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Datos biográficos

Coca Ponce es una escritora ecuatoriana, profesional independiente en el sector


escritura y edición.

 Nació en Quito en el año 1954

Es conocida por cuentos como El Ulises, dicho cuento pertenece al libro de cuentos
escrito por ella misma llamado Mío solo el piano, el cual publicó en el año 2004 con la
editorial Planeta del Ecuador en la ciudad de Quito. Este cuento tiene un total de 181
páginas. Este libro es además el primer libro publicado por esta autora.

Habla los idiomas francés e inglés a la perfección.

Estudió sociología en la Universidad Autónoma de México (UNAM).

Además de haber publicado su libro de cuentos, Ponce ha publicado cuentos en las


revistas El Búho de Quito y Número de Bogotá, siendo reconocida así también
internacionalmente.

Ponce escribe y denuncia rutinas y repeticiones insípidas en la convivencia, en el amor,


el sexo, la vida de pareja, las amistades, la hipocresía de la sociedad, repartición de
herencias, divorcios y defunciones. Así como también de amores fugaces.
Ambiente: sala vip, aeropuertos, ecuador

Atmósfera: preocupación, angustia, nervios

Trama.- Inicio: en la sala de aeropuertos faltaba aire. Algunas personas lloraban.


Otras se abrazaban.
Casi todas hablan por teléfonos celulares, los periodistas de la televisión hacían
preguntas a las personas más nerviosas. Los de la radio trataban de conseguir
una entrevista con las autoridades. Los militares evitaban las miradas. Había
demasiado movimiento y ruido. Al menos así le pareció a Brigitte mientras
aguardaba, sola, sentada en una esquina, frotando impulsivamente su muslo
derecho. Froto tanto que la tela de su pantalón perdió ello color. No entendía lo
que pasaba tenia sentimientos definidos. Solo sentía calor

Esa mañana había llamado el mayor Oviedo, un funcionario de la compañía de


aviación. Pregunto por la señora de Mocoso. Hacia tiempo que nadie la llamaba
así. Estaba separada de Carlos hacia casi tres años y desde entonces usaba su
apellido de soltera

-¿la señora de Mocoso. Por favor?


Estuvo a punto de responder que estaba equivocado, pero algo la detuvo
-¿Quién la busca?
- el mayor Oviedo. Necesito hablar con la señora Brigitte de Mocoso.
Con un tono de voz envejecida dijo: “soy yo”

Brigitte había venido siete años atrás, casada con Carlos Mocoso. No conocía el
país ni a nadie que viviera aquí. Cuando llego quiso integrarse al mundo del que
tanto había oído hablar a Carlos y vivir como ecuatoriana. Y no fue fácil. Todo
era diferente. Todos esperaban algo que no tenía. Perro se dispuso a aprender.
Pregunto por qué lloran en las fiestas y ríen en los funerales. Descubrió que
cuando reciben por respuesta una negativa directa, se sienten ofendidos. Se le
hizo muy difícil utilizar las formas indirectas de los verbos. Oyó que los objetos
se caen, se rompen, se pierden, que las cosas simplemente suceden sin que
haya un responsable. Pensó que tal vez por eso el país no tenía héroes
Nudo: Después de una larga conversación acerca de que debía asistir al
reconocimiento del cadáver.
Brigitte alcanzo llamar a su vecina para pedirle que se encargara de los niños
cuando llegaran de la escuela. Mientras le daba instrucciones, sentía que la
situación en la que estaba tenía un sabor de irrealidad absoluta. Como todo en
este país.
Cuando llego a ecuador, Carlos le explicó las costumbres locales

En la información de seguro de accidentes Carlos había escrito el nombre de


Brigitte. ¿Tal vez pensaba en los niños? Cuando llego al aeropuerto ella tuvo que
llenar a varios formularios.
Mientras escribía los datos, recordó el día que Carlos abandono la casa. Lo hizo
muy entusiasmado. También era jueves. Había descubierto que su destino y sus
necesidades eran otras. Que con ella no iba ningún lado.

Entonces en su vida cambio muy poco. Sim embargo, el sentido que tenía para
Brigitte vivir en Ecuador desapareció por completo.
En el fondo, lo único que quería era regresar a su pueblo natal, un lugar rodeado
de girasoles
Para superar esa limitación, Brigitte se dedicó a los trámites para conseguir
pasaportes europeos a los niños.

Una vez que los obtuvo, pensó que solo era cuestión de ahorrar. Sim embargo,
la plata nunca sobraba

Cuando Brigitte y los familiares de los demás pasajeros llegaron a Tulcán, se


instalaron en una escuela que los militares vigilaban como si hubiera algo para
robar. Un cura oficio mis en una de las aulas. Bigitte prefirió quedarse afuera,
sentada en un banco. Estaba cansada y sentía frio. Pero al poco rato la soledad
se hizo insoportable y opto por entrar. Se sentó cerca de alguien. No importaba
quien. Necesitaba sentirse acompañada. Se puso a pensar en los sietes años de
destierro marital, como había bautizado a esta larga estancia en Ecuador. Ahora,
al ver a toda la gente que la rodeaba, sentía algo parecido a la envidia.
Desenlace: de pronto, todos dejaron de rezar y abandonaron la improvisada
iglesia. Desde el lugar del accidente llegaron los primeros militares trayendo
algunos cadáveres
La cola avanzaba con lentitud. Los gritos de dos señores al identificar a su
hermana la aturdieron.
Brigitte caminaba nerviosa pensando como reconocería a Carlos. No conocía la
ropa que usaba últimamente. Ni siquiera recordaba si tenía bigote. Parecía que
hubiera perdido la memoria. Tenía sed. Trataba de visualizar las facciones de
Carlos, pero solo recordaba la cara del mayor Oviedo sonrojándose cuando por
la a mañana Brigitte le pregunto:

-¿Cuánto es el dinero que recibiere?

El mayor había titubeado un momento antes nde mencionar una cantidad


tentativa. No estaba autorizado a tratar el tema. Ella al escuchar la suma, no
pudo apreciar su dimensión real. Las cosas estaban sucediendo con demasiada
velocidad. En la cola de identificación volvió a pensar en la cifra mencionada por
el mayor. De repente comprendió que su momento había llegado. Supo que por
fin volvería a ver a su pueblo Natal rodeado de girasoles. Y se sorprendió cuando
se dio cuenta de que, por primera vez en siete años, lloraba de alegría como
ecuatoriana.

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