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La Guerra del Chaco fue un conflicto bélico en el que se enfrentaron los ejércitos de Bolivia y

Paraguay, por el control de la región norte de la zona boscosa sudamericana conocida como Gran
Chaco. La misma se desarrolló desde el día 9 de septiembre del año 1932 hasta el día 12 de junio
del año 1935.

Luego de las guerras de independencia, los países


que se formaron no tenían una idea formal de cuáles
debían ser sus fronteras. En muchos casos se
consideraba que era el mismo territorio que tenían
cuando eran colonias españolas, pero aún así los
límites se basaban en documentación imprecisa que
daba origen a interpretaciones problemáticas.

Tal es el caso de Bolivia, que perdió una porción de


territorio que le daba acceso al Océano Pacífico en la
Guerra del Pacífico con Chile y Paraguay, que
también perdió territorio en la Guerra de la Triple
Alianza. La importancia estratégica de poseer
determinados territorios también suele alimentar las
ambiciones territoriales, lo que conlleva a conflictos entre naciones.

El Gran Chaco es un territorio selvático en la zona central de América del Sur. El norte del Chaco,
conocido como Chaco Boreal, estuvo repartido durante la colonia entre Brasil, el Alto Perú
(actual Bolivia) y Paraguay. Con la independencia, hubo que delimitar las jurisdicciones de ese
territorio entre dichos países.

Del lado paraguayo, las acciones fueron comandadas por el General José Félix Estigarribia, a las
órdenes del presidente Eusebio Ayala. En tanto, el presidente boliviano Daniel Salamanca puso al
mando durante el conflicto hasta a cuatro generales distintos, siendo los más destacados Hans
Kundt, de origen alemán, y Enrique Peñaranda Castillo.

Las causas directas de la Guerra del Chaco están


ligadas evidentemente a los conflictos limítrofes
entre Paraguay y Bolivia. Al menos cinco tratados
fronterizos fueron intentados entre los dos países, y
por una u otra razón no resultaban satisfactorios a
alguna de las partes, o a ninguna de las dos.

En el momento histórico de la guerra, los líderes


políticos bolivianos consideraron viable obtener una
victoria militar para cohesionar a la población a su
alrededor. Considerando a Paraguay el vecino más
débil, y teniendo en cuenta el conflicto limítrofe, se
toma la decisión de ir a la guerra.

En julio de 1932 fue tomado y destruido un fortín


militar paraguayo en la zona fronteriza. A pesar de
que el punto fue recuperado por Paraguay, ese
evento les persuadió de prepararse para una guerra de gran escala contra Bolivia, la cual
iniciaría en septiembre de ese año.
La Guerra del Chaco fue opacada por las dos
Guerras Mundiales, pero fue un conflicto de
proporciones lamentables. Tuvo lugar en un
territorio rudo y agreste, que provocó grandes
dificultades a ambos bandos debido a lo
difícil del acceso al terreno, a las condiciones
climáticas y de salubridad. Los insectos
portadores de enfermedades provocaron un
número de muertes comparable a los
enfrentamientos.

La falta de pertrechos, sobre todo agua,


también fue un inconveniente mayúsculo en
esta guerra. La poca transitabilidad
complicaba la llegada de suministros, y el
agua de las fuentes naturales de la región
estaba fuertemente contaminada.

Los mandos bolivianos entraron a la guerra en


medio de escandalosos conflictos internos
por cuotas de poder, por lo que llegaron a
tener sucesivamente, cuatro jefes de Estado Mayor dirigiendo el conflicto: Filiberto Osorio, que
comandó durante un mes; José Leonardo Lanza, comandante durante dos meses; Hans Kundt,
que dirigió las operaciones bolivianas durante un año, y que salió en medio de las luchas
intestinas de las cúpulas militares, y Enrique Peñaranda Castillo, que concluyó la guerra luego de
la destitución de Kundt.

La participación de Bolivia estuvo también marcada por el reclutamiento forzoso de campesinos


e indígenas para que combatieran, lo cual fue enrareciendo el ambiente social en Bolivia y
generando rechazo de la población.

Paraguay exhibió mejor estrategia, no sólo por servirse de un único comandante que gozaba de
enorme prestigio entre todos los sectores. También supo capitalizar el sentimiento de pérdida,
consecuencia de la Guerra de la Triple Alianza, de modo que la población se encontraba
cohesionada en contra de un enemigo común. Bolivia subestimó este factor al asumir la guerra
contra Paraguay.

El descontento de la población boliviana hacia un conflicto que estaba causando tantas muertes,
y que sólo era mantenido por la clase política y militar, y la mediación de Argentina, llevaron a la
firma de un acuerdo de paz el 12 de junio de 1935.
El fin de la guerra condujo a un acuerdo limítrofe entre los dos países, firmado en julio de 1938.
El tratado fue ratificado en 2009, y favorece ampliamente a Paraguay, dándole tres cuartas
partes del territorio en disputa (el Chaco Boreal).

La Liga de las Naciones había impuesto un embargo de


armas a ambos países, e insistió con una propuesta de
paz, en el mes de noviembre de 1934, que si bien fue
aceptada por Bolivia, fue rechazada por Paraguay. El
embargo por lo tanto, le fue levantado solo a Bolivia.

El año 1935 encontró a ambos bandos agotados. Los


bolivianos se habían retirado a Villa Montes. En abril,
los paraguayos traspusieron el Río Parapiti, pero fueron
repelidos por los bolivianos.

El gobierno chileno propuso a la argentina, en enero del


año 1935, una gestión conjunta para lograr la paz. A tal
fin fueron comisionados Luis A. Podestá Costa a
Paraguay, y posteriormente, Félix Nieto del Río, se
dirigió a Bolivia. En abril de ese año se unieron a la
mediación, Perú y Estados Unidos. En mayo lo hizo
Brasil. Luego fue invitado a participar un delegado uruguayo.

El fin de la contienda ocurrió el 12 de junio de 1935, día en que se firmó un armisticio, en


presencia de los mediadores. El cese de las hostilidades ocurrió el día 14. Paraguay,
posteriormente, en 1936, en la Conferencia de Buenos Aires, logró el reconocimiento de casi
toda la zona a su favor. En 1938, Paraguay obtuvo 120.000 km², mientras los bolivianos se
beneficiaron teniendo acceso al río Paraguay, y al poblado de Puerto Casado, perteneciente a
Paraguay.

Las consecuencias fueron la pérdida de 60.000 soldados bolivianos y 30.000 de origen


paraguayo. Tardaron mucho ambos países en recuperar sus costos sociales y económicos.

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