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GUÍA DE MUSICA

Fecha: 12-04-2019

Objetivo: apreciar el rol de la música en la sociedad a partir del repertorio trabajado, respetando la
diversidad y riqueza de los contextos socioculturales.

Música folclórica de Chile


La música folclórica de Chile se caracteriza por la mezcla de sonidos tradicionales aborígenes con aquellos
traídos desde España. La cueca, danza nacional desde 1979,1 es un buen ejemplo de ello: tiene
características propias dependiendo de la zona del país en que se representa.

El folclore2 más tradicional ha sido ejecutado a través del tiempo por diversos artistas, destacando algunos
como Margot Loyola, Nicanor Molinare y conjuntos como Los de Ramón y Los Huasos Quincheros. Desde
principios de los años 1960, con el llamado Neofolklore,3 y sobre todo durante los años 1970, con la llamada
Nueva Canción Chilena,4 se produjo un resurgimiento de la música de raíz folclórica, con artistas que
investigaron los orígenes musicales de su país y compusieron e interpretaron sus propios temas inspirados en
estas investigaciones. De este movimiento destacan músicos como Víctor Jara, Patricio Manns, Violeta
Parra y grupos como Illapu, Inti-Illimani, Los Jaivas y Quilapayún. También se han encargado de difundir y
mantener vivo el acervo musical chileno distintos grupos de danza, como el Bafona (Ballet Folclórico
Nacional, 1965)5 y el Bafochi (Ballet Folclórico de Chile, 1987).6

Clasificación
Dada su geografía y su no menos singular historia, Chile muestra en el folclor una rica diversidad musical
que hace difícil y hasta controvertida su sistematización. Una posibilidad es considerar el punto de vista del
enfrentamiento del fenómeno folclórico, en cuyo caso se podrían distinguir:

 La música aborigen
 La música criolla.
 La música de investigación folclórican 4

Pionero del nacionalismo musical en Chile


Pedro Humberto Allende es la figura más sobresaliente de los músicos nacionalistas chilenos de las primeras
décadas del siglo XX. Desde sus inicios como compositor, Allende sintió un profundo interés por el folclor
musical chileno e indígena, particularmente mapuche. Para estudiar y recoger ejemplos de esta música,
Allende visitó Nueva Imperial, Boroa y Lepe e incluso, luego de arduas negociaciones, consiguió que un
grupo de músicos mapuche se trasladara a Santiago para registrar una colección de cantos y danzas (Claro,
Samuel. Historia de la música en Chile, p. 138). En esta veta de investigador, participó en 1928 en el I
Congreso Internacional de Artes Populares, en Praga, donde se le encargó crear una bibliografía científica de
los cantos populares del mundo.

Allende es considerado como el músico chileno que más lejos llegó en el intento de interpretar
musicalmente el paisaje cultural chileno. Su música integra y recrea elementos de la vida cotidiana del Chile
criollo a través del colorido instrumental, con gran destreza en la orquestación y una efectiva capacidad de
evocación del material vernáculo. Ello gracias a los dulces timbres y citas musicales que se aprecian en
piezas como Escenas Campesinas (1913), una de sus obras maestras. Otra de sus obras cumbres en este
registro son las Doce tonadas de carácter popular chileno, escritas para piano entre 1918 y 1922. Estas
tonadas, consideradas un paradigma de la música chilena, dieron cuenta de la incorporación de este género
en la música de concierto y, de este modo, del inicio del proceso de urbanización de las músicas de raíz
folclórica, otrora practicadas únicamente en las zonas rurales de Chile.

Música típica
A representación urbana de la música campesina, que se dio a partir de la década de 1920, se conoce como
música típica. Nació por la necesidad y el afán de llevar el folclor de la zona central a los contextos del
espectáculo en la ciudad: a las radios, a las boites y a los restaurantes. Esta estilización del cancionero,
principalmente de tonadas, fue el eje central de una naciente industria discográfica en los años ’30 y quedó
en manos de una serie de grupos formados por profesionales, muchas veces sin oficio musical, que tomaron
el repertorio del campo chileno para luego depurarlo en cuanto a sonido y a puesta en escena. Los cuartetos
de huasos fueron clave en esta línea, que no tardó en abrirse a la solista femenina estelar y a un cancionero
de nuevos autores urbanos. La penetración popular de esos temas –mayoritariamente de la década del ‘40 y
’50, que luego fue desplazada por la proyección folclórica en los ‘60- los convirtieron en clásicos de la
canción chilena y hasta hoy esta música típica, lírica, romántica y patriótica, es considerada un emblema de
la chilenidad.

Osmán Pérez Freire: Osmán Pérez Freire es un fundador. Ya en los albores del siglo XX fue el primer
autor de alcance internacional en la historia de la música chilena, con una canción que hoy es patrimonio mundial y
cuyo título va indisolublemente unido al nombre de su autor: el ‘‘¡Ay! ¡ay! ¡ay!’’ de Osmán Pérez Freire.

Luis Aguirre Pinto


El verso "En el río Calle-Calle se está bañando la luna" es la presentación absoluta de Luis Aguirre Pinto,
cuyas dos canciones más importantes son las tonadas "Camino agreste" (1950) y "Camino de luna" (1958), a
la que pertenece esa letra dedicada a las ciudades sureñas de Corral y Valdivia. Violinista en sus inicios y
con presencia en espacios musicales de la belle époque capitalina como salones de té, hoteles y auditorios
radiales, su paso a la composición lo llevó a incursionar en una amplia panorámica de ritmos, boleros,
valses, tonadas y fantasías sinfónicas. Ello le significó entregar una gran cantidad de piezas al primer
cancionero popular chileno y de paso ser considerado "el sucesor de Osmán Pérez Freire".

Raúl Correa
Reconocido como empresario gastronómico con esporádicas apariciones en televisión, Raúl Correa decidió
mostrar públicamente sus dotes musicales cuando en el año 2008 publicó un disco de cuecas cantadas,
guitarreadas y compuestas por él mismo. Pa’ chuparse los bigotes sorprendió a sus comensales, pero Correa
aseguró que era el corolario natural a una vida cercana a la música campesina y el Valle Central. «Hace
muchos años que canto, pero en ambientes familiares y de amigos. Soy colchagüino y curicano, por lo que
desde niño bailo la cueca y conozco de las tradiciones y del folclor. Me encanta», aseguró al presentarlo. Pa’
chuparse los bigotes tenía un único eje conceptual, cual era, como podría esperarse, el de las cuecas
«gastronómicas», como el propio autor las definió. Canciones dedicadas a sus amigos chefs (“Donde
Augusto en el mercado”), a platos típicos (“Si querís comer humitas”, “Curanto en Calbuco”) y a tradiciones
(“El tren del vino”) poblaban un disco para escuchar sin hambre. En la producción y arreglos, Correa fue
asesorado por Jorge Soto, fundador de Sol y Medianoche).
Osmán Pérez Freire
Osmán Pérez Freire es un fundador. Ya en los albores del siglo XX fue el primer autor de alcance
internacional en la historia de la música chilena, con una canción que hoy es patrimonio mundial y cuyo
título va indisolublemente unido al nombre de su autor: el ‘‘¡Ay! ¡ay! ¡ay!’’ de Osmán Pérez Freire.

Jaime Atria
Jaime Atria es un activo autor de tonadas, valses, cuecas y canciones festivaleras con gran presencia en la
industria del folclor de masas y la música típica, además de el responsable de una de las piezas más
representativas de la identidad chilena del siglo XX. Ese himno canción nacional comienza con el trallazo
cuequero de “Déjame que te llame / la consentida”, y se llama, justamente, "La consentida", obra que le
significó a Atria un espacio entre los grandes autores de canciones chilenas de todos los tiempos.

Chito Faró
Autor de "Si vas para Chile", Chito Faró tiene una vida marcada por dos rasgos tan conocidos como
paradójicos: es el hombre que escribió la más famosa canción de todos los tiempos dedicada a Chile y murió
en medio de la pobreza y el abandono después de una vida dedicada a la música popular.

Los Hermanos Lagos


Los Hermanos Lagos son un trío que desde fines de la década de 1940 marcó una importante etapa en la
vida radial, discográfica e incluso cinematográfica de nuestro país. Son los intérpretes de las versiones más
populares de las cuecas "El guatón Loyola" y "Adiós Santiago querido", y cuentan en su repertorio con los
más variados registros de música tanto nacional como latinoamericana.

Los Huasos Quincheros


Los Quincheros representan la expresión viva y activa de la tradición de los grupos de huasos inaugurada en
Chile en la década del '20. Un grupo de profesionales vestidos como huasos patronales, intérpretes de un
repertorio campesino elegantemente arreglado con voces y guitarras, conforman este modelo musical;
creado por conjuntos como Los Cuatro Huasos o Los Huasos de Chincolco, y que, a la larga, ha llegado a
ser el emblema de un tipo de folclor chileno. A pesar de que la génesis de estos conjuntos tuvo poco o nada
que ver con el campo, hoy día nadie pone en duda el lugar fundamental que ocupan en la música tradicional,
y los ochenta años de actividad regular de Los Quincheros lo confirman.

Silvia Infantas
Silvia Infantas es la última gran figura de la música folclórica típica que imperó en Chile por más de cuatro
décadas y que, desde Los Cuatro Huasos en los años '30 hasta Los Huasos Quincheros aún activos, se basa
en la tonada como símbolo de chilenidad. Silvia Infantas y los Baqueanos y Silvia Infantas y los Cóndores
fueron los grupos que la cantante encabezó en los '50 y '60, con hitos como el vals ‘‘La batelera’’ y la
universal canción de Vicente Bianchi y Pablo Neruda ‘‘Tonadas de Manuel Rodríguez’’.

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