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Cómo sané mis heridas y fui libre emocionalmente

A la hora de hablar de heridas emocionales no nos estamos refiriendo en exclusividad a los


daños que pueden habernos hecho segundas personas.

También nosotros somos responsables de muchos de esos vacíos, de esas limitaciones


personales.

Hay pensamientos que hacen daño, no hay que alimentar el ego ni aferrarnos al pasado para
vivir sólo de las nostalgias, por ejemplo.

Nuestra actitud en ocasiones ante la vida, también erosiona nuestro alma y la forma en que nos
relacionamos ante el mundo.

Sanar, corregir este tipo de construcciones internas es una forma de ser libre emocionalmente.
Ahora bien, debemos en primer lugar hacer un sano ejercicio de reflexión y de clara voluntad
de querer cambiar las cosas, pero desde nuestro propio interior.

Ahí donde reside la auténtica fuerza emocional.

Todos nosotros creemos tener una gran sensación de libertad, pero es falsa. Estamos
controlados por nuestras creencias, a veces limitantes, por nuestras heridas emocionales, que
nos encadenan… ¿Cómo podemos renacer emocionalmente para ser libres de verdad?

Claves para conseguir la libertad emocional

En primer lugar hemos de tener claro que no todas las personas somos iguales, ni contamos con
la misma “mochila” de experiencias vividas.

No obstante, a la hora de hablar de pensamientos y emociones que limitan nuestro crecimiento


personal, y nuestra libertad, existen unos ejes básicos que merece la pena tener en cuenta para
al menos, reflexionar en ellos.

1. No temas al dolor emocional

El dolor, como el sufrimiento, no se puede esconder en un rincón secreto de nuestro cuerpo.


Toda herida sangra, todo dolor emocional se llora, se grita o se siente en todo su abismo de
soledad.

Tus emociones no son tus enemigas ni tampoco te definen. Es decir, puedes por ejemplo sentir
el sufrimiento de la decepción en un momento muy puntual de tu vida, sin embargo, no toda tu
existencia va a estar (ni debe estar) teñida por esa sensación.
El dolor se vive en “el aquí y ahora“, debe entenderse, comprenderse y gestionarse de la forma
más saludable posible. De no hacerlo, de optar por esconder esas ,

2. Debes aprender a ser comprensivo contigo mismo/a

¿Has cometido un error? ¿Has invertido parte de tu tiempo y tu vida en una persona que, quizá,
no lo merecía? No te castigues ni te etiquetes como “inegnuo/a”, ni aún menos como
“fracasado/a”:

Ninguna vida que merezca la pena es indemne a los errores. Es más, todo aspecto que
consideres como “error” es en realidad un aprendizaje que asumir y una experiencia de lacual,
puedes salir aún más fortalecido/a.

Sé comprensivo contigo mismo/a y entiende que lo último que debes hacer es gestar o alimentar
un sentimiento de culpa ante lo sucedido.

La culpa arrastra, ahoga y envenena, es un claro enemigo para poder ser libre emocionalmente.
Mantén una mente abierta capaz de aceptar toda vivencia, ya sea buena y mala, porque de eso
se trata al fin y al cabo esto llamado vida.

Intenta despertar cada mañana con la ilusión renovada, ábrete a ti mismo/a y a los demás
sabiendo que mereces ser feliz de nuevo, bloqueando ese torrente de pensamientos negativos
que a veces, levantan nuestra propia cárcel mental.

Con cada esfuerzo que hagas, con cada paso que des por volver a ser feliz, será una forma de
liberarte de los errores y la culpa. Alimenta ilusiones, evita nutrir decepciones.

3. No puedes cambiar a quien te hizo (o te hace daño)

Si tienes que convivir con una familia, unos padres, o unos hermanos que te hacen daño de
algún modo, debes tener muy claro que no puedes cambiarlos. No puedes cambiar su forma de
entender las cosas o su personalidad.

Ahora bien, para ser emocionalmente libre debes sanar su influencia en ti mismo/a. Tú eres lo
que importa en este caso y tú quién está sufriendo.

Muchas de esas cosas que te han hecho en el pasado las has interiorizado , han hecho “costra” e
incluso creado una herida invisible, y es ahí, donde están las cadenas.

Libérate, asume que ya no tienen por qué hacerte daño, intenta perdonar pero avanza a la vez
poniendo límites.

Sana las palabras dichas o no dichas, sana el dolor de la decepción o los desprecios, deja ir las
cargas y a su vez, levanta la voz para dejar claro que ya no vas a ser víctima. Estás curado/a, has
renacido y eres libre emocionalmente.

4. Sana tus raíces


¿A qué nos referimos con sanar nuestras raíces? Es sin duda un aspecto complejo que vertebra
muchas áreas personales, muchas vivencias y constructos psicológicos, no obstante, basta con
que tengas en cuenta estas dimensiones.

Reflexiona en ellas:

–Desactiva el ego en tu día a día, te permitirá tener una visión más amplia y libre de las cosas.

–No te sometas a las circunstancias ni tampoco te pelees con ellas fomentando el odio o el
rencor. Evita los extremos porque las dos dimensiones te anclan y te arrastran. Mantén el
equilibrio, la paz interior y prioriza tu libertad emocional por encima de todo.

–No te protejas bajo un positivismo poco objetivo. No se trata de dibujar sonrisas cuando lo que
sentimos es una profunda tristeza, porque de ese modo lo que haces es embellecer las hojas de
tu árbol sin tener en cuenta que tus raíces están enfermas.

–Siente tus emociones y gestiónalas de modo adecuado, porque de lo contrario te convertirás en


una máscara muy alejada de como tú eres en realidad. El crecimiento personal requiere ser
valiente e íntegro con uno mismo.

"Huir del temor es temer. Luchar contra el dolor es doloroso. Tratar de ser valiente es estar
asustado." ALAN WATTS (filósofo británico 1915-1973)

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