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Federación Universitaria Argentina:

Construir una agenda, para recuperar protagonismo.

Es el momento adecuado para recuperar la Federación Universitaria de cara a los estudiantes, de


cara a la sociedad.
Es el momento adecuado para un gran debate de dirección político programática de los sectores
juveniles.
Las siguientes líneas sólo pretenden promover alguna orientación de eso nuevo, que sólo puede
emerger de nuestra voluntad política. De nuestra acción cotidiana.

Nuestra historia reciente podría explicar ciertas prudencias en nuestro accionar en el espacio
público.
Somos una organización política que se expande y actúa en el marco del movimiento estudiantil. A
la vez, tenemos actuación, por pertenencia, al sistema de partidos de nuestro país. Nuestro
camino, en el terreno del movimiento social, si bien a veces toma distancias de nuestro partido,
(aquellas fundadas en el valor de nuestra autonomía política), aparece en algún punto, asociada a
la legitimidad y prestigio posicional de nuestro partido.
Desde la crisis de 2001, este ha sido nuestro gran desafío. Sostener y explicar nuestra
pertenencia a la U.C.R. y recorrer el camino de la reconstrucción institucional de nuestro país,
aportando desde el movimiento estudiantil.
Si bien el proceso no fue fácil, debemos consensuar que lo recorrimos con cierto éxito. Por mucho
menos, han desaparecido fuerzas políticas de gran historia en Latinoamérica.
En ese marco, hemos logrado conducir el movimiento estudiantil argentino. Cada congreso de
F.U.A, funcionó y representó un desafío para nuestra organización. Los hemos sorteado con éxito
por varias razones.
En primer lugar, porque representamos efectivamente la mayoría estudiantil de nuestro país.
Seguidamente, y debido a nuestra comprensión histórica de la lógica del movimiento estudiantil,
porque hemos sido capaces de construir condiciones de diálogo con otras fuerzas políticas, para
asegurar nuestra legitimidad.
Por supuesto que se trató de una legitimidad parcial. Muy cuestionada, fundamentalmente en los
últimos 6 años, por las fuerzas de “izquierda” de nuestro movimiento estudiantil. ( El
entrecomillado tiene sentido. Su razón se encuentra en el cuestionamiento que formulamos a las
organizaciones que se autoreferencian en el campo de la izquierda, muchas veces tan
reaccionarias y funcionales a los proyectos nacionales de pertenencia neoliberal y / o populistas,
dirigidos por el Peronismo en el gobierno. Confusión histórica de la “izquierda” argentina. )

Los estudiantes argentinos han votado año a año a nuestra agrupación en cada lugar del país, y
nos han otorgado la responsabilidad de conducir el movimiento estudiantil.
Un congreso de F.U.A., precisamente por su diseño institucional, representa eso: El estado de las
tendencias ideológicas y partidarias en el movimiento estudiantil argentino.
En ese diseño, es que nuestra organización viene revalidando su lugar protagónico.
Aunque ello no debe confundirnos. Posterior al 2001, nuestro retroceso electoral es evidente. No
en los niveles que auguraban nuestros opositores, todo lo contrario. Incluso en los últimos años,
hemos comenzado a recorrer el camino ascendente.
Pero claro, conducir no implica solamente sacar mas votos que los demás, ser la primera minoría.
Conducir, representa un desafío mas complejo.
Entre otros aspectos, quién conduce debe promover una agenda que resulte integradora. Dicha
agenda, debe concentrar tales energías políticas y conceptuales, que resulte incuestionable para
el conjunto de las organizaciones políticas. O que su cuestionamiento, tenga asidero en aspectos
parciales, nunca en su totalidad.
Es en este punto, donde debemos comenzar a preocuparnos.
Nuestra organización conduce la F.U.A. Nuestra organización sostiene este debate. Sin embargo,
los responsables políticos que nuestra agrupación colocó en la conducción de la F.U.A. parecen
desconocer esta cuestión.

Señalamos sólo dos aspectos, para luego continuar con el debate: La ausencia de la F.U.A. en la
marcha del 24 de marzo, y la ausencia en el conflicto docente, luego de el asesinato del docente
neuquino Fuentealba.
De esa renovada agenda para la conducción del movimiento estudiantil, no puede estar afuera la
preocupación y el trabajo en materia de Derechos Humanos ni la consolidación de nuestra
presencia en la coalición educativa argentina. Las acciones en tales núcleos, representan además,
una básica y elemental definición ideológica histórica. No ser comprendida representa una falta
absolutamente cuestionable.
Es nuestra obligación, detener el proceso desintegrador que disgrega las fuerzas juveniles, cuyo
unico espacio de participación es la web. Esto es hoy, sólo funcional al Kirchnerismo.
Debemos convenir entonces, en que debemos inaugurar una nueva etapa. Y para comenzar
debemos partir de una decisión orgánica. Sólo nuestra decisión puede cambiar el escenario.
Nadie lo va a hacer por nosotros.
Debemos ser consientes además, que esta etapa no debe reconocer antecedentes de referencia
comparativa. No debemos volver a ser lo que fuimos en los años ‘90s, o en los ‘80s. ( De hecho,
como hemos convenido, las razones que nos conducen a las susecivas crisis de nuestra
agrupación, sólo pueden encontrar antecedentes en la matriz de funcionamiento de los años
anteriores. En una organización política, las cosas sólo se pueden explicar desde un enfoque
diacrónico.)
Se trata de una nueva etapa. Nuevos actores, nueva agenda. A partir de la reivindicación de
nuestras mejores tradiciones. Pero para ponerlas en acción con la mirada en la acumulación hacia
el futuro.
Que sea esta representativa entonces, la que comience a producir las notas necesarias para la
construcción de dicha Agenda.

La agenda de una nueva etapa.


La nueva dirección político programática debe sostenerse en algunas claves centrales.
Debe brindar una comprensión del proyecto de país. Un diagnóstico del presente y imaginación
del futuro que anhelamos. Dicha imaginación, será la que nos permita trazar los pasos de las
asociaciones conceptuales y políticas porvenir.
Dicha construcción debe sostener una propuesta educativa para el país, que contemple nuestra
visión de la Universidad y de la Educación deseamos y necesitamos. Un rol para las
universidades. Una mirada del presente de la economía, la política y la cultura de la Argentina de
hoy.
Desde dicha mirada crítica, debemos construir el programa que nos permita salir por los pasillos,
por las aulas, por las calles. Ese país que queremos, debe ser indicativo de las falencias del que
sistema educativo que tenemos.
En ese recorrido, debemos convenir como un aspecto estratégico y central, la dimensión del
diálogo.
El diálogo con otras tendencias, del movimiento estudiantil y del campo político y social. Aunque
suene contradictorio, debemos ser agresivos en nuestra política de diálogo.
Se trata de recuperar los escenarios de dialogo, incluso con aquellos que no desean hablar con
nosotros. Conversaciones pausadas y planificadas. Que nuestra visión de las cosas sea
entendida, aunque a veces no compartida.
En política, sólo el diálogo transforma escenarios. Sólo el diálogo modifica las nociones. Las que
los demás tienen de nosotros, las que nosotros tenemos de los demás.
Sólo el diálogo fabrica puntos de contacto. Menores y mayores. Y fundamentalmente nos
construye un lugar de reconocimiento.

La recuperación de la utopía en su sentido más abarcativo. Cómo visión cómo acción. Tenemos
un sueño. Que los demás sepan cual es. Que algunos compartan una parte. Por pequeña que
sea.
Tenemos una herramienta. La Federación Universitaria Argentina. Nuestro gigante dormido.
Que comience entonces a caminar al ritmo de nuestros sueños de una argentina justa, libre,
igualitaria y en democracia.

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