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LA VIOLENCIA DE GÉNERO

Es posible definir la violencia contra las mujeres en la pareja como toda


forma de coacción, o imposición ilegitima por la que se intenta mantener la
jerarquía impuesta por la cultura sexista, forzando a que la mujer haga lo que no
quiere, no haga lo que quiere, o se convenza que lo que fija el varón es lo que se
debe hacer. Supone sentirse con derecho a un poder sobre la mujer -abuso de
poder-, que autoriza a violar, invadir o transgredir sus límites, con el objetivo de
vencer sus resistencias y tener control, dominio y posesión sobre ella para
conservar el poder en la relación y encarrilarla según propios intereses y deseos.

Supone multiplicidad de actos, de técnicas y procedimientos de ataques u


omisiones materiales o simbólicas, realizadas a través del uso injusto de diferentes
fuerzas -física, psicológica, moral, económica-, que buscan quitar poder, subordinar
y anular a la mujer como persona. Es un medio para salirse con la suya –mantener
la posición de autoridad que el sexismo permite al varón y lograr obediencia-, un
atentado a la integridad personal (moral, corporal, mental, a la dignidad, privacidad,
libertad) que busca anular las disidencias y las diferencias, un menoscabo a los
derechos humanos y que provoca daño y perjudica diversos aspectos de la vida de
las mujeres, siendo a veces un riesgo letal.

Breves datos de violencia contra la mujer

1. Una de cada tres mujeres en todo el mundo sufrirá violencia en su vida

2. En la mayoría de los casos, el abusador será un miembro de la propia


familia de la mujer o un conocido.

3. Mundialmente entre el 40 y el 70% de los homicidios de mujeres son


perpetrados por compañeros íntimos.

4. Entre el 4 y el 20% de las mujeres en los países en vías de desarrollo


sufren violencia durante el embarazo.

5. Entre las causas de mala salud, la violencia contra la mujer es superior


al total de los accidentes de tránsito y la malaria juntos.
6. La violencia contra la mujer es una de las causas de muerte e
incapacidad entre las mujeres en edad reproductiva al igual que el cáncer.
Las cifras sobre violencia contra la mujer en América Latina y el Caribe no
sólo se han mantenido sino que algunos países están informando que incluso han
crecido, afirmó un informe regional lanzado simultáneamente por varios
organismos de la ONU

“Entre 1990 y 2007, más de 900 mujeres chilenas fallecieron por causa de
homicidio, una gran mayoría víctimas de sus parejas o ex parejas. En Bahamas, el
feminicidio representó el 42% del total de los asesinatos en el año 2000, el 44% en
2001 y el 53% en 2002”.

En Costa Rica “llegó al 61% del total de homicidios de mujeres; en El


Salvador, la mitad de los casos de violencia reportados por la prensa en 2005
acabaron en homicidios; en Puerto Rico, 31 mujeres fueron asesinadas como
resultado de la violencia doméstica en el año 2004; y en Uruguay una mujer muere
cada nueve días como resultado de la violencia doméstica”.

Causas y circunstancias de la violencia contra la mujer

Si bien no existe una única causa de abuso, algunas combinaciones de


factores personales, situacionales, socioculturales y jurídicos pueden incrementar
las probabilidades de que un compañero abuse de una mujer

• En el plano individual, el compañero puede haber sido abusado durante la


niñez, haber sido testigo de violencia doméstica, no haber tenido padre, haber
sido rechazado por su padre, o haber consumido alcohol con frecuencia.

• En el plano familiar, el compañero puede tener el control de los recursos y


tomar las decisiones dentro de la familia.

• En el plano comunitario, la mujer puede estar aislada por falta de movilidad y


apoyo social.

• En el plano social, por lo general la masculinidad está definida por la


dominación del varón y a la vez está reflejada por patrones de relaciones de
honor y poder. Los castigos y la „corrección‟ de mujeres y niños „descarriados‟ a
menudo están culturalmente aceptados.
• En el plano estatal, no se aplican las leyes de violencia contra la mujer. El
Estado puede no sancionar la violencia, con lo cual, los perpetradores pueden
cometer actos de violencia impunemente.
Forjada en un contexto social que la permite, es ejercida como una
estrategia en forma de proceso de abuso y avasallamiento paulatino, de menos a
más donde pueden combinarse formas leves, moderadas o graves de ejecución
(maltrato, degradación y tortura), con el resultado de la creación, cuando es
sistemática, de una víctima que al final ya no puede defenderse. La discriminación,
ignorancia, desposesión, quebrantamiento, anulación y congelamiento de la
identidad de las mujeres son los resultados comunes de esta estrategia, que puede
terminar en su destrucción cuando el varón perdió la posibilidad de someterla.

Se incluyen en esta definición ampliada tanto las estrategias de refuerzo


de autoridad (violencia física –que como amenaza es un horizonte posible de toda
violencia, sexual, económica, verbal, emocional, cognitiva y perceptual, psicológica
– acoso, acecho e intimidación-, control de movimientos, demanda exigente de
servicios, uso de niños), las de aprovechamiento (violencias por omisión y
utilitarias) como las de búsqueda de nueva legitimidad (ensayos de invasión a los
nuevos límites femeninos).Pueden pensarse todas ellas como estrategias directas
(dominación agresiva o controladora que intenta desconfirmar y anular) o como
usufructo de ventajas de género (dominación "civilizada" por omisión,
despreocupada y explotadora). No todas son iguales en sus efectos (algunas –la
física- pueden costar la vida-), pero todas dejan huellas. Muchas de estas huellas
son percibidas como "problemas psicofísicos" en las mujeres, aunque sin detectar
su origen, pero quienes trabajan en violencia y salud están descubriendo su
conexión causal con el sometimiento a situaciones de diversas formas de domino
crónico.

La violencia contra la mujer es cualquier acción o conducta, basada en el


género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la
mujer, tanto en el ámbito público como en el privado. Se trata de un problema que
afecta los derechos humanos de las mujeres y un importante problema de salud
pública en todo el mundo, según está reconocido en diversos foros internacionales
y en la Ley General de Salud vigente.

La violencia de género, y en especial la producida en el ámbito familiar, ha


recibido un tratamiento prioritario por parte del Estado peruano en los últimos años;
sin embargo, aún persisten ciertas situaciones que ameritan que se tomen medidas
concretas en esta materia.

Son cinco los principales motivos de preocupación en torno a esta temática:


a) Inexistencia de un sistema intersectorial de registro de casos de
violencia familiar y sexual que favorezca el diseño e implementación de
estrategias eficaces de prevención y erradicación de la violencia.

b) La falta de campañas educativas lideradas por el Estado para la


población en general, así como una campaña de sensibilización a los
operadores de los distintos servicios de atención en violencia familiar.

c) Insuficiente número de servicios existentes para la atención de la


violencia familiar, de manera especial en zonas rurales.

d) Debilidad en las sanciones a los agresores y

e) Ausencia de regulación de la violencia psicológica

Algunas explicaciones

Hay muchas teorías para explicar esta violencia, y de ellas se va a analizar


algunas que pueden aportar luz sobre este hecho, que en principio no debe tener
explicación.

Ferrer Pérez, V. A.; Bodch Fiol.E.; Ramis Palmer, M.C. y Navarro Guzmán,
C. (2006), afirman que los primeros modelos explicativos sobre violencia contra las
mujeres en la pareja eran unicausales y consideraban que ésta tenía su origen en
características individuales de las mujeres y/o de los varones. En la actualidad,
predominan los multicausales (Berkowitz, 1996, Echeburúa y Fernández. Montalvo,
1998).

Se ha señalado que una de las causas más importante de la violencia de


género es la diferencia entre mujeres y hombres en cuanto a estatus y poder
(Expósito y Moya, 2005; Gerber, 1995; Morilla 2001), y esta teoría está
confirmada por la realidad, aunque no lo explica todo.
Siguiendo a autores/as como Glick y Fiske, 1996; Expósito, Moya Y Glick
1998, el sexismo se refiere tanto a una actitud negativa como positiva, es decir es
ambivalente, pues incluye tanto aspectos positivos como negativos hacia las
mujeres. La investigación sobre creencias y actitudes sexistas denota la existencia
de un efecto de género tanto en adolescentes como en poblaciones adultas. Los
niños son significativamente más sexistas que las niñas (Lameiras y Rodríguez,
2002) y tiene más actitudes benevolentes hacia los hombres que las chicas. Las
mujeres y las chicas se muestran más favorables que los hombres y los chicos
hacia la igualdad de hombres y mujeres en el reparto de tareas del hogar y en la
toma de decisiones en la familia y hacia la participación de las mujeres en la vida
pública y en los puestos de responsabilidad

(DíazAguado, 2003; Días-Aguado y Martinez 2001; Expósito, Moya Y Glick, 1998;

Gómez Esteban 1995; Moya y Expósito 2000). Es decir, hoy en pleno siglo XXI, los
adolescentes, a pesar de ser más igualitarios en algunas actitudes, muestran
reticencias a la participación de la mujer en la vida pública y en puestos de
responsabilidad.

Según Díaz Aguado (2006) , "los estudios realizados reflejan que aunque
en los últimos años se ha producido un avance considerable en la superación del
sexismo entre adolescentes, dicha superación dista todavía mucho de ser total y de
estar suficientemente arraigada en la identidad como para mantenerla en
situaciones críticas, especialmente entre ellos." Esto podría explicarse por la mayor
presión social para el estereotipo masculino que para el femenino, a que las
adolescentes ven la superación del sexismo como una ventaja frente al hombre
que lo ve como una pérdida

Otra de las causas planteadas para explicar la violencia de género es las


actitudes y creencias tolerantes con la violencia contra las mujeres en la pareja
(Heise ,1998; Heise y García Moreno, 2003; Sanmartín, Farnós, Capel y Molina,
2000).

Los varones mostrarían actitudes más tolerantes que las mujeres hacia los
maltratadores y hacia la propia violencia en la pareja (Locke y Richman, 1999;
Harris y Cook, (1994 Markowitz, 2001).
Se ha señalado también que, las creencias sobre los roles tradicionales, la
subordinación de las mujeres a los varones, la restricción de los derechos de las
mujeres y la dominación masculina estarían relacionados con la tendencia a
culpabilizar a la víctima a legitimar las actitudes y comportamientos de los
maltratadotes y a sostener mitos sobre la violencia de género (Berkel, Vandiser y
Bahner, 2004)

Entre las causas de esta violencia se oyen voces denunciando la globalización


como extensión del capitalismo a todo el mundo, a todo el planeta, buscando la
producción y el crecimiento económico a costa de lo que sea. Esta globalización
está produciendo injusticias y a deshumanizaciones en algunas situaciones.
¿Qué causa es la que produce la violencia? No se puede priorizar ninguna. Es
pérdida de valores, es herencia de actitudes, es dominio, es transmisión de
sexismo, es no querer perder el estatus adquirido, es evolucionar en acomodación
a las nuevas líneas de pensamiento más lentamente el hombre que la mujer y no
adaptarse a los tiempos actuales.

La evaluación forense de la violencia psicológica

En general, las peticiones que desde los juzgados reciben los psicólogos
forenses respecto a la violencia psicológica de pareja suelen referirse a la
constatación efectiva de la violencia psicológica, la valoración de presencia de
secuelas en la víctima, el análisis de la relación entre el hecho delictivo y estas
secuelas, y la credibilidad del testimonio. Estos aspectos coinciden con las áreas
de valoración que Asensi Pérez (2008) propone que ha de contener un protocolo
adecuado y fiable de evaluación psicológica forense en casos de maltratos y que
se repasan brevemente a continuación:

1. Constatar la existencia de violencia psicológica. Ésta se ha de verificar por la


entrevista clínico-forense y la administración de instrumentos de evaluación
adecuados. Los datos que habitualmente se recopilan son: los antecedentes
personales y familiares, la exploración psicológica y la valoración de los hechos
denunciados. Por otra parte, se valorará si el testimonio ofrecido por la víctima
es congruente con la información que aparece en la literatura sobre violencia
psicológica y si las conductas de las que se siente objeto se convierten en
traumáticas y estresantes, y suponen una amenaza para su integridad física y/o
psicológica.
2. Valoración de las secuelas. Se valorarán las secuelas y las repercusiones
que la víctima haya podido sufrir en diferentes niveles (personal, familiar, laboral,
etc.). La valoración de las secuelas emocionales implica el uso de técnicas
válidas y fiables, que han de ser específicas o adaptadas al contexto forense.

3. El nexo causal. Tras constatar episodios de violencia psicológica y de


sintomatología compatible con las secuelas características de maltrato, se
procederá a establecer el nexo causal entre ambos.

4. Credibilidad del testimonio. Dado que en muchos casos la violencia


psicológica hacia la pareja se produce en la esfera privada, a menudo no hay
testimonios ni otro tipo de pruebas salvo la declaración de la propia víctima y el
agresor. El análisis de la credibilidad siguiendo un modelo
Objetivo es llevado a cabo por psicólogos y, en general, se basa en
procedimientos de análisis del contenido. Actualmente, el equipo dirigido por
Arce y Fariña ha desarrollado un protocolo psicológico forense para la
evaluación de la huella psíquica con el control de la simulación llamado Sistema
de Evaluación Global (SEG, Arce y Fariña, 2005). La valoración ha de ser
comprensiva y se recomienda que la información recogida provenga de diversas
fuentes, como son la entrevista (con la víctima, pero también con otras personas
relevantes), la revisión de la documentación pertinente y la evaluación
psicológica mediante pruebas objetivas (Dutton, 1998).

Referencias

Karin, L. López, E (2009). Evaluación de la violencia psicológica en la pareja en el ámbito forense. Recuperado de
http://www.recercat.cat/bitstream/handle/2072/91051/SC-3-158-09_cas.pdf? sequence=1

Echeburúa, E. Corral, P. (2006). Secuelas emocionales en víctimas de abuso sexual en la infancia. Recuperado de
http://www.psicoalicante.com/resources/image/secuelas_psiquicas_abuso_se xu al_infantil.pdf

Abarca, S (2013). Victimología de Los Andes Peruanos a partir del fenómeno de violencia política en el Perú (TESIS Para Optar
el Grado Académico de Doctor En Derecho y Ciencia Política) Universidad Mayor de San Marcos, Lima, Perú.

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