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aso llamoja análisis de la sentencia de la primera sala penal transitoria de

lacorte suprema de justicia


1. 1. ANÁLISIS DE LA SENTENCIA DE LA PRIMERA SALA PENAL TRANSITORIA DE
LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA R.N. N° 3651-2006 DEL 25 DE FEBRERO DE
2009 CASO LLAMOJA HILARES Augusto Norberto Pinillos Seminario. 1
2. 2. La presente nota a fallo corresponde al recurso de nulidad interpuesto por Juliana
Flor de María Llamoja Hilares, contra la sentencia condenatoria N° 130-05 de fecha 26
de Julio de 2006, en la que se le impone veinte años de pena privativa de la libertad;
resuelto por La Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia en
R.N. N° 3651-2006 de fecha 25 de Febrero de 2009. La Primera Sala Penal Transitoria
de la Corte Suprema de Justicia, integrada por los vocales Biaggi Gómez, Barrios
Alvarado, Barandiarán Dempwolf, Neyra Flores y Zevallos Soto, en sentencia R.N.N°
3651- 2006, señalan en el considerando décimo: Que, conforme a los argumentos de
la defensa de la acusada, la sentencia impugnada presentaría vicios procesales por
haberse emitido en los siguientes términos: III) con relación a la condena impuesta
formula agravios argumentando lo siguiente: b) que la Sala Penal no se ha
pronunciado sobre la morfología de la herida y si ésta pudo haberla realizado la
procesada, o la propia agraviada dentro de la riña sostenida entre ambas, lo que
resulta gravitante para resolver la adecuación del tipo. Fundamentando la Sala
Suprema que: En relación a dicha argumentación cabe precisar que al existir
consenso respecto de que la herida que provocó la muerte de la occisa fue una
laceración de la arteria carótida izquierda; siendo innecesario analizar la morfología de
la herida para determinar la causa de muerte, en tanto el convencimiento del colegiado
se ha basado en diversos elementos de naturaleza indiciaria, conforme se describe
pormenorizadamente en la presente sentencia, al analizar la prueba indiciaria. Por otro
lado cabe precisar que, de ser coherentes con dicha alegación se tendría que absolver
a la imputada por el solo hecho de que no se ha logrado recuperar el cuchillo que
provocó la herida mortal, de modo que resulta imposible contrastar la morfología de la
herida con un cuchillo que no obra en autos, al haber arrojado la acusada el cuchillo
fuera de lugar de los hechos, resultando incoherente que la acusada resulte
beneficiada por la dificultad probatoria que ella misma originó con su conducta, a pesar
de lo cual este colegiado ha llegado a un convencimiento respecto de la
responsabilidad penal de la acusada a través de la prueba indiciaria; - Al respecto
debemos señalar que, los señores magistrados han llegado a un convencimiento
respecto de la responsabilidad penal de la acusada a través de la prueba indiciaria,
por resultar incoherente que la acusada resulte beneficiada por la dificultad probatoria
que ella misma originó; incurriendo en un supuesto de Falta de motivación interna del
razonamiento, debido a que esta se presenta cuando: la falta de motivación interna del
razonamiento se presenta en una doble dimensión; por un lado, cuando existe
invalidez de una inferencia a partir de las premisas que establece previamente el Juez
en su decisión (Recurso de Agravio Constitucional, 2006). Puesto que, la
responsabilidad designa, tras la antijuridicidad, una valoración ulterior y que por regla
general da lugar a la punibilidad, en el marco de la estructura del delito. Mientras que
con el predicado de la antijuridicidad se enjuicia el hecho desde la perspectiva de que
el mismo infringe el orden del deber ser jurídico penal y que está 2
3. 3. prohibido como socialmente dañino. La responsabilidad significa una valoración
desde el punto de vista del hacer responsable penalmente al sujeto. Quien cumple los
requisitos que hacen aparecer como responsable una acción típicamente antijurídica
se hace acreedor, desde los parámetros del Derecho penal, a una pena. - Los
presupuestos de la responsabilidad jurídico penal son, entre otros, la culpabilidad, la
posibilidad de conocimiento de la antijuridicidad y la normalidad de la situación en la
que se actúa. La responsabilidad depende de dos datos que deben añadirse al injusto:
de la culpabilidad del sujeto y de la necesidad preventiva de sanción penal, que hay
que deducir de la ley. El sujeto actúa culpablemente cuando realiza un injusto jurídico
penal pese a que (todavía) le podía alcanzar el efecto de llamada de atención de la
norma en la situación concreta y poseía una capacidad suficiente de autocontrol, de
modo que le era psíquicamente asequible una alternativa de conducta conforme a
Derecho. Una actuación de este modo culpable precisa en el caso normal de sanción
penal también por razones preventivas; pues cuando el legislador plasma una
conducta en un tipo, parte de la idea de que debe ser combatida normalmente por
medio de la pena cuando concurren antijuridicidad y culpabilidad. La necesidad
preventiva de punición no precisa de una fundamentación especial, de modo que la
responsabilidad jurídico penal se da sin más con la existencia de culpabilidad. Hoy día
se reconoce que sólo culpabilidad y necesidades preventivas conjuntamente pueden
dar lugar a una sanción penal. La culpabilidad sigue siendo el presupuesto decisivo
(aunque no el único), de la responsabilidad jurídico penal. El hacer depender la
punibilidad de la culpabilidad del sujeto tiene como finalidad poner un límite al poder
punitivo del Estado (Roxin, 1997). Más adelante, dentro del mismo considerando
señala respecto de lo alegado por la defensa, en el literal: c) que la Sala Penal no
puede fundamentarse en hechos bíblicos ya que sólo la ley es fuente del derecho
penal y sobre ella debe resolver cualquier sentencia, propugnando la moderna
dogmática penal la despenalización del delito de parricidio como tipo penal tomándose
a ésta sólo como una circunstancia agravante. Fundamenta la Sala Suprema que: Al
respecto, cabe señalar que la sentencia recurrida, si bien hace referencia a cuestiones
religiosas y literarias al momento de mencionar el delito de parricidio, esto sólo es una
manera de hacer reflexionar sobre la trascendencia del bien jurídico afectado, la vida
humana, bien jurídico que se encuentra protegido por nuestro derecho penal,
respetando el principio de legalidad, en tanto que a la acusada se le impuso una
condena por haber causado la muerte a su madre, ocasionándole la herida mortal en
la arteria carótida izquierda en circunstancias que ambas forcejeaban, teniendo cada
una de ellas armas blancas, por lo que se ha respetado el principio de legalidad y el
principio de lesividad previsto en el artículo cuarto del título preliminar del Código
Penal al advertir que se habría puesto en peligro o lesionado el bien jurídico vida
humana, (…). 3
4. 4. - La Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, al hacer referencia sobre
las cuestiones religiosas y literarias al momento de mencionar el delito de parricidio,
que se señalan por los magistrados en la sentencia recurrida, fundamenta que sólo es
a manera de hacer reflexionar sobre la trascendencia del bien jurídico afectado, la vida
humana. - Sin embargo al revisar los argumentos de dicha sentencia, podemos
observar en lo relativo al Delito de Parricidio: es una de las figuras agravadas que
sanciona nuestro Código Penal, en atención a la vulneración del vínculo de sangre, en
sentido estricto o en su ampliación legal por la adopción, ya que la persona que lo
comete no siente los afectos más tiernos y naturales que está investido el ser humano
para con una persona que se encuentra cercana por dicho vínculo a él, siendo
castigada desde los albores de la creación, como es el caso de Caín y Abel narrado en
el capítulo cuarto versículo ocho del libro de Génesis, primer acto, que no solamente
estuvo reñido contra el derecho sino también contra la moral, infiriéndose de aquello
que “Caín no sólo dio muerte a su hermano Abel, sino a sus hijos, y a los hijos de sus
hijos. A toda una generación. Caín mató a un Padre.” Generándose con ello una
relación entre el sujeto humano con la ley, la cual debe reprimirla por ser reprochable,
conducta que posteriormente ha sido tratada en la literatura, siendo la más enfática la
del novelista ruso Fiodor Dostoievski, en “Los Hermanos Karamazov”; que, en la
evolución de las sociedades así como en la tarea constructiva del ser humano ante las
conductas reprochables de sus congéneres, la propia sociedad estableciendo sus
reglas, dio origen al derecho y por ende a la definición de cada una de sus
instituciones, pudiendo consignar como el inicio de su entender nominativo el que
proviene del latín pater (padre) y del sufijo latino cida (asesino); y conforme a nuestra
legislación sustantiva penal se entiende que es un acto doloso cuyo bien jurídico
protegido es la vida humana independiente (…) el Estado es su actividad jurisdiccional
lo reprime con drasticidad, sobre todo, por el “menosprecio que el autor ha tenido para
con el vínculo de sangre” (…). (…), Dando lugar a que Marcuse expresara “que la
destrucción de la vida ha progresado junto con el progreso de la civilización,
generando con ello hechos de sangre espeluznantes que conmocionan y causan
horror a la población, demostrando con ello que no es capaz de controlar el impulso
que lo conduce hacia el mal, pese a todo el progreso conseguido en la actualidad,
causando con ello dolor en el entorno familiar cercano a él” (…), y por dicha actitud
que es ilícita merece una sanción establecida en el código penal y por ende una
indemnización a la víctima. - Pudiéndose constatar que no solamente se hace
referencia al bien jurídico; sino que también al dolo, y a la finalidad preventiva de la
pena. De otro lado, la Sala Penal Transitoria respecto de lo alegado por la defensa en
el literal: d) que en la descripción de los hechos materia del proceso se puede leer en
la sentencia impugnada que ésta se sustenta en la sola declaración de Giuliana 4
5. 5. Llamoja Hilares y da por cierto y probado los hechos previos al momento de la riña
entre la agraviada y procesada; es decir, cuando ambas toman un cuchillo y en el
punto neurálgico la Sala Penal distorsiona los hechos narrados por la acusada;
omitiendo pronunciarse sobre la reacción de la agraviada de lanzarle los cuchillos a
Giuliana Llamoja Hilares; sobre la lesión que le profiriera la agraviada en la muñeca de
la mano izquierda, siendo la agraviada quien primero lesiona y ante ello la acusada
procede a coger un cuchillo y a defenderse; omitiendo consignarse que esta presentó
dos cortes en la mano derecha y una en la mano izquierda además de excoriaciones y
equimosis. La Sala Suprema Penal señala: Al respecto, cabe precisar que los hechos
a los que se refiere la defensa y que se da por probados, son hechos periféricos que
no constituyen directamente al objeto del proceso, que no van a generar
responsabilidad penal en la acusada, pero que sirven de contexto a los hechos de
relevancia penal, siendo materia del proceso la muerte de la occisa como producto de
una riña sostenida con la acusada; además de lo cual se puede señalar que tales
hechos anteriores se pueden corroborar con otros elementos probatorios, distintos a la
declaración de la propia acusada (…) - Los hechos que la Sala Suprema denomina
periféricos y que pueden corroborarse con otros elementos probatorios distintos a la
declaración de la propia acusada, hacen referencia a la teoría del caso sustentada por
la defensa, que se refieren a hechos que van a incidir en el tipo penal, para
posteriormente pasar al análisis de la antijuridicidad; y una vez realizados éstos, recién
pasar al análisis de la culpabilidad. Solo, una vez realizado el análisis de estos
presupuestos, estaremos en condiciones de afirmar si se es penalmente responsable
por los hechos imputados. Puesto que, la responsabilidad designa, tras la
antijuridicidad, una valoración ulterior y que por regla general da lugar a la punibilidad.
Quien cumple los requisitos que hacen aparecer como responsable una acción
típicamente antijurídica se hace acreedor a una pena. Y Los presupuestos de la
responsabilidad jurídico penal son, entre otros, la culpabilidad, la posibilidad de
conocimiento de la antijuridicidad y la normalidad de la situación en la que se actúa. La
responsabilidad depende de dos datos que deben añadirse al injusto: de la
culpabilidad del sujeto, y de la necesidad preventiva de sanción penal (Roxin, 1997).
La Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, en función de lo alegado por la
defensa en el literal: e) que la Sala Penal ha señalado el comportamiento posterior de
la acusada tras producirse la muerte de la agraviada, y lo utiliza para valorar su
conducta siempre en su perjuicio, a pesar de que lo que es materia de juzgamiento es
el parricidio y todo aquello que está afuera de la descripción objetiva del tipo penal
carece de relevancia jurídica, sobrecriminalizando la conducta de la acusada para
probar su responsabilidad desde su comportamiento anterior, vulnerándose así la
garantía de la responsabilidad penal por el hecho. - De lo alegado por la defensa se
puede inferir que desconoce el contenido y alcances de la responsabilidad penal, esto
es, que los presupuestos de la responsabilidad jurídico penal son, entre otros, la
culpabilidad, la posibilidad 5
6. 6. de conocimiento de la antijuridicidad y la normalidad de la situación en la que se
actúa. La responsabilidad depende de dos datos que deben añadirse al injusto: de la
culpabilidad del sujeto y de la necesidad preventiva de sanción penal, que hay que
deducir de la ley. El sujeto actúa culpablemente cuando realiza un injusto jurídico
penal pese a que (todavía) le podía alcanzar el efecto de llamada de atención de la
norma en la situación concreta y poseía una capacidad suficiente de autocontrol, de
modo que le era psíquicamente asequible una alternativa de conducta conforme a
Derecho (Roxin, 1997). - Para complementar, el delito requiere una cierta capacidad
psíquica cada vez que en uno de sus niveles se demanda la presencia de un aspecto
o contenido subjetivo. La capacidad psíquica de culpabilidad será una característica
que debe darse en el actor de un injusto penal: es la capacidad que éste tiene para
responder a la exigencia de que comprenda la antijuridicidad y de que adecue su
conducta a esta comprensión. Esta capacidad del sujeto es la que da a la conducta el
carácter de imputabilidad. La capacidad psíquica de culpabilidad requiere la capacidad
psíquica para ser sujeto del requerimiento o exigencia de comprensión de la
antijuridicidad, pero no se agota en ella, puesto que también es necesario que el autor
tenga la capacidad psíquica necesaria para adecuar su conducta a esta comprensión
(Zaffaroni E. , 1999). La Primera Sala Penal Transitoria de lo alegado por la defensa,
fundamenta que: Al respecto, cabe precisar que en un proceso de parricidio como el
presente debe valorarse tanto la conducta penal, propiamente dicha, como las
conductas anteriores y posteriores no porque tengan asignado contenido jurídico penal
sino porque permiten comprender de manera integral el suceso de relevancia penal, y
porque permiten comprender los móviles, contexto y circunstancias que rodearon la
muerte de la víctima. - No se tiene claro ¿qué quiere decir? con en un proceso de
parricidio como el presente debe valorarse tanto la conducta penal propiamente dicha,
como las conductas anteriores y posteriores no porque tengan asignado contenido
jurídico penal. Concluyendo que permiten comprender los móviles (…). Al hacer
referencia al móvil, debemos tener en cuenta que: los móviles o motivos pertenecen a
la culpabilidad y, por consiguiente, estos motivos se excluyen del tipo. Si bien es cierto
que el hecho psíquico siempre es una complejidad, no obstante el objetivo y el móvil
del mismo, pueden distinguirse. Mientras que con el término fin se considera sobre
todo el aspecto cognoscitivo del hecho psíquico, y se lo figura como la representación
de un resultado que el agente entiende conseguir; con el término móvil se pone
esencialmente de relieve el aspecto afectivo del hecho psíquico y se lo considera,
sobre todo, como impulso determinante de la acción. La distinción debe ser
cuidadosamente realizada, toda vez que 6
7. 7. nos movemos en el peligroso terreno en que la introducción de referencias anímicas
en el tipo, es susceptible de dar entrada al derecho penal de ánimo. De cualquier
manera, la tarea es factible, y no deben transvasarse libremente los elementos
subjetivos del tipo a las motivaciones y viceversa. Siempre que exista el fin típico
existirá la conducta típica, cualquiera sea la motivación, que solo podrá tomarse en
cuenta para graduar la culpabilidad (Zaffaroni E. , 1999). - Por su parte, dolo es la
voluntad realizadora del tipo objetivo, guiada por el conocimiento de los elementos de
éste en el coso concreto. En su conceptuación legal más sintética, dolo, es el fin de
cometer un delito. (…) Consecuentemente, se impone distinguir en el dolo dos
aspectos o momentos: el cognoscitivo y el conativo. El dolo es finalidad que se
individualiza en el tipo en atención a ella misma (y no por el modo de su realización,
como sucede en los tipos culposos). El aspecto intelectual del dolo está antepuesto al
conativo. El conocimiento y los actos de conocimiento son anteriores a los actos de
acción, pues no puede haber un acto de acción sin conocimiento. Así, no puede haber
un acto de acción de matar, si ignoro que el objeto es un ser humano, si no tengo
conocimiento de que el medio que empleo es idóneo y si no tengo un conocimiento de
la causalidad que me permite programar el desarrollo de la misma. Estos
conocimientos están antepuestos a la realización de la acción. De allí que el elemento
intelectual del dolo, por si mismo, no pueda fundar ningún reproche (Zaffaroni E. ,
1999). - Respecto al aspecto cognoscitivo, hay que precisar que hay dos sentidos en
los que básicamente se habla de conocimiento en derecho penal: el conocimiento
efectivo y el conocimiento potencial. En tanto que el efectivo es el conocimiento que se
posee, el potencial es una contradictio in adjectio, porque no es conocimiento, sino
una posibilidad de conocimiento. Aquí finca una de las diferencias entre el
conocimiento que presupone la acción dolosa y el que se requiere en la culposa: en
esta última es suficiente una posibilidad de conocimiento. Lo mismo acontece con la
llamada consciencia de la antijuridicidad, que es un conocimiento potencial que se
requiere en la culpabilidad. El conocimiento efectivo, que es el requerido en el dolo,
puede ser actual o actualizable. Llamamos conocimiento actual al que importa un
pensar en ello, una localización de la actividad consciente sobre el objeto.
Conocimiento actualizable, en lugar, es el que se posee, en el que se puede pensar
porque se lo tiene disponible, pero en que no se piensa en el momento del hecho
(Zaffaroni E. , 1999). 7
8. 8. - Respecto de la naturaleza del conocimiento presupuesto en el dolo (efectivo) y en
la culpabilidad (consciencia de la antijuridicidad), cabe señalar que, El conocimiento de
la antijuridicidad (que para nosotros pertenece a la culpabilidad y no al dolo) tiene una
naturaleza por entero diferente de la del conocimiento de los elementos del tipo
objetivo que es requerido en el dolo, toda vez que la llamada consciencia de la
antijuridicidad no puede ser más que una mera posibilidad de conocimiento (nunca un
conocimiento efectivo). En la culpabilidad, para que pueda reprochársele una conducta
a un sujeto, basta con que éste haya tenido la posibilidad de saber que era antijurídica,
aunque de hecho, nunca lo haya sabido. El conocimiento (o mejor posibilidad de
conocimiento) de la antijuridicidad no pertenece ni al dolo ni al tipo, sino a la
culpabilidad, porque a) no es conocimiento efectivo y b) porque el dolo se puede
construir perfectamente sin necesidad de referirlo a la consciencia de la antijuridicidad
(Zaffaroni E. , 1999). - El momento conativo o volitivo del dolo. El dolo se identifica con
la realización del fin típico, su momento conativo es la voluntad realizadora, que tanto
abarca el fin propuesto como los medios elegidos. El dolo así entendido, o sea el que
cae sobre el fin y los medios, es el dolo directo; el autor quiere directamente la
producción de esos resultados. Dentro del dolo directo podemos distinguir dos grados:
a) el primero (o dolo inmediato) es en el que la voluntad abarca el resultado típico
como fin en sí; b) el segundo (o dolo mediato), en que el resultado típico es una
consecuencia necesaria de los medios elegidos. La distinción entre dolo directo de
segundo grado y dolo eventual finca en que en el primero el resultado se representa
como necesario, en tanto que en el segundo se representa siempre como posible
(Zaffaroni E. , 1999). - Para concluir este apartado tenemos que, si se hacen
referencias a los medios empleados, objeto, o finalidad; estaremos haciendo
referencia al dolo, esto es, a la tipicidad subjetiva. Si además, hacemos referencia a
elementos de la culpabilidad, podemos afirmar que no tengan asignado contenido
jurídico penal? Por el contrario, podemos afirmar que estamos ante un supuesto de
falta de motivación interna del razonamiento, que se presenta en una doble dimensión;
por un lado, cuando existe invalidez de una inferencia a partir de las premisas que
establece previamente el Juez en su decisión; y, por otro lado, cuando existe
incoherencia narrativa, que a la postre se presenta como un discurso absolutamente
confuso incapaz de transmitir, de modo coherente, las razones en las que se apoya la
decisión (Recurso de Agravio Constitucional, 2006). 8
9. 9. Sobre los vicios alegados por la defensa en el literal: f) con relación a la
determinación de la culpabilidad de la acusada, la Sala descarta la premeditación; sin
embargo, líneas más adelante la menciona como fundamento de la responsabilidad de
Giuliana Llamoja Hilares, pues dice que ésta efectuó un ataque a su progenitora a la
altura del pecho, lo cual es falso, pues es la madre quien inicia las agresiones, al
respecto la Sala Penal señala: que el borramiento de muchas huellas del delito fue con
el objeto de buscar impunidad. La Sala Suprema argumenta que: Sobre esto, cabe
precisar que no existe tal contradicción, pues el colegiado superior niega la existencia
de premeditación en la acusada, pero afirma que hubo animus necandi propio de un
delito de parricidio, lo que no excluye que a la vez se niegue la existencia de
premeditación; así mismo, cabe precisar que si bien la acusada ha variado la narración
de los hechos en cuanto a cómo ocurrió la riña entre ella y su madre, en las distintas
etapas del proceso, no se ha determinado de manera indubitable quien inició la
agresión física, siendo que, aún en el caso de que ésta hubiera sido iniciada por la
madre, ello no excluye la responsabilidad penal de la acusada. - Respecto a lo
alegado por la defensa sobre la determinación de la culpabilidad de la acusada, la
Sala descarta la premeditación; debe señalarse que está haciendo referencia a la
fundamentación de la culpabilidad como consecuencia de la premeditación; y esto es
incurrir en un supuesto de falta de corrección lógica; esto es, la inferencia no es
correcta en función de las premisas. Puesto que la culpabilidad, o la capacidad
psíquica de culpabilidad será una característica que debe darse en el actor de un
injusto penal: es la capacidad que éste tiene para responder a la exigencia de que
comprenda la antijuridicidad y de que adecue su conducta a esta comprensión. Esta
capacidad del sujeto es la que da a la conducta el carácter de imputabilidad. Por
razones de práctica corriente en nuestro lenguaje técnico, hablamos indistintamente
de imputabilidad y de capacidad psíquica de culpabilidad, lo que, por otra parte,
tampoco se justifica alterar, porque no trae mayores inconvenientes. No obstante, en
una precisión mayor de los conceptos, tendríamos que tener en cuenta que la
capacidad de culpabilidad es una condición del autor y la imputabilidad la
característica que esa condición le da a su conducta típica y antijurídica. La capacidad
psíquica de culpabilidad requiere la capacidad psíquica para ser sujeto del
requerimiento o exigencia de comprensión de la antijuridicidad, pero no se agota en
ella, puesto que también es necesario que el autor tenga la capacidad psíquica
necesaria para adecuar su conducta a esta comprensión (Zaffaroni E. , 1999). Esta
falta de corrección lógica se ha producido porque las premisas no han sido
confrontadas o analizadas respecto de su validez jurídica; lo que podría configurarse
como un supuesto de deficiencias en la motivación externa; justificación de las
premisas (Recurso de Agravio Constitucional, 2006). - La defensa, en el mismo literal
continúa con: más adelante (el superior colegiado), la menciona como fundamento de
la responsabilidad de Giuliana Llamoja Hilares, pues dice que ésta efectuó un ataque a
su 9
10. 10. progenitora a la altura del pecho, lo cual es falso, pues es la madre quien inicia las
agresiones, al respecto la Sala Penal señala: que el borramiento de muchas huellas
del delito -fue- con el objeto de buscar impunidad. - Aquí, se da un nuevo supuesto de
falta de corrección lógica, esto es, la inferencia no es correcta en función de las
premisas. Puesto que, la responsabilidad designa, tras la antijuridicidad, una
valoración ulterior y que por regla general da lugar a la punibilidad. Quien cumple los
requisitos que hacen aparecer como responsable una acción típicamente antijurídica
se hace acreedor a una pena. Y Los presupuestos de la responsabilidad jurídico penal
son, entre otros, la culpabilidad, la posibilidad de conocimiento de la antijuridicidad y la
normalidad de la situación en la que se actúa. Elementos que todavía no han sido
valorados. Lo que está haciendo referencia la defensa son aspectos como los medios
utilizados, objeto, o fin de la conducta de la procesada, que constituyen elementos del
dolo, del tipo subjetivo; pero no de de la responsabilidad, como lo afirma la defensa. -
Respecto de lo cual la Sala Suprema argumenta que: Sobre esto, cabe precisar que
no existe tal contradicción, pues el colegiado superior niega la existencia de
premeditación en la acusada, pero afirma que hubo animus necandi propio de un delito
de parricidio. En este sentido, coincidimos con lo fundamentado por la Primera Sala
Penal Transitoria; esto es, cuando hace referencia al animus necandi, al dolo, a la
tipicidad subjetiva. Por el contrario, disentimos con la afirmación: aún en el caso de
que ésta (la agresión física) hubiera sido iniciada por la madre, ello no excluye la
responsabilidad penal de la acusada. Porque si estamos en la etapa de
fundamentación del animus necandi, el dolo, la tipicidad subjetiva; no podemos afirmar
la responsabilidad penal respecto de nadie, si no se ha fundamentado la existencia de
antijuridicidad; mucho menos si no se ha efectuado un exhaustivo análisis de la
culpabilidad y se haya llegado a la debida fundamentación de la imputabilidad de la
acusada. - Por otro lado, si tenemos en cuenta que: en cuanto a cómo ocurrió la riña y
que en las distintas etapas del proceso, no se ha determinado de manera indubitable
quien inició la agresión física, podríamos encontrarnos ante un supuesto de legítima
defensa si aceptamos la hipótesis de que la madre fuera quien iniciara la agresión
física. Tampoco podría descartarse la hipótesis de la existencia de un supuesto de
miedo insuperable. Respecto a lo alegado por la defensa en el literal: g) que la
moderna teoría del Derecho penal proscribe toda referencia a la personalidad del
agente, así que a partir de ello tampoco puede fundamentar el dolo, sin embargo, la
Sala afirma con relación a la acusada “frialdad en su actuación”, que “no tiene
sentimiento alguno” luego de ocurrido los hechos, es decir, la Sala Penal juzga su
comportamiento posterior en sentido negativo, en clara referencia a un derecho penal
de autor proscrito. La Sala Suprema sostiene que: Al respecto cabe precisar, que el
análisis de la personalidad de la acusada es uno de los elementos que debe valorarse
en el proceso penal, y no fundamenta el dolo de la acusada, sino los rasgos 10
11. 11. conductuales que evidencian un conflicto de larga data con la madre, lo que a su
vez explica ciertos móviles que pudo tener su conducta, para lo cual se acude a
ciencias auxiliares como la Psicología y Psiquiatría que contribuyen a ello, a través de
los dictámenes correspondientes, a los que no puede negarse todo valor por el hecho
de que no favorezcan a los intereses de la acusada. - En principio, según lo establece
el artículo 172 del Código Procesal Penal, la pericia procederá siempre que, para la
explicación y mejor comprensión de algún hecho, se requiera conocimiento
especializado de naturaleza científica, técnica, artística o de experiencia calificada.
Luego, lo que se pide del perito es precisamente aquello de lo que carece el Juez, esto
es, un conocimiento ajeno a su grado de especialización jurídica (Germán, 2013). En
este sentido, la función del perito consiste en mostrar a través del estado psíquico del
sujeto si éste fue un destinatario idóneo de la norma (Roxin, 1997). La participación de
los peritos está orientada a proporcionar al juzgador los suficientes elementos de juicio
para verificar, si el procesado en el momento de la realización del acto delictivo tenía
afectada o no su capacidad de culpabilidad, para fundamentar debidamente la
consecuencia jurídica que corresponde. Su valor está determinado, en función de los
aportes de éstos, para el conocimiento de la afectación o no de la capacidad psíquica
de culpabilidad de los procesados; y no debemos olvidar lo que señala el artículo 178
del mismo cuerpo normativo: el informe pericial no puede contener juicios respecto a la
responsabilidad, o no responsabilidad penal del imputado, en relación con el hecho
delictuoso materia del proceso; porque esta valoración es de competencia exclusiva
del juzgador. - Sobre lo referido por la Sala Suprema sobre el análisis de la
personalidad de la acusada es uno de los elementos que debe valorarse en el proceso
penal, y no fundamenta el dolo de la acusada, sino los rasgos conductuales que
evidencian un conflicto de larga data con la madre, lo que a su vez explica ciertos
móviles que pudo tener su conducta (…); debemos señalar que, al hacer referencia a
los móviles, debemos tener en cuenta que estos (móviles o motivos) pertenecen a la
culpabilidad y, por consiguiente, estos se excluyen del tipo. Si bien es cierto que el
hecho psíquico siempre es una complejidad, no obstante el objetivo y el móvil del
mismo, pueden distinguirse. Mientras que con el término fin se considera sobre todo el
aspecto cognoscitivo del hecho psíquico, y se lo figura como la representación de un
resultado que el agente entiende conseguir; con el término móvil se pone
esencialmente de relieve el aspecto afectivo del hecho psíquico y se lo considera,
sobre todo, como impulso determinante de la acción. La distinción debe ser
cuidadosamente realizada, toda vez que nos movemos en el peligroso terreno en que
la introducción de referencias anímicas en el tipo, es susceptible de dar entrada al
derecho penal de ánimo (Zaffaroni E. , 1999). 11
12. 12. De lo señalado por la defensa en el literal h): que la Sala Penal afirma equiparar el
comportamiento de la acusada de lavarse las manos y bañarse luego de sucedido el
hecho, cuando ambas circunstancias responden a diferentes eventos y situaciones,
pues en el caso en concreto Giuliana Llamoja Hilares tenía el cabello y cuerpo bañado
en sangre, y cualquier persona en su lugar hubiera optado por hacerlo. La Primera
Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema fundamenta que: al respecto cabe precisar
que dicha alegación no tiene incidencia alguna sobre los hechos de contenido penal
que se imputan a la acusada, siendo irrelevante dicha circunstancia, y que, por otro
lado, ello es expresión de los rasgos disociales que presenta la acusada, conforme se
concluye en la evaluación psiquiátrica obrante a fojas 532 a 537, si bien no es
fundamento de su responsabilidad penal, ello nos hace inferir en la conducta de la
procesada al momento de evaluar su personalidad. - Respecto de lo fundamentado
por la Sala Suprema sobre los rasgos disociales que presenta la acusada, no es
fundamento de su responsabilidad penal; debemos resaltar que, en la Evaluación
Psiquiátrica Nº 026034-2005-PSQ se precisa que: en la examinada se encuentran
rasgos disociales tales como: Impulsividad, inestabilidad emocional. Muy baja
tolerancia a la frustración dando lugar a comportamientos violentos. De ellos, la
impulsividad, y la muy baja tolerancia a la frustración, sumados a un trastorno de la
personalidad, que sí lo padece la acusada, esto es una anomalía psíquica, sí pueden
incidir directamente sobre su capacidad de culpabilidad; luego, sobre su
responsabilidad penal. Incurriendo en este sentido, en un supuesto de deficiencias en
la motivación externa; justificación de las premisas; esto es, el control de la motivación
también puede autorizar la actuación del juez constitucional cuando las premisas de
las que parte el Juez no han sido confrontadas o analizadas respecto de su validez
fáctica o jurídica. Si el control de la motivación interna permite identificar la falta de
corrección lógica en la argumentación del Juez, el control en la justificación de las
premisas posibilita identificar las razones que sustentan las premisas en las que ha
basado su argumento. El control de la justificación externa del razonamiento resulta
fundamental para apreciar la justicia y razonabilidad de la decisión judicial en el Estado
democrático, porque obliga al Juez a ser exhaustivo en la fundamentación de su
decisión y a no dejarse persuadir por la simple lógica formal (Recurso de Agravio
Constitucional, 2006). De lo planteado por la defensa en el literal o): que respecto a las
pericias aportadas al proceso que evidencian la personalidad de la imputada, la sala
penal hace referencia a las mismas trasladando el juzgamiento del acto a la persona
de Giuliana Llamoja en palmaria violación del artículo octavo del título preliminar del
código penal; La Primera Sala Penal Transitoria fundamenta que: al respecto debemos
remitirnos a lo señalado (…) que la evaluación de la responsabilidad penal del
imputado debe comprender también el análisis de la tipicidad subjetiva; lo que 12
13. 13. supone aceptar la realización del tipo penal materia del proceso, lo que no acepta
la defensa en el presente caso, por lo que el colegiado advierte una confusión en la
argumentación de la defensa. - Debe reiterarse lo señalado, que la responsabilidad
designa, tras la antijuridicidad, una valoración ulterior y que por regla general da lugar
a la punibilidad, en el marco de la estructura del delito. Mientras que con el predicado
de la antijuridicidad se enjuicia el hecho desde la perspectiva de que el mismo infringe
el orden del deber ser jurídico penal y que está prohibido como socialmente dañino, la
responsabilidad significa una valoración desde el punto de vista del hacer responsable
penalmente al sujeto. Quien cumple los requisitos que hacen aparecer como
responsable una acción típicamente antijurídica se hace acreedor, desde los
parámetros del Derecho penal, a una pena. Los presupuestos de la responsabilidad
jurídico penal son, entre otros, la culpabilidad, la posibilidad de conocimiento de la
antijuridicidad y la normalidad de la situación en la que se actúa. La responsabilidad
depende de dos datos que deben añadirse al injusto: de la culpabilidad del sujeto y de
la necesidad preventiva de sanción penal, que hay que deducir de la ley. El sujeto
actúa culpablemente cuando realiza un injusto jurídico penal pese a que (todavía) le
podía alcanzar el efecto de llamada de atención de la norma en la situación concreta y
poseía una capacidad suficiente de autocontrol, de modo que le era psíquicamente
asequible una alternativa de conducta conforme a Derecho (Roxin, 1997). - Para la
imposición de una pena se requiere establecer previamente la capacidad psíquica de
culpabilidad o imputabilidad del procesado. La capacidad psíquica de culpabilidad será
una característica que debe darse en el actor de un injusto penal: es la capacidad que
éste tiene para responder a la exigencia de que comprenda la antijuridicidad y de que
adecue su conducta a esta comprensión. Esta capacidad del sujeto es la que da a la
conducta el carácter de imputabilidad. La capacidad psíquica de culpabilidad requiere
la capacidad psíquica para ser sujeto del requerimiento o exigencia de comprensión de
la antijuridicidad, pero no se agota en ella, puesto que también es necesario que el
autor tenga la capacidad psíquica necesaria para adecuar su conducta a esta
comprensión (Zaffaroni E. , 1999). Por parte de la Primera Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema, en este supuesto, se advierte una confusión en la argumentación. La
Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema fundamenta en su considerando
Duodécimo: que, el Juez penal es libre de llegar a la convicción de la existencia del
hecho delictivo y la participación del imputado, a través de los diferentes tipos de
pruebas; las mismas que deberán ser explicitadas en la resolución final; por lo que
este Tribunal determina la responsabilidad penal de la procesada por el delito contra la
vida, el cuerpo y la salud –parricidio-, utilizando la denominada prueba indiciaria, la
misma que no sólo responde a las reglas de la lógica, las máximas de la experiencia o
a los conocimientos científicos, si no a un razonamiento lógico, cumpliéndose de esta
manera con el principio y derecho de 13
14. 14. la función jurisdiccional, como es la motivación de las sentencias previsto en el
inciso quinto del artículo 139 de la Constitución Política; (…). - Respecto de lo
fundamentado en este considerando por la Suprema Sala, nos remitimos a lo
precisado ut supra. Añadiendo en lo referente al artículo 139 de la Constitución, que
incurren en un supuesto de Deficiencias en la motivación externa; justificación de las
premisas: cuando las premisas de las que parte el Juez no han sido confrontadas o
analizadas respecto de su validez fáctica o jurídica (Recurso de Agravio
Constitucional, 2006). La Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema
fundamenta en el considerando décimo tercero: que, en el presente caso,
encontramos diversos elementos indiciarios que, de modo conjunto, determinan la
responsabilidad penal de la acusada, (…); fundamentos por los cuales se determina la
realización de la conducta descrita en el tipo penal del delito de parricidio, tipificado en
el artículo 107 del código penal, conclusión a la cual este colegiado ha llegado por vía
indiciaria; - La Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, en el presente
considerando incurre en un supuesto de falta de motivación interna del razonamiento:
La falta de motivación interna del razonamiento se presenta en una doble dimensión;
por un lado, cuando existe invalidez de una inferencia a partir de las premisas que
establece previamente el Juez en su decisión; y, por otro lado, cuando existe
incoherencia narrativa, que a la postre se presenta como un discurso absolutamente
confuso incapaz de transmitir, de modo coherente, las razones en las que se apoya la
decisión (Recurso de Agravio Constitucional, 2006). Puesto que, en primer lugar
señala que: encontramos diversos elementos indiciarios que, de modo conjunto,
determinan la responsabilidad penal de la acusada; luego, en segundo lugar, después
de una larga fundamentación de los indicios de presencia o de oportunidad física; de
participación en el delito; de motivo; actitudes sospechosas; personalidad; indicios
anteriores; subsiguientes-conducta posterior; inconsistencia lógica; y en relación a la
legítima defensa; en tercer lugar, concluye que: por los cuales se determina la
realización de la conducta descrita en el tipo penal del delito de parricidio, tipificado en
el artículo 107 del código penal. Tergiversando responsabilidad penal, con autoría. De
otro lado, la Suprema Sala Penal Transitoria fundamenta el en considerando décimo
cuarto: que, asimismo, dicha conclusión tiene relación con el análisis del tipo objetivo
del delito mencionado, en tanto que la forma, entidad, cantidad y zona de las lesiones
infligidas a la occisa denotan el ánimo doloso presente en la conducta de la acusada,
conclusión para la cual no se requiere que la procesada hubiere deseado la
producción de tal resultado, o que este hubiera sido premeditado, sino simplemente
que actuó conociendo el riesgo inmanente a su conducta, “ aprobando en un sentido
jurídico” la realización del tipo, provocando diversas heridas en zonas vitales de la
víctima, como son el cuello y la cabeza, conducta que evidentemente, contrae un
riesgo de resultado fatal para quien es objeto de tales lesiones. Al respecto cabe
precisar, con la doctrina procesalista, 14
15. 15. que existen ciertas conductas “especialmente aptas” para producir un resultado
lesivo. En estos casos se considera el comportamiento como una realidad indesligable
de la creación de riesgos. Admitida la existencia de este tipo de conductas, la cuestión
que surge a nivel procesal consiste en determinar cómo repercute, para la imputación
del conocimiento el hecho de que un sujeto haya realizado una de estas conductas. En
tales casos, se atribuye el resultado a título de dolo, en función a que: (…) la razón de
ser de esta regla se justifica apelando al hecho de que en la sociedad no se considera
posible que alguien que lleva a cabo una conducta valorada socialmente como
indelegable de la creación de determinados riesgos pueda dejar de representarse su
evidentísima actitud lesiva en el concreto momento de actuar”. (…) En el presente
caso, independientemente del hecho de que sólo una de las heridas provocadas a la
occisa haya sido de necesidad mortal, la conducta de la acusada resultaba de manera
objetiva y externa un riesgo para la vida de la occisa, por la cantidad de las heridas
infligidas, por la zona en la que éstas fueron asestadas (afectando zonas vitales
altamente sensibles como la cabeza y cuello), por el hecho de que la acusada infligió
las heridas a la agraviada con un cuchillo de cocina, por el hecho de que en tales
zonas se encuentran diversas arterias y venas de importancia como la vena yugular,
que pueden ocasionar en caso de sección o laceración una muerte inmediata, sobre
todo en el caso de las arterias, como efectivamente ocurrió en el presente caso. (…). -
En cuanto a lo fundamentado por la Suprema Sala Penal, respecto a la conclusión del
considerando decimocuarto: tiene relación con el análisis del tipo objetivo del delito
mencionado (…); debemos tener en cuenta primero, que el parricidio se configura
objetivamente cuando el agente o sujeto activo da muerte a su ascendiente o
descendiente, natural o adoptivo, o a su cónyuge o concubino, sabiendo muy bien que
tiene tales cualidades respecto de su víctima. En otras palabras, el parricidio aparece
o se evidencia cuando el agente con pleno conocimiento de sus vínculos
consanguíneos (padre, hijo natural, etc.) o jurídico (hijo adoptivo, cónyuge o
concubino) con su víctima, dolosamente le da muerte. Siendo irrelevante típicamente
los medios y formas empleadas, mas solo tendrán importancia al momento de
individualizar la pena (Salinas, 2008); - En segundo lugar, debemos agregar respecto
a lo fundamentado: en tanto que la forma, entidad, cantidad y zona de las lesiones
infligidas a la occisa denotan el ánimo doloso presente en la conducta de la acusada
(…); que dolo es la voluntad realizadora del tipo objetivo, guiada por el conocimiento
de los elementos de éste en el caso concreto. En su conceptuación legal, más
sintética, es el fin de cometer un delito. Consecuentemente, se impone distinguir en el
dolo dos aspectos o momentos: el cognoscitivo y el conativo. El aspecto intelectual
(cognoscitivo) del dolo está antepuesto al conativo. Hay dos sentidos en los que
básicamente se habla de conocimiento en derecho penal: el conocimiento efectivo y el
conocimiento potencial. En tanto que el efectivo es el conocimiento que se posee; el
potencial es una contradictio in adjectio, porque no es conocimiento, sino una
posibilidad de 15
16. 16. conocimiento. Aquí finca una de las diferencias entre el conocimiento que
presupone la acción dolosa y el que se requiere en la culposa. El conocimiento
efectivo, que es el requerido en el dolo, puede ser actual o actualizable. Llamamos
conocimiento actual al que importa un pensar en ello, una localización de la actividad
consciente sobre el objeto; conocimiento actualizable, en su lugar, es el que se posee,
en el que se puede pensar porque se lo tiene disponible, pero en que no se piensa en
el momento del hecho. El dolo se identifica con la realización del fin típico, su
momento conativo es la voluntad realizadora, que tanto abarca el fin propuesto como
los medios elegidos. El dolo así entendido, o sea el que cae sobre el fin y los medios,
es el dolo directo; el autor quiere directamente la producción de esos resultados.
Dentro del dolo directo podemos distinguir dos grados: a) el primero (o dolo inmediato)
es en el que la voluntad abarca el resultado típico como fin en sí; b) el segundo (o dolo
mediato), en que el resultado típico es una consecuencia necesaria de los medios
elegidos. No obstante, de la naturaleza del medio elegido se desprende que esa
consecuencia necesaria es inmediatamente querida (Zaffaroni E. , 1999). - En tercer
lugar, debemos tener en cuenta que existe un dolo de ímpetu. Éste, es un concepto
que se opone a premeditación o dolo de propósito, y en tal sentido, aún hoy hay
autores que lo relevan como una atenuante. Ello obedece a que los antiguos
jurisconsultos lo vinculaban a lo que en nuestra ley es la emoción violenta, es decir,
que era un dolo que debía surgir en un estado psíquico que a nivel de culpabilidad se
traduce en un reproche menor. Los jurisconsultos llaman delinquere impetu, a los
crímenes que se cometen en un primer movimiento y que son efecto de la cólera y del
arrebato, tales como a los que se llega en una riña, en la embriaguez o en el ardor de
una pasión inmoderada. No obstante esta tradición, en la actualidad suele distinguirse
nítidamente el problema de culpabilidad disminuida que da base a la emoción violenta
y la cuestión del dolo de ímpetu, que es un problema de tipicidad. Por ello, la principal
característica que se atribuye al dolo de ímpetu es la inmediatez temporal reactiva, es
decir, la falta de un distanciamiento temporal entre decisión y acción. El problema que
esta inmediatez decisión-acción plantea no es de culpabilidad, puesto que no se trata
para nada de averiguar si las circunstancias hacen excusable la reacción, sino que es
un problema de tipicidad, que se traduce en que prácticamente la acción se acerca
tanto a la decisión que parcialmente se superponen, en forma tal que la causalidad se
planifica para causar un daño cualquiera en el cuerpo o en la salud, que también
puede abarcar la muerte, es decir, que se quiere cualquier resultado lesivo, de los
muchos que pueden producirse. El fin está claro: se quiere dañar el cuerpo, pero
queda indeterminada la medida que se quiere alcanzar. No es un dolo alternativo,
porque no se quiere matar o, al menos, lesionar; no es un dolo eventual, porque no se
quiere lesionar aceptando la posibilidad del resultado letal; es un dolo de ímpetu, es
que se quiere dañar en la medida que sea. No cabe duda que si con este dolo se
alcanza el resultado letal, habrá un homicidio consumado, porque ese resultado
entraba dentro del daño querido y 16
17. 17. propuesto como fin de la acción. En síntesis, podemos decir que el dolo de ímpetu,
para nuestro sistema, es el dolo que se manifiesta en una conducta agresiva armada
contra la integridad física de una persona y que, a causa de la continuidad y parcial
superposición de la resolución y la acción, abarca una voluntad realizadora de
cualquier resultado o de varios resultados conjuntamente (Zaffaroni E. , 1999). - Para
concluir, en el contexto en que se desarrollan los hechos, en el momento de la
realización de la conducta delictiva, se da un supuesto de dolo de ímpetu, por la
inmediatez temporal reactiva, es decir, la falta de un distanciamiento temporal entre
decisión y acción, en forma tal que la causalidad se planifica para causar un daño
cualquiera en el cuerpo o en la salud, que también puede abarcar la muerte, es decir,
que se quiere cualquier resultado lesivo, de los muchos que pueden producirse. El fin
está claro: se quiere dañar el cuerpo, pero queda indeterminada la medida que se
quiere alcanzar. A lo señalado por la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte
Suprema en el considerando décimo quinto: asimismo, debe advertirse que el
concepto de dolo como tal viene siendo objeto de una progresiva normativización, en
conjunción con el concepto de creación de riesgos, lo que lo desvincula cada vez más
del aspecto político que se le atribuye y lo acerca más bien a su aspecto cognitivo, lo
que permite apreciar de manera más nítida su concurrencia a través de conductas
tangibles. En este entender se señala que: “…para imputar un tipo de resultado a título
de dolo basta con que una persona tenga información de que va a realizar lo suficiente
para poder explicar un resultado de muerte, lesiones o daños, y, por tanto que prevea
el resultado como consecuencia de ese riesgo.” - Debemos agregar, que si bien hace
referencia a la cita de Feijoo Sánchez, la Suprema Sala no precisa con los hechos
cómo es que la procesada, en el momento de la realización de la conducta por la cual
se la procesa, disponía la información de que va a realizar lo suficiente para poder
explicar un resultado de muerte (…), y, por tanto que prevea el resultado como
consecuencia de ese riesgo; incurriendo en un supuesto de motivación aparente:
porque solo intenta dar un cumplimiento formal al mandato, amparándose en frases
sin ningún sustento fáctico (Recurso de Agravio Constitucional, 2006). La Primera Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema, fundamenta en su considerando décimo
séptimo: que, con respecto a la culpabilidad deben concurrir los tres elementos: - Al
respecto, debemos señalar que, el problema de la culpabilidad, quizá sea el más
discutido y acerca del que menos acuerdo existe en la teoría del delito. Es obvio que
ello obedece a que la culpabilidad corona la teoría del delito, y toda falla en los
cimientos o en la planificación de la estructura 17
18. 18. teórica del delito, se hace más evidente a medida que se asciende en los estratos
de la misma, pudiendo llegar a distorsionarlos totalmente por defecto de sustentación
en las etapas anteriores. Este es el problema de la culpabilidad: si se la apoya sobre
un injusto defectuosamente construido, no puede sustentarse. De allí que muy pocos
temas hayan sido más debatidos que la culpabilidad y a pocos se les haya dado tan
diverso significado y contenido. Lo grave es que estas alternativas son peligrosas, al
hacer de la culpabilidad un concepto nebuloso y permitir el reproche a la personalidad
del autor en forma ilimitada, pensamiento que implica una quiebra del principio de
reserva por una vía indirecta y solapada. La supresión del principio de legalidad es
casi histórica en la legislación comparada, pero la culpabilidad de autor ilimitada suele
brillar muy frecuentemente con destellos maléficos, ora en las leyes, ora en la doctrina.
La dificultad para configurar una imagen de la culpabilidad trae por resultado que
dentro de ella se usen otros vocablos como elementos, componentes, límites,
reguladores y hasta sinónimos, que proporcionan una general impresión de anárquico
desorden, pues cobran sentidos diferentes según las teorías y hasta las
particularidades de una teoría en cada autor determinado que la postula (Zaffaroni E. ,
1999). - En nuestra opinión, los conceptos fundamentales que deben tenerse en
cuenta para la culpabilidad son los siguientes: la reprochabilidad, la disposición interna
contraria a la norma, la posibilidad de realizar otra conducta, la posibilidad de
motivarse en la norma, la exigibilidad y el ámbito de autodeterminación. Digamos
sintéticamente que, dichos conceptos se combinan de la siguiente manera: a)
Culpabilidad, reprochabilidad y disposición interna: Desde el punto de vista normativo,
la culpabilidad es la reprochabilidad de un injusto a un autor, la que sólo es posible
cuando revela que el autor ha obrado con una disposición interna contraria a la norma
violada, disposición que es fundamento de la culpabilidad. Debe quedar bien claro que
por disposición interna entendemos una respuesta concreta (injusto penal) del autor,
pero en modo alguno un estado del mismo revelado por el injusto, no se trata de
desvalorar una característica de la persona del autor, sino una actitud del autor en una
conducta. b) Disposición interna y posibilidad de otra conducta: Esta disposición
contraria a la norma no se revela con la mera comisión de un injusto, sino sólo cuando
le fue posible a su autor actuar de otra manera. Pero, siempre que hay un injusto hay
una conducta y, por ende, siempre le es posible a su autor actuar de otra manera. Por
consiguiente, no puede ser la hipotética posibilidad física la que revele una disposición
interna contraria a la norma. La posibilidad de actuar de otra manera debe entenderse
siempre como una posibilidad exigible, y nunca como una mera posibilidad física de
hacerlo. 18
19. 19. c) Disposición interna y posibilidad de motivarse en la norma: La posibilidad de
actuar de otra manera comienza a tener relevancia para la culpabilidad cuando a su
autor le fue posible motivar su conducta en la norma y, por ende, no violarla. Pero
muchas veces existe esta posibilidad de motivación en la norma y, sin embargo, la
conducta no es reprochable, porque no puede afirmarse aún que exprese una
disposición interna contraria a la norma. d) Disposición interna y posibilidad exigible de
motivarse en la norma: Luego, la relevancia de la posibilidad de motivación en la
norma para la culpabilidad, no aparece con la hipotética posibilidad misma, sino con la
exigibilidad de la posibilidad, o sea, con la posibilidad exigible de motivarse en la
norma. e) Exigibilidad de motivación en la norma y ámbito de autodeterminación: La
exigibilidad comienza cuando el sujeto ha tenido un cierto ámbito de
autodeterminación para motivarse en la norma y no violarla. a') Cuando el ámbito de
autodeterminación es muy estrecho, está por debajo del umbral mínimo de
autodeterminación para motivarse en la norma y habrá inexigibilidad (inculpabilidad).
b') Cuando está por sobre el umbral mínimo, la conducta revelará una disposición
interna contraria a la norma y, cuanto más por sobre él se halla la conducta, mayor
será la exigibilidad de motivarse en la norma, mayor la disposición interna contraria a
la norma que el injusto pone de manifiesto y mayor la reprochabilidad. c') Luego, el
ámbito de autodeterminación para motivarse en la norma indica el grado de posibilidad
exigible de una conducta motivada en la norma y el grado de la reprochabilidad
(culpabilidad). - La posibilidad exigible se determina conforme a criterios generales o a
particularizaciones de la ley, cuando ello es posible. En general, hay posibilidad
exigible de actuar de otra manera, motivándose en la norma, cuando el sujeto a) tiene
con un relativo esfuerzo la posibilidad de comprender la norma y cuando b) la
constelación situacional no le restringe su ámbito de autodeterminación para motivarse
en la norma por debajo del umbral mínimo. Este concepto de culpabilidad que
acabamos de esbozar es eminentemente normativo, es decir, concebido como un
reproche jurídico formulado al autor del injusto. La culpabilidad normativa es, por ende,
un juicio personal, en el sentido de su individualización. Al concepto normativo de la
culpabilidad se llegó como resultado de un proceso que comenzó creyendo que la
culpabilidad es una característica que prescinde de todo contenido valorativo
(Zaffaroni E. , 1999). La Suprema Sala con respecto al primer elemento de la
culpabilidad que debe concurrir señala en el literal a) Causas de inimputabilidad; que
la encausada a la 19
20. 20. fecha de los hechos tenía la edad de 18 años, lo cual se corrobora con la
generales de ley (…). - El artículo 20 inc. 2° del Código Penal, señala que está exento
de responsabilidad penal el menor de 18 años; y en su artículo 22, que podrá
reducirse prudencialmente la pena señalada para el hecho punible cometido cuando el
agente tenga más de dieciocho y menos de veintiún años. Continúa la Sala Suprema
en el mismo considerando agregando que, (…) asimismo no presenta ninguna
anomalía psíquica o grave alteración de la conciencia o la percepción, conforme se
puede advertir que la evaluación psiquiátrica (…), que “en lo pertinente a la
apreciación psiquiátrica se indica, que la encausada no presenta signos ni síntomas de
psicosis, por lo tanto, no presenta enfermedad mental, que la aleje de la realidad, es
plenamente consciente de la naturaleza de sus actos”, por lo que es válido atribuir la
responsabilidad penal (…). - Lo que se señala el artículo 20 inc. 1° de nuestro Código
Penal es que, está exento de responsabilidad penal: 1.- El que por anomalía psíquica
(…); la Sala por su parte, afirma que la procesada no presenta ninguna anomalía
psíquica (…), conforme es de advertirse de la apreciación psiquiátrica. Si bien es cierto
que los peritos en su apreciación psiquiátrica señalan lo referido por la Sala, tampoco
es menos cierto que en sus conclusiones afirman que, después de evaluar a Llamoja
Hilares Giuliana Flor de María, somos de la opinión que presenta (…) 3.- Personalidad
Histriónica F60.4 CIE-10 OMS con rasgos disociales. Esto es, una anomalía psíquica,
Personalidad Histriónica, Trastorno Histriónico de la Personalidad F60.4 CIE-10 OMS,
además, rasgos de otra anomalía psíquica, el Trastorno Disocial de la Personalidad
F60.2 CIE-10 OMS (Organización Mundial de la Salud, 1992). En este sentido,
debemos tener en cuenta que, (…) la anomalía psíquica no es sinónimo de
enfermedad mental, la cual tiene un alcance más restringido y es un término que va
siendo abandonado paulatinamente por la ciencia psiquiátrica. La anomalía psíquica
abarca otras alteraciones de la personalidad que no constituyen propiamente una
enfermedad mental (Gaceta Jurídica, 2004). Incurriendo en una falta de motivación
interna del razonamiento, la misma que se presenta cuando existe invalidez de una
inferencia a partir de las premisas que establece previamente el Juez en su decisión
(Recurso de Agravio Constitucional, 2006). - Continúa la Sala Suprema afirmando que,
en lo pertinente a la apreciación psiquiátrica se indica, que la encausada no presenta
signos ni síntomas de psicosis, por lo tanto, no presenta enfermedad mental (…);
olvidando que el Código Penal de 1991, no considera el término enfermedad mental
como causa de exención de responsabilidad, lo que si contempla es la anomalía
psíquica. 20
21. 21. - Termina infiriendo que, no presenta enfermedad mental que la aleje de la
realidad, es plenamente consciente de la naturaleza de sus actos, por lo que es válido
atribuir la responsabilidad penal. Olvidando nuevamente que, el texto del artículo 20
inc. 1° de nuestro Código Penal señala que, está exento de responsabilidad penal el
que no posea la facultad de comprender el carácter delictuoso de su acto o para
determinarse según esta comprensión; por lo tanto, también está exenta (de
responsabilidad penal), aquella persona que comete un injusto jurídicopenal
comprendiendo su carácter ilícito, pero que no puede adecuar su conducta a dicho
entendimiento. Incurriendo con lo argumentado en un supuesto más de falta de
motivación interna del razonamiento, esto es, cuando existe invalidez de una
inferencia a partir de las premisas que establece previamente el Juez en su decisión
(Recurso de Agravio Constitucional, 2006). - Las deficiencias en las que incurre la
Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema, se deben a que, tradicionalmente
la Doctrina nacional ha entendido por anomalía psíquica a aquellas afecciones de
carácter orgánico y permanente, capaces de generar pérdida de contacto con la
realidad, y como consecuencia de ella, incapacidad para reconocer el carácter ilícito
de la conducta(...) se quiere entender a la anomalía psíquica, como sinónimo de
incapacidad para distinguir la fantasía, de la realidad; grave alteración de la conciencia
lúcida; de la conciencia espacio-temporal. Ignorando la existencia de una conciencia
discriminatoria, de una capacidad de internalizar pautas o valores, y actuar de acuerdo
a ella. De entender la inimputabilidad como sobreviviente de la alteración de funciones
mentales, tales como la inteligencia, pensamiento o memoria, fundamentalmente;
ignorando que la capacidad de juicio, la capacidad de abstracción, la resolución de
problemas, la flexibilidad mental y la estructura de personalidad, también son
funciones intelectuales superiores, que sí se encuentran seriamente comprometidas
en los trastornos de la personalidad (...). No existe consenso por parte de nuestros
juristas sobre el contenido y alcances de la denominada anomalía psíquica, dentro del
ámbito de aplicación de las causas de exención de responsabilidad. Pero aún así,
podemos afirmar que se encuentran (como causas de exención), tanto la perturbación
psíquica patológica; la alteración morbosa de las facultades; la anomalía psíquica (en
sentido restrictivo, de entender a estas patologías con un sustrato orgánico); como
también, la otra alteración psíquica grave; perturbación profunda de la conciencia; la
insuficiencia de las facultades; grave alteración de la conciencia, etc. (entendidas en el
sentido clásico de que no tienen ese sustrato orgánico o patológico de las primeras).
Para el Derecho Penal, tanto las causas orgánicas, como las no orgánicas, pueden
generar exención de responsabilidad, siempre y cuando, la persona en el momento de
21
22. 22. la comisión del ilícito penal, no posea la capacidad para comprender el injusto de
su conducta; o teniéndola, no posea la capacidad de adecuarla a ese entendimiento
(Pinillos, 2013). La Suprema Sala con respecto al segundo elemento de la culpabilidad
que debe concurrir señala en el literal b) conciencia de antijuridicidad; requiere que el
autor haya tenido la posibilidad de conocer que el hecho imputado es punible, por lo
que en el presente caso, debe valorarse que el respeto por el bien jurídico vida es
considerado como eje de nuestro Estado de Derecho, tal es así, que la función
primordial del Estado es tutelar dicho derecho, ante lo cual el derecho penal interviene
en aplicación de los principios de fragmentariedad y subsidiariedad, tipificando
solamente aquellas conductas antisociales graves que pongan en peligro o lesionen el
bien jurídico vida, lo cual es de conocimiento del ciudadano promedio, y que en el caso
de la procesada, ésta más aún tiene educación superior, lo cual le permitió conocer
respecto de la ilicitud del hecho imputado y al no concurrir ningún error de prohibición
o error de comprensión culturalmente condicionado, tenía conocimiento de ello al
momento de los hechos; - La Suprema Sala, señala que la antijuridicidad requiere que
el autor haya tenido la posibilidad de conocer que el hecho imputado es punible; por lo
que debe valorarse que el respeto por el bien jurídico vida es considerado como eje de
nuestro Estado de Derecho y fundamenta que la procesada, quien tiene educación
superior, esta condición le permitió conocer respecto de la ilicitud del hecho que se le
imputa; señalando que, al no existir error de prohibición, ni culturalmente
condicionado, infiere que tenía conocimiento de ello al momento de los hechos; - En
primer lugar, una conducta típica es antijurídica si no hay una causa de justificación.
También se puede hablar de causas de exclusión del injusto. La antijuridicidad designa
una propiedad de la acción típica, su contradicción con las prohibiciones y mandatos
del Derecho penal, mientras que por injusto se entiende la propia acción típica, y
antijurídica. Así, en el concepto del injusto se reúnen las tres categorías delictivas de
la acción, tipicidad y antijuridicidad. Una acción es formalmente antijurídica en la
medida en que contraviene una prohibición o mandato legal; y es materialmente
antijurídica en la medida en que en ella se plasma una lesión de bienes jurídicos
socialmente nociva y que no se puede combatir suficientemente con medios
extrapenales. Se puede distinguir entre injusto material y formal. El contenido material
del injusto tiene importancia tanto para el tipo (clase de injusto) como para la
antijuridicidad (afirmación o negación del injusto). En el aspecto valorativo del tipo el
injusto material representa una lesión de bienes jurídicos que por regla general es
necesario combatir con los medios del Derecho penal; desde el punto de vista de la
antijuridicidad, el injusto material de la lesión de bienes jurídicos 22
23. 23. puede excluirse por el hecho de que en caso de colisión de dos bienes jurídicos se
prefiere el interés por el bien jurídico más valorado al menos valorado, con lo que el
resultado es que pese al sacrificio de un bien jurídico se produce algo socialmente
provechoso o al menos no se produce un daño social jurídicopenalmente relevante. La
importancia práctica de la antijuridicidad material es triple: permite realizar
graduaciones del injusto y aprovecharlas dogmáticamente; proporciona medios
auxiliares de interpretación para la teoría del tipo y del error y para solucionar otros
problemas dogmáticos; y hace posible formular los principios en los que se basan las
causas de exclusión del injusto y determinar su alcance. En primer lugar, gracias a la
antijuridicidad material se puede graduar el injusto según su gravedad. La
antijuridicidad formal no permite aumentos ni distinciones cualitativas. Ahora bien,
como la cantidad y cualidad del injusto material son esenciales para el grado de
culpabilidad y a su vez la medida de ésta tiene gran importancia para la medición de la
pena, la pena resulta decisivamente co-determinada por el injusto material del hecho.
Por último, el principio de la antijuridicidad material también es decisivo para
desarrollar y determinar el contenido de las causas de justificación. También para
sistematizar las restantes causas de exclusión del injusto y configurar su contenido
habrán de ser los criterios de la antijuridicidad material los que marcarán la pauta. Otro
sector rechaza totalmente la distinción entre antijuridicidad formal y material. Pero el
argumento no es convincente (Roxin, 1997). - En segundo lugar, hay que precisar que,
el requerimiento legal de la antijuridicidad es, la posibilidad exigible al autor de que
haya podido comprender la antijuridicidad de su conducta. No debemos entender que
comprensión de la criminalidad es sinónimo de comprensión de la antijuridicidad,
puesto que es obvio que la criminalidad no se identifica con la antijuridicidad, dado que
el carácter delictivo de un acto no depende únicamente de su antijuridicidad. De allí
que afirmemos que la comprensión de la antijuridicidad es abarcada por la
comprensión de la criminalidad, pero en modo alguno la primera agota el contenido de
la segunda. La comprensión de la criminalidad es una expresión sintética que abarca
el conocimiento y la comprensión de todas las características objetivas que hacen
delictiva una conducta, es decir que presupone el conocimiento de la tipicidad objetiva
en el caso concreto (o sea, el aspecto cognoscitivo del dolo del tipo de que se trate), la
comprensión de que esa conducta es contraria al derecho (la posibilidad de
comprensión de la antijuridicidad) y también el conocimiento de las circunstancias que
proporcionan un margen objetivo para la autodeterminación. En efecto: comprensión
es el más alto 23
24. 24. nivel de captación humana, que implica internalización o introyección, encierra y
presupone el simple conocimiento. En este sentido, la posibilidad de comprensión de
la antijuridicidad presupone el conocimiento de los elementos cognoscitivos del dolo.
Lo que la ley exige no es, en modo alguno, una efectiva comprensión de la
antijuridicidad de la conducta, sino sólo una posibilidad exigible de comprensión de la
misma. Con esa mera posibilidad basta para satisfacer el requerimiento de la
reprochabilidad (culpabilidad), sin que sea necesaria la comprensión real y efectiva. La
punición, en caso de ausencia de esa posibilidad de comprensión o por debajo del
límite razonablemente exigible de la misma, implica una clara violación del principio de
culpabilidad, puesto que lleva a reprochar un injusto cuyo carácter no pudo
comprender el autor o, mejor dicho, no pudo exigírsele que lo comprendiese (Zaffaroni
E. , 1999). La comprensión no es el mero conocimiento, sino una instancia superior al
mismo. - En tercer lugar, si bien la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema
de Justicia afirma que, la conciencia de la antijuridicidad requiere que el autor haya
tenido la posibilidad de conocer que el hecho imputado es punible; y porque es de
conocimiento del ciudadano promedio, que el derecho penal interviene conductas
antisociales graves que pongan en peligro o lesionen el bien jurídico vida, la
procesada, por contar con educación superior, esta condición le permitió conocer la
ilicitud del hecho imputado, toda vez que no concurren al momento de los hechos error
de prohibición o, de comprensión culturalmente condicionado. Desconociendo que
para fundamentar debidamente debe posibilitar la identificación de las razones que
sustentan las premisas en las que ha basado su argumento; pero éstas no deben
presentar deficiencia en la motivación interna, en su manifestación de falta de
corrección lógica, puesto que la inferencia no es correcta en función de las premisas,
para así identificar el ámbito constitucional de la debida motivación mediante el control
de los argumentos utilizados en la decisión asumida. Tampoco se ha cumplido con
fundamentar con datos objetivos que se derivan del caso, para garantizar que la
resolución no se encuentren justificadas en el mero capricho de los magistrados. No
se ha fundamentado sobre la inexistencia del error de prohibición; del error
culturalmente condicionado; ni el grado de educación superior, incurriéndose en un
supuesto de motivación aparente, puesto que ésta es solo aparente, intentando dar un
cumplimiento formal al mandato, amparándose en frases sin ningún sustento fáctico, ni
correcto desde el punto de vista jurídico. Además, debemos tener en cuenta que, la
comprensión no es el mero conocimiento; sino una instancia superior, el más alto nivel
de captación humana, que implica internalización, encierra y 24
25. 25. presupone el simple conocimiento; además que, comprensión de la antijuridicidad
no es sinónimo de comprensión de la criminalidad. La comprensión de la criminalidad
abarca el conocimiento y la comprensión de todas las características objetivas que
hacen delictiva una conducta, es decir, presupone el conocimiento de la tipicidad
objetiva (aspecto cognoscitivo del dolo), la comprensión de que esa conducta es
contraria al derecho (posibilidad de comprensión de la antijuridicidad) y también el
conocimiento de las circunstancias que proporcionan un margen objetivo para la
autodeterminación. Aspectos todos, que no han sido fundamentados. La Primera Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia, con respecto al tercer elemento de
la culpabilidad que debe concurrir señala en el literal: c) exigibilidad de comportarse de
acuerdo a derecho; con relación a este elemento, debe entenderse que los ciudadanos
al encontrarse en un Estado de derecho, se encuentran bajo el ius puniendi del
Estado, por lo que tienen el deber de comportarse de acuerdo a las normas impuestas,
y se basa en la exigencia del poder actuar de otro modo, lo cual en el presente caso
concurren, pues la encausada, teniendo conocimiento de la ilicitud de su conducta y
pese a poder haber actuado de otro modo, salvaguardando el bien jurídico vida, en
tanto que pudo actuar de manera racional al ejercer su defensa, lo cual no ocurrió, por
lo que la responsabilidad penal de la encausada se encuentra acreditada en base a los
argumentos desglosados; - La Suprema Sala fundamenta que, los ciudadanos al
encontrarse bajo el ius puniendi en un Estado de derecho tienen el deber de
comportarse de acuerdo a las normas impuestas; y que la encausada teniendo
conocimiento de la ilicitud de su conducta y pese a poder haber actuado de otro modo,
en tanto que pudo actuar de manera racional al ejercer su defensa, la responsabilidad
penal de la encausada se encuentra acreditada en base a los argumentos
desglosados. - El principio de culpabilidad no pretende que la ley o el juez penetren el
ámbito de la libertad decisoria de un individuo, porque esto es imposible, ya que la
reprochabilidad siempre la determina un tercero. El tercero que determina la
culpabilidad no puede ser otro que el orden jurídico. Los ámbitos de autodeterminación
pueden ser sumamente amplios, en cuyo caso corresponde una exigibilidad y una
reprochabilidad mayor, y pueden llegar hasta grados o umbrales mínimos de libertad
de decisión, en que la reprochabilidad desaparece. Si bien no puede negarse en los
casos de inexigibilidad la existencia de la libertad de decisión (de la posibilidad), ésta
es considerada mínima y despreciable a los efectos de la reprochabilidad. En estos
umbrales mínimos su uso no es exigible. La ley no deja librada al criterio del juez la
determinación de los ámbitos de libertad de decisión (o de exigibilidad o de
reprochabilidad). Si bien es él quien en definitiva 25
26. 26. siempre los aprecia, la ley le señala los criterios conforme a los cuales debe
hacerlo, le señala los umbrales mínimos y a partir de ellos se deducen los criterios
para mensurar los grados. En cuanto al grado de reprochabilidad y la personalidad del
autor, resulta perfectamente determinable que hay sujetos a los que en una situación
dada les es mucho más arduo que a otros ajustar su conducta a derecho. En tales
casos, la exigibilidad y el reproche son menores. Todos los umbrales mínimos de
autodeterminación son supuestos en que al autor no se le puede exigir una conducta
diferente de la efectivamente realizada. De allí que todas las causas de inculpabilidad
sean supuestos de inexigibilidad de otra conducta adecuada a derecho. - En base a
los argumentos expuestos, estamos ante un desconociendo de que para fundamentar
debidamente, se debe posibilitar la identificación de las razones que sustentan las
premisas en las que han basado sus argumento; pero éstas no deben presentar
deficiencia en la motivación interna, esto es, falta de corrección lógica, puesto que la
inferencia no es correcta en función de las premisas, para así identificar el ámbito
constitucional de la debida motivación mediante el control de los argumentos utilizados
en la decisión asumida. Tampoco se ha cumplido con fundamentar con datos objetivos
que se derivan del caso, para garantizar que la resolución no se encuentren
justificadas en el mero capricho de los magistrados; incurriéndose en un supuesto de
motivación aparente, puesto que ésta es solo aparente, intentando dar un
cumplimiento formal al mandato, amparándose en frases sin ningún sustento fáctico, ni
correcto desde el punto de vista jurídico. Décimo Octavo: que, con respecto a la
graduación de la pena, esta debe ser impuesta respetando el principio de
responsabilidad subjetiva del Derecho penal, previsto en el artículo octavo del Título
Preliminar del Código penal,(…), a fin de determinar una pena justa y acorde a los
principio de proporcionalidad y racionalidad (…), corresponde una disminución
prudencial de la pena; aclarando que esta atenuación de la pena no obedece al menor
valor de la vida destruida, ni a las circunstancias objetivas del hecho; sino que la
imputación disminuye en razón a que la encausada tiene una responsabilidad
restringida por contar al momento de los hechos ilícitos con la edad de 18 años, por lo
que es de aplicación el artículo 22 del código penal; además debe valorarse que la
imputada no presenta antecedentes penales (…), la encausada actuó irracionalmente
para intentar la legítima defensa, conforme a los fundamentos que indicamos
precedentemente; por lo que no se dan los requisitos que se exige para la exención de
pena, por tal causal previsto en el artículo 20 inciso tercero del código penal;
Declararon NO HABER NULIDAD, en la misma sentencia, en cuanto condena a
GIULIANA FLOR DE MARÍA LLAMOJA HILARES como autora del delito contra la
Vida, el Cuerpo y la Salud -parricidio- en agravio de María del Carmen Hilares
Martínez, y fija en treinta mil nuevos soles el monto que por concepto de 26
27. 27. reparación civil deberá abonar la sentenciada a favor de los herederos legales de
la agraviada; y HABER NULIDAD en el extremo que le impone a la acusada
GIULIANA FLOR DE MARÍA LLAMOJA HILARES VEINTE AÑOS DE PENA
PRIVATIVA DE LIBERTAD; y REFORMÁNDOLA en este extremo: le impusieron
DOCE AÑOS DE PENA PRIVATIVA DE LIBERTAD. - Fundamentos que carecen de
corrección lógica, esto es, no son correctos en función de las premisas establecidas
previamente en la decisión. Con respecto a la pena impuesta, la cual ha sido
determinada en doce años, entre otros argumentos, en atención a la responsabilidad
restringida por la edad, y que, la encausada actuó irracionalmente para intentar la
legítima defensa; debemos indicar que lo correcto habría sido imponer una medida de
seguridad no menor de quince años, puesto que nos encontramos ante una persona
que padece una anomalía psíquica que afectó su capacidad psíquica de culpabilidad,
tanto en su esfera cognitiva, como en la conativa. En el aspecto cognitivo del dolo, así
como en el aspecto conativo o volitivo; en la posibilidad de conocimiento de la
antijuridicidad exigible. 27
28. 28. 28 BIBLIOGRAFÍA - Gaceta Jurídica. (2004). Código Penal Comentado Título Pre

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