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ACADEMIA DE LA

MAGISTRATURA

Modalidad a Distancia

PROGRAMA DE ACTUALIZACION Y
PERFECCIONAMIENTO

RESPONSABILIDAD CIVIL
CONTRACTUAL Y
EXTRACONTRACTUAL

- Lizardo Taboada Córdova -


INDICE

INTRODUCCIÓN ................................................................................................ 03
OBJETIVOS......................................................................................................... 04
DESARROLLO TEMÁTICO

Capítulo I
Clasificación de los hechos jurídicos ........................................07
1. Introducción ................................................................................08
2. Los hechos jurídicos: clasificación ..............................................09
2.1 Categorías de los hechos jurídicos voluntarios .....................10
3. Estructura de los negocios jurídicos ...........................................14
3.1 Los elementos .......................................................................15
3.2 Los presupuestos...................................................................16
3.3 Los requisitos ........................................................................17
4. Los hechos jurídicos ilícitos y la responsabilidad civil ................19
Autoevaluación ..............................................................................21
Capítulo II
La responsabilidad civil como un sistema unitario ................22
1. La responsabilidad civil contractual y extracontractual
como aspectos de un mismo sistema normativo ........................23
2. Requisitos ...................................................................................25
Autoevaluación .............................................................................. 32
Caso 1.............................................................................................. 33
Preguntas guía para el análisis del Caso 1 .....................................37
Capítulo III
La antijuridicidad como aspecto fundamental de la
estructura de los hechos jurídicos ...........................................38
1. Introducción ..............................................................................39
2. La antijuridicidad y la normativa ...............................................41
3. Hacia un concepto de antijuridicidad ........................................42
4. La antijuridicidad típica y la antijuridicidad genérica ............... 47
Autoevaluación ...............................................................................55
Capítulo IV
El daño causado ...........................................................................56
1. El daño causado como especto objetivo fundamental de
la estructura de los hechos jurídicos que originan una
responsabilidad civil ...................................................................57
2. Las categorías de daño patrimonial ............................................59
3. La indemnización por daños .......................................................67
3,1 La indemnización por daño en caso de muerte ....................69

2
Autoevaluación ...............................................................................77
Caso 2 .............................................................................................78
Preguntas guía para el análisis del Caso 2 .....................................85
Capítulo V
La relación causal en la responsabilidad civil
extracontractual .........................................................................86
1. Introducción ..............................................................................87
2. La noción de causa adecuada ...................................................88
3. Las fracturas causales ...............................................................89
3.1 La fractura causal ..........................................................90
3.2 Concausa........................................................................93
3.3 Pluralidad de causas y sus efectos jurídicos ..................95
Autoevaluación ...............................................................................97
Caso 3 .............................................................................................98
Preguntas guía para el análisis del Caso 3 ...................................104
Caso 4 ...........................................................................................105
Preguntas guía para el análisis el Caso 4 .....................................111
Capítulo VI
Los factores de atribución y los sistemas de
responsabilidad
Civil extracontractual ...............................................................112
1. Introducción...............................................................................113
2. Los factores de atribución subjetivos y objetivos .....................113
2.1 La noción de culpa ..............................................................115
2.2 El riesgo creado dentro del Código Civil peruano ...............117
3. A manera de corolario ..............................................................118
Autoevaluación .............................................................................120
Caso 5 ...........................................................................................121
Preguntas guía para el análisis del Caso 5 ...................................126
Capítulo VII
La responsabilidad civil por hecho ajeno .............................127
1. Introducción ............................................................................128
2. Los supuestos de responsabilidad civil indirecta en el
campo extracontractual ..........................................................128
3. La responsabilidad civil por hecho de los dependientes .........132
4. La responsabilidad civil de los animales y edificaciones ........133
5. La responsabilidad civil del deudor por hechos de los
terceros ...................................................................................134
Autoevaluación .............................................................................136

RESPUESTAS A LAS AUTOEVALUACIONES ..................................................137


BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................ 140

3
INTRODUCCIÓ
N

E
l material que presentamos a continuación es un breve
reconocimiento panorámico de los elementos centrales de la
responsabilidad civil. Este tema es de gran interés tanto en
académicos como en operadores del sistema jurídico, por la
importancia de reparar el daño para resarcir a la víctima.

Es importante que el lector reconozca en qué casos la conducta


que origina el daño deviene en un caso de responsabilidad civil
contractual o extracontractual, para así determinar las acciones a
adoptar en cada situación particular. Para ello deberá identificar
claramente los conceptos de antijuricidad, daño causado, relación de
causalidad y factores de atrinución.

El presente módulo sobre la Responsabilidad Civil, incluye un


texto orientador para el estudio de temas relativos a la
responsabilidad civil extracontractual, principalmente.
Adicionalmente, cuenta con el respaldo de lecturas complementarias
que profundizan los aspectos más relevantes de la Responsabilidad
Civil, así como casos prácticos que servirán para aplicar los temas
abordados.

Los invitamos al estudio de este material, convencidos que a


través de su lectura, los operadores judiciales encontrarán un
instrumento valioso que ampliará y enriquecerá su cotidiana labor.

4
OBJETIVOS

Objetivo General:

Analizar los principios generales y fundamentales del


sistema de responsabilidad civil contractual y
extracontractual dentro del ordenamiento jurídico nacional.

Objetivos Específicos:

Distinguir los hechos jurídicos voluntarios (lícitos e


ilícitos) de los involuntarios.
Visualizar la responsabilidad civil (contractual y
extracontractual) como un sistema unitario que
ofrece aspectos comunes y diferencias específicas.
Analizar la antijuridicidad como aspecto
fundamental de la estructura de los hechos jurídicos
ilícitos en la responsabilidad civil contractual y
extracontractual.
Analizar el daño causado como aspecto objetivo
fundamental de la estructura de los hechos jurídicos
ilícitos que originan una responsabilidad civil.
Caracterizar la relación causal en la responsabilidad
civil extracontractual, distinguiendo los distintos
tipos de causas tipificadas en nuestro ordenamiento
jurídico.

5
Establecer las características de los factores de
atribución y los sistemas de responsabilidad civil
extracontractual.
Diferenciar claramente los supuestos de
responsabilidad civil indirecta en el campo
extracontractual.

6
CAPITULO 1

CLASIFICACION DE LOS
HECHOS JURIDICOS

Iniciaremos este capítulo abordando la temática del acto


jurídico, para continuar desarrollando la clasificación
existente de los hechos jurídicos, tanto en lo referido a
los hechos jurídicos voluntarios e involuntarios.

Otro aspecto vinculado al anterior, es el relacionado a los


negocios jurídicos y su estructura, que también
desarrollaremos ampliamente en este capítulo.

7
1. INTRODUCCIÓN

De acuerdo a la concepción tradicional del acto jurídico, de


origen francés y derivada principalmente de las ideas de Domat, se
entiende por acto jurídico toda manifestación de voluntad dirigida a la
producción de efectos jurídicos.

En este sentido se señala que toda


manifestación de voluntad destinada a crear,
modificar, regular o extinguir relaciones jurídicas, es un acto
jurídico.

Esta idea tradicional y clásica del concepto del acto jurídico, ha


traído como consecuencia que se afirme indiscriminadamente que toda
declaración o manifestación de voluntad, que produce efectos jurídicos
y es realizada con el fin de alcanzarlos, es un acto jurídico.

Evidentemente, nadie puede negar el rol fundamental de la


declaración o manifestación de voluntad como elemento principal del
acto jurídico, lo cual es también aceptado por todos los autores que
siguen la corriente del negocio jurídico. Sin embargo, esta importancia
de la declaración o manifestación de voluntad no puede llevarnos a
identificar ambos conceptos, el de acto jurídico y el manifestación de
voluntad, por cuanto existen diversidad de manifestaciones de
voluntad que producen efectos jurídicos que no son precisamente
actos jurídicos; materia que ha sido precisada con mucha claridad por
la doctrina del negocio jurídico, que en forma bastante enfática ha
negado esa identificación conceptual; aún cuando el mismo negocio
jurídico en su concepción clásica, identificaba también el negocio
jurídico con la declaración de voluntad. Así pues, dentro de la teoría
general del negocio jurídico, existe uniformidad de opinión en el
sentido que la declaración de voluntad es únicamente uno de los
elementos del negocio, el elemento principal del negocio.

Incluso dentro de la misma concepción tradicional del acto


jurídico no se acepta tampoco una identificación total entre

8
manifestación de voluntad y acto jurídico, por cuanto se señala en
forma unánime que sólo es acto jurídico la manifestación de voluntad
destinada a producir efectos jurídicos. En otras palabras, para esta
corriente no es acto jurídico toda declaración de voluntad, sino
solamente aquella dirigida a producir efectos jurídicos, esto es,
consecuencias jurídicas, que por ser jurídicas son precisamente lícitas.

2. LOS HECHOS JURÍDICOS: CLASIFICACION

Veamos muy brevemente cómo llegan los autores que siguen


esta corriente a precisar el concepto del acto jurídico. Parten, como es
obvio, del concepto genérico del hecho jurídico, en el sentido que es un
hecho de esa especie todo aquel cuya realización genera
consecuencias jurídicas, siendo hechos irrelevantes jurídicamente
aquellos a cuya realización el ordenamiento jurídico no atribuye
ninguna consecuencia jurídica. En este sentido, el hecho jurídico viene
a ser el género, respecto del cual el acto jurídico no es sino una de las
especies.

Negocio Jurídico Efecto Jurídico

Declaración de voluntad

Una vez que se ha hecho la distinción entre hechos jurídicos y


hechos jurídicamente irrelevantes, la posición tradicional procede a
distinguir entre hechos jurídicos voluntarios e involuntarios;
entendiéndose por hechos involuntarios aquellos en los cuales no
interviene la conducta voluntaria del hombre, tales como la muerte, el
nacimiento, un terremoto que ocasione pérdidas de vidas humanas y
de bienes, un aluvión, la mayoría de edad, etc.. Mientras que los
hechos jurídicos voluntarios son todos aquellos en los cuales interviene
la voluntad, en el sentido de conducta voluntaria.

9
La distinción entre estas dos clases de
hechos jurídicos radica en que en los primeros no
interviene una conducta voluntaria y en los segundos por el
contrario los efectos jurídicos nacen como consecuencia de la
realización de una conducta voluntaria del individuo. En los
involuntarios, por el contrario, el efecto jurídico se atribuye a la
realización del simple fenómeno o acontecimiento.

En otros términos, al hablar de la intervención o no de la


voluntad, es decir, al plantearse la diferencia entre hechos jurídicos
voluntarios e involuntarios, estamos hablando de acuerdo a la posición
tradicional de la intervención de la voluntariedad, entendida como
conducta realizada voluntariamente, sin interesar la voluntad de
producir o no algún tipo de efecto o consecuencia jurídica.

2.1 Categorías de los hechos jurídicos voluntarios

Una vez precisada la distinción entre hechos jurídicos voluntarios


e involuntarios, la doctrina del acto jurídico procede a distinguir dentro
de los hechos jurídicos voluntarios dos categorías: la de los hechos
lícitos y la de los hechos ilícitos.

Hechos Jurídicos voluntarios

Hechos lícitos

Hechos ilícitos

Los hechos voluntarios ilícitos son aquellos que producen


consecuencias jurídicas no queridas por los autores de la conducta
voluntaria y que el derecho atribuye como respuesta a la realización de
la propia conducta ilícita. Igualmente se señala que una de las
características fundamentales de los hechos voluntarios ilícitos es la de
consistir en conductas que contravienen las normas jurídicas, y es por

10
ello mismo que se ha venido hablando siempre del hecho ilícito, con
todas las dificultades que desde siempre y modernamente ha traído el
definir el concepto de ilicitud o de antijuricidad en materia de hechos
jurídicos. Evidentemente, su estudio corresponde a la disciplina de la
responsabilidad civil, ya sea ésta contractual, en cuyo caso el ilícito
consiste en la contravención de una relación jurídica obligatoria nacida
como consecuencia de la voluntad de los particulares, ya sea a través
de un contrato, entendido en su sentido más amplio como un acuerdo
de voluntades, o de la voluntad unilateral, o bien se trate de la
responsabilidad civil extracontractual en cuyo caso el ilícito consiste en
la violación del deber jurídico genérico de no causar daño a otro, en
sus múltiples alcances.

Sin embargo, sea como sea, esta materia de la ilicitud que


corresponde a la doctrina general de la responsabilidad civil, con todos
los matices y puntos de vista que ella encierra, nos muestra que el
universo de los hechos jurídicos no corresponde íntegramente a la
teoría general del acto jurídico; pues los hechos ilícitos al consistir en
conductas violatorias del ordenamiento jurídico en general, no dan por
ello mismo lugar al nacimiento de efectos jurídicos deseados por los
autores de las mismas; razón por la cual existe uniformidad de
pareceres, entre los autores que siguen la corriente del acto jurídico y
la del negocio jurídico, en señalar que el acto jurídico o, en su caso el
negocio jurídico, es un hecho jurídico voluntario lícito. Por ello, en los
próximos capítulos del presente manual de la responsabilidad civil
estudiaremos el concepto de antijuricidad o ilicitud, dentro de la
estructura de los hechos jurídicos ilícitos que originan una
responsabilidad civil.

Finalmente y antes de llegar a la noción del acto jurídico, y como


paso último y previo, la posición clásica distingue entre los hechos
jurídicos voluntarios lícitos dos últimas clases: los hechos voluntarios
lícitos sin declaración de voluntad y aquellos que tienen como
elemento una o más declaraciones de voluntad, que no son sino los
actos jurídicos. En última instancia, para esta posición, el acto jurídico
no es sino el hecho jurídico voluntario lícito con declaración de
voluntad, pues desde este punto de vista, existen otros hechos
jurídicos voluntarios lícitos sin declaración de voluntad que no merecen
la calificación de actos jurídicos, sino de simples hechos jurídicos
voluntarios lícitos.

11
No obstante lo cual, y ante la certidumbre y el conocimiento de
que en la totalidad de los hechos jurídicos existe siempre una
manifestación de voluntad, ya se trate de hechos lícitos o ilícitos, la
doctrina clásica a fin de garantizar la distinción entre los actos
jurídicos, es decir, hechos jurídicos voluntarios lícitos con declaración
de voluntad y los simples hechos jurídicos voluntarios lícitos sin
declaración de voluntad, realiza una segunda precisión conceptual
respecto del acto jurídico; y ésta justamente es aquella de que en los
actos jurídicos el efecto jurídico es deseado voluntariamente por el
autor de la declaración de voluntad, tratándose de efectos jurídicos
queridos por los particulares, lo que no sucede para esta posición en el
supuesto de los hechos jurídicos voluntarios lícitos sin declaración de
voluntad.

En última instancia, dentro de la lógica de la teoría del acto


jurídico, la calificación de un hecho jurídico voluntario lícito como acto
jurídico o no, dependerá de la intención del autor de la misma
manifestación de voluntad; lo que implicaría como consecuencia el
otorgar a los simples particulares la potestad de decidir cuándo una
conducta es un acto jurídico y cuándo es un simple hecho jurídico
voluntario lícito. Lo cual es inaceptable, pues ello supondría negar el rol
valorativo del ordenamiento jurídico respecto de las conductas de los
particulares. Sin embargo esta es la lógica de la escuela clásica del
acto jurídico, que hemos criticado en nuestro libro dedicado a la
CONSTRUCCION DEL CONCEPTO DE CAUSA DEL NEGOCIO JURIDICO y
que criticamos también en nuestro segundo libro dedicado a un
estudio comparativo de la TEORIA GENERAL DEL NEGOCIO JURIDICO
FRENTE A LA DOCTRINA GENERAL DEL CONTRATO.

Sin embargo, lo importante de destacar en este material, es que


en la doctrina existe unanimidad en que los actos jurídicos se
caracterizan, entre otras razones, por su licitud, justamente por
tratarse de una de las especies de los hechos jurídicos voluntarios
lícitos, mientras que en el caso de los hechos jurídicos voluntarios
ilícitos la ilicitud es parte fundamental de su estructura, justamente por
tratarse de hechos jurídicos voluntarios que atentan contra el sistema
jurídico, en cuyo caso las consecuencias jurídicas que producen no son
las deseadas por las partes, sino las impuestas por las normas
jurídicas. Por el Contrario, en el caso de los actos jurídicos, las
consecuencias legales deben haber sido queridas por los sujetos para
que el Derecho las confiera.

12
Es esta pues la lógica del sistema de la
teoría general del acto jurídico, distinguir en
primer lugar entre los hechos jurídicos los voluntarios e
involuntarios, para luego dentro de los hechos voluntarios
distinguir los lícitos de los ilícitos.

Los hechos jurídicos voluntarios ilícitos, como su propio nombre


lo indica, se caracterizan justamente por tratarse de hechos
antijurídicos o ilícitos que contravienen el sistema jurídico, mientras
que los hechos lícitos, cuya especie más importante son los actos
jurídicos, se caracterizan precisamente por su licitud, de forma tal que
en un caso los efectos jurídicos se establecen sin importar si han sido
queridos o no, mientras que en el campo de los actos jurídicos los
efectos jurídicos sólo se confieren si han sido queridos y es por ello que
el artículo 140 del Código Civil señala en forma textual, que el acto
jurídico es la manifestación de voluntad destinada a crear, modificar,
regular o extinguir relaciones jurídicas.

Como se podrá observar, la categoría de


los hechos ilícitos forma parte del universo de los
hechos jurídicos en general, debiendo tener una visión clara de
la ubicación de los hechos jurídicos ilícitos dentro de la
clasificación general de los hechos jurídicos, para poder
comprender a cabalidad la naturaleza jurídica de los mismos y
poder diferenciarlos de los hechos jurídicos lícitos, en especial de
su categoría más importante, conformada por los actos jurídicos.

De esta manera, se demuestra desde un inicio que la


antijuricidad o ilicitud es un aspecto fundamental de la estructura de
los hechos ilícitos, mientras que la licitud es por el contrario aspecto
clave en la estructura de los actos jurídicos, siendo por ello mismo
nulos de pleno derecho todos los actos jurídicos que no cumplan con el
requisito de la licitud, por tener un contenido contrario a las normas
imperativas, al orden público o las buenas costumbres.

13
Por el contrario, la ilicitud o antijuricidad, al ser aspecto
fundamental de los hechos jurídicos ilícitos, determina que sólo existan
hechos ilícitos cuando esté presente la antijuricidad. En otras palabras,
los efectos jurídicos de los hechos jurídicos lícitos denominados actos
jurídicos, sólo se producen cuando el contenido de los mismos es
perfectamente licito, de forma tal que el acto jurídico cuyo contenido
sea ilícito no producirá efectos jurídicos. Del mismo modo, los efectos
jurídicos de los hechos jurídicos ilícitos, en el campo de la
responsabilidad civil, sólo se producirán cuando la conducta causante
de los daños, sea ilícita. Esto significa que sólo nacerá la obligación
legal de indemnizar cuando los daños sean consecuencia de conductas
antijurídicas, pues si los daños son consecuencia de conductas
permitidas legalmente, no habrá obligación alguna de indemnizar.

Pues bien, a fin de tener una visión clara y de conjunto de los


hechos jurídicos lícitos e ilícitos, a continuación haremos una breve
referencia a la estructura de los actos jurídicos, para luego iniciar la
explicación, que se hará en el presente manual, de la estructura de
los hechos jurídicos ilícitos que originan una responsabilidad civil. A
partir de este momento, utilizaremos la expresión negocio jurídico,
para hacer referencia al acto jurídico regulado en el Código Civil
peruano, en el entendimiento que se trata de nociones equivalentes.

3. ESTRUCTURA DE LOS NEGOCIOS JURIDICOS

L
os negocios jurídicos se definen comúnmente como supuestos
de hecho conformados por manifestaciones de voluntad que
producen efectos jurídicos, bien se trate de la creación,
modificación, regulación o extinción de relaciones jurídicas. Los
negocios jurídicos tienen una estructura conformada por diversos
aspectos: los elementos, los presupuestos y los requisitos. Pues bien,
corresponde ahora definir estos diferentes aspectos de la estructura
de todo negocio jurídico.

Estructura del
Negocio Jurídico

14
Elementos Presupuestos
Requisitos

Declaración Causa o Objeto Sujeto


De voluntad finalidad

3.1 Los elementos

L
os elementos se entienden como los componentes del negocio
jurídico, es decir, todo aquello que conforma el negocio jurídico
celebrado por los sujetos.

En tal sentido, se entiende modernamente que los únicos


elementos comunes a todo negocio jurídico son dos: la declaración o
manifestación de voluntad y la causa o finalidad, existiendo
unanimidad en el sentido que la formalidad no es un elemento
común a la estructura de todo negocio jurídico, sino solamente en
aquellos casos en los cuales las partes o la ley prescriban la
formalidad, bajo sanción de nulidad, como componente del negocio
jurídico y que por ello mismo se denominan negocios jurídicos
solemnes o formales. Por el contrario, todo negocio jurídico tiene
siempre una o más declaraciones de voluntad y una causa o
finalidad.

Ahora bien, en los casos de las formalidades establecidas por la


ley o por las partes, como simples medios de prueba y no como
elementos adicionales, es también claro que dichas formalidades
denominadas AD PROBATIONEM, no son elementos del negocio, sino
simples medios de prueba, en cuyo caso su ausencia o defecto no
determinará la nulidad del negocio, el mismo que será válido, pero
tendrá que probarse por otro medio probatorio.

Por el contrario, en el caso de las formalidades ad


solemnitaten, como éstas sí son elementos del negocio, su ausencia
o defecto, determina automáticamente la invalidez del negocio
afectado. Sin embargo, como las formalidades ad solemnitatem no
son la regla, sino la excepción, bien sean establecidas por la ley o por
las partes, las mismas no son consideradas como elementos

15
comunes a la estructura de todo negocio jurídico, sino solamente en
los negocios en los cuales hayan sido prescritas por la ley o por las
propias partes. La formalidad solamente es elemento en los negocios
formales o solemnes que tienen una formalidad Ad Solemnitatem.

Debe señalarse que en la doctrina tradicional, a los elementos


se les denominaba “elementos esenciales”, para dar a entender que
los mismos eran necesarios para la formación del negocio jurídico.
Sin embargo, la doctrina moderna prefiere utilizar únicamente la
denominación de “elementos”, por las razones antes explicadas y
porque entiende que sólo existe una categoría de elementos,
mientras que la doctrina tradicional, además de los elementos
esenciales, hacía también referencia a los elementos naturales y
accidentales, que examinaremos en breve.

3.2 Los presupuestos

A
demás de los elementos, la doctrina moderna hace referencia
a los presupuestos, los cuales se definen como los
antecedentes o términos de referencia, es decir, todo aquello
que es necesario que preexista para que el negocio jurídico pueda
celebrarse o formarse.

Se acepta unánimemente que los presupuestos comunes a todo


negocio jurídico son dos también: el objeto y el sujeto. En la doctrina
tradicional el objeto era considerado como uno de los elementos
esenciales, al igual que el denominado “agente capaz”. Por su parte,
la orientación actual entiende que tanto el objeto como el sujeto, si
bien forman parte de la estructura del negocio jurídico, no es como
elementos, sino como presupuestos. La razón del cambio en la
concepción y en la terminología, se justifica en el hecho que tanto el
objeto como el sujeto no forman parte del negocio jurídico, el cual es
en sí mismo una manifestación de voluntad destinada a la producción
de efectos jurídicos, concebidos por las partes como efectos prácticos
tutelados jurídicamente, siendo los mismos sin embargo, es decir, el
objeto y el sujeto, necesarios para la formación del negocio jurídico,
pero no como elementos, sino como presupuestos.

16
En otras palabras, con la nueva categoría de los
presupuestos, no se pretende afirmar que los mismos no sean
necesarios para la existencia del negocio jurídico, sino señalar
que los mismos deben preexistir para que el negocio jurídico
conformado por sus elementos pueda formarse.

Se trata, como se puede comprobar, de una visión bastante


lógica y ordenada de la estructura de los negocios jurídicos, mientras
que en la concepción tradicional todo se reducía al aspecto de
elementos esenciales, a los cuales se contraponían los elementos
naturales y accidentales.

Ahora bien, como es evidente, el negocio jurídico en el cual no


concurra algún elemento o presupuesto no se habrá formado y por
ende será un negocio jurídico invalido, o defectuosamente
estructurado, atacado por una causal de ineficacia estructural. Ello
significa en consecuencia que los elementos y presupuestos son
necesarios para la formación del negocio jurídico. La ausencia de
cualquiera de ellos determina de inmediato la invalidez del negocio
jurídico.

3.3 Los requisitos

F
inalmente, en la doctrina moderna, se hace referencia a los
requisitos, como todas aquellas condiciones que deben cumplir
tanto los elementos como los presupuestos, para que el
negocio jurídico formado por la concurrencia de los mismos, pueda
producir validamente sus efectos jurídicos.

A los requisitos se les denominaba en la doctrina tradicional


también “elementos esenciales” o “elementos de validez”. Sin
embargo, en la doctrina moderna sobre la estructura del negocio
jurídico, se ha preferido denominarlos requisitos, para que quede
bien en claro que no bastan los elementos y los presupuestos para la
conformación válida de un negocio jurídico, sino que además de ello
es necesario que concurran otras condiciones, que deben cumplir
tanto los elementos como los presupuestos, para que el negocio
jurídico se considere formado válidamente y por ende pueda producir
válidamente sus efectos jurídicos.

17
Esto significa en consecuencia que mientras los
elementos y presupuestos son necesarios para la formación del
negocio jurídico, los requisitos son necesarios para que el
negocio jurídico correctamente formado pueda producir
validamente sus efectos jurídicos.

Resulta claro, en consecuencia, la diferencia esencial entre los


tres aspectos de la estructura de todo negocio jurídico, siendo los
tres necesarios para que el mismo pueda formarse válidamente y es
por ello mismo que se trata de aspectos estructurales, a pesar de las
diferencias entre ellos. Cuando concurren los tres, nos encontraremos
frente a un negocio jurídico válidamente estructurado o conformado
y por ello será un negocio jurídico plenamente eficaz que producirá
los efectos jurídicos buscados por las partes. Por el contrario, cuando
nos encontremos frente a un negocio jurídico en el cual no ha
concurrido alguno o varios de dichos aspectos, estaremos frente a un
negocio jurídico defectuosamente estructurado y que será por ello
mismo ineficaz, es decir, impotente para producir válidamente los
efectos jurídicos deseados.

Así pues lo que antes en la doctrina tradicional se denominaba


“elementos esenciales” o “elementos de validez”, en la doctrina
moderna, por criterios estrictamente lógicos, se les denomina
elementos, presupuestos y requisitos, pero haciendo énfasis que en
los tres casos los mismos son necesarios para la formación válida del
negocio jurídico y por ende para su eficacia. Consiguientemente el
negocio jurídico en el cual no concurra alguno o varios de dichos
aspectos estructurales, será uno ineficaz por una causal de ineficacia
estructural, o lo que es lo mismo será un negocio jurídico inválido. La
invalidez es pues, un supuesto de ineficacia consecuencia de la
ausencia de algún aspecto estructural del negocio jurídico, y es por
ello mismo que invalidez es lo mismo que ineficacia estructural.

Finalmente, corresponde ahora señalar cuáles son los requisitos


del negocio jurídico. Ellos son los siguientes: la capacidad legal de
ejercicio, la capacidad natural entendida como el actuar con
discernimiento, la licitud, la posibilidad física y jurídica del objeto, la

18
determinación en especie y cantidad y finalmente el que la voluntad
manifestada haya estado sometida a un proceso normal de
formación, es decir, sin vicios de la voluntad.

4. LOS HECHOS JURÍDICOS ILÍCITOS Y LA RESPONSABILIDAD CIVIL

E
n el caso específico de los hechos jurídicos ilícitos que originan
una responsabilidad civil extracontractual, la estructura de los
mismos está conformada por los siguientes elementos: la
antijuricidad o ilicitud, la conducta del sujeto de derecho, el daño
causado, la relación de causalidad entre el la conducta antijurídica y
el daño causado, la imputabilidad y los factores de atribución. Una
vez que concurran todos estos elementos o aspectos, se configura un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual, naciendo en
forma automática la obligación legal de indemnizar a cargo del autor
del daño. Como se podrá comprobar, la estructura de los negocios
jurídicos, actos jurídicos dentro de la terminología de nuestro Código
Civil, es totalmente distinta de la estructura de los hechos jurídicos
que originan un supuesto de responsabilidad civil extracontractual,
que se caracterizan entre otros aspectos justamente por la ilicitud o
antijuricidad. Todos los aspectos o elementos de dicha estructura
serán examinados en el presente manual, debiendo quedar muy en
claro que en cada uno de los próximos capítulos haremos siempre
referencia también a los supuestos de la responsabilidad civil
contractual u obligacional.

Debe también quedar muy en claro que tanto los negocios


jurídicos como los hechos ilícitos son categorías de hechos jurídicos
voluntarios, que se distinguen por la presencia o no de la
antijuricidad, y por el hecho que en el caso de los negocios jurídicos
los efectos son conferidos en concordancia con lo querido por los
sujetos, valorando su propósito práctico, mientras que en los hechos
jurídicos ilícitos, los efectos se imponen, sin tomar en cuenta lo
querido por los autores, por el simple hecho de haberse causado un
daño, que deberá ser reparado o indemnizado.

19
AUTOEVALUACIO
N

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del primer capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

20
CAPITULO 2

LA RESPONSABILIDAD CIVIL COMO


UN SISTEMA UNITARIO

Importante también resulta analizar el ámbito de la


responsabilidad civil y las posiciones que hay para su
abordaje, aspecto que desarrollaremos en el presente
capítulo.

Sostendremos que la responsabilidad civil contractual y


extracontractual son aspectos de un mismo sistema
normativo, presentando aspectos comunes y diferencias
específicas que justifiquen una distinta regulación legal.

21
1. LA RESPONSABILIDAD CIVIL CONTRACTUAL Y EXTRACONTRACTUAL
COMO ASPECTOS DE UN MISMO SISTEMA NORMATIVO

C
omo es sabido, la disciplina de la responsabilidad civil está
referida al aspecto fundamental de indemnizar los daños
ocasionados en la vida de relación a los particulares, bien se
trate de daños producidos como consecuencia del incumplimiento de
una obligación voluntaria, principalmente contractual, o bien se trate
de daños que sean el resultado de una conducta, sin que exista entre
los sujetos ningún vínculo de orden obligacional.

Responsabilidad Civil

Contractual
Extracontractual

Incumplimiento de Incumplimiento
de
obligación voluntaria un deber jurídico
genérico

Cuando el daño es consecuencia del incumplimiento de una


obligación voluntaria, se habla en términos doctrinarios de
“responsabilidad civil contractual”, y dentro de la terminología del
Código Civil peruano de responsabilidad derivada de la inejecución de
obligaciones. Por el contrario, cuando el daño se produce sin que exista
ninguna relación jurídica previa entre las partes, o incluso existiendo
ella, el daño es consecuencia, no del incumplimiento de una obligación
voluntaria, sino simplemente del deber jurídico genérico de no causar
daño a otro, nos encontramos en el ámbito de la denominada
"responsabilidad civil extracontractual". La responsabilidad civil
extracontractual es consecuencia entonces del incumplimiento de un
deber jurídico genérico, mientras que la responsabilidad civil
obligacional o contractual es producto del incumplimiento de un deber
jurídico específico denominado "relación jurídica obligatoria".

22
Durante muchísimo tiempo se debatió arduamente en la doctrina
de los diferentes sistemas jurídicos el problema referido a la unidad de
la responsabilidad civil como sistema normativo, cuya finalidad es
resolver conflictos entre particulares como consecuencia de la
producción de daños. Según el criterio tradicional deben mantenerse
como ámbitos separados la responsabilidad civil contractual de la
responsabilidad extracontractual, en la medida que el origen del daño
causado difiere en un caso y en el otro. Y, es ésta, justamente la
posición actual del Código Civil peruano, que ha regulado por separado
ambos aspectos de la responsabilidad civil.

Por el contrario, la doctrina moderna, y desde hace mucho


tiempo, es unánime en que la responsabilidad civil es única, y
que existen solamente algunas diferencias de matiz entre la
responsabilidad contractual y la extracontractual.

No obstante lo cual, y aún cuando nuestro Código Civil se


adhiere al sistema tradicional, en nuestro concepto ello no es
impedimento para que se entienda que la responsabilidad civil en el
sistema jurídico es una sola, y que se estudie ambas clases de
responsabilidad en base a elementos comunes, señalando con toda
claridad, las diferencias de matiz, tanto en el ámbito teórico como en el
ámbito normativo. En tal sentido, nuestra opinión es que la actual
regulación del Código Civil peruano no es impedimento para estudiar el
sistema de la responsabilidad civil desde una óptica unitaria, en la
medida en que se respeten las diferencias de orden legal existentes.

De esta manera, debe quedar claramente establecido que la


responsabilidad civil es una sola, existiendo como dos aspectos
distintos la responsabilidad civil contractual y extracontractual,
teniendo ambas como común denominador la noción de antijuricidad
y el imperativo legal de indemnizar los daños causados. La diferencia
esencial entre ambos aspectos de la responsabilidad civil radica, como
es evidente, en que en un caso el daño es consecuencia del
incumplimiento de una obligación previamente pactada y en el otro
caso el daño es producto del incumplimiento del deber jurídico
genérico de no causar daño a los demás. Esta distinción justifica las
diferencias de matiz en la regulación legal de ambos aspectos de la

23
responsabilidad civil, que explicaremos en cada uno de los capítulos
del presente manual.

2. REQUISITOS

C
omo es sabido, los requisitos comunes a la responsabilidad civil
son la antijuricidad, el daño causado, la relación de causalidad y
los factores de atribución.

Responsabilidad Civil

Antijuridicida Relación de
d causalidad

Daño Factores de
causado Requisitos atribución

a) Antijuricidad

Modernamente existe acuerdo en que la antijuricidad, o mejor


dicho, que una conducta es antijurídica no sólo cuando contraviene
una norma prohibitiva, sino también cuando la conducta viola el
sistema jurídico en su totalidad, en el sentido de afectar los valores o
principios sobre los cuales ha sido construido el sistema jurídico. Esto
ha llevado a la doctrina a señalar que en el ámbito de la
responsabilidad civil no rige el criterio de la tipicidad en materia de
conductas que pueden causar daños y dar lugar a la obligación legal
de indemnizar, sino que dichas conductas pueden ser típicas, en
cuanto previstas en abstracto en supuestos de hecho normativos y
atípicas en cuanto, a pesar de no estar reguladas en esquemas legales,
la producción de las mismas viole o contravenga el ordenamiento
jurídico. Sin embargo, este concepto de la antijuricidad, en el sentido
de antijuricidad genérica, no se acepta sino el ámbito de la
responsabilidad extracontractual, por cuanto en el lado contractual se
acepta que la antijuricidad es siempre exclusivamente típica y no
atípica, pues ella resulta del incumplimiento total de una obligación,

24
del cumplimiento parcial, del cumplimiento defectuoso, o del
cumplimiento tardío o moroso. Esto significa en consecuencia, que en
la responsabilidad contractual las conductas que pueden dar lugar a la
obligación legal de indemnizar son siempre conductas tipificadas
legalmente.

La antijuricidad típica contractual se encuentra expresamente


prevista en el artículo 1321 del Código Civil, mientras que la
antijuricidad típica y atípica, es decir, antijuricidad en sentido amplio y
material (no formal), fluye de los artículos 1969 y 1970 del mismo
Código Civil, pues en ambos se hace referencia únicamente a la
producción de un daño, sin especificar el origen del mismo o la
conducta que lo hubiera podido ocasionar o causar; entendiéndose que
cualquier conducta que cause un daño, con tal que sea ilícita, da lugar
a la obligación legal del pago de una indemnización.

Esto es evidente, por cuanto mientras en el ámbito contractual,


al estar tipificada y predeterminadas las conductas ilícitas o
antijurídicas, resulta evidente que la obligación de indemnizar nacerá
siempre que se cause un daño al acreedor como consecuencia de
haber incumplido absoluta o relativamente una obligación, en el
ámbito extracontractual por el contrario al no estar predeterminadas
dichas conductas, debe entenderse que cualquier conducta será
suceptible de dar lugar a una responsabilidad civil, en la medida que se
trate de una conducta ilícita que cause un daño .

b) Daño Causado

El segundo aspecto fundamental de la responsabilidad civil en


términos genéricos es el daño causado; siendo éste el aspecto
fundamental, no único, de la responsabilidad civil contractual o
extracontractual. Pues se entiende que en ausencia de daño no hay
nada que reparar o indemnizar y por ende no hay ningún problema de
responsabilidad civil. Tan importante es este aspecto del daño
producido, que hay quienes han preferido denominar con mucho
acierto la responsabilidad civil como "derecho de daños".

Pues bien, en sentido amplio, se entiende por daño, la


lesión a todo derecho subjetivo, en el sentido de interés
jurídicamente protegido del individuo en su vida de relación, que
en cuanto protegido por el ordenamiento jurídico, se convierte

25
justamente en derecho subjetivo, esto es un derecho en el
sentido formal y técnico de la expresión.

No se debe olvidar que el hombre es un ser social, que se vincula


en su vida de relación social con otros hombres para la satisfacción de
sus múltiples necesidades de carácter también social, y que en cuanto
dichas necesidades o intereses son protegidos por el ordenamiento
jurídico se elevan a la categoría jurídica de derechos subjetivos. Una
concepción meramente formal de los derechos subjetivos, no nos
permite comprender el problema de los derechos en su esencia social,
y tampoco nos permitirá entender que la responsabilidad civil, antes
que todo, es un sistema de solución de conflictos sociales, de
conflictos o problemas entre individuos que se desenvuelven en un
determinado ambiente social, en un momento histórico y político
determinado. Una vez delimitado en términos amplios el concepto del
daño y habiendo hecho énfasis en el aspecto social de los derechos
subjetivos, puede bien decirse que el daño es todo menoscabo a los
intereses de los individuos en su vida de relación social, que el Derecho
ha considerado merecedores de la tutela legal.

Ahora bien, respecto del daño existe unanimidad en la doctrina


en que el mismo puede ser de dos categorías: patrimonial y
extrapatrimonial. Respecto del daño patrimonial se sabe que es de dos
clases: el daño emergente, es decir, la pérdida patrimonial
efectivamente sufrida y el lucro cesante, entendido como la ganancia
dejada de percibir. En lo concerniente al daño extrapatrimonial nuestro
Código Civil se refiere al daño moral y al daño a la persona, existiendo
en la doctrina moderna una tendencia cada vez más fuerte a hablar
únicamente del daño a la persona.

Daño

Patrimonial
Extrapatrimonial

26
Emergente Lucro Daño moral Daño a
Cesante la
persona

Evidentemente, ambas categorías del daño patrimonial y


extrapatrimonial están referidas tanto a la responsabilidad civil
contractual como extracontractual. En cuanto a las diferencias de
matiz de regulación legal, el sistema jurídico nacional, en lo que
respecta al campo extracontractual ha consagrado legalmente en el
artículo 1985 del Código Civil el criterio de reparación integral de los
daños, a diferencia del ámbito contractual, en el cual sólo se reparan o
indemnizan únicamente los daños directos, según lo dispone el mismo
artículo 1321.

c) Relación de causalidad

En lo relativo a la relación de causalidad, la misma es un


requisito de toda la responsabilidad civil, pues si no existe una relación
jurídica de causa a efecto entre la conducta típica o atípica y el daño
producido a la víctima, no habrá responsabilidad de ninguna clase. La
diferencia de regulación legal en nuestro Código Civil radica que en el
campo extracontractual se ha consagrado en el mismo artículo 1985 la
teoría de la causa adecuada, mientras que en el contractual en el
mismo artículo 1321 la teoría de la causa inmediata y directa.

Sin embargo, para efectos prácticos, las dos teorías, nos llevan al
mismo resultado. Más aún, en ambas clases de responsabilidad civil
existen las figuras de la concausa y de la fractura causal, que se
presentan cuando dos conductas o acontecimientos contribuyen a la
producción del daño, o cuando existe un conflicto de causas o
conductas, una de las cuales llega a producir efectivamente el daño,
haciendo imposible que la otra hubiera llegado a producirlo. A la
conducta que sí ha producido el daño efectivamente, fracturando el
eventual nexo de causalidad de la otra conducta, se le llama
justamente fractura causal. Las fracturas causales en el ámbito
extracontractual son cuatro:

 el caso fortuito,
 la fuerza mayor,
 el hecho de la víctima y
 el hecho de un tercero.

27
d) Factores de Atribución

Finalmente, tenemos que referirnos, muy brevemente, a los


factores de atribución, que son aquellos que determinan finalmente la
existencia de la responsabilidad civil, una vez que se han presentado,
en un supuesto concreto de un conflicto social, los requisitos antes
mencionados de la antijuricidad, el daño producido y la relación de
causalidad.

Factores de Atribución

Responsabilida Responsabilida
d contractual d
extracontractu
al

Culpa Culpa Riesgo creado

Leve Grave Dolo

En materia de responsabilidad contractual el factor de atribución


es la culpa, mientras que en el campo extracontractual, de acuerdo al
Código actual son dos los factores de atribución: la culpa y el riesgo
creado. En el campo contractual la culpa se clasifica en tres grados: la
culpa leve, la culpa grave o inexcusable y el dolo, mientras que en
el lado extracontractual se habla únicamente de culpa y también de
riesgo creado. Estos dos factores de atribución se encuentran
consagrados independientemente en los artículos 1969 y 1970
respectivamente. Aún cuando debe destacarse que al haber invertido
la carga de la prueba en el artículo 1969, se ha llegado a objetivar el
sistema subjetivo de la responsabilidad civil por culpa, en el ámbito
extracontractual. No obstante lo cual, debe destacarse la bondad del
Código Civil peruano al haberse consagrado en el artículo 1970 el
sistema objetivo basado en la idea del riesgo, como factor de
atribución distinto, pero coexistente con el factor subjetivo de la culpa.

28
La diferencia entre ambos factores de atribución es
evidente, y apunta principalmente a que en el sistema subjetivo
el autor de una conducta antijurídica que ha causado un daño,
debe responder únicamente si ha actuado con culpa, entiéndase
dolo o culpa, mientras que en el sistema objetivo del riesgo,
además de las tres condiciones lógicamente necesarias, sólo se
debe probar fehacientemente que la conducta que ha causado el
daño es una peligrosa o riesgosa, sin necesidad de acreditar
ninguna culpabilidad.

Cierto es que, para efectos prácticos, el Código Civil peruano ha


acercado mucho los resultados de la aplicación del sistema subjetivo
como del sistema objetivo. Sin embargo, ello no es impedimento para
la distinta calificación legal, pues una cosa es invertir la carga de la
prueba y otra muy distinta abstraer por completo la prueba en la
configuración de los hechos o conductas que dan lugar a
responsabilidad civil. Este es un tema que analizaremos después, dado
el debate que existe en la doctrina sobre la responsabilidad por
accidentes de tránsito, lo cual redunda automáticamente en la
posibilidad de establecer un régimen especial de dicha
responsabilidad. No debe olvidarse que se entiende por bienes
riesgosos todos los que significan un riesgo adicional para nuestra vida
de relación social, pero que sin embargo de acuerdo a la experiencia
normal de una determinada sociedad, son absolutamente
indispensables para el desarrollo social y la satisfacción de
necesidades consideradas social y jurídicamente merecedoras de
tutela legal.

Pues bien, examinadas muy brevemente, las categorías jurídicas


generales sobre la responsabilidad civil, corresponde ahora determinar
el significado de cada una de ellas, planteando las diferencias que
existen entre la responsabilidad civil contractual y extracontractual, en
cada uno de los sucesivos capítulos del presente material, pero
sabiendo siempre que ambas responsabilidades tienen una estructura
común, con diferencias de matiz que justifican una diferente regulación
legal.

29
AUTOEVALUACIO
N

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del segundo capítulo. Luego, encontrará al final del material
la Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios
generales con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

¿A qué se refiere la
responsabilidad civil
contractual y la
extracontractual
respectivamente?

¿Cuáles son los requisitos de la


responsabilidad civil?

¿Cuál es la diferencia entre la


responsabilidad subjetiva y
la responsabilidad
objetiva?

¿Cuál es la naturaleza jurídica


de la indemnización?

30
CASO 1

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las


preguntas que a continuación se presentan y luego confróntelas con
la "Hoja de Criterios para la solución de casos" que el tutor le
alcanzará en el transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
NULIDAD
IPSS

31
CASO 1
MINISTERIO DE GUERRA CONTRA
JORGE LANFRANCO FERNÁNDEZ

Lima, veintidós de junio de mil


novecientos ochenta y siete

VISTOS: resulta de autos que a fojas 3 se presenta don Carlos


Dianderas Espinoza, Procurador Público encargado de los asuntos judiciales
del Ministerio de Guerra e interpone en vía ordinaria demanda de pago de
dólares contra Jorge Lanfranco Fernández a fin de que cumpla con pagar la
suma de US$66,447.20 o su equivalente en moneda nacional haciendo
extensivo a los daños y perjuicios e intereses irrogados. Expresa que por
contrato suscrito en documento privado con fecha 10 de diciembre de 1976
el Ministerio de Guerra sufragó los gastos de estudios del curso de actuarios
matemáticos del demandado en la ciudad de Roma (Italia) durante el
período comprendido entre el 10 de diciembre de 1976 y el 30 de
noviembre de 1980, que dicho convenio se suscribió con el demandado
obligándose éste a servir en el Ministerio de Guerra por el período de quince
años después de concluidos sus estudios en la Caja de Pensiones y como
asesor financiero; que una vez concluidos los estudios el día 2 de abril de
1982 el demandando fue designado para prestar servicios en la Caja de
Pensiones Militar Policial y el día primero de abril de 1985 fue designado
para prestar servicios en la Dirección de Economía del Cuartel General del
Ejército donde no se incorporó, que mediante solicitud de 24 de junio de
1985 el demandado pidió resolución del contrato firmado con el Ministerio
de Guerra sometiéndose dicho pedido a lo estipulado en la cláusula tercera
de dicho contrato es decir que se obliga a devolver la totalidad de los
gastos le ocasionaran los estudios en Roma, que tales hechos anotados
anteriormente constituyen los daños y perjuicios que también demandan,
ampara su demanda en lo que dispone los artículos 1320°, 1321° y 1323°
del Código Civil anterior y artículos 220° y siguientes del Código Civil
vigente. Corrido traslado de la demanda a fojas 6 el demandado se
apersona a la instancia señalando domicilio en autos; dándose por
contestada la demanda por resolución de fojas 7 vuelta, recibida la causa a
prueba ofrecidas y actuadas las mismas, concedido el término de Ley para
que las partes presentaran sus alegatos, pedidos los autos para dictar
sentencia, vencido el término de Ley y llegada la oportunidad de
expedirla y CONSIDERANDO: Que conforme aparece del contrato y
Resolución Suprema de fojas 10 y 11 debidamente reconocido por

32
el demandado a fojas 20 vuelta, las partes se obligan a designar al
Teniente en Retiro - Jorge Lanfranco Fernández a fin de que siga
estudios en el curso de Actuarios Matemáticos los mismos que se
llevarán a cabo en la ciudad de Roma (Italia), en el período
comprendido entre el 10 de diciembre de 1976 y el 30 de
noviembre de 1985 cuyos gastos que se origine deberá ser de
cuenta del Ministerio de Guerra comprometiéndose asimismo el
teniente designado una vez concluidos sus estudios a servir en la
Caja de Pensiones y/o como Asesor Financiero en el Ministerio de
Guerra por el término de 15 años; asimismo se determina el caso
de que se interrumpan los estudios del oficial designado por causa
imputable a él, estaría obligado a devolver la totalidad de los
gastos ocasionados procediéndose de la misma manera si el
demandado no cumple con prestar sus servicios profesionales por
el lapso fijado, que con la Resolución Ministerial de fojas 1 y 2,
relación de gastos ocasionados en el transcurso de los estudios del
demandado que corre a fojas 16, documentos que no han sido
tachados ni impugnados por el demandado se acredita que el
demandante ha incumplido sus obligaciones en su totalidad con el
demandado según contrato de fojas 10; que asimismo, el
demandado por escrito de fojas 44, reconoce haber incumplido
dicho contrato y aceptar la devolución de gastos limitándose
solamente a solicitar se rebaje al capital demandado la suma de
350,105.00 intis por los tres años de servicios prestados con
posterioridad a la culminación de sus estudios, que no habiendo el
demandado aportado prueba alguna contra el séquito del proceso
que contravengan los puntos que se demanda debe apoyarse dicha
acción; que emanan las preses de la acción la confesión ficta de
fojas 17 vuelta, con arreglo al pliego de preguntas de fojas 16, que
los contratos son leyes entre las partes y deben cumplirse según la
buena intención de sus otorgantes, por tales razones y estando a lo
establecido en el artículo 1430° y siguientes del Código Civil:
FALLO: declarando fundada la demanda de fojas 3 ordenando en
consecuencia que el demandado devuelva al Supremo Gobierno por
intermedio del Ministerio de Guerra la suma de US$66,447.20 o su
equivalente en moneda nacional al tipo de cambio a la fecha de
pago. Infundada en cuanto reclama el pago de daños y perjuicios
por improbados con costas.-

33
Expediente Nº 1287-88
Lima, dieciocho de julio
de mil novecientos ochentiocho.-

VISTOS; interviniendo como Vocal ponente el señor Buendía Gutiérrez;


y CONSIDERANDO: que según el artículo 1328° del Código Civil de 1936
que estuvo vigente en la fecha del acto jurídico celebrado, los contratos son
obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos y deben ejecutarse según
las reglas de la buena fe y común intención de las partes, según el artículo
1342° del mismo Código, no podrá una de las partes demandar el
cumplimiento de un contrato bilateral, si ella misma no ha cumplido u
ofreciese cumplirlo; que si bien el contrato de fojas 10 en su cláusula
tercera establece la obligación del oficial don Jorge Lanfranco Fernández de
devolver la integridad de los gastos ocasionados al Ministerio de Guerra en
su perfeccionamiento profesional en el extranjero si incumpliese su
compromiso de servir en la Caja de Pensiones y/o como Asesor Financiero
en dicho Ministerio, es de tener en especial consideración que el
demandado estuvo cumpliendo su parte, mientras que el Ministerio de
Guerra no ha respetado lo convenido al destinar a este oficial a un cargo
diferente al estipulado en la Dirección de Economía del Cuartel General del
Ejército que el interesado considere indigno de su persona, dando lugar a su
solicitud de resolución del contrato de fojas 18, razón por la cual la
demanda es infundada; REVOCARON: la sentencia apelada de fojas 51, su
fecha 22 de junio último, que declara fundada la demanda de fojas 3, la que
declararon infundada; y los devolvieron.-

Lima, veinte de noviembre de


mil novecientos ochentinueve.

VISTOS: de conformidad con lo opinado por el señor Fiscal; por sus


fundamentos: declararon NO HABER NULIDAD en la resolución de vista de
fojas 67, su fecha 18 de julio de 1988, que revocando la sentencia apelada
de fojas 51, fechada 22 de junio de 1987 declara infundada la demanda;
con lo demás que contiene: en los seguidos por el Supremo Gobierno con
don Jorge Lanfranco Fernández, sobre pago de daños y perjuicios; y los
devolvieron.- Interviniendo los señores Ruelas Terrazas y Gallegos Guevara

34
de conformidad con lo dispuesto por el artículo 123° de la Ley Orgánica del
Poder Judicial.

PREGUNTAS GUIA
PARA EL ANÁLISIS
DEL CASO 1

¿Existe responsabilidad civil de Jorge


Lanfranco Fernández?

¿Qué tipo de responsabilidad civil se


habría configurado por cuenta de
Jorge Lanfranco Fernández?

3. ¿Se cumplió
adecuadamente el contrato por ambas partes?

¿El contrato celebrado por el Ministerio de Guerra con


Jorge Lanfranco Fernández ha sido resuelto?

35
CAPITULO 3

LA ANTIJURICIDAD COMO ASPECTO


FUNDAMENTAL DE LA ESTRUCTURA DE LOS
HECHOS JURIDICOS

En este capítulo analizaremos la antijuridicidad como


aspecto fundamental de la estructura de los hechos
jurídicos ilícitos que originan una responsabilidad civil,
extracontractual y contractual.

Además haremos referencia a la necesidad de distinguir


la responsabilidad civil de la responsabilidad penal, para
concluir en la noción de antijuridicidad y el principio de
legalidad en el derecho privado.

36
1. INTRODUCCIÓN

L
a mayor parte de los autores, no así los cuerpos legales,
consideran que la antijuricidad es uno de los requisitos
fundamentales de la responsabilidad civil en general, sea ésta
contractual o extracontractual, por cuanto se entiende que sólo nace
la obligación legal de indemnizar cuando se causa daño a otro u otros
mediante un comportamiento o conducta que no es amparada por el
Derecho, por contravenir una norma imperativa, los principios que
conforman el orden público o las reglas de convivencia social que
constituyen las buenas costumbres. Evidentemente, si se causa un
daño mediante una conducta, existiendo la relación de causalidad
adecuada y los factores de atribución correspondientes, no habrá
responsabilidad, vale decir, el autor del daño no será responsable, si
la conducta realizada se efectuó dentro de los límites de lo permitido
por el Derecho, esto es, dentro de los límites de lo lícito. Esto significa
en consecuencia que no existe responsabilidad civil en los casos de
daños causados en el ejercicio regular de un derecho, por cuanto se
trataría de daños causados dentro del ámbito de lo permitido por el
sistema jurídico, es decir, supuestos de daños autorizados o
justificados por el ordenamiento jurídico.

En otras palabras, resulta evidente, por la propia fuerza


de los conceptos y de los hechos, que siempre es necesaria una
conducta que sea ilícita, antijurídica o ilegítima, para poder dar
nacimiento a la obligación legal de indemnizar y por ende a un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual o
contractual.

Resulta inimaginable plantear un problema de responsabilidad


civil sin hacer referencia al concepto de la antijuricidad, cualquiera
que sea la denominación que se le dé al mismo. Podría señalarse
inclusive que por tratarse de un concepto tan evidente, sería

37
innecesaria cualquier referencia al mismo. Como veremos más
adelante, en el caso de la responsabilidad contractual el problema de
la antijuricidad es menos discutible, presentándose en toda su
magnitud en el ámbito de la responsabilidad extracontractual.

Por lo expuesto resulta claro que la antijuricidad es un aspecto


fundamental de la estructura de los hechos jurídicos ilícitos que
originan una responsabilidad civil. Más aún, podríamos decir que la
antijuricidad es precisamente lo que caracteriza esta clase de hechos
jurídicos. Recuérdese lo que señalamos en el primer capítulo sobre
los hechos jurídicos en general, cuando los clasificamos y llegamos a
ubicar dentro del universo de los mismos a los hechos jurídicos
ilícitos, como una especie dentro de los hechos jurídicos voluntarios,
los cuales se clasifican en hechos jurídicos voluntarios lícitos e ilícitos.

La antijuricidad es pues el elemento caracterizador de los


hechos jurídicos voluntarios ilícitos que originan un supuesto de
responsabilidad civil, sea contractual o extracontractual, así
como respecto de los hechos jurídicos voluntarios con
declaración de voluntad que constituyen los denominados
actos jurídicos, la doctrina es unánime en señalar que uno de
los aspectos fundamentales que los caracterizan es justamente
por el contrario la licitud.

De esta manera, resulta claro que no se puede negar la


necesidad y la importancia de la antijuricidad en la estructura de los
hechos jurídicos voluntarios ilícitos, así como nadie niega la
importancia de la licitud en la estructura de los hechos jurídicos
voluntarios que constituyen los actos jurídicos, definidos por el
Código Civil peruano en su artículo 140 como las manifestaciones de
voluntad destinadas a crear, modificar, regular o extinguir relaciones
jurídicas. Negar el concepto de antijuricidad sería como negar la
propia clasificación de los hechos jurídicos voluntarios, que
unánimemente se dividen en jurídicos lícitos e ilícitos.

38
2. LA ANTIJURICIDAD Y LA NORMATIVA

Sin embargo, el problema sobre la necesidad de este requisito


fundamental y evidente para la estructura de los hechos jurídicos
ilícitos que originan una responsabilidad civil se plantea en nuestro
ordenamiento jurídico, desde el momento mismo que los artículos
1969 y 1970, que hacen referencia directa a los hechos jurídicos
ilícitos, no mencionan de modo alguno que deba tratarse de un daño
consecuencia de una conducta ilícita o antijurídica, limitándose a
disponer ambas normas que cuando se cause un daño a otro por dolo
o culpa, o, mediante una actividad riesgosa o peligrosa,
respectivamente, existirá para el autor la obligación de indemnizar a
la víctima. Obviamente, el artículo 1971 al señalar en su primer
inciso que no hay responsabilidad por daño causado en el ejercicio
regular de un derecho, está haciendo referencia implícita al concepto
de antijuricidad, por la simple y evidente razón que cuando se actúa
en el ámbito del ejercicio regular de un derecho, a pesar de que se
pueda causar daño, el mismo será resultado de una actividad lícita,
ajustada a Derecho y por ende permitida y plenamente justificada
por el ordenamiento jurídico.

Sin embargo, desde nuestro punto de vista, ello no es


suficiente, por cuanto se da lugar a ideas o planteamientos, en
nuestro concepto errados, que consideran que la antijuricidad o
ilicitud no es un requisito fundamental e imprescindible de la
responsabilidad civil en general, trátese del campo contractual o
extracontractual. Dicho muy brevemente, en nuestra opinión no
basta con deducir este fundamental requisito del primer inciso del
artículo 1971, de manera indirecta, o con afirmar que por ser
evidente no es necesaria ninguna referencia al mismo, sino que es
necesario que el Código peruano establezca directamente en los
artículos 1969 y 1970 el requisito de la antijuricidad, para poder
concebir un supuesto de la responsabilidad civil y fundamentalmente
para que no queden dudas sobre la necesidad imperiosa de este
aspecto dentro del sistema de responsabilidad civil a nivel normativo.
Esta necesidad en nuestra opinión es imperiosa para combatir los
intentos doctrinarios que buscan negar, sin lógica alguna, la
antijuricidad dentro del sistema de la responsabilidad civil en
general.

39
No debe olvidarse que en nuestro medio
lamentablemente se le da poca importancia a la teoría general
del acto jurídico, en dónde se estudia la clasificación de los
hechos jurídicos voluntarios en lícitos e ilícitos, razón por la cual
resulta muy fácil para algunos negar la necesidad de la
antijuricidad sobre la base de la exclusiva interpretación literal
de los artículos 1969 y 1970.

No debe olvidarse igualmente que el primer inciso del artículo


1971, al igual que toda la norma en su conjunto, es interpretada en
su exacto sentido, como aquella que contempla de manera específica
los supuestos del daño autorizado o del daño justificado, es decir, de
aquellos casos en los cuales no hay responsabilidad civil por haber
actuado el causante del daño justificadamente, según el
ordenamiento jurídico. El mismo que preceptúa que en los casos de
legítima defensa, estado de necesidad, y ejercicio regular de un
derecho, no existe responsabilidad de ninguna clase, a pesar del
daño causado. Se limita de esta manera, el entendimiento y el
supuesto de aplicación del artículo a regular los supuestos de daño
autorizado o justificado.

3. HACIA UN CONCEPTO DE ANTIJURICIDAD

S
in embargo, para poder comprobar nuestra afirmación, es
necesario, examinar el concepto mismo de antijuricidad, habida
cuenta que existe un planteamiento, con muchos adeptos
actualmente, que señala que no es necesaria la antijuricidad, o que
en todo caso, ésta debe reemplazarse por otro concepto como aquel
del Daño injusto, siguiendo el ejemplo del Código Civil italiano de
1942.

Desde este planteamiento, que obviamente no compartimos,


los artículos 1969 y 1970 serían perfectos, no existiendo ninguna
necesidad de revisarlos o modificarlos. Lamentablemente en nuestro
medio existen muchos que piensan que todo lo que proviene de la

40
doctrina y legislación italiana debe ser adaptado a nuestro sistema
jurídico.

Una manera muy sencilla y clara de abordar la noción de


antijuricidad o ilicitud en la estructura de los hechos jurídicos ilícitos
dentro del sistema de responsabilidad civil, es haciendo referencia a
los supuestos en los cuales resulta evidente la existencia de un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual, por ser la
conducta causante del daño, una actividad contraria a Derecho, no
por atentar contra el orden público, o las buenas costumbres como
los patrones de comportamientos socialmente aceptados como
válidos o legítimos, sino por contravenir una norma jurídica que
prohibe expresa o tácitamente dicha conducta.

Así por ejemplo, con independencia de la vinculación entre la


pretensión penal y la civil, y los problemas procesales que ello
origina, resulta muy fácil de entender que en cualquier caso de una
conducta tipificada como delito, cuando se haya causado daño
efectivamente, el autor del delito no sólo será responsable
penalmente, sino también civilmente, siendo merecedor por ello, no
sólo de una pena, sino también de una obligación de indemnizar a la
víctima, impuesta por la ley.

En estos casos, la antijuricidad resulta evidente, por cuanto se


trata del daño causado como consecuencia de una conducta
prohibida, no permitida por el sistema jurídico y como tal ilícita o
antijurídica. Sin embargo, ello no nos puede llevar a confundir la
responsabilidad penal con la responsabilidad civil. Lo que sucede es
que en estos casos el problema de la necesidad de la antijuricidad se
encuentra totalmente resuelto, por cuanto el hecho ilícito que ha
originado una responsabilidad civil por haber causado un daño, ha
sido previamente valorado y calificado legalmente como Delito, es
decir, previsto abstractamente en el supuesto de hecho de una
norma jurídica como una conducta prohibida o antijurídica que
origina una responsabilidad penal. Obviamente, esta antijuricidad
directa, que podríamos calificar de ANTIJURICIDAD TIPICA, por estar
prevista en la norma jurídica, no sólo es resultado de una conducta
tipificada legalmente como un delito penal, sino que también puede
resultar de una conducta que no esté permitida, sin que la misma
llegue a constituir un delito, por tratarse simplemente de una
conducta no permitida por el Derecho Privado.

41
Esta aclaración resulta en nuestro concepto de fundamental
importancia, por cuanto en nuestro medio existe el prejuicio,
infundado y generalizado, de que sólo es posible hablar de
antijuricidad típica en los casos de conductas delictivas, como si las
únicas conductas que estuvieran prohibidas por el ordenamiento
jurídico, fueran aquellas tipificadas como delitos, olvidándose que
existen muchas conductas prohibidas expresa o tácitamente por
normas de derecho privado, sin ninguna implicancia de orden penal y
que son en esencia, y al igual que las otras, conductas
perfectamente antijurídicas. La antijuricidad típica o tipificada
legalmente, que supone siempre una previsión en abstracto dentro
del supuesto de hecho de una norma jurídica de una determinada
conducta como prohibida o no permitida, no es únicamente resultado
de las normas que tipifican delitos, es decir, hechos ilícitos que
originan una responsabilidad penal, sino también de todas las
normas de derecho privado que directamente prohíben determinadas
conductas.

Debe pues desecharse la idea falsa y equivocada según


la cual la antijuricidad típica es privativa del ámbito de la
responsabilidad penal. El concepto del tipo juega también un
rol muy importante en el ámbito del derecho privado.

Así, por ejemplo, tenemos el caso del artículo 882 del Código
Civil, que dispone expresamente que no se puede establecer
contractualmente la prohibición de enajenar o gravar, salvo que la
ley lo permita, lo que significaría que la existencia de un pacto con
dicho contenido sería justamente una conducta antijurídica, que en
caso de causar daño a una de las partes, como consecuencia de su
misma celebración, daría lugar a un supuesto perfecto de
responsabilidad civil extracontractual, dentro de la lógica de la actual
regulación de nuestro Código Civil. Otro caso típico de conducta
prohibida por normas que no tipifican delitos, es también el artículo
240 del Código Civil, que para el caso de los esponsales, dispone que
si los mismos se han formalizado indubitablemente entre personas
legalmente aptas para casarse y dejan de cumplirse por culpa
exclusiva de uno de los prominentes, ocasionando con ello daños y
perjuicios al otro, el autor de la ruptura estará obligado a

42
indemnizarlos. Otros casos de prohibición expresa, entre los
múltiples que encontramos en nuestra legislación y específicamente
en nuestro Código Civil, lo constituyen los artículos 28, 241, 242, 243,
381, 382, 538, 554, 662, 667, 678, 744, 745, 814, 934, 1066, 1095,
1106, 111, 1113, 1132, 1221, 1249, 1290, 1366, 1629, 1668, 1775,
1817, etc.

En cualquiera de estos casos, resulta evidente, al igual que en


los dos artículos anteriores, que cuando como consecuencia de la
conducta prohibida se cause un daño a un tercero, nacerá a cargo del
autor del daño la obligación legal de indemnizar por ser responsable,
bien sea contractual o extracontractualmente.

De esta manera, en estos casos estaremos frente a


supuestos de hechos jurídicos ilícitos tipificados legalmente,
que han determinado un supuesto de responsabilidad civil, por
haberse causado a través de los mismos daños a terceros.

En consecuencia, esperamos quede destruido de una vez por


todas, el infundado y absurdo prejuicio, muy frecuente
lamentablemente en nuestro medio, que sólo es posible hablar de
responsabilidad civil extracontractual cuando se trata de una
conducta tipificada como delito y como tal sancionada con una pena,
por cuanto la antijuricidad puede ser consecuencia de una conducta
sancionada penal o civilmente.

Esta absurda y totalmente equivocada opinión no sólo


desconoce la total diferencia entre la responsabilidad penal y la
responsabilidad civil, sino que se basa sobre un concepto totalmente
falso de la noción de antijuricidad típica. En este sentido, resulta
bastante claro comprender el concepto de la antijuricidad típica, esto
es, como de una conducta no permitida prevista específicamente en
la norma jurídica.

Sin embargo, por razones que no llegamos a entender existe


también otro prejuicio, bastante generalizado en nuestro medio y
también completamente infundado, en el sentido que de aceptarse el
concepto de la antijuricidad como requisito de la responsabilidad

43
civil, estaríamos limitando el ámbito de aplicación de la misma
únicamente a los casos de conductas prohibidas o no permitidas
expresa o tácitamente por las normas jurídicas. Según algunos, no se
puede hablar de antijuricidad en el campo de la responsabilidad civil,
pues se estaría confundiendo la responsabilidad civil con la
responsabilidad penal. Por lo tanto, según esta opinión equivocada,
para evitar esa confusión, es necesario prescindir del concepto de
antijuricidad en el campo de la responsabilidad civil, por tratarse de
un concepto privativo de la responsabilidad penal.

Este punto de vista completamente equivocado identifica


tipicidad con el concepto de antijuricidad, olvidándose que
existen conductas prohibidas, ya no específicamente sino
también genéricamente, en cuyo caso estamos también frente
a conductas antijurídicas, no típicas, pero si genéricas y por ello
mismo atípicas.

Realmente nos parece increíble que para algunos la


antijuricidad solamente pueda ser una tipificada legalmente, y en
nuestra opinión esa absurda posición es consecuencia de creer que
sólo es posible hablar de antijuricidad dentro de la lógica de la
responsabilidad penal. En otras palabras, como en el campo de la
responsabilidad penal se identifica antijuricidad con tipicidad,
algunos creen que el concepto de antijuricidad supone siempre la
tipicidad. Y es por ello mismo que sin ningún fundamento se atreven
a decir que la antijuricidad no es aplicable al campo de la
responsabilidad civil.

4. LA ANTIJURIDICIDAD TIPICA Y LA ANTIJURICIDAD


GENERICA

En nuestra opinión, y tal como lo hemos anticipado, debe


hablarse de dos clases de antijuricidad: una típica, esto es,
específicamente prevista por la norma jurídica, bien sea expresa o

44
tácitamente, y una atípica, vale decir prevista genéricamente por el
ordenamiento jurídico.

Antijuridicidad
Típica Atípica

Expresa Tácita

De esta forma, se amplía acertadamente el concepto de la


antijuricidad, y se le proporciona al sistema de la responsabilidad civil
la lógica adecuada para su buen funcionamiento en la realidad social,
pues ya no será necesario establecer únicamente si la conducta está
prohibida expresa o tácitamente por alguna norma jurídica o un
conjunto de las mismas, para poder hablar de un supuesto de
responsabilidad civil, sino que podremos saber a ciencia cierta, si
debe haber o no responsabilidad civil extracontractual, en la medida
en que se determine que se trata e una conducta prohibida
genéricamente por el ordenamiento jurídico.

La importancia del tema es fundamental, pues, debido al


infundado prejuicio de identificar necesariamente antijuricidad con
tipicidad legal, se hace en nuestro medio muy difícil para los
profesionales y estudiantes de Derecho en general, saber, si en esos
casos de conductas no prohibidas específicamente, puede darse
lugar o no a un supuesto de responsabilidad civil, con la consiguiente
confusión entre la responsabilidad penal y civil, cuyas lógicas,
fundamentos y requisitos son completamente distintos, pues en el
ámbito civil lo que se persigue básicamente es reparar o resarcir los
daños ocasionados, mientras que en la responsabilidad penal el
objetivo fundamental es sancionar al autor del delito, haya habido
daño o no.

En el ámbito de la responsabilidad contractual, que en nuestro


sistema jurídico sería preferible denominar responsabilidad civil
obligacional, dado que el contrato no es la única fuente voluntaria
de obligaciones en nuestro Código Civil, si bien existe y está siempre
presente la antijuricidad como requisito fundamental del sistema, al

45
igual que el concepto de daño, de relación de causalidad, de la
imputabilidad y la culpabilidad, se trata siempre de una antijuricidad
típica, que puede consistir en un incumplimiento total, en un
cumplimiento parcial, cumplimiento defectuoso o en un
cumplimiento tardío o moroso, ya que es únicamente en esos
supuestos, debidamente previstos en las normas sobre inejecución
de obligaciones, en que se puede hablar de responsabilidad civil
contractual, más propiamente de responsabilidad obligacional dentro
de nuestro sistema jurídico.

En otras palabras, según lo dispone expresamente el


artículo 1321, norma fundamental en materia de
responsabilidad obligacional, debidamente confirmado por
otras normas incorporadas bajo el mismo título sobre
inejecución de obligaciones tales como los artículos 1314,
1315, 1317, 1329, 1330 y 1331, en materia de responsabilidad
obligacional la antijuricidad es siempre típica, pues en todas
estas normas se hace siempre referencia a la “inejecución de la
obligación” aludiendo al incumplimiento total, al cumplimiento
parcial, al cumplimiento defectuoso y al cumplimiento tardío o
moroso, es decir, a lo que doctrinariamente se conoce como
incumplimiento absoluto (total, parcial y defectuoso) e
incumplimiento relativo (tardío o moroso).

En consecuencia, queda claro que sólo se puede hablar de


responsabilidad obligacional, cuando el deudor cause daño al
acreedor como consecuencia inmediata y directa del incumplimiento
total, parcial, tardío o defectuoso de la prestación a su cargo, en la
medida en que tal incumplimiento, en sus cuatro tipos le sea
imputable por dolo, culpa grave o culpa leve. De esta manera, se
hace evidente el concepto de una antijuricidad estrictamente típica
en el ámbito de la responsabilidad civil obligacional, llamada
doctrinariamente “responsabilidad contractual”.

Por ello mismo, el tema de la antijuricidad adquiere importancia


fundamental en el ámbito de la responsabilidad extracontractual,
pues es ahí en que se manifiesta en toda su amplitud la importancia

46
y sobre todo la necesidad de establecer con claridad cuándo hay
responsabilidad civil, en los casos en que no exista una conducta
prohibida expresa o tácitamente por una norma jurídica de manera
específica.

Debe recordarse, que en este caso, y a diferencia del anterior,


las conductas que dan lugar a responsabilidad civil no están
expresamente tipificadas y de manera taxativa en norma alguna bajo
el título de la responsabilidad extracontractual, sino que las dos
normas centrales, a saber, los artículos 1969 y 1970, se limitan a
establecer que cuando se causa un daño a otro u otros hay lugar al
resarcimiento respectivo. Tan no están tipificadas las conductas que
pueden dar lugar a responsabilidad extracontractual, que el artículo
1985 exige en forma expresa una relación de causalidad adecuada,
haciendo referencia directa a una teoría sobre la relación de
causalidad, que a fin de establecer cuándo hay responsabilidad o no,
dispone que debe tratarse de una conducta capaz de causar un
determinado tipo de daño, en consideración a la experiencia
cotidiana y al normal desenvolvimiento de los acontecimientos.
Como resulta evidente, si en este caso las conductas fueran siempre
típicas, no habría necesidad de acudir a una teoría que distingue y
discrimina, entre las múltiples conductas del hombre, cuáles pueden
dar origen a una responsabilidad y cuáles no.

La diferencia resulta clarísima, si se observa que en el ámbito


obligacional, la responsabilidad nace del incumplimiento de una
obligación por parte del deudor, lo cual implica siempre
necesariamente la existencia previa del vínculo obligacional, el
mismo que sólo se puede incumplir absoluta o relativamente,
mientras que en el campo extracontractual la responsabilidad nace
de una conducta que, simplemente, causa daño, razón por la cual se
hace imperioso establecer que conductas pueden dar lugar o no a
dicha responsabilidad civil, sobre todo si en este caso no es necesaria
la existencia previa de un vínculo obligacional.

En nuestro concepto, la antijuricidad atípica o genérica no sólo


es un concepto que se impone por la misma lógica del sistema, que
no exige un vínculo obligacional previo entre los sujetos, sino por la
misma necesidad de reparar o indemnizar daños que sean
consecuencia de cualquier conducta, aún cuando la misma no se
encuentre prohibida expresa o tácitamente por norma jurídica.

47
La antijuricidad atípica o genérica es justamente lo que
caracteriza la responsabilidad civil, y que permite diferenciarla
nítidamente de la responsabilidad penal.

La única manera de establecer cuándo una conducta está


prohibida genéricamente, es en nuestra opinión, acudiendo al
artículo V del título preliminar del Código Civil, y adicionalmente al
criterio de valoración social en una determinada sociedad y en un
momento histórico determinado.

Con relación al artículo V del título preliminar, aún cuando el


mismo hace referencia directa al concepto de la nulidad virtual en
expresa concordancia con el inciso 8 del artículo 219, por cuanto
dispone expresamente que es nulo el acto jurídico contrario a las
leyes que interesan al orden público o a las buenas costumbres, en
nuestra opinión esta norma de carácter principista y genérico nos
permite deducir que el concepto de antijuricidad o ilicitud no sólo es
típico en el ámbito del Derecho privado, sino también genérico o
atípico. Más aún, en nuestra opinión este artículo V es la norma
fundamental que consagra la noción de ilicitud o antijuricidad en el
derecho privado. Antijuricidad que en el Derecho Privado no sólo
tiene relevancia en el campo de la ineficacia de los actos jurídicos y
contratos, sino también en el campo de la responsabilidad civil.
Dicho de otro modo, es en base a esta norma genérica, que se puede
afirmar con toda seguridad que existe una antijuricidad atípica. La
explicación es la siguiente: si bien es cierto que la norma tiene como
propósito directo, el sancionar con nulidad a los actos jurídicos cuyo
contenido sea contrario al orden público o a las buenas costumbres,
la razón de ser de esta nulidad, que hemos calificado de virtual o
tácita, radica precisamente en que se privan de efectos jurídicos a los
actos jurídicos cuyo contenido es ilegítimo, ilícito, justamente por ser
contrario al orden público o a las buenas costumbres, ya que el
ordenamiento jurídico considera que no merecen la tutela legal y por
ende el producir efectos jurídicos todos aquellos comportamientos
voluntarios del hombre que sean ilícitos por contravenir el orden
público o las buenas costumbres.

48
En otras palabras, la razón de ser de la nulidad, genérica por
cierto, es el que se trata de actos jurídicos cuyo contenido o finalidad
es ilícita, por no estar en concordancia con los principios
fundamentales que conforman el orden público, o las reglas de
convivencia social aceptadas por todos los miembros de una
comunidad en un momento histórico determinado que conforman lo
que legalmente se denominan “buenas costumbres”. Tal es la
importancia del tema sobre la ilicitud o antijuricidad en el ámbito del
acto jurídico y por ende de los contratos, que el legislador ha
decidido privarlos de eficacia jurídica dentro de una norma ubicada
en el título preliminar del Código Civil, vale decir en su puerta de
entrada, en el entendimiento de los comportamientos ilícitos no
merecen la tutela y el amparo legal, precisamente por no estar de
acuerdo con lo que se busca en una determinada sociedad. No se
olvide que los actos jurídicos y los contratos se caracterizan entre
otros aspectos, por tratarse de hechos jurídicos voluntarios lícitos
conformados por una o más declaraciones de voluntad productoras
de efectos jurídicos. En tal sentido, es deber fundamental del sistema
jurídico establecer que el acto jurídico será nulo cuando su contenido
sea ilícito, por atentar contra las normas imperativas, el orden
publico o las buenas costumbres. Si la licitud es uno de los aspectos
fundamentales de la estructura de los actos jurídicos y contratos, no
cabe duda que será necesario señalar que los mismos serán nulos
cuando su contenido sea ilícito. Es pues deber fundamental del
sistema jurídico establecer normativamente la ineficacia estructural
de los actos jurídicos cuyo contenido sea ilícito.

Pues bien, de la misma norma se desprende la intención


normativa de establecer en una norma genérica el concepto privado
de ilicitud o antijuricidad, pues si bien es cierto que una conducta
ilícita no podrá nunca producir efectos jurídicos queridos o deseados
por los sujetos, con mayor razón se puede afirmar, sin dudas de
ninguna clase, que cuando se cause daño por intermedio de una
conducta que atente contra el orden público o las buenas
costumbres, existirá o nacerá en el mundo del Derecho la obligación
legal de indemnizar a cargo del autor de esta conducta, sin que sea
necesario precisar si la conducta se encuentra o no específicamente
prohibida o sancionada por una norma jurídica determinada. En
otros términos, mediante una norma dirigida a sancionar con nulidad
los actos jurídicos con contenido ilícito, el ordenamiento jurídico
peruano de manera indirecta está consagrando un concepto genérico
de antijuricidad o ilicitud, aplicable por cierto a la responsabilidad

49
civil extracontractual, no así a la contractual u obligacional, por las
razones explicadas precedentemente. Concepto genérico de ilicitud
que le da contenido propio a los artículos 1969 y1970, en
concordancia obviamente con el artículo 1971, comentado también
anteriormente.

En consecuencia, no sólo se debe hablar de responsabilidad


civil extracontractual, cuando se haya causado daño mediante
conductas prohibidas por normas jurídicas específicas, con contenido
penal o sin él, sino también en todos los demás casos en los cuales la
conducta, aún cuando no esté prevista específicamente en una
norma jurídica, por sí misma sea contraria a derecho o antijurídica
por contravenir el orden público o las buenas costumbres. Si este
razonamiento se hace sin problemas para el caso de los actos
jurídicos decretando su nulidad, con mayor razón para el caso del
resarcimiento de daños en la responsabilidad extracontractual. Sobre
todo si se tiene en cuenta que la antijuricidad es uno de los aspectos
estructurales de todos los hechos jurídicos ilícitos. No debe tampoco
olvidarse que el concepto de la atipicidad no sólo se presenta en
materia de nulidad y de responsabilidad civil, sino también en
materia de figuras contractuales, tratándose pues de un noción
propia del derecho privado, a diferencia de la responsabilidad penal,
en cuyo caso la responsabilidad siempre es típica. No debe olvidarse
que así como existen figuras de contratos típicos o tipificados
legalmente, existen también los denominados contratos atípicos, que
son todos aquellos que se celebran por la exclusiva creación de la
voluntad de las partes contratantes.

Sería inimaginable, por cierto, un sistema jurídico de


responsabilidad civil extracontractual, en el cual sólo se pudieran
indemnizar daños causados por conductas típicamente ilícitas o
antijurídicas, pues un sistema de dicha naturaleza no cumpliría su
función fundamental, cual es la de reparar a las víctimas de los
daños que otros les hubieren causado en su vida de relación dentro
de una determinada sociedad.

El principio de legalidad en el derecho privado no se


sustenta en el concepto de la tipicidad legal, como sucede en el
derecho público. De esta manera, así como existen contratos
atípicos, existen también hechos jurídicos ilícitos atípicos. En el

50
campo de la responsabilidad penal por el contrario el principio
de legalidad se construye sobre la noción de tipicidad, razón
por la cual la antijuricidad penal siempre es una tipificada
legalmente.

Tampoco debe olvidarse que además de esta ilicitud genérica


del artículo V del título preliminar, la antijuricidad también puede ser
el resultado, no de una conducta que atente contra el orden público o
las buenas costumbres, sino de un comportamiento que sea
considerado socialmente como no permitido.

No debe olvidarse que la responsabilidad civil se aplica a la


conducta de los hombres en su vida de relación en una determinada
sociedad, y que la sociedad, al igual que su sistema jurídico,
establece también patrones de conducta, los cuales no se agotan con
el concepto de buenas costumbres.

En conclusión, desde nuestro punto de vista, la antijuricidad es


una noción fundamental, de la cual no se puede prescindir en el
sistema de la responsabilidad civil, contractual o extracontractual,
menos aún podría reemplazarse por la noción más genérica aún del
daño injusto, que fue construida en la doctrina italiana sobre la base
de lo dispuesto en el Código Civil italiano, y cuyo significado está
referido directamente a la noción de antijuricidad atípica o genérica
que hemos desarrollado. En la medida que el Código Civil peruano no
hace referencia en absoluto al concepto del daño injustamente
sufrido, no es necesario hacer referencia a esta noción, consagrada
legalmente en el sistema jurídico italiano. Basta con construir y
deducir nuestra noción de antijuricidad o ilicitud, con las normas que
encontramos en nuestro sistema jurídico, llegando a la noción de
antijuricidad atípica o genérica. De esta forma se le concede al
sistema de responsabilidad civil peruano la medida exacta de su
importancia, diferenciándolo perfectamente del sistema de la
responsabilidad penal, sin copiar conceptos y leyes extranjeras, y
sobre la base de una interpretación integral y sistemática de
nuestras propias normas jurídicas.

51
La antijuricidad es pues uno de los aspectos
fundamentales de la estructura de los hechos jurídicos ilícitos
que originan una responsabilidad civil en el sistema jurídico
nacional, que se impone por la propia fuerza de la naturaleza
jurídica de los mismos hechos jurídicos ilícitos y por la
interpretación sistemática de nuestras normas jurídicas.

52
AUTOEVALUACIO
N

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del etercer capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

¿Cuál es la diferencia entre la


antijuricidad típica y la
atípica?

¿Cuándo se habla de
responsabilidad civil
extracontractual?

¿Cuál sería la noción de hecho


ilícito en el sistema
peruano de
responsabilidad civil
extracontractual?

¿Cuál es el significado de
injusticia del daño?

53
CAPITULO 4

EL DAÑO
CAUSADO

En este capítulo analizaremos todo lo relacionado al daño


causado tanto en la responsabilidad civil contractual
como extracontractual.

Más específicamente abarcaremos las categorías del


daño patrimonial en la figura del daño moral como el de
daño a la persona.

Finalmente, abordaremos el tema de la indemnización


por daño y en especial, por daño en caso de muerte.

54
1. EL DAÑO CAUSADO COMO ASPECTO OBJETIVO
FUNDAMENTAL DE LA ESTRUCTURA DE LOS
HECHOS JURÍDICOS ILÍCITOS QUE ORIGINAN UNA
RESPONSABILIDAD CIVIL

C
omo ya lo hemos comentado un aspecto fundamental de la
estructura de los hechos jurídicos ilícitos que originan
responsabilidad civil sin lugar a dudas es el aspecto objetivo
del daño causado, pues solamente cuando se ha causado un daño se
configura jurídicamente un supuesto de responsabilidad civil. En ese
sentido, se produce como efecto jurídico, el nacimiento de la
obligación legal de indemnizar, bien se trate del ámbito contractual
o extracontractual, ya que en caso contrario no existirá ningún
sustento para el nacimiento de dicha obligación legal de indemnizar.

Como es evidente, en el caso de la responsabilidad civil


extracontractual el daño debe ser consecuencia del incumplimiento
del deber jurídico genérico de no causar daño a otro, mientras que
en el campo contractual el mismo deberá ser consecuencia del
incumplimiento de una obligación previamente pactada entre las
partes.

Daño

Responsabilidad Civil Responsabilidad Civil


Extracontractual
Contractual

Incumplimiento de Incumplimiento de
deber jurídico obligación
previamente
pactada

Sin embargo, en ambos casos el aspecto fundamental de la


responsabilidad civil es el que se haya causado un daño, que deberá
ser indemnizado. De no haber daño, no se configura un supuesto de
hecho jurídico ilícito, contractual o extracontractual y por ende no se

55
configura un supuesto de responsabilidad civil, por más que exista
una conducta antijurídica o ilícita.

El objetivo de los sistemas de responsabilidad civil no es


el sancionar las conductas antijurídicas, sino el que se
indemnizen los daños causados.

Tal es la importancia del daño causado en los sistemas de


responsabilidad civil que un sector de la doctrina moderna ha
propuesto cambiar la denominación de “Responsabilidad Civil” por la
de “Derecho de Daños”. Sin embargo, nosotros pensamos que la
cuestión de la denominación del sistema, aún cuando tiene
importancia, es un aspecto secundario. Más aún, nos parece más
adecuado seguir hablando de responsabilidad civil, por tratarse,
pensamos, de una denominación legitimada por la tradición jurídica
local y también por nuestra jurisprudencia. Pues bien, no debe
olvidarse que en el campo de la responsabilidad civil lo que se busca
es indemnizar los daños causados a fin de resarcir a las víctimas,
mientras que en el ámbito de la responsabilidad penal el objetivo
central es sancionar a los autores de conductas ilícitas o antijurídicas.
El objetivo de la responsabilidad penal es pues la represión de los
hechos jurídicos ilícitos tipificados legalmente como DELITOS,
sancionando a sus autores, mientras que el objetivo de la
responsabilidad civil es indemnizar los daños causados consecuencia
de los hechos jurídicos ilícitos típicos o atípicos. En tal sentido, puede
haber delito sin daño, mientras que no puede haber hecho jurídico
ilícito que origina responsabilidad civil sin daño.

En los sistemas de responsabilidad civil lo fundamental es


pues la reparación de los daños causados a las víctimas, bien
se trate del ámbito contractual o extracontractual.

Tampoco debe olvidarse que en el campo de la responsabilidad


civil, desde nuestro punto de vista, en vez de hablarse simplemente
de daños, sería más conveniente hablarse de daños jurídicamente

56
indemnizables, por cuanto los daños para originar una
responsabilidad civil deben ser producto de una conducta antijurídica
o ilícita, según lo hemos visto en el capítulo dedicado al tema de la
antijuricidad, ya que todos los daños que sean consecuencia de
conductas permitidas por la ley, por ser realizadas en el ejercicio
regular de un derecho, legítima defensa o estado de necesidad, no
originan una responsabilidad civil, justamente por tratarse de daños
consecuencia de conductas ajustadas al sistema jurídico. Por ello en
el presente material utilizaremos indistintamente los dos términos,
pero cuando hagamos uso únicamente del término daño, lo haremos
siempre con el significado de daño jurídicamente indemnizable.

Ahora bien, se han propuesto en la doctrina muchas


definiciones o intentos de definir el daño que origina una
responsabilidad civil. Sin embargo, la fórmula más exacta nos parece
aquella que define el daño jurídicamente indemnizable como toda
lesión a un interés jurídicamente protegido, bien se trate de un
derecho patrimonial o extrapatrimonial. En tal sentido, los daños
pueden ser patrimoniales o extrapatrimoniales. Serán daños
patrimoniales las lesiones a los derechos patrimoniales y serán daños
extrapatrimoniales las lesiones a los derechos de dicha naturaleza,
como en el caso específico de los sentimientos considerados
socialmente dignos o legítimos y por ende merecedores de la tutela
legal, cuya lesión origina un supuesto de daño moral. Del mismo
modo, las lesiones a la integridad física de las personas, a su
integridad psicológica y a sus proyectos de vida, originan supuestos
de daños extrapatrimoniales, por tratarse de intereses jurídicamente
protegidos, reconocidos como derechos extrapatrimoniales.

2. LAS CATEGORÍAS DE DAÑO PATRIMONIAL

E
n la doctrina existe unanimidad en que existen dos categorías
de daño patrimonial, que son de aplicación tanto al campo
contractual como extracontractual: el daño emergente y el
lucro cesante. Se entiende por daño emergente la pérdida
patrimonial efectivamente sufrida y por lucro cesante la renta o
ganancia frustrada o dejada de percibir.

Daño
Daño emergente Lucro cesante
patrimonial

57
Estas dos categorías de daño patrimonial se aplican con el
mismo significado tanto al sistema de responsabilidad civil
contractual como extracontractual, estando ambas reconocidas
legalmente en nuestro código civil. En tal sentido, el artículo 1321
del Código Civil con relación a la responsabilidad civil contractual u
obligacional nos dice lo siguiente:

“Queda sujeto a la indemnización de daños y perjuicios


quien no ejecuta sus obligaciones por dolo, culpa
inexcusable o culpa leve. EL RESARCIMIENTO POR LA
INEJECUCION DE LA OBLIGACION O POR SU
CUMPLIMIENTO PARCIAL, TARDIO O DEFECTUOSO,
COMPRENDE TANTO EL DAÑO EMERGENTE COMO EL
LUCRO CESANTE, EN CUANTO SEAN CONSECUENCIA
INMEDIATA Y DIRECTA DE TAL INEJECUCION”.

Del mismo modo, con relación a la responsabilidad


extracontractual el artículo 1985 dispone en forma expresa:

“LA INDEMNIZACION COMPRENDE LAS CONSECUENCIAS


QUE DERIVEN DE LA ACCION U OMISION GENERADORA
DEL DAÑO, INCLUYENDO EL LUCRO CESANTE, EL DAÑO A
LA PERSONA Y EL DAÑO MORAL, debiendo existir una
relación de causalidad adecuada entre el hecho y el daño
producido.”

Obviamente, cuando el artículo 1985 se refiere a las


consecuencias que deriven de la acción u omisión generadora del
daño está aludiendo directamente a la pérdida patrimonial sufrida
efectivamente por la conducta antijurídica del autor o coautores, es
decir, a la noción de daño emergente. De esta forma, queda
claramente demostrado que en el sistema jurídico nacional el daño
patrimonial comprende las dos categorías antes mencionadas, bien
se trate del ámbito extracontractual y contractual, teniendo en
ambos casos el mismo significado.

58
No debe olvidarse que el daño es el mismo en los dos
campos de la responsabilidad civil y que la única diferencia se
encuentra en que en un caso el daño es producto de una
conducta que contraviene el deber jurídico genérico de no
causar daño a los demás y en el otro caso de una conducta que
contraviene una obligación previamente pactada.

Un ejemplo muy simple permitirá comprender perfectamente la


diferencia entre el daño emergente y el lucro cesante: si como
consecuencia de un accidente de tránsito, una persona pierde el
vehículo que utilizaba como instrumento de trabajo para hacer taxi,
el daño emergente estará conformado por el costo de reposición del
vehículo siniestrado, mientras que el lucro cesante, por los montos
que el taxista dejará de percibir por su trabajo como taxista con el
vehículo.

Como es también evidente, y lo hemos explicado en los puntos


anteriores, no basta la producción de un daño, pues es también
necesaria la relación de causalidad y la concurrencia de los
respectivos factores de atribución. Sin embargo, debe quedar
claramente establecido que si no hay daño debidamente acreditado,
no existirá ningún tipo de responsabilidad civil.

Ahora bien, a diferencia de lo que sucede con el concepto y las


categorías del daño patrimonial, respecto al daño extrapatrimonial
existen en la doctrina diversas orientaciones, lo que ha originado una
gran discusión y enorme debate, hasta hoy no concluido, pues para
algunos juristas la única categoría de este daño es el daño a la
persona y para otros por el contrario existen dos categorías: el daño
moral y el daño a la persona. Antes de dar a conocer brevemente las
diferentes orientaciones, y a fin de poder tomar posición sobre este
debate, es necesario explicar el concepto de daño moral y de daño a
la persona.

a) Daño moral

59
Por daño moral se entiende la lesión a los sentimientos de
la víctima y que produce un gran dolor o aflicción o sufrimiento
en la víctima. Así, por ejemplo, se entiende que en los casos de
la muerte de una persona, los familiares sufren un daño moral
por la pérdida del ser querido, bien se trate del cónyuge, hijos,
padres y familiares en general.

Sin embargo, la doctrina establece para que se pueda


hablar de daño moral no basta la lesión a cualquier
sentimiento, pues deberá tratarse de un sentimiento
considerado socialmente digno y legítimo, es decir aprobado
por la conciencia social, en el sentido de la opinión común
predominante en una determinada sociedad en un momento
histórico determinado y por ende considerado digno de la
tutela legal.

Así, por ejemplo, una mujer casada, no podría demandar


por daño moral por la muerte de un hombre casado con el cual
mantuvo una relación de convivencia de varios años. Como
consecuencia de este concepto de daño moral como una lesión
a los sentimientos considerados socialmente legítimos y
aceptables, es que se restringe el ámbito de aplicación del
daño moral a los sentimientos que tenemos por los integrantes
de nuestra familia, en el sentido amplio de la palabra, por
cuanto se considera que respecto de los mismos nuestros
sentimientos son considerados socialmente dignos y legítimos
y por ende merecedores de protección legal. Este requisito
fundamental del daño moral fluye claramente del artículo 1984
del Código Civil que señala lo siguiente:

“El daño moral es indemnizado considerando su


magnitud y el menoscabo producido a la víctima o a su
familia”.

Sin embargo, nosotros pensamos que el daño moral no se


agota jurídicamente en los sentimientos por los miembros de la
familia, sino también en cualquier otro sentimiento considerado
digno y legítimo, como podría ser el caso de un ahijado, de una

60
novia, de un padrino de nacimiento, etc. En tal sentido,
pensamos que se debe interpretar el sentido del artículo 1984,
que hace referencia tanto al menoscabo producido a la propia
víctima como a su familia. Además pensamos que se debe
interpretar sistemáticamente dicho artículo con el artículo 215
referido al tema de la violencia como vicio de la voluntad, pero
que sin embargo nos evidencia la lógica de nuestro sistema
jurídico de proteger los sentimientos por los miembros de
nuestra familia, como por cualquier otra persona, siempre que
lo justifiquen las circunstancias, por tratarse de sentimientos
considerados dignos de tutela legal. Es por ello que el artículo
215 de nuestro Código civil, señala textualmente lo siguiente:

“Hay intimidación cuando se inspira al agente el fundado


temor de sufrir un mal inminente y grave en su persona,
su cónyuge, o sus parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad o en los bienes de
unos u otros. Tratándose de otras personas o bienes,
corresponderá al juez decidir sobre la anulación, según
las circunstancias”.

Del mismo modo pensamos que los sentimientos que se


protegen legalmente bajo el concepto de daño moral, no sólo
son aquellos que tenemos por otras personas, sean miembros
de nuestra familia o no, sino también por nosotros mismos, en
función a nuestra propia identidad y escala de valores.

El daño moral es pues la lesión a cualquier sentimiento


de la víctima considerado socialmente legítimo. En el ámbito de
la responsabilidad civil obligacional o contractual, el artículo
1322 se limita a señalar que el daño moral cuando el se
hubiere irrogado también es susceptible de resarcimiento, sin
hacer ninguna referencia al posible significado del daño moral.
No obstante lo cual, pensamos que debe aplicarse el mismo
significado del daño moral en la responsabilidad civil
extracontractual, por tratarse del mismo concepto en ambos
casos.

61
Como se podrá comprender fácilmente la categoría del
daño moral presenta dos grandes problemas: el primero de
ellos referido a la forma de acreditarlo o probarlo y el segundo
referido a la manera de cuantificarlo. Se entenderá también
con facilidad que la prueba del daño moral será a veces muy
difícil, dado que no todas las personas expresan sus
sentimientos o emociones, o como sucede también es fácil a
veces para algunas personas simular sufrimientos o lesiones a
los sentimientos sin que existan realmente. Además sucede en
muchos casos que los sufrimientos severos son resistidos con
fortaleza sin ninguna alteración en la salud o aspecto físico del
sujeto. Ante esta enorme dificultad, la jurisprudencia peruana
ha optado por presumir que en los casos de fallecimiento de
una persona, el cónyuge y los hijos sufren necesariamente un
daño moral. Fórmula que si bien nos parece saludable en un
aspecto, nos parece perjudicial en el sentido que evita que se
concedan sumas importantes en concepto de indemnización
por daño moral al prescindir de la prueba del mismo. Sin
embargo, lo saludable de esta presunción es que se trata de
una manera ingeniosa de evitar las dificultades en la probanza
del daño moral.

Un segundo problema igualmente importante es el de la


manera de cuantificar o medir y traducir económicamente el
daño moral, pues como resulta lógico y evidente no existe
suma alguna que pueda reparar el dolor por la pérdida de un
ser querido, supongamos pues el caso de la pérdida de un hijo
para un padre o la madre. Este segundo problema es mucho
más serio y grave que el anterior y constituye sin lugar a dudas
el obstáculo fundamental para la aceptación por toda la
doctrina de la categoría del daño moral.

El Código civil peruano en el mismo artículo 1984 ha


consagrado una fórmula, entendemos inteligente, cuando
dispone que el daño moral es indemnizado considerando su
magnitud y el menoscabo producido a la víctima o a su familia,
que se traduce en el sentido que el monto indemnizatorio por
daño moral deberá estar de acuerdo con el grado de
sufrimiento producido en la víctima y la manera cómo ese
sufrimiento se ha manifestado en la situación de la víctima y
su familia en general. Fórmula bastante general y elástica que,
sin embargo, no puede resolver del todo la enorme dificultad

62
en la medición patrimonial del daño moral. Como se podrá
apreciar, también con facilidad, el otorgamiento de
indemnizaciones por daño moral representa para el poder
judicial un problema enorme, que tiene que ser resuelto con
criterio de conciencia y equidad en cada caso en particular,
pues no existe fórmula matemática y exacta para cada
supuesto.

b) Daño a la Persona

En lo relativo al daño a la persona debemos señalar en


primer lugar, que a diferencia del daño moral, el mismo no se
acepta literalmente en el ámbito de la responsabilidad civil
contractual, sino únicamente en el campo extracontractual,
según fluye del artículo 1985 que hemos mencionado
anteriormente. El artículo 1322 del sistema contractual
solamente hace referencia al daño moral. No obstante lo cual,
pensamos que el daño a la persona es también indemnizable
en el campo de la responsabilidad civil contractual en nuestro
sistema jurídico, pues no existe ninguna razón para limitar su
aplicación únicamente al campo extracontractual. Por ello
pensamos que en el Perú estará totalmente justificada
legalmente una pretensión indemnizatoria por daño a la
persona en el campo contractual. Pues bien, así como existen
problemas relacionados con la admisión del daño moral, existen
también problemas en primer lugar en cuanto al significado
mismo de daño a la persona. Para un sector de la doctrina el
daño a la persona es la lesión a la integridad física del sujeto,
por ejemplo, la pérdida de un brazo, una lesión severa que
produzca parálisis, etc, o una lesión a su aspecto o integridad
psicológica, mientras que para otros el daño a la persona
constituye la frustración del proyecto de vida.

Así, por ejemplo, los casos típicos que utilizan estos


autores de frustración del proyecto de vida, hacen referencia a
la pérdida de uno o varios dedos para un pianista, de una
pierna para una bailarina o jugador profesional de algún
deporte rentado, etc..

63
Por nuestra parte, entendemos que la fórmula más
sencilla y adecuada para entender el significado de daño a la
persona es estableciendo que se produce dicho daño cuando se
lesione la integridad física del sujeto, su aspecto psicológico y/o
su proyecto de vida, todo lo cual deberá ser obviamente
acreditado.

No obstante lo cual, en lo relativo a la frustración del


proyecto de vida, pensamos que no se trata de cualquier
posibilidad de desarrollo de una persona, que puede ser
incierta, sino que deberá tratarse de la frustración de un
proyecto evidenciado y en proceso de ejecución y desarrollo
que se frustra de un momento a otro. No se debe confundir
proyecto de vida, con cualquier posibilidad respecto de la cual
no exista ningún tipo de evidencia comprobada. Como tampoco
se debe confundir proyecto de vida con las simples
motivaciones de los sujetos. Desde nuestro punto de vista, la
fórmula integral que hemos planteado, nos parece la más
razonable y lógica para entender la noción de daño a la
persona, por cuanto la persona no es únicamente un cuerpo,
sino también una mente, y en muchos casos supone un
proyecto de vida evidenciado por hechos y conductas
concretas.

Muy bien, hechas estas precisiones por separado tanto sobre el


daño moral como el daño a la persona, resulta evidente, por lo
menos desde nuestro punto de vista, que se trata de categorías
independientes, pues una cosa es la persona y su proyecto de vida, y
otra muy distinta son sus sentimientos. Nos parece muy interesante
la fórmula que plantea la eliminación de la categoría del daño moral,
para hacer referencia únicamente al daño a la persona, pero no nos
parece convincente.

Más aún, la regulación del Código Civil peruano mantiene


la diferencia entre ambas categorías de daños, lo que significa
que hoy por hoy no podemos adherirnos a la posición que
sostiene que el daño moral debe desaparecer para referirnos
solamente al daño a la persona. El hecho que sea muy difícil

64
probar el daño moral y cuantificarlo, no significa que deba ser
eliminado como categoría de daño jurídicamente indemnizable.

Como es también evidente, en el caso del daño a la persona el


problema fundamental no es tanto la prueba del mismo como su
cuantificación, en cuyo caso el Juez deberá acudir también
necesariamente al criterio de conciencia y equidad.

3. LA INDEMNIZACIÓN POR DAÑOS

P
ues bien, sabiendo ya cuáles son las categorías de daños
existentes que son indemnizables, y los problemas que
originan las categorías del daño extrapatrimonial, corresponde
ahora determinar los criterios para establecer los montos
indemnizatorios tanto en el ámbito contractual como en el
extracontractual.

En tal sentido, debe señalarse que en el campo contractual se


indemnizan los daños patrimoniales como el daño moral en cuanto
sean consecuencia inmediata y directa del incumplimiento
obligacional por parte del deudor. Ello es lógico por cuanto siempre
se requiere que los daños sean consecuencia del incumplimiento
absoluto o relativo de la prestación debida por parte del deudor, esto
es, es necesario que exista una relación de causalidad inmediata y
directa entre los daños causados al acreedor y el incumplimiento del
deudor, bien sea por incumplimiento total, cumplimiento parcial,
cumplimiento defectuoso, o por retraso en el cumplimiento de la
prestación. Sin embargo, además de la relación causal, debe
señalarse que en el campo contractual el monto indemnizatorio será
mayor o menor dependiendo del grado de culpabilidad del deudor.
Así, si el incumplimiento es consecuencia de dolo o culpa grave del
deudor, los daños y perjuicios a reparar son todos aquellos
consecuencia inmediata y directa del incumplimiento que pudieran
preverse o no al momento de contraerse la obligación. Por el
contrario, si el incumplimiento obedeciere únicamente a culpa leve,
sólo se indemnizarán los daños y perjuicios que sean consecuencia

65
inmediata y directa del incumplimiento que podían preverse al
momento de contraerse la obligación.

Esto significa en consecuencia que en el campo


contractual el monto indemnizatorio será mayor o menor,
dependiendo del grado de culpabilidad del deudor. Lo que
significa que el monto indemnizatorio no depende
exclusivamente de la relación de causalidad, sino también del
factor de atribución subjetivo, es decir, de la culpabilidad.

Por ello el tercer párrafo del artículo 1321 del Código Civil
señala lo siguiente:

“Si la inejecución o el cumplimiento parcial, tardío o


defectuoso de la obligación, obedecieran a culpa leve, el
resarcimiento se limita al daño que podía preverse al
tiempo en que ella fue contraída.”

Consiguientemente, en los casos de dolo o culpa grave o


inexcusable el resarcimiento comprende los daños inmediatos y
directos previsibles e imprevisibles al momento de contraer la
obligación, mientras que en los casos de culpa leve los daños
inmediatos y directos solamente previsibles al momento de asumir la
obligación.

En el campo extracontractual, por el contrario, el monto


indemnizatorio no depende del grado de culpabilidad del autor del
daño, sino únicamente de la existencia de una relación de causalidad
adecuada, en tanto y en cuanto se indemnizan todos los daños
siempre que sean consecuencia de una relación de causalidad
adecuada.

Esto significa que en el ámbito extracontractual se


indemnizan todos los daños y no interesa la calificación de
previsibles e imprevisibles, como tampoco el que sean

66
consecuencia inmediata y directa o no de la conducta
antijurídica.

Este principio recibe la denominación de reparación integral


y se encuentra claramente establecido en el artículo 1985 que hemos
examinado anteriormente.

De esta forma, pues, llegamos a diferenciar claramente los


criterios para cuantificar o calcular los montos indemnizatorios en
ambos sistemas de responsabilidad civil, debiendo quedar muy en
claro que en el campo contractual el monto indemnizatorio depende
fundamentalmente del grado de culpabilidad, mientras que en el
extracontractual depende exclusivamente de la relación de
causalidad adecuada, siendo indiferente la calificación jurídica del
daño y el grado de culpabilidad del autor de la conducta antijurídica.

3.1 La indemnización por daño en caso de muerte

P
ues bien, habiendo examinado la problemática de los daños
causados en el campo de la responsabilidad civil, sea esta
contractual o extracontractual, corresponde ahora examinar un
aspecto de fundamental importancia legal y práctica en nuestro
sistema jurídico. Nos referimos a la responsabilidad civil
extracontractual por daños en casos de muerte en el Código Civil
peruano. Desde nuestro punto de vista, en los casos de muerte, la
cuestión de los daños, se plantea de la siguiente manera:

1. Como acabamos de verlo, de acuerdo a las normas sobre


responsabilidad civil extracontractual contenidas en el Código
Civil peruano, deben indemnizarse extracontractualmente los
daños patrimoniales, bien se trate del lucro cesante y/o del
daño emergente, y los daños extrapatrimoniales, tanto el
daño moral como el daño a la persona. Esto significa que en
el sistema jurídico peruano, al igual que en todos los sistemas
latinos, esto es, derivados del Código Civil francés, en el
ámbito de la responsabilidad civil extracontractual son

67
indemnizables los daños patrimoniales y los daños
extrapatrimoniales.

Como es evidente, para que pueda ser exigible legalmente


una indemnización por daños extracontractuales en la
legislación peruana, al igual que en los otros sistemas
jurídicos antes mencionados, es necesario que se acrediten
los daños causados, la conducta del autor y la relación de
causalidad entre dicha conducta y los daños producidos.

Ahora bien, como también acabamos de mencionar líneas


arriba, a diferencia del ámbito de la responsabilidad civil
contractual, o derivada del incumplimiento de una obligación
pactada, en el campo extracontractual el Código Civil peruano
ha establecido con precisión el denominado "criterio de
reparación integral" en el artículo 1985, según el cual en el
ámbito extracontractual deben indemnizarse todos los daños
causados a la víctima, sea presentes o futuros, previsibles o
imprevisibles, bien se trate de daños patrimoniales o
extrapatrimoniales, siempre y cuando se acrediten los mismos
y se compruebe la relación de causalidad.

Como es evidente, se entiende en nuestra doctrina y nuestra


jurisprudencia por daño emergente la pérdida patrimonial
efectivamente sufrida y por lucro cesante la ganancia o
utilidad que dejará de percibir la víctima. En el ámbito
extrapatrimonial, se entiende en nuestra doctrina por daño
moral la lesión a los sentimientos o el dolor de afección que
sufre la víctima y por daño a la persona la frustración al
proyecto de vida de la víctima o el daño a su integridad física.

2. Con relación al concepto del daño moral, el Código Civil


peruano establece en su artículo 1984, según hemos visto
anteriormente, un criterio de medición del mismo en base a
las circunstancias de cada caso en particular.

3. De esta manera, queda claramente establecido, que tanto al


nivel del Código Civil peruano, como en nuestra doctrina y
jurisprudencia, se reconocen las categorías del daño
patrimonial y extrapatrimonial dentro del criterio de
reparación integral en el caso de la responsabilidad civil
extracontractual.

68
4. Ahora bien, con relación a la prueba de los daños, nuestro
Código Civil refiere en su artículo 1331 que los mismos deben
ser probados por la víctima y en el artículo 1332 prescribe que
si el resarcimiento del daño no pudiera ser probado en su
monto preciso, deberá fijarlo el Juez con valoración equitativa.

Como se podrá observar, las reglas legales antes


mencionadas son muy claras en el sentido de señalar que los
daños deben ser probados por la víctima y que en caso los
mismos no se pudieran probar en su monto exacto y preciso,
deberá fijarlos el Juez con valoración equitativa, es decir, en
base a las reglas de la equidad.

5. Con relación a las personas que pueden demandar o reclamar


judicialmente indemnización por daños por muerte de una
persona, nuestro Código Civil entiende y señala
categóricamente que sólo son los miembros de la familia del
fallecido, pues el artículo sexto del Título Preliminar del mismo
Código, dispone que para ejercitar o contestar una acción es
necesario tener legítimo interés económico o moral y que el
interés moral autoriza la acción sólo cuando se refiere
directamente al agente o a su familia. Esto significa en
consecuencia que en el caso de daños por muerte de una
persona, sólo los familiares pueden reclamar daños
patrimoniales y daño moral. De esta forma, resulta claro que
el cónyuge sobreviviente y los hijos de la víctima pueden
solicitar indemnización por daño patrimonial y por daño
extrapatrimonial.

6. Más aún, nuestra jurisprudencia es uniforme en señalar que


para poder reclamar daños por la muerte del cónyuge o de
alguno de los padres, es decir, que para reclamar
indemnización por daños en caso de muerte, no basta con
acreditar el parentesco, esto es, no basta con presentar la
partida de matrimonio en el caso del cónyuge, o las partidas
de nacimiento en el caso de los hijos, sino que es
imprescindible acreditar la calidad de herederos de los
mismos, bien sea a través de un testamento o de una
declaración judicial en el caso de sucesión intestada.

69
7. Nuestra jurisprudencia, en concordancia con lo dispuesto en el
Código Civil es también uniforme en el sentido que los
herederos pueden reclamar daños patrimoniales y daño moral
en el caso de la muerte de una persona. El daño moral se
entiende que es procedente por el dolor que causa a los
familiares la pérdida del ser querido y el daño patrimonial por
los gastos en que hubieran incurrido para el sepelio y en los
casos que el fallecido hubiera sido el único sustento de la
familia, bien sea del cónyuge, o de los hijos, o de ambos a la
vez.

8. Queda claramente establecido, en consecuencia, que tanto


nuestra legislación, como nuestra doctrina y jurisprudencia,
consideran que los familiares, bien se trate del cónyuge y/o
hijos, están legitimados para demandar daños patrimoniales y
daños morales, en la medida que acreditan su calidad de
herederos del fallecido.

9. En lo concerniente a la prueba de la existencia y la valoración


de los daños, nuestra jurisprudencia se basa exclusivamente
en el criterio de valoración equitativa, pues no exige la prueba
absoluta y plena de la existencia y los montos de los daños
ocasionados, sino que al amparo del artículo 1332 establece
los montos indemnizatorios en base al criterio de equidad.

10. Por regla general en el caso de muerte, a nuestra


jurisprudencia le resulta suficiente la presentación de la
partida de defunción, el testamento o la declaratoria de
herederos en caso de sucesión intestada, y las pruebas que
acrediten el evento que ha causado el daño. Así, por ejemplo,
si se trata de muerte por un accidente de tránsito, será
necesario presentar el atestado policial correspondiente que
acredite el mismo accidente. Pero en modo alguno se solicita
que se acrediten los daños morales en caso de muerte de un
familiar, pues se sobreentiende o se presume, justamente en
base al criterio de valoración equitativa, que la muerte ha
causado un profundo daño moral a los familiares del fallecido.
Del mismo modo, respecto del daño patrimonial sólo se
solicita la presentación de los documentos que acrediten los
gastos del sepelio del fallecido y en todo caso acreditar que el
fallecido era el único sustento de la familia, pero en modo

70
alguno se exige acreditar los daños causados técnica y
precisamente.

11. Como se podrá comprender, la jurisprudencia peruana no


exige la prueba plena de los daños, sino que los valora
equitativamente en la medida que se hubiera acreditado el
evento que los ha causado. Con mayor razón en el caso del
daño moral, pues en dicho supuesto el daño prácticamente se
presume en la medida que se acredite la relación familiar y la
vocación hereditaria. Es por ello justamente que no se toman
en cuenta factores de ingreso, ni se utilizan fórmulas de
cálculo, pues todo se hace en base a un criterio equitativo. Y
es por ello también que los montos indemnizatorios que se
conceden, por regla general, no son los adecuados.

12. Más aún, cuando se decreta judicialmente el pago de una


indemnización, no se señala en la resolución judicial qué
monto corresponde al daño patrimonial y cuál al daño moral,
sino que se establece un monto indemnizatorio por todo
concepto, es decir, en forma global. Incluso los mismos
abogados cuando preparan demandas por responsabilidad
civil extracontractual solicitan un monto único, para el caso de
daños por muerte, que incluya los gastos de sepelio, una
cantidad que sirva para compensar la pérdida patrimonial por
la futura falta de sustento familiar a cargo del fallecido y una
cantidad que sirva para compensar el sufrimiento de la familia
por la pérdida del ser querido.

13. Como es evidente, todo lo expuesto es para el caso que los


daños sean indemnizados judicialmente, por cuanto también
es posible la indemnización voluntaria, en cuyo caso los daños
son reparados de acuerdo al pacto entre las partes.

14. Ahora bien, corresponde examinar el tema de la


indemnización de daños por muerte en el caso de los que
conforman un hogar o una unión de hecho, es decir, en el
caso de muerte de uno de los convivientes. De acuerdo al
Código Civil peruano, específicamente a su artículo 326, la
unión de hecho, voluntariamente concertada por un varón y
una mujer, libres de impedimento matrimonial, para alcanzar
finalidades y cumplir deberes semejantes a los del
matrimonio, origina una sociedad de bienes que se sujeta al

71
régimen de sociedad de gananciales, en cuanto le fuere
aplicable, siempre que dicha unión haya durado por lo menos
dos años continuos. Este artículo del Código Civil peruano de
1984 ha sido ratificado por la Constitución Política del Perú,
norma jurídica fundamental del Estado peruano, en su artículo
5 cuando señala expresamente, siguiendo la misma línea y
sentido del Código Civil que:

"La unión estable de un varón y una mujer, libres de


impedimento matrimonial, que forman un hogar de hecho,
da lugar a una comunidad de bienes sujeta al régimen de
la sociedad de gananciales en cuanto sea aplicable."

15. Como es evidente, ambas normas del sistema jurídico


nacional nos indican con toda claridad que la unión de hecho
o el hogar de hecho, sólo son reconocidos por la ley para
efectos de carácter patrimonial, constituyendo una
comunidad o una sociedad de bienes, pero de ninguna
manera da lugar a la existencia de una relación jurídico-
familiar con deberes y obligaciones semejantes a los de los
cónyuges. Respecto de los hijos concebidos por los
convivientes, como es también evidente, no existe duda
alguna sobre su filiación y sobre los deberes y derechos de los
padres para con ellos, pues el Código Civil reconoce la filiación
extramatrimonial, con el mismo status jurídico que la filiación
matrimonial, a tal punto que tanto los hijos sean
matrimoniales o no, tienen los mismos derechos hereditarios.
Sin embargo, en relación a los convivientes la relación jurídica
que se genera entre ellos no es igual a la del matrimonio, sino
únicamente una de carácter patrimonial, razón por la cual se
dice con toda claridad en ambas normas que el hogar o la
unión de hecho sólo da lugar a una sociedad o comunidad de
bienes. El criterio legal es pues bastante claro. Como es
evidente, existen algunos profesores peruanos que consideran
que el hogar o la unión de hecho genera una relación familiar
de carácter especial. Pero se trata como es obvio de una
opinión, muy respetable por cierto, pero de carácter
estrictamente doctrinario que no puede modificar el sentido
de ambas normas antes mencionadas. En consecuencia la
relación entre los convivientes en la legislación peruana no es
una de carácter familiar, sino reconocida por la ley
restringidamente para efectos patrimoniales.

72
16. Es por ello, precisamente, que en el ámbito sucesorio el
Código Civil peruano, sólo le atribuye expresamente la calidad
de heredero al cónyuge y no así al conviviente, según lo
dispone el artículo 724.

17. Por todo lo expuesto en los puntos anteriores, es evidente


que el conviviente en caso que su compañero o compañera
fallezcan por el hecho de un tercero, no se encuentra
legitimado para reclamar daños morales por muerte, a pesar
del enorme dolor que le origine la pérdida del conviviente
fallecido. No debe olvidarse que con relación al concepto del
daño moral, el Código Civil peruano establece en su artículo
1984 que el mismo es indemnizado considerando su
magnitud y el menoscabo producido a la víctima o a su
familia. El artículo en mención es bastante claro en el sentido
de afirmar que sólo la víctima o su familia se encuentran
legitimados para reclamar indemnización por daño moral y
como ya lo hemos expuesto, no existe ninguna relación
familiar entre convivientes. Trátese de una solución injusta o
no, ambas normas jurídicas son muy claras y sólo legitiman
por daño moral a la propia víctima y a su familia, bien se trate
del cónyuge o de los hijos. Criterio que por otro lado es
ratificado por nuestra jurisprudencia según lo expusiéramos
anteriormente.

18. Ahora bien, debe también señalarse que de acuerdo al


tercer párrafo del mismo artículo 326, la unión de hecho
termina por muerte, ausencia, mutuo acuerdo o decisión
unilateral y que en este último caso el Juez puede conceder, a
elección del abandonado, una cantidad de dinero por
concepto de indemnización o una pensión de alimentos,
además de los derechos que le correspondan de conformidad
con el régimen de sociedad de gananciales. Esto significa, en
consecuencia, que en caso de muerte de uno de los
convivientes, el mismo artículo 326 señala que al conviviente
sobreviviente no le corresponde ninguna suma por concepto
de indemnización, sino únicamente sus gananciales conforme
al régimen de disolución de la sociedad de gananciales, pues
ello sólo es posible en caso de abandono por decisión
unilateral de uno de los convivientes. Esto se ha establecido
de este modo justamente porque el Código Civil considera

73
que la indemnización podrá pagarla el conviviente que ha
hecho abandono del hogar de hecho y no en el caso de
muerte por hecho de un tercero, pues ello supondría legitimar
al conviviente a demandar a dicho tercero y este supuesto es
negado por el propio artículo. En otras palabras, sólo es
posible una demanda contra uno de los convivientes, pero no
de uno de los convivientes frente a un tercero por daño moral.
En relación al daño patrimonial, la solución es exactamente
igual, según se desprende de la tercera parte del mismo
artículo 326 y teniendo en cuenta además que en caso de
muerte corresponderá al sobreviviente sus gananciales por
ser de aplicación el régimen de sociedad de gananciales.

74
AUTOEVALUACIO
N

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del cuarto capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

Defina Usted el concepto de


daño y señale sus clases.

¿Cuál es el aspecto común


fundamental a los dos
ámbitos de la
responsabilidad civil?

¿Cuáles son las diferencias


existentes más
importantes entre la órbita
contractual y
extracontractual?

¿Es aplicable el criterio de


reparación integral de los
daños al ámbito
contractual de la
responsabilidad civil?

75
CASO 2

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las


preguntas que a continuación se presentan y luego confróntelas con
la "Hoja de Criterios para la solución de casos" que el tutor le
alcanzará en el transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Nulidad
IPSS

76
CASO 2:
JUAN ANTONIO PIZARRO SABOGAL
Y DORA BRACAMONTE HERNÁNDEZ

Resolución Nº
Exp. Nº 6077-90

Lima, veinte de agosto de


mil novecientos noventiuno.-
VISTOS, resulta de autos; por escrito de fojas 3 don Juan Antonio
Pizarro Sabogal y doña Dora Bracamonte Hernández viuda de Marini, por su
propio derecho y en representación de su hijo Renzo Dante Marini
Bracamonte, así como a nombre de Italo Angelo Marini Bracamonte y Mario
Giacomo Marini Bracamonte, interponen demanda en la vía ordinaria contra
Atlas Copco Peruana Sociedad Anónima, representada por su Gerente
Financiero Bjorn Cronwall a fin de que le paguen la suma de cien mil dólares
americanos, así como los intereses legales devengados y por devengarse
desde la fecha indicada, por el daño moral y material causado en perjuicio
del que fuera su esposo y padre de sus hijos representados señor Mario
Marini Rojas por el maltrato material y moral ejercido sobre él, por parte de
la Empresa Atlas Copco y que provocara su muerte el 16 de julio de 1989,
sosteniendo que en los primeros días del mes de Febrero de 1989, se
interpuso contra el señor Mario Marini Rojas una denuncia de carácter penal
por el delito de Estafa contra la fe pública ante el Octavo Juzgado de
Instrucción de Lima, al acusársele de haber falsificado la firma del señor
Segundo Alfaro Caballero en la Letra de Cambio número 1779, por la suma
de US $ 3,681.60 a favor de Atlas Copco Sociedad Anónima; es el caso que
el señor Manuel Prialé Quijada, empleado vendedor de la empresa
demandada celebró tres operaciones de venta de distinta mercadería de
propiedad de la empresa, en su beneficio y usando el nombre de dos
supuestos clientes; la Compañía Progreso Sociedad Anónima y el señor
Segundo Alfaro Caballero; la mencionada letra impaga fue remitida al
Departamento de Crédito y Cobranza dentro del cual el señor Mario Marini
Rojas se desempeñaba como Gerente en dicha cartera, quien conforme a su
cargo, cursó una carta el 29 de Febrero de 1988, comunicando al deudor el
protesto, sin embargo, en forma sorpresiva, denunció penalmente a quienes
resultaran responsables, acción penal, en la que no hubo intervención de su
representado desde la tramitación hasta la conclusión; sin embargo la
acción se siguió contra el señor Marini, el señor Manuel Prialé y el señor
Jorge García en su calidad de Gerente de Personal, aunque el Tribunal
Correccional el 13 de Febrero de 1989 ordenara el archivamiento del
proceso, en cuyo desarrollo no hubo asesoramiento legal a su representado;

77
a pesar de su solvencia moral como funcionario y persona, negándole toda
ayuda frente a la orden de detención que se llevara a cabo; por dicha
denuncia, el trato laboral de la empresa a su representado cambió
sustancialmente, por haber sido marginado de las reuniones de gerencia,
así como los incrementos salariales de acuerdo al nivel, los que fueron
menores en comparación con el resto de los Gerentes, aun con los
implicados, negándole la empresa el acceso a un automóvil, inclusive al
señor Jorge García, también implicado, se le proporcionó tal beneficio; el
señor Marini sufría de una enfermedad llamada “Psoriasis”, por lo tanto no
afectó su salud en general, sino que fueron los hechos narrados que
perturbaron su salud causándole muerte por infarto cardíaco el 16 de Julio
de 1989, dejando sin protección alguna a su familia, a su esposa, a sus dos
hijos mayores de edad, quienes están cursando estudios superiores y su
menor hijo que cuenta con trece años de edad, entre el período
comprendido desde Febrero de 1988 hasta Febrero de 1989 la empresa no
brindó ayuda ni asesoramiento, pese a que laboraba más de veinte años el
señor Marini, actuando en forma culpable y negligente, causándole
tensiones y preocupaciones; la empresa también es causante de la
desigualdad en el trato laboral, que repercutió en el desmedro de salud
física, que la enfermedad psoriasis, no incidía en el normal funcionamiento
de su corazón, sin embargo se le discriminó, contraviniendo la igualdad
ante la ley y la igualdad salarial, como funcionario de confianza frente a los
demás empleados del mismo nivel que sí fueron reconocidos, causándole un
daño moral, encontrándose incurso en el artículo 1984° del Código Civil,
que comprende situaciones de la vida, emociones fuertes, gran pena, dolor
y menoscabo, la humillación en un proceso penal injusto sin defensa y de la
desigualdad en el trato laboral; por ello invocan al artículo 1985° del Código
Civil; corrido traslado de la demanda en la vía ordinaria fue absuelto a tenor
de su escrito obrante de fojas 20 a 26, en la que entre otros aspectos
manifiestan que niegan y contradicen, pues argumentan que el señor Marini
laboró en la empresa desde el 5 de mayo de 1969 hasta el 16 de julio de
1989, fecha en que falleció como consecuencia de un accidente
automovilístico ocurrido un día domingo, cuando retornaba de hacer
deporte; que la empresa le brindó todos los elementos que le permitió
desarrollar su labor con comodidad y confort, que jamás se le coersionó ni
se le trató mal o en forma desigual; que debido a un aprovechamiento en su
beneficio el señor Manuel Prialé Quijada usando el nombre de supuestos
clientes de la empresa entre ellas el señor Segundo Alfaro Caballero, fraguó
una letra de cambio, comprometiendo al Departamento de Crédito y
Cobranza, dentro del cual el señor Marini se desempeñaba como Gerente,
ignorando la farsa tuvo que requerir el pago al supuesto deudor; Segundo

78
Alfaro Caballero, denunció penalmente a Prialé que comprendió
posteriormente al señor Marini ante el pedido del señor Fiscal; que la
empresa puso a sus abogados al frente de la defensa de los trabajadores
comprendidos en el juicio penal; que la enfermedad del señor Marini podría
haber influido en su salud, que la empresa no notó el deterioro de salud a
causa del juicio penal; por otro lado el señor Marini tuvo un accidente de
tránsito estrellándose contra un poste en el campo de Marte; que
analizando el certificado médico, se concluye que no fué por tensiones o
preocupaciones que supuestamente le permitió tener la empresa, no fue
porque su salud estaba resquebrajada a causa de discriminaciones
laborales, tampoco porque no se le ayudó o apoyó en el proceso penal, por
lo que el fallecimiento no tuvo ninguna vinculación con la empresa desde el
punto de vista humano y laboral, por el contrario no sólo lo ayudaron sino
que apoyaron a la viuda y a los hijos cuando el señor Marini falleció,
adelantaron dinero a la familia, entregaron una gratificación extraordinaria,
le tramitaron sus documentos, ayudaron para los arreglos con la compañía
de seguros; que conforme a los artículos 326°, 328° y 329° del Código de
Procedimientos Civiles interponen reconvención contra doña Dora
Bracamonte Hernández viuda de Marini y sus hijos Renzo Dante, Italo
Angelo y Mario Giacomo Marini Bracamonte para que les pague la suma de
cien mil dólares americanos como indemnización por el daño que le están
causando al interponer la demanda por supuestos maltratos, a quien en
vida fuera empleado de la Empresa, conforme lo tienen expuesto al
contestar la demanda; que la demandante trata o persigue un
aprovechamiento ilícito y una evidente mala intención de dañarles en su
prestigio; corrido traslado de la reconvención fue absuelto en rebeldía de la
demandante, por auto de fojas 28 vuelta; recibida la causa y reconvención a
prueba, se actuaron las pruebas que aparecen de autos; vencido el término
ordinario de prueba así como el de alegatos, expedido el auto de
prevención; es el caso de expedir sentencia y CONSIDERANDO; Que el
certificado de fojas 7, así como la instrumental obrante de fojas 120 a fojas
161 acredita que don Mario Marini Rojas prestó servicios en calidad de
empleado en la Empresa demandada Atlas Copco Peruana Sociedad
Anónima, infiriéndose de la instrumental de fojas 37, que su ingreso se
produjo el día 5 de Mayo de 1969, cesando el día 16 de Julio de 1989, por
motivo de fallecimiento; consta del certificado de fojas 68 dirigido por la
Compañía demandada al señor Cónsul General de Venezuela, en esta
ciudad, la garantía que ésta otorgara, respecto a la solvencia tanto moral
como económica de don Mario Marini y su señora esposa para que se les
extienda la visa correspondiente, y autorizándole oficialmente para visitar
las oficinas de Atlas Copco de dicha República de Venezuela; que es obvio

79
que tal garantía y autorización puede conferirse a un empleado de
conducta intachable y de reconocida honestidad, como lo era el expresado
servidor en su calidad de Gerente de Créditos y Cobranzas, constituyendo
ello una demostración de confianza, consideración y consecuente
estimación personal, en su calidad de Contador Público, desempeñando un
cargo de suma responsabilidad, como el ya expresado; que la instrumental
de fojas 161 a fojas 178, inherente a relaciones de carácter personal, como
préstamo de dinero y condiciones de pago, correspondiente a los años 1981
y 1987, constituyen a reforzar lo anteriormente expuesto, así como la
respuesta del representante legal de la demandada al absolver la sétima
pregunta del pliego de su confesión de fojas 117, reconociendo la
excelente trayectoria profesional de don Mario Marini Rojas en la Compañía
demandada; que queda evidenciado así, que el comportamiento y actividad
del servidor aludido, no ha comprometido en favor de la misma, que como
consecuencia de la acción penal instaurada contra don Mario Marini Rojas
por el delito de falsificación y contra la fe pública, de la cual el Tribunal
Correccional, con fecha 11 de Febrero de 1989, ordenó el archivamiento en
cuanto a él se refería, haciendo que su persona, tuvo que afrontar
situaciones que le provocaron transtornos en su vida, al imputársele hechos
delictuosos no cometidos por él, agregado a ello que la Compañía
demandada no le prestó las facilidades inherentes a su defensa en el
proceso penal, demostrando cierto desinterés, discriminándosele,
relegándolo en sus funciones y restándole autoridad, no obstante los veinte
años de eficiente labor, como lo ha reconocido en autos la Compañía
accionada; que ello, significa que don Mario Marini Rojas sufriera graves
consecuencias de un daño tanto físico como moral por la falta de apoyo que
debió proferirle su principal, la que no ha demostrado que hubiera brindado
de modo fehaciente el asesoramiento que le correspondía en su calidad de
Gerente de Créditos y Cobranzas, considerándosele como Gerente de
Segundo Nivel sin explicación alguna, como aparece de la constancia de
fojas 103; hecho además que causó a la persona citada un estado de
constante zozobra laboral y carente de apoyo real, desconociéndose su
excelente trayectoria profesional en la Compañía demandada (sétima
pregunta del pliego de fojas 116); que de los autos de separación de
cuerpos que se tienen a la vista, se infiere que tal acción fue admitida el 10
de octubre de 1986, y por ende resulta que hasta el día 28 de marzo de
1990 en que se admite la presente acción subsistía la unión conyugal, a que
se contrae la partida de fojas 109, lo que demuestra que no ha existido
deterioro sentimental entre ambos cónyuges, hecho probado con el mérito
del documento de fojas 68 del que se desprende que don Mario Marini Rojas
viajó a Venezuela acompañado de su esposa, la demandante, obrando a

80
fojas 69 los respectivos pasajes por la vía aérea, en fotocopia; que por tal
circunstancia el derecho de la cónyuge accionante para perseguir el efecto
indemnizatorio de que se trata no difiere en modo alguno, sin que la
demandada haya actuado prueba fehaciente en contrario; agregándose a
ello que la acción de separación referida no ha sido sentenciada, habiendo
la esposa continuado al lado de su esposo, preocupándose de la situación
creada y que injustamente soportó el cónyuge; que el atestado policial de
fojas 43 establece el fallecimiento a causa de un accidente de tránsito; que
antes de producirse tal accidente don Mario Marini Rojas sufría los
transtornos, tensiones y preocupaciones por los hechos acontecidos y a que
se ha hecho referencia, y obviamente no permitían una vida libre de
angustias que en verdad repercutieron en desmedro de su salud física; que
la enfermedad crónica denominada “Psoriasis” no guarda relación, pues se
trata de una afección cutánea que no afecta la salud en general; debiendo
concluirse que los hechos reconocidos antes mencionados fueron la causa
de profunda perturbación de su salud; que el fallecimiento se produjo a
consecuencia de un infarto cardíaco, como lo especifica el Certificado de
Defunción obrante a fojas 41, emitido por el Doctor Jorge Picón Gómez, cuyo
mérito no ha sido enervado; que las demás pruebas actuadas no desvirtúan
el mérito de las anteriores consideraciones; que debe tenerse en
consideración que con motivo de los hechos acontecidos, la familia del
finado cónyuge don Mario Marini Rojas, a que se contraen las respectivas
partidas que obran en los autos de separación acompañados, ha quedado
en el mayor desamparo; que en el presente caso son de aplicación de los
artículos 1969, 1984 y 1985 del Código Civil vigente, por lo que la misma
resulta amparable; que la reconvención formulada por la demandada, en su
escrito de contestación a la demanda, fojas 26, segundo otrosí, resulta
infundada por cuanto la instrumental de fojas 171 a fojas 178 es insuficiente
para acreditar la existencia de los daños cuya indemnización reclama,
máximo si se tiene en cuenta el mérito de las consideraciones expuestas en
este pronunciamiento, FALLO: Declarando fundada la demanda de fojas 3; y
en consecuencia que la Compañía demandada Atlas Copco Peruana
Sociedad Anónima, pague a la demandante doña Dora Bracamonte
Hernández viuda de Marini la suma de S/.20,000.00, por toda
indemnización; con los intereses legales desde la fecha en que se produjo el
daño; e infundada la reconvención formulada; con costas.

Lima, dos de junio de mil


novecientos noventidós.-
VISTOS: interviniendo como vocal ponente el señor Giusti Acuña; con el
acompañado que se tiene a la vista; y CONSIDERANDO; que el artículo

81
1969° del Código Civil establece la obligación de indemnizar que tiene
aquella persona que por dolo o culpa cause daño a otros; esta obligación de
indemnización por responsabilidad extracontractual deberá acreditarse ante
el Juzgado con la existencia del nexo de causalidad entre el acto doloso o
culposo atribuido el demandado y el daño producido a agraviado; que
conforme aparece del recurso de demanda de fojas 2 y el alegato de fojas
192, la presente acción se sustenta en el maltrato moral y hostilidad
sufridos por don Mario Marini Rojas de parte de la demanda a consecuencia
del proceso penal en el que se vió involucrado en su calidad de Gerente del
Departamento de Créditos y del que fué posteriormente separado al
demostrarse su inocencia, agregando la accionante que tales actos se
tradujeron en la disminución de la consideración por parte de sus superiores
que le negaron asistencia profesional para su defensa e impidiéndole el
goce de beneficios que si alcanzaron funcionarios de rango similar, todo lo
cual le produjo grave daño moral y la muerte subsecuente; que tales cargos
han sido negados uniformemente por los funcionarios de la demandada en
las diligencias a que fueron citados, no existiendo, por lo demás,
elementos que corroboren las afirmaciones de la actora y menos aún que
permitan concluir que el proceso de su esposo se produjo como
consecuencia de actos de hostilidad en su contra; antes por el contrario la
voluntad de la empresa en favor de los herederos del señor Mario Marini
Rojas producido el deceso se acreditan con el mérito de los instrumentos
que corren de fojas 36 a 40; que el artículo 337° del Código de
Procedimientos Civiles establece la obligación de la carga de la prueba a
quien alegue algunos hechos en sustento de su posición, debiendo
absolverse al demandado en caso de no lograrlo: REVOCARON la sentencia
apelada de fojas 196, fechada 20 de agosto de 1991, que declara fundada
la demanda de fojas 3 y ordena que la demandada Atlas Copco Peruana
Sociedad Anónima pague a la demandante doña Dora Bracamonte
Hernández viuda de Marini la suma de veinte mil nuevos soles por toda
indemnización, con los intereses legales desde la fecha en que se produjo el
daño, la misma que reformaron y declararon INFUNDADA; confirmaron
dicho fallo en los demás que contiene y es materia de la alzada; sin costas;
y los devolvieron.

Lima, veintitrés de agosto de


mil novecientos noventitrés.-

VISTOS: con el acompañado; por sus fundamentos; y


CONSIDERANDO: que el extremo de la sentencia de vista sobre la
reconvención ha quedado consentida, desde que la demandada no

82
interpuso recurso de nulidad correspondiente: declararon NO HABER
NULIDAD en la sentencia de vista de fojas 217, su fecha 02 de junio de
1992, en la parte materia del recurso que confirmando la apelada de fojas
96, su fecha 20 de agosto de 1991, declara INFUNDADA la demanda
interpuesta a fojas 3; condenaron en las costas del recurso a la parte que lo
interpuso; en los seguidos por Dora Bracamonte Hernández viuda de Marini
con Atlas Copco S.A. sobre indemnización; y los devolvieron.

PREGUNTAS GUIA
PARA EL ANÁLISIS
DEL CASO 2

1.- ¿Se ha acreditado el daño en


el presente expediente?

2.- ¿Se ha acreditado la relación


de causalidad por parte del presunto autor del
daño?

3.- ¿Se ha acreditado la


culpabilidad del presunto autor?

4.- ¿Se trataría de un supuesto


de responsabilidad civil contractual o
extracontractual?

5.- ¿Se ha acreditado la


responsabilidad civil del demandado?
83
84
CAPITULO 5

LA RELACION CAUSAL EN LA
RESPONSABILIDAD CIVIL
EXTRACONTRACTUAL

La relación de causalidad es uno de los cuatro requisitos


de la responsabilidad civil y su importancia amerita una
análisis detallado de sus implicancias, aspecto que
desarrollaremos en el presente capítulo.

Primero abordaremos la noción de causa adecuada para


luego definir las características de la fractura causal, la
concausa y la pluralidad de causas y sus efectos jurídicos.

85
1. INTRODUCCIÓN

A
demás de los requisitos antes mencionados de la
responsabilidad civil como son el la conducta antijurídica y
el daño causado, es necesario un tercer requisito de orden
fundamental denominado “relación de causalidad”, que se
entiende en el sentido que debe existir una relación de causa-efecto,
es decir, de antecedente - consecuencia entre la conducta
antijurídica del autor y el daño causado a la víctima, pues de lo
contrario no existirá responsabilidad civil extracontractual y no
nacerá la obligación legal de indemnizar.

Esto significa que el daño causado debe ser consecuencia


de la conducta antijurídica del autor para que se configure un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual.

Sucede lo mismo en el campo de la responsabilidad civil


contractual, ya que el daño causado al acreedor debe ser
consecuencia inmediata y directa del incumplimiento absoluto o
relativo de la prestación debida por parte del deudor. La relación de
causalidad es pues un requisito general de la responsabilidad civil,
tanto en el ámbito contractual como extracontractual. La diferencia
reside en que mientras en el campo extracontractual la relación de
causalidad debe entenderse según el criterio de la causa adecuada,
en el ámbito contractual la misma deberá entenderse bajo la óptica
de la causa inmediata y directa.

Relación de causalidad

Responsabilidad Civil Extracontractual Responsabilidad Civil Contractual

Causa adecuada Causa inmediata y directa

2. LA NOCIÓN DE CAUSA ADECUADA

86
P
ues bien, habiendo establecido la necesidad de este tercer
requisito de la responsabilidad civil , corresponde ahora
determinar el sentido de la noción de causa adecuada para
poder entender el significado de la relación causal en el campo de la
responsabilidad civil extracontractual. En este sentido, conviene
plantearse la siguiente pregunta ¿cuándo se debe entender que una
conducta es causa adecuada de un determinado daño?

La respuesta a esta interrogante es la siguiente: para que una


conducta sea causa adecuada de un daño es necesario que
concurran dos factores o aspectos: un factor in concreto y un
factor in abstracto.

Factor in concreto Físico o material

Causa
Adecuad
a
De acuerdo a la
Factor in abstracto experiencia nor-
mal y cotidiana

El aspecto in concreto debe entenderse en el sentido de una


relación de causalidad física o material, lo que significa que en los
hechos la conducta debe haber causado el daño, es decir, el daño
causado debe ser consecuencia fáctica o material de la conducta
antijurídica del autor. Sin embargo, no basta la existencia de este
factor, pues es necesaria la concurrencia del factor in Abstracto
para que exista una relación de causalidad adecuada. Este segundo
factor debe entenderse en los términos siguientes: la conducta
antijurídica abstractamente considerada, de acuerdo a la experiencia
normal y cotidiana, es decir, según el curso normal y ordinario de los
acontecimientos, debe ser capaz o adecuada para producir el daño
causado. Si la respuesta a esta interrogante es negativa, no existirá
una relación causal, aÚn cuando se hubiere cumplido con el factor in
concreto. Es pues necesaria la concurrencia de ambos factores para
que se configure una relación de causalidad adecuada.

Un ejemplo podría graficar adecuadamente la aplicación de


esta tesis. Si una persona de 25 años de edad, sin ningún problema

87
cardíaco, fallece en forma inmediata como consecuencia de un susto
producto de una broma, no existirá relación de causalidad adecuada,
aún cuando en los hechos la muerte haya sido consecuencia del
susto por la broma, por cuanto de acuerdo a la experiencia normal y
cotidiana un susto por una broma no es capaz de producir la muerte
de una persona joven de esa edad. Por el contrario, si se tratara de
un susto por una broma a una persona de 75 años de edad, no habría
duda alguna que se trataría de una causa adecuada, en tanto y en
cuanto el susto a una persona de edad avanzada es causa adecuada,
de acuerdo a la experiencia normal y cotidiana, para producir la
muerte.

De esta manera, resulta claro el sentido de la noción de causa


adecuada, de aplicación obligatoria para todos los casos de
responsabilidad civil extracontractual en el sistema legal peruano,
por haber sido consagrada expresamente y en forma imperativa en
el artículo 1985 del Código Civil.

No basta con establecer si una conducta ha causado


físicamente un daño, pues es necesario también determinar si
esa conducta abstractamente considerada es capaz de producir
ese daño de acuerdo al curso ordinario y normal de los
acontecimientos.

3. LAS FRACTURAS CAUSALES Y LA CONCAUSA

A
hora bien, el tema de la relación de causalidad no se agota en
la noción misma de causa adecuada, sino que es necesario
precisar todas las figuras y supuestos que se presentan en
torno a este aspecto fundamental de la responsabilidad civil, para
poder entender la mecánica de la relación de causalidad dentro del
sistema de responsabilidad civil extracontractual. En tal sentido,
resulta fundamental determinar las nociones de fractura causal o
causa ajena, la de concausa y aquella de pluralidad de causas,
reguladas sucesivamente en los artículos 1972, 1973 y 1983 del
Código Civil.

88
3.1 Fractura causal

E
n lo concerniente a la noción de fractura causal, debemos
señalar que la misma se configura cada vez que un
determinado supuesto se presenta un conflicto entre dos
conductas o causas sobre la realización de un daño, el mismo que
será resultado de una sola de dichas conductas. En este sentido, en
todo supuesto de fractura causal una de las conductas o causas
habrá producido o causado el daño y la otra no habrá llegado a
causarlo justamente por haber sido el mismo consecuencia de la otra
conducta. Y es por ello que a la conducta que no ha llegado a causar
el daño se le denomina causa inicial, mientras que a la conducta
que sí llegó a causar el daño se le denomina causa ajena.

Todo supuesto de fractura causal implica pues un


conflicto entre la causa ajena y la causa inicial, siendo el daño
consecuencia de la causa ajena y no existiendo ninguna
relación de causalidad respecto de la causa inicial.

Esto significa en consecuencia que la causa ajena es un


mecanismo jurídico para establecer que no existe responsabilidad
civil a cargo del autor de la causa inicial justamente por haber sido
el daño consecuencia del autor de la causa ajena. Dicho en otros
términos, cada vez que se le intente atribuir a un sujeto una
responsabilidad civil extracontractual por la supuesta producción de
un daño, el mismo tendrá la posibilidad de liberarse de dicha
responsabilidad si logra acreditar que el daño causado fue
consecuencia no de su conducta, sino de una causa ajena, o lo que
es lo mismo de otra causa, bien se trate de un supuesto de caso
fortuito, o de fuerza mayor, o del hecho determinante de un tercero,
o del propio hecho de la víctima, según lo establece el articulo 1972
del Código Civil, cuyo texto señala lo siguiente:

“En los casos del artículo 1970, el autor no está obligado


a la reparación cuando el daño fue consecuencia de caso

89
fortuito o fuerza mayor, de hecho determinante de
tercero o de la imprudencia de quien padece el daño”.

Si se trata de caso fortuito, la causa ajena será un fenómeno de


la naturaleza, como un terremoto, una inundación consecuencia del
Fenómeno del Niño, etc. Del mismo modo, si se trata de fuerza
mayor la causa ajena será un acto de la autoridad como una
prohibición repentina decretada por norma jurídica de una conducta
antes permitida, la declaración de guerra de un Estado a otro, etc.. Si
se trata del hecho determinante de tercero, la causa ajena será
justamente el hecho del tercero y en el caso del hecho de la victima
la causa ajena será precisamente el hecho de la propia víctima. De
esta manera en estos cuatro supuestos el daño no será producto del
autor de la causa inicial, el mismo que no será responsable
civilmente, por ser el mismo consecuencia de caso fortuito, o de
fuerza mayor, o del hecho de un tercero, o del hecho de la misma
víctima, es decir, de una causa ajena.

Con relación a los conceptos de fuerza mayor y caso fortuito,


debemos señalar que se trata de nociones con las mismas
características, pues deberán ser eventos extraordinarios,
imprevisibles e irresistibles, con la única diferencia respecto al origen
del evento, como se ha anotado anteriormente, según fluye
claramente del artículo 1315 del Código Civil.

Puede pues decirse que en los supuestos de causa ajena,


denominados también doctrinariamente “fractura causal”, no existe
responsabilidad a cargo del autor de la causa inicial, por ser el daño
consecuencia de otra causa que puede ser una conducta humana o
un evento de la naturaleza.

Las fracturas causales se invocan consiguientemente


siempre que el autor de una determinada conducta logre
acreditar que no ha sido el causante del daño imputado, por ser
el mismo consecuencia de otra causa, ya se trate de caso
fortuito, fuerza mayor, hecho de tercero o hecho de la víctima.

90
Así, por ejemplo, si en plena Vía Expresa en la ciudad de Lima,
un sujeto decide quitarse la vida y se arroja debajo de un vehículo en
plena marcha, aún cuando el daño haya sido causado aparentemente
por el conductor del vehículo, no existirá duda alguna que el mismo
podrá liberarse de responsabilidad invocando como causa ajena el
hecho de la propia víctima, por cuanto en este ejemplo es la propia
víctima como consecuencia de su propia conducta la que se ha
causado el daño a sí misma, en tanto y en cuanto de no haber sido
por dicha conducta, el conductor no hubiera producido
materialmente el daño. El daño, en este caso la muerte del suicida,
no ha sido consecuencia del hecho del conductor, sino del propio
hecho de la víctima.

Debe señalarse igualmente que para poder tener una exacta


visión de las fracturas causales, no debe confundirse el aspecto de la
culpabilidad del sujeto de la conducta, con el aspecto objetivo de la
relación causal, pues no interesará que el autor de la causa inicial
haya actuado con dolo o culpa, es decir, no interesará que el mismo
haya querido producir un daño a sabiendas del mismo, o en forma
negligente, en tanto que lo único importante es que el daño causado
a la víctima no ha sido consecuencia de dicha conducta, sino de un
evento extraño y ajeno a él.

En todos los supuestos de fractura causal debe dejarse de lado


el análisis del aspecto subjetivo del autor de la conducta de la
denominada causa inicial, pues lo único relevante es que el daño ha
sido consecuencia de una conducta o evento ajeno y distinto, bien se
trate de caso fortuito, de fuerza mayor, de hecho de tercero o del
hecho de la propia víctima.

Por ello es que decimos, y ello debe quedar bastante


claro, que las fracturas causales deben ser invocadas cuando
se le impute a un sujeto una responsabilidad civil por un daño
que no ha causado, habiendo sido el mismo consecuencia de
un evento o conducta ajena. Y esta noción y mecanismo de la
fractura causal, como es evidente, no guarda vinculación
alguna con la noción de culpabilidad, tratándose de un asunto

91
meramente objetivo, referido a que conducta o evento es la
que ha causado el daño.

Se deduce fácilmente no sólo que en todo supuesto de fractura


causal, no existirá responsabilidad civil a cargo del autor de la causa
inicial, sino que si la fractura causal es un supuesto de caso fortuito,
fuerza mayor o hecho de la propia víctima no se configurará tampoco
ninguna responsabilidad civil, salvo que se trate del supuesto de
hecho determinante de tercero, en cuyo caso dicho tercero será el
responsable civilmente por haber sido el causante del daño.

Asimismo, debe también señalarse en forma expresa que


cuando decimos que la conducta del sujeto que no ha causado el
daño debe denominarse “causa inicial”, no estamos haciendo
referencia a que dicha conducta haya causado algún tipo de daño
distinto, sino que la expresión “causa inicial” debe entenderse en el
sentido de conducta que no ha causado daño alguno, utilizándose la
expresión “causa” justamente para poder distinguirla de la conducta
que sí causó el daño y que se denomina por ello mismo “causa
ajena”.

3.2 Concausa

H
abiendo ya precisado el concepto de fractura causal,
corresponde ahora abordar el concepto de concausa, que es
también de fundamental importancia en la aplicación de la
doctrina de la responsabilidad civil extracontractual, a efectos de
entender adecuadamente dicho sistema.

Como ya hemos establecido, en los supuestos de fractura


causal se presenta un conflicto entre dos conductas o causas: una
que no causa el daño y otra que sí llega a producirlo. Por el contrario,
en los supuestos de concausa, regulados en el artículo 1973 del
Código Civil, la situación es distinta, por cuanto en este caso el daño
siempre es consecuencia de la conducta del autor, pero con la
contribución o participación de la propia víctima, tratándose de un

92
supuesto totalmente distinto al de la fractura causal. En tal sentido,
el artículo 1973 del Código Civil señala lo siguiente:

“Si la imprudencia sólo hubiere concurrido en la


producción del daño, la indemnización será reducida por
el juez, según las circunstancias.”

En efecto, existe un supuesto de concausa cuando la víctima


contribuye con su propio comportamiento con la conducta del autor a
la realización del daño.

El daño no es consecuencia única y exclusiva de la


conducta del autor, sino que la propia víctima ha contribuido y
colaborado objetivamente a la realización del mismo, el cual no
se hubiera producido de no mediar el comportamiento de la
propia víctima.

Así por ejemplo, si una persona decide practicar el ciclismo en


una autopista y no en pistas especialmente acondicionadas para ello,
no hay duda alguna que existirá concausa en el supuesto que un
conductor de esta vía rápida atropelle al ciclista. No se tratará de un
supuesto de fractura causal por hecho exclusivo de la víctima por
cuanto la conducta de hacer ciclismo en una autopista no es
suficiente o adecuada por sí misma para sufrir un accidente de
tránsito, pero sí es concausa por cuanto con este comportamiento la
víctima está contribuyendo objetivamente a la producción del daño.

Debe señalarse que en los hechos es con mucha frecuencia


bastante difícil distinguir cuándo existe fractura causal y cuándo
concausa. El único criterio para diferenciar ambas figuras será el
plantearse la siguiente pregunta: ¿La conducta de la víctima por sí
misma es suficiente para la producción del daño? Si la respuesta es
afirmativa se tratará de fractura causal y si es negativa, será un
supuesto de concausa, por cuanto además de la conducta de la
víctima es necesaria la conducta del autor.

En estos casos de concausa, no se trata de un conflicto entre


dos conductas, a efectos de establecer cuál de ellas ha causado

93
efectivamente el daño y cuál de ellas no ha llegado a producirlo, sino
que se trata de un supuesto en el cual objetivamente la propia
víctima, queriéndolo o no, colabora o contribuye con su propia
conducta a la realización del daño. Evidentemente, por lo general
esta contribución es producto de un acto de imprudencia de la
víctima, como con el ejemplo de elegir una autopista para practicar
el ciclismo. Pero al igual que lo dijimos para entender las fracturas
causales, para poder entender la concausa es necesario dejar de lado
cualquier análisis o investigación sobre el grado de culpabilidad de la
víctima. Lo único relevante es que la víctima concurre con la
conducta del autor a la realización del daño.

Por ello, el efecto jurídico de la concausa no es la liberación de


responsabilidad civil del autor, sino únicamente una reducción de la
indemnización a cargo del autor en consideración al grado de
participación de la víctima. Reducción de la indemnización que
deberá ser determinada por el juez según las circunstancias de cada
caso concreto en particular, según lo establece expresamente el
artículo 1973 del Código Civil.

3.3 Pluralidad de causas y sus efectos jurídicos

F
inalmente, con relación a los supuestos de concurrencia de
causas, denominado también pluralidad de causas o
“coautores”, es necesario señalar que se trata de los casos en
los cuales dos o más sujetos, mediante una conducta común o a
través de conductas singulares, causan un mismo daño. Es decir, se
trata del supuesto en el cual el daño no es consecuencia de la
conducta de un solo sujeto, sino de la conducta de varios sujetos,
obviamente un mínimo de dos, razón por la cual se hace referencia a
este caso no sólo con la expresión “coautores”, sino también con
aquellas de concurrencia de causas o pluralidad de autores o
pluralidad de causas, para significar que el daño es producto de una
conducta realizada por varios sujetos o de conductas singulares que
concurren en la producción de un mismo daño. En todo caso lo
fundamental es que se trata de daños causados por varias personas.

Evidentemente deberá tratarse de un mismo daño, pues si se


tratara de daños distintos, no tendría sentido hablar de pluralidad
autores, sino que se trataría de daños distintos causados por sujetos

94
distintos. En este sentido, el artículo 1983 del Código Civil señala lo
siguiente:

“Si varios son responsables del daño, responderán


solidariamente. Empero, aquel que pagó la totalidad de
la indemnización puede repetir contra los otros,
correspondiendo al juez fijar la proporción según la
gravedad de la falta de cada uno de los participantes.
Cuando no sea posible discriminar el grado de
responsabilidad de cada uno, la repartición se hará por
partes iguales.”

El efecto jurídico de la pluralidad de autores es que con relación


a la víctima o víctimas, los coautores son solidariamente
responsables, pero en las relaciones internas entres ellos el monto
indemnizatorio se distribuye y se asume en función al distinto grado
de participación de cada uno de ellos en la conducta y en la
producción del daño. Ahora bien, cuando no sea posible discriminar o
distinguir el diferente grado de participación de cada coautor, la
indemnización se distribuirá entre ellos en partes iguales, según lo
señala el criterio doctrinario unánime y el artículo 1983 del Código
civil.

Como se podrá observar, en consecuencia, son totalmente


distintos los supuestos de fracturas causales, concausas y pluralidad
de autores, mereciendo cada uno de ellos por esta misma razón una
diferente regulación legal.

AUTOEVALUACIO
N

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del quinto capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

95
¿Cuál es el concepto de
concausa?

¿Cuál es el concepto de causa


ajena en responsabilidad
civil?

¿Cuáles son las diferencias


entre el daño moral y el
daño patrimonial?

¿Cuáles son las modalidades


de la reparación en
especie?

96
CASO 3

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las


preguntas que a continuación se presentan y luego confróntelas con
la "Hoja de Criterios para la solución de casos" que el tutor le
alcanzará en el transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Relación
IPSS
causal

97
CASO 3:
RUBÉN MANTILLA LLONTOP
CONTRA JACINTO ALLEMANT CARPIO

RESOLUCIÓN

Lima, veintisiete de junio de


mil novecientos setentisiete.-

VISTOS; con el cuaderno de confesión, que se agregará, y la


instrucción seguida contra Jacinto Allemant Carpio por delito de lesiones por
negligencia en agravio de Rubén Mantilla Llontop, ante el Segundo Juzgado
de Instrucción, Secretario Jacinto Figueroa Olaza, que se devolverá; resulta
de autos: que a fojas cuatro, don Rubén Mantilla Llontop interpone demanda
en la vía ordinaria contra don Jacinto Allemant Carpio y contra el Estado -
Ministerio de Salud- para que solidariamente le indemnicen con la suma de
doscientos mil soles por concepto de daños y perjuicios, manifiesta que el
dieciocho de julio de mil novecientos setenticuatro, fue atropellado por el
vehículo de placa de rodaje número trescientos cinco-cuatrocientos noventa
conducido por don Jacinto Allemant Carpio, cuando transitaba con su
motocicleta por la intersección de los Jirones Parodi y San Martín de Porres;
que como consecuencia del accidente fue conducido a la Asistencia Pública
de la Avenida Grau, recibiendo tratamiento por parte del médico de turno,
quien le miró a la ligera la pierna lesionada y procedió a enyesársela; que a
indicación del facultativo regresó el día viernes, quitándole el yeso y él
expresó que la pierna estaba bien y volvió nuevamente a enyesarla que
como aumentaran los dolores que padecía, su padre lo llevó al Hospital Dos
de Mayo donde le dijeron que la pierna estaba gangrenada y que para
salvarle la vida era preciso operarlo de urgencia, como en efecto se hizo
amputándole parte de la pierna; ampara su demanda en los artículos 1144°,
1136° y 1213° del Código Civil; corrido traslado de la demanda, a fojas ocho
el Procurador General de la República contesta la demanda, negándola y
contradiciéndola en los términos que aparecen del escrito de la referencia, y
lo propio hace el co-demandado don Jacinto Allemant Carpio a foja veinte;
recibida la causa a prueba y cumplidos los demás trámites que a su
naturaleza corresponde, ha llegado la oportunidad de pronunciar sentencia;
y CONSIDERANDO: que según se aprecia de los autos que se tienen a la
vista, el Segundo Juzgado de Instrucción de ésta Capital por sentencia
corriente a fojas 77 y 78, ha condenado a Jacinto Allemant Carpio como
autor del delito de lesiones por negligencia en agravio de Rubén Mantilla
Llontop a la pena de seis meses de prisión con el carácter de condicional,
al haber establecido la responsabilidad del condenado en los hechos

98
ocurridos el 18 de julio de 1974 en el crucero formado por la Calle San
Martín de Porres y la Avenida Parodi, San Isidro, accidente de tránsito en el
que resultó lesionado el actor; que por consiguiente, el demandado Jacinto
Allemant Carpio, debe responder por los daños ocasionados al demandante
en aplicación del artículo mil ciento treintiséis del Código Civil, aunque la
obligación de repararlos se encuentra disminuida conforme al artículo mil
ciento cuarentiuno del acotado, toda vez que en la propia sentencia
glosada, se ha determinado que el agraviado contribuyó a causar el daño, al
estrellarse contra el parachoques delantero del automóvil que conducía el
contrario; que el monto indemnizatorio deberá fijarse prudencialmente para
cuyo efecto deberá tenerse en cuenta las lesiones sufridas por el
demandante y el desarrollo posterior de éstas dando lugar a la amputación
de parte de una de sus piernas, tal como fluye de los certificados médico-
legales de fojas 10, 34 y 57 e historia clínica de fojas 53 de la instrucción
acompañada, y de la documentación corriente de fojas 29 a 94 de ésta
causa; que asimismo deberá tomarse en consideración el mérito de la
instrumental de fojas 104 a 175, de fojas 184 a 188, de fojas 235 a 237 y de
fojas 248 a 250, así como el daño moral irrogado; que no ha llegado a
determinarse en el curso del procedimiento que el personal de la Asistencia
Pública de Lima hubiera actuado con negligencia al atender al actor, y que
como consecuencia de ello se le hubiera tenido posteriormente que
amputar una de sus extremidades inferiores; que las conclusiones de la
Comisión Investigadora designada interinamente en las dependencias del
Ministerio de Salud, que obran de fojas 92 a 94, precisan que el actor
recibió atención adecuada dentro de las limitaciones que ofrece la
Asistencia Pública de Lima como Centro de Asistencia y que no es posible
determinar exactamente el mecanismo por el cual se han producido las
complicaciones consecuentes a la fractura, pudiendo haber contribuido en
mayor o menor grado la desvitalización de tejidos por el traumatismo, las
alteraciones circulatorias y la infección; que por consiguiente, en éste
extremo la demanda debe desestimarse; que las demás pruebas actuadas
no logran modificar las consideraciones glosadas; por cuyas razones, de
conformidad en parte con lo dictaminado por el señor Agente Fiscal a fojas
257 y siguientes en aplicación del artículo 1148° del Código Civil y artículo
338° del Código de Procedimientos Civiles; FALLO: declarando infundada la
demanda de fojas 4 en cuanto se dirige contra el Estado, Ministerio de
Salud, y fundada en parte dicha demanda en su otro extremo, y en
consecuencia, que don Jacinto Allemant Carpio debe abonar al actor por
toda indemnización la suma de 130,000.00 soles oro, con deducción de las
cantidades consignadas en la instrucción acompañada que alcanzan a
10,000.00 soles oro; con costas.-

99
Lima, dieciséis de mayo de
mil novecientos setentiocho.-

VISTOS; interviniendo como ponente el señor Sobrevilla; con los


acompañados; y, ATENDIENDO: a que como resulta del propio tenor de la
demanda de fojas 4, la acción indemnizatoria que con ella se persigue se
sustenta en el daño resultante como consecuencia de la atención médica y
consiguiente pérdida de uno de los miembros inferiores del damnificado; a
que siendo ello así, y aun cuando el accidente de tránsito materia del
proceso penal que se tiene a la vista, fué un antecedente, aun cuando no
fué causa verdadera e inmediata del daño causado al actor, la acción
planteada contra don Jacinto Allemant, quien fuera condenado en el referido
proceso penal al pago de la correspondiente reparación civil, deviene
improcedente, máximo si, en primer término, este demandado ya respondió
por los hechos y resultados a él imputados; y, en segundo lugar, no sólo fué
ajeno, sino que no medió nexo de causalidad alguno entre la atención
médica y la consiguiente intervención quirúrgica, efectuada al demandante,
y el obrar o conducta de don Jacinto Allemant; a que los documentos e
instrumental obrante de fojas 29 a fojas 94, deben merituarse por el
Juzgador con el criterio que informa, por extensión, el numeral 504 del
Código de Procedimientos Civiles; a que tal como es de verse de aquella
probanza, el demandante, inmediatamente del accidente de tránsito, fue
objeto de tratamiento en la Asistencia Pública, dependencia del Ministerio
del ramo, y, constatadas que fueron las fracturas óseas correspondientes,
fué enyesado; que, al día siguiente -fojas 30, 32, 35 y otras que es
innecesario anotar- se advirtió cianosis y frialdad en esa extremidad inferior,
obligando al facultativo, a abrir el yeso pero limitándose éste, pese incluso
al dolor acentuado, a dar recetas simplemente calmantes y analgésicos,
citando al actor para una fecha, mediando tales circunstancias, muy
dilatada para cuatro días después, el 23 de julio de 1974; a que, de la
misma documentación en particular de la corriente a fojas 33 y siguientes,
aparece que el agravamiento del cuadro inicial, detectado todavía el día
nueve en la Asistencia Pública, obligó al demandante a acudir el veintidós
de ese mes, de emergencia, al Hospital Dos de Mayo, donde se comprobó,
aparte de la manifiesta cianosis de los dedos, la falta de movilidad y
sensibilidad de estos lo cual era índice de un serio compromiso químico
vascular, vale decir grave defecto de circulación, lo cual pese a los
esfuerzos realizados condujo inevitablemente a la amputación del referido
miembro inferior; como puede advertirse de lo actuado, que fluye de esos

100
documentos, el resultado dañoso se produjo como consecuencia directa e
inmediata de la falta de una verdadera atención y tratamientos médicos en
la persona del actor, no pudiendo ese hecho, real y objetivo enervarse con
los resultados de la investigación practicada como consecuencia de la
instrucción corriente a fojas 76, más aún, sus mismas conclusiones, que se
hallan en contradicción de lo actuado, aparece: primero: que no fue
posible determinar las condiciones en que se ejecutó la cura de la lesión,
conclusión inadmisible puesto que es no sólo de obligación, sino inherente
al ejercicio de la profesión médica frente a una fractura de las
características presentadas, adoptar todas las providencias y las técnicas
médicas para solucionar esa situación, y con mayor razón si se habían
presentado signos graves de deficiencia circulatoria como la cianosis y la
frigidez de los dedos que irán en progresión: segundo: que el paciente
recibió una atención adecuada, dentro de las limitaciones que ofrecía la
Asistencia Pública, excusa inaceptable, toda vez que si ese centro se
hallaba, por sus limitaciones, en condición de solucionar debida y
adecuadamente la situación planteada, debió advertirse al paciente de la
gravedad de su situación, o disponer su transferencia a otro centro
hospitalario idóneo, y no recetársele sólo calmantes y analgésicos, a que
consecuentemente, no habiéndose acreditado en autos que la amputación
efectuada al actor hubiese sido resultados de deficiencias orgánicas,
alteraciones patológicas o de ser consecuencia de elementos constitutivos o
funcionales, sino por el contrario grave negligencia en la atención médica
inicial de las serias lesiones que le habían inferido, la demanda planteada
contra el Estado resulta procedente: REVOCARON la sentencia apelada de
fojas 271, su fecha 27 de Junio del año próximo pasado, que declara
infundada la demanda respecto del Estado y fundada en parte contra don
Jacinto Allemant Carpio; DECLARARON infundada en todas sus partes la
demanda contra Jacinto Allemant y fundada en parte en relación del Estado;
y que, en consecuencia, el Estado debe abonar, por toda indemnización en
favor de don Rubén Mantilla Llontop, la suma de 150,000.00 soles oro; y les
devolvieron.- Entre líneas; la, tales, que irán en progresión de; VALE.-

Lima, trece de setiembre de


mil novecientos setentiocho.-

VISTOS; y CONSIDERANDO: que el demandante ha interpuesto


recurso de nulidad sólo en cuanto al monto asignado a la indemnización;
que dicho monto debe regularse prudencialmente tomándose en cuenta la
naturaleza y gravedad de las lesiones causadas al demandante, así como
las circunstancias de su producción; y de conformidad con los artículos

101
1136° y 1148° del Código Civil; declararon HABER NULIDAD en la
sentencia de vista de fojas 289, su fecha 16 de mayo del año en curso, en
cuanto revocando la apelada de fojas 261, fecha el 27 de junio del próximo
pasado, señala en 150,000.00 soles oro el monto a pagarse por concepto de
indemnización; reformando 1a y primera y revocando la segunda en ese
extremo: FIJARON en 200,000.00 la suma que deberá abonarse por el
concepto indicado; declararon NO HABER NULIDAD en lo demás que
contiene y es materia del recurso; en los seguidos por don Rubén Mantilla
Llontop con don Jacinto Allemant Carpio y otro; y lo devolvieron.

102
PREGUNTAS GUIA
PARA EL ANÁLISIS
DEL CASO 3

¿Se presentan en el expediente los


supuestos de la responsabilidad civil
indirecta por hecho de los
dependientes?

¿Existe un supuesto de concausa o de


pluralidad de causas?

3. ¿La responsabilidad civil que


se demanda es contractual o extracontractual?

¿Se ha presentado en el expediente un


supuesto de pluralidad de causas?

103
CASO 4

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las


preguntas que a continuación se presentan y luego confróntelas con
la "Hoja de Criterios para la solución de casos" que el tutor le
alcanzará en el transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Temas de
IPSS
responsabilidad
civil

104
CASO 4
VÍCTOR PEREZ BARDALES CONTRA
JULIO BENAVIDES SALOMÓN
Y MAX LUNA BUSTAMANTE.

Exp. 495-82
Resolución Nº 52

Lima, veintidós de abril de


mil novecientos ochentitrés.

VISTOS; consta de autos que mediante su escrito de fojas 4, don Víctor


Pérez Bardales, en vía ordinaria interpone demanda contra don Julio
Benavides Salomón y don Max Luna Bustamante, para que solidaria y
mancomunadamente le paguen la suma de veinticinco millones de soles por
daños y perjuicios; funda su demanda en que es graduado como ingeniero
químico en la Universidad Nacional de Ingeniería y como contador público y
economista en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en el ejercicio
de dichas profesiones labora en el Fuero de Comunidades Laborales en
calidad de Ingeniero Perito, así como profesor Asociado en el Departamento
de Economía de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y finalmente
como profesor Asociado de la Universidad Tecnológica de Huacho,
reportándole ingresos suficientes para pagar los estudios escolares y
universitarios de sus hijos y subvenir sus necesidades básicas, así como de
su familia; es el caso que el día 25 de noviembre de 1977, luego de dictar
sus clases en la Universidad de Huacho regresaba a Lima como pasajero del
automóvil marca Volskwagen conducido por Max Luna Bustamante
siguiendo la ruta conocida como Panamericana Norte, aproximadamente a
las cuatro y treinta de la madrugada dicho automóvil colisionó a la altura
del llamado Puente Trompeta con el automóvil de placa de rodaje Nº EI-
7397 conducido por Julio Benavides Salomón que circulaba en sentido
contrario, además se encontraba en estado de ebriedad y había invadido el
carril contrario según informe de la policía; al producirse la colisión sufrió un
golpe en la cabeza; aparte de otras contusiones, que le privó del
conocimiento por largo tiempo, siendo hospitalizado para continuar su
tratamiento tanto en el Hospital Central Nº 2 del Seguro Social, como en los
servicios especializados del Hospital Militar, finalmente se ha establecido el
diagnóstico definitivo por el que se le ha indicado que padece de
hemiparesia, hemianestesia derecha y que en opinión de los médicos del
Seguro Social, resulta que es un inválido total y definitivo, absolutamente
incapacitado para trabajar como consecuencia del accidente de tránsito, sin

105
poder, desde el 25 de noviembre de 1977, ejercer su profesión ni desarrollar
sus labores en el Fuero de Comunidades Laborales ni en el Programa
Académico de Economía de la Universidad Nacional de San Marcos, ni dictar
clases en la Universidad de Huacho, se ha visto privado de sus ingresos por
concepto de honorarios profesionales y otras asignaciones, su familia se ha
visto igualmente privada de los ingresos económicos, teniendo que
interrumpir sus estudios y verse sometidos a apremios económicos
sumamente graves que, en la práctica, provoca una grave crisis moral y
material; que asimismo no puede cumplir con sus obligaciones como padre
de familia y los demandados en ningún momento han mostrado el más
mínimo interés por las nefastas consecuencias derivadas de su
imprudencia, ha existido total y completo olvido de sus responsabilidades y
que por ello y otras razones no es exagerada la suma que demanda por
pago de daños y perjuicios. Admitida la demanda por auto de fojas 7,
notificado al demandado Max Luna Bustamante a fojas 24 contestando la
demanda, la niega y contradice, argumentado que por razones de trabajo
como profesores de la Universidad de Huacho han cultivado sincera
amistad, real y efectivamente el veinticinco de noviembre de mil
novecientos setentisiete lo acompañó como lo hacía en otras
oportunidades, en el viaje de regreso conjuntamente con el profesor Antonio
Torres Zavala, cuando después de ciento cuarentisiete kilómetros de
recorrido, a la altura de la Municipalidad de San Martín de Porras, su
vehículo fue embestido por el otro que conducía su co-demandado que
venía sin luces en su carril, provocándose un violento choque, dejando
como saldo heridos a los dos profesores mencionados, con la ayuda de otro
acompañante prestaron auxilio al demandante y con un patrullero policial
se le condujo al Hospital del Empleado, que en su propósito de ayudar al
actor denunció el hecho a la Compañía Popular y Porvenir de Seguros para
que continuaran asistiendo al profesor, que la responsabilidad absoluta y
exclusiva es del vehículo que venía en sentido contrario, no existiendo
responsabilidad civil no es procedente el pago de indemnización
demandada, no obstante lo cual ha ayudado además al profesor Pérez para
que de la Universidad perciba al máximo su remuneración. Regularizado el
procedimiento por auto de vista de fojas ciento cincuentisiete, a fojas ciento
sesenticuatro, se dió por absuelta la demanda en rebeldía del demandado
Julio Benavides Salomón; abierta la causa a prueba a fojas ciento
sesenticuatro las partes durante el probatorio no han ofrecido ni presentado
ninguna, con excepción de las instrumentales de fojas treintisiete, cuarenta,
cuarenticinco del cuarentiséis al sesentiuno, la confesión expresa de los
demandados conforme a los pliegos de fojas setentiséis y ochenta, la
instrumental de fojas ciento ochentiséis que no han sido afectadas por la

106
nulidad de actuados y de oficio ha demandado el informe agregado de fojas
ciento noventa a ciento noventidós; emitido el alegato del demandante a
fojas ciento setentisiete a fojas ciento setentiuno el demandado don Julio
Benavides Salomón deduce excepción de prescripción, la misma que es
absuelta en los términos del escrito de fojas ciento setentiséis; a fojas
ciento setentinueve se ordenó dejarse autos para sentenciar; y;
CONSIDERANDO; Que, esta acción indemnizatoria se dirige contra los
demandados Julio Benavides Salomón y Max Luna Bustamante, para que en
forma solidaria y mancomunada por los daños y perjuicios de orden
material y moral que le han irrogado al demandante don Víctor Pérez
Bardales le paguen la suma de veinticinco millones de soles como
consecuencia del accidente de tránsito; Que, como consta de la certificación
policial de fojas treintisiete, con fecha veinticinco de noviembre de mil
novecientos setentisiete, se produjo un accidente de tránsito con lesiones
entre el automóvil JI-nueve mil trescientos sesentiocho conducido por el
demandado Getulio Max Luna Bustamante y el automóvil El-siete mil
trescientos noventisiete manejado por su co-demandado Julio Benavides
Salomón, en las circunstancias que se detallan en el Parte Policial, de cuyo
evento resultó con lesiones el demandante don Víctor Pérez Bardales, quien
fue conducido al Hospital del Rímac; Que evidentemente, tal como se
desprende del mismo Parte Policial, dicho accidente se ocasionó debido a la
negligencia del demandado Julio Benavides Salomón, quien aparte de haber
invadido el carril contrario, se encontraba con síntomas de ebriedad, como
se refiere en el mismo informe policial que se remite a los resultados del
dosaje etílico; Que sin embargo, la responsabilidad también alcanza al otro
demandado Max Luna Bustamante, quien ha cometido infracciones
sancionadas por el Reglamento de Tránsito al conducir negligentemente
el vehículo en el cual viajaba el demandante, quien no obstante, que en el
Parte Policial resulta que se retiró con aparentes lesiones leves del Hospital
del Rimac a su domicilio, sin embargo de los instrumentos de fojas 40
vuelta, 190 y 191, se desprende que el actor fue atendido en el Hospital
Central N° 2 a consecuencia del accidente, quedando internado hasta el dos
de diciembre de dicho año, es decir por espacio de siete días; por lo que es
pertinente amparar la demanda, de conformidad con lo previsto en el
artículo 1136° del Código Civil; Que la suma indemnizatoria debe fijarse en
forma prudencial, teniendo en cuenta no únicamente las característias del
accidente, sino la edad, el status social del demandante, quien era profesor
de la Universidad Mayor de San Marcos y Jefe de la Unidad de Personal de
Fuero Privativo de Comunidades Laborales, como lo certifican los
instrumentos de fojas 45 y 79; asimismo sus obligaciones familiares, pues
todos sus hijos cursan estudios tres de ellos en nivel universitario como

107
consta de las certificaciones de fojas 98, 99 y 100 y dos de ellos a nivel
secundario como aparecen de los instrumentos de fojas 101 y 102; Que
asimismo, debe tenerse en consideración que como secuela de accidente el
demandante, Víctor Pérez Bardales ha quedado inválido, como consta del
informe médico de fojas 43 vuelta y ser revaludado en un año por padecer
de hemipar y hemianestesia derecho y hemiataxia izquierda, en mérito de
dicho informe el Instituto de Seguridad Social le ha otorgado pensión de
invalidez y prorrogable por cinco años, conforme consta de la resolución que
en fotocopia legalizada obra inserta a fojas 186; Que si bien es cierto que la
responsabilidad es de ambos conductores, no menos cierto es que de autos
no consta o no se ha probado que el demandado Max Luna Bustamante
haya sido contratado como chofer para conducir exprofesamente al
demandante a la ciudad de Lima y más bien de la contestación a la
demanda a fojas 24 se colige que son colegas; hecho que no ha sido
desmentido por el actor, circunstancia que atenúa, en cierto modo, su
responsabilidad, pero que indudablemente no la eximine; Que estando a lo
predicho el pago indemnizatorio debe fijarse proporcionalmente a la
gravedad de la falta o imprudencia de cada uno, conforme lo previene el
artículo 1147° del Código Civil; Que igualmente es menester tener en
cuenta que el monto indemnizatorio a señalarse debe tener en cuenta que
el demandante ha sido declarado inválido permanente, sino por cinco años,
cosa que ya se dejó referido, no obstante lo cual se le ha inferido daños
materiales y de índole moral, que la familia ha quedado
transitoriamente en desamparo, como se desprende de la pensión de
invalidez ya referida, hecho que tampoco los libera de responsabilidad a los
demandados de reparar los daños ocasionados; Que la excepción de
prescripción deducida por el demandado Benavides Salomón en su escrito
de fojas 171 vuelta, debe declararse sin lugar, por cuanto de autos consta
que la demanda ha sido interpuesta dentro del término de ley que señala el
inciso sexto del artículo 1178° del Código Civil, pues el accidente se produjo
el 25 de noviembre de 1977 y la demanda fue admitida a trámite el 14 de
noviembre de 1979 y dos días después notificada a las partes; y su
alegación de que fue notificada dos años y seis meses después no es válida
si se tiene en consideración lo expresamente previsto para estos casos en el
artículo 161° del Código de Procedimientos Civiles; pues aparece que la
notificación con la demanda se hizo en su domicilio y la recepcionó y luego
devolvió su cónyuge, con el escrito de fojas 19; Que por todo lo glosado, lo
prescrito en el artículo 1136° del Código Civil, administrando justicia a
nombre de la nación.

108
FALLO: Declarando infundada la excepción de prescripción deducida a
fojas 16 vuelta; y fundada en parte la demanda incoada a fojas 4; en
consecuencia, don Julio Benavides Salomón debe indemnizar al demandante
don Víctor Pérez Bardales, con el pago de dos millones de soles y su co-
demandado Max Getulio Luna Bustamante con la suma de un millón de
soles por concepto de daños y perjuicios; con costas.

Lima, veintinueve de diciembre de mil


novecientos ochentitrés

VISTOS; interviniendo como Vocal ponente la Doctora Landa Zapatero;


con la instrumental presentada en esta Instancia; por sus fundamentos y
CONSIDERANDO - además - que como aparece a fojas 7 vuelta, el co-
demandado Julio Benavides Salomón fue notificado en la forma legal
correspondiente en su domicilio habitual en esta Ciudad; como lo dispone el
artículo 144° del Código de Procedimientos Civiles, interrumpiéndose con
ello el plazo de prescripción; que la nulidad declarada por esta Sala a fojas
147 a fin de que se le volviera a notificar con el admisorio, tuvo por objeto
como se indica en ella no privarse al demandado del derecho de defensa, el
que no podía ejercer por encontrarse fuera del país, más de ninguna
manera permitir que siguiera corriendo el plazo para la prescripción; que
ésta se produce en base a la presunción de abandono hecha por el acreedor
de su crédito, es decir, cuando no demuestra su voluntad de mantener su
derecho; que con la demanda interpuesta por don Víctor Pérez Bardales,
éste ha demostrado su voluntad de cobrar la indemnización que le
correspondía, notificándose con ella a los demandados antes que se
venciera el plazo de prescripción; que con los certificados de descanso
médico que corren de fojas 46 a fojas 53, e informe de fojas 190, se ha
acreditado que el accidente automovilístico que se produjo entre los
vehículos manejados por los demandados ocasionó que el actor tuviera que
solicitar descanso continuado por más de un año, habiéndosele considerado
inválido, como aparece del documento de fojas 43 vuelta: CONFIRMARON
la sentencia de fojas 195 su fecha 22 de abril último, que declara fundada la
parte de la demanda indicada a fojas 4 y ordena que don Julio Benavides
Salomón debe indemnizar al demandado don Víctor Pérez Bardales con el
pago de dos millones de soles y su co-demandado don Max Getulio Luna
Bustamante con la suma de un millón de soles oro; con lo demás que
contiene; y los devolvieron.- Entre líneas; que se produjo entre los
vehículos manejados por los demandados.

109
PREGUNTAS GUIA
PARA EL ANÁLISIS
DEL CASO 4

¿Se ha acreditado la relación de


causalidad entre el accidente de
tránsito y el daño producido a la
víctima?

2. ¿Se ha presentado algún


supuesto de fractura causal o de concausa?

¿Se trata de un supuesto de pluralidad


de causas?

¿La responsabilidad civil de Max Luna


Bustamante es contractual o
extracontractual?

¿Se han acreditado en el expediente los


daños patrimoniales y los daños
extrapatrimoniales? 110

6. ¿Cuál es su opinión sobre el


111
CAPITULO 6

LOS FACTORES DE ATRIBUCIÓN Y LOS


SISTEMAS DE RESPONSABILIDAD CIVIL
EXTRACONTRACTUAL

Otro de los requisitos de la responsabilidad civil


extracontractual, lo constituyen los factores de
atribución, al que dedicaremos las siguientes páginas.

Veremos las principales características de los facrores de


atribución tanto subjetivos como objetivos, así como la
noción de culpa y el sistema subjetivo de responsabilidad
civil.

Terminaremos aludiendo al riesgo creado dentro del


Código Civil peruano.

112
1. INTRODUCCION

C
omo ya lo hemos explicado en los puntos anteriores, para que
se configure un supuesto de responsabilidad civil
extracontractual es necesaria la concurrencia de determinados
requisitos: la conducta antijurídica del autor o coautores, el daño
causado a la víctima o víctimas, la relación de causalidad y
finalmente los factores de atribución.

Responsabilidad Civil

Antijuridicida Relación de
d causalidad

Daño Factores de
causado Requisitos atribución

Habiendo examinado ya los tres primeros, corresponde analizar


el relativo a los diferentes factores de atribución necesarios para la
existencia de un supuesto de responsabilidad civil extracontractual y
consiguientemente para el nacimiento de la obligación legal de
indemnizar a la víctima.

2. FACTORES DE ATRIBUCIÓN SUBJETIVOS Y


OBJETIVOS

E
l mejor camino para comprender la temática de los factores de
atribución -nos parece- es el indicar en primer lugar que hay
dos sistemas de responsabilidad civil extracontractual en la
legislación comparada y en la doctrina universal y también en el
Código Civil peruano: el sistema subjetivo y el sistema objetivo, cada
uno de ellos construido o fundamentado sobre diferentes factores de
atribución. Por ello los factores de atribución de los sistemas
subjetivos reciben también la calificación de factores de atribución

113
subjetivos y los correspondientes a los factores de atribución de los
sistemas objetivos merecen la calificación de factores de
atribución objetivos.

Factores de Atribución

Subjetivos Objetivos

Culpa del autor Riesgo creado

En el Código Civil peruano el sistema subjetivo de


responsabilidad civil extracontractual se encuentra regulado en el
artículo 1969, cuyo texto señala lo siguiente:

“Aquel que por dolo o culpa causa un daño a otro está


obligado a indemnizarlo. El descargo por falta de dolo o
culpa corresponde a su autor.”

El sistema objetivo se encuentra incorporado en el artículo


1970, cuyo texto señala lo siguiente:

“Aquel que mediante un bien riesgoso o peligroso, o por


el ejercicio de una actividad riesgosa o peligrosa, causa
un daño a otro, está obligado a repararlo.”

Como se podrá apreciar fácilmente, el sistema subjetivo de


responsabilidad civil se construye sobre la culpa del autor,
constituyendo ella el factor de atribución subjetivo. Obviamente
culpa en sentido amplio que comprende tanto la negligencia o
imprudencia como el dolo es decir el ánimo deliberado de causar
daño a la víctima. Por otro lado, el sistema objetivo se construye
sobre la noción de riesgo creado, constituyendo esta noción de riesgo
el factor de atribución objetivo.

2.1 La noción de culpa

114
Pues bien, la noción de culpa exige no sólo que se haya
causado un daño a la víctima, sino que el mismo sea consecuencia
del dolo o la culpa del autor, pues caso contrario por más que se
acreditara el daño y la relación causal, no habría responsabilidad civil
extracontractual del autor. La culpa es pues el fundamento del
sistema subjetivo de responsabilidad civil y es por ello que dicha
exigencia fluye claramente del artículo 1969 antes anotado. Sin
embargo, ante la dificultad de probar en muchos casos la culpa del
autor, es decir, dado lo difícil que es conocer el aspecto subjetivo del
autor, la doctrina moderna, y en tal sentido nuestro Código Civil, ha
considerado que es conveniente establecer presunciones de
culpabilidad, invirtiendo la carga de la prueba, de modo tal que la
víctima ya no estará obligada a demostrar la culpa del autor, lo cual
es por regla general bastante difícil, sino que corresponderá al autor
del daño demostrar su ausencia de culpa. Esta inversión de la carga
de la prueba y correlativa presunción de culpabilidad del autor en el
sistema subjetivo de responsabilidad civil extracontractual en el
sistema legal peruano, fluye claramente del mismo artículo 1969,
cuando dispone: “el descargo por falta de dolo o culpa corresponde a
su autor”, lo que significa nítidamente que se presume la culpa del
autor del daño causado.

Conviene precisar que este artículo contiene un gravísimo


error de redacción, por cuanto no puede interpretarse, como lo
señala literalmente el artículo, que se presuma el dolo del
autor, solamente se presume la culpa y en tal sentido debe
entenderse el significado del mismo.

Con esta inversión de la carga de la prueba de la culpabilidad,


lo que se logra es favorecer a las víctimas, por cuanto se les libera de
la tarea de demostrar la culpabilidad del autor, pues el mismo se
presume culpable, correspondiéndole en todo caso a él probar su
ausencia de culpa, a fin de poder liberarse de responsabilidad civil
extracontractual.

En el caso del sistema objetivo de responsabilidad, como ya lo


hemos indicado, está construido sobre la base de la noción de riesgo

115
creado, que constituye el factor objetivo de atribución de
responsabilidad.

Ahora bien, ¿Qué debemos entender por riesgo creado?. La


mejor manera de responder esta interrogante es planteando la
siguiente reflexión: Como todos sabemos, en nuestros días, en la
mayor parte de sociedades y Estados los seres
humanos vivimos en permanente relación con
productos elaborados, maquinarias, tecnología,
artefactos e instrumentos, actividades
industriales y comerciales en gran escala. Cada
vez son más los instrumentos, equipos y
artefactos tecnológicos que “invaden” nuestra vida diaria. En el Perú
actual, por ejemplo, se ha extendido considerablemente el uso de
teléfonos celulares y computadores, entre otros bienes de la vida
moderna, habiéndose incrementado en los últimos años el uso de
vehículos particulares, con el consiguiente crecimiento muchas veces
desmedido en algunas ciudades peruanas del parque automotor.
Además que la mayor parte de productos de uso diario o permanente
que se utilizan en la mayor parte de la sociedad peruana, importados
o nacionales, son productos elaborados y adquiridos a través de la
cadena de distribución y comercialización de la vida moderna. Pues
bien, para nadie es novedad que gran parte de esta tecnología
moderna y de productos implican muchos riesgos para la salud y la
seguridad de los consumidores, incrementando las posibilidades de
daños causados en la realidad peruana. Frente a esta explosión y uso
constante de tecnología moderna y de productos elaborados, la
doctrina y los sistemas de responsabilidad civil extracontractual, no
podían permanecer inactivos, sobre todo dada la gran cantidad de
nuevos daños que supone el uso constante de dicha tecnología.

Ante esta nueva situación que plantea la vida moderna la


doctrina se planteó la siguiente interrogante ¿Es suficiente el sistema
subjetivo fundamentado en la noción de culpa del autor para lograr
que los nuevos daños que se presentan en la vida actual sean
indemnizados adecuadamente? La respuesta fue negativa, por
cuanto existió el convencimiento que si fuera necesario fundamentar
la responsabilidad civil por los nuevos daños en la culpa del autor,
aún cuando se invirtiera la carga de la prueba, existiría siempre la
posibilidad de liberarse de responsabilidad civil por esos nuevos
daños.

116
Considerándose conveniente en todo caso favorecer la
situación de las víctimas, haciendo más sencillo el establecer
un supuesto de responsabilidad civil extracontractual, sin
necesidad de hacer referencia alguna a la culpa o ausencia de
culpa del autor. Con dicho fin, se elaboró la noción de riesgo
creado, que ahora se encuentra consagrada legalmente en el
artículo 1970 antes anotado.

2.2 El riesgo creado dentro del Código Civil peruano

E
l significado de esta noción de riesgo creado es el siguiente:
todos los bienes y actividades que se utilizan en la vida
moderna para la satisfacción de las diferentes necesidades
existentes suponen un riesgo ordinario o común para las personas.
Sin embargo, existen también, y cada vez en mayor número, bienes
y actividades que significan un riesgo adicional al ordinario, tales
como: los automotores, los artefactos eléctricos, las cocinas a gas,
ascensores, los diferentes tipos de armas de fuego, escaleras
mecánicas, los insecticidas, productos químicos para la limpieza, los
medicamentos, los productos enlatados, las actividades industriales,
etc.. Para todo este tipo de bienes y actividades no será necesario
examinar la culpabilidad del autor, pues deberá bastar con acreditar
el daño causado, la relación de causalidad y que se ha tratado de un
daño producido mediante un bien o actividad que supone un riesgo
adicional al ordinario y común y que por ello mismo merecen la
calificación de “riesgosos”.

117
Haya sido el autor culpable o no, será igualmente
responsable por haber causado el daño mediante una actividad
riesgosa o peligrosa. El factor de atribución no es pues la culpa
del autor, sino el riesgo creado en el sentido antes mencionado.

Como se podrá comprender con facilidad, dentro de los


sistemas objetivos, la ausencia de culpa no sirve como mecanismo
liberador de responsabilidad civil, adquiriendo por el contrario
importancia fundamental la noción de causa ajena o fractura causal
que examinamos en su oportunidad.

Conviene precisar que el sistema objetivo de responsabilidad


no entiende ni pretende que en los casos de daños causados a través
de bienes o actividades riesgosas, no exista culpa del autor, pues ello
sería absurdo e irreal. Lo único que se pretende es hacer total
abstracción de la culpa o ausencia de culpa del autor, de modo tal
que la existencia de culpa o no sea totalmente intrascendente para la
configuración de un supuesto de responsabilidad civil
extracontractual, debiendo acreditarse además de la relación causal,
la calidad del bien o actividad como una riesgosa. Tal es el significado
de la noción de riesgo creado consagrado legalmente como factor de
atribución objetivo en el artículo 1970 del Código Civil.

3. A MANERA DE COROLARIO

C
onsiguientemente, para daños causados mediante bienes o
actividades que suponen un riesgo común y ordinario se debe
utilizar el sistema subjetivo y para aquellos causados mediante
bienes y actividades que suponen un riesgo adicional al ordinario se
deberá utilizar el sistema objetivo.

El sistema subjetivo permite utilizar la ausencia de culpa


y la fractura causal como mecanismo liberador de

118
responsabilidad civil, mientras que el sistema objetivo permite
utilizar únicamente la fractura causal, por supuesto siempre y
cuando los daños se encuentren debidamente acreditados, por
cuanto si no hay daño, no existe responsabilidad civil de
ninguna clase.

Como es también evidente en ambos sistemas, se aplican


también las figuras de la concausa y la pluralidad de autores con sus
diferentes consecuencias jurídicas, según hemos examinado
anteriormente.

Conviene destacar también que ambos sistemas de


responsabilidad civil no son contradictorios ni contrapuestos entre sí,
sino que por el contrario son complementarios, siendo perfectamente
coherente su consagración legal en el sistema legal peruano.

Finalmente, debemos tener en consideración que la calificación


de un bien o actividad como riesgosa o peligrosa no depende de las
circunstancias de un caso concreto en particular, pues de ser así
cualquier bien o actividad podría ser considerada como riesgosa; por
ejemplo, un tenedor de mesa no puede ser considerado riesgoso si
por circunstancias de su uso anormal es utilizado para matar a una
persona.

Dicha calificación depende del riesgo que supone el uso


socialmente aceptado del bien o actividad de que se trate,
siempre y cuando su uso o realización normal y cotidiana
suponga un riesgo adicional al común y ordinario para todos los
demás, como sucede, por ejemplo, con los automotores y
armas de fuego.

119
AUTOEVALUACIO
N

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del sexto capítulo. Luego, encontrará al final del material la
Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios generales
con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

¿Qué sistema de
responsabilidad civil
extracontractual recoge
nuestro Código Civil?

¿Cuál es el fundamento de la
obligación de indemnizar
en el caso de daños
causados por actividades
riesgosas?

¿Por qué se dice actualmente


que debe atenderse el
daño injustamente
causado?

¿Cuál es el fundamento de la
responsabilidad civil
extracontractual indirecta
o por el hecho del otro?

120
CASO 5

Revise detenidamente el siguiente caso. Conteste las


preguntas que a continuación se presentan y luego confróntelas con
la "Hoja de Criterios para la solución de casos" que el tutor le
alcanzará en el transcurso del programa.

PAGO DE APORTACIONES
Temas de
IPSS
responsabilidad
civil

121
CASO 5:
RICARDO MORALES BARTURÉN
CONTRA BANCO HIPOTECARIO DEL PERÚ

Resolución número dieciocho.-


“Chiclayo, quince de diciembre de
mil novecientos ochentiocho.-

VISTOS; con el incidente de prueba confesional, resulta de autos, a


fojas dos, Ricardo Morales Barturén interpone demanda en la vía ordinaria
contra Banco Hipotecario del Perú, Sucursal Chiclayo, a fin de que le abone
por concepto de daños y perjuicios la suma de mil millones de intis; apoya
su acción en los hechos y razones que expone, siendo los fundamentos de
derecho los artículos 1969°, 1978°, 1982°, 1984° y 1985° del Código Civil.
Corrido traslado de la demanda, por escrito de fojas 10 la parte demandada
absuelve el trámite en forma negativa, y deduce la excepción de
prescripción amparándose en el inciso cuarto del artículo 2001° del Código
acotado. Recibida la causa a prueba se han actuado las que aparecen de
autos. Sustanciada la causa conforme a su naturaleza corresponde ha
llegado la oportunidad de pronunciar sentencia; CONSIDERANDO:
Primero.- Que como es de verse de los acompañados remitidos por el
Segundo Juzgado de Instrucción en la Instrucción Nº 138-86, según
sentencia de fojas 859 a 873, resulta en última instancia a fojas 872, se
dispuso reservar el proceso del actor cuya denuncia por estafa y
apropiación ilícita fuera interpuesta ante la Fiscalía por el representante del
Banco Hipotecario contra Ricardo Paz Lava y los que resulten responsables;
asimismo, aparece del acompañado a fojas 1377 a 1378 se absuelve al
demandante; estas denuncias penales tienen su origen en los actuados
administrativos por el Banco emplazado que aparecen en cinco folders
acompañados, y en el signado con el número dos contiene el informe
número 915-84-BCH de fecha 4 de junio de 1984 que en la cuarta
conclusión de fojas 25 de este folder se indica estar probada la
responsabilidad del demandante Ricardo Morales Barturén encargado de la
sección de créditos, corroborando con el folder número 4 a fojas 5 sobre las
recomendaciones para sancionar al demandante el que tiene fecha dos de
julio de 1984; acto seguido la entidad demandada con fecha 6 de julio del
mismo año 1984 le cursa carta de despido del trabajo, como es de verse de
dicha carta que corre a fojas 10 del expediente acompañado número 138-
86, considerándose estas imputaciones de culpa los elementos
determinantes de los daños y perjuicios demandados, los mismos que han

122
sido publicitados los procesos penales en los diarios La Industria y El Ciclón
de esta ciudad como es de verse de fojas 62 a 66 de autos, y que
indudablemente deben ser indemnizados; Segundo.- En principio, la
responsabilidad es general, se produce por todo hecho que cause daño y
lesione un interés legítimamente protegido; surgiendo la culpa cuando la
crítica se aparta de su verdadero sentido y tiene un carácter apasionado,
superfino, revelando hechos desfavorables de la vida de una persona o de
su trabajo, que actúa en el escenario público; se lesiona la salud que tiene
repercusiones sobre la vida, el bienestar del individuo, y el círculo familiar
que lo rodea, por lo que en aplicación de lo dispuesto en el artículo 1969°
del Código Civil aquél que por dolo o culpa cause un daño a otro está
obligado a indemnizarlo; asimismo lo dispuesto en el artículo 1982° del
Código Civil corresponde exigir indemnización de daños y perjuicios contra
quien, a sabiendas de la falsedad de la imputación o la ausencia de motivo
razonable denuncia ante la autoridad competente a alguna persona
atribuyéndole la comisión de un hecho punible, que al haberse investigado
penalmente las imputaciones administrativas contra el demandante, en el
que no se halla responsabilidad es procedente amparar la demanda en la
forma que establece la primera parte del artículo 1985 del Código Civil;
Tercero.- Que la excepción de prescripción deducida por la entidad
demandada en el primer otrosí de su escrito de fojas 10 a 11 deviene en
improcedente, por cuanto no es de aplicación lo dispuesto en el artículo
2001° inciso 4º del Código Civil, si como es de verse con los acompañados
sobre proceso penal ésta se ha interrumpido como alega el demandante,
interrupción que tiene apoyatura legal en lo dispuesto en el artículo 1996°
inciso 3º y artículo 1999° del Código acotado; que en contrario, al haber
iniciado el trámite del proceso penal y accionar indemnización, hubiera
dado lugar a alguna excepción hasta la conclusión; Cuarto.- Que el
demandante ha probado los hechos alegados en su demanda conforme lo
establece el artículo 337° del Código de Procedimientos Civiles; Estando a
los fundamentos expuestos y lo que fluye de autos. Administrando Justicia
a nombre de la Nación. FALLO: declarando fundada - en parte - la demanda
de fojas 2 a 6; improcedente la excepción de prescripción; y en
consecuencia, ordeno que la entidad demandada el Banco Hipotecario del
Perú, Sucursal Chiclayo, indemnice por los conceptos demandados al actor
Ricardo Morales Barturén, la suma de quinientos mil intis, consentida o
ejecutoriada que sea la presente resolución; con costas. T.R.

123
Expediente Nº 107-89
Vocal Ponente: Señor BECERRA BARRANTES
Resolución número: veintinueve
Chiclayo, treintiuno de marzo de
mil novecientos ochentinueve.-

VISTOS: oído el informe solicitado y la réplica; con los acompañados;


por sus fundamentos pertinentes y, considerando: que, en aplicación de lo
prevenido por el artículo 1982° del Código Civil, son indemnizables los
daños y perjuicios ocasionados por la denuncia ante autoridad competente,
atribuyendo a una persona la comisión de un hecho punible, cuando dicha
denuncia se ha formulado a sabiendas de la falsedad de la imputación o de
la ausencia de motivo razonable; que, en el caso de autos, no se da ninguno
de los dos presupuestos enunciados, pues no se trato de hecho delictuoso
inventado, todo lo contrario, la entidad agraviada denunció la comisión de
hechos reales perpetrados sistemáticamente en detrimento de su
patrimonio y, por lo mismo, en ese accionar estaría comprendido también el
motivo razonable que sirviera de basamento para la interposición de la
denuncia ante el representante del Ministerio Público; que, el dispositivo
legal anteriormente mencionado, está inmerso en el concepto subjetivo de
la culpa, según el cual quien, en forma consciente y voluntaria, lesiona la
esfera jurídica del derecho ajeno, está en la obligación de indemnizar los
daños que le haya ocasionado, situación que no ha mediado en lo referente
a la demandada; que a mayor abundamiento, debe tenerse presente que no
hay responsabilidad cuando los hechos se han cometido en el ejercicio
regular de un derecho, a tenor de lo reglado por el artículo 1961° inciso 1º
del acotado Código Civil, mucho más si la denuncia ante el Ministerio
Público se interpuso sólo contra Ricardo Paz Alva y los que resulten
responsables, como es de verse a fojas 2 de la instrucción acompañada, y la
absolución del demandante por el Tribunal se centró en el principio jurídico
universalmente aceptado del indubio pro reo que entre nosotros tiene
categoría constitucional, como igualmente es de verse a fojas 1377 de la
instrucción en referencia; que, por otro lado, no tiene asidero la excepción
de prescripción deducida a fojas 11 por la demandada, por cuanto la
prescripción comienza a correr el día en que la acción pueda ejercitarse,
estando a lo previsto en el numeral 1993 del cuerpo de leyes citado; que,
en los de materia, se entiende que el momento de ejercitar la acción
iniciada, estuvo a merced de los resultados del proceso penal;
CONFIRMARON la sentencia apelada de fojas 87, su fecha 15 de diciembre

124
último, en el extremo que declara improcedente la excepción de
prescripción deducida en el otrosí del escrito de contestación a la demanda;
REVOCARON la misma en cuanto declara fundada, en parte, la demanda y
ordena que la entidad demandada indemnice al actor Ricardo Morales
Barturén, hasta por la cantidad de quinientos mil intis, acerca de los
conceptos demandados; DECLARARON infundada dicha demanda por
improbada; sin costas; y los devolvieron.- Interviene el señor Lara
Benavides por vacaciones del Vocal Titular señor Altamirano Muñoz.-

Lima, veintitrés de diciembre de


mil novecientos noventiuno.-

VISTOS; con los acompañados, por sus fundamentos: declararon NO


HABER NULIDAD en la resolución de vista de fojas 118, su fecha 31 de
marzo de 1989; que confirmando en un extremo y revocando en otro la
apelada de fojas 87, fechada el 15 de diciembre de 1988, declara infundada
la demanda, con lo demás que contiene; condenaron en las costas del
recurso a la parte que lo interpuso; en los seguidos por don Ricardo Morales
Barturén con el Banco Central Hipotecario del Perú, Sucursal Chiclayo, sobre
daños y perjuicios; Interviniendo el Doctor Roncalla de conformidad con el
artículo 123° de la Ley Orgánica del Poder Judicial; y los devolvieron.-

125
PREGUNTAS GUIA
PARA EL ANÁLISIS
DEL CASO 5

¿Se ha acreditado el daño moral en el


expediente?

2. ¿Se ha acreditado la
relación de causalidad en el expediente?

¿Se ha acreditado la existencia de motivo razonable


para denunciar?

Se presenta aquí algún supuesto de responsabilidad


civil indirecta?
¿

126
CAPITULO 7

LA RESPONSABILIDAD CIVIL
POR HECHO AJENO

En este último capítulo trataremos de la responsabilidad


civil por hecho ajeno, que supone la presencia de un
autor directo e indirecto, siendo éste último quien
responde indirectamente por el daño causado por hecho
ajeno, siempre y cuando cumpla con los requisitos
exigidos por la ley

En ese sentido, veremos en detalle todos los supuestos


que involucra la responsabilidad civil indirecta y sus
principales características.

127
1. INTRODUCCION

L
a regla general en materia de responsabilidad civil
extracontractual es que cada sujeto de derecho responde por
hecho propio, es decir, cada uno es responsable por los daños
que cause a los terceros. Sin embargo, sucede que en algunos casos
excepcionales, específicamente predeterminados por el legislador, un
sujeto responde por hecho ajeno, siempre y cuando se cumplan
determinados requisitos exigidos por la ley para una responsabilidad
civil de esta naturaleza.

No sólo se responde en algunos casos por hecho ajeno, sino


también se responde por hecho de las cosas, bien se trate por daños
causados por edificaciones o por animales. En todos estos supuestos,
en los cuales se configura una responsabilidad civil por hecho ajeno o
por hecho de las cosas, sin que el sujeto haya causado daño alguno,
estamos frente a un caso de la denominada responsabilidad civil
indirecta, llamada también por algunos autores responsabilidad
civil refleja o subsidiaria.

La responsabilidad civil indirecta es en consecuencia


aquella que se genera por mandato de la ley, aún cuando el
sujeto, llamado por ello mismo “autor indirecto”, no haya
causado daño alguno, siempre y cuando se cumplan
determinados requisitos legales exigidos para el nacimiento de
dicho supuesto especial de responsabilidad civil.

2. LOS SUPUESTOS DE RESPONSABILIDAD CIVIL


INDIRECTA EN EL CAMPO EXTRACONTRACTUAL

D
emás está decir que los supuestos de responsabilidad civil
indirecta sólo pueden venir establecidos por la ley y no
pueden ser ampliados por extensión ni por analogía, por
cuanto constituyen la excepción a la regla general de la
responsabilidad civil por hecho propio. Evidentemente, los casos más

128
importantes de responsabilidad civil indirecta son aquellos que se
configuran por hecho ajeno.

En el Código Civil peruano tenemos dos supuestos: la


responsabilidad civil indirecta por hecho de los subordinados o
dependientes y la responsabilidad civil por hecho de los incapaces.
El común denominador a estos dos supuestos de responsabilidad
indirecta es que en ambos casos debemos identificar dos autores: el
autor directo, que es aquel que ha causado el daño directamente a
la víctima, bien se trate del subordinado o del incapaz, y el autor
indirecto, que es aquel que sin haber causado daño alguno,
responde indirectamente por mandato de la ley por daño causado
por hecho ajeno, bien se trate del principal en el caso de daño
causado por hecho del subordinado, o del representante legal en el
supuesto de daño causado por hecho del incapaz. Entendamos
entonces que la expresión autor indirecto, significa aquel que
responde indirectamente por mandato de la ley a pesar de no haber
causado daño alguno.

Responsabilidad
Civil Indirecta

Por Hecho de los Autor Por hecho de los


Subordinados o directo incapaces
dependientes Autor
indirecto

El análisis de todo supuesto de responsabilidad civil indirecta


por hecho ajeno supone comprender perfectamente la siguiente
estructura legal: En primer lugar debe examinarse respecto del
autor directo y la víctima el cumplimiento de todos los requisitos
generales de la responsabilidad civil extracontractual que hemos
examinado en los capítulos anteriores, es decir, entre al autor directo
y la víctima deben presentarse el daño causado, una conducta
antijurídica, la relación de causalidad, la imputabilidad y los factores
de atribución, de modo tal que se configure un perfecto supuesto
legal de responsabilidad civil por hecho propio del autor directo
respecto de la víctima. Una vez que se ha determinado la existencia
de un supuesto legal de responsabilidad civil extracontractual por

129
hecho del autor directo respecto de la víctima o víctimas, debe
examinarse a continuación la concurrencia de los requisitos legales
especiales de la responsabilidad civil por hecho ajeno establecidos en
la norma jurídica. Así, por ejemplo, en el caso de la responsabilidad
civil por hecho de los subordinados, deberá darse la existencia de
una relación de subordinación o dependencia y el daño deberá haber
sido causado por el autor directo a la víctima en ejercicio de sus
funciones o en cumplimiento de las órdenes o instrucciones
impartidas por el principal, es decir, por el autor indirecto.

Verificado el cumplimiento de los requisitos generales


entre el autor directo y la víctima, y verificados los requisitos
legales especiales dispuestos normativamente para el caso
específico de la responsabilidad civil por hecho ajeno de que se
trate, en forma automática, además de la responsabilidad civil
por hecho propio del autor directo, se deriva y atribuye por
mandato de la ley una responsabilidad civil indirecta a cargo
del autor indirecto a pesar de no haber causado el mismo daño
alguno.

Como se podrá comprender, y es bueno insistir en ello, la


responsabilidad civil del autor indirecto, no es producto de pacto
entre las partes, ni de la voluntad de alguna de ellas, sino que es
consecuencia de mandato de ley, y por ende en el campo
extracontractual, verificada la estructura legal antes explicada, el
autor indirecto no puede exonerarse o liberarse de responsabilidad
civil. No puede en modo alguno invocar el argumento de la
ausencia de culpa. La única posibilidad para él es la de demostrar
que no se han cumplido alguno de los requisitos generales de la
responsabilidad civil por hecho propio entre el autor directo y la
víctima, o demostrar que no se ha cumplido alguno de los requisitos
legales especiales de la responsabilidad indirecto establecidos
normativamente. Verificado el cumplimiento de ambas clases de
requisitos legales, el autor indirecto deviene inmediata y
automáticamente en responsable civilmente en forma indirecta.
El supuesto de la responsabilidad civil indirecta por hecho de
los subordinados o dependientes está regulado expresamente en el
artículo 1981, cuyo texto señala lo siguiente:

130
“ Aquél que tenga a otro bajo sus órdenes responde por
el daño causado por este último, si ese daño se realizó en
el ejercicio del cargo o en cumplimiento del servicio
respectivo. El autor directo y el autor indirecto están
sujetos a responsabilidad solidaria”.

En este caso específico, los requisitos legales especiales de la


responsabilidad civil indirecta son: el que exista una relación de
subordinación fáctica o jurídica del autor directo respecto del autor
indirecto y el que el autor directo haya causado el daño en el
ejercicio del cargo o en cumplimiento del servicio respectivo, lo que
se denomina en doctrina daño causado en ejercicio de las funciones.
Como es evidente, ambos requisitos deberán verificarse en cada caso
concreto en particular. De verificarse ambos requisitos especiales y
todos los requisitos generales del autor directo respecto de la
víctima, el efecto jurídico establecido por la ley es el de que ambos
autores son responsables solidariamente frente a la víctima. Como
señalamos anteriormente, verificado el cumplimiento de ambas
clases de requisitos, no existe posibilidad alguna de liberación de
responsabilidad para el autor indirecto, quien no podrá invocar su
ausencia de culpa. En la doctrina clásica tradicional de la
responsabilidad civil, se entendía que dicha responsabilidad indirecta
del principal por los hechos del subordinado se fundamentaba en la
culpa en la elección (culpa in eligendo), con lo cual muchas veces
el autor indirecto podía liberarse de responsabilidad civil
demostrando su ausencia de culpa.

En el Código Civil actual no es posible el argumento de


defensa de la ausencia de culpa, por cuanto este supuesto
especial de responsabilidad indirecta no se sustenta en la
noción de culpa en la elección, sino en un factor de atribución
objetivo, denominado “garantía” que prescinde totalmente de
la culpa.

3. LA RESPONSABILIDAD CIVIL POR HECHO DE LOS


DEPENDIENTES

131
E
l segundo supuesto especial de responsabilidad civil indirecta
por hecho ajeno es el del representante legal por hecho del
incapaz, regulado en el artículo 1975, cuyo texto señala lo
siguiente:

“La persona sujeta a incapacidad de ejercicio queda


obligada por el daño que ocasione, siempre que haya
actuado con discernimiento. El representante legal de la
persona incapacitada es solidariamente responsable.”

En este segundo supuesto como es evidente, los requisitos


generales deben verificarse entre el incapaz y la víctima, mientras
que los requisitos legales especiales son: el que se trate de un
incapaz sujeto a una relación jurídica de representación legal con el
autor indirecto, y en segundo lugar el que incapaz haya causado el
daño a la víctima actuando con discernimiento. Verificados ambos
requisitos, automáticamente el representante legal se convierte en
responsable indirecto por los hechos del incapaz a su cargo. Esta
responsabilidad civil indirecta en la doctrina tradicional se sustentaba
en la noción de culpa del representante legal, y se hablaba de culpa
en la vigilancia (culpa in vigilando). Actualmente el fundamento es
un factor de atribución objetivo totalmente ajeno a la noción de culpa
del representante legal, quien no puede liberarse de responsabilidad
civil invocando su ausencia de culpa, una vez verificado el
cumplimiento de ambas clases de requisitos legales, tanto los
generales como los especiales.

Ahora bien, si el daño fuera causado por el incapaz privado de


discernimiento, el incapaz ya no sería responsable, siendo el único
responsable el representante legal, según lo dispone el artículo 1976,
cuyo texto señala:

“No hay responsabilidad por el daño causado por persona


incapaz que haya actuado sin discernimiento, en cuyo
caso responde su representante legal”.

En este supuesto de daño causado por incapaz privado de


discernimiento, no se trata de un supuesto de responsabilidad civil
indirecta del representante legal, sino que se entiende que es un
supuesto de responsabilidad por hecho propio del representante
legal.

132
4. RESPONSABILIDAD CIVIL POR HECHO DE LOS
ANIMALES y EDIFICACIONES

E
l tercer caso de responsabilidad indirecta es aquel regulado en
el artículo 1979 por hecho de los animales. En este supuesto,
al igual que el de la responsabilidad civil por hecho de las
edificaciones regulado en el artículo 1980, no se puede hablar de
autor directo, sino únicamente de autor indirecto, tratándose de
responsabilidades indirectas por hecho de las cosas, ya se trate de
daños causados por animales o por las caídas de edificaciones. Sin
embargo, aún cuando no existe jurídicamente en ambos casos un
autor directo, pues se trata de daños causados por cosas, se trata de
supuestos de responsabilidad civil indirecta, por cuanto el daño no es
causado por el autor indirecto. En el caso de los animales deben
verificarse los requisitos generales del daño causado y la relación de
causalidad entre la víctima y el animal, y en el caso de las caídas de
edificaciones los mismos requisitos deberán verificarse entre las
víctimas y la caída de la edificación. Como es también evidente, en
ambos casos no tiene sentido hablar de los demás requisitos
generales de la responsabilidad civil, sino solamente del daño y la
relación de causalidad.

En el caso específico de daños causados por animales el


requisito especial de configuración es que el autor indirecto tenga el
animal bajo su cuidado o que sea su propietario, y en el caso
específico de las edificaciones los requisitos especiales son: en
primer lugar, el que el autor indirecto sea el propietario y, en
segundo lugar, el que la caída de la edificación haya sido
consecuencia de falta de conservación o de construcción.

Al igual que en los casos anteriores de responsabilidad por


hecho ajeno, en estos dos supuestos de responsabilidad por hecho de
las cosas, la responsabilidad civil del autor indirecto no se sustenta
en la noción de culpabilidad, sino en factores de atribución objetivos,
fundamentados en la noción de riesgo creado, razón por la cual el
autor indirecto no puede liberarse de responsabilidad civil invocando
su ausencia de culpa, una vez verificados los requisitos generales y
especiales antes mencionados.

133
5. RESPONSABILIDAD CIVIL DEL DEUDOR POR
HECHOS DE LOS TERCEROS

E
n el campo contractual existe también un supuesto de
responsabilidad civil del deudor por hechos de los terceros de
los cuales se sirve para el cumplimiento de la prestación frente
al acreedor, regulado en el artículo 1325 del Código Civil, que
dispone lo siguiente:

“El deudor que para ejecutar la obligación se vale de


terceros, responde por los hechos dolosos o culposos de
éstos, salvo pacto en contrario.”.

En este supuesto no se trata de responsabilidad civil indirecta


del deudor, que es el único obligado frente al acreedor por el
cumplimiento de la prestación, sino que se trata de un supuesto en el
cual los terceros son responsables extracontractualmente por sus
hechos dolosos o culposos frente al acreedor, mientras que el deudor
es responsable contractualmente frente al acreedor directamente por
hecho ajeno, es decir, por los hechos de los terceros de los cuales se
vale para el cumplimiento de su prestación frente al acreedor.

No se trata pues de un supuesto de responsabilidad civil


indirecta, sino de un supuesto de responsabilidad contractual
directa del deudor por hecho ajeno, que concurre con un
supuesto de responsabilidad civil extracontractual de dichos
terceros frente al acreedor.

En este caso específico de responsabilidad civil contractual


directa por hecho ajeno establecido también por mandato de la ley,
por tratarse justamente de un supuesto de responsabilidad civil
contractual, cabe pacto en contrario. No es pues posible un supuesto
de responsabilidad contractual indirecta por la sencilla razón que el
único obligado frente al acreedor es el deudor, tratándose
únicamente de un supuesto de responsabilidad contractual directa
por hecho ajeno, establecido por la ley, pero que permite pacto en
contrario.

134
AUTOEVALUACIO
N

Responda las siguientes preguntas luego de haber concluido el


estudio del séptimo capítulo. Luego, encontrará al final del material
la Clave de Respuestas, la misma que le indicará los criterios
generales con que debieron abordarse cada una de las preguntas.

135
RESPUESTAS A LAS
AUTOEVALUACIONES

A continuación se indican algunos criterios generales para


responder a las preguntas planteadas en cada uno de los capítulos de
este material. Para una mayor profundización, sugerimos se revisen los
puntos específicos o si se requiere, contacten con el tutor y profesor
asesor.

Capítulo 2
1. Responsabilidad civil contractual: indemnizar los daños ocasionados
a una persona cuando es consecuencia del incumplimiento de una
obligación voluntaria. Responsabilidad civil extracontractual:
indemnizar cuando el daño es consecuencia del deber jurídico
genérico de no causar daño a otro.

2. Antijuricidad, daño causado, relación de causalidad y factores de


atribución.

3. Responsabilidad subjetiva: se vincula con la hipótesis en que la


obligación de resarcir se funda en el acto voluntario del sujeto que
ha obrado con culpa. Responsabilidad objetiva: con la hipótesis en
que se prescinde de la culpabilidad e incluso de la voluntariedad del
sujeto.

4. La obligación dineraria o deuda de valor no sujeta al principio


normalista, y por lo tanto reajustable al tiempo de pago en
consideración a la depreciación monetaria.

Capítulo 3
1. Antijuricidad típica: específicamente prevista por la norma jurídica,
sea expresa o tácitamente. Antijuricidad atípica: prevista
genéricamente por el ordenamiento jurídico.

136
2. Cuando el daño es por conductas prohibidas por normas jurídicas
genéricamente, por conductas que contravengan el orden público y
las buenas costumbres (normas imperativas con criterio social
predominante).

3. La antijuricidad de la conducta que ha causado el daño.

4. Expresión que comporta una cláusula general en cuanto se difiere


a los jueces la apreciación y la selección de los intereses
merecedores de amparo.

Capítulo 4
1. Daño: toda lesión a un interés jurídicamente protegido.
Clases: Daño patrimonial (daño emergente y lucro cesante).
Daño extrapatrimonial (daño moral y daño a la persona).

2. En ambos casos se concibe al daño como el centro de gravedad del


sistema.

3. Extensión del resarcimiento y plazos de prescripción de las


acciones.

4. Si es aplicable reponiéndoseles a su estado anterior, salvo cuando


fuese imposible, el damnificado opta por indemnización o el juez
considera que se agrava innecesariamente la situación del deudor.

Capítulo 5
1. Cuando el daño siempre es consecuencia de la conducta del autor
pero con la participación de la propia víctima.

2. Cuando en un supuesto se presentan dos conductas o causas sobre


realización de un daño, y el daño es consecuencia sólo por la
conducta de una de ellas. A ésa conducta se denomina causa ajena.

3. El daño patrimonial consiste en un menoscabo pecuniario. El daño


moral consiste en un detrimento de orden espiritual. El daño
patrimonial es susceptible de estimación en dinero, el daño moral
no.

4. Suspensión del ilícito y restauración o reemplazo del bien dañado.

137
Capítulo 6
1. El sistema subjetivo y el sistema objetivo.

2. Creación de riesgo.

3. Por que lo importante es conseguir que la víctima obtenga una


indemnización por el daño sufrido, sin importar que la parte
culpable tenga que satisfacerla.

4. La responsabilidad del principal por los daños ilícitos de sus


dependientes.

138
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