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Fallo N° 111 de fecha 09/09/1999

Tipo de Fallo: SENTENCIA


Tribunal Emisor: TRIBUNAL SUPERIOR
Fuero: PENAL

Título Principal: HOMICIDIO: Agravantes: Cónyuge; Atenuantes: Separación de


hecho.

PARTES INTERVINIENTES EN EL FALLO


Actor: BALMACEDA, CARLOS ALBERTO (homicidio calificado)
Demandado:
Objeto: RECURSO DE CASACIÓN "

Firmantes:
TARDITTI, Aida Lucia Teresa
CAFURE de BATTISTELLI, Maria Esther
RUBIO,Luis Enrique

Materias:
PENAL

REFERENCIAS
Referencias Jurisprudenciales: -------------------------
Referencias Normativas: CP 000000 0000 80 000 (último párrafo), CON N 000000
0000 18 000 , CON N 000000 0000 5 000

Sumario:1.- Las circunstancias extraordinarias de atenuación a las que alude el art.


80 último párrafo del C.P., se traducen en uno o más hechos (actos u omisiones)- que
sin llegar a emocionar violentamente- impacten en el ánimo del victimario generando
como reacción su conducta homicida. Es decir, el autor tiene que haber sido
impulsado al homicidio calificado por el vínculo, por un hecho, una causa motor hacia
el crimen, de poder excepcional con arreglo a las circunstancias preexistentes o
concomitantes al delito sin llegar a emocionarlo violentamente. En cuanto al carácter
extraordinario que la ley impone como exigencia a tales circunstancias, con ello a lo
que ha apuntado el legislador es que el hecho o conjunto de hechos tengan idoneidad
como hecho provocador en la persona del autor. Entonces, el fundamento de la
atenuante debe buscarse en la calidad de los motivos que determinan una razonable o
comprensible disminución de los respetos hacia el vínculo de sangre, o a la calidad de
cónyuge, razonabilidad que encuentra su génesis fuera del propio individuo. El hecho
provocador, puede tener dos fuentes distintas de producción, esto es, cuando halla su
origen en una actitud (o pluralidad de actitudes), llevada a cabo por la propia víctima, o
en un estado o situación de desgracia que determina que uno o ambos sean víctimas
de su propio estado o situación personal. En ambos casos debe estarse al análisis de
las consecuencias o efectos de la circunstancia extraordinaria en el ánimo del autor,
siendo obvio que no se hallará beneficiado en este sentido aquél cuya conducta sea
producto de la inestabilidad emocional, susceptibilidad extrema, irascibilidad o
intemperancia. 2.- La mera separación de hecho, no constituye motivo provocador
válido para causar en el ánimo del agente una reacción que al menos explique- desde
el punto de vista subjetivo- que el mismo actuó como lo hizo a causa que sus frenos
inhibitorios se hallaban desbordados, no habiendo éste invocado en su defensa la
existencia de ninguna actitud provocadora de parte de la víctima que lo haya
impulsado a tomar la decisión que adoptó (darle muerte). 3.- La disminución de la
pena-en el caso de la atenuante- es obligatoria, por cuanto la circunstancia
extraordinaria de atenuación al ser una cuestión de derecho, escapa al poder
discrecional del juzgador, quien en atención al principio de legalidad se halla sometido
a la voluntad de la ley, cuyo respeto deviene a consecuencia que ejerce un poder
deber de ejercicio obligatorio atento a que en nuestro país, de conformidad as la
Constitución Nacional (art. 18), rige el sistema de formulación legal del derecho propio
de todo sistema republicano y democrático de gobierno (C.N., art.5). Así las cosas, se
trata de un derecho del que goza el imputado cuyo respeto se traduce en la correcta
aplicación de la ley al caso concreto.

Texto: SENTENCIA NUMERO: CIENTO ONCE En la ciudad de Córdoba, a nueve


días del mes de setiembre de mil novecientos noventa y nueve, siendo las doce y
treinta horas, se constituyó en audiencia pública la Sala Penal del Tribunal Superior de
Justicia, bajo la Presidencia de la señora Vocal doctora María Esther Cafure de
Battistelli, con asistencia de la señora Vocal doctora Aída Tarditti y del señor Vocal
doctor Luis Enrique Rubio, a los fines de dictar sentencia en los autos "BALMACEDA,
Carlos Alberto p.s.a. de homicidio calificado -RECURSO DE CASACION-" (Expte. "B",
24/98), con motivo del recurso de casación interpuesto por el defensor de Oficio -Dr.
Ricardo A. Py- en contra de la sentencia n° 27, de fecha 24/9/98 dictada por la Cámara
en lo Criminal de la ciudad de Cruz del Eje de esta provincia. Abierto el acto por la
señora Presidenta, se informa que las cuestiones a resolver, son las siguientes: 1)
¿Ha sido erróneamente aplicado el art. 80 inc. 1° del C.P.? 2) ¿En su caso, qué
resolución corresponde dictar? Los señores Vocales emitirán sus votos en el siguiente
orden: Dres. María Esther Cafure de Battistelli, Aída Tarditti y Dr. Luis Enrique Rubio.
LA PRIMERA CUESTION La señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli,
dijo: I. Por sentencia n° 27, de fecha 24/9/98, la Cámara en lo Criminal de la ciudad de
Cruz del Eje de esta Provincia, declaró a Carlos Alberto Balmaceda autor de homicidio
calificado imponiéndole -por mayoría- la pena de prisión perpetua (C.P., arts. 12, 29
inc. 3°, 40, 41, 80 inc. 1°; C.P.P. arts. 550 y 551). II. Invocando el motivo sustancial del
recurso de casación (CPP, art. 468 inc. 2°), el defensor, se agravia de la sentencia a
causa de la errónea aplicación del art. 80 inc. 1° del C.P., toda vez que, la conducta
bajo análisis debió encuadrarse en las circunstancias extraordinarias de atenuación
previstas en la última parte de la norma aludida, que establece una pena de reclusión
o prisión de ocho a veinticinco años. El fundamento del presente agravio, expresa, se
corresponde en un todo con el voto de la minoría (Dr. Landoni), al que reproduce
textualmente, para quien "...en el caso... de acuerdo a los elementos probatorios
incorporados a la causa, las "circunstancias extraordinarias de atenuación" que
motivan la aplicación del último párrafo del art. 80 C.P. se encuentran representadas
en la acreditación de que el matrimonio conformado por el imputado y la víctima se
encontraba desmembrado y a la fecha del evento delictivo los cónyuges estaban
separados de hecho, no cohabitando ni conviviendo bajo el mismo techo, es decir, no
realizando vida marital; en consecuencia, de hecho no existía "matrimonio", no
pudiéndoselos considerar "cónyuges", que resulta en el caso investigado el
presupuesto que califica el homicidio, trasladándose el encuadre a la figura agravada
del art. 80 inc. 1° del C.P....". Luego de valorar la prueba que acredita la separación de
hecho aludida así como circunstancia que los cónyuges habían iniciado un trámite de
divorcio ante los Tribunales, afirma "...no puede soslayarse el análisis de la norma del
art. 80 inc. 1° del C.P., cuya aplicación literal produce efectos discriminatorios que
lesionan valores jurídicos fundamentales, como de equidad y justicia. No escapa a
nuestra observación cotidiana de la realidad social que existe un gran porcentaje de
parejas, que no ha efectuado el trámite administrativo del matrimonio civil, pero que
llevan una vida marital en común, compartiendo habitación bienes y crianza de los
hijos, dándose esta situación con mayor asiduidad en la humilde clase social a la que
pertenecen los protagonistas del desgraciado suceso motivo de éste juicio... Al incluir
el instituto del matrimonio civil, con la expresión "cónyuge" (inc. 1° del art. 80 C.P.), un
vínculo que no es de sangre, como causal o motivo calificante, la ley discrimina a los
ciudadanos que han "legalizado su situación", según la popular expresión,
penalizándolos por haberse constituido por imperio de ese trámite en cónyuges, con
mayor severidad por aplicación de una figura agravada. Por el contrario no resulta
pasible de aplicársele el agravante al que mata a su pareja con quien efectúa vida
marital, pero que no han contraído matrimonio, por considerarse a esas uniones como
concubinatos..." Después de hacer referencia a otros argumentos, precisa el
impugnante, concluye el voto aludido propiciando la aplicación del último párrafo del
art. 80 del C.P. efectuando para ello "...una interpretación práctica y funcional..." de la
norma en cuestión. En abono de las razones expuestas, sostiene, debe destacarse le
hecho que en las dos primeras hipótesis del inc. 1° del art. 80 C.P., se daría una
situación que se compadece con la ahora propugnada, pues, la figura no agrava el
homicidio entre padre o hijo adoptivos impidiendo su aplicación por no existir un
vínculo de sangre, teniendo "tan solo un vínculo meramente legal" (cfr. fs. 229 vta. "in
fine", 230). En el caso de la agravante por ser la víctima "cónyuge" del victimario, la
misma se funda en el menosprecio del respeto que se deben mutuamente los
cónyuges (cfr. Núñez), quedando claro que la razón está dada en la especial
vinculación que los une entre sí, lo que no ocurre en el caso sometido a estudio. Cita
en respaldo de la postura invocada jurisprudencia de la Cámara del Crimen de San
Rafael, Pcia. Mendoza, de fecha 22/11/91 (cfr. fs. 230 vta.). III. A fs. 243/245, obra el
informe del querellante particular, quien opina en relación al presente agravio, debe
ser rechazado sustancialmente por las mismas razones jurídicas, expuestas por la
mayoría. IV.1. A los fines de centrar el tema en cuestión, cabe destacar que está fuera
de discusión, la circunstancia que el acusado Carlos Alberto Balmaceda dio muerte a
su cónyuge, encontrándose subsistente al momento del suceso el vínculo matrimonial
que los unía, no obstante que los mismos no cohabitaban por hallarse separados de
hecho, circunstancia que ocurría desde un tiempo aproximado de 4 meses. Es decir, lo
que es objeto de estudio en la presente cuestión, es establecer si la separación de
hecho antes aludida, la no convivencia bajo un mismo techo o la no cohabitación,
constituye una circunstancia extraordinaria de atenuación, de las previstas en el último
párrafo del art. 80 C.P. introducido por la ley 21.338 -que proviene de la ley 17.567/67-
y que al ser ratificado por ley 23.077 (B.O., 27/8/84), se mantiene vigente. 2. El art. 80
último párrafo expresa: Cuando en el caso del inc. 1° de este artículo, mediaren
circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión
de ocho a veinticinco años. Debe ponerse de manifiesto, como se dijo, que el párrafo
aludido, fue incorporado por la ley 17.567/67 -con aplicación exclusiva respecto al
parricidio (C.P. art. 80 inc. 1°)- que tuvo como propósito librar al juez del estrechísimo
marco constituido por las dos penas perpetuas, las que para determinados casos se
podrían tornar injustas (cfr. Della Vedova, Mario, "Estudios de las figuras delictivas", T.
I., p. 54, Ed. Advocatus, Cba. junio 1994). Lo dicho se extrae de la propia Exposición
de Motivos, en la que los miembros de la Comisión de Reformas, al proponerla dijeron:
"Determinamos una escala penal alternativa, igual a la del homicidio simple, para el
caso de homicidio de parientes, cuando mediaren circunstancias extraordinarias de
atenuación (no comprendidas como emoción violenta) porque la práctica judicial ha
puesto en evidencia, para este caso, la inconveniencia de una pena fija". Como se
advierte, dada la redacción de la norma, la ley 17.567 no ha precisado cuáles son las
causas capaces de producir tal consecuencia (atenuación de la pena), sino que el
legislador ha optado por valerse de una fórmula genérica. Al respecto Laje Anaya
explica que tal fórmula ha tenido como fin el "...evitar posibles omisiones que
resultarían de haber empleado el método casuístico y también para advertir que no
cualquier suceso grave, por grave que sea lleva al beneficio acordado. En otras
palabras -concluye- la ley quiere contemplar situaciones contemplables, pero de
ninguna manera quiere dejar sin contenido a la figura del inc. 1° de este art. 80" (Laje
Anaya, Justo, "Uxoricidio provocado como circunstancia extraordinaria de atenuación",
nota a fallo, J.A. abril-junio 1970, p. 673). Queda por interrogarse entonces, cuáles son
aquéllas circunstancias a las que apunta la ley. Como argumento de referencia,
téngase presente, que el fundamento de la disminución de la pena debe hallarse en la
menor culpabilidad del agente, la que tendrá relación directa con determinadas
circunstancias. Se puede vislumbrar con lo dicho, que las circunstancias a las que
alude la ley, se traducen en uno o más hechos (actos u omisiones) -que sin llegar a
emocionar violentamente- impacten en el ánimo del victimario generando como
reacción su conducta homicida. Es decir, "...el autor tiene que haber sido impulsado al
homicidio calificado por el vínculo... por un hecho, una causa motor hacia el crimen, de
poder excepcional con arreglo a las circunstancias preexistentes o concomitantes al
delito" (Núñez, Ricardo, ob. cit.; Laje Anaya, Justo, pub. cit., p. 675; Creus, Carlos,
"Derecho Penal", Parte Especial, T. I, 4a edición, p. 16, Ed. Astrea 1993; Della
Vedova, Ob cit. p. 55) sin llegar a emocionarlo violentamente. De la interpretación de
la fórmula, en primer lugar, se extrae que al igual que la emoción violenta (prevista
para el parricidio en el art. 82 del C.P.), las circunstancias captadas por esta atenuante
tienen naturaleza subjetiva (cfr. Núñez, Ricardo C., "Análisis de la ley 21.338.
Reformas a la Parte especial del Código", p. 10, Ed. Lerner Cba., 1976; Laje Anaya,
Justo, pub. cit., J.A. p. 675; Della Vedova, Mario, ob. cit., p. 55; ). Ahora, en cuanto al
carácter extraordinario que la ley impone como exigencia a tales circunstancias, tanto
la doctrina como la jurisprudencia son contestes en reconocer que, con ello a lo que ha
apuntado el legislador es que el hecho o conjunto de hechos tengan idoneidad como
hecho provocador en la persona del autor. Entonces, conforme a lo hasta ahora
expuesto, somos contestes en afirmar con Laje Anaya, que el fundamento de la
atenuante debe buscarse en la calidad de los motivos que determinan una razonable o
comprensible disminución de los respetos hacia el vínculo de sangre, o a la calidad de
cónyuge, razonabilidad que encuentra su génesis fuera del propio individuo (Laje
Anaya, J.A. 1968-V-819, y "Uxoricidio provocado como circunstancia extraordinaria de
atenuación", J.A., 1970-6-673. Punto de vista seguido por López Bolado, "Los
homicidios calificados", p. 66, Ed. Plus Ultra, Bs. As., 1975; Cfr. Cám. Penal Mercedes,
J.A. 1968-V-392; Cám. 4a. Crim. Cba., J.A., 1970-6-673). El hecho provocador, puede
tener dos fuentes distintas de producción, esto es, cuando halla su origen en una
actitud (o pluralidad de actitudes), llevada a cabo por la propia víctima, o en un estado
o situación de desgracia que determina que uno o ambos sean víctimas de su propio
estado o situación personal (cfr. Núñez, Ricardo, ob. cit. p. 10; Laje Anaya, Justo
"Comentarios al Código Penal" Parte Especial, V. I, p. 28, Ed. Depalma, 1978). En
cuanto a la primera, a modo de ejemplo puede consistir en: "...graves y lacerantes
agravios de distinta índole" (CNCC., 11/3/1969, ED. t. 31, fallo n° 15.664); o "la
conducta de la víctima que, embriagada y haciendo dejación de elementales deberes
de esposa y madre, culmina con una agresión de hecho" contra el autor (Cám. de
Apel. en lo Penal de Mercedes, 20/4/1968, La Ley, t. 139, fallo n° 60.195; o "la
reacción ulterior de la esposa embarazada, que es buena esposa y madre, frente a un
acto de infidelidad del esposo" (Cám. 4a. C.y C. Cba., 20/3/1970, D.J.A., 4/6/70, fallo
1963, con nota a favor de Laje Anaya). Va de suyo remarcar, que la conducta de la
víctima, debe constituir el motivo de tal toma de decisión por parte del victimario,
debiendo éste ser ajeno a la razón de aquélla, no siendo exigible que la misma se
exteriorice en forma automática o inmediata, por cuanto de lo contrario el derecho
estaría premiando la espontaneidad en la conducta delictiva y castigando a aquél que
luego de batallar con lo que su conciencia le prohibe, termina siendo vencido por el
impacto emocional producido a causa del acto provocador (cfr. Laje Anaya, J.A. nota a
fallo p. 675). En el segundo de los casos, a modo de ejemplo se puede mencionar: "la
larga y penosa enfermedad de la hija (una criatura), que el autor cree sin remedio, y
las graves dificultades habidas entre él y su compañera, madre de la criatura (CN.C.C,
28/10/1969, La Ley, 137, fallo 64.521) etc.. Comprende el caso del homicidio por
piedad, que puede ser pedido o no por la víctima, en cuyo caso será necesario que la
esta padezca sufrimientos, a raíz de una enfermedad grave e incurable que no
desemboca en una muerte más o menos próxima, y que el autor se mueva por un
sentimiento de piedad para evitarle mayores sufrimientos (cfr. Laje Anaya,
Comentarios I, p. 27/28; Núñez, Ricardo, ob. cit. p. 10; Creus, ob. cit., p. 16). Es decir,
en ambos casos debe estarse al análisis de las consecuencias o efectos de la
circunstancia extraordinaria en el ánimo del autor, siendo obvio que no se hallará
beneficiado en este sentido aquél cuya conducta sea producto de la inestabilidad
emocional, susceptibilidad extrema, irascibilidad o intemperancia (cfr. Carrera, Daniel
P. "¿Las circunstancias extraordinarias de atenuación -art. 80 últ. párr. C.P.-
comprenden el hecho del intemperante? Nota a fallo, S.J. n° 936, p. 517). Finalmente,
debe repararse en el hecho que la doctrina no es pacífica respecto a si la disminución
de la pena -en el caso de la atenuante- es o no obligatoria para el juez. Núñez, se
pronuncia por la postura negativa por cuanto la propia ley se vale de la fórmula "podrá"
lo que importa reconocer que se trata de una facultad, teniendo a la atenuante como
una cuestión de derecho (Núñez, Ricardo, ob. cit. p. 11), en tanto para Laje Anaya,
constituye una obligación resultante de la correcta aplicación de la ley (cfr. Laje Anaya,
Justo "Homicidio calificado por el vínculo y circunstancias extraordinarias de
atenuación", J.A., Doctrina, 1968 -V-824, nota 42). Coincido con el último autor citado,
por cuanto la circunstancia extraordinaria de atenuación -como el propio Núñez
sostiene- al ser una cuestión de derecho, escapa al poder discrecional del juzgador,
quien en atención al principio de legalidad se halla sometido a la voluntad de la ley,
cuyo respeto deviene a consecuencia que ejerce un poder deber de ejercicio
obligatorio atento a que en nuestro país, de conformidad a la Constitución Nacional
(art. 18), rige el sistema de formulación legal del derecho propio de todo sistema
republicano y democrático de gobierno (C.N., art. 5). Así las cosas, se trata de un
derecho del que goza el imputado cuyo respeto se traduce en la correcta aplicación de
la ley al caso concreto. 3. Atento a las razones expuestas, la respuesta a la presente
cuestión se torna negativa. Efectivamente, el hecho tenido por acreditado consistió:
Con fecha 29 de julio de 1997, entre las dieciocho hs. y las dieciocho hs. con diez
minutos, en la garita de la parada de colectivos urbanos ubicada en la esquina de ruta
nacional 38 y calle Las Américas, a un costado del cementerio de la localidad de Valle
Hermoso, Dpto. Punilla de esta Provincia, se encontraba Ercilia del Valle Aleandro
esperando abordar un transporte de pasajeros. En esos momentos se hizo presente
su marido Carlos Alberto Balmaceda quien, por motivos que no se han podido
determinar, efectuó un disparo con un revólver sin marca visible calibre 38 n° 16.143,
provocándole traumatismo cráneo encefálico que terminó con la vida de su esposa
(cfr. 218 vta). Como se advierte, en el caso de autos, no se está en presencia de una
circunstancia extraordinaria de atenuación, dado que la mera separación de hecho, no
constituye motivo provocador válido para causar en el ánimo del agente una reacción
que al menos explique -desde el punto de vista subjetivo- que el mismo actuó como lo
hizo a causa que sus frenos inhibitorios se hallaban desbordados, no habiendo éste
invocado en su defensa la existencia de ninguna actitud provocadora de parte de la
víctima que lo haya, insisto, impulsado a tomar la decisión que adoptó (darle muerte).
Súmese a lo dicho, otro dato de importancia que es resaltado por el Sentenciante, esto
es, que Balmaceda actuó como lo hizo encontrándose en un estado de exaltación y
rencor propio de su intemperancia, al ver que su mujer había decidido poco tiempo
antes (marzo de 1997) dejar el hogar conyugal en vista que las golpizas y malos tratos
de la que era víctima (fs. 219 vta.), actitudes que no son justificables como soporte de
las circunstancias extraordinarias de atenuación conforme lo anteriormente dicho. Voto
en sentido negativo. La Señora Vocal Dra Aída Tarditti, dijo: La señora Vocal Dra.
María Esther Cafure de Battistelli, da, a mi juicio, las razones necesarias que deciden
correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero a su voto, expidiéndome en igual
sentido. El Sr. Vocal Dr. Luis Enrique Rubio, dijo: Estimo correcta la solución que da la
señora Vocal Dra. María Esther Cafure de Battistelli, por lo que, adhiero a la misma en
un todo, votando, en consecuencia, de igual forma. A LA SEGUNDA CUESTION: La
señora Vocal doctora María Esther Cafure de Battistelli, dijo: 1. Conforme he
respondido la cuestión precedente, y atento el resultado de los votos emitidos,
corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto por defensor el de oficio Dr.
Ricardo Py a favor del imputado Carlos Alberto Balmaceda; con costas (C.P.P. arts.
550/551). 2. Corresponde que me expida en relación a la regulación de honorarios
correspondientes al informe presentado por el querellante particular (fs. 243/245). Al
respecto debe destacarse que su presentación resultó parcialmente eficaz (art. 36, inc.
1°, ley 8226). Ello atento a que como surge del auto n° de fecha /9/99, en relación al
segundo agravio, se pronunció por su inadmisibilidad formal existiendo entre los
argumentos invocados coincidencia con una de las razones por la que este Tribunal
arribó a la misma conclusión (C.P.P. art. 455 segundo párrafo). En cuanto al primero
de los agravios, se pronunció, por su rechazo sustancial haciendo suyos los
argumentos de la mayoría, lo que resulta coincidente con la solución arribada en
autos. Siendo el informe un acto procesal que no queda atrapado por la disposición del
artículo 89 de la citada ley -al no tratarse de un recurso- así como por ninguna otra en
particular, debe estarse a dispuesto por el art. 34 "in fine" (cualquier acto procesal), por
lo que estimo justo fijar la regulación del honorario profesional del informante -Dr. Luis
Guillermo Piergiovanni- en la suma 25 jus, por sus trabajos profesionales en esta
Sede, en su carácter de responsable inscripto, con más el porcentaje que el
profesional deba tributar como impuesto al valor agregado (ley 8226, arts. 14, 25, 25
bis, 34 y 36 y su complementaria ley 8304). Así voto. La Señora Vocal Dra Aída
Tarditti, dijo: La señora Vocal Dra. María Esther Cafure de Battistelli, da, a mi juicio, las
razones necesarias que deciden correctamente la presente cuestión. Por ello adhiero
a su voto, expidiéndome en igual sentido. El Sr. Vocal Dr. Luis Enrique Rubio, dijo:
Estimo correcta la solución que da la señora Vocal Dra. María Esther Cafure de
Battistelli, por lo que, adhiero a la misma en un todo, votando, en consecuencia, de
igual forma. En este estado, el Tribunal Superior de Justicia, por intermedio de la Sala
Penal; RESUELVE: 1. Rechazar el recurso de casación deducido en autos; con costas
(C.P.P. arts. 550/551). 2. Regular el honorario profesional del Dr. Luis Guillermo
Piergiovanni en 25 jus, por sus trabajos realizados en esta sede, en su caracter de
responsable inscripto, con más el porcentaje que el profesional deba tributar como
impuesto al valor agregado (ley 8226, art. 14, 25, 25 bis, 34 y 36 y su complementaria
ley 8304). Con lo que terminó el acto, que previa lectura y ratificación que se dio por la
señora Presidenta en la Sala de Audiencias, firman ésta y los señores Vocales, todo
por ante mí, el Secretario, de lo que doy fe.

Resol. Serie “B” Nº 314


En la Ciudad de Santiago del Estero, a los dieciséis días del mes de octubre del año
dos mil siete, la Sala Criminal, Laboral y Minas del Excmo. Superior Tribunal de
Justicia, integrada por el Dr. Armando Lionel Suarez, como Presidente, y los Dres.
Raúl Alberto Juárez Carol y Eduardo José Ramón Llugdar, como Vocales y, a los
efectos del art. 188 de la Constitución Provincial, con los Dres. Sebastián Diego
Argibay y Roberto Osvaldo Encalada, asistidos por la Secretaria Judicial Autorizante,
Dra. Isabel Mercedes Sonzini de Vittar, a los efectos de resolver el recurso interpuesto
contra la resolución de fs. 246/260 del Expte. Nº 16.026 – Año 2006 – caratulado: “G.
M.Á. s.d. Homicidio Doblemente Calificado por el Vínculo y con Alevosía e.p. de M. E.
B.– Casación Criminal”. Establecido el orden para que los Sres. Vocales emitan su
voto, resultó designado para hacerlo en primer término el Dr. Armando Lionel Suarez,
y en segundo y tercer lugar, los Dres. Raúl Alberto Juárez Carol y Eduardo José
Ramón Llugdar respectivamente; y a los efectos del art. 188 de la Constitución
Provincial, los Dres. Sebastián Diego Argibay y Roberto Osvaldo Encalada.
El Sr. Vocal, Dr. Armando Lionel Suarez dijo:
Y Vistos : para resolver los autos del epígrafe. Y Considerando: I) Que a fs. 261 a 267,
la defensa técnica del encartado M.Á. G., interpone formal recurso de casación en
contra de la sentencia de fecha 8 de Septiembre de 2006 que obra a fs. 246/260
dictada por la Cámara de Juicio Oral de 2º Nominación, en virtud de la cual, se ha
condenado al encartado M.Á. G., a la pena de 20 años de prisión como autor
responsable del delito de Homicidio calificado por el vínculo (art. 80 inc. 1º, en función
del último párrafo del Código Penal), por mediar circunstancias extraordinarias de
atenuación e. p. de E. B. M. II) Concedido el recurso planteado por resolución de fecha
5/10/2006 de fs. 269, el Sr. Fiscal General de éste Superior Tribunal se expide a fs.
275 a 277 y ordenada la audiencia prevista por el Art. 418 del C. P. C. y C., sin
haberse llevado a cabo la misma por ausencia de las partes, la presente cuestión se
encuentra en condiciones de ser tratada. III) Los agravios invocados por el recurrente,
señalan, que el tribunal a-quo ha incurrido en una errónea aplicación del derecho, por
condenar al encartado G. a la pena de veinte años de prisión, como autor responsable
del delito de homicidio calificado por el vínculo conforme art. 80 inc. 1º, en función del
último párrafo del Código Penal, cuando en su lugar debió encuadrar la conducta de
su defendido en las predicciones del art. 81 inc. 1 del mismo cuerpo legal, por cuanto,
sostiene la defensa, el encausado actuó en un estado de emoción violenta. Así,
expresa, la errónea aplicación del derecho sustantivo se debe a una interpretación
parcializada de los medios de prueba. Reitera fundamentos enunciados por el tribunal
en el fallo, y manifiesta que ése Órgano Jurisdiccional tiene por “acaecidos hechos que
implican una hipérbole intelectual que le permiten sortear los resultados a que lo
llevaría a una recta aplicación de los principios fundamentales de la lógica, psicología
y experiencia”. Asimismo, manifiesta, que la Cámara incurre en un error en la
aplicación de la ley penal mediante “una interpretación o utilización arbitraria de la
fuente de convencimiento, y conduce a la falta de motivación de la sentencia”. Enuncia
que, el tribunal de grado ha omitido en el veredicto que cuestiona, advertir en los
elementos subjetivos, como la educación, costumbres y conducta del encartado. IV)
Analizados los agravios esgrimidos, corresponde a ésta Sala abordar la cuestión
deducida, sin relegar el razonamiento a seguir respecto a los hechos y pruebas
desarrolladas en el debate, conforme art. 8, inc. 2º apartado “h” del Pacto de San José
de Costa Rica y receptado por sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
dictada en autos: C.1757. XL. “Casal, Matías Eugenio y Otros s/ Robo Simple en
Grado de Tentativa”, causa N ° 1681- , que estableció el alcance del recurso de
casación, donde autoriza una revisión amplia de todas las cuestiones debatidas y
analizadas por el tribunal inferior. Ello así, el recurso deducido por la defensa, acusa
en la sentencia que ataca, una errónea aplicación del derecho y en consecuencia, una
interpretación parcializada de los medios de prueba, por cuanto considera que, en la
merituación de los elementos de convicción colectados por la instrucción y en el
debate, el tribunal a-quo ha incurrido en una manifiesta violación de las normas que
rigen la lógica, la coherencia y la experiencia. V) Corresponde advertir en ésta
instancia, que concurren los presupuestos necesarios que permiten admitir
formalmente el recurso impetrado respecto de la condena impuesta a M.Á. G. En
principio, es conveniente expresar que la figura legal enunciada en el art. 80, inc. 1 del
Código Penal, califica o agrava el homicidio (simple), y en el inc. 1º, precisamente, la
norma jurídica refiere al vínculo de parentesco o de sangre para encuadrar la conducta
delictiva. Así, la sentencia que se ataca, condena al encartado a 20 años de prisión
como autor responsable del delito de homicidio calificado por el vínculo. Acorde al fallo
criticado, la Doctrina en éste sentido ha dicho: “La ratio iuris de la agravante del
homicidio en el que la víctima es uno de los familiares a los que la ley presume iuris
tantum que se les debe respeto particular, es el menosprecio al vínculo de sangre que
une a la víctima con el victimario, la carencia de sentimientos primarios y la mayor
peligrosidad, y según Carlos Parma, siguiendo a Núñez, la violación de deberes de
respeto y protección” - Figari, Rubén. „Casuística Penal', Ediciones Jurídicas Cuyo,
Mza-. VI) En el caso que nos ocupa, la condena impuesta al encausado es aplicada en
función al último párrafo del art. 80 del Código Penal, es decir, atento a “circunstancias
extraordinarias de atenuación”, que expresamente la regla jurídica citada pauta para el
homicidio calificado por el vínculo, al ascendiente, descendiente o cónyuge y en virtud
de la cual, reduce la temporalidad de la pena de prisión o reclusión perpetua a 8 y 25
años. De éste modo, el tribunal sentenciante, tuvo en consideración éstas
circunstancias extraordinarias de atenuación, fundadas en la separación que el
encausado y la víctima tenían al momento del hecho fatídico, por lo que, el fallo
criticado, basa la condena impuesta en presupuestos fácticos determinantes, tales
como: la no convivencia de la pareja (separación de hecho), las desavenencias entre
la víctima y el autor, la intención de G. de recomponer la relación con su esposa y la
sospecha de éste de la existencia de una relación de la víctima con un tercero. La
Jurisprudencia, en éste sentido ha dicho: “Median las “circunstancias extraordinarias
de atenuación”, previstas en el último párrafo del Art. 80 del Código Penal si en los
hechos la separación entre los cónyuges debilitó la razón de ser de la calificante
basada en el vínculo matrimonial (SCJBA, 31-5-88, P 34955-JUBA-).- “Debe tenerse
por correcta la calificación legal efectuada por el fallo en el sentido de que han
mediado circunstancias extraordinarias de atenuación previstas en la parte final del
Art. 80 del Código Penal al tener por acreditado que el matrimonio entre la víctima y la
procesada no se desarrollaba en condiciones que llevaban al extremo de la
desnaturalización del vínculo en un grado tal que el fundamento en que se apoya la
calificante del inciso 1º de dicha norma aparece en crisis decisiva. Si el recurrente no
logra demostrar lo contrario” (SCJBA, 13-5-97, P 48091 –JUBA- ). “Si bien el vínculo
jurídico que unía al acusado con la víctima se mantenía al tiempo del hecho -de allí
que resulte correcto calificar al mismo dentro de lo dispuesto por el Art. 80, inciso 1º,
Código Penal-La situación de separación de hecho que existía entre ambos y la
desaparición de todo vínculo afectivo matrimonial a que se refiere el perito psicólogo,
llevan a aplicar al caso lo dispuesto por el último párrafo del Art. 80 del código Penal
(C. Penal 3ª de La Plata, sala I, 30-3-93, P.77798, RSD-39-93 -JUBA) - Código Penal
Comentado- Donna-De la Fuente-Mazza-Piña- Tomo II - Rubinzal Culzoni. Pag.78, y
siguientes. Surge así, del cotejo que ésta Sala efectúa del plexo probatorio desplegado
en el curso del proceso, con las propias limitaciones respecto a la inmediatez, oralidad
y publicidad de los actos, que el tribunal a-quo, ha considerado circunstancias de
hecho referentes a: La evaluación psíquica del encartado G., la separación
matrimonial de la víctima con el encausado, la relación sentimental de ésta con el Sr.
O., testimonial de la hija de ambos, F. G., y otras pruebas testimoniales que
complementan e integran las primeras. Asimismo, es categórico señalar que, el
Órgano Jurisdiccional sentenciante, no advierte emoción violenta en la conducta del
encartado G., si bien, menciona la ira o bronca como motivación de su accionar, éstos
estados de ánimo en la persona del autor del delito, distan de la violenta emoción o
emoción violenta necesaria para ser excusable, así, el concepto proporcionado por la
medicina legal respecto a éste estado psíquico dice: “Esta violencia emocional
obnubila u oscurece la conciencia, originando un verdadero estado crepuscular
psíquico. La atención se torna difusa, las imágenes no se fijan, por lo que la memoria
avocativa es incompleta. No todo se olvida; existen siempre islotes mnésicos” e
“islotes amnésicos” respecto de detalles trascendentes vinculados con el hecho clave ”
(Bonett, “Medicina Legal”, segunda edición, p.1475).- La Jurisprudencia, en éste
sentido ha dicho: “La circunstancia de que el individuo, al momento del hecho, se
encuentre en estado de emoción violenta, no alcanza por si sola para constituir el caso
de atenuación previsto por al art. 81 inc. 1 a del CP, sino que además, esa emoción
debe ser excusable en función de las circunstancias particulares del caso. Una cosa
es que el sujeto este emocionado y otra muy distinta es la de que su hecho merezca
ser excusado para constituir el supuesto de atenuación previsto por la norma
sustantiva precitada. La figura atenuada de mención se integra con elementos que, por
agruparlos en algún modo bajo epígrafes, podríamos separar en biológico,
psicológicos y jurídicos. Entre los primeros deben consignarse las alteraciones
corporales que conlleva la emoción violenta, sin que sobre mencionar ahora este tipo
de emoción no es aquella propia y ordinaria de todo ser humano que atraviesa una
circunstancia fuertemente conmovedora. La violenta emoción legalmente consagrada
se caracteriza por una intensísima conmoción del ánimo, que mas allá de inferir en la
acción humana, suele desordenar los comportamientos diluyendo la capacidad
inhibitoria natural de los frenos naturalmente genuinos o culturalmente adquiridos, todo
lo cual se trasunta morfológicamente en cambios físicos del momento, que hacen a la
parte médico corporal (alteraciones del pulso, vista, olor, color de piel, coordinación y
otros). Entre los segundos, aparecen los síntomas psíquicos a partir de los cuales se
producen los desajustes valorativos de la emergencia en relación con el cuadro
circundante vivido y los frenos inhibitorios desacomodados en relación a valores cuya
escala suele volverse ocasionalmente crítica. Entre los terceros, se encuentran todas
las pautas relativas a la excusabilidad y el enfoque jurídico correspondiente. Aquí debe
dejarse en claro que lo excusable se refiere al estado emocional en si como
consecuencia de las circunstancias del suceso en su totalidad. Para que el estallido
emotivo resulte excusable será necesario que el cuadro emocional encuentre
explicación no por la misma conmoción anímica sino por alguna circunstancia de la
que, en el caso , pueda predicarse capacidad generadora de esa excepcional emoción
violenta. Es decir que pueda constatarse la existencia de un hecho de aquellos que en
el acontecer ordinario de las cosas son generadoras de una emoción violenta, esto es,
de una emoción superior a la que de por si es propia de suponer en todo aquel que
mata (Conforme Sala II, sentencia del 23/10/2001 en causa Nº 3.095, “PERTICARARI,
Luis Gregorio s/ Recurso de Casación” (Reg. De sentencia Nº 844/01), en el mismo
sentido sentencia del 9/09/2003 en causa 7150: “Franco; Ángel Omar s/ Recurso de
Casación” (reg. 618/03), idem del 909/2003 en causa 4766: “Figueroa, Mario Robe s/
Recurso de Casación”, (reg. 621/03).- Igualmente, es dable destacar, conclusiones
sobre éste punto expresados por Vicente P. Cabello en su obra “ Psiquiatría Forense
en el Derecho penal, T II-B”, Ed. Hamurabi, Bs. As, 1982, págs. 102- 103 al decir:
“Rabia no es lo mismo que emoción violenta”. “Por si misma la ira es neutra de valor
por lo cual debe someterse a un juicio estimativo de la excusabilidad de las
circunstancias que provocaron su aparición –indignación justo dolor- de no mediar este
requisito podría beneficiarse del privilegio de la figura a los hombres coléricos,
iracundos, intemperantes, violentos o mal educados” – (Conforme Sala II, sentencia
del 11/06/2002 en causa 4340: “Ávalos, Carlos Maria s/ Recurso de Casación”
(registro 334/2002). –Del voto del Dr. Hortel.). Por consiguiente, el tipo legal descrito y
comprendido en la norma jurídica del art. 81 Inc. 1º del Código Penal, no es aplicable a
la cuestión objeto de estudio. VII) Sentadas éstas premisas en referencia a la conducta
del encartado, corresponde concluir que la sentencia venida en casación es ajustada a
derecho y no incurre de manera alguna en vicios que vulneren las normas de
aplicación adjetiva o sustantiva que ameriten su descalificación como acto
jurisdiccional válido. En valor a lo manifestado y al cúmulo de elementos probatorios
evaluados en la sentencia atacada, ésta se presenta como un plexo probatorio válido,
compuesto por datos suficientes para que el juicio concluya en la afirmación de la
responsabilidad criminal del imputado y a la pena impuesta. La valoración de la prueba
que efectúa el a-quo aparece a la luz de las normas procesales pertinentes como
completa, lógica y razonable, conteste con la solución aplicada al pleito, por lo que de
ninguna forma pueden tornarse procedentes los argumentos empleados por el
recurrente. El fallo no es contradictorio en sus consideraciones y se encuentra, en
consecuencia, suficientemente motivado, habiéndose efectuado una correcta
merituación de la prueba que, no evidencian defectos groseros que justifiquen su
impugnación, en razón de no evidenciarse inobservancia legal alguna. El Superior
Tribunal de Justicia de la Provincia, en su anterior integración dijo: “No procede el
recurso de casación si el juzgador ha valorado la prueba arrimada a la causa, y
concluido en adjudicarle al imputado una calificativa legal que no se manifiesta como
irrazonable o contraria a derecho; y si para ello ha recurrido a los poderes
discrecionales que le adjudican soberanía en la interpretación de los hechos sin
incurrir en arbitrariedades o absurdos” (S.T.J. Sgo. del Estero, 20902, S 10-9-99,
“C.T.D.C. s.d. Homicidio Simple e.p. Castillo, Walter J.”).- Asimismo, la actual
integración de éste Superior Tribunal de Justicia manifiesta: “En el escrito recursivo
únicamente se observan discrepancias del recurrente con la valoración de los
elementos de convicción que la Cámara tuvo en cuenta para resolver como lo hizo,
extremo este insuficiente para acreditar la arbitrariedad invocada, ya que dicha
doctrina no tiene por objeto la corrección de fallos que el quejoso estime equivocados
sino que atiende a desaciertos de gravedad extrema” (STJ Santiago del Estero, Sala
Civ. y Com., 13/06/2005, “Santillán, Berta A. s/ Tercería de Dominio en: ¨Acevedo de
Juárez, Nélida c / Navarro, Berta”, LLNOA, Octubre 2005,1219 ) . En consecuencia,
los agravios que estructuran el recurso intentado, deben ser rechazados, en virtud de
que la sentencia venida en casación es ajustada a derecho y no incurre de manera
alguna en vicios que vulneren las normas de aplicación adjetiva o sustantiva, base
requerida en esta instancia extraordinaria. En mérito a todo lo expuesto, jurisprudencia
citada, y oído el Ministerio Público Fiscal, Voto por : I) No hacer lugar al Recurso de
Casación deducido por la defensa de Miguel Ángel Gerez, en consecuencia, II)
Confirmar la sentencia de fecha 8 de Septiembre de 2006 (fs. 246/260), dictada por la
Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Correccional de 2 da. Nominación.
A estas mismas cuestiones, e l Dr. Raúl Alberto Juárez Carol dijo : Que comparte los
argumentos esgrimidos por el Vocal preopinante, Dr. Armando Lionel Suarez ,
emitiendo su voto en idéntico sentido .
A las mismas cuestiones, el Dr. Eduardo José Ramón Llugdar , dijo : Y Vistos : para
resolver los autos del epígrafe. Y Considerando : I) Que la defensa técnica de Miguel
Ángel Gerez, interpone a fs. 261/267, recurso de casación en contra lo decidido por la
sentencia de fecha 8 de Septiembre de 2006, emanada de la Cámara de Juicio Oral
de 2º Nominación, glosada a fs. 246/260. Que el decisorio cuestionado condena a
M.Á. G., a la pena de 20 años de prisión como autor responsable del delito de
Homicidio calificado por el vínculo (art. 80 inc. 1º, en función del último párrafo del
Código Penal), por mediar circunstancias extraordinarias de atenuación e. p. de E. B.
M. II) Que en su memorial de fundamentación, la recurrente se agravia de lo resuelto
por el tribunal de mérito, argumentando errónea aplicación del artículo 80 inc. 1º en
función del último párrafo, e inobservancia del artículo 81 inc. 1º, letra “a”, ambos del
Código Penal. Que también denuncia que el fallo atacado, ha incurrido en vicios de
logicidad, afectando las reglas de la lógica, lo que perjudica de un modo directo la
motivación en cuanto a los hechos, llevando consecuentemente a que la
fundamentación legal a que arribara, para la aplicación de la pena impuesta, no haya
sido la adecuada por apoyarse en antecedentes falsos o alterados en su
interpretación, en relación al voto de la mayoría. III) Que el recurso planteado, es
concedido a fs. 269. A fs. 275/277, emite su dictamen el Sr. Fiscal General de este
Superior Tribunal de Justicia, y ordenada la audiencia contemplada por el art. 418 del
C.P.C.C., no es llevada a cabo por ausencia de las partes, quedando los autos en
estado de dictar sentencia. IV) Que como se manifestara ut-supra, en la presente vía
recursiva, se denuncia cuestiones de derecho, al invocarse la errónea aplicación del
art. 81 inc. 1º, en función del último párrafo del Código Penal, en el hecho en que se
juzgó la responsabilidad penal del encartado G., entendiendo la defensa que en
realidad de los hechos debatidos en el plenario, debió aplicarse el art. 81 inc. 1º letra
“a” del Código Penal, puesto que en el homicidio cometido por su pupilo –del que
resultara víctima su esposa- éste actuó en estado de emoción violenta. Que asimismo,
requiere que éste Tribunal efectúe un control de logicidad en cuanto a la motivación y
fundamentación de la sentencia, ya que considera que ha existido violación a las
reglas de la lógica y se ha afectado las leyes supremas del pensamiento que
gobiernan el sistema de valoración de los elementos que surgen de las constancias de
la causa, como de las pruebas producidas, incurriéndose en arbitrariedad al apoyarse
el voto mayoritario en premisas falsas, o adulterándose la interpretación de los
antecedentes, provocando los vicios denunciados la aplicación errónea de la ley y la
inobservancia de la norma aplicable al caso, conforme la cuestión objeto de
juzgamiento. V) Que como cuestión preliminar, válido es recordar que éste tribunal de
casación, -conforme los precedentes sentados por ésta Sala en las resoluciones Serie
“B” Nº 324 del 02/10/2006; Serie “B” Nº 427 del 13/12/2006; Serie “B” Nº 122 del
09/05/2007, siguiendo los lineamientos trazados por la C.S.J.N. en autos “C.1757XL,
“Casal, Matías Eugenio y Otros s/ Robo Simple en Grado de Tentativa”- debe
apartarse del molde tradicional del recurso en análisis y actuar a modo de un tribunal
de apelación, con las limitaciones y alcances establecidos en los precedentes
mencionados, a efectos de garantizar, el derecho a una doble instancia de
conformidad a lo establecido por el Pacto de San José de Costa Rica. VI) Que en base
a lo expresado, y surgiendo de las quejas vertidas por la defensa en las cuales se
entrelazan cuestiones de derecho y cuestiones fácticas y procedimentales, considero
oportuno abordar en primer lugar las quejas referidas a la segunda, por las cuales se
denuncia arbitrariedad en la sentencia, ello en virtud de las disposiciones contenidas
en la norma ritual –artículo 350 y 425-, por lo que, para el caso de verificarse los vicios
denunciados correspondería la declaración de nulidad del acto jurisdiccional,
debiéndose en consecuencia reenviar la causa para una nueva substanciación del
juicio. Que conforme lo expuesto, la defensa alude a que el tribunal ha dictado una
sentencia inmotivada, en la que no se ha respetado la coherencia y derivación que
imponen los principios lógicos de identidad, contradicción y razón suficiente. Manifiesta
que adolece de un razonamiento armónico que viola el principio de coherencia, como
resultante de ser una decisión incongruente que no guarda una adecuada correlación
y concordancia con los hechos arrimados al proceso, no respetando el fallo objetado el
principio de razón suficiente, toda vez que el razonamiento que efectúa la mayoría no
constituye una derivación razonable de las pruebas y de la sucesión de conclusiones
que en virtud de ellas se vayan determinando, acorde a los principios de la psicología
y la experiencia común y que por cuyo motivo resulta absolutamente arbitraria la
decisión, al deformar las manifestaciones testimoniales, dándole un alcance que no lo
tienen y al afirmar la existencia de situaciones, por la sola mención de las mismas,
cuando la autenticidad y contenido de las pruebas en que se sustentan se
encontraban severamente cuestionadas. Que por razón suficiente en una sentencia,
deben entenderse al requisito que atañe a que ésta es el resultante de conformidad a
las pruebas producidas y que no se ha incurrido en la omisión de valorar prueba
dirimente. Así en éste contexto, siguiendo a Olsen Ghirardi (Lógica del Proceso
Judicial, Pág. 120 y sig. Ed. Lerner), debe entenderse al principio lógico en tratamiento
como la razón o explicación de porque algo es de determinada manera y no de otra; y
en cuanto al fallo recurrido, más allá de su acierto o de su error de apreciación no se
advierte que haya incurrido en los vicios lógicos denunciados en cuanto a la
motivación y fundamentos dados, relacionados con los elementos fácticos y
probatorios validamente incorporados al proceso, argumentos que resultan lo
suficientemente razonables para sostener lo resuelto en la sentencia, reitero, más allá
de que pudiera haberse incurrido o no en algún error de apreciación –lo que será
materia de análisis a posteriori-, los que en el supuesto de verificarse, de ninguna
manera podrán calificarse de arbitrarios, con la entidad suficiente para descalificarlo
como acto jurisdiccional válido. Que lo expresado encuentra su sustento en que, no
existen diferencias entre los operadores jurídicos –acusación, defensa, y tribunal- en
cuanto a la existencia del hecho motivador –homicidio e.p. de Erminia Maldonado,
esposa del encartado-, ni en la identificación del autor del ilícito penal –M. A. G.-;
existiendo discrepancia en cuanto a la norma punitiva aplicable, debido a distinta
interpretación de las pruebas rendidas en el debate que directamente inciden en la
aplicación de la efectivamente dada por el tribunal y de la que pretende la defensa.
Que en función de lo expresado, el presente recurso de casación no puede prosperar
ya que el fallo cuestionado no sólo ha superado el test de logicidad, sino que además,
ha aplicado la norma penal que más se adecua al hecho juzgado, de conformidad a
las constancias incorporadas en la causa, cuestiones que serán materia de abordaje
en los considerandos posteriores. VII) Que la recurrente pretende la aplicación del Art.
81 Inc.1º “a” del Código Penal, a los fines de la fijación de la pena para su defendido,
en el entendimiento que obró en un estado de emoción violenta, por lo que considera
errónea la aplicación del art. 80 inc. 1º en función del último párrafo de la ley de fondo,
por la que se le impuso la pena de 20 años de prisión por la muerte de su esposa E. B.
M., al considerar la casacionista que no se tuvo en cuenta circunstancias precedentes
de persona, tiempo y lugar en que se desarrollaron los hechos, como ser las
condiciones personales del procesado, obrero forestal que trabajaba desde los 14
años en tan ruda actividad, su escasa instrucción, los largos períodos que pasaba
alejado de su casa, el hecho de que siempre aguantaba callado y nunca habló con
nadie de los problemas familiares, el mal trato dado por la víctima, y lo manifestado
por los hijos menores que se encontraban en el lugar, de que ese día desconocían a
su papá, en relación con el estado en que lo vieron al momento de producirse el hecho
y cuando su madre le dijo que estaba con otro hombre. Además, afirma la defensa,
ante la escasez de prueba producida en la instrucción, debe ser creíble lo declarado
por G., de cuyos dichos se desprende que, sus frenos inhibitorios no funcionaron y
pudo mas la emoción violenta que lo embargo, no sabiendo como ocurrieron los
hechos. Que tampoco existe el alegado golpe en la cabeza de la víctima, ya que el
que da cuenta el informe de autopsia de fs. 49, para la defensa es con seguridad
producto de su caída al piso, surgiendo ello del testimonio del Dr. R. durante el
plenario a fs. 217. Que de la síntesis de lo argumentado por la defensa y abordando la
revisión de lo valorado por el tribunal de mérito; en cuanto al primer agravio
mencionado relacionado a las circunstancias personales del acusado, si bien no
existió un abordaje completo en el voto mayoritario al respecto, es de tener en cuenta
que lo que la defensa pretende es el reconocimiento del estado psicológico del autor
material del ilícito que permitan encuadrarlo para su punición, en la figura atenuada del
homicidio en estado de emoción violenta por sobre las circunstancias extraordinarias
de atenuación prevista por la última parte del art. 80 del Código Penal, en relación al
parricidio, por lo que si bien las circunstancias personales del agresor puede tener su
importancia, esta no es determinante en la calificativa de los tipos penales bajo
análisis, ya que resulta de mayor relevancia en las cuestiones traídas como pretensión
recursiva el abordamiento del elemento subjetivo en cuanto a la simultaneidad de la
existencia de una perturbación anímica conmocionante al momento del hecho;
además, -tanto en una como otra postura- resulta imprescindible que el factor
desencadenante de dicha afectación psíquica, sea resultado de una motivación o
estímulo externo, de carácter objetivo, con entidad suficiente, la que medida en su
gravedad haga adecuada la aplicación de una u otra de las figuras penales atenuadas
en discusión. De ello se deduce que si bien la personalidad del sujeto activo puede
integrar las circunstancias configurantes de la emoción violenta, de ningún modo
puede admitirse que necesariamente, esta sea condicionante, al extremo de ser factor
generador de la excusabilidad legal pretendida. Que en el análisis de la segunda
cuestión, en el fallo impugnado, se desprende que las consideraciones efectuadas en
el voto de la mayoría, son los suficientemente razonables, en cuanto a su justificación
argumentativa de la fundamentación de la figura penal y condena impuesta al
procesado, que lleva a establecer la exclusión de la emoción violenta, sin descartar la
existencia de circunstancias preexistentes o concomitantes al delito que permite
encuadrar la conducta del enjuiciado en la figura penal contemplada por el art. 80 in
fine del Código penal, ya que, conforme lo ha sentado la jurisprudencia en criterio que
se comparte, “ las circunstancias extraordinarias de atenuación son todas aquellas que
permiten por su génesis, ser determinadoras de un estado de emoción violenta
excusable, estado que al no manifestarse en su consistencia e intensidad, lo excluyen
e impiden su aplicación. Lo que falta es la emoción violenta; lo presente son las
circunstancias extraordinarias que, de producirse, la hubieran justificado”
(CNCas.Pen., Sala I, 21-08-1996; 1996-II-LL - Laje Anaya, "Homicidio Calificado por el
Vínculo y Circunstancias Extraordinarias de Atenuación", J.A., 1968- V., pág. 827 ).
Que el precedente jurisprudencial citado, es perfectamente aplicable al caso bajo
estudio, ya que en esa línea trasunta la argumentación del tribunal de juicio, para
aplicar una figura penal, por sobre la pretendida por la defensa, y sus conclusiones,
son acordes a las circunstancias fácticas resultantes de la actividad probatoria
desplegada en la causa, y las constancias del expediente válidamente incorporadas,
las que conforman la realidad contextual, sobre la que el juzgador debe alcanzar la
certeza jurídica suficiente para sentenciar. Que incluso, aunque nos atuviésemos a la
versión de los hechos, dada por el procesado en el juico –fs. 221 vta./223vta.- de las
circunstancias establecidas no se manifiesta la solidez y fuerza necesaria para tener
por acreditado un estado de emoción violenta, y ello tiene sustento, cuando G. afirma
que con anterioridad (varias semanas antes del hecho, tuvo conocimiento de la
relación de su esposa con O., primero, por haberla seguido hasta la casa de éste, e
incluso en ese momento llega a reprocharle a la víctima que había descubierto cual
era la causa del problema de la separación y el hecho de que no se lo había
mencionado. A los pocos días, confirma la relación sentimental extramatrimonial al
mantener una conversación con O., esto ocurre una semana antes de producido el
hecho de sangre, surgiendo además, que durante su transcurso, mantuvo varias
conversaciones con la occisa. En otras palabras, el encartado ya tenia conciencia de
la infidelidad de su esposa con antelación suficiente, y sin embargo, en las
conversaciones posteriores sostenidas con ésta, nunca manifestó circunstancias que
permitan translucir estados de intensa conmoción anímica afectiva, sino hasta el día
del hecho cuando según sus dichos, su esposa le manifestó que los hijos no eran
suyos, por lo que tampoco existe una clara reacción inmediata entre la ofensa y la
vindicación, por más que manifieste haberlo hecho por sus hijos; es más, esta última
afirmación –todo conforme a la manifestación unilateral del acusado- deja advertir que
incluso el homicida tenía claro el móvil de su conducta. Aparte de ello, del relato de G.,
al evocar los hechos desencadenantes del homicidio, no trasunta ser fragmentario o
parcelario, del tipo amnésico, característico del estado de shock emotivo propio de la
emoción violenta, ya que alude a que solo no se acuerda del momento en que clava el
cuchillo en el cuerpo de la víctima, pero si relata con total claridad y firmeza, e incluso
en detalle, lo acontecido instantes previos y posteriores al hecho, -durante el plenario-
declaración que acontece a dos años del hecho. Ello es corroborado con los informes
médico-legales –fs. 116 y 117- y lo testimoniado por la Dras. Smith y Auatt –fs.
quienes produjeron los informes a fs. 217 y 221 respectivamente- que permite inferir
una perturbación psicológica al momento del hecho, es cierto, pero no de la
envergadura requerida o magnitud tal, que bloque o anule en forma grave la
conciencia, que lleve a perder los frenos inhibitorios. Que coincidiendo con lo
establecido en el fallo recurrido, considero que si el procesado, relató en la audiencia
de juicio por primera vez en el proceso, en forma pormenorizada y lucida hechos
incluso anteriores y posteriores en relación al momento de consumación del delito, no
puede ser encuadrado en la atenuante de emoción violenta, puesto que en realidad las
circunstancias a tener en cuenta para la aplicación de la figura penal aludida son, más
que el homicidio en si, las circunstancias que lo rodean a la figura penal cuya
aplicación se pretende. En el sentido señalado cabe citar lo manifestado por G. en la
audiencia de juicio, a fs. 222 vta.: “… no siente que sus hijos hayan gritado ni nada, no
los ve a ellos, ya se encuentra cuando estaba sobre ella y sale caminando a su casa,
donde se lava la cara y pensaba en sus hijos y después va a la policía… hace una
semana que había hablado con L. O. Cuando vuelve a su casa, se lava la cara y
empieza a pensar lo que había hecho, lo que había pasado…” (sic), lo que aleja aun
más la hipótesis de emoción violenta. En cuanto al agravio relacionado a que el
tribunal no consideró lo testimoniado por el Dr. Ramírez, médico forense que practicó
la autopsia, durante el plenario en relación al golpe en la cabeza que presentaba la
víctima, ello carece de relevancia, atento a la contundencia de la conclusión médico
legal a fs. 50 que establece que: “ ...surge claramente que la occisa que en vida se
llamara M., E. B., tuvo como causa médica de muerte, traumatismos torácicos abiertos
por heridas de arma blanca” . VIII) Que por último, conforme se expresó, lo razonado
por el voto mayoritario del tribunal a quo, no vislumbra apartamento de las
conclusiones de las pruebas médicas-psicológicas obrantes, como de lo testimoniado
por las expertas; y teniendo presente que lo referente a la determinación del estado
emocional del agresor se encuentra reservado al tribunal, corresponde confirmar la
sentencia venida en casación, en razón de lo motivos dados. En mérito a todo lo
expuesto, jurisprudencia citada, y oído el Ministerio Público Fiscal. Voto por : I) No
hacer lugar al Recurso de Casación deducido por la defensa de M.Á. G., en
consecuencia, II) Confirmar la sentencia de fecha 8 de Septiembre de 2006 (fs.
246/260), dictada por la Cámara de Juicio Oral en lo Criminal y Correccional de 2 da.
Nominación. Con lo que se dió por terminado el Acto, firmando los Sres. Vocales, por
ante mí, que doy fe. Fdo: Armando Lionel Suarez - Raúl Alberto Juárez Carol -
Eduardo José Ramón Llugdar - Ante mí: Dra. Isabel M. Sonzini de Vittar - Secretaria
Judicial Autorizante - Es copia fiel del original, doy fe.
Santiago del Estero, dieciséis de octubre del año dos mil siete.-
En mérito al resultado de la votación que antecede, la Sala Criminal, Laboral y Minas
del Excmo. Superior Tribunal de Justicia, Resuelve : I) No hacer lugar al Recurso de
Casación deducido por la defensa de M.Á. G., en consecuencia, II) Confirmar la
sentencia de fecha 8 de Septiembre de 2006 (fs. 246/260), dictada por la Cámara de
Juicio Oral en lo Criminal y Correccional de 2 da. Nominación. Protocolícese, expídase
copia para agregar a autos, hágase saber y oportunamente archívese. Fdo: Armando
Lionel Suarez - Raúl Alberto Juárez Carol - Eduardo José Ramón Llugdar - Ante mí:
Dra. Isabel M. Sonzini de Vittar - Secretaria Judicial Autorizante - Es copia fiel del
original, doy fe.

JURISPRUDENCIA PROVINCIAL

CAMARA PRIMERA EN LO CRIMINAL DE SALTA


Síntesis del Fallo recaído en la Causa seguida contra R.R., por los delitos de
HOMICIDIO CALIFICADO y COACCION AGRAVADA, Expte. N° 16.450/99 y
acumulada N° 16.484/99, (Orig. N° 32.961/98 y 34.211/99 del Juzgado de Instrucción
Formal 4° Nominación del 14 de Agosto del 2000.-

DOCTRINA DEL FALLO:


Para la configuración del delito de Homicidio Calificado por el Vínculo, se exige
que haya un matrimonio subsistente.
La agravación desaparece con el divorcio vincular o la declaración de nulidad del
matrimonio.
Los delitos prescriptos por los arts. 149 bis y 149 ter son una consecuencia de lo
dispuesto por el art. 19 de la C.N.: nadie está obligado a hacer lo que no manda la ley
ni privado de lo que ella no prohíbe.
Las amenazas para constituir delito deben ser graves, serias e injustas.
La agravante del empleo de armas, cuando se trata de armas de fuego, no
interesa si la misma está cargada, ni si se encuentra en condiciones de buen
funcionamiento. Basta con que la misma tenga capacidad intimidatoria ante el sujeto
pasivo.
SALTA, 14 de Agosto del 2000.-

AUTOS Y VISTA: Esta Causa N° 16.450/99 y acumulada N° 16.484/99, seguidas


contra R.R., por los delitos de HOMICIDIO CALIFICADO y COACCION AGRAVADA
(Orig. N° 32.961/98 y 34.211/99 del Juzgado de Instrucción Formal 4ta. Nominación), y

RESULTANDO: (*)
(*) Se omite por falta de espacio.

CONSIDERANDO:
Que respecto al primero de los delitos que se investigan en autos, en el orden
que le ha dado el Tribunal a su tratamiento, es el homicidio Agravado por el Vínculo
que se le atribuye al acusado. En relación al mismo el Tribunal ha llegado a formar
convicción en grado de certeza respecto a la efectiva comisión del hecho, tal como
aparece descripto en la Requisitoria de Elevación a Juicio. Tal convicción se funda en:
1.- La confesión del acusado; 2.- La testimonial de M.J.H.; 3.- La de N.A.deG.; 4.- El
de A.C.; 5.- La de F.A.C.S.; 6.- La de B. del V.B.; y 7.- La de S.A..
Tales testimoniales debidamente merituadas con anterioridad son precisas y
concordantes y guardan una coherencia total y absoluta respecto al hecho en sí.
Ha quedado plenamente acreditado en autos: 1.- que el acusado miente cuando
afirma que al encontrar a su esposa, en forma casual, en el día y hora del hecho, la
misma se encontraba acompañada por el hombre que provocaba los celos del
acusado. Todos los testigos antes mencionados coinciden en que: al momento del
hecho los únicos protagonistas del mismo fueron el acusado y la víctima.
2.- Igualmente ha quedado probado que el acusado sabía que a esa hora la
víctima desde un par de semanas atrás en que había fijado domicilio en la calle
Córdoba al 1300, realizaba el mismo recorrido para ir a buscar a su hija a la salida de
la escuela Roca. La prueba recordada aparece apuntalada por el informe de la Agte.
Sandra Ceferina Acosta de fs. 167, la que es ratificada y ampliada en audiencia de
debate. De ella surge que comisionada por la superioridad se entrevistó con la menor
J.N.R., la que le manifestó que en el día y hora del hecho estaba esperando como
siempre, en la puerta de la escuela que su madre la buscara. Que al ver que esta no
aparecía se fue sola al domicilio de la calle Córdoba por el itinerario que hacían
diariamente con su madre y se dio con el cadáver de la misma en el lugar del hecho.
La Agte. Acosta igualmente se entrevista con la profesora de Lenguas Beatriz Cámara
Higa la que le manifiesta que le constaba a ella que la madre, víctima en autos,
acompañaba diariamente a la menor a la escuela. Que la menor le había manifestado
a ella que iban a estar más tranquilos en su casa, porque ella, su madre y sus
hermanos se habían ido a la casa de la calle Córdoba.
3.- Que igualmente ha quedado plenamente acreditado que la víctima no usaba ni
sabía usar cuchillo, como arma de defensa. Ello surge no solamente de los dichos
concordantes de los testigos M.A.P., B. del V.B., S.V., M.G.V., sino de las propias
reglas de la lógica y de la experiencia común. En efecto, si hubiera sido cierto como
sostienen el acusado y sus hermanas que han testificado en autos, que la víctima
sabía usar cuchillo y desde chica jugaba a pelear con cuchillo con los varones, la
experiencia nos indica que hubiera usado en tal caso un cuchillo adecuado del tipo del
que usan nuestros gauchos chaqueños (puñal) y no un cuchillo «Tramontina» tipo
sierrita de mesa, como el que aparece en la escena del crimen.
4.- Igualmente ha quedado plenamente acreditado que el día del hecho, la
víctima salió a buscar a su hija, desde su domicilio de la calle Córdoba sólo con un
monederito en la mano, más chico que el cuchillo secuestrado en autos, lo que prueba
a las claras que no pudo llevar tal cuchillo escondido en ese monedero. Esto se
acredita por las testimoniales de autos, en particular por la de B. del V.B. que se quedó
en el domicilio de la C. mientras la víctima iba a buscar a su hija en la escuela.
5.- Que igualmente ha quedado plenamente acreditado en autos que el acusado
además de darle malos tratos a la víctima, provocarle lesiones y amenazas
permanentes, particularmente la tenía amenazada con que la mataría si lo dejaba.
Esto se encuentra acreditado por las testimoniales de M.A.P., B. del V.B., S.V., M.G.V.
y el testimonio del Dr. E.A.S.. Apuntala tal plexo probatorio el referido informe de la
Agte. Sandra Acosta y los informes médicos de fs. 324 y fs. 451.
6.- También ha quedado plenamente acreditado que en los 13 años de
matrimonio y muy especialmente a partir de 1994, el acusado hizo permanentemente
objeto a la víctima, de violencias y lesiones de toda clase, hasta el extremo de
arrastrarla del cabello por el suelo y darle puntapiés en presencia de familiares. Ello
surge así de las testimoniales de M.A.P., B. del V.B., M.G.V., Dr. E.A.S..
El plexo probatorio referido aparece apuntalado por la Informativa de fs. 2 del Of.
Sub. Ayte. Carlos Alberto Reyes, quien se ratificó ante la audiencia; la Informativa del
hallazgo del arma de fs. 34; el acta de secuestro de la misma de fs. 35; la inspección
ocular y croquis de fs. 102/7; el acta de reconstrucción del hecho de fs. 99/101,
ratificada en la audiencia por la Agte. Acosta; el informe social e inspección ocular del
domicilio de la víctima de calle Córdoba de fs. 130/33, reconocido en la audiencia de
debate por el Dr. S. y la Agte. Sandra Ceferina Acosta y M.A.P.; testimonio de partida
de defunción de fs. 145 y del acta de matrimonio de fs. 146 y demás pruebas
instrumental, informativa y pericial legalmente incorporada a la audiencia como se
consigna en los resultandos.
Con la prueba merituada quedan igualmente acreditados los hechos 2°, 3° y 4°
originados en las denuncias de fs. 301, 322 y 329, y431 ratificada a fs. 442.
El hecho de autos, a que se refiere la Requisitoria de fs. 196/99 viene calificada
desde la instrucción como HOMICIDIO CALIFICADO por el VINCULO, en los términos
del Art. 80 inc. 1° del C.P.
Efectivamente como lo hemos merituado en su momento, en autos se encuentra
debidamente agregado el Testimonio de la Partida de Matrimonio del acusado y la
víctima.
La doctrina exige que haya un matrimonio civil subsistente. La razón
determinante de la mayor criminalidad del hecho reside en la violación por parte del
autor de los deberes de respeto y protección, emergentes de la institución matrimonial.
Por ello se sostiene que en el uxoricidio la agravación desaparece con el divorcio
vincular, «pero no con la separación de hecho, ni en los casos de los matrimonios
anulables, salvo que existiera sentencia firme que declare la nulidad, ni en los
matrimonios nulos mientras subsista la buena fe de los cónyuges» (Laje Anaya y
Gavier, Notas al C.P. Arg., Lerner, Córdoba, 1995, T. II, P. 20, quienes citan a Laje
Anaya, Comentarios, T. I, P. 13; Nuñez, Tratado, T. III, P. 32; Soler, Tratado, T. III, P.
18).
En el caso de autos ha quedado acreditado que como consecuencia de las
permanentes desavenencias habidas entre acusado y víctima, a las que se refieren los
otros tres hechos que se acumulan en autos, la pareja acababa de separarse por
haber dejado la víctima al acusado y haber constituido domicilio en la calle Córdoba N°
1315. Precisamente como consecuencia de esta separación reciente, se produce el
incidente de la pareja que termina con la muerte probada en autos.
Respecto a las amenazas calificadas, nos dice el art. 149 bis que sufrirá la pena
allí establecida, el que hiciera uso de amenaza para alarmar o amedrentar a una o
más personas. Esta pena se agrava si se emplearen armas.
Nos enseña la doctrina que esta norma se deriva del art. 19 de la Const. Nacional
en cuanto prescribe que nadie será obligado a hacer lo que no manda la ley ni privado
de lo que ella no prohíbe (Art. 19 C.N.). Los Arts. 149 bis y 149 ter se ocupan de las
conductas que atentan contra la libertad psíquica de las personas o de la tranquilidad
espiritual que permite al individuo desenvolverse con aplomo, y la libertad de
determinación, es decir la facultad de decidir por sí mismo lo que va a hacer, y de
actuar voluntariamente con arreglo de esas decisiones libremente tomadas (texto cit.
p. 250).
Hacer uso de amenaza significa anunciar al sujeto pasivo un mal futuro,
constitutivo o no de un delito, en su propia persona, en sus bienes o en la persona de
algún ser querido. Cuando se anuncia un mal físico, económico o moral, el mismo
debe revestir el carácter de grave, es decir debe tener una entidad significativa, la que
en todo caso dependerá de las circunstancias y de las condiciones del sujeto pasivo.
Además deberá ser serio, lo que implica que tiene que ser de realización posible, y
debe depender de acontecimientos gobernables por el autor. Finalmente debe
ser injusto, o sea debe tratarse de males que el autor no tiene derecho a infligirle a la
víctima (texto cit. p. 250/1; Trib. Sup. Córdoba, 23-XII-80, Sem. Jur. de Córdoba N° 75,
p. 152). También nos ilustran los autores respecto a que la figura requiere dolo
específico, ya que las amenazas se emplean para alarmar o amedrentar, lo que
implica que deben estar dirigidas a causar temor al sujeto pasivo (texto cit.).
El empleo de armas agrava el delito en razón del mayor poder intimidatorio que
estas poseen, lo cual implica que siendo armas de fuego no es menester que estén
cargadas ni que se encuentren en perfecto estado de funcionamiento. La figura
comprende las armas propias e impropias (texto cit. p. 252).
Resulta entonces que el segundo de los hechos de autos, que surge de la
denuncia de fs. 301 debe ser calificado en los términos del Art. 149 bis 1er. Párrafo
2do. supuesto, como AMENAZA CON ARMA.
El tercer hecho que surge de la denuncia de fs. 322, debe ser calificado como
COACCION SIMPLE en los términos del art. 149 bis 2do. párrafo, en concurso real
con LESIONES LEVES AGRAVADAS POR EL VINCULO, en los términos de los arts.
89 y 92.
El cuarto hecho que se origina en la denuncia de fs. 431, debe ser calificado
como COACCION SIMPLE en los términos del art. 149 bis 2do. párrafo. Desechamos
en consecuencia la calificación propuesta en la Requisitoria Fiscal de elevación a
juicio, por aceptar el argumento vertido en la audiencia por la Sra. Fiscal de Cámara
en el sentido de que el 11-8-98 no consta en autos que el acusado tuviera arma
alguna en su poder. Ello así porque la superioridad le había retirado su arma
reglamentaria y aún no había efectuado la compra del arma homicida, compra que se
lleva a cabo el día 17 de agosto/1998. Ello hace que surja la duda en el Tribunal sobre
el uso de arma en la materialidad de la Coacción perpetrada y tal duda beneficia al
acusado (Art. 4° del CPP y 20 de la Consti. Prov.).
Las testimoniales recibidas en la última audiencia de las hermanas del acusado
resultan a criterio del Tribunal totalmente parciales e indignas de ser tenidas por
veraces. Incluso L.R. estuvo a punto de ser tenida por testigo falsa y remitida su
situación al Sr. Fiscal de turno, temperamento que en definitiva no siguió el Tribunal
por diversas consideraciones.
En relación con el testigo Dr. L., resulta claro que el mismo actuó como médico
particular (psiquiatra) a pedido de la familia y la defensa del acusado. Como él mismo
lo reconoce, formó su criterio exclusivamente en base a la versión que le dio el
acusado. De modo que si la versión del acusado es indiscutiblemente parcial, también
es parcial, a criterio del Tribunal, el testimonio del nombrado profesional. Carece en
consecuencia del mínimo de objetividad necesaria para tomarlo en cuenta.
Como lo destaca la Sra. Fiscal de Cámara toda la prueba de autos converge a
demostrar que el acusado actuó con notable frialdad y con una clara premeditación. El
«iter criminis» comienza en el día anterior al del homicidio, cuando el acusado
concurre a entrevistar al armero O.A.C., al que engaña respecto a los fines de la
compra del Rubi Extra 38 de cinco tiros. Ya aquí según la testimonial de Cruz, se
advierte claramente la frialdad con que el acusado planifica la muerte de su cónyuge.
Tal premeditación aparece reafirmada cuando el acusado conocedor del itinerario que
realizaba la víctima para buscar a su hija, la espera en el mismo. Y queda plenamente
probada con la afirmación de los testigos presenciales respecto a la ejecución del
hecho y al alejamiento parsimonioso del escenario del crimen. De este parsimonioso
alejamiento son contestes los testigos M.J.H., N.R.A. de G., A.C., F.A.C.S. y S.A..
Particular importancia adquiere igualmente, la testimonial de R.N.F. y la informativa del
Of. Ppal. Rubén Copa que procede a la detención del acusado tras alcanzar con su
patrullero el remís en el que pretendía refugiarse en la casa de su hermana de B°
Autódromo.
Queda en consecuencia claro que no hay circunstancias extraordinarias de
atenuación en el hecho de autos, como lo pretende la defensa. Por el contrario el
hecho lindó la Alevosía.
Respecto a la graduación de la pena el Tribunal ha tenido en cuenta que el art. 80
inc. 1° del C.P. contiene una amenaza de pena de mínima flexibilidad: reclusión o
prisión perpetua, eventualmente con más la accesoria de reclusión por tiempo
indeterminado. Ante tal alternativa y siguiendo el criterio de «mínima suficiencia»
(Jorge de la Rúa, Cód. Penal Argentino, Parte Gral., Lerner, Córdoba -Bs As., 1972,
pág. 551), en consecuencia de ello consideró adecuada la pena de PRISION
PERPETUA para aplicar al acusado conforme al hecho acreditado en autos.
Por todo lo expuesto, la CAMARA PRIMERA EN LO CRIMINAL,
FALLA:
I°) CONDENANDO a R.R., de las demás condiciones personales obrantes en la
causa, a la pena de PRISION PERPETUA, ACCESORIOS LEGALES Y COSTAS, por
resultar AUTOR material y responsable de los delitos de HOMICIDIO CALIFICADO
POR EL VINCULO, AMENAZAS, COACCION SIMPLE REITERADA DOS HECHOS y
LESIONES LEVES AGRAVADAS POR EL VINCULO todo ello en CONCURSO REAL
(Arts. 80 inc. 1°, 149 bis 1er. Párrafo 2do. supuesto, 149 bis 2do. párrafo, 89, 92, 55,
12, 19, 29 inc. 3°, 40 y 11 del C. Penal). ORDENANDO que el mismo permanezca
alojado en la Cárcel Penitenciaria local.

II°) DISPONIENDO que por Secretaría se practique el correspondiente cómputo


de pena y se libren los oficios pertinentes.

III°) REGULANDO los Honorarios Profesionales del Dr. ALDO PRIMUCCI en la


suma de pesos cuatro mil ($ 4.000), por su labor desarrollada en autos, y a cargo de
su defendido.

IV°) COPIESE, REGISTRESE y OFICIESE.

FDO.: GONZALEZ FERREYRA - ALAVILA - GRANATA.

112/2008 - "M. E. P." - CSJ DE TUCUMAN - Sala en lo Civil y Penal - 03/03/2008


HOMICIDIO AGRAVADO POR EL VINCULO. Cónyuge. ALEVOSIA: Rechazo - ni la
víctima se encontraba en situación de absoluta indefensión (elemento objetivo), ni el
acusado buscó crear esa situación o aprovecharse de ella, sin riesgos para sí mismo
(elemento subjetivo) - el hecho de que el imputado haya esperado a la víctima cerca
de su casa no resulta suficiente para considerar configurados los requisitos de la
alevosía. ENSAÑAMIENTO: Rechazo - ausencia del elemento subjetivo. EXISTENCIA
DE LAS CIRCUNSTANCIAS EXTRAORDINARIAS DE ATENUACIÓN PREVISTAS EN
EL ÚLTIMO APARTADO DEL ART. 80 CÓDIGO PENAL: estado de desborde
emocional en los límites donde comienza la emoción violenta - cónyuges separados de
hecho - abandono de su mujer - toma de conocimiento de que no era el padre de su
hijo. DISIDENCIA PARCIAL: inexistencia de circunstancias extraordinarias de
atenuación (art. 80 CP) - la sola separación de hecho resulta insuficiente para hacer
desaparecer las obligaciones de respeto del vínculo
"Con relación al invocado error de derecho al no subsumir la conducta del encartado
en la figura del homicidio calificado por alevosía (art. 80, inc. 2 CP), cabe puntualizar
que el a quo descartó la concurrencia de esta circunstancia agravante con fundamento
en que el acusado no aprovechó la indefensión de la víctima, ni desarrolló una acción
de ocultamiento dirigida a matar sin riesgos para sí mismo. Destacó que el hecho de
que P. haya esperado a la víctima cerca de su casa no resulta suficiente para
considerar configurados los requisitos de la alevosía. En esa dirección efectuó las
siguientes precisiones: a.- que la víctima se defendió, como lo demuestran las heridas
superficiales, en especial la de los dedos de la mano; b.- que P. no ocultó su intención
de matar a la víctima, lo que estimó demostrado porque la atacó de modo directo y por
el número de heridas; c.- que el camino transitado por la víctima desde que se bajó del
ómnibus era el que normalmente acostumbraba a recorrer, de donde derivó que el
acusado no preparó el camino en el sentido que sea el lugar por el que debía transitar
la mujer, ni influyó para que fuera por él, como para inferir el aspecto subjetivo de
buscar lo seguro; d.- que el testigo Quinteros declaró que los vecinos comentaron que
uno de ellos intentó evitar el hecho, pero fue demasiado tarde y no pudo retener al
imputado, lo que demuestra que el homicidio ocurrió en una zona donde la víctima
pudo pedir auxilio a terceros y aún sin pedirlo, fue ayudada." (Del voto en mayoría de
los Dres. Brito, Maidana y Estofán)
"El análisis de las constancias de autos y de los fundamentos del fallo en crisis,
demuestra que en el caso de autos la interpretación y aplicación de la norma del art.
80 inc. 2 que legisla sobre la calificante por alevosía, resulta correcta." (Del voto en
mayoría de los Dres. Brito, Maidana y Estofán)
"El núcleo de la alevosía que agrava el homicidio requiere de una situación real y
objetiva de indefensión de la víctima; y de un elemento psicológico consistente en que
el autor provoque esa situación, o bien que siendo preexistente la aproveche para
actuar sin riesgo. Señala Creus que la antigua fórmula española "obrar a traición y
sobre seguro" describe con bastante precisión los alcances de la alevosía en nuestro
derecho, "si es que por traición se entiende el aprovechamiento de la indefensión de la
víctima; y "sobre seguro", la intención del agente de obrar sin riesgos para sí", lo cual
permite acceder a las exigencias objetivas y subjetivas de la alevosía" (Creus, Carlos,
Derecho Penal, Parte Especial, t. I, p. 27)." (Del voto en mayoría de los Dres. Brito,
Maidana y Estofán)
"El requisito objetivo se configura por la situación real de indefensión (sea por las
condiciones en que se encuentra la víctima -vgr., dormida, desmayada, paralizada-, o
por inadvertencia propia o de terceros); que le impida oponer una resistencia que se
transforme en un riesgo para el agente. No es indispensable la total ausencia de
resistencia, pues la alevosía es compatible con la posibilidad de una resistencia
mínimamente riesgosa para el ofensor, sea que proceda de la actividad de la propia
víctima o de terceros." (Del voto en mayoría de los Dres. Brito, Maidana y Estofán)
"En el caso ninguna de las dos situaciones aparece configurada. Como lo dejó
establecido la Sala de instancia, ni la víctima se encontraba en situación de absoluta
indefensión (elemento objetivo), ni el acusado buscó crear esa situación o
aprovecharse de ella, sin riesgos para sí mismo (elemento subjetivo)." (Del voto en
mayoría de los Dres. Brito, Maidana y Estofán)
"Al respecto resulta oportuno destacar que la víctima no se hallaba en un sitio
deshabitado, sino que tenía vecinos que pudieron acudir en su auxilio, lo que de hecho
ocurrió." (Del voto en mayoría de los Dres. Brito, Maidana y Estofán)
"El actuar sin riesgos y sobre seguro no se agota en la imposibilidad de reacción
defensiva de la víctima, sino que debe contemplar también dicha imposibilidad de
parte de terceros, lo cual no ocurrió en el sublite." (Del voto en mayoría de los Dres.
Brito, Maidana y Estofán)
"En lo concerniente al ensañamiento, tampoco se han acreditado los elementos que
permitan estimar configurada esta circunstancia agravante del homicidio.Desde un
punto de vista objetivo, el ensañamiento requiere que la agonía de la víctima signifique
para ella un padecimiento no ordinario e innecesario en el caso concreto, sea por el
dolor que se le hace experimentar, sea por la prolongación del sufrimiento,
circunstancias que no concurren en el caso. Desde un punto de vista subjetivo se
requiere la crueldad y preordenamiento del autor. El padecimiento infligido a la víctima
debe ser un acto de crueldad de aquél; su acción tiene que ir deliberadamente dirigida
a matar haciendo padecer a la víctima de aquel modo; la elección de los medios para
matar debe estar preordenada por el autor a la causación del sufrimiento
extraordinario y no necesario." (Del voto en mayoría de los Dres. Brito, Maidana y
Estofán)

"Por otra parte, se debe tener presente que no es la cantidad de cuchilladas que P.
infligió a la víctima lo que caracteriza al hecho como homicidio cometido con
ensañamiento, sino la concurrencia de la situación objetiva dada por el modo comisivo,
la elección de esos medios y las circunstancias en que se cometió el homicidio, y la
forma en que continuó desarrollándose el accionar del acusado. En el caso en
examen, y como lo advierte el tribunal del juicio, P. quería matar a su ex mujer, e
insistió con las cuchilladas asegurándose la consecución de su propósito, luego de lo
cual y ante la aparición de un vecino que salió en ayuda de la víctima, hizo arrancar la
moto y huyó del lugar del hecho." (Del voto en mayoría de los Dres. Brito, Maidana y
Estofán)
"En el caso, no se ha acreditado la concurrencia del elemento subjetivo que permite
tener por configurada la agravante en examen." (Del voto en mayoría de los Dres.
Brito, Maidana y Estofán)
"En orden al cuestionamiento vinculado a la aplicación de la atenuante prevista en la
última parte del art. 80 CP, cabe señalar que se han definido a las circunstancias
extraordinarias de atenuación como un conjunto de aspectos que generan una
situación vital de excepción en la relación entre víctima y victimario, haciendo decaer
las consideraciones que han llevado al codificador a agravar la conducta en orden a
los vínculos existentes, provocando en el sujeto activo una reacción, sin que se den
los requisitos de la emoción violenta excusable (Breglia Arias, Omar "Las
circunstancias extraordinarias de atenuación. Fundamento, concepto y requisitos", La
Ley 1999-A, 727). Consisten en características que han arruinado la relación, por
ofensas, provocaciones, sorpresa en flagrante adulterio, malos tratos a los hijos
menores, menosprecios y vejámenes públicos, etc. Estas situaciones se distinguen de
la emoción violenta porque pueden referirse a un estado de cosas preexistente o
concomitante al delito, que constituye en el momento del hecho una causa motora
hacia el crimen. El vínculo se encuentra dañado y no puede ser el fundamento de la
agravante, porque excepcionalmente no tiene valor. Según lo expone Laje Anaya la
explicación de esta excepción debe buscarse en la calidad de los motivos que
determinan una razonable disminución del afecto y el respeto, y que llevan a la pérdida
de vigencia de la agravatoria." (Del voto en mayoría de los Dres. Brito, Maidana y
Estofán)
"En ese contexto, sin dejar de considerar las denuncias policiales a que alude la
recurrente, entre ellas la efectuada mientras convivía con el acusado y la realizada
cuando se retiró del hogar conyugal en donde hace constar que fue objeto de malos
tratos y de amenazas de muerte por parte de P.; como asimismo el informe social y la
declaración de G. P. quien, según lo consigna la sentencia, hizo referencia a la
violencia que el padre ejercía sobre la madre; hay otras notas que benefician al
acusado, como la conducta de la occisa al revelar que G. no era hijo del acusado, y el
comportamiento de P., quien después de cometido el hecho intentó suicidarse." (Del
voto en mayoría de los Dres. Brito, Maidana y Estofán)
"Los sucesos mencionados precedentemente (comunicación por parte de la occisa de
que G. P. no era hijo del acusado, y tentativa de suicidio del acusado) justifican la
consideración de que las acciones del prevenido tuvieron lugar cuando se encontraba
bajo los efectos de una alteración que, sin llegar a constituir la atenuante del art. 81,
inc. 1º CP, determinó alguna disminución del control de sus actos. Y dichas
circunstancias, unidas al deterioro del vínculo matrimonial evidenciado por la
separación de hecho de los cónyuges, ocurrida casi dos años antes del homicidio, y la
circunstancia de que en el proceso de divorcio por presentación estaba próxima a
realizarse la segunda audiencia prevista en la ley, constituyen fundamento suficiente
para validar el encuadramiento de la conducta del imputado en el último apartado del
art. 80 CP." (Del voto en mayoría de los Dres. Brito, Maidana y Estofán)

"Respecto al fundamento de la sentencia sobre la relación marital al momento del


delito como causal de atenuación, debemos indicar que en el proceso, no se
encuentra discutida la existencia de un vínculo matrimonial ni la dilatada separación de
hecho al momento del crimen Sin embargo, debe recordarse que tanto de la propia
declaración del hijo de la pareja, el señor G. P. como del informe social surge que
durante la relación conyugal la señora M. del V. M. sufría malos tratos físicos por parte
del acusado, circunstancia que, entre otras, darían lugar a la separación. Esta relación
de violencia se extendió en el tiempo luego de la separación como dan cuenta las
denuncias por amenazas de la víctima contra el imputado luego del abandono cuya
existencia reconoce la propia sentencia." (Del voto en disidencia parcial del Dr.
Gandur)
"Sobre esta cuestión, esta Corte ha señalado que: "Surge con nitidez que el desajuste
en la relación matrimonial provino de comportamientos generados por el imputado, de
ahí resulta absurdo que precisamente quien da lugar a la dificultosa relación
matrimonial por sus agravios permanentes, pueda invocar en su beneficio ese mismo
comportamiento como una circunstancia extraordinaria de atenuación, ya que ello
significa dejar en manos precisamente del autor, reducir la pena por la atenuante que
contempla el art. 80 última parte del Cód. Penal." (CSJTuc., sentencia del 23 de
octubre de 2002 , "V., L. M.", LLNOA 2003, febrero, 96)." (Del voto en disidencia
parcial del Dr. Gandur)
"De allí que, en el caso, la sola separación de hecho resulta insuficiente para hacer
desaparecer las obligaciones de respeto del vínculo menos aún cuando una de las
razones de la separación se debía a malos tratos físicos. Un razonamiento contrario
tonaría absurdo la figura del agravamiento, por cuanto, la separación de hecho
provocado por el propio accionar del imputado le permitiría a este librarse de sus
obligaciones maritales." (Del voto en disidencia parcial del Dr. Gandur)

Fuente: “elDial” AA4668 copyright © 2007 editorial albrematica - Tucumán 1440 (1050)
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