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EL ARQUETIPO DE LA GUERRERA”

LA FEROCIDAD FEMENINIA
LA recuperación de nuestro fuego femenino nos devuele nuestra capacidad de elección,
claridad, dirección, y la ferocidad para proteger lo que amamos.
Este fuego femenino sigue siendo temido dentro del Patriarcado. Aun que la mujer
moderna se sienta poderosa – no sabe que esta imitando un fuego distorcionado
masculino.
El poder femenino es nuestra capacidad de expandirnos, de estar conectadas a la tierra, de
entrar en la respiración y sentirnos en las caderas, y así poder mantener nuestro
compromiso con el sentimiento de nuestro corazón, el ‘sí’ y el ‘no’ en nuestro interior,
aprender a expresarlo con claridad y amor…
Vamos a entrar en una relación íntima con nuestro fuego, vamos a sentir íntimamente
nuestra ira y rabia que están atascadas en nuestro cuerpo, vamos a aprender a discriminar
entre el poder inmaduro rebelde, con la motivación de defender de la herida central, y el
poder auténtico que no separa ni corta conexión, sino que nos lleva a una mayor
interconexión con el todo…
El miedo del hombre del poder femenino es profundo, se asocia con la brujería, las
prostitución, lesbianismo, rompe pelotas… Pero hay que tener en cuenta que el miedo a
lo femenino dentro de la mujer también es profundo.
En preparación para la Guerrera, me gustaría invitaros a que dejéis que os hablen
vuestros sueños, sentimientos y vuestro organismo. Nuestro inconsciente profundo sabe
hacia dónde vamos, y ya se nos puede estar subiendo tanta ira y rebelión. A lo mejor
queremos expresarlo ya inconscientemente hacia fuera, sacarlo fuera, ya que dentro nos
duele y quema nuestra energía. A lo mejor sentimos ya un deseo profundo de ser vistas en
todo lo que llevamos dentro, de expresar lo que hay y de ser aceptadas. Esto es natural y
esencial si queremos aprender a construir una relación íntima con nuestro fuego maduro,
y también para aprender a amar a nuestro poder inmaduro que echa la culpa y se ataca a
sí mismo y al otro.
Hermanas,
Dentro de poco nos reuniremos para bañarnos en la potente energía de la Guerrera.
Ella nos invita a vivir desde lo que queremos ser y elegir donde estamos poniendo
nuestra fuerza vital y donde poner nuestros tan necesarios limites.
Este sábado vamos a bailar un Baile de la Guerrera de Dentro de cada una de nosotras,
un baile único que nos devuelve el recuerdo en el cuerpo y en el corazón de cuando nos
alineamos con nosotras mismas, y andamos de nuevo con nuestra seguridad.
Así que os quiero pedir que traer prendas de color rojo, y un palo,(puede ser un palo de
escoba, y sacar la parte de la escoba!). Sería bueno que fuesen de madera, pero no os
preocupéis si no podéis traerlo. Avisarme antes pare que haya de sobras.
De todas maneras, dime si quieres venir, y te mandaré un correo explicándote la práctica
– así todas vais a llegar preparadas…
Hermanas, empezemos este nuevo año con la claridad y dirección que nos brinda la
Guerrera.
Os espero aquí, lista para rugir nuestro gran rugido del corazón,
LA PSIQUE & SU VECINDARIO.
Posted on 9 marzo, 2012 by Surá Lillo
“La cadena más acerrada y más inquebrantable es la que nuestro propio yo nos echa
al cuello. Porque de lo que huimos y por lo que suspiramos va dentro de nosotros”
Antonio Gala
Desarrollar nuestra consciencia como individuos nos lleva a enfrentar nuestro sistema de
creencias consciente e inconsciente. Para la mayoría de nosotros diseminar lo que
sentimos, pensamos y actuamos es un arduo trabajo, pues en la percepción de nuestro
“Yo” consciente, dejamos zonas muertas por donde se escapa nuestra “sombra”, actitudes
que reconocemos muy bien en los otros, y las cuales, al ser culposas o juzgables,
apostillamos en nuestro sótano o cuarto oscuro interior.
Para Simon Freud & Jung el inconsciente tiene principalmente una función
compensatoria y éste se manifiesta de distintas formas.
Lo inconsciente modifica sus formas y su función como ocurre en la actitud consciente.
La función reductiva de lo inconsciente actúa sobre un material compuesto esencialmente
por los deseos sexuales infantiles reprimidos, anhelos infantiles de poderío, por residuos
de instintos, pensamientos y sentimientos arcaicos y colectivos.
C.Jung basaba sus investigaciones en la práctica clínica donde analizaba de manera
minuciosa y simbólica los contenidos arquetípicos de los sueños de sus pacientes para así
desvelar el mensaje que el “Self”, el o arquetipo del “Sí mismo”, esta parte de nosotros
que está más íntimamente conectada con nuestro sentir más profundo, esa esencia que
nos impulsa a seguir creciendo.
Según los estudios del investigador y Psiquiatra Suizo, existen tantos arquetipos como
situaciones típicas en la vida. Una repetición interminable ha grabado esas experiencias
en nuestra constitución psíquica. Los arquetipos no son símbolos, sino que formas de
experimentar y ver nuestra vida en distintas circunstancias y emergen cada vez que una
situación gatilla estas motivaciones primordiales.
Para Jung, los siguientes arquetipos, son los más predominantes dentro de la psique del
individuo, después de haber estudiando a innumerables pacientes de diferentes culturas y
condiciones, en todos ellos parecían repetirse una serie de figuras simbólicas recurrentes.
El arquetipo de la “sombra “que representa el lado oscuro del “YO”; todo lo negado y
reprimido dentro de nosotros.
El arquetipo del “ánima“aspecto femenino presente en el inconsciente de los varones, se
asocia a la: la emoción profunda, la intuición y la fuerza dadora de vida. Musas, brujas,
arpías y princesas suelen representar los diversos aspectos de este arquetipo.
El arquetipo del “ánimus”; representa el aspecto masculino de la mujer y se asocia a la
fuerza, la competencia, la conquista y la lógica. Villanos, galanes, héroes, príncipes y
vagabundos emergen de esta figura.
El arquetipo de “la máscara”el modo en que se presenta el individuo ante los demás, la
fachada con la cual interactúa con el mundo y el aspecto que el sujeto deja ver de sí
mismo. Muchos confunden la máscara con su verdadera identidad.
Elarquetipo del “Self” o “si mismo”,representa la integración total del individuo; la
inclinación hacia el autoconocimiento, el equilibrio interno y armonía entre los aspectos
conscientes e inconscientes del hombre y se suele representar a través de mándalas.
El inconsciente opera en nuestra realidad en numerosas formas arquetípicas, las más
evidentes son los contenidos simbólicos de los sueños; las reacciones desmesuradas
emocionales sin control; las actitudes como la crítica, la desconfianza; el egoísmo y el
miedo entre otras, así como las enfermedades, siendo éstas la expresión más evidente y
desgarradora de nuestra Psique.
LA FORMACIÓN DEL “YO” CONSCIENTE Y SU SOMBRA:
“EL NIÑ@ HERIDOS”
Las grabaciones que adquirimos en nuestra niñez, en relación con el mundo que nos
rodeaba; colegio, familia, instituciones religiosas….todas ellas formaron un sistema de
creencias en particular único en el individuo, además de las creencias que conforman el
inconsciente colectivo. Todos aquellos contenidos de la psique que son comunes en todas
las personas donde su origen llega de los distintos Mitos.
Y a pesar de albergar todas estas aptitudes, nuestra mente subconsciente contiene
nuestros sueños, anhelos profundos y también los talentos considerados por Jung como la
manifestación del “self” o energía psíquica primordial.
En la infancia es cuando emergen nuestros verdaderos talentos, en esos tempranos años
de evolución de la Psique, el niño vive en un mundo totalmente nuevo, donde sus
primeras relaciones son de vital importancia, siendo la madre una total influencia en los
primeros 7 años de vida; a partir de este momento el niño comienza a fijar su atención en
la figura masculina representada por el padre. Estas dos figuras son una total influencia
en la psique del infante.
Hoy en día muchos padres no disponen del tiempo para estar con sus hijos pasando así
por alto muchas de las cualidades y talentos que estos traen.
La mayoría de los adultos viven con sus anhelos más profundos reprimidos, y esto hace
que la persona pierda la ilusión por la vida pues no está desarrollando una serie de
cualidades que trae consigo para su desarrollo.
Por todos es sabido que los talentos artísticos no sirven en esta sociedad donde lo que
impera es la competitividad y el excesivo egoísmo. Donde somos instigados y premiados
por optar por profesiones que nos den una “seguridad” como por ejemplo ser
“funcionarios”.
Cuando no desarrollamos nuestras habilidades artísticas, éstas quedan por completo
enterradas en lo profundo de la Psique, llevando al individuo a la depresión o falta de
energía libidinal.
Esa falta de confianza y sentimiento de que el mundo es un lugar hostil y peligroso son
programaciones que el niño-a reciben los primeros años de su vida.
LA NIÑA HERIDA Y LA HERIDA PRIMORDIAL DE LA MUJER
A eso hemos de añadir las creencias externas sobre la condición sexual del niño, ya que si
esta es hembra; es decir es una niña, sobre ella cae un peso de inferioridad frente al
varón.
En el inconsciente colectivo circula aún muy presente la infravaloración de la mujer y sus
capacidades, y aunque en Europa haya muchas mujeres que gocen de una libertad
intelectual, económica y cultural, si bien es verdad que aún en el 2012 existen muchas
mujeres oprimidas, abusadas, violadas e incluso asesinadas por sus “conyugues o
parejas”.
La psique de la niña se conforma bajo un sentimiento soterrado de culpa por no haber
nacido varón.
Así ser mujer implica llevar una carga emocional de dolor y sufrimiento que por ser algo
que se ha repetido en las historias familiares, traspasándose de generación en generación,
estos contenidos pasan a ser habitantes de la psique conformados en lo que C. Jung llamó
Arquetipos de la sombra femenina.
LA SOMBRA DEL ARQUETIPO DEL “ANIMA” (o lado Femenino)
Cuando el hombre proyecta el arquetipo del “anima” sobre la mujer, esta aparece como
un objeto de su dominio y propiedad esta se manifiesta en múltiples formas reprimidas en
su psique, como son los diferentes arquetipos de la sombra femeninos: Madre siniestra, la
esclava, la puta, la niña herida, la monja. Esta es la sombra del arquetipo del ánima que
emerge de la proyección machista del hombre hacia mujer.
La idea patriarcal que la “mujer no es nadie sin un hombre”; la maldición de la
“solterona”; el concepto de no ser una verdadera mujer si esta no tiene hijos; que es una
“puta” si tiene relaciones con hombres sin estar casada; que su cuerpo es sucio e impuro
mientras menstrua; que su cuerpo es imperfecto; esto ha hecho que la mujer enferme
desconectada de su verdadera naturaleza.
Estas proyecciones del “anima” tienen su correlación en el arquetipo del “animus” que
emerge en forma de el arquetipo del “macho”, donde la mujer se considera un trofeo a
conquistar por el hombre y cuanto mayor sea el numero de conquistas, mayor será la
fuerza de este arquetipo, ya que parte del reconocimiento, el hombre lo ve reflejado en su
bravura sexual, lo penoso es que dentro de este proceso inconsciente la mujer no es
realmente vista como es, sino como reflejo de esa proyección de la sombra masculina .
Así bien el arquetipo del “amo” da vida a la energía psíquica en la mujer donde esta
emerge como “esclava” al servicio del hombre, controlando éste la supervivencia de la
mujer y de esta forma ejerciendo su dominio sobre ella. Reprimiendo ambos la energía
sexual a favor de experimentar la sexualidad desde un prisma inconsciente meramente
emocional y desatinado.
Si bien esto no ha de servir para señalar el aspecto doloroso del ser humano, esto ha de
inspirarnos a conocernos desde primas aun inexplorados por nosotros, pues por más
dolorosos que puedan parecer estos contenidos, al transitarlos e integrarlos alcanzamos la
Individuación, concepto Yunguiano que se refiere a la realización del individuo en Si
mismo.
Pero por desgracia para muchos aun vale el dicho “más vale lo malo conocido que lo
bueno por conocer” y es que nuestra mente se aferra a lo que conoce y le aterra lo
desconocido, y es en base a ese temor que nuestra sombra campa a sus anchas
haciéndonos victimas una y otra vez de nosotros mismos, pues como afirma Antonio Gala
en un artículo del País dominical del año 1995 llamado “Libertad Interior”; “la cadena
más acerrada y más inquebrantable es la que nuestro propio yo nos echa al cuello.
Porque de lo que huimos y por lo que suspiramos va dentro de nosotros”
La sumisión a la voluntad ajena, por culpa del falso YO que vende al verdadero, es el
principal enemigo de nuestra libertad. El poderoso no es nunca el que hiere o destruye,
sino el que sabe curar y construir: Libremente y a solas si es preciso
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·0 Los arquetipos no son símbolos, sino que formas de experimentar y ver nuestra
vida en distintas circunstancias y emergen cada vez que una situación gatilla estas
motivaciones primordiales.
·1 El inconsciente opera en nuestra realidad en numerosas formas arquetípicas, las
más evidentes son los contenidos simbólicos de los sueños; las reacciones
desmesuradas emocionales sin control; las actitudes como la crítica, la
desconfianza; el egoísmo y el miedo entre otras, así como las enfermedades,
siendo éstas la expresión más evidente y desgarradora de nuestra Psique.

Arquetipo de la esclava.

La mujer se encuentra atrapada en las redes del patriarcado que la colocan en una
condición de sumisión y dependencia. Esto se encuentra escrito en su psiquismo desde
hace miles de años y romper con esta inscripción y poder salir de la condición de una
conciencia esclava sin pasar a la dominación, la rivalidad o la venganza inconsciente
hacia el hombre representa un trabajo para el alma de la mujer.
Es necesario que la mujer rompa con la atadura que el hace pensar que ella es sirviente y
su vida consiste en ocuparse de los otros con diligencia y esmero. Cuando ese arquetipo
esta dominándola ella cree que todos los demás son importantes (autoridad, amos) y su
obligación es atenderlos en todas sus demandas.
Desde niña le enseñaron a ser buena “esclava”, obediente y sumisa con e hombre (padre,
hermano, marido) adivinar lo que su amo podría requerir inclusive antes de pedirlo. Por
lo tanto instaló la actitud de estar pendiente del bienestar de su amo, que nada falte en la
mesa, que la comida esta lista a tiempo, que todo este limpio y en su lugar, que la ropa
este bien planchada y acomodada, que ella este siempre dispuesta a darle placer.
La contracara es que también se funda la idea de que si bien es cierto que ella vive para
los demás, sus amos dependen totalmente de ella, que la necesitan y no podrían vivir sin
ella.
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Cuarta parte
Los arquetipos
El psicoanalista suizo Carl G. Jung (1875-1961), al observar los delirios de las personas
con desórdenes mentales, descubrió que en todos ellos éstos se manifestaban de diversas
formas que coincidían con un fondo colectivo de imágenes y símbolos muy antiguos. A
estos elementos de la memoria los llamó arquetipos y con ellos aportó la novedosa
propuesta de que además del inconsciente personal existe un inconsciente general,
colectivo, compuesto por los instintos y los arquetipos.
Los instintos pertenecen a la parte biológica del ser humano y son estímulos que se
traducen en acciones, en tanto los arquetipos son formas interiores e individuales de
percepción e intuición que desempeñan un importante papel en nuestra manera de captar,
interpretar y explicar el mundo que nos rodea.
Tanto los instintos como los arquetipos son contenidos de carácter universal heredados de
generación en generación es decir, que provienen de nuestros padres, de nuestros abuelos
e incluso de generaciones anteriores a ellos. Toda esta información se deposita en
nuestros genes y queda almacenada en el inconsciente, lo que quiere decir que está más
allá de nuestro conocimiento y de nuestra conciencia.
Ahora bien, esta carga de información tanto positiva como negativa, está físicamente
arraigada en la parte trasera de nuestra nuca, por lo que es muy difícil conocerla, sentirla
y encararla, aun cuando en gran medida es la que origina nuestra personalidad y nuestras
formas de responder ante los desafíos de la vida. Así pues, los arquetipos se transforman
en lo que el mismo Carl Jung llamó patrones de conducta.
De acuerdo a Jung un arquetipo constituye una parte esencial de nuestra conciencia que si
lo permitimos, es capaz de iluminar nuestras formas inconscientes de comportamientos y
ayudarnos en nuestra tarea de iluminar al inconsciente y a los aspectos más oscuros de
nuestro ser –lo que él denominaba la sombra– es decir, aquellas partes de nuestra
personalidad que han permanecido sin desarrollar debido a que no se les ha dado la
atención ni la expresión adecuada.
Esto explica por qué hay familias enteras con marcadas tendencias hacia el divorcio, la
infidelidad, el abandono de los padres a los hijos, la bancarrota o enfermedades crónicas
como el cáncer.
Incluso en los chequeos médicos se nos pide que demos antecedentes familiares de
enfermedades para conocer las probabilidades de desarrollar en el futuro ciertos
padecimientos.
A pesar de esto, es muy difícil que comprendamos que tanto los modelos de vida como
los de autoestima y comprensión nos han sido heredados. En todas las familias existe una
serie de arquetipos muy claros algunos muy positivos y otros desastrosos o violentos, y a
través de ellos cada miembro de la familia se va relacionando consigo mismo y con el
mundo.
Se trata de modelos de respuesta adquiridos y aprendidos, pero como algunos de ellos son
bien vistos en el terreno social ni siquiera nos planteamos la necesidad de revisar el
efecto que pueden llegar a tener en nuestra vida diaria.
Un ejemplo de esto es el arquetipo de la esclava, que tiende a aparecer en las mujeres
aunque los hombres no están exentos de su influencia y que se define por algunos
síntomas como la codependencia económica hacia la pareja o amante y la tendencia a
relacionarse con otra persona depositando todo su poder personal en ella –incluyendo la
responsabilidad de sí misma– quedando totalmente disminuida la personalidad individual
dentro de la relación. Las esclavas –o los esclavos– son personas calladas, prudentes y
obedientes, que no saben pelear por sus derechos ni marcar un límite de respeto hacia
ellas o hacia sus deseos porque de hecho no saben lo que desean para ellas mismas pues
la pareja aparentemente cubre todas sus necesidades. El otro tiende a verla como un ser
inferior y generalmente la trata como tal, de manera que el desprecio, el no ser tomado en
cuenta y las faltas constantes de respeto son características comunes en el desempeño de
estas parejas y por desgracia estos patrones de conducta son aprendidos por los hijos e
hijas desde pequeños, quienes tratarán de repetirlos cuando crezcan.
Otra característica de los arquetipos es que tienden a relacionarse en parejas, ya que uno
representa la fuente de alimentación del otro. Así, en el caso de la esclava tratará de
buscar el arquetipo del amo para poder sentirse viva.
Los arquetipos no tienen cuerpo ni personalidad por lo tanto, la forma en que buscan
manifestarse y adquirir vida propia es a través de imágenes, deseos y elecciones que les
permitan subsistir en la psique humana.
Volviendo al ejemplo de la esclava, la persona tiende a representar este arquetipo porque
en su inconsciente es uno de los que presentan mayor fuerza y poder por encima de todos
los demás.
Todos en alguna medida tenemos arquetipos danzando en nuestro inconsciente e
intentando cobrar importancia en el, sin embargo, existen jerarquías y unos toman el
papel estelar en tanto otros representan papeles secundarios en esta obra de la vida.
Esto se debe a que el escenario de vida que elegimos vivir es el ideal para que algunos
arquetipos cobren mayor fuerza que otros.

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