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Ennio Moltedo, Obra Poética
Ennio Moltedo, Obra Poética
(1959)
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CUIDADORES
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LUNA
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TIRANÍA
Y cuando tú llegas con el sol mezquino que bien conocieron los diarios
colgados en vitrinas y en las colas de los micros, lees. Lees como el
último soldado que sabe que la lucha ficticia está perdida. Te repletas
de erudición y tu pecho se opaca de escarapelas. Porque, la marcha
hacia el mar abierto, el asomarse por chimeneas —nacionales o
extranjeras—, el aventar las palomas de la plaza está prohibido desde la
torre.
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REBELDÍA
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REPOSO
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TELEFONISTA
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BÚSQUEDA
Voy a repartir tres cartas diarias por los cerros del puerto. Montando el
unicornio y con linterna sorda hollaré los pedrones sueltos, resbaladizos
por la lluvia del mar. Rodearé Barón hasta llegar al antiguo fuerte de
pobre cañón. Golpearé las plazas abiertas, me internaré por frescas
quebradas, y, sorprendiéndome la noche, descansaré abrigado,
protegido por las plumas de los gatos. Esa noche decidiremos, de toda
la municipal miseria, qué árbol, caña o buhardilla no cobijan aún
cuentas o aeroplanos.
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JUEGOS
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reyes. Ellos traen sus guirnaldas secas y me roban las flores ya
dispuestas en las rejillas; forman esferas gigantescas y, luego, las hacen
rodar por la ribera. Yo soporto el bullicio y a veces alabo calladamente
sus juegos. Pero, hundir en el lago mi barca pequeña...
Cuéntame alguna historia, algo que ellos entiendan y los calme, algo
que los transporte, sin peligro, a las amistades, serenas, de la luna.
RECUERDO
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Vamos todos a Villa Alemana, a la ciudad de la alcayota, vamos a
comprar gaseosas a los portales y a encumbrar volantines desde el
monumento. Vamos a Moscoso, donde mi tío le rompía la cabeza a los
zorzales con la punta de su escopeta. Vamos a tomar el sol a la calle
Maturana y a conversar de tallarines con Victorio y Adolfo. Después, a
la hora de la bendición, yo sé de un chocolate de comunión bajo la
nueva capilla. Y, cuando empiecen a caerse las estrellas, los higos
maduros, el primer canto de los gallos y de las pollas, vamos a la quinta
de mi primo, donde tras los limoneros y sobre la vencida hamaca está
todavía Mariana con Yánez y Sandokán.
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DESEO
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ETCÉTERA
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ÓPTICA
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EL INTRUSO
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LA QUINTA
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TEDIO
Me atrajo el alero tan junto a la calle. Atrás, jardines sin bancos, sin
paseos, sin piedras. Todos habían ya dormido bajo la tarde. Sólo las
guías y las hojas nuevas manteníanse alertas a los sonidos internos:
cucharillas de blanco metal sonaban contra los vidrios. Prisioneras, se
rompían entre los dedos las tazas de porcelana. Una niña movía una
bandera de ayuda sobre la terraza. Desesperado, tiré del cordón y
rompí la campana.
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PÉRDIDA
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MATE
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ESTÍO
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A mi frente se volaban mil faldas verdes y señoritas con espadas. Nos
saludamos sonrientes e individualmente estreché sus manos. La noche
inmediata propició el canto en la villa de ladrillos, mientras grandes
pizarrones ondeaban flores frescas al sonar de una campana.
LA ALFOMBRA
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De pronto, alas surgen cubriendo a cada tiempo de mirada limpias
superficies que deslumbran. Porque hay, también, espacios claros con
cintas solas, donde la onda oriental y creciente se expande seca, pura,
como una barrica de miel o un territorio sin agua.
PECES
Esta noche no hay sirenas. El viento bate el mar y todo duerme bajo
llave dentro de los barcos.
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Una lámpara brilla y cae desde las rocas. Los peces historiales buscan
refugio surcando canciones que la tempestad no toca. Brotan espejerías
y puntosas aletas y escamas rózanse intercambiando caballeresco
oxígeno.
LA BALLENA
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La ballena había perdido un ojito el Invierno pasado, y nadaba de
costado, perfectamente, escudriñando los pormenores que guarda el
océano. Cuando se cansaba, volvíase sobre su perfil izquierdo y, así,
quedábase adormida. Luego, aproximándose ya la tarde, hora en que la
luz se extingue en las aguas, con ligero movimiento de su aleta
hundíase en las profundidades y no precisaba nadar mucho para
alcanzar la roca azul de su reposo, a la puerta de la cual se tendía
llenando los corales de burbujas.
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LA TREPADORA
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NUNCA
(1962)
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LA ESTACIÓN
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RAPIDEZ
Las alas de estos días son plateadas y las gotas de acero no las dejan
remontarse. Realzan otras alturas porque deben reparar sus cartas.
Quiero decir que ningún camino se detiene a consultar a sus costados.
El cruce asoma, brilla y se apaga, y la flor puede dormitar todavía
segura, sobrevolada por la reina de las pocas abejas.
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FORMADORES
Cada cual recibió un anillo para averiguar, sin sabios, cómo nace un
flautista. Y una noche, en torno a la mesa tapada de cuerdas, desde un
hombro alzaron el ramo. Creció, creció sin límite su boca explosiva;
fraccionáronse los compactos dedales al extremo que la simiente más
pequeña dibujó su jardín en la sala.
Cada nombre nuestro avanza hoy frente a sus galeras y no por mares
extensos, sino por eternos lagos repletos. Más potencia ahora, más
tambores para nuestra conquista, para sepultar hechiceros que cantan
a su hierba rural: una fragata con o sin viento, en que todos los
pulmones confunden los paralelos; una orquesta mundial que haga
fuego; una ayuda de cañones, de tierra, que pintaremos. No hay
secreto.
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CAMBIO
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OTRA MÚSICA
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NUNCA
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cortina será la gracia de la calle. ¿Y el escudo? Ese ya está ocupado por
el señor y la dama de colores.
Los hijos solitarios han elevado un mirador. Arriba, con sus primeros
peinados, escudriñan con gestos y juegan el mismo racimo. Excitados
por lo que suponen ya cerca, con gritos reclaman a los atrasados que
corren portando sus ruedas y cañas.
ACUERDO
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Nadie llegará esta mañana después de la señal a la que tanto tardamos
en responder, la que nunca tuvo palabras claras, únicamente el lugar
que dejaron los gestos y, luego, el destino trenzado en un cable poético.
Está claro, entonces, que no te dije que hoy nos encontraríamos donde
el mar siempre se cansa.
MARINA RED
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Desciendo a la playa y ya no temo. Me admiro por las noches y sueños
pasados en cuadrado frío. Hoy bajo, florido zángano, a reposar en el
dominio que defiende el molusco.. No está. No está nunca. Mas sus ojos
surgen del fondo hacia la cubierta blanda de la roca; dominan el
parque. Con inesperado ánimo he llegado a tejer en sus perfumes. Su
frente, cierto, es pretérita, pero luce dignísima corona ante los últimos
monopolios de las islas. Es más que espejo nocturno; es baúl de
esponjas que no terminan.
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LA PLAZA
La cascada avisaba los cambios aéreos, los meses de cada nube; si eran,
de pronto, abiertas sin cuidado; si la distancia podía deshojarse sin
peligro; si la mano, aunque marina, penetraba sin oxígeno; si la proa no
era solitaria como su nombre decía: llamadores para ser descifrados en
el fondo que guardan nada más que los peces: hasta la lluvia que
siempre se queda y donde se exponen, separadas, las escamas.
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HOY
¡Que vuelvan las bestias a tejer nidos infranqueables! Que reluzcan sus
anillos sorbiendo a la luna que nada, que las lenguas chasqueen
peinando a las crías y que las colas, en todos los caminos, digan alto y
supriman escuadrones.
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ACTO
Las cortinas siempre serán mi mayor elogio, colgadas sin fin en vez de
las banderas que no pueden, perdida la brisa, ondear la pieza. Solas y el
sol atrás, tratando de dominar a las coronas.
Así cae, escúchame, la primera letra. Así rueda el canto que las niñas
lanzan a sus vestidos solos. Así podemos teñir aún las aguas que
escaparon de los cofres contados tantas veces.
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VUELOS
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FIEBRE
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VERANEO
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pintando las viñas, correr al pueblo buscando, en sacos, la sepultada y
ciega barra de hielo.
POETA
Te has quedado sin nombre. Era bello el primero, ese que apenas te
atrevías a escribir, grande, bajo la lámpara. Soñaste tanto para
alcanzarlo, que alguien, en voz baja y después de medir tus corolas, te
lo susurró con cuidado. Hermoso bautizo tardío. El retronar mecánico
ahogó el batir y cerró el abanico.
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Insistes en silencio. Las líneas penetran profundas y superan todo color
de los calados. Trepas a la cumbre para ver volar tus hojas sonoras,
pero, recién aparecen sembrando la llanura, palas mecánicas las
sepultan.
¿Qué sucede? ¿Fue muy baja, o ya nadie entiende a la voz del susurro?
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Donde la ciudad termina sus gritos, comienza la desvalida vida y el sol
insistente. Las fuertes nubes expectantes, unas sobre otras a grandes
bocanadas, dan sus albas espaldas a los cohetes extranjeros.
El plazo acaba. La lluvia duerme sobre las malas tejas del sur. El
firmamento insiste limpio, y los pájaros, que vuelan por primera vez,
caen, caminan y pasean, escuchan y aprenden canciones que serán
desconocidas.
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MANTELERÍA
Un mirador para decir por sobre la mesa, por encima de las cabezas de
niños y pájaros: mi amada ha tejido toda la arena; juntos forjamos esta
reja que respira, une y no cierra, juntos bañamos esta adormidera y
desarmamos su peligro. Contempladnos desde la altura o desde las
sillas: mi amada vigila el tejido con cintilante respaldo, mi hija es la
flora recostada del centro.
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SIEMPRE
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EL MAR
Yo hablo del mar a los dueños de cruceros gastados, sí, que nunca
pasaron del porte de las manos, a los que se duermen en el peine y no
llegan a las olas. Yo hablo del mar después de ciertos requisitos: la niña
desnuda sin ancla en el pelo, la espuma abierta, herida por violento
cuerpo azul, la vida atenta en los masteleros y las botellas cabalgando,
vestidas con capas como los torpedos. Yo cuento del mar que, en la
cápsula heredada, se agita para cambiar la rosa de gobierno. ¡A remar!
Allí están las pescadas favoritas con sus redes. El mar tiene la guirnalda
dormida, las tiendas clavadas. En cada arco hay que mostrar suaves
escamas, un arpón aguado o la amistad conmigo. Como todo pueblo,
como toda caracola complicada, las paredes son de seda o de pulpos
sentados.
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MAESTRA
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SILENCIOLEDAD
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REAL
Si me preguntas por cosa real, te diré que la varilla de leche nos llevará
sin brazos por lunas. Contenta con la exageración preguntarás
enseguida cómo, y me veré obligado a un prólogo de una mano, a una
explicación que no conocen los ojos: sin tocar nada, ni la esfera que
nieva con su homenaje a media agua, prenderé lo imprevisto para allí
posar el cuerpo con presión de aliento, pronto el torso a recibir el
crucero que deseamos para transformar sus fuertes secretos, para decir
lo que se quiera desde nuestras alturas y de lo mismo se comente en el
cuarto de las cadenas. Si te acercas a mi oído, el timón te escribe
suave. Entonces, perfectamente herido, te cogeré para un viaje que ate
las escalas, y mostrándote la división de las millonarias, entenderás el
porqué de la pintura celeste. Pero olvida y no me invites tan pronto a tu
fuente. Despeja primero el delgado camino que no puede olvidar al que
pasa. Conversaremos de corazones serenos sin llegar a los tonos de
campo que podrían mudar tu cabeza que he cubierto. Nada con las
manos; que duerman los dardos. Así llegaremos, templados, a la pared
sin vida y a la ventana que falta. Y, cerca al viejo rodar de los carruajes,
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con temor me dirás que deseas entender al sol enmascarado. Y
guardaré silencio a pesar de tu palabra fogosa que no puede cantar
sobre el techo.
PASAJERA REDONDA
Esta joven que viaja sobre las ruedas, porta abierto el libro donde
marca el lugar de los próximos encuentros. Esta joven, que lee sobre
sus rodillas la rapidez dejada por las aves, anota el largo de los viajes y
promete devolvernos los ojos por el espejo. Esta joven, directora de las
ruedas, pone un lápiz sin mensaje en cada asiento y una palabra muda
mejor que las ventanas.
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CONCRETO AZUL
(1967)
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I
PRIMERA LLUVIA
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¡tapen! Acercábanse, por el aire, puños plomos. Cada vez la formación
más gruesa. Caían plumas de adelanto. El cristal iba tapándose la cara
y los goterones resbalaban por las copas de yeso, por las amarras, como
un acto, para reunirse formados sobre el descanso, a la altura de
nuestros dedos, y nos era permitido tocarlos, limpiar la mosca, la
madera, mientras afuera caía la primera lluvia.
EL ENEMIGO
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Descansábamos con el oído atento, apoyado en el suelo, tratando de
distinguir cualquier ruido; permanecíamos así, durante horas, cubiertos
por la hierba y sin pensar en nada que no fuera el peligro, el rumor. La
agitación de una hoja, la brisa inclinando la tarde.
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JUEGOS
He aquí el campo de los juegos infantiles: los ojos, ávidos, debajo de los
aviones; las manos, duras, girando a la distancia, y los cuerpos echados
sobre animales de madera.
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DESPUÉS
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DULCES
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JUEGO
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VACACIONES
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LA GÓNDOLA
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EL VOLANTÍN
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PREPARACIÓN
Hacia arriba, donde el sol se reparte en las aspas del molino; allí, sobre
la repisa de madera —donde bate el timón—, allí, solo y dominante,
cosechando los frutos de las altas copas y bebiendo de la propia
succión, inalcanzable, hasta aprender a volar.
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FRENTE AL MAR
A Hugo Zambelli
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LÍMITE
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He aquí el límite. A tu frente el desorden, la libertad del viento, la línea
azul —que aún no es línea—, el agua que trepa y salpica cada vez en
forma diferente. Se puede pasar tardes contemplando el escurrir
siempre distinto de la espuma por las rocas.
EL MUELLE
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El muelle de la caleta, viejo, herrumbroso, en verano se volvía invisible.
Bajo el sol completo, hollado por visitantes, por rondas musicales, se
volvía invisible. Cubierto de colores, de pañuelos, de ropa amplia,
decorados sus pies de plomo por gotas brillantes, altas plumas, olas
diferentes, el muelle perdía su peso, cambiaba su color pardo y se
volvía invisible.
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EXPERIENCIA
Jamás sobre la arena, sin poder llevar la vista más allá de la ondulación
próxima, viendo sólo la línea azul, estática de lado a lado. No bajo el
sol, oscuros, girando los cuerpos, defendiéndonos de cargas vecinas,
compitiendo en colores y gracia.
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VIAJE
Hoy bajo el mar, por sendas todavía iluminadas y tibias; una sola capa
de color tranquilo, levemente agitada por el viento. Un nuevo impulso, y
el zumbar de un motor lejano interrumpe la serenidad de la primera
etapa. El color se revuelve; comienza el frío; las ondas son más lentas;
sus extremos se inclinan y forman espirales. Por ellas, lo único brillante,
desciendo a la noche; no hay resistencia sobre los hilos de la tela. Me
dejo llevar por los puntos de luces de la ciudad que nace en el valle, y
en la más bella entrada me quedo a dormir.
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NO
No volveremos con igual deseo y espanto, con alegría tan temerosa, con
tanto conocimiento de magia a buscar entre sus faldas, a retirar la
estrella de la roca y llevarla a casa.
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FIN
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II
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AMOR
Ni un día para ti, ni una noche esperando que las gracias de siempre te
conmuevan.
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Amor, te espero con la rara costumbre de algunos insectos; te espero en
la demarcación del bosque, entre las cañas oscuras, allí donde habré
dejado una señal de fuertes ondas, que tus sensibles antenas
reconocerán de golpe y que tu fuerza ya no podrá eludir.
MOMENTO
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ETERNA
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a la orilla del mar, viendo pasar los algodones y escuchando silbar el
viento por sus finos tubos.
IR
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claros, a un ritmo que no puede ser captado por las finas pantallas,
rumbo a la senda oscura, entre flores secas, abriendo la puerta y
trepando, en fila, en misión, dejando justo espacio entre nosotros, hasta
alcanzar la sala abierta a los rayos. Y allí esperar diez segundos, como
quien no espera nada, a que ella nos interrumpa con sus gritos de
asombro y alegría.
OBJETO
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Tengo mil canciones para tu deleite. Palabras y palabras aprendidas en
las hojas sueltas. Puedo ser dulce para ti, sin objeto, y repetir
eternamente el canto. Deshecho tales armas y en cambio muestro las
únicas que empleo: una cierta distancia y perfectas barras frías; tras su
fondo se agitan banderas suaves. Casi no hablo; recito el ritmo de las
máquinas. Debo pulir la nostalgia, colocar su volumen sobre el mar. No
puedo volar si no es sobre un objeto sólido. He aquí un ramo de plantas:
pequeñas y grandes hojas verdes.
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CREACIÓN
Tú me dirás un día si está bien así, que yo te siga, a mi modo, que sepa
de ti más que el resto que te nombra.
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FORMAS
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AMORES
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MUDOS
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IGUAL
Así me paseo por distintas latitudes, así te acecho cada día, otra vez de
noche, a plena ráfaga, o parapetado tras el muro, la ventana, porque
nada cambiará cuando llegues enarbolando el signo.
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MUY DULCE
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SILENCIO
Sin llamarte, sin grito claro viniste a mí. Haciendo coincidir los ojos me
dejaste ver el paisaje que buscaba: indudable asombro y plenitud en esa
hora, junto al lago y al boscaje: cambiante iris, pelo rojo.
Sin llamarte fue este encuentro e igual fue tu huida, sin un grito, una
palabra; era mañana o noche cuando empezó el regreso y alzando un
dedo borraste los dibujos y las decisiones violentas de tu pelo.
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IMAGEN
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III
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DIRECCIÓN
Esta es la ruta.
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en todos sentidos, alambres, lo único que decora el espacio son los
pájaros.
Las hojas se funden y forman el telón de la noche. Tan débiles, las luces
no pueden traspasar las cortinas. cuando llega la luna, se queman los
dedos. Es la hora del paseo de los gastos, suaves, silenciosos,
encendidos. Es la hora en que ensayan los insectos: sobre el charco, en
un pie, acuatizan los zancudos.
Esta es la ruta.
ASÍ
El valle sólo acepta las caricias de los aviones; un saludo muy liviano
sobre el ramo de la alfombra; un punto en la composición del cielo; una
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mirada breve y completa y los jardines recibiendo la sombra fresca del
pez.
DESCANSO
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Exacto. Siempre está aquí el astro con su justa tibieza, con su
prometedor horizonte, con sus jardines, su lengua, y dice engrandecer
las jornadas mientras tu aliento seduce para la colmena ejemplar.
LA PARED
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Y detrás de la pared debe estar la casa; pero detrás de la pared con
cubos rojos, ninguno igual, con marcas de dedos, sin esquinas, con
trozos cristalinos, negros. Y no he querido entrar por quedarme allí
escarbando con los ojos, jugando a ver lo que pusieron, en qué orden,
de dónde: del jardín de las mezclas.
Es raro que ella vigile desnuda con tan rico vestido, pero está bien que
detenga por sorpresa y seduzca al que pensaba cruzarla.
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DESPERTAR
Sólo otro día que empezaba muy claro, con los estremecimientos de
siempre: deseos de cantos y una gota de inquietud sobre lo pulido del
cuchillo.
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HOY
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EL PASADO
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LA INVITACIÓN
Nunca supo nada de los carros decorados más allá de las viñas. El
humo y las aguas marcaban su frontera. Seguro hasta entonces de su
paso, tembló ante la llamada del cuadro. Quizás le invitaba otra grieta
de su pálida higuera.
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INÚTIL
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PÉRDIDA
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CONCRETO AZUL
Soy muy diestro con las manos; siempre equilibrando las cosas; en el
espacio impongo algo concreto, recortado. La perfección es una bala.
Sin exagerar, los pájaros estarían mejor, no sentados sobre los
alambres, sino de pie, dejando que se vea el paisaje entre sus patas.
Soy muy diestro con las manos; siempre lanzando cosas. El freno debe
ser justo; un centímetro más, y el beso puede convertirse en un
derrumbe.
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Volver a empezar, sin público. Son objetos, platos, ceniceros, servilletas,
lápices. Navegan por preciosos rieles; ocupan el lugar que su forma les
señala. ¡Cómo cae el pañuelo! ¡Cómo se abre su corazón blanco! Sus
alas no serán jamás destrozadas por el impacto; al contrario; vivirán del
golpe. Y algunos llaman a esto juego de niños.
Soy muy diestro con las manos, aunque nada de tallar microbios. Me
seducen los elásticos, las gomas, las esponjas; esos ritmos inciertos
que, cuando saltan, triunfan, y quédanse tan quietos de golpe, serenos
después de la sorpresa, y el aire es el único que puede repetir la
historia.
Soy muy diestro con las manos, y lo soy aun en el trabajo, donde,
repitiendo, viajo en una rápida silla, me detengo frente a frente, barajo,
deslizo kilos de la máquina y nunca pierdo buscando entre los timbres.
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MI TIEMPO
(1980)
A mi hermana Ángela
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NO VIAJARE
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DAR VUELTAS
Dar vueltas, mirar. Elevar las hojas para ver qué sucede si se recortan
contra el nuevo fondo, que se acelera el viento, si cambia la luz, si tú no
estuvieras allí, sino más arriba, más lejos, si no pudieras verlas y en
cambio lo soñaras, como ahora, creciendo las hojas solas y despuntando
a través de una pared de ladrillos frescos y rojos.
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HE BORRADO
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FÁCIL
Pero a veces podrías salir a aspirar los vahos que reparten altos cuellos
metálicos o podrías ir a oler los negros desagües que decoran con sus
labios el mar.
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BLANCO
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ME HAN ROBADO
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A VECES
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MI TIEMPO
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HE VIAJADO
He viajado por las paredes de papel, por las guardas del techo. He
trepado hasta la lámpara con el sólo apoyo de las hojas. He sorteado
orificios, lagos, he saltado travesaños que surgían; he puesto un pie en
el aire, en la cómoda, he tratado de organizar el viaje aclarando
impresiones y principios matemáticos: he sumado conjuntos lejanos,
descompuesto el cuadro, el tablero, algún ángel; he traducido el cielo
por el mar y las manchas de café han sido islas. He agrandado sus
playas con el dedo, con cuidado, para hacerme un lugar de paz. Pero
siempre despierto con los mismos ojos miopes y esta opresión se una
mano en mi cuello.
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LA CASA
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SE PRESENTA
113
FRENTE AL ENEMIGO
A Pepe y Mikel
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La situación nunca ha sido más propicia. Aquellos que hemos dialogado
durante años para Dominar en un segundo los conocimientos y el
espacio, no podemos abandonar esta sonrisa.
Esta mañana un viento nuevo nos abre el camino, como el primer libro.
Estamos otra vez en el inicio del viaje. Mil veces, si es necesario,
repetiremos la consigna: ¡qué alegría este combate!
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HACER
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NOS QUEDA POCO TIEMPO
Nos queda poco tiempo; no ahora, sino desde el primer día. Pero este
continuó ir a la escuela entretiene como jugar con la muerte. Jugar con
la muerte cuando niños o deslizar ahora el velero por la pileta. ¿Cuál el
la diferencia?
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RUEDAN LAS MÁQUINAS
Ruedan las máquinas: vahos cubren el cielo. Todo gira, baja o trepa y no
hay manera de que los ojos se detengan. Se acumulan minutos y es
necesario darles forma, empaquetarlos en horas, etcétera. Todo brilla
entre aceites y las sumas crecen, y yo no hago más que pensar en ti y
cada cosa se me vuelve un espejo que te repite.
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ANTIGÜEDADES
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ASÍ, HACIA EL FRENTE
Así, hacia el frente, muy lejos los ojos para que nada escape. Las manos
en altura intermedia (es la posición más segura), los codos pegados al
cuerpo (es menos cansador), esperando el pito, la marcha, el desfile
que trae el sinfín.
Son flores, marcas, colores, son cualquier cosa: tarros, proyectiles que
se deslizan rectos para que acaricies su mentón.
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ENTONCES
Todo estaba bien. El cielo con sus caballos y la tierra con sus nubes. Iba
yo por los caminos buscando el primer resquicio donde guarecerme. Y
el tiempo no me apuraba. Varias veces llegué hasta el mar. Allí crecía el
espacio junto a la avenida de granito. Verano o invierno sólo
significaban un cambio de luz. Después, pensar en otros senderos, en
otra dimensión para nuevos objetos. Todo estaba bien entonces, cuando
aún no te conocía.
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LA ROSA
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SE ALIMENTA DE LUZ
Allí está, bajo los metales que giran. A mayor fuente de energía, más
vida y movimiento. Como toda máquina orientada hacia una sola
función, no comete torpezas. Es más, agrada su funcionamiento, sus
formas y maneras. En esto le ayudan sus pecas doradas. Le ayudan sus
dedos delgados como antenas.
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EN LA TARDE
En la tarde, entre notas, después del verano, cuando han vuelto a surgir
las armas, cuando empiezan las dentelladas y corre la sangre, cuando el
quehacer va encendido y nace el tráfico de máquinas; en medio de este
mar la vi abrir la puerta y sonreír como la cosa más importante;
inmóviles, sus ojos fueron acercándose al objeto y su voz se convirtió en
canto sin que nadie se extrañara.
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ECOLOGÍA (I)
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mantiene la tibieza; entonces él decide abandonar la cacería y tenderse
entre la hierba, reponer fuerzas o quedarse dormido como esta noche.
UN ÚLTIMO INTENTO
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Un último intento todavía; salir a recorrer las calles. Sin haber pactado,
con la corona reluciente pasear por rincones y ver el sol cumplir su
cometido.
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CAMBIO
Me llevaré todo lo que tengo. Abarca mi bagaje una extensión sin límite,
pero ocupa un reducido lugar: apenas el destello de una chispa. Y luego
silencio para ordenar en paz mi cúmulo de bienes: páginas y páginas al
viento y desfiles interminables de ordenadas hormiguitas negras.
128
EL MAR
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INQUIETUD
Temí que llegara este momento: nada en el sol, nada en las nubes, y, sin
embargo, allí estaba la inquietud acodada en la ventana.
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MUERTO
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TERRITORIO
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LLENAS DE VIDA
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NO LA TOQUEN
¿Cómo nace el celeste de las rodillas, cómo es suave el tono pardo con
un punto rojo en el extremo?
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ESTA MÚSICA
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VIAJES
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ECOLOGÍA (II)
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competencia recordamos de pronto el patio donde se extinguen y se
renuevan las sorpresas:
TV
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imito. Mientras, sobre el fondo, se abre un abanico y bajan por la
cuerda los infantes. Me pongo nervioso por culpa de tantas proteínas
pero la música, si puede llamarse así al tableteo, va camuflando tu
rostro y aquí están las noticias.
A LA CALLE
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¡A la calle! El ojo sacrifica sus colores por el gran movimiento. Las
reproducciones son más brillantes. Pero nada iguala al vaivén de estas
piernas. Aceleración, arrepentimiento, pareciera que va a entrar,
titubea, y se queda frente a la galería donde venden rosas.
140
REUNIÓN
Muchas gracias.
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POSTAL
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ESPERA
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NO ME EXPLICO
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DISPARAR
Disparemos sobre el mar y nuestra pupila caerá sin fuerzas, sin color,
penetrará las ondas e irá a descansar con el resto.
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QUÉ HAY
Qué hay de las promesas, de los sueños, de los colores reunidos más
allá del horizonte?
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MARIPOSA
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IMPOSIBLE
No puedo mostrarme en este lugar sin ocupar espacio. Viene gente por
los caminos: vagabundos. Traen lo indispensable: lienzos y estacas,
cajas y paquetes. Están locos con esos trajes y costumbres, con esas
estampas y leyendas.
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Molestan en la calle con su agitación y esa forma incierta, de
fantasmas. No tiene sentido avanzar y dar un buen ejemplo bajo una luz
que nos cambia.
HE RENUNCIADO
149
En la noche abro los ojos, espantado. Pertenezco a otra raza. Mi futuro,
mis actos estarán regidos por el sol, la lluvia, el viento. ¡Al fin libre por
el último camino!
CANSADOS
150
Estamos cansados de cuidarlas. Qué crezcan solas. Que se extiendan a
su antojo por laderas y rellenen las quebradas. Que sus tallos y raíces
formen escalas y puentes y avancen pintando rejas, cubriendo grietas y
trepen por los techos para limpiar el viento y resbalen por todo el
territorio hasta llegar al mar.
151
NADA
152
ESPERANZA
153
PLAYA DE INVIERNO
(1985)
154
HE PERMANECIDO
155
VISITA
156
SOBRE EL PUERTO
157
NO PUEDO
158
COMUNICACIONES
159
COMO EL AGUA
160
MILAGRO
A Carlos León
161
DISTINTO
162
Ahora es distinto: nos vamos.
AYUDA
163
ADIÓS
164
Me dibujo, me numero, escojo un nombre lejano y cambio de identidad.
Debe hacerse así: qué bella postal con faro y gaviotas suspendidas —
baten en distintas direcciones—, y tu nuevo perfil a lápiz y sin arrugas,
y el viento y las nubes caminando hacia atrás.
165
DESTINO
166
SOBRE EL MAR
167
NEGOCIO
Nada mejor que tener la razón. aquella que renta y que hace sonreír de
placer a los interesados en extremo que sudan a mares mientras corren
y saltan sin poder detenerse debido a la sorprendente oportunidad que
se les ofrece de dar profundos mordiscos revolviéndose entre su propia
espuma o baba o dedicación al trabajo sin dejar de girar y de menear la
cola de pura felicidad y lloran también de antemano en homenaje al
gran sacrificio que se avecina para todos y que deberá caer en sus
bolsillos una vez más, inevitablemente.
168
FATIGA
169
DESNUDO Y LIMPIO
170
VIAJE
171
META
172
ESPECTÁCULO
173
QUIÉN
¿Por qué asesinas a mis hijos y los sepultas bajo mi propio lecho y cada
noche escarbas y me obligas a contemplarlos y a guardar silencio?
174
SOLO
175
SOLICITA
176
DÓNDE ESTÁN
177
TIEMPO
178
AUSENTE
179
oxígeno, peces me sorprenden y ya puedo ofrecerles mi tiempo. Mi
tiempo que se olvida y que me lleva hasta el mar. Mientras cae el telón,
vuelvo a sonreír.
CONSEJO
180
Se lo dijeron. De una forma u otra. Por supuesto que en voz baja. Lo
llevaron aparte. Le tocaron el tema como si no fuera. Con delicadeza.
181
CERCA
¿Por qué la espera y el temor ante algo tan natural como acumular
pasos, timbres, voces o teléfonos, trepar escalas, agotar descansos,
parques interminables que se alejan tras una pequeña puerta de
tornillo?
182
ANTESALA
183
LUGARES
184
DECRETO
185
LO IMPORTANTE
186
LES PERMITIRÉ
Algún día, quizás, este reducto sea una planicie clara y libre, una
ventana donde todo lo nuevo ocurra. ¿Olvidaré las nubes?
187
DESPUÉS
188
CONTROL
189
MAL
190
HEMOS TRANSFORMADO
191
IMITA
Imita al viento y haz girar las aspas que hoy no pueden remontarse;
reparte sus colores bajo la mesa, en el rincón, entre penumbras. El
mensaje tiene una palabra nunca dicha y una fama escogida en la
distancia. Sólo el viento será conducto seguro para tu tono de energía.
192
NADA
Nada tengo que hacer aquí. Todo ha caminado más rápido. Desde el
árbol, desde el puente, en avenidas medité las distintas formas y
objetivos, colores y razones de ciertos espacios que asomaban más
precisos que el remate de ladrillo. Así, entre mar y aire, auscultando el
movimiento de la ciudad, sopesando funciones, en busca de una
humanidad para el volumen me quedé midiendo distancias y hoy sólo
tengo lugar en este punto que termina con el sueño.
193
NO TE ENTIENDEN
194
Así, en cada ocasión, nunca por última vez, con variaciones, a
destiempo, hasta trocar el ejemplo por completo y demostrar que las
paralelas se enlazan al fin en su búsqueda por el espacio del amor.
EL PODER
195
El poder no es la autoridad. Y al revés. Los antiguos enfrentaban
hombres contra hombres. Ante el pueblo. Y la entrada era libre. Y el día
hermoso. Y había una posibilidad, una remota posibilidad, al final, entre
el clamor y los árboles distantes.
196
CREÍ
197
DESAPARECER
198
SOMBRA
Pero toda la claridad del día no tendrá poder suficiente para descubrir
la sombra más amada de la noche.
199
NOVEDADES
200
EL SILENCIO
201
AHORA
Los obsequios del mar, sus instrumentos, los humos del mar sobre el
único horizonte libre y las colas —goma y metal— bajo el sol azul, y las
líneas de arena que resbalan grano a grano, todo lo puedo leer y
repetir, húmedo aún, si cierro los ojos bajo esta lona que el viento
desprende de golpe.
202
ESTAS MUJERES
Estas mujeres retozan viendo pasar los días, las nubes, peinándose y
corriendo a lugares diversos del espejo para informarse si todo marcha
conforme a las instrucciones impartidas desde sus lechos de ángeles y
flores.
203
REUNIÓN
Y ahí estas tú, ajeno, de rodillas, echando basuritas por las ranuras del
piso.
204
LEJOS
Lejos del sol. Estos rayos uniforman: un manto sobre el desierto. Para
ver, cerrar los ojos. Volver a los cubos interiores. Palpar el objeto. Nos
reconocen, se echan al fondo de nuestras manos —corazones que aún
laten y nos esperan a pesar de la demora y de sólo promesas y
contornos.
205
NO HAY RAZÓN
206
No hay razón para desvelarse. Se puede conseguir la novedad y
manejar el teclado de la noche a la mañana. Pero los cambios son lentos
y el olvido no existe.
DURO
Sin ver. Lo suficiente para que te sorprendas cuando aprietes los dedos
y era una flor.
207
Zumo de goma que te adormece en momentos de producir el golpe y el
dolor que conducen a la verdad.
NO ASISTIR
208
No asistir. No leer ni oír sus mensajes. Tantear el nacimiento de la
hebra, rasgar cubiertas, pátinas dulces, penetrar fortificaciones,
paquetes, y dejar allí, bajo sus miradas perplejas, los restos de cáscaras
y moldes.
209
PROGRESAMOS
Ante esto, ante todo lo que nos ofrecen las estrellas, ¿qué pretende esa
gente que va repitiendo por calles y plazas sus lemas e inquietudes
viejas?
210
HAY
Hay un tiempo total para todas las cosas, como una sola vida. Amplio es
el camino —el tuyo— e infinita la meta.
211
DIFERENCIA
212
FINAL
213
DÍA A DÍA
(1990)
214
DÍA A DÍA
Día a día crece este saco sobre mi espalda que me sigue y me espera,
que nunca olvido, que hace las veces de almohada y sueño, de bosque,
palacio o río, donde guardo senderos desde la primera a la última
revuelta del camino; marcas y fechas: paseos, inviernos, galerías por el
cielo o bajo tierra, paredes de hojas secas, cantos de libros, de raíces y
láminas y retratos hundidos donde emerge apoyada la hermosa Lou *.
Todos ellos repiten a destiempo palabras que me vuelven a la memoria
y que yo devuelvo a mi saco, con amor, para poder vivir.
*
Lou Andreas Salomé: «Mirada Retrospectiva».
215
¿DÓNDE ESTÁS?
216
CADA VEZ
217
SI QUIERES VOLAR
218
UN LUGAR
219
A PESAR
220
plumas de las palmas y deletreando los giros solitarios de la veleta del
cerro Castillo, hasta el día de su vuelo infinito*.
Sólo seré feliz en esta forma: las flores, de madera. Por las ranuras del
piso todos los caminos de la infancia: estaciones y trenes y papeles que
indican el próximo viaje. En mis manos el botón de la lluvia, el globo,
*
«El haber nacido junto al mar me gusta; me ha parecido siempre como un augurio de
libertad y de cambio.» PÍO BAROJA.
221
las cortinas. El abismo con su red enorme. El avión suspendido por
hilos transparentes.
Y silencio absoluto debido a la muerte de las conversaciones y gritos en
la casa sola.
¿QUÉ ES SOBONEY?*
*
«Nombre del pueblo que se considera el habitante más antiguo de Cuba» (RAE).
Nombre de una pequeña pulpería en Pachacama (Hijuelas), Chile.
222
La banda municipal toca Siboney para alegrar los domingos y hacer
volar plumas y globos en la plaza. Toca un arreglo –nadie recuerda el
original- maravilloso: se equivoca y hace de las suyas en cada compás.
Logra así una comunicación nueva y el ritmo que imprimen los
ejecutantes de buena memoria parece devolver la vida a solitarios y
cesantes, a enfermos que son hamacados en sus sillas por damas que
entreabren, también, ojos pesados y profundos.
Esta canción es la única noticia que recibimos de Cuba en cuarenta
años y es capaz de desandar su compás y regresar de nuevo para latir
como la primera vez.
223
BIEN
224
LA LECTURA
225
FAVOR
*
«Te vas sin mí, vida mía.» HENRI MICHAUX, La noche se agita.
226
Y QUÉ HAREMOS
227
Y CONTRA TODO
228
UN DÍA
229
TE DEDICO
Te dedico, Mario, este libro que recoge lo que creo serán mis últimos
trabajos. Recoge tú también y cuida, buen amigo, este conjunto pobre y
mal vestido. Y que sea el poema abierto en la página 37 —que celebro—
el que pongan en mis manos cuando deba apagar el único pasaje de
bajo precio y a cualquier distancia: al cielo o al infierno.
230
CUÉNTAME
*
Perinde ac cadáver.
231
COMO NUNCA
232
Bajo el arco del triunfo el congreso.
OFICINA
233
que rodean el jardín que da entrada a mi cuarto. Nadie conoce,
oficialmente, este orden de la avenida. ¿Anteproyectos?
¿Interrogatorios? Sólo sucede que ocupo una bodega como taller.
Adentro estoy. Lo que queda de mí después de años y poemas. Pudor.
Respiro a pesar de lacrimógenas: se las llevan las gotas más potentes
del mar. Escribo a pesar del tableteo. Soy capaz de elevar el sentido de
esta máquina. Soy capaz de hablar y responder con palabras: después
de la lluvia un pedazo de sol en el suelo. Y siempre arriba estos pájaros
civiles que cantan como el primer día y cruzan espacio y leyes sin
resistencia alguna.
NOS
234
JUNTO AL MAR*
*
«Junto a la avenida el mar oscuro sembrado de luces amarillas que parecían danzar
en un solo pie. —Esto es hermoso —dijo la muchacha, parpadeando deslumbrada.»
235
Junto al mar de esta pequeña costanera funcionarios instalaron
escritorios y sillas y teléfonos para dirigir el tráfico de pesos y medidas.
El gran mar de esta pequeña costanera fue tapiado con casuchos y
red de acero: un pequeño muro de Berlín, un corredor polaco, un paso
para Bolivia, una rápida mirada por el ojo de la cerradura —entre
contenedores— para saber si el mar continúa allí con su misma forma y
color o es otro que nos cambia poco a poco.
236
ALLÁ ESTÁS BIEN
237
ASÍ
Así, rodeados de paz. Hacia donde mires el cristal azul, las bocas
cerradas. La pista, recién abierta, trepa y se interna en el cielo. Felices,
alimentándonos con el ritmo subterráneo de los golpes solemnes y
escuchando el temblor de las hojas que sopla vapores por valles y
peñas.
Somos un pueblo de pastores. No sabemos leer ni escribir. Ni nadar.
Recolectamos estiércol. Sólo abrimos la boca cuando pasa el tren. La
cerramos. Hemos desarrollado fuertes rodillas. Grandes orejas. Aunque
el cuerpo es chato. No sabemos qué sucede más allá del cerro. Nos
basta, desde siempre, el espectáculo de las aves de rapiña que montan
guardia en la torre y se acicalan el pico.
238
LIBRO
Eres el más nuevo de todos y vas vestido con las ropas más pobres.
Todo ha andado mal en estos años y no hay un pedazo de papel decente
donde escribir, poesía, tu nombre.
Mira a tus mayores: ¡hermosos libros! Y tú, con este traje tejido basto
—bueno tan solo para ser llenado con los signos de la rotativa diaria—,
debes salir ahora y mostrarte al público.
Pequeño libro: te toco nacer en época de ladrones. Ve, confiado, hasta
la casa de mi amigo Carlos; ofrécele mis saludos y, no obstante su
primera sorpresa, frente a él podrás lucir modesto y compartir tus
palabras más puras.
239
ES TIEMPO
240
ÚLTIMOS PASOS
241
HAY QUE VER
Hay que ver a estos pájaros preparando sus alas, sus patas, sus
anteojos. Treinta días después de cascar el huevo, aún con briznas de
estopa en la cabeza, y ya se equilibran en la cornisa y sus ojos penetran
y miden la profundidad del espacio, para saltar hacia el temblor de la
vida y el aire libre.
242
SALVOCONDUCTO
Déjenlo pasar.
243
DESDE OTRO MUNDO
Desde otro mundo, desde la altura del cerro. Desde la estrella. Tras la
hilera de casas o de naves, donde el viento tensa los alambres, donde
no puede verse el mismo programa; silenciosa, como pasos sobre el
aire, sobre alfombras de pieza en pieza, allí vives; entre sombras, entre
la luz de tu sombra te recortas como habitante nuevo. Puedo hablar
contigo y encaminarme hacia la luz que se recoge estupefacta cuando
avanzo, cuando avanzo hacia tu encuentro, absolutamente seguro,
como si existieras.
244
ERNESTO
*
«Entre malos gatos puede caer el ratón» DANTE, Canto XXII.
245
*
IR
246
seguir. Donde desaparezca el temor y se renueven pasos y tu sombra
crezca. ¡Es la hora! Trepa y aléjate. Que nadie lo ha de saber; que la
ciudad trabaja y no se entera. Húndete en el asiento y contempla cómo
corre y se va contigo, bajo la ventana, el andén, cómo se adelgaza y se
aguza cada vez más hasta desaparecer el último hilo de tu tierra bajo
tierra.
POR ADECUADOS
247
Por adecuados y gentiles que sean los modales. Por grande que sea el
interés particular. Por mucho que nos convenga para hoy y mañana.
Para el futuro eterno. Aunque suplique la familia.
Si es recomendado por diarios y revistas entonces nada más se puede
decir. Sin asco, antes que abran la boca otra vez hay que aplastarlos
contra el muro. ¡Basta de palabras!
No tendrás, así, un seguro, un brillante paseo entre las flores; pero el
viento nuevo siempre soplará tu cabeza solitaria.
248
FINAL
249
¡LES DAN CUERDA!
*
Ave, orden de las prensoras. Plumaje amarillento en la cabeza, verde en el cuerpo,
encarnado en las alas. De clima tropical, vive también en zonas templadas y aprende a
repetir frases enteras, por lo cual se le aprecia mucho (RAE).
250
ELEVAMOS
251
NUNCA ES TARDE
252
HIJA
253
1949
*
Diario La Opinión, Valparaíso.
254
ESTACIÓN BARÓN
255
VALPARAÍSO II*
*
VALPARAÍSO I: carpeta publicada en 1970 por Allan Browne y Roberto Chow. Este
VALPARAÍSO II, que aún nos deben, es mío.
256
SOMOS
257
¿DÓNDE ESTAMOS?
258
raza, y ninguna razón de altura —léase cóndor, léase cordillera— ha
servido de comprensión ni nada.
Porque estamos lejos hemos perdido definitivamente la cabeza.
PRODUCTOS
259
los espejos de agua, los palitroques de goma, los caracoles con música,
las galletas de gusanos.
Vamos a ir de puerta en puerta preguntando si lo recuerdan, necesitan,
para cuándo, se lo pido, se lo canto. Recorreremos la ciudad como si la
muestra fuera nueva y lejanamente fétida. Somos profesionales —nueva
clase— del comercio y estamos autorizados a vender o matar. No se
nieguen; tenemos que hacer algo, cualquier cosa, menos esto.
SE DICE
260
Se dice, se supone. ¿Pero es cierto? Siempre sucede cuando funcionan
las jaulas. Con el corazón o sin él no hay imaginación capaz de traducir
la verdad: «eran pájaros y se fueron volando».
Ninguna explicación. Y vamos abriendo puertas y ventanas para que
penetre el aire libre, algún recuerdo, en instauramos giras y paseos y
llamamos a cruzar campos y ciudades para correr y creernos libres.
La única libertad ha sido concedida a quienes vistieron, durante el
paseo, el traje de la muerte*.
*
«Hierve el país con la confusión, y, como si el crimen a escondidas se malograra, las
salvajadas todas las pusieron ante el rostro de sus jefes: les complace ser asesinos.»
LUCANO, 39-65.
—Conjurado contra Nerón, es descubierto y se suicida.
261
Y HOY
262
NOS FORMARON
263
MIRAMAR
Siempre esperaré algo de ti, como espero del agua limpia, que el viento
que barre y deja a la vista la luna nueva, como espero del espacio que
se expande y se ilumina con cada nueva pregunta. ¿Dónde estás?
Vienes de lejos, de distancia que el tiempo enredó con segundos
eternos. Aguardo tu arribo aquí —sé que se puede—, en la playa vieja
de nuestros primeros años: donde la escala todavía no topa la primera
capa de arena, donde el mar siempre golpea el mismo barco detenido
en la vereda y lava sin cesar las rocas negras del castillo. El castillo —
¿lo sabes?— durante mucho tiempo sirvió de cloaca.
264
CREPÚSCULO
265
¿HA LLEGADO...
¿Ha llegado otra vez la primavera? Sé que faltan algunos días, pero la
primera línea está aquí. Me enteré hoy en la mañana. A la hora de los
cesantes. Salí a la calle. ¿Qué otra actividad conviene a los placeres del
pueblo? Caminaba y caminaba —bien, bien, me repetían—, cruzaba
calles, montículos, puentes, ríos de mugre. Rumbo al telón de fondo.
Comencé a buscar —en esta ciudad que me vio nacer— a quién
informar del advenimiento de la luz. Inútil. Nada. Y recibí en plena cara
este aire grueso y puro. Ya lo habrás notado: falta la respiración.
Mascarilla para acostumbrarnos. Exceso de carga aérea en los pliegues.
Se trata de insectos de colores; microscópicos para traspasar las
fronteras; y el polen; polen que, bajo el cristalino de reojo, se convierte
en lluvia de esferas ahora desmesuradas, libres, rotando, hermosas;
suspendidas bajan, se acercan a gran velocidad, tanto que parecen
lentas. Te rodean. ¿Te tocan? ¿Qué dicen? Te lo diré en la oreja: hasta
ahora he soportado esta presión en el pecho completamente solo; como
quien sujeta la puerta antes de la explosión. De inmediato no puedo
hacer otra cosa que pasar por tu oficina y dejar esta noticia clavada en
tu escritorio. Me voy al hospital. Ya estuve allí, ¿recuerdas? Una
semana colgado de tubos y burbujas. De un hilo. La primavera no. El
corazón sí puede parcharse varias veces.
266
ESTE PASADO
267
GRAN HOY
268
EL VELERO
269
RECREO
270
en su reemplazo un terraplén —tobogán— donde compiten monos y
ratas.
PALOMA
271
REGALARON
*
Lucas.
272
de su página donde él, cada día, permitió que una ciudad soñada
entrara en la ciudad.
EL BIEN
273
desnudo y enfrentado a la dirección; se erró su número —licencia de las
estrellas— en lugar sensible y fue pintado y revestido varias veces para
evitar posibles copias o alteraciones del modelo.
Aunque nos resistamos a creerlo, se raspó su cubierta de color hasta
dejar a la vista la nervadura o las huellas que sobresalen como sucede
con ciertas técnicas absurdas. Con ello se logro, es cierto, rectificar una
incipiente inclinación o atracción natural del bien hacia zonas de ríos y
arenas —lugares plácidos y comunes en nuestro territorio— y que
muchas veces hacen desviar del buen camino toda voluntad de
progreso, de comercialización y de venta a precios cómicos.
Logrados los primeros éxitos, el bien (que en adelante llamaremos el
objeto ) fue sometido a estudios de penetración y relieve rumbo al sur.
La cercanía de aguas y prados y el gorjeo de pájaros determinó la
superación de los últimos problemas. Comisiones recomendaron, en
definitiva, la aparición interna —centro del país— y de allí el reparto
con destino a la soledad de nuestra gran zona de arenas tornasoles. Se
aseguraba así, según los expertos, la capacidad de servicio en relación
a la demanda —días brillantes.
El objeto, el nuevo mal (como ya se habrá sospechado) se encuentra
hoy a disposición del público en general y es reconocido y celebrado en
todos los rincones del país por su caprichosa forma de basura y la
instantánea coagulación que produce al arrancarle un dedo.
274
IRSE
275
INGRESAR
276
DEBEMOS
277
NO HAY
278
VISITA
279
NO ES VERDAD
No es verdad que estemos tan lejos y aislados que las cartas nos
lleguen con mensajes de ultratumba.
No es verdad que las fotografías alegres muestren hoy muecas o
despojos.
No es verdad que nos reservemos para asuntos internos y grandes
empresas, para asegurar el poder y la tranquilidad de este pueblo
sentado en las plazas o vagando mudo en espera que una exclamación
de asombro espante las nubes de moscas. No es verdad.
280
EL MAR
281
PATEAR, DESTRUIR
282
TODO
Todo sucede una sola vez. Dilo o cállate. ¿O darás una nueva
explicación y presentarás nuevos actos?
Nada cambiará a pesar de razones o silencios. Por lo demás, ¿no va el
paisaje pintado en la frente?
Todos los gestos y palabras, incluso «te perdono», sólo representan un
resto de energía para la gran fotocopia muerta.
283
NO SE PUEDE
284
INÚTIL
Inútil fue esperar en las orillas. Inútiles mis ojos dispuestos a celebrar y
llevarte nada más que la burbuja de un pez. Algo hermosos para tus
años, frágil, concreto a un tiempo; un regalo que tradujera mi esfuerzo
y reflejara constantemente tu sorpresa y tu dicha.
Inútil fue esperar en las orillas. Las ondas mostraban y escondían sus
reflejos y toda luz escapaba de mis manos. Y la vida misma, insistente,
una y otra vez destruía mi trabajo cubriendo de sombras y gritos la
ciudad.
285
UN PEQUEÑO GRUPO
286
Como los niños crecen y los ancianos gatean, la escenografía no resiste
el paso del tiempo y deben aplicarse cambios: transposición de
vestuario y decorados para nuevas estructuras mentales con real
impacto en nuestra irrealidad*.
Lleno total y aplausos. El director de turno y los jóvenes del coro: hay
que sacrificarse por el progresivo ritmo internacional que toca para
nosotros.
Digámoslo: los disfrazados de mierda están bien.
VERANO
*
FMI.
287
Arriba, abajo, sobre bancos, en medio de la música. El cigarrillo circula
de mano en mano y así entre canción y canción.
La joven del mesón fija el espectáculo y abre la boca —se fotografía— y
el helado fundido corre por sus dedos y su manga.
Ellos se desperezan entre canción y canción y ellas —colgadas del
horizonte— lucen las rodillas y repasan el borde de sus faldas por
donde escurre la playa.
288
PESADILLA
289
PAISAJE
290
TODAS
291
LA NOCHE
(1999)
292
1
293
Los cumpleaños, las celebraciones. Morí en horario de colegio. Desde
entonces sólo hemos presenciado exhumaciones y continuos exámenes
legales e ilegales —bajo chorro y foco lunar— y hoy pido algo de paz y
un tiempo natural ante la poca imaginación para tratar los aniversarios
de la muerte.
Paisajes, repartos y personajes inmortales en almanaques de la banca;
grupos deportivos y de hogar en viaje y de la cámara cómica y de la
agrupación de académicos y agregados ante el foro de la República de
Cunaní.
Pero qué dice, Dios mío, si lo más importante es la foto. No olvidar
nunca la foto.
294
Muy bonita la obertura de los moros del 36 con las trompetas del orfeón
uniformado dale que dale desde los balcones del templo y, abajo, en la
calle, autoridades y público boquiabiertos. Desde el portillo de la torre
de la iglesia dispara solita metralleta para darse ritmo ahora que se usa
menos y ofrece nostalgias bélicas y descargas de notas para encantar a
niños y padres y globos del malón dominical.
¿No hay aquí un maldito cristiano que sepa de qué se trata todo esto?
10
11
12
Me han enviado al fondo del mar. Sin oxígeno, por supuesto. En traje de
calle y con sobre azul en mano.
13
295
¿Quién soy yo para perdonar en medio de la avenida musical?
Hay que pagar aquí, sobre el mesón o en pantalla —usted elige su
libertad y perilla— pero se paga hoy sobre la tierra, por mucha flor y
césped en rollo y por metro, aunque parezca regalo natural que nace de
un punto en el espacio y que avanza y crece hasta llegar a taparnos la
nariz (¿cómo es posible idear algo tan hermoso?)
14
15
«Noche, del latín nocte; éste del griego nyntos; y éste, a su vez, del
sánscrito nakta. En alemán se dice nacht; en inglés night; en italiano,
notte; en portugués, noite; en francés, nuit; en catalán, nit; en walón,
nute». En Chile la noche es eterna.
16
17
Somos los más capaces para marchar juntos, completos, sin excepción,
de norte a sur, por el camino sucio, embanderado, día y noche, bajo sol
o lluvia y la mirada sorprendida del satélite, del cable de la luna, del
carro de fuego y de los ángeles con vaso de noche y cristal.
Marchan, marchamos con regreso, con giro en la esquina, con vuelta a
casa, en micro, almuerzo y apetito propio de marcha blanca; pero
debiera ser desfile para siempre y con música de muerte —«eterna será
la pena que me diste»—, sin volver la cabeza, sin retorno hasta alcanzar
296
el límite y caer en el vértice helado de los espejos del sur: iceberg otra
vez.
18
Ácrata, nihilista, anarco, nombres y sólo un padre para este hijo que
regresa desnudo y viejo, en bicicleta, con publicidad colgada en la
espalda.
19
20
21
22
297
¿Hasta cuándo muertos vivos enfundados sobre cubierta reluciente en
busca de poder —escalera arriba— en espera de foco y pito?
El siguiente.
23
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25
26
27
298
Polonio: ¿Qué lees?
Hamlet: Vehículos, vehículos, vehículos.
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29
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31
299
descargas de las pilas de sacos y tambores y la mancha de escuadrones
de escarabajos —automóviles en la playa— relucientes entre la mugre
de papeles y fogatas, para no decir nada nuevo de las chatas gris
pantano que apuntan a diestra y siniestra sus pesadillas y hunden la
mar de nuestros sueños.
32
33
Lo entrego por una taza de té, dice la joven, y apaga la porcelana con
cerrar de ojos. Los entrego por este brindis y por buenas maneras, en
sillón mullido, dice caballero de industria mientras señala entradas y
salidas y dibuja detalles.
Se oscurece el telón —quién lo habría imaginado después de tantos
años de teatro experimental— donde, donde por una taza de té y tome
asiento y esté cómodo y por unas palmadas entre nosotros —porque, al
parecer, todo aquello de arte y amor fue historia— y, por mucho que se
recuerde y se acuse de noche o madrugada, ¿quién?
Por un momento es necesario transar el drama, buscar consenso y
poner sobre la mesa copas y tazas y hojas doradas —¿de dónde
hermosas lejanas?— para que todo reluzca y sea posible en este acto y
el pasado se vuelva olvido y yo, director o actor, no tengo presente
indebido ni principios ni finales tristes.
No recuerdo nada ni a nadie y todas las luces y la electrónica aparecida
no tienen capacidad para retornarlos.
34
35
300
Se hacen los santurrones junto al Papa.
¿Recuerdas? Y después cada domingo.
El tribunal competente los perdona por la constancia y el esfuerzo
sobrehumanos.
El lunes es cosa distinta. Se hacen los santurrones durante todo un
infierno y luego aterrizan temprano en la vida.
36
37
38
Crecen desde su más mínima expresión y alcanzan su mayor tamaño en
ambientes de asedio y conflicto. Hablamos de un artefacto clásico y de
indudables características estético-plásticas. Hasta hoy niños y viejos
sueñan con su forma esférica u ovoide, de color negro y superficie
pulida. El volumen, autónomo y hermético, devuelve por igual la luz del
día o de la noche y el secreto principal lo guarda (lo guarda,
enérgicamente) en el centro.
Sin embargo, un punto de su empaque es de mínimo espesor e
imposible de detectar a simple vista.
Ello altera el centro de gravedad y la trayectoria, al rodar, resulta así
imprevisible.
Autosuficiente y compreso sorprende a veces tanto por su quietud y
vejez —sólo medible por tiempo bajo tierra o segundos aéreos— como
impresiona asimismo por cierto afán de liberación repentino, acto que
realiza de una sola vez; en tal caso, la forma desaparece cual pompa de
jabón y siempre es tarde para salvarla. Esta etapa ha sido representada
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visualmente a través de una lluvia de minucias y trazos primitivos: soles
y espirales sazonados, a su vez, con símbolos de una avanzada
tecnología: ¡rayos y centellas!
Tal vez no se trate más que de luces de fin de siglo o fantasías
sojuzgadas; una burbuja que ha crecido para poner un poco de
confusión y justicia en el orden del espacio, el tiempo y los hombres.
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somos una familia —¿cierto?— en sintonía, y empiezan otra vez a
tragarse todo y hacerse linces a la sombra del sabueso, la caseta y la
noticia.
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Protégeme, Dios mío, del sentido pedagógico y deja que cada día me
sorprenda viendo pasar —sin estilo— el viento por la esquina.
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Este puerto aéreo, lavado al viento, estos cerros son más coloridos,
limpios y llenos que todo «pleno centro» de humaredas, cajones y
congreso piloto de grandes huesos mondados y expuestos a lo largo de
la playa por la derrota, amarillos bajo el sol, arquitectura del algún
animal prehistórico.
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Está bien que arranques montado sobre nubes y asiento de humo y
cantes canciones en otro idioma y así se las lleve, lejos, el viento.
Está bien que pienses en la poesía en la tribu de amigos y con yerba
escriban como quien cumple su tarea durante el espectáculo de turno
en cada esquina.
Está bien el café y cervezas y el libro bajo el brazo y la matrícula del
taller completa y la entrevista y el perfil de la tontona y las odiosas
nubes —dices— no rentan ni bajan lo suficiente —como en los vídeos—
para trepar, para encaramarse.
¿Pero quién puede realizar algo nuevo y verdadero si antes no hay
claridad sobre lo sucedido ayer y no sabemos cómo informarnos del
espacio entre unos y otros?
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Prefiero la historia del fascista Hermes que el 39 partió del puerto,
entre vítores, a defender la península y lo vieron entrar el 45 por el lado
opuesto de la bota y del brazo del enemigo.
Pero todo el peso de la ley, aquí, no. Los niños duermen. Dejen algo
para el momento de cargar el camión. Para la noche de sacos y bultos.
Para el escape. Y también para un fin de semana, al sol, con los amigos
del recuerdo. No se juega con estas cosas.
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Díctenme una ley, ésa. Una ley a mano, dedicada, que nos obligue a leer
y a escuchar poesía a cadena perpetua. Incluso épica, metrada en
procesador y con cadencia de orugas: disparos consonados y mucho
pecho para impresionar auditorios y luego que salga lo que salga.
Díctenme una ley con lápiz de pasta de oro sobre mesa de palacio
calcinado y así podré pasar, legalmente —siempre legalmente— el resto
de mi vida amparado y echado y riéndome de todas las películas.
¡Una ley, una ley para poder respirar! O al menos una ordenanza, algo
simple y poblacional que permita vivir mientras el viento se lleva —¿o
trae?— las descargas
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Los mismos que reclaman hoy por algún desaire —qué lagrimones—,
aplaudían entonces cuando se aplicaba el rayito de la ley.
Los mismos que brindaban en bóvedas, ahora juntan las manos y
entrecierran los ojos y preguntan desde otro mundo: ¿Y usted y su
familia de usted se encuentran gozando de buena salud?
¡Oh modales, oh poderes!
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envasado y puesto al paso, entre jardines, es más fuerte, preámbulo de
guerra, insistente hasta hoy en el temblor de la barbilla —¿recuerdan
filme-entrevista, en el antejardín, cuando el enlace, al anochecer?—
Eterno es el pasado de la siútica presente.
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Se entera autoridad central de impuestos y humos y suspende toda
sonrisa y asistencia y dicta instrucciones (léase precisas) para tapiar la
ranura y que se sancione con un prohibido más, conforme lo establecen
las leyes, las leyes, las leyes: vendaje del país.
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A los cómicos solemnes, a los que exhiben sus bulas, bandos, flecos,
agua té, a los cruzados, encintados, a los que dicen odiar todo esto e
impulsan el cohete nacional: forma de pepino.
A la novedad política y poético-bailable que abre la boca y recita en
todo lugar y se menea sin distingos —vaya cómo— y da oportunidad
para que penetren rateros de arte y familia —vaya encantadores—,
enanos listos que se llevan arrastrando libros y dedicatorias y ex libris
para montar páginas y propiedad e instalan acciones y funciones y
refritos destinados a su plato visual y social.
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balcones de jaula y pájaro seguro en espera de pasos, una señal, la
noche, un símbolo, un golpe de última hora: «Cibo per vivere».
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Cree protegerse bajo la cúpula despidiendo los mismo rayos que sirven
para iluminar arroyos y flores —escarcha plástica— por donde
deambula aldeano convertido en rapero. Va al encuentro de la casa del
molino —automóvil, piscina, antenas— y lo recibe aldeana echada al sol
e inflable después de haber engrasado tractor y mameluco.
Es fácil observar estos cambios desde la distancia, estas funciones que
van de la vida verde al encendido de máquinas: ha florecido el reino y el
paraíso particular de las grandes pantallas colgantes; pertenecen al
registro de dioses que giran por espacios propios y protegidos del canto
y los cuentos de la tierra.
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¿Lo han olvidado? ¿Y por qué no desfilan de noche para festejarlo y
reclaman el premio por la hazaña, se retratan, la fea los anota y pasan a
la historia nocturna? De aquí, del puerto, al mundo.
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Es cierto que no tuviste elección alguien tenía que vigilar el verso —
especialmente cuando te molesta que toquen música arriba de la cama
— y poner un poco de orden entre tanto sóngoro.
Pero qué impropio dentro de la misión general; qué pena lo de la túnica
a contraluz convertida en pantalón y chaqueta. Y qué decir del cuello
venido a menos y del filo de la nariz —de clásico a posmoderno— que te
consume. Podría ser eterna la enumeración, pero lo importante: así se
pasa de un estado de virtud y buenas intenciones a otro de censura que
sólo acumula versos sobre el platillo.
Nos creemos infalibles en el trabajo, certeros hasta el cielo —¿qué se
mide?— y se cae en la misma soberbia y se le hace el juego que le gusta
al coludo negro. ¿No se dice así?
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muestre el lugar y celebre la distinción —esta vez— de los corazones
mal puestos.
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veinte años era consentido y gozaba de la protección del ángel sobre
urnas y armas.
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Toque de queda pasea de noche y mata. Para que duermas bien. Para
despertar renovado y así rutina y seguridad puedan continuar bajo llave
sin que escape una palabra.
Luna muda —¡qué otra puede exigir el esqueleto!— repite la única
inacción que conoce: enciende y apaga.
Toque en la puerta. A pesar del prospecto anónimo y novedades que
ofrece importadora —manuales, balizas, cámaras—, siempre la
esperanza de ser premiados a medianoche.
Toque de campana y eco de goma protege como nunca la paz de la
tierra para que luzca vuelo de paloma de olvido y prosigan, en silencio,
los giros de la primera procesión aérea o caravana subterránea de la
muerte.
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Celebración. A la orilla del mar el horizonte tiende la mesa. Ahí van, a
brincos, a pasos sobre el agua, cabeceando el bote, ridículos en la
inmensidad, rumbo al paisaje privado, a la casa de campo, al rancho
azul, al brindis, almuerzo sobre las olas y mesa hasta el crepúsculo de
té.
Blanco y negro los fanales de moda y pasarela sobre el mar que
empieza y vive en el borde y arranca a perderse para evitar tanto
saludo y barullo y todo esto es mío hasta el fin.
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Y así, por un simple acto sobre el papel —mente mágica—, todas las
faltas cometidas hasta el once de marzo desaparecen.
¿Arrepentidos? Se encuentran satisfechos y con varita mandrake
volverán a hacer lo mismo visto el resultado. Maravilla recordar que
todos podemos desaparecer sin molestias ni saludos. Más aún,
desconcierta escuchar que nada igual puede repetirse, que jamás será
posible para nosotros y que sólo se trató de un golpe de humos, un
pase, un punto de venta necesario en honor de nuestro honor.
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Para acotar territorio, más mío que tuyo, para ganar y moverse en
secreto extendieron red de acero a lo largo del puerto y por allí meten y
sacan espejos que parece mentira.
Hay que ver todo lo que mueven.
Quien sea sorprendido tocando el mar, sin guía, examinando un pez, sin
razón, y, peor aún, no haciendo nada frente al viento, el resguardo lo
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persigue por invasión de propiedad superior frente al horizonte
inmaculado que no puede ser visto por simple antojo o paseo.
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Para cada cual su trasfondo sentimental. La joven guarda su muñeca
cascada y el joven sus trofeos de competición y hay quien conserva el
cuchillo de ataque —vanidades del espíritu— en vitrina o escritorio
junto a cuentas de luz y familia. Diferencias, regustos inolvidables que
acaricia el tiempo.
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No estábamos solos; había que empinarse.
Es cierto: nos superan en número. Pero el nuestro es un récor de
calidad. Y por tanto no es posible que perdamos el primer lugar de
terror.
Es bueno aparecer apacibles. De allí la justificación al crimen moderno
y en parangón. No se vea en esto reto alguno al pasado o algo así como
«observen el lema de fuerza».
¡Que descansen los viejos desinformados y ataque otra generación!
Aunque no es menos cierto, más bien absolutamente, que aquellos
modelos fueron poderes totales desde siempre y esta estrella, en
cambio, nunca ha perdido su fondo de cielo y pureza y el soplo
occidental y cristiano de ángeles tan custodios —bueno— como
ensangrentados cada vez que el interés lo exige.
Mantenemos, por tanto, el primer puesto en libertad y actualidad. Y no
podemos volver atrás ni arrepentirnos ni dar la cara porque
reconocemos las órdenes y los secretos formidables. Sí, hay algo visible
en lo invisible.
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Hubo una vez un pez de cristal que navegaba en las aguas del estero y
daba vueltas todo el día, arriba y abajo, sin importarle a nadie nada.
Pero no se crea todo lo que se dice. Hubo quienes aplaudieron la pesca
y represión —de otra forma cómo— y al mismo tiempo rogaban para
que ésta fuera, cada día, más suave y suave.
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conjunto en sombras habla y habla en carcoma y ronquidos —propios
de la muerte— no dejan respirar a nadie.
Sobre enseñas y texturas pulidas el sol ondula figuras que evocan la
atracción del poder y el crimen.
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