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PSICOLOGÍA Y DERECHOS HUMANOS

Por Pedro L. Alvarez Colín1

I. LA OTREDAD

Existen nociones comunes a todas las culturas o a casi todas que tienen que ver con el respecto y
el derecho propio y el de los demás, y ciertamente cada hombre tiene nociones de lo que significa
percibir, recordar, experimentar deseo, miedo, tristeza o alivio, placer o dolor y expresar todo
esto en sentimientos. Por lo tanto, no podrían menos que caber en la esfera del Derecho y
constituir la base de la empatía y por supuesto que sufrimos si alguien nos ata, nos secuestra (aún
cuando desarrollemos el Síndrome de Estocolmo) o nos obliga a la segregación de cualquier tipo
o nos tortura física o psíquicamente y anula nuestra libertad de libre tránsito.

Ante todo debemos de respetar los derechos de la corporalidad ajena, entre los cuales debemos
incluir el derecho de hablar y pensar. Si nuestros semejantes a lo largo de la historia hubieran
respetado estos "derechos del cuerpo" no hubieran existido todos los exterminios y masacres que
la humanidad ha acumulado y que se esfuerza denodadamente por olvidar, unos porque han sido
los genocidas y otros porque han sido las víctimas quienes recuerdan en sus síntomas el intenso
dolor o por ellos sufridos o sufridos por las personas más amadas a quienes les fue arrancada la
vida después de eternas agonías.

Pero es necesario llegar a entender que no sólo se desea hacer ciertas cosas y que no desea que se
hagan otras, sino también que no se debería hacer a los demás lo que no se quiere que le hagan a
uno. “La dimensión ética empieza cuando entra en escena el Otro.”

Toda ley, moral o jurídica, regula siempre relaciones interpersonales, incluidas las relaciones con
ese Otro que la ley impone.

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Director del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, Campus Santa Fe.
Tenemos que aprender cómo las Ciencias Humanas y entre ellas la Psicología nos enseñan que es
el Otro, en su mirada, lo que nos define y forma. Así como nosotros no conseguimos vivir sin
comer y sin dormir, a guisa de perecer, no conseguimos entender quiénes somos sin la mirada y
la respuesta del Otro.

Pues uno de los paradigmas de la existencia es que durante toda nuestra vida pedimos de nuestros
semejantes aprobación, amor, respeto y encomio y la falta de este reconocimiento nos enferma y
sufrimos como nadie recorriendo todo el espectro de las enfermedades psicológicas.

El reconocimiento del papel que desempeñan los demás, la necesidad de respetar en ellos esas
exigencias que consideramos irrenunciables para nosotros es el producto de un crecimiento
milenario que casi todas las culturas han recorrido, que se cristalizan en lo que denominamos
cultura.

Pero para que esto suceda debemos tener conciencia de la importancia del Otro. No obstante, la
consciencia no basta, pues debe de estar anclada en un sistema de valores personales que empieza
cuando nuestros padres comienzan a pensar en darnos vida; el respeto a la deseabilidad es el
inicio de los Derechos Humanos, pues cuando no hemos nacido con la deseabilidad y hemos
nacido bajo el signo y el predominio de la ambivalencia preconceptiva y ha predominado más un
"no" que un "sí", nacemos con el estigma de vivir en este mundo sin que nos hayan deseado y por
consiguiente deseamos la muerte del Otro sin ningún respeto como ellos han deseado nuestra no
existencia y sólo como correspondencia a haber nacido producto de la no deseabilidad. Bajo estas
condiciones es difícil darle trascendencia a la propia vida, pues ésta se ha perdido y lo más difícil
es darle sentido a la mismidad y a la Otredad, ya que lo único que nos puede confortar y dar
sentido es el amor de los demás .

II. LA CARTA DE LA ONU

El tema de los Derechos Humanos es recurrente en la historia de la Humanidad, porque está


estrechamente ligado con la dignidad humana y ha tenido un gran impulso sobre todo después de

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la Segunda Guerra Mundial y en estas ultimas décadas ha sido la preocupación central de la
sociedad. Como es de todos sabido, los horrores del fascismo y en especial del nazismo
provocaron una reacción de indignación mundial. Después de esto o vivimos bajo regímenes
democráticos y representativos donde se respete la dignidad humana, o bajo la barbarie donde
impera la ley no del más fuerte, sino la del más poderoso.

A pesar de muchos esfuerzos hemos progresado internacionalmente, regionalmente y


nacionalmente, pero hoy en día existen aquí, al igual que en otros países desarrollados o no,
grandes violaciones a los Derechos Humanos que indignan a la consciencia más moderada, pues
se practica la tortura y las ejecuciones sumarias como una practica común, con tal de seguir
teniendo dinero y poder.

Como dijo Héctor Gros Espiell en 1988, los Derechos Humanos no se extinguen pues: "son
consustanciales con la idea del hombre, subsistirán siempre ontológicamente y renacerán en la
realidad de la existencia política, ya que la libertad jamás podrá ser eliminada, porque el hombre
es, en esencia, su libertad".

Los Estados miembros de la ONU, al adherirse a su Carta, reconocen que los Derechos Humanos
son parte ineludible del mundo internacional y, por tanto, que no son exclusivamente
preocupación de cada uno de ellos. Esta es la razón de que a partir de 1948 se hayan expedido las
declaraciones universales y regionales, y firmado diversos pactos, convenios y protocolos
importantes. Sin embargo, lo que realmente es trascendente es la existencia de controles
internacionales sobre su cumplimiento, o como bien se ha dicho: la eficacia del sistema
internacional depende de su aptitud para imponer sus garantías contra el poder estatal que
miopemente no hace vivir un Estado de Derecho, sino un derecho a la imposición donde todos
son menos que yo, pues en la pirámide del poder yo soy el que estoy más arriba y el único que
tengo derecho a sojuzgar a los demás para así "gobernar".

El hablar de la internalización de los Derechos Humanos y la creación de esas Comisiones y


Cortes Internacionales y regionales plantea un problema respecto a la idea clásica de soberanía.

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Por ahora se puede decir que en la realidad los países han delegado o subordinado, en muy
diversos grados, algunos aspectos de su soberanía, mediante todas o algunas de las siguientes
condiciones:

a) ha sido por voluntad propia;

b) la participación en el organismo supranacional es en plan de igualdad con los otros Estados;

c) se trata de alcanzar fines o desarrollar actividades que se realicen mejor por Estados
asociados que solos;

d) se aceptan instancias jurisdiccionales supranacionales, porque se reconoce que los asuntos en


cuestión son de interés de la comunidad internacional o regional;

e) se crean órganos regionales de carácter político, como el Parlamento Europeo. Así, la idea de
soberanía presupone la libertad y la igualdad de los países y, a partir de ella, se aceptan las
nuevas realidades que los propios países van creando.

Pero no puede desconcerse que la base de estos desarrollos implica la igualdad jurídica de los
Estados, el apego al Derecho Internacional, con todo lo que ello significa, y que la idea de
soberanía continúe siendo la defensa de los países pequeños y débiles frente a los grandes y
poderosos. (Carpizo,J., 1992). Basados en esto no habría que pensar que la internalización de los
Derechos Humanos es un nuevo imperialismo, en el cual un Estado fuerte y poderoso se
inmiscuye en los asuntos internos de otro Estado y lo puede juzgar por presuntas violaciones a los
Derechos Humanos, o que con ese pretexto se pretenda dictar y determinar las políticas
nacionales. La internalizacion de los Derechos Humanos es y debe de ser, primordialmente, la
aceptación de órganos jurisdiccionales, internacionales y regionales, integrados por jueces
independientes y probos, que apliquen el Derecho Internacional sin presión de ningún Estado.

Una buena parte del futuro de los Derechos Humanos se encuentra en el conocimiento, la
educación y la cultura sobre ellos, por lo tanto hay que instrumentar campañas para mejorar la

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educación sobre los Derechos Humanos, tanto en los países desarrollados pero más aún en los
países subdesarrollados donde la falta de información es aprovechada para la violación de los
Derechos. Aún así, debemos señalar que la educación y la difusión no bastan: Es indispensable la
formación de una cultura de respecto y dignidad humana, aunada a la aplicación de la ley y a la
lucha contra la impunidad. Pero cuando internamente ni estos principios ni estas leyes pueden
parar su violación, entonces adquiere singular importancia el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos.

III. LA UNIVERSIDAD Y LOS DERECHOS HUMANOS

Nunca está de más señalar el papel fundamental de la educación, de la escuela y de la familia, en


el desarrollo y la vigencia de los Derechos Humanos. Para profundizar en esta materia se hace
menester reflexionar sobre los contenidos de una estrategia de enseñanza de los Derechos
Humanos.

Leticia Olguín dice que estos contenidos pueden ser:

a) La necesidad de una decisión política de incluir el tema de los Derechos Humanos en el


currículum obligatorio.

b) El paso de la "declaración de contenidos" en materia de Derechos Humanos al estudio escolar


prático de estos derechos.

c) Una actitud de aceptación frente a personas de distinta raza, religión, cultura y nacionalidad,
pues a mayor nivel cultural, mayor respeto por los Derechos Humanos.

d) El contenido de los programas escolares deberá de incluir: historia de la lucha por las
libertades, el estudio de los sistemas de protección internacional, regional y nacional y la
práctica de los Derechos Humanos en la vida de la Universidad y de la Comunidad.

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e) El análisis de problemas específicos: el colonialismo, el apartheid, la discriminación, los
problemas de las minorías, la acción ilícita de los conglomerados transnacionales, las drogas.

f) La formación sistemática de personal docente

g) La educación para la democracia.

En el plano latinoamericano, con sus realidades tan específicas como son el militarismo, la
dependencia, la violencia política, la penetración transnacional, el tráfico de drogas, la corrupción
de las autoridades, la enseñanza de los Derechos Humanos debiera de permear a la sociedad
entera.

Desde la propia sociedad civil se han originado importantes movimientos en favor de la


democracia. Este es el caso de México, quien ha contado con una creciente organización de la
sociedad civil a partir del terremoto de 1985. De esta manera han proliferado los centros de
estudiantes y las ONG's , que han luchado en forma decidida contra todas las violaciones de los
Derechos Humanos, pero es también justo decir que algunas ONG's han perdido la ruta y luchan,
sí, pero contra todo lo instituido y lo gubernamental sin tomar en cuenta que hay esfuerzos
considerables y avances significativos y no se dan cuenta de que la actuación de sus
resentimientos también lastima o viola los Derechos Humanos de otros tantos.

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BIBLIOGRAFÍA

Gros Espiell, H. Estudios sobre Derechos Humanos II. España: Civitas, 1988.

Carpizo J. Tendencias actuales del Derecho: Los Derechos Humanos. México: Comisión
Nacional de Derechos Humanos, 1992.

Olguin l. Enfoque metodológico integrado en la enseñanza de los Derechos Humanos. En Gros


Espiell, Estudios sobre Derechos Humanos. Venezuela: Ediciones del Instituto
Interamericano de los Derechos Humanos, Editorial Jurídica Venezolana, 1985.

Los Derechos Humanos de los Mexicanos. Un Estudio Comparativo. México: Comisión


Nacional de Derechos Humanos, 1991/8.

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