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Sistema de

superposiciones-
[CIUDAD DE CUZCO] DEUTSCH-HAQUIN GERADE-LEVIN-SAPOZNIK-
WYSZENGRAD
1534-1799
Sistema de superposiciones / 1

1. Marco Conceptual.

“Debe verse que Cuzco no sólo es un caso particular por sí mismo, sino por el
momento en que se insertara dentro de la historia de España y de la propia cristiandad.
En cuanto a lo primero sabemos que la llegada de Pizarro al Perú se produce apenas
unos 40 años después de la terminación de las guerras de reconquista en la península,
cuando aún estaba muy vivo el recuerdo de las luchas por la incorporación de los
pueblos moros a la fe cristiana. […] “Esa idea de conquistar tierras para expandir una
creencia, animaba todavía el sentir de muchos y tenían un fuerte apoyo político,
aunque los conquistadores no pensaran en una misión meramente espiritual.”
(G.M.Viñuales, CONICET Arg.) “

Los españoles arriban a Cuzco, pocos años después de haberse introducido en


territorio americano, llegan al centro del gran imperio inca con el objetivo de seguir
avanzando sobre nuevos pueblos para poder desarrollar su plan inquisidor y sus
objetivos económicos. Tal como lo hicieron en la conquista de Granada con los
pueblos Moros, la iglesia, el poder político y la arquitectura formaron un tridente capaz
de generar las condiciones para una toma del territorio prospera donde los
conquistados son rápidamente corridos del camino al igual que su religión profana,
concepto al que llamamos “Sistema de Fe” y que trabajamos anteriormente pero que
pensamos en desviar un poco la mirada y pensar de que manera este sistema operaria
en Latinoamérica y sobre todo en la ciudad elegida para nuestro estudio. Para esto el
trabajo aborda cuatro grandes áreas en distintas escalas (Territorio, ciudad, fragmento
y obra) de estudio que nos permitirán conocer sobre la forma de instalar la conquista
en Cuzco. Por eso optamos por crear el concepto de un “Sistema de Superposiciones”,
tomando el dato de que cuando los españoles deciden asentarse Cuzco lo hacen de una
manera particular utilizando lo existente como herramienta de dominación. Para esto
haremos un recorrido por las distintas escalas en un recorte temporal entre los años
1534 y 1650 donde podremos ver como la superposición opera como un sistema en
cada escala y que a partir de eso generan un sistema mayor con objetivos precisos que
explicaremos luego.

Atravesaremos la escala de territorio donde podremos ver el rol regional y la


importancia de Cuzco en Latinoamérica, cómo la conquista toma estas virtudes y
cómo el concepto de superposición se refleja en este plano, luego en la escala de
ciudad la integración de las dos culturas tendrá una importancia mayor pero sin perder
valor la superposición en cuanto a la estructura urbana, para luego remarcar este tema
al analizar el fragmento de las antiguas plazas de Cuzco donde se produjo y producirá
la mayor actividad intercultural y que culminara en la mestización de los
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Conquistados. La catedral de Cuzco, por último, será el edificio estudiado para ver
como este concepto se verifica o no en la escala más pequeña estudiada.

2. Territorio.

Francisco Pizarro, noble y explorador español, líder de numerosas conquistas en el territorio


americano, decide en 1532, adentrarse en territorios todavía desconocidos. Es así que se
encuentra con el Imperio Inca, el cual estaba en su mayor extensión, ocupando lo que es
actualmente el sur de Colombia, alcanzando el centro del actual Chile y desde la costa
pacífica seguía hasta el borde de la selva amazónica, penetrando en el altiplano boliviano,
noroeste de la actual Argentina y limitaba con lo que hoy es la provincia de Mendoza. Llegan
a un vasto imperio, que abarcaba tres regiones geográficas, claramente determinadas y
conocidas por los incas, quienes, sobre una perfecta comprensión de las particularidades de
cada una, pudieron cimentar y organizar su gobierno. Estas tres regiones son: la costa, la
sierra y la selva (Graciela Schneier 1948). La sierra fue el centro político y genético del
imperio, si bien es un desierto de piedra y el hombre solo puede vivir en la cuenca de sus ríos
una de estas, la del Cuzco, fue sitio del reino Inca y, por lo tanto, foco de expansión del
Tahuantisuyo, forma de organización territorial que adoptaron en el imperio y que dividía al
mismo en cuatro regiones (Cuntisuyu, Chinchaysuyo, Collasuyu y Antisuyu). Este
movimiento de la sierra hacia la costa tiene la direccionalidad Este-Oeste que parece revestir
todos los movimientos de conquista y colonización militar política y religiosa en el área
considerada, anteriores a la llegada de los españoles (Graciela Schneier 1948). El emperador
inca era la cabeza de esta estructura político-administrativo-religiosa y se articulaba a través
de toda una jerarquía de funcionarios hasta llegar al hombre de pueblo, sin embargo, seguía
en funcionamiento la comunidad local campesina o ayllu. A partir de esta organización
surgen dos caminos o ejes, (Este-Oeste, Norte-sur) hacia las cuatro regiones, cuya
intersección se encontraba en Cuzco, nodo regional y punto de inicio de todos los flujos
comerciales y militares de la zona, no es casualidad que el nombre de dicha ciudad signifique
“ombligo del mundo” en su idioma originario.

Figura1: Ejes Este – Oeste, Norte- Sur


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Cuando Pizarro y su gente llegan a la capital del imperio se encuentran con una compleja
organización político social y avanzadas técnicas de riego, las cuales fueron una condición
necesaria para la creación de la metrópoli de Cuzco. Ciertos aspectos del planeamiento
territorial, llegaron inigualados en la américa indígena y colonial y poco frecuentes entre las
civilizaciones previas y paralelas de Europa y Asia.
Entre las obras públicas que ejecutaron el sistema de caminos del Tahuantisuyo es el más
espectacular y el más conocido. Dos caminos paralelos, uno en el altiplano y otro en la costa
constituían la espina dorsal del sistema de comunicaciones del imperio inca. Varios caminos
perpendiculares unían entre si a los dos caminos principales en puntos estratégicos; por
ejemplo, entre Cuzco y Arequipa, entre Jauja y Pachamac y entre Cajamarca y el Valle del
Moche. Todas las ciudades del imperio quedaron así conectadas. […] La red, en conjunto,
tuvo una extensión de veinticinco mil kilómetros aproximadamente (Jorge Enrique Hardoy
1964).
Los españoles pensaron trasladar la ciudad al cercano valle de Yucay, por encontrar que su
clima era más templado (Cieza de León, 1945; Herrera, 1945), pero también en este caso
mantuvieron su criterio de habitar las ciudades indígenas ya existentes por razones políticas
y de gobierno, para no invertir el dinero y el esfuerzo que demandaba la construcción de una
nueva ciudad, y también para aprovechar la mano de obra indígena que ya estaba concentrada
y cuyo aprovechamiento fue básico para la economía colonial (Jorge Enrique Hardoy 1964).
Esto nos da un primer indicio de valoración por la preexistencia inca. Los españoles son
capaces de ver el rol regional de Cuzco y su posición estratégica frente a otras ciudades del
imperio, la infraestructura de caminos intrínsecamente conectados utilizados por los incas
como instrumento de gobernabilidad y ejes económicos y militares permiten que los
españoles consideren en esto la posibilidad de aplicar su plan imperialista sobre una
estructura preexistente que ya había demostrado su correcto funcionamiento.
Es así como podemos ver en la escala territorial una superposición de los intereses españoles
sobre una base construida por la civilización originaria.
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3. Ciudad.

La posición estratégica de la ciudad de Cuzco en la región, su ubicación, sumado a su


importancia política y religiosa fueron puntos clave para que los españoles decidieran
asentarse en esta ciudad, conservando su estructura territorial y urbana, pero esta vez
otorgándole nuevos sentidos e instalando nuevas simbologías capaces de llevar a cabo la
asimilación del pueblo originario. Lo político y económico no eran motivos suficientes que
justifiquen la conquista de esta ciudad, sino que también lo religioso como motivo
adoctrinador y educador de la sociedad preexistente jugaba un rol fundamental en la
conquista y en la estabilidad de la colonia, como sostiene G.M Viñuales (2004 p.1173)
“Esa idea de conquistar tierras para expandir una creencia, animaba todavía el sentir de
muchos y tenían un fuerte apoyo político, aunque los conquistadores no pensaran en una
misión meramente espiritual.”
No resulta extraño comprender la decisión española de superponer sobre la ciudad incaica,
una europea a su estilo, a diferencia de casos previos como la ciudad de Tenochtitlán, donde
se definió por arrasar la urbe preexistente y comenzar de nuevo de modo español. Cuzco,
será entonces un caso especial dentro las ciudades conquistadas ya que se fundará sobre el
antiguo centro prehispánico, manteniendo su trama y traza preexistente, pero dándole a estos
una nueva impronta de acuerdo a la nueva cultura. Para llevar a cabo el plan de la conquista,
esta vez era necesario la mestización en el más amplio sentido de la palabra que redundó en
un sentido de pertenencia. Ese sentido abarcaría a toda la sociedad que así, cree encontrar en
la ciudad buena parte de su identidad que, más que una unión entre lo incaico y lo hispano,
es en realidad una síntesis de ello (G.M. Viñuales 2004 p.1171). Previo a la invasión la ciudad
estaba sectorizada en barrios que se iniciaban en el centro urbano y se esparcían hacia los
límites partiendo desde las plazas centrales Huacaypata y Cusipata, lugar donde se
concentraba el poder político y religioso en el tiempo inca y que los españoles tomarán como
su propia centralidad. Allí habitaban las más altas castas sociales junto a parte de la nobleza
inca mientras que hacia los bordes de la ciudad se encontraban los campesinos, cuanto más
afuera, menor la escala social de quien vivía.
Cuzco, conservara su importancia regional y ahora como centro político de los españoles
dentro del territorio andino conquistado, la superposición en este caso se dará en una etapa
primitiva por el mantenimiento de los ejes principales que antes conectaran los cuatro
“suyus” (regiones) incas, estos mismos serán resignificados en vista de darle una nueva
identidad a la ciudad.
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Figura 2: La transformación de la ciudad de Cusco

Quienes vivían más cerca de estos hitos urbanos (estos no solamente funcionaban como
centro de flujo social, sino que allí se ubicaban los edificios más importantes del culto
religioso y político incaico), eran los habitantes de las más altas castas sociales. En los barrios
más distantes se encontraban los campesinos, cuanto más afuera, menor escala social.
Estos barrios están comunicados entre sí mediante los ejes principales de la ciudad, donde se
destaca el este-oeste que en tiempos incas comunicaría la sierra con la costa, tomando gran
importancia urbana y regional y que los españoles lo cargaran de sentido religioso ubicando
en su trayectoria una serie de hitos cristianos que derivan en una especie de “Vía Sacra” como
sostiene G.M. Viñuales:

“Porque además de consolidarse la centralidad de la plaza, se afirma la


preeminencia de las antiguas huacas y sitios ceremoniales que en la
colonia definen renovados usos y significados. Pero con esos hitos se
vuelve a dar sentido a los antiguos ejes entre los cuales sobresale el este-
oeste que se transforma de manera casi natural en la vía sacra de la
ciudad.”
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Figura 3: Via Sacra donde se encuentran los edificios religiosos


más importantes

La conformación de esta vía sagrada puede ser entendida dentro de fuertes cambios europeos
que se dan como consecuencia de las reformas en la institución eclesiástica debido a la
reforma protestante y la contrarreforma católica. A mediados del siglo XVII se produce el
Concilio de Trento donde se genera una reestructuración de la iglesia y se retoman tradiciones
como la de la peregrinación, función primaria que va a adoptar este eje que en su recorrido
establecerá relaciones entre las dos parroquias de indios, que están en sus extremos, con los
conjuntos de la Catedral, la compañía de Jesús, la Merced, San Francisco y Santa Clara.
Aunque también vincula a todas las porciones de la antigua Huacaypata y pasa cercana a San
Bernardo, San Antonio Abad y Santa Catalina.

En los ejes se ve reflejado la intención de conservar Cuzco como núcleo regional y al tomar
sus características simbólicas, urbanísticas y funcionales más importantes se pone a los
mismos como una herramienta para la imposición de una nueva fe y una nueva cultura, capaz
de consolidar la conquista.

Ambos ejes tienen su punto de intersección en el lugar de mayor importancia en toda la ciudad,
en cuanto a lo político, social, cultural y religioso. Los mismos condensan todo su flujo en la
plaza de armas, parte de la gran plaza inca, cuya relevancia y complejidad explicaremos en la
siguiente escala.
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4. Fragmento.

En esta escala trabajaremos con el espacio central en la vida urbana cuzqueña tanto en la etapa
Inca como en la que esta ciudad fue colonia española. Antes de la llegada de los europeos y
su conquista, dicho lugar comprendía las plazas Cusipata y Huacaypata. Ambas estaban
divididas entre si por medio del eje Norte-Sur, en torno a la segunda se encontraban los
principales edificios políticos y religiosos del antiguo imperio, como era el templo “Suntur
Huasi”, en honor al d´s del sol Wirakocha y la primera cumplía una función ceremonial de
festejos y encuentros sociales, como el saludo de la salida del Sol, los matrimonios colectivos,
los desfiles militares o religiosos, la simbólica distribución de la chicha y el pan y también se
realizaban mercados (Jorge Enrique Hardoy pág. 389). La plaza cumplió una función
urbanística fundamental durante la época pre-hispánica y luego tomó una posición dominante
como Plaza de Armas de la colonia española, sobre todo después del incendio de la ciudad en
1536 y el terremoto de 1650 donde varios sitios de la ciudad necesitaron ser restaurados y/o
ser construidos a nuevo, es así como el fragmento a analizar sufre transformaciones, siempre
sobre la estructura de la antigua “cancha” incaica, que le da un nuevo sentido y una nueva
forma y cualidad espacial sin dejar de poner a este sector urbano como el sector con más
simbología y sentido religioso de Cuzco. La mayor transformación que sufre la plaza se da en
1534 donde este sector quedó notablemente fragmentado al producirse el primer reparto de
solares entre los conquistadores españoles lo cual produjo que con el tiempo encontraran
cabida dentro de los límites de la Cusipata las plazas de San Francisco y el Regocijo y varios
bloques de viviendas de la época colonial. (G.M. Viñuales 2004 p.1171). Esto nos habla de
una fuerte superposición en el espacio urbano de Cuzco, donde la gran plaza Inca ya no lo es
más y ahora pasa a ser tres plazas más pequeñas con especialidades distintas donde la Plaza
de Armas aparece como la principal, rodeándola de edificios religiosos como el Conjunto de
la Catedral y la iglesia de la compañía de Jesús como afirma Tedeschi (1943 p.5) con
proporciones menos vastas, pero seguramente más armoniosas.

Figura 4: Transformación de Huacaypata y Cucipata en tres nuevas plazas

Si analizamos el fragmento desde su importancia simbólica para el pueblo cuzqueño, podemos


ver que además de la ya mencionada superposición en cuanto a lo material y físico de darle
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una nueva estructura espacial a la gran plaza, encontramos una superposición en el plano
simbólico-religioso. Esto se da a través de la reformulación de la plaza como el lugar festivo
más importante de todo el nuevo territorio, que, si bien ya lo era, ahora este lugar será
profundamente cristiano y los ritos que allí se realizarán estarán ligados a inculcar la nueva
religión en una primera etapa de la conquista, pero luego la iniciativa de los pueblos nativos
será fundamental en una etapa más madura de la misma. El armado de las distintas festividades
va a formar parte tanto del pueblo cuzqueño como del español remarcando esta mestización
característica de Perú. La plaza, entonces, ya no será más escenario del “saludo al sol” y
pasará a ser una especie de templo a cielo abierto para la fe cristiana, capaz de reunir en este
espacio a todos los habitantes de Cuzco sin importar su descendencia y tomando del pueblo
preexistente el carácter de celebrar en grandes espacios abiertos los ritos paganos, por eso es
fácil reconocer en el fragmento estudiado y sobre todo remarcando en la Plaza de Armas esta
situación de que cuando el espacio dentro de la catedral no era suficiente, el exterior pasa a
ser entonces en algunas ocasiones el “edificio” congregante como sucedía en la festividad
del corpus cristi como remarca Jorge Ballesteros (p.278) en su análisis sobre esta festividad
en Cuzco:

“De modo que no se trató de una fiesta local que reuniese a todos los
sectores sociales, gremios y parroquias de la ciudad, sino de una
concentración regional; muchas veces esta fue obstaculizada por la
agreste geografía de la comarca, pero se ha celebrado casi
ininterrumpidamente, salvo breves paréntesis de catástrofes y guerras. En
todas las ocasiones hay noticias de que el festejo aglutinaba a los distintos
estamentos de la zona y lograba transformar la vieja capital en escenario
áulico para la celebración más importante del año, lo que también llegaba
a la catedral, pues era revestida con adornos apropiados durante los cultos
y octava, como sinónimo de algo especial. Esta fiesta es la de la apoteosis
de Cuzco cristiano, más bien mestizo, pues en las entrañas de los
pobladores reviven ancestros no desaparecidos, a pesar del transcurso de
los siglos. El espacio central de la urbe es el mismo, el Wakaypata, pero
ha dejado de ser un lugar de lúgubres llantos, por cuanto el Corpus
cuzqueño fue y es alegre, tremendamente pictórico y festivo; tiene ciertos
aires de feria, pues en la sensibilidad india -y en ello coincide con la
andaluza- la solemnidad va siempre asociada a la música, la danza, la
bebida y la comida; es, en resumidas cuentas, la fiesta por antonomasia.
Esto no ocurre en los días en que Cuzco rinde culto a la austera imagen
del Cristo o «Taitacha» de los temblores, crucificado de gran fervor indio
a quien se tiene especial devoción popular para proteger a la ciudad de
las calamidades y terremotos; aquí si que hay plañideras y compostura de
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los hombres, y quizá con ciertos vestigios reverenciales que parecen


evocar las ceremonias narradas por los cronistas.”
Figura 5: Recorrido que se realizaba en torno a las tres plazas

recuperando la traza de la vieja plaza Huacaypata

El fragmento reafirma su posición dentro de este sistema de superposiciones, como elemento


fortalecedor de la conquista, como una síntesis entre lo incaico y lo hispano, capaz de generar
la mestización de la sociedad cuzqueña para que cada parte funcione en vista de un objetivo
común que es el de consolidar el poderío español y la religión católica como eje de la nueva
cultura. Por eso dentro la Plaza de Armas tendrá lugar el mayor edificio religioso de la ciudad,
La Catedral de Cuzco, la cual desarrollaremos próximamente y confirma en una escala de
aproximación mayor, el concepto trabajado.
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5. La obra y el arquitecto.

La catedral de Cuzco.

Una pieza clave del fragmento es el conjunto de la Catedral de Cuzco, la misma cierra la
plaza de armas sobre el costado noreste y está compuesta por tres templos: la Catedral, la
Iglesia del Triunfo y la Iglesia de la Sagrada Familia, donde la Catedral prima entre ellos por
tamaño y valor artístico. Nos centraremos en el estudio del edificio Central, debido a la
importancia del mismo en el fragmento antes analizado.

Figura 6: Catedral de Cusco

El arquitecto que llevó adelante la construcción de la obra no está bien definido debido a
algunas controversias en los más de 100 años que duró la misma. Si bien algunas fuentes
dicen que la primera fundación de la iglesia corresponde a los planos de Juan Miguel de
Veramendi en 1560, sabemos que fue un proceso en el cual participaron cinco arquitectos
dedicados a llevar a cabo a la Catedral, sin poder lograr su objetivo, hasta que, en el año
1582, Francisco Becerra redacta la documentación de la obra, posiblemente vuelta a
modificar. En nuestro análisis optaremos por la posición que pone a Becerra como autor del
edificio, como sostiene Enrico Tedeschi (1953, p.7):

“En la actualidad, existe una seria corriente de opiniones que atribuye


el plano a Francisco Becerra, basándose no solo sobre las noticias
documentarias, sino mayormente en la innegable semejanza entre la
catedral de Cuzco y la de Lima”.

Becerra, nació en el año 1545 en la ciudad de Trujillo, España o Turila como se llamaba en
tiempos musulmanes, bajo una fuerte influencia arquitectónica y cultural de los tiempos
previos a la inquisición, donde se formó como arquitecto. En 1573, junto a una fuerte
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emigración, Becerra se traslada hacia América donde llevara a cabo sus principales obras
como las catedrales de Cuzco, Lima, Puebla y Quito.
El lugar elegido por la iglesia para implantar el mayor edificio religioso de la ciudad fue la
terraza que se alza en el ángulo oriental de la Plaza de Armas, la Huacaypata de los Incas y
en donde antes estaba el santuario en honor del dios Wirakocha (J. Uriel García 1936)
afirmando esta idea de superposición de lo español y cristiano sobre las instituciones incas
utilizando no solo la preexistencia física sino que también una fuerte preexistencia simbólica
capaz de interactuar con la población quechua para atraerla a la religión en una etapa
primitiva de la conquista y para una participación en el culto y un deslumbramiento a través
del rito en una segunda etapa colonial.
Desde lo urbano podemos observar que la catedral no se encuentra de manera simétrica
respecto al fragmento, como suele suceder en las catedrales europeas, sino que más bien está
ubicada apenas corrida del eje de simetría del mismo, esto puede ser debido al respeto por la
trama urbana existente en Cusco por parte de los españoles, que, al no ser modificada,
produce situaciones particulares a este tipo de ciudades. Podemos observar también que el
edificio culmina la Vía Sagrada donde se ubican una gran cantidad de edificios religiosos y
que se convirtió en un eje procesional.

Figura 7: Los ejes del fragmento no coinciden con el eje central de la Catedral

En cuanto a su relación con el espacio público, el acceso al edificio se da por un "piano


nobile" que lo eleva dos metros por encima del plano de la plaza generando, todavía más, la
sensación de grandeza de la iglesia católica sobre las austeras construcciones incas. Este atrio
que se ubica frente a la iglesia es fundamental y es una característica que destaca a las iglesias
construidas en esta época. Lo religioso de esta arquitectura irradia en cada monumento, desde
el más grandioso al más modesto. Está pensada para provocar el asombro y el rapto hacia lo
luminoso como las fachadas de muchos templos de América que son altares puestos en la
calle" (F. Chueca Goitía 1966).
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Figura 8: Croquis peatonal del contexto de la Catedral

Si estudiamos el interior de la iglesia podemos encontrarnos con características que resaltan


las ideas antes mencionadas y algunas nuevas como por ejemplo que la arquitectura de la
Catedral esta fuertemente ligada a una tradición árabe donde el espacio es único y con alturas
constantes, generando un edificio sin jerarquías como sostiene Tedeschi (1953 p.7)

“El tipo de iglesia rectangular con tres naves abovedadas de la misma


altura y capillas laterales, sin crucero visible al exterior al que responde
la catedral de Cuzco, tiene sus raíces en la arquitectura española, en esa
tradición árabe-gótico-renacentista que se manifiesta en la península a
fines del siglo XV y en la primera mitad del XVI”.

Figura 9: Planta del conjunto de la Catedral


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La catedral responde a la tipología de iglesia salón, donde la falta de jerarquía espacial,


exceptuando el altar, elemento agregado y elevado, genera una igualdad en los usuarios. Incas
y españoles compartirían el mismo espacio despojados de diferencias arquitectónicas.
Podemos encontrar este tipo de iglesia en muchas construcciones góticas alemanas y
repetidas veces en la península ibérica donde la misma fue rápidamente aceptada por los
antecedentes con las estructuras árabes en la que la altura constante es la regla. (E.Tedeschi
1953 p.7) Este concepto es fundamental ya que destaca que la arquitectura elegida para la
catedral, si bien es importada de un modelo extranjero, utiliza una tipología pertinente a la
cultura cuzqueña y ayuda a la integración entre la población preexistente y la española
reafirmando la necesidad del imperio español de una mestización y síntesis entre ambas
identidades.

Figura 10: Corte transversal y longitudinal de la Catedral de Cusco.

El interior expresa una superposición en cuanto a lo material, por un lado ya que los muros
de la catedral expresan esa austeridad típica de los materiales y la técnica propia del lugar y
por otro esta sencillez se ve contrastada por un excesivo uso del ornamento propio del barroco
y que hace alusión al rol de la iglesia como dominadora del pueblo nativo. Por medio del arte
arquitectónico estalla la satisfacción de unos y el desconsuelo de los más; para unos la masa
arquitectónica es afirmación de dominio, mientras que para los demás la forma ornamental
que la complementa es ironía vengadora simbolizando la psicología agresiva del
conquistador del siglo XVI (J. Uriel García 1936).

Yendo a la simbología interior donde nuevamente encontramos indicios de una iglesia como
institución fuertemente “educadora” es interesante notar el contraste entre la plástica simple
del altar mayor y el rico decorado escultórico y cromático de los altares de diferente calidad
artística que tapizan la pared detrás de aquel. En la representación de elementos lisos y
cilíndricos, el altar mayor se aísla y manifiesta la continuidad del espacio mientras que el
movimiento de salientes y entrantes, […] atraen la atención y hacen olvidar que todo ese
espléndido decorado se apoya en un simple muro liso, que corta bruscamente la continuidad
espacial de las naves. Una vez más la plástica crea un espacio ilusorio y lo hace real.” (E.
Tedeschi 1953 p.7)
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La catedral refleja y refuerza la idea de superposición material y simbólica en las distintas


escalas de análisis de la obra, y aclara el panorama que se viene desarrollando desde la escala
territorial, cerrando esta idea de que en la ciudad de Cuzco existe un sistema de
superposiciones capaz de establecer la cultura española, sus costumbres, religión junto al
plan económico de la corona española que en definitiva era el principal interés por el que
tantos esfuerzos fueron dedicados al adoctrinamiento e integración de los cuzqueños.
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6. Conclusión.

El sistema de superposiciones de Cuzco se comporta de manera distinta en cada escala de


análisis, sin dejar de relacionarse intrínsecamente. Desde el punto de vista territorial pasando
por la ciudad, el fragmento y finalizando con la obra y los arquitectos.

Con respecto al territorio; la superposición se ve en un plano mayormente político y


estratégico en cuanto al poder del imperio en la región conquistada. La decisión de
superponer una ideología y política española sobre la capital Inca, implica sacar provecho de
la posición estratégica de Cuzco que es el punto de intersección entre los dos grandes ejes
rectores del imperio colonizado, por lo tanto, de esta manera se estarían aprovechando el
potencial de la ciudad ya establecido en el periodo prehispánico. Se reafirma la centralidad
de Cuzco y se crea un ambiente propicio para desarrollar un esquema similar, pero con
diferencias en la escala urbana.

En cuanto a la próxima escala, la ciudad, el concepto se verifica de manera diferente ya que


en este caso la superposición intenta poner en valor nuevamente esta importante centralidad
de Cuzco, pero a la vez dándole un valor en cuanto a la integración de culturas. Los barrios
populares cuzqueños y el centro noble alrededor de la plaza se ven interrelacionados por los
ejes antes mencionados con el agregado de que lo simbólico va a tener un peso que se
incrementara a lo largo del trabajo y que en esta escala lo vimos reflejado por la conformación
de la vía sacra. La decisión por parte de los españoles de mantener casi en su totalidad la
estructura urbana preexistente habla de una decisión de mantener las virtudes de una ciudad
que ya funcionaba anteriormente, sumado a beneficios económicos y políticos.

Ampliando este aspecto encontramos que en la escala del fragmento, en primer lugar,
tenemos una gran superposición espacial, debido a los cambios que introducen en las antiguas
plazas centrales Incas (Huacaypata y Cusipata) y que modificarán radicalmente en cuanto a
la condición espacial de la misma, pero no del mismo modo en cuanto al uso de las mismas.
La Plaza de Armas, ubicada en el centro del Cuzco español, sobre la antigua Huacaypata,
será ahora un lugar donde transcurrirá un intensivo intercambio entre las culturas a través de
las festividades religiosas, el comercio y la cotidianidad.

La Catedral de Cuzco, ubicada en el fragmento antes mencionado, desde su concepción está


diseñada con el fin de generar y fortalecer la interacción entre las culturas conquistada y
conquistadora. Desde sus procesos de diseño en el interior de una planta cual iglesia salón,
para producir en todos los usuarios, tanto incas como españoles una sensación de igualdad,
hasta el respeto por la implantación y su ubicación sobre el antiguo templo Inca, produciendo
un mensaje de superposición religiosa. Simbólicamente implantar la catedral sobre el antiguo
“Suntur Huasi” significa que una nueva creencia es impuesta, las operaciones en el exterior
del edificio refuerzan este mensaje. La fachada, cargada de simbología sumado al atrio de
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ingreso al edificio son operaciones propias del barroco en América Latina donde las fachadas
parecieran ser altares puestos en la calle, rescatando las antiguas tradiciones festivas. Para el
Inca común observar estas situaciones arquitectónicas, completamente ajenas a su
habitualidad, le genera un mensaje de conquista y sometimiento que debe aceptar pero que a
la vez confunde con signos de mestización propio de la síntesis entre las dos miradas.

El papel que jugaba Cuzco en el imperio Inca, generó, al ser conquistada, en los españoles,
la necesidad de superponer su dominio e ideología en dicha ciudad para así, poder gobernar
de manera correcta los vastos territorios que ahora le pertenecen, tal como los anteriores
administradores lo hacían. Para mantener esta capital y su centralidad, con el rol intacto,
debieron superponerse a la cultura allí existente y así generar una integración. El sistema de
superposiciones necesita de cada una de las escalas para que funcione y así poder llegar a su
fin, el cual busca mediante la asimilación, mestización e integración poder dominar una
cultura desconocida con el objetivo de poder llevar a cabo un plan económico beneficiario a
la corona que adquiere para su propio beneficio las riquezas extraídas del territorio
americano.

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