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¿Cómo vencer el rencor y la amargura?

Texto: Juan 10:10


El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la
tengan en abundancia.

Introducción
Nuestro señor Jesucristo vino a darnos vida en abundancia, o como lo podríamos decir de otra
forma el vino a darnos vida abundante.

Pero también este versículo nos habla que el ladrón mata, roba y destruye, y esta noche
hablaremos de esos ladrones que siempre nos están robando el gozo de nuestra vida, que nos
están matando interiormente, y están destruyendo nuestras relaciones con los demás.

Esos ladrones son el rencor y la amargura, y por medio de la palabra de dios aprenderemos a
vencerlos por medio del poder de Cristo Jesús.

Primero cada uno de nosotros nos haremos un autoexamen para reconocer el rencor y la
amargura que muchos tenemos en nuestro corazón (Proverbios 14:10).

1) ¿Existe alguna situación en su vida que aparece frecuentemente en su mente, y muchas


veces no le permite dormir, o lo hace despertarse por las noches?
2) ¿Ha estado maquinando maneras de vengarse, y solo espera tener una oportunidad
para hacerlo?
3) ¿Recuerda hasta el más mínimo detalle de situaciones que lo dañaron en el pasado?
4) ¿Tiene explosiones desmedidas de ira o enojo que normalmente serian cosas de menor
importancia?
5) ¿Al leer la biblia o escuchar un sermón aplica la palabra a otros y nunca a sí mismo?

Ahora que nos hemos hecho un sencillo auto análisis comprendamos primeramente cual es la
causa por la cual afloran en nuestra vida estos sentimientos de venganza, de recuerdos
constantes, de explosiones de ira y muchas veces de violencia (Hebreos 12:15 Mirad bien, no
sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y
por ella muchos sean contaminados;).

Raíz: parte oculta de una cosa de la cual procede la parte visible o manifiesta.

La mayor parte de veces solo vemos las manifestaciones externas de lo que hay en nuestro
interior, el mal carácter, la ira, la violencia, los comentarios hirientes, las criticas sarcásticas,
pero todo esto tiene un raíz de donde proceden: la amargura que hay en nuestro corazón.
Muchas veces nos dejamos llevar por las apariencias externas de las personas, que se ven
felices, amables, pero recordemos que la amargura es como una raíz, siempre está por dentro,
siempre está en nuestro interior

Pero ¿cómo llego esa amargura a nuestra vida? Es aquí donde aparece la otra palabra del
estudio de esta noche: el rencor y el resentimiento causados por:

1) El rechazo (Hechos 7:35 A este Moisés, a quien habían rechazado, diciendo: ¿Quién te ha puesto
por gobernante y juez?, a éste lo envió Dios como gobernante y libertador por mano del ángel que se
le apareció en la zarza.)
2) Por las injusticias que recibimos (maltratos, castigos exagerados, abusos, robos,
abandono de la pareja, etc.) (Proverbios 19:18 Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza;
Mas no se apresure tu alma para destruirlo.)
3) Ofensas no sanadas (Santiago 5:16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por
otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.)
4) Falta de perdón (Proverbios 6:34-35 Porque los celos son el furor del hombre, Y no
perdonará en el día de la venganza. No aceptará ningún rescate, Ni querrá perdonar,
aunque multipliques los dones.)
5) fracasos personales no asimilados (2 Samuel 17:23 Pero Ahitofel, viendo que no se había
seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner
su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre.)
6) una imagen o concepto distorsionado de nosotros mismos: superioridad o
inferioridad (como es posible que a mí no me saluden…, como a uno de pobre nadie
lo toma en cuenta.) (Romanos 12:3 Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que
está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de
sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno.)

MANERAS NO BÍBLICAS DE SACAR DE NUESTRA VIDA LA AMARGURA Y


EL RENCOR:
1) Vengarse: pensamos que vengándonos del que nos hizo daño nos liberaremos del
dolor que nos hizo pasar y es al contrario aparte del dolor tendremos culpabilidad
(Romanos 12:19).
2) Desahogarse: aunque es verdad que hablar sobre el problema puede ayudar a
liberar el peso de nuestra vida, pero ¿qué puede hacer la persona con la que nos
estamos desahogando? Solo decirnos que todo estará bien, y como va estar bien si no
hemos sanado la herida del corazón (Jeremías 6:13-14).
3) Perdonar a Dios: no podemos perdonar a Dios, pues Dios no nos ha hecho ninguna
ofensa; Él es amor, es misericordioso, Él es bueno (Salmo 103:13-14)
QUE NOS ENSEÑA LA PALABRA DE DIOS SOBRE CÓMO PODEMOS
VENCER EL RESENTIMIENTO Y LA AMARGURA EN NUESTRA VIDA

1) Debemos perdonar al ofensor (Mateo 6:14-15 / 18:21-22), ya sea que nos pida perdón o no
lo haga, nosotros debemos decidir perdonar a la persona que no ofendió.
a) El perdón no es olvidar, pero el perdón permite recordar sin dolor, sin odio, sin amargura.

b) El perdón no absuelve al ofensor, pero libera el corazón del ofendido o de la víctima.


(Salmo 103:6)
c) El perdón no es un recibo que se da hasta que el ofensor haya pagado, nosotros
debemos perdonar y Dios se encargara de hacer su justicia.
2) Debemos confesar nuestro resentimiento y nuestra amargura a Dios y pedirle perdón.
(Salmo 51:4)
Muchas veces nos pasa que perdonamos al ofensor pero la amargura sigue en nuestro
corazón y eso es porque hemos arreglado nuestro problema a nivel humano, pero no hemos
arreglado nuestra situación para con Dios.

3) Debemos renunciar al resentimiento y a la amargura (2 Corintios 10:5 / 1 Pedro 5:7)


4) Debemos pedir a Dios que su amor llene nuestro corazón (Proverbios 10:12); debemos
vaciar nuestro corazón de la amargura y llenarlo con el amor de nuestro Dios.
Para terminar, posiblemente estarás pensando; esto de perdonar al que me ha ofendido no
puedo hacerlo, pues me han dañado mucho, me han ofendido muy profundamente, y
seguramente eso es verdad, pero recuerda que no lo harás en tu fuerza sino en las fuerzas de
Dios, y como lo dice Filipenses 4:13: “¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!!“

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