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LA LEYENDA DE LA VAINILLA

El tercer rey totonaca llamado Tenixtli, tuvo una niña que poseía una
extraordinaria belleza, a la cual llamaron Tzacopontziza (lucero del alba). Era
tan bella que la consagraron al culto de la diosa Tonacayohua, ya que su padre
deseaba que ningún hombre disfrutara de su hermosura. Un día la joven salió
del templo y se le apareció un joven de nombre Zkatan-oxga (el joven venado)
quien ya la había visto con anterioridad y había quedado muy enamorado de
ella. Aún sabiendo que sería degollado por amar a lucero del alba la llevó con
él camino a la montaña. En su andar les cerró el paso un monstruo, que les
arrojó fuego haciéndolos retroceder, para toparse ahora con enojados
sacerdotes que los degollaron, les extrajeron los corazones y fueron tirados a
una barranca. En la zona donde fueron arrojados los corazones, comenzó a
crecer un arbusto, en solo unos días. A su lado empezó a brotar una orquídea
trepadora la cual fue envolviendo el tronco del árbol en solo unos días dando
la impresión de ser los brazos de una mujer que con delicadeza lo abrazaba.
Continuo su crecimiento llenándose de hermosas flores y aromas. Mar tarde
las flores que habían nacido en ese lugar se convirtieron en delgadas y largas
vainas que al madurarse despedían un hermoso y penetrante aroma. La
orquídea fue declarada planta sagrada. De la sangre de la princesa nació la
vainilla que en totonaco es llamada “Xanath” (flor recóndita).

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