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Deuda Externa
Deuda Externa
El punto de partida en el cual se inicia la liberación del oprimido, viene dada en primer
lugar en su alfabetización. En la cual comienza un camino de conocimiento crítico de la
realidad y a asumir posturas frente a ella.
Freire convida a los analfabetos a salir de su apatía y del conformismo de su "estilo de
vida" en el que siempre han estado inmersos, propiciándoles un desafío en comprender
que ellos también son hacedores de cultura.
Cuando un hombre o mujer se percibe como hacedor de cultura, está venciendo, o dando
el primer pasó para sentirse importante, y surge la necesidad de apropiarse de la lectura y
la escritura.
Los participantes del "círculo de cultura", entran en diálogo sobre un objeto o ser conocido
o sobre la representación de la realidad a ser decodificada, responden a los
cuestionamientos provocados por el coordinador del grupo, profundizando en sus lecturas
del mundo.
La educación tiene en el hombre y el mundo los elementos bases del sustento de su
concepción. La educación no puede ser una isla que sierren sus puertas a la realidad
social económica y política, está llamada a recoger las expectativas, sentimientos,
vivencias y problemas del pueblo.
El Método de Alfabetización:
Freire plantea que el hombre debe ser partícipe de la transformación del mundo
por medio de una nueva educación que le ayude a ser crítico de su realidad y lo
lleve a valorar su vivencia como algo lleno de valor real.
Freire es quien crea el movimiento de educación popular en Brasil: con él busca
sacar al hombre analfabeto de su situación de inconsciencia, de pasividad y falta
de criticidad. Su esfuerzo por buscar contribuir a la liberación de su pueblo se
inscribe en una época en que son muchos los que están buscando algo similar.
Freire es muy claro en plantear que la situación de deshumanización que vive el hombre
actual no es la verdadera vocación a la que está llamado. Su vocación es la de la
humanización y ésta debe ser conquistada a través de una praxis que lo libere de su
condición actual. "Ahí radica la gran tarea humanista e histórica de los oprimidos: liberarse
a sí mismos y liberar a los opresores. ... sólo el poder que renace de la debilidad de los
oprimidos será lo suficientemente fuerte para liberar a ambos".
La pedagogía del oprimido es aquella que debe ser elaborada por el propio oprimido, ya
que la práctica de la libertad sólo puede encontrar adecuada expresión en una pedagogía
en que el oprimido tenga la condición de descubrirse y conquistarse, en forma reflexiva,
como sujeto de su propio destino histórico.
"La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos
momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van
desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su
transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta
pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso
de permanente liberación"
El educador ya no es sólo aquel que educa, sino también aquel que es educado por el
educando en el proceso de educación, a través del diálogo que se sostiene. Tanto el
educador como el educando son a su vez educando y educador en un proceso dialéctico.
Es así como ambos se transforman en sujetos centrales del proceso en un crecimiento
Ahora, ya nadie educa a nadie, así como tampoco nadie se educa a sí mismo, los
hombres se educan en comunión, mediatizados por el mundo”.
A su vez, los educandos no son dóciles receptores, tipo depósitos de almacenaje, sino
más bien se transforman en personas activas, investigadores críticos, siempre en diálogo
con el educador, quien a su vez es también un investigador crítico.
El papel del investigador crítico es el de proporcionar, siempre unido a los educandos, las
condiciones para que se dé la superación del conocimiento al nivel de la doxa por el
conocimiento verdadero.
A través de una educación para la libertad "los educandos van desarrollando su poder de
captación y de comprensión del mundo que, en sus relaciones con él, se les presenta, no
ya como una realidad estática, sino como una realidad en transformación, en proceso. ...
La tendencia entonces, tanto del educador-educando como la del educando-educador, es
la de establecer una forma auténtica de pensamiento y acción: pensarse a sí mismo y al
mundo, simultáneamente, sin dicotomizar este pensar de la acción.
La educación problematizadora se hace así un refuerzo permanente a través del cual los
hombres van percibiendo, críticamente, cómo están siendo en el mundo en que y con que
están”.
Claramente aparece lo inacabado del proceso de la educación como algo propio y único
del hombre que corresponde a su condición de ser histórico y de historicidad. Sólo si el
educando puede tomar conciencia de su verdadera condición puede apropiarse de su
realidad histórica y transformarla. Se trata de una búsqueda que va en la línea de "ser
cada vez más", de humanizar al hombre. Esta búsqueda de "ser más" debe ser realizada
en comunión con los otros hombres, en solidaridad situada