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Sobre “la verdad” en las ciencias sociales y humanas

A diferencia de las ciencias naturales donde se presume en cierta medida que tanto el sujeto que
conoce ( el científico) y el objeto conocido ( la naturaleza exterior, a la cual hay que describir y
descubrir sus leyes que son objetivas, es decir, independientes de la razón humana), están
relativamente separados y distanciados; lo cual produce la condición esencial del desarrollo
científico; en las ciencias sociales y humanas ( sociología, antropología, historia, literatura, filosofía,
lingüística, el derecho, entre otras), dicha separación no es clara. Ya que el sujeto que conoce,
participa o está involucrado en el objeto que intenta estudiar (la historia, por ejemplo). Es por ello que
desde el siglo XIX se origina un debate respecto a la diferencia entre ciencias naturales y ciencias
humanas; debate que tiene alcances hasta la actualidad y que aún no logra una resolución definitiva.

Citaremos algunos párrafos de algunos filósofos conocidos que opinan respecto al tema, para poder
discernir dichas diferencias entre dichas ciencias:

“La otra posición en el debate sobre las relaciones entre las ciencias de la naturaleza y las ciencias
del hombre fue una reacción contra el positivismo.[...]. Me parece preferible el nombre de
hermenéutica (para definir el método de las ciencias humanas).[..]Todos estos pensadores se
rehúsan tomar el patrón establecido por las ciencias naturales exactas como ideal regulador, único y
supremo, dé la comprensión racional de la realidad. Muchos de ellos acentúan el contraste entre las
ciencias que, al modo de la física, la química o la fisiología, aspiran a generalizaciones sobre
fenómenos reproducibles y predecibles, y las ciencias que, como la historia, buscan comprender las
peculiaridades individuales y únicas-irrepetibles- de sus objetos( además que en la historia surge el
azar y la novedad). Windelband dispuso los términos “nomotético” para calificar las ciencias naturales
versus «ideográfico» para calificar el estudio descriptivo de lo individual (las ciencias humanas).[..]
Estos últimos han impugnado el enfoque positivista de la explicación. El filósofo e historiador alemán
Droysen parece haber sido el primero en introducir una dicotomía metodológica que ha ejercido gran
influencia. Acuñó en tal sentido los nombres de explicación y comprensión [..]. El objetivo de las
ciencias naturales consiste, según él, en explicar; que el propósito de la historia es más bien
comprender los fenómenos que ocurren en su ámbito.

El uso ordinario no hace una distinción aguda entre las palabras «explicar» y «comprender». Cabe
decir que prácticamente cualquier explicación sea causal de otro tipo nos proporciona una
comprensión de las cosas. Pero «comprensión» cuenta además con una resonancia psicológica y
teleológica que carece la «explicación». Este carácter psicológico fue subrayado Simmel el más
enérgico al considerar que la compresión como método característico de las humanidades, es una
formación o recreación empática del estudioso de la atmósfera espiritual, pensamientos, sentimientos
y motivos, de sus objetos dé estudió. Sin embargo, no es únicamente por este sesgo psicológico por
lo que cabe diferenciar a la comprensión de la explicación. La comprensión se encuentra además
vinculada con la intencionalidad de una manera en que la explicación no lo está. Se comprenden
los objetivos y propósitos de un agente, el significado de un signo o de un símbolo, el sentido de una
institución social o de un rito religioso” (VON WRIGHT, G.H., (1980). Explicación y comprensión)

"La ciencia natural descompone el contexto causal del curso de la naturaleza. Cuando esta
descomposición ha alcanzado los puntos en que una situación o una alteración material está ligada
con una situación o una alteración psíquica, sin que entre ellas pueda encontrarse otro eslabón
intermedio, sólo puede afirmarse precisamente esta misma relación regular; pero no puede aplicarse
a esta relación la correspondencia de causa y efecto..[..]El motivo del que arranca el hábito de
separar estas ciencias como una unidad..[..]radica en la hondura y en la totalidad de la
autoconciencia humana, intactas aún por las investigaciones sobre el origen de lo espiritual,
encuentra el hombre en esa autoconciencia una soberanía de la voluntad, una responsabilidad de los
actos, una facultad de someterlo todo al pensamiento y resistir a todo encastillado en la libertad de su
persona, por las cuales se distingue de la naturaleza entera[..]sólo cuando las relaciones entre los
hechos del mundo espiritual se muestran incomparables con las regularidades del curso de la
naturaleza, en la forma de que se excluye una subordinación de los hechos espirituales a los que ha
establecido el conocimiento mecánico de la naturaleza, sólo entonces aparecen no los límites
inmanentes del conocimiento de experiencia, sino fronteras en que termina el conocimiento natural y
comienza una ciencia del espíritu independiente, que se forma desde su propio centro.[..]Los hechos
del espíritu son el límite superior de los hechos de la naturaleza; los hechos de la naturaleza
constituyen las condiciones inferiores de la vida espiritual. Precisamente porque el reino de las
personas o la sociedad y la historia humana es el más elevado de los fenómenos del mundo empírico
terreno, su conocimiento necesita, en innumerables puntos, del sistema de supuestos que están
incluidos para su desarrollo en el conjunto de la naturaleza […La vida espiritual de un hombre es una
parte, separable sólo por abstracción, de la unidad vital psico-física, con la cual se presenta una
existencia humana y una vida humana. El sistema de estas unidades vitales es la realidad que
constituye el objeto de las ciencias histórico-sociales […]la experiencia interna, en la cual yo accedo
interiormente a mis propios estados, jamás puede hacerme consciente, por sí. Sólo en la
comparación de mí mismo con otros tengo yo la experiencia de lo individual en mí; sólo entonces se
me hace consciente lo que, en mi propia existencia, difiere de los otros. La existencia ajena, sin
embargo, sólo se nos da, al principio, desde el exterior, en hechos sensibles, en ademanes, sonidos
y acciones. Sólo a través de un proceso de reproducción de lo que afecta así a los sentidos en
signos aislados, llegamos a completar ese interior” ( Dilthey ( 1949). Introducción a las ciencias
del espíritu)

El curso de la historia humana está fuertemente influido por el crecimiento de los conocimientos
humanos. (La verdad de esta premisa tiene que ser admitida aun por los que ven nuestras ideas,
incluidas nuestras ideas científicas, como el sub-producto de un desarrollo material de cualquier
clase que sea.) 2. No podemos predecir, por métodos racionales o científicos, el crecimiento futuro
de nuestros conocimientos científicos. (Esta aserción puede ser probada lógicamente por
consideraciones esbozadas más abajo.) 3. No podemos, por tanto, predecir el curso futuro de la
historia humana. 4. Esto significa que hemos de rechazar la posibilidad de una historia teórica; es
decir, de una ciencia histórica y social de la misma naturaleza que la física teórica. No puede haber
una teoría científica del desarrollo histórico que sirva de base para la predicción histórica. 5. La
meta fundamental de los métodos historicistas está, por lo tanto, mal concebida; y el historicismo
cae por su base.( La miseria del historicismo (1972). Karl Popper)

Mg. Iván Natteri

03/10/2017

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