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OBLIGACIÓN

Se entiende por obligación toda relación jurídica por virtud de la cual una de las
partes se obliga a una determinada prestación a la otra, que, en correspondencia,
ostenta un derecho personal o de crédito sobre el deudor para exigir su
cumplimiento, debiendo además responder el sujeto obligado con su propio
patrimonio en caso de incumplimiento.

La distinción entre débito y responsabilidad, como elementos integrantes del


concepto de obligación

En la obligación se distinguen dos elementos distintos, el débito y la


responsabilidad, que normalmente aparecen unidos, pero, en algunos casos,
tienen existencia independiente, entendiendo por débito el deber jurídico por parte
del deudor de cumplir la prestación, y por responsabilidad el sometimiento al poder
coactivo del acreedor (poder de agresión), que faculta a éste para hacer efectiva la
prestación sobre una cosa o sobre un patrimonio (del deudor o ajeno), a fin de
obtener satisfacción de su derecho.

Puede afirmarse, por tanto, que toda obligación está integrada por estos dos
elementos débito y responsabilidad, conceptualmente distintos, y que, aunque
normalmente aparecen fundidos en la obligación, pueden también mostrarse
diferenciados, dándose casos de deuda sin responsabilidad y de responsabilidad
sin deuda.

La distinción entre débito y responsabilidad, en su tratamiento conjunto, permiten


definir la obligación diciendo que ésta es un vínculo o relación jurídica en virtud de
la cual un sujeto (acreedor) tiene derecho a exigir a otro (deudor) una determinada
prestación que éste debe realizar, de tal modo que a falta de cumplimiento el
acreedor puede procurarse satisfacción al interés frustrado, sobre los bienes del
deudor, que constituyen la garantía (responsabilidad).

¿Qué elementos concurren en las obligaciones?

¿Quién se obliga?

En toda obligación se distingue una parte activa o acreedora, y una parte pasiva o
deudora, pudiendo concurrir una pluralidad de sujetos, ya en una de las partes o
en ambas partes de la relación. Se habla así de obligaciones individuales o
unipersonales, cuando sólo cuentan con un acreedor y un deudor, y de
obligaciones con pluralidad de sujetos, pluripersonales o colectivas o, como
apunta Lete del Río, con un mayor tecnicismo, de obligaciones mancomunadas
lato sensu, dentro de las cuales viene a distinguir dos modalidades:
mancomunadas en sentido estricto, también denominadas mancomunadas
simples o a prorrata, y mancomunadas solidarias, conocidas generalmente como
solidarias sin más.

Resulta, por tanto, que los conceptos acreedor o deudor se identifican con la
posición jurídica que se ocupe en la relación obligatoria, ya se esté en el lado
en que se tiene derecho a exigir su objeto o prestación (acreedor), o en el lado en
que debe cumplirse y responderse de su eventual incumplimiento (deudor). Pero
en las obligaciones recíprocas, cada parte de la relación obligatoria es
simultáneamente acreedora y deudora de la otra.

Sujetos pueden serlo todas las personas, físicas o jurídicas, que tengan capacidad
para obligarse.

Lo normal es que los sujetos estén determinados desde el mismo momento en


que la obligación nace, pero se admite una cierta indeterminación inicial, siempre
que sea posible determinarlos en virtud de hechos previstos al constituirse aquella.
Es lo que se conoce como indeterminación relativa o temporal, por ejemplo, y con
relación al acreedor, en los títulos valores al portador (un cheque), donde al
momento de librarse no se sabe quién será la persona que lo hará finalmente
efectivo. La indeterminación relativa del deudor es menos frecuente, pero también
se da en las obligaciones propter rem o ambulatorias, ligadas a la posesión de una
cosa o titularidad de un derecho, de manera que sólo quien al tiempo de exigirse
la obligación se encuentre en dicha posesión o titularidad se encuentra obligado.

¿A qué se obligan?

El objeto de la obligación es la prestación, la cual a su vez, puede consistir en dar,


hacer o no hacer alguna cosa (artículo 1088 del Código Civil). La prestación es
pues un comportamiento o conducta, exigible al deudor, y que se extiende a
cosas, servicios o abstenciones. No cabe pues, confundir el objeto de la obligación
y el objeto de la prestación que a su vez constituye el objeto de aquella.

El objeto de la obligación es la prestación, entendida como conducta o


comportamiento del deudor. De toda obligación surge para el deudor el deber de
llevar a cabo un comportamiento, que sería objeto inmediato del vínculo
obligacional.

Pero luego, esa conducta o prestación puede tener por objeto cosas o servicios,
que serían pues, el objeto directo de la prestación, y el mediato o indirecto de la
obligación. El Código Civil no es riguroso en esta cuestión, pues unas veces se
refiere a las cosas o servicios como objeto de la obligación (artículos
1271, 1272 y 1273 CC), otras alude a la prestación como objeto (artículos
1132, 1157 CC) y otras incluso habla de prestación sólo para referirse al objeto de
la obligación de hacer o no hacer, en contraprestación a las de dar cosas (artículos
1147 y 1151 CC).

Elementos de las obligaciones

Los elementos de las obligaciones son aquellos componentes que hacen a su


estructura. Algunos de ellos son tan importantes que hacen a su esencia, y sin los
cuales la relación obligacional no existiría. Son:

Los sujetos, que deben ser capaces, o de lo contrario, actuar por medio de
representantes, sobre quienes también recaerá la reparación del perjuicio en el
caso de actos ilícitos (acreedor o sujeto activo, y deudor o sujeto pasivo);
La prestación: (debe ser determinada o determinable, lícita, susceptible de
valoración en dinero, y posible; y puede consistir en dar, en hacer o en
abstenerse);
El vínculo jurídico: que une legalmente a ambos sujetos de la obligación, para
intervenir coactivamente en el cumplimiento de la prestación si ésta no se paga
voluntariamente.

Clases de obligaciones

Los derechos personales u obligaciones, pueden clasificarse de acuerdo a los


distintos elementos que las componen: vínculo jurídico, sujetos y objeto.
De acuerdo al vínculo jurídico, que une a acreedor y deudor, podemos
reconocer las obligaciones civiles y las naturales. Las primeras son las que dan
derecho a exigir su cumplimiento judicialmente. Las segundas solo crean entre las
partes un vínculo de equidad, que no dan derecho a accionar judicialmente, pero
sí a retener lo pagado por el deudor, si voluntariamente lo hiciera. Si pagó por
desconocer que su obligación era solo natural, no puede pedir la devolución de lo
abonado, argumentando ese error, ya que la deuda es válida, aún cuando carezca
de acción. Son ejemplo de obligaciones naturales las deudas prescriptas, las que
fueron instrumentadas con vicios de forma, las deudas de juego, etcétera.

Obligación de resultado y obligación de medios


Las obligaciones, clasificadas de acuerdo con la índole del contenido de
la prestación, son de resultado o de medios.

En las obligaciones de resultado el deudor se compromete al cumplimiento de un


determinado objetivo, asegurando al acreedor
el logro de la consecuencia o resultado tenido en miras al contratar.
Por ej., En el contrato de compraventa el vendedor se obliga a entregar la cosa, y
el comprador a entregar el precio pactado.

En las obligaciones de medios el deudor compromete su actividad diligente que,


razonablemente, tiende al logro del resultado esperado, pero éste no es
asegurado ni prometido. Por ej., Un abogado se obliga a defender a su cliente en
un juicio ejerciendo todas las diligencias necesarias para lograr
un resultado positivo, pero nunca puede prometer ganar el pleito (resultado), ya
que ello obedece a imponderables que escapan a su control.

La distinción entre obligaciones de resultado y de medios que esbozada en


el derecho romano, que reconocía la existencia de contratos en los que
la obligación era expresamente determinada, y
otros que únicamente exigían la actuación de buena fe del deudor. El
antiguo derecho francés también tuvo en cuenta la clasificación obligacional
mentada, especialmente a través del pensamiento de domat.

No obstante, la teoría solo alcanzó relevancia jurídica en momentos en que


abundaban las discusiones doctrinarias acerca de la prueba de la culpa en los
campos contractual y extracontractual.
Demogue fue su primer expositor integral, sentando la tesis de que, con el fin de
regular la prueba de la culpa, no debe ser distinguida su ocurrencia en el
campo contractual o en el campo extracontractual, sino que-prescindiendo de ello-
es menester diferenciar las obligaciones de resultado (en las que, ante
la infracción, se la presume) de las de medios (en las que debe ser probada),
pudiendo darse ambas tanto en un campo como en el otro.

Las obligaciones de resultado son también denominadas


"obligaciones determinadas" (Mazeaud). Mientras que las de medios son
asimismo designadas como "obligaciones generales de prudencia y diligencia"
(Mazeaud); obligaciones "de diligencia" (tunc); obligaciones "de simple
comportamiento" (mengoni); etcétera.

Son obligaciones de resultado, entre otras, las emergentes de la compraventa; la


del porteador en el contrato de transporte; la del comodatario que debe restituir la
cosa al finalizar el contrato; la obligación de restitución del depositario y
del locatario; la prestación de ciertos servicios profesionales.

Son obligaciones de medios, entre otras, la del empleado en la prestación de


servicios; la obligación del cohodatario de conservar la cosa en buen estado;
los servicios profesionales en general, donde no se compromete un resultado(Ver
Gr., Patrocinio jurídico); la obligación del locatario de conservar la cosa locada.

Obligaciones propter rem

Las obligaciones propter rem son aquellas derivadas de la titularidad de un


determinado derecho real. Literalmente, las obligaciones "a causa de la cosa"
existen como consecuencia de un derecho real previo.

Qué son las obligaciones propter rem?

Esta figura jurídica suele estudiarse desde la perspectiva de las obligaciones de


hacer impuestas por derechos reales (derechos reales in faciendo). Aún cuando
normalmente el contenido del derecho real es puramente negativo, pues sólo
impone a los extraños a él, o sujetos pasivos, obligaciones de no hacer o de sufrir
el derecho real del otro, hay también casos en que impone prestaciones de hacer.
Son ejemplo de ello, en las legislaciones históricas, la servidumbre romana oneris
ferendi, que como excepción al principio servitus in faciendo consistere nequit,
obliga al propietario del fundo gravado a realizar un acto positivo, cual era el de
reparar y conservar el muro o apoyo (el reficere parietem), y las cargas
territoriales (Reallasten) del Derecho Germánico, que otorgaban facultad de exigir
al poseedor de un fundo ciertas prestaciones periódicas, consistentes en servicios,
frutos o dinero. Todavía las encontramos en los Códigos modernos alemán y
suizo.

En el Derecho español no ofrece duda la existencia de derechos reales que


contienen obligaciones de hacer. Basta recordar las servidumbres positivas, que
pueden imponer al dueño del predio sirviente la obligación de hacer algo por sí
mismo (artículo 533 del Código Civil), y aquélla serie de gravámenes (censos,
foros, rabassa morta catalán, y otros semejantes) que imponen siempre al
poseedor del fundo la obligación de pagar un canon o prestación periódica
(véase artículo 1604 del Código Civil y concordantes).
De las Obligaciones de Género y especie

Una de las clasificaciones de las obligaciones distingue entre genéricas y


específicas. Las específicas son aquellas en las que la cosa o servicio está
individualizado. Por contraposición, las genéricas se determinan por el género o
clase a que pertenece la cosa o servicio.
en lo dicho anteriormente resulta que por obligación específica hay que entender
aquella que se determina por la individualidad de la cosa o servicio (especies, para
los romanos), como es el caso de la obligación de entregar un concreto cuadro
pintado por Goya, conceptuándose; por el contrario, como obligación genérica
aquella cuya prestación se determina por el género o clase a que pertenece la
cosa o servicio, por ejemplo, la obligación de entregar una tonelada de harina, o la
obligación de hacer una paella.
Como aspectos comunes tanto a las genéricas como a las específicas señalar, por
una parte, que parece evidente que el significado jurídico de género y especie no
se corresponde con el sentido usual de esos vocablos en el lenguaje ordinario, en
la medida que la palabra especie se utiliza para indicar individuo, mientras que por
género se entiende un conjunto más o menos amplio de objetos que presentan
unas características comunes. Y por otra, añadir también que esta clasificación, en
principio, es aplicable a todas las obligaciones, cualquiera que sea la naturaleza
de la prestación (dar, hacer o no hacer), aunque especialmente se aplica a las que
tienen por objeto dar o entregar alguna cosa.

En las obligaciones genéricas, toda vez que la prestación se determina por el


género o clase al que pertenece la cosa o servicio que constituye su objeto, en
ellas el deudor sólo está obligado y cumple entregando una cosa cualquiera o
prestando un servicio cualquiera de los que conforman ese género, siendo tan
sólo exigible por el acreedor la pertenencia de la cosa o servicio al género o clase
pactado. Se dice por ello, tal como recuerda Lete del Río, que en la obligación
genérica existe una cierta indeterminación de la prestación al tiempo de
convenirse la obligación, "siendo necesario un acto posterior para llevar a cabo su
individualización o especificación, separando la cosa (o cosas) objeto de la
prestación del género al cual pertenece". Precisa la doctrina que el género por el
que se identifica la cosa o el servicio puede ser más o menos amplio, según las
características de que se valgan las partes para designarlo (así, una tonelada de
harina sin más, o una tonelada de harina de trigo de una determinada
denominación de origen; tantas botellas o litros de vino, sin mayor precisión, o
tantas botellas de una determinada bodega y añada). De ahí que cuando las
partes no sólo designan el género, sino que circunscriben o reducen la prestación
a una parte del mismo, en virtud de concretas circunstancias de lugar, tiempo,
pertenencia, procedencia, etc, se hable de obligaciones genéricas "delimitadas",
en que el grado de indeterminación es menor, porque el deudor no cumple
entregando una cosa de la misma clase, sino que tiene que entregarla además
con las características señaladas (en el ejemplo antes visto del vino, entregar 100
litros, pero que sean denominación de origen Ribera del Duero, marca X y de la
bodega Y, de la cosecha del año 1970).

En las obligaciones específicas el deudor viene obligado a entregar esa misma


cosa, y no otra distinta para liberarse, así como a prestar el concreto servicio y no
otro, por venir determinada la cosa o servicio por sus caracteres individuales (la
botella no 1254, correspondiente a la cosecha del año 70, de la marca X de la
bodega Y).
Las obligaciones genéricas que tienen por objeto una prestación de dar una cosa,
suelen recaer en cosas fungibles (sustituibles), es decir, las cosas que se
determinan por su número, peso o medida. En cambio, las obligaciones
específicas que tienen por objeto una prestación de dar suelen recaen sobre
cosas no fungibles (no sustituibles). Ahora bien, lo expuesto es la regla general,
que sin embargo puede presentar excepciones dado que las ideas de género y
fungibilidad no son equivalentes: también una obligación genérica puede tener por
objeto una cosa no fungible (el ejemplo de la persona que se obliga a entregar un
cuadro de Goya, sin determinación de una obra concreta del pintor: está
determinado el autor pero no la obra, que se individualiza por su pertenencia al
género "cuadros pintados por Goya"), del mismo modo que una obligación
específica puede tener por objeto una cosa fungible (obligación de entregar la
cosecha de un determinado viñedo, o la leche de una determinada vaca).
Qué supone que una obligación sea genérica o específica?

Para Castán Tobeñas, son efectos característicos de ambas clases de


obligaciones los siguientes:

a) De las obligaciones específicas:


1. El deudor está obligado a emplear en la conservación de la cosa la diligencia de
un buen padre de familia (artículo 1094 del Código Civil).
2. El deudor debe entregar la misma cosa objeto de la prestación, con todos sus
accesorios, sin poder sustituirla por otra (artículo 1096.1, 1097 y 1066 del Código
Civil).
3. En caso de que la prestación llegara a hacerse imposible por caso fortuito,
antes de haberse constituido en mora el deudor, quedará este liberado (artículo
1182 del Código Civil). Esto significa que el riesgo de perecimiento de la cosa o de
su deterioro fortuito lo soporta el acreedor.
b) De las obligaciones genéricas:
1. El deudor queda obligado a la entrega de una cosa del género convenido.
2. Si el deudor no cumple voluntariamente, el acreedor puede pedir que se ejecute
la obligación a expensas del deudor (artículo 1096.2 del Código Civil).
3. El derecho a elegir la cosa que en definitiva va a ser objeto de la prestación
corresponde al deudor (principio favor debitoris), si bien no existe inconveniente en
que esta facultad de elección se atribuya al acreedor o a un tercero (artículos 1132
y 1255 del Código Civil).
4. No obstante lo anterior, la libertad de elección no es absoluta: si a la
indeterminación va unida la falta de concreción de su calidad y otras
circunstancias, el artículo 1167 del Código Civil impide al acreedor a exigirla de
calidad superior y al deudor entregarla de inferior.
5. Si la prestación deviene imposible, aquí no soporta el acreedor ningún riesgo
mientras no se haya especificado (individualizado) la cosa objeto de la prestación,
ya que es conocido el aforismo romano "genus nunquam perit" que viene a
significar que el género nunca perece, y por consiguiente, aunque una o más
cosas se pierdan, el deudor no puede excusarse en esa pérdida para no cumplir
con su deber de entregar otro tanto de la misma especie y calidad.
6. La especificación, concentración o individualización de la obligación genérica
opera en ella una mutación o transformación, de manera que cambia y pasa a ser
específica. Esta transformación puede hacerse de varias maneras:
- Por elección del acreedor y deudor, esto es, por mutuo acuerdo en el que
convengan cuál cosa concreta de las pertenecientes al mismo género ha de ser
objeto de la prestación
- Por elección del deudor (o persona a la que se haya atribuido esa facultad). Esta
elección será simultánea al pago o cumplimiento de la obligación o puede ser
anterior.
- Por pérdida de todas las cosas del género menos una. Esta especificación por
necesidad, determina que sólo pueda cumplirse la obligación con la cosa
subsistente.
Recuerda que…

• Las obligaciones específicas son aquellas en las que la cosa debida o servicio
está individualizado.

• Las obligaciones genéricas son aquellas en las que únicamente se indica el


género o clase de la cosa debida o servicio.

• A través de la concentración se individualiza la cosa objeto de la prestación


genérica.

• Las partes pueden convenir quién posee la capacidad de determinación. A falta


de pacto, por analogía, corresponderá al deudor.

• En las obligaciones específicas, el deudor está obligado a la conservación


diligente de la cosa, debiendo soportar el deudor en el caso de que ésta deviniera
imposible por caso fortuito.

• En las genéricas, el acreedor no corres ningún riesgo si aún no ha existido


especificación.

ARTICULO 1565. <DEFINICION DE OBLIGACIONES DE


GÉNERO>. Obligaciones de género son aquellas en que se debe
indeterminadamente un individuo de una clase o género determinado.

ARTICULO 1566. <CUMPLIMIENTO DE LAS OBLIGACIONES DE


GÉNERO>. En la obligación de género, el acreedor no puede pedir
determinadamente ningún individuo, y el deudor queda libre de ella, entregando
cualquier individuo del género, con tal que sea de una calidad a lo menos
mediana.

ARTICULO 1567. <PERDIDAS DE COSAS DEBIDAS POR OBLIGACIÓN DE


GENERO>. La pérdida de algunas cosas del género no extingue la obligación, y el
acreedor no puede oponerse a que el deudor las enajene o destruya mientras
subsistan otras para el cumplimiento de lo que debe.

SUPUESTO 1 D.ª Felipa y D. Máximo, madre e hijo, son titulares indistintos de una
cuenta de ahorro a plazo fijo en el Banco Soldi, S.L. En la libreta consta que el hijo
no podrá disponer de esta cuenta en vida de su madre, entrando en plena posesión
al fallecimiento de la misma. Al morir la madre, el hijo, cotitular de la libreta, reclama
al banco la totalidad del saldo, pero la entidad bancaria solo le reintegra la mitad,
alegando que la otra mitad corresponde al conjunto de los herederos de D.ª Felipa.
D. Máximo demanda al banco por la totalidad del saldo de imposición que
efectuaron su madre y él.

1. A juzgar por la actuación del banco, ¿cómo qué tipo de obligación está tratando la
que le une a D.ª Felipa y D. Máximo?
Según el …ver más…
143, en relación con el 149, núms. 11 y 26 del Decreto 1018/1967, de 6 abril, por el
que se aprobó el Texto Refundido de la Ley de Trámites de los Impuestos
Generales sobre las Sucesiones y sobre Transmisiones Patrimoniales y Actos
Jurídicos Documentados, se contrae a aquellos bienes que se ingresen pura y
simplemente a nombre de dos o más personas individual e indistintamente, sin más,
por creárseles una presunción de coparticipación igualitaria.

SUPUESTO 3 Alberto, Bonifacio y César son tres hermanos, propietarios de , un


caballo de carreras. Alberto, como portavoz de los tres propietarios, negocia la venta
del caballo con un jeque dubaití por el precio que los tres hermanos acuerdan. El
jeque acepta la oferta y le entrega a Alberto la totalidad del precio y queda a la
espera de que el caballo le sea enviado a Dubai. A la vista de que no se hace
entrega del animal, el jeque demanda a Alberto por incumplimiento del contrato y
exige la resolución de la compraventa.

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