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8. EL FINAL DEL SIGLO XX: 1975-2000.

8.1. TRANSICIÓN Y CONSOLIDACIÓN DE LA DEMOCRACIA EN ESPAÑA.


Dos días después de la muerte de Franco, Juan Carlos de Borbón fue proclamado rey de
España (22/XI/1975). Mantuvo en el gobierno como presidente a Carlos Arias Navarro, pero sus
planteamientos reformistas se consideraron insuficientes y provocaron la formación de la llamada
Coordinación Democrática partidaria de la ruptura democrática que, además de partir de un
plebiscito que definiese la forma de Estado (Monarquía o República), impulsó movilizaciones que
reclamaban las libertades democráticas y la amnistía para los presos políticos.
Tras su dimisión a finales de junio de 1976, accedió a la presidencia Adolfo Suárez quien
promovió un proyecto reformista conocido como ruptura pactada: avanzar hacia la democracia,
pero aceptando la Monarquía, sin referéndum previo; para ello presentó la Ley de Reforma
Política, aprobada por las Cortes y después en referéndum (XII.1976). Suponía el
desmantelamiento de la dictadura y permitía abrir la puerta a un sistema democrático, pues
reconocía los derechos fundamentales de las personas, la representación popular y elecciones
libres: las primeras se celebraron en junio de 1977, una vez legalizados todos los partidos incluido
el PCE. Las ganó la Unión de Centro Democrático (UCD), liderada por Adolfo Suárez.
Las Cortes surgidas del proceso electoral acometieron la redacción de una constitución
democrática, cuyo texto fue sometido a referéndum popular el 6 de diciembre de 1978 y
aprobado por amplia mayoría. La Constitución de 1978 define a España como un “Estado social
y democrático de derecho” organizado como una monarquía constitucional. El artículo 16
expresa: "Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las
creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de
cooperación con la Iglesia católica y demás confesiones".
La transición a la democracia se enfrentó a problemas tan graves como el terrorismo (ETA,
GRAPO, Triple A...), la amenaza de involución militar (golpe de Estado de febrero de 1981) o la
crisis económica internacional causada por la subida del precio del petróleo; ésta incidió
gravemente sobre la economía española a partir de 1975 (elevada inflación, déficit en la balanza
de pagos, crisis industrial, aumento del paro…), cuando a los problemas económicos se sumó la
incertidumbre política y el retraso en la adopción de medidas contra la crisis.
Adolfo Suárez dimitió en enero de 1981, sucediéndole Calvo Sotelo quien tuvo un mandato
corto. En las elecciones de octubre de 1982, se impuso el PSOE accediendo a la presidencia de
gobierno Felipe González, quien gobernará hasta 1996. En este último año se impuso el PP lo
cual llevará al Gobierno a José María Aznar que gobernará dos legislaturas (hasta 2004).
8.2. LOS ACUERDOS DEL ESTADO ESPAÑOL CON EL VATICANO.
Tras la muerte de Franco, el gobierno de Arias Navarro inició los contactos con la Santa Sede
para la revisión del Concordato de 1953; pero su enfrentamiento con Roma y con parte del
episcopado español le descartaron para las futuras conversaciones. Tras nuevos contactos entre
el Gobierno de Suárez y el Vaticano, en agosto de 1976 Juan Carlos I comunicó a Pablo VI su
renuncia al privilegio secular de presentación de los obispos en España.
En el verano de 1977, se iniciaron las negociaciones para revisar el Concordato y se
prolongaron hasta finales de 1978, cuando se alcanzaron unos acuerdos que se firmaron el 3 de
enero de 1979 por lo que son prácticamente preconstitucionales.
Se reconocía y garantizaba a la Iglesia el derecho a organizarse con plena libertad, así como
a ejercer libremente su misión: su personalidad jurídica y civil y la inviolabilidad de los lugares
sagrados, archivos y registros; los efectos civiles del matrimonio eclesiástico, dejando en plena
libertad a los ciudadanos para escoger su forma, canónica o civil.
Se garantiza el derecho fundamental de los padres sobre la educación moral y religiosa de
los hijos, estableciendo la enseñanza de la religión, con carácter no obligatorio, en todos los
centros estatales de enseñanza primaria y secundaria. También se reconoce la libertad para
dirigir seminarios, universidades, facultades e institutos superiores de ciencias eclesiásticas. El
Estado se comprometía a velar por el respeto de los sentimientos de los católicos.
Aunque Iglesia católica podría recibir donaciones particulares, el Estado se comprometía a
una ayuda económica en una primera fase y le otorgaría en una segunda un porcentaje del
impuesto sobre la renta. Los bienes que se destinasen al culto y a actividades religiosas,
quedaban exentos de tributos, equiparándolos a las entidades sin fin de lucro y beneficencia.
El último acuerdo versa sobre la asistencia religiosa en las Fuerzas Armadas y el servicio
militar de clérigos y religiosos. Desaparecerían los privilegios del clero en el servicio militar.
Según Marcelino Oreja, ministro de AA.EE. en ese momento, con estos acuerdos "la Iglesia se
coloca esencialmente en una situación de igualdad con las otras confesiones, renunciando a esta
situación privilegiada que desde hace muchos siglos había gozado en España".

8.3. LA LEY ORGÁNICA DE LIBERTAD RELIGIOSA (julio de 1980).


La aconfesionalidad del nuevo Estado democrático transformó completamente la legislación
española en materia religiosa. Por la Ley de 1980 el Estado cooperaría con las confesiones
consideradas, por su ámbito y número de creyentes, como de "notorio arraigo social" en España
y en esta categoría se consideró a las iglesias evangélicas de nuestro país. Se creó una Comisión
Asesora de libertad religiosa en junio de 1981 que tendría las funciones de estudio, informe y
propuesta de todas las cuestiones relativas a la aplicación de esta ley orgánica.
La Ley se desarrolla en ocho artículos y sienta las bases sobre las que van a cimentarse las
relaciones entre el Estado y las distintas confesiones religiosas, dejando claros sus principios
democráticos en materia de religión.
Además de declarar el principio de aconfesionalidad estatal, ya recogido en la Constitución,
así como la no discriminación por causa de las creencias religiosas, entiende la libertad religiosa
como una de las esenciales del individuo y establece la igualdad jurídica de las distintas
confesiones. El único límite se sitúa en el respeto a las libertades y derechos de los demás y a
las exigencias de la moral y el orden público. Respeta la posibilidad de celebrar matrimonios
por los propios ritos, así como impartir una enseñanza religiosa de acuerdo con las creencias.
Las iglesias, confesiones o comunidades religiosas gozarán de personalidad jurídica, pero
deberán inscribirse en el Registro público del Ministerio de Justicia. Los requisitos a las
confesiones religiosas son mayores que para cualquier otra asociación (sindicatos, partidos
políticos…), lo que se ha considerado como una cierta discriminación.
Se recoge también la autonomía de las confesiones o iglesias para organizarse, no pudiendo
el Estado entrar en el control de la vida interna de las mismas siempre que éstas se sujeten a la
Constitución. Especialmente importante es el artículo 7, referido a los acuerdos de cooperación
entre el Estado y las distintas confesiones. Aquel se compromete a suscribirlos y a extender a
las iglesias, confesiones o comunidades religiosas los beneficios fiscales de las entidades sin fin
de lucro y de carácter benéfico.
La Ley Orgánica de libertad religiosa ha recibido críticas como las siguientes:
A) El Estado sólo firmará acuerdos con las confesiones consideradas de notorio arraigo según el
número de creyentes y su ámbito de implantación. Será la Comisión Asesora la que debe
establecer si tienen o no ese carácter. El criterio numérico parece prioritario, lo que no deja de
ser una cuestión delicada en el ordenamiento jurídico de un país democrático.
B) Existen dos categorías jurídicas distintas para los acuerdos con la Iglesia católica y con las
demás confesiones: los acuerdos con la primera se llevaron a cabo a través del Vaticano y por
tanto adquirieron el rango de tratados de Derecho Internacional, que son preferentes a las leyes
orgánicas internas; este último es el caso de la Ley de Libertad Religiosa.
C) Hay una discordancia evidente entre los acuerdos con la Iglesia católica y la Ley de Libertad
Religiosa: esta está pensada tan sólo para las "demás confesiones”.
D) Por último, mientras las confesiones religiosas no católicas han de inscribirse en el Registro
del Ministerio de Justicia para obtener la personalidad jurídica, los grupos católicos sólo tendrán
que notificarlo a los "órganos competentes del Estado". Además, las confesiones no católicas
tendrán que acompañar a su solicitud aspectos como su establecimiento en España, expresión de
sus fines religiosos, denominación, régimen de funcionamiento...etc., lo que puede significar de
forma enmascarada un control hacia las confesiones, iglesias o asociaciones inscritas.
Estas desigualdades de trato se han visto como el último residuo de confesionalidad estatal,
así como el no reconocimiento de la importancia que dio la Constitución a la libertad religiosa.
8.4. LA FEREDE. EVOLUCIÓN DE LOS ACUERDOS CON EL ESTADO ESPAÑOL.
Poco tiempo después de ser creada la Comisión Asesora de libertad religiosa (1981), ésta
rechazó las solicitudes individuales presentadas por los adventistas y las iglesias agrupadas en la
Comisión Evangélica para establecer acuerdos de cooperación con el Estado: el argumento fue
que no tenían "notorio arraigo" consideradas individualmente. La exigencia que imponía era tener
un único interlocutor en las futuras negociaciones.
En consecuencia, el 20 de febrero de 1986 nacía la FEREDE, Federación de Entidades
Religiosas Evangélicas de España. Su principal objetivo era servir de interlocutor válido con el
Estado, así como llevar a cabo el seguimiento del proceso para la firma de los acuerdos de
cooperación con aquel. Surgió como una reorientación de la Comisión de Defensa Evangélica, la
cual se disolvió y su secretario, José Cardona, pasó a ser el Secretario General de la nueva
institución. En su constitución se integraron las grandes denominaciones evangélicas (un total de
9 Entidades) y unos días después también se incorporó la Unión de Iglesias Adventistas del
Séptimo Día. Cardona siguió al frente de la Federación hasta 1994 cuando, por motivos de su
salud, el presidente (Juan Gili) comunicó la necesidad de nombrar un nuevo Secretario Ejecutivo:
se propuso a Mariano Blázquez que fue elegido sin ningún voto en contra y permanece en dicho
cargo a día de hoy (2018).
En 1987 FEREDE remitió un escrito al Director General de Asuntos religiosos mostrando su
intención de abrir las negociaciones que condujeran a la firma de unos Acuerdos de Cooperación
con el Estado español. El propósito era llegar a una igualdad jurídica con la Iglesia mayoritaria y
las demás confesiones religiosas. Este escrito fue el punto de partida en el inicio de las
conversaciones. El proceso fue largo no solo por los trámites que requería, sino también porque
el Estado consideró que los acuerdos se deberían firmar simultáneamente con evangélicos, judíos
y musulmanes lo cual implicaba abrir paralelamente varías vías de negociación.
Así el 21 de febrero de 1990 se firmaban unos primeros acuerdos entre el Estado y las
comunidades evangélicas y judía. La prensa los calificó de "históricos". El acto de la firma estuvo
presidido por el ministro de Justicia, Enrique Múgica. El Estado reconocía a estas confesiones el
mismo tratamiento que a la Iglesia católica, especialmente en el tema referente a beneficios y
exenciones fiscales. Se creó una Comisión Permanente de la FEREDE para dar cauce legal a las
exigencias o certificaciones que en algún momento pudiera exigir el Estado.
El documento se desarrolla en trece artículos que afectan a todos los aspectos posibles en las
relaciones entre iglesias evangélicas e instituciones públicas: inviolabilidad de los lugares de
culto o el tratamiento de los ministros de culto evangélicos, el mismo que el clero católico y
como trabajadores por cuenta ajena incluidos en el Régimen General de la Seguridad Social; por
tanto, las congregaciones asumen frente al pastor las obligaciones y derechos que cualquier
empresario contrae con sus trabajadores: posesión de un código de identificación fiscal, llevar
una contabilidad oficial, dar de alta a los pastores en la Seguridad Social y efectuar las
retenciones correspondientes para su ingreso en el Ministerio de Hacienda.
Se reconocen los efectos civiles del matrimonio celebrado por ministros de culto de las iglesias
pertenecientes a la FEREDE o el derecho de todos los militares a participar en las actividades
religiosas propias. Se garantiza la asistencia religiosa de los pastores en establecimientos
penitenciarios, hospitalarios u otros análogos del sector público; la enseñanza religiosa
evangélica en centros públicos y privados concertados, en los niveles de primaria y secundaria,
o la creación de centros universitarios y seminarios de carácter religioso.
En lo que se refiere a las cuestiones de orden económico estas iglesias tienen libertad para
recabar fondos, no tendrán que tributar por las publicaciones y boletines internos de carácter
gratuito ni pagarán el impuesto sobre bienes inmuebles y contribuciones especiales por los
edificios o locales destinados al culto, a oficinas o seminarios; tampoco los impuestos sobre
sociedades y de incremento sobre el patrimonio o sobre transmisiones patrimoniales y actos
jurídicos documentados, siempre que los bienes adquiridos se destinen al culto.
Se deja claro que las iglesias evangélicas renuncian a cualquier asignación tributaria. José
Cardona manifestaba sobre ello: "No aceptamos subvención del Estado porque lo consideramos
aconfesional. No podemos aceptar las ayudas que vienen de los impuestos de todos los españoles,
sean o no religiosos". Por tanto, las iglesias evangélicas se autofinanciarán y los creyentes que
contribuyan tendrán derecho a las deducciones correspondientes.
Una vez firmado el acuerdo, el carácter de ley orgánica hacía que tuviese que pasar los
trámites necesarios del Consejo de Ministros y las Cámaras legislativas para su aprobación y
entrada en vigor. Esto ralentizó el proceso pues tuvo que ser revisado por las comisiones
negociadoras de los respectivos ministerios afectados por el acuerdo. Finalmente, el 28 de abril
de 1992 se firmaron los Acuerdos de Cooperación del Estado con la Federación de Entidades
Religiosas Evangélicas de España, con la Federación de Entidades Israelitas de España y con la
Comisión Islámica de España. Unos meses después, el 17 de septiembre de ese año, el Congreso
de Diputados aprobó la Ley que respaldó los Acuerdos de Cooperación entre el Estado y la
FEREDE con el siguiente resultado: 266 votos a favor y una abstención. Este hecho no tiene
precedentes en nuestra historia reciente y así lo recogió la prensa en general y la evangélica en
particular (“El Eco Bautista”, octubre de 1992, pg. 5).
La acogida de estos Acuerdos de Cooperación en círculos evangélicos fue positiva, si bien
algún sector denunció el protagonismo dado a la FEREDE el cual podría suponer una intromisión
en la soberanía y autonomía de las iglesias que constituyen la federación. No obstante, se ha
considerado que todavía había que recorrer un largo camino para que una parte de la sociedad
española asumiera la igualdad de derechos en el ámbito religioso. Desde la Comisión Episcopal
de la Iglesia católica hubo alguna voz que reconoció la importancia del paso dado, pero en
general los negociadores de FEREDE han comentado el silencio de aquella institución.

8.5. EL PROTESTANTISMO ESPAÑOL A FINALES DEL SIGLO XX.


El último cuarto de siglo XX ha sido para el protestantismo de tal expansión, que se ha
planteado cómo podría haber llegado a ser de no mediar tantos periodos de intolerancia, tan
sólo en nuestra Edad Contemporánea.
En primer lugar, se dio un significativo crecimiento numérico tanto en miembros comulgantes
como en iglesias. Dos son las razones de este crecimiento: por un lado, la nueva legislación de
libertad religiosa, con posibilidad de reuniones y manifestaciones públicas, permitió una
importante expansión a partir de la década de los ochenta; a esto se le añadió desde finales de
esa década la elevación de la inmigración que no cesará de crecer hasta la crisis iniciada en
2008/2009. Un importante porcentaje de esta inmigración, especialmente iberoamericana y del
este europeo, era de fe evangélica: en algunos casos crearon sus propias congregaciones
(elevando el número de iglesias evangélicas) y en otros contribuyeron al crecimiento de la
membresía de las iglesias autóctonas ya existentes o de nueva creación.
Si para 1975 López Rodríguez aportaba una cifra de unos 35.000 evangélicos, para 1990 José
María Martínez la cuantificaba en unos 71.500 y en 1997 un directorio de la Liga del Testamento
de Bolsillo la concretaba en casi 88.500. Por lo que podemos concluir que a finales de siglo estaría
en torno a los 90.000 miembros comulgantes. El crecimiento ha sido muy superior al de otros
momentos de nuestra historia. Al considerar la mayor parte de estas iglesias que el miembro
comulgante es un adulto bautizado, habría que añadir a aquella cifra el número de niños y
simpatizantes, por lo que suele estimar que el ámbito social del protestantismo español en aquel
momento podría situarse entre las 150.000 y 200.000 personas.
En cuanto al crecimiento del número de lugares de culto el balance es similar. El citado
directorio de la LTB daba un total de 480 congregaciones en 1975 y de 1667 para 1997.
Las denominaciones también han aumentado, principalmente las de corte pentecostal. El
proceso que comentábamos a finales del franquismo sobre el estancamiento de las iglesias
tradicionales con teología magisterial, se hace evidente en este cuarto de siglo: las iglesias
reformadas solo suponían un 5 % del conjunto protestante en 1997. El mayor número eran
pentecostales: sumándolas con las iglesias de Filadelfia daban un total del 52 %: son también las
que más se han beneficiado de la inmigración. El segundo grupo más numeroso era el bautista:
uniendo UEBE, FIEIDE y otras definidas como tales suponían un 18 %; las AA.HH. sumaban un 12
%; un conjunto calificado de independientes el 11% y otras un 2%.
En general, la mayor densidad de iglesias se seguía situando en la periferia peninsular y en
las grandes ciudades del interior. Pero con la libertad también se había alcanzado un reto: todas
las provincias españolas tenían al menos una iglesia o punto de misión.
También se produjo una gran diversificación de ministerios y de organizaciones en las que
el peso y responsabilidad económica y humana recaen cada vez más en las propias iglesias,
disminuyendo la dependencia de las agencias misioneras extranjeras. Además, en las últimas
décadas del siglo XX se han ido gestando iniciativas de cooperación entre iglesias evangélicas
de un mismo territorio que en los siguientes años del XXI irán cuajando en la constitución de
Consejos autonómicos.
En este sentido no hay que olvidar la realización de dos Congresos evangélicos:
-El V se celebró en mayo de 1984 en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Madrid con el
lema “El cristianismo evangélico en la España de hoy”; Antonio Martínez Conesa, presidente de
dicho Congreso, en el escrito de presentación del mismo (“Razón de ser del V Congreso
Evangélico Español”) exponía los motivos que lo impulsaron: la necesidad de distinguir y pulir
aspectos importados de las agencias misioneras extranjeras, la importancia de entender el
contexto histórico que se estaba viviendo y realizar un trabajo conjunto que permitiera avanzar
en la firma de unos Acuerdos con el Estado (el Congreso es anterior a la constitución de FEREDE),
así como llegar a tener una presencia en los principales medios de comunicación del país.
-El VI se celebró en la misma ciudad y en el Palacio de Congresos en diciembre de 1997. Su lema
fue “Una fe, un pueblo, un propósito” que muestra el interés de la última década del pasado
siglo en ahondar en un trabajo conjunto y coordinado. El presidente fue Juan Gili y como novedad
se establecieron responsables de Departamentos y de promoción en las Autonomías. Hubo una
representación de más de medio centenar de organismos evangélicos representados en mesas y
stands, así como una exposición permanente sobre la “Historia del Protestantismo español”.
Como botón de muestra de proyectos conjuntos impulsados en estas décadas destaca en el
área educativa la preparación y puesta en marcha de la Enseñanza Religiosa Evangélica en los
centros públicos de Primaria y Secundaria. Era algo que permitía el nuevo marco constitucional
y que concretó la firma de los Acuerdos de Cooperación con el Estado: no obstante, antes de que
estos últimos se promulgasen, ya se empezó a trabajar en ello. Hay algunas experiencias
puntuales en la década de los ochenta, pero fue a finales de la misma cuando tuvieron lugar las
reuniones necesarias para que en 1990 se convocase la primera promoción de formación de este
profesorado. En ese mismo año la FEREDE creó la Consejería de Enseñanza, siendo su primer
consejero Luis Corpas. Pronto se organizaron Consejos Provinciales en buena parte del territorio.
Evangelización y educación han sido dos claves de estos años. En nuestro ámbito particular
de la UEBE, en los años 80 se puso en funcionamiento en buen número de Centros de Estudio
Teológico territoriales para promover la formación entre miembros de las iglesias. Así mismo,
fueron los años en los que se creó la Guardería de la iglesia de Denia, punto de partida de lo que
llegará a ser el Colegio Alfa y Omega.

8.6. LOS GRANDES RETOS DEL FINAL DE SIGLO ANTE LOS AVANCES DE LA LIBERTAD O EL
DESARROLLO ECONÓMICO Y TÉCNOLÓGICO.
Algunos autores han destacado los importantes cambios que experimentó la sociedad
española en el último cuarto de siglo XX, coincidiendo con la transición y consolidación
democrática. Las tendencias dominantes en las sociedades occidentales fueron irrumpiendo
progresivamente desde la década de los años sesenta y se acabaron imponiendo en los ochenta.
Nuestra integración en los modelos y patrones occidentales experimentó un notable impulso
con la superación de las dos crisis del petróleo y el ingreso de España en la entonces Comunidad
Económica Europea (CEE). Entonces sobrevino unos años de bonaza económica en los que nuestro
país elevó su nivel de vida, avanzó notablemente en el Estado del Bienestar y la sociedad de
consumo, produciéndose un importante avance en infraestructuras viales, desarrollo urbano…
A comienzos de los años noventa el hundimiento del bloque comunista dio un impulso
definitivo a la imposición de los planteamientos neocapitalistas y la expansión de la
globalización. En el campo de las ideas esto fue definitivo para la consolidación del
postmodernismo en el que los principios y la razón sucumben ante el individualismo, hedonismo
y los sentimientos. Este proceso ha ido paralelo a un despegue de la secularización junto a otras
corrientes (feminismo, laicismo…) que rompen con los postulados de la tradición cristiana,
manifestando un rechazo directo de todo lo relacionado con la religión. Siguiendo al filósofo
Julián Marías, J. Mª Martínez se planteaba en esa década de los noventa qué podía ocurrir si una
sociedad destruye sus propias raíces; en aquella sociedad de fines de siglo la práctica religiosa
iba cada vez a menos.
Si bien estos aspectos se incrementarán en las dos primeras décadas del siglo XXI, estaban ya
presentes en el final del XX. Obviamente, todo esto ha influido en el desarrollo de las iglesias
evangélicas en la etapa que nos corresponde.
En primer lugar, nos encontramos con las dos caras de una moneda. Por un lado, la
implementación de las libertades y en concreto de la de religión ha sido beneficiosa para la
expansión de las iglesias protestantes, como se ha visto. Pero, por otro, esta libertad no siempre
resulta de convicciones plenamente democráticas de respeto hacia todas las convicciones, sino
de la indiferencia o rechazo hacia lo religioso. En este sentido la libertad ha llegado en un
momento tardío que algunos catalogan de postcristiano. Esto es, además, un fenómeno peligroso
porque puede acabar en un recorte o desaparición de esta libertad. A esto habría que añadir que
durante estas décadas irrumpieron en España un número de sectas cada vez mayor que
popularmente se confundían, sin ningún fundamento, con el protestantismo.
En segundo lugar, la elevación del nivel de vida ha calado en el creyente medio lo que ha
supuesto en no pocos casos desde la pérdida de la combatividad anterior, hasta el desarrollo de
la indiferencia o el acomodamiento que relega a Dios o los compromisos espirituales a segundos
planos de su vida. Esto ha provocado, paradójica y paralelamente a la expansión, ejemplos de
estancamiento y envejecimiento de iglesias; también es cierto que en un mundo que experimenta
cambios tan rápidos, se pueden encontrar estas situaciones por incapacidad de dar respuesta a
los nuevos tiempos.
Finalmente, al aplicar el postmodernismo a nuestros entornos la repercusión es evidente: el
sentimiento se impone a las convicciones; se extiende lo que gusta, aunque las raíces sean
débiles. Cualquier situación de cambio que no gusta, provoca conflictos o salidas más o menos
en masa. La argumentación y el conocimiento pasa a un segundo plano; las diferencias, por
importantes que sean, pasan a ser secundarias. En semejante contexto es evidente que lo
pentecostal-carismático tienda a generalizarse, aunque se producen polarizaciones y
confrontaciones en diferentes direcciones.
Si unimos los dos últimos aspectos (elevación del nivel de vida + postmodernismo)
comprendemos el hecho de que la sociedad se vuelva más permisiva en lo moral y ético (lo que
degenera en la corrupción) y más indiferente ante el hecho religioso: si los pecados de las
sociedades repercuten en la vida de las iglesias de sus respectivos tiempos, es fácil entender la
raíz de algunos de los principales problemas que sufren las congregaciones.
Y otra conclusión era evidente: si el elemento religioso cae en picado en una sociedad (como
la española), ésta se convierte no en terreno para la apologética sino en campo de misión, aunque
como algunos han apuntado, sea más duro al tratarse de una sociedad postcristiana e inmunizada
contra el Evangelio el cual se observa como algo tradicionalista o como freno del progreso.
Pese a todo ello y a que la libertad religiosa mantenía matices que se debían perfeccionar
(organización clases de ERE, Seguridad Social de los pastores...), ha permitido un
desenvolvimiento de las iglesias protestantes desconocido en nuestra historia.

*PREGUNTAS PARA EL EJERCICIO FINAL:


1. La Constitución de 1978: ¿qué expresa sobre el tema de religioso y que ha supuesto para el
protestantismo español contemporáneo?
2. ¿Qué acuerdos rigen en la actualidad las relaciones entre el Estado español y la Iglesia católica?
¿Es la misma legislación que para las demás confesiones religiosas?
3. Explica algunas características de la Ley de Libertad Religiosa de 1980 y algunas de las críticas
que ha recibido.
4. La FEREDE: cómo surgió, en qué contexto y quiénes la integraron en un principio.
5. Describe como se llevó a cabo el proceso de firma de los Acuerdos de Cooperación entre la
FEREDE y el Estado español.
6. Realiza un balance del protestantismo en España a finales del s. XX.
7. ¿Cuántos Congresos evangélicos se hicieron en el último cuarto del siglo XX? Descríbelos
brevemente.
8. Haz una reflexión sobre los grandes retos que tenía planteado el protestantismo español a
finales del siglo XX.
* * *

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