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El Agua y La Sustentabilidad
El Agua y La Sustentabilidad
Introducción
La humanidad enfrenta una crisis civilizatoria multidimensional que implica
lo ambiental, social, político, económico y ético. El agua es un ejemplo que
ilustra la desigualdad social, los problemas de gobernanza y la forma como
se usa a la madre naturaleza, sin reconocer que del agua depende la vida en
el planeta. Los humanos, como seres interpretativos, influimos con acciones
concretas y por tanto modificamos la realidad, aunque se acepta que la
existencia depende del agua y su calidad, pocos colectivos sociales valoran el
agua como conexión de la vida en la tierra, más allá, de fronteras y políticas
el agua es vida.
La crisis del agua es una dimensión más que se suma a la crisis global y
no se puede resolver con la “lógica” que se creó. Las culturas originales de
América y algunas filosofías como el budismo confieren al agua un sentido
sagrado. ¿Cómo integrar ese concepto de lo sagrado en la sociedad actual?,
¿Cómo entender la sustentabilidad del agua? Conocer las formas de vida actuales
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Estudiante de doctorado del Instituto de Ecología A. C. Correo electrónico: indra_morandin@
yahoo.com.mx y indramorandin@gmail.com
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Investigador Titular Red Ambiente y Sustentabilidad Instituto de Ecología A. C. Correo electrónico:
contrerah@hotmail.com y armando.contreras@inecol.mx
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El agua y la sustentabilidad, una visión desde la transdisciplina
1. El agua y la sustentabilidad
Existe un debate entre científicos, activistas y actores sociales acerca de las
limitaciones conceptuales del desarrollo sostenible (Léle, 1991; Murillo,
2004; Robinson, 2004; Rull, 2010) y se transita por señalamientos de las
inadaptaciones al sistema, formas de incomodar el estatus quo y el poder,
hasta complejidades filosóficas, éticas y a la falta de alternativas. Incluso se
critica el uso indistinto de los términos sustentabilidad, desarrollo sostenible
o sustentable que se utilizan comúnmente en Naciones Unidas y en los
discursos en la política pública nacional. En este artículo consideraremos
que la sustentabilidad es la construcción cultural que, a partir de la ética de la
vida, integra conocimientos de diversas índoles y los avances científicos que
permiten una mejor comprensión de la naturaleza, para la adaptación social,
política y económica.
La idea es encontrar lineamientos para ayudar a la colectividad a afrontar
cada problema específico, producto del devenir histórico, delimitado en
espacios territoriales, con sus diferencias -objetivas y subjetivas- como sucede
en los sistemas vivos, ya que consideramos que no existe un modelo único
que ofrezca soluciones a todos los problemas. En el presente documento se
construye un análisis teórico que involucra las propuestas indígenas, varias
disciplinas científicas y otros saberes que pueden constituir una visión más
amplia para abordar el tema del agua, que es de orden global, pero debe
atenderse de forma particular y local.
A pesar de las advertencias dadas en el siglo XX sobre la naturaleza y la
sociedad humana la situación se agravó, como lo pronosticaron Georgescu-
Roegen (1971), el Club de Roma (Meadows, et al., 1972), Schumacher (1973)
y hasta el propio informe Brundtland (1987). Prueba de ello son los volúmenes
de desechos sólidos, la mala calidad del aire en las ciudades y los componentes
del cambio global que indica la evaluación del milenio: 1) alteración de los
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El agua y la sustentabilidad, una visión desde la transdisciplina
Sin embargo, está probado que los mercados liberados no funcionan igual
para todos los grupos sociales3, la mitad de la población está en el borde de la
línea del hambre, y las propuestas en el mismo sentido, llevan a pensar que
pronto estará, además de hambrienta con sed, a menos que puedan pagar. ¿Cómo
podrán pagar los menos afortunados? Si la “eficiencia productiva” llevara a
los despidos, a cada vez menos prestaciones sociales. Vivimos en un sistema
desigual (Esquivel, 2015) y la brecha entre pobres y ricos está aumentando y
no sólo en los países considerados “subdesarrollados”, también en los países
conocidos como “desarrollados” (Piketty, 2014).
A pesar de que las condiciones de vida en las ciudades no son dignas para
los desaventajados, las personas buscan mejores oportunidades, algunos dejan
el campo ahora contaminado por la “revolución verde” y migran a las periferias
de ciudades con pocas posibilidades de conseguir trabajo digno, habitación
y servicios. En peor situación están los desplazados por los megaproyectos,
marginados de la modernidad.
Se observan las grandes contradicciones del sistema insostenible.
El sistema socio-político y económico prevalente, concentrado en tomar
decisiones a favor de lo económico y sin reparo por la vida. Ante esa
creencia supersticiosa de que el mercado resolverá los problemas sociales
y ambientales (Naredo, 1996). Es una situación de alta complejidad, con
datos duros alarmantes, que refleja los problemas que enfrenta la humanidad
hoy día y que obliga a la reflexión.
celebrada los días 19 y 20 de abril del 2015, Lic. Luis Robles Miaja en la ceremonia de clausura
reconocen que la Banca mexicana pasa por el mejor momento de su historia (Robles Miaja, 2015).
Mientras que la población enfrenta problemas económicos serios y los créditos pueden no estar
representando una mejoría de calidad de vida, existe una idea de que mayor consumo es igual a
mejor calidad de vida, pero esta idea no parece precisamente cierta si tomamos en cuenta la salud,
y el panorama preocupante desde el ángulo ambiental.
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Cerca de una quinta parte de la población mundial vive en regiones afectadas por la escasez
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física de agua, es decir sin suficientes recursos hídricos para satisfacer la demanda de personas,
actividades productivas y mantener el agua que necesitan los ecosistemas para funcionar (PNUD,
2006).
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ven afectadas por las decisiones humanas. Por su parte, Adela Cortina (2000)
explica la ética cómo un tipo de saber que orienta al ser humano para actuar
de forma racional y forjar el carácter de las personas y las organizaciones.
Debemos buscar una ética del agua, o mejor dicho, una ética de la vida, un
mejor entendimiento de las visiones ecológica, ética y estética del agua que
permita reconocer que el agua y la vida han estado presentes en el planeta
muchos millones de años antes de la aparición del ser humano, y hoy están
amenazadas porque tenemos un sistema económico “libre de ética” como lo
reconoce Ulrich (1993).
Evidentemente estamos ante un futuro desconocido, impredecible y
riesgoso, como lo describe el cuarto reporte del informe de Naciones Unidas
sobre el desarrollo de los recursos hídricos en el mundo, que invita a tomar
decisiones “bien pensadas” (UNESCO, 2012); pero no podemos seguir con
la misma “lógica” que causó el problema, debemos repensar para construir
otra realidad y dar curso a lo inédito (Leff, 2006).
El ser humano no ve que no ve, como explican Maturana y Varela (2003).
Sin embargo, el conflicto por el agua obliga a encontrar los errores, es la gran
oportunidad de buscar un nuevo estadio social-político-económico. La apertura
a nuevas formas de ver la vida, explicar los problemas y encontrar respuestas
que no podíamos ver. Somos un ser interpretativo, esa interpretación influye
en nuestras acciones.
Las comunidades humanas, a lo largo de la historia se han relacionado
con el agua de diversas formas. Algunas culturas originarias sobrevivieron
por miles de años, mientras que la modernidad modificó el entorno en pocos
cientos de años en una magnitud sin precedentes. Colocándose en la apremiante
situación actual. La diferencia radica que las culturas originarias generalmente
reconocieron en el agua un sentido sagrado, en tanto que agua es vida. ¿Cómo
reconocer ese concepto sagrado del agua y la vida?
Hay que conocer, para reconocer, que hay algo que aprender de estas
culturas para lograr mejores resultados. Se debe aclarar que no se trata de volver
al pasado, sino a la búsqueda de una forma de vida con mayor seguridad y
armonía social; la reconstrucción de un presente que permita un mejor futuro
(Vargas, 2006). O bien, la construcción de una cultura capaz de vincularnos
con la naturaleza (Capra, 1996; Pesci, 2006). Dejar de ver a la naturaleza
como proveedora de recursos naturales, para verla como la madre naturaleza,
según reconoció Naciones Unidas recientemente (United Nations, 2014) y
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No existe una definición internacional consensuada sobre el término indígena o pueblo indígena. El
término indígena se suele intercambiar con otros términos como “aborigen”, “nativo”, “oriundo”,
“originario”, “primeras naciones”, “tribal” y otros análogos. La dificultad de definir el término está
relacionada a la diversidad y las características únicas de cada pueblo. Los propios indígenas han
rechazado que se los defina, por considerar que esto sería tanto discriminatorio como innecesario.
Sin embargo, se acepta ampliamente que un criterio fundamental es la auto-identificación como
indígena o como perteneciente a una tribu; así como la aceptación de la tribu hace de sus miembros
(Stavenhagen, 2007).
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El otro gran peligro es que el agua está siendo incorporada en los tratados de
libre comercio. Europa ha hecho una propuesta para abrir su mercado agrícola
a América Latina a cambio de que nosotros abramos nuestros servicios públicos
de agua potable a la inversión privada europea. Ésta es también otra forma
de acabar con la diversidad cultural.
La Visión Mundial del Agua de La Haya dice que, si no aceptamos la
privatización, no habrá la inversión necesaria para resolver los problemas
del agua. Discúlpenme, ésta es una gran mentira. En los Estados, en el sector
público, hay dinero suficiente para atender todas las necesidades del agua
en el mundo de hoy y de mañana, lo único que tenemos que hacer es sacarla
de los presupuestos militares y llevarla a los presupuestos del agua. Dejar
de gastar en la guerra y en la muerte y empezar a invertir en el agua y en la
vida (UNESCO, 2007: 25).6
Evo Morales (Bolivia) en ese momento era el líder de la oposición del Congreso Boliviano y
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Conclusiones
La crisis del agua es uno de los aspectos más importantes de la crisis civilizatoria
actual, que no puede abordarse desde la reducción técnica, es necesario un
cambio de las categorías y escalas de valores con que explicamos el mundo
y la posición del ser humano ante la madre naturaleza.
Seguramente no hay un modelo que dé solución a todos los problemas,
pero pueden encontrarse lineamientos para ayudar a la colectividad a afrontar
cada problema específico, producto del devenir histórico, delimitado en
espacios territoriales, con sus diferencias objetivas y subjetivas como sucede
en los sistemas vivos. Apoyando la idea de cuencas y subcuencas, y en la
comprensión de que cada una debe ser analizada en su caso particular.
La eficiencia económica con la visión industrial-mecánica imperante
significa cuanto más mejor, ganancia y acumulación, y nos está llevado a la
degradación de los ecosistemas y de la sociedad, una sociedad sin equidad,
explotada en sus emociones, que está enferma igual que el ecosistema al que
pertenece.
La demarcación territorial como un mosaico, dividió en cuencas y
subcuencas que van desde cualquier punto específico en el territorio hasta
abarcar el planeta entero, y con ello el ciclo completo del agua. Y en ese
mosaico reconocer la relación y conectividad entre todas las personas y sus
actividades, la influencia que es observable y medible en el agua. La forma
de cultivo de la tierra, cortes de circulación de los flujos, desperdicio y
contaminación vertida en los flujos.
El agua dulce no está estancada, viaja por el planeta, cambia su estado
y traspasa a los organismos. Un ejemplo es el sistema de cultivo de caña
de azúcar, producción de azúcar, bebidas edulcorantes, diabetes, obesidad,
industria relacionada a la baja de peso; que enferma a los ecosistemas y a las
personas, justificado por el crecimiento económico.
Es necesario desarrollar una interpretación que permita soluciones
sistémicas; aprovechar los avances en el conocimiento humano, hasta ahora
fragmentado, para repensar lo pensado, y construir una cultura del agua a
favor de la vida, basada en la visión comunitaria del bien común, que es una
propuesta para transitar hacia la sustentabilidad. Las claves para lograrlo son:
1) Aceptar el problema del agua como parte de un problema sistémico de una
sociedad concentrada en lo económico que descuidó la vida, la naturaleza y la
vida comunitaria. 2) La ética y cosmovisión como base de la construcción socio-
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México rural ante los retos del siglo XXI
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Nohora Guzmán Ramírez
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Hernán Salas Quintanal
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