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DOSSIER

Hace 450 años, el


emperador Carlos V
reconoció a Juan de
Austria como hijo natural.
El hermano bastardo de
Felipe II se reveló como
un formidable genio
militar frente a los
moriscos en las Alpujarras,
a los turcos en Lepanto y
a los protestantes en los
Países Bajos. Sus éxitos le
convirtieron ya en vida en
un personaje legendario,
DON JUAN cuyo magnetismo se
mantiene. Cuatro
DE AUSTRIA especialistas presentan al
hombre, analizan sus
el último héroe hechos de armas y
del Imperio explican la forja
y la fortuna de su mito

Don Juan de Austria, por Alonso Sánchez Coello (Madrid,


Monasterio de El Escorial).

56. El mito del buen 58. Las servidumbres 64. Pruebas de fuego 70. Personaje
vasallo del éxito Antonio Fernández de leyenda
Ricardo García Cárcel Carlos Blanco Fernández Luzón Josep Palau Orta

55
Última entrevista de Juan de Austria y Felipe II,
por José Villegas, Las Arenas, col. particular.

El mito
del buen VASALLO
Como el Cid frente a Alfonso VI, antes, o Juan
Q
uién de mi generación no re-
cuerda a Jaime Blanch ha-
José de Austria y Carlos II, después, las relaciones ciendo de Jeromín, en aquella
película que contaba las peri-
entre Felipe II y su hermano bastardo Don Juan pecias infantiles de Juan de Austria, so-
bre un guión apoyado en la inefable obra
de Austria entraron en un molde imaginario del padre Coloma? Don Juan de Austria
ha sido un personaje apasionante. Por lo
popular que, para explicarse la decadencia, que fue: el héroe militar de la Guerra de
las Alpujarras, de la Batalla de Lepanto,
contraponía la figura del buen vasallo a la del mal
RICARDO GARCÍA CÁRCEL es catedrático
señor. Ricardo García Cárcel lo estudia de Historia Moderna, U. A. Barcelona.

56
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

de Austria fue, en definitiva, el último hé-


roe feliz de un Imperio español próximo
a su canto de cisne agónico.
Pero héroes, tuvo muchos el Imperio,
algunos más eficaces aunque menos me-
diáticos que Don Juan. Lo que ha pro-
piciado la enorme literatura sobre su per-
sona ha sido más lo que pudo ser que lo
que fue. El imaginario español ha sido
pródigo en alter-egos. Primero, fue la
contraposición del buen vasallo al señor
que no está a la altura. El ejemplo pa-
radigmático fue el Cid y Alfonso VI, o
Gonzalo Fernández de Córdoba y el Rey
Católico, o Hernán Cortés y Carlos V.
Después, la contraposición se sitúa en el
propio ámbito cortesano. Y así surge la
dualidad de Juan de Austria y Felipe II,
que a fines del siglo XVII se reprodujo
en las figuras de Juan José de Austria y
Carlos II, o Felipe V y el archiduque Car-
los. El imaginario siempre ha tendido a
construir “otras” alternativas a la insatis-
factoria realidad del poder vigente,
acompañándolo de las subsiguientes hi-
pótesis contrafactuales: “Si no hubiera...”,
y desde esta percepción negativa tan
nuestra que nos hace pensar que lo otro
siempre hubiera sido mejor.

Morbo y realidad
Juan de Austria ya fue promocionado en
vida como sueño alternativo de muchos
españoles. Las relaciones conflictivas de
los hermanastros quizá sean más el fru-
to del morbo imaginativo que no de la
realidad. Van der Hammen y Porreño,
biógrafos de Felipe II, lo fueron también
de la revuelta de Flandes. Moriscos, tur- integracionistas y postalaverianos; se lle- de Juan de Austria, homologándoles a
cos, protestantes, los enemigos de la mo- na de gloria en la victoria de Lepanto ambos cual si se tratara de una reedición
narquía española, y hasta de la civiliza- frente a los turcos, demostrando la te- del “tanto monta”. La exaltación de Juan
ción católica, llenaron la combativa vida nacidad de la tan discutida conexión mo- de Austria tuvo su máximo esplendor en
de Don Juan de Austria, dándole un sen- riscos-turcos; y se enmohece luchando el Romanticismo. Ha habido que espe-
tido épico a aquellos, tan cortos como en Flandes contra el enemigo imposible: rar al siglo XX para que se revisaran y
intensos, treinta y dos años de vida. el protestantismo. Su fracaso final fue el devaluaran algunos de sus perfiles mí-
La vida de Don Juan de Austria mar- eje sobre el que giró, a posteriori, la po- ticos. Pero incluso en la reciente biogra-
ca la inflexión de la política de su her- lítica de Felipe II: impermeabilización, fía de Bennassar no faltan los testimo-
manastro, el rey Felipe II, desde el ca- recelo y desconfianza general, integris- nios de fascinación hacia un personaje
duco erasmismo y las expectativas libe- mo ideológico. Don Juan de Austria sig- que reunió todos los ingredientes en su
rales de los primeros años de gobierno nificó la apuesta política por una Espa- vida personal (hijo natural, secreto, amo-
del padre de ambos, Carlos V, hacia el ña imperial, que creía que podía y debía res múltiples que simbolizan la culmi-
integrismo feroz por el que se desliza Fe- mantener a salvo las fronteras de cris- nación del amor cortés) y en su proyec-
lipe II, desde los años ochenta del si- tiandad (frente a los turcos y moriscos) ción político-militar de caballero victo-
glo XVI. Don Juan de Austria fue el sím- y de catolicidad (frente a los protestan- rioso, para convertirse en mito.
bolo más expresivo del cambio de co- tes). Nada fue igual a su muerte: el fan- En este dossier se intenta descender
yuntura. Aparece políticamente a la tasma de la decadencia persiguió inexo- del mito al hombre, del héroe mediáti-
sombra de los autos de fe de 1559; re- rablemente al rey Felipe II, convirtién- co al personaje histórico, planteando to-
prime militarmente la revuelta morisca, dolo en el patético protagonista de los dos los interrogantes que la agitada vi-
enterrando definitivamente los sueños cuadros de Pantoja de la Cruz. Don Juan da de Juan de Austria sugiere. ■

57
Las servidumbres del

ÉXITO
Encumbrado por su hermanastro Felipe II, que le reveló el secreto
de su origen, Don Juan de Austria hizo una fulgurante carrera militar
que, paradójicamente, le acabó alejando del desconfiado monarca español.
Carlos Blanco narra la novelesca vida del bastardo del Emperador

E
n la primavera de 1579, una pe-
queña comitiva organizada por Carlos V, padre de
Felipe II viajó de incógnito des- Felipe II y Don Juan
de Austria, enviudó
de la ciudad belga de Namur en 1539 y no se
hasta el recién levantado monasterio de volvió a casar, pero
San Lorenzo de El Escorial. Ese viaje, pa- tuvo varios hijos
ra el cual se atravesó excepcionalmente naturales (retrato
el reino de Francia con el beneplácito de de Tiziano, Madrid,
la monarquía de los Valois, en realidad Museo del Prado).
camuflaba un esfuerzo piadoso del pro-
pio Rey Prudente: se trataba de un cor-
tejo fúnebre encargado de transportar los
restos de Don Juan de Austria, hermano
del monarca, y darle sepultura entre los
suyos.
Esa actitud de Felipe II no fue más que
el producto de una relación condicio-
nada entre ambos a lo largo de sus vi-
das. Condicionada en primer lugar por
sus propios caracteres, pero marcada
también por el clima y por el ambiente
en el que desarrollaron su relación. Y es
que, a pesar de ser hijos de un mismo
padre, de compartir una misma sangre,
los juegos del poder y los guiños de la
fortuna fomentaron el distanciamiento
entre los dos hermanos.
Carlos V enviudó de Isabel de Portu-
gal en 1539 y nunca más volvió a con-
traer matrimonio. A pesar de ello, la nó-
mina de amantes y de hijos naturales
no cesó. De todas esas relaciones, la
que ha suscitado una mayor atención

CARLOS BLANCO FERNÁNDEZ es profesor


de Historia Moderna, U. A. Barcelona.

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DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

y, por qué no, una mayor controversia


ha sido la que mantuvo con Bárbara
Blomberg. Esta mujer fue amante de
Carlos V cuando éste se encontraba
combatiendo contra los príncipes pro-
testantes alemanes agrupados en la Li-
ga de Smalkalda. Fruto de esa relación,
en 1547, nació Don Juan de Austria en
Ratisbona. ¿Quién fue esa mujer?

Bella y misteriosa madre


Los primeros biógrafos de Don Juan
creían que, tras ese nombre, se ocultaba
alguna hija de la nobleza germana. Pero
poco después esa percepción mudó ha-
cia la consideración de que se trataba de
la hija de algún burgués de esa ciudad
alemana, una imagen que contrasta, pre-
cisamente, con las tesis más recientes
que la vinculan con el mundo de la pros-
titución. Los únicos elementos en los que
coinciden todos los biógrafos de Don
Juan de Austria es en destacar tanto la
belleza física de esa mujer, así como
la exaltación de sus dotes artísticas. Pe-
ro los testimonios acerca de su imagen
y su voz no constituyen de por sí indi-
cios suficientes como para identificarla
como una meretriz. Lo que refuerza esa
imagen son, precisamente, los hechos
que acontecieron tras el alumbramien-
to de Don Juan.
Nada más nacer, el niño fue separa-
do de su madre por orden del propio
Carlos V. Bautizado como Jerónimo, pa-
só los primeros años de su vida al cui-
dado de un músico de la Corte, llamado
Francisco Massy, y de su mujer, que se
instalaron en la villa de Leganés. Poste-
riormente, en el verano de 1554, don
Luis de Quijada, hombre de confianza
del Emperador, se hizo cargo de la tu-
tela del niño, junto con su esposa Mag-
dalena de Ulloa, en sus dominios de Vi-
llagarcía de Campos, lejos de cualquier
amenaza que pudiera relacionar al ni-
ño con el César.
Pero el silencio de la existencia del
niño también afectó a la persona de
Bárbara Blomberg. Al poco tiempo
de dar a luz a Don Juan, se le arregló
un matrimonio con un oficial del ejér-
cito imperial, con el que posterior-
mente tuvo dos hijos. A los pocos años,
ya viuda, la Corona le otorgó una pen-
sión vitalicia, con objeto de mantener Retrato de juventud de Don Juan de
su silencio. Con todo, Carlos V no de- Austria, por Alonso Sánchez Coello
bía confiar mucho en ella, puesto que (México D. F., col. particular).
ordenó que fuera permanentemente

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EL CÍRCULO ÍNTIMO vigilada. Lo mismo hizo Felipe II a par- Felipe II hizo lo que no había hecho
tir de 1559, cuando conoció el secreto su padre en vida. No sólo reconoció a
Don Carlos de Austria de su padre. Los informes que llegaban aquel niño rubio, de ojos azules y blan-
Valladolid, 1545-Madrid, 1568 sobre ella no eran demasiado halagüe- co de piel como hermano suyo, sino
Hijo de Felipe II y María de Portugal, el ños: problemas económicos, descontrol que además lo integró dentro de la fa-
compañero de juegos de Don Juan era en- de los gastos, sospechosas amistades milia real, con casa y rentas propias, y
fermizo y desequilibrado. con diferentes hombres y una relación le cambió el nombre por el de Don
Compartía con su padre
muy estrecha con la propietaria de una Juan. Su primer acto público como hi-
el desafecto mutuo. Qui-
so que Felipe II le hiciera mancebía de Amberes provocaron que jo de Carlos V y hermano del monarca
gobernador de los Países Felipe II ordenase su traslado a la Pe- fue durante la jura como Príncipe de As-
Bajos y al no lograrlo tra- nínsula, donde habitó en diversos lu- turias de su sobrino Don Carlos, en la
tó de huir. Cuando el Rey gares, hasta su muerte en Colindres en Catedral de Toledo, en 1560.
lo supo, lo hizo encerrar el año 1598. Se podría decir que los primeros años
en el Alcázar de Madrid, de Don Juan en la Corte fueron relati-
donde murió siete meses
después.
La familia crece vamente felices. Muy pronto formó ca-
La abdicación de Carlos V y su decisión marilla con su sobrino Don Carlos y con
de retirarse al monasterio jerónimo de Alejandro Farnesio, hijo de Margarita de
Isabel de Valois
Fontainebleau, 1546-Madrid, 1568 Yuste afectó de lleno a la vida de Jero- Parma. Poco tiempo más tarde se les
Hija de Enrique II de Francia y de Catalina mín. La llegada del César a Castilla sig- unió la nueva esposa de Felipe II, Isa-
de Médicis, fue la tercera esposa de Feli- nificó el regreso de don Luis de Quija- bel de Valois. No hemos de obviar que
pe II, tras haber sido antes destinada a da al servicio del monarca. Jeromín, que todos ellos tenían más o menos la mis-
Carlos, el heredero español. Al parecer, és- durante su estancia extremeña sirvió de ma edad.
te estaba enamorado de paje al Emperador, nunca llegó a imagi- Desde su nacimiento en condición de
ella y Felipe II llegó a
nar que era su hijo. El secreto se logró ilegítimo, y siguiendo con la tradición
prohibir que la viera. Por
razones de edad, era mantener hasta la muerte del propio Car- de la casa real hispana, Don Juan esta-
también del círculo de los, a pesar de que aún en vida se espe- ba destinado a ocupar algún alto cargo
confianza de Don Juan culaba en la Corte con la presencia de un dentro de la jerarquía eclesiástica. De
de Austria. Murió en su niño que podría ser su hijo. Todos los in- hecho, recibió una sólida formación in-
tercer parto, tras dar dos
hijas al Rey, las infantas
Isabel Clara Eugenia y
Felipe II reveló a Don Juan su verdadera
Catalina Micaela. identidad a su regreso de los Países
Alejandro Farnesio Bajos, en 1559, durante una cacería
Roma, 1545-Arras, 1592
Era hijo de Margarita de Parma, que a su dicios apuntaban a Jeromín, debido a su telectual, con estancia incluida en Al-
vez era también hija natural de Carlos V. más que evidente aspecto centroeuropeo. calá, en compañía de Don Carlos y de
Se casó con la princesa María de Portugal. Tras la muerte de Carlos V, los rumores Alejandro Farnesio.
Luchó en la Batalla de siguieron llegando incluso a oídos de la Pero a pesar de esa tradición, su afi-
Lepanto junto a Don infanta doña Juana, en aquel momento ción por las armas fue temprana. Su ori-
Juan, quien después re-
clamó su presencia en
Regente de Castilla por ausencia de Fe- gen se remonta ya a los tiempos en los
los Países Bajos, donde lipe II, quien obtuvo de boca del pro- que vivió en casa de don Luis de Qui-
hizo una brillante cam- pio don Luis de Quijada la confirmación jada, en Villagarcía de Campos. Uno de
paña. Antes de morir, del secreto. los primeros indicios de esa afición por
Don Juan le nombró go- La revelación fue limitada sólo al el mundo de lo militar fue el episodio
bernador y Felipe II le círculo más íntimo de la infanta, ya que de su huida de la Corte para sumarse a
confirmó en el puesto.
se debía esperar al regreso de Felipe II la expedición militar que tenía como
para informarle y que él, como cabeza objetivo socorrer la isla de Malta del
Luis de Requesens de los Habsburgos hispanos, tomase la asedio turco. Ante la negativa de Feli-
Barcelona, 1528-Bruselas, 1576
decisión oportuna. Al poco de llegar de pe II para que Don Juan se uniese a la
Lugarteniente general de Don Juan de Aus-
tria y consejero privado los Países Bajos, Felipe II asistió al co- expedición, éste consideró que la úni-
de Felipe II, participó en nocidísimo auto de fe de Valladolid ca forma de hacerlo pasaba por huir de
la campaña de Las Alpu- (1559), que sirvió de macabro marco pa- incógnito de la Corte y presentarse en
jarras y en la Batalla de ra que el monarca conociese visual- la Ciudad Condal. Desobedeciendo a
Lepanto. Sucedió al du- mente a su hermano. La revelación a Je- su hermano, y lo que es peor al Rey,
que de Alba como gober- romín no ocurrió hasta unas jornadas Don Juan tomó rumbo a Barcelona,
nador de los Países Ba-
jos, en 1573, y adoptó
más tarde, cuando en el transcurso de perseguido por los agentes de Felipe II
una política moderada y una cacería, cerca de los dominios de los hasta las mismas puertas del Reino de
conciliadora que, final- Quijada en Villagarcía, el propio mo- Aragón. Cuando Don Juan llegó a Bar-
mente, fracasó. narca le informó sobre su identidad. celona, para fortuna de su hermanastro,

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LAS SERVIDUMBRES DEL ÉXITO
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

Presentación de Don Juan de Austria a Carlos V en Yuste, por Rosales (1869). Jeromín no sabía entonces que era su padre (Madrid, M. Prado).

la flota ya había partido, por lo que hu- de Malta y de las Alpujarras. Las costas esa maquinaria bélica. Un segundo mo-
bo de volver a Madrid y a la autoridad meridionales europeas se veían conti- tivo de desconfianza por parte de los
de Felipe. nuamente expuestas a los ataques de la aliados italianos fue la propia persona-
A pesar de su actuación, Felipe II aca- flota turca y de los barcos piratas de ori- lidad de Don Juan. A pesar de sus regios
bó por ceder ante las inclinaciones beli- gen norteafricano. La monarquía hispá- ascendentes, apenas contaba 23 ó 24
cistas de su hermanastro. El estallido de nica, el papado y la República de Vene- años, sin más experiencia militar que su
la revuelta morisca en el antiguo reino de cia acordaron la creación de la Liga San- mando granadino y algunas escaramu-
Granada y la pésima gestión inicial lle- ta en 1570, una flota conjunta que du- zas navales en las costas ibéricas. La du-
vada a cabo por el marqués de Los Vé- rante los siguientes tres años debía con- da de los aliados era evidente: ¿Sería ca-
lez propiciaron que Felipe II le pusiera al trarrestar y combatir la amenaza exterior. paz de manejar un arma tan poderosa?
frente de la maquinaria militar que debía ¿Podría actuar con independencia de la
acabar con la rebelión. A pesar de go- Coalición reticente voluntad de Felipe?
zar de un amplio poder, Don Juan se en- A pesar de ese compromiso, las rivali- Los hechos parecen indicar que tanto
contraba muy limitado. Apenas contaba dades internas afloraron a la hora de de- Roma como Venecia temieron el enorme
20 años de edad y ninguna experiencia signar a la persona que debía coordinar ascendente de Felipe II sobre la flota. La
en los campos de batalla, por lo que Fe- y dirigir ese proyecto. Desde Madrid, Fe- única forma de contrarrestar las manio-
lipe II le impuso un consejo militar que lipe II movió toda su maquinaria diplo- bras del Rey Prudente fue situar en el
revisase todas sus actuaciones. La com- mática para conseguir imponer en el Consejo Militar a sus mejores estrategas
posición de ese consejo da idea de la im- puesto a Don Juan, bajo el argumento de y políticos, como Sebastián Veniero por
portancia que dio el Rey Prudente a la re- que, siendo quien más aportaba, el de- parte de la República de Venecia y Mar-
belión alpujarreña, ya que incluyó a una recho de elección le correspondía. Los co Antonio Colonna, en representación
buena glosa de militares experimentados, restantes miembros de la coalición aca- de Pío V. El propio Felipe II pareció
como el duque de Sessa, don Luis de Re- taron el nombramiento con prudencia compartir los miedos de sus aliados en
quesens, Diego de Deza o el propio don y desconfianza. Por un lado, Don Juan lo referente a la inexperiencia de su her-
Luis de Quijada, quien pereció durante era miembro de la familia real hispana, manastro, por lo que recurrió a algunos
la campaña. lo que significaba una evidente identifi- hombres que ya integraron aquel con-
Victorioso de las jornadas alpujarreñas, cación de los intereses de Felipe II con sejo y que tan bien le había servido en
Don Juan comenzó a disfrutar de las mie- el proyecto colectivo pero, además de Las Alpujarras, como fue el caso de don
les del éxito. La amenaza musulmana se- eso, también mostraba los intereses del Luis de Requesens. Por otra parte, Feli-
guía presente, a pesar de los episodios monarca hispano por controlar y dirigir pe también recurrió a los servicios del

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Antonio Pérez, secretario de Felipe II, por
Alonso Sánchez Coello (Toledo, Fundación Antonio Pérez recibiendo a su familia después del tormento. El secretario real alejó a Felipe II
Casa Ducal de Medinaceli). de Don Juan (Vicente Borrás y Mompó, Museo del Prado, depositdao en la U. de Valladolid).

almirante genovés Andrea Doria, segu- Austria, como lo fue el decenio de 1568 puestos de confianza, tramaron toda
ramente uno de los mejores estrategas a 1578. Tras la muerte de Don Carlos una estrategia encaminada hacia sus
navales de su época y buen conocedor (1568) y durante las minorías de los in- provechos personales.
de los entresijos de la política italiana. fantes Diego y Felipe –este último nació El objetivo final de Felipe II era evitar
A pesar de las diferencias internas den- en 1578– los intereses políticos y per- la vuelta de Don Juan a la Corte. Se ha-
tro del Consejo, todo parece indicar que sonales de las diferentes facciones de la bía convertido en un personaje incómo-
su composición fue, al menos, un éxito Corte vieron en la relación entre los dos do y peligroso, o al menos así lo creía
parcial. No en vano, la experiencia y las hermanastros el instrumento perfecto el Rey Prudente, con la inefable ayuda de
órdenes de sus integrantes se impusieron para colmar sus ansias personales. Antonio Pérez y la princesa de Éboli. La
sobre algunas decisiones de Don Juan, El alejamiento de Don Juan de Madrid relación familiar había quedado total-
evitando así algunas tristes jornadas pa- y su retiro en Italia, así como el uso de mente subordinada a la relación política.
ra la Liga. Pero aun así, la fortuna hizo
acto de presencia el 7 de octubre de El último año de Juan de Austria fue un
1571. La flota turca se encontraba res-
guardada en el golfo de Lepanto. La épi- infierno de reveses militares y políticos,
ca de la jornada y la victoria cristiana fue-
ron ampliamente publicitadas por todo
desencantos personales y temor al Rey
el Occidente cristiano. Don Juan, como intermediarios para sus comunicaciones La presencia de Don Juan en Italia no
máximo responsable de la flota, pasó a personales, favorecieron un distancia- se redujo únicamente a los aspectos mi-
convertirse en un personaje mediático, miento recíproco. El punto crucial de la litares. El abandono de la Liga por par-
tanto entre los círculos más populares co- ruptura de relaciones entre ambos pue- te de Venecia y la continua reducción de
mo entre los cortesanos. de situarse sobre 1574. La salida de Ve- los presupuestos destinados a la flota
necia de la Liga y la reducción del pre- provocaron que ésta estuviera más tiem-
Una difícil relación supuesto destinado al mantenimiento po amarrada en puerto que en situación
La repercusión de la victoria sobre los de la flota por parte de Felipe II, como operativa. Fruto de esa coyuntura, la
turcos alimentó inmediatamente un dis- antesala a la bancarrota que se produjo presencia de Don Juan en las fiestas de
tanciamiento entre Felipe II y Don Juan al año siguiente, mermó la capacidad la nobleza italiana, especialmente la na-
de Austria. La nueva imagen aguerrida militar de Don Juan y la pérdida de pla- politana, fue en aumento.
y triunfante de Don Juan sobre el infiel, zas norteafricanas tan importantes co- Como consecuencia de esa agitada vi-
surgida tras Lepanto le legitimaba como mo Túnez o La Galera. Don Juan era mi- da social, Don Juan mantuvo varias re-
heredero de la imagen con que se re- litar y no un político. Nunca entendía laciones sentimentales. De sus amores
cordaba a Carlos V, contraponiéndose al las decisiones de su hermano. De ello con Diana Falangola, por ejemplo, nació
secretismo palaciego que representaba se aprovecharon tanto su secretario per- en 1573 una niña, a la que se le llamó
Felipe II. Todo ello aconteció en una sonal, Rafael Escobedo, como el secre- Juana. Previamente, ya tenía otra hija,
coyuntura interna difícil para la Casa de tario real Antonio Pérez. Desde sus nacida en 1570 y bautizada como Ana,

62
LAS SERVIDUMBRES DEL ÉXITO
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

fruto de su aventura con María de Men-


doza. Fue, sin embargo, su vinculación
con Ana de Toledo, esposa del goberna-
dor militar de Nápoles, la que causó en
Madrid mayor revuelo. No sólo era ilíci-
ta, puesto que implicaba adulterio, sino
que además pronto se descubrió cómo
Ana de Toledo la había utilizado para be-
neficiarse de algunas decisiones políticas.

El ocaso
El fallecimiento de don Luis de Reque-
sens, en 1576, dejó vacante el gobier-
no de los Países Bajos, que se encon-
traban en rebelión contra la monarquía
hispánica desde 1568. Felipe II ordenó
a Don Juan que sustituyera a Requesens.
Los motivos que provocaron esta deci-
sión del monarca fueron varios. Por un
lado, con la reducción de la flota y de
los recursos destinados a la Liga Santa,
la presencia de Don Juan había dejado
de tener sentido. Asimismo, su compor-
tamiento durante su estancia en Italia,
con especial atención a sus relaciones
amorosas, combinadas con sus anhelos
por jugar un papel político relevante
dentro de la monarquía, también fueron
motivos de alarma en la Corte madrile-
ña. Era preciso que Don Juan saliese de
Italia y se dirigiese a tomar posesión en
los Países Bajos. No en vano se inten-
taba reproducir la iniciativa que tuvo
Carlos V en 1531 de enviar a María de
Hungría, su hermana, como goberna-
dora en un momento de crisis. La pre-
sencia en el territorio de un miembro de
la Familia Real podía ayudar a rebajar el
clima bélico en la región. Felipe II, por Alonso Sánchez Coello. Tras mantener alejado de la Corte a Don Juan, hizo traer
Consciente del fracaso del duque de sus restos mortales en 1579 para darle sepultura entre los suyos (Glasgow, Pollok House).
Alba y de Luis de Requesens, sus ante-
cesores en el cargo, Don Juan tuvo que que constatar el fracaso político de Don encontraba en Madrid. Con su muerte, a
aceptar con resignación el encargo, lle- Juan. Asimismo, la ausencia de un Con- instancias de Antonio Pérez y parece ser
gando a su nuevo destino en 1576. En fe- sejo Militar de nivel similar a los que le que con el beneplácito del monarca,
brero de 1577, consiguió su primer y úl- acompañaron en las campañas de Las Al- Don Juan desarrolló el temor de ser al-
timo éxito en los Países Bajos, el Edicto pujarras o durante las jornadas de la Li- gún día objetivo de los asesinos protes-
Perpetuo. Según este texto, Don Juan se ga Santa, unido a los problemas econó- tantes o de los esbirros de su propio her-
comprometía a la retirada de las tropas y micos de carácter endémico que sufría la mano. Seguramente aún debía retener en
a respetar las libertades de las provincias monarquía, hicieron que Don Juan re- su memoria el encarcelamiento de Don
a cambio de que los rebeldes aceptasen produjese la misma sucesión de errores Carlos por orden de su propio padre, el
su autoridad y el culto católico. Pero ese que sus antecesores. Rey. El cansancio y la psicosis que de-
espejismo se rompió ese mismo verano, El último año de vida de Don Juan de- sarrolló minaron aún más una salud ya
cuando las provincias de Zelanda y Ho- bió constituir un auténtico infierno per- de por sí débil desde su llegada a los Paí-
landa se negaron a aceptar lo referente a sonal. A los reveses militares y políticos ses Bajos, hasta el punto que unas fie-
la tolerancia católica. De nuevo las armas sufridos en los Países Bajos se sumaron bres tifoideas pusieron fin a su vida du-
se convirtieron en los únicos interlocu- los desencantos personales que sufrió rante la primera semana de octubre de
tores válidos en los Países Bajos. El in- por entonces. Especial daño hizo el 1578, los mismos días en los que siete
mediato regreso de los tercios, bajo man- enterarse del asesinato de su secretario años antes ganó la fama y la admiración
do de Alejandro Farnesio, no hizo más personal, Rafael Escobedo, mientras se de toda la Europa cristiana. ■

63
Pruebas de

FUEGO
La rebelión de Las Alpujarras, la guerra contra el turco en el Mediterráneo
y el avispero de los Países Bajos fueron los tres escenarios de crisis que
pusieron a prueba a Don Juan de Austria. Antonio Fernández Luzón
explica su actuación y los crueles métodos a los que no dudó en recurrir

Á
vido de gloria, Don tropas de calidad y la guerra se hi-
Juan de Austria siem- zo con milicias señoriales y con-
pre soñó con ser so- cejiles, carentes de disciplina y es-
berano del primer rei- píritu guerrero. Las discordias es-
no conquistado a los infieles, co- tuvieron presentes en ambos ban-
mo le había prometido el papa dos. El rey de los moriscos su-
Pío V. Las proezas guerreras no blevados, Abén Humeya, fue ase-
le dejaron tiempo más que para sinado bajo la inculpación de trai-
amores efímeros. Sólo sopesó, ción, y la misma suerte corrió su
por razones políticas, la posibili- sucesor, Abén Abóo. En el lado
dad de casarse con María Es- cristiano, eran patentes las dife-
tuardo, reina de Escocia, con el rencias entre el marqués de Mon-
fin de conquistar el trono de In- déjar, partidario de la negociación,
glaterra y conseguir que este país Moriscos de Granada en el siglo XVI, según una ilustración del y el marqués de Los Vélez, incli-
volviera a la obediencia de la Weiditz Trachtenbuch. Don Juan mandó degollar a más de nado al rigor. Felipe II, harto de
Iglesia católica. Héroe de desti- 2.400 –hombres, mujeres y niños– en Galera, en 1570. las discrepancias, decidió, en abril
no trágico, al final de su corta vi- de 1569, poner la dirección de la
da fue víctima de las intrigas de Antonio se inició en Las Alpujarras, en diciembre campaña en manos de su hermano Don
Pérez, que convenció a Felipe de que su de 1568; se extendió hacia tierras de Al- Juan, que había reivindicado el cargo des-
hermanastro –endiosado por sus gestas mería y el norte de Granada y, en 1570, de que estalló la revuelta. Dado que la
militares– maquinaba a sus espaldas y a la Serranía de Ronda. Con las tropas de experiencia militar y política de éste era
que sus ambiciones políticas podían lle- elite en Flandes, la amenaza para la se- escasa –sólo había sido durante unos me-
varlo incluso a la traición. Cuando el rey guridad interna de España era muy gra- ses capitán general de la flota del Medi-
tuvo datos fehacientes de la lealtad de ve, pese a que el temor general a un terráneo, siempre asesorado por Luis de
Don Juan y entendió que Pérez le había complot panislámico no llegó a cumplir- Requesens y Zúñiga–, el rey vigiló de cer-
engañado, ordenó que se le rindieran se y la ayuda de los otomanos y de los ca su actuación y puso a su lado, además
post mortem los máximos honores y que berberiscos del norte de África a los re- de a Requesens, a un Consejo constitui-
fuese enterrado en el Monasterio de El beldes no pasó de 4.000 combatientes. do por el marqués de Mondéjar, Diego
Escorial, junto a su padre, Carlos V. La guerra tomó desde el principio ca- de Deza, el duque de Sesa, el arzobispo
racteres de extrema crueldad; los moris- de Granada y Luis Quijada.
La Guerra de Las Alpujarras cos torturaron a los curas y quemaron Comparando las relaciones de los cro-
La aplicación de la dura Pragmática de iglesias; los cristianos saquearon y ma- nistas de la guerra –Diego Hurtado
1567, que no sólo reiteraba las prohibi- taron sin distinción de edad ni sexo y, de Mendoza, Luis del Mármol Carvajal y
ciones anteriores contra las costumbres si no mataron más, fue por la codicia de
de los moriscos, sino que agravaba su ri- hacer y vender esclavos. El conflicto se ANTONIO FERNÁNDEZ LUZÓN es profesor
gor, incendió los ánimos y favoreció los prolongó durante dos años y medio, por- titular de Historia Moderna en la U.A.
proyectos de rebelión. El levantamiento que en el interior de España no había Barcelona.

64
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

Felipe II ofrece al cielo a su hijo


el infante Fernando, en una
alegoría de la victoria de
Lepanto, que dejó a los turcos
postrados a los pies de la
cristiandad (por Tiziano, Madrid,
Museo del Prado).

65
“Es hora de

IM
M AR
ADRI ÁTI CO combatir”

PE
RUMELIA

R
REINO
L a armada cristiana se componía de

IO
DE Tesalónica 208 galeras (106, de Venecia; 12, del

O
NÁPOLES • Papa y 90, de España) y seis galeazas ve-

TO
MACEDONIA
Otranto Larisa necianas. Marinería y remeros sumaban

M
• •
50.000; la tropa, 31.000 (21.000 espa-

AN
Butrinto
• ñoles, 8.000 venecianos y 2.000 del Pa-

O
• Ioanina
TESALIA pa). Las mal equipadas galeras venecia-
LEPANTO nas recibieron 7.000 soldados españoles.
(1571) Los otomanos de Alí Pachá disponían de
Mesina MAR
• • Atenas 275 galeras, con 13.000 marineros,
M E DIT E R RÁ N E O Patrás • • 45.000 galeotes y 34.000 soldados. Aun-
Corinto
SICILIA MOREA
que algo más numerosa que la cristiana,
era inferior en artillería (750 cañones
TRAYECTO DE LA FLOTA frente a 1.215) y arcabucería.
ESPAÑOLA HACIA LEPANTO Se avistaron al alba del 7 de octubre.
En ese momento, Don Juan de Austria
despidió a sus capitanes: “Señores, ya no
es hora de deliberar, sino de combatir”.
Ginés Pérez de Hita– hay que admitir del rey, que había sentido “la mayor lás- Formó en cuatro cuerpos. En vanguar-
que el papel de Don Juan no fue tan bri- tima del mundo, porque al tiempo de la dia, las galeazas; tras ellas, en línea, el
llante ni caballeresco como sostienen sus salida cargó tanta agua, viento y nieve, centro, con la capitana; la derecha, a la
hagiógrafos. Al principio no participó di- que cierto se quedaban por el camino a mar, Juan Andrea Doria; la izquierda,
rectamente en las operaciones militares la madre la hija, y a la mujer su marido... pegada a la costa, Agustín Barbarigo.
por prohibición expresa del rey, ni con- No se niegue que ver la despoblación Tras la línea de 171 galeras, que ocu-
siguió imponer la disciplina necesaria en de un reino, es la mayor compasión que paba unos ocho kilómetros, Álvaro de
un ejército formado por tropas de po- se puede imaginar”. Bazán con la reserva.
co valor. A partir de enero de 1570, Don La batalla comenzó a mediodía y se
Juan salió de la inactividad e impuso una La Santa Liga y Lepanto libró en tres partes. Primero entraron en
estrategia de guerra “a fuego y sangre”. La Guerra de Granada terminó con tiem- fuego 264 cañones y más de 3.000 ar-
Participó personalmente en la difícil con- po suficiente para que España pudiera cabuces de las galeazas, que cribaron la
quista de Galera (10 de septiembre de contrarrestar la amenaza mucho más pe- vanguardia otomana. El ala derecha tur-
1570), donde empleó con acierto las mi- ligrosa de las fuerzas islámicas combi- ca, mandada por Siroco, a punto estuvo
nas y la artillería, mandó degollar a más nadas en el Mediterráneo. Después de de envolver por tierra a los cristianos.
de 2.400 supervivientes, mujeres y niños que los otomanos se apoderaran de Chi- Aunque Barbarigo murió en el choque,
incluidos, arrasar la plaza y cubrirla de pre, para hacer frente a la tremenda fuer- la intervención de la reserva derrotó a
sal. Lentamente, la guerra más brutal, su- za expansiva del Imperio turco, el pa- los turcos, pereciendo el propio Siroco.
cia y cruel librada en suelo europeo du- pa Pío V consiguió que Venecia, España En el centro la lucha fue feroz y duran-
rante aquel siglo derivó hacia su final. y el papado se unieran en la Santa Liga te hora y media, sin tregua, se embis-
Lo que cambió las tornas fue la impor- (20 de mayo de 1571). Los aliados se tieron el grueso de las flotas, decidien-
tación masiva de armas de fuego y pól- comprometían a constituir una armada do el resultado la llegada de Bazán, tras
vora procedentes de Italia. de 200 galeras y 100 naves redondas, su auxilio al ala izquierda. La muerte del
A finales del verano de 1570, la re- 50.000 soldados y 500 jinetes, que de- almirante Alí dispersó a sus galeras. An-
vuelta había concluido definitivamen- bería combatir a los turcos desde los Dar- drea Doria, atraído por el astuto Uluch
te. Don Juan, cumpliendo la decisión del danelos hasta Argel. España tomaría a su Alí, jefe de ala izquierda otomana, su-
Consejo Real, comenzó a organizar en cargo la mitad de los gastos, Venecia, la frió muchas pérdidas y apresamientos.
septiembre la deportación de entre tercera parte y el Papa, la sexta. Juan de Cardona y Álvaro de Bazán le
50.000 y 80.000 moriscos, que fueron Por decisión del papa Pío V, Don Juan salvaron y pusieron en fuga al corsario.
distribuidos en diferentes zonas de Cas- de Austria fue nombrado generalísimo de La lucha terminó a las 4.00 de la tar-
tilla, destierro que supuso un punto de la Liga por mar y tierra. Felipe II le dio de, con no menos de 20.000 muertos
no retorno anunciador de su expulsión instrucciones para combatir con audacia, y 40.000 heridos, en un reparto bastante
general de España, en 1609. Muchos pero sin renunciar a la prudencia. Según similar; los vencedores tomaron 5.000
moriscos murieron a causa de las pe- Cabrera de Córdoba: “Habíale mandado prisioneros y liberaron a 12.000 galeotes
nalidades sufridas durante la marcha. el Rey que siguiendo el parecer del Co- cristianos. Noventa galeras turcas fue-
Don Juan, observando a los exiliados, es- mendador mayor don Luis de Requesens, ron hundidas y 130 apresadas.
cribió a Ruy Gómez, principal ministro de Juan Andrea Doria y del Marqués de

66
PRUEBAS DE FUEGO
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

Santa Cruz, pelease, si necesario fuese,


medio para atajar los daños que se an-
tevían. Venciendo ganaba gran reputa-
ción a la Cristiandad, reprimía la sober-
bia turquesca arrogante por tantas vic-
torias. Cuando esta licencia trajera Don
Juan, poco importara quisiera el Pontífi-
ce y Venecia que se combatiera, pues no
había de aventurar la gracia de su her-
mano en que estaban su bien y su ser”.

Oportunidad de gloria
La inmensa flota cristiana tardó algún
tiempo en reunirse. A finales de agosto
de 1571, Don Juan de Austria, que a la
sazón contaba 24 años y se encontraba
en la cumbre de su carrera, llegó a Me-
sina para asumir el mando. Al celebrar-
se la reunión del Consejo de la Santa Li-
ga, el virrey de Nápoles, García de To-
ledo, Luis de Requesens y Juan Andrea
Doria se mostraron reticentes a arries-
garlo todo en una batalla que siempre
dependía de la ciega fortuna, y aposta-
ron por hacer “la guerra defensiva y di- Los tres vencedores de Lepanto, Don Juan de Austria, Marco Antonio Colonna y Sebastián
versiva en ayuda de venecianos, soco- Veniero (de izquierda a derecha), en un retrato anónimo italiano (Viena, Kunsthistorisches).
rriendo a Chipre”. La determinación de
Don Juan –que veía en la posible vic- con 122 barcos hundidos y cerca de 130 resoluciones de importancia por su ex-
toria la mayor oportunidad de gloria de capturados, sufrieron 25.000 muertos y clusiva autoridad, debiendo éstas adop-
su vida– fue decisiva para que la Santa 10.000 prisioneros. tarse por mayoría de votos de los almi-
Liga tomara la decisión de enfrentarse Aunque a Don Juan cabe atribuirle el rantes español, veneciano y pontificio.
en combate naval a la escuadra turca. honor de ser el artífice máximo de la vic- Los jefes militares más maduros y ex-
La armada, que había zarpado en di- toria, no hay que olvidar que Felipe II pertos tuvieron que templar los ímpetus
rección a Corfú el 16 de septiembre, avis- había puesto a su lado un consejo pri- del joven caudillo en un incidente pre-
tó a la flota turca el 7 de octubre a la en- vado constituido por expertos marinos vio a la Batalla de Lepanto, que pudo
trada del golfo de Lepanto, junto a la cos- –Luis de Requesens, Álvaro Bazán y Juan traer consecuencias fatales. Cuando el
ta griega. El mar estaba lleno de bajeles de Cardona– para que le asesorasen y general veneciano, Sebastián Veniero,
hasta donde alcanzaba la vista. La flota moderaran sus arranques juveniles. Ade- intervino en una reyerta entre marinos
otomana casi igualaba a la cristiana, aun- más, según lo dispuesto en el acuerdo de su nación y arcabuceros españoles
que ésta contaba con mucha mayor po- de la Santa Liga, tenía prohibido tomar y napolitanos, de resultas de la cual
tencia de fuego de artillería y arcabuces.
La estrategia ofensiva elegida por Don
Juan dio magníficos frutos y, después de ¿Victoria española o italiana?
terribles combates, la victoria se inclinó
del lado de los cristianos. La mayor ba-
talla naval del siglo XVI –con una im-
portante participación de la infantería,
L a que ha sido celebrada como la haza-
ña militar más memorable del reinado
de Felipe II, en realidad fue una victoria ita-
Córdoba, en su Historia de Felipe II, lanzando
un dardo envenado contra la afición de Don
Juan por las mujeres, escribió: “Ninguna
que combatió de galera en galera– se sal- liana más que española, tanto por la apor- victoria mayor, más ilustre y clara, abrién-
dó con una masacre sin parangón en la tación naval como financiera, suministro de doles camino para una gran fortuna, nin-
Historia de Europa. Las bajas –quince ga- armas, soldados, equipos y vituallas. Pese a guna más infructuosa por el mal uso de ella.
leras perdidas y unos 8.000 muertos y que Lepanto puso fin a la preeminencia tur- Así lo entendieron los más expertos de va-
14.000 heridos– de la Santa Liga no da- ca en el Mediterráneo, la pasividad que si- lor y consejo y práctica en los estados del
ban motivo para el júbilo. Entre los he- guió a la victoria fue muy criticada. El Se- turco. Veniero por repararse y entrar con
ridos llamados a una fama imperecede- nado de Venecia se quejó de que los aliados triunfo en Venecia, el Colona en Roma, Don
ra estaba Miguel de Cervantes, cuya ma- no redondearan el triunfo obtenido, prosi- Juan, por obediente a su hermano y gozar
no izquierda quedó inútil. El mismo Don guiendo la guerra contra el turco, recon- de la gloria en Nápoles, donde deseaba y
Juan, que estuvo siempre en la primera quistando Grecia y organizando una expe- procuraba aficionadamente pagar bien a las
línea de batalla, combatiendo con ardor, dición hacia Constantinopla. Cabrera de damas su amor, inutilizaron su trabajo”.
sufrió una herida en un pie. Los turcos,

67
Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba,
que precedió a Don Juan en el gobierno de El príncipe de Orange ordeñando la vaca de los Países Bajos, sobre la que va montado un
los Países Bajos, en un retrato de Tiziano. disgustado Felipe II, en una caricatura de escuela inglesa (Amsterdam, Rijksmuseum).

mandó ahorcar de una entena al capitán que por el poder en sí mismo. El papa Felipe nunca quiso ni se atrevió a ser–,
Curcio Anticocio y a otros dos soldados Gregorio XIII respaldaba esta opción y desestimó el plan y la esperanza de Don
a sueldo de España, Don Juan se sintió escribió a Felipe II: “Sería bien conside- Juan de ceñir una corona se esfumó. En
tan agraviado que resolvió ajusticiar al rar si no ganaría en poder y autoridad 1574, los turcos consiguieron recuperar
general italiano. Sólo la intervención del [Don Juan] si fuese investido del título de Túnez y La Goleta, y Felipe II se negó
Consejo logró aplacarle. Según Cabre- Rey de Túnez, de modo que Vuestra Ma- a conceder a Don Juan una de sus más
ra de Córdoba, “[Don Juan] hiciera gran jestad pueda demostrar su gratitud a Dios acariciadas metas: la promoción al esta-
demostración contra el Veniero, a no dis- por la conquista, a la manera de vuestros tuto de infante de España con el título
ponerlo con prudencia y templanza Mar- antepasados, fundando un nuevo reino de alteza. Para el vencedor de Lepanto
co Antonio Colona, el Doria, el Reque- cristiano”. Pero el rey de España, pru- comenzaba el tiempo de la desdicha. Las
sens y Barbarigo”. dente y caviloso, ya fuera porque estaba maniobras de Pérez, mientras el rey re-
En la campaña de la Santa Liga de obsesionado con la rebelión de Flandes cibía pruebas constantes de la lealtad de
1573, Don Juan decidió conquistar Tú- o porque las ganas evidentes que tenía Don Juan, tuvieron poca importancia.
nez, donde entró sin resistencia el 11 de Don Juan de acceder al estatuto real per- Más tarde, cuando gobernara los Países
septiembre, posiblemente con la secreta mitieron al intrigante secretario de Esta- Bajos, sería otro cantar.
ilusión de conseguir un reino, o más bien do, Antonio Pérez, despertar sus recelos
de hacerse rey, lo que tentaba al joven para con su medio hermano –la antítesis El avispero flamenco
príncipe más por el prestigio del título del rey-burócrata y el héroe guerrero que La rebelión de las provincias no católi-
cas de los Países Bajos fue el hecho que
marcó más profundamente la gestión gu-
Gritos, tiros, fuego, humo bernamental de Felipe II, su prestigio
y la suerte de su Imperio. El rey logró la

J amás se vio batalla más confusa; tra-


badas las galeras una por una y dos o
tres con otra, como les tocaba la suerte... El
morir de los amigos, animar, herir, prender,
quemar, echar al agua cabezas, brazos, pier-
nas, cuerpos, hombres miserables, parte sin
mayor parte de sus objetivos en el Me-
diterráneo y América, pero no en los
Países Bajos ni en Inglaterra. Tres con-
aspecto era terrible por los gritos de los tur- ánima, parte que exhalaban el espíritu, par- sideraciones principales complicaban el
cos, por los tiros, fuego, humo; por los la- te gravemente heridos, rematándolos con ejercicio de un control eficaz sobre los
mentos de los que morían. El mar vuelto tiros los cristianos. A otros que nadando se Países Bajos por el gobierno español: la
en sangre, sepulcro de muchísimos cuerpos arrimaban a las galeras para salvar la vida a laberíntica estructura política de la zo-
que movían las ondas, alteradas y espu- costa de su libertad, y aferrando los remos, na, dividida en 17 provincias con leyes
meantes de los encuentros de las galeras y timones, cabos, con lastimosas voces pe- y asambleas propias, la delicada ubica-
horribles golpes de la artillería, de las pi- dían misericordia, de la furia de la victo- ción geoestratégica del territorio y la rá-
cas, armas enastadas, espadas, fuegos, es- ria arrebatados les cortaban las manos sin pida difusión de las doctrinas protes-
pesa nube de saetas... Espantosa era la con- piedad, sino pocos en quien tuvo fuerza la tantes. Los problemas financieros, el ri-
fusión, el temor, la esperanza, el furor, la codicia, que salvó algunos turcos”. gor católico que Felipe II defendía co-
porfía, tesón, coraje, rabia, furia; el lastimoso Luis Cabrera de Córdoba, Historia de Felipe II. mo principio irrenunciable y su descui-
do por las posesiones del norte, habían

68
PRUEBAS DE FUEGO
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

propiciado la aparición de una situación


En la Batalla de Gembloux, los rebeldes flamencos huyeron
de rebeldía religiosa y política extrema- a la desbandada, como muestra este grabado de Franz
damente peligrosa. En el verano de Hogemberg, (Madrid, Biblioteca Nacional).
1566, Margarita de Parma, regente de
Flandes, advertía histérica a su hermano
Felipe que la mitad de la población se
hallaba contaminada por la herejía y que
200.000 personas habían tomado las ar-
mas contra su autoridad.
La decisión del monarca de no viajar
personalmente a los Países Bajos y de-
jar la resolución del conflicto en manos
del duque de Alba (1567-1573), que apli-
có una dura política represiva, y después
del más tolerante don Luis de Requesens
(1573-1576), que debía poner fin a la
guerra “por moderación y clemencia”,
resultó ser un error fatal. Felipe II prac-
ticaba las que Geoffrey Parker ha de-
nominado técnicas de gobierno por
“control remoto”, intentando supervisar
personalmente las operaciones a más de
mil kilómetros de los acontecimientos, Las tropas de Flandes, a quienes se de- Orange. Pero su talento militar –falto de
de modo que los planes que trazaba bían varios meses de sueldo, y que ade- recursos– no era suficiente, por primera
quedaban desfasados una y otra vez por más se habían quedado sin mando por vez, para alcanzar la victoria final. Ade-
el tiempo y la distancia. la inopinada muerte de Requesens, sa- más, tenía las manos atadas para tomar
La bancarrota de 1575 parece haber si- quearon Amberes y dieron muerte a sie- decisiones políticas, porque Antonio Pé-
do lo único que obligó a Felipe a tomar te mil de sus habitantes (noviembre de rez –aprovechando la ingenuidad con
decisiones estratégicas drásticas. Las tro- 1576). La furia de los tercios conmocio- que Don Juan y su secretario Escobedo
pas de los Países Bajos, que no habían nó a Europa y arruinó la credibilidad de exponían sus proyectos en las cartas que
cobrado sus sueldos, se amotinaban y la política española en Flandes. La re- le escribían y que él modificaba antes de
desertaban, dando pábulo a un incre- probación de aquel hecho y el temor a enseñárselas al Rey– había logrado con-
mento de los desórdenes. Cuando el 5 que se repitiera acercaron los Estados vencer a Felipe II de que su hermano
de marzo de 1576 falleció Requesens, fue del sur a los del norte; por la pacifica- ocultaba peligrosas ambiciones. Mientras
relevado en el cargo de gobernador por ción de Gante, acordaron de momento Escobedo se hallaba en Madrid, envia-
Don Juan de Austria. Éste, pese a que re- olvidar sus diferencias religiosas y aunar do para activar los recursos que Don Juan
cibió la orden de trasladase directamen- sus esfuerzos para arrojar a los españo- necesitaba en Flandes e impulsar su de-
te desde Nápoles a Bruselas, se dirigió a les del país. Éste fue el panorama signio de invadir Inglaterra, fue asesina-
Madrid para exponerle al Rey su inten- que halló a su llegada Don Juan de Aus- do por unos sicarios pagados por Anto-
ción de utilizar el ejército de Flandes pa- tria, el nuevo gobernador de Flandes. nio Pérez. De este crimen odioso fue
cómplice el propio Rey, persuadido de
La furia de los tercios en el saqueo de que Don Juan era el instrumento ciego
de su secretario, que intentaba llevar al
Amberes, en 1576, arruinó la credibilidad Príncipe al camino de la traición.
de la política española en Flandes Cuando se enteró del asesinato de su
secretario, el fiel Escobedo, en abril de
ra invadir Inglaterra, casarse con María Siguiendo las instrucciones del Rey, en 1578, Don Juan perdió toda esperanza
Estuardo, destronar a Isabel I y conver- febrero de 1577 promulgó el llamado y comprendió que Felipe II no concedía
tirse en gobernante de Inglaterra y de los Edicto Perpetuo y ordenó la retirada de ningún crédito a sus planes y, al fin y
Países Bajos. Don Juan contaba con el las tropas españolas, después de haber al cabo, no se fiaba de él. Era el golpe
apoyo del papa Gregorio XIII para ha- vendido sus alhajas para pagarles. de gracia a su capacidad de gobierno y
cerse con la corona inglesa, pero Felipe, a sus sueños de promoción a la realeza.
con las arcas aún vacías y los holande- Masacre en Gembloux Descorazonado por habérsele confiado
ses controlando la casi totalidad de los Cuando los calvinistas interrumpieron la una empresa que superaba con mucho
Países Bajos, desestimó el plan y le dio tregua religiosa en 1578, Don Juan, gra- sus medios y su talento político, Don
a su hermano instrucciones precisas pa- cias a una genialidad militar de Alejandro Juan de Austria, el caudillo militar más
ra conseguir la paz con los rebeldes a Farnesio, masacró en Gembloux a las carismático y popular de Europa, fue víc-
cualquier precio, “salvando sobre todo fuerzas que ahora actuaban unidas en tima de una epidemia de tabardillo y
la religión y mi obediencia”. la revuelta dirigida por Guillermo de murió el 1 de octubre de 1578. ■

69
Personaje de
LEYENDA
Sus triunfos militares le convirtieron ya en vida en un héroe celebrado en
medallas, grabados y estatuas. Su prematuro final terminó de catapultarle
al olimpo de los inmortales. JOSEP PALAU ORTA reconstruye los vaivenes
históricos de una leyenda que sigue sin perder lustre

P
ara evitar disputas durante el fu-
neral por el alma de Don Juan
de Austria, el príncipe de Par-
ma, Alejandro Farnesio, ordenó
que seis capitanes de todos los regi-
mientos llevaran el cuerpo del difunto.
Los españoles querían tener el honor de
cargar con él, al considerar que el ho-
norable fallecido era hermano de su rey,
los alemanes reclamaban este privilegio
por ser compatriota suyo y los flamencos,
por el respeto que le debían a su gober-
nador general. A pesar de que las exe-
quias se celebraron en la catedral de Na- Medalla de Don Juan de Austria, que conmemora la toma de Túnez en 1573. Es la mejor de las
mur, tan sólo los intestinos permanecie- producidas por Giovanni Milon en Nápoles, antes de la marcha del general a los Países Bajos.
ron enterrados allí. Pocos meses después,
y bajo orden secreta de Felipe II, se ex- de Austria como un hombre de media- Giovanni Milon, que se conservan en los
humó el cadáver y, cortado en pedazos na estatura, de corpulenta constitución museos de Madrid, Viena y Bruselas, o
por las articulaciones, fue trasladado a Es- y admirable gracia; con pequeña barba, el grabado realizado por Gaspar Pado-
paña en bolsas de piel. Ya en Madrid, se grandes mostachos y cabello largo pei- vano e impreso por Francesco Terzi en
recompuso el cuerpo de Don Juan, que nado hacia atrás, lo que le daba tanta Bérgamo en 1573, donde aparece ves-
recibió finalmente sepultura en El Esco- grandeza como los vestidos suntuosos y tido con una reluciente armadura.
rial, donde cuatro años antes había sido delicados que llevaba, que maravillaban Asimismo, entre las muchas pinturas
enterrado el emperador Carlos V. con sólo verlos. Lippomano había co- realizadas del héroe de Lepanto destacan
Además, Felipe II había ordenado la nocido personalmente a Don Juan años las de Alonso Sánchez Coello. En una de
completa destrucción de los archivos atrás cuando, como enviado veneciano, ellas Don Juan aparecía victorioso con un
personales del fallecido. Si bien esta de- había compartido con él las mieles de la león a sus pies y con los hijos cautivos
cisión ha dificultado la investigación pos- victoria en la Batalla de Lepanto. de Alí Pasha, el almirante turco, a su de-
terior sobre la figura de Don Juan, su- El triunfo de la Liga Santa en Lepan- recha. Lamentablemente, esta obra fue
braya la relación cainita existente entre to supuso el lanzamiento internacional destruida en el incendio del Alcázar de
ambos y sobre la que ha girado gran de la figura de Don Juan. Al poco de co- los Austrias, en 1734. Otras, sin embargo,
parte de la imagen histórica de Don Juan nocerse la noticia de la victoria, multi- se han conservado gracias a la acción de
en tanto que alter ego de Felipe II: la de tud de colecciones de medallas e im- particulares. Éste es el caso del gran bió-
hermanastros y rivales a la vez. presos fue realizada por todo el orbe grafo de Don Juan, el historiador inglés
En 1575 el diplomático veneciano Ge- cristiano, con bustos esculpidos en re- sir William Stirling-Maxwell quien, en
ronimo Lippomano describía a Don Juan lieve o con magníficos grabados de su 1855, adquirió en subasta un retrato de
victorioso comandante. Entre los mu- Don Juan realizado por Sánchez Coello
JOSEP PALAU ORTA es profesor titular de chos ejemplos se pueden citar las me- que pertenecía a la colección del de-
Historia Moderna en la U. A. Barcelona. dallas de Lepanto y Túnez realizadas por puesto rey francés Luis Felipe.

70
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

La representación más importante de la comandancia de Don Juan. Su torso presenta a Don Juan en su Grands ca-
Don Juan de Austria como victorioso está recubierto con una elaborada ar- pitaines estrangers como el más perfecto
comandante de la Liga Santa en la Ba- madura y en el frontal del pedestal en- de entre los príncipes, mientras que su
talla de Lepanto es la estatua de bron- contramos un bajorrelieve de bronce propio secretario, Juan Bautista de Tas-
ce que se conserva en la Piazza dell’An- donde se encuentra representada una sis, aseguró que la naturaleza de su se-
nunziata de la ciudad italiana de Mesi- alegoría de la victoria, con una larga ins- ñor era de por sí invencible.
na. Erigida en su honor en 1572, la es- cripción en latín recordando la batalla.
tatua es obra de Andrea Calamech, un Su expresión denota la absoluta segu- Elogios de propios y ajenos
refinado artista de Carrara y discípulo ridad en el éxito y la gran capacidad, fir- Estos elogios no se contradicen con las
de la escuela de Bartolomeo Ammana- meza y autoridad en el mando. opiniones realizadas por enemigos de
ti. La figura es colosal, dispuesta en un Esta imagen de un Don Juan inven- la propia causa de la monarquía hispá-
enorme pedestal de mármol blanco cible y victorioso se repetirá hasta la sa- nica. El antiguo secretario de Felipe II,
adornado con inscripciones, bajorrelie- ciedad en las crónicas de sus coetáneos. Antonio Pérez, afirmó, poco después de
ves y un fino friso. Don Juan lleva en En uno de los libros de gestas más po- la muerte de Don Juan, que fue “hom-
su mano derecha y con el brazo exten- pulares de la Edad Moderna, La Flores- bre de noble naturaleza y espíritu”, que
dido un bastón de mando formado por ta española (1574), Melchor de Santa realizó grandes gestas para el servicio y
tres palos unidos, lo que recuerda la Cruz dedica la obra a Don Juan, por ser reposo de su Majestad. Por el contrario,
participación triple de los Estados Pon- la viva presencia de lo que en el libro Guillermo de Orange en su Apología
tificios, el ducado de Venecia y la mo- se describe. Por su parte el señor (1581) aseguraba que la única diferen-
narquía hispánica en la Liga Santa, bajo de Brântome, Pierre de Bourdielle, cia entre Don Juan y sus predecesores

Retrato anónimo de
Don Juan de Austria,
que subraya su
condición militar y
representa su rostro de
perfil, como era
habitual en medallas y
grabados (Santander,
col. particular). A la
izquierda, armadura y
rodela de Don Juan
(Viena,
Kunsthistorisches
Museum).

71
en el gobierno de los Países Bajos era
que su alocada juventud lo hizo más im-
paciente por ensuciarse las manos con
la sangre holandesa.
Si bien esta opinión expresa a buen se-
guro el juicio que quería mostrar Gui-
llermo de Orange contra quien había si-
do su rival, no muestra en cambio la del
verdadero autor de la Apología, el escri-
tor flamenco Hubert Languet. Amigo y
defensor de la causa de Orange, Languet
expresó en sus cartas privadas una ima-
gen totalmente distinta de la presentada
en la Apología. En una carta escrita al
elector de Sajonia en 1583, Languet se-
ñala cómo la muerte de Don Juan había
removido aún más los intereses de la mo- Cervantes se alista para combatir en el ejército, en la visión historicista de Eduardo Zamacois, de
narquía hispánica en los Países Bajos, 1863. El escritor contribuyó indirectamente a la temprana mitificación de la Batalla de Lepanto.
porque ninguna otra persona “puede en-
contrarse en España capaz de comandar de Austria, realizada por el vicario de Ju- y cura de los Valles de Sacedón y Cor-
el ejército con la autoridad que él poseía, biles, don Lorenzo Vanderhammen y coles, del obispado de Cuenca, Baltasar
derivada de la memoria de su padre”. León. En su Historia de Don Juan de Aus- Porreño, en la década de 1620 realizó
Languet también destaca sus grandes lo- tria, Vanderhammen presenta su juven- una obra manuscrita titulada Historia del
gros para la cristiandad contra los tur- tud, su actuación en la Guerra de Las Al- serenisimo Señor Don Juan de Austria hi-
cos y los moriscos, a quienes venció en pujarras, las campañas navales entre jo del invictisimo Emperador Carlos V.
todas las batallas. Finalmente, lamenta su 1571 y 1572, la captura y pérdida de Tú- Porreño señala que la muerte de Don
temprana muerte, considerando que no nez y sus últimas peripecias en los Paí- Juan fue “más lamentada en España que
era el culpable de las calamidades de los ses Bajos. Amigo de Quevedo, Vander- incluso la de Hispano, quien dio nom-
Países Bajos, pues comandaba los ejér- hammen era un buen conocedor de la bre a la tierra, y por la cual las mujeres,
citos españoles bajo la obediencia y los historia del reinado de Felipe II. En 1632 que antes de ese momento solían vestir
deseos de otro: su hermanastro Felipe II. publicó una biografía de este monarca, velos blancos, han vestido desde enton-
titulada Don Felipe el Prudente. En am- ces velos negros”.
La más alta ocasión de los siglos bas obras no trata de oponer a ambos, De todos modos, se empieza a ad-
Entre las primeras obras realizadas sobre sino exaltar sus distintas figuras. En es- vertir en todas estas obras una clara dis-
Don Juan de Austria después de su ta misma línea de panegírico indiscrimi- tinción en la descripción de los carac-
muerte, se encuentra el poema lírico La nado de ambos personajes, el licenciado teres y comportamientos de los dos her-
Austriada (1584) de Juan Rufo, en el que manos. Don Juan progresivamente se-
el autor describe la Batalla de Lepanto rá identificado con la figura de su padre
en su supuesta condición de miembro Carlos V, en tanto que buen conocedor
de la galera real desde la que Don Juan de lenguas y pueblos, viajero inagotable
dirigió las naves de la Liga Santa hacia la o guerrero y militar victorioso. Una ima-
victoria contra los turcos. Esta misma gen contrapuesta con la de un rey Fe-
imagen de Lepanto como gran éxito de lipe II relegado a una condición de bu-
la cristiandad es la que presentó de for- rócrata y administrador de vastas pose-
ma indirecta don Miguel de Cervantes en siones en todo el mundo.
el prólogo a la segunda edición de El Esta contraposición se incrementó a fi-
Quijote, como respuesta a las críticas ver- nales del siglo XVII por las primeras bio-
tidas contra él por Alonso Fernández de grafías realizadas por autores no hispa-
Avellaneda: “Lo que no he podido de- nos y se alargó hasta el siglo XX. Es el
jar de sentir es que me note de viejo y caso de las obras realizadas por Bruslé
de manco, como si hubiese sido en mi de Montpleinchamp (1690), Alexis Du-
mano haber detenido el tiempo, que no mesnil (1827) y el hispanista belga Louis-
pasase por mi, o si mi manquedad hu- Prosper Gachard (1894). Los dos últimos
biera nacido en alguna taberna, sino en publican, además, sendas biografías de
la más alta ocasión que vieron los siglos Felipe II. Fue, empero, el primer gran
pasados, los presentes, ni esperan los ve- biógrafo académico de Don Juan de Aus-
nideros”. Grabado de Don Juan de Austria que tria, el historiador inglés Sir William Stir-
Hasta el año 1627 no aparece la pri- recuerda su condición de hijo del emperador ling-Maxwell, el que definitivamente
mera biografía publicada de Don Juan y sus hazañas militares (Madrid, Bib. Nac.). asentó las bases de esta contraposición.

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PERSONAJE DE LEYENDA
DON JUAN DE AUSTRIA, EL ÚLTIMO HÉROE DEL IMPERIO

En su obra titulada Don John of Austria, el mejor prototipo de caballero cristiano


or passages from the history of the Six- fiel a sus ideales y a su país.
teenth Century (1547-1578), publicada En los años posteriores a la Guerra Ci-
en Londres en 1885, Stirling-Maxwell vil, empiezan a encontrarse mayores re-
presenta una biografía en dos extensos ferencias históricas, literarias y artísticas
volúmenes, con numerosas referencias a la figura de Don Juan. El 15 de abril de
bibliográficas y un gran detallismo en la 1939, por ejemplo, los tercios de la Le-
exposición de las gestas y de las vicisi- gión española desfilaron en Sevilla para
tudes de Don Juan. Stirling-Maxwell re- celebrar su victoria en terreno andaluz.
corre todas las etapas de la vida de Don Entre los tercios se encontraba el Don
Juan, mostrando un hombre que supo Juan de Austria de Larache. Poco tiem-
hacer frente a todas las vicisitudes que po después, el escritor y autor de diver-
se le fueron planteando y que finalmente sas obras sobre la batalla de Lepanto, Joa-
tuvo la mala suerte de morir en la ple- quín Martínez Friera, publicó El caudillo
nitud de su vida. Asimismo, presenta un de la fé: poema heróico de Don Juan de
Felipe II envidioso de los éxitos conti- Austria, mientras historiadores como Ma-
nuos de su hermanastro, del que no te- nuel Ferrandis y Pedro Flores de Casa-
nía constancia hasta el momento mismo nova describieron en sendas biografías a
de ser coronado rey a la muerte de su Don Juan como “paladín de la cristian-

Don Juan es el ALTER EGO de Felipe II, el


hombre que podría haber hecho lo que su Don Juan se refugia en el castillo de Namur,
en esta visión protestante del militar español,
hermanastro ni supo, ni pudo, ni quiso obra de Franz Hogemberg (Madrid, B. Nac.).

padre. Desde esta óptica, la figura de dad” (1942) o “protoestandarte de la fe” estadista atento a todos los sucesos que
Don Juan de Austria fue utilizada como (1955), respectivamente. Desde el ex- acontecían en sus vastos territorios, Don
el alter ego perfecto de Felipe II. Fren- tranjero, el escritor católico y caballero de Juan de Austria aparece como un aloca-
te al monarca de la leyenda negra se eri- la Orden del Santo Sepulcro, Louis de do militar, que primó sus propios inte-
gió un Don Juan de Austria que podría Wohl, consiguió un gran éxito editorial reses por encima de los verdaderos in-
haber llevado a cabo las empresas que con su novela The Last Crusader (1958), tereses de la monarquía. En su opinión,
su hermano ni supo, ni pudo, ni quiso traducida poco tiempo después al espa- “tal vez su temprana muerte fue en los
realizar. ñol como El vencedor de Lepanto. mejores intereses de sí mismo y de su
El cine español no quedó ajeno a es- país”, un país que tuvo la suerte de que
Las peripecias de Jeromín ta campaña de glosa de la figura de “su maestro y hermano fuera Felipe II,
Ante este esquema, bien poco podía ha- Don Juan de Austria. El director valen- bien denominado El Prudente”.
cer la historiografía decimonónica es- ciano Luis Lucia dirigió en 1953 la pe- Desde entonces, la imagen de Don
pañola para recuperar la memoria de Fe- lícula Jeromín (1953), basada en la obra Juan ha suscitado algunas publicaciones,
lipe II, sin dañar la imagen de Don Juan homónima del padre Coloma, con la que insisten en los viejos tópicos. La úl-
de Austria. Intentar revisar la figura de participación del jovenzuelo Jaime tima biografía publicada hasta el mo-
Don Juan de Austria hubiera sido con- Blanch como Don Juan de Austria y la mento, obra del historiador francés Bar-
traproducente. Ante la percepción de colaboración de Adolfo Marsillach en tolomé Bennassar, puede servir como
una España despreciada desde el ex- el papel de Felipe II. ejemplo de la imagen hoy vigente del
tranjero, se necesitaba mantener a un hé- En el marco de utilización literaria y ar- hijo del emperador Carlos V. Don Juan
roe para la gloria nacional, como lo era tística de la figura de Don Juan, pocos se de Austria ha acabado por convertirse
el de Lepanto. Tal vez por eso los es- aproximan a su realidad histórica. Cabe históricamente en todo un héroe para
tudios sobre su figura desde España fue- destacar, sin embargo, a sir John Petrie, todo un imperio. ■
ron tan escasos desde entonces, decan- presidente de la Sociedad de Historia Mi-
tándose hacia el estudio de la desacre- litar de Irlanda y correspondiente de la PARA SABER MÁS
ditada figura de Felipe II. Real Academia de la Historia española y BENNASSAR, B., Don Juan de Austria.
Entre las obras con mayor influencia, del Instituto Fernando el Católico, que Un héroe para un Imperio, Madrid, Temas de
está la realizada por el jesuita Luis Colo- aporta una nueva imagen de la relación Hoy, 2001.
ma, Jeromín (1908). Académico de la His- entre los dos hermanastros: frente a la ad- BRAUDEL, F., El Mediterráneo y el mundo mediterrá-
neo en la época de Felipe II, 2 vols., Madrid, 1976.
toria, célebre escritor costumbrista y mirable prudencia de Felipe II, la inde- GARCÍA CÁRCEL, R. (coord.), Historia de España.
miembro de una generación preocupada seable temeridad de Don Juan. En dos Siglos XVI y XVII. La época de los Austrias, Madrid,
por la imagen internacional de España, biografías publicadas en 1967 –Philip II Cátedra, 2003.
PARKER, G., La gran estrategia de Felipe II, Madrid,
el padre Coloma narra las peripecias de of Spain y Don John of Austria–, revisa la
Alianza, 1998.
Jeromín, el joven hijo bastardo de Car- tradicional imagen de Don Juan. Mientras PETRIE, CH., Don Juan de Austria, Madrid, Editora
los V, que terminará por convertirse en que Felipe II es presentado como un gran Nacional,1968.

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