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El Contrato Partes y Terceros Por Carlos A. Hernández PDF
El Contrato Partes y Terceros Por Carlos A. Hernández PDF
I. Introducción
Así, el art. 1021 dispone que “El contrato sólo tiene efecto entre las partes
contratantes; no lo tiene con respecto a terceros, excepto en los casos
previstos por la ley”. Del mismo se desprende que: a) Son protagonistas
principales del contrato, las partes, categoría contrapuesta a la de terceros,
respecto de los cuales sus efectos directos no les alcanzan, salvo supuestos de
excepción reconocidos legalmente; b) Su extensión requiere de una necesaria
articulación con otras normas, en especial, las que conciernen a la noción de
parte (art. 1023) y de sucesores universales (art. 1024); a la situación de los
terceros (art. 1022); a la incorporación de terceros al contrato (arts. 1025 y ss);
al régimen de contratos conexos (arts. 1073, 1074 y 1075) y de subcontratación
(art. 1069 y ss), sin desconocer por ello, el impacto de las leyes especiales,
como la de Defensa del Consumidor (Ley 24.240).
1
Este principio se expresa a través de la locución latina "Res inter alios acta vel pudicata, alteri
nec prodest, nec nocet" (La cosa hecha o juzgada entre unos no aprovecha ni perjudica a
terceros) extraída del Digesto (PAULO: Lib. II, Tít. XIV, Ley 27, Parágrafo IV). Sobre el principio
puede verse a, SALAS, Acdeel E., “La regla ‘res inter alio acta’”, JA, 1952-IV-3; reeditado por
RCyS 2014-VII-259; COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H., “El efecto relativo de los
contratos”, L.L. 2007-B-1108 y ss.; HERNÁNDEZ, Carlos A., “Acerca del principio de relatividad
puede resultar de un contrato realizado por dos partes una obligación o un
derecho para terceros.
La relatividad que se predica para los efectos del contrato del que da
cuenta el artículo 1021, importa reconocer la existencia de dos categorías de
sujetos, a saber, las partes y los terceros, sobre las cuales el nuevo Código
establece soluciones especiales que luego trataremos (arts 1022 y 1023). De
este modo, la fórmula legal, mejora las normas derogadas (art. 1195 y 1199),
no sólo por cuanto comienza claramente por la afirmación de la regla, sino
también porque no le concede a la misma carácter absoluto –introduce la
excepción proveniente de ley-4, lo cual se expresa en muchas normas
relacionadas.
de los efectos del contrato y sus tensiones actuales”, RDPyC, N° 2007-2 “Contratos Conexos”,
Editorial Rubinzal-Culzoni, pág. 21 y ss.
2
LORENZETTI, Ricardo L, Tratado de los contratos. Parte general, Rubinzal-Culzoni, 2004,
pág. 476.
3
Haciéndose aplicación de esta idea, se ha dicho que “El acuerdo transaccional celebrado
entre la actora y la aseguradora citada en garantía, mediante el cual acordaron el modo en que
se aplicarían las normas de emergencia sobre pesificación de las obligaciones en dólares
estadounidenses y cómo se convertiría a pesos el monto de la franquicia contemplada en la
póliza contratada, resulta inoponible a la asegurada, pues, mal pueden el presunto usuario y la
compañía de seguros, mediante un convenio privado, modificar o interpretar los alcances del
contrato de seguro en perjuicio del derecho invocado por el asegurado y sin su intervención,
conforme lo previsto por los arts. 1195 y 1199 del Cód. Civil”; en Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, sala A, “Almeida, Graciela E. c/ Transportes Metropolitanos
General Roca S.A.”, 04/04/2006, La Ley Online, AR/JUR/1840/2006.
4
El art. 1199 del Código de Vélez contenía una estructura más cerrada en cuanto sostenía que
“Los contratos no pueden oponerse a terceros, ni invocarse por ellos, sino en los casos de los
artículos 1.161 y 1.162”.
5
Así, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, en autos “Mena, José R. c/
Citibank NA. s/ regulación por diferencia de valor”, dijo que “En la aplicación del axioma "res
inter alios acta allis neque nocere neque prodesse potest", debe distinguirse entre los efectos
directos y los efectos indirectos del contrato, porque de lo contrario pueden producirse errores
de graves consecuencias” (Del voto del juez Salas – Mayoría); sentencia del 14 de Abril de
2004, La Ley online 14/99244.
no los grave o perjudique, guardando una obligada convivencia con el principio
“alterum non laedere” -recogido en el art. 1716 del Código unificado-, por
cuanto como se ha señalado con agudeza “…el crédito es también, como la
relación real … un derecho absoluto: no en el sentido que todos los terceros
están llamados a cumplirlo, sino en el que todos los terceros tienen el deber de
respetarlo no dañándolo injustamente”6. Sobre esta perspectiva DIEZ-PICAZO
y GULLÓN sostienen -en criterio compartido en nuestra doctrina7- que “...una
cosa es que el contrato no pueda crear derechos y obligaciones para terceros
sin su consentimiento, y otra distinta que estos terceros tengan que contar con
él y sus efectos”, agregando que “...con razón decía Ihering que todo negocio
jurídico produce un efecto reflejo para los terceros porque, al igual que ocurre
en el mundo físico, todo hecho jurídico no se puede aislar en el mundo jurídico,
sino que se relaciona con su entramado”8.
Por su parte, los efectos directos, dan cuenta del plan prestacional
emergente del negocio. Lógicamente, se proyectan sobre las partes, salvo
disposición legal que autorice su extensión a terceros. Ello sucede con la
estipulación a favor de tercero (art. 1027) -supuesto tradicional hoy
recepcionado de un modo más preciso y completo-, y más intensamente con la
conexidad contractual, sobre la cual el Código Civil y Comercial avanza
sensiblemente –aunque con límites razonables- al reconocer la expansión o
privación de ciertos efectos directos de un contrato hacia otros con los cuales
se encuentra vinculado (arts. 1073, 1074 y 1075), aceptando la unidad negocial
que hace partícipes a todos los interesados. Se encuentra aquí un punto
interesante de contacto y de diálogo con el régimen especial de defensa del
consumidor, dentro del cual la conexidad se acepta con mayor frecuencia y
naturalidad (art. 1092; y arts. 4, 5, 36 y 40 Ley 24.240).
6
DE LORENZO, Miguel F., “La protección extracontractual del contrato”, L.L. 1998-F-927. En
esa línea se ha dicho que “Si el tercero causa un perjuicio al contratante, hay una
responsabilidad extracontractual, por lesión al crédito, a las expectativas contractuales…El bien
jurídico protegido es el contrato como posición jurídica o hecho jurídico”, LORENZETTI,
Ricardo L, Tratado de los contratos. Parte general, op. cit., pág. 499.
7
NICOLAU, Noemí L., Fundamentos de Derecho Contractual, La Ley, 2009, T. I, pág. 307;
HERNÁNDEZ, Carlos A., “Acerca del principio de relatividad de los efectos del contrato y sus
tensiones actuales”, op. cit., pág. 23.
8
Sistema de Derecho Civil, Tecnos, Madrid, 2001, v. II, pág. 86.
9
ESBORRAZ, David y HERNÁNDEZ, Carlos A., “Alcances y proyecciones del fenómeno de la
vinculación negocial en el ámbito de los contratos”, en “Trabajos del Centro”, Revista del
Centro de Investigaciones de Derecho Civil, Facultad de Derecho, Universidad Nacional de
Rosario, Rosario, 1997, Nº 2, op. cit., pág. 34.
10
LORENZETTI, Ricardo, “Esquema de una teoría sistémica del contrato”, L.L. 1999-E-1168.
III. La categoría de parte contractual: alcances
A. Introducción
12
LORENZETTI, Ricardo L, Tratado de los contratos. Parte general, op. cit., pág. 477.
13
No se los debe confundir con el llamado agente, nuncio o mensajero, que preveían los arts.
1147 y 1151 del Código derogado, que actuaban como meros portavoces o vehículos de la
declaración de voluntad del interesado en acceder al contrato. Al respecto puede verse a
Noemí L. NICOLAU, Fundamentos de Derecho Contractual, op. cit., pág. 115.
14
Se sigue de este modo el criterio de nuestra doctrina. Así, NICOLAU, Noemí L., idem, pág.
308.
Se consagra así, una norma especial relativa al rol de los sucesores
universales en el contrato, quienes ya no podrán ser exclusivamente
identificados con los herederos, toda vez que, existen sucesores universales
“motis causa”15, pero también “entre vivos”. La distinción es relevante en
cuanto pueden reconocerse en el derecho vigente diferencias de efectos en
orden a las responsabilidades que pueden resultar de la transmisión.
Justamente, es en el art. 400 del Código Civil y Comercial, donde se dice que
“Sucesor universal es el que recibe todo o una parte indivisa del patrimonio de
otro”; y de modo concordante, la primera parte del art. 2278 afirma que “Se
denomina heredero a la persona a quien se transmite la universalidad o una
parte indivisa de la herencia”. Los textos hablan por sí mismo, y no hay dudas
que la ubicación del art. 400 en el Título de los "Hechos y Actos Jurídicos",
impide la absoluta asimilación entre sucesor universal y heredero 16, lo que
reviste importancia en orden a la figura del sucesor universal "entre vivos",
cuyas expresiones más salientes se dan en materia de transferencia de fondo
de comercio (art. 1° de la Ley 11.867) y en la cesión de herencia. Por ejemplo,
en la tipificación de este último contrato, el nuevo Código afirma que “El
cesionario adquiere los mismos derechos que le correspondían al cedente en
la herencia. Asimismo, tiene derecho de participar en el valor íntegro de los
bienes que se gravaron después de la apertura de la sucesión y antes de la
cesión, y en el de los que en el mismo período se consumieron o enajenaron,
con excepción de los frutos percibidos” (art. 2304)17.
15
Otra cuestión que también ha venido a resolver el Código Civil y Comercial concierne a la
figura del legatario de cuota, que al haber sido derogada, evita las discusiones que sobre su
naturaleza jurídica se dieran en nuestro derecho. El instituto no debe confundírselo con el
heredero de cuota que prevé el art. 2488.
16
Este criterio -aunque polémico- viene del Proyecto de 1998, y fue consagrado en el Proyecto
del PEN de 1993 (art. 895).
17
Esta postura ha sido sostenida magistralmente en el régimen anterior por Eduardo A.
ZANNONI, en “Cesión de derechos hereditarios”, Revista del Notariado N° 811, pág. 1397. Allí
afirma que “La doctrina en general ha sostenido que el cesionario es un sucesor particular.
Personalmente he sostenido lo contrario. Asociamos sucesión universal con transmisión de
derechos por causa de muerte, y nos parece que por actos entre vivos no hay sucesión
universal. Sin embargo, si el cesionario adquiere el todo o una parte alícuota en la
universalidad, es evidente que es un sucesor en la universalidad. No es un sucesor universal,
digamos, del cedente en el sentido que sucede universalmente en el patrimonio del cedente,
porque no hay tal transmisión patrimonial, pero sí hay sucesión en la universalidad de los
derechos transmitidos que corresponden al cedente”.
D. Circulación convencional o legal del rol de parte
El art. 2277 dispone que “La muerte real o presunta de una persona
causa la apertura de su sucesión y la transmisión de su herencia a las
personas llamadas a sucederle por el testamento o por la ley”. La
responsabilidad que resulta de la transmisión se limita al patrimonio recibido,
habida cuenta que el art. 2317 establece que “El heredero queda obligado por
las deudas y legados de la sucesión sólo hasta la concurrencia del valor de los
bienes hereditarios recibidos. En caso de pluralidad de herederos, éstos
responden con la masa hereditaria indivisa”.
18
STIGLITZ, Rubén S., Contratos civiles y comerciales. Parte General, op. cit., pág. 656.
19
Cuando se trata de sucesores universales “entre vivos”, rigen por el contrario, sus reglas
especiales. Así, en la transferencia del fondo de comercio, aunque el adquirente no asume –a
priori- las deudas del enajenante, el art. 11 dice que “Las omisiones o transgresiones a lo
establecido en esta ley, harán responsables solidariamente al comprador, vendedor, martillero
o escribano que las hubieran cometido, por el importe de los créditos que resulten impagos,
como consecuencia de aquéllas y hasta el monto del precio de lo vendido”. De similar modo, el
art. 225 de la LCT de igual modo establece que “En caso de transferencia por cualquier título
del establecimiento, pasarán al sucesor o adquirente todas las obligaciones emergentes del
contrato de trabajo que el transmitente tuviera con el trabajador al tiempo de la transferencia,
aun aquéllas que se originen con motivo de la misma. El contrato de trabajo, en tales casos,
continuará con el sucesor o adquirente, y el trabajador conservará la antigüedad adquirida con
el transmitente y los derechos que de ella se deriven”.
Por su parte, en el contrato de cesión de derechos hereditarios se sostiene que “El cesionario
debe reembolsar al cedente lo que éste pague por su parte en las deudas y cargas de la
sucesión hasta la concurrencia del valor de la porción de la herencia recibida” (art. 2307, primer
párrafo).
20
El art. 398 dispone que “Todos los derechos son transmisibles excepto estipulación válida de
las partes o que ello resulte de una prohibición legal o que importe trasgresión a la buena fe, a
la moral o a las buenas costumbres”.
21
NICOLAU, Fundamentos de Derecho Contractual, op. cit., pág. 320.
La transmisibilidad no es absoluta. En los supuestos que a continuación
se enuncian, el contrato no se transmite a los sucesores universales. Ello
ocurre cuando: a) Las obligaciones que de él nacen sean inherentes a la
persona22; b) La transmisión sea incompatible con la naturaleza de la
obligación; c) Esté prohibida por una cláusula del contrato o la ley. En estas
causales no hay ninguna variante con relación al Código de Vélez.
Tampoco el art. 1022 clasifica a los terceros. Sin embargo, del mismo
pueden inferirse dos especies bien definidas, a saber: los terceros
desinteresados –“penitus extranei”- y los terceros interesados. El criterio
diferencia entre aquellos terceros que tienen una posición ajena al contrato, de
los otros que presentan una actitud expectante frente al mismo, sea activa o
pasivamente, por el interés concreto que ostentan. La redacción empleada no
deja dudas sobre el particular al decir que “El contrato no hace surgir
obligaciones a cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo
para hacer recaer sobre las partes obligaciones que éstas no han convenido,
excepto disposición legal”.
22
La excepción resulta coherente con otras similares; así las establecidas para los bienes
propios de los cónyuges (art. 464); y la cesión de derechos (art. 1617).
23
Noemí L. NICOLAU, Noemí L., Fundamentos de Derecho Contractual, afirma que “…hay
que determinar, de manera negativa, quien no es parte, porque es tercero”, op. cit., pág. 308.
24
LORENZETTI, Ricardo L, Tratado de los contratos. Parte general, op. cit., pág. 498. Así, en
la causa ya citada de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires en autos
“Mena, José R. c/ Citibank NA. s/ regulación por diferencia de valor” se dijo que “El acuerdo de
voluntades instrumentado establece una relación jurídica sólo entre quienes transigieron y sólo
entre ellos se extinguió o se modificó la relación jurídica preexistente. Sólo entre ellos produce
la transacción efectos directos. Pero los efectos indirectos de dicha transacción se producen
con todos los terceros, a quienes es oponible y por quienes resulta invocable” (Del voto del juez
Salas – Mayoría); op. cit.
no es absoluta por cuanto cede cuando importe perjudicar a los terceros.
El art. 1022 expresa de tal modo, la ajenidad que el contrato tiene para
los terceros. Pese a ello, deja abierta el juego de excepciones legales,
reconocidas en muchas disposiciones del nuevo Código Civil y Comercial, que
aceptan limitaciones al principio del efecto relativo.
25
Es interesante observar cómo en algunas de las disposiciones relativas a los temas
indicados en el texto se alude expresamente a la categoría de los “terceros”. Tal el caso de la
acción directa (art. 736) o la de simulación (art. 334).