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Resumen
Se hace un breve recorrido de la teoría del duelo en Freud y Lacan
que permite obtener un saldo clínico unívoco de ambas teorías: el
duelo deja un enigma incurable en la subjetividad. Para Freud el
duelo deja siempre en la subjetividad un hueco que puede tomar dis-
tintos destinos. Lacan ubica al duelo en relación al objeto a y la pri-
vación; desde allí destacamos diferentes vicisitudes: pasaje al acto,
movimiento donde el sujeto es arrastrado por el objeto hacia una
caída que puede terminar en suicidio; acting-out como escena es-
candalosa que es, al mismo tiempo, un llamado al Otro; acto como
aspecto fecundo del duelo, porque el sujeto, en esta respuesta ante
la privación, no se pierde tras el objeto a sino que cambia su posi-
ción subjetiva; síntoma en tanto es posible darle al objeto a cober-
tura de un nuevo sustituto vía el falo.
Palabras clave: Duelo; Privación; Pasaje al acto; Acting-out; Acto
y síntoma.
N
o hay en Freud ni en Lacan una formulación unívoca de la teoría del duelo;
en uno y en otro la teoría del duelo va reformulándose acorde a las modi-
ficaciones que sufre en su conjunto el corpus teórico-clínico.
Pese a esto, es posible encontrar un saldo clínico unívoco sobre el duelo en
ambos: el duelo es un enigma incurable.
Procuraré, en este texto, dar los fundamentos de esta afirmación.
•
Texto recebido em outubro/2005 e aprovado para publicação em novembro/2005.
*
Directora de la Carrera de Doctorado en Psicología; Profesora Regular Titular de “Psicoanálisis-Es-
cuela Francesa” y “Semiosis Social” y Investigadora del Consejo de Investigaciones de la Universidad
Nacional de Tucumán (Argentina); Profesora de la Carrera de Doctorado en Psicología de la Univer-
sidad de Buenos Aires; e-mail: diotima@rcc.com.ar.
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Marta Gerez Ambertín
Hay en Freud una teoría del duelo que recorre de cabo a rabo sus textos y,
precisamente, no hay univocidad en los distintos trazados que presenta sobre
el duelo. Sin embargo, adoleceríamos de extrema parcialidad si omitiéramos, en
la construcción de la teoría del duelo en Freud, tanto sus aseveraciones en cada
uno de sus casos clínicos – casi no hay caso clínico que soslaye la cuestión – co-
mo sus desarrollos conceptuales en “Tótem y Tabú” (1913); “Duelo y melan-
colía” (1915/17); “La transitoriedad” (1916); “Las 5 conferencias...” (1909/
10); “Psicología de las masas...” (1921); “Una neurosis demoníaca” (1922/23),
e “Inhibición, síntoma y angustia” (1925/26), así como en su abigarrada y fron-
dosa correspondencia, en la que encontramos excelentes y sorprendentes hipó-
tesis sobre el duelo.
Y es en torno a esa correspondencia, entre 1920 y 1929, donde quisiera dete-
nerme, sin dejar de acentuar la más cabal afirmación de Freud respecto al duelo:
“es un enigma” y, sobre ese enigmático camino del duelo como subjetivación
de una pérdida, deseo centrar mi contribución.
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La idea de que quien está de duelo debería saldar su deuda con y hacia su muerto
con tres golpes de pala para macetas parece, cuanto menos, descabellada. Y no lo
es menos aquella, transmitida por el freudismo, según la cual quien está de duelo
ya no tendría nada que ver con ese muerto, después que una determinada operación
hubiera sido efectuada. Se alcanza decididamente el puro grotesco, pero también
la grosería más caracterizada, una de las más odiosas abyecciones contemporáneas,
cuando se declara que quien está de duelo va a poder remplazar a su muerto ex-vivo
por un vivo recién llegado. Que semejante malevolencia haya adquirido derechos
de ciudadanía es pasmoso. ¿En qué desconcierto hemos caído para necesitar hasta
tal punto de semejante rebajamiento de la relación de objeto?. (p. 16)
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Ofelia por la muerte de su padre a manos del hombre que ella amaba, es
decir, aquí no es posible el pasaje de a → -ϕ;
• El acting-out y el duelo normal u obsesivo: Se trata de una puesta en escena
(el acting está dirigido a Otro) al mismo tiempo que un llamado al Otro.
Un escenario con público permite enmarcar, disfrazar, velar el objeto a.
Enmascararlo con el mínimo manto de cobertura agalmática, ese escena-
rio permite que a se encubra como -ϕ, e incluso como i(a). Y hasta el suje-
to se sorprende porque descubre que cuanto más público más llanto, en-
tonces, ¿por qué llora más allá del objeto del duelo? Se trata de demostrar
a otros que ese objeto amado cuenta con el duelante como el más doliente:
es él el que sufre como nadie; es el duelo del obsesivo al que Freud llama
duelo normal. Con ello el duelante muestra que es la máxima causa del mu-
erto y en esa mostración, con ese escenario, con ese público, consigue dis-
frazar al objeto a, enmascararlo, disfrazarlo con un ínfimo manto de co-
bertura agalmática. Hay una necesidad de mostrar al Otro que él es único
en la relación con ese objeto... pero como no sabe nada de ese objeto, toma
la salida de mostrarlo, mostrar que es el único en la relación con él; en su-
ma, mostrar su relación con el muerto y con el objeto como causa perdida
vía la actuación. Recurso para recubrir y velar el objeto a, posibilidad del
escenario para enmascarar el objeto, aunque sabemos que el acting-out
siempre entraña algún riesgo;
• El duelo como acto: Es lo que Lacan vislumbra como “el aspecto fecundo
del duelo”. Aquí el sujeto no se pierde tras el objeto a, no hace un pasaje
al acto, ni una escenificación – un actino – sino que retorna al mundo en
la dimensión del acto. Retorna sin el teatro del acting-out, tiene claro que
el A es inconsistente, vuelve a conectarse con el Otro del significante, ¡pe-
ro cómo! Durante un tiempo, y ante la certeza de la inconsistencia del
Otro, cada uno de sus movimientos hace un acto: compra, vende, despide,
rinde concursos, escribe y resuelve lo que nunca antes había podido. Es
posible que durante varios años de su análisis mantuviera todo esto en sus-
penso pero, ante un duelo, entra en una sucesión de actos. Sin embargo,
la fecundidad dura poco y, al tiempo, vuelve a enredarse en las ficciones
del Otro. Para que eso resultara efectivo habrá que esperar el duelo del fin
de análisis.
• El duelo como síntoma: La fecundidad del acto dura poco, con el tiempo,
y si el sujeto puede subjetivizar la falta, “vuelve a enredarse en las ficciones
del Otro”. Es que el trabajo del duelo consiste en consumar de nuevo la
pérdida provocada por el accidente del destino del objeto amado, ligando
uno a uno, con minuciosidad, recuerdos y esperanzas enlazadas con dicho
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Cuando Freud, desde sus casos clínicos, muestra cómo sus pacientes se
apropian del trazo unario – por medio de una identificación parcial y sintomá-
tica –, de sus amores perdidos y sobreviven a esa pérdida vía el síntoma, da cuen-
ta de que, en la matriz del sujeto, subyace un cementerio de amados y odiados,
y que somos en tanto sostenidos por aquellos muertos que, aún sustituidos,
dejan sus marcas indelebles a través del objeto desencausado. La identificación
con el objeto perdido en el duelo es la identificación con la falta que habita en
el Otro. En cambio, el síntoma, supone la identificación con un rasgo signifi-
cante, supone un enmarcamiento, tal como Lacan lo define: “El síntoma es el
retorno, vía sustitución significante, de lo que está en el extremo de la pulsión
como su meta” (Lacan, 1959-60, p. 136).
El síntoma, en suma, un modo factible de engañar a la pulsión, al acoso del
objeto a, y de subjetivizar una falta; respuesta a la vicisitud del duelo (aunque
no la única) que dice que, en psicoanálisis, la clínica del duelo no puede apostar
a una pura pérdida, a una pérdida a secas – lo que supondría la desubjetivización
– ni a una reparación del todo. La clínica psicoanalítica del duelo reconoce lo
incurable del duelo, pero también, la tramitación probable... para que la vida...
a pesar de lo perecedero sea un poco posible. Hacer la vida un poco posible, pese
a la muerte... y sostener el amor hacia nuestros muertos, que puede perdurar,
más allá de las pérdidas y el padecimiento de nuestros síntomas.
Abstract
This paper presents a brief journey along Freud’s and Lacan’s the-
ories of mourning which yields an unambiguous clinical outcome
from both: mourning leaves an incurable enigma in subjectivity.
According to Freud, mourning always leaves a “hollow space” in
subjectivity, which may take different paths. On the other hand,
Lacan views mourning in relation to “object a” and deprivation;
from where mourning traces different vicissitudes: a channel to
the act, a move in which the object drags the subject into a downfall
that may lead to suicide; acting-out, an exaggerated scene which is,
in its turn, a call to the Other; act as a fertile aspect of mourning
because the subject, in response to deprivation, does not get lost
in pursuit of the “object a” but changes his/her subjective position;
and symptom, as it is possible to provide “object a” with the cover
of a new substitute via the phallus.
Key words: Mourning; Deprivation; Channel to the act; Acting-
out; Act and symptom.
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