To Catch A Pirate PDF

Jade Parker Foro Dark Guardians
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To Catch a Pirate
2
Jade Parker
Una vez que lo han capturado, a un pirata le resulta aun más difícil escaparse.
Cuando unos piratas atacan el barco de Annalisa Townsend buscando el tesoro de su

padre, uno de los nuevos tripulantes, James Sterling, descubre su bodega. Cuando él
intenta robarle su collar, ella le ruega que no, ya que es todo lo que tiene de su
madre. Y él acepta un beso a cambio de éste.
“Es un negocio justo, mi lady” le dice, antes de desaparecer.
Un año más tarde, con la carta falsificada de un marqués, Annalisa tiene la intención
de cazar al infeliz de James Sterling y recuperar el tesoro de su padre. Pero ahora, 3
ella está en peligro de que le roben algo más vulnerable en esta ocasión: su corazón.
Traducido por Edith 1609

Corregido por Mely
El Caribe, 1720
A
nnalisa Townsend no sabía que le aterraba más: si el borde afilado de la daga
que tenía contra la garganta o la mirada de odio implacable de los piratas
que la habían empujado contra la pared con las duras palabras, “Cállate o te
corto la lengua”.
La mirada hostil, decidió. La voz pertenecía a un joven, que por lo que ella podía percibir
no estaba para nada familiarizado con la misericordia, no de haberla dado ni de haberla
recibido. Él respiraba con dificultad por haber corrido por las escaleras de la bodega del
barco solo unos segundos antes.
Una delgada cicatriz en diagonal echaba a perder su mejilla derecha. Mientras fallaba en
restarle valor a lo que hubiera sido un rostro endiabladamente apuesto en un salón de baile 4
de Londres, aquí, en las abiertas aguas del Caribe, servía para crear el rostro más aterrador
con el que ella jamás se había encontrado.
El joven había cubierto su cabeza con un pañuelo de color rojo oscuro; su cabello negro
medianoche –largo pasado de moda, aunque ella dudaba que la moda le importa un
comino– era rizado hasta sus hombros. Tenía una pequeña argolla en el lóbulo de su oreja
izquierda que brillaba cada vez que captaba la luz que se filtraba a través de la apertura en la
parte superior de las escaleras. La sencilla joya, de alguna manera, lo hacía parecer aún más
amenazador.
No creyó que él tuviera más de los dieciséis años que ella tenía, pero sus ojos de color
verde oscuro lo hacían mucho mayor, en los cuales revelaba una vida en la que había
conocido muy poco a excepción de dificultades. A pesar del sofocante calor, sentía
escalofríos en la piel, y la hacían temblar. Ella sabía que la compasión no estaba en su
naturaleza. Él era tan despiadado como los piratas bárbaros que habían atacado el barco.
Él era, después de todo, uno de ellos.
Annalisa había estado viajando en el Horizon con su padre. El Rey George le había
asignado la gobernación de Luto, una pequeña y poco conocida isla del Caribe. Ella había
pensado que la asignación sería apropiada, ya que ella y su padre aún estaban aturdidos por
la reciente e inesperada muerte de su madre, quien había sucumbido a la fiebre. Annalisa
estaba agradecida por tener una excusa para dejar Inglaterra y los tristes recuerdos de la
pérdida de su madre.
Ella había estado esperando por aventura. Jamás había viajado por el mar y lo encontraba
muy emocionante. Ya había empezado a enamorase de la cálida brisa marina a medida que
se acercaba a su nuevo hogar. Apreciaba el hecho de que no olía a enfermedad ni a muerte.
Cuando inhalaba profundamente encontraba un poco de paz.
Pero eso fue antes de que los piratas atacaran.
No podía dejar de pensar en el barco de ellos, Phantom Mist, estaba nombrado
apropiadamente ya que apareció de la nada.
A diferencia de las familiares banderas negras como la mayoría de los barcos piratas, una
de color rojo era la que se veía sobre este. Annalisa había escuchado a la tripulación
hablando en voz baja con evidente terror. Una bandera roja señalaba que ninguna
misericordia sería pedida y que ninguna sería ofrecida.
De todas las cuentas, el capitán de los piratas, Crimson Kelly1, era un hombre despiadado
como ningún otro que alguna vez haya navegado los mares. Era debatido si su nombre
provino de su flamante cabello y barba rojos o de su horrible tendencia de llenar su copa de
vino con la sangre de sus victimas.
Cuando el capitán del Horizon anunció que estaban muy pesados por la carga como para
escapar de la nave que se acercaba rápidamente, el padre de Annalisa le ordenó que se 5
escondiera en la bodega de carga. Ella quería desobedecerlo, pero sabía que no podría ser de
ninguna ayuda durante la batalla. Sólo sabía que la afilada punta del sable era un final
peligroso.
Así que se escurrió a la bodega, localizó un cajón casi vacío y se arrastro dentro,
colocando la tapa sobre ella. Pero escondida en la oscuridad, escuchando el retumbar de los
cañones, el chasquido de la madera al astillarse, y el sonido del entrechocar del acero furioso
por encima de ella, sin saber acerca del destino de su padre, se volvió algo muy difícil de
soportar. Dejando la seguridad del cajón, se arrastró hacia las escaleras cuando un joven
pirata vino disparado por ellas.
Ella apenas tuvo tiempo para voltearse antes de que él la agarrara y sujetara contra la
pared.
Ahora, el distante sonido de la batalla se transformó en un silencio que no presagiaba
nada bueno. Un latido de corazón después, los gritos de triunfo hicieron escuchar. Annalisa
sabía que la batalla había terminado. Su corazón se hundió con el conocimiento. Los piratas
habían ganado. Todo lo que quedaba era el pillaje, el saqueo, la destrucción. Ella escuchó los
golpes, los choques cuando el saqueo comenzó. Todo sería destrozado en pedazos.
1 Crimson es la denominación inglesa del color carmesí.

¿Y qué hay de su padre? ¿Lo mataron? Ella tenía que saberlo. Si él estaba vivo ella quería
sentir sus brazos alrededor de ella. Y si él estaba muerto o muriéndose ella quería poner sus
brazos alrededor de él, para ofrecerle la poca comodidad que podía.
“Por favor—” comenzó.
“Silencio. No quiero decirlo otra vez. Sostén tu lengua o piérdela”.
Ella estaba sorprendida por su acento. Británico, de seguro, pero más refinado de lo que
esperaba. La voz de alguien destinado a ser un caballero. Que papel ha jugado el destino en
convertirlo en un pirata. Ella se sentía avergonzada por estar intrigada por las circunstancias
que le habían dado forma. Él era un canalla. Todo lo que ella debería querer era ser libre de
él.
Lentamente, su mirada recorrió su rostro, casi como si estuviera tratando de
memorizarla. ¿Ellos tomaban mujeres como cautivas? ¿Podrían ellos venderla a la
esclavitud? Ella había escuchado de tales cosas, pero no sabía si algo podría ser peor que
estar entre la pared y él.
Su mirada se sumergió en el pendiente de oro que colgaba justo por debajo de su
garganta. Con su mano libre, el deslizo sus dedos alrededor. . .
“No, por favor, te lo ruego, ten piedad, no te lo lleves”, dijo rápidamente, con
desesperación, superando el temor de sus amenazas con cortar su lengua. “Es solo una
baratija sin valor”. 6
Su mirada subió, sus ojos clavados en los suyos. “¿Se atreve a desobedecerme?”
Tragando con fuerza, luchando contra las lágrimas, negó con la cabeza. “Sólo buscaba
explicarme”.
“Tú no valoras tu lengua”.
“Valoro el collar más”.
Su respuesta pareció sorprenderlo.
“¡Sterling!” se escuchó una voz lejana.
La atención del pirata se lanzó hacia la abertura en la cima de las escaleras. La luz caía
desde arriba en la bodega. Ella podía ver la concentración en su cara. Ella pensó que podría
haber una oportunidad para escaparse. Pero antes de que pudiera tomar acción, él cambió
su mirada de nuevo a ella, y parecía más amenazador que antes. “Tengo que tomar algo o
Crimson Kelly podría bajar él mismo. Y tomará mucho más que tu preciosa pieza”.
“Aquí”, ella dijo, sin aliento, sosteniendo su mano derecha, mostrándole el anillo que ella
usaba en su tercer dedo. “Tómalo. Tiene diamantes, es mucho más valioso”.
Él entrecerró sus ojos como si no confiara en ella. Sospechaba que los piratas no
confiaban en nadie.
“¿Por qué me ofrece algo con mayor valor?” él pregunto, su voz mezclada con sospecha.
“El colgante era de mi madre. Ella murió recientemente, y es todo lo que me queda para
recordarla”.
“¿Quiere recordarla?”
Parecía una extraña pregunta.
“Por supuesto. ¿Por qué no querría?”
Él la miraba como si estuviera a punto de darle una respuesta antes de sacudir su cabeza
y aparentemente pensarlo mejor.
“La forma del pirata es tomar el dedo cuando tomamos el anillo. Si quieres mantener tu
preciosa mano entera, tienes que darme algo más de valor”.
Ella trago fuerte al pensamiento de perder su dedo, pero ella no podía negar la verdad.
“No tengo nada más”.
Él sonrió. Una sonrisa más atemorizante que sus ojos o su daga. “Oh, pero yo creo que sí”.
Antes de que pudiera protestar, él bajo su cabeza y la besó. Fuerte. En la boca.
Ella nunca había sido besada así. Para su inmensa sorpresa, sus labios eran calientes y
ansiosos. Tenía un sabor de. . . manzanas. Ácidos y dulces. Se pregunto si él había comido
una antes del ataque.
Entonces el beso creció más apasionado, más demandante. Sus dedos de los pies se
curvaron, sus rodillas se debilitaron, y ella se encontró a si misma agarrándose a él, con 7
temor de caerse.
Por un momento, ella casi se olvidó de que él era un pirata.
“¡James Sterling! ¿Dónde estás amigo?— Si eres lo suficientemente descuidado para
dejarte matar, ¡Estaré bebiendo tu sangre de cena esta noche!”
El pirata retrocedió, agarró su mano, y tiró su anillo de su dedo. Riéndose como si
estuviera al corriente de una inmensa broma, se aparto de ella, retrocediendo hacia las
escaleras.
“Un trato justo, mi señora. Estoy contento con ello”.
Presionando su temblorosa mano a sus húmedos labios, ella lo miró fijo. Su risa
abruptamente terminó, su expresión se tornó dura y solemne.
“Ahora, escóndete hasta que nos vayamos”, él ordenó.
Él se volvió sobre sus talones, y subió corriendo las escaleras. “¡Estoy aquí, Crimson!
¡Nada de valor en la bodega!”
De alguna manera Annalisa hizo su regreso a la caja sin que se viniera abajo por sus
piernas temblorosas. Una vez dentro con la tapa puesta en su lugar, ella se curvó en una bola
temblorosa. Lagrimas quemaban sus ojos. ¿Acababa de sellar su ataúd?
Se estremecía cada vez que escuchaba un choque o una explosión. Y ella rezaba, rezaba
desesperadamente, por la salvación.
No sabía cuánto había esperado, pero eventualmente se dio cuenta del silencio. Y eso la
aterrorizó. ¿Qué podía significar? ¿Qué los piratas se fueron?
Levantó la tapa sólo un poco cuando escuchó fuertes pisadas tronando por las escaleras.
“¡Señorita Townsend! ¡Señorita Townsend!”
Ella reconoció la voz. Nathaniel Northrup. Uno de los más jóvenes oficiales. Él era
innegablemente guapo, con su cabello rizado y ojos cafés. Aunque raramente hablaba con
ella, muchas veces lo atrapó mirándola desde lejos cuando estaba dando un paseo por la
cubierta.
“¡Aquí! ¡Estoy aquí!” gritó.
Ella estaba empujando hacia atrás la tapa cuando de repente fue arrancada y el Sr.
Northrup estaba mirándola, su expresión seria. Su ropa y cara estaban manchadas de sangre.
“Su padre me envió a buscarte”, le dijo mientras le ayudaba a salir.
Un inmenso alivio se extendió alrededor de ella. “Oh, gracias a dios. Él está bien”.
“Esta herido pero vivo. Estamos abandonando el barco”.
“¿Por qué?”
“Porqué los piratas lo prendieron fuego. Vamos, ¡debemos apresurarnos!”
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Él agarro su mano. Sus piernas más largas que las de ella, y le resultó difícil mantenerse a
su ritmo frenético mientras él tiraba de ella por las escaleras. Cuando alcanzaron la cima,
ella pensaba que tal vez fuera a enfermarse. Cuerpos destrozados llenaban la cubierta.
“No mire”, ordenó Nathaniel.
¿Cómo podría no hacerlo? Si no miraba, tropezaría sobre ellos.
Él la instó a través de la cubierta, a donde estaba el Capitán Hawthorne. “Estoy
agradecido de ver que está a salvo, Señorita Townsend”, él dijo. “Su padre esta esperándola”.
Mirando sobre el lado del barco, vio una lancha. Era una de las cuatro que ya habían
bajado al agua. Su padre y varios miembros de la tripulación estaban sentados, mientras se
balanceaba en el mar.
“¿Cómo voy a llegar ahí?” preguntó.
“Sólo baje por la escalera de Jacob,” dijo el Capitán Hawthorne, levantando una escalera
de cuerda y dejándola caer de vuelta contra un lado. “El Sr. Northrup ira primero, luego
usted, siguiéndolo de cerca así él estará allí para prevenir que se caiga. La seguiré una vez
que esté a salvo en el bote. Sobre el lado ahora, muchacho. Apresúrate. La lancha debe
alejarse antes de que el barco se hunda o si no está en peligro de ser succionado hacia abajo”.
Annalisa observó mientras Nathaniel Northrup trepaba sobre el lado del barco,
sosteniéndose firme de la escalera, esperando para que ella se uniera a él. El capitán la ayudo
a trepar por el lateral para seguir a Nathaniel.
Era incómodo el tenerlo tan cerca, pero su presencia le dio también la confianza para
saltar rápidamente. Cuando estaban lo suficientemente cerca de la lancha, sosteniéndose
con una sola mano, él se balanceo al lado, guiándola mientras otras manos se apoderaron de
ella y la ayudaron a entrar al bote. Cuando ella finalmente estaba sentada al lado de su
padre, puso sus brazos alrededor de él.
“Estás a salvo”, ella susurró entrecortadamente. “Gracias a Dios, estas a salvo”.
“Ellos tomaron el cofre de marfil, Anna. El que el Rey George me había confiado. Su
Majestad no pensará bien de mi por dejar que lo tomaran”.
Ella sabía que las monedas doradas que se usarían para construir un esplendido palacio y
un fuerte en Mourning habían sido almacenadas en el interior. Mourning era una isla
recientemente adquirida, y el Rey George tenía planes para que fuera la joya del Caribe. El
rey había sugerido que los hombres de guerra británicos acompañaron al Horizon. Pero su
padre argumentó en contra. Él pensaba que una escolta alertaría a los piratas de que él
estaba llevando algo precioso. Él no quería que saquearan Mourning antes de que el
empezara a construir el primer municipio.
Annalisa se hizo hacia atrás. “¿Qué opción tenias? Seguramente él entenderá, Padre”.
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Pero su padre no parecía estar escuchándola. Él miraba directamente al frente como si
estuviera presenciando algo horrible.
El bote se sacudió mientras el Capitán Hawthorne abordaba. “¡Vámonos fuera, hombres!”
él gritó. “¡Remen generosamente ahora!”
La tripulación empezó a remar. Fue entonces cuando Annalisa notó a Nathaniel sentado
frente a ella. Le tomó toda su fuerza darle una sonrisa vacilante.
“Está temblando,” él dijo.
“Estoy congelándome. ¿No es eso g-g-gracioso?” ella tartamudeó. “Estamos en el Caribe y
siento como si estuviera enterrada en nieve”.
Él se quitó su chaqueta y la colocó alrededor de sus hombros. “Su reacción es bastante
normal,” le dijo. “Tuvo una experiencia aterradora. Yo también estoy un poco inestable”.
La sonrisa que le dio a él esta vez era un poco más sólida. Ella absorbió el calor de su
chaqueta, apenas dándose cuenta de la sangre que seguía embarrada a ella.
Mientras los hombres remaban más lejos, ella volteo hacia el Horizon, mirando con
horror como las flamas engullían el barco y todas las almas perdidas que seguían a bordo.
Luego miró hacia el sur donde otro barco navegaba descaradamente lejos. Ella pensó en
el pirata quien la abordó en la bodega.
James Sterling. Ella recordaba su nombre. Ella recordaba su cara.

Y lo peor de todo, ella nunca olvidaría su beso.
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Nouvelle-Orleans un año después
Traducido por Yuki_252

Corregido por Blue Raven
J
ames Sterling era un pirata sin barco.
Sentado en un rincón oscuro en la parte trasera de la concurrida
taberna, agarró su jarra de ron, maldiciendo el hecho de que estaba en esta
desgraciada parte del mundo.
A bordo de la Phantom Mist, había pensado que había encontrado un lugar donde
pertenecía. Le gustaba la sensación de un barco por debajo de él. Dio la bienvenida
al desafío de las tormentas, el hombre contra la naturaleza. Incluso disfrutó de los
peligros que se encuentran en la piratería: los riesgos de la batalla, la amenaza de ser
capturado, la posibilidad de ser ahorcado, la oportunidad de adquirir riqueza más
11
allá de sus sueños más salvajes.
Sin embargo, allí estaba él, condenado a una vida en la tierra, un hombre con una
recompensa sobre su cabeza y sin un barco a su entera disposición.
Se tomó el resto de su ron y golpeó la jarra sobre la mesa. Mirando a través de la
cortina de humo de cigarrillo, llamó la atención de la camarera agobiada que estaba
cerca y levantó dos dedos. Ella le hizo un guiño, una sonrisa brillante, y una rápida
inclinación de cabeza. Él sabía que dos cervezas más estaban por venir.
Recostado en su silla, jugando con el anillo que llevaba en el dedo meñique de su
mano izquierda. Una baratija sin valor como nunca había conocido, puro oro de los
tontos 2 y cristal tallado. Le había costado todo: la vida que amaba, el peligro que
anhelaba, el respeto de su Capitán.
Peor aún, la chica que había descubierto en la bodega continuaba persiguiéndole.
Ni siquiera sabía su nombre, pero ella había ganado su admiración. Incluso con su
daga presionando su garganta, ella había sido desafiante, con fuego ardiendo en sus
ojos, de un azul tan brillante que ni siquiera la sombra podía atenuarlos. Su cabello
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Oro de los Tontos: nombre que recibe la pirita, un metal dorado que se encuentra en las minas de
oro y que frecuentemente era confundido con este. Carece de valor alguno.
castaño derramado sobre sus hombros, sin duda atrajo a muchos hombres. Y él no
era la excepción.
Que el diablo lo lleve, pero soñaba con sostenerla en sus brazos. Desde ese
fatídico día, ninguna otra mujer había alcanzado su fantasía. La chica era una bruja,
había lanzando un hechizo sobre él. Era la única explicación. ¿Por qué otra razón
no podría olvidarla?
La camarera pechugona puso dos jarras de cerveza sobre la mesa. Con un guiño, él
arrojó una moneda hacia ella.
Ella le dedicó una sonrisa de invitación. “Después de terminar, le puedo ofrecer
más que jarras de cervezas a un chico guapo como tú”.
James sonrió. “Gracias por la oferta, pero lo más probable es que esté ocupado en
otra cosa más tarde”.
Ella ladeó la cabeza, pensativa. “Usted me parece familiar, mon ami”.
“No puedo imaginar por qué lo seria. Soy un extraño en estas partes”.
“Sin embargo, hay algo en ti.” Ella sacudió la cabeza como para aclararla. “Ya lo
recordaré. Si usted cambia de opinión sobre más tarde…” Dejando el resto de la
invitación tácita, se dio la vuelta y se alejó. James no tenía planes de cambiar de
opinión.
“¿Es uno de esos para mi, amigo?” 12
James estaba tan absorto observando a la muchacha, que se había perdido la
llegada de Ferret 3, llamado así porque tenía un talento para sacar información.
Envolviendo su mano alrededor de una jarra, James la deslizó a través de la mesa
de madera llena de marcas. Parecía que muchos hombres la habían acuchillado
despreocupadamente. “Claro, amigo”.
Lamiéndose los labios, Ferret se dejó caer en la silla más cercana a James,
trayendo el olor a pescado podrido y sudor rancio con él. El muchacho Ferret había
sido un pirata digno antes de que hubieran atacado el Horizon. Pero uno de los
miembros de la tripulación, luchando valientemente, había rasgado un brazo de
Ferret. Con una herida abierta, él había sido declarado inútil y, junto con James,
abandonado en una isla desierta en el Caribe. James había sido obligado a ver a
Ferret morir o terminar con lo que el enemigo comenzó. Había terminado la
tarea... y sin duda, terminó la carrera de Ferret como un pirata útil.
“Es una lástima que no fue el brazo derecho”, había dicho Ferret, una vez que se
recuperó. “La paga es mejor por el brazo derecho”.
Era típico de Ferret quejarse por la pérdida de la moneda más que la pérdida de
una extremidad. Mientras que James no podía negar que los piratas eran tipos
cobardes, ellos si veían por los suyos. Un hombre era compensado por la pérdida de
3
Buscador, detective.
una extremidad, a menos que tuviera la desgracia de servir bajo un Capitán que lo
abandonaba a la primera vista de los inconvenientes. La cual Ferret había tenido.
Así como también James. Mientras que el Horizon se estaba quemando, Crimson
había sostenido un catalejo contra su ojo, teniendo el placer de ver la destrucción
que había causado. Mientras que atacaba a los barcos de todas las naciones, él tenía
el hábito de quemar los barcos británicos. Hasta donde sabían, le guardaba un
disgusto particular a estos.
Como era su costumbre, James había estado de pie junto a él, cuidando de no
mostrar el alivio que sintió cuando vio el bote alejándose de la nave descomunal y el
cabello castaño ondeando con el viento.
Crimson se consideraba a sí mismo como profesor de James y le gustaba tenerlo
cerca. James había comenzado como su grumete, manteniendo todo limpio y
ordenado. Aprendió mucho de Crimson. La mayoría de las lecciones eran
aprendidas a la manera difícil, pero las aprendió de todas formas.
“Parece ser que había una muchacha a bordo”, gruñó Crimson. “¿Cómo no vimos
eso?”
“Ella debe haber sido escondida”, dijo James.
“Rompimos el barco totalmente, de proa a popa. Alguien tiene que haberla visto,
apuesto que estaba en la bodega”.
Crimson le dirigió una mirada dura, el tipo de mirada que hace a otros tipos llorar 13
llamando a sus madres. Y nunca señala nada bueno.
James sacó el anillo de su bolsillo. “Ella me pago bien por dejarla ir”.
Crimson cogió el anillo, lo estudió y lo arrojó de nuevo a James. “No es nada más
que de cristal, muchacho. Una farsa. Vamos a ver lo bien que crees que te pago
cuando termine contigo”.
James se dio cuenta entonces de que debería haber tomado el collar. Maldición,
debería de haber tomado a la chica, era un premio digno de cualquier pirata.
Ahora todo lo que James poseía era el recordatorio de su locura.
Pasaron meses antes de que un buque mercante se acercara a la isla donde habían
sido abandonados y visto sus señales de fuego. Seis meses de consumir pescado y
lagartos. Cuando llegaron al primer puerto, ellos abandonaron el barco. Desde ese
momento, había sido un juego del gato y el ratón, escondiéndose en un barco tras
otro, tratando de evadir al cazador de piratas que estaba difundiendo noticias de
recompensa por James a lo largo de la costa. Hace seis semanas, James y Ferret
habían llegado a la Louisiana francesa. El barco que los trajo estaba en el puerto para
su reparación. Sería un par de semanas más antes de que estuviera listo para regresar
a aguas abiertas. James no estaba de ánimo para esperar. Tampoco le importaba
mucho la vida a bordo de un barco honesto. Se trataba de una buena cantidad de
trabajo por una paga muy pequeña.
Antes de que Ferret fuera capaz de agarrar la jarra, James se la arrebató de nuevo.
“¿Hiciste lo que te pedí?”
“Yo lo hice. Te lo juro”. Se inclinó hacia James. “Es como sospechabas. El cazador
de piratas está en nuestro acecho. The Dangerous Lady 4 llegó a puerto esta tarde”.
James ya era muy consciente de ello.
“Dicen que el Capitán es una mujer que es igual de peligrosa”, comenzó Ferret.
“Eso he oído”.
“Pero no lo crees. Puedo decir, pero he conocido a mujeres piratas”. Le guiñó un
ojo. “Las he conocido muy bien, si usted me entiende”.
“Pero ningún corsario. Ningún gobernador real emitiría una carta de
contramarca 5 a una mujer. Él seria el hazmerreír de su cargo”.
“Pero, ¿Y si lo hizo?”
“Entonces es un idiota”.
“Eso es evidente, si usted me pregunta”.
“No te lo estoy preguntando”.
“¿Crees que ella está mintiendo acerca de la carta?”, Ferret preguntó.
James se encogió de hombros, pensando en su madre. “Todas las mujeres
mienten. Todas las mujeres te traicionan”. 14
“Sí”, dijo Ferret, con una sonrisa. “Pero uno tiene que perdonarlas. ¿Dónde más
irías a conseguir un beso?”
James negó con la cabeza, deseando que Ferret no hubiera mencionado besos.
Había pasado mucho tiempo desde que James había besado a una chica, y el último
beso todavía lo atormentaba. “The Dangerous Lady no es capitaneado por una
mujer”.
“Cree lo que quieras”. Ferret metió la mano en su chaqueta, sacó un pedazo de
papel, lo desdobló torpemente con su única mano. “Mujer o no, está pasando estas
por alrededor. Ella está detrás de ti, sabéis”.
Él lo sabía. Fue la razón por la que vivía en las sombras de la ciudad portuaria de
reciente construcción.
James tomó el papel y estudió su imagen, grabada en el aviso de recompensa
debajo de la suma de cien libras. Era como mirar en un espejo, por lo de preciso que
era el retrato. Incluso su cicatriz comenzaba y terminaba exactamente donde lo hizo
en la mejilla.
4
La Peligrosa Dama
5
Permiso que debe obtener un civil para comandar un navío.
Alguien lo conocía muy, muy bien. Y lo quería lo suficiente como para hacer
gastos de impresión de un aviso de recompensa.
Se resistió a la tentación de arrugar el papel y tirarlo en el suelo. No quería que
alguien
lo recogiera, se diera cuenta que quién es, y decidir que la recompensa de cien libras
valía la pena el esfuerzo de tratar de capturarlo. Tal acción podría interferir con sus
planes.
“Muchos hombres se verían tentados, para obtener la recompensa”, dijo Ferret,
como si estuviera leyendo la mente de James.
James levantó la mirada del aviso de recompensa. “¿Estás tentado, Ferret?”
“Por supuesto que no, amigo, me salvaste la vida, sí que lo habéis hecho”. Ferret
agarró la jarra y bebió el contenido rápidamente. Se pasó el dorso de la mano por la
boca. “Yo os debo”.
Pero ningún otro hombre le debía. Y Ferret tenía razón. Muchos hombres se
verían tentados. Pensó en la afirmación de la camarera de antes, acerca de que le era
familiar. Se preguntó si ella había visto uno de los avisos de recompensa. ¿Cuántos
más pueden haberlo visto?
Con una recompensa sobre su cabeza, tenía que salir de Nouvelle-Orleans... y
rápido. Pero, ¿Cómo iba a lograr ese pequeño milagro y seguir siendo un misterio?
“Encontré para nosotros a un capitán que está dispuesto a tomar un par de 15
exploradores marinos experimentados como nosotros”.
James lo estudió. “¿Incluso un explorador marino de solo un brazo?”
“¡Hey! ¡Sólo necesito un brazo para cocinar, amigo!”
“Interesante”, murmuró James. “No podías cocinar antes”.
“Así que voy a ser aprendiz y qué. ¿Estás interesado en servir como un miembro
de la tripulación o no?” Él se inclinó y le susurró algo más cerca. “El capitán no está
preguntando nada”.
“Supongo que el barco no se utiliza para actividades legales”, declaró James.
“Como él no estaba preguntando por cuestiones sobre nosotros, no sentí la
necesidad de preguntar sobre él”.
Y James hacía tiempo que había perdido el lujo de ser exigente sobre en donde
tocaba puerto.
“¿Cuándo se va?”
“A la primera luz. Con la marea de la mañana”.
“Parece que nuestra suerte está mejorando”.
“Vamos a terminar nuestras bebidas, amigo, y te llevaré a la nave y te presentaré
al Capitán”.
James chocó su jarra contra la de Ferret. “Por vientos favorables y un barco

rápido”.
Ferret sonrió. Con sus dientes delanteros cruzados, que lo hacía lucir un poco
como la criatura por la que había sido nombrado 6. “Y por un poco de piratería en el
camino”.
No había razón alguna para demorarse, por lo que James apuró su jarra de cerveza
de un sólo trago largo y abundante. Pero aún así Ferret terminó el suyo primero.
Ninguno de ellos tenía la necesidad de volver a la miseria en el que habían estado
viviendo en estas últimas semanas. James llevaba todo lo importante sobre él. Su
pistola estaba metida en el cinturón. Su machete giró ligeramente a su lado. La única
ropa que poseía eran las que tenía sobre su espalda. Él disfrutaba de la libertad que
su vida nómada le ofrecía.
Pero a veces se encontraba a sí mismo deseando algo con más permanencia a la
misma. Un barco que pudiera llamar suyo. Un barco que era suyo para comando. Eso
le daría un lugar al que pertenecer. La nave correcta. Un barco digno para navegar.
Casi podía verlo mientras emprendía su camino a través de la muchedumbre
borracha, con Ferret siguiéndolo detrás. Sin embargo, un barco cuesta mucho
dinero.
Él y Ferret salieron hacia la noche. La espesa niebla había rodeado a la ciudad. La
niebla gris se arremolinaba a sus pies mientras vagaban más lejos de la taberna, 16
abriendo su camino por las estrechas calles. Faroles colgados aquí y allá creando
misterios en la neblinosa noche.
Era casi medianoche y pocas personas estaban fuera. La mayoría quedaron en las
tabernas. Ferret fue a la cabeza ahora.
“Por aquí, amigo”.
Se dirigió hacia un pasaje oscuro, con edificios a ambos lados de la misma. No
había faroles que dieran luz allí, pero más abajo un resplandor luchó contra la
niebla. Era exactamente el tipo de lugar que James usaría si quisiera robarle a un
hombre.
“Ho, ho, ho y una botella…” Ferret comenzó a cantar.
“¡Cállate!” James le ordenó en un susurro ronco.
Ferret obedeció murmurando “Sólo estaba divirtiéndome un poco”.
James se deslizó con cuidado detrás de Ferret. Nunca había tenido miedo de la
oscuridad, pero siempre existía el peligro de tropezar con algo que él no podía
ver. Tal vez fue porque estaba tan concentrado en su entorno que lo oyó.
Un susurro de un sonido.
6
Ferret es la denominación inglesa de Hurón.
Algo que no le pertenecía.

El aire se llenó con el roce de la espada cuando él la sacó de su vaina.
Ferret se detuvo. “Aquí, amigo. No hay necesidad de eso”.
James podía ver la silueta de Ferret y la luz más allá de él. “Algo no está bien”.
Lo sentía en sus huesos. Los pelos a lo largo de la nuca de su cuello le picaban y se
erizaban.
“Amigo, no puedes—” Ferret lanzó un chillido y desapareció en la
oscuridad. James oyó el raspado de metal contra metal. Luz estalló al lado.
Él se dio la vuelta. Una media docena de hombres estaban detrás de él. Uno
sostenía una linterna en alto. Obviamente, la había tenido que encerrado en una
especie de recipiente de metal para evitar que sea visto antes.
James oyó otro sonido y miró por encima del hombro. Más luz. Más hombres.
Él sacó su cuchillo de su vaina, por lo que ocupó un arma en cada mano.
Un hombre dio un paso adelante. “Tire sus armas, Sterling, y no será herido”.
James se echó a reír como si estuviera en la cubierta de un barco, al ser insultado
por un matón. “Si las quieres, ven y tómalas”.
Él arqueó la espada en el aire, cortando nada más que la niebla, pero hizo un
sonido silbante que resonó entre los edificios. Una advertencia. Un desafío. Uno de 17
los retos.
Oyó la prisa de los pasos detrás de él. Él se dio la vuelta. Su espada chocó con
otro, el sonido vibrante de acero a su alrededor. Dio una estocada con su cuchillo y
su contrincante dio un salto atrás.
James estaba en desventaja. Lo sabía.
Había demasiados, no había escapatoria. Pero él no caería sin una lucha.
“No podrás ganar contra nosotros”, dijo el hombre que había hablado antes.
“Entrégate ante el capitán del The Dangerous Lady”.
James dio la vuelta. “Nunca. Nunca me rendiré ante ti”.
“Yo no soy el capitán”, dijo el hombre.
“¿Es demasiado cobarde para hacer su propio trabajo?” James le preguntó con una
sonrisa burlona.
Un dolor le atravesó la cabeza de James, y él cayó de rodillas. Alguien había
colado detrás de él dándole una paliza en el cráneo. Sus armas fueron arrancadas de
las manos. Se sentía débil y el mundo daba vueltas. Trató de levantarse, pero el suelo
era mucho más atractivo. Todo lo que quería hacer era acostarme y dormir.
Alguien lo tiró fuertemente del pie y puso sus brazos en la espalda. Sintió la
mordedura aguda de la cuerda mientras sus manos eran atadas.
Oyó el atractivo tintineo de monedas. Miraba, aturdido, mientras que el hombre

que había hablado antes arrojó una bolsa pequeña en manos de Ferret.
Ferret se acercó a James. “Lo siento, amigo, pero me lo debías por haber arrancado
mi brazo”.
Ferret tomó un giro, con el puño le dio a James en la barbilla y lo arrojo de nuevo al
suelo.
“¡Eso es suficiente!”, una voz femenina gritó.
Tan torpe como le fue con las manos atadas a la espalda, James levantó la cabeza y
vio a la chica saliendo de la niebla.
Con el cabello castaño cayendo sobre sus hombros.
Se detuvo a unos centímetros de él. “Así que nos encontremos de nuevo, James
Sterling”. Era la muchacha de la bodega. Y a partir de la mirada en su cara, ella tenía
toda la intención de enviarlo al infierno.
18
Traducido por Flor_18

Corregido por Mely
A
nnalisa Townsend se sentó al escritorio en su camarote. Apenas podía creer
que había finalmente capturado a James Sterling.
Había sido casi demasiado fácil. Ese pensamiento la fastidiaba. Había
ordenado a The Dangerous Lady que zarpara tan pronto como ella y sus hombres estuvieran
a bordo – con su prisionero a cuestas.
Había aprendido mucho en el año desde que atacaron al Horizon. Si piratas intentaran
apoderarse de su barco hoy, ella no buscaría refugio en la bodega de cargamento. Buscaría
su sable y lucharía contra los piratas. Ya no era débil e impotente. Era hábil con la espada y
la estocada. Había pasado incontables horas practicando, aprendiendo las técnicas
requeridas para pelear a poca distancia a borde de un barco. Había poco espacio para
maniobrar, pero su delgada figura funcionaba como su ventaja. Era generalmente más ágil 19
que su oponente quien usualmente era Nathaniel Northrup.
Durante la mayor parte del año ella había estado bajo su tutelaje. El joven oficial que la
había ayudado a desembarcar del Horizon había dejado el servicio del rey poco después del
ataque. Como ella, él sintió que podía serle más útil a su país como un agente libre, sin
ataduras a las reglas que se aplicaban a la Armada Real. Juntos, tramaron y planearon la
mejor manera de recuperar lo que habían perdido.
Con el dinero que su padre había guardado para ser usado como dote cuando se casara,
Annalisa había adquirido un viejo barco y lo renombró The Dangerous Lady.
No quería nada más que capturar a Crimson Kelly y recuperar el tesoro robado de su
padre. Cuando el pirata había quemado su barco y los había dejado a la deriva, había tomado
un tiempo el llegar a un puerto donde pudieran denunciar el robo. Allí, abordaron un barco
que los llevó a New Providence. El gobernador real de ahí, Rogers, sospechaba que su padre
había estado aliado con Crimson Kelly. ¿Por qué otra razón el pirata no los había matado?
¡Arrestó a su padre y lo culpó de piratería!
Annalisa le había rogado a Rogers que le concediera una carta de contramarca, que le
diera la oportunidad de zarpar en un barco para probar la inocencia de su padre. Rogers
meramente se había reído de la idea de una mujer siendo un corsario. Así que se falsificó el
permiso. Lo necesitaba para declarar su legitimidad en los puertos y para asegurarse una
tripulación. De otro modo, parecería ser no más que un pirata, y estar a la merced de otros
corsarios.
Nathaniel había accedido a servir en el barco de Annalisa como intendente. Como tal, era
el segundo al mando. Cuando el tesoro sea devuelto, el barco sería suyo, el pago por sus
servicios. Él la ayudó a buscar una tripulación. Y la instruyó en el arte de luchar con sable. Le
enseñó como disparar una pistola con buena puntería. Ella tenía dos pistolas cargadas
descansando en su cinturón. Su espada estaba sujeta a su lado junto con su daga. Había
metido una daga más pequeña en su bota. A lo largo de todo el Caribe y la costa de la
América Colonial, Annalisa había enviado a sus hombres a varias tabernas y bares para
conseguir información y enviar noticias de recompensas. Los piratas a veces dejaban un
barco con la esperanza de encontrar trabajo en otro. Con suficiente ron en ellos, venderían a
sus madres, esposas y niños.
Se las había arreglado para saber que Crimson Kelly tenía el hábito de enterrar su tesoro
poco después de conseguirlo. Prefería una isla en el Caribe para sus propósitos, lo que
incluía esconderse a si mismo entre travesía y travesía. Pero nadie sabía exactamente dónde
la isla estaba. Él no compartía sus mapas, ni coordenadas con nadie. Pero qué mozo de
camarote no tenía una sana dosis de curiosidad.
Y James Sterling, si los rumores eran ciertos, había empezado su carrera en la piratería
siendo mozo de camarote de Crimson Kelly.
“Lo atrapó. ¿No debería estar sonriendo?” 20
Annalisa levantó la vista y se encontró con los ojos marrones de Nathaniel. Con sus
dedos, él se sacudió un mechón de cabello rubio de su frente. Sólo tenía veinticinco,
bastante joven para ser intendente de un barco. Pero tenía un gran sentido de justicia que
rivalizaba con el suyo propio. Cuando él hablaba, la tripulación escuchaba. Con él parado a
su lado, ellos escuchaban cuando ella hablaba también.
“Temo que el capturarlo haya sido la parte fácil”, dijo Annalisa. “Hacer que coopere es
otro asunto”.
“¿Está segura de que él tiene las respuestas?”
Annalisa asintió. Desde que había empezado su búsqueda para recuperar el tesoro robado
del barco de su padre, había aprendido mucho sobre Crimson Kelly y James Sterling.
“Dicen que es más cercano a Crimson Kelly que cualquier otro. Ese Crimson lo trataba
como a un hijo”.
“Extraño, entonces, que lo abandonara en una isla desierta”.
“Obviamente cayó en desgracia”. Esperó lo que dura un latido antes de continuar. “Y eso
puede servir en nuestro favor”.
“Cree que él querrá su propia venganza”.
“¿No la querrías tú?”
“Absolutamente. ¿Pero confiaría en otros para llevarla a cabo? No estoy seguro de eso”.
“No le daremos opción”.
“No estoy seguro de porqué estaba tan decidida a atrapar a James Sterling cuando el
capturar a Crimson Kelly nos daría lo que necesitamos”.
“Mis razones son personales, pero le aseguro que están justificadas. Y al final, nuestra
ruta actual nos dará resultados mucho más satisfactorios”.
Su comentario fue recibido con silencio. Aunque la cuestionara, él también respetaba su
opinión. Su plan incluía encontrar a Crimson Kelly y capturar su barco para reclamar su
tesoro. Ella sabía—todos sabían—que Crimson Kelly no se rendiría sin una feroz batalla.
Pero no era el tesoro lo que realmente quería. Para lograr ese objetivo, ella no sólo
necesitaba recuperar el botín sino también llevar a Crimson Kelly—vivo—con el Gobernador
Rogers.
Empujó su silla hacia atrás y se levantó. “Necesito hablar con nuestro prisionero”.
Nathaniel se puso de pie. “Iré con usted”.
“No, creo que es mejor si hablo con él a solas”.
“Eso es difícilmente un buen plan. Pone su vida en riesgo”.
“Él está encadenado y encerrado. No puede lastimarme”.
“No es el que pueda lastimarle lo que me preocupa. Es el que pueda cautivarle”. 21
Ella no pudo evitarlo. Se rió. “Odio hasta el aire que respira. ¡Es un pirata!”
“Con una reputación entre las damas. Me atrevo a decir que la mayoría de la información
que reunimos de él nos llegó de las mujeres con las que ha estado”.
“Le prometo, Nathaniel. Sus encantos no tendrán efecto en mi”.
Ella se repitió esas palabras mientras se detenía en lo alto de las escaleras que se dirigían
al calabozo. Él no la cautivaría. Casi había olvidado el gusto de su beso, como se sintió. Sólo
lo recordaba cuando se deslizaba en sus sueños. Entonces se volvía tan vivido, tan real. Para
su mortificación, siempre sentía un pequeño escalofrío. Su vida había sido llenada de
caballeros de la más fina calidad. James Sterling no era como ninguno de ellos. Él estaba sin
pulir. Un diamante en bruto. Un canalla. Un pirata.
Era la clave para recuperar a su padre.
Sosteniendo la linterna en alto, cuidadosamente bajó los estrechos escalones. Crujieron
debajo de su peso. Escuchó que algo se escabullía. Una rata. ¿Cómo es que siempre se las
arreglan para entrar a los barcos?
La humedad del calabozo se alzó hasta su nariz. La llama en la linterna alejó las sombras
hasta que ella vio a James Sterling mirándola de soslayo desde donde se sentaba en el piso en
una esquina de su celda. No había lujos aquí. Los hombres encerrados en el calabozo no los
merecían.
La observó con insolencia. La boca que una vez presionó contra la suya no estaba
sonriendo exactamente, pero tampoco burlándose. Su ondeante camisa blanca había visto
mejores días. Su mejilla sin cicatriz estaba amoratada. Todavía llevaba un anillo de oro en el
lóbulo de su oreja izquierda. Nunca había conocido a otro hombre que llevara un aro. Lo
hacía verse aún más malo. Hacía que su corazón palpitase más fuerte.
Se aclaró su garganta en silencio antes de ladrar. “James Sterling”.
Él hizo una mueca burlona. “Me tiene en desventaja, moza. No conozco su nombre”.
“Annalisa Townsend. Puede llamarme Capitana Townsend.”
Él extendió su cuerpo como un depredador preparándose para atacar. En un suave
movimiento, envolvió sus manos alrededor de las barras y se puso de pie, sobrepasándola
por al menos un pie. No se acordaba de que fuera tan alto.
“Tan formal”, él ronroneó, “después de que hemos sido tan…íntimos”.
“No fuimos íntimos”.
“Tienes gusto a frutillas. ¿Cuántos mozos saben eso?”
Quería cachetearlo. En lugar de eso, sólo pudo maldecir a los barrotes por estar en el
medio, y al mismo tiempo estar agradecida de su presencia. Su valentía estaba vacilando. 22
Enfrentarlo en persona era mucho más desconcertante de lo que había creído que sería.
“Robó ese beso y mi anillo. Lo recuperaré”.
Su sonrisa creció. “Por todo lo que vale, estaría más que encantado de devolver el beso”.
Ella se enfunfurruñó. “Me refiero al anillo, perro insolente”.
Él levantó su mano izquierda, examinándola, estudiando el anillo que rodeaba su dedo
más pequeño. Dio un paso atrás. “Si lo quiere, venga y tómelo”.
Él parecía ansiar el desafío demasiado. ¿De verdad creía que ella iba a entrar a la celda?
No le daría la satisfacción.
Despreció su sugerencia. “He decidido que puede quedárselo. No tiene valor de todas
formas”.
“Eso escuché”.
Ella no sabía qué esperaba de él. Un poco menos de altanería. Un poco de miedo quizás.
Tal vez él no se daba cuenta de lo que pasaba aquí exactamente—o lo que ella quería que
pensara que estaba pasando. Su permiso era falso, después de todo. Si siquiera Nathaniel
sabía eso. Pero había sido la única forma de dar la apariencia de legitimidad y de conseguir
una tripulación que la siguiera y respetara. Situaciones desesperadas requerían medidas
desesperadas. Y mentiras.
“¿Conoce New Providence?” ella preguntó.

Él simplemente la miró.
“Está en las Bahamas”, explicó, su impaciencia hacia él creciendo.
“Sé donde está. He navegado estos mares por uno buenos años”.
“Planeo transportarte allí”.
“Aprecio la oferta, pero no estoy interesado”.
“No es una oferta. Es una promesa. Supongo que estás familiarizado con la reputación del
Gobernador Real”.
“Entiendo que es un hombre que posee poco humor”.
Estaba tratando de molestarla con su indiferencia. Ella no tenía planes de ser molestada.
Pero su temperamento estaba volviéndose dolorosamente sensible.
“El Rey le ha ordenado librar el área de piratas. El Gobernador Roges tiene el poder de
juzgar, apresar y ejecutar. Él ha ejercido ese poder con frecuencia últimamente”.
“Su madre debe estar orgullosa”.
“No está tomando la situación con seriedad, Sr. Sterling. Tengo intenciones de llevarlo allí
para ser juzgado. Serviré de testigo contra sus malignas acciones, como también el Sr.
Northrup. El resultado será inevitable. Sin duda será encontrado culpable de piratería”.
23
“Sin duda”.
“Se encontrará bailando la tonada del diablo en la horca”.
“Nunca he sido de los que bailan”. Ella se preguntó si él se daba cuenta de lo que estaba
diciéndole. Por un lado parecía inteligente, por el otro… bueno, era lo suficientemente
estúpido como para involucrarse en la piratería.
“Será colgado”, ella afirmó severamente.
“Una forma bastante espantosa de morir, sospecho”.
“En verdad. No es lindo ni agradable”. No que ella alguna vez hubiera presenciado un
ahorcamiento, pero tenía una vivida imagen.
Le dio a todo eso un momento para que se asentara, para que él reflexionara sobre las
implicaciones de la vida que ha llevado y del destino al que seguramente llegaría.
Ella se aclaró la garganta. “Tengo el poder de garantizarle su libertad”.
Él inclinó su cabeza hacia un lado, sus ojos estrechándose mientras la estudiaba. Era
evidente que no confiaba en ella del todo. Era más inteligente de lo que parecía.
“Atravesó muchos problemas y gastos para capturarme. ¿Por qué ofrecerme mi libertad—
?”
“No estoy ofreciéndole su libertad, pero estoy dispuesta a intercambiarla.”

Él se acercó a los barrotes, su sonrisa altanera de vuelta en su lugar. “¿Mi libertad por un
beso?”
“Usted sobrestima bastantemente su encanto. Libertad por información—siempre y
cuando esa información rinda sus frutos”.
Estrechó sus ojos de nuevo. “¿Qué información?”
“La localización de la isla donde Crimson Kelly entierra sus botines”.
“Aunque encontrara la isla, no encontraría el botín. ¿No ha escuchado como asegura sus
secretos? Cegando a aquellos que lo ayudaron a enterrarlo, dejándolos deambular por la isla
por el resto de sus días. Dicen que cuando te acercas lo suficiente a la isla puedes escuchar a
sus almas llorando miserables”.
Annalisa tembló con el pensamiento. Apuntaló su resolución de superar este encuentro
sin revelar ninguna debilidad.
“Si puedo encontrar la isla, puedo capturar a Crimson Kelly allí cuando regrese. Lo
forzaré a decirme donde escondió el botín”.
“Está en las Bahamas. Ahora libéreme”.
Él sacudió la puerta y a ella la inesperada acción la asustó. Se estaba esforzando para ser
la que tuviera el control. Ser tan fácilmente afectada no era una buena señal. Tocando el 24
collar de su madre, reunió el coraje.
“Las Bahamas es una vasta área, con más de cien islas inexploradas. Necesito más
información que eso. Necesito las coordenadas, longitud y latitud. Necesito una localización
precisa”.
“Seguramente bromea”.
“Le aseguro, Sr. Sterling, en el asunto del tesoro encargado a mi padre, yo nunca bromeo”.
“No puedo ayudarla. Crimson Kelly tendría mi cabeza en una bandeja de plata y mi
sangre servida en su copa de oro”.
“¿Le tiene miedo?”, lo provocó.
Él se rió. “No le temo a ningún hombre… o mujer”.
“Entonces ayúdeme a encontrarlo”.
“¿A cambio de mi libertad?”
“Si. Le prometo que será puesto en libertad”.
Ladró su risa, el sonido haciendo eco entre las tablas. Cuando su risa se silenció, él dejó
que sus ojos se deslizaran sobre ella lentamente, como si estuviera midiendo lo que valía.
“¿Cree que soy un tonto?” él preguntó. “Una promesa es fácil de dar. Nunca escuché de
ninguna que se mantuviera”.
“Yo mantendré la mía. Tiene mi palabra”.
“¿Su palabra?” Él miró hacia las vigas, luego lentamente se dio una vuelta en círculo.
“¿Dónde está? No la veo. No tiene sustancia”.
“Muchas cosas con sustancia no pueden ser vistas”.
“Y no confío en ninguna de ellas. De la misma forma en que no confió en usted”.
La frustración se la comía. ¿Cómo podía convencerlo? “Estoy en deuda contigo. No me
mató ni me tomó prisionera cuando tuvo la oportunidad. Le devolveré el favor ahora, pero
debe ayudarme a encontrar a Crimson Kelly”.
“Ferret también me debía su vida y sin embargo hizo un negocio con usted sin perder el
tiempo. Usted hará lo mismo cuando se le presente una mejor oferta”.
“No lo haré. Le juro—”
“Guarde sus juramentos. No tengo ningún interés en promesas. Así como tampoco en
ayudarla a usted”.
“Cuando lleguemos a New Providence será muy tarde”.
Él se burló. “Como dije. No soy un tonto. Ya es muy tarde”.
“Le daré veinticuatro horas para reconsiderarlo. En ese entonces, decidiremos si fijamos
25
rumbo hacia New Providence o a algún otro lado”.
Él no hizo nada más que mirarla fijamente. Bastardo insolente. Cuando ya no pudo estar
más parada mirándolo, se dio la vuelta.
“Princesa”.
Ella lo miró. “No soy una princesa”.
“Pero actúa como una, como si el mundo fuera suyo para comandarlo, y yo hubiera sido
puesto en esta tierra con ningún propósito más que hacer tu voluntad”.
“No puedo negar que lo considero por debajo de mi. Si fuera un varón, escupiría en
usted”.
“Si fuera un varón, hubiera tomado su vida en la bodega”.
Un escalofrío la recorrió por la completa convicción de sus palabras.
“¿No es nada de valor para usted?”
“Poco preciado”. Movió su cabeza hacia ella. “No creo que fuera a dejar la linterna”.
“¿Asustado de la oscuridad?” ella lo provocó, detestándolo más con cada momento que
pasaba. ¿Realmente había creído que tenía el poder para convencerlo de ayudarla?
“No soy un fanático de las ratas. La luz las mantiene alejadas”.

Ella debería dejarlo en la oscuridad, con las ratas. Se decidiría más rápido si lo hiciera.
Pero no era tan cruel como lo era él. No quería ser como él. Enganchó la lámpara en una
clavija cerca de la celda. Con una última mirada hacia él, se dio la vuelta y salió del calabozo.
Él cooperaría con ella de una manera u otra. Aunque tuviera que usar el látigo de nueve
puntas en su espalda, él cooperaría.
James esperó hasta que la puerta de arriba se cerrara. Entonces se deslizó hasta el suelo e
incómodamente llevó sus encadenados pies más cerca de sus encadenadas muñecas.
Encajado en el taco de su bota de cuero había un delgado alambre, algo que mantenía a
mano para emergencias. Siempre había sabido que la captura era una posibilidad. Él creía en
estar preparado para todo. Aunque algunas cosas esta noche ciertamente lo habían tomado
por sorpresa.
No era lo suficientemente flexible para tomar el alambre con sus dientes, así que usó sus
uñas para sacarlo. Cuando finalmente lo tuvo en su mano, lo insertó en el cerrojo de las
esposas en su muñeca izquierda. Lo movió a los lados, escuchando como los discos hacían
click, justo antes de que las esposas se abrieran. Rápidamente abrió el otro. Si escuchaba a
alguien venir se las podía poner de nuevo con facilidad.
Masajeando sus lastimadas muñecas, miró alrededor ahora que tenía un poco de luz. No
había mucho para ver. Un calabozo era un calabozo. Podía decir, por el constante crujido del 26
barco y su ondulante movimiento, que habían zarpado. Eso lo sorprendió. Parecía que él era
el único cargamento que debían recoger.
La chica que había venido a verlo lo había atrapado con la guardia baja. Su oferta aún
más. Él no era a quien ella estaba persiguiendo. Ella quería a Crimson. Parecía que tenían un
objetivo en común en eso, por lo menos.
Pero él no confiaba en ella, más de lo que ella confiaba en él. ¿Garantizar su libertad?
Malditamente imposible.
Pero eso no significaba que no pudiera conseguirla. Bajo sus propios términos.
***
Annalisa estaba parada en la proa, mirando la noche. Era tan increíblemente oscura en el
mar. Algunas veces sentía como si pudiera tragarla entera.
“¿Qué dijo?” Nathaniel preguntó despacio a su lado.
Ella suspiró profundamente. “Se negó a ayudar. Le he dado veinticuatro horas para
reconsiderar”.
“¿Y si aún se niega?”
“Lo llevaremos a New Providence y entonces supongo que deberemos doblar nuestros
esfuerzos para encontrar a Crimson Kelly en los mares”.
“Supongo que podemos empezar el rumor de que tenemos un botín a bordo. Traer el
pirata hacia nosotros”.
Ella lo consideró pero lo descartó como muy peligroso.
“Él es cruel, Nathaniel. Mejor seamos nosotros los que ataquemos”.
“Como desee, Capitana”.
Lo miró de reojo. “¿Renombrará el barco cuando sea suyo?”
“Lo haré. Lo llamaré Annalisa”.
“Ese difícilmente sea un nombre que introduzca miedo en los corazones de los piratas”.
“Me preocupan poco sus corazones. Sólo me preocupa el tuyo.”
Repentinamente incómoda con la dirección de la conversación, miró nuevamente al mar.
Le gustaba Nathaniel. Podía respirar con normalidad a su alrededor. No se acaloraba. Su
corazón no palpitaba con fuerza. Sus labios no temblaban. Sus rodillas no se debilitaban. Se
dio la vuelta hacia Nathaniel. “Creo que me retiraré. Mañana será un largo día”.
“Buenas noches, Anna”.
Lo dejó allí e hizo su camino hacia su cabina. Se sacudió sus ropas y se deslizó en su bata
de noche antes de subir a su litera.
27
Ahora que había capturado a James Sterling, tal vez pudiera finalmente caer dormida sin
soñar con él.
Traducido por Sheilab_16

Corregido por Blue Raven
U
sando un vestido azul pomposo, Annalisa se arrastró a través del
callejón oscuro. Al final había una puerta. Alrededor de sus bordes
había un brillo sobrenatural. Esa misteriosa luz le impedía sumergirse
en la completa oscuridad.
El pasillo estaba siniestramente silencioso. Sin ningún tipo de sonido.
Niebla se arremolinaba a sus pies. Un escalofrío recorrió su cuerpo mientras que
alcanzaba la perilla. La presionó. Aunque no escuchó un click, supo que había
destrabado la puerta. La empujó. Se abrió, llamándola a entrar.
Atravesó el portal y quedó sin aliento. Oro. Montones y montones de oro,
diamantes, esmeraldas. Todo desparramado a sus pies. Brillaban y destellaban. Casi
cegándola. 28
Luego vio el collar más hermoso que haya visto. Una docena de rubíes formaban un
triangulo. Lo recogió y lo aseguró alrededor de su garganta. Las piedras rojas yacían
tibias sobre su pecho. Se dio la vuelta. Había un espejo con marco dorado. Su vestido
era corto, sus hombros desnudos. El collar era precioso, sin nada que disminuyera su
belleza.
Un latigazo hizo eco a su alrededor. Fluía líquido carmesí de uno de los rubíes.
Otro latigazo. Otro rubí mojado y sangre recorría su piel.
Otro latigazo sonoro.
Annalisa se despertó de golpe. Presionó su mano en la garganta. El único collar
que llevaba era el que su madre siempre había usado.
Otro latigazo, sonó amortiguad en su cuarto.
Pero ahora estaba despierta. Los latigazos eran reales.
Salió de su litera y agarró su manto. Era la única mujer a bordo en un barco lleno
de hombres, la mayoría jóvenes. Cuando estaba en la cubierta, usaba un vestido
unicolor marrón que dejaban sus curvas en un misterio. En su cinturón cargaba una
espada ligera y una pistola. Guardada dentro de su bota había una daga. Se peinaba
con una sola trenza hasta la espalda. Usualmente la brisa soltaba algunos mechones,
pero no tanto como para que fuera molesto. Un barco no era un salón de baile de
Londres. Se vestía apropiadamente y así podía moverse sin trabas y con rapidez.
Había establecido como regla nunca correr por el barco, a menos que estuviera
vestida apropiadamente, pero sabía que no tenía tiempo para preocuparse por
pequeñeces como esas por el momento.
Otro latigazo llenó el aire.
Era el único sonido en el barco – eso era lo que la había sacado del cuarto. El
silencio antinatural. Como si ningún hombre trabajara. Como si ningún hombre
estuviera abordo.
Irrumpió por la puerta que llevaba hacia la cubierta superior. Como era un nivel
más alto al de la cubierta principal, tenía una buena vista de la mayoría del lugar. En
la parte del fondo, los hombres estaban reunidos en un gran grupo, pero ella podía
ver por encima de sus cabezas.
Podía ver al hombre con sus manos arriba, sus muñecas atadas al trinquete. Podía
ver a un hombre de la tripulación, el más corpulento del grupo – Kane – sosteniendo
al azote con nueve puntas, jalándolo hacia atrás y hacia adelante.
“¡No!” gritó ella.
Pero él ya había tenido su momento, y las nueve correas retorcidas con sus puntas
de metal golpearon la espalda desnuda de James Sterling. El hombre apenas se
estremeció. 29
“¡Detenlo!” gritaba ella repetidamente con cada paso que daba mientras empujaba
a los hombres para abrirse paso, tratando de llegar a la mitad del barco.
Cuando finalmente logró llegar al frente de la reunión, Kane se plantó allí,
respirando pesadamente, las puntas de su látigo habiendo dejado un camino
sangriento en los tablones del piso.
Su pirata tenía los ojos apretados, su mandíbula cerrada, sus manos apretada en
puños con nudillos blancos. Pero no producía ningún sonido, si no hubiera sido por
el superficial movimiento de su pecho, hubiera pensado que estaba muerto.
“Anna, es mejor que no intervengas”.
Fue sólo entonces que notó a Nathaniel parado al lado, sus manos detrás de su
espalda. Como podía parecer totalmente tranquilo, como si estuviera simplemente
esperando que el té terminara de remojar
“¿Por qué estás haciendo esto?” preguntó.
“Sterling se niega a ayudarnos. Él empezará cada día con una docena de latigazos
hasta que ceda—“
“¡No!”
El dio un paso hacia ella, una dureza en sus ojos que ella jamás había visto. “Anna,
tienes un corazón demasiado suave para lo que se necesita. Así que ahora él deberá
tratar conmigo”.
“Soy el Capitán de este barco. Prohíbo la flagelación”.
“No te precipites. Es una práctica común darle a un hombre desobediente una
probadita del azote. Quita ese castigo y tendrás que encontrar otro para mantener a
los hombres en raya, no sea que tengas que lidiar con un motín”.
“Creo que tendrás un motín si los azotas”.
Nathaniel la miró de reojo. “Hombres, pueden retirarse. ¡Vuelvan a sus deberes!”
devolvió su atención hacia ella. “Eres el Capitán porque es tu barco, no porque
tengas experiencia en manejarlo”.
“Esto no es manejar. Esto es tiranizar”.
Se dio la vuelta para encontrar a Kane todavía parado allí. Arrebató la fusta de su
mano, marchó a un lado del barco, y lo arrojó a las oscuras profundidades del
océano.
Se volvió hacia el mástil y se dirigió a Kane. “Libere a Sterling de inmediato y
llévelo a mi cuarto. Luego, busque al médico”.
Kane llevo sus dedos a su frente. “Sí, capitán”.
Sacó su cuchillo y cortó las ataduras que mantenían prisionero a Sterling. 30
Annalisa sintió lágrimas picándole los ojos cuando vio la espalda ensangrentada del
pobre Sterling. Lo oyó amortiguar un gemido, obviamente tratando de que no todo
el mundo se enterara que tan mal lo habían herido.
“¿No lo va a tener en su cuarto con esas vestimentas, o si?” preguntó Nathaniel
con clara desaprobación en su voz.
“Dudo que sea capaz de usar una camisa, al menos no hasta que el doctor cuide
sus heridas”.
“No me refería a sus vestiduras, sino a las suyas”.
Sólo entonces recordó que había salido directo de la cama. Se volteó para
enfrentarlo. “No puedo creer que hiciera esto”.
“Sé lo importante que es para ti encontrar a Crimson Kelly. Lo hice por ti”.
“Los caballeros generalmente regalan flores a una dama cuando desean ganarse su
aprobación”.
Él le dio una sonrisa triste. “Las flores son de mala suerte en un barco. Son
consideradas un presagio de muerte venidera. Tal vez cuando volvamos a la costa…”
Negó con la cabeza. Él no había entendido su punto. “Sterling no puede ser
doblegado”.
“Todos los hombres pueden ser doblegados”.
Ella lo fulminó con la mirada, por la crueldad de sus palabras. No era típico de él.
Sabía que era valiente, fuerte y decidido, pero nunca cruel. A la tripulación le
gustaba porque los trataba a todos de manera justa. A ella le gustaba porque él creía
en la justicia – igual que ella.
“Actúas como si yo fuera el villano aquí”. Dijo Nathaniel. “Sí, fue brutal, pero lo
brutal es lo que entiende. No pensé que tendría objeciones”.
“Entonces, porqué hacerlo mientras dormía”.
“Porque tampoco pensé que tendría el estómago para resistirlo”. Tomó su mano.
“Sospecho que la mayoría de los hombres han sido azotados en un momento u otro.
Es parte de la vida en el mar”.
“No en mi barco. ¿Está entendido?” Apretó la mandíbula, entrecerró los ojos,
mientras ella esperaba su objeción. En vez de eso, simplemente asintió con
brusquedad y tocó con los dedos su frente en un saludo. “Sí, mi Capitán”.
“Gracias Nathaniel. Dependo de su sabiduría, su conocimiento, y su dedicación a
lo justo. Es un hombre de honor. Por favor no pierda eso en nuestra búsqueda para
recuperar lo que perdimos”.
“Los piratas son una plaga en la tierra”.
“Estoy de acuerdo, pero tampoco debemos rebajarnos a su nivel”.
“¿No lo hemos hecho ya, Anna?” 31
Ella negó con la cabeza, no dispuesta a reconocer que estaba más cerca de ser un
pirata de lo que admitía. “No, no lo hemos hecho”.
Cuando volvió a su cabina, el Dr. Gabriel ya estaba examinando la espalda de
Sterling. Sterling yacía sobre su estómago, en su litera, con sus ojos cerrados. Se
preguntó si el estaba durmiendo. Lo dudaba. Estaba probablemente inconsciente. O
tal vez había cerrado sus ojos para esconder lo que estaba sintiendo.
“¿Qué tan mal herido está?” le preguntó al médico.
“Pudo haber sido peor”, dijo el Dr. Gabriel mientras secaba con un paño los
cortes.
Sterling retrocedió muy levemente.
“Mis disculpas”. Dijo el Dr. Gabriel. “Voy a limpiar los cortes, poner algo de
bálsamo en sus heridas. Vendarlas. Estoy sorprendido por la condición de su espalda.
No parece que haya sido azotado antes”.
“Los piratas no azotan”, dijo Sterling entre dientes.
“¿En serio?” preguntó Annalisa.
Sterling la miró con los ojos entrecerrados. “Casi nunca”.
Parecía que quería decir más. Sin embargo, cerró los ojos y jadeó expulsando el
aire bruscamente mientras que el Dr. Gabriel continuaba con sus atenciones.
Viéndolo sufrir, era difícil recordar que era un pirata y que sin duda merecía tal
trato. Si sólo hubiera accedido a ayudarla, se hubiera ahorrado el dolor.
Aun así, no podía encontrar en su interior como culpar a Nathaniel. Después de
todo, ella había considerado la idea de darle un latigazo a la espalda de Sterling.
¿Cómo podía enfadarse con su intendente por ejecutar una idea que ella misma
había considerado?—la diferencia, suponía ella, era que incluso aunque la consideró,
sabía que nunca debía dar la orden de ejercer tal castigo.
Su mundo se había puesto de cabeza cuando los piratas la atacaron. Su inocencia
había sido destrozada. Los despreciaba. Los despreciaba a todos.
Despreciaba a James Sterling más que a todos. Porque, aún ahora, ella anhelaba
que la besara de nuevo.
Annalisa Townsend tenía muy buenos tobillos.

Si fuera un caballero, James no miraría. Pero nunca había afirmado ser un
caballero. Más bien lo opuesto, de hecho. Siempre había admitido ser exactamente
lo que era: un pícaro, un sinvergüenza, un pirata.
Y un pirata que se precie de tal robaría una ojeadita a los tobillos de la señorita
Townsend.
32
Después que el doctor se fue, puso la pantalla en su lugar para cambiarse de ropa.
Obviamente, había asumido que él estaba o inconsciente o dormido. De otra forma,
no habría hecho algo tan atrevido.
Pero su espalda se sentía como lamida por llamas de fuego. Pasaría bastante
tiempo antes de que pudiera encontrar consuelo en su sueño.
La pantalla se paraba sobre patas delgadas, el fondo se abrió, dándole a él una
clara vista. Y miró sus pies, sus tobillos, un poco de sus pantorrillas mientras ella se
vestía. Por momentos, ponía un pequeño y esbelto pie sobre el otro. Después de un
rato, sus manos aparecieron por encima de la pantalla al tiempo que se meneaba
para entrar en el vestido.
Cuando salió de la pantalla, caminó hacia la litera y se lo quedó mirando. Él había
cerrado los ojos, sorprendido de saber que aunque no la podía ver estaba consciente
de su presencia. Cuando se alejó un poco, miró a través de sus pestañas y la vio
sentarse en un silla en la mesa y deslizar sus calcetines hasta ponérselos, y también
sus botas.
Giró levemente la cabeza y lo miró. Él sabia que todavía parecía dormido, porque
ella no parecía para nada preocupada. Se preguntó que estaría pensando. ¿Qué vería
cuando lo miraba? ¿Pensaba mal de él—?
Claro que si. Era un idiota por pensar diferente. ¿Por qué le importaba que
pensara mal de él? No le importaba para nada.
Un golpe sonó en la puerta. Ella saltó de su silla, alisó su falda como si necesitara
un poco de tiempo para recomponerse. “Entre”.
La puerta se abrió y un marinero entró. “Su desayuno, Capitán”.
Cuidadosamente, equilibraba una bandeja, su estómago sirviendo de ancla ya que
tenía sólo una mano.
¡Ferret!
“¡Demonios! ¿Qué estás haciendo traidor?”, Demandó James, enderezándose y
haciendo muecas de dolor por la espalda.
Chillando como un ratón acorralado por un gato, Ferret soltó la bandeja y dio un
paso atrás.
Anna se dio vuelta, la ira de mil mujeres se veía en su rostro. “¿Cuánto tiempo ha
estado despierto?”
“Lo suficiente”. Gimiendo, bajó sus piernas de la litera.
Su segundo al mando entró por la puerta, su espada desenvainada. Siempre el
caballero de la brillante armadura. Tan desagradable. James se encontró
preguntándose si él había besado a Anna, si Anna le había devuelto el beso de buena
gana. ¿Le hubiera dado gratuitamente a Northrup lo que James había estado 33
reducido a robar?
“¿Qué va mal aquí?”, Dijo Northrup, su voz llena de autoridad.
“Nada”, respondió Anna, claramente exasperada.
“No sabia que él estaba libre. Pensé que estaría en el calabozo”. Dijo Ferret.
“Debería estarlo”, agregó Northrup. “¡Tú!” Apuntó con su espada a James. “De pie.
¡Ahora!”
“No” dijo Anna. “Todavía está sangrando. Se quedará aquí por el día. Menos
posibilidades de infección”.
“Y más posibilidades de que cause daños”.
“Está apenas en condición de causar algún daño”. Hizo una señal con la cabeza a
Ferret. “Limpie esto y traiga algo más”.
“Si, Capitán”, Ferret hizo rápido el trabajo de limpiar y pareció prolijo. Como
había sido un tazón de madera no había nada roto, por lo que se salvó de ese lío.
Todos estaban en silencio mientras trabajaba. Nadie confiaba en que no repetiría
lo que se decía en el cuartel del capitán. Cuando finalmente se fue, Northrup dijo,
“Anna, no puede dejar a Sterling aquí. El hombre hablará. Su reputación—”
“Se fue al diablo el día que decidí ser capitán de un barco”. Luciendo no muy
complacida, se acercó a James, “Recuéstate para ver si dañaste el buen trabajo del
doctor”.
Reprimiendo un gemido, hizo lo ordenado. No era un tonto. Su litera era
preferible antes que el calabozo.
Sus dedos tocaron su hombro. Eran tan tibios, tan gentiles. “Creo que está bien”.
Retrocedió un poco.
“Usted y yo tenemos una concepción diferente de bien”, se quejó.
“Simplemente digo que no creo que necesite traer al médico otra vez”.
Se dirigió a su escritorio y se sentó en la gran silla de cuero de detrás. Abrió un
diario, introdujo la punta en el tintero, y empezó a escribir. “Ya que el Sr. Sterling ha
decidido no ayudarnos, no tenemos causa de retraso. Partiremos a las Bahamas. Vele
por eso, Sr. Northrup”.
“No debe estar a sola con él”.
“Tengo dos pistolas, una espada y un cuchillo. Honestamente, he perdido la
paciencia y le daría la bienvenida a cualquier buena excusa para usar alguna o todas
en él. Así que vele por sus obligaciones que yo velaré por las mías”.
James casi pudo sentir el golpe del azote en la mirada que Northrup le dio.
“Si, Capitán, pero dejaré la puerta abierta”, Dijo finalmente Northrup girándose en 34
sus talones y saliendo de la habitación.
“Muy alegre su compañero”, musitó James.
“Como yo, Sr. Sterling, él tiene poca paciencia con piratas. Sugiero que descanse y
junte fuerzas. Las necesitará para enfrentarse a las ratas en el calabozo”.
Trató valientemente de ser dura, pero él ya había visto las lágrimas en sus ojos
cuando el doctor curaba su espalda.
“¿Porqué quiere tanto a Crimson?” preguntó.
“Por la misma razón que lo quería a usted. Me robó”.
“Se lo ha tomado bastante personal”.
Se levanto de la silla con la fuerza de la ira de un ángel vengador. “Es personal. El
tesoro pertenecía al Rey. Mi padre era responsable de él. Ahora esta sentado en una
prisión en New Providence, bajo sospecha de piratería o de cobardía – Rogers no
había determinado cual aún. -- porque mi padre sobrevivió”.
“Y ahora arriesga su vida para salvar la de él”.
“Él no sabe nada de lo que estoy haciendo, y no dejare que me cuestione. Es
suficiente que sepas que quiero el tesoro”.
Con un movimiento elegante giró sobre sus talones, camino de vuelta a su

escritorio, y sentó en su silla. Muy deliberadamente, mojó la pluma en el tintero y
empezó a garabatear en su diario.
“¿Qué estaba haciendo en el Horizon?” él preguntó.
Su mano se detuvo, su pluma apoyada sobre el papel. “A orden del Rey, mi padre
debía servir como gobernador real de Mourning. ¿Conoce la isla?”
“Sí”, entrecerró los ojos. “Ni siquiera tiene un puerto decente”.
“La razón por la cual el Rey envió oro con mi padre. Para poder construir uno”.
“Y usted piensa que al devolver el tesoro…”
“El gobernador no tendrá ninguna razón para retenerlo”. Le dio una mirada dura.
“Sin mencionar la justicia que hay en la acción, la cual estoy convencida de que no es
usted capaz de comprender. Los piratas no tienen derecho a robar”.
“¿Entonces quiere ponerle fin a la piratería?”
“Si. No quiero que alguien experimente nunca más el terror que yo experimente la
mañana en que el Phantom Mist nos atacó”.
Él se negó a permitir que sus palabras lo hicieran sentir culpable. “Yo no le hice
daño”.
“Me amenazó, Sr. Sterling. Robó mi anillo”.
35
Lo sintió calentándose en su dedo. Estaba sorprendido de que ella no lo hubiera
tomado cuando tuvo la oportunidad.
“Simplemente estaba llevando a cabo una tradición que comenzó cuando los
primeros hombres empezaron a navegar en el mar”.
“¿Robo-?”
“Siempre ha habido piratas, mi señora”.
Ella se enderezó en su silla. “Y siempre ha habido aquellos dispuestos a
desafiarlos”.
Estaba tan fácil de irritar. Tan honrada. No podía negar que a él le encantaba
alterar su temperamento.
Un golpe sonó en la puerta. “Entre”.
James esperaba a Ferret, volviendo con sus gachas de avena. En vez de eso, era el
tipo que lo había azotado.
“Capitán, el Sr. Northrup me envió a buscarla. Hay algo que necesita que vea”.
“Gracias, Sr. Kane.” Se levantó de la silla y caminó hacia la puerta.
James no podía creer su suerte. Lo iban a dejar solo.
“Sr. Kane, por favor escolte al Sr. Sterling devuelta al calabozo”.
“Si, mi Capitán”.
Kane entró en la habitación. Era un hombre enorme. James podía ver dos espadas,
la empuñadura de dos cuchillos, y tres pistolas cruzadas sobre el pecho del hombre.
“No me des problemas, pirata”.
Lenta y laboriosamente, James salió de la litera. “Ni siquiera soñaría con eso,
compañero”.
36

Corregido por Lore1889
A
nnalisa se unió a Nathaniel en la proa de la nave. “¿Quería usted
verme, Sr. Northrup?”
“Sí, capitán”, dijo muy formalmente.
Señaló hacia el este. “Parece que podríamos estar dirigiéndonos hacia una
tormenta. ¿Quiere permanecer en este curso?”
A lo lejos las nubes eran negras y bajas. Casi parecía como si estuvieran tocando el
agua.
Ella sospechaba que Nathaniel se sentía herido con su encuentro anterior cuando
había cuestionado su juicio. Ahora ella le preguntó: “¿Qué es lo que recomienda?”
Su mirada se dirigió hacia ella con rapidez, antes de que devolviera su atención de
nuevo hacia el mar. 37
“Va a ser difícil para navegar por un tiempo, no hay duda sobre eso. Sin embargo,
la navegabilidad del buque, lo puede soportar. Y permanecer en el curso nos llevará a
las Bahamas antes, y vamos a tener a un pirata menos de cual preocuparnos”.
“Tal vez deberíamos ajustar las velas un poco, sin embargo. No tiene sentido que
nos precipitemos hacia una tormenta, pero estoy de acuerdo en que debemos
mantener el rumbo”.
“Como desee”.
“¿Cree que van a colgar a Sterling?”
“Absolutamente”.
“El gobernador Rogers es conocido por conceder indultos a los piratas que
renuncian a sus vidas descarriadas”.
“James Sterling rechazó su oferta de libertad en su cara. ¿No cree usted que va a
hacer lo mismo con Rogers? Sterling no valora nada más que el tintineo de las
monedas. E incluso si se le concede la amnistía, pronto estará de vuelta a la piratería.
No tengo ninguna duda que se dirige hacia una soga”.
“No le agrada a usted mucho, no”.
Nathaniel la miró como si no pudiera creer que ella hubiera dicho eso. “En tan
poco tiempo, ya ha logrado cautivarle”.
“No, por supuesto que no. Yo lo amenacé con la horca. Usted lo intentó con la
brutalidad”.
Él se estremeció.
“Tal vez hemos utilizado la táctica equivocada”.
“¿Y qué recomendaría usted? ¿Que le sirvamos el té?”
Su voz contenía una gran cantidad de reproche. Y ella sabía que sus siguientes
palabras iban a ser recibidas con resistencia.
“No té. Cena”.
Nathaniel se volvió lentamente y se enfrentó a ella por completo. “No habla en
serio”.
“Él se niega a ayudar porque no cree que voy a cumplir mi palabra, pero si me
conociera mejor...”
“Él se va a aprovechar de usted, Anna. Va a averiguar sus fortalezas y sus
debilidades y va a abusar de ellas”.
Ella ladeó la barbilla. “¿Qué debilidades?”
“Su corazón amable por ejemplo”. Él miró hacia el mar. “Trátelo con toda la
civilidad que desee. No se le puede domesticar”.
Ella no estaba segura de que realmente quisiera hacerlo. 38
“Necesitamos a Crimson Kelly vivo con el fin de averiguar dónde enterró el tesoro
y Sterling es el único que conoce al hombre lo suficientemente bien como para
ayudarnos a ponerle una trampa. Incluso ese tipo Ferret no tiene ni la menor idea de
dónde podría estar la isla”.
“No hay nada sorprendente en eso. No me parece que sea un hombre que sabe
mucho de nada, no puedo creer que lo hayas contratado como ayudante de
cocinero”.
“Sentí que le debía más que sólo la recompensa. Difícilmente le conseguiría ron
por mucho tiempo”.
“Su alma generosa la meterá en problemas algún día, Anna. Espero que no lleve a
cabo las acciones que tomé esta mañana en mi contra. Eran bien intencionadas”.
Frotó la mano arriba y debajo de su brazo. “Lo sé, supongo que me preocupa que
fácilmente podríamos convertirnos en lo que estamos cazando”.
Él asintió con la cabeza, pero mantuvo su mirada en la tormenta que se avecinaba.
“Muy fácilmente, de hecho”.
¿Cómo podía convencer a un pirata que se podía confiar en ella? Especialmente
James Sterling, que había sido traicionado por lo menos dos veces por todas las
cuentas -en primer lugar abandonado por su capitán, y luego cambiado por monedas
por su compañero.
Annalisa ponderó su dilema todos los días mientras el barco navegaba lentamente
por el sureste. Los vientos empezaron a levantarse a medida que la tormenta parecía
haberse vuelto hacia ellos. Podrían dar marcha atrás, pero no había manera de estar
seguro que esa dirección les garantizara cielos azules. Era mejor enfrentar al
demonio que tenerlo en tu espalda.
Por el momento la lluvia apenas maltrataba la nave y las olas eran cada vez un
poco más enojadas, pero nada de que preocuparse demasiado. No estaban en medio
de la tempestad completamente, por lo que Annalisa continuaba con sus planes para
la cena. Además, todos ellos necesitaban comer.
Para su invitado especial, sacaría lo mejor de ella. Ella había planeado usar el
vestido de estilo imperial azul real para la primera cena de gala de su padre como
gobernador. Pero no había habido celebración alegre cuando llegó a New Providence
para denunciar el ataque. No, sólo había furia, culpa y desconfianza.
Habían lanzado a su padre a la cárcel. Se había convertido en un hombre
quebrado en espíritu y corazón. Incluso si no lo mataran, él ahora ya no tenía más
vida que la de un cadáver. Crimson Kelly había robado a su padre cuando él había
robado el oro.
Ella conseguiría el tesoro con el fin de le devolvieran a su padre. Pero a Crimson
Kelly lo vería en la horca.
Por supuesto, tenía que encontrarlo primero, y James Sterling era la llave para
abrir esa puerta. 39
Así que esta noche llevaba su vestido azul real. Su pelo se lo había cepillado con
un fino brillo y lo dejó colgando en los hombros. Era grueso y lujoso, su corona de
gloria. Aunque no era vanidosa, ella sabía que los hombres la encontraban bella. Y
tenía la intención de utilizar su belleza como un arma contra la Sterling.
Él la había besado una vez, y había dado a entender que quería volver a besarla. El
primer beso lo había robado, pero el siguiente le costaría muy caro.
Cuando ella estuvo satisfecha con su apariencia, salió de lo que había pasado a ser
sus aposentos privados, donde se encontraba su cama, a la habitación mayor de la
cabina del capitán. Aquí había una larga mesa con cinco sillas a cada lado y uno en
cada extremo para que así, once de sus funcionarios pudieran unirse a ella para la
cena.
En su escritorio, Nathaniel a menudo discutía sus planes y su curso, trazando las
rutas. Él era el marinero entrenado. Por todos los derechos, él era el que debería
tener la cabina del capitán. Sin embargo, esta empresa era su idea, su búsqueda. Así
que ella dormía en la mejor cabina de la nave y sólo sentía un poco de culpa por ello.
Esta noche ella lo utilizaría como cebo para que Sterling la ayudara.
Había enviado a Nathaniel y varios hombres a buscar al pirata. Antes de que lo
trajeran, sin embargo, debían hacer que tomara un baño y vistiera ropas
limpias. Desde que estaría compartiendo su comida con él, no quería que oliera a
calabozo.
A medida que paseaba frente a su escritorio, ella se preguntaba porque estaba
tardando tanto tiempo. En su experiencia, las damas siempre necesitaban más
tiempo para prepararse que los caballeros. ¿No pasó su padre incontables minutos
esperando a su madre?
Seguramente Sterling disfrutaba de la oportunidad de librarse de la suciedad que
había acumulado desde su captura. Y las ropas limpias son un lujo que sin dudas no
había tenido en un buen tiempo, estaba cerca de Nathaniel en altura, un poco más
alto tal vez y un poco más ancho de los hombros. Pero lo suficientemente cerca
como para que la ropa de Nathaniel le quedara cómodamente.
Esta noche ella lo trataría como un hombre civilizado en lugar del pirata bárbaro
que era. Apelaría a la decencia que, estaba segura, residía en algún lugar dentro de su
alma. No pensaría en el beso. No se enojaría. Ella sería razonable, y a cambio, él lo
sería también.
Después de todo, había usado un argumento válido y lógico para convencer a
Nathaniel para que la ayudara. Sólo tenía que aplicar el mismo enfoque con Sterling.
Oyendo los estruendorosos pasos, ella detuvo su caminar, respiró hondo, y
enfrentó la puerta. Lo estaban trayendo hacia ella, y con un poco de suerte, antes de
que la noche se terminara, tendría su destino trazado y el curso marcado.
El golpe en la puerta resonó tan fuerte que casi lo sintió vibrar en su pecho. 40
Tragó saliva y tocó el collar de su madre, recopilando su decisión de presentar una
fachada de calma.
“Entre”.
La puerta se abrió y Nathaniel se adelantó.
“Capitán, hemos traído al prisionero como lo ha pedido”.
En silencio, le dio las gracias por usar su rango y por dejar claro que él siguió sus
órdenes. Ella necesitaba que Sterling la viera no como la niña asustada en la bodega,
sino como una joven mujer que tenía el control no sólo de este barco, sino de su
destino.
Dos miembros de la tripulación, uno a cada lado de Sterling, sosteniendo sus
brazos firmemente, lo empujaron hacia dentro de la habitación, todavía estaba
esposado, pero él y sus ropas estaban limpias. Lo que debería haber sido una
mejora. Debería haber hecho que se vea menos amenazador.
Pero su corazón había comenzado a latir más fuerte y sus manos estaban sudadas,
mientras que su boca se había quedado seca. Parecía que su cuerpo estaba tan
confundido como ella. ¿Cómo podía ahora parece mucho más peligroso?
¿Por qué se sentía de repente tan insegura de su plan?, aterrorizada de que
resultara en un desastre –tal vez fue porque casi podía olvidar que era un pirata. Tal
vez porque por un sólo momento de locura, se preguntó cómo sería dar un paseo por
un jardín iluminado por la luna con él, detrás de una valla cubierta de rosas y
levantarse en las puntas de sus pies…
“Sr. Sterling, pensé que le gustaría unirse al Sr. Northrup y a mí para la cena”.
Los ojos de Nathaniel se abrieron en ese pronunciamiento, porque el plan no
había sido incluirlo a él, pero de repente Annalisa se sentía menos segura. Estar a
solas con Sterling, donde no hay barras separándolos, probablemente no era el más
sabio de los movimientos.
Parecía haberse recuperado muy bien de su terrible experiencia anterior. Ella no
notó ninguna rigidez en sus movimientos cuando él evaluó la habitación como si
pensara que tenía una posibilidad de escapar a través del portal.
Finalmente, sus ojos se volvieron hacia ella. La irritaba que pudiera pasarla por
alto mucho más fácil de lo que parecía capaz de pasarlo por alto.
“Sería un honor”. Se inclinó un poco, burlándose. Levantó sus muñecas
esposadas. “Supongo que vamos a prescindir de estas molestas esposas”.
“No, no podemos”, dijo Nathaniel antes de que Annalisa pudiera hablar. Él la
miró. “Tuvimos un poco de riña en el camino. Creo que Sterling tuvo la idea de tratar
de escapar”.
“Difícilmente se puede tomar mis acciones en mi contra teniendo en cuenta lo
que sucedió la última vez que me sacaron del calabozo”, dijo Sterling. 41
“Sí, fue tratado muy injustamente esa mañana. ¿Cómo está su espalda?” Annalisa
preguntó.
“Apenas lo sentí”.
Ella dudaba eso. Pero también dudaba que lo admitiera de ser así.
Él sacudió sus cadenas. “Ahora, ¿qué hay de estas?”
Miró a Nathaniel. “Estamos en el medio del océano. ¿Adónde podría ir?”
“Libre por el barco, creo que podría hacer mucho daño”. Le sostuvo la mirada. “A
usted especialmente”.
“Nunca he dañado a una mujer en mi vida”, dijo Sterling a la defensiva.
Pero eso no significaba que no lo haría.
Annalisa recordó sus amenazas en la bodega. Ella asintió con la cabeza hacia
Nathaniel.
“Tiene razón, por supuesto. Sterling, tome asiento”.
Ella despidió a los dos tripulantes que cerraron la puerta a su paso.
Antes de que pudiera sacar su propia silla, Nathaniel se movió rápidamente para
hacerlo por ella. Siempre amable, siempre educado. Ella estaba en una edad en que
debía ser cortejada, asistir a las fiestas y a la diversión, pero en su lugar, ella estaba
sufriendo las penurias del mar. Le sonrió.
“Gracias, Nathaniel. Si puede hacer los honores…”
Se sentó, prestando poca atención en como Sterling tomó su lugar y Nathaniel
cortando en rodajas la carne sazonada. Las comidas eran siempre mejor en el
comienzo del viaje, mientras que la carne estaba fresca, las papas y la zanahoria
completaron la oferta. Cuando Nathaniel había llenado los platos de todos, se
sentó. Annalisa concentrada en cortar su carne en pequeñas porciones, de repente
estaba muy consciente de que habían mantenido a Sterling encadenado,
especialmente cuando estas se sacudían por debajo de la mesa con su movimiento.
Ella era muy consciente de que comer para él podría ser incómodo, incluso
embarazoso.
Levantó la vista.
“¿Quiere que le corte la carne en porciones más pequeñas?”
Él sonrió con facilidad.
“Sí, por favor”.
Su afán por ello la sorprendió. Como ella se levantó y caminó hasta el otro
extremo de la mesa, sintió los ojos de Nathaniel en ella, su desaprobación
evidentemente. Las muñecas de Sterling con los grilletes estaban en su regazo,
escondidos debajo de la mesa. Ella trajo su plato más cerca y empezó a cortar su 42
carne en piezas más maleables. Se dio cuenta de que su parte era más gruesa que la
de ella, sería más difícil de cortar. Se preguntó si Nathaniel había lo hecho a
propósito, para dar a Sterling ninguna otra opción excepto comer como un bárbaro.
“Siempre huele tan dulce”, dijo Sterling en silencio.
Ella estaba segura de su rostro se volvía de color rojo, ya que sus mejillas se
sentían calientes.
“Usted huele algo mejor de lo que estabas. ¿Disfrutó del baño?”
“Hubiera disfrutado más sin una audiencia”.
“Difícilmente se nos puede culpar por no confiar en usted, Sr. Sterling”.
“No la culpo en absoluto, mi señora. Pero si hubiera explicado que tomar un baño
significaba compartir una cena con usted, quizás no habría luchado contra ellos”.
Dejó de cortar la carne y lo miró. “No le explicaron…”
“Mis disculpas, Sr. Sterling. Usted es nuestro primer prisionero, me temo que no
hemos trabajado con nuestro protocolo”.
“Estaría más que feliz de proporcionar sugerencias”.
No le gustaba estar tan cerca de él, viendo la cicatriz en su mejilla, preguntándose
cómo había llegado a tenerla.
Mirando a los ojos tan verdes como el mar.

“Estoy segura de que lo estaría”.
Se volvió de nuevo a la tarea en cuestión, acabó rápidamente, y empujó el plato a
su lugar.
“Tenga”.
Antes de que pudiera retirarse, la tomó de la mano. Ella se echó hacia atrás para
mirarlo de frente. Sus ojos capturaron los de ella, sosteniendo su atención mientras
sonreía. “Gracias, mi señora”.
Le besó el dorso de la mano y le guiñó un ojo. Sólo entonces se dio cuenta de que
ya no estaba esposado.
La silla raspo el suelo mientras Nathaniel se ponía de pie. “¡Cuidado, Sterling!”
“Usted no está encadenado”, ella dijo sin convicción.
“Abrí la cerradura. No puedo soportar estar encadenado”.
Ella retiró su mano de él. “¿Y la cerradura de la puerta de su celda?”
“Esa sigue siendo un misterio para mí”.
Ella no lo podía creer. Ni por un momento.
Oyó un ruido, y de repente Nathaniel había tomado a Sterling de parte delantera
de su camisa, tiró de él en la silla, y lo estrelló contra la pared de la cabina. Oyó a 43
Sterling gruñir, ya sea por el impacto o la presión de la madera contra sus cortes, no
lo sabía.
“¡Nathaniel!”
Se movió para separarlos, sólo para encontrar Nathaniel con los ojos muy
abiertos, porque a pesar de que él sostenía a Sterling, éste había puesto una pistola
debajo de la barbilla de Nathaniel. Era la pistola de Nathaniel. Sterling no había
dudado ni un sólo momento en sacársela cuando este lo había empujado contra la
pared.
“Dígale que dé marcha atrás, mi señora”, ordenó Sterling.
“Nathaniel, suéltelo”.
“No hasta que deje caer la pistola”.
“Entonces estamos en un callejón sin salida, compañero”, dijo Sterling. “No voy a
renunciar a mi ventaja. No voy a sentir la mordedura del látigo de nuevo”.
“No estamos en un callejón sin salida”, dijo Annalisa. “Nathaniel, le ordeno que lo
libere. Sterling, le ordeno que baje la pistola. Ambos, en la cuenta de tres. Uno, dos,
tres”.
Nathaniel bajó los brazos a su lado. Pero la pistola se mantuvo por debajo de su
barbilla.
“Sterling, le he traído aquí para ofrecerle la oportunidad de ser parte de esta

tripulación”, dijo Annalisa.
Él deslizó su mirada hacia ella. Por lo menos tenía su interés.
“Primero me captura, me amenaza con la horca, luego me azota con un látigo de
nueve colas, ¿y ahora quiere que me haga parte de su tripulación?”
“Necesitamos su ayuda para encontrar el tesoro. Tratamos con la intimidación,
pero eso obviamente no funcionó”.
“¿Así que usted quiere endulzarme?”
“Pensé en acercarme a usted con un poco más de cortesía. No puede escapar. Y si
le dispara, yo voy a dar mi vida para verte en la horca”.
Parecía sorprendido por su respuesta.
“¿Tanto se preocupa por él?”
“Él es parte de mi tripulación. Y yo me preocupo por mi tripulación”.
Sin una palabra, él bajó la pistola, la lanzó hacia arriba, la cogió por el cañón, y se
la extendió a ella, quien la tomó. “Gracias”.
Antes de que pudiera terminar el puño de Nathaniel echó la cabeza de Sterling
hacia atrás. Su cráneo golpeo contra la pared, con un gemido, se dejó caer al suelo.
“¡Nathaniel!” Ella lo regañó fuertemente antes de arrodillarse junto a Sterling. Ella 44
trató de convencerse de que ella iría a presentar la misma preocupación hacia
cualquier hombre que resultase herido. Que la preocupación que ahora estaba
expresando a este hombre no era fuera de lo común. “¿Se encuentras bien?”
Sterling se puso en una posición sentado y apoyado contra la pared, se apretó el
dorso de la mano contra su labio inferior sangrante. “No podría estar mejor”.
“Déjeme ver”.
Ella levantó la mano y él se la apartó.
“¡No la toquéis, vil perro!” Nathaniel ordenó.
El barco repentinamente se sacudió. Nathaniel tambaleaba, tratando de recuperar
el equilibrio. Annalisa no tuvo oportunidad de agarrarse a sí misma antes de caer en
el regazo de Sterling, la pistola volando de su mano hasta e suelo fuera de su
alcance. Como él estaba de espalda a la pared, estaba tan firme como una roca, con
sus fuertes brazos a su alrededor.
“Creo que podría aprender a disfrutar de las tormentas”, dijo con una sonrisa
arrogante.
“Suélteme”.
“¿O qué, mi señora?”
Inclinándose, arrebató el cuchillo desde el interior de su bota y se lo puso en su

garganta antes de que él se diera cuenta de lo que iba a hacer. Tomó una gran
satisfacción de ver su sonrisa atenuarse. “Haré que lo azoten otra vez”.
De repente, la pistola fue presionada contra la sien de Sterling, Nathaniel
aparentemente, se había recuperado no solo de la sacudida, sino que también
recuperó la pistola. “Libérala”.
“¿Trata a todos sus invitado a cena tan groseramente?” Sterling preguntó.
“Sólo a los ladrones. Ahora libérala”.
“Si me matas, nunca conseguirás lo que quieres”, dijo Sterling.
“Correré el riesgo”, dijo.
Cuando aflojó su agarre, el barco se inclinó de nuevo. Nathaniel se tambaleó hacia
atrás y aterrizó de un golpe en su parte posterior, y Annalisa se encontró siendo
sostenida con más fuerza aún. Para su horror, sangre salía de la garganta de
Sterling. Ella le había cortado accidentalmente. “¡Oh, Dios! ¡Está sangrando!”
“No se preocupe por eso. Considero que un poco de derramamiento de sangre es
un negocio justo para tenerle en mis brazos”.
“¡Oh, imbécil arrogante!” Ella se apretó de él. Para su sorpresa, quedó libre de su
control con bastante facilidad.
El barco se inclinó de nuevo, y Annalisa se escurrió hacia atrás. Oyó el gruñido,
como si el barco estuviera protestando por el trato del mar. “La tormenta está
45
empeorando”.
Ella guardó el cuchillo en la bota, y luego se puso de pie. El barco se sacudió y se
agarró de la mesa para no perder el equilibrio y evitar su caída, estaba anclada al
suelo, a diferencia de las sillas, que estaban esparcidas por el piso de tablones.
“Vamos a tener que volverlo a meter en el calabozo”, dijo Nathaniel.
“¡No sea tonto, hombre!", dijo Sterling. “Necesitaras toda la ayuda que puedas
recibir arriba”.
“Está loco si cree que vamos a confiar en usted. Intentará degollar nuestras
gargantas a la primera oportunidad que tenga”.
Sterling volvió la mirada hacia ella. “Tengo la intención de escapar, pero no
durante una tormenta que volcaría a una pequeña embarcación. Y no me gustaría
naufragar”. Él se empujó contra la pared, empujándose a sí mismo hasta que se puso
de pie. “Me valgo de mi suerte ahí arriba”.
“¿Voy a tener su palabra de que va a luchar contra la tormenta y no contra
nosotros?”, ella dijo.
“Honestamente no cree que puede confiar en él, ¿verdad?”, dijo Nathaniel.
Ella sabía que no debía confiar en Sterling. Él era, después de todo, un pirata. Y ellos
no la habían tratado muy bien.
“Tu palabra”, repitió. “A pesar de que no se puede ver o tener en mi mano, yo creo
que es de valor. Si usted me la da a mí, no voy a tirársela a la cara”.
“La tiene”.
“¿Cómo sabe que podemos confiar en él?” Nathaniel gritó.
“Porque yo no sé nadar, amigo. Voy a hacer mi escape cuando las aguas estén
tranquilas”.
Ella no tenía tiempo para considerar lo absurdo que era que un pirata que no
supiera nadar o seguir reflexionando sobre la sabiduría de confiar en él. Se las había
arreglado para liberar sus manos, pero sus tobillos estaban atados todavía por las
cadenas. “Libéralo”.
“Anna…”
“¡Hazlo!”
Con una respiración áspera, Nathaniel hizo lo que su capitán dijo, de rodillas a los
pies de Sterling, llave en mano. Ella pensó que casi podía leer los pensamientos
cruzando por la mente de Sterling -que tal vez él podría salirse con la suya dándole
una patada a Nathaniel.
“Ni siquiera lo piense”, advirtió.
Él desvió la mirada hacia ella, con su sonrisa diabólica.
Los grilletes resonaban cuando cayeron al suelo. Alejándose, Sterling abrió la
46
puerta, se detuvo y miró por encima del hombro. “Usted debe quedarse aquí, mi
señora”.
Luego desapareció, saltando por el corto pasillo. Un escalofrío recorrió a Annalisa
al recordar la última vez que él había desaparecido así y el terror que había sentido
entonces. No era tan diferente del que sentía ahora. Sólo que esta vez, ella no tenía
intención alguna de ocultarse.
Ella corrió tras él, el barco saltaba como un caballo indomable. Perdió el
equilibrio una vez, dos veces, pero finalmente llegó a la puerta. El viento la había
abierto cuando Sterling pasó través de ella, manteniéndola abierta, como si la
tormenta les invita a jugar.
Ella vio con horror como enormes olas se estrellaban en los costados del buque,
sacando a los hombres de equilibrio, que escarbaban para adherirse a cualquier cosa
que pudiera mantenerlos anclados.
Ella sentía la presencia de Nathaniel que estaba detrás de ella. Mirando hacia
atrás, se podía leer la duda en su rostro, deslizó su mirada hacia ella. “Quédese aquí,
Anna. La fuerza de las olas la barrería por la borda.”
“Yo podría atar una cuerda…”
“¡Quédate aquí!, no puedo salvar el barco si estoy preocupado por salvarte a ti”.
Él la acercó con un brazo alrededor de su cintura, la atrajo hacia sí, inclinó la

cabeza y la besó. Con fuerza.
Entonces, al igual que James Sterling, se había ido. Para luchar contra la tormenta.
Ella le oyó gritar la orden para que empezaran a trabajar. Observó que los
hombres comenzaron a martillar escotillas cerradas. Vio que otros subieron el
aparejo, para asegurar las velas. Todos ellos estaban arriesgando sus vidas.
Y ella no. No podía pedir de ellos algo que no estaba dispuesta a hacer.
Al salir a la cubierta, fue capturada inmediatamente por el fuerte viento y se
estrelló contra la barandilla, el aliento le fue arrebatado y cayó de rodillas.
Luchando por respirar, miró hacia arriba y vio a Sterling en el timón. Los
relámpagos resplandecían destacando la concentración en su rostro. Ella miró en la
dirección que él estaba mirando, y su estómago golpeó tan fuerte como el océano.
Un muro de agua se había erigido... ¡y no había forma de escapar de él!
47

M aldita sea, ¡Cómo dolía estar muerto!

James no creía que hubiera una sola parte de él que no estuviera en
agonía. Maltratado y moreteado de pies a cabeza. Bueno, tal vez su dedo
pequeño del pie se había salvado. Él lo movió. No, duele también.
¡Qué forma tan miserable de pasar la eternidad!
A pesar de que se le había ocurrido que el hecho de que estaba con dolor podría significar
que no estaba muerto, después de todo.
Había estado en el timón, trabajando con ese granuja intendente, tratando de girar la
nave, cuando vio a Anna bajar. ¿Y cuándo había comenzado a pensar en ella como Anna? Tal 48
vez cuando le había visto los tobillos. Parecía una intimidad mucho más personal que
compartir un beso.
Pero al verla estrellarse contra la cubierta del barco, ya sabía que ella no tendría la fuerza
necesaria para mantenerse cuando la ola se chocó contra ellos. Había dejado su cargo y se
había arrojado a sí mismo alrededor de ella, protegiéndola y aferrándose a los cabos de
sujeción del barril de agua de lluvia en el otro lado de la nave. Recordó el azote de la ola, tan
brutal como cualquier paliza que jamás había recibido. Y el olor de fresas. Incluso en la
tormenta, de alguna manera la había olido.
La olía aún.
Sentía algo fresco cepillando suavemente por su frente.
Lentamente, abrió los ojos.
Y allí estaba ella. Enjugándole la frente con una mirada de ternura de la talla de la que
nunca había visto antes. Por lo menos no desde que su madre lo había vendido a
Crimson. ¿Y por qué él? No había sido el mayor de sus hijos. Dos eran mayores, tres eran
menores. Tampoco había sido el que comía más. Ese honor le había sido otorgado a su
hermano mayor, quien era conocido por robar las gachas del tazón de James cuando su
madre no estaba mirando. Él había tratado de ser un buen hijo. Pero ella le había vendido de
todos modos.
“Sterling”.
La suave voz de Annalisa le empujó de nuevo a salir de los recuerdos que preferiría
mantener bajo llave. Él no era hijo de madre alguna. De un padre, tampoco. Él se abrió su
camino gracias al sigilo y la astucia. Su único sueño -una palabra demasiado dulce para el
hambre que lo roía- iba a ser capitán de su propio barco. El capitán no recibía órdenes de
nadie. Y mientras que un motín podría resultar con su muerte, hasta ese momento nadie
nunca le ganaría. Fue protegido de los que se despertaron de mal humor.
Trató de medir su entorno. Parecía estar en una litera, amortiguado por suavidad, había
estado aquí antes.
“Parece que he encontrado mi camino de regreso a su cama”. Su voz sonaba ronca y su
garganta se sentía en carne cruda mientras hablaba.
Había esperado una pequeña sonrisa. En cambio, ella frunció el ceño. “Tenga, trate de
beber un poco de agua”.
Deslizó un brazo por debajo de su cabeza, ella lo levantó un poco antes de colocar un
vaso contra sus labios. El agua bajó aliviándolo. Se dio cuenta de la nave ya no estaba
meciéndose. La tormenta debió haber pasado. Siempre le sorprendió la forma en que podía
ver en un mar después de una tormenta y no encontrar evidencia alguna de su paso. Si
alguna vez tuviera una nave de su propiedad, le gustaría ser como la tormenta. Atacar, y
luego desaparecer. Dejando a los que sobrevivieran en el temor, siempre refiriéndose a los
piratas poderosos y fuertes que había tenido la astucia de desaparecer como si nunca 49
hubieran estado allí.
Annalisa movió el vaso. “¿Cómo se sientes?”
“Como si me hubiera metido en una pelea con el diablo”.
Ella se rió líricamente. “Esa es una tan buena manera de describir lo que hemos pasado
como ninguna, supongo”.
Estaba usando un vestido verde ahora, en vez del azul. Llevaba el pelo recogido hacia
atrás, asegurándolo con una cinta. Un moretón le marcaba la mejilla.
“Está herida”. Era difícil decir con la aspereza en su voz si él estaba haciendo una
pregunta o afirmando un hecho.
“No tan mal como podría haber sido, si no hubiera...” Su voz se apagó y se miró las
manos, entrelazadas sobre su regazo, estaba sentada en una silla estrecha. Esa parte de la
cabina del capitán apenas tenía espacio para eso. Ella levantó la mirada. “Usted me salvó la
vida”.
Él se sentía incómodo con la gratitud que veía en sus ojos. “No me obligue a ser un héroe,
mi señora. Yo estaba pendiente de mi propia piel. Su Sr. Northrup simplemente me colgaría
tan pronto como pudiera de la más alta biga. Usted, en cambio, tiene un marcado interés en
mantenerme vivo”.
“Ese interés está disminuyendo, Sr. Sterling, ya que se niega a ayudarme”. Su voz era
agria, y no podía negar que la preferiría enojada con él. Mucho más seguro de esa manera,
más fácil de mantener la distancia. Él había amado a su madre y ella lo había vendido. Tan
tonto como parecía, sospechaba que había querido a Crimson también. Que había sido la
cosa más cercana que James había tenido de un padre. Pero Crimson le había
abandonado. Todo por culpa de una pieza de joyería.
“Ofrézcame algo más valioso que mi libertad”.
“No hay nada más valioso que su libertad”.
“Libertad que puedo conseguir por mi propia cuenta, ofrézcame algo que no pueda
obtener”.
Ella empujó la silla hacia atrás, se puso de pie, y cruzó los brazos sobre su pecho. “Usted
es bastante arrogante, ¿lo sabía?”
“Es el pirata en mí”.
“Usted es mi prisionero. Tengo su destino en mis manos”.
“Usted me debe, mi señora. Dos veces ahora”. Levantó dos dedos para hacer su punto. “La
primera vez en la bodega”.
“Ellos no mataron a mi padre”.
“Y me atrevo a decir que no la hubieran matado, pero habría querido que lo hicieran 50
cuando terminaran con usted”.
Ella palideció, su cara estaba blanca. El no sabía porqué sentía esa necesidad de desafiarla
a cada paso. Él estaba en peligro de perder lo que más quería adquirir.
“No voy a decir dónde está Crimson”, dijo “pero la llevaré a él. Si considero el acuerdo
justo”.
“¿Y qué haría el trato más justo que darle su vida?”
“La cabina del intendente”.
Ella parpadeó y lentamente desplegó sus brazos. “¿Perdón?”
“No quiero que me mantengan en el calabozo, ni tampoco quiero dormir en condiciones
miserables donde los miembros de la tripulación regular duermen”. Él asintió con la cabeza,
teniendo una fantasía con la idea. “Quiero un puesto cómodo, la cabina del intendente
estará bien”.
“Sobre mi cadáver”. De repente, Northrup estaba de pie en la puerta.
James odió darse cuenta de que tal vez había estado escuchando, que había escuchado
todo lo hablado. “Eso puede ser arreglado” dijo seriamente, muy deseoso de hacer su
afirmación una realidad.
“Basta, ustedes dos. Las riñas tiene que parar”, dijo Annalisa.
“Yo soy el intendente, Anna” dijo Northrup. “No voy a dormir con los hombres. Perderán
todo el respeto hacia mí, no puedo comandar sin su respeto”.
James se sorprendió al descubrir que no le gustaba la forma en la que ella miraba a
Northrup, la suave sonrisa que ella le dio, la forma en que ella se acercó y le apretó la mano.
“Establece una hamaca en tu habitación. Dale la cama. Por favor, Nathaniel. Sabes cuánto
significa esto para mí. Y es sólo por un corto tiempo”.
Northrup entrecerró los ojos hacia James. James vio como apretaba su mandíbula. Pensó
que si pasaba mucho tiempo en la compañía del otro, tendría al intendente rechinando los
dientes hasta las encías. Él tomó un placer perverso en la idea.
Northrup miró a Anna, le acarició la mejilla con una familiaridad que causó que el
estómago de James se apretara. Había visto a sus compañeros tirar mozas con las que había
estado coqueteando en sus regazos, y no se había molestado. ¿Por qué se molestaba por algo
que pasa entre Anna y Northrup que parecía tan... inconsecuente?
“Por ti, Anna. Lo haré por ti”, dijo Northrup.
Ella le dio una suave sonrisa, el tipo de sonrisa que James sabía que nunca le daría a
él. Uno de cariño, de cuidado. Él volvió la cabeza. Era difícil ver este encuentro extraño entre
ellos, darse cuenta de que Anna tenía cierto afecto por el hombre. James no estaba seguro
de porqué le importaba. Sólo sabía que lo hacía.
Una realidad bastante lamentable. 51
Traducido por Rodonite

T
omando su té en una taza de porcelana, Annalisa estaba en la barandilla
de la cubierta, el viento ondulando su falda detrás de ella. Al este, el sol
estaba recién saliendo por el horizonte. Ella amaba esta hora de la
mañana, sobre todo hoy. La noche anterior Sterling había estado en su escritorio
trazando una ruta que les daría suficientes leguas para cubrir hoy si el viento se
mantenía favorable. No había trazado el curso hacia su destino, pero los había
puesto en la dirección correcta.
"Bebiendo té en la cubierta" una voz grave le preguntó.
Se volvió y sonrió levemente a Sterling. Parecía menos maltrecho. Tener la
libertad en la nave parecía tratarlo bien.
"Me hace sentir civilizada", respondió ella.
52
"Escuché una vez que Black Bart tomaba té en la cubierta de su barco".
"Black Bart es un pirata despiadado. No tengo nada en común con él. Yo soy un
corsario. Hay una distinción".
"Sutil, por seguro. Algunos podrían decir que no la hay en absoluto".
"No estoy haciendo nada deshonroso. Estoy tratando de recuperar lo que nos fue
robado".
Sterling se inclinó hacia adelante, sus antebrazos descansando sobre la baranda,
las manos cruzadas delante de él. Su largo cabello estaba peinado hacia atrás,
mantenido en su lugar, con una tira de cuero. El viento jugaba con su camisa de lino
blanco, haciendo que revoloteara un poco.
"Tal vez si uno es visto como un pirata o un corsario depende de quien le este
mirando", dijo. “Usted me secuestró".
"Usted no es inocente. Su cabeza tiene una recompensa. Cualquier acción tomada
en su contra se justifica". Ella sintió una chispa de culpa. No todo lo que estaba
haciendo estaba aprobado por la Corona.
"¿Black Bart navega estas aguas?", preguntó, para cambiar de tema.
"De vez en cuando. Su nave es la Royal Fortune. Su Jolly Roger es negro. Lo tiene a
él y a la muerte sosteniendo un reloj de arena. Si pudiera encontrarlo, querría mirar
en otra dirección".
"Creo que preferiría enfrentarme a él".
"Confíe en mí, mi lady, es mucho peor que Crimson. Él no toma prisioneros".
"¿Alguna vez ha luchado con él?"
"No, y no tengo ningún deseo de hacerlo. Es un camino seguro hacia la muerte”.
Y ese era el camino que estaba actualmente transitando, pero no tenía sentido
recordárselo.
“Se levantó muy temprano", dijo para aligerar el ambiente.
"Su intendente ronca".
"Siempre puede volver al calabozo".
"No lo creo. Me adaptaré".
Tomando otro sorbo de té, lo estudió por sobre el borde de la taza. "No habla de
la manera que yo esperaba de un pirata. Casi habla como un caballero que le apetece
tomar el té en un jardín por la tarde".
Manteniendo un brazo apoyado en la barandilla, él la enfrentó. "Eso es lo que
hace Crimson". 53
"¿El bárbaro pirata? ¿Él le enseñó a hablar como un caballero?"
Se encogió de hombros, una esquina de su boca se levantó.
"Eso no es una respuesta", dijo. "¿Lo hizo o no lo hizo?"
"¿Qué me ofrece por la historia?"
"Démela, sin trueque".
"Esa no es la manera de los piratas".
"Sí, bueno, ahora está sirviendo a bordo de mi barco, no es un pirata".
"Siempre seré un pirata, mi lady".
Su estómago dio un vuelco. ¿Por qué tenía que ser siempre tan difícil? -¿Y por qué
siempre lo encontraba tan interesante?- ¿Por qué siempre le gustaba cuando
intercambiaban palabras de esta manera?
"Le ordeno que me diga o pasará una noche en el calabozo".
Él sonrió. "Es una capitana difícil".
Se quedó sin aliento. ¿Estaba coqueteando con ella? ¿Estaba coqueteando con él?
"¿Su historia?" presionó.
"Supongo que no hay nada malo en decírselo. Crimson fue educado en Oxford".
"¿Un caballero pirata?" Casi se burla, pero no quería ofenderle. Para su

mortificación, le gustaba hablar con él. "No le creo. Le oí llamándote desde el
Horizon. Sonaba inculto".
"Actuación".
Esperó, pero no dijo nada más. Ella le lanzó una mirada afilada. "No va a dejar las
cosas así, ¿verdad? Así que él piensa que el mar es su teatro, y su nave nada más que
un escenario".
"En cierto modo supongo que lo que hace. Cuando no estamos en el mar, se viste
como un caballero". Él bajó la mirada a su taza de porcelana. "Bebe té. Pero cuando
un barco se ve en el horizonte, va bajo cubierta y se cambia. Cuando reaparece, es
diferente. Sus ropas son el atuendo colorido de un pirata. Su lenguaje es tosco. Habla
como si no tuviera ninguna educación".
"¿Se da cuenta que está loco?"
"Depende de donde uno esté parado". Le sostuvo la mirada. "¿Sabe que los piratas
son muy democráticos? Elegimos a nuestros capitanes. ¿Quién la eligió a usted, mi
lady?"
"Es mi barco, mi búsqueda. Por lo tanto, yo mando". Ella ladeó la barbilla. "Me
atrevo a comentar que no se puede decir mucho de la inteligencia de una tripulación
que elige a un hombre como Crimson para supervisarlos".
"Él es inteligente, es valiente…" 54
"Es brutal. ¿Es cierto que bebe la sangre de sus víctimas?" Ella no podía creer que
le había preguntado.
"Crimson me dijo una vez que la reputación de hacer algo puede ser tan efectivo
como hacerlo".
"¿Alguna vez lo ha visto hacerlo?"
Él negó lentamente con la cabeza. "Pero no se lo diga a nadie. Sino él podría
decidir que tiene que hacerlo".
"¿Hacer qué?"
Los dos se volvieron a la pregunta inesperada. Nathaniel se quedó allí, con el cabello
rubio lo suficientemente largo como para que se ondulara juguetonamente por
debajo de su sombrero de tres picos.
"Estábamos discutiendo sobre Crimson Kelly, y si los rumores sobre sus hábitos
repugnantes son ciertos", le dijo Annalisa.
"No creo que Sterling debiese tener vía libre en la nave", dijo con severidad.
"No estoy interesado en escapar, compañero. Por lo menos no todavía".
"No es su escape lo que me preocupa, sino su capacidad de sabotear la nave". Miró
a Anna, sosteniendo su mirada. "No confío en él, Anna".
Ella asintió con la cabeza. "Tienes razón, por supuesto. Asigna a alguien para
mantenerlo vigilado, pero sin grilletes",
"Kane" Nathaniel llamó por encima de su hombro. Un hombre corpulento se
acercó.
"Sí, señor".
"Ponga a Sterling a trabajar limpiando la cubierta".
"Sí, señor. Por aquí, compañero".
Annalisa sabía que Nathaniel había ordenado la forma más baja de trabajo para
los piratas. Fue un insulto de la más alta consideración, algo que se ofrece como un
castigo o porque el hombre no tenía habilidades para nada más. Así que ella no se
sorprendió cuando Sterling se opuso.
"Esto no era parte de nuestro acuerdo", dijo.
"Todo hombre en el barco se gana su sueldo o va al calabozo", dijo Nathaniel.
"Les di el curso".
"No estoy seguro de confiar en usted. Nos puede llevar en círculos antes de que
nos diéramos cuenta”.
"¿Qué ganaría con eso?"
"No lo sé". 55
"Nathaniel, todos estuvimos de acuerdo con este arreglo ayer", le recordó ella.
"No me gusta".
"Sí, bueno, esa es la manera en que es. ¿Algo más que necesites?"
"Es la hora de tu práctica de la mañana".
"Oh, sí, por supuesto. Me había olvidado. ¡Laddie!"
Un joven dio un paso adelante con elegancia, tomó su taza, y salió corriendo.
Annalisa sacó su espada. De repente se sintió cohibida con Sterling allí de pie,
dándole una mirada especulativa.
"Debería ir abajo, Sterling, para evitar ser cortado", dijo Nathaniel, como leyendo
su malestar.
Annalisa no se sorprendió de que Sterling simplemente se cruzara de brazos sobre
el pecho y se apoyara en la barandilla. "Prefiero quedarme y ver".
"Nathaniel está en lo correcto. Las lecciones pueden llegar a ser muy rudas".
"Voy a correr los riesgos".
"Muy bien".
Dio un paso adelante a la mitad de la cubierta y se posicionó.
Nathaniel hizo lo mismo. "¿Lista?" asintió.

Cuando él volvió su espada, ella desvió el golpe, como siempre sorprendida por la
fuerza del impacto y la forma en que su brazo temblaba. Ambos retrocedieron. Ella
golpeó. Sus espadas se encontraron.
Saltó hacia atrás. Moviéndose en círculos lentamente, mirándolo, mirando su
espada.
Entonces se dio cuenta de la risa. Comenzó como un rumor sordo de diversión y
se hizo más fuerte. Se volvió para mirar a Sterling.
"¿Encuentra esto divertido?" le preguntó.
"Si, desde luego. Luchas como si estuvieras en un salón".
"Todavía estoy aprendiendo".
"El problema no es usted, mi lady. Es su tutor".
"Supongo que piensa que podría hacer un mejor trabajo", dijo Nathaniel.
"¿Tiene alguna experiencia en la lucha contra piratas?" Sterling preguntó.
"Por supuesto. Luché con varios cuando atacaste el Horizon".
"Ah, eso explica su inmensa aversión hacia mí". Dio un paso adelante,
extendiendo su mano a Anna. "Déme su espada. Voy a demostrarle lo que realmente
puede esperar cuando se enfrentas contra piratas". 56
"Nunca va a cargar un arma en este barco, Sterling", dijo Nathaniel.
Sterling se movió rápidamente, cogiendo la espada de los dedos de Anna antes de
que ella supiese lo que iba a hacer. Él la arqueó sobre su cabeza y la dejó caer sobre
Nathaniel.
Annalisa gritó de horror.
Cayendo sobre una rodilla, Nathaniel levantó su espada para desviar el golpe. El
choque del acero se hizo eco en la cubierta.
"Un pirata nunca le preguntará si está lista", dijo Sterling.
Nathaniel le dio un empujón, enviándolo de vuelta, pero el equilibrio no pareció
afectarle. Nathaniel se puso de pie.
Sterling golpeó una y otra vez, pero Nathaniel resistió con habilidad a cada
estocada y embestida, acorralándolo hasta que se apretó contra la barandilla sin un
lugar a donde ir.
"Un pirata va a atacar con rapidez", dijo Sterling.
Él se apartó, agarró Annalisa, deslizó su brazo alrededor de ella, apretándola
contra su pecho, el borde fino de su espada se cernía debajo de su barbilla.
Su corazón latía tan fuerte, que estaba segura de todos podían oírlo.
"Un pirata no pelea limpio", dijo Sterling cerca de su oído, su aliento caliente
rozando sobre su mejilla. "¿De verdad quiere que le enseñe a luchar contra piratas
un hombre con tan poca experiencia en defensa contra ellos?"
Ella levantó el pie y lo lanzó hacia abajo a la punta del pie de él. Aullando, aflojó
su presa, y fue suficiente para que ella se deslice fuera de su alcance. "¡Kane!" gritó
ella, extendiendo la mano, y el hombre que se suponía que tenia que ser el guardia
de Sterling le lanzó su sable. Ella lo cogió por el mango, y lo giró a su alrededor.
Sterling acerco a su acero con el suyo. La vibración casi la aturdió.
Él golpeó, ella le regresó el golpe. Continuaron, bailando sobre la cubierta, sus
pies se movían rápidamente, cada golpe venia más rápido que el anterior. Todo el
tiempo ella era vagamente consciente de Nathaniel llamando a los hombres, el
sonido pasos apresurados.
Mientras se concentraba en cada movimiento, trató de anticiparse a donde él
golpearía, Sterling no hizo más que sonreír.
"Así es, mi lady…"
¡Clash!
"¡Lo más rápido y fuerte como pueda!" ¡Clang!
"Ataque. Sin pensar en herir, sólo para matar. El primer golpe hace a un hombre
su enemigo". 57
¡Clash!
"El último golpe debe asegurarle de que nunca vendrá tras de usted".
¡Clash! ¡Clang! ¡Clank! ¡Clink!
Una y otra vez blandió su espada. Una y otra vez se encontró con cada embestida.
Cuando se tropezó, se vio presionada contra el mástil, con la espada de nuevo en
su garganta.
"Y nunca, nunca deje que un pirata la arrincone", dijo Sterling en voz baja,
peligrosa.
"Aléjate de ella, Sterling", ordenó Nathaniel.
"Parece que la lección ha llegado a su fin", dijo Sterling.
Ella asintió con la cabeza, sin aliento por el esfuerzo, por su cercanía. "Hasta
mañana, de todos modos".
Algo bailaba en sus ojos: un reto, un poco de placer, alguna travesura. Estaba
disfrutando de esto demasiado.
Para su inmensa vergüenza, ella también.
"Sterling…"
"Todo está bien, Nathaniel" dijo Annalisa.

Sintió a Sterling aliviar la presión. Con un gesto, ella lo hizo a un lado. Los
hombres descendieron sobre él como buitres, tomando la espada y derribándolo de
rodillas, hasta que sus manos estaban atadas a la espalda y la cabeza inclinada.
"Te lo advertí", dijo Nathaniel. "No es de confiar".
"Si él no fuese de confiar, yo estaría muerta. Déjenlo ya", ordenó.
Sterling levantó la cabeza, su mirada encontró la de ella como si no pudiese creer
su orden.
"No era más que una lección", dijo.
"Anna…" Nathaniel comenzó.
"Él está en lo correcto, Nathaniel. Me has enseñado mucho sobre manejo de la
espada, pero tu corazón nunca ha estado en ello. Estoy segura de que es porque
esperas que me oculte bajo cubierta cuando llegue el momento. Pero no. Voy a
resistir y luchar en esa ocasión. Necesito a alguien con experiencia en la lucha sin
piedad que me enseñe. Quizá todos deberíamos aprender".
Echó un vistazo a Sterling que estaba de pie, ya liberado. "Una pequeña
advertencia cuando sea la próxima práctica".
"Como he dicho, un pirata no le dará ningún aviso".
Ella asintió con la cabeza. "Vaya a ver al médico. Pida que revisen su espalda,
58
asegúrese de que toda esta actividad no reabrió sus heridas. El Sr. Kane le
acompañará".
Mientras que la cubierta quedaba limpia de los espectadores, Annalisa regresó a la
barandilla. Su corazón sólo ahora estaba empezando a desacelerarse.
Nathaniel dio un paso más cerca. "No me gusta la atención que le das. Debes
saber que tú y solo tú eres la razón por la que estoy a bordo de este barco".
Ya lo sabía. Y lo había utilizado. Ella había utilizado todos los medios a su alcance
para conseguir el barco y a la tripulación. Ella les había ofrecido una porción escasa
de oro como premio - cuando lo requieran. Los hombres siguieron a Nathaniel,
porque se ganó su respeto. Él la siguió, porque se preocupaba por ella. Como un
joven oficial a bordo del Horizon, cuando ella había viajado en él con su padre, él
había mostrado un tímido interés en ella.
"Seguro que deseas algún tipo de retribución", dijo.
Apretó la mandíbula. "No puedo negar que quiero ver a Crimson Kelly colgado.
Pero quiero ver a Sterling, también".
"Le prometí su libertad".
"Y se la vamos a otorgar. Sin embargo, un tigre no puede cambiar sus rayas. Él va a
volver a la piratería. Y con el tiempo va a ser ahorcado".
Ese pensamiento la entristeció más de lo que creía posible.

"¿Podemos, por favor, hablar de otra cosa?"
Él asintió. El silencio creció a su alrededor. Parecía que no tenía nada más que
decir.
***
Ferret se abrió camino a través del estrecho pasillo. Haber perdido un brazo en su
trabajo era una ventaja en ocasiones. Podía meterse en lugares estrechos, donde más
de un hombre no podía. Puede ser útil durante la batalla.
Dando vuelta en la esquina, se encontró pegado a la pared, una mano grande
envuelta alrededor de su garganta. Estaba bailando en sus puntas del pie, chillando.
"Cállate, Ferret", dijo James Sterling.
"No puedo respirar", jadeó.
"Qué pena".
Sin embargo, no se oía ninguna compasión en la voz de Sterling.
"No te traicioné". Se quedó sin aliento. Su visión se tornaba negra en los bordes.
"Sólo vi una oportunidad... para hacer un poco de dinero".
"Entregándome".
"Para luego ayudarte a escapar. Es por eso que estoy aquí".
59
Liberado de repente, cayó al suelo. Apretó su mano a la garganta. La tráquea no se
sintió aplastada. Con cautela, levantó la vista a Sterling que había cruzado los brazos
sobre el pecho y estaba mirando hacia abajo.
Rápidamente, se puso en cuclillas. Ferret gritó y apretó la espalda contra la pared,
deseando poder desaparecer.
"Sabía que me cambiarías por la recompensa", dijo Sterling en silencio. "Me
sorprendió que te tomase tanto tiempo".
"Si tu lo sabías entonces, ¿por qué...?"
"Porque quería ser atrapado". Se tocó la sien con un dedo. "Eres un hombre
pequeño, Ferret. Crees en las recompensas inmediatas, y esas tienden a ser
insignificantes. Yo me concentro en mayores ganancias, y aunque a menudo toman
más tiempo adquirirlas, tienden a ser más valiosas".
"No sé de que estás hablando".
"Lo sé. Pero ahora eres tú el que me la debe".
"Te daré la mitad de la recompensa".
“Quédatela toda. Es una miseria en comparación con lo que yo quiero".
"¿Qué es lo que quieres?"
"Tu ayuda cuando llegue el momento".

"¿Y cuándo será eso?" James Sterling no hizo más que mostrar una pequeña
sonrisa.
60
Traducido por Nahirr

E
ra la clase de risa que James nunca antes había oído. Había oído risas robustas.
Carcajadas. Risas obscenas. Pero no risas alegres.
No tenía ningún recuerdo de haber oído nada tan dulce como el sonido que
ahora brotaba de la garganta de Anna. Su suave trinar flotando sobre el barco. Añadía
armonía a las vivas tensiones del violín que un tripulante estaba tocando.
Estaban celebrando el día de su nacimiento, hoy. El cocinero había hecho pudín y todo el
mundo había tomado una cucharada. A medida que el sol comenzaba a ponerse, el viento se
calmó y ahora el barco apenas se deslizaba por el agua.
La mayoría de los hombres estaban en la cubierta. Unos pocos valientes se aventuraron a
bailar una giga con Anna. Esa era la razón de su risa. Con sus faldas levantadas por encima
de sus tobillos, ella bailaba tan alegremente como el hombre con el que estaba ahora. Él 61
estaba exagerando sus movimientos, haciéndose el tonto, haciéndola reír más fuerte.
No es que James lo culpara. Él pensó que podía hacer casi cualquier cosa para ser el
responsable de que se liberara tan intoxicante sonido.
Pero todavía tenía que determinar la forma de hacerla reír, así por lo menos. Cuando ella
estaba con él, siempre estaba seria. Por más de una semana ahora, había estado enseñándole
sus primeros movimientos de lucha. Le había enseñado cómo usar el sable para lograr que
un hombre se acercara lo suficiente para que pudiera golpearlo con su daga.
James tenía un par de rasguños como prueba de que estaba aprendiendo rápido y bien. A
ella le gustaba jugar sucio.
Su entusiasmo le sorprendió, al igual que su habilidad para lo inesperado. Era pequeña, y
más de una vez la había subestimado. Le había hecho tropezar. O moverse de manera tan
rápida que si no estuviera tan acostumbrado al movimiento con las turbulencias de la nave,
se habría caído.
Y, por supuesto, como siempre, Northrup estaba ahí, observando como un halcón. Como
si el hombre pensara que James era lo suficientemente tonto como para intentar una fuga
evidente. No, cuando su fuga llegara sería cuando no tuviera nada que perder y mucho que
ganar.
Se dio cuenta que Northrup hablaba con el hombre que tocaba el violín. De repente, el
tempo de la música cambió a algo más lento, suave. Anna dejó de bailar. James pudo ver
cómo su pecho subía y bajaba mientras luchaba por recuperar el aire después del esfuerzo.
Northrup se acercó a ella y le tendió una mano. Una invitación. Una posesión. James no
estaba seguro de cuál era, pero no le gustaba. No le gustó la forma en la que sus ojos
brillaron. La forma en la que la tripulación se movió para dejarles más espacio. O la forma en
la que puso su mano en la de Northrup.
Y entonces estaban bailando. Algo lento. Él tomo su mano y giraron. Luego cambiaron las
manos y giraron hacia el otro lado, siempre sosteniéndose las miradas como si nada fuera
tan fascinante. Como si no hubiese nadie más a bordo del barco.
James fue sorprendido por la chispa de celos que estalló dentro de él. Y la amargura que
le siguió, porque no tenía los conocimientos necesarios para bailar con ella. No tenía las
habilidades, no tenía la educación para encajar en la sociedad educada.
En momentos como éste, se hacía más evidente lo que era. Un pirata.
Ese era su destino.
"Parece que estás deseando bailar con ella", susurró una voz ronca.
Ferret. Desde su conversación en la cubierta de abajo, él y James se habían encontrado en
varias ocasiones, pero todas se habían mantenido en secreto. Escapar de la siempre presente
vigilancia de Kane a veces lo hacía difícil. 62
"¿Por qué no corres y gritas como un ratón acorralado en algún otro lugar?" preguntó
James.
"Tengo que ser convincente. Hacerlos creer que no quiero tener nada que ver contigo".
"Se te fue un poco la mano, amigo".
Aunque, en verdad, no creía la afirmación de Ferret acerca de que su plan hubiera sido
desde un principio ayudar a James a escapar. Pero no veía ninguna razón para revelar sus
pensamientos sobre el tema. Todo lo que importaba era que Ferret hiciera lo que se esperaba
de él.
"Más vale prevenir que curar, siempre digo. Y estoy pagando por eso. El intendente ha
empezado a decirme 'Comadreja'. El sinvergüenza".
"Comadreja, hurón. Que diferencia".
"Uno es mi nombre y el otro no".
James no podía dejar de sonreír. Ferret se indignaba por las cosas más tontas.
"Considerando lo que hicieron a tu espalda y la forma en la que Northrup mantiene sus
ojos en ella, no estoy muy seguro que tu plan esté funcionando".
"No temas. Está funcionando. Sería mejor que te fueras ahora. No sería bueno que nos
vean juntos".
"Sí, capitán".
James se acercó y agarró el brazo de Ferret antes de que pudiera escapar. "Cuida tus
palabras. Me maldecirás. No soy capitán todavía".
La boca de Ferret se extendió en una sonrisa calculadora. "Pero lo serás".
James lo soltó y volvió a mirar a los hombres celebrando.
"Sí", dijo en voz baja. "Lo seré".
***
Acostada en su litera, Annalisa no podía dormir. Debería haber estado agotada de tanto
baile. En cambio, anhelaba un campo abierto para correr. Quería recoger flores y saltar sobre
los arbustos.
Había habido algo en los ojos de Nathaniel cuando habían bailado. Una chispa. Cálida y
acogedora. Algo que decía que este viaje no sería el único que harían juntos.
No podía negar que fuera guapo. Y fuerte. Y valiente. Y noble.
Todo lo que James Sterling no era.
Entonces, ¿por qué se encontró deseando que el pirata cruzara la cubierta y bailara con
ella? Lo había visto parado a un lado, sin formar parte de las actividades. No podía negar que
63
había sentido una punzada de compasión por él. No pertenecía a este lugar. Y ese hecho la
hacía sentir lástima por si misma.
Trepando fuera de la cama rápidamente, se puso un vestido sencillo. Luego cogió la
lámpara de su escritorio y salió al pasillo. El único sonido que se oía eran los crujidos de la
nave.
Era tarde y los hombres estaban durmiendo. Aparte de la madrugada cuando la nave
recién se estaba despertando, éste era su momento favorito. Después de que todos se
hubieran ido a dormir.
Ella entendió porqué los hombres se referían a los barcos como damas. Porqué le daban
nombres. Porqué se preocupaban por ellos. Era casi como si el barco fuera un ser vivo, que
respiraba. Se sorprendió por lo mucho que comenzaba a amar esta vida en el mar.
Mientras caminaba hacia la puerta que conducía a la popa, no podía negar que una parte
de ella lamentaba que le había prometido darle a Nathaniel la nave como una recompensa
por ayudarla. En la cubierta reconoció al hombre parado vigilando el timón. Levantó la vista
hacia la cofa. No podía ver al hombre parado, pero sabía que estaba allí.
Ella se dirigió a la proa de la nave y dejó la linterna. Colocó sus brazos en la baranda y se
inclinó hacia adelante para respirar el aire salado. Escuchó un sonido que sonaba como una
trompera lejana.
"¿Qué es eso?" se preguntó en voz alta.

"Una ballena".
Se dio vuelta, con el corazón martilleando. James Sterling estaba allí, con sus brazos
musculosos cruzados sobre su ancho pecho. Después de una semana practicando esgrima, se
había familiarizado mucho con exactamente cuán fuerte y habilidoso era. Todavía estaba
molesta por cuán fácil había sido de vencer. Si él hubiera puesto un poco de resistencia,
tenía pocas dudas acerca de que el médico hubiera estaba ocupado toda la noche cuidando
todas las heridas que Sterling le habría causado.
"¿Por qué no está durmiendo?" preguntó, irritada con él por estar ahí, enojada consigo
misma porque estaba encantada con su presencia.
"Northrup ronca".
"Ya lo había dicho".
"¿Por qué no está usted dormida?"
"Simplemente no podía dormir". Un hecho que ocurría con cada vez más frecuencia,
mientras él dominaba sus sueños. Volvió su vista al mar completamente negro. "El cielo es
tan grande aquí. Me hace sentir tan... insignificante".
"Usted nunca podría ser insignificante".
Había algo en su voz. Una corriente que era definitivamente peligrosa. Estaba agradecida 64
por una oportunidad de cambiar de tema. Señaló hacia el cielo. "Mire, hay una estrella fugaz.
¿A dónde va? ¿Cree que cae en el océano?"
"Por supuesto. Las he visto allí. Vuelven a la vida una vez que golpean en el agua".
Riendo ligeramente, ella lo miró. "No le creo".
"Se lo puedo mostrar si quiere".
"¿Puede mostrarme estrellas vivientes?"
"En la isla de Crimson. El agua es tan clara que cuando entra en ella puedes ver sus pies...
y todas las criaturas que viven allí. Entre ellas hay estrellas".
"Dudo que vayamos a tener tiempo para ir a bucear". Pero estaba intrigada por la idea.
"¿Cuánto tiempo falta para que lleguemos allí?"
"Llegaremos allí cuando lleguemos".
"Nathaniel está empezando a dudar sobre si usted sabe dónde esta la isla. Él cree que está
jugando con nosotros".
"Realmente no me importa lo que piense Northrup. ¿Usted que piensa?"
"Que no tiene nada que ganar con retrasar nuestra llegada".
Él sonrió ampliamente a la luz de la luna. "Exactamente. ¿Por qué pospondría el obtener

mi libertad?"
"No estoy segura. ¿Dónde está su guardia?" le preguntó.
"Durmiendo. Él también ronca".
"Vamos a tener que asignar otro entonces".
"Si la hace sentir más segura". Ella no estaba segura de que nada la haría sentirse más a
salvo hasta que él estuviera fuera de su nave. "La vi bailando antes", dijo.
"¿Por qué no se nos unió?"
"¿Estaba invitado? Supongo que no".
Las palabras se sentían crueles, pero eran honestas. Si se le hubiera acercado, no estaba
segura si habría bailado con él. Habría sido incómodo con los otros mirando. ¿Y qué habrían
pensado si ella le hubiera sonreído como le sonrió a Nathaniel, si hubiera dado alguna
indicación de que se estaba divirtiendo?
Él se acercó un paso. "Podríamos bailar ahora".
Ella se rió ligeramente. "No hay música ahora".
"Por supuesto que hay. ¿Cómo puede ser tan sorda?"
Se esforzó para escuchar. ¿Había hombres tocando bajo cubierta? Sacudió su cabeza. "No
lo escucho".
65
"¿Cómo no puede oír el viento que baila sobre el agua?"
"Estábamos hablado de música".
"Es música. Para mí, por lo menos". De repente estaba muy, muy cerca. "Escúchelo. Cierre
sus ojos y escuche", instó.
Estuvo increíblemente tentada… pero no con él tan cerca. "Puedo escuchar igual de bien
con los ojos abiertos".
"Escuche el agua, el viento, y esa ballena. Todo eso es música".
Se volvió, se alejó de él y enfrentó el mar. "Es un sonido solitario".
Era muy consiente de que él se acercaba por atrás, poniendo sus brazos a cada lado,
tomando la barandilla. Tal vez le había incluso invitado a que se acerca tanto.
"No tan solitario", susurró cerca de su oído.
Durante mucho tiempo se quedaron así, sin que ninguno se moviera, escuchando al mar.
"Anna", jadeó.
Era la primera vez que la llamaba por su nombre. En su voz, ella escuchó el anhelo que
reflejaba el suyo propio. Era vagamente consiente de que se había girado, de que sus brazos
estaban de repente manteniéndola cerca, de que estaba mirándolo a los ojos...
Él inclinó la cabeza y la besó.
Y fue como si la tormenta hubiese vuelto. Una tormenta de deseo se extendió por ella.
Aunque sabía que estaba mal querer besarlo, carecía de la voluntad para alejarse.
Todo acerca de este momento estaba mal. Y sin embargo no podía negar que no quería
que se terminara. Con su labios contra los suyos sí podía oír la música del mar. O tal vez sólo
era su corazón cantando. Nunca había conocido algo tan maravilloso.
Él se echó hacia atrás, con una sonrisa arrogante en el rostro. "Éste no lo robé. Éste me lo
diste voluntariamente. Me pregunto cómo se sentirá tu señor Northrup cuando se entere".
El sonido de la palma de su mano golpeando su mejilla resonó a su alrededor. "No es
usted un caballero, señor".
"Eso es exactamente el porqué te atraigo. Creo que te gusta que sea un pirata. Le traigo
aventura a tu pequeño mundo seguro".
"Usted ha destruido mi pequeño mundo seguro", le espetó ella. "Yo lo desprecio y a todo
lo que representa".
"Sigua diciéndose eso, mi señora. Tal vez lo llegará a creer".
66
Quería abofetearlo de nuevo. En cambio giró sobre sus talones y se dirigió a su
habitación, dejándolo allí. Sus palabras golpearon un poco demasiado cerca de la verdad.
James vio mientras Ana caminaba de regreso a su camarote. Era todo lo que podía hacer
para no ir tras ella.
Había dicho eso sabiendo que la haría enojar lo suficiente para alejarse. Y él necesitaba
que se alejara porque quería demasiado que se quedara.
El beso lo había dejado inquieto. Antes, ella había estado a su merced. Esta vez, él había
estado a la suya.
Se había visto tan hermosa de pie allí, mirando hacia el mar. Una vez Crimson le contó un
cuento sobre sirenas, criaturas mágicas que vivían en una isla. Sus canciones atraían a los
marinos a su destrucción, los barcos eran destruidos por las rocas que rodeaban la isla. Y aún
sabiendo que les esperaba la muerte, no podían resistir el canto de las sirenas.
James se había sentido así. Que había sido atraído a su destrucción. Él era una pirata.
Estaba en su sangre.
Ana era una dama que un día volvería a tomar el té en su salón, en vez de hacerlo en la
cubierta de un barco.
Albergar cualquier sentimiento verdadero por ella sería desastroso para sus planes de
obtener una nave y regresar a sus días de piratería.
Tenía que mantenerla a raya. Incluso si significara herirla.

Si debía elegir entre su destrucción y la de ella... siempre elegiría la de ella.
67

“¿E
s usted un verdadero pirata, señor?”
James había estado de pie en la cubierta esperando a que Anna
apareciera para su lección de la mañana, preguntándose si tal vez después
de su encuentro ayer por la noche no iba a presentarse. Difícilmente la
culparía si no lo hiciera. Lo que sería mejor para ambos.
Bajó la mirada hacia el joven que había hablado. “¿Y quién es usted?” le preguntó.
“Sam, Samuel Baker. Soy un grumete 7 encargado de la pólvora”.
“¿En verdad?”
“Sí. El Sr. Northrup dice que soy el mejor”. El mejor para llevar cubos pequeños de 68
pólvora al cañón. “Nunca he conocido a un pirata antes”, dijo el muchacho.
“Bueno, Sam Baker, ahora lo ha hecho”.
“¿De verdad sirvió bajo el mando de Crimson Kelly?”
“Sí”.
“¿Es verdad lo que dicen? ¿Él bebe sangre?”
Oyó un jadeo, y fue entonces cuando se dio cuenta de algunos de los otros muchachos se
reunieron en las escaleras, mirando con cautela. Se preguntó cómo habían llegado a ser
ayudantes en este barco. Para él, eran simplemente demasiadas bocas para alimentar.
“Sí, es cierto”, dijo James.
Él observó como el niño se ponía pálido. “Así que si perdemos ante él, ¿él va a beber
nuestra sangre?”
“¿Él nos matará primero?” Otro muchacho le preguntó, sus ojos estaban tan grandes que
James se sorprendió de que no salieran de su cabeza.
James se agachó. “¿Así que vosotros tenéis miedo?” Preguntó, haciendo su voz menos
culta.
7
Grumete: Joven aaprendiz de marinero que ayuda a la tripulación en sus faenas
Los chicos se miraron entre sí. James sabía que estaban tratando de determinar quién
sería el primero en reconocer el miedo. Una vez que uno lo hacía, todos los demás le
seguían. Levantó su mano izquierda. “¿Veis este anillo?”
Los muchachos asintieron.
“Una bruja me lo dio. Puso un hechizo sobre él. No tienes más que para escupir en él, y
Crimson Kelly nunca tomará tu sangre”.
“¿De verdad?” Sam Baker preguntó.
“Tenéis mi palabra”.
“¿Cómo lo detiene?”, Preguntó un muchacho más pequeño.
¿Cómo en verdad? James no había pensado hasta ese punto. Había olvidado lo curioso
que había sido como un muchacho. Crimson lo había tomado permitiéndole hacer sólo tres
preguntas por día. Más que eso y tenía que irse sin cenar. Se fue a dormir con hambre
muchas noches.
“Porque cuando te mira, ve a su propia muerte. Y él sabe que tu sangre es un veneno para
él”.
Sonriendo, los muchachos se miraron todos los unos a los otros, hasta que finalmente
Sam Baker le preguntó: “¿Podemos escupir en él, señor?”
“Por todos los medios”. 69
Él le tendió la mano y los chicos desfilaron frente, cada uno dando un giro para escupir
en el anillo.
Cuando terminaron, Sam Baker preguntó: “¿Cómo consiguió su cicatriz, señor?”
“Ahora, eso, muchacho, es una historia mejor contada en una noche sin luna”.
“¿Vendrá a los alojamientos de la tripulación y nos la contará alguna noche?”
James no estaría aquí tanto tiempo, y las mentiras son más fáciles de decir que la verdad.
“Sí, muchacho, lo haré”.
“¿Muchachos no tenéis deberes que hacer?”, Preguntó Anna detrás de James.
Él hizo una mueca y se preguntó cuánto tiempo habría estado allí. Mientras que los chicos
salían corriendo, James desdobló lentamente su cuerpo y se limpió la mano en la camisa.
Cuando se dio la vuelta, Anna estaba sonriendo. No es exactamente la reacción que
esperaba de ella esta mañana. Él había esperado que ella llegara con un látigo de nueve
puntas.
“¿Una bruja le dio el anillo?” Preguntó ella, con las cejas arqueadas.
“Una bruja muy bonita” Hizo una mueca. Era mucho más fácil coquetear con ella que
hacerla enojar. Más agradable también. “Está maldito, sin embargo”.
“De hecho, lo está”.

“Esa es la razón por la que Crimson me abandonó en la isla; tomé el anillo en lugar de la
chica. No voy a cometer el mismo error otra vez”.
“¿Escupiste en el anillo?”
“Cada mañana”.
Ella se echó a reír, esa risa maravillosa y alegre que ella tenía. Ese canto de sirena que era
tan peligroso para él.
“No esperaba que usted me hablara esta mañana”, admitió.
“Honestamente, no había planeado hacerlo, pero luego lo vi con los muchachos...”
Ella se mordió el labio inferior, que lo tentó para inclinarse y besarla.
“Usted fue muy amable con ellos”, finalmente continuó.
“Les mentí”.
La tristeza se asentó en sus ojos. “¿Así que Crimson los va a matar y tomar su sangres?”
“No, los va a tomar y los convertirá en piratas”.
“No, si todo va como fue planeado. Lo vamos a capturar y poner fin a su tiranía sobre el
alto mar”. Ella levantó su alfanje 8. “Y para ello, necesito una lección”.
Él inclinó la cabeza.
70
“Sí, mi capitana”.
Con el viento azotando a través de su pelo, Annalisa se situó en la proa. Había terminado
la lección hacía poco tiempo. Su brazo estaba dolorido por el impacto continuo de los
golpes. Pero también tenía que admitir que la emocionaba que Sterling estaba poniendo a
prueba su temple tan a fondo.
Estaba segura de que cuando llegara el momento, estaría a la altura de la lucha contra los
piratas.
“Mire”, dijo Sterling, a su lado y apuntando justo afuera de la proa.
Juguetones delfines grises estaban nadando en frente de la nave.
Sonriendo ampliamente, Annalisa se inclinó hacia delante. “Es casi como si estuvieran
haciendo una carrera con nosotros”.
“Sí, parece de esa manera”.
“Lucen tan amables…”
8 Alfanje: espada ancha y curva con filo en un solo lado.

“Lo son. He nadado con ellos”.

Annalisa se puso rígida, consciente del hecho de que a su lado, Sterling hizo lo
mismo. Muy lentamente, se volvió hacia él. “Pensé que había dicho que no sabía nadar”.
Él se rascó la punta de la nariz, y frunció el ceño. “¿Eso dije?”
“Lo dijo. Ahora, la pregunta ante mí es, cuál es la mentira. ¿No puede nadar en absoluto,
o nadó con los delfines?”
“Avíseme cuando lo descubra”.
Cuando no sólo descubra esa mentira, sino las muchas otras que ha llegado a decirle.
“¿Sabe dónde está la isla de Crimson Kelly?” Preguntó.
“Sí”.
“Si me está mintiendo, lo ahorcaré yo misma”.
Él le dio una sonrisa diabólica. “Quiero atraparlo tanto como usted, Anna. Él me
abandonó en una isla, para la mayoría de los hombres eso es una sentencia de muerte”.
“Entonces, sin duda piensa que usted está muerto”.
“No hay duda. Lo que nos da una ventaja. No nos estará esperando en la isla”.
“¿Tiene un nombre?”
“Él la llama La Puerta del Diablo”.
71
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo. “Supongo que él lo ve como un camino hacia el
infierno”.
“O tal vez un camino de salida. Después de todo, ahí es donde atesora todas sus
ganancias mal concebidas. Quizás él piensa que va a comprar su camino al cielo”.
Ella se mordió el labio inferior. “Usted mintió acerca de no ser capaz de nadar”.
“¿Que me delató?”
“El momento de cada mentira. Cuando usted mintió sobre no saber nadar, no confiaba en
nosotros y nosotros no confiábamos en usted. Ahora usted no tiene ninguna razón para
mentir”.
“Tal vez he mentido acerca de los delfines para impresionarla”.
Su corazón golpeó contra su pecho.
“¿Por qué siente la necesidad de impresionarme?”
“Por la misma razón que todos los hombres a bordo de este barco. Es muy hermosa”.
“¿Estás diciendo que todo hombre a bordo de esta nave miente?”
“Sospecho que más de lo que se ha dado cuenta”.
No podía imaginar a Nathaniel decir una mentira o de alguna manera engañarla. Sterling
estaba sin duda viendo el mundo desde su perspectiva de pirata.
“¿Cómo llegó a ser un pirata?”
“Yo estaba a bordo de un barco pirata”.
Ella rodó los ojos en él. “¿Cómo llegó a bordo de un barco pirata?”
Él apretó la mandíbula, y no creyó que fuera a decírselo.
“Mi madre tenía demasiadas bocas que alimentar”, dijo finalmente.
“¿Ella lo entregó a los piratas?” Preguntó, horrorizada por la idea.
Él se encogió de hombros. “¿De dónde cree usted que vienen sus grumetes?”
“Pensé que eran huérfanos”.
“No hay duda”.
“O jóvenes que quieren una vida mejor”.
“Tal vez”.
“Usted es bastante cínico”.
“Lo soy, en realidad”.
Ella volvió a mirar al agua. Los delfines todavía estaban nadando delante de ellos. Se 72
preguntó si alguna vez se cansaban. Se volvió de nuevo a Sterling. “En una noche sin luna,
cuando le digas a los chicos cómo se hizo la cicatriz, me gustaría estar ahí para escuchar la
historia”.
“Realmente no hay mucho que decir, mi primera batalla, no lo esquivé con la suficiente
rapidez”.
“¿Y para eso se necesita una noche sin luna?”
“Lo convierte en una historia mejor en la oscuridad”.
“Supongo que la va a adornar para los chicos”.
“Por supuesto”.
“No los asuste”.
“¿De verdad cree que un hombre que les permitiría escupir en su mano encontraría un
buen entretenimiento en asustar niños?”
“Sinceramente, James Sterling, no sé qué pensar de usted”. Ella dio un paso lejos de él. “Si
me disculpa, tengo que ir a ver los negocios”.
Comenzó a caminar por la cubierta con una velocidad que rivalizaba con la de los
delfines en el agua. Vio a Nathaniel de pie en la cubierta de popa observándola, había una
evidente desaprobación en su postura.
Sabía que no debía pasar tiempo con un pirata.

Desafortunadamente, sin embargo, lo hizo.
“Te lo estoy diciendo. Nos está conduciendo a una búsqueda inútil. Arriba y abajo del
Caribe, burlándose de nosotros”, dijo Nathaniel.
Anna estaba detrás del timonel. No entendía los detalles de cómo funcionaba maniobrar
el buque, pero todavía lo encontraba fascinante para ver, incluso cuando no estaban
haciendo nada más que viajando en línea recta.
“Anna, ya han pasado diez días”, agregó Nathaniel, la exasperación era evidente en su
voz.
“Lo sé”.
“¿Cuánto tiempo tienes la intención de permitir que esto continúe?”
“Hasta que lleguemos a la isla”.
“¿Y cuánto tiempo hasta que aceptes que no vamos a llegar a ninguna isla? Le has dado la
libertad para vagar por el barco. Has eliminado su incentivo”.
“¿Qué quieres que haga?”
“Ponerlo de nuevo en el calabozo. Hacerle la vida miserable. Dale un motivo para
terminar su parte del trato tan pronto como sea posible”.
“Poniéndolo en el calabozo no acelerará las cosas. Tenemos que ser pacientes”.
73
Nathaniel le tomó la mano. “Cada vez es más difícil para mí hacer eso, si me permites el
atrevimiento, una vez que esta aventura está detrás de nosotros, espero…”
“¡Tierra! ¡Tierra!”
Annalisa sacudió la cabeza para ver la torre de vigía. El mirador estaba apuntando hacia
el este. Ella sacó su catalejo, lo abrió y miro a través de él. Podía ver la isla verde y
montañosa en la distancia.
“¿Crees que es esa?” Preguntó ella, con su corazón golpeando.
“Lo dudo. ¿Has pensado alguna vez que podría estar llevándonos a una trampa?”
“Para una trampa necesitaría ayuda”.
“Tal vez, pero creo que debemos recortar de nuevo las velas e ir lentamente y con
precaución”.
Ella asintió con la cabeza. “¿Dónde está Sterling?” Antes de que alguien pudiera
responder, ella gritó, “¡Sterling! ¡James Sterling!”
Entonces lo vio, de pie en la proa de la nave.
“Ven conmigo”, le ordenó a Nathaniel. Corrió a través de la nave, deslizándose alrededor

de los hombres que habían dejado de trabajar, con la esperanza de echar un vistazo a la isla
en la distancia. Cuando finalmente llegó a Sterling, estaba sin aliento.
“¿Es ésa?”, Preguntó, tendiéndole el catalejo.
Él lo tomó, miró a través de él.
“Sí”.
“No veo signos de la Phantom Mist”, dijo Nathaniel.
“Podría estar en el otro lado de la isla”, dijo Annalisa, incapaz de mantener la anticipación
de su voz. Estaban tan cerca de ver la culminación de su búsqueda…
“Esperemos que no”, dijo Sterling.
Ella sacudió la cabeza para mirarlo. “¿Por qué no?”
“Vayamos a su camarote, y se lo explicaré”.
Usando la parte trasera de uno de los mapas de Anna, James dibujó un esquema
serpenteante de la isla.
“Al otro lado hay una ensenada es estrecha y poco profunda. Corre hacia el interior hasta
una buena distancia. Su nave podría flotar lo suficiente como para que pudiera viajar
fácilmente en la ensenada 9. Podrá esconderse allí, establecer puestos de observación en la
entrada. Cuando divisen a Crimson regresar, estaremos en la posición de darle una sorpresa 74
y atraparlo”.
“Podríamos estar esperando durante meses”, dijo Northrup, con los brazos cruzados
sobre el pecho.
“Es posible. ¿Tienes algo más importante que hacer con tu tiempo, amigo?” Preguntó
James.
“Si hubiera sabido que éste sería tu plan, nunca lo habría aceptado. Se suponía que
Crimson estaría aquí”.
“Y estará”.
“Pero no tenemos forma de saber cuándo”. Northrup se dirigió a Anna. “Debemos
permanecer en el mar y a la búsqueda de él”.
“¿Y a dónde va a buscar?” James preguntó, sintiendo una irracional necesidad de que
siguiera su consejo y no el de Northrup. Se sentía como si estuviera en un combate. Una idea
loca. “Podría estar en cualquier lugar. Lo único de lo que estamos seguros es que siempre
vuelve aquí después de una redada, para enterrar su tesoro”.
“Pero no tenemos forma de saber cuándo va a asaltar un buque o cuando va a enterrar un
tesoro”.
9
Espacio estrecho con aguas poco profundas.
“Va a llegar durante la oscuridad de la luna 10”.

Anna se enderezó y lo miró. “¿Cómo lo sabe?”
“Es un hombre de costumbres. Él siempre viene a la isla durante la oscuridad de la luna”.
“Esto debería ser dentro de una semana”.
“Sí”.
Ella asintió con la cabeza. “Entonces vamos a esperar por él”.
“No me gusta la idea de entrar en una ensenada en la que podríamos quedar atrapados”,
dijo Northrup.
“¿Hay alguna de mis ideas de la que estés a favor?” Preguntó James.
“Ninguna que se me ocurra”.
“Nosotros lo capturamos específicamente para este propósito, Nathaniel”, dijo Anna, su
voz mezclada con exasperación.
“Quiero a más hombres de guardia en la noche”, dijo Northrup.
“Los tendrás”.
“Y quiero a dos guardias con Sterling en todo momento”.
James observó la cara de Annalisa, vio su lucha para hacer una decisión. Contra su mejor
juicio que había llegado a confiar en él.
75
“No es un problema, amigo”, dijo James. “Que sean tres. Cuatro. Una docena. Lo creas o
no, yo quiero ver Crimson Kelly seguramente encarcelado a bordo de este barco tanto como
tú”.
“Oh, dudo eso”, dijo Northrup.
James no se molesto en discutir, porque la verdad era que dudaba que nadie más, ni
siquiera Anna, quisiera ver a Crimson Kelly capturado más que él.
10 Momento en que la luna se encuentra en una fase de oscuridad.

Traducido por Margareth

Corregido por Afroday
“E
s un poco como el paraíso aquí” dijo Annalisa. Con las pantorrillas
hundidas profundamente en las aguas cálidas de la ensenada.
Habían navegado fácilmente en el ocaso de la tarde anterior. Ayer por la
noche, no hubo luna. Anna apenas había dormido con la conciencia de que su búsqueda
podría pronto llegar a un final satisfactorio. Había asignados a hombre en turnos de cuatro
para vigilar la zona de la embocadura de la ensenada y así saber cuando Crimson Kelly
llegara.
Esta mañana, Sterling había llamado a su puerta con el sol y la tentó a unirse a él para
explorar un poco. Ciertamente podía entender por qué a Crimson Kelly le gustaba la isla. Era
tan increíblemente verde, el agua tan maravillosamente azul a la distancia, pero clara como
el cristal de cerca. Y tan atractiva. 76
Sin dudarlo, había traído la parte posterior de su falda hacia adelante, entre sus piernas,
y se la guardó en su cinturón. La acción había alzado el frente y los lados casi hasta sus
rodillas. Había creado holgados pantalones. Se había quitado los zapatos y las medias y
ahora caminaba por la orilla del agua dentro de la ensenada. Alrededor de sus tobillos
coloridos peces y criaturas del mar se lanzaban de aquí a allá. Se acercaban para investigar,
luego se alejaban corriendo. El agua era tan clara y pura aquí que podía ver el movimiento
de los dedos de sus pies.
“Siempre me ha gustado”, dijo James.
“¿Crimson pasa mucho tiempo aquí?”
“Cada vez más en los últimos tiempos. Él ha visto casi treinta inviernos. Eso es mucho
para un pirata”.
“¿Y usted? ¿Cuántos inviernos ha visto?”
“Uno y veinte más”.
“Se ve mayor”.
Él sonrió, su sonrisa era arrogante: “El resultado de la vida dura y de un juego aún más
difícil”.
Ella no pudo evitarlo, se echó a reír alegremente, James Sterling podía ser muy divertido.
Juguetón y burlón. “En momentos como éstos, casi puedo olvidar que es un pirata”.
En momentos como éstos, James casi deseaba que no lo fuera, cuando ella lo miraba así,
con esta apertura, estaba casi avergonzado de su pasado… y su futuro.
Había enrollado las piernas de su pantalón, así podría caminar en el agua junto a ella y
había enrollado los brazos en su camisa, así podría…
“Aquí”, él dijo, introduciendo la mano en agua para recuperar su hallazgo “Le dije que las
estrellas que caen del cielo, caen en la tierra aquí”.
No creía que ella le pudiera haber dado una sonrisa más brillante sí hubiera desenterrado
un cofre del tesoro para ella. Tentativamente movió su mano hacia él, luego se estremeció
mientras se sorprendía.
“Se movió”.
“Por supuesto”.
“Está viva ¿Quién lo hubiera pensado?” Levantó la mirada llena de asombro y admiración
a la suya. “¿Quién hubiera pensado que un pirata se diera cuenta de tales cosas como las
criaturas que viven en el mar?”
Él arrojó la estrella de mar de nuevo al agua para que pudiera ir buscando comida. Estaba
un poco incómodo de haber compartido su hallazgo con ella. Apenas había dormido la
noche anterior, sabiendo que su tiempo juntos terminaría pronto. Había tenido una loca
necesidad de compartir la isla con ella, fingir por un corto tiempo que eran como la gente
77
normal, en lugar de lo que eran: un pirata en busca de riqueza y un cazador de piratas en
busca de justicia.
James sabía que tenía más posibilidades de conseguir su meta que ella la suya.
“Noté muchas cosas sobre la isla”, se sintió obligado a explicar, se inclinó hacia ella
ligeramente y sonrió con malicia. “Pasamos mucho tiempo aquí, y siempre estaba en busca
del tesoro enterrado de Crimson”.
“¿Está seguro de que está enterrado aquí en alguna parte?”
“Absolutamente, si el cofre era liviano, Crimson lo cargó él mismo a donde sea que lo
estuviera llevando. Si estaba pesado, le vendó los ojos a hombres que lo llevaron, atado con
una cuerda alrededor de su cintura, guiados como mulas”.
“Entonces, ¿por qué cegarlos y dejarlos vagar por la isla después?
“Una precaución adicional”. Respondió él.
Vio como ella se estremeció, no sabía porque le estaba diciendo estos cuentos elaborados.
“Pensé que podía oír el gemido lastimero de las almas perdidas ayer por la noche”, ella
dijo.
“Era sólo el viento que sopla a través de la ensenada”.
“¿Pero que si no lo es? ¿Qué pasa si realmente eran todos esos hombres que él dejó aquí
para morir?”
James miró a su alrededor, nunca había tenido miedo de este lugar, pero no podía negar
que había un misterio “Entonces puede que nos ayuden a su captura”.
“Es un hombre terrible, ¿no?”
“La leyenda lo habría pensado así”.

Sus ojos se abrieron un poco “¿No lo cree así?”
Él se encogió de hombros “Comenzó como un corsario durante la Guerra de la Reina
Anne. A su mando, asaltó los barcos franceses y españoles. Pero es difícil renunciar a lo qué
arriesgaste tu vida para obtener. Y cuando la Corona no tiene ningún uso para ti, ¿Qué otra
cosa puede hacer un hombre?”
“¿Está justificando su piratería?”
“No, pero lo entiendo. ¿Qué va a hacer Anna, sí cuando encuentre el tesoro que buscas
también encuentre otros?”
Podía ver como ella ponderaba las consecuencias de su pregunta.
“Nada de eso viene con una nota que dice a quien le pertenece, lo sabe”, él pinchó.
Una parte de él esperaba que ella mordiera el anzuelo, considerando la vida de un pirata,
78
y parte de él esperaba que mantuviera las convicciones que sostenía y qué él nunca podría
abrazar.
Ella se agachó recogió un poco de agua y se la arrojó “Está arruinando una maravillosa
mañana perfecta”.
Se echó a reír. “Está tentada a quedárselo”.
Ella levantó su nariz. “No, en absoluto”.
Alargo la mano, la agarró y la atrajo hacia sí. “Creo que hay un poco de pirata en ti,
Anna”.
Mirándolo a sus ojos que eran tan verdes como el mar, Annalisa casi admitió que quizás
había llegado a amar la sensación del barco por debajo de ella, pero aún más, había llegado a
amar la ausencia de las restricciones. Podía ir y venir a su antojo. Era el capitán de su propia
nave, a cargo de su propio destino.
¿Y quién estaba allí para oponerse sí ella se sorprendió a si misma enamorándose de un
pirata?
Sólo que su propio corazón sabía que su tiempo en este mundo era temporal.
Se preguntó si Sterling sabía lo que estaba pensando, los caminos por donde sus
pensamientos viajaron. Sus ojos parecían reflejar la realización de los sueños que nunca se
realizarían.
Sus dedos, tan cálidos, descansaban a lo largo de su mejilla. “Anna”, susurró y bajó su
boca a la suya. Esto estaba mal, tan mal que quisiera que la besara. Era malo, tan malo que lo
disfrutara tanto mientras lo hizo. Ella quería que este momento durara para siempre. Aquí,
en este paraíso.
“¡Capitán! ¡Capitán!”
Annalisa se apartó y miró en dirección a los gritos. Sam Baker fue corriendo hacia ella,
con una urgencia en sus movimientos.
“Capitán, hemos visto un barco en el horizonte, pensamos que es el Phantom Mist”.
En el borde del acantilado, escondida detrás de los arbustos, Annalisa sostuvo los
binoculares en sus ojos. Era un Galeón. Y mientras no podía ver su nombre, pudo ver la
figura distintiva de un feroz león saltando, su boca ancha como si su intención fuera devorar
a su presa.
“Es él ¿no?” preguntó Annalisa, sosteniendo los binoculares para James que estaba en
cuclillas a su lado.
Él tomo los binoculares y miró a través de él “Sí, ese es él”.
“¿Cuánto tiempo queda antes de que llegue aquí?”
79
“A juzgar por el ondear de sus velas, debería estar aquí antes del anochecer”.
“Entonces no tenemos tiempo que perder”, dijo Nathaniel, estaba agachado al otro lado
de Annalisa.
“Tenemos que prepararnos para encontrarnos con él cara a cara”.
“Esa es una manera segura de ser derrotados”, dijo James.
“¿Y qué sugiere usted?” le preguntó Nathaniel
Annalisa escuchó el sarcasmo en su voz. Sabía que no estaba realmente interesado en las
sugerencias que Sterling podría ofrecer. Nathaniel todavía no confiaba en él.
Sterling se inclinó hacia atrás perezosamente contra la roca. “Esperamos”.
“Hasta que llegue, nos atrape en la ensenada y nos destruya con balas de cañón bien
dirigidas. Ese es un plan brillante y alegre”, espetó Nathaniel.
“Podemos verlo, él no nos puede ver. Y no va a dirigirse a la ensenada porque no tiene el
fondo para navegar por acá. Va a echar el ancla para salir, usará lanchas para llegar a la
orilla, pero no por la noche, es supersticioso en ese sentido. A decir verdad, piensa que la
isla es acechada por todos los hombres que mató aquí, sólo llegará a la orilla con la luz del
día”.
No dijo nada más, como si les hubiera dado toda la información que necesitaban. Cuando
Nathaniel se mordió la lengua, Anna asumió que él estaba confundido igual que ella. Pero
desde que confiaba más en James que Nathaniel se sentía cómoda preguntando: “Entonces
¿Cómo sugiere que manejemos esta situación?”
“Al amparo de la oscuridad, salimos en lanchas, abordamos la nave y nos llevamos el
premio”.
“Hace que suene tan simple”.
“Crimson ataca durante el día, con cañones disparando y espadas desenvainadas, porque
quiere sembrar el terror en los corazones de todos los hombres honestos que vagan por los
mares. Los hombres aterrorizados tienden a rendirse y si puedes aterrorizarlos incluso antes
de avistarlos, tanto mejor, pero queremos al capitán y su barco sanos y salvos. A escondidas
nos dará ventaja”.
Annalisa miró a Nathaniel en silencio pidiendo su opinión.
“No me gusta dejar el barco en la ensenada” él refunfuñó. “Se siente mucho como ser un
blanco inmóvil”.
“No vamos a permanecer allí por mucho tiempo” le aseguró Annalisa “tan pronto nos
aseguremos de el Phantom Mist, vamos a traer nuestro barco a aguas abiertas. Vamos a
necesitar su calabozo y amarraremos al Phantom Mist a ella. Y tendrás que elegir una
tripulación para navegar de vuelta a New Providence”. 80
“Yo tendré ese honor.” Sonriendo casi con tristeza, se estiró y tocó su mejilla. “Creó que
eres capaz de navegar The Dangerous Lady sin mí”.
Ella echó un vistazo a Sterling. “Dénos un poco de privacidad, por favor”.
Con nada más que un movimiento de cabeza, trepó hasta la orilla.
Se volvió hacia Nathaniel. “Nathaniel…”
“Te has enamorado de él ¿no?” le dijo antes de pudiera decir algo más.
Sintió que las lágrimas quemaban sus ojos. “No sé”.
“Creo que lo sabes, pero simplemente no lo quieres reconocer porque en el fondo sabes
que no puedes confiar en él. Él te ha encantado para que olvides que es un canalla”.
Para su mortificación temía que se sintiera atraída por él porque él era un canalla.
“Él va a romper tu corazón, Anna. Y cuando lo haga, tal vez puedas ver finalmente que
soy mejor hombre”.
Antes de que pudiera responder, él estaba bajando por la pendiente.
Sabía que Nathaniel era la mejor opción. Sabía que él era, sin duda, la mejor opción.
Para desgracia de él (y de ella) parecía que su corazón no estaba de acuerdo.
Traducido por yuki_252

A
nnalisa no podía imaginar la expectación que debía de estar experimentando.
Todo por lo que había trabajado, todo por lo que se había sacrificado… estaba
finalmente a su alcance.
Ella apenas había metido su camisa blanca en sus enaguas cuando alguien llamó en la
puerta. Su corazón se sobresaltó. ¿Ya era la hora? Ella corrió hacia la puerta y la abrió. Señor
ayúdame pensó, no creía que Sterling había lucido alguna vez más peligroso. Su camisa
oscura estaba metida en sus pantalones apretados, de esos que llegaban hasta dentro de sus
botas. Un pañuelo rojo estaba atado alrededor de su brazo, para señalar que era uno de
ellos. Ella también tenía uno igual, todos los miembros de la tripulación que iba a participar
en las hazañas de esta noche lo tenían. Un cinturón negro colgando de su hombro y
atravesado en la espalda cargaba tres pistolas. Una espada colgaba de su cadera. Por lo
menos un cuchillo era visible, ella sospechaba que había por lo menos uno más escondido
81
en su cuerpo. Nathaniel había discutido con vehemencia en contra de que James tenga
armas. Pero él era el hombre que conocía el plan y enviarlo sin armas era lo mismo que
enviarlo a su muerte.
“No debería usar blanco” le dijo James “La hará más visible en la oscuridad”.
“No había pensado en eso”.
Él le dio una de sus sonrisas diabólicas “Probablemente no pensó en esto tampoco”,
sosteniendo un tazón en frente de ella.
“Parece barro” dijo.
“Lo es, necesita ponerlo en su cara”.
“Con razón los piratas siempre tienen un aspecto tan sucio”, dijo tomando la taza de sus
manos. “Está esperando ansioso por esto, ¿no?”
“¿No lo estás usted?”
Mordiéndose el labio, ella asintió con la cabeza rápidamente y se atrevió a hablar
honestamente. Algo que podía hacer con él sin temor a ser juzgada, algo que no podía hacer
siempre con Nathaniel.
“Y no por las razones que debiera, es horrible pero realmente creo que va a ser divertido”.
“No tan divertido como emocionante. Golpeando su espada contra la del otro. No saber si
el siguiente latido de su corazón será el último”.
Ella no había pensado en eso. No había considerado realmente que hombres podrían
morir esta noche.
Acercándose a ella, él pasó un dedo por su mejilla. “No te preocupes, Anna. Vamos a
tomarlos por sorpresa, si todo va bien, habrá muy poca lucha”. Él la besó rápido y con
fuerza. “Sólo quédate cerca de mí y estarás a salvo”.
¿Sólo quédate cerca de mí?
¿Qué locura se había apoderado de él para decirle eso?
James se sentó con ella en la lancha, una docena de hombres remando hacia The Phantom
Mist. Había anclado exactamente como James había dicho que haría. Crimson era firme en
sus maneras. Luces fuera a las ocho. No había velas encendidas después de esa hora. Justo
ahora, él debía de estar rematando su noche con ron. Tropezaría con la cama y comenzaría
a roncar más fuerte que Nathaniel Northrup.
El plan de James involucraba llegar a Crimson en primer lugar, antes de que el hombre
empezara a dar órdenes a gritos. James no había previsto tener a Anna a su lado cuando él se
reuniera con su antiguo capitán. Él tenía una cuenta pendiente con él y la iba a arreglar, de
una manera u otra.
Los cuatro botes se deslizaron en silencio a través del agua. Nadie hablaba, se movían los 82
remos en un ritmo suave y constante que apenas creaba ondas y sonido. Habría un hombre
en la cofa, pero este estaría mirando hacia el mar, no a la cubierta de la nave. A menos que
estuviera durmiendo, en cuyo caso no estaría mirando nada, Nathaniel Northrup iría a
comprobarlo.
Habría un hombre parado en el timón, James lo silenciaría. Luego se deslizaría al
camarote del capitán.
Con la chica a su lado.
¡El diablo me lleve! Por mucho que no la quisiera allí, igualmente estaba contento ya que
él sería capaz de velar por ella. El tenía experiencia luchando con piratas, estos casi
ninguna. Anna estaría más segura con él. Era una cosa extraña que se preocupara por su
bienestar. No estaba acostumbrado a preocuparse por nadie salvo por sí mismo. ¿Qué le
importaba si ella se lastimaba? Su principal objetivo era la posesión del buque. Y existía la
posibilidad de que ella interfiriera con sus planes. El solo tenía que ver que no lo hiciera.
Annalisa no podía creer lo tranquilo que estaba todo. Creía que cuando iban a la batalla,
debería de haber una gran cantidad de ruido. Debería haber tambores, gritos, disparos de
cañón.
Pero lo único que oía eran los remos cortando el agua, acercándolos más a la nave, junto
con los golpes enloquecedoramente rápidos de su corazón. Estaba sorprendida de que el
errático zumbido no alertara a la tripulación del Phantom Mist.
Sin embargo, incluso con la sangre corriendo a través de ella, no tenía miedo. Estaría al
lado de Sterling. Y tan improbable como parecía, ella confiaba en que él la mantendría
segura más que cualquier otro hombre en su nave, incluso Nathaniel.
Sospechaba que Nathaniel se sentirá decepcionado al saber eso. Pero ¿cómo podía
explicar lo que sentía por Sterling? Él se había colado en ella, tal como estaban haciéndolo
con la nave, sin darse cuenta e inesperadamente. Y mientras que ella le había prometido
darle la libertad una vez que el tesoro le fuera devuelto, tenía la esperanza de que pudiera
convencerlo de regresar a New Providence con ella, a solicitar el indulto. Ella iba a hablar en
su nombre y se sentía segura de que podría convencer al gobernador Rogers de que
perdonara las maneras piratas de Sterling.
Ella ciertamente ya lo había hecho.
Él había sido un producto de su entorno: seguir las órdenes o correr el riesgo de morir. Él
era un pirata sólo porque él había estado viviendo en un barco pirata. En su corazón, era tan
honesto como los hombres que remaban en este barco, había bondad en él. Ella creía en eso
con todo su corazón.
La proa de la embarcación golpeó contra The Phantom Mist, el marinero en la parte de
adelante abrió un gancho y lo lanzó. Aterrizó con un golpe seco, antes de que ella se diera 83
cuenta de lo que estaba sucediendo, Sterling fue subiendo por la cuerda como un mono. El
desapareció en la parte superior. De repente, escaleras de Jacob 11 eran arrojadas por la
borda. Los hombres las aprovecharon, usando las escaleras de cuerda para subir. Annalisa
hizo lo mismo.
Comenzó su camino hasta la escalera, centrándose en qué tanto tenía que subir más que
en la altura de la que caería si se diera la situación. Cuando llegó cerca de la parte superior
unas manos se le acercaron, la agarraron y tiraron de ella hacia la cubierta.
Sterling envolvió su mano alrededor de la suya y tiró de ella hacia la popa.
"Ya me he encargado del hombre en el timón, vamos donde Crimson antes de que
descubra lo que vamos a hacer”.
Subieron las escaleras hasta alcanzar la cubierta del barco. Sterling abrió una puerta,
precipitándose al interior.
Crimson había tomado todo el espacio para sus habitaciones. Él estaba sentado detrás de
su escritorio. Se puso de pie. “¿Sterling?”
Sosteniendo el cañón de su pistola, Sterling rápidamente le golpeó en la cabeza con la
culata. Crimson cayó al suelo.
11
Escaleras elaboradas con cuerdas anudadas para que sirvan para tal fin.
“¿Por qué hiciste eso?”, preguntó Annalisa.

“Así será más fácil para transportarlo” dijo mientras sacaba una cuerda de sus bolsillos
que ella ni siquiera sabía que tenía. Ató las manos de Crimson en sus espaldas. Luego metió
su pañuelo en la boca de Crimson.
“¿Por qué?”
“Así no podrá llamar a sus hombres”. Él la miró desde su posición en cuclillas “¿No sabes
nada acerca de la piratería, Anna?”
Antes de que pudiera responder, se oyeron gritos en la distancia.
“La tripulación ha sido alertada”, dijo Sterling, poniéndose de pie.
En ese momento un hombre corpulento entró en la habitación, no llevaba un pañuelo
rojo alrededor de su brazo, él no era uno de los suyos. Y, obviamente, reconoció que ellos no
eran de los suyos tampoco. Sacó su espada y la hizo girar.
Annalisa sintió como si estuviera viendo a alguien más levantar su espada para evitar el
golpe asesino. Acero contra acero sonó, pero no era su espada la que había desviado el
golpe. Fue Sterling quien detuvo el ataque que venía hacia ella. Retrocedió rápidamente,
dándoles espacio para maniobrar.
“¡James Sterling! Pensaba que habías muerto”, dijo el hombre mientras giraba su espada.
Sterling fue hacia él “Pensaste mal”. 84
Los hombres se movían en círculo. Lanzaban estocadas, entrechocaban sus armas,
seguían moviéndose. Annalisa se subió al escritorio. Vio a una gran roca en la esquina de la
mesa, un elemento extraño para un pirata. Sin embargo, ella lo cogió y cuando el pirata se
acercó a ella le golpeó en la cabeza y él cayó como un ancla lanzada al mar.
“Buen trabajo”, dijo Sterling ayudándola a bajar.
“¿Por qué Crimson Kelly tiene una piedra en su escritorio?”
“Un poco de Inglaterra, que siempre mantuvo con él”, Sterling se encogió de hombros
antes de arrodillarse para atar al hombre que ella había dejado inconsciente.
Para cuando Sterling y Annalisa retornaron a la cubierta, la tripulación del Phantom Mist
había sido sometida. Ella no detectó ningún cuerpo sin vida. ¿No había habido ninguna
víctima? ¿Podrían haber sido tan afortunados?
Estaba agradecida de ver a Nathaniel allí, alto, recto, dando órdenes a diestra y siniestra:
“Metan a los cautivos en la bodega. Vamos a encerrarlos allí por el momento”.
“Nathaniel, ¿cuántos hombres perdimos?”
Se volvió a Annalisa “Ninguno, los cobardes se rindieron inmediatamente. ¿Consiguieron
a Crimson Kelly?”
Annalisa asintió con la cabeza “Sterling lo noqueó. Está en su cuarto inconsciente y atado
como un cerdo en día de fiesta, junto con otro compañero”.
“Bien. Kane, toma las armas de Sterling”.
“Yo no lo creo” dijo Sterling, Annalisa escuchó la advertencia en su voz.
“Tu trabajo está hecho aquí, Sterling. Entrega tus armas”, ordenó Nathaniel.
“Si las quieres, tómalas”.
La espada de Nathaniel cantó cuando él la sacó de su vaina “Si debo hacerlo”.
“¡Nathaniel!”
“Déjalo Anna”, dijo Sterling. Despacio retiró la espada “Esto es entre Northrup y yo. No
tiene nada que ver con que él no confíe en mi”. Él deslizó su brazo alrededor de ella, la atrajo
hacia sí, y le dio un rápido beso en los labios. “Se trata de ti” Luego la soltó bruscamente y
saltó a la cubierta principal. “¿No es así Sr. Northrup?” su tono era de burla, sin rastro de
respeto.
“No has sido nada más que problemas desde que te tomamos como cautivo”, dijo
Nathaniel.
“¿Problemas? Te guié a la isla, el barco llegó justo cuando yo predije, organicé el asalto,
durante el cual no perdió a ningún hombre. Me atrevo a decir que el resultado hubiera sido
muy diferente si hubiéramos seguido su plan. ¿Qué más quiere de mí para demostrar lo que 85
valgo?”
Con las espadas señalando el uno al otro, empezaron a andar en círculos.
“Quiero que dejes caer tu arma y que te rindas”, dijo Nathaniel.
“¡Yo le había prometido su libertad!” gritó Annalisa.
Los hombres habían llevado a los prisioneros, todos ellos bajo cubierta y cerrado la
escotilla. Ahora estaban reunidos alrededor para ver el espectáculo.
“Yo no le prometí nada”, dijo Nathaniel.
Se abalanzó, cortando con su espada el aire y esta cantó un tono de destrucción.
Annalisa se quedó sin aliento con la rapidez de su movimiento. Pero Sterling estaba más
que listo. Él bloqueó la espada de Nathaniel con la suya. Acero contra acero, mientras los
hombres se separaban para reequilibrar sus posturas. Dieron vuelta un poco más. Entonces
Sterling se abalanzó.
Esto no era nada parecido a cuando ella practicaba. Fue rápido, brutal, feroz, con cada
hombre rozando al otro. Sterling se agachó, para evitar un golpe. Nathaniel saltó atrás para
esquivar una estocada mortal. Entonces estaban atacando de nuevo. Duros enfrentamientos,
el acero vibraba ecos a través de la noche. Ella sólo podía imaginar el desgaste que sus
brazos estaban soportando. La única cosa de la que estaba muy agradecida era que ambos
estaban a la altura del otro. Sin embargo, parecía una locura que ellos estuvieran
luchando...por ella.
Seguramente había más que eso, siempre había sospechado que a Nathaniel le gustaba. Y
a ella le gustaba muchísimo, pero lo que ella sentía por Sterling...
No podía negar que su corazón daba un brinco hasta su garganta cada vez que Nathaniel
se abalanzaba sobre Sterling. Ella no quería que ninguno de los dos se hiriera, pero si uno
tenía que perder, ¡Que Dios la ayudara! Ella quería que fuera Nathaniel. En secreto, ella
estaba alentando a Sterling, esperando que él saliera victorioso. Quería compartir el botín de
esta aventura con él. Quería darle su libertad pero quería que ésta lo guiara de vuelta a su
lado.
Sterling y Nathaniel se rodeaban cautelosamente el uno al otro ahora. Entonces,
Nathaniel se movió por el mástil principal, obviamente en retirada. No era acción muy
prudente cuando su oponente era un pirata.
De repente, una gran red cayó encima de Sterling, derribándolo a la cubierta. Perdió el
control sobre su espada y este cayó a sus pies.
Nathaniel rápidamente se adelantó y la pateó fuera de su alcance.
Annalisa quería gritar ¡No es justo! Nathaniel había, obviamente, puesto la trampa y atraído
a Sterling a ella.
“James Sterling, por orden del Real Gobernador de New Providence, usted queda bajo 86
arresto”, declaró Nathaniel.
Annalisa se apresuró a bajar a la cubierta principal. “Nathaniel, ¿qué estás haciendo?”
“Sé que tu permiso es falsificado, Anna. El mío no lo es. Tengo el respaldo del gobernador
en esta pequeña expedición para poner fin a la piratería en alta mar. Concedió indultos.
Todos los que no renunciaron a la piratería en el momento están bajo arresto. Estoy
declarándolos a todos ellos mis prisioneros. Estoy tomando el control de los barcos”.
“¿Sabías que mi permiso era falsificado pero no dijiste nada?”
“Me faltaba un barco, tu carecías de una tripulación, creo que los dos ganamos aquí, y yo
sabía desde el principio que Sterling no cooperaría conmigo. Necesitamos la información
que poseía para cumplir con nuestra misión, para capturar a Crimson Kelly y recuperar
el tesoro”.
“Me has usado”.
“Hice lo que debía para el rey y el país". Él se dio la vuelta. “Espósenlo con hierro y
entréguenlo junto con Crimson Kelly al The Dangerous Lady”.
La red fue sacada y Sterling tirado de sus pies.
“No hemos terminado aquí, Northrup”, dijo Sterling.
Annalisa sentía una hinchazón en su corazón a la vista de él de pie, orgulloso y

desafiante.
"No estoy de acuerdo. No se molesten con los grilletes en el calabozo, ya que sólo va a
deshacerse de ellos. Dicen que cincuenta latigazos es lo que se necesita para matar a un
hombre, así que me ahorraré el azote final. Cuarenta y nueve es todo lo que recibirás,
mañana por la mañana y todas las mañanas hasta que el tesoro sea recuperado. Duerme
bien, Sterling", dijo Nathaniel.
Annalisa observó con impotencia como Sterling era arrastrado.
“No te pongas tan desolada, Anna”, dijo Nathaniel. “Estamos los dos detrás de la misma
cosa, el tesoro. La vida de tu padre depende de ello. ¿O lo has olvidado?"
Ella sacudió la cabeza. “No, no me he olvidado”.
"Siempre y cuando no estemos trabajando con propósitos cruzados, puedes permanecer
como capitán de The Dangerous Lady y dirigirla a New Providence.
Hablé en serio cuando dije que pensaba que podías manejarla. Nunca he conocido a una
señora al cual le tenga tan alto respeto” dijo.
“Tú no vas realmente a azotarlo con el látigo de nuevo, ¿verdad?”
“Si, si debo. Pero dudo que tenga que hacerlo. La pobre planificación por parte de
Sterling al noquear a Crimson Kelly nos retrasa a nosotros de conseguir lo que queremos.
Una vez que Crimson despierte, vamos a ver si podemos convencerlo de que nos diga donde 87
enterró el tesoro”.
“Sterling me dijo que el ron le afloja la lengua” Nathaniel sonrió, sin duda porque él vio
que ella estaba dispuesta a cooperar.
“Entonces lo vamos a tratar con algo de ron. ¿Estamos de acuerdo en que vamos a seguir
trabajando juntos?”
“En todos los sentidos. Una vez que hayamos terminado aquí, ven a mi cabina para que
podamos brindar nuestra nueva—y honesta—asociación”.

J ames tomó el clavo doblado que había escondido en una viga que estaba en la
esquina de la celda, unos días antes y trabajaba en la cerradura. Él había
aprendido hace mucho tiempo en no confiar en nadie más que en sí mismo para
que lo salvaran. Cuando los miembros de la tripulación lo trajeron hasta aquí, se había
dirigido a la celda de la izquierda sin quejarse. Y ellos no tuvieron objeciones de que él
eligiera su propia residencia durante la duración del viaje.
Oyó un gruñido y un murmullo en la celda contigua a la suya. Crimson había sido
lanzado sin ceremonias dentro de la celda por sus captores. James esperaba que su ex
capitán durmiera hasta que él hiciera su propia fuga, pero al parecer no sería así.
“Bueno Sterling, es un maldito lío en el que has logrado meternos esta vez”,
James no miró hacia Crimson cuando él llegó al lado de los barrotes que separaban sus
celdas.
88
“Veo que estás haciendo tus trucos de siempre” dijo Crimson.
“Qué bueno verte de nuevo Crimson, pero no voy a poder quedarme para el té”.
Crimson se rió con ganas. “¿Todavía enojado conmigo, muchacho?”
“Me abandonaste”.
“Sí, pero envié un barco para que te rescataran”.
“¿Seis meses más tarde? Yo podría haber muerto para entonces”.
“Yo sólo estaba tratando de enseñarte una lección, no debes esconderle el botín al
capitán. Cuando salgamos de aquí, voy a hacerte primer oficial”.
James oyó la cerradura dar un clic y abrirse, la puerta crujió en sus goznes al empujarla.
Levantó el clavo “Lo siento amigo, pero el clavo sólo funciona en la cerradura de mi puerta”
y lo tiró a la esquina lejana, haciendo que varias ratas salieran correteando.
“Ahora James, muchacho, ¿qué clase de amigo sois para abandonarme de esta manera?”
“Nosotros nunca fuimos amigos, Crimson”.
“Me va a estirar el cuello, amigo”.
“Tal vez mereces ser ahorcado”.
“Siempre tuviste un estómago débil para el asesinato”.

James tocó con los dedos su frente en un saludo de burla “Hasta luego Crimson. Buena
suerte para ti”.
“Nos reuniremos de nuevo, amigo” Crimson le gritó a James mientras este subía
corriendo las escaleras. “Te lo juro ¡lo haremos!”
De alguna manera James no lo dudó.
En la parte superior de la escalera, se detuvo, escuchó, no oyó nada. Salió a la
cubierta. No vio a nadie vigilando en este barco, ni tampoco sobre el otro, extraño, tal vez
estaban en el otro lado. Sin embargo, que los bendiga, ellos habían atracado al Phantom
Mist junto a The Dangerous Lady. Ambos se balanceaban al lado del otro en el agua, sus
cascos casi se tocaban.
“¿Ferret?” Gritó en voz baja.
“Sí, capitán”, la voz vino hacia él de la oscuridad.
“¿Dónde están los miradores?”
“Me ocupé de ellos. Sólo necesité un brazo para darles un buen golpe en el cráneo”.
“Buen hombre. ¿Las armas?”
“Las cuidé como usted me dijo que hiciera. Ellos trajeron las armas del Phantom Mist”.
“Muy bien. Yo diría que eso es todo. Vamos”.
89
James se quitó las botas y las puso en el saco que Ferret le tendía. Con los pies descalzos,
se arrastró por la cubierta, sin hacer ni un solo sonido. En la barandilla, se balanceó para
agarrar la cuerda gruesa que amarraba a los dos barcos juntos. Lanzó sus piernas y cruzó los
pies sobre la cuerda. Entonces él comenzó a deslizarse, mano sobre mano, colgando hacia
abajo, de espaldas al agua, al Phantom Mist.
Había pasado buena parte de su vida escalando cuerdas. Esta no fue una tarea difícil.
Cuando llegó al otro buque, trepó por la borda, cayendo silenciosamente en su
cubierta. Esperó, mirando, conteniendo la respiración, y escuchando. Tal vez Northrup fue
muy tonto como para pensar que los guardias no eran necesarios aquí, con los presos en la
bodega.
Con la punta de sus pies, se dirigió rápidamente a lo largo del costado del
buque. Levantó los tablones utilizados para el desembarco en los muelles y lo puso en su
posición, pasando rápidamente al otro lado, como una pasarela entre las dos naves. Vio
cómo Ferret se escurrió igual que a la criatura por la que fue nombrado.
“Trae a los hombres de la bodega”, ordenó James.
Ferret fue a hacer su tarea. James se apresuró hacia el casco del buque. Y allí estaba ella,
saliendo de las sombras en la misma forma que había salido de la niebla en Nouvelle-
Orleans.
“Veo que descubriste una manera de abrir la cerradura de la puerta de la celda”, dijo en
voz baja. “Aunque sospecho que siempre supiste cómo”.
El miró rápidamente a su alrededor, pero no había nadie más a la vista. Ella era muy
valiente o muy tonta. Valiente, decidió.
“Tu Señor Northrup no aprobaría que estés aquí” dijo James.
“El señor Northrup vino a mi cabina y fue bienvenido con una botella de vino”.
“¿Está borracho?”
“No, no la malgasté. Lo golpeé en la cabeza con ella”.
Él no pudo evitarlo y sonrió. Y entonces se volvió sombrío.
“¿Vas a tratar de detenerme, Anna?”
“No. Yo te di mi palabra de que te concedería tu libertad. Tengo la intención de
mantenerla”.
“Entonces deberías salir de la nave. Planeo zarpar inmediatamente, antes de que mi fuga
sea descubierta”.
Ella dio un paso más cerca. “No vayas”.
90
“No tengo elección, Anna. Seré colgado de otra forma”.
“No necesariamente. Por lo general, sólo ahorcan al capitán”.
“Ya no es así. Están haciendo un ejemplo de todos los piratas. Ellos nos cuelgan, nos
llenan de alquitrán, y dejan nuestros cuerpos en jaulas de hierro para que se pudran. Prefiero
morir con una espada en mi mano y el viento en mi espalda”.
“Hablaré en tu nombre”.
No pudo evitarlo. Extendió la mano y le acarició la mejilla “¿Y qué les dirías?”
“Que no eres un pirata de verdad”.
Poco a poco, puso su pulgar en sus labios. “Te equivocas, Anna. Yo soy un pirata. Siempre
he sido un pirata. Me encanta esta vida más que nada. Lo único que me ha faltado siempre
es un barco para llamarlo mío” Miró a su alrededor. “Y ahora lo tengo”.
“¿Capitán?”
Dejó caer la mano a su lado. “¿Sí, señor Ferret?”
“¿Cuáles son sus órdenes?”
“Prepárate para zarpar, rápido y silenciosamente”.
“¿Y qué de ella?”

“La capitana Townsend regresará a su barco”. Sin decir una palabra, le tomó la mano y la
llevó a donde había puesto la tabla para Ferret. ”Es lo suficientemente resistente. Puedes
darte prisa al pasar”.
“¿Así no más? ¿Sin siquiera la cortesía de un adiós?”
“Nunca he sido de los que dicen adiós”. Tal vez porque nunca antes había tenido a
alguien a quien decir adiós.
“Te estoy dando un barco", señaló ella.
Él sonrió “No, lo estoy tomando”.
“En cualquier caso, debería obtener algo a cambio, es lo que hacen los piratas”. Ella puso
sus manos a ambos lados de su rostro, se inclinó y le besó.
Era el más dulce de los besos. De los que dicen mucho. Habló de momentos compartidos,
recuerdos hechos, y las cosas entre ellos que nunca podrían ser pero que nunca serían
olvidadas.
Ella se echó hacia atrás y sonrió “Un negocio justo, pirata”.
Parecía una eternidad desde que él había pronunciado palabras similares a ella en la
bodega de un barco. En ese momento, había pensado que nunca volvería a verla. Esta vez, él
sabía sin lugar a dudas, que nunca volvería a verla. Tragó saliva, sorprendido por lo poco 91
atractiva que le resultaba la idea. Pero no podía desviarse de su curso.
“En verdad, un negocio justo, mi señora”.
Quería tirar de ella hacia él, quería mantenerla allí, a bordo de su barco. En cambio, la
mantuvo equilibrada y la ayudó a subir al entarimado. Vio cómo ella se deslizaba a través de
el, su falda bailando alrededor de sus tobillos desnudos. Un caballero miraría hacia otro
lado… Pero como había demostrado, no era un caballero.
Cuando ella estaba a salvo en la cubierta de la otra nave, el sacó la tabla.
“Levante las anclas y vaya hacia alta mar, Sr. Ferret”.
“Sí, capitán. Vamos mis valientes, con rapidez ahora”.
Las velas estaban desplegadas. James las oyó capturar el viento. Oyó chirridos mientras el
ancla era izada.
Fue más difícil de lo que había esperado darle la espalda e ir hacia el timón, pero lo
hizo. The Phantom Mist era su barco ahora. Él no iba a considerar el costo.
A medida que pasaba junto al The Dangerous Lady, miró de nuevo para ver a Anna
todavía en pie en la cubierta. Ella era más peligrosa de lo que pensaba, de una manera que
nunca habría previsto. Pero ni siquiera por ella él se arriesgaría a la horca.
Annalisa miraba al barco deslizarse por las aguas como un fantasma. Sólo cuando ya no
pudo ver a su capitán, ella giró para ir camino a su propia cabina. Abriendo la puerta,
entró. Fue recibida con un gruñido y el roce de una silla en el piso, con su ocupante
extremadamente infeliz. No es que ella lo culpara, aunque en verdad, sintió que había
obtenido lo que merecía. La había tomado por sorpresa en The Phantom Mist, así que ella le
había tomado por sorpresa aquí. Lo había noqueado, y con la ayuda de Kane lo había
asegurado a la silla.
“Relájate, Nathaniel”. Ella sacó el cuchillo de su vaina. Se acercó por detrás de él y cortó
sus ataduras.
Él se levantó de un salto y sacó la bufanda fuera de su boca. “Lo dejaste escapar, ¿no?”
“Yo le di mi palabra”.
Aunque ver a Sterling irse le había dolido más de lo que creía que era posible, no se
arrepentiría de su palabra.
“Él tenía una recompensa sobre su cabeza y ese barco…” comenzó Nathaniel
“Este barco va a ser tuyo una vez que hayamos completado nuestra tarea. Yo te di mi
palabra. No esperabas que la mantenga para ti y no para Sterling”.
“Tú y yo teníamos un acuerdo”.
“Sí. Yo soy el capitán de este barco hasta recuperar el tesoro y liberar a mi padre. Para
ello, tenemos que hablar con Crimson Kelly con el fin de descubrir dónde está enterrado el
92
tesoro en esta isla miserable. Vamos a ver si está despierto y agradable como para darnos la
información que necesitamos”.
Sabía que Nathaniel estaba enfadado con ella, pero su enojo se reduciría con el tiempo.
“Él no nos lo va a decir, simplemente porque se lo preguntemos” gruñó Nathaniel,
mientras hacían su camino por las escaleras.
“Vamos a ver”.
Crimson Kelly estaba despierto, sentado en la esquina de la celda. Despacio se puso de
pie.
“Bueno, bueno, bueno. Pensé que usted me estaría visitando antes o después”.
¿Educado en Oxford? No sonaba como tal, y mientras se sentía tentada de decirle que ella
sabía todo acerca de su juego, tenía cuestiones más urgentes en su mente. Si él quería
actuar, que lo hiciera.
“Soy Annalisa Townsend. Robaste un cofre de marfil del tesoro del Horizon hace más de
un año. Estoy aquí para recuperarlo”.
“He tomado tantos saqueos. Seguramente ustedes no esperen que me acuerde de los
detalles".
“Usted quemó la nave”.

“Yo quemo todas las naves”.
“Yo estaba a bordo”.
“¡Ah!” dijo, moviendo su dedo en el aire. “Ahora, a usted yo recuerdo” su sonrisa se
amplió “Usted no sería la muchacha que le dio a Sterling la baratija que lleva en su dedo
como un recordatorio de su locura, ¿verdad?”
Ella ladeó la barbilla “Lo soy”.
“Yo lo dejé aislado por esa estupidez” Hizo una mueca. “Él lo tomó un poco mal. Nunca
tuvo un buen sentido del humor ese muchacho”.
“Así que ahora se acuerdas de la nave”, preguntó Anna.
“Sí”.
“¿Y el cofre?”
“Sí”.
“¿Dónde lo enterró?” Preguntó Anna, yendo directo al grano.
“¿Enterrarlo? ¿Cómo es que un pirata puede gastar su tesoro si este está enterrado, le
pregunto?”
“Todo el mundo sabe que enterró el tesoro en esta isla, que cegó a los hombres y los dejó 93
aquí vagando hasta que murieron y ahora sus almas gritan con tristeza...”
“Ahora, ¿quién os dijo esa basura? ¿James Sterling?” Preguntó, antes de que pudiera
responder añadió “El muchacho siempre tuvo una imaginación muy activa”.
“Me enteré de que enterraste el tesoro mucho antes de que me cruzara con Sterling de
nuevo. Dicen que no hay ningún mapa. Que los lugares donde los enterró están todos en su
cabeza”.
Él se echó a reír. “¿En mi cabeza?”
“Exactamente”.
Hizo girar su dedo en un círculo “Los rumores sobre mí enterrando mi tesoro son sólo un
poco de chismes engañosos que va por ahí. La gente destroza esta isla de tiempo en tiempo
buscando por el. Nunca lo encontrará aquí, porque lo guardo en un escondite en mi barco.
Pero ya que la leyenda de Crimson Kelly dice que lo enterré, nadie destroza mi barco
buscando por el”.
“Está mintiendo”, gruñó Annalisa. “Usted me dirá dónde está o conocerá la sensación del
látigo”.
“No necesitas amenazarme, muchacha. Pregúntale a James Sterling. Él puede decirte
dónde está”.
Annalisa estaba demasiado tonta como para hablar.

Nathaniel no lo estaba. “Sterling ha escapado, tomando el barco con él. ¿Está usted
diciendo que él sabe dónde está el escondite?”
“¡Claro que sí! Fue su idea después de todo. Me ayudó a construirlo de hecho” él miró de
reojo a través del espacio de entre las barras. “Pero me parece que eso no te lo dijo”.
94
Traducido por Dany

A
nnalisa estaba en la cubierta, mirando hacia la oscuridad de la noche. No se
veía nada, excepto el mar y un cielo lleno de estrellas. No había siluetas de
fantasma. Ningún barco en el horizonte.
El Phantom Mist y su nuevo capitán habían desaparecido como el humo en una brisa. Ella
podía imaginar a Sterling de pie a la cabeza con el viento ondulando las velas de su barco,
ondeando las mangas de su camisa.
“Soy un pirata, Anna. Y siempre seré un pirata”.
Ella no creía en las palabras cuando Sterling las había dicho. No quería que fueran ciertas.
Había pensado que Crimson Kelly era despiadado. Sin embargo, Sterling era más cruel,
más solapado, más traicionero.
95
No podía pensar en las palabras suficientes para describir su vil disgusto con él. Robaba a
los que conocía. Peor aún, le había robado lo que él sabía que era valioso para ella.
“¿Quieres que los hombres eleven las velas?”, Dijo Nathaniel en silencio detrás de ella.
“¿En qué dirección?”, Preguntó con indiferencia.
“Tú lo conoces, Anna. ¿A dónde se dirigiría?”
“Donde no lo encuentren”.
“Si esto facilita tus sentimientos, creo que este era su plan desde el principio. Has
comentado la facilidad con que lo habían capturado. Y a ese tipo de comadreja…”
“Ferret” dijo suavemente.
“Se ha ido”.
Ella asintió con la cabeza, suspiró, se secó una irritante lágrima. Estaba tratando de
detenerlas, pero fueron escapando poco a poco, rodando por sus mejillas una a una.
“Seguramente Crimson Kelly nos puede ayudar a encontrarlos”, dijo Nathaniel.
Oyó el aliento en su voz. Estaba agradecida por su optimismo.
“Haremos planes en la mañana”, dijo.
“Muy bien. Y cuando lo encontremos, déjamelo a mí. Él me dirá dónde está escondido el
tesoro”.
“Lo dudo”.
“Entonces vamos a tomar la nave. Tabla por tabla”.
Ella lentamente sacudió su cabeza. “Lo primero que hará será deshacerse del tesoro”.
“Incluso ahora, él podría estar al otro lado de la isla enterrándolo”.
“Él irá tan lejos de nosotros como sea posible”.
“Que el diablo se lo lleve”.
“Yo sospecho que así será cuando llegue el momento”.
Nathaniel se aclaró la garganta. “Lamento no haberte dicho de mi patente de corso. Yo
había planeado usarla sólo si abordábamos alguna vez y estuviéramos en peligro de ser
detenidos”.
“Falsifiqué el permiso sólo porque no creí que tu o la tripulación me seguirían sin él. Me
siento como si no fuese mejor que un pirata, tumbando a mi equipo, haciendo lo que sea
necesario para obtener lo que quiero”.
“No eres ningún pirata”.
Podrían debatir este asunto durante toda la noche. Ella no estaba de humor. Necesitaba
tiempo a solas, y sabía que la única manera de conseguirlo era darle a Nathaniel algo de
96
importancia que lo ocupara. “He cambiado de opinión. Ve adelante y haz que los hombres
desplieguen la vela mayor. Estoy lista para poner distancia entre nosotros y esta isla
miserable”.
“Esa es la chica atrevida que conozco, Anna. Cuando encontremos a Sterling, va a
lamentar el día en que alguna vez se cruzó con nosotros”.
Dejando su lado, empezó a gritar órdenes. Los hombres saltaron a obedecer. No pasó
mucho tiempo antes de oír la bofetada del viento en las velas, el pasar de brisa corriendo
mientras se dirigían hacia aguas más profundas.
Ella encontraría a James Sterling. No importaba cuánto tiempo le llevara. No importaba
lo mucho que le costara personalmente. Y esta vez, no le mostraría ninguna compasión.
Él había hecho más que robar el tesoro. Él había robado su corazón.
El tesoro estaba exactamente donde James había sabido que iba a estar. Detrás de una
pared falsa. En un espacio ahuecado, escondido detrás de unos estantes donde Crimson
guardaba sus preciosos libros. A pesar de su fanfarronería y crueldad, y el abrazo que le tenía
a la vida de los piratas, amaba la lectura. Una vez Crimson le dijo a James que él consideraba
sus libros más valiosos que el tesoro que escondió, pero necesitaba el tesoro para comprar
los libros.
James nunca había entendido esa la filosofía.
Oro, plata, joyas... ofrecían seguridad al hombre. Hacían todo lo que un hombre podría
desear. Si su madre hubiese poseído poco más que un puñado nunca se habría visto obligada
a renunciar a él. Ella habría tenido los medios para darle de comer, para proveerlo. Habría
vivido una vida muy diferente.
¿Habría sido la vida que había adoptado? ¿Habría conocido a las estrellas del cielo que
cayeron sobre la tierra? ¿El recuerdo de su risa le habría hecho sonreír?
Si él nunca hubiese estado en el mar, nunca habría conocido a Anna.
Se puso de pie en el mostrador de Crimson, mirando el cofre de marfil. Era más pequeño
de lo que recordaba. Dos pies de ancho, tal vez un pie y medio de profundidad. Fácil de
ocultar. Fácil de encontrar.
El desnató sus dedos sobre la parte superior del cofre. Grabado en el cobre estaba el
escudo de armas reales. Este cofre se le había confiado al cuidado del padre de Anna. Era el
cofre por el que ella lo había buscado. Y en el interior estaba el tesoro por el que se había
sacrificado. Mientras que había conocido sólo unas cuantas mujeres verdaderas en su vida, y
había conocido a muchas mujeres, ninguna tenía la determinación de Anna, la unidad y la
voluntad de hacer lo necesario para lograr su objetivo. Ella casi lo había logrado. 97
Su fracaso fue que había llegado a confiar en él.
Se encogió de hombros frente a la culpa que pinchó su conciencia. Fue ella la que le había
dado su palabra para concederle su libertad. Él nunca habría dado su palabra de que no
intentaría escapar. Él era un pirata. Ella simplemente había olvidado que él no era
honorable.
A pesar de que no podía negar que había hecho todo lo posible para hacerla olvidarlo. La
había encantado, con deliberación, a sabiendas de que iba a enamorarse de él.
Lo que no esperaba era enamorarse de ella.
¡Que se la lleve el Diablo! No le gustaba la forma en que se sentía cada vez que pensaba
en ella. Avergonzado, como si hubiera hecho algo malo. Había hecho lo que cualquier pirata
que se precie haría. Había buscado el tesoro, y lo había tomado.
Lo había hecho sin ninguna pérdida de vida. Ella debería estar agradecida por ello. Fue un
acto de bondad. El tesoro fue simplemente su recompensa.
Aflojó el cierre del cofre. Crimson hacía tiempo que había roto la cerradura y mirado
hacia adentro. Poco a poco, James levantó la tapa y miró el contenido.
Una lenta sonrisa se dibujó en su rostro. Metió las manos como si cayeran en agua de la
cala para capturar una estrella de mar. Levantó las manos, sus palmas llenas de monedas de
oro. Se deslizaron entre sus dedos, tintineando mientras caían y golpeaban las monedas que
quedaban adentro.
Agarró la botella de ron que le esperaba en la esquina de la mesa. Llevó la botella medio
vacía a sus labios y bebió un poco más. Tenía un embotado dolor en el pecho, un dolor que
no entendía. Era como si alguien lo hubiera atravesado con una espada.
Se dejó caer en la silla y bebió hasta que la botella estuvo vacía. Luego la arrojó contra la
pared del fondo en un duro golpe y se hizo añicos. Se alegró de la estupidez. Ahora bien, si
trataba de ir a la cama, se cortaría sus pies.
Iba a ir a la terraza y mirar las estrellas, pero le harían recordar a Anna. No quería
recordatorios.
Inclinándose hacia delante, posó sus dedos sobre las monedas de nuevo. Tenía muchas
monedas, tanta riqueza.
Por fin lo tenía todo: un barco, el tesoro, una tripulación que lo siguiera.
Al girar el anillo en su dedo meñique, se preguntó por qué se sentía como si no hubiera
ganado nada.
98
Traducido por dulcevaz

E
l viento infló las velas y el barco se deslizó por el agua. Annalisa sintió la
emoción repiqueteando en sus venas. Ella una vez más era el depredador en
lugar de la presa.
Esa mañana se había ordenado a la tripulación tirar por la borda cualquier peso de más,
todo de lo que podían prescindir. Un barco más ligero podría moverse más rápidamente, y
en este momento la velocidad era esencial.
Al amanecer, se había puesto de pie en el alcázar, mirando a través de su catalejo, cuando
ella vio un barco en el horizonte. Tenía que ser el Phantom Mist. Ella tenía pocas dudas
sobre que Sterling había navegado toda la noche.
Él Sabría que Annalisa pronto sabría de su traición. Y si él hubiera aprendido algo más
sobre ella, él debería saber que ella seria diligente en su búsqueda. Ella no le permitía 99
escapar con facilidad.
Y esta vez, ella no sucumbirá a sus encantos. Entregaría al pirata a New Providence por
justicia. Pasaría el viaje en la bodega, encadenado, encerrado en una celda, con dos guardias
de pie viéndolo en todo momento. Él sobreviviría a pan y agua. Si es que sobrevivía. Puede
que tal vez incluso dejara a Nathaniel tener la satisfacción de comenzar el día de Sterling
con la sensación del látigo de nueve puntas. Tal vez debiera manejar ella misma el látigo.
Era una mujer despechada, y eso no le importaba mucho.
En varias ocasiones desde que habían comenzado viaje ella se había vuelto a mirar la isla,
pero la humedad se había levantado y todo lo que veía era niebla. Era lo mejor, no quería
recordar lo que para ella era el paraíso.
"Sterling no se rendirá fácilmente", dijo Nathaniel especulativamente a su lado.
"Puede que ni siquiera sea él," dijo ella, sorprendida al descubrir que la posibilidad le
daba una sensación de alivio. Por todos los pensamientos de odio que albergaba hacia él,
una parte de ella no quería venganza exactamente.
“Las probabilidades dicen que sí”.
"Podría ser otro barco".
“Lo dices como si tuvieras la esperanza de que lo fuera".
Miró duramente a Nathaniel. "Muchos de nuestros miembros de la tripulación todavía se

están recuperando de la aventura de la noche anterior. No estoy segura de que estén de
humor para una nueva confrontación tan pronto".
"Es personal ahora, Anna. Están a la altura. Además, los llevamos con casi ningún
enfrentamiento".
Ella oyó la amargura en su voz. No es que lo culpara, Sterling los había engañado a todos
y plantó la última trampa.
"No quiero que lo maten", ella dijo.
"Puede que no tengamos otra opción".
"Nathaniel".
"No voy a arriesgar mi vida o la de mi tripulación para mantenerlo con vida". Suspiró
profundamente. "Tampoco lo mataremos de no ser necesario. Pero él ha caído en dos de
nuestras trampas hasta ahora. No sé si puedo armar una tercera”.
“Tal vez podemos conversar, convencerlo de que devuelva el cofre de marfil".
Él se burló. "Si tuviera intenciones de devolvértela, te la hubiera dado antes de zarpar".
Ella no podía negar la verdad de sus palabras. Sterling tenía el conocimiento del tesoro
que estaba a bordo del barco, y él no le había dicho ni una palabra a ella. Sospechaba que 100
quería al tesoro más que la nave.
"¡El barco está dando vuelta capitán!" su mirador llamó desde arriba.
Annalisa levantó el catalejo a su ojo. "Parece estar volviéndose de su camino".
"Debe pensar que reunirse con nosotros de frente le dará una ventaja táctica".
Ella vio a través del catalejo. "No es el Phantom Mist. La figura está mal". Observó como
los colores de la nave se elevaron. A su lado, Nathaniel gruñó.
"Bandera Negra", murmuró. “No la roja de Crimson ¿Y cuál es ese símbolo? Un pirata y
un... ¿qué es?”
"La muerte", dijo Annalisa fríamente. Su estómago se le cayó a sus pies mientras ella bajó
el catalejo. "Es Black Bart Roberts".
"Podemos tratar de navegar lejos de él", dijo Nathaniel, su voz ronca, como si su boca se
hubiera puesto de repente seca.
Ella miró la velocidad con la que Royal Fortune se movía sobre el mar. "Creo que
haríamos mejor preparándonos para la batalla".
"Se dice que ha capturado cuatrocientos buques".
"Entonces vamos a hacer lo que podamos hacer para asegurarnos no ser el cuatrocientos
uno."
"Si nos rendimos, él podría tener misericordia."
"Sterling me dijo que el hombre es el pirata más feroz del mar. La misericordia no está en
su naturaleza".
"Sterling también te dijo que Crimson Kelly enterró su tesoro".
"No tenía motivos para mentir acerca de estos piratas", le dijo. "Y estamos perdiendo un
tiempo precioso hablando".
"Tienes toda la razón. Si lo capturamos, será absolutamente la mejor presa para
entregarle al gobernador Rogers".
"Con Roberts no es necesario que te cuides de no matarlo", dijo.
Él asintió con la cabeza, antes de darse la vuelta y gritar: "¡Todos! ¡Prepárense para la
batalla!"
Hubo un corredero por la nave del tipo que nunca había visto. Los encargados de la
pólvora y varios otros miembros de la tripulación bajaron corriendo a la cubierta de armas
de fuego. Sólo tenían catorce cañones, pero tendrían que bastar. Ellos tenían armas de fuego
giratorias hasta la parte superior. 101
"No quieren destruir la nave", dijo Nathaniel. "Si disparan con los cañones, sólo será para
desestabilizarnos. Harán todo lo posible para abordarnos. Tenemos que estar preparados
para el combate cuerpo a cuerpo".
Se puso cerca de Annalisa. Podía ver la inquietud, la preocupación y el miedo en sus ojos.
“Podrías estar más segura en la bodega", dijo en voz baja.
Ella negó con la cabeza rápidamente. "Mi lugar está aquí con mis hombres".
"Anna, es diferente luchar contra un hombre que no tiene planes de matarte a tratar de
imponerte sobre alguien que sí".
"No me esconderé", ella insistió.
"Entonces, al menos haz todo lo posible para ocultar el hecho de que eres una mujer, o la
lucha será la última cosa que ellos consideren".
Ella asintió con la cabeza bruscamente y salió corriendo por la cubierta. Corrió escaleras
arriba hasta el alcázar por el corto pasillo a su camarote. Rápidamente, se cambió por
pantalones y una camisa suelta. Deslizó su trenza en la parte posterior de esta. Para cuando
alguien se diera cuenta, tal vez la lucha habría terminado.
Cruzó un cinturón sobre el pecho y deslizó dos pistolas, listas para ser disparadas.
Alrededor de su cintura, apretó otra cinta que le sujetaba el sable en su vaina, y un cuchillo.
Respiró hondo y trató de recordar todo lo que James le había enseñado. Podía hacer esto.
Podía luchar hasta la muerte si tenía que hacerlo.
Oyó un gran estruendo en el pasillo. ¡Amado Señor! ¿Estaban ya aquí?
Con su espada en la mano, cruzó el camarote y abrió la puerta, sólo para encontrar su
camino bloqueado por cajas apiladas.
"¡Lo siento, Anna!" Nathaniel dijo en voz alta. "Es para tu propia protección".
"¡Nathaniel, déjame salir!"
"Cuando estemos…" Una fuerte explosión sonó.
La nave se estremeció. Annalisa cayó al suelo. Dio un puñetazo contra el piso. Estaba
atrapada. Otro eco del boom. Oyó madera astillarse.
"¡No, no, no!"
Se puso de pie. Empujó las cajas. Que no se movieron ni una pulgada. Eran tan pesadas.
¿Por qué los hombres no las arrojaron por la borda?
¡Boom! ¡Boom! ¡Boom!
La nave se estremeció. Podía oír a los hombres gritando y chillando. Podía oír las espadas
chocando. ¡Los piratas estaban aquí! Si no podía mover las cajas destruidas, podría
desmantelarlas. Entremetió el sable entre las tablillas y trabajó las tablas para sacarlas. Y
102
luego otra. Podía ver lo que había en la caja ahora. Paja y...Botellas de ron.
Maldijo a los hombres por aferrarse a su precioso licor. No se atrevió a tirar las botellas,
para no romperlas y luego tener que lidiar con el vidrio. Pero se puso a trabajar con rapidez
para vaciar la caja, para aligerarla.
Cuando tuvo su contenido esparcido por el suelo, empezó a empujar la caja a un lado,
paso a paso agonizante. Cuando hubo creado una grieta lo suficientemente amplia, se
apresuró a la mesa, agarró una silla y la arrastró hacia la puerta. Se subió a la silla y luego a la
caja y se movió a través de la estrecha abertura. Se dejó caer hasta el otro lado y corrió hacia
la puerta.
Un hombre irrumpió en su camino, moviéndose despacio. Se encontró con el sable
enemigo levantado, se agachó y clavó su cuchillo en él. Agarrando su lado ahora manchado
de sangre, él cayó al suelo. Ella pasó corriendo hacia fuera al alcázar en la mañana brumosa.
La niebla que había alrededor de la isla los había alcanzado. La locura y el caos abundaban.
De la nada, otro hombre apareció. Ella desvió cada estocada, lo obligó a retroceder, hasta
que fue capaz de empujarlo fuera de la popa con una patada. Él aterrizó en la cubierta
principal.
Se apresuró a bajar las escaleras, evitando los golpes, en cuclillas pasando de un lado a
otro, recordando todo lo que Sterling le había enseñado acerca de la lucha a bordo de un
barco. Al doblar la esquina, casi se estrelló contra un hombre alto y delgado vestido como si
él debería estar en una sala de estar, no a bordo de un barco.
“¿Qué tenemos aquí? " el preguntó.
Annalisa no tenía tiempo para charlas. Con su sable, se giró hacia él. Su espada encontró
la suya y él sonrió.
“Salvaje muchacha".
Tanto para el pensar de Nathaniel de que pantalones podían disfrazar su género, aunque
ahora se daba cuenta de que su verdadero propósito había sido hacerla salir de la cubierta.
Buscando apoyo, ella lo atacó de nuevo. El pirata no hizo más que sonreír cuando acero
chocó contra acero. Entonces él se comenzó a mover fuerte y rápido. Annalisa se agachó y
esquivó, pero temía no ser rival para la crueldad de este hombre.
Cada vez que ella se movía de su camino, él la siguió rápidamente, movimientos cada vez
más rápidos de su sable. Ella sabía que él estaba tratando de arrinconarla, y sabía que iba a
estar condenada si tenía éxito, pero no parecía haber ninguna otra parte para ir, excepto
hacia atrás.
Entonces su cadera golpeó la barandilla. La espada de ella golpeó con tal fuerza que dejo
su mano entumecida. Su sable resonó en la cubierta.
103
"Ríndete", él ordenó.
Ella levantó la barbilla. "Nunca. Nunca voy a rendirme a un pirata".
"Es una lástima." Su expresión se volvió dura, todas las burlas habían terminado. Se volvió
con tal fuerza, que ella sabía que el golpe iba a matarla.
¡Clash!
De repente, un sable estaba ante sus ojos, evitando que la golpearan. ¡Nathaniel! Miró
hacia su costado.
"Pareces estar en una situación incómoda aquí", dijo Sterling.
"¡James!"
"Nunca me has llamado así antes", dijo con un gruñido cuando empujó la espada del
atacante a distancia.
"James Sterling" dijo el pirata lentamente como si estuviera saboreando un buen vino.
"Había oído que estabas muerto".
"Habéis oído mal, Roberts".
Annalisa sintió sus rodillas debilitarse. ¿Había estado luchando contra el famoso Black
Bart Roberts? ¡Y vivió para contarlo!
Todavía no, ella se dio cuenta de cómo Roberts blandió su sable a Sterling. El ruido hizo
eco de vibración en la nave. Annalisa se agachó, cogió su espada, y atacó.
Juntos, ella y Sterling fueron capaces de poner a Black Bart a la defensiva. Él era muy hábil,
protegiéndose de cada uno de sus golpes.
"¿Dónde está Crimson Kelly?" preguntó Black Bart mientras continuaba luchando.
"Está en el calabozo" respondió Sterling como si hablara con un viejo amigo.
"Así que ¿este barco es un cazador de piratas?"
"Su capitán lo es, es un ataque bastante mal planeado de tu parte. La única cosa de valor a
bordo de él es su ron".
"Yo no bebo la cerveza del diablo".
"Eso he oído, lo que no te da ninguna razón para quedarte".

"Por el contrario, me encanta una buena pelea".
Él les dedicó una sonrisa tan grande que Annalisa pensó que su mandíbula se
trastornaría. Cuando dio un paso atrás, otros dos piratas se pusieron delante de él. Y ya no
era ella y Sterling trabajando juntos para luchar contra un hombre, ahora era cada uno de
ellos luchando desesperadamente contra su propio oponente.
Annalisa sabía que probablemente no era justo, pero Sterling le había enseñado que los 104
piratas no peleaban justo. Con su mano izquierda, sacó una pistola y disparó. El hombre
cayó a la cubierta gimiendo. Sacó su otra pistola y otro disparo contra el pirata que peleaba
con James. Ambos se dieron la vuelta, en busca de Roberts. Él no se encontraba en ninguna
parte.
"Es una lástima que no usaras las pistolas cuando Roberts estaba cerca", dijo Sterling.
"Me había olvidado de ellas", dijo ella con sinceridad. Estaba tan aterrorizada que fue un
milagro que pudiera pensar en todo "¿Qué estás haciendo aquí?"
"Estábamos detrás de ustedes en la niebla. ¿No te advertí acerca de Roberts?"
"¿Estaban detrás de nosotros?"
"Sí", él asintió con la cabeza. "Nos detuvimos junto a usted para ofrecerle ayuda".
Fue sólo entonces cuando se dio cuenta de que su nave estaba metida entre los dos
barcos piratas poderosos.
"¿Por qué te importa? Sé del tesoro a bordo de tu barco, sé que lo sabes".
Antes de que pudiera completar otra de las miles de preguntas, alguien le apuntó.
Sterling se reunió con el combatiente, las espadas parpadeando. Con rapidez se encargó del
hombre.
El barco de repente se inclino a la izquierda. Annalisa se salvó de caer cuando Sterling

agarró su brazo. "La nave está muy dañada. Tuvo fuego de cañonazos sobre el casco".
Ella oyó un ruido que sonaba como si un árbol hubiera sido talado en un bosque.
"Tienes que llegar a bordo del Phantom Mist antes de que sea demasiado tarde", advirtió
Sterling.
"No sin mi tripulación".
"Tu pones a prueba mi paciencia dolorosamente", el dijo.
"Yo no te pedí que vinieras en mi rescate" Una expresión que ella no podía leer cruzó su
rostro.
"Da la orden de abandonar el barco", dijo.
Ella sacudió la cabeza. "No puede ser tan malo…"

La nave se estremeció violentamente. Esta vez la hizo perder el equilibrio y se estrelló en
la cubierta. Se estaba yendo al fondo.
"¡Abandonen el barco!" gritó ella, esforzando sobre sus pies.
James agarró a un marinero que pasaba. "Corre la voz. Lleguen a bordo del Phantom Mist
tan pronto como sea posible".
105
James se volvió hacia ella y le tendió la mano. "Vamos".
"No, yo soy el capitán. No abandonaré el barco hasta que cada miembro de la tripulación
este seguro".
"Esta no es la maldita armada británica. No hay nadie al que debas rendirle cuentas".
"Estoy yo", dijo en voz baja "Pero un pirata no entendería eso".
Antes de que él pudiera responder, ella se volvió en busca de sus hombres, les ordenó
abandonar el barco. Parecía que Roberts estaba dando la misma orden en la seguridad de su
propio barco ya que los combates habían cesado y los hombres se apresuraban a ir a bordo
de los dos barcos chocando contra The Dangerous Lady.
Annalisa corrió sobre la cubierta, ayudando a los heridos a llegar a la barandilla para
poder trepar por el Phantom Mist, amarrado al lado de su nave. Vio a Sterling haciendo lo
mismo.
Se dio la vuelta. La tripulación del Royal Fortune había cortado sus amarras. El barco se
alejaba. Se las habían arreglado para sobrevivir a un encuentro con Black Bart.
Ella se dio la vuelta bruscamente. "¡Sterling! Crimson Kelly está en el calabozo".
"Voy por él". Desapareció en la bodega.
Ella se sorprendió por la rapidez con que los hombres fueron capaces de bajar del barco.
Pronto fue la única de pie en la cubierta. Esperando. Esperando a Sterling. Él no era un
miembro de su tripulación. Se supone que no tenía obligación de esperar por él.
El barco se quejó con furia y sonaba como si fuera a dividirse en dos.
"¡Cortar las amarras!" gritó alguien desde la otra nave.
"Anna ¡ven aquí!" Fue Nathaniel, a bordo de Phantom Mist gritándole.
Pero ella no podía salir, no todavía, no sin Sterling. Vio con horror como la otra nave
comenzó a alejarse flotando. Su propia nave gimió.
Sterling apareció por la escotilla. "Crimson se ha ido".
"¿Había alguien más?"
"No hay nadie más con vida".
El buque se ladeó. Ella se agarró a la barandilla. Podían saltar al agua y salir, pero recordó
las palabras del capitán cuando el Horizon se hundió. El hundimiento de un barco muy bien
podría llevarlos a las profundidades del mar.
"Sube a la barandilla, Anna!" Sterling gritó.
Aferrándose a los aparejos, hizo lo que le ordenó. El cortó una cuerda atada a la parte
superior del mástil. Cuando se soltó, corrió por la cubierta, saltó sobre la baranda, y deslizó
un brazo alrededor de ella cuando la nave cayó por debajo de ellos... 106
Con un jadeo, Annalisa se aferró a Sterling mientras giró sobre el agua, a través del
abismo que separa las naves.
Él se soltó del aparejo volviendo su cuerpo para cuando llegaran a la cubierta ella se
cayera encima de él, amortiguando un poco la caída.
A salvo, estaban a salvo.
Poniéndose de pie, corrió a la barandilla a tiempo para ver la cubierta del Dangerous Lady
ser tragada por el mar. Sólo el mástil se mantuvo visible y ella también sabía que se iría
pronto.
Mirando más allá de ella, podía ver el Royal Fortune. De pie entre los hombres en su
cubierta Black Bart Roberts y Crimson Kelly, uno al lado del otro como si fueran viejos
amigos.
"James Sterling!" Crimson Kelly lo llamó. "Nos volveremos a encontrar amigo ¡Te lo
prometo!"
"Espero que sí, Crimson" Se oyó el eco de la risa de Crimson entre las naves.
“¡Desenrollar las velas, hombres!" Sterling gritó. "Tenemos que poner el mar entre
nosotros y el Royal Fortune. Establecer la partida hacia el norte de noreste".
"Sí, sí, capitán", dijo alguien.

Annalisa se volvió. Fue entonces cuando se dio cuenta de que sus hombres estaban en el
centro de la cubierta, de rodillas, ni una sola arma entre ellos. Se dio la vuelta. "¿Cuál es el
significado de esto, Sterling?"
"Mi barco, mis reglas".
Observó cómo se dirigió hacia los hombres, deteniéndose frente a Nathaniel. "¡En pie,
Northrup!" Nathaniel se enderezó con el desafío en sus ojos.
Sterling sonrió "Ellos dicen que cincuenta latigazos pueden matar a un hombre. Así que
te ahorraré el último".
"No te molestes con tanta amabilidad. Puedo tomar cincuenta fácilmente."
"En verdad, no creo que puedas tomar cinco ¡Sr. Lewis!"
"Sí, capitán" Un gran hombre proporcionado dio un paso adelante.
"Escolta al Sr. Northrup al calabozo".
"Sí, capitán." Puso su mano sobre el brazo fornido de Nathaniel. "Vamos, amigo."
"Aunque sea la última cosa que haga, lo voy a ver colgado", prometió Nathaniel.
Sterling volvió la espalda a él y Lewis llevó a Nathaniel lejos. Annalisa pensó que él 107
protestaría, pero sin duda se dio cuenta que estaba en desventaja a bordo de un barco pirata.
Su lucha sería infructuosa, sus esfuerzos en vano.
"¡El señor Ferret!" Sterling dijo en voz alta.
"Sí, capitán." La pequeña comadreja dio un paso adelante.
"¿Que hay de nuestros artículos?"
Sí, capitán." Desde el interior de su camisa, sacó un pergamino enrollado.
"Señores", dijo Sterling. Se volvió y se inclinó hacia Annalisa. "Y señora. Estáis a bordo de
un barco pirata. Tenemos reglas que seguimos aquí. Están obligados a firmarlos o pasar el
resto de este viaje en el calabozo junto con el Sr. Northrup donde sin ninguna duda
perecerán escuchando de su aliento largas diatribas sobre los males de la piratería".
Algunos de los hombres rieron entre dientes.
“¡Señor Ferret, lea los artículos!"
"Sí, capitán." Otro hombre cogió el pergamino y desplegó hacia Ferret quien podía leerlo.
"Número uno. Si alguien quiere defraudar a la compañía de un solo pedazo del botín, el
abandonarlos en una isla desierta será su castigo”.
"'Número dos. Los hombres están obligados a mantener sus pistolas y sables limpios y
aptos para el servicio”.
"'Número tres. Quien deserte del barco o en cuartos en la batalla será castigado con la
muerte o el abandono”.
"Número cuatro. No llamar a combate a su compañero a bordo de un barco. Todas las
peleas se llevarán a cabo en la costa”.
“Número cinco. Cada uno recibirá una parte igual del premio”.
Él asintió con la cabeza. “Ahí lo tienen, señores". Hubo murmullos entre sus hombres.
"Para aquellos de ustedes que son aprensivos acerca de la piratería, resta asegurarles que
no tenemos planes para apoderarnos de algún buque antes de llegar a nuestro destino", dijo
Sterling. "Una vez allí, podrán desembarcar y seguir su camino feliz. Hasta entonces, ustedes
estarán con nosotros o en el calabozo".
Annalisa vio como, uno por uno, sus hombres se adelantaron y firmaron los artículos,
efectivamente identificándose como piratas.
"¿Qué será, Anna?", dijo Sterling en silencio a su lado. Ella no lo había oído acercársele.
"¿Me estás pidiendo que sea una pirata?"
“Yo estoy pidiendo que honres las reglas de este barco". 108
"Y si yo no firmo ¿me pondrás en el calabozo?"
"No, si me das tu palabra de que no harás un motín".
Ella sacudió la cabeza y miró alrededor de él. "¿Confías en mi palabra?"
"Así es".
Ella asintió con la cabeza. "Entonces la tienes. No voy a invocar un motín".
"Entonces la cabina del capitán será preparada para ti".
Se volvió y ella lo agarró del brazo. "Por favor, no le des de latigazos a Nathaniel".
"¿Lo amas?"
"Él es mi amigo y ha sido un buen intendente. Por favor, no sangres su espalda".
"¿Por quién me tomas? ¿Un bárbaro?" Le tocó la mejilla. "Nunca tuve la intención de
darle un latigazo, pero tampoco quiero que duerma profundamente".
"No creo que ninguno de nosotros pueda dormir tranquilo hasta que estemos fuera de
esta nave. ¿A qué puerto nos llevan?
"New Providence".
Annalisa sintió a su corazón martillar contra sus costillas. "Te van a colgar allí".
“Probablemente, pero tenemos una arqueta de marfil llena de monedas de oro para
ofrecer".
Ella abrió la boca mientras un calor la inundaba. "Estabas llevando el tesoro de nuevo a
mí".
"No digas eso como si yo fuera un héroe. Sencillamente, sólo es como se había acordado.
Eso apenas merece la pena".
Y sin embargo, se había molestado.
"Gracias".
"Las palabras no son un comercio justo. Quiero esta noche, Anna, y cada momento que
quede antes de llegar a New Providence".
“Los tendrás".
109
Traducido por Coral Black.

Corregido por Loren
L
a mayor parte de la tripulación estaba bajo cubierta, órdenes de su capitán.
Los únicos por aquí eran la vigilancia en la torre de vigía y los timoneles
gobernando el barco.
En el camarote del capitán, Annalisa había encontrado un vestido azul. De seda. Del
oriente. No sabía cómo había llegado a estar en el barco. Estaba segura de que era un botín.
Pero ella estaba agradecida de que por esa noche no tendría que llevar los pantalones.
También se había tomado un baño. Como lo había hecho James. Se dio cuenta porque su
cabello todavía estaba húmedo en los extremos cuando llegó a su cabina y la escoltó hasta la
cubierta.
Él había colocado un barril de ron allí y lo cubrió con lonas sobrantes. Una linterna en el
centro proporcionaba luz. Había traído sillas de sus cuartos para que pudiesen cenar a la luz 110
de las estrellas.
El cocinero había preparado una especie de faisán.
Dónde lo había conseguido, ella no tenía ni idea. Tal vez en la isla de Crimson. Pero
estaba delicioso. Ahora, ella y James estaban compartiendo un trozo de pastel que sabía
mucho como ron.
“¿Los piratas ponen ron en todo?” Preguntó.
“Siempre que sea posible”.
“Nunca he comido la cena fuera”, dijo. En la distancia, escuchó la canción de una ballena.
“Si por mí fuera”, James dijo, “Yo nunca iría bajo la cubierta”.
Puso su codo en el barril y dejó caer su barbilla sobre la palma. “¿Por qué?”
“Me gusta estar al aire libre. Creo que esa es la razón por la que tanto me gusta el mar.
No hay nada que te limite. No hay nada que te agarre”.
“Me gusta ser agarrada”, dijo Annalisa.
“Hay una diferencia entre ser agarrado y ser confinado”.
“Estar en el calabozo debió de haber sido una tortura para ti”.
“Tú me dejaste una linterna. Eso fue un detalle que no me esperaba”. Inclinándose hacia
delante, le cogió su mano. “Desde entonces he aprendido que siempre eres bondadosa”.
“Algunos de los piratas con los que nos encontramos hoy podrían estar en desacuerdo.
Especialmente los dos que sintieron la mordedura de mi bala”.
Él rió. No podía negar cuánto disfrutaba del sonido de su risa.
Alargando el brazo, ella arrastró su dedo a lo largo de la cicatriz en su mejilla. “Es una
noche sin luna, así que cuéntame los detalles, pirata”.
“¿Debo llamar a los chicos fuera de la bodega?”
Poco a poco sacudió su cabeza. “No”.
Esta noche era para ellos y solo ellos.
“Muy bien, entonces. Estábamos navegando por el Caribe con el Atlántico, cuando vimos
un barco mercante, mostrando los colores franceses. Por lo tanto lo tomamos”. Se frotó la
mejilla. “Yo tenía doce años, y era la primera vez que subí a un barco enemigo”.
“Espera un momento. Si tenías doce años y ahora tienes veintiuno…” Ella hizo el cálculo.
“Fue durante la Guerra de la Reina Anne. Junto a Crimson, tú eras un corsario. Serviste a la
reina”. Ella se quedó atónita. ¿Cómo no se las había arreglado para no darse cuenta antes?
“No es de extrañar que no sientas ninguna culpa siendo un pirata”. 111
“Yo nunca dije que no encontrase culpa con eso. Yo simplemente declaro que entiendo
esto. Ahora ¿Quieres escuchar el resto de la historia o no?”
“Sigue”, instó.
“Era una noche sin luna cuando nos atacaron, bajamos dos botes al agua. Debido a mi
edad, yo era pequeño, delgado, rápido. Como tus marineros, los que transportan la pólvora.
Los hombres lanzaron ganchos para sostenernos. Yo fui el primero que enviaron por la
cuerda. Todo lo que podía escuchar era el chapoteo del agua en el bote y el feroz golpeteo de
mi corazón. Hice mi camino y escalé, subí encima de la barandilla. No vi a nadie. Señalé el
todo despejado. El barco crujía y gemía. Fue espeluznante. Me arrastré por la cubierta, y fue
entonces cuando el primer miembro de la tripulación salió de su escondite y atacó”. Se frotó
la mejilla.
“¿Es así como conseguiste la cicatriz?”
Su mano se calmó y miró sorprendido, como si no hubiera sabido lo que estaba haciendo.
Él negó con su cabeza. “Eso vino después. Más tarde, la verdad. Pensábamos que habíamos
capturado a todo el mundo. Íbamos caminando alrededor del barco, ocho muchachos y yo,
dando patadas a los hombres a ver si estaban vivos o muertos. Le di una patada a un hombre
que estaba seguro que estaba muerto. Agarró mi cuchillo, el otro muchacho chilló, el
hombre se volvió hacia él, y salté entre ellos. El cuchillo cortó a través de mi cara”.
“Salvaste a otro niño”, ella dijo.

Se encogió de hombros. “Imposible saberlo. El hombre podría haber tratado de dañarle,
pero no tenía sed de sangre en sus ojos. Lo siguiente que supe, es que él tenía una espada
asomando en el centro de su pecho. Crimson nunca tomó bien que los muertos vuelvan a la
vida”.
Ella arrastró su dedo a lo largo de su mejilla de nuevo. “Dices que el otro muchacho gritó.
¿Cómo una comadreja?”
Él sonrió. “Como un hurón”.
“¿Lo has conocido durante tanto tiempo?” Ella preguntó.
“Sí. Crimson nos llevó a ambos al mismo tiempo. Ferret era más joven, siempre el más
pequeño”.
“Eras su protector, sin embargo te traicionó”.
James se encogió de hombros. “Lo curioso es, que si lo pidiese, él moriría por mí”.
Ella lo observó por un momento. “Pero nunca se lo has pedido”.
“No, y nunca lo haría”.
“Eres un hombre complicado, James Sterling”, dijo en voz baja.
112
“No tan complicado”. Él se levantó y tiró de ella a sus pies.
Ella no dudó en envolver sus brazos alrededor de su cuello y alzarse de puntillas. Y
entonces él la estaba besando y ella se dio cuenta; no, él no era complicado en lo más
mínimo.
Con su espalda contra la pared de la cabina en el alcázar, James sostuvo a Anna en sus
brazos, su espalda contra su pecho. Había puesto un montón de mantas en el alcázar. Ella
no se había opuesto cuando él la había dirigido hacia allí.
“Sólo quiero ver la noche contigo”, le había dicho en voz baja. “Y el amanecer”.
Así que ahora la sostenía, inhalando su aroma, sabiendo aquello de lo que ella no era
plenamente consciente.
Los momentos que compartieron antes de llegar a New Providence fueron todo lo que
siempre deseó tener. Mientras su llegada al puerto de la ciudad con el tesoro anunciaría la
reivindicación y la liberación de su padre, para él, esto causaría una sentencia de muerte.
Traducido por Cariito

Corregido por Loren
“C
uatro noventa y seis, cuatro noventa y siete, cuatro noventa y ocho…” El
gobernador Rogers dejó caer la última moneda en el cofre “cuatro noventa y
nueve.”
Miró a Annalisa, James, y Nathaniel. El Phantom Mist era tan característico, tan
conocido, que ellos apenas habían visto New Providence antes de que dos hombres
de guerra británicos hubieran descendido sobre ellos y los hubieran escoltado en el puerto.
Annalisa, James, y Nathaniel habían sido detenidos y llevados a la oficina del gobernador,
a pesar de sus protestas. Se pararon frente a su escritorio, después de haber llegado por la
mañana. Annalisa había comenzado a explicar acerca de su búsqueda, pero parecía que el
gobernador ya sabía mucho acerca de esta, gracias en parte al permiso legítimo de
navegación que él había presentado a Nathaniel. 113
Rogers, con su peluca empolvada sentada perfectamente encima de su cabeza, miró
a cada uno de ellos ahora. “De acuerdo con la carta del rey, hay 500 piezas de oro. Revisa al
pirata”, dijo burlonamente.
Uno de los guardias uniformados de rojo de pie justo detrás de ellos se adelantó y empezó
a acariciar la ropa de James.
“El tesorero del rey debe haber contado mal”, comenzó Annalisa.
“Aquí está”. El soldado se apartó de James y lo entregó cuidadosamente a Rogers.
“Seguramente usted no puede culparme por esperar un pequeño recuerdo de mis
aventuras”, dijo James.
Rogers parecía disgustado. “Encerradlo”.
Annalisa dio un paso adelante. ”No, por favor, tenga piedad. Él nos salvó de Black Bart”.
“¿Black Bart Roberts?” Preguntó Rogers.
Annalisa asintió con la cabeza. “Sí, señor”.
“¿Me está diciendo que escaparon de las garras de ese famoso pirata?”
“Con la ayuda de Sterling”.
Rogers miró más allá de ella. “Yo no anulé mi orden, soldado. Enciérrenlo, y traigan al
Gobernador Townsend de vuelta con ustedes”.
Ella comenzó a moverse hacia James, pero él levantó una mano para detenerla. “Voy
a estar bien”.
No estaba tan segura, pero ¿Qué más podía hacer si el Gobernador no estaba dispuesto
a escuchar su explicación? No queriendo ver a James siendo escoltado, se volvió hacia el
hombre que tenía su destino en sus manos. “¿Está mi padre bien?”
“Va a verlo por si misma pronto.” Él cerró el cofre. “Mientras estamos
esperando, dígame acerca de las aventuras de los suyos”.
James se sentó en su melancólica celda. Se habían llevado a sus botas, su cinturón, todo
menos los pantalones y la camisa. No pudo encontrar nada con que abrir una cerradura.
Sabía que eventualmente estaría ante al Gobernador Rogers de nuevo —para ser
sentenciado—. Él sabía que no iría a su favor. Si hubiera tenido alguna posibilidad de
indulgencia, la había perdido cuando se embolsó la medalla de oro. ¿Cómo iba a saber que
Rogers se tomaría el tiempo de contar cada bendita moneda?
Habían liberado a la tripulación de Anna, pero mantenían a sus hombres a bordo

del buque hasta que Rogers hizo tiempo para reunirse con cada uno. Les ofrecería un
114
indulto a cambio de su palabra de que no harían más piratería. Sin que Anna supiera,
James había hablado con sus hombres por la mañana, mucho antes de que se hubieran
acercado a New Providence. Él les había alentado a tomar la oferta.
En cuanto a él, bueno, ahora era el capitán. Podía oír el pronunciamiento: “Capitán James
Sterling, usted será colgado por el cuello hasta la muerte ¡Que Dios se apiade de su alma!”
Excepto que James sabía que iba a ir directamente al infierno.
Pasaron tres días antes de que todos los arreglos estuvieran hechos, antes que el
gobernador Rogers permitiera a Annalisa visitar a James. Odiaba verlo encerrado en una
celda de nuevo, pero no pudo evitar sonreír ante la forma en que se pavoneaba a la
puerta como si estuviera a punto de ser invitado a tomar el té.
Él le dio su sonrisa arrogante. “¿No te ves hermosa?”
Se sentía cohibida en el vestido lila cuando se habían llevado casi todo de él. “Uno de los
ayudantes del gobernador tiene una hija de mi tamaño. Pude pedir prestado algunas de sus
cosas”.
“¿Cómo está tu padre?”
“Ha perdido una buena cantidad de peso y se ve mal, pero su espíritu
es bueno. Rogers cree que él no tenía nada que ver con el robo. Él nos va a
enviar a Mourning, por lo que mi padre puede continuar como el rey lo dictó. Un hombre de
guerra nos está esperando en el puerto ahora”.
“Eso es bueno. Los Piratas rara vez atacan a un hombre británico de guerra. Demasiadas
armas a bordo”.
La conversación fue trivial y sin sentido. Ella se tambaleó hacia delante, envolvió
sus manos alrededor de las barras. Estaban frías. ¿Cómo podían ser frías en los trópicos?
“Traté de decirle a Rogers sobre las cosas buenas que hiciste, pero él no me va
a creer por ese maldito permiso falsificado. Él cree que no soy confiable. Y, por
supuesto, Nathaniel no tiene nada bueno que decir acerca de ti. Estoy empezando a
desear que sí le hubieras dado de latigazos después de todo”.
“Él se casará contigo si lo aceptas”.
“Bueno, no lo aceptaré. Él no es un hombre malo, lo sé, pero él tampoco es... tú”.
Estirándose a través de los barrotes, él le acarició la mejilla. Ella volvió la cara en su
palma.
“Te lo dije antes, yo no soy mucho de bailar”, dijo en voz baja. “Prefiero que no me
veas bailar la tonada diablo. Sospecho que no seré muy bueno”.
Su corazón se sacudió y las lágrimas le quemaban los ojos. “Seguramente puedes escapar”. 115
“No esta vez”. Capturó una lágrima que rodó por su mejilla. “No llores. Me has dado más
alegría que la que jamás he conocido”.
“No es suficiente”.
Él le dio una sonrisa triste. “Así es como están hechos los piratas. El saqueo que
tomamos nunca es suficiente. Nunca estamos contentos con lo que tenemos. Siempre
queremos más”.
“Eso no es una cosa mala”.
“Es hora de irse, señorita”, llamó el guardia.
Annalisa cerró del golpe los ojos. Ella no quería esto. No quería dejarlo.
“Yo siempre estaré allí, Anna, en todos los barcos de vela que veas pasar. Yo seré el viento
en sus velas”.
Ella apretó los ojos más estrechamente pero no pudo detener que las lágrimas escaparan.
“Ahora vete, Anna”.
Ella abrió los ojos. “Te amo, James Sterling, al pirata que eres. A lo mejor estabas en lo
cierto, tal vez es porque eres un pirata que te amo. Pero nunca te olvidaré”.
Se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación y por el pasillo hacia el patio. Durante
todo ese tiempo su corazón rompiéndose.
116
Traducido por Coral Black.

Corregido por Mely
“B
ueno, no parece mucho aún, pero la ciudad puerto será algo
espectacular cuando la terminemos de construir”, dijo el padre de
Annalisa.
Mientas ella estaba en la playa arenosa junto a él, no podía evitar pensar en lo
contenta que estaba por tenerlo de vuelta —y luchó para no pensar en el precio.
Mientras ella estaba pagando con su corazón, James Sterling pagaría con su vida.
Todavía tenía dificultades para creer que él estaba dispuesto a sacrificar tanto por
ella.
Echó una mirada a su padre. Su palidez ya no era cenicienta, y tenía un paso más
animado en su modo de andar. Él era muy optimista sobre su nuevo cargo como el
gobernador de Mourning, a pesar de que este no tenía un puerto apropiado para
117
amarrar los barcos.
El buque de guerra Británico que los había traído hasta aquí había echado el ancla
a la salida y utilizado una piragua para llegar a la cosa. Los suministros necesitaban
ser descargados, y se requerían varias preparaciones. En este momento, el puerto era
poco más que chozas de paja.
“Voy a llamar a la ciudad Rhiannon, en honor de tu madre”, dijo su padre en voz
baja. “Ella siempre quiso venir al Caribe, pero tenía miedo de navegar”. Él la miró.
“No pareces haber heredado la tendencia a evitar estar cerca del agua”.
Annalisa se rió ligeramente. “Para mi sorpresa, me encanta estar en un barco”.
“Bueno, va a pasar un tiempo antes de que estés en uno de nuevo. Tenemos
mucho que hacer aquí. Será mejor que nos pongamos a ello”.
Annalisa pasó sus días haciendo lo que pudo para ayudar a su padre. Los
carpinteros llegaron y el trabajo comenzó en la ciudad que su padre había trazado
con cuidado. La diversión de formar parte de un lugar en construcción era que todo
estaba sin nombre. Su padre le dio el honor de nombrar las calles. Actualmente la
ciudad tenía tres intersecciones en su centro. Ella los llamó Oro, Plata y Sterling.
Y cada mañana ella empezaba su día sentándose encima de la colina que había
llamado Pirate´s Lookout y contemplando hacia el horizonte, buscando por barcos
para que pudiera pretender que James Sterling estaba navegando.
Esta mañana en particular, para su inmensa decepción, una niebla entraba a
raudales. Podía ver la orilla y el agua que la lamía, pero más allá de donde los barcos
normalmente echaban el ancla se arremolinaba una niebla gris. Sabía que tenía poco
sentido esperar. Pasaría algún tiempo antes de que el sol quemara la niebla. Hasta
entonces no vería ningún barco distante. Aún así era renuente a marcharse.
Seis semanas habían pasado desde que salió de New Providence. Ella no había
recibido ni una palabra del destino de James, pero no podía dejar de creer que él ya
había bailado su baile. La concesión que el Gobernador Rogers le había otorgado era
una promesa de que él iba a asegurarse de que James fuera decentemente enterrado
en lugar de mostrarlo como una advertencia a otros piratas.
“¡Tierra!” se hizo eco hacia ella.
Entonces vio la proa de un barco, su figura de un león rugiente, llegando
lentamente a través de la niebla. Su corazón martilleaba.
A pesar de que ella levantó su catalejo a su ojo, sabía que no era James. Rogers sin
duda había dado el barco pirata capturado a alguien más. Nathaniel quizás. Le 118
debían un barco.
Observó cómo el Phantom Mist echó el ancla. Oyó otro chapoteo, la lancha
siendo descendida al agua. Minutos más tarde, emergió de la niebla.
Un hombre estaba en la proa como si estuviera ansioso por estar en la orilla. No
tenía el pelo rubio rizado de Nathaniel. El suyo era oscuro, tan oscuro.
Lágrimas quemaron sus ojos. Ella sacudió su cabeza. Absolutamente no podía ser.
Estaba viendo a un fantasma, una ilusión. Estaba viendo lo que en su corazón quería
que fuera verdad.
Se llevó el catalejo para enfocar la cara del hombre. ¡Era James!
James con su perlo negro recogido atrás, con sus ojos verdes centrados en la orilla.
La cicatriz en la mejilla que, a sus ojos, sólo lo hacía más guapo.
“¡James!”
Ella se puso de pié y comenzó a correr colina abajo. Estuvo cerca de tener una
caída una vez o dos antes de llegar a nivel del suelo. Se precipitó a la arena y siguió
corriendo, agitándose locamente. “¡James!”
Él debió de haberla oído. Miró en su dirección. “¡Anna!”
Él saltó fuera del bote, aterrizando con el agua hasta sus rodillas. Caminó a través
de las olas hacia ella en un ángulo que lo llevó hasta la orilla justo cuando ella llegó
hasta él.
Ella se arrojó en sus brazos, sintió su pliegue de fuerza alrededor de ella. Él no era
un fantasma de su imaginación. Él era real. Tan real.
“¡Escapaste!” ella gritó. “Sabía que lo harías. Nunca dudé ni por un momento”.
Ella lo besó. Su mejilla llena de cicatrices, su nariz, su barbilla, y finalmente su
boca. Su maravillosa bromista boca.
Cuando finalmente se separaron, ellos estaban respirando pesadamente. Sus ojos
vagaron sobre su cara como si quisiera memorizar cada línea. Pero no había
necesidad. Él tendría la oportunidad de verla todos los días.
“Iré contigo,” dije ella rápidamente. “Firmaré todas las cláusulas que quieras.
Preferiría ser un pirata y estar contigo que estar sola en esta desgraciada isla sin ti.”
Riendo, él la levantó de sus pies y la hizo girar alrededor.
“Ah, Anna, te daría casi cualquier cosa, pero no te puedo ofrecer la vida pirata”.
Cuando ella estaba cerca del mareo, él dejó de girar. Acarició su rostro entre sus
fuertes manos. “Yo renuncié a mis caminos de piratería”. 119
Ella lo miró fijamente, atónita, hasta que finalmente tartamudeó, “¿P-p-perdón?”
Él sonrió abiertamente. “Sí, es cierto”.
“Pero el barco. Tú tienes el barco”.
“Sí. Una gran cantidad de piratas continúan atravesando el mar, y el Gobernador
Rogers está ofreciendo una buena recompensa por su captura. ¿Y quién mejor para
atrapar a un pirata que un pirata?”
“¿Eres un cazador de piratas ahora?”
Él asintió con la cabeza. “Prefiero un cazador de piratas y tenerte a mi lado a ser
un pirata y navegar los mares sin ti”.
“¿Entonces, me llevarás contigo?”
“¿Por qué crees que estoy aquí, Anna?”
Ella lo abrazó con fuerza. “Te amo, James Sterling”.
“Yo también te amo”, susurró con voz ronca. Echándose hacia atrás, la miró a los
ojos. “Tú eres el único tesoro que necesitaré”.
Entonces estaba besándola de nuevo.
Ese pirata a quien había capturado.

Ese pirata quien le había robado su corazón.
120
Traducido por Dany

Corregido por Mely
Gato de nueve Colas: Una cuerda con nueve cables utilizados como un látigo.
Que te lleve el Diablo: Blasfemia.
Horca: Una jaula de hierro elevada donde los cadáveres fueron colocados para pudrirse
en modo de advertencia.
Generosamente ahora: ¡Date prisa!
Camaradas míos: Mis compañeros.
Piragua: Una canoa en forma de barco.
Que te de viruela: Blasfemia.
Explorador del mar: Otro nombre para un pirata.
121
Hisopo: Una mota grande hecha con cuerda vieja, que se utiliza para limpiar la cubierta
del barco.
El sabor del gato: Se refiere a la utilización azote.
Levar el ancla: Elevar el ancla.
Yarda o patio: Mástil horizontal, con velas cuadradas.
Verga: Perchas exteriores del mástil que sujeta las velas.
B
lack Bart Roberts fue el verdadero pirata que navegó la costa de África y el
Caribe entre 1719 y 1722. Su barco era Royal Fortune. Su primera bandera
mostraba a la Muerte sosteniendo un reloj de arena. Se cree que atacó a más
de 470 barcos, más que cualquier otro pirata.
New Providence era un refugio de piratas en las Bahamas. Su primer gobernador real,
Woodes Rogers, fue acusado por el Rey George en 1718 con el fin de acabar con la piratería
en el área. Colgó a un buen número de piratas quienes se negaron a denunciar a sus formas
de piratería. Realmente creía que la mejor persona para dar caza a un pirata era un pirata, y
contrató a antiguos piratas para capturar a aquellos que aún estaban saqueando barcos o
ciudades costeras.
Nouvelle-Orleans, que más tarde sería conocida como Nueva Orleans, fue fundada en
1718 por los franceses.
La Guerra con la Reina Anna se libró entre 1702 y 1713. Los británicos estaban en guerra
con los franceses. Las Patentes De Corso (permisos de navegación) fueron emitidas para 122
conceder el derecho a los corsarios 12 para atacar los barcos enemigos. Era una forma barata
de construir una fuerza naval. Cuando terminó la guerra, el marqués se rescindió, y estos
hombres ya no eran necesarios, por lo que recurrió a lo que eran la mayoría de los expertos
en los asaltos de buques. Pero sin la bendición de su país, eran considerados ahora los
piratas. Fue este período de la historia que dio lugar a tantos piratas infames y los condujo a
la “Edad de oro de la piratería”.
Jade Parker es la autora de muchos libros, aunque este es su primero de piratas. Ella vive
cerca de Dallas, Texas, con su esposo, dos hijos y dos perros. Jade Parker es un seudónimo de
Rachel Hawthorne.
12Un corsario no es más que un pirata redimido, que trabajaba para la corona con el fin de atrapar a
los verdaderos piratas.
 Foro Dark Guardians
 Traductora a cargo
 Traductoras
123
 Correctoras
 Diseño
 Revisión Final
124

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Jade Parker Foro Dark Guardians

Cuando unos piratas atacan el barco de Annalisa Townsend buscando el tesoro de su

“Es un negocio justo, mi lady” le dice, antes de desaparecer.

Traducido por Edith 1609

1 Crimson es la denominación inglesa del color carmesí.

James Sterling. Ella recordaba su nombre. Ella recordaba su cara.

Nouvelle-Orleans un año después

Traducido por Yuki_252

James chocó su jarra contra la de Ferret. “Por vientos favorables y un barco

Algo que no le pertenecía.

Oyó el atractivo tintineo de monedas. Miraba, aturdido, mientras que el hombre

Traducido por Flor_18

“¿Conoce New Providence?” ella preguntó.

“No estoy ofreciéndole su libertad, pero estoy dispuesta a intercambiarla.”

“No soy un fanático de las ratas. La luz las mantiene alejadas”.

Traducido por Sheilab_16

Annalisa Townsend tenía muy buenos tobillos.

Con un movimiento elegante giró sobre sus talones, camino de vuelta a su

Traducido por Yuki_252

Mirando a los ojos tan verdes como el mar.

“Sterling, le he traído aquí para ofrecerle la oportunidad de ser parte de esta

Inclinándose, arrebató el cuchillo desde el interior de su bota y se lo puso en su

Él la acercó con un brazo alrededor de su cintura, la atrajo hacia sí, inclinó la

Traducido por Yuki_252

M aldita sea, ¡Cómo dolía estar muerto!

Traducido por Rodonite

"¿Un caballero pirata?" Casi se burla, pero no quería ofenderle. Para su

Nathaniel hizo lo mismo. "¿Lista?" asintió.

"Todo está bien, Nathaniel" dijo Annalisa.

Ese pensamiento la entristeció más de lo que creía posible.

"Tu ayuda cuando llegue el momento".

Traducido por Nahirr

"¿Qué es eso?" se preguntó en voz alta.

Él sonrió ampliamente a la luz de la luna. "Exactamente. ¿Por qué pospondría el obtener

Tenía que mantenerla a raya. Incluso si significara herirla.

Traducido por Yuki_252

“De hecho, lo está”.

8 Alfanje: espada ancha y curva con filo en un solo lado.

“Lo son. He nadado con ellos”.

Sabía que no debía pasar tiempo con un pirata.

“Ven conmigo”, le ordenó a Nathaniel. Corrió a través de la nave, deslizándose alrededor

“Va a llegar durante la oscuridad de la luna 10”.

10 Momento en que la luna se encuentra en una fase de oscuridad.

Traducido por Margareth

“La leyenda lo habría pensado así”.

Traducido por yuki_252

“¿Por qué hiciste eso?”, preguntó Annalisa.

Annalisa sentía una hinchazón en su corazón a la vista de él de pie, orgulloso y

Traducido por Yuki_252

“Siempre tuviste un estómago débil para el asesinato”.

“¿Y qué de ella?”

“Usted quemó la nave”.

Annalisa estaba demasiado tonta como para hablar.

Traducido por Dany

Traducido por dulcevaz

Miró duramente a Nathaniel. "Muchos de nuestros miembros de la tripulación todavía se

"Eso he oído, lo que no te da ninguna razón para quedarte".

El barco de repente se inclino a la izquierda. Annalisa se salvó de caer cuando Sterling

Ella sacudió la cabeza. "No puede ser tan malo…"

"Sí, sí, capitán", dijo alguien.

Traducido por Coral Black.

“Salvaste a otro niño”, ella dijo.

Traducido por Cariito