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UNIVERSIDAD ABIERTA PARA ADULTOS

(UAPA)

ASIGNATURA
ESPAÑOL I

TEMA IV
SIGNOS DE PUNTUACIÓN

SUSTENTANTE
JAIME CUBA ROMERO

MATRÍCULA
17-7229

FACILITADORA
DR. GERMAN MENDOZA RUDECINDO

27 de Noviembre 2017
Santo Domingo, Rep. Dom.
Actividades de la unidad IV.
Ejercicios para mostrar las competencias adquiridas
I. Lee el siguiente texto luego determina su estructura. Señala cuál
es su introducción, desarrollo y la conclusión.
Empezó el tal a leer su periódico con mucha atención.
Desgraciadamente para él, la prensa, amordazada por la previa
censura, no podía ya dar al público noticias alarmantes, ni hablar de las
partidas de Aragón, acaudilladas por Prim, ni hacer presagios de
próximos trastornos. Pero aquel periódico sabía poner entre líneas todo
el ardor revolucionario que abrasaba al país, y Polo sabía leerlo y se
encantaba con la idea de un cataclismo que volviera las cosas del revés.
Si él pudiese arrimar el hombro a obra tan grande, ¡con qué gusto lo
haría!
La noche la pasó mejor que otras veces, y al día siguiente, en vez de
permanecer clavado en el sillón, paseaba muy dispuesto por la sala,
como hombre que acaricia el sabroso proyecto de echarse a la calle, en
el sentido pacífico de la frase. Poco después del medio día le visitó el
mejor de sus amigos, D. Juan Manuel Nones, presbítero, hombre
bondadosísimo, ya muy viejo, del cual es forzoso decir algunas
palabras.
Introducción
Empezó el tal a leer su periódico con mucha atención. Desgraciadamente para él,
la prensa, amordazada por la previa censura, no podía ya dar al público noticias
alarmantes, ni hablar de las partidas de Aragón, acaudilladas por Prim, ni hacer
presagios de próximos trastornos.
Desarrollo
Pero aquel periódico sabía poner entre líneas todo el ardor revolucionario que
abrasaba al país, y Polo sabía leerlo y se encantaba con la idea de un cataclismo
que volviera las cosas del revés. Si él pudiese arrimar el hombro a obra tan grande,
¡con qué gusto lo haría!
La noche la pasó mejor que otras veces, y al día siguiente, en vez de permanecer
clavado en el sillón, paseaba muy dispuesto por la sala, como hombre que acaricia
el sabroso proyecto de echarse a la calle, en el sentido pacífico de la frase.
Conclusión
Poco después del medio día le visitó el mejor de sus amigos, D. Juan Manuel Nones,
presbítero, hombre bondadosísimo, ya muy viejo, del cual es forzoso decir algunas
palabras.

II- Lee con atención el siguiente texto. En el mismo se


han eliminado muchos signos de puntuación, pero se ha
respetado los párrafos. Determina las pausas y cambios de
entonación, y represéntalos por los signos de puntuación que
corresponden. Luego reescribe con mayúscula las palabras que
lo requieran:
Confianza… ¿una palabra en peligro de extinción?
Versión libre y resumida de un ensayo de Elhiren.
(Recuperado en http://elhiren.wordpress.com/ensayos-cortos/)
Muchas veces me he preguntado por qué hoy en día esta palabra hay
que buscarla recalcarla encontrarle un nuevo sentido aunque ya
sabemos que no tiene una nueva definición ésta como muchas otras
cosas de nuestra naturaleza está en peligro de “extinción”.
Qué significa confianza en la práctica nuestra de cada día
Qué es lo que no funciona en nuestro diario vivir Cuál es la diferencia,
si es que existe alguna, entre la época de nuestros abuelos y la
actualidad.
Según el diccionario de la Real Academia Española, confianza (que
viene de confiar) significa.

1. f. Esperanza firme que se tiene en una persona o cosa.


2. f. Seguridad que alguien tiene en sí mismo.
3. f. Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más
personas, particularmente si son tratantes o del comercio.
Pero, se siente hoy en día en nuestro entorno la sensación de confianza
mutua tiene que ver ésta con la honradez, los valores éticos y morales.
Recuerdo que mi abuelito nos contaba que en sus tiempos la palabra
era la firma nadie querría que lo tildaran de deshonesto por no haber
cumplido con su palabra la palabra era incluso más valiosa que una
firma ya que firmar un papel significaba desconfianza y entonces no
cumplías por honradez sino porque un papel que te acusa si no honras
tu compromiso.
Así vivió mi abuelo. Y nosotros cómo vivimos en cualquier caso
firmando papeles de pago sin papeles firmados hoy en día no hay tratos
ni acuerdos comerciales.
No obstante qué sucede cuando se pasa al abuso de confianza y el voto
de confianza que depositamos en el otro no se honra surge entonces
de manera natural la desconfianza y cuando ésta anida en el
corazón es muy difícil que se marche porque el dolor que produce es
grande si bien en la actualidad vivimos rodeados de personas a quienes
no haríamos depositarias de nuestra confianza también hay que
reconocer que uno mismo podría estar en ese grupo con relación a
otros.
Qué hacer es agobiante andar por ahí todo el tiempo mirando de reojos
a los demás por falta de confianza podemos por tanto asumir nuestra
cuota de responsabilidad en el asunto y poner nuestro granito de arena
actuando con el otro como nos gustaría que actuara con nosotros esta
sería la famosa “regla de oro” no no es un invento mío. Si algunos se
comportaran de acuerdo con ella creo que se sentarían las bases
nuevamente para que la “confianza deje de estar en peligro de
extinción”. ¿Qué piensas?
TEXTO CORREGIDO
Muchas veces me he preguntado, ¿por qué hoy en día esta palabra hay que
buscarla? Recalcarla, encontrarle un nuevo sentido, aunque ya sabemos que no
tiene una nueva definición, ésta como muchas otras cosas de nuestra naturaleza,
está en peligro de “extinción”.
¿Qué significa confianza en la práctica nuestra de cada día?
¿Qué es lo que no funciona en nuestro diario vivir? ¿Cuál es la diferencia, si es que
existe alguna, entre la época de nuestros abuelos y la actualidad?.
Según el diccionario de la Real Academia Española, confianza (que viene de
confiar) significa:
1. f. Esperanza firme que se tiene en una persona o cosa.
2. f. Seguridad que alguien tiene en sí mismo.
3. f. Pacto o convenio hecho oculta y reservadamente entre dos o más personas,
particularmente si son tratantes o del comercio.
Pero, se siente hoy en día en nuestro entorno la sensación de confianza mutua tiene
que ver ésta con la honradez, los valores éticos y morales.
Recuerdo que mi abuelito nos contaba que en sus tiempos, la palabra era la
firma, nadie querría que lo tildaran de deshonesto por no haber cumplido con su
palabra, la palabra era incluso más valiosa que una firma, ya que firmar un papel
significaba desconfianza y entonces no cumplías por honradez sino porque un papel
que te acusa si no honras tu compromiso.
Así vivió mi abuelo. Y nosotros cómo vivimos, en cualquier caso firmando papeles
de pago sin papeles firmados hoy en día no hay tratos ni acuerdos comerciales.
No obstante, qué sucede cuando se pasa al abuso de confianza y el voto de
confianza que depositamos en el otro, no se honra, surge entonces de manera
natural la desconfianza y cuando ésta anida en el corazón es muy difícil que se
marche, porque el dolor que produce es grande si bien en la actualidad vivimos
rodeados de personas a quienes no haríamos depositarias de nuestra confianza,
también hay que reconocer que uno mismo podría estar en ese grupo con relación
a otros.
¿Qué hacer, es agobiante andar por ahí todo el tiempo mirando de reojos, a los
demás por falta de confianza? Podemos por tanto asumir nuestra cuota de
responsabilidad en el asunto y poner nuestro granito de arena, actuando con el otro
como nos gustaría que actuara con nosotros, esta sería la famosa “regla de oro”
no, no es un invento mío. Si algunos se comportaran de acuerdo con ella creo que
se sentarían las bases nuevamente para que la “confianza deje de estar en peligro
de extinción”. ¿Qué piensas?

IV- Redacta un texto narrativo donde hagas uso de los diferentes


signos de puntuación.
LA SORDICA
Las cuatro de la tarde ya y aún no se ha levantado un soplo de brisa. El calor solar,
que agrieta la tierra, derrite y liquida a los negruzcos segadores encorvados sobre
el mar de oro de la mies sazonada. Uno sobre todo, Selmo, que por primera vez se
dedica a tan ruda faena, siéntese desfallecer: el sudor se enfría en sus sienes y un
vértigo paraliza su corazón.
¡Ay, si no fuese la vergüenza! ¡Qué dirán los compañeros si tira la hoz y se echa al
surco! Ya se han reído de él a carcajadas porque se abalanzó al botijón vacío que
los demás habían apurado...
Maquinalmente, el brazo derecho de Anselmo baja y sube; reluce la hoz, aplomando
mies, descubriendo la tierra negra y requemada, sobre la cual, al desaparecer el
trigo que las amparaba, languidecen y se agostan aprisa las amapolas sangrientas
y la manzanilla de acre perfume. La terca voluntad del segadorcillo mueve el brazo;
pero un sufrimiento cada vez mayor hace doloroso el esfuerzo. Se asfixia; lo que
respira es fuego, lluvia de brasas que le calcina la boca y le retuesta los pulmones.
¿A qué se deja caer? ¿A que rompe a llorar? Tímidamente, a hurtadas, como el que
comete un delito, se dirige al segador más próximo: -¿No trairán agua? Tú, di, ¿no
trairán? -¡Suerte has tenido, borrego! Ahí viene justo con ella La Sordica... Anselmo
alza la cabeza, y, a lo lejos sobre un horizonte de un amarillo anaranjado, cegador,
ve recortarse la figura airosa de la mozuela, portadora del odre, cuya sola vista le
refrigera el alma. De la fuente de los Almendrucos es el agua cristalina que La
Sordica trae; agua más helada cuanto más ardorosa es la temperatura; sorbete que
la Naturaleza preparó allá en sus misteriosos laboratorios, para consolar al
trabajador en los crueles días caniculares.
¡Si Anselmo no se contiene al encuentro de la zagala, saltaría, a manera de corzo,
cuando ventea el manantial cercano!
Como si La Sordica adivinase dónde estaba el más sediento, el más ansioso de
aquellos desheredados, recta venía hacia Anselmo, gallardamente enhiesta para
sostener el odre mejor, y en la mano una cantarita de añadidura, una cantarita de
barro salpicada de divinas gotas de humedad, que a la luz del sol relucían como
sueltos brillantes... Y llegándose al segador novicio -leyendo en su cara amortecida
la necesidad- le tendió la cantarita, a la cual pegó Anselmo los labios con un suspiro
violento, que parecía un sollozo...
Al anochecer, cuando los enormes carros iban camino de las eras, cargados de
gavillas, Selmo y La Sordica volvían juntos, por la senda que rodea el lugar; y el
mozo decía a la zagala, muy cerca del oído, sin duda a causa del defectillo que
declara el apodo:
-Na, mujer; en la chola se ma ha metío y en el querer muy aentro...
Tú vas a ser mi novia... No me des un esaire, borrega, que me gustas más que el
agua de tu cantarita...

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