucción


de construcciones sostenidas previamente.

Implicaciones de la posición de cada paradigma sobre asuntos prácticos sociales (filas de la Tabla 2)
Las diferencias entre las presuposiciones de los paradigmas no pueden descartase como meras diferencias
“filosóficas”; implícita o explícitamente estas posiciones tienen importantes consecuencias para la conducción
practica de la investigación, así como para la interpretación de los hallazgos y para la formulación de políticas.
Hemos elegido examinar estas consecuencias respecto a diez problemas notables.

Las entradas en la Tabla 2, que consisten en cuatro columnas que corresponden a los cuatro paradigmas y en diez
filas que corresponden a los diez problemas, resumen nuestra interpretación de las implicaciones principales. El
lector observará que los primeros cuatro problemas (meta de la investigación, naturaleza del conocimiento,
acumulación del conocimiento y criterios de calidad) están entre aquellos considerados especialmente importantes
por los positivistas y los postpositivistas; son por tanto los problemas respecto a los cuales los paradigmas
alternativos son atacados con más frecuencia. El quinto y el sexto (valores y ética) son problemas tomados en serio
por todos los paradigmas, aunque las respuestas convencionales y las no convencionales son bastante diferentes.
Finalmente, los últimos cuatro problemas (voz, formación, acomodación y hegemonía) son aquellos que son
considerados especialmente importantes por los partidarios alternativos; representan áreas en las cuales la visión
oficial es considerada particularmente vulnerable. Las entradas en la Tabla se basan sólo en parte en posiciones
públicas, ya que no todos los problemas han sido abordados por los partidarios de todos los paradigmas. En algunos
casos, por tanto, hemos proporcionado entradas que creemos siguen lógicamente las posturas básicas metafísicas
(ontológicas, epistemológicas y metodológicas) de los paradigmas. Para tomar un solo ejemplo, el problema de la
voz es raramente abordado directamente por los positivistas o postpositivistas pero creemos que la entrada
“científico desinteresado” es la respuesta que sería dada por ellos si fuesen interrogados al respecto.

Una diferencia inmediatamente aparente entre la Tabla 1 y la 2 es que, mientras que en el caso anterior fue posible
hacer una entrada distinta para cada celda, en el caso de la Tabla 2 hay un recubrimiento considerable entre las filas,
particularmente entre las columnas positivista y postpositivista. En efecto, aún en lo que concierne a los problemas
en los cuáles las entradas en estas dos columnas son diferentes, las diferencias parecen ser menores. En contraste, se
observará que las diferencias encontradas entre estos dos paradigmas y la teoría crítica y el paradigma
constructivista son mayores, y que tienden también a diferir ente sí.

Hemos formulado los problemas como las preguntas siguientes:

Fila 1: ¿Cuál es la meta o el propósito de la investigación?

Positivismo y postpositivismo. Para estos dos paradigmas, la meta de la investigación es la explicación (von
Wright,1971), que en últimas permite la predicción y el control de los fenómenos, sean éstos físicos o humanos.
Como Hesse (1980) lo ha propuesto, el criterio último del progreso en estos paradigmas consiste en que la
capacidad de los “científicos” para predecir y controlar debe aumentar con el paso del tiempo. Deben destacarse el
reduccionismo y el determinismo implicados por esta posición. Se atribuye al investigador el papel de “experto”,
una situación que parece conferir un privilegio especial, quizá incluso inmerecido, al investigador.

La teoría crítica. La meta de la investigación es la crítica y la transformación de las estructuras sociales,


políticas, culturales económicas, étnicas y de género que atan y explotan a la humanidad, mediante la
confrontación e incluso el conflicto. El criterio del progreso estriba en que, con el paso del tiempo, la restitución y
la emancipación deben ocurrir y perdurar. El activismo y el compromiso social son conceptos claves. Se atribuye al
investigador el papel de instigador y facilitador, implicando que el investigador comprende a priori qué
transformaciones se necesitan. Pero debemos observar que algunas de las posturas más radicales en el campo crítico
sostienen que el juicio respecto a las transformaciones necesarias debe reservarse a aquellos cuyas vidas son más
afectadas por eseas transformaciones: los participantes mismos en la investigación (Lincoln, en prensa).

Constructivismo. La meta de la investigación es la comprensión y reconstrucción de las construcciones que las


personas (incluyendo al investigador) inicialmente sostienen, en busca de un consenso, pero que está siempre
abierto a nuevas interpretaciones a medida que la información y la sofisticación mejoran. El criterio del progreso
estriba en que, con el paso del tiempo, todos formulen construcciones más informadas y sofisticadas y se vuelvan
más conscientes del contenido y significado de las construcciones competidoras. El compromiso social y el
activismo son también conceptos claves en este punto de vista. Al investigador se le atribuye el papel de
participante y facilitador en este proceso, una posición que algunos han criticado argumentando que amplía el papel
del investigador más allá de lo que puede razonablemente esperarse respecto a su pericia y competencia (Carr y
Kemmis, 1986).

Fila 2: ¿Cuál es la naturaleza del conocimiento?

Positivismo. El conocimiento consiste en hipótesis verificadas que pueden aceptarse como hechos o leyes.

Postpositivismo. El conocimiento consiste en hipótesis no falsadas que pueden considerarse como hechos o leyes
probables.

Teoría crítica. El conocimiento consiste en una serie de intelecciones estructurales/históricas que se transformarán
con el paso del tiempo. Las transformaciones se producen cuando la ignorancia y los malentendidos ceden el paso a
intelecciones mejor informadas mediante una interacción dialéctica.
Constructivismo. El conocimiento consiste en aquellas construcciones respecto a las cuales existe un consenso
relativo (o al menos una tendencia hacia el consenso) entre los que tienen la competencia (y en el caso de asuntos
más recónditos, la credibilidad) para interpretar lo esencial de la construcción. Múltiples “conocimientos” pueden
coexistir cuando intérpretes igualmente competentes (o creibles) disienten, según factores sociales, políticos,
culturales, económicos, étnicos y de género que diferencian a los intérpretes. Estas construcciones están sujetas a
revisión continua, y los cambios son más probables cuando construcciones relativamente diferentes son
yuxtapuestas en un contexto dialéctico.

Fila 3: ¿Cómo se acumula el conocimiento?

Positivismo y postpositivismo. El conocimiento se acumula mediante un proceso de acrecentamiento, en el que cada


hecho (o hecho probable) sirve como una especie de bloque que, cuando es colocado en su sitio apropiado, añade al
“edificio creciente del conocimiento”. Cuando los hechos asumen la forma de generalizaciones o de nexos causa-
efecto, pueden emplearse con más eficacia para la predicción y control. Entonces, para un conjunto de situaciones,
pueden hacerse generalizaciones, con confianza en la predicción.

Teoría crítica. En un sentido absoluto, el conocimiento no se acumula; más bien crece y se transforma mediante un
proceso dialéctico de revisión histórica que continuamente disminuye la ignorancia y los malentendidos y acrecienta
las intelecciones mejor informadas. La generalización puede tener lugar cuando la mezcla de circunstancias y
valores sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos, y de género es semejante a través de los contextos.

Constructivismo. El conocimiento se acumula sólo en un sentido relativo a través de la formulación de


construcciones cada vez mejor informadas y más sofisticadas mediante el proceso hermenéutico/dialéctico, a
medida que son yuxtapuestas construcciones divergentes. Un mecanismo importante para la transferencia del
conocimiento de un contexto a otro es la experiencia vicaria, a menudo mediante informes de estudio de caso (véase
Stake, capítulo 14 de este volumen).

Fila 4: ¿Cuáles son los criterios para evaluar la bondad o calidad de una investigación?

Positivismo y postpositivismo. Los criterios consisten en las pautas convencionales del “rigor”: validez interna
(isomorfismo de los hallazgos con la realidad), validez externa (generalizabilidad), confiabilidad (en el sentido de
estabilidad), y objetividad (observador neutral a una distancia). Estos criterios dependen de la posición ontológica
realista; sin esta presuposición el isomorfismo de los hallazgos con la realidad no tiene sentido alguno: la
generalizabilidad estricta a una población emparentada es imposible, la estabilidad no puede evaluarse en la
investigación de un fenómeno si el fenómeno mismo es cambiante, y la objetividad no puede lograrse porque no
existe nada respecto a lo cual se puede estar “distante”.

Teoría crítica. Los criterios apropiados estriban en la contextualización histórica de la investigación (es decir que
toma en cuenta los antecedentes sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de género de la situación
estudiada), el grado en el cual la investigación ayuda a disminuir la ignorancia y los malentendidos, y el grado en el
cual sirve de estímulo a la acción, es decir, a la transformación de la estructura existente.

Constructivismo. Se han propuesto dos grupos de criterios: los criterios de fidedignidad de la credibilidad (en
paralelo a la validez interna), la capacidad de transferencia (en paralelo a la validez externa), la seguridad (en
paralelo a la confiabilidad), y la confirmabilidad (en paralelo a la objetividad) (Guba, 1981; Lincoln y Guba, 1985);
y los criterios de autenticidad de imparcialidad, autenticidad ontológica (amplía las construcciones personales),
autenticidad educativa (conduce a un mejor entendimiento de las construcciones de los demás), autenticidad
catalítica (estimula la acción), y autenticidad táctica (confiere poder a la acción) (Guba y Lincoln, 1989). El primer
conjunto representa un esfuerzo temprano por resolver el problema de la calidad para el constructivismo; aunque
estos criterios han sido bien recibidos, su paralelismo con los criterios positivistas los vuelve sospechosos. El
segundo conjunto recubre parcialmente los de la teoría crítica, pero va más allá, en particular los de autenticidad
ontológica y autenticidad educativa. No obstante, el problema de los criterios de calidad en el constructivismo no
está bien resuelto, y se requiere más crítica.
Fila 5: ¿Cuál es el papel de los valores en la investigación?

Positivismo y postpositivismo. En ambos de estos paradigmas, los valores están específicamente excluídos; de
hecho, se proclama que este paradigma está “libre de valores” en virtud de su postura epistemológica. Los valores
son considerados como variables que confunden y a los que no se les puede permitir un papel en una investigación
supuestamente objetiva (aun cuando la objetividad es, en el caso del postpositivismo, sólo un ideal regulador).

Teoría crítica y constructivismo. En ambos de estos paradigmas, los valores ocupan un lugar destacado; son
considerados como ineluctables en la modelación (en el caso del constructivismo, en la creación) de la
investigación. Por lo demás, incluso si fuera posible, la exclusión de los valores no se toleraría. Sería en detrimento
de los intereses de los indefensos y de las poblaciones “en riesgo”, cuyas construcciones originales (“emic”)
merecen igual consideración que las de otros grupos más poderosos y la del investigador (“etic”). El
constructivismo, que considera al investigador como coordinador y facilitador del proceso de investigación, tiende a
enfatizar este punto más que la teoría crítica, que tiende a atribuir un papel más de autoridad al investigador.

Fila 6: ¿Cuál es el papel de la ética en la investigación?

Positivismo y postpositivismo. En ambos de estos paradigmas, la ética es un asunto de importancia, y los


investigadores lo toman muy en serio, pero es extrínseca al proceso mismo de investigación. Por ende, el
comportamiento ético es vigilado formalmente por mecanismos externos, tales como códigos profesionales de
conducta y comités de valores humanos. Por lo demás, la ontología realista que subyace a estos paradigmas inclina
al uso del engaño, el que, se dice, en ciertos casos, es justificado para determinar cómo “las cosas realmente
funcionan”, o en búsqueda de algún “bien social superior” o “alguna verdad más clara” (Bok, 1978, 1982; Diener y
Crandall, 1978).

Teoría crítica. La ética está mucho más cerca de ser intrínseca en este paradigma, como lo dejan ver el intento de
disminuir la ignorancia y los malentendidos, y de tomar plenamente en cuenta los valores y el contexto histórico en
el proceso de investigación. Así se presenta la inclinación moral a ser revelador (en el sentido riguroso de
“consentimiento plenamente informado”) en lugar de engañador. Por supuesto, estas consideraciones no impiden un
comportamiento anti-ético, pero ciertamente constituyen barreras que durante el proceso lo hacen mucho más
difícil.

Constructivismo. La ética es intrínseca en este paradigma debido a la inclusión de los valores de los participantes en
la investigación (a partir de las construcciones existentes de los informantes se trabaja para aumentar la información
y sofisticación de sus construcciones así como en la del investigador). Hay un incentivo – inclinación procesual –
hacia la revelación; el ocultamiento de la intención del investigador es nocivo para la meta de descubrir y mejorar
las construcciones. Además, la metodología hermenéutica/dialéctica por sí misma proporciona una protección
fuerte, aunque no infalible, contra el engaño. Sin embargo, las estrechas interacciones personales requeridas por la
metodología pueden generar problemas especiales y frecuentemente engorrosos de confidencialidad y anonimidad,
así como otras dificultades interpersonales (Guba y Lincoln, 1989).

Fila 7: ¿Qué “voz” es expresada en las actividades del investigador, especialmente en las que buscan cambios?

Positivismo y postpositivismo. La voz del investigador es la del “científico desinteresado” quien informa a los
encargados de la toma de decisiones, los que trazan políticas, y agentes de cambio, quienes emplean
independientemente esta información científica para, al menos en parte, formular, explicar y justificar acciones,
políticas y propuestas de cambio.

Teoría crítica. La voz del investigador es la del “intelectual transformador” (Giroux, 1988) quien posee una
conciencia más amplia y, por tanto, está en condiciones de confrontar la ignorancia y los malentendidos. El cambio
es propiciado a medida que los individuos desarrollan intelecciones más profundas respecto al estado de cosas
existente (la naturaleza y el grado de su explotación) y son estimulados a actuar sobre él.

Constructivismo. La voz del investigador es la de un “participante apasionado” (Lincoln, 1991) activamente


comprometido en facilitar la reconstrucción en “voces múltiples” de su propia construcción así como las de los
demás participantes. El cambio es propiciado a medida que las reconstrucciones se forman y se estimula a los
individuos a actuar sobre ellas.

Fila 8: ¿Cuáles son las implicaciones de cada paradigma para la formación de los investigadores novatos?

Positivismo. Los novatos son entrenados principalmente en el conocimiento técnico respecto a la medición, el
diseño y los métodos cuantitativos, con un énfasis menor pero substancial en las teorías formales de los fenómenos
en sus especialidades substantivas.

Postpositivismo. Los novatos son entrenados de modo paralelo al modo positivista, pero se agregan los métodos
cualitativos, a menudo con el propósito de mejorar los problemas descritos en los párrafos introductorios de este
capítulo.

Teoría crítica y constructivismo. Los novatos primero tienen que resocializarse en ruptura con su formación
temprana y generalmente intensa en la visión oficial de la ciencia. Esta resocialización no puede lograrse sin un
exhaustivo estudio de las posturas y técnicas del positivismo y postpositivismo. Los estudiantes deben llegar a
comprender las diferencias de paradigma (resumidas en la Tabla 1) y, en ese contexto, dominar tanto los métodos
cualitativos como los cuantitativos. Los primeros son esenciales debido a su papel en las metodologías
dialógica/dialéctica o hermenéutica/dialéctica; los segundos porque también pueden desempeñar un papel
informacional útil en todos los paradigmas. También se les debe ayudar a comprender la historia y estructura social,
política, cultural, económica, étnica y de género que constituyen el contexto de sus investigaciones, y a incorporar
los valores del altruismo y del empoderamiento en su trabajo.

Fila 9: ¿Son estos paradigmas necesariamente conflictivos? ¿Es posible acomadar estas visiones divergentes
dentro de un único marco conceptual?

Positivismo y postpositivismo. Los defensores de estos dos paradigmas, dada su orientación fundacionalista, adoptan
la posición de que todos los paradigmas pueden acomodarse – es decir que existe, o que se descubrirá, alguna
estructura racional común a la que pueden remitirse para su solución todas las cuestiones de diferencia. Esta postura
es reduccionista y supone la posibilidad de comparaciones punto por punto (conmensurabilidad), asunto respecto al
cual subsiste mucho desacuerdo.

Teoría crítica y constructivismo. Los defensores de estos dos paradigmas están de acuerdo en afirmar la
inconmensurabilidad básica de los paradigmas (aunque estarían de acuerdo en que el positivismo y el
postpositivismo son conmensurables, y probablemente estarían de acuerdo en que la teoría crítica y el
constructivismo son conmensurables). Se piensa que las creencias básicas de estos paradigmas son esencialmente
contradictorias. Para los constructivistas, o bien existe una realidad “real” o no existe (aunque tal vez uno podría
desear resolver este problema de modo diferente según se considera el dominio físico o el dominio de lo humano), y
así el constructivismo y el positivismo/postpositivismo no pueden lógicamente acomodarse, de la misma manera
como ideas sobre una tierra plana no pueden acomodarse con ideas sobre una tierra redonda. Para los teóricos
críticos y los constructivistas, o bien la investigación está libre de valores o no lo está; de nuevo, una acomodación
lógica parece imposible. El realismo y el relativismo, independencia frente a los valores y la constricción de los
valores, no pueden coexistir en ningún sistema metafísico internamente consistente. Y se estipula que esta exigencia
de consistencia es cumplida esencialmente por cada uno de los paradigmas. La resolución de este dilema
necesariamente tendrá que esperar el surgimiento de un metaparadigma que vuelva a los paradigmas antiguos,
acomodados, no menos verdaderos, sino simplemente caducos.

Fila 10: ¿Cuál de los paradigmas ejerce una hegemonía sobre los demás? Es decir, ¿cuál es el que tiene una
influencia predominante?

Positivismo y postpositivismo: Los defensores del positivismo adquirieron la hegemonía durante los últimos siglos a
medida que fueron abandonados los paradigmas aristotélicos y teológicos. Pero en las décadas recientes, el manto
de la hegemonía gradualmente fue cayendo sobre los hombros de los postpositivistas, los herederos “naturales” del
positivismo. Los postpositivistas (y de hecho muchos positivistas vergonzantes) tienden a controlar las
publicaciones mediante los comités que aprueban los artículos, las fuentes de financiación, los mecanismos de
promoción y de tenencia en los cargos profesorales, y otras fuentes de poder e influencia. Al menos hasta 1980,
constituían el grupo predominante - “el grupo in”-, y siguen representando la voz más fuerte en los procesos de
toma de decisión profesional.

Teoría crítica y constructivismo: Los defensores de la teoría crítica y del constructivismo aún están en búsqueda de
reconocimiento y de mecanismos de difusión. A lo largo de la última década, se ha vuelto cada vez más posible que
logren aceptación, como lo atestigua la inclusión creciente de artículos destacados en revistas y reuniones
profesionales, el desarrollo de nuevas fuentes de publicación, la aceptabilidad creciente de tesis de grado
“cualitativas”, y la inclusión de líneas-guía cualitativas en algunas agencias de financiación de programas, y así por
el estilo. Pero con toda probabilidad, la teoría crítica y el constructivismo continuarán desempeñando en el futuro
próximo papeles secundarios, aunque importantes, y progresivamente más influyentes.

Conclusión

La metáfora de “las guerras de paradigmas” descrita por Gage (1989) es indudablemente exagerada. Al describir las
discusiones y controversias en la última década o dos como guerras, representa el asunto como mucho más
confrontacional de lo necesario. Una resolución de las diferencias entre paradigmas puede suceder sólo cuando
emerja un nuevo paradigma, que resulte más informado y sofisticado que ninguno existente. Es más probable que
esto ocurra si, y sólo si, los defensores de éstos diversos puntos de vista se reúnen para discutir sus diferencias y no
para defender la sacralidad de sus puntos de vista. El diálogo continuo entre los defensores de los paradigmas de
todos los tipos proporcionará el mejor camino para el avance hacia una relación fructífera y cordial.

Esperamos que en este capítulo hayamos ilustrado la necesidad de semejante discusión, al delinear claramente las
diferencias que existen actualmente y al mostrar que éstas diferencias tienen implicaciones significativas en el nivel
práctico. Los asuntos de paradigma son cruciales; ningún investigador, lo recalcamos, debe emprender el trabajo de
investigación sin tener claridad respecto a qué paradigma informa y guía su enfoque.

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