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Este es el caso del entrenador al que encarna Brad Pitt, el cual, casi por casualidad,
encuentra al friky de libro, apasionado del béisbol y obsesionado con medir hasta el
último detalle de cada jugador. Había estudiado en una de las mejores
universidades americanas y trabajaba en un equipo recopilando datos, aunque
nadie le prestaba demasiada atención. ¿Medir, para qué? Pero Brad Pitt empieza a
entablar una cierta relación con él y lo ficha. ¿Se puede hacer un equipo “perfecto”
para el dinero que tenemos simulándolo por ordenador? Si mides los indicadores
adecuados, posiblemente sí. Buscas puesto por puesto qué necesitas, las
funciones que tienen que cumplir, y tratas de comprender cuáles son los factores
que te llevan a ganar partidos. Después buscas esas características en una base
de datos donde tienes estudiados a muchos jugadores (¡cuantos más mejor!) y en
base a esos elementos podrás elegir.¿Dónde está la gracia? ¿Por qué los datos
pueden ayudar tanto o más que un ojeador? Los ojeadores son personas, tienen
prejuicios, gustos y la intuición como única guía puede fallar, por ejemplo pagando
un precio demasiado elevado por algún jugador cuyas funciones podían ser
replicadas por otros de menor coste. De hecho, lo que el chico demostraba con sus
datos es que había jugadores que nadie los quería porque estéticamente no eran
adecuados (una forma “rara” de lanzar, por ejemplo) pero que, en cambio, cumplían
perfectamente sus funciones (lanzar muy bien, incluso mejor que ciertas “estrellas”).
Si no tienes presupuesto, la clave es encontrar y fichar a estos “renegados”,
jugadores que, por diversas razones, no cumplían con los criterios de los
ojeadores pero que, en realidad, tenían buenos datos y, por tanto, podrían ser
adecuados para el objetivo: ganar partidos. Sus precios de mercado (fijados por los
ojeadores de los clubs, que determinaban quién era deseado y caro o no deseado
y barato) eran relativamente bajos y sería factible crear un nuevo equipo que, sobre
el papel, podría tener buenos resultados.