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mucha fuerza y urgencia en los años sesenta y setenta y que dejaron una honda huella
en la historia contemporánea del país.
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más generales, el mundo y la cultura popular tradicional. Temas como Santiago penando
estas, Según el favor del viento, Arriba quemando el sol y Arauco tiene una pena,
tienen como tono dominante la urgencia por comunicar las duras condiciones en que se
vive en las regiones de Chile y en la propia capital. En estos temas incorpora
instrumentación indígena y en sus textos interpela al auditor exigiendo respeto para los
pueblos originarios y los sectores populares. De esta misma época es quizás la más
famosa canción de temática social que escribiera Violeta Parra, La carta, en que da
cuenta de una situación personal que refleja sin embargo conflictos socioeconómicos que
se dan en la realidad chilena y da al cantar de Violeta Parra una orientación no sólo de
critica social sino también una clara alineación política, invitando a actuar a los auditores
y reconociendo en la voz y en la guitarra armas de lucha. Temas como Que dirá el Santo
Padre, Rodríguez y Recabarren, Que vamos a hacer, Porque los pobres no tienen, Me
gustan los estudiantes y Al centro de la injusticia constituyen una parte central de esta
expresión del trabajo creativo de Violeta Parra y representan una de las facetas más
nítidas de la Nueva Canción Chilena en la obra de su iniciadora. Gracias a la vida, es la
culminación musical y poética, máxima en la obra de Violeta. En esta antología se
recogen las versiones que Ángel e Isabel Parra, los hijos de Violeta, hicieron de parte
de este legado contribuyendo de manera eficaz a su difusión a través del disco por una
parte y de la Peña establecida por ellos en la calle Carmen a mediados de la década de
los sesenta por otra. Tanto a nivel de solistas como conformando un dúo los hermanos
Parra tuvieron una exitosa carrera en la que el repertorio de raíz tradicional jugo un papel
importante, dándoles a ambos interpretes amplias posibilidades expresivas y la
oportunidad de proyectar el cantar popular más allá de la imagen folklórica que había
predominado durante largo tiempo en Chile. Además de los temas de abierta temática
social y política , Me gustan los estudiantes en versión de Ángel Parra y Al centro
de la injusticia en versión de Isabel Parra, se incluyen la canción de Violeta Parra La
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pericona se ha muerto que presenta una dura visión de la realidad campesina de Chile
en los inicios de los años sesenta, con un carácter más descriptivo que otros temas en
una muy sensible versión de Isabel Parra. La misma intérprete registró la irónica
composición de Violeta Parra titulada Mazúrquica Modernica, en la que la autora
entrega una desencantada reflexión acerca de la realidad social del país en l966,
respondiendo con sarcasmo a quienes le consultaban sobre la canción comprometida. La
versión aquí incluida pone de manifiesto la línea de continuidad que existe entre Violeta
Parra y la corriente llamada Nueva Canción Chilena a través de sus hijos y del programa
artístico que comparten, en el que destaca la relectura de las tradiciones musicales
chilenas, la presentación cruda y descarnada de todas las realidades sociales del país, el
rescate de formas musicales, estilos interpretativos y uso de instrumentos originarios y la
apertura hacia el universo creativo de otros países del continente americano. El tema de
Ángel Parra Cuando amanece el día incluido en su álbum homónimo presenta un cierto
contraste con la Mazúrquica dado el carácter esperanzado, voluntarista e incluso utópico
de la composición de Ángel comprometido decididamente con el movimiento político de
izquierda que a fines de los años sesenta y en particular desde el año 1970, con la
elección de Salvador Allende. Se trata de una canción que subraya el protagonismo
popular en la construcción del futuro que adquirió rápidamente un cierto carácter
emblemático del momento y del movimiento de la Nueva Canción Chilena.
Rolando Alarcón y Patricio Manns, son dos de los más importantes representantes de
los inicios de la Nueva Canción Chilena, con trayectorias disímiles dado que el primero
murió ha inicios de 1973 mientras que Manns ha continuado su trabajo hasta el presente.
Ambos sin embargo comparten una temprana cercanía con algunos aspectos de la
corriente llamada Neo folclor, caracterizada por la reinterpretación de los temas de la
música típica con elaborados arreglos vocales. Alarcón participó en el trabajo de
investigación y proyección que realizó durante muchos años el grupo Cuncumen antes de
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iniciar su carrera como compositor e interprete, experiencia que fue decisiva parta abrir
su mirada a temas como la diversidad cultural de Chile y América, la riqueza musical de
las zonas mas alejadas del centro del país además de mostrarlo como un sensible
interprete de las realidades cotidianas de los chilenos. Las canciones escogidas en esta
antología muestran justamente estas facetas pues en su parabién Mocito que vas
remando entrega una visión donde se muestra a las personas corrientes como los
protagonistas de la historia, utilizando una forma musical tradicional en ambiente chilote.
El triste tono del desenlace del parabién refuerza la carga dramática y testimonial que el
cantautor quiere dar a su creación. Alarcón recorrió Chile y a partir de esta experiencia
rescató y repropuso ritmos como el trote, destacando en esta línea su San Pedro trotó
cien años además de evocar situaciones cotidianas como en su canción En el patio de la
escuela que por otra parte recordaba los orígenes del cantautor que también era
profesor. El tema Si somos americanos es una de sus creaciones más logradas tanto
por la incorporación de instrumentos hasta entonces marginales, con el charango y la
quena con papeles destacados, como por la apertura hacia los patrimonios culturales de
los demás países del continente de los que enumera los ritmos característicos haciendo
un categórico rechazo de los nacionalismos estrechos y belicistas. Patricio Manns,
también tuvo una formación inicial en tareas pedagógicas pero derivo rápidamente hacia
temas vinculados a la creación musical y algo después a la escritura creativa. Comparte
con Rolando Alarcón el interés por narrar a través de las canciones episodios de la
historia nacional evocando ambos a figuras de la Independencia nacional en canciones
que alcanzaron notable difusión (la refalosa Doña Javiera Carrera de Rolando Alarcón se
convirtió en parte fundamental del patrimonio musical de las escuelas de Chile). Destaca
el tema El cautivo de Til Til evocación de la memoria de Manuel Rodríguez y su trágico fin
en la localidad citada en el título. Manns escribió en esos años varios temas marcados por
la reflexión sobre la historia nacional y la lucha por la libertad, trabajando
simultáneamente en creaciones que seguían la huella de Violeta Parra y su geografía
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social de Chile entregando canciones como Arriba en la cordillera o El andariego,
ambas incluidas en esta antología, en las que centra su atención en los olvidados por la
Desde mediados de los años sesenta, con el establecimiento de la Peña de los Parra, la
aparición de discos de Rolando Alarcón y Patricio Manns y el establecimiento en Chile de
Violeta Parra se comienza ha hacer visible la corriente que nos ocupa. A ella se sumaron
numerosos interpretes y compositores que en varios casos añadían también la
experiencia de investigación y recopilación en música popular tradicional. Es el caso de
Héctor Pavéz activísimo investigador y divulgador del folclore de Chile y en especial de
Chiloé y el extremo sur del país. El vals Corazón de escarcha es justamente muy
representativo de las practicas musicales de esas regiones y al mismo tiempo un
testimonio de las profundas diferencias sociales que marcaban la vida del campo. Su
preocupación por la tradición de la música chilena se hace manifiesta en su faceta de
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recopilador que se refleja en el tema A la mar fui por naranjas muy representativo
del sentir de la música popular chilena. Siguiendo el ejemplo de estos creadores de la
primera hora en la segunda mitad de los años sesenta se integraron a la Nueva Canción
Chilena artistas que conocieron un éxito regular en ese periodo pero que, en algunos
casos han mantenido su actividad hasta el presente. Es el caso de Tito Fernández, “el
temucano” que compuso canciones en las que la observación de la cotidianeidad de la
vida de los chilenos es sazonada con elementos de humor y de una observación de
emociones y sentimientos comunes como se puede percibir en los dos temas recogidos
en esta antología convertidos en verdaderos clásicos de la memoria popular. Osvaldo
“Gitano” Rodríguez fue un compositor sensible a la integración de ritmos y expresiones
culturales muy variadas, un curioso empedernido y un gran animador de la difusión de la
música de la corriente que nos interesa y sus similares de otros países de
Hispanoamérica. Su composicion Valparaíso asi como su versión de Aquel famoso
tiempo de vivir (Pavese-Micharvegas 1970) son testimonio de esta rica
sensibilidad y del entusiasmo vital que caracterizo a este cantautor porteño que
contribuyo a llevar a su ciudad natal Valparaíso a la Nueva Canción Chilena. En esta
ciudad el movimiento adquirió particular fuerza con expresiones muy interesantes y
originales como fueron las experiencias del grupo Tiempo Nuevo, responsable de uno
de los grandes éxitos de fines de los sesenta e inicios de los setenta, el tema No nos
moverán. Se trata de una adaptación de un canción norteamericana que se convertirá
en uno de los símbolos de la voluntad de cambio que el movimiento de izquierdas estaba
impulsando en esos años, especialmente después de septiembre de 1970. Al igual que
Hemos dicho basta, de fines de los años 60 ambos temas, dan cuenta histórica del
espiritu comprometido del grupo. Será de Tiempo Nuevo de donde saldría Payo
Grondona, uno de los más originales e inclasificables representantes del espíritu de la
música de la época. Sus temas se caracterizan por la observación aguda, el humor y la
ironía y una voluntad polemizadora. Aparcoa fue un grupo nacido en la segunda mitad
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de los sesenta y que representa la línea de agrupaciones que tienen un papel importante
en la producción y circulación de las creaciones de temática social de la época pero que
tienen una importancia menor que los dos conjuntos más emblemáticos
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Allende. Así mismo Ropjas fue fiel interprete de la vocación americanista del movimiento
y de ello es testimonio el tema América mi amor que interpreta con el trío Lonki.
Julio Numhauser fue también una figura singular en estos años de expansión y
crecimiento
de la Nueva Canción Chilena pues animó la escena con composiciones agudas, criticas y
cargadas de ironía cuando integró el grupo Amerindios, aquí representado con el tema
El barco de papel. Entre otras composiciones de esta época se cuenta el tema Los
vietnamitas que además hace patente que estos interpretes y compositores no sólo
estaban atentos a la realidad chilena y americana sino a lo que sucedía con las causas de
izquierdas en todo el mundo. También dedicaran temas a Vietnam Víctor Jara, Rolando
Alarcón y Quilapayún entre otros. Ya en el exilio Numhauser compuso una de las
canciones más exitosas de esta etapa del declinar de la Nueva Canción Chilena, que ha
sido interpretada por varios artistas. Se trata de Todo Cambia aquí presentada por otro
grupo integrado por este compositor, el conjunto Somos.
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industria discográfica de esos años. Se trata de un ejemplo cabal de los temas de la
corriente que da origen a esta antología pues Jara toma un tema de vida cotidiana del
mundo popular y lo convierte en una hermosa canción en la que hay una mirada reflexiva
sobre la existencia ordinaria, marcada por la conciencia de las dificultades propias de
todas las vidas. A medida que transcurrían los años sesenta el compromiso político y
social de Víctor Jara se va haciendo cada vez más claro y así sus creaciones de tradición
campesina van adquiriendo un tono más denunciador, más crítico y comprometido.
Canciones como El arado son representativas de esta evolución dejando luego paso a
temas más claramente políticos como su notable canción dedicada al Che Guevara El
aparecido o temas de contingencia como Preguntas por Puerto Montt, exitosas
adaptaciones temas de Daniel Vigletti como A desalambrar o A Camilo Torres, o de
carácter programático como El derecho a vivir en paz, A Luis Emilio Recabarren, y
Manifiesto, además de hermosas canciones de amor como Te recuerdo Amanda, Paloma
quiero contarte o el hermosísimo Cuando voy al trabajo. El caso de Te recuerdo
Amanda es significativo pues combina la canción de amor con la temática social de los
años sesenta, convirtiéndose rápidamente en uno de los temas mas famosos de su autor.
En 1969 Víctor Jara ganó el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena organizado,
entre otras instituciones, por la Vicerrectoría de Comunicaciones de la Pontificia
Universidad Católica con uno de sus canciones más representativas: Plegaria a un
labrador. Se trata de un tema que representa muy claramente el espíritu de la corriente
pues con un sujeto popular tradicional, el labrador, Jara plantea una oración demandando
justicia y cambio, utilizando un lenguaje textual y musical de enorme potencia. Después
de la elección de Allende Jara realiza una activa colaboración con el gobierno estimulando
los trabajos voluntarios y denunciando actitudes de la oposición como sucede con su vals
El desabastecimiento. Sin embargo su proyecto más importante de esos años fue la
grabación del álbum La población, intento de hacer una historia de la población Erminda
de la Victoria, contando en la preparación de él con la colaboración del dramaturgo
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Alejandro Sieveking en la escritura de los textos que son obra de ambos. De esta
producción se ha destaca la polca El hombre es un creador que representa con claridad
los más altos valores de la corriente y muestra el optimismo y confianza en los sectores
populares con que Jara miraba el futuro. El día 11 de Septiembre Víctor Jara se
encontraba en la Universidad Técnica del Estado donde fue capturado por efectivos
militares y llevado al estadio Chile donde fue asesinado pocos días más tarde. Con Víctor
Jara desapareció uno de los más importantes y significativos representantes del Cantar
Popular y una figura mayor de la Nueva Canción Chilena.
Hemos dejado para una sección especial el aporte de quienes probablemente mejor
representan el esplendor de la Nueva Canción Chilena que promovía la reflexión sobre la
sociedad chilena, sobre la identidad nacional y sus tradiciones y la voluntad de promover
el cambio conservando las raíces de lo propio. Nos referimos a los grupos Quilapayún e
Inti Illimani, además de Víctor Jara que colaboró con ambas agrupaciones. Quilapayún
constituye un caso excepcional por la capacidad de crear y difundir no sólo música y
canciones sino una propuesta estética más compleja y una visión de sociedad que, con la
intensidad característica de sus integrantes, trasmitieron a un país expectante sobre las
posibilidades de transformar de vida entera de la sociedad. Quilapayún será desde sus
orígenes un grupo comprometido social y políticamente con la izquierda y harán de esta
identificación uno de los rasgos distintivos del conjunto. La experiencia de cantar y hacer
música instrumental, que incorpora la música andina y sus instrumentos de modo
sistemático, de realizar giras y establecer contacto directo con el publico los llevará a
desarrollar un innovador estilo escénico, etapa en la que contaran con la muy valiosa
asesoría de Víctor Jara, autor al que a su vez acompañan en varias producciones
musicales. Su amplia producción incluye obras y temas muy relevantes destacando por su
originalidad y significado la Cantata Popular Santa Maria de Iquique que compusiera Luis
Advis para el grupo en 1969. De entre el rico repertorio del grupo Quilapayún se han
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elegido aquellos temas que adquirieron rápidamente una significación social vigorosa, sea
por invitar al auditor a unirse al canto, sea por tener además vínculos con el canto de
coplas que permitían una actualización de estrofas. Así sucede con la canción La batea
que sirvió como instrumento de formación y difusión política en los años que van desde
1968 hasta después del golpe, resultando muy memorable la versión de este tema
realizada en el exilio con coplas dedicadas a la Junta Militar chilena de 1974. La
muralla, con texto del poeta cubano Nicolás Guillen es no solo una forma de adhesión a
este país comprometido con la revolución socialista sino también una composición con un
carácter lúdico que la hizo de inmediato atractiva. Quilapayún desempeñó un papel muy
activo en el campo de la música política de los años de la campaña de Allende en 1970,
grabando el himno Venceremos, de Sergio Ortega y Claudio Iturra, y luego una serie de
temas entre los que figuran numerosas composiciones de carácter contingente,
sosteniendo al gobierno de la Unidad Popular y atacando con ironía y sarcasmo a los
opositores de Allende y su administración. Promotores de la formación de los jóvenes con
otros grupos y con un vínculo con la formación política, Quilapayún se transformó ya en
los años del gobierno popular en un conjunto de exportación y el golpe los encontró
fuera de Chile. Fueron ellos, Quilapayún junto a Sergio Ortega, quienes compusieron la
primera gran canción del exilio, inicio de la etapa de transformación de lo que fue la
Nueva Canción Chilena. El tema El pueblo unido jamás será vencido de mediados de
1973, se convertirá desde 1974 en emblema de una mirada sobre Chile y de canción
profética en su dimensión de denuncia y anuncio.
Inti Illimani, conjunto creado en 1967, fue el otro gran interprete de la Nueva Canción
Chilena que, al igual que Quilapayún, tiene una obra discográfica considerable y que se
ha mantenido activo por muchos años. Inti Illimani se interesó desde sus orígenes por la
música de la Nueva Canción Chilena y por la música andina y así lo reflejan sus álbumes
iniciales, en los que se incorporó además música de otros países de Latinoamérica. Entre
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sus interpretaciones destacan algunos temas de carácter instrumental, en los que
consolidaron la practica de incluir instrumentos de tradiciones diferentes de la campesina
chilena adquiriendo con esto un colorido muy particular que será un rasgo distintivo del
grupo. En esta antología, de entre la muy amplia producción del conjunto, se ha
seleccionado el tema El canelazo que representa bien la apertura hacia otras músicas de
América (Ecuador) que realizaron estos conjuntos representativos de la Nueva Canción
Chilena que dialogó con la creación del todo el continente. Como sucediera con
Quilapayún también Inti Illimani adquirió un progresivo compromiso político que los llevó
a asumir en torno al año 1970 un papel destacado en la campaña de Allende y a grabar
luego el disco Canto del Programa, en el que a través de composiciones de diversos
ritmos tradicionales como la cueca, la sajuriana, el rin y otros se comentaba el programa
de gobierno de la Unidad Popular. Especialmente significativa como reflejo de este
compromiso político social de Inti Illimani es el tema La segunda Independencia, pues en
él se subraya la ocasión única que se veía en la elección de 1970 para cambiar
radicalmente la vida de Chile. Uno de los aspectos en los que Inti Illimani realiza una
importante contribución, como por lo demás también otros conjuntos de la Nueva
Canción Chilena, es en el de la música instrumental en el que emplean un lenguaje muy
característico impregnado de elementos propios de la identidad latinoamericana, con la
incorporación de instrumentos y formas de tocar que se vinculan con el mundo de la
cultura popular tradicional del continente entero. En esta antología se ha elegido un tema
de Víctor Jara titulado Charagua, una de las más bellas creaciones de todo el periodo en
el ámbito de la música instrumental, devenido en clásico del movimiento. Este conjunto
desarrolló una intensa actividad en el exilio promoviendo la música popular chilena, en
especial la música andina, y manteniendo vivo el espíritu de la Nueva Canción Chilena
fuera de las fronteras de este país. Muy significativa fue la colaboración que Horacio
Salinas y Patricio Manns iniciaron hacia finales de la década de 1970, con la que se cierra
la estación principal de la Nueva Canción Chilena. De hecho consideramos que el
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movimiento se agota en este punto al extinguirse las condiciones que hicieron posible en
Chile este lenguaje fundado en la cultura popular que apuntó al compromiso social y
político buscando un cambio radical de la vida nacional. Desde el golpe de Estado de
1973 la Nueva Canción Chilena salió al exilio y durante algunos años mantuvo las
características que había tenido en sus orígenes como expresión de denuncia
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Maestranzas en la noche y Vuelta y vuelta- tienen con los ejes de la corriente y en
particular con algunos de sus representantes. Congreso por otra parte ha tenido una
existencia larga pues desde sus orígenes en los últimos años sesenta sigue existiendo
hasta hoy.
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guarda relación con la línea central, esta vez mas por las formas de expresión y la
instrumentación ocupadas en la producción, es Illapu. Promotores de la música andina
y de la preservación de un tipo de memoria popular este grupo realizó grabaciones de las
formas más tradicionales del norte de Chile y el amplio espacio andino. El tema
Candombe para José fue uno de los grandes éxitos del conjunto y que luego adquirió,
en los años del exilio, un emotivo significado para quienes se vieron forzados a dejar el
país, convirtiéndose en una suerte de himno de ese otro Chile.
Todo el esfuerzo de la Nueva Canción Chilena y su impacto en la sociedad chilena no se
puede comprender sin contar con la industria discográfica que en los años sesenta y
hasta el golpe de estado de 1973 tiene una importante actividad. Sellos como Demon,
Arena y sobretodo la Discoteca del Cantar Popular, Dicap, fueron muy importantes para
popularizar este sentir y este modo de expresar tan característico de una corriente rica
en producción como es la Nueva Canción Chilena. Por último una mención a dos
compositores que hicieron fundamentales contribuciones para la corriente: Luis Advis y
Sergio Ortega. El primero fue el compositor de la Cantata Popular Santa María de Iquique
y de la producción Canto para una semilla , sobre textos de Violeta Parra, entre otras
creaciones relevantes entre las que se cuenta el Canto del Programa donde trabaja junto
a Sergio Ortega. Este último fue creador de numerosos temas y trabajó durante años en
la versión operática del Fulgor y muerte de Joaquín Murieta con texto de Pablo Neruda.
En la contribución de estos dos compositores se hace manifiesto un elemento típico de la
búsqueda de la Nueva Canción Chilena que apela a todas las tradiciones y lenguajes que
permitan dar expresión a las urgencias del presente y para la construcción del futuro.
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temas puede ser un instrumento para la mejor comprensión de nuestro pasado común y
una invitación a explorar un mundo de sonidos y palabras que constituye uno de los
patrimonios importantes de la cultura popular chilena del siglo XX.
Claudio Rolle
Programa de Estudios Histórico Musicológicos
Pontificia Universidad Católica de Chile
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