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Objetivos:
- Reconocer elementos de la realidad representada en los textos narrativos, además de
procedimientos estructuradores.
Eje temático:
- Textos literarios.
Texto 1
1. *… Su enfermedad era de una naturaleza que permitía calcular con toda exactitud la época de su muerte.
Finalmente, convinimos en que me avisaría veinticuatro horas antes del momento anunciado por los médicos para
su fallecimiento.
2. No han pasado más de siete meses desde que recibí del mismo señor Valdemar la siguiente nota: Mi querido P…
Puede usted venir ahora; D… y F… están de acuerdo en que yo no puedo pasar de la medianoche de mañana, y
creo que aciertan con bastante exactitud. Valdemar.
3. Recibí esta nota media hora después de haber sido escrita, y quince minutos después me hallaba en la alcoba del
hombre moribundo. No lo había visto hacía diez días y me asustó la terrible alteración que en tan breve espacio de
tiempo se había operado en él. Su cara tenía color plomizo; sus ojos habían perdido todo brillo y su demacración
era tan extrema que la piel parecía poder rajarse por los pómulos. Su expectoración era excesiva. El pulso apenas
era perceptible. A pesar de todo, conservaba de un modo muy notable tanto su fuerza mental como hasta cierto
grado su fuerza física. Hablaba con claridad, tomaba sin necesidad de ayuda algunas medicinas calmantes, y
cuando entré en la habitación estaba ocupado en escribir a lápiz algunas notas en un cuaderno de bolsillo. Estaba
incorporado en el lecho, apoyándose en unas almohadas. Los doctores D… y F… lo estaban atendiendo.
4. Al dejar la cabecera del enfermo para hablar conmigo, los doctores D… y F… le habían dado su último adiós. No
tenían intención de volver, pero, a petición mía, ellos accedieron a visitar al paciente sobre las diez de la noche
siguiente.
5. Cuando se hubieron ido, hablé libremente con el señor Valdemar sobre el tema de su próxima muerte, así como
también, y más especialmente, del experimento propuesto. Me manifestó que estaba muy ansioso y gustoso de
llevarlo a cabo, y hasta me incitó a comenzar inmediatamente. Debido a ello, pospuse la operación hasta casi las
ocho de la noche siguiente, hora en que llegaría un estudiante de medicina (Theodore L…), con quien tenía alguna
amistad y que me alivió de ulteriores preocupaciones.
6. Faltarían cinco minutos para las ocho cuando, cogiendo la mano del paciente, le rogué que confirmase tan
claramente como pudiera al señor L… si él (el señor Valdemar) estaba completamente dispuesto a que se hiciera el
experimento de hipnosis en aquellas condiciones.
7. Él contestó débilmente, pero perfectamente audible:
8. – Sí, deseo ser hipnotizado – añadiendo inmediatamente después – : temo que usted lo haya retrasado demasiado
tiempo.
9. Mientras hablaba, comencé los pasos que yo había hallado como los más eficaces para adormecerlo.
10. A las once menos cinco percibí signos inequívocos de hipnosis. Los ojos vidriosos, ya casi en blanco, adquirieron
esa expresión de inquieta mirada hacia adentro que solo se ve en los casos de sonambulismo, y que resulta
totalmente inconfundible *…+ Decidí aventurar algunas palabras de conversación.
11. – Señor Valdemar – dije –, ¿Está usted dormido?
12. Él no me contestó, pero noté un temblor en la comisura de sus labios, y eso fue lo que me movió a repetir la
pregunta. A la tercera, todo su cuerpo se agitó con un ligero estremecimiento; los párpados se abrieron hasta
descubrir una línea blanca del globo; los labios se movieron lentamente, y a través de ellos, en un murmullo
apenas perceptible, surgieron las palabras:
13. – Sí, ahora duermo. ¡No me despierte! ¡Déjeme morir en paz!
14. - ¿Siente usted dolor en el pecho, señor Valdemar?
15. – No siento dolor… Me estoy muriendo.
16. Al mismo tiempo, su labio superior se retorció, separándose de los dientes que hasta entonces había cubierto por
completo, mientras la mandíbula inferior se le caía con un tirón súbito, dejando la boca abierta y descubriendo
completamente la lengua hinchada y negruzca. Todos los miembros del grupo presente estaban acostumbrados a
los horrores de la muerte; pero era tan espantoso el aspecto del señor Valdemar en aquel momento que todos nos
separamos del lecho.
17. Ya no había en el señor Valdemar el menor signo de vitalidad, y convencidos de que estaba muerto, íbamos a
dejarlo a cargo de los enfermeros, cuando un fuerte movimiento vibratorio se observó en su lengua. Aquello
continuó tal vez durante un minuto; al cabo del cual surgió de las mandíbulas distendidas y sin movimiento una voz
que sería en mí una locura intentar describirla. Hay en realidad dos o tres epítetos que podrían ser considerados
como aplicables en parte; podría decir, por ejemplo, que el sonido era áspero, roto y cavernoso, pero el espantoso
conjunto era indescriptible, por la simple razón de que ningún sonido similar ha desgarrado, como lo hizo aquel, el
oído humano.
18. He hablado tanto de la “voz” como del “sonido”. Quiero decir que el sonido de las sílabas era claro, de una claridad
maravillosa y estremecedora. El señor Valdemar hablaba, evidentemente, contestando a la pregunta que yo le
había hecho algunos minutos antes. Yo le había preguntado, se recordará, si todavía dormía. Entonces dijo:
19. – Sí… No… He estado durmiendo… y ahora… estoy muerto.
a) Su aspecto físico era deplorable, pero demostró que mantenía la energía y mucha lucidez.
b) Estaba muy cambiado en sus facciones, demacrado y sin posibilidades de moverse.
c) Tenía sus ojos sin brillo, mucha tos, pero aún conservaba algo de claridad mental.
d) Estaba consternado por el trance agónico que experimentaba.
e) Agonizaba en medio de agudos dolores y atemorizantes alucinaciones.
Texto 2
1. El bello sexo santiagueño del año 1914 merecía, sin ser tan artificioso en su atavío como lo es el del día, el
nombre de bello que siempre le ha asentado.
2. El adorno de la cabeza se reducía, en vez de sombrero europeo, al propio e incomparable cabello de la mujer
chilena, a la airosa mantilla y a tal o cual flor recién cogida del jardín. Las niñas lucían simples trenzas y solo
levantaban moño cuando se casaban. Lo que es polvo de arroz, velutina, brillantina y cuantas trampas terminan
en ina, no se merecían en aquella época *…+
3. La palidez y las ojeras solo indicaban entonces enfermedades, calaveras o malas noches, y nunca la echaron de
cebo para atraer enamorados, ni de galas de hermosura, como sucedió después. Merced a la sencillez y a la
limpieza del vestido corto, nunca profanado por la tierra y las inmundicias de la calle, lucía en todas partes la
hermosura santiagueña uno de sus más inocentes y poderosos atractivos, aquel pulido y bien calzado pie que
nunca deja de admirar la raza sajona cuando visita las regiones meridionales, así es que ni en la mente más
extravagante d pudo detenerse entonces la estrafalaria idea de que algún día llegare la mujer chilena, por
espíritu de imitación, a ocultar su pie bajo los polvorosos pliegues de una asquerosa escoba de barrer calles,
que no es otra cosa el traje rico y arrastrado que ahora llevan. Ocurriósele en aquel tiempo a una bisoja, pero
elegante y acaudalada moza española, encubrir su defectuoso mirar echándose al descuido y con cuidado
sobre el ojo izquierdo un crespo de sus preciosos cabellos, y las chilenas encubrieron uno de sus dos luceros,
por entrar en la moda. A otra vieja francesa, por encubrir las arrugas de su frente, se le ocurrió desparramar
sobre aquel eriazo borbollón de crespos postizos, y las chilenas ocultaron y siguen ocultando su hermosa y
tersa frente con esos extravagantes apéndices que solo pueden caer bien a las viejas y a los caballos. Pero
consolémonos, pues todas estas trampillas no alcanzan solo a la mujer chilena, porque son importadas.
a) OSTENTABAN, porque las trenzas eran más valoradas que un simple moño.
b) PRESENTABAN, porque de ese modo daban a conocer que eran solteras.
c) ADORNABAN, porque el cabello era un reemplazo adecuado para el sombrero.
d) EXHIBÍAN, porque se refiere a cómo las niñas mostraban su cabello en público.
e) EXPONÍAN, porque las trenzas eran un adorno como una mantilla o una flor.
a) EXTRAÑA, pues hace referencia a una persona con pensamientos fuera de lo común.
b) EXTRAORDINARIA, pues hace referencia a una persona con cualidades excepcionales.
c) RARA, pues hace referencia a una persona cuyo actuar está fuera de la lógica.
d) ORIGINAL, pues hace referencia a una persona con pensamientos novedosos.
e) RETORCIDA, pues hace referencia a una persona con pensamientos oscuros y morbosos.
13. De acuerdo con el texto, ¿cuáles son de los atractivos más poderosos de las santiagueñas?
14. ¿Cuál de las siguientes opciones constituye una inferencia válida para el fragmento?
a) Era descuidada con su cabello, por ello se le caía sobre un ojo constantemente.
b) Cubría uno de sus ojos con cabello porque era la moda en España en aquella época.
c) Poseía una elegancia que la hacía parecer más atractiva de lo que realmente era.
d) Le encantaba lucir sus cabellos crespos, dejándolos sueltos sobre su rostro.
e) Sus ojos apuntaban en diferentes direcciones, por eso usaba el pelo sobre uno de ellos.