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Ponencia Figuras Singulares
Ponencia Figuras Singulares
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AÑIÑIR GUILITRARO, David. “Wanglen”, en Mapurbe, venganza a raíz. Santiago de Chile. Pehuén
editores. 2009.
maneras, permitiéndonos encontrar en ellas cierta plurivalencia, entendiendo a lo que
Barhes refiere cuando habla de proyección: “Lo que se lee a la cabeza de cada figura
no es su definición; es su argumento”2.
Para trabajar con estas nociones, nos concentraremos en lectura de “Malen-ko
(niña de agua)”, “Mapurbe” y “Wanglen”, poemas de David Añiñir Guilitraro, poeta
mapurbe chileno, compendiados en su libro Mapurbe, venganza a raíz. En estos poemas
leemos el elemento agua como figura omnipresente, ambigua, que de acuerdo a esas
condiciones puede erigirse como espacio de materialización de ciertas tensiones nacidas
en una realidad emergente que se presenta como un cúmulo de elementos heterogéneos,
cuya implicancia da lugar a una identidad tan endeble y multiforme como el agua que la
recorre. Así, a partir del recorrido poético de las tensiones entre el sujeto y la historia,
entre naturaleza y cultura estatal, entre el mito y la política, la poesía de Añiñir se
construye como un discurso de resistencia. Se trata de “un poema en H2O”, como
leemos en “Wanglen” que, como el agua, se mantiene en constante movimiento y se
filtra por los espacios que encuentra, para bañar con su verdad el discurso hegemónico
sedimentado, que propende a la sequía de la memoria.
Entonces, en los poemas seleccionados hallamos cierta recurrencia de la figura
del agua, principalmente como un elemento omnipresente, que se nos pone en escena en
todas sus formas posibles y, lo más interesante, en todas partes y en todos los tiempos.
De esa manera se construye como una figura tan flexible que dentro de ella caben
acepciones heterogéneas, y aparentemente opuestas, que justamente le dan esas
múltiples formas en que se nos presenta, como si se llenara de significado de acuerdo al
contexto narrativo en que se construye, y a la carga que el posicionamiento del proceso
escritural le imponga. Así es que la figura del agua se erige como elemento vital desde
el nacimiento hasta la muerte. Esto podría responder a la idea de aguas compuestas de
Bachelard, quien afirma que: “La imaginación material requiere conservar la variedad
del universo (…) necesita la idea de combinación”2 (2003 p. 145).
Para explicarnos mejor, recurriremos a la lectura poética:
2
BACHELARD, Gastón. El agua y los sueños. México. FCE.
MALEN KO (niña del agua)
A mi hija
El recuerdo se seca
El tiempo oxida la laguna mental
Sin embargo. El disco duro de tu memoria almacena
El buen trato de esos seres muertos
Invocados por la machi cuando escasea el agua
Maloqueando ese corte en trámite que trae consigo
La cuenta de la empresa sanitaria, Malen
De el riego necesario para cosechar los frutos de tu tierra
Y lavar la enfermedad social que cargamos a cuesta.
Mientras que en un pasado ideal, un locus amoenus histórico, los astros bajaban
a bañarse a las lagunas, hoy se presenta la desesperación de tener el agua hasta el cuello.
El agua, entonces, deja su rostro vital para convertirse en una doble amenaza: la
de una naturaleza iracunda que a fin de cuentas puede conjurarse y una amenaza
artificial de una figura mostruosa, mutada por la contaminación del capitalismo, que
implica un peligro de muerte inminente, aún en vida, ya que al beberla se cortan las
raíces con el mundo ancestral y se produce una alienación de la que es difícil escapar.
En ese mismo proceso se dibuja la voz que dice a modo de resistencia, cuya
fluidez a veces se vuelve ahogo, pero que intenta sostenerse.
“Estás nadando Malen lárgimas adentro (…) Balbuceando palabras mapuche
sueltas/ en el ambiente electriko/ Palabras en coa/ O en flaitedungún/ En glu glu
glu glu/ Con el agua hasta el cuello/ Intentando comunicar/ El hallazgo del
tesoro.” (Añiñir Guilitraro, 2009)
La fluidez y movimiento constante del agua hacen que sea una figura siempre
presente, ambigua, que transita toda la historia y se va resignificando.
Independientemente de las realidades que se construyen a partir del establecimiento de
ciertos sistemas opresores e invisibilizadores de las prácticas ancestrales, agua y
discurso se mantienen, mutando, transformándose todo lo que sea necesario para
permanecer, para fluir por todos los espacios posibles. La flexibilidad de la figura del
agua permite entender la poesía de Añiñir como una narrativización de la historia al
tiempo que se levanta fuerte y vital hacia la muerte, listo para renacer desde la raíz,
como la cultura ancestral que subyace y permanece, como el ciclo de la tierra y el agua,
como un grito, una lluvia que baña esta sequía citadina. Citando nuevamente a
Rozitchner, podemos decir que “La poesía abre nuevamente, para que florezca, la
materialidad humana ensoñada primera, sin la cual el sentido mágico de la vivencia
poética no existiría (p. 23).
Corpus:
Añiñir Guilitraro, D. (2009) Mapurbe, venganza a raíz. Santiago de Chile. Pehuén
editores. (Selección).
Bibliografía:
Auberbach, E. (1998) Figura. Madrid, España. Trotta.
Bachelard, G. (2003) El agua y los sueños. México. FCE.
Barthes, R. (1995) Roland Barthes por Roland Barthes. Venezuela. Monte Ávila.
Grossberg, L. (2003). Identidad y estudios culturales: ¿no hay nada más que eso? En S.
Hall & P. Du Gail (Comps.), Cuestiones de identidad cultural. Buenos Aires.
Amorrortu.
Rozitchner, L. (2011) Materialismo ensoñado. Ensayos. Buenos Aires. Tinta Limón.