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Principios y valores de los derechos humanos.

El principio sobre el que se asienta el modelo ético de los derechos humanos es la


dignidad de la persona. La humanidad ha descubierto que el modelo más seguro de
garantizar la felicidad y la justicia es afirmado el valor intrínseco del ser humanos. El
hombre cuenta con una serie de valores que lo diferencia de los demás seres
naturales, y le dan, además una dignidad propia.
El fundamento de los Derechos Humanos en la dignidad de la persona y el modelo
de ser humano y de convivencia que propone será una meta a conquistar en la
construcción histórica, nunca completada, de los derechos Humanos y en su
condición de resumen en positivo de la experiencia humana.
Se puede decir que la declaración de los Declaración Universal de los Derechos
Humanos se considera como el origen y el núcleo básico de una construcción ética
que se postula como la mejor solución a los conflictos de la convivencia humana.
Desde el punto de vista moral, podemos señalar que la Declaración Universal de los
Derechos Humanos constituye un modelo de ética material que fija valores, contiene
normas que se han de cumplir, derechos que se han de respetar y libertades que es
preciso proteger.
La aspiración a tener derechos ha sido una de las más antiguas de la humanidad,
los hombres han luchado por tener derechos desde los tiempos más remotos.
La reflexión humana ha alcanzado referentes éticos del más alto nivel en beneficio
de una vida mejor y de una mejor convivencia con nosotros mismos y entre los
hombres. Ha sido largo el proceso que el hombre ha tenido que recorrer para llegar
a compartir cada vez más, modelo éticos y axiológicos más cualificados.
Desde la ley de la selva en la que los individuos consiguen un poder oportunista,
azaroso y efímero para controlar su supervivencia y bienestar, hasta el pacto social.
El pacto social cuando los individuos, reunidos en asamblea se reconocen, libres e
iguales y establecen las normas con que garantizar su mejor convivencia. Lo
realmente importante de este salto cualitativo es que los individuos se convierten en
soberanos de sí mismos, habiéndose reconocido la propia dignidad y autonomía
entre ellos. Desde el derecho Natural promotor de superación y sugerencia al
Derecho Positivo en el que se concretan las leyes y normas desde la voluntad
general, que no genera las leyes, sino que las acuerda, se sigue un horizonte de
convivencia ética superior cuya realidad denuncia cada vez con mayor fuerza la
miseria moral subsistente en muchas comunidades.
Históricamente, los primeros derechos que se desarrollaron fueron los llamados de
primera generación, los derechos de libertad, que limitan el poder del estado, como
libertad de pensamiento, conciencia y opinión…. Y que respondía a la problemática
del siglo XVIII, especialmente a la lucha contra las monarquías absolutas y a los
intentos de implantar sistemas de gobiernos en los que participa el pueblo.
Posteriormente, lo hicieron los derechos de segunda generación, derechos de
igualdad, derechos políticos, que permite la participación en el poder político, como
el derecho al voto, a las elecciones, a participar en el gobierno… en los que
reflejaron las reivindicaciones de los movimientos obreros de la segunda mitad del
siglo XIX en su lucha contra el capitalismo; y por último, al menos de momento, los
derechos de tercera generación, cuyo valor fundamental es la solidaridad, los
derechos sociales, derechos a la seguridad social, al trabajo.

Los derechos humanos son universales


“Los derechos humanos no son ajenos a ninguna cultura y son naturales de todas
las naciones; son universales”
Los derechos Humanos son universales porque están basados en la dignidad de
todo ser humano, con independencia de la raza, el color, el sexo, el origen étnico o
social, la religión, el idioma, la nacionalidad, la edad, la orientación sexual, la
discapacidad o cualquier otra característica distintiva. Puesto que son aceptados por
todos los Estados y pueblos, se aplica de forma igual e indiscriminada a todas las
personas y son los mismos para todas las personas en todos los lugares.

Los derechos son inalienables.


Los derechos humanos son inalienables: ninguna persona puede ser despojada de
sus derechos humanos, salvo en circunstancias legales claramente definidas. Por
ejemplo, el derecho de una persona a la libertad puede verse restringido sin un
tribunal la declara culpable de un delito al término de un juicio imparcial.
Los derechos humanos son indivisibles e independientes.
Los derechos humanos son indivisible e interdependientes. Dado que cada derecho
humano trae consigo otros derechos y depende de ellos, la violación de un derecho
afecta al ejercicio de otros. Por ejemplo, el derecho a la vida presupone el respeto
del derecho a los alimentos y a un nivel de vida adecuado. Negar el derecho a la
educación básica puede influir en el acceso de una persona a la justicia y su
participación en la vida pública. La promoción y protección de los derechos
económico y sociales supone la libertad de expresión, de reunión y de asociación.
En consecuencia, los derechos civiles, culturales, económicos, políticos y sociales
son complementarios e igualmente indispensables para la dignidad e integridad de
toda persona. Además, el respeto de todos los derechos es un requisito
fundamental para la paz y el desarrollo sostenible.
La comunidad internacional afirmo el concepto integral de los derechos humanos en
la conferencia Mundial de Derechos Humanos, celebrada en Viena en 1993.

“Todos los derechos humanos son universales, indivisibles e interdependientes y


están relacionados entre sí. La comunidad internacional debe tratar los derechos
humanos en forma global y de manera justa y equitativa, en pie de igualdad y
dándoles a todos los mismos pesos. Debe tener en cuenta la importancia de las
particularidades nacionales y regionales, así como de los diversos patrimonios
históricos, culturales de promover y proteger todos los derechos humanos y las
libertades fundamentales”

El derecho a la igualdad y la prohibición de la discriminación.


Algunas de las violaciones más graves de los derechos humanos se han derivado
de la discriminación contra grupos concretos. El derecho a la igualdad y la
prohibición de la discriminación, explícitamente consagrados en los tratados
internacionales y regionales de derechos humanos, son por tanto fundamentales
para la protección de todos los derechos humanos. El derecho a la igualdad obliga a
los Estados a velar por la observancia de los derechos humanos sin discriminación
por motivo alguno, incluidos el sexo, la raza, el color, el idioma, le religión, la opinión
política o de otra índole, el origen nacional, étnico o social, la pertenencia a una
minoría nacional, la posición económica, el nacimiento, la edad, la discapacidad, la
orientación sexual o la condición social o de otro tipo. Así mismo, es importante
tener en cuenta que la discriminación no solo consiste en una “distinción, exclusión
o restricción “sino que incluye también una “preferencia” inexcusable con respecto a
ciertos grupos. Hoy en día, la lucha contra la discriminación sigue siendo un reto
para muchas personas en todo el mundo.
La diferencia en los hechos puede justificar la diferencia ante las leyes.
No toda distinción constituye discriminación. Las distinciones tanto de hecho como
de derecho basadas en criterios razonables y objetivos pueden estar justificadas. La
carga de la prueba recae en los Gobiernos: Deben demostrar que cualquier
distinción que se aplique es realmente razonable y objetiva.
La Declaración Universal se redactó en un mundo devastado por la guerra y fue el
remedio que los Estados recetaron a sus pueblos para vacunarlos contra sus peores
instintos y omisiones. La elaboración del documento corrió a cargo de delegados de
todos los países y continentes y conto con el respaldo de todos ellos para citar el
preámbulo de la Declaración, conscientes de manera cabal, reciente y dolorosa, de
que “El desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado
actos de barbare ultrajantes para la conciencia de la humanidad.
Se redactó para que abarcara no solo los derechos civiles y políticos, sino también
los derechos sociales, económicos y culturales, con la plena compresión de que no
es posible alcanzar el desarrollo sin respetar los derechos humanos y que no es
posible disfrutar plenamente de los derechos humanos sin alcanzar el desarrollo y
que la paz y la seguridad depende de ambos.
Hoy en día, a medida que la segunda Guerra Mundial y el Holocausto se aleja en el
tiempo, esa conciencia parece evaporarse a un ritmo alarmante y el enorme
progreso alcanzado mediante la aplicación progresiva de los principios de derechos
humanos proclamados en la declaración Universal se olvida o se menos precisa
cada vez más.
En muchos lugares del mundo se pone en tela de juicio la universalidad de los
derechos. Esa universalidad esta asediada hoy por ferrositas, dirigentes autoritarios
y populistas que parecen dispuestos, en diverso grado a sacrificar los derechos de
los demás solo para conquistar el poder. La influencia combinada de esos
elementos ha crecido a expensas del orden democrático liberal, la paz y la justicia.
Vemos como aumentan los rúmenes y las crueldades que se comenten en conflictos
en el mundo entero, el nacionalismo antagónico, con diversos y crecientes grados
de racismo, xenofobia y otras formas de discriminación que van arraigando, incluso
en países que se sentían satisfechos, instalados en la creencia de esos eran
problemas del pasado y que no podrían resurgir y reafirmarse con tanta facilidad.
Vemos como empiezan a desmantelarse medidas concebidas para erradicar la
discriminación y promover la justicia, algunas de ellas, fruto de la declaración
universal y del inmenso corpus jurídicos y practico derivado de este documento, por
obra de quienes tratan de aprovecharse del odio y la explotación. Vemos la reacción
contra los avances de los derechos humanos, incluso de los derechos de la mujer y
las minorías, en las Américas, Asia, África y Europa.
Vemos dirigentes políticos que niegan abiertamente la vedad fundamental
consagrada en el artículo 1 de la declaración universal, que proclama: Todos los
seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos; Dirigentes políticos
que impugnan la promesa formulada por sus predecesores de promover el respeto a
estos derechos y libertades y asegurar, por medidas progresivas de carácter
nacional e intencional, su reconocimiento y aplicación universales y efectivos.

La nueva concepción del estado democrático de Derecho que surgen a partir de la


toma de conciencia de la existencia de determinados derechos que se consideran
como fundamentales por la comunidad internacional, influyen de modo directo en el
diseño de políticas públicas, de creación de normas Jurídicas y en el modo de
resolver los casos judiciales. Es así que se presenta a la teoría Neo constitucional
como una nueva teoría del derecho que permite integrar los derechos con sus
respectivas garantías, y que se ocupa tanto de las normas como de los principios y
valores de los derechos Humanos y de sus internalizaciones en los ordenamientos
de los Estados, es decir, se ocupa del fenómeno de mundialización de estos
derechos. Dentro de los derechos fundamentales encontramos los que poseen la
mujer en lo que concierne a vivir una vida libre de toda violencia en la que se
respete su dignidad y autonomía de la voluntad, amén de que los índices de
violencia contra ellas aumentan día a día en todos los países del mundo. De este
modo los Estados deberán cumplimentar con las medidas de acciones positivas
tendientes a garantizar el goce de los derechos reconocidos por los padres
internacionales de Derechos Humanos.

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