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Esbozando la conciencia

Book · June 2010

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Jose Padua
Universidad Nacional Autónoma de México
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Capítulo 4

Esbozando la Conciencia,
sus Evocaciones
José de Jesús Padua Gabriel

Para ilustrar la observación de Julian Jaynes acerca de que la con-


ciencia no es una copia de la experiencia, sino un operador, un aná-
logo metafórico que sirve para actuar en el mundo, cito lo siguiente:
“Nijinsky dijo que cuando bailaba era como si se hallara en el
foso de la orquesta viéndose a sí mismo; no estaba consciente de
cada uno de sus movimientos, sino de cómo lo veían los de-
más.” (Jaynes, 1987).
Claramente, esta no es una copia de la experiencia, sino una
forma de procesarla. Además de lo dicho ya por Jaynes pregunto:
¿Qué tiene qué decir la psicología de este fenómeno?, ¿qué pue-
den decir las ciencias que estudian la mente y el cerebro?, ¿se trata
de un fenómeno común?, ¿es una forma de conciencia “alterada” o
una fenomenología cotidiana?, ¿qué tan común es?, finalmente,
¿qué supone un operador consciente?, ¿para qué sirve?, ¿cuáles son
las categorías para su análisis?
Evidentemente, desde un punto de vista objetivo, es completa-
mente imposible mirarse bailar desde el foso de la orquesta y bailar
al mismo tiempo. Esto nos dice claramente que la conciencia no es
una copia de la experiencia, sino más bien una manera de crearla y
procesarla.
Esto nos revela un funcionamiento cotidiano en las formas de
representación en la conciencia, que reflejan la experiencia y su

[79]
80 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

proceso. De ser esta aseveración cierta, es necesario estudiar que


esta clase de formas de la representación consciente ocurran de
manera cotidiana, lo hagan en diferentes contextos y se puedan
encontrar generalidades que permitan la descripción adecuada de
la misma.
“Momento” —dirá el escéptico—. Por una cita no puede decirse
que ésta sea una forma habitual del manejo mental y de la manera
en la cual funciona la conciencia.
Para responder al escéptico cito un ejemplo en un contexto
diferente: el deportivo. John Brodie quarterback de los cuarenta y
nueve de San Francisco de 1953 a 1973 dice así:

A menudo, en medio del acaloramiento y la excitación propias del


juego, la percepción y la coordinación de los jugadores aumentan de
modo espectacular. A veces, y cada vez con más frecuencia, experi-
mento una especie de claridad que nunca he visto que se haya descrito
adecuadamente en ningún relato futbolístico. Algunas veces, por ejemplo,
el tiempo parece enlentecerse, como si todos se movieran en cámara lenta. Me
parece como si tuviera todo el tiempo del mundo para observar el juego de
quienes esperan el balón, aun viendo que la línea defensiva se me va acercan-
do tan de prisa como siempre. Sé perfectamente bien lo duros y rápidos que
son esos tipos que tengo cada vez más cerca, y sin embargo, todo me parece
una película o un baile a cámara lenta. (Dossey, 1992, p. 261; cursivas en
el original).

También en el ámbito deportivo, en otro entorno cultural, dos


décadas después: el futbolista mexicano Alberto García Aspe me
relató que cuando comienza el partido deja de oír al público pre-
sente en el estadio, solamente escucha lo que ocurre en el campo
de juego. Cuando anota un gol su equipo, él vuelve a oír tanto el
ruido del estadio como las porras.
Estas formas conscientes parecen ser muy habituales en la vida
psicológica, sin embargo, han sido poco estudiadas.
Un fenómeno similar que he encontrado en mi práctica clínica,
es la conducta agresiva de una persona cuando ataca a otra. Se
trata de un cambio dramático en las imágenes conscientes y la
percepción del entorno. La persona dice que sólo mira a quien va
a agredir. Cuando una persona arremete contra otra ocurre un
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 81

fenómeno interesante en la conciencia, la persona pone una aten-


ción focal en un modo de representación visual con una enorme
intensidad.
Esta común descripción fenomenológica afirma que el foco de
la percepción visual se torna el principal y sólo se reacciona ante
ello. Aunque es capaz de escuchar o sentir, no reacciona ante esos
estímulos. Se es consciente, pero no aparece reacción alguna. Hay
conciencia, pero no reactividad. Hay una sensibilidad diferenciada.
En otras ocasiones he dicho que la conciencia es como un ecua-
lizador homuncular (Padua, 2007). El término ecualizador se refiere
a que la experiencia no posee los mismos valores para cada forma
de representación. ¿Tú crees que tú y yo vemos el rojo en las mis-
mas intensidades?, ¿miras de igual manera a las mujeres que yo?,
¿en este preciso momento tu sensibilidad auditiva es igual a la mía?,
¿la combinación auditiva-visual es idéntica en ti y en mí? Si así fue-
ra todos tendríamos los mismos gustos, los mismos pensamientos.
Las representaciones tienen diferentes valores sensoriales, ecualiza-
mos la experiencia de modo diferente.
Por homuncular me refiero al homúnculo de Wilder Penfield, y
no al del filósofo Daniel Dennett. El homúnculo de Wilder Pen-
field es un dibujo distorsionado que retrata la corteza somatosenso-
rial del ser humano. El dolor y las sensaciones se sienten más en las
manos y en la boca que en las piernas (Figura 1).
De hecho, el modelo se refiere a la sensibilidad diferenciada de
la conciencia, pero no en el sentido al que me refiero. Cada indivi-
duo tiene una propia ecualización y su propio patrón somatosenso-
rial que varía de acuerdo a la interpretación de la situación. No
explica por qué Nijinsky se mira desde el foso de la orquesta, ni
cómo me puedo mirar desde una tercera persona. No es que yo
piense que el homúnculo de Wilder Penfield es el modo exacto en
el que funciona la conciencia, sino que lo utilizo como analogía.
Nadie sabe cómo la amalgama de la conciencia ocurre, no hay un
modelo.
82 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

Figura 1. Homúnculo de Penfield

4.1 Antecedentes históricos y otros comentarios

¿Qué han dicho diferentes aproximaciones respecto de este fenó-


meno?
Hipnotismo. La hipnosis influyó notablemente en algunas de
las grandes corrientes de la psicología del siglo XX. Habló de las
diferentes formas de imágenes tanto conscientes como no cons-
cientes por lo que menciono brevemente su influencia.
En el psicoanálisis, ya que Freud estudió a los grandes hipnote-
rapeutas de su época como Charcot y Berheim. Con Joseph Breu-
er, Freud estudió y aprendió el método catártico. Este tratamiento
consiste en hipnotizar al paciente y, durante la hipnosis, revivir la
escena traumática con los contenidos originales de la misma que-
dando así curado.
La terapia familiar sistémica de Gregory Bateson, Paul Watzla-
wick y otros, está determinantemente influida por el llamado
(Mister Hypnosis) Señor Hipnosis: Milton H. Erickson.
Comento la influencia de la hipnosis en el siglo XX, por su rele-
vancia en las observaciones que hace acerca de las maneras en las
que la conciencia fue pensada, así como la relación entre concien-
cia y no conciencia.
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 83

Más allá de esta influencia, es claro que muchos de los fenóme-


nos que menciona son claras alteraciones del funcionamiento de la
conciencia: alteración en la percepción del tiempo, en la memoria
hay tanto amnesia como hipermnesia, en la percepción de los estí-
mulos tanto hipersensibilidad como anestesia, alucinaciones, so-
nambulismo, disociación y despersonalización. Son todos estos,
fenómenos del funcionamiento mental en general y consciente en
particular. Se les llama fenómenos de “conciencia alterada” por
suponer una conciencia plana, sin ecualizador homuncular.
La hipnosis puede explicarnos en cierta medida que Alberto
García Aspe no escuche al público del estadio, ya que hay alteracio-
nes sensoriales que cancelan ciertos aspectos de la conciencia. ¿Está
hipnotizado?
No puede explicarnos la distorsión temporal de la que habla el
quarterback John Brodie. La razón es que la hipnosis habla de cómo
el sujeto hipnotizado distorsiona su propia noción del tiempo, más
no cómo mira a los rivales más lentos.
Nos explica perfectamente la anestesia que sienten los deportis-
tas a los golpes que reciben durante los cotejos, pero que sólo sien-
ten después.
Es incapaz de explicarnos la proyección de la imagen de Nijins-
ky fuera de sí mismo o como en tercera persona, con una sensibili-
dad diferenciada de sus propias sensaciones.
Si bien la hipnosis es la opción que más se acerca a dar cuenta
de esta clase de fenómenos es incapaz de agotarlos.
El psicoanálisis. El psicoanálisis es probablemente la teoría psi-
cológica más influyente en el siglo XX. Surge a partir de los traba-
jos de Sigmund Freud, su creador. Freud observó que mediante el
uso adecuado de la técnica de la asociación libre, se podían obtener
los mismos resultados que con el método abreactivo de Joseph
Breuer. A partir de este descubrimiento, comenzó a elaborar una
teoría sobre la mente humana.
Freud describe el método psicoanalítico de la interpretación de
los sueños, que se basa en la asociación libre, y le sirve como un
fundamento crucial no sólo para llegar al inconsciente sino como
un modelo para elaborar su teoría de la mente.
84 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

En palabras breves, lo que se sueña es el contenido manifiesto,


detrás del que se esconde el verdadero significado o contenido
latente. El contenido latente o “verdadero significado” del sueño se
ha transformado en manifiesto a través de un proceso llamado
censura que utiliza mecanismos como la condensación y el despla-
zamiento.
Los verdaderos significados de la vida psíquica están en los con-
tenidos latentes que normalmente permanecen inconscientes y
habrá de rescatárseles mediante la interpretación adecuada de los
mismos a través de la asociación libre. Que por cierto es consciente.
La hipótesis del contenido manifiesto y latente será fundamen-
tal para entender el psiquismo humano. La problemática clínica
está en que los contenidos inaceptables para el individuo son repri-
midos. Esto es, sacados de la conciencia para mandarlos al incons-
ciente, volviéndolos patológicos.
El tratamiento psicoanalítico consiste en revertir este proceso
de volver consciente lo que se ha reprimido y se ha vuelto incons-
ciente.
La conciencia es la punta de un iceberg, sólo refleja una pequeña
parte de los procesos mentales. La conciencia es sólo una especie
de contenido manifiesto sujeta al arbitrio de los procesos de la cen-
sura: racionaliza, desplaza, condensa, niega, convierte en lo contra-
rio (procesos manifestados en la conciencia); es decir, oculta lo que
es importante y que está reprimido.
Para el psicoanálisis, la conciencia no es el aspecto importante al
cual debamos referirnos. Sin duda, la conciencia es sólo una parte
de la mente, sin la cual muchas tareas pueden ser realizadas con
éxito. Esta no es razón para no estudiarla.

4.2 Terapias sistémicas

En la terapia familiar, los patrones de comunicación cobran mayor


relevancia que los niveles de conciencia. Más preocupada de las
formas de comunicación, poco habló de la mente en general y de la
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 85

conciencia en particular. Bateson (1976) y sus colegas, crean la


terapia familiar como una respuesta al tratamiento de la esquizo-
frenia a través de la teoría del doble vínculo. Teoría que supone a
la paradoja de Bertrand Russell como concepto central. Se envían
dobles mensajes que se terminan contradiciendo en una situación
repetida sin escape alguno. Por ejemplo, una madre de cariño am-
bivalente, le dice al hijo: “Te quiero mucho, acércate y abrázame”.
El niño se acerca y abraza a la madre, lo que la pone tensa. El niño
apercibe esto y se aleja. Su alejamiento produce un reproche de la
madre. “No me quieres, eso me pone triste.”
Cuando el patrón de comunicación se repite, se generará una
determinada forma de conducta o de patología. La retroalimenta-
ción, la iteración, la comunicación analógica y digital cobran ma-
yor relevancia. La teoría de la mente se sustituye por conceptos de
comunicación, informáticos, en los que la conducta humana se
encuadra dentro de la teoría de sistemas.
El énfasis está puesto en las estrategias de comunicación. ¿Qué
tanto se repite una conducta?, ¿cuáles son los intentos de cambio?
Ampliando el marco desde la subjetividad hacia los patrones de la
comunicación familiar.
La utilización de tareas paradójicas para cambiar de tipo lógico
la conducta será el centro de este cambio terapéutico (Watzlawick,
et. al., 1985).

4.3 La programación neurolingüística

Sus creadores John Grinder y Richard Bandler (1980) toman el


modelo de la gramática transformativa para crear un método de
crecimiento humano. A partir de la estructura superficial de las
frases del cliente, pretenden construir un modo genérico para res-
ponder de manera terapéutica. Por ejemplo, en la frase: “Mi hijo
necesita dormir conmigo.” El terapeuta deberá cambiar los índices
referenciales modificando la frase a: “¿Por qué necesita usted dor-
mir con su hijo?”
86 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

Esta idea les llevó a analizar frases como “viste lo que dice”, o
bien, “cómo ves lo que siente.”
Definieron entonces lo que llamaron las modalidades de la re-
presentación: visual, auditiva, cinestésica. Diferenciaron una ima-
gen externa de una imagen interna dependiendo de que la atención
del sujeto se centrara dentro o fuera de él mismo. Las imágenes
internas podían ser recuerdos o invenciones generadas dentro del
sujeto. Éstas pueden ser representadas o visual, o auditiva, o ci-
nestésicamente. Cada tipo de representación interna vendrá acom-
pañada de una forma de movimiento ocular involuntario, a través
del cual el terapeuta puede diferenciarla.
Cuando uno piensa en la quinta sinfonía de Beethoven, puede
tener una imagen auditiva si recuerda la melodía, visual si recuerda
la partitura, cinestésica si rememora lo que le hace sentir el escu-
charla.
A su vez, cada modalidad tendrá diversas submodalidades: la
modalidad visual tendrá como submodalidades el brillo, el color.
La modalidad auditiva tendrá como submodalidades el tono, el
ritmo, etcétera.
Afirman que son capaces de curar fobias en minutos al modifi-
car las modalidades o submodalidades de la representación.
Otra de las aportaciones es que pueden ubicarse muchas repre-
sentaciones a partir de la primera, segunda, o tercera persona. Así
supongo que explicarían la representación de Nijinsky. Esto resulta
forzado. En cierto sentido sí es como si Nijinsky se viera a sí mismo
desde el foso en tercera persona, pero no cómo se sentiría. Su sen-
sibilidad semeja una primera persona, con una sensibilidad diferen-
ciada (como en el túnel visual del agresivo) y no hay por qué poner
como regla general que una forma de representación vale más que
otra. En síntesis, lo que quiero decir, es que hay una mirada desde
primera y tercera persona simultáneamente, la imagen de Nijinsky
también incluía seguramente miradas en primera persona. Creo
que podía ver sus brazos, o las señales del director. Esto es un tú –
yo – él simultáneo diferente a la empatía, ya que en la empatía yo
supongo cómo me sentiría siendo tú. Nunca me siento tú, te siento
tú, pero nunca es un simultáneo tú – yo. Asimismo, supongo que
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 87

Nijinsky se consideraba admirado por esta tercera persona, y eso


hace su desempeño positivo. Si no percibiera la admiración, y sin-
tiera hostilidad por terceros, tal vez no se desempeñaría así de bien
o elegiría otra modalidad.
Si bien la programación neurolinguística es incapaz de explicar
la experiencia de Nijinsky, tiene aproximaciones interesantes al
respecto. Hacen la acertada distinción entre lo que se siente al re-
cordarse mirándose a uno mismo desde fuera o desde dentro.
Cuando nos miramos a nosotros mismo desde dentro sentimos
más la experiencia que si lo hacemos desde fuera. Para ilustrar esto:
si me miro dentro de mí mismo al sentir la fobia, lo siento tanto
que no puedo trabajar en ello. En cambio, al mirarme desde fuera,
como si alguien más me mirara, la intensidad disminuye.
Este conocimiento resulta útil para el terapeuta, ya que a
través del cambio de imagen se puede trabajar mejor la misma. Al
modificar las submodalidades se puede modificar la experiencia de
la persona.

4.4 Crick y las representaciones

Crick y Koch (2002), hablan de las representaciones dividiéndolas


en implícitas vs. explícitas, y activas y latentes. Las implícitas son
aquellas en las que el símbolo es suficiente para extraer toda la
información de la imagen para entenderla. La implícita requiere de
un trabajo extra.
La activa es la que está producida por actuales disparos neuro-
nales, mientras que la latente no está momentáneamente activa.
Dicen estos autores que el problema de la conciencia está “ill
posed” (insuficientemente planteado), debido a que la información
que aparece en la conciencia tiene mucha relación con la que no
aparece. Si vemos la parte posterior de la cabeza de una persona
sabemos que tiene una cara. Así, mucha de la información que
permite interpretar la conciencia no está en ella.
88 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

La forma de estos y muchos autores de mirar la conciencia es la


de una conciencia plana, sin las amalgamas cualitativas que aquí
mencionamos, aunque desde luego, estoy de acuerdo en que es
necesaria la información que no aparece en la conciencia para que
cobre sentido la que sí lo está.

4.5 Julian Jaynes

Julian Jaynes en su tan polémico como célebre libro acerca de la


conciencia, a mi juicio expone dos hipótesis, yo sólo me centro en
la primera de ellas, a saber: que la conciencia es un operador que a
través de los análogos metafóricos permite la interpretación y ac-
ción en el mundo. Julian Jaynes comienza su exposición aclarando
qué no es la conciencia, es decir, cuida su parcela trabajándola con
límites adecuados.
La primera idea de gran importancia es que la conciencia no es
un epifenómeno. Este aserto es crucial para sostener que la con-
ciencia es un operador. La manera de demostrarlo es a través de un
ejemplo: la conciencia es más intensa cuando dudamos de nuestro
desempeño.
Jaynes (op. cit. 1987) menciona entre otros, estos conceptos que
no deben confundirse con la conciencia. La conciencia no es la
conciencia de la conciencia. La conciencia no es necesaria para
pensar (como en ciertas fases del proceso creativo), ni para apren-
der (como en el condicionamiento pavloviano). La conciencia no
es lo mismo que la reactividad. Un sonámbulo carece de concien-
cia, pero no de reactividad, es decir, reacciona a los estímulos. Un
hombre que ha perdido la conciencia como producto de un golpe
pierde ambas (conciencia y reactividad). La retina reacciona a la
luz, tiene reactividad, más no conciencia.
Cito ahora textualmente la definición de Julian Jaynes:

La mente consciente subjetiva es un análogo de lo que llamamos


mundo real. Está constituida por un vocabulario léxico lógico cuyos
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 89

términos son metáforas o análogos de conducta que se encuentran en


el mundo físico. Su realidad es del mismo orden que las matemáticas.
Nos permite tomar atajos conductuales de proceso y llegar a decisio-
nes más adecuadas. Como las matemáticas es un operador, más que
una cosa o un depósito. Está íntimamente vinculada con la volición y
con la decisión. (Jaynes, 1987, p. 55)

4.6 Categorías

Tipo, forma y grado de conciencia


Lo primero que hay que decir parafraseando a Damasio (2000)
es que la conciencia no es un ente monolítico, esto es, de todo o
nada. Hay formas, grados y ángulos de conciencia.

Formas de conciencia
La conciencia es una palabra que puede aplicarse al sueño, a la
vigilia, a los estados alucinados, con toda corrección; que no obs-
tante, posee una sintaxis y semántica distinta en cada uno. La con-
ciencia cambia según el estado mental (Padua, 2005), pero la cuali-
dad consciente permanece. La forma de la conciencia depende en
gran medida del estado mental. Esta es una categoría fundamental
para el análisis de la forma.
El mismo estímulo es diferente según sea la vigilia o el sueño.
Es famoso el sueño de Alfred Maury en el que la guillotina de la
revolución francesa cae sobre su cuello, para despertar descubrien-
do que tiene la persiana, cual mortal cuchillo en el cuello.
En el mismo estado mental, la forma de la conciencia puede
variar, por ejemplo en las diferentes etapas del sueño. Desde las
alucinaciones hipnagógicas al sueño de la fase MOR, o bien en la
fase en la que desaparece la conciencia.
En la vigilia se puede decir que la forma de la conciencia en la
hipnosis es diferente a la del estado de alerta.
En el contexto clínico, un terapeuta puede trabajar con una
escena que contiene dolor y limitaciones para la persona. La forma
en la que es tratada en la conciencia es uno de los elementos terap-
90 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

éuticos de la misma. Cuando el recuerdo es básicamente verbal,


estereotipado y repetitivo no ocurre nada. En cambio, cuando el
paciente logra reproducir emociones o sensaciones originales o
similares, hay una recuperación de la escena. En ambos casos hay
conciencia, mas en uno de ellos hay terapia, en el otro no.
Una mujer que había abortado sufría cada año por las mismas
fechas de ataques anoréxicos. La primera sesión me habló de una
angustia en la garganta. Le pedí que se concentrara en el dolor y
asoció el día de su aborto.
La tarea fue escribir al respecto cada una de las escenas que ese
día me relató. En la tercera sesión recordó una de las escenas con
detalles sensoriales tan precisos y claros que pudo “oler” la loción
del doctor que le practicó el legrado. Lloró intensamente con re-
cuerdos detallados.
Se recuperó de la anorexia. No se puede saber si los detalles que
recordó fueron o no precisos, no obstante, la reedición sensorial y
emocional de ellos la curó. Esto nos lo habían dicho el método
catártico e hipnótico, sin hacer énfasis en los cambios a nivel de la
forma de conciencia y cómo esto en sí mismo puede ser un criterio
indicador.

Grados de conciencia.
Cuando hay un cambio de estado mental, no se pasa de la com-
pleta inconsciencia a la completa conciencia repentinamente.
Cuando despierto no siempre paso de la conciencia del sueño a la
vigilia.
En un mismo estado mental, la conciencia se convierte en per-
cepción, en un módulo que acelera el aprendizaje.
Puedo escuchar a alguien cantar, pero sólo después de alguna
experiencia sé que canta ópera. Después de más experiencia sé que
se trata de una ópera de Puccini y hasta después de mucho escu-
char, puedo saber que es la voz de Luciano Pavarotti. Esto no sólo
es nivel de aprendizaje es también la traducción consciente de
la experiencia. La conciencia tiene un refinamiento que puede dar
la experiencia. El humor es más fino, mientras más consciente se es
de las sutilezas.
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 91

El escritor con oficio percibe más características en un escrito


que su contraparte novato. El desarrollo biológico conlleva cam-
bios en la percepción consciente que se clasifican groseramente
como maduración.
Un niño de siete años puede cantar apasionadamente una can-
ción de amor, sin saber con plena conciencia qué es lo que dice la
canción. Esto equivale a saber con conciencia.

Ángulos de la conciencia
La conciencia existe en cualquier ángulo de la conciencia, pero
determina en gran medida la clase de operación que se realiza.
Por ángulo de la conciencia entiendo algo diferente a enfoque.
Aun los enfoques tienen diferentes ángulos.
En el lenguaje, hay palabras que claramente disparan diferentes
procesos: Un científico puede hacerse varias preguntas respecto a
lo mismo. La pregunta ¿cómo?, genera una respuesta de proceso.
La pregunta ¿cuánto?, habla de cantidad. ¿Con qué?, de enumera-
ción, la pregunta ¿dónde?, espacial, ¿para qué?, es utilitaria y ¿por
qué?, teórica. El enfoque puede ser micro o macro, pero el ángulo
es la perspectiva que genera el proceso. No se trata sólo de saber,
sino de qué saber; es decir, el ángulo consciente. Por ejemplo, si
una mujer y un hombre homosexual ven a otro varón, el tipo de
contenido atentivo y consciente tiene diferencias en cómo y qué
ver en el objeto del deseo sexual. En ambos casos se trata de un
hombre, pero los ángulos son diferentes.
Basta mirar, por ejemplo, una revista pornográfica dirigida a un
público femenino, y mirar una revista dirigida al público masculino
homosexual y comparar actitudes, ángulos de fotografía, poses y
contenidos.
En el ámbito cognoscitivo Jean Piaget enseñó que la conciencia
de una operación se realiza progresivamente. Un ejemplo puede
ser la noción de conservación. El niño pasa agua de un vaso chapa-
rro y gordo a uno largo y delgado y argumenta que hay más agua
en el vaso delgado porque es más alto.
La conciencia evoluciona, no es un proceso estático e idéntico
en el tiempo.
92 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

La comprensión no consciente que se da gradualmente pasa del


mismo modo a comprensión consciente. Del mismo modo que la
comprensión no consciente es gradual, lo es la comprensión cons-
ciente.

Conciencia, reactividad y concatenamiento de respuestas


Recordando a Julian Jaynes es necesario diferenciar entre con-
ciencia y reactividad. Cómo mi retina se adapta a los cambios de
luz se debe a la reactividad, pero no soy consciente de ello. Esta es
la reactividad sin conciencia, mas no puede haber conciencia sin
reactividad. En el caso de la agresión, la persona siente pero no
puede reaccionar al estímulo auditivo o cenestésico de quien le
pide que no ataque, hay reactividad pero no de manera coordina-
da. La compulsión, es justamente la imposibilidad de no hacer
algo, pese a la voluntad e intención consciente de evitarlo. Cual-
quiera que haya estado enamorado sabe de la inutilidad de la firme
voluntad para no llamarle a la persona amada. Conocemos la im-
posibilidad para evitar el nerviosismo, la alteración de la respira-
ción, la taquicardia al ver a la amada figura.
La conciencia es diferente a la reactividad debido a que puede
haber reactividad sin conciencia, mas no conciencia sin reactividad,
aunque sí una serie de respuestas diferentes a las deseadas cons-
cientemente.
Siguiendo la analogía presentada por Jaynes, la reactividad es
una respuesta aislada que puede ser medida en un escaneo cere-
bral. Con toda certeza, también la conciencia sin respuesta coordi-
nada. Por tanto, se impone la idea de que la respuesta unida a la
conciencia es un concatenamiento de respuestas orientadas en el
mismo sentido por poderosos mecanismos integradores. A veces
estos mecanismos funcionan activando lo opuesto o simplemente
indeseado, como en las obsesiones y compulsiones; tema de estu-
dios neurocientíficos que escapan a este escrito.

Amalgama consciente
La conciencia no siempre funciona de la misma forma, se pliega
de manera diferente a la situación. Este movimiento formal deter-
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 93

mina en gran medida nuestra manera de responder a la situación.


Este “amoldamiento” a la situación de parte de la conciencia cons-
tituye una sintaxis regular en la especie humana que es significativa
en sí misma.

El uso clínico de la información consciente


El psicólogo clínico puede utilizar este amoldamiento conscien-
te en beneficio de sus pacientes tanto en la evaluación como en el
diagnóstico y tratamiento.
El médico alópata, al preguntarnos qué sentimos, cómo son
nuestros síntomas, utiliza esta información consciente para hacer
un diagnóstico. ¿Dónde duele?, ¿cuál es la forma del dolor?, si mi-
gra de un lugar a otro son puntos que un buen médico considera
importantes en su valoración.
No sólo me refiero a las obsesiones compulsivas, o a la depre-
sión, cuyo componente es evidente. Me refiero a que el psicólogo
clínico puede evaluar su propio trabajo a partir de los resultados que
sus propias intervenciones provocan. El médico evalúa si la persona
respondió y cómo a determinado fármaco. Del mismo modo debe
trabajar el psicólogo clínico. Pondré un ejemplo un poco largo de
cómo se usa la imagen consciente como criterio diagnóstico.
Una persona llega a mi consulta y me dice: “Estoy triste.”
—¿En qué parte del cuerpo sientes la tristeza?
—En el pecho.
—¿Cómo es la tristeza?
—Como si me oprimieran el pecho.
—¿De qué color es la tristeza?
—Roja.
—¿Qué textura tiene?
—Áspera.
—¿Tiene sonido?
—Se traga el sonido.
—Concéntrate en la sensación y guarda silencio interior hasta
que llegue un recuerdo a tu mente. Cuando lo tengas dímelo.
—Recuerdo la voz de mi madre. Estoy en su casa. Tengo como
seis años.
94 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

—Muy bien. Ahora quiero que vuelvas a ver la sensación roja


áspera y de ruido silencioso. Te pregunto: ¿cambió?
—Sí, es menos intensa, ya no es roja, ahora es azul.
—Muy bien.

Este método de aplicar la técnica de la asociación libre en temas


restringidos y evaluada en la misma sesión usando las propias imá-
genes “sensoriales”, a las que llamo referandos da magníficos resul-
tados.
Evidentemente, la tristeza posiblemente no tenga color, ni tam-
poco sea áspera. Se está trabajando con su propio lenguaje interior.
Es como si esa tristeza estuviera construida por cada uno de esos
recuerdos. Es sorprendente cómo a través de los propios recuerdos
la imagen se transforma.
La siguiente sesión se evalúa la misma imagen para observar si
provoca la misma sensación o emoción de la sesión anterior.
La conciencia es resultado de otros procesos mentales no cons-
cientes como lo demuestran los trabajos de Julian Jaynes, Sigmund
Freud, Milton H. Erickson, Jean-Martin Charcot. La conciencia es
resultado de procesos no conscientes que son más numerosos e
importantes en muchas tareas que la propia conciencia. Un sonám-
bulo que tiene un grado reducido de conciencia, o tal vez ninguno
como hasta ahora se cree vulgarmente, no requiere de la concien-
cia, ¿es acaso una muestra de que no se requiere conciencia? O se
trata de una generalización vulgar debido a un enfoque o método.
Las preguntas conscientes sí dirigen un proceso, en la creatividad
son el disparador de los procesos mismos. La meditación comienza
con un proceso de repetición rítmica consciente de una frase y
termina por modificar el estado mental. Es altamente terapéutica
y provoca la irrupción de imágenes cuya simbología es imposible
conocer para alguien.
La discusión podría seguir, mas no es necesario, ya que tanto la
visión ciega como la heminegligencia son pruebas inequívocas de
la utilidad de la conciencia en la producción de procesos. La visión
ciega nos enseña que es tan importante ver como darse cuenta de
que se ve para ejecutar las acciones adecuadas.
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 95

En la heminegligencia no sabemos cómo se procesa el lado


ignorado fuera de la conciencia, lo que sabemos es que al no proce-
sarse conscientemente no son activados procesos importantes.
En la terapia familiar jamás se planea una intervención que no
tenga un claro y evidente proceso consciente con la confianza de
que la paradoja habrá de provocar el cambio en niveles conscientes
y no conscientes.
La conciencia es un resultado de los procesos mentales y al mis-
mo tiempo generador de estos. Es causa y efecto simultáneamente,
y en diferentes tiempos, en diferentes tareas y de diferentes mane-
ras; por tanto, cada tarea debe ser evaluada en particular y también
cómo la conciencia puede ayudar, impedir, bloquear o permanecer
neutra ante el desempeño concreto.

4.7 Las personas en la conciencia más que


personas gramaticales

Como se ha dicho ya, si bien en el lenguaje hablar de las personas


gramaticales es un concepto muy preciso, es una sobre simplifica-
ción en la amalgama consciente. Las personas gramaticales en la
conciencia son una combinación de varias. Ya se ha comentado
que en el ejemplo de Nijinsky hay una combinación.
Por otro lado, es necesario decir que el tú en el lenguaje es una
referencia precisa, como puede ocurrir en la conciencia, como
cuando conscientemente me refiero a ti.
Casi siempre hay una combinación difícil de reducir en una sola
persona.
Como se decía, la empatía es cómo me sentiría yo si fuera tú.
Jamás dejo de ser yo. En cambio, en estas figuras conscientes siem-
pre me siento yo. Me miro desde diferentes perspectivas, pero
jamás me dejo de sentir, en todo caso la sensación es diferente.
Esto muestra que las figuras de la conciencia sí tienen impacto
sobre cómo me veo, y por otro lado, que la fenomenología cons-
ciente es una compleja combinación de personas.
96 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

Hay otra forma de tú consciente que ya no es tan clara. Es una


figura “virtual” que consiste en cómo yo supongo que tú eres. Hay
una fabricación. Es siempre más y menos que el tú. Esta figura
virtual del tú es una creación parcial de ti. Por eso, la predicción de
los novios no es siempre lo precisa que se quisiera. Hay deseos,
aspiraciones, recuerdos, proyectos, ilusiones y miedos involucra-
dos en esa imagen.
Esta manipulación no consciente de la imagen consciente, es la
que permite transformar a los rivales de John Brodie en jugadores
lentos. En las películas, esta clase de distorsiones se ve claramente
cuando se quita el sonido, o se pone música motivadora, por
ejemplo.
Esta transformación del otro a través del cierre de la imagen
consciente la mencionaron los soldados norteamericanos cuando
declararon que los vietnamitas no eran humanos, o mejor dicho
eran no-humanos (Aronson, 1981).
Por eso e independientemente de si los hombres o las mujeres
sean de Venus, o de Júpiter, o terrestres, hay una versión continua
de que el sexo opuesto está loco y es hipócrita y manipulador. “Los
hombres están locos, ¿quién los entiende?” “Las mujeres son in-
comprensibles. Si Einstein hubiese intentado comprenderlas, se
suicida antes de elaborar la teoría de la relatividad.” “Las mujeres
son para amarlas, no para comprenderlas.”
Es por eso que transformamos la imagen del tú en un compo-
nente que nos permite operar adecuadamente. Creamos estas figu-
ras virtuales y ello determinará cómo actuar con ellas. Idealizamos
al ser amado, al que vemos diferente a todos los demás. Miguel de
Cervantes Saavedra ironizó esta condición al motivar a su insigne
caballero a través de su Dulcinea, mujer ideal a la que jamás cono-
ce. Así ensalzamos a la mujer u hombre ideal.
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 97

4.8 La conciencia social

Como ya se ha dicho, si Nijinsky se sintiera rechazado en su danza,


seguramente la imagen hubiese sido otra. Esta imagen placentera en
la cual se proyecta a sí mismo como quiere ser y se siente visto por
los demás, es una de las condiciones fundamentales para el desem-
peño. El manejo de la imagen mental es crucial. ¿Qué hubiera pasa-
do si Nijinsky no se siente aceptado?, ¿acaso sería igual su imagen?
Suponemos que cuando la aceptación social es manifiesta, la
persona genera una serie de imágenes de valoración positiva y
placentera.
En las justas deportivas, los llamados equipos visitantes suelen
tener al público en su contra. ¿Cómo es la imagen mental conscien-
te que genera un triunfador?, ¿y cómo es la imagen mental de un
derrotado?, ¿es posible que pueda entrenarse?
Ha sido ya famoso el que los mexicanos pierden al tirar los pe-
naltis en el fútbol. ¿En qué está pensando un jugador que acierta
anotar un penalti?, ¿en qué piensa quien lo falla? Imaginemos que
uno de los tiradores mira al portero más grande en la puerta:
¿fallará?, o bien, mira la portería más pequeña: ¿acertará? Imagine-
mos que está pensando en que mucha gente le está viendo tirar ese
penalti por la televisión: ¿acertará? Imaginemos que piensa que los
ha practicado y acertado, que ese portero se tira mejor a la derecha
que a la izquierda y él ha practicado eso.
¿Cómo un personaje como Nelson Mandela puede permanecer
27 años preso sin perder la esperanza por salir de la cárcel y liberar
a su país?, ¿cómo es la imagen de la esperanza?, ¿se entrena?

4.9 Dos ejemplos clínicos

Cascarrabiosa
Llega una persona a mi consulta diciendo que es incapaz de
controlar su violencia verbal y física con sus hijos y su pareja. Se
98 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

define violencia verbal como el uso de insultos y gritos soeces. La


violencia física se define como arrojar objetos sólo para romperlos
sin lastimar a las personas con las que se discute. Coincidió en que
dejaba de escuchar, sentir y se repetía interiormente una frase que
la irritaba. Se le pidió la descripción fenomenológica y acuñó el
término de “túnel visual.”
Durante la primera sesión se le pidió que se provocara un enojo
voluntario (una paradoja). Se le pidió que se enojara “por escrito”,
es decir, que escribiera provocándose el enojo a través de las imá-
genes y diálogos internos que normalmente le provocaban la ira. El
reporte verbal fue que se sintió ridícula.
En la tercera sesión se le pidió que se enojara y arrojara objetos
en el consultorio. Se habían elegido algunos artículos de cristal
para que los rompiera. Esto con el objetivo de que la persona des-
contextualizara su conducta agresiva. Si esto se lograba, el túnel
consciente de la conducta agresiva dejaría de desarrollarse por la
“pena” de romper cosas en el consultorio del psicólogo. El proble-
ma fue lograr que lo hiciera.
Esta clase de paradojas se repitieron en varias sesiones. Pronto
dejó de escribir sus enojos. Cada sesión le costó más enojarse, arro-
jar objetos. Comenzó a ponerse en los zapatos de los demás fami-
liares.
Como se esperaba, ella decía que evitaba meterse en el túnel al
recordar que rompía cosas sin ton ni son en el consultorio.
Seis meses después, tanto su familia como ella, la reportaban sin
conducta violenta.

Un flautista lejos de Hammelin


A mi consulta llegó un flautista que buscaba mejorar su desem-
peño como músico. Se sentía angustiado al tocar y decepcionado
de cómo lo estaba haciendo. Después de cada concierto se recrimi-
naba lo torpe que era para tocar. Un diálogo interno obsesivo con
tintes compulsivos le llevaban a la depresión. La primera sesión se
utilizó la paradoja para manejar su obsesión a recriminarse y su
compulsión a sentirse mal.
Se usaron dos sesiones para controlar la autoflagelación.
Capítulo 4. ESBOZANDO LA CONCIENCIA, SUS EVOCACIONES 99

Era necesario ahora mejorar su intensidad emocional. Le pedí


que visualizara su movimiento digital. Sorprendido descubrió que
no podía visualizarlo. Comenzó a estudiar los pasajes visualizán-
dolos. Incluso escuchamos a Mozart y él miraba sus dedos o a sí
mismo.
Ante sus temores, le pedí que se visualizara a sí mismo tocando.
En la siguiente sesión le pedí que volviera a hacerlo, concentrando
su atención en el movimiento de sus manos, le pedí que mirara sus
manos desde diferentes ángulos. A la siguiente semana reportó una
mejoría en su desempeño y menor nerviosismo.
Dos meses más tarde realizó una ejecución. Al saber que escrib-
ía yo este artículo le he pedido su propia versión de la forma cons-
ciente. A continuación, su propio relato:
“Como flautista, al estar ejecutando una pieza en público perci-
bo que el transcurrir del tiempo es muy rápido. Por ejemplo, si una
obra dura 20 minutos, al terminar el concierto tengo la sensación
de que duró 3 minutos. También, durante la ejecución tengo la
impresión de que la dimensión de la partitura es más pequeña de lo
normal.
Hay momentos en que me he sentido muy ajeno a mí mismo,
debido al estar pensando mucho en las notas y en el desarrollo de
la partitura.
Otro suceso curioso es que siento como si hubiera otro ‘yo’
situado detrás de mí que observa mi ejecución. De esa manera creo
estar observando mi cabeza, mis manos y la partitura, pero desde
otra perspectiva. Pareciera que del ensayo al concierto, debido a
los nervios, cambiara mi percepción de la realidad.
Es así como ahora vivo el concierto, pero antes me dejaba llevar
por mis emociones y, queriendo impactar en el público, utilizaba
mucha energía pero mal canalizada y descuidaba la música.
Cuando comencé a cuidar cada detalle de la partitura y a tomar
más conciencia de mi ejecución, mi percepción comenzó a alterar-
se de esta manera.
Lo único que no cambió es mi impresión del tiempo, siempre al
estar tocando frente a un público suele pasar muy rápido.”
100 JOSÉ DE JESÚS PADUA GABRIEL

Referencias
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Alianza Editorial.
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