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Concepto de salud enfermedad, una visión que tiene un componente histórico tiene que ver con

el Estado-Educación-Sociedad. La Organización Mundial de la salud, define esta misma como un


estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente como la ausencia de
afecciones o enfermedades. Definición utópica, ya que nos lanza a la obtención de un ideal: el
bienestar, que entraña mayores dificultades en su concepción y logro; al nosotros pensar así, no
se consideraríamos seriamente las limitaciones impuestas por la sociedad para obtención de la
salud y es allí donde considero que tiene mucho que ver la ubicación geográfica del individuo,
estado al que pertenece y costumbre de la sociedad donde vive y en las cuales ha vivido. Sin
embargo y ya habiendo planteado esto puedo decir que si hay coincidencias en todas las
sociedades con respecto al segundo concepto referido que es el de enfermedad, con las que
todos nos identificamos, todas las personas sin importar etnia, raza, sexo o edad reconocemos
como enfermedad una condición anormal del cuerpo que: daña o corrompe las funciones
normales del cuerpo, que causa incomodidad, que deteriora la salud; Es el resultado entre un
agente agresor al organismo y un huésped susceptible en un medio ambiente propicio, que se
produce por medio de mecanismos de producción o transmisión. Es en sí cuando un organismo
no se encuentra en su estado óptimo y se refleja por medio físico ya que provoca una apariencia
pálida, estornudos o escurrimiento nasal, etc. dependiendo de la enfermedad contraída. Más
adelante retomaremos de nuevo el concepto de salud luego de tener clara la evolución histórica
de este concepto.

A lo largo de la historia el ser humano ha enfrentado cambios de diferente índole y en diversas


áreas de su vida, producto de los cambios ambientales y de la transformación que ha hecho de
la naturaleza, así como del conocimiento cada vez más amplio que ha ido obteniendo de ella.
Como parte de la asimilación de estos cambios, el ser humano ha ido modificado sus
concepciones sobre la vida, acerca de todo tipo de aspectos que el mundo contiene. Es así que
conceptos como el de la salud no pueden ser considerados como inmutables o inalterables, pues
es claro observar como a lo largo de períodos históricos el significado y la connotación que ha
recibido el concepto adquieren distintos matices.

Al principio de la historia el ser humano predominantemente del pensamiento mágico o mítico,


en donde la salud o la enfermedad se asociaba con los elementos naturales o a los espíritus
(fuerzas benignas o malignas) que penetraban en el cuerpo humano produciendo efectos de
bienestar o de dolencia. En algunas culturas, este pensamiento mágico adquirió rasgos más
complejos (mitología), en donde aparecen las figuras de dioses que irrumpen en todas las
facetas de la vida de las personas, entre ellas la salud o la enfermedad. Entonces bajo esta visión
de salud y enfermedad, surge el personaje encargado de curar o de interceder entre tales
fuerzas espirituales y el doliente, llamado en algunos casos curandero, brujo o hechicero,
chaman quien mediante conjuros y brebajes buscaba la sanación.

En una segunda fase las personas el mundo circundante se inicia la observación de la realidad,
no sólo de la naturaleza y de la sociedad, sino también del cuerpo humano y de sus fluidos. Cabe
destacar el aporte de dos impulsores de la medicina en este período, Hipócrates y Galeano, el
primero consideraba que la salud era consecuencia de la interacción entre las condiciones del
ambiente y de la vida de las poblaciones; sorprendentemente para la época enunció que las
fuerzas naturales del organismo eran suficientes para la curación. En este nuevo periodo se
utilizó sustancias que producen efectos contrarios a los síntomas (contraria contrariis) y la
aplicación simultánea de varios medicamentos (polifarmia) como tratamiento.

Más adelante en la edad media me parece que tal vez se hizo un retroceso en el concepto donde
enfermedad era vista como una respuesta divina ante el pecado de las personas y los sacerdotes
eran quienes tenían a cargo la restauración del individuo enfermo, mediante la utilización de
ritos, oraciones, exorcismos y ofrendas a Dios, las cuales pretendían apaciguar la ira divina, pero
si no lo lograban, el pecador debía entrar en actitud de resignación y el sacerdote salvaba su
responsabilidad. Esta potestad de los sacerdotes, junto con la expansión del cristianismo en el
mundo y el aval monárquico, hizo que la figura del sacerdote se revistiera de mucho poder
dentro de las sociedades. En estas nuevas sociedades preocuparse por el enfermo era la
obligación del buen cristiano y quien lo hacía tenía implicaciones para el goce de la vida en el
más allá. No obstante, al final de este periodo los médicos ya se formaban en universidades,
mientras que los cirujanos su formación era mucho más empírica, su conocimiento además de
la práctica provenía de la trasmisión oral de los sus padres o de maestros aprendiz, tenían
además distintas profesiones como barberos que además de curar heridas incluso sacaban
muelas.

Más adelante en el renacimiento René Descartes, exponen que nada en la naturaleza vive
realmente, sino que los seres sensibles se mueven porque reciben algún estimulo del exterior.
Por el contrario los vitalistas, sostenían que el ser humano no es una máquina sino un ser vivo.
Para ellos, la enfermedad era una consecuencia de la alteración de fuerzas vitales (o del ánima,
alma) que habita en nuestro interior. Durante el Renacimiento, la medicina fue una práctica
privada, y pese a la intensión de buscar mayor desarrollo del conocimiento, no hubo mejoras en
la práctica de la salud. Hasta este momento no se divergía mucho del concepto inicial de salud
y sin embargo seguíamos enfocados en el concepto de lo mítico y del alma anudado con la buena
o mala salud.

En la época siguiente, en el siglo XVII, predominó el pensamiento matemático aplicado al campo


de la salud, así surgen la primeras estadísticas vitales relacionadas con la mortalidad, natalidad
y los matrimonios. Esto dio paso a que el proceso de salud- enfermedad pudiese ser
cuantificado, y gracias a ello se logró predecir acontecimientos, y definir con antelación políticas
acertadas de prevención y control de enfermedades. En este periodo la medicina se ejercía de
forma privada a través de médicos de familia, que trataban a sus pacientes con fármacos. En el
próximo siglo, el s. XVII, hay un cambio sobre la concepción de salud. Predomina el pensamiento
ecológico, en donde se relaciona la enfermedad con las condiciones de vida y de su ambiente
laboral así como con las conductas de las personas. Es por ello que se propone un código
legislativo sanitario que ordene a las personas que pautas seguir para mantenerse saludable
(“salud desde arriba”). El interés de la salud en este siglo se debió a mantener una masa de
trabajadores saludables que no afectaran la productividad de las fábricas, y es asi como nos
aproximamos a las fechas actuales y a los conceptos actuales. Que ya definimos al principio de
este ensayo y que ya conociendo la evolución histórica de los mismos quiero concluir Que la
Salud, tales como que la propia definición supone una declaración de principios más que un
objetivo alcanzable, el establecimiento de una relación necesaria entre bienestar y salud que no
se corresponde en la realidad, se le acusa de ser una definición excesivamente estática que
choca con una realidad dinámica y, finalmente, que implica una cierta subjetividad ya que no se
hace referencia a la capacidad funcional (aspecto objetivo) de la salud. De acuerdo a lo expuesto,
nuestro objetivo en esta aproximación psicosocial es ofrecer una crítica comprehensiva de la
que todavía representa la visión dominante de salud-enfermedad. La salud ha sido reconvertida
en un derecho que obliga ya que a su naturaleza socioconstruida se suma un gran desafío y
dificultad para su plena consecución, convirtiéndola en una realidad cuasiutópica. Vivimos en
una sociedad profesionalizada, donde los profesionales liberales dominan y controlan discursos,
significados, valoraciones, praxis, etc. Lo curioso es que a pesar de esa reemergencia asociada a
expectativas e intenciones benefactoras parece tratarse de Profesiones inhabilitantes,
parafraseando el título de la aportación colectiva de Illich, Zola, McKhight, Caplan y Shaiken
(1981). Amparados en su supuesta omnisciencia y omnipotencia (ciencia y poder como
potencialidad) se va extendiendo el culto a los profesionales y, derivado de ello, una
dependencia que se nos aparenta como necesaria, sin embargo, es evidente que todo
profesional necesita más a sus clientes (pacientes como individuos que soportan, consienten o
saben contenerse) que viceversa. Dentro de esta profesionalización de la vida cotidiana el
ámbito de la salud es uno de los más afectados. Ello coincide con la tesis defendida por I.K. Zola
(1981) sobre el poder de la medicina inhabilitante como mecanismo de control o con las
apreciaciones de Foucault (1975) acerca de la medicina como la nueva religión secular
desvelando, asimismo, sus funciones morales como en el caso de la psicología (Foucault, 1997)
o de las obligaciones autoimpuestas de optimizar la salud del actual hombre no enfermo.
Consideramos que alcanzar el estado de hombre sano y autorrealizado es una tarea difícil,
máxime si los mismos profesionales constantemente ponemos trabas a todo tipo de
realizaciones personales, obligando a nuevos perfeccionamientos, por ejemplo del estado de
salud o de la situación socioconstruida de normalidad "La gente se vuelve prisionera de una
aceleración que hace perder tiempo, de una educación que atolondra y de una medicina que
hace enfermos. Y esto porque, pasado un cierto umbral de intensidad, su dependencia de bienes
industriales y profesionales destruye el potencial humano, y ello de una manera específica. Sólo
hasta cierto punto pueden las mercancías de consumo sustituir lo que la gente hace por sí
misma. Sólo dentro de unos límites pueden los valores de cambio reemplazar satisfactoriamente
a los valores de uso. Más allá de ese punto, la ulterior producción sirve a los intereses del
productor profesional que ha asignado la necesidad al consumidor- y deja al consumidor
aturdido y confuso, aunque más opulento. Las necesidades y su satisfacción -no la simple
alimentación de las mismas- deberían ser determinadas hasta un grado significativo por el placer
que se deriva de una acción personal autónoma. Más allá de ciertos límites las mercancías no
pueden multiplicarse sin incapacitar a su consumidor e impedirle que se afirme a sí mismo en la
acción.

Referencias
Congreso de Psicología Social (pp. 175-189). Barcelona: PPU.

Barriga,S.(1990a): Intervención social y evaluación de programas: implicaciones sociopolíticas.

Revista de Psicología Social, 5(2-3), 267-280.

Barriga,S.(1990c): Los indicadores del bienestar hacia una visión estructural desde la

Psicología Social Comunitaria. En J. Rodríguez Marín (Comp.). Aspectos psicosociales de la


salud y de la comunidad. Psicología Social y Sociedad del Bienestar. III

Barrón,A.(1990): La salud como problema social. Comunicaciones de II Congreso del Colegio


Oficial de Psicólogos. Area 5: Psicología y Salud: psicología de la salud, 262-270.

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