Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
05 - Amor, Siempre Promesa PDF
05 - Amor, Siempre Promesa PDF
Seis semanas después, Jace vuelve. Está listo para tener a Ethan
como compañero. Jace y Ethan intentan hacer que las cosas avancen, pero
resulta difícil de conseguir cuando sus inseguridades se vuelven un
obstáculo. Jace se siente culpable por lo que le hizo a Ethan y lo trata como
si fuera de cristal. Ethan piensa que Jace sólo está con él por la culpa y tiene
miedo de pedirle algo más.
―¿Eso es un sí?
―Sí, dulzura. Iré a casa contigo. ―Jace arrastró las palabras con
su profunda y áspera voz de whisky.
Sólo tener a Jace en su cama era mejor que cualquier paja que se
hubiese hecho él solo. Si disfrutaba tanto esto, Ethan se preguntaba
cómo podría sobrevivir a que Jace le hiciera el amor.
Jace se rio entre dientes, sus manos en las caderas de Ethan, aun
sosteniéndolo. ―Déjame hacer el trabajo, dulzura. Mantén tus
piernas cerca de tu pecho. Yo me encargaré del resto.
―Oh Dios, Jace, más duro ―le rogó mientras dejaba caer sus
piernas y las envolvía alrededor de la cintura de Jace. Sus manos se
movieron hasta rodear el cuello de Jace, tirando de él hacia abajo
para su primer beso. Mientras lo hacía, el cuerpo de Jace se
presionaba contra el suyo, atrapando el duro pene de Ethan entre
ellos.
Tal vez se había ido por otra razón. Ethan sabía lo mucho que
había disfrutado haciendo el amor con Jace, pero tal vez él no había
sentido lo mismo. Ethan se sentía terriblemente avergonzado por
desmayarse antes de que Jace se corriera. Incluso se preguntaba si él
habría llegado al clímax. Tal vez ese había sido el problema.
El sheriff dio unos pasos hacia él. ―Sí, eres Ethan Brown, ¿no es
así? ¿De la manada Shasta?
―¿Sucede algo?
―No, él dijo que venía de otra ciudad. Dijo que sólo estaba de
paso.
―Ethan, estoy seguro de que hay una muy buena razón para
que se fuera de la forma en que lo hizo. Sólo dale algo de tiempo.
Entre tanto, me mantendré atento y veré qué puedo hacer. ¿De
acuerdo?
―Gracias, sheriff.
El sheriff Joe Nash vio hacia arriba para ver a su viejo amigo,
Jason Dominick, de píe en la puerta, con las manos en los bolsillos,
apoyado en el marco de la puerta. ―JD, ¿cómo diablos estás? Vamos,
entra.
Joe negó con la cabeza. ―En realidad no. Quiero decir, claro,
estuvieron un poco sorprendidos al principio, pero ahora Nate y mi
madre son casi inseparables. Juro que pasa más tiempo en casa de
mis padres del que pasa en casa.
―¿Qué pasó?
Joe negó con la cabeza. ―Lo creía al principio, pero han pasado
casi tres meses. Estoy empezando a preguntarme si el hombre ni
siquiera sabía que se estaba acoplando con Ethan.
―No estaba haciendo nada ―dijo otra voz. Ethan, supuso JD.
Estaba intrigado por el tono de la voz del hombre. Le pareció que
sonaba suave y melódica, como el aleteo de las alas de una
mariposa.
Ethan lo miró con horror. ¿Cómo podía estar Jace diciendo eso?
Por supuesto que eran compañeros. Jace le reclamó―. ¡Eso no es
cierto, Jace! ―Ethan gritó―. Sabes que soy tu compañero. Tú me
reclamaste.
―Por favor, Jace ―gritó una vez más, las lágrimas comenzando
a formarse en sus ojos―. Te quiero, Jace.
―¡No! ―le gritó Jace, agarrándole por los brazos―. Deja de decir
eso. Tú no me quieres. Yo no te quiero. Esto tiene que parar, Ethan.
No soy tu compañero. Nunca he sido tu compañero. ¡Nunca voy a
ser tu compañero!
Ethan gritó cuando Jace lo empujó con tal fuerza que se golpeó
en la mesa con un chasquido repugnante, luego cayó al suelo. Un
latigazo de dolor le atravesó la espalda. Miró por encima del
hombre justo a tiempo para ver a Jace, saliendo y cerrando con un
portazo tras él.
«¿Podría no saberlo?»
―Oh, ya veo cómo es esto. Sólo viniste a casa para que cocinara
para ti ―dijo Nate mientras se deslizaba de vuelta a sus pies, sus
manos yendo a las caderas al mismo tiempo que miraba a Joe―. No
te importa que yo haya estado echándote de menos durante todo el
día.
Jace miró con interés cómo Nate rodó los ojos, limpiándose las
manos con una toalla antes de caminar hacia ellos. Una vez que se
puso de pie delante de él, Nate buscó la mano de Joe, a
continuación.
Joe asintió con la cabeza. ―Lo sé. Pero estoy tratando de ayudar
aquí, Jace. Toma la mano de Nate de nuevo y respóndeme sí o
no. ¿Ethan es tu compañero?
―No sé, Joe. ¿Qué más quieres de mí? ―dijo Jace enojado.
―¿Bebé?
Joe se rio entre dientes. ―Es sólo porque estoy muy orgulloso
de ti, bebé.
Jace vio a Nate darse la vuelta y agitar su cuchillo hacia Joe, con
un pequeño resplandor brillando en el rostro. ―Debería conseguir
una mamada por esto.
―En realidad, no, creo que hace las cosas mucho más simples.
Sé que no puedo mentirle, entonces ¿por qué intentarlo? Si hay algo
que no pueda discutir con él por asuntos o trabajos con la manada,
solo se lo digo y él lo deja pasar. También ayuda cuando quiero que
sepa que realmente quiero decir lo que digo ―explicó Joe.
―Creo que puedo ver lo que quieres decir, pero ¿es tan
terriblemente importante que seas el Alfa de tu manada? Ya me
habías dicho que no te gusta vivir allí. ¿Vale la pena renunciar a
tu compañero por ellos?
―Hazlo.
La mente de Jace era un enredo mientras conducía a su casa.
Algo muy dentro de él le decía que Ethan efectivamente era su
compañero. No sabía si eso lo emocionaba o lo asustaba.
Jace siguió las voces hasta que llegó al arco de la sala de estar.
No reconoció a la escultural rubia que caminaba alrededor de la
habitación, apuntando aquí y allá. Otra mujer joven estaba de pie
detrás de ella escribiendo en un bloc de notas.
Jace se rio entre dientes, sin sentir la más mínima lástima por la
mujer. Ella era una caza fortunas. Podía verlo en su lujoso vestido
de seda y los diamantes que brillaba en su cuello. ―Te informaron
mal.
―¿Advertirme?
―Sí, la he conocido.
Robert frunció el ceño ―¿Por qué? Padre la escogió para ti. Ella
tiene buena educación, viene de una gran manada. Será capaz de
proporcionarte tantos cachorros como desees.
―¿Y Susanna?
―¿Eres gay?
―Sí, Robert, soy gay ―dijo Jace―. No solo soy gay, sino que
felizmente gay. Yo no tomaré a Susanna como mi compañera,
preferiría cortarme un brazo.
―Hola, Joe.
―Oye, Joe, Nate dijo que tenemos compañía ―dijo una voz
detrás de Joe.
Jace vio a Joe dejar caer su cabeza hacia abajo por un momento
para luego dar un paso atrás. Dio un paso en la habitación, sus ojos
fueron a la pequeña figura cruzando la habitación. Su aliento quedó
atrapado en su garganta, su corazón golpeó rápidamente en su
pecho ante la vista delante de él.
Jace miró a Joe juntar sus manos. Joe apoyó sus codos en sus
rodillas mientras miraba a Jace. Parecía nervioso pero preocupado.
No tranquilizó para nada a Jace. Se preparó para las palabras de Joe
mientras el hombre comenzaba a hablar.
―Es su espalda, Jace. Una de sus vértebras estaba comprimida o
rota o alguna mierda como esa. De verdad no lo entiendo todo, pero
los doctores dijeron que él no volvería a caminar. ―Joe se rio entre
dientes―. Maldita sea si él no caminaba hace dos semanas cuando
salió de allí. Desde entonces, ha vivido aquí con Nate y conmigo.
Joe asintió. ―Está bien, pero debes ser consciente de que algo le
sucedió a Ethan. Ahora es diferente, más solemne. No se ríe o sonríe
mucho como solía hacerlo. La sonrisa en su rostro cuando te vio fue
la primera que he visto en semanas.
Simple, ¿verdad?
Ethan se tumbó en su cama, agarrando una almohada y
envolvió sus brazos alrededor de ella. No podía creer que Jace
estuviera aquí. No lo había visto desde que salió de su apartamento
hacía varias semanas. Sentía que vivía en el infierno desde entonces.
―¿Tienes hambre?
Estaba claro ahora para Jace que Ethan se merecía mucho más.
Se merecía las cosas que Jace nunca sería capaz de darle. Nunca
podría llevarse el dolor de Ethan, volver atrás y deshacer lo que
había hecho. Pero podía asegurarse de que estuviera mejor en el
futuro.
―Jace…
―Me odia, Joe.
―Yo lo hice, Joe. Yo soy el que le lastimó ―dijo Jace en voz baja.
―Lo hice cuando estuve aquí la última vez. Estaba tan ocupado
tratando de negarlo, que lo rechacé, y él salió herido. ¿Es de extrañar
que me odie? Soy su compañero. Se supone que debo cuidar de él.
En lugar de eso, le he causado un dolor inimaginable.
―No, pero...
«¡Oh, diablos!»
Ethan se encogió de hombros. ―No sé, tal vez. Los médicos del
hospital me dijeron que nunca volvería a caminar, y se equivocaron,
así que...
―¿Por favor?
―Me guardé para ti, ¿lo sabías? Yo quise que mi primera vez
fuera con mi compañero, quería que fuera algo especial. ¡Qué
estúpida idea! Ni siquiera lo recuerdas ―exclamó Ethan. Su mano
apretada en un puño sobre el pecho de Jace.
―Sí.
«¡Gracias a Dios!»
―De acuerdo.
―¿Jace?
―¿Sí, Ethan?
¿Toda su vida sin sexo? ¿Quería esto decir que Ethan no quería
volver a estar con él? ¿Se habían complicado tanto las cosas entre
ellos? Jace casi se echó a reír. Por supuesto que sí. ¿Por qué Ethan
querría considerar la posibilidad de tener intimidad con él después
de lo que le había hecho?
―¿Qué amigas?
Ethan se encogió de hombros, con el rostro un poco rojo. ―A
quien quiera que vayas a… para, bueno, ya sabes.
―Sí, lo hi…
―Qué…
―Ahora ya sabes que no voy a ningún lugar sin ti. Joe tiene la
única llave, y no vendrá a rescatarnos hasta la mañana.
Ethan vio oscurecerse los ojos de Jace con el dolor. ―Lo sé, y no
puedo decirte cuánto lo lamento, Ethan. Juro que nunca quise
lastimarte.
Jace se echó a reír de nuevo. ―Eso tal vez sea verdad, estamos
esposados juntos, así que sabes que no iré a ninguna parte sin ti.
Ahora dulzura, mientras vivamos, sólo estaremos tú y yo. ―Los ojos
de Jace bajaron―. A menos que no me quieras y prefieras que me
vaya.
―Eso es, vamos, dulzura, abre esos preciosos ojos azules para
mí.
―Nunca. Esta posición es tan buena como cualquier otra, tal vez
incluso mejor ―contestó Jace―. De esta forma tengo algo a qué
aferrarme mientras te follo. ―Para respaldar sus palabras, Jace se
estiró para agarrar la polla de Ethan con su mano libre. Comenzó a
bombear mientras penetraba a Ethan desde atrás.
―No, estoy bien. ―Sonaba sin aliento―. Yo… oh, oh justo ahí,
Jace.
Jace se rio entre dientes. ―Joe vino temprano y nos liberó. ―Se
estiró hacía atrás y tomó algo de la mesita de noche. Volviéndose
hacia Ethan, dejó las esposas plateadas colgando de sus dedos.
―Jace.
Ethan hizo rodar sus ojos y se giró para hacer lo que necesitaba
hacer en el baño. Después de tirar la cadena. Ethan agarró la barra
de metal de mano que Joe había instalado y se movió hasta el
lavamanos. Se lavó las manos y los dientes. Mirándose al espejo,
Ethan se preguntó en qué se estaba metiendo.
―Jace, tú…
―¿Y?
Ethan asintió.
―Lo quiero todo, Ethan. Quiero estar ahí contigo cuando pases
por la rehabilitación. Quiero aprender a cuidar de ti en casa. Quiero
hacer que tu vida sea más fácil, y eso poco tiene que ver con lo que
te sucedió. Lo quiero porque eres mi compañero. Habría querido
estas cosas incluso si no te hubieses lesionado.
―¿Duros o blandos?
―¿Sabes qué tan sexy eres, dulzura? ―susurró Jace contra la piel
sedosa de Ethan―. ¿Cuánto me enciendes? ―Jace agarró una de las
manos de Ethan y la colocó contra su dura polla. Un gruñido
profundo salió de su garganta cuando Ethan le dio un fuerte
apretón.
―Gracias, dulzura.
―¿Mi perro?
Sin pestañear, contestó Joe. ―Oh, sí, está en las Leyes del
Condado. Cada dueño de una finca debe tener un perro. Ayuda a
reducir la población de ratas y todo.
―¿Ratas?
―Del tipo de dos piernas ―Joe sonrió―. Incluso puede ser que
desees pensar en tener un segundo perro por si acaso.
―Y mi perro.
«¡Oh!»
Jace gimió.
La camioneta se desvió.
Esa era la primera vez, desde que ellos habían vuelto a estar
juntos, que Jace parecía olvidarse de que tenía la espalda lesionada.
No estaba siendo suave ni cuidadoso, ni siquiera estaba siendo
cariñoso. ¿Estaba siendo jodidamente fantástico o era fantástico
jodiendo? No estaba seguro, pero fuera lo que fuese, lo estaba
disfrutando tremendamente. También le llevaba justo al límite.
Gritó mientras el intenso placer enviaba ondas eléctricas que
explotaban en su cuerpo. Se puso rígido y cuerdas de crema blanca
salieron disparadas de su polla y salpicaron su mano y su abdomen.
Abrió los ojos justo a tiempo para ver cómo se tensaban los
músculos del cuello de Jace. Vio cómo apretaba los dientes y dejaba
caer la cabeza hacia atrás rugiendo su nombre. Sintió cómo se
engrosaba la polla dentro de su culo, después, calientes chorros de
semen le llenaron sólo para ser sustituidos, al momento siguiente,
por el nudo de Jace.
«¡No!»
―Hay luna llena esta noche, Ethan. ―Jace seguía sin mirarle a
los ojos.
«¡Oh!»
―Ethan.
―Oh, no no… eso es… ¡Mierda! ―Ethan dejó caer la mano que
tendía hacia Jace y frunció el ceño.
Esto sin duda no estaba yendo bien. ¿No? Ahora Jace estaba
enfadado con él. Lo veía en la postura rígida de sus hombros
mientras salía de la cocina.
No había nada que quisiera más que pasar la luna llena con
Jace, pero conocía la atracción que la gloriosa esfera blanca ejercía en
un cambiaformas. Jace no sería capaz de resistirse a la oportunidad
de correr libremente a la luz de la luna. Tendría que cazar, jugar con
los otros miembros de la manada, no iba a ser capaz de quedarse en
casa con su compañero imperfecto.
No, era mejor así. Jace se uniría con los demás miembros de su
manada y correría como un lobo libre bajo la brillante luz de la luna.
Ethan esperaría a que el hombre volviera a casa. Entonces podría
compensarle.
―Dulzura.
―¿Ja… Jace?
―No puedo permanecer lejos de ti, Ethan ―dijo la voz, cada vez
más cerca―. No esta noche. Es luna llena, dulzura, es tiempo de que
estemos juntos y renovemos nuestro vínculo, para que te reclame
otra vez.
El corazón de Ethan latía con fuerza. Se subió a la cama y se
deslizó hacia la cabecera, tratando de hacerse tan pequeño como
fuera posible. Cogió una almohada y la sostuvo delante de su
cuerpo, como si fuera un escudo para la enorme forma que de
repente llenaba la puerta.
Ethan levantó la mano para detener a Jace sólo para dejarla caer
sobre la cama cuando la larga lengua de Jace se deslizó desde el
abdomen hasta la clavícula.
Muy bien.
―¡Ethan!
―Empacando.
Ethan hizo rodar los ojos, aun con su rostro sonrojado otra
vez. ―Sí.
Y algo más.
―Oh, Señor.
―Oh, lo juro ―exclamó Ethan al dejar caer las mantas y sacar las
piernas por el lateral de la cama―, uno de estos días voy a golpear a
ese hombre en la cabeza tan fuerte que su cerebro traqueteará
durante una semana.
Ethan agarró los jeans que Nate le dio y se los puso. Se mostró
agradecido cuando Nate se dio la vuelta, dándole un poco de
privacidad mientras él se levantaba y tiraba de ellos para terminar
de subírselos.
―Sé que sólo hemos estado en nuestra nueva casa desde hace
un par de semanas ―dijo Ethan―. ¿Es demasiado pronto para tener
un perro o deberíamos esperar hasta que estemos un poco más
establecidos?
―Ethan.
―Los cachorros son agradables, sin embargo ―siguió Ethan
como si Jace no hubiera dicho ni una palabra―. Si adoptas un perro
cuando son jóvenes, puedes entrenarlos del modo que quieras. Por
supuesto, hay muchos perros sin hogar por ahí que necesitan casas
buenas, también. ―Ethan inclinó la cabeza hacia atrás de nuevo―.
¿Qué te parece?
Ethan se derritió.
―Me gusta este juego, Jace ―dijo Ethan mientras dejaba caer las
muletas y entraba en el compartimento, dando un paso lento tras
otro hasta que se puso entre las piernas de Jace―. Soy muy bueno
para seguir instrucciones.
Ethan sabía que los ojos de Jace seguían todos sus movimientos
mientras lentamente se quitaba la ropa y la dejaba caer al suelo. Ni
siquiera tenía que mirar. Podía sentir que la mirada de Jace le
quemaba recorriendo cada centímetro de su cuerpo.
Una vez que Ethan se quedó desnudo ante Jace, esperó. Sabía
que quería algo más. Estaba en lo cierto. Jace le torció un dedo,
indicándole a Ethan que debía acercarse más. Ethan no sabía cuánto
más cerca podría ponerse. Prácticamente estaba en el regazo de Jace
tal y como estaba.
Nate se rio entre dientes. ―Así que, tienes a tu pareja, tienes una
casa y ahora tienes un perro ―dijo Nate―, ¿necesitas alguna otra
cosa?
Ethan negó con la cabeza. ―Hubiera sido feliz sólo con Jace.
―¡Oh cariño! ―rio Nate―. Hay tantas cosas que tienes que
planear para una boda. ―Nate se sentó más cerca―. No te
preocupes, conozco un estupendo organizador de bodas para ti.
―Hola padre.
―Oh, ¿así que admites que eso fue una estupidez? ―Jace se
rio―. Porque, padre, estoy sorprendido.
―Imposible.
―Bueno, nadie dijo que llegar a la cima fuera fácil ―dijo Robert
remarcando las palabras con facilidad.
Ethan gruñó. Esta vez fue un gruñido que le dijo a Jace que
Ethan estaba preparado para atacar. Cuando Robert se burló de él
otra vez, en esta ocasión con una oscura y lasciva mirada en sus ojos,
Jace no estuvo seguro de qué podría detener a Ethan.
Ethan conocía esa voz. Se dio la vuelta para ver a Jace agachado
en cuclillas a su lado. Apretaba un trozo de tela gruesa contra la
herida de su hombro. Tendía el otro brazo hacia él. Ethan soltó el
brazo que tenía en la boca y se acercó a frotar el hocico contra la
mano de Jace.
―¿JD?
―No, por suerte para ti, tengo a mi padre trayéndole hacia aquí.
Jace frunció el ceño. ―Sí, gracias por eso, por cierto. Cuando
Nate dijo que tu madre podría tener algunas ideas no sabía que se
convertiría en la boda del siglo.
―No creo que tuviera nada que ver con eso, Jace. Tu padre es
sólo un imbécil. Él habría ido con el tiempo detrás de cualquier
compañero que eligieras, y lo sabes. No hubiera importado si era
Ethan, el hombre de la luna, o incluso una mujer. Si tu padre no
hubiese elegido a tu compañero, hubiera estado molesto.
―Supongo.
―Lo estoy.
―Para de fruncir el ceño o tu novio va a pensar que no quieres
casarte con él ―dijo Nate desde la puerta.
Jace siguió Joe por las escaleras hasta la planta baja y por la
puerta principal.
El plan era que Jace esperara allí a que Ethan saliera de la casa y
caminara por el pasillo. Jace quería caminar por el pasillo para que
Ethan no tuviera que hacerlo. Pero Ethan no quiso que lo hiciera. Él
quería caminar por el pasillo hacia Jace.
―¿Ethan?
―¿Graduado?
Ethan asintió con la cabeza. ―El doctor dice que no tengo que
usar las muletas a no ser que realmente las necesite, sólo el bastón.
Zamorita28 / gaby
Gaby