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Resumen
Los progenitores tienen derechos equivalentes respecto de sus hijos, salvo si existen
consideraciones personales respecto de la disolución del matrimonio o conveniencia o el
vínculo con el hijo resultase perjudicial para el niño, niña o adolescente.
Quien provoca una situación perjudicial para el hijo, para el otro progenitor no puede
pretender una equivalencia de derechos, dado que la Ley no ampara el Abuso de Derecho
ni mucho menos puede admitir la indefensión de quien resultase perjudicado en sus
derechos.
Inclusive aun cuando existan niveles de conflicto entre los progenitores se ha observado
la posibilidad de fijar la tenencia compartida (Alemania, Noruega). Solución vinculada
sobre todo a los niveles de comprensión del problema social y político de los conflictos
familiares que no necesariamente son factibles en el Perú.
Palabras Claves: Tenencia, interés superior del niño, maltrato físico, separación
conyugal, menor
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Alumno del tercer ciclo de la Facultad de Derecho
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Abstract:
The parents have equivalent rights with respect to their children, unless there are personal
considerations regarding the dissolution of the marriage or convenience or the link with
the child is harmful to the child or adolescent.
Whoever causes a situation harmful to the child, for the other parent can not claim an
equivalence of rights, given that the law does not protect the abuse of law, much less
admit the helplessness of whoever is harmed in their rights.
The comparative legislative and jurisdictional context allows us to point out that it is
possible to establish infra-legal regulatory parameters that allow the magistrate to have a
better casuistic interpretation tool to solve a specific case, granting shared tenure or fixing
the tenure to only one parent.
Even when there are levels of conflict between the parents, the possibility of establishing
shared tenure has been observed (Germany, Norway). Solution linked mainly to the levels
of understanding of the social and political problem of family conflicts that are not
necessarily feasible in Peru
Keywords: Tenure, higher interest of the child, physical abuse, conjugal separation,
minor
Introducción
Hubo un hecho que motivó seguir investigando acerca de esta problemática, el caso
Pierina, una niña de nueve años que fue maltratada sistemáticamente por su progenitora
y que un 11 de noviembre de 2011, después de maltratarla físicamente e incluso
sexualmente la asfixió hasta causarle la muerte. Este caso que generó impacto legal ya
que la madre fue condenada a cadena perpetua, debe ser de interés de la ciudadanía y del
Estado no sólo para sensibilizarnos sino para asumir un activismo en la tenencia solicitada
por el padre y que muchas veces no es otorgadas a estos, por el simple hecho que la
tenencia debe ser prevalecida por la madre
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Según datos informativos de UNICEF a diario miles de niños y niñas en el Perú son
maltratados física y psicológicamente por sus padres, madres, parientes, profesores o por
cualquier adulto que considera al castigo físico como normal, natural, aceptable e incluso
hasta “necesario”.
Muchas de estas víctimas son participes de la cifra oculta que no son registradas como
datos estadísticos y que se visibilizan cuando las consecuencias del maltrato son graves,
como lesiones que originan incapacidades o puede llegar a ocasionar la muerte.
En un país como el nuestro bilingüe y multicultural, una población invisibilizada son los
niños y adolescentes quechuahablantes, según (ANAR 2016), los niños de Cusco,
Ayacucho y Apurímac son los más maltratados físicamente, principalmente por la madre,
agresiones que van desde jalones de orejas hasta golpes con un palo.
La tenencia como instituto que concierne a las relaciones personales entre padres e hijos,
debe abordarse desde esta perspectiva de la normativa de Derechos Humanos, lo cual
conlleva a una interpretación en su conjunto con las normas nacionales, para lograr la
finalidad perseguida de lograr la plena realización de los derechos humanos de los
menores, y principalmente porque éstos alcancen el desarrollo integral y armonioso como
ser individual y único, para ello es de importancia el conferir la tenencia a quien realmente
le corresponda haciendo una interpretación que mejor armonice con los derechos de los
menores.
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acuerdo, o si éste perjudica al menor, la tenencia se judicializa siendo el Juez
Especializado quien la resuelva.
Por su parte el artículo 84 del mismo Código contiene los parámetros para resolver estos
casos de falta de acuerdo. Cuya norma contempla determinados supuestos a tener en
cuenta por el Juez Especializado, al momento de decidir la tenencia.
En puridad si nos detenemos a revisar cada uno de ellos, no haría falta de un estudio de
mayor rigurosidad, dado que la mencionada norma no contempla ni explicita cuál sería la
razón de ellos, por ejemplo la existencia de una prolongada convivencia de uno de los
padres con el menor no determina necesariamente que pueda por ese hecho conferirse la
tenencia, pues al interior de la familia las relaciones familiares se presentan en una
variedad inimaginable, donde se presentan diversas formas cómo se establecen las
relaciones entre padre e hijos; y en el otro supuesto, también se podría puntualizar algo
similar, respecto a la preferencia a que los menores de tres años permanezcan con la
madre; quedando reducido el derecho del que no ha obtenido la tenencia el sometimiento
a un régimen de visitas
Se considera que los menores hijos estarán mejor bajo el cuidado y protección por ser la
figura femenina en el hogar, y básico para la formación de los menores. Este criterio
también reafirma que la familia y dentro de ella el matrimonio se la sigue concibiendo
como la unión de un hombre y mujer con determinados fines.
Existe una cierta presunción que favorece a la madre en el sentido que se la considera
más apta para el cuidado de los hijos, sobre todo teniendo en cuenta en los casos cuando
los hijos han permanecido con la madre en el hogar, debido a que el padre es el que ha
venido, con su trabajo, dedicándose al sostenimiento del hogar, y que ante una eventual
ruptura sea de la unión matrimonial o la convivencial determina de hecho la separación,
lo que motiva a su vez, la existencia de procesos de tenencia solicitada por el padre para
recuperar la custodia de sus hijos.
El artículo 84 inciso a) del Código de los Niños y Adolescentes preceptúa que, el hijo
deberá permanecer con el progenitor con quien convivió mayor tiempo, siempre que le
sea favorable.
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Existe esa presunción que por la convivencia prolongada de sus hijos con su progenitor,
es un criterio para conferir la tenencia, por considerar que con el transcurso del tiempo de
convivencia se han reforzado los lazos afectivos con sus hijos, aunque este criterio no
debe ser absoluto, pues pueden existir, y de hecho se presentan casos en los que, no
necesariamente, por ese prolongado tiempo de convivencia madre-padre e hijo (a) debe
servir de base para conferir la tenencia, sino que debe basarse en criterios más objetivos,
es más, debería estudiarse un posible cambio de paradigma respecto a este criterio de la
convivencia prolongada.
El artículo 84 inciso b) del Código de los Niños y Adolescentes, establece que los hijos
menores de tres años permanecerán con la madre. Este supuesto se relaciona con la
presunción que los hijos menores de tres años requieren de la atención y cuidados de la
madre, dada su corta edad, lo cual resulta razonable, aunque no debería entenderse en
términos absolutos, por la existencia de casos en los cuales no necesariamente todas las
madres podrían cumplir esa función noblemente protectora, por diversos motivos, pues
en nuestra realidad hoy en día sabemos que las mujeres o madres juegan cada vez más,
un papel muy importante en la actividad pública o privada, lo cual las hace “sacrificar” el
cuidado de los hijos a cambio de lograr mejores condiciones materiales para sus hijos,
quedando en muchos casos el padre en el cuidado de los hijos o de otros terceros.
Distinto es el caso de los padres que tienen de hecho la tenencia pero que no inician el
proceso de alimentos, dado que todavía existe el prejuicio de que el hombre no podría
“éticamente” demandar alimentos, o que se “vería mal” que los pida, por ese arraigado
elemento de género o estereotipado en la sociedad que el hombre es el que debe sostener
a la mujer y sus hijos
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Desarrollo de la temática
Antes de asesinar a Pierina Nicole Cardoza Tello (9) con sus propias manos, su
desnaturalizada madre, Isabel Mirella Tello Chanduví (31), la torturó brutalmente, le rapó
el cabello y le habría cosido los labios.
Le introdujo un objeto contundente por sus partes íntimas sin ningún remordimiento para
aparentar una violación. Después la habría rematado a palazos.
La escena que descubrió la policía en la vivienda ubicada en San Miguel, en Lima, donde
se perpetró el filicidio, fue atroz.
El cuerpo inerte de la menor yacía acurrucado en un extremo del baño. Su inocente rostro
estaba ensangrentado con la mirada perdida, informó la policía.
Los peritos de Criminalística concluyeron que Tello Chanduví asesinó a su hija, pese a
que la mujer solo admitió haberla maltratado físicamente durante los tres meses que
estuvo bajo su cuidado
Fue cuando la abuela, madre e hija emigraron de Piura a Lima y se establecieron en San
Miguel. Isabel Mirella, quien tiene cinco hijos con cuatro hombres distintos, conoció a su
último cónyuge, Jonathan Nieto Loza (25), y mantuvieron una tormentosa relación.
Existe un serio problema de falta de capacidad de los jueces para tratar de forma rigurosa
los procesos de patria potestad o la tenencia del menor, así como problemas de
interpretación de leyes.
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Es por ello que no se logra evaluar y prevenir la conducta de los padres que se disputan
la tenencia del menor.
Evidentemente existe un grave descuido de los juzgados que ventilan procesos de litigio
de menores, pues no tienen capacidad para prevenir y evaluar la conducta de la madre o
el padre.
Ella nunca tuvo justicia, nunca fue escuchada. Esta muerte no puede quedar impune.
Cuando el padre y la madre conviven la patria potestad es compartida, pero cuando hay
separación el tribunal tiene que hacer una determinación sobre a quién otorga la tenencia.
Sin embargo, es tiempo de que el estado de derecho se ajuste a los nuevos modelos, de lo
contrario se perpetúan unos roles basados en la desigualdad. Eso es lo que ha ocurrido
con la dación de la Ley 29269.
Algún día, las personas con cierta curiosidad sociológica o histórica se preguntarán como
ha sido posible que, durante decenios, las sociedad más avanzadas hayan llegado a admitir
que la separación de padre e hijo tras el divorcio -es decir, la semiorfandad artificial del
niño- pueda resultar beneficiosa para el desarrollo del menor.
Una abrumadora cantidad de estudios han coincidido en que los niños que mantienen un
contacto regular con ambos progenitores tras el divorcio muestran mejores niveles de
adaptación social y rendimiento académico que los niños criados en hogares
monoparentales, y han puesto de manifiesto las imborrables y negativas huellas de la
ausencia del padre durante la infancia y la adolescencia.
En cambio, los estudios sobre niños en situaciones de convivencia alterna con ambos
padres no han permitido constatar trastornos significativos asociados al cambio de
domicilio.
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1.2 Tenencia solicitada por el padre
Para Placido, A (2001, 159) desde fines del siglo XIX ha existido a nivel mundial,
innumerable legislación vinculada con las personas menores de edad, a la relación de
éstas con el Derecho habiendo variado el tratamiento, al compás de los cambios en la
ideología que lo sustenta, fruto de una evolución en el pensamiento.
Aguilar, G (2006, 25), señala que la necesidad de otorgar la guarda o tenencia de menores
a uno de los padres y la correlativa determinación de un régimen de visitas surge ante la
necesidad insoslayable que se genera ante el desmembramiento de la guarda.
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Se encuentra integrada por diversos derechos-deberes, tales como la educación, la
corrección, la vigilancia, la asistencia espiritual y material y la representación legal.
Aguilar, G (2006, 35) señala que las leyes especiales que rigen el trámite familiar incluyen
a la guarda o tenencia y al régimen de visitas en su competencia material. Se trata de
instituciones del Derecho de Familia encaminadas a la protección del hijo menor y a su
educación, y tienden al logro de un desarrollo físico y psicológico de forma tal que puedan
desenvolverse en su vida adulta.
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matrimonio. Por ello, es infrecuente el planteo de estos conflictos como trámite
autónomo o principal.
En este caso será el órgano judicial el que decidirá a quién atribuir la guarda
provisoria o definitivamente, teniendo en cuenta las características especiales de
cada caso.
Estos acuerdos se presentan como accesorios del juicio principal, pero pueden
tramitarse por separado si son contenciosos.
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Por su parte el artículo 231 del Código Civil prevé la alternativa de que la tenencia
o régimen de visitas sean solicitados como medida cautelar o urgente durante
juicio de separación personal o divorcio vincular o aun antes de su iniciación.
Es habitual que ante la separación de los padres, los hijos menores permanezcan
conviviendo con la madre, quien generalmente ejerce una guarda de hecho desde
la ruptura de la pareja. Ello encuentra fundamento en que la mujer es quien,
tradicionalmente, ha permanecido más tiempo en el hogar, se ha encargado de las
tareas domésticas y de las correspondientes a la educación y cuidado y salud de
los hijos.
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Por ello acertadamente se ha dicho que "el principio general y básico que domina
la materia es el siguiente: debe tenerse en cuenta, primordialmente, el interés de
los hijos, su conveniencia y su bienestar, y, aun sin descuidar los legítimos
derechos de los padres sobre sus hijos, resolverse en función de ese interés, sin
que el marido o la esposa puedan alegar preferente derecho, salvo, por supuesto,
la preferencia que a favor de la madre otorga la ley respecto de los hijos menores
de cinco años".
Frente a terceros, cuando el menor causa daño bajo la órbita de supervisión del
padre no guardador, se quiebra la solidaridad que la ley les impone, en principio,
a ambos progenitores. Sin embargo, una pauta importante resulta de la obligación
del padre guardador de permitir y estimular la comunicación del otro con sus hijos.
Para algunos autores la denominación "interés superior del menor" aparece por
primera vez en Preámbulo de la Convención de La Haya de 1980
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constituye un instrumento técnico que otorga poderes a los jueces, quienes deben
apreciar tal "interés" en concreto, de acuerdo con las circunstancias del caso"
luego explica que el mismo debe "constituirse en pauta de decisión ante un
conflicto de intereses y criterio para la intervención institucional destinada a
proteger al niño".
Bidart Campos (1999, 48) enseña que cuando la Convención habla de una
consideración primordial hacia el "interés superior del niño", "descubrimos en esta
pauta una orientación que no es un simple consejo o una mera recomendación,
sino una norma jurídica con fuerza normativa para tener aplicación en cuanto
ámbito deba funcionar eficazmente: al legislar, al administrar, al juzgar y, a la vez,
en el área de las relaciones entre particulares".
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acción de la sociedad, se considerará el principio del interés superior del niño y
del adolescente y el respeto a sus derechos”.
Además, la atención debe ser prioritaria, pues el interés superior del niño y del
adolescente tiene precedencia en la actuación estatal respecto de aquellas
decisiones judiciales en las que no se encuentran comprometidos sus derechos
fundamentales.
Asimismo, es importante señalar que nuestro país desde el año 1990 se encuentra
obligado internacionalmente con la firma de la Convención sobre los Derechos
del Niño, que en su artículo 2 establece que los Estados parte tomarán todas las
medidas apropiadas para garantizar que el niño se vea protegido contra toda forma
de discriminación o castigo por causa de las actividades, las opiniones expresadas
o las creencias de sus padres, o sus tutores o de sus familiares.
Vega, Y (2007, 105) señala por su parte, el artículo 4 establece que los Estados
partes, deberán adoptar todas las medidas administrativas, legislativas y de otra
índole para dar efectividad a los derechos reconocidos en la Convención. En lo
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que respecta a los derechos económicos, sociales y culturales, los Estados partes
adoptarán esas medidas hasta el máximo de los recursos de que dispongan y,
cuando sea necesario, dentro del marco de la cooperación internacional.
El inciso 4 de este artículo, señala que: “Los Estados partes tomarán todas las
medidas apropiadas para asegurar el pago de la pensión alimenticia por parte de
los padres u otras personas que tengan la responsabilidad financiera por el niño”.
Inclusive si viven en países distintos.
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Conclusiones
Los niños son sujetos de derecho y que, por tanto, pueden denunciar los maltratos de los
que sean víctimas. Cualquiera, y también la víctima, puede hacer la denuncia de los
hechos de violencia familiar, si hablamos de personas también incluyen a los niños que
son sujetos de derecho
En la eventualidad de un conflicto frente al presunto interés del adulto sobre el del niño,
prevalece el de este último; y es que parte de su esencia radica en la necesidad de defensa
de los derechos de quien no puede ejercerlos a plenitud por sí mismo y de quien, por la
etapa de desarrollo en que se encuentra, no puede oponer resistencia o responder ante un
agravio a sus derechos.
Una controversia de los derechos del niño debe realizarse a la luz del interés superior del
niño y del adolescente, principio investido de fuerza normativa que en el presente caso
debe ser concebido como vértice de interpretación de los derechos
Los jueces deben de evaluar en forma correcta a los padres del menor, con la finalidad de
dotar una adecuada tenencia y no existan casos como el de la niña Pierina, que con
convierte en un pueblo insano.
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Bibliografía Citada
Pelinco Quispe, Elmer Leoncio. (2005) Alternativas frente a la sustracción de menor por
parte del padre”. San Marcos. Lima.
Plácido V., Alex F. (2001) Manual de Derecho de Familia. Lima, Gaceta Jurídica. Lima
Vásquez García, Yolanda, (2003) “Derecho de familia”, Tomo I sociedad conyugal, San
Marcos Lima
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