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FACULTAD DE ARTES
Matrícula: 78491
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OBJETIVO
Visitar los archivos históricos de las principales bibliotecas de la ciudad y del arzobispado
para el acopio de material biográfico e histórico del período que se pretende estudiar.
La casi totalidad de la colección la posee el Sr. Manuel Enríquez y otra parte la posee el
padre Dizán Vázquez, al cual también se ha visitado, siendo el encargado del Archivo
Arquidiocesano. También se han encontrado seis tomos correspondientes a los primeros
años de publicación en la Biblioteca Central de la UACH.
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se acostumbraba, etc.). También se encontraron dos cartas del entonces arzobispo de
Chihuahua, don Antonio Guízar y Valencia dirigidas al padre Aguilar sobre todo para
amonestarlo por ciertas frases encontradas en algunos números de la Revista La
Cruzada Mariana que disentían un poco de la ortodoxia católica.
Se grabó una pequeña reseña biográfica que el Señor Enríquez escribió con el fin de
publicarla en algún periódico local. También se empezó a hacer un listado de las obras
musicales de carácter mariano que el señor Manuel Enríquez recuerda fueran
composiciones del padre Aguilar. Se llegó a un listado de más de 15 piezas musicales,
pero conforme se ha ido investigando este número va en aumento. Además, se conocen
algunas obras de carácter no religioso, sino recreativo que compuso para las reuniones
y festivales sociales que organizaba con las asociaciones que dirigía.
Las presentes reflexiones sobre este Autor y su Obra son fruto de las primeras
investigaciones que se han podido realizar con el fin de un avance al trabajo final de la
maestría en Artes.
Es necesario hablar, aunque sea brevemente del personaje que nos ocupa.
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BREVES NOTAS BIOGRÁFICAS
Leopoldo María Aguilar nació el 15 de noviembre de 1897 en Zacatecas. Desde muy niño,
al perder a su padre, su madre y él vinieron a establecerse en la ciudad de Chihuahua.
Fue ahí donde tuvo su primer contacto con el saber y el arte. Desde niño empezó a
cultivar relación con los padres jesuitas que tenían a su cargo las recién fundadas
Congregaciones Marianas en algunos templos de la ciudad. Su temperamento sensible
y abierto se sintió atraído por la belleza de las ceremonias sagradas de su tiempo, los
cantos religiosos y la devoción a la Virgen María.
Cuando llegó a Chihuahua siendo niño, los jesuitas lo tomaron bajo su tutela al ver sus
cualidades y su fervor por lo religioso. Los padres jesuitas en los años en la década de
1910 a 1920 regenteaban el Santuario de Guadalupe. El superior de aquellos años, el R.
P. Pedro M. Delgado lo inició por los caminos del amor hacia la Virgen María a la vez que
lo indujo también hacia la poesía al descubrir las altas dotes que tenía para ello.
Fue en esos años, de 1908 a 1921 que permaneció al lado de los jesuitas, sirviéndoles
de diversos modos: de acólito, de sacristán, de organista y cantor y al mismo tiempo de
profesor como señalamos enseguida.
Decidió entrar en el Seminario Conciliar para estar cerca y al pendiente de su madre. Ahí
pudo aprender los rudimentos musicales de canto, solfeo que formaban parte de la
formación sacerdotal.
Al desatarse la guerra de Revolución fueron expulsados los padres Paúles, que dirigían
el seminario, así que el seminarista Leopoldo, de apenas 16 años, tuvo que hacer un
paréntesis en sus estudios del seminario y se dedicó a la enseñanza de los niños en una
de las escuelas que fundó el padre Delgado, siendo el joven Leopoldo cofundador y
director por varios años de dicha escuela, la Escuela Particular no. 7 de san Ignacio.
Fue en esos años cuando el R. P. Samuel Ginori S.J., al tenerlo cerca y aprovechando la
confianza que le tenía y sus conocimientos musicales, lo puso a cargo del coro de la
Congregación Mariana y montaron, entre otras cosas, los cánticos del “Repertorio
Músico” del P. Otaño, libro que habían traído de España. Sacaron de ahí cantos marianos
y villancicos para las funciones sagradas.
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El joven Leopoldo se ordenó sacerdote en abril de 1921. Desde sus primeros pasos como
Vicario en la Catedral, luego párroco del Templo Santo Niño y después en el Santuario
de Guadalupe dio gran impulso a las Congregaciones Marianas de niños, jóvenes y
adultos.
En sus primeros años como Vicario en la Catedral, donde estuvo hasta fines de 1925, se
dedicó a dar impulso a la música sacra, formaba coros para darle mayor atractivo a la
catequesis. Esto daba gran esplendor al catecismo y era foco de atracción para los niños
y jóvenes. Contaba entonces a su cargo con unos 500 niños y 100 catequistas de todas
las clases sociales.
Supo descubrir en algunos niños y jóvenes aptitudes para la música y los condujo a
cultivar el amor hacia ella. Fue en esos años en Catedral cuando conoció e impulsó al
jovencito Francisco M. Sierra, de quien luego volveremos a hablar, a desarrollar su bella
voz de barítono.
En 1926, año en que se desata el conflicto religioso, fue trasladado como párroco a la
parroquia del Santo Niño. A pesar de los 3 años que duró el conflicto él siguió atendiendo
a los fieles a pesar de todos los peligros y de todas las dificultades.
Para darle mayor cohesión a la formación de los que estaban a su cargo fundó y dirigió
desde octubre de 1924 hasta su muerte (1970), la revista “La Cruzada Mariana” donde
podemos encontrar multitud de poesías de su autoría y de otros poetas Chihuahuenses,
así como las piezas musicales que compuso sobre todo en honor a la Virgen María.
Para abordar la obra del Padre Aguilar se hace necesario referirnos a él como un artista,
hablar de sus cualidades y personalidad, de su entorno social, del impacto social que
tuvo su obra, así como la relación que tuvo en el ámbito y el campo musical de su época.
La sociología tiende a hacer a un lado a los creadores, tratando de explicar las obras de
arte solamente en la relación que existe entre el campo de la producción y su relación
con los consumidores.
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Empero, existen unas leyes para abordar toda creación artística que no podemos eludir:
la misma autonomía del artista, la relación que juega con los demás artistas tanto los que
le precedieron como los de su entorno.
Para abordar la obra del Padre Aguilar se hace necesario referirnos a él como un artista,
hablar de sus cualidades y personalidad, de su entorno social, del impacto social que
tuvo su obra, así como la relación que tuvo en el ámbito y el campo musical de su época.
Lo que le hacía ganarse la simpatía no sólo de las personas piadosas sino también de
los no creyentes o indiferentes fue “su carácter de verdadero artista, pero de artista que
refleja en sus composiciones ya literarias, ya musicales, su alma profundamente religiosa,
enamorada de María, de su Patria y de su Religión… Porque nuestro poeta tiene una
cualidad muy difícil de conseguir, a saber: Expresar la belleza con sencillez y al mismo
tiempo con sublimidad, esto es, arrebatar, enamorar y entusiasmar sin necesidad de
recurrir a ciertos giros y palabras estrambóticas tan usadas hoy por los poetas modernos”.
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CONTEXTO SACRO-MUSICAL
Le tocó vivir en una época en que, gracias a la reforma litúrgica del Papa Pío X se vivían
con gran esplendor las celebraciones litúrgicas, a la vez del creciente auge de
composiciones en cuanto a música sacra. Eran ceremonias muy suntuosas las de
aquellos años y de gran belleza y boato en la liturgia. Era el tiempo de los grandes
músicos italianos, Licinio Réfice y Lorenzo Perosi (cuyas composiciones sacras eran
interpretadas en todo el catolicismo). Por otra parte, aquí en México se vivía también una
renovación y florecimiento en el ámbito de la música sacra, impulsado sobre todo en
Morelia sobre todo por el maestro Miguel Bernal Jiménez y de ahí a todo el país a través
de la revista sacro-musical que editó por varios años “Schola Cantorum”, que contenía
como suplemento obras musicales de artistas mexicanos contemporáneos.
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1929. El Artista. La Cruzada Mariana. No. 10. Julio-Agosto. Tomo V. p. 7.
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Su obra musical no se puede entender de forma aislada, sino un producto de la
religiosidad y espiritualidad propia de la época en que vivió y de la que tan impregnado
estaba su espíritu. No vino a suponer en estilo nuevo o un rompimiento con los patrones
y modelos artísticos anteriores. Sus melodías entran dentro de la música popular
religiosa, pues esa era su intención, llegar al alma y corazón de sus oyentes produciendo
en ellos ese amor y fervor hacia la figura de María, a la que estaban dedicadas casi todas
sus obras.
Su habitus era, pues, ese contexto de la sociedad de su época que tenía una acendrada
religiosidad y un gusto por las celebraciones religiosas embellecidas con lo cantos
religiosos. El efecto de su Obra llegaba a todos los estratos sociales, se cuentan entre
los miembros de su Congregación a familias muy ricas de la ciudad, mismas que
apoyaban económicamente al padre en todas sus empresas.
Para valorar pues, la creatividad en la obra del Padre Aguilar, podemos decir que surgió
en un campo que podríamos llamar “Canto Religioso popular” o “Misterios”, que son
composiciones religiosas cuyo texto evoca algún evento bíblico o alguna verdad o dogma
que se cree sobre Jesucristo, la Virgen María o los santos, que tiene resabios de
romanticismo y algo de impresionismo que todavía se respiraba en la primera mitad del
siglo XX. Sus formas son sencillas y su música es homófona aunque en algunos piezas
llegan a encontrarse pasajes a dos voces.
Al intentar recopilar y analizar la obra del padre Aguilar tenemos que tener en cuenta el
carácter sagrado del arte y del artista, tomar en cuenta el lugar donde se realiza el trabajo.
La obra o producción del artista es “objeto de creencia, de amor y de placer estético”2, y
así lo entendió la gente de su tiempo que fue la primera destinataria de sus obras.
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Creo a los creadores, Bourdieu Pierre, p. 168
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A la vez que poseía una personalidad muy sociable, sabía darse al retiro y a la soledad
y en el silencio era en donde brotaba en él la inspiración para componer gran cantidad
de poemas y cantos sagrados. No había número de la revista “La Cruzada Mariana” en
que no apareciera una o varias poesías del sacerdote.
Era una persona con gran iniciativa y espíritu sumamente emprendedor, que gustaba de
navegar por caminos por transitados por el común de los sacerdotes; pero a la vez sabía
aceptar las críticas o las llamadas de atención de la autoridad eclesiástica con humildad
y sumisión a sus directrices.
Podemos decir, ante estos primeros acercamientos a su obra, sobre todo sus poesías y
su música, que el Padre Aguilar componía sobre todo animado por su amor al arte;
descubrimos en él un impulso creador en el que se conjugan lo racional y lo irracional
(entiéndase como elementos inconscientes, visionarios e impulsos que influían en sus
composiciones).
Se inspira para sus composiciones no sólo en lo divino o celestial (La Virgen, Jesucristo,
los Santos) sino que también componía sobre todo poemas para las personas con las
que lo unían un especial afecto, así como un buen número de poseías y composiciones
a la patria y sus tradiciones.
Así, por ejemplo, sus poesías reflejaban lo que conocía y apreciaba de la persona o ser
a la que se lo componía (aquí iría lo racional o la intención, un rigor obstinado, sabe lo
que hace) pero también confluyen en sus versos lo inconsciente, los recuerdos que fluían
y su plasmaban en sus letras. Compuso a los sacerdotes amigos que partían de este
mundo, a sus queridos discípulos congregantes, a su madre que tanto amaba, pero
también a la Patria, que tan bien está representado su amor por ella en sus poemas y
cantos.
OBRA
La que fue “su obra por excelencia” fue la Revista “La Cruzada Mariana”. Revista que
dirigió intelectual y espiritualmente casi hasta su muerte, revista que sirvió de educación
religiosa, literaria, poética, educación de arte y cultura, de amor a la Patria, de historia
religiosa y civil y cuyo éxito llegó muy lejos, “se la alabó en el Estado, en toda la República,
y se la alabó en Estados Unidos, y se la alabó en España, y se la alabó en Italia … La
Cruzada Mariana es el monumento más espléndido del P. Aguilar en Chihuahua”.3
Además, con frecuencia presentaba en distintos foros, como el antiguo Teatro de los
Niños Héroes, festivales de música, poesía y obras teatrales muy bien representadas.
Dentro de las Congregaciones Marianas que él fundó había varias secciones: la sección
Eucarística, la Laus Perennis, la Catequística y la Académica, esta última era donde
practicaban los canticos religiosos que tenían y los compuestos por el Padre para realzar
las fiestas de la Virgen, así como también para preparar comedias, zarzuelas etc., para
los festivales que daba la Congregación. Esta misma sección era la encargada de
redactar la revista “La Cruzada Mariana”.
A pesar del apoyo y la buena aceptación de su trabajo entre la mayor parte de los fieles
católicos de ese tiempo, hubo, sin embargo, algunos sacerdotes que consideraban
demasiado romántica y melosa su música para ser ejecutada en los templos, se
3
1929 La obra del Padre Aguilar. La Cruzada Mariana. No. 10. Jul-Ago. Tomo V. p. 5.
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atrevieron a criticar y acusar ante el obispo don Antonio Guízar y Valencia de falta de
ortodoxia en la letra de algunas de sus composiciones o en artículos de su Revista.
El padre Aguilar fue humilde y acató siempre las correcciones e indicaciones que le daba
la autoridad eclesiástica. Tenemos conocimiento de al menos dos veces en que se le
escribió para amonestarle por las atrevidas frases que a veces publicaba en su famosa
revista referentes a la Virgen y que podían causar escándalo entre los fieles.
VALORACIÓN DE SU MÚSICA
ÁMBITO MUSICAL
Pasando al ámbito propio de esa época diríamos que sus piezas fueron bien recibidas
por el ambiente social y religioso en el que había pocos compositores al menos en la
ciudad de Chihuahua. Los músicos que participaban en las celebraciones de la iglesia
eran por lo general eran músicos que pertenecían a agrupaciones musicales de la ciudad
como bandas, orquestas, etc. El “Quinteto Maguregui” era requerido no sólo para las
reuniones y eventos sociales, sino también para interpretar la música en las
celebraciones religiosas como lo vemos en esta crónica de la revista: “el simpático coro
de los congregantes que aún no habíamos escuchado en todo el novenario dejó oír sus
melodiosos y enamorados cantos que, acompañados por el afamado Quinteto
Maguregui, subían, subían al cielo”.4
El gran violinista chihuahuense Ernesto Talavera también tenía sus participaciones sobre
todo en los festivales que organizaba la Congregación: “Muy lucido resultó el que se
4
1928. Ecos de la Congregación. La Cruzada Mariana. No.4. Tomo 4. p. 14.
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verificó en el Teatro de los Héroes en honor y beneficio del inspirado artista del violín don
Ernesto Talavera”.5
CONTEXTO RELIGIOSO
La obra del Padre Aguilar se vio afectada o influida por el ambiente que le tocó vivir. Un
ambiente, en cuanto al aspecto religioso, que se distinguía por un gran fervor y
entusiasmo. En la primera mitad del siglo XX a pesar de las conflagraciones mundiales,
o a causa de ellas, hubo una gran afluencia de vocaciones al sacerdocio y a la vida
religiosa. Los seminarios y los monasterios estaban llenos, e incluso había vocaciones
que esperaban turno para poder ingresar en ellos. A veces los que pedían su ingreso a
la vida religiosa eran jóvenes excombatientes que comprendieron a raíz de lo vivido en
la guerra la fugacidad de la vida y decidieron entregarse a Dios. Al Padre Aguilar le toco
5
1928. Notas sociales. La Cruzada Mariana. No.4. Tomo 4. P.18
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Fondo Arte y Cultura. Acervo musical del archivo histórico de la Universidad Autónoma de Chihuahua. Recuperado
el 19 de septiembre de 2017 en http://archivohistorico.uach.mx/arteycultura.shtml
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vivir ese ambiente. Aunque su vocación surgió por la semilla sembrada sobre todo por su
madre, también los padres jesuitas influyeron mucho en su decisión. A pesar de que le
tocó vivir en la época de la Revolución, de la Guerra Cristera, de las dos Guerras
Mundiales eso no afectó mucho a su obra literaria y musical. Eran más las relaciones con
las personas que convivieron con él directamente a largo de su vida, y los
acontecimientos de sus vidas y su vida religiosa lo que fueron los motores que lo
motivaron a componer sus poesías y sus canciones.
Es por ello que, en ese contexto social, fueron muy bien recibidas sus producciones. Sus
obras no eran “obras abiertas” sino obras programadas para el auditorio que le escuchaba
en sus sermones, en sus misas, en sus obras teatrales, en sus festivales y en sus veladas
literarias que organizaba con los miembros de sus congregaciones.
Obras que por la sencillez e intención directa del autor no podían tener más que
semejantes interpretaciones y similar impacto en sus receptores.
Su lírica y su prosa estaban influenciadas por los acontecimientos del momento, pero, al
componerlas, la rima o las ideas que surgían iban siendo el hilo conductor que hacía que
entretejiera la belleza en las palabras o en las líneas melódicas.
COMPOSICIONES MUSICALES
Hasta el momento de escribir este breve ensayo y en las entrevistas con personas que
conocieron al padre Aguilar y sobre todo en la investigación y revisión de archivos de las
revistas “La Cruzada Mariana” a los que hemos podido acceder hemos hecho un listado
de las piezas musicales que conocemos como compuestas por él. De dos o tres piezas
todavía no se tiene la certeza absoluta, sólo es presumible su autoría.
De carácter religioso: Estrella que radiante fulges, El Amor de María nos alienta, Con
flores las más bellas, Flor Espiritual, Gloria y Honor, Dios te Salve, Esposo Hermoso,
Virgen querida, flor del Carmelo, Oh, Medalla Milagrosa, Al servicio de María, Estrellita
Pura, Jardinera del cielo, Himno a la Inmaculada, Salve, del Mar Estrella, Cerca de mí,
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Arrullo, Sobre la dura peña, Salud a la Reina, Salve Falange, Inmaculada, Cantar a
Nuestra Señora de la Soledad, Himno de María Reina y Alborada de Mayo.
En total, 22 piezas, de las cuales se poseen las partituras de más de 15, algunas ya
impresas en las revistas citadas y otras en manuscritos de archivos de música sacra a
los que hemos tenido acceso.
De las obras de carácter profano hasta el momento conocemos sólo: Eso es ser Charro,
Barcarola, Recuerdos marinos, la Pastorcilla y Cantar a Jiménez. Todavía no hemos
tenido acceso a estas partituras, excepto a la de “Eso es ser Charro”.
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INDICE
Portada . . . . . . . . . 1
Objetivo . . . . . . . . . 2
Contexto Sacro-musical . . . . . . . 6
Obra . . . . . . . . . . 8
Valoración de su música . . . . . . . 10
Ámbito musical . . . . . . . . 10
Contexto religioso . . . . . . . . 11
Composiciones musicales . . . . . . . 12
Índice . . . . . . . . . . 14
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