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HERMENEÚTICA

Derivada de una palabra Griega relacionada con el nombre del dios Hermes, el
supuesto mensajero e intérprete de los dioses. Sería incorrecto inferir de esto que
la palabra denota la interpretación o la exégesis de la Escritura Sagrada. El uso ha
restringido el significado de la hermenéutica a la ciencia de la exégesis Bíblica, es
decir, a la colección de las reglas que gobiernan la correcta interpretación de la
Escritura Sagrada. Exégesis por lo tanto se relaciona con la hermenéutica, como la
lengua está a la gramática, o como el razonamiento a la lógica. Los hombres
hablaron y razonaron antes de que hubiera cualquier gramática o lógica; pero es
muy difícil hablar correctamente y razonar debidamente siempre y bajo cualquier
circunstancia sin un conocimiento de la gramática y de la lógica. De la misma
manera nuestros primeros escritores Cristianos explicaron la Escritura Sagrada --
como es interpretado en casos particulares incluso en tiempo extra por estudiantes
de talento extraordinario-- sin confiar en cualquier principio formal de la
hermenéutica, pero tales explicaciones, si están correctas, estarán siempre de
acuerdo con los cánones de nuestra ciencia actual de la exégesis.

I. NECESIDAD DE LA HERMENÉUTICA

El lector no debe inferir que se ha dicho que la hermenéutica es una mera


realización del exegeta Bíblico, ese conocimiento no es necesario para el
estudiante de la Biblia. Es verdad que en la primera Iglesia la ciencia de la
exégesis no fue desarrollada; pero debe ser recordado que las supuestas lenguas
sagradas eran las lenguas vernáculas de los escritores Sirios y Griegos, a quienes
les eran tan familiares como nosotros a las antigüedades Bíblicas, y que también
fueron imbuidos en las primeras tradiciones orales que contenían la verdadera
explicación de los muchos pasajes difíciles de la Sagrada Escritura. Tan pronto
como estas ayudas naturales del intérprete Cristiano comenzaron a disminuir, los
principios de la hermenéutica comenzaron a convertirse. Incluso en el tiempo de
San Agustín fueron recogidos en un solo libro, de modo que pudieran ser dados a
conocer y poner en práctica sin mucha dificultad. Cualquier persona familiarizada
con una gran variedad de opiniones concerniente al significado de algunos de los
pasajes más importantes de la Biblia se preguntará como explicar la Escritura sin la
ayuda de la hermenéutica, entonces su demanda es una necesidad urgente. Ni
puede ser dicho que la variedad de resultados exegéticos de parte de los escritores
bien-versados en los principios de la interpretación científica demuestra la
inutilidad de la hermenéutica en la explicación de la Sagrada Escritura. Los
principios no científicos, con todo el desacuerdo de científicos siempre han
desarrollado cualquier rama del conocimiento; además, en el caso de la Escritura,
la hermenéutica ha disminuido el número de las opiniones de intérpretes
eliminando aquellas no apoyadas por cualquier principio científico sólido. Tales
principios son aún más necesarios para el intérprete Bíblico que un estudio de la

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lógica está para el pensador; mientras que las leyes del pensamiento se basan en
una tendencia innata de la mente, el resto de las reglas de la hermenéutica se
extienden en gran parte sobre los hechos externos de la mente. Y los resultados
que fluyen de la aplicación de los principios de la hermenéutica no son menos
importantes que aquellos derivados por medio de las leyes formales de la lógica,
desde las controversias entre los Judíos y los Cristianos, entre los Cristianos y los
Racionalistas, entre los Católicos y Protestantes, finalmente están de nuevo en las
preguntas de la hermenéutica.

II. LÍMITES DE LA HERMENÉUTICA

Aunque la influencia de la hermenéutica es de tan gran envergadura, su eficacia


no debe ser sobrestimada. La fuente de la gama de la Hermenéutica no suministra
una deficiencia de la capacidad natural, ni rectifica falsos principios filosóficos o
perversas pasiones, tampoco imparte la necesidad de erudición filosófica e
histórica. En segundo lugar, la hermenéutica en sí misma no investiga la verdad
objetiva del significado de un escritor, el cuál ha sido establecido por sus cánones;
no se pregunta que es verdadero o falso, pero solamente que intentó decir el
escritor. Por lo tanto una verdad hermenéutica puede ser una falsedad objetiva, a
menos que la escritura este sujetada a las reglas de la hermenéutica y este dotada
con la prerrogativa de la inerrancia. En tercer lugar, la hermenéutica no se
pregunta de la autenticidad de una escritura, ni en la autenticidad de su texto, ni
tampoco en su carácter especial, por ejemplo, si sea de una naturaleza profana o
sagrada. La hermenéutica Bíblica presupone, por lo tanto, un conocimiento de la
historia del Canon del Antiguo y Nuevo Testamento, de un conocimiento con los
resultados bajo la crítica textual, y de un estudio del tratado dogmático sobre la
inspiración. El número de limitaciones de la hermenéutica no rendirá la impaciencia
del lector, si él tiene presente en su mente, que lleva con paciencia los límites que
circunscriben el campo de otras ramas del aprendizaje; nadie culpa a la gramática,
por ejemplo, porque no confiere ninguna aptitud lingüística especial al gramático,
o porque no mejora la melodía o la estructura sintáctica del lenguaje.

III. OBJETO DE LA HERMENÉUTICA

Después de quitar qué es exterior a la hermenéutica, nos permite entender más a


fondo su apropiado objeto. Su objeto material es el libro o la escritura que debe
ser explicada; su objeto formal se preocupa con el sentido expresado por el autor
del libro en cuestión. De esta manera, la hermenéutica Bíblica trata sobre la
Sagrada Escritura como su objeto material, suministrando un sistema complejo de
reglas para encontrar y expresar el sentido verdadero de los escritores inspirados,
mientras que el descubrimiento y la presentación del sentido genuino de la
Sagrada Escritura podrían ser su objeto formal.

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IV. DIVISIÓN DE LA HERMENÉUTICA

El método más directo y simple de determinar el significado de un autor consiste


en la última declaración del sentido que él intentó transmitir. Tal declaración, si
procede del mismo autor o de otra persona que tenga cierto conocimiento de la
mente del autor, es llamada una interpretación auténtica. La interpretación legal
difiere en su proceder de la auténtica, no del legislador mismo sino de su sucesor,
o de esté en igual poder legislativo o de la autoridad legal suprema. La
interpretación científica difiere de la auténtica y de la legal; su valor no se derivó
de la autoridad, sino de la información fidedigna y del aprendizaje del
comentarista, del peso de sus argumentos, y de su adherencia fiel a las reglas de
la hermenéutica.
La autoridad como tal no considera en el campo de la hermenéutica general las
reglas de la hermenéutica, así delimitada, podrían ser de aplicación universal o
particular, es decir, podrían ser válidas para la correcta explicación de cualquier
libro o escritura, o pueden ser adaptadas para una clase particular de los libros,
por ejemplo, Sagrada Escritura o Derecho Canónico. La hermenéutica Bíblica
pertenece a esta segunda clase, no porque las reglas universales de la exégesis
son inaplicables a los Libros Sagrados, pero porque el carácter Sagrado de la Biblia
exige las reglas adicionales de la interpretación, que no son aplicables a las
escrituras profanas. Finalmente, la Hermenéutica Bíblica es cualquiera de las dos,
general o especial, según el carácter de las reglas exegéticas que contiene: es
general si sus reglas son aplicables a la Biblia entera; es especial si se piensan
solamente para la explicación de libros particulares, por ejemplo, los Salmos o las
Epístolas Paulinas. Pero, como en la lógica la especie contiene todas las notas
esenciales del género, así que la hermenéutica especial contiene todas las reglas
exegéticas de la hermenéutica general, y la hermenéutica particular adopta todas
las leyes de la interpretación impuestas por la hermenéutica universal.

V. PRIMER PRINCIPIO DE LA HERMENÉUTICA

Puesto que las leyes hermenéuticas más especiales no contradicen las leyes más
generales, pero solo las determinan más correctamente para adaptarlas a las
escrituras particulares, las cuales son explicadas; debería ser posible determinar el
primer y más alto principio o ley de la hermenéutica, de la cual se derivan todas
las reglas exegéticas especiales. El lector recordará que tales primeros principios
existen en otras ciencias, también; en lógica, por ejemplo, y en la ética, nosotros
tenemos el principio de la contradicción un principio de hacer lo bueno
respectivamente. Volviendo a la hermenéutica, el pensamiento se debe derivar del
lenguaje según la misma ley que regula la expresión del pensamiento en el
lenguaje, el proceso solamente sería invertido. Respecto a esto, el lenguaje en
general no difiere de un mensaje de la clave que se deba leer según el código en
el cual fue escrito. Ahora un escritor utiliza comúnmente el código de su día y de
sus propias circunstancias peculiares; él emplea el lenguaje de acuerdo con sus

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usos peculiares y sus reglas de la gramática; él sigue en la expresión de sus
pensamientos la secuencia de la lógica, y sus palabras reflejan su mentalidad así
como también sus condiciones físicas y sociales. Si los deseos del intérprete de
entender completamente al escritor, él debe guiarse por estos cuasi-criterios del
significado del autor: su lenguaje, su hilo de pensamiento o el contexto, y de su
condición psicológica e histórica a la hora de la escritura. Por lo tanto fluye el
primer y más alto principio de la hermenéutica: Encontrar el sentido de un libro
por su lenguaje (gramatical y filológicamente), por las reglas de la lógica (desde
del contexto), y por la condición mental y externa del escritor. Expresando la
misma verdad negativamente, podemos decir que ningún significado de un pasaje
que no este de acuerdo con su gramática, su contexto, y las condiciones internas y
externas de su autor, no puede ser el sentido verdadero del escritor. En el caso de
la Escritura, el hecho de su inspiración y de su interpretación auténtica por la
Iglesia, se debería agregar a los tres criterios comunes de la interpretación; por lo
tanto ningún significado sin armonía con la gramática Bíblica, el contexto, o las
condiciones concretas de los escritores bíblicos, o sin armonía con el hecho de la
inspiración y el espíritu de la interpretación de la Iglesia, no puede ser el sentido
verdadero de la Escritura. Respeto solamente al primero de estos tres criterios
hace racionalista a la exégesis; la observancia de los primeros cuatro es un
reconocimiento de la doctrina Cristiana específica de la inspiración Bíblica; pero es
solamente la conjunción del quinto con los otros cuatro que da vida a la verdadera
exégesis Católica sin destruir el carácter racional y simplemente Cristiano de la
interpretación.

VI. FUENTES DE LOS PRINCIPIOS DE LA HERMENÉUTICA

Las observaciones precedentes revelan las fuentes de las cuales la hermenéutica


deriva sus principios secundarios. Presupone un conocimiento gramatical y
filológico del lenguaje en la cual se escribió el trabajo, de un conocimiento con las
leyes de la lógica y de la retórica, y de una familiaridad con los datos de la
psicología y de los hechos de la historia. Éstas son las fuentes de las reglas de la
hermenéutica universal; en el caso de las Sagradas Escrituras, el intérprete
científico debe estar bien versado en el llamado lenguaje Sagrado o Bíblico; él
debe estar bien versado en historia Bíblica, arqueología, y geografía; él debe
conocer los distintos dogmas Cristianos relacionados sobre la Biblia y su historia;
finalmente él debe estar bien instruido en patrología, historia eclesiástica, y
literatura Bíblica. Antes de entrar en la explicación de cualquier libro particular de
la Escritura, el comentarista también debe estar versado en las preguntas
dogmáticas, morales, filosóficas, y científicas conectadas con su tema particular. A
la luz de estos muchos requisitos, uno entiende fácilmente porqué es tan difícil
encontrar los comentarios que son completamente satisfactorios, y uno también se
da cuenta de la necesidad de leer varios comentarios antes de que uno pueda
demandar completamente entender las Escrituras o cualquier parte de la misma.

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VII. DESARROLLO HISTÓRICO DE LA HERMENÉUTICA

Viendo la importancia de la hermenéutica Bíblica, puede parecerse a una cuestión


de sorpresa que esta rama del estudio no fue desarrollada previamente. Pero la
historia de cada ciencia demuestra que la práctica precede de la teoría. El
Lenguaje, por ejemplo, había estado en el uso para muchas generaciones antes de
que las gramáticas sistemáticas fueran escritas, la salud había sido el objeto del
cuidado por siglos antes del crecimiento de la ciencia de la medicina. De una
manera similar, los libros de la Sagrada Escritura fueron leídos y explicados por
medio de lo qué podría ser llamada la hermenéutica natural antes de que en la
ciencia de la exégesis fuera pensada. Deut., xvii, 8-12, 18; xxi, 5; xxxi, 9-13, 24-
26, podrían ser mirados por lo menos como su contenido del testimonio implicado
en favor de la práctica de la exégesis, aunque es imposible determinar las leyes
hermenéuticas entonces vigentes.

A. Desarrollo Judío

Al poco tiempo después de los días de Cristo, R. Hillel estableció siete reglas de la
hermenéutica (middoth), entre las cuales se encuentran la inferencia del más
grande al menor contexto, de lo general a lo particular para los pasajes paralelos.
Al principio del segundo siglo R. Yishma 'el ben Elisha' aumentó el número de las
reglas de Hillel a trece, tratando entre otras preguntas la manera de armonizar los
pasajes contradictorios. Cerca de la mitad del segundo siglo R. Eli'ezer deribó
treinta y dos reglas de la hermenéutica desde entonces prevalece el método de la
interpretación, y éstas todavía son encontradas en las ediciones del Talmud
después del tratado "Berakhoth". En la Edad Media Aben Ezra y Maimonides
explicaron ciertas reglas de la hermenéutica, pero ningún escritor rabínico ha
escrito ex profeso cualquier tratado completo sobre hermenéutica Bíblica.

Desarrollo Cristiano

Los Primeros Tres Siglos

Entre los primeros Cristianos, también, las Escrituras fueron leídas y explicadas sin
la orientación de cualquier regla reconocida de la hermenéutica. Podemos deducir
de los refranes de los Padres que la tradición y la analogía de la fe eran las leyes
soberanas de los primeros intérpretes Cristianos. En el segundo siglo Melito de
Sardis compuso un tratado de la hermenéutica, titulado "La Llave", en la cual él
explicó los tropos Bíblicos. Los Padres de los siglos tercero y cuarto sugirieron
muchas reglas de la interpretación sin recopilarlas en algún trabajo distinto.
Además de Tertuliano y Clemente de Alejandría, Orígenes propuso y defendió
contra Judíos y heréticos sus reglas de la exégesis en su trabajo "De principiis", lib.
IV; Diodoro de Tarso (días antes del 394 d.C.) escribió sobre la diferencia entre el
tipo y la alegoría, pero su trabajo "Quomodo differt theoria ab allegoriâ" había sido

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perdido; San Juan Crisóstomo impulsa al comentarista a estudiar el contexto, el
autor, los lectores, la intención del interlocutor, la ocasión, el lugar, la época, y la
manera de escribir (Hom. en Jer. x, 33; Hom. xv en Juan.) San Jerónimo, ha
dejado también muchas pistas sobre el método apropiado de la interpretación
("Ep. ad Pammach."; "De optimo genere interpretandi"; "Lib. quaest. Hebr. in
Gen."; "De nominibus et loc. Hebr."; "Praef. in 12 prophet."; "In quat. evang.",
etc.).

Desde el Siglo Cuarto al Decimocuarto

Alrededor del 390 A. D. (Anno Domini) el Donatista Ticonius publicó un trabajo


titulado "Septem regulae ad inquirendum et inveniendum sensum S. Scripturae",
los cuales eran incompletos y contaminados con errores; estaba en este relato que
San Agustín (d. 430 d.C.) escribió en su trabajo "De doctrinâ Christianâ libri
quatuor", en el cual él trató las reglas de la interpretación más satisfactoriamente
que había sido hechas antes de su tiempo. Los principios de la hermenéutica se
pueden encontrar dispersos también en otros trabajos del gran Doctor Africano,
por ejemplo, en su "De Genes.", su "Exposit. Psalm.", y su "De civit. Dei". San
Isidoro de Pelusium (d. cerca del 440-450 d.C.) dejó las cartas que explicaban los
principios de la hermenéutica de la escuela de Antioquia, y también un trabajo
titulado "De interpretatione divinae scripturae". A Eucherius de Lyons (d. cerca de
450 d.C.) le estamos agradecidos por dos trabajos hermenéuticos, "Formularum
spiritualis intelligentiae ad Uranium liber unus: y "Instructionum ad Salonium filium
libri duo". En el siglo quinto, también, o al principio del sexto, el monje Adrián
explicó las expresiones figuradas de la Sagrada Escritura, especialmente del Viejo
Testamento, según los principios de la escuela de Antioquia en un trabajo titulado
"Introductio ad divinas scripturas". Cerca de la mitad del siglo sexto Julius
Africanus escribió su carta célebre a Primasius, "De partibus divinae legis" en la
cual él expone las reglas de la interpretación Bíblica, como él las recibió de un
adherente de la escuela de Edessa. Aproximadamente en la misma época M.
Aurelio Casiodoro (d. cerca de 565-75 d.C.) escribió, entre otros trabajos: "De
institutione divinarum litterarum", "De artibus et disciplinis liberalium litterarum", y
"De schematibus et tropis".

El Concilio de Trento

Aunque conocemos algunos trabajos hermenéuticos completos durante el período


de la Edad Media, todavía tenemos copiosas reglas exegéticas en los comentarios
y las introducciones de San Beda el Venerable, Alcuino, Rabano Mauro, Hugo de
San Víctor, y especialmente Santo Tomás (Summ. theol., I, Q. i, n. 9 sq.). Había
varias razones especiales que condujeron a la promoción de estudios Bíblicos y
hermenéuticos en los siglos decimocuarto y decimoquinto. El Concilio de Viena
(1311) ordenó que la cátedra de idiomas Orientales debían ser anexadas en las
universidades; los estudios humanísticos comenzaron a prosperar de nuevo y

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reaccionaron favorable en la búsqueda de idiomas Bíblicos; el descubrimiento del
arte de la impresión (1440-1450) facilitó la extensión de las Escrituras; la toma de
Constantinopla por los Turcos (1453) ocasionó la emigración que va hacia el oeste
de los Griegos doctos numerosos, que llevaron con ellos sus tesoros literarios así
como su aprendizaje y habilidad artística. Durante este período, también, fue que
Nicolás de Lyra (d. 1340 d.C.) escribió sus trabajos, "Tractatus de differentiâ
nostrae translationis ab Hebr. litterâ y "Liber differentiarum V. et N. Testamenti", y
Juan Gerson (d. 1429 d.C.) produjo su tratado de hermenéutica titulado
"Propositiones de sensu litterali Scripturae Sacrae", en el cual él considera las
diversas clases del sentido de la Escritura, y expresa su preferencia para que el
sentido literal sea determinado según la enseñanza de la tradición y de las
declaraciones de la Iglesia. En el siglo decimosexto la llamada Reforma comenzó
con mirar la analogía de la fe y los símbolos como los criterios de la exégesis
Bíblica, pero finalmente tuvieron que caer detrás de las reglas del Cristianismo e
incluso de la hermenéutica racionalista, de modo que prepararan naturalmente la
manera para el racionalismo Bíblico del siglo decimoctavo. La literatura
hermenéutica Católica también creció durante estos siglos, en parte debido a la
rivalidad entre los eruditos Católicos y Protestantes. Como esto tendía a agrandar
los trabajos hermenéuticos, la claridad y la minuciosidad exigieron la separación de
la hermenéutica de la crítica, de lo histórico, y de las preguntas dogmáticas, y la
prueba sólida del desarrollo de los principios estrictamente hermenéuticos.

VIII. RELACIONES DE LA HERMENÉUTICA CON OTRAS RAMAS DE LOS ESTUDIOS


SAGRADOS

Podría ser de interés el considerar la relación en la cual la hermenéutica, reducida


a sus propios límites específicos, dedicarse a las otras ramas de los estudios de la
Escritura. Se excusa decir, la primer intervención en el estudio científico de la
Biblia consiste en conocerse a sí misma con fundamentos y la extensión de la
autoridad Divina y humana con la cual la Escritura esta dotada; la llamada
introducción histórico-crítica de la Sagrada Escritura nos enseña todo esto. El
segundo paso nos conduce a la llave para la correcta comprensión de esta doble
colección autoritaria de libros, es decir, al estudio propio de la hermenéutica. La
etapa final del estudio de la Biblia es la exégesis, que abre en nosotros los tesoros
íntimos de las escrituras inspiradas. Todo esto estaría muy simple y claro, si la
segunda etapa no exigió el conocimiento adicional: filología sagrada, historia, y
arqueología sagrada. Sería absolutamente imposible aplicar las reglas de la
hermenéutica sin poseer este conocimiento. Finalmente, quienes ordenan estos
estudios teológicos sistemáticamente ponen la filosofía y el estudio de la Biblia,
junto con la historia y la patrología eclesiásticas, entre los preámbulos que nos
preparan para la teología teórica (fundamental, dogmática, y apologética), la
teología práctica (moral), la teología pastoral, y el derecho canónico.

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IX. CONTENIDO DE LA HERMENÉUTICA

Después de considerar a la hermenéutica en relación a sus ramas cognadas del


estudio, podemos volver a un escrutinio más exacto de su propio contenido.
Hemos visto que la ciencia de la interpretación tiene para su objeto formal el
descubrimiento y la presentación del sentido de la Sagrada Escritura. A partir de
este hecho, podemos deducir que

· un tratado completo de la hermenéutica debería tratar primero del sentido de la


Escritura en general;
· debe poner las reglas definidas para encontrar este sentido;
· debe enseñarnos cómo presentar este sentido a otros.

Estas tres preguntas se han explicado completamente en el artículo EXÉGESIS, de


modo que sea innecesario repetir sus progresos respectivos aquí. Será útil, sin
embargo, para que el lector tenga ante sus ojos un resumen de los puntos
principales tratados en ese artículo.

X. RESUMEN DE LOS PRINCIPIOS DE LA HERMENÉUTICA

(1) El escritor comienza dividiendo el sentido genuino de la Escritura Sagrada


como:

· el sentido literal
o su naturaleza
o su división
o su ubicuidad
o su unidad y multiplicidad
o Las dos clases de un sentido supuesto de la Escritura que en el mejor de los
casos llevan solamente una analogía al sentido Bíblico verdadero:
§ el derivativo o el sentido consiguiente,
§ y la comodidad bíblica.

· el sentido típico
o su naturaleza
o sus divisiones
o su existencia
o su ocurrencia en el Viejo y en el Nuevo Testamento
o su criterio
o su valor teológico.

(2) En seguida el escritor trata de encontrar en el método el sentido genuino de la


Escritura, considerando:

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· el carácter humano de la Biblia, que exige una interpretación histórico-gramatical
de modo que el comentarista deba tener presente
o la significación de la expresión literaria de su lengua sagrada y de la Escritura;
o el sentido de su expresión literaria, que es determinada a menudo por el tema
de la escritura, por su ocasión y propósito por el contexto gramatical y lógico, y
por los pasos paralelos;
o el ajuste histórico del libro y de su autor.
· El carácter divino o inspirado de la Biblia requiere una interpretación Católica
supuesta, que implica las direcciones adicionales de
o un carácter negativo que previene (a) toda la irreverencia y (b) la admisión de
cualquier error y
o de una naturaleza positiva, que fue ordenada por el intérprete al respecto (a) las
definiciones de la Iglesia, (b) la interpretación patrística, y (c) la analogía de la fe.

(3) Después de que el sentido genuino de la Escritura Sagrada se haya


encontrado, tuvo que ser presentado a otros por medio de:

· la versión,
· la paráfrasis,
· la glosa y el escolio
· la disertación,
· finalmente del comentario.

La homilía también puede ser clasificada entre el método más popular de


exposición Bíblica.

(4) Las páginas concluidas del artículo EXÉGESIS están dedicadas a una breve
historia del tema:

· La exégesis Judía se divide en (a) Palestino y (b) Helenístico;


· La exégesis Cristiana comprende,
o el período patristico
§ los Padres Apostólicos y los apologistas,
§ los Padres Griegos de las dos tendencias Alejandrinas y Antioquenas,
§ los Padres Latinos
o el tiempo de la edad Patrística (en su sentido más estrecho) al Concilio de
Trento, donde satisfacemos otra vez con (a) a escritores Griegos, y (b) de los
eruditos Latinos, pre-Escolásticos o Escolásticos;
o el período después del Concilio de Trento con:
§ sus escritores Católicos de la edad de oro, del período de transición, y de épocas
recientes, y
§ de los exegetas no-Católicos, si están en el número del primeros Reformadores,
o de sus sucesores inmediatos, u otra vez de los racionalistas.

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Hemos agregado este examen de la historia de la exégesis porque lanza la luz en
el desarrollo histórico de la hermenéutica.

XI. DOS PREGUNTAS ESPECIALES

Ningunas dificultades serían planteadas contra el intérprete Bíblico mientras él


permanece dentro de la esfera de las reglas que gobiernan su exégesis gramático-
histórico; pero se levantarán protestas tan pronto como él impulse el principio de
la inerrancia Bíblica, y el deber de reverenciarse a la autoridad de la Iglesia.
Algunas observaciones adicionales respecto a estos dos puntos por lo tanto no
estarán fuera de lugar.

A. INERRANCIA

Naturaleza de la Inerrancia

La inerrancia de la Escritura significa que su verdad hermenéutica es también


objetivamente verdad, y que su sentido genuino es presentado adecuadamente
por su expresión literal, por lo menos por su expresión literal completa, basada en
el texto original interpretado a la luz del propósito especial del Espíritu Santo y de
su previsto círculo de lectores. Pero esta perfección de la presentación literaria no
quita la oscuridad y la ambigüedad de la expresión, los defectos que fluyen
naturalmente de los autores humanos de los diversos libros de la Escritura
Sagrada, y fue prevista, y por las buenas razones permitidas o aún previstas, por
el Espíritu Santo. Ni la veracidad absoluta de la Escritura Sagrada implica que la
Biblia siempre presenta toda la verdad bajo todos sus aspectos, ni exige que todo
lo dicho textualmente por la Biblia como hechos históricos son objetivamente
verdaderos. Las palabras textuales en la Escritura según lo hablado como
interlocutores son infaliblemente veraces, por ejemplo, por Dios Mismo, o los
buenos ángeles, o los profetas y los apóstoles inspirados realmente, o por el
mismo escritor sagrado mientras que bajo la influencia de la inspiración, todas
estas palabras no están ni simple e históricamente, pero también objetivamente,
verdad; pero las palabras citadas en la Escritura como procediendo de los
interlocutores abiertos al error no son necesariamente verdades objetivas, aunque
son históricamente verdades. Si sin embargo tales palabras profanas son
expresamente aprobadas por los escritores inspirados, son también objetivamente
verdades.

Consecuencias que fluyen de Inerrancia

Se sigue diciendo que no puede haber contradicciones en la Biblia, y que no puede


haber oposición verdadera entre las declaraciones Bíblicas y las verdades de la
filosofía, la ciencia, o la historia.

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Sin contradicciones en la Escritura Sagrada

La imposibilidad de cualquier contradicción existente en la misma Biblia fluyen del


hecho de que Dios es el autor de la Escritura Sagrada, y sería el supuesto
responsable de cualquier discrepancia. Pero ¿cómo podemos remediar de las
aparentes contradicciones de la Escritura, la existencia de la cual no puede ser
negada?

En algunos casos es prácticamente cierto que nuestro presente texto ha sido


corrompido. I Reyes, xiii, I, dicen que Saúl era un niño de un año en que empezó a
reinar, y él reinó dos años sobre Israel, aunque, según Hechos, xiii, 21 (y José,
Antiq., VI, xiv) Saúl reinó cuarenta años, empezando en la edad de veintiuno. En el
caso anterior, las cartas del texto Hebreo indican cuarenta y veinte
respectivamente mas deben haberse perdido. Una corrupción similar debe ser
admitida en III Reyes, iv, 26, en la cual Salomón cedió un establo para 40,000
caballos de carrera en vez de los 4000 que le asignaron en II Par., IX, 25 (texto
Hebreo).

En otros casos las contradicciones aparentes en la Biblia son debido a una exégesis
errónea de uno o ambos pasajes en cuestión. Tales interpretaciones incorrectas
son causadas fácilmente por el cambio del significado de una palabra; por la
suposición de un nexo incorrecto de las ideas (cronológico, verdadero, o
psicológico); por una restricción o una extensión del significado de un pasaje más
allá de sus límites naturales; por un intercambio figurativo apropiado, con
absoluto, lenguaje hipotético; por una concesión de la autoridad Divina a las meras
citas de fuentes profanas, o por una negligencia de la diferencia entre el Viejo y
Nuevo Testamento. Así la palabra "tentar" tiene un sentido en Gen, xxii, 1, y
absolutamente otro sentido en Santiago, i, 13; las expresiones "fe" y "trabajos" no
tienen el mismo sentido en Rom, iii, 28, y Santiago, ii, 14, 24; el "compañero
sincero" de Fil., iv, 3, no significa "esposa", y no pone este pasaje en oposición de
I, Cor., vii, 8; el "odio de los padres" inculcado en Lucas, xiv, 26, no es el odio
prohibido por el mandamiento del decálogo; los nexos de los acontecimientos en el
Primer Evangelio no es cronológico y no establece una oposición entre San Mateo
y los otros Evangelistas; en I Reyes, xxxi, 4, el escritor inspirado atestigua que
Saúl se matara el mismo, mientras que en II Reyes, i, 10, el Amalecita mentiroso
se jacta que él mata bruscamente a Saúl; en Juan, i, 21, el Bautista niega que él
es "el profeta”, sin la contradicción de la declaración de Cristo en Mateo, xi, 9, que
Juan es un profeta; etc.

Las contradicciones aparentes en la Biblia pueden tener su fuente en una


identificación errónea de palabras o de hechos distintos, en una negligencia de la
diferencia del punto de vista de diversos escritores o interlocutores, o finalmente
en una suposición errónea de la oposición entre dos pasajes realmente
concordantes. Así el Gen, xii, 11 sqq., refiere a los hechos enteramente diferentes

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de ésos relacionados en el Gen, xx, 2, y xxvi, 7; la curación del criado del
centurión relatado en Mateo, viii, 5 sqq., es enteramente distinta de la curación del
hijo del rey mencionado en Juan, iv, 46 sqq.; la multiplicación de los panes en
Mateo, xiv, 15 sqq., es distinta de la descrita en Mateo, xv, 32 sqq., la limpieza del
templo relacionado en Juan ii, 13 sqq., no es idéntica con el acontecimiento dicho
en Mateo, xxi, 12 sqq.; la unción descrita en Mateo, xxvi, 6 sqq., y Juan, xii, 3
sqq., difiere de lo dicho en Lucas, vii, 37 sqq.; los profetas vieron la venida de
Cristo desde un punto de vista histórico, moral, y escatológico, etc.

Sin Oposición entre la Verdad Bíblica y la Profana

Prueba -- hasta el momento hemos considerado las aparentes contradicciones


entre diferentes declaraciones de la Escritura Sagrada; una palabra se debe
agregar sobre la oposición que puede aparecer de existir entre la enseñanza de la
Biblia y los principios de la filosofía, de la ciencia, y de la historia. El estudiante de
la Biblia debe estar convencido de que no puede haber una oposición verdadera. El
Concilio Vaticano declara expresamente: "aunque la fe está sobre la razón, nunca
podría haber una discrepancia verdadera entre la fe y la razón, desde el mismo
Dios, que revela los misterios e infunde la fe, implantado en la mente humana la
luz de la razón" (Sess. III, Constit. de fide cath., cap. iv). La misma verdad es
mantenida por León XIII en la Encíclica "Providentissimus Deus": "Deje el docto
mantener firmemente que el Dios el creador y las reglas de todas las cosas sea
también el autor de las Escrituras, y que por lo tanto nada se puede recolectar de
la naturaleza, nada de documentos históricos, que realmente contradicen las
Escrituras." Consecuentemente, cualquier contradicción entre la verdad Bíblica y la
profana es solamente aparente. Tal apariencia de la oposición puede brotar a
partir de una de las tres fuentes: La Escritura puede ser interpretada
erróneamente, puede haber un error en una verdad profana acreditada, o
finalmente la prueba que establece la oposición entre la verdad Bíblica y la profana
puede ser engañosa.

Oposición aparente -- ninguna declaración que descansa sobre un texto


defectuoso, o una exégesis que abandona una o más de las muchas reglas de la
hermenéutica, no se puede decir que sea una verdad Bíblica. Por otra parte, una
mera teoría en la filosofía, o una mera hipótesis en la ciencia, u otra vez una mera
conjetura en la historia, no puede demandar la rectitud o dignidad de una verdad
profana. Muchos errores han sido hechos por los exegetas de la Escritura, pero su
número no es mayor que las equivocaciones científicas. Pero incluso en los casos
en los cuales el sentido de la Biblia es cierto, y la realidad de la verdad profana no
se puede dudar, la prueba de su oposición mutua puede ser defectuosa. Es más
fácil entrar incorrectamente en toda la prueba de tal oposición, porque el lenguaje
de la Biblia no es el de la filosofía, o de la ciencia, o del historiador profesional. La
Escritura no reivindica enseñanzas ex profeso de cualquier tesis filosófica, o hechos
científicos, o cronología histórica. Las expresiones de la Escritura deben ser

12
interpretadas en la luz de su propia edad y de su escritor original, antes de que se
pongan en la oposición a cualquier verdad profana. Hay expresiones incluso en el
lenguaje de hoy (por ejemplo, el naciente y la puesta del sol, etc.) las cuáles
contradicen las verdades científicas reconocidas, si no se presta ninguna atención
a la conformidad de tal lenguaje con "apariencias sensibles".

La Relación entre la Hermenéutica y Aprendizaje Profano -- ¿Cuál es, por lo tanto,


la relación entre el intérprete y el científico?

· Sería incorrecto hacer de la Escritura el criterio de ciencia, para resolver nuestras


preguntas científicas modernas desde nuestros datos Bíblicos. En ciertas
controversias históricas esta trayectoria puede continuar, porque algunos de los
libros de la Escritura son verdaderamente históricos. Pero en preguntas científicas,
es suficiente sostener que "en materias de la fe y moral" la Escritura esta de
acuerdo con las verdades de la ciencia; y eso en otras materias, la Escritura
entendida correctamente no se opone a los resultados científicos verdaderos.

· Hacia el uso de las verdades profanas en la exégesis Bíblica, la actitud adoptada


por los comentaristas no es tan uniforme. Los ultra-conservadores están inclinados
en explicar la Escritura sin ninguna consideración al progreso del aprendizaje
profano. Este método se opone incluso a la advertencia de Santo Tomás (I:68:1).
Los conservadores son propensos a adherirse a las visiones científicas tradicionales
hasta que tales son superadas evidentemente por resultados modernos; estos
exegetas se exponen al peligro por lo menos a una aparente derrota --una
vergüenza que refleja la exégesis Bíblica. Está bien, por lo tanto, templar nuestro
conservadurismo con prudencia; prescindiendo de "materias de la fe y la moral" en
las cuáles no pueden haber ahí ningún cambio, deberíamos estar listos para
acomodar nuestra exégesis al progreso de los científicos e historiadores en sus
campos respectivos, demostrando al mismo tiempo que tales exposiciones
armonizadas de la Escritura representan solamente una etapa progresiva en el
estudio de la Biblia el cual podría ser perfeccionada con el progreso del aprendizaje
profano. Repetir una vez más, con respecto a "materias de la fe y la moral" no hay
progreso de la fe en los fieles, pero solamente el progreso de los fieles en la fe;
con respecto a otras materias, el progreso del conocimiento profano puede lanzar
luz adicional en el sentido verdadero de la Escritura Sagrada.

B. AUTORIDAD DE LA IGLESIA

Hasta aquí hemos considerado la inerrancia de la Biblia la cual nunca puede ser
perdida de vista por el intérprete creyente; ahora venimos a cuestionar la
autoridad a la cual el exegeta Católico debe obediencia.

Ley de la Iglesia

13
El Concilio de Trento (Sess. IV, De edit. et usu ss. II.) prohíbe que, en "materias
de la fe y de la moral pertenecientes a la edificación de la doctrina cristiana", la
Biblia esté explicada contra el sentido llevado a cabo por la Iglesia, o contra el
consentimiento unánime de los Padres. La Confesión Tridentina de la Fe y el
Concilio Vaticano (Sess. III, Const. de fide cath., cap. ii) impone en forma positiva
que en "materias de la fe y de la moral que pertenecen a la edificación de la
doctrina cristiana", las Escrituras son explicadas según la enseñanza de la Iglesia y
del consentimiento unánime de los Padres. En el artículo EXEGESIS las reglas que
han sido establecidas asegurarían en su debida conformidad la exégesis Católica
con la enseñanza patrística y Católica; pero poco había sido dicho acerca del
significado de la cláusula "en materias de la fe y de la moral" y sobre la relación de
la autoridad eclesiástica al regar las verdades que no pertenecen a las "materias
de la fe y de la moral".

Significado de la "Materia de la Fe y de la Moral"

La frase "materia de la fe y de la moral" ha sido comparada con las verdades


reveladas de Santo Tomás por su propia cuenta tan distintas de las verdades
reveladas, accidentalmente como estaba, a causa de su conexión con el anterior
(II-II:1:6, ad 1um); las materias ni de la "fe ni de la moral" han sido
fundamentadas en la expresión del Doctor Angélico, "in his quae de necessitate
fidei non sunt" (II Sent., dist. ii, Q. i, a. 3); Vacant amplía las palabras "materias
de la fe y de la moral" a los dogmas de la fe y de las verdades que pertenecen a la
custodia del depósito de la fe; Granderath identifica "materias de la fe y de la
moral" con todas las verdades religiosas a diferencia simplemente de las verdades
profanas: Egger está inclinado a comprender bajo las "materias de la fe y de la
moral" toda la verdad revelada, y otra vez en su totalidad el depósito de la fe, en
el cual él incluye todas las verdades Bíblicas; Vinati parece extender las "materias
de la fe y de la moral" a todas las verdades que se deban creer con la fe Católica o
Divina, agregando que todas las declaraciones Bíblicas caen bajo estos grupos;
Nisius cree identificar "materias de la fe y de la moral" con las verdades contenidas
en el depósito de la fe sin incluir todas las declaraciones Bíblicas en esta
colección). Por cualquier motivo se puede pensar en las opiniones precedentes,
que parece estar claro que las "materias de la fe y de la moral" contienen todas las
verdades que se deban creer con la fe Católica, Divina, o fe teológica. La cláusula
adicional, perteneciendo a "la edificación de la doctrina Cristiana", incluye todas las
verdades necesariamente conectadas con el sistema Cristiano de la doctrina y la
moral ya sea por la manera de la fundación, o la prueba necesaria, u, otra vez, la
inferencia lógica.

En cuanto a las materias ni de la fe ni de la moral

Ciertos escritores han deducido del hecho de que los decretos de los concilios no
dicen cualquier cosa explícitamente sobre el sometimiento del intérprete a la

14
autoridad en caso de que de las verdades Bíblicas no incluidas entre "materias de
la fe y de la moral", que la Iglesia haya dejado al comentarista perfectamente libre
en esta parte de la exégesis Bíblica. Las leyes de la lógica apenas justifican esta
inferencia. Al contrario, la lógica exige que no deberían llevar ninguna explicación
que no estuviera en armonía con la analogía de la fe. El panorama más razonable
de mantener esta cuestión que en materias ni de la fe ni de la moral la enseñanza
de la Iglesia no ofrece una guía positiva al comentarista, sino que provee una
ayuda negativa, ya que dice al estudiante Católico que cualquier explicación debe
ser falsa, que no es conformista con el espíritu de la fe Católica. Para ilustrar las
reglas precedentes, podemos considerar la actitud de la Biblia hacia el movimiento
de la tierra según lo implicado en la pregunta de Galileo:

· Si la Biblia enseña evidentemente la estabilidad de la tierra, no es permitida por


la inerrancia Bíblica decir que la tierra se mueve;
· si la enseñanza Bíblica necesita alguna explicación con respecto a este punto, se
plantea la cuestión si la estabilidad de la tierra pertenece a las "materias de la fe y
de la moral"; ésta es una cuestión de derecho;
· si la cuestión de derecho es contestada en el afirmativo, es seguida por la
cuestión del hecho: ¿la enseñanza de la Iglesia, o la analogía de la fe, o del
consentimiento unánime de los Padres mantiene otra vez la estabilidad de la
tierra? O aún si la segunda pregunta es contestada en la negativa, ¿hay
consentimiento unánime de los Padres en este punto que obligue la consideración
reverente del intérprete Católico?

Un estudio cuidadoso de estos puntos demostrará cómo las reglas de la


hermenéutica afectan el juicio pasado en Galileo.

A. J. MAAS
Transcrito por Janet Grayson
Traducción por: Ph. D. Angel R. Cepeda Dovala y M. A. Sonia M. Cepeda
Ballesteros
Abril de 2006; México.

15
Definiciones de Hermenéutica
Interpretación Bíblica o Hermenéutica<i>: La buena interpretación bíblica debe
responder a la pregunta: "¿Cómo puedo entender lo que significa este pasaje en
particular?" Como hay reglas que gobiernan su uso, es una ciencia. Puesto que no
basta con sólo conocer las reglas, también es un arte. Asimismo hace falta
práctica para aprender a usar las reglas.
El asunto de cómo interpretar la Biblia no es de poca monta. Es, en cierto
sentido, uno de los campos de batalla de nuestras almas. Mediante el estudio de
las Escrituras aprendemos quién es Jesús y se nos capacita para llegar a ser como
Él.
Conocer la Escritura, así como obedecerla, son los fundamentos mellizos de una
vida consagrada. Esa que produce el deseo adicional de estudiar la palabra de
Dios. De ahí que la interpretación apropiada de la Biblia lleva al educando del
estudio a la aplicación, de esta lo lleva de nuevo al estudio y a la aplicación más
profunda en una espiral ascendente hacia Dios.
1. Los principios básicos del estudio bíblico:
a) Oración.
b) Sentido común.
c) Preguntas adecuadas al texto
d) Contexto
e) Observación, interpretación, evaluación y aplicación
f) Descubrir y entender el significado del pasaje
2. Las cuatro etapas de la interpretación bíblica:
a) Observación
b) Interpretación
c) Evaluación
d) Aplicación
3. Problemas especiales en la interpretación de la Biblia:
a) Hipérbole
b) Metáfora

16
c) Antropomorfismo
d) Parábola
e) Profecía
f) Apocalíptica
Hermenéutica<ii>: La palabra "hermenéutica" extraña y asusta un poco al lego,
pero es una etiqueta conveniente (derivada de la voz griega "hermeneuo":
explicar un texto) para resumir las distintas consideraciones, principios y normas
que nos ayudan a llegar a una interpretación adecuada de las Sagradas Escrituras.
Por la ayuda de tales normas, podemos hacer una buena exégesis de cualquier
pasaje bíblico. Esta voz también es una palabra griega que significa "poner en
claro un texto".
Concepto de hermenéutica<iii>: La hermenéutica es la ciencia de la
interpretación. El término etimológicamente, se deriva del verbo griego
hermeneuo, que significa explicar, traducir, interpretar.
Tanto el concepto griego como el de épocas posteriores se refieren a la
determinación del significado de las palabras mediante las cuales se ha expresado
un pensamiento.
Las complejidades del lenguaje frecuentemente conducen a conclusiones
diferentes y aun contrapuestas en lo que respecta al significado de un texto. El
camino a recorrer entre el lector y el pensamiento del autor suele ser largo e
intrincado. Ello muestra la conveniencia de usar todos los medios a nuestro
alcance para llegar a la meta propuesta. La provisión de esos medios es el
propósito básico de la hermenéutica.
Un termino sinónimo de hermenéutica es "exégesis" (del griego exegeomai =
explicar, exponer, interpretar).
Aplicada al campo de la teología cristiana, la hermenéutica tiene por objeto fijar
los principios y normas que han de aplicarse en la interpretación de los libros de la
Biblia.
Hermenéutica<iv>: (gr. hermeneuein, interpretar) f. Arte de interpretar los
textos: la interpretación de los libros sagrados.
Hermenéutica<v>: La hermenéutica es la materia que se apresta al estudio y
comprensión de cualquier texto, su aceptación es general en todas las culturas,
pues sus principios son aplicables para la cabal comprensión de cualquier texto,
sin importar el idioma en el que fue escrito, la cultura del escritor o de los lectores
y en fin todos los aspectos que se toman en cuenta para comprender
correctamente un texto literario.
La palabra hermenéutica es una transliteración del vocablo HERMENEUTIKE el
cual deriva del verbo griego HERMENEUO que significa interpretar, y se dice que
es la ciencia que nos enseña los principios métodos y reglas de la correcta
interpretación de cualquier texto literario.
Algunas de las ciencias auxiliares de la Hermenéutica son: la glosología, estudio
de diversas lenguas; la lingüística, estudio situacional de ortografía, sintaxis,

17
semántica de los idiomas; la paleografía; estudio de textos antiguos; la filología se
dedica a la fechación, verificación, colación y fijación de textos históricos; y la
exégesis, que da la interpretación a partir del texto.
Ciertamente contamos con una materia especial dentro del estudio Bíblico a la
cual se le ha denominado Hermenéutica Sacra y que sin duda alguna aporta
características propias para la interpretación del texto Sagrado. Una aportación
importante de citar de la Hermenéutica Sacra es que se divide en dos grandes
segmentos, el primero se refiere: a la hermenéutica bíblica general, que incluye
todas aquellas reglas que tienen aplicación a todo el texto bíblico. La
hermenéutica bíblica especial: se refiere a la reglas y consideraciones necesarias
para interpretar categorías especiales de literatura, como pueden ser la poesía,
lenguaje figurado, profecía, o las muchas y diversas formas de dicción.
Citas utilizadas
i Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, Wilton M. Nelson. 1998 Editorial Caribe.
p. 536-542
ii Normas para la Recta Interpretación de las Sagradas Escrituras. Ernesto
Trenchard. Editorial Moody. p. 7
iii Hermenéutica Bíblica. José M. Martínez. 1984 Libros CLIE. p. 16-17
iv Diccionario General de la Lengua Española VOX. Tomado del sitio de Internet
www.vox.es/
v Hermenéutica. Adolfo Eliud Gómez Sánchez. Tomado de la página de Internet
www.angelfire.com/hi2/horizon

Definiciones de Hermenéutica

Interpretación Bíblica o Hermenéutica<i>: La buena interpretación bíblica debe


responder a la pregunta: "¿Cómo puedo entender lo que significa este pasaje en
particular?" Como hay reglas que gobiernan su uso, es una ciencia. Puesto que no
basta con sólo conocer las reglas, también es un arte. Asimismo hace falta práctica
para aprender a usar las reglas.
El asunto de cómo interpretar la Biblia no es de poca monta. Es, en cierto sentido,
uno de los campos de batalla de nuestras almas. Mediante el estudio de las
Escrituras aprendemos quién es Jesús y se nos capacita para llegar a ser como Él.
Conocer la Escritura, así como obedecerla, son los fundamentos mellizos de una
vida consagrada. Esa que produce el deseo adicional de estudiar la palabra de
Dios. De ahí que la interpretación apropiada de la Biblia lleva al educando del
estudio a la aplicación, de esta lo lleva de nuevo al estudio y a la aplicación más
profunda en una espiral ascendente hacia Dios.

1. Los principios básicos del estudio bíblico:


a) Oración.
b) Sentido común.

18
c) Preguntas adecuadas al texto
d) Contexto
e) Observación, interpretación, evaluación y aplicación
f) Descubrir y entender el significado del pasaje

2. Las cuatro etapas de la interpretación bíblica:


a) Observación
b) Interpretación
c) Evaluación
d) Aplicación

3. Problemas especiales en la interpretación de la Biblia:


a) Hipérbole
b) Metáfora
c) Antropomorfismo
d) Parábola
e) Profecía
f) Apocalíptica

Hermenéutica<ii>: La palabra "hermenéutica" extraña y asusta un poco al lego,


pero es una etiqueta conveniente (derivada de la voz griega "hermeneuo": explicar
un texto) para resumir las distintas consideraciones, principios y normas que nos
ayudan a llegar a una interpretación adecuada de las Sagradas Escrituras. Por la
ayuda de tales normas, podemos hacer una buena exégesis de cualquier pasaje
bíblico. Esta voz también es una palabra griega que significa "poner en claro un
texto".

Concepto de hermenéutica<iii>: La hermenéutica es la ciencia de la interpretación.


El término etimológicamente, se deriva del verbo griego hermeneuo, que significa
explicar, traducir, interpretar.
Tanto el concepto griego como el de épocas posteriores se refieren a la
determinación del significado de las palabras mediante las cuales se ha expresado
un pensamiento.
Las complejidades del lenguaje frecuentemente conducen a conclusiones
diferentes y aun contrapuestas en lo que respecta al significado de un texto. El
camino a recorrer entre el lector y el pensamiento del autor suele ser largo e
intrincado. Ello muestra la conveniencia de usar todos los medios a nuestro
alcance para llegar a la meta propuesta. La provisión de esos medios es el
propósito básico de la hermenéutica.
Un termino sinónimo de hermenéutica es "exégesis" (del griego exegeomai =
explicar, exponer, interpretar).
Aplicada al campo de la teología cristiana, la hermenéutica tiene por objeto fijar los

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principios y normas que han de aplicarse en la interpretación de los libros de la
Biblia.

Hermenéutica<iv>: (gr. hermeneuein, interpretar) f. Arte de interpretar los textos:


la ~ de los libros sagrados.

Hermenéutica<v>: La hermenéutica es la materia que se apresta al estudio y


comprensión de cualquier texto, su aceptación es general en todas las culturas,
pues sus principios son aplicables para la cabal comprensión de cualquier texto, sin
importar el idioma en el que fue escrito, la cultura del escritor o de los lectores y
en fin todos los aspectos que se toman en cuenta para comprender correctamente
un texto literario.
La palabra hermenéutica es una transliteración del vocablo HERMENEUTIKE el cual
deriva del verbo griego HERMENEUO que significa interpretar, y se dice que es la
ciencia que nos enseña los principios métodos y reglas de la correcta
interpretación de cualquier texto literario.
Algunas de las ciencias auxiliares de la Hermenéutica son: la glosología, estudio de
diversas lenguas; la lingüística, estudio situacional de ortografía, sintaxis,
semántica de los idiomas; la paleografía; estudio de textos antiguos; la filología se
dedica a la fechación, verificación, colación y fijación de textos históricos; y la
exégesis, que da la interpretación a partir del texto.
Ciertamente contamos con una materia especial dentro del estudio Bíblico a la cual
se le ha denominado Hermenéutica Sacra y que sin duda alguna aporta
características propias para la interpretación del texto Sagrado. Una aportación
importante de citar de la Hermenéutica Sacra es que se divide en dos grandes
segmentos, el primero se refiere: a la hermenéutica bíblica general, que incluye
todas aquellas reglas que tienen aplicación a todo el texto bíblico. La hermenéutica
bíblica especial: se refiere a la reglas y consideraciones necesarias para interpretar
categorías especiales de literatura, como pueden ser la poesía, lenguaje figurado,
profecía, o las muchas y diversas formas de dicción.

Citas utilizadas

i Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, Wilton M. Nelson. 1998 Editorial Caribe.


p. 536-542
ii Normas para la Recta Interpretación de las Sagradas Escrituras. Ernesto
Trenchard. Editorial Moody. p. 7
iii Hermenéutica Bíblica. José M. Martínez. 1984 Libros CLIE. p. 16-17
iv Diccionario General de la Lengua Española VOX. Tomado del sitio de Internet
www.vox.es/
v Hermenéutica. Adolfo Eliud Gómez Sánchez. Tomado de la página de Internet
www.angelfire.com/hi2/horizon

20
RV Marker

MOVIMIENTO DE RESTAURACIÓN
Y SU HERMENÉUTICA BÍBLICA

A MODO DE INTRODUCCIÓN

La máxima que identifica al Movimiento de Restauración (MR): "hablar donde


habla la Biblia...", ya indica qué hermenéutica usa en la exégesis del texto bíblico.
La consigna de los reformadores del siglo XVII iba por el mismo camino en el
sentido de remitirse a la Biblia como la única autoridad religiosa: Sola Scritura. La
diferencia entre uno y otro movimiento radica en que el MR deseaba ceñirse hasta
las últimas consecuencias al texto bíblico, concretamente al Nuevo Testamento, de
tal manera que esa autoridad dependiera sólo de la Escritura, sin responsabilidad
de cualquiera interpretación humana. La idea parecía buena, y el deseo loable sin
duda, pero la Escritura no basta con leerla: requiere, en muchos casos,
interpretarla; y aquí entra en juego la hermenéutica. Le guste o no le guste al MR,
es deudor al quehacer hermenéutico, pero es tan fundamentalista en sus principios
que su hermenéutica viene a convertirse en una "contra hermenéutica", es decir,
niega la eficacia de ella. Estos apuntes quieren llamar la atención de sus líderes
para que hagan una crítica formal de la clase de hermenéutica que utilizan y la
coherencia de la misma al formular principios y doctrinas que afectan a la vida
eclesial e individual de los creyentes afectos al MR.

Dos puntualizaciones: a) Este boletín, dedicado a este tópico, no pretende


constituirse en un Manual de Hermenéutica. Ya existen muchos y muy buenos. b)
Las reflexiones sobre la hermenéutica de este boletín se han escrito pensando
exclusivamente en los lideres del MR.

ACERCA DE LA HERMENÉUTICA

Se dice que la hermenéutica es el arte y la ciencia de la interpretación. Puesto que


existen reglas que gobiernan su uso, es una ciencia; pero como no basta con solo
conocer las reglas, también es un arte.1[1] La hermenéutica, ya sea ciencia o arte,

1[1].Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial
Caribe) 2000, c1998.
1[2]. http://mural.uv.es/silmonmo/hermeneutica.htm
1[3] Entendemos por fundamentalismo la doctrina que otorga al texto bíblico un valor absoluto
y último por sí mismo independientemente de su contexto social, cultural, etc. Ver
¡Restauromanía..? nº 2 en http://www.geocities.com/jnn316.
1[4] Nueva Enciclopedia Larousse, Tomo 9, pag. 8889
1[5] "Primera reivindicación de la mujer en la historia de la iglesia", Emilio Lospitao.
http://www.geocities.com/jnn316

21
es sobre todo una disciplina. A propósito de la teoría hermenéutica de la
comunicación, Humberto Eco señala que "la interpretación de los textos [se refiere
a cualquier texto literario] comprende de límites, no es totalmente libre, pues
atiende a la intención del autor, al contexto, al sistema de significación".2[2] Y
esto que dice Humberto Eco es válido también para la hermenéutica bíblica.
Generalmente, todo lector, sin saberlo él, es un hermeneuta nato. Traduce e
interpreta por intuición y sentido común el texto (hablado o escrito) según el estilo
y el género literario a que pertenece dicho texto. Por ejemplo, nadie se
preguntaría si los árboles hablan después de leer el siguiente texto:

"Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron al olivo: Reina
sobre nosotros. Mas el olivo respondió: ¿He de dejar mi aceite, con el cual
en mí se honra a Dios y a los hombres, para ir a ser grande sobre los
árboles?" (Jueces 9:8-9).

La hermenéutica bíblica comparte los mismos principios que la hermenéutica


general porque el texto sagrado no está ajeno a cualquier estilo literario como
cualquier otro texto, ya sea prosa, poesía, fábula, parábola, metáfora, etc. En el
texto bíblico están presentes todos estos estilos literarios. Su interpretación está
sujeta a los principios que rigen estos estilos de la misma y única manera que
rigen el resto de obras literarias, ya procedan de autores sagrados o profanos.

Es más, la hermenéutica, en general, como herramienta interpretativa de un texto,


origina siempre una tensión dialéctica entre el autor del texto y el lector del mismo
en el sentido de que lo que dice el autor tiene siempre un contexto en el tiempo y
en el espacio, condicionado por las costumbres, la ética, la estética, el orden
social, político y religioso diferentes a la del lector. El lector necesita interpelar al
autor del texto a través de la hermenéutica: ¿Quién lo dice? ¿Por qué lo dice? ¿A
quién se lo dice? ¿Cuándo se lo dice?

1[6] ¿Por qué una sola copa?, Randall M. Tidmore


(http://www.iglesiadecristo.org/Estudios/Randy/randy1.htm)
1[7] Metonimia. Ret. Tropo que consiste en designar una cosa con el nombre de otra tomando el
efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, DRAE
1984, T-II, pag. 905.
1[8] Enciclopedia de la Biblia, Ediciones Garriga S.A. Barcelona. Segunda Edición 1969. Volumen
VI, p. 1214
1[9] Telmo Fernández Castro, Historia del Universo, página 50. Espasa Hoy 1997
1[10] Telmo Fernández Castro, Historia del Universo, página 60. Espasa Hoy 1997

22
Esta interpelación le ubica al lector adecuadamente para no sólo entender
exegéticamente el texto, sino qué significado tiene para él en el momento que lee
dicho texto. Por ejemplo, la exégesis del siguiente texto bíblico es sencilla en
cuanto al significado, pero su comprensión última está determinada por el contexto
social y cultural al que pertenece. Nos habla de un orden social, jurídico y penal
primitivo y, por lo tanto, superado en nuestra sociedad.

"Si alguno tuviere un hijo contumaz y rebelde, que no obedeciere a la voz


de su padre ni a la voz de su madre, y habiéndole castigado, no les
obedeciere; entonces lo tomarán su padre y su madre, y lo sacarán ante los
ancianos de su ciudad, y a la puerta del lugar donde viva; y dirán a los
ancianos de la ciudad: Este nuestro hijo es contumaz y rebelde, no obedece
a nuestra voz; es glotón y borracho. Entonces todos los hombres de su
ciudad lo apedrearán, y morirá; así quitarás el mal de en medio de ti, y todo
Israel oirá, y temerá (Deuteronomio 21:18-21).

La interpelación al texto ofrece sentido y comprensión al texto, y, por lo tanto, luz


mental e intelectual para actualizar sus preceptos, si los hubiere.

LA HERMENÉUTICA FUNDAMENTALISTA DESCONTEXTUALIZA EL TEXTO

La hermenéutica fundamentalista, basada únicamente en la exégesis semántica del


texto, otorga, ciertamente, un valor intrínseco y absoluto al texto, ¿pero recoge
esta hermenéutica el concepto de "palabra de Dios" adecuadamente? En algunos
casos el enunciado bíblico, como tal palabra de Dios, tendrá un carácter atemporal,
según la naturaleza del mismo ["En el principio era el Verbo..."], pero en otros
casos su valor estará en estrecha relación con su contexto y, por lo tanto, será
relativo cuando no totalmente obsoleto, como, por ejemplo, el texto siguiente:

"Siervos, obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con


sencillez de vuestro corazón, como a Cristo; no sirviendo al ojo, como los
que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón
haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, como al Señor y
no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá
del Señor, sea siervo o sea libre. Y vosotros, amos, haced con ellos lo
mismo, dejando las amenazas, sabiendo que el Señor de ellos y vuestro
está en los cielos, y que para él no hay acepción de personas" (Efesios 6:5-
9).

La esclavitud, institución expresa y vigente en este texto, hoy está universalmente


abolida y prohibida (salvo en lugares muy singulares). ¿Podríamos remitirnos a
este texto para "restaurar" dicha institución?

LA HERMENÉUTICA FUNDAMENTALISTA DE LOS PACTOS

23
Esta hermenéutica consiste en diferenciar los enunciados según en qué parte de la
Biblia se encuentre, más concretamente a qué pacto pertenece, si al Viejo o al
Nuevo Pacto. Todo lo preceptivo o paradigmático que pertenezca al Antiguo Pacto,
o se encuentre en aquella parte de la Biblia, en tanto que el Nuevo Pacto no lo
ratifique, está obsoleto; es decir, no está vigente en la dispensación de la iglesia.
Este principio es válido, pero con los matices pertinentes.

Sin embargo, bajo esta dispensación de la gracia, en cuanto que su enunciado se


halla en el Nuevo Pacto, encontramos prácticas religiosas, costumbres ancestrales
judaicas e instituciones que proceden del régimen del Antiguo Pacto, y no
obstante, continúan vigentes en el Nuevo Pacto, o al menos se hallan en él sin que
se diga nada en pro o en contra. Y el caso es que algunas de esas instituciones o
costumbres están superadas en la sociedad actual y asumida dicha superación. La
exhortación, por ejemplo, del apóstol Pablo, escribiendo a los efesios, tiene como
contexto tres instituciones hoy superadas:

a) La tutela de la mujer (Efesios 5:22-33).

b) La patria potestad !de aquella época! (Efesios 6:1-4).

c) La esclavitud (Efesios 6:5-9).

La exégesis y la aplicación de estas exhortaciones, ¿no exigirá tener en cuenta su


contexto y la amplitud que tenían aquellas instituciones? ¿Sometemos a la mujer a
la tutela a la que estaba sujeta bajo la autoridad del padre y después a la del
marido en los tiempos bíblicos? ¿Permiten nuestras leyes cívicas hacer uso de la
patria potestad absoluta existente en el entorno social del Nuevo Testamento?
¿Podemos hoy comprar seres humanos para que nos sirvan como esclavos y
pasarlos como herencia a nuestros hijos?

Una hermenéutica que descontextualiza el texto, a pesar de la diferenciación de


los pactos, exigiría restaurar y actualizar la vigencia de algunas de esas
instituciones y costumbres atávicas simplemente porque están presentes en el
Nuevo Pacto a pesar de su superación. ¿Sería válida la restauración de estas tres
instituciones tal como eran en los tiempos bíblicos? Cualquier explicación que
demos en el sentido de que NO podemos "restaurar" dichas instituciones expresas
y vigentes en el Nuevo Testamento se constituye en una hermenéutica del texto
para NEGAR lo que el texto exegéticamente dice. Es decir, que donde el texto dice
"negro", la hermenéutica nos aconseja decir "blanco", ¡y lo blanco es lo correcto!

¿CUÁL ES EL PROBLEMA DEL ASUNTO?

24
El fundamentalismo,3[3] al sustraerse de una hermenéutica contextual cree haber
eliminado la "tensión" existente entre el autor y el lector, simplificando y
reduciendo el texto bíblico a un enunciado divino descontextualizado de la historia
de los hombres a quienes se dirige. Pero, con ello, en vez de eliminar dicha tensión
hermenéutica, la agudiza y entra en un callejón sin salida.

Raíces culturales del pueblo hebreo

¿Qué es una sociedad humana? Una sociedad humana es un conjunto de hombres


y mujeres que comparten habitación y destino; y están comprometidos en subsistir
ante la hostilidad del medio y ante cualquier otra sociedad extraña para ellos que
atente contra su seguridad. Para ello establecen costumbres, códigos y leyes
(escritas o no escritas) y tabúes.

El pueblo hebreo tiene su origen en una familia (la de Abraham) que emigró de Ur
de los caldeos (Mesopotamia) a Canaán. Después de varias generaciones, y la
vicisitudes que sufrieron en Egipto, se establecieron como pueblo en esta tierra.
Ahora bien, el patriarca, cabeza de la estirpe hebrea, y sus descendientes, están
enmarcados en unas costumbres sociales y familiares locales, y unas instituciones
propias del ambiente del que procedían y al que pertenecían (la poliginia, la
esclavitud, las leyes de la guerra, la tutela de la mujer, la patria potestad absoluta,
etc.).

La legislación del Sinaí tiene como referencia estas instituciones y costumbres


locales, las cuales regula y confirma. En el devenir de la historia del pueblo hebreo,
algunas de esas instituciones fueron evolucionando, como las ciudades de refugio,
o la autoridad absoluta del jefe del clan dando paso a la autoridad del rey o sus
delegados, etc. Es decir, gran parte de los decretos que se recogen en la ley del
Sinaí formaban parte ya de la ley no escrita del entorno social. Es cierto que en
ellos encontramos principios sabios y justos, y algunos válidos hasta el día de hoy.
Pero debemos entender que otros muchos quedaron obsoletos y contrarios a las
leyes actuales de la mayoría de los pueblos civilizados, como es la lapidación por
faltas como el adulterio, desobedecer el día de reposo o la blasfemia contra Dios
(Levítico 24:23; Números 15:36; Josué 7:25; 1 Reyes 21:13).

De alguna manera, cuando Jesús dice: "os fue dicho, pero yo os digo...", está
originando una "tensión" hermenéutica. Lo que "fue dicho" fue dicho en un
contexto que ya estaba obsoleto. El "vino nuevo" había que echarlo en "odres
nuevos", había enseñado Jesús. El "pero yo os digo" de Jesús abre una expectativa
nueva para entender las cosas desde una amplitud de mira diferente. Un botón de

25
muestra lo hallamos en la historia de la mujer adúltera: Jesús "desobedece" lo
ordenado en la ley ["en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres"] Juan
8:5. ¿No hay tensión hermenéutica en este comportamiento de Jesús y la manera
en que él "cumple" la ley? En otra época, a Jesús le hubieran lapidado por no
guardar el día de reposo (ver Números 15:32-36 y Lucas 6:1-2).

LA HERMENÉUTICA FUNDAMENTALISTA ES UN "TIRAR HACIA ADELANTE"

Llamo "tirar hacia adelante" a la doctrina o principio que el fundamentalismo


propugna acerca del concepto "palabra de Dios". Obviamente, si Dios se ha
revelado, y esa revelación está en las escrituras hebreas y cristianas (Antiguo y
Nuevo Testamento), entonces en estas escrituras hallamos la palabra de Dios. La
premisa de "palabra de Dios" es válida pero sin matices nos lleva a una
desvirtuación de dicha premisa. Utilizar el texto de 1 Timoteo 3:16 ["Toda la
Escritura es inspirada..."] como un comodín dogmático que justifica la validez y la
vigencia de todos los enunciados en la Escritura está más allá del propósito de
dicho texto. Si partimos de esta premisa dogmática ["toda la Escritura es
inspirada..."], y despojamos de su contexto a cualquier texto de la Escritura, ya
sólo nos queda "tirar hacia adelante" con todas las consecuencias. Es decir, seguir
dogmatizando sobre todo lo que la Escritura dice porque es "palabra de Dios". Pero
este dogmatismo nos lleva a callejones sin salida y, a veces, a hasta hacer el
ridículo.

Por ejemplo:

"Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es


vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra" (1
Corintios 11:6).

La conclusión de este texto, que incluye los versos del 2 al 15, es que la mujer
debe usar un velo para cubrirse la cabeza (¿también la cara, según el velo de la
época?). Ahora bien, desde una óptica fundamentalista esto es también "palabra
de Dios", ¿pero debemos imponer hoy este precepto a la mujer por todo cuanto el
velo significa?

UNA CONSIDERACIÓN LÓGICA ACERCA DE LA HERMENÉUTICA

Uno de los grandes dones de los que disfruta el ser humano, y nos distingue de los
demás seres vivos, es la razón y su capacidad de lógica. La hermenéutica es
sencillamente eso: razón y lógica. Todo lo demás es fanatismo y cerrazón mental.
Primero debemos hacer un ejercicio intelectual y hermenéutico básico, ya expuesto
en otro trabajo de ¡Restauromanía..? Desde la fe cristiana, nadie pone en duda
que Dios "habiendo hablado muchas veces de muchas maneras en otro tiempo
[...], en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo..." (Hebreos 1:1-2). Es
decir, tenemos revelación de parte de Dios y esta revelación la tenemos en las

26
Escrituras hebreas y cristianas. Ahora bien, partiendo de este axioma: "la Biblia es
la palabra de Dios", debemos luego interpelarla, y esta interpelación pertenece al
quehacer hermenéutico:

Primera interpelación: ¿Son todos los enunciados bíblicos de la misma naturaleza?

Primer enunciado: "En cuanto a estas cosas que veis, días vendrán en que no
quedará piedra sobre piedra" (Lucas 21:6).

Segundo enunciado: Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto


de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese
empadronado. Es primer censo se hizo siendo Cirenio
gobernador de Siria" (Lucas 2:1-2).

Tercer enunciado: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios
2:8-9).

Observemos que de los enunciados citados más arriba, el primero es profético, el


segundo es histórico y el tercero es fundamentalmente doctrinal. ¡No son de la
misma naturaleza!

Segunda interpelación: ¿Tienen todos los enunciados bíblicos la misma


importancia?

Primer enunciado: "Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda


creación" (Colosenses 1:15).

Segundo enunciado: "Y le era necesario pasar por Samaria" (Juan 4:4).

Tercer enunciado: "Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de
Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos" (2 Timoteo 4:13).

Observemos aquí que el primero es profundamente teológico, el segundo tiene un


contenido geográfico y el tercero no pasa de tener un carácter doméstico y vulgar.
¡No tienen todos la misma importancia!

Tercera interpelación: ¿Están vigentes todos los enunciados bíblicos?

Primer enunciado: "Pero si alguno piensa que es impropio para su hija virgen que
pase ya de edad, y es necesario que así sea, haga lo que
quiera, no peca; que se case. Pero el que está firme en su
corazón, sin tener necesidad, sino que es dueño de su propia
voluntad, y ha resuelto en su corazón guardar a su hija virgen,

27
bien hace. De manera que el que la da en casamiento hace
bien, y el que no la da en casamiento hace mejor" (1 Corintios
7:36-38).

Segundo enunciado: "Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a
Dios sin cubrirse la cabeza?" [se trata del velo] (1 Corintios 11:13).

Tercer enunciado: "La naturaleza misma ¿no os enseña que al varón le es


deshonroso dejarse crecer el cabello? Por el contrario, a la mujer dejarse crecer el
cabello le es honroso..." (1 Corintios 11:14-15).

Observemos estas tres costumbres institucionalizadas de la época. La primera


tiene que ver con la patria potestad, la segunda con el uso del velo y la tercera con
la estética del cabello en la mujer y en el hombre. ¿Debemos "restaurar" y declarar
vigentes estas costumbres e instituciones hoy, porque la Biblia lo dice?

Los principios básicos de cualquier hermenéutica que se digne como tal asume
que, además de los diferentes géneros y estilos literarios presentes en la Escritura,
el contexto social, cultural e institucional del texto bíblico es determinante para la
exégesis y, sobre todo, para la aplicación de lo preceptuado en el texto, cuando
proceda.

LA HERMENÉUTICA FUNDAMENTALISTA A PRUEBA.

Las interpelaciones expuestas más arriba deberían ser suficientes para darnos
cuenta que no todos los enunciados bíblicos tienen el mismo parangón, y algo
anómalo ocurre en el quehacer hermenéutico si llegamos a la conclusión de que sí
podemos tomarnos la prerrogativa de la patria potestad allí implícita (tercera
interpelación) porque "la palabra de Dios lo dice". Aunque este enunciado fuera el
único, y se constituyera la excepción, deberíamos tomar nota de ello y explicar por
qué aquí la palabra de Dios no está vigente a pesar de formar parte del Nuevo
Testamento, guía y paradigma del modelo de la iglesia para hoy. En lo que sigue
queremos hacer otro ejercicio intelectual y hermenéutico de una serie de textos
pertinentes a la vivencia cristiana.

¿TENEMOS QUE ABSTENERNOS DE SANGRE?

HECHOS 15:28-29.

“Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna


carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos,
de sangre, de ahogado y de fornicación”.

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El contexto de este texto se halla en Hechos 15. Pablo y Bernabé hacía muy poco
tiempo que habían regresado a Antioquia de Siria de su primer viaje misionero.
Coincidiendo con su estancia aquí, “algunos que venían de Judea enseñaban a los
hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos”.
“Y como Pablo y Bernabé tuvieron una discusión y contienda no pequeña con ellos,
se dispuso que subiesen Pablo y Bernabé a Jerusalén, y algunos otros con ellos”.
Ya en Jerusalén, y después de mucha discusión, Pedro se levantó y dio testimonio
de cómo Dios no había hecho diferencia entre judíos y gentiles. Finalmente,
Santiago tomó la palabra, y después de citar la Escritura, dijo: “Por lo cual yo
juzgo que no se inquiete a los gentiles que se convierten a Dios, sino que se les
escriba que se aparten de las contaminaciones de los ídolos, de fornicación, de
ahogado y de sangre”. Esta reunión en Jerusalén está considerada como el primer
concilio del Cristianismo.

De Hechos 15 deducimos lo siguiente:

Primero, en la iglesia de Jerusalén, antes del concilio, existía la convicción de que


los gentiles debían guardar la ley. Algunos "de la secta de los fariseos, que habían
creído”, pensaban que era “necesario circuncidar” a los gentiles “y mandarles” que
guardaran “la ley de Moisés” (Hechos 15:1, 5).

Segundo, posteriormente a dicho concilio, y a pesar de la exención reconocida a


los gentiles de guardar la ley, los judíos cristianos de Jerusalén continuaron
practicando los ritos propios del judaísmo (Hechos 21:17-20). La visita de Pedro y
Juan “al templo a la hora novena, la de la oración” (Hechos 3:1) no está exenta de
esta práctica judaica.

Tercero, se deduce por “la mucha discusión” que hubo en el concilio (Hechos
15:7), que la llegada del evangelio al mundo gentil había originado continuadas y
no pequeñas discusiones entre creyentes judíos y creyentes gentiles respecto a la
vivencia cotidiana en relación con la fe.

Por ejemplo, independientemente de su fe en el evangelio, los judíos seguían con


mucho escrúpulo las observancias levíticas relacionadas con el sacrificio de los
animales, desangrándolos debidamente, y, como consecuencia, se abstenían de
comer carne de animales ahogados o muertos sin desangrar (Levítico 17:10-16).
Los gentiles, sin embargo, consumían la sangre de animales con toda normalidad,
como todavía ocurre en muchos lugares de la cultura mediterránea. De hecho,

29
hasta no hace mucho tiempo, el aporte de sangre procedente de animales o del
hombre tenía incluso una función terapéutica, aunque inútil.1[4]

Cuarto, la orden de “abstenerse de sangre” tenía como precedente las costumbres


reseñadas más arriba, arraigadas en el libro de Levítico.

Es probable que la “fornicación” se refiera al código de santidad, donde prohíbe la


unión marital con parientes y personas próximas (Levítico 18), toda vez que el
pecado concreto de fornicación está condenado ordinariamente en la ética
cristiana (1 Corintios 6:18-20; Efesios 5:3; etc.)

En definitiva, a parte del problema doctrinal, que está implícito en la discusión de


este concilio, existía un problema de fraternidad entre creyentes judíos y creyentes
gentiles, y el decreto tenía como fin solucionar este problema, que era
fundamentalmente pastoral. Es importante la delicadeza con que termina el
decreto: “de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis” (Hechos 15:29). Este
fue, posiblemente, el primer problema con el que tuvieron que lidiar los líderes
cristianos de la iglesia primitiva: los intereses enfrentados entre judíos y gentiles
venidos al Evangelio.

¿Nos afecta el decreto de Jerusalén a los "gentiles" de hoy?

El decreto salido de aquel primer concilio apostólico tenía como destino “los
gentiles que se convierten a Dios” (Hechos 15:19-20). Hoy, salvo los judíos que se
convierten al evangelio, todos los demás somos gentiles. Según los principios del
fundamentalismo, debemos deducir que ese decreto sigue vigente para los no
judíos. Y si nos atenemos a la letra del texto, “que os abstengáis de sangre”,
obviamente, debemos abstenernos de sangre, toda vez que, en el caso de los
animales, la sangre debe ser derramada y cubierta con tierra, como prescribe el
libro de Levítico, que es el precedente del decreto apostólico (Levítico 17:13).

Leído este texto desde la hermenéutica fundamentalista, el decreto apostólico está


vigente hoy sencillamente porque está en la escritura del Nuevo Testamento.
Obviamente, tenemos que preguntar:

a) ¿Cómo nos afecta este decreto a nosotros hoy?

b) ¿Prohíbe dicho decreto comer alimentos en cuya elaboración esté presente


la sangre de animales como aditivo, como es costumbre en la cultura nutritiva
mediterránea?

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c) ¿Prohíbe la transfusión de sangre de una persona a otra, cuando el caso lo
requiera, durante una intervención quirúrgica, como entienden algunos grupos
religiosos? Y

d) ¿Prohíbe cualquier manipulación de la sangre, de animales o de personas,


con algún fin esencialmente terapéutico, según los conocimientos científicos
que tenemos hoy de la sangre?

¿TIENE QUE CUBRIRSE LA MUJER CON UN VELO PARA ORAR EN LA IGLESIA?

1 CORINTIOS 11:2-15

“Juzgad vosotros mismos: ¿es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la
cabeza?”

Por el texto que estamos considerando, sabemos que al menos algunas mujeres
creyentes en la iglesia de Corinto, por razones que el texto no dice, habían tomado
la decisión de prescindir de esa prenda. Aquella decisión de las mujeres debió de
haber originado un no pequeño escándalo en la comunidad de Corinto,
especialmente entre los maridos. ¿Fue esta la primera reivindicación de género en
la historia de la Iglesia? 1[5]

Significado y obligación del velo según 1 de Corintios 11:2-15.

Todos los argumentos del apóstol tienden a confirmar la necesidad del uso del
velo:

a) Según el discurso de Pablo, el velo era una "señal" de la autoridad que el


marido tenía sobre la mujer (vs.7-10).

b) Esta autoridad venía impuesta por el orden jerárquico Hombre-Mujer (vs.


3-5).

c) Ante la osadía que mostró la mujer cristiana de Corinto al quitarse el


velo, el apóstol, irónicamente, le sugiere que se corte también el cabello, o
si no que se cubra con el velo (v.6).

d) De acuerdo al argumento de Pablo, la "naturaleza" misma indicaba a la


mujer que al tener el cabello largo, eso demostraba que debía cubrirse con

31
el velo. El cabello venía a ser un símbolo del velo en el sentido de que era
necesario ponérselo (vs. 14-15).

e) Pablo apela al sentido común de los corintios como último argumento:


"Juzgad vosotros mismos: ¿Es propio que la mujer ore a Dios sin cubrirse la
cabeza?" (v.13). La respuesta lógica es: ¡NO! no era propio que la mujer
orara sin cubrirse la cabeza!

Por un lado, y ateniéndonos al texto, Pablo parece estar centrando su apología en


el acto mismo cuando la mujer oraba o profetizaba: “toda mujer que ora o
profetiza con la cabeza descubierta...” (v 5). Ahora bien, ¿estaba el Apóstol
obviando el uso del velo en cualquier otro momento de la vida pública de la mujer,
o el velo cobraba su valor representativo sólo en el acto de la oración y durante el
ministerio profético público de la mujer? Por el trasfondo de su apología, Pablo
parece estar particularizando el uso del velo cuando la mujer oraba, si bien
consideraba propio su uso en todo caso. Es decir, que cualquier reivindicación de
la mujer en la iglesia de Corinto, relacionado con la supresión del velo, no procedía
de ninguna manera, precisamente por la naturaleza misma de las cosas. Por la
naturaleza de las cosas en aquel lugar, en aquella cultura y en aquella época.

Pero desde una exégesis descontextualizada social, cultural y geográficamente, el


texto bíblico enseña que la mujer debe cubrirse la cabeza con un velo, por todo
cuanto el velo representa tanto de la autoridad del marido como del propio pudor.
Y si esto es así, desde la hermenéutica fundamentalista, la mujer debería hacer
uso del velo. ¿En la misma forma en que lo usaban las mujeres del siglo primero?

Pero esto no lo enseña el Movimiento de Restauración, ¿por qué no lo enseña y


por qué no lo practica si "lo dice la Biblia"?

¿Pero debe ser esto así?

¿Debe la mujer del siglo XXI, tanto la que vive en Alaska como la que vive en las
selvas de la Amazonia o la que vive en el sur de Europa, seguir cubriéndose la
cabeza y parte de la cara con un velo? Es más, debemos mantener el estatus
social y familiar de la mujer que el velo llevaba implícito? ¿Es esta una seña de
identidad de una iglesia "restaurada" hoy?

¿TENEMOS QUE USAR UNA SOLA COPA EN LA "SANTA CENA?"

MARCOS 14:23. (Pasajes paralelos, Mateo 26:27 y Lucas 22:17).

32
“Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio; y bebieron de ella todos".

Existen en la Red (www) estudios bíblicos de iglesias de Cristo que exponen el


"hecho aprobado" y el "mandamiento expreso" de la manera en que la iglesia debe
celebrar la "Santa Cena".1[6] Pero creo que no es necesario extenderse en ello
toda vez que el texto requiere poca explicación.

"Y tomando [Jesús] la copa". Es decir, "la" copa se refiere a una sola copa. "Les
dio". O sea, Jesús dio a los discípulos "esa" sola copa y "bebieron de ella todos".
Es decir, "todos" los discípulos bebieron de "ella", de esa sola copa. Jesús ordenó
que lo hicieran "en memoria" de él (Lucas 22:19). El comentario de Pablo insiste
en la misma dirección: "La copa de bendición que bendecimos... Asimismo tomó
también la copa" (1 Corintios 10:16; 11:25).

Lo que dice el texto es obvio. Si la manera en que lo hizo Jesús durante la


institución no sólo es un mandamiento expreso de hacerlo "en memoria de él",
sino que el "ejemplo aprobado" de la manera en que lo hizo es también
preceptivo, entonces la iglesia debería celebrar la "Santa Cena" usando una copa
sola y beber de ella todos los miembros porque así lo dice la Biblia. Por supuesto,
no existe ningún texto en el Nuevo Testamento que permita extraer la idea del uso
de copas individuales en la celebración de la "Santa Cena". Al contrario, la
arqueología, grabados y pinturas de la antigüedad, etc. hacen patente la
singularidad de una copa, sobre todo por la progresiva sacralización del ritual
eucarístico. En principio, de lo que se deduce en la Escritura, no hay ninguna
duda: siempre se habla de una copa. Luego siguiendo la hermenéutica
fundamentalista, deberíamos usar una sola copa para celebrar y participar de la
"Santa Cena" porque así lo hizo Jesús.

El gran ingenio

Ante la observación hecha a este precepto, en el sentido de si una iglesia formada


por numerosas personas pudieran usar diferentes copas a la vez, se responde que
la iglesia no debe estar formada por "tan numeroso grupo". De ello se infiere que
una iglesia formada por muchos fieles "debe" fragmentarse, formando pequeños
grupos para que la participación de la "Santa Cena" no represente un problema.
Esto, dicen, se deduce de los relatos de Lucas en Hechos, donde los creyentes se
reunían en "casas" para "partir el pan" (Hechos 2:46), a pesar de la multitud de los
que habían creído (Hechos 2:41; 5:14, etc.).

33
¿Debemos, entonces, usar una sola copa, o podemos usar copas individuales?

Que la iglesia deba fragmentarse, por una cuestión práctica, para participar de la
"Santa Cena" con una sola copa, está fuera del sentido común y del texto bíblico.
Aun cuando Jesús usó una sola copa durante la institución del rito, la importancia
del acto y del significado no radicaba en el continente, sino en el contenido, en el
fruto de la vid. Esto, el fruto de la vid, era lo que significaba su sangre, no la copa.
Jesús dice "porque esto es mi sangre del nuevo pacto" (Mateo 26:28; Marcos
14:24). Si bien Lucas dice "Esta copa es el nuevo pacto", el contexto explica
suficientemente que se trata del fruto de la vid que representa su "sangre que por
vosotros se derrama" (Lucas 22:20). Lucas está tomando el continente por el
contenido, la copa por el fruto de la vid que contenía la copa; esto es un recurso
literario el cual consiste en designar una cosa con el nombre de otra tomando el
efecto por la causa o viceversa, el signo por la cosa significada1[7]. El mismo
recurso usa Pablo cuando dice: "y bebiereis esta copa" (1 Corintios11:26).
¿Bebemos una copa, o bebemos de una copa? Obviamente bebemos de una copa,
pero Pablo dice "bebiereis esta copa". Pablo, igual que Lucas, está usando el
continente por el contenido. Lo importante no es la copa física, sino el contenido
de la copa. Y como lo importante es el contenido, éste puede ser contenido en uno
o varios continentes incluso en un continente por cada individuo sin desvirtuar su
significado. ¡No hay lugar para fragmentar la iglesia ni se desnaturaliza el
significado de la "Santa Cena" por el hecho de usar copas individuales!

¿Pierde la identidad de "iglesia neotestamentaria" la congregación que usa copas


individuales en la celebración de la "Santa Cena"? ¿Es más "restaurada" la iglesia
que usa una sola copa en la celebración de la "Santa Cena"? ¿Es causa de
desunión y de división el hecho de que una iglesia decida usar una sola copa y otra
iglesia use copas individuales en la celebración de la "Santa Cena"?

EL "FRUTO DE LA VID", ¿CON O SIN ALCOHOL?

MATEO 26:29 (pasajes paralelos: Marcos 14:25 y Lucas 22:18).

"fruto de la vid"

Primeramente, decir que en la institución de la Pascua de Éxodo 12 no se incluía el


fruto de la vid en ninguna forma a pesar de la pormenorización que se hace de los
detalles de la misma. El vino es introducido en la celebración de la pascua
posteriormente. Jesús celebró la pascua según era costumbre en su tiempo,
incluyendo la copa de vino y las diversas bendiciones que se hacían sobre ella

34
(Lucas 22:17-20). La designación "fruto de la vid" era una expresión corriente para
referirse al vino fuera éste fermentado o no. O sea, de esta expresión evangélica
no se puede deducir de manera absoluta que el "fruto de la vid" que usó Jesús
para instituir la "Santa Cena" fuera simple mosto sin alcohol o que fuera vino con
alcohol.

Sí podemos inferir la clase de "fruto de la vid" que usó Jesús por el concepto que
los evangelios vierten acerca de cuál era el "buen vino" y por la costumbre
mediterránea de la cual formaba parte Palestina y su cultura.

El buen vino en los Evangelios.

"y faltando el vino..." (Juan 2:3).

Es significativo que el primer milagro que efectuó Jesús fuera convertir el agua en
vino. El texto es toda una ilustración del tipo de fiesta que se celebraba en las
bodas de gentes sencillas. Y quizás el aspecto más importante de la fiesta fuera
precisamente el vino. El relato de Juan es como sigue:

"Y como faltó el vino, la madre de Jesús le dijo: "No tienen vino... y cuando el
encargado del banquete probó el agua ya hecha vino, y no sabía de dónde venía
(aunque los sirvientes que habían sacado el agua sí lo sabían), llamó al novio y le
dijo: -- Todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando ya han tomado
bastante, entonces saca el inferior. Pero tú has guardado el buen vino hasta
ahora". (Juan 2:3, 9-10)

Aquí la palabra que el texto usa es el término griego "oinos", que en el Nuevo
Testamento casi siempre está asociado implícitamente con la embriaguez
(Romanos 14:21; 1Timoteo 3:3; 1Timoteo 3:8; Tito 1:7; Tito 2:3).

Observemos que en el relato evangélico se hace énfasis en la calidad del vino.


Como bien dice el propio texto, "todo hombre sirve primero el buen vino; y cuando
ya han tomado bastante [y están ebrios], entonces saca el inferior. Pero tú has
guardado el buen vino hasta ahora". Deducir que este "buen vino" era mosto sin
alcohol de "buena" calidad, es carecer de alguna noción de la cultura
mediterránea. A ningún vinicultor se le ocurriría llamar "buen" vino al mejor mosto
que se vende hoy en tetra-brik en cualquier supermercado.

"¡He allí un hombre comilón y bebedor de vino...!" (Lucas 7:33).

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Del relato se deduce las duras críticas que Jesús recibió, especialmente de los
fariseos, por su abierto estilo de vida. Y observó que quien estaba en el otro
extremo del suyo propio, como era Juan el Bautista, también recibía las mismas
críticas. A uno, por abstemio; a otro, por bebedor. Así lo recoge Lucas:

"Porque ha venido Juan el Bautista, que no come pan ni bebe vino, y decís:
"¡Demonio tiene!" Ha venido el Hijo del Hombre que come y bebe, y decís: "¡He allí
un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores!"
(Lucas 7:33).

Sólo una cosa es importante destacar aquí: el vino que consumían los "bebedores"
tenía alcohol. ¿Qué sentido tiene, si no, la crítica de "bebedor"? Jesús está
descalificando a sus críticos por su actitud condenatoria hacia los que "bebían" y
hacia los que eran "abstemios". A Jesús se le critica por "bebedor" y el caso es que
él no lo desmiente.

El vino en el contexto cultural y geográfico de Palestina.

La tierra de Palestina, la tierra prometida, era llamada "tierra de grano y de vino,


tierra de pan y de viñas, tierra de olivas, de aceite y de miel" (2 Reyes 18:32). Ya
en tiempos patriarcales el vino era conocido en Palestina (Génesis 14:18: 19:32-
33). La misma toponimia de los lugares por donde estuvieron los espías enviados
por Moisés muestra la importancia de la vinicultura: Abel Keramin ("prado de los
viñedos"), Anab ("lugar de uva"), Bet ha-kérem ("casa de la viña"), Eskol
("racimo").1[8]

Los autores bíblicos no temen hablar del placer que procura el vino. Un banquete
era denominado "misteh" por eufemismo, o sea, "libaciones". Antes de la
declaración del salmista, según el cual "el vino alegra el corazón del hombre"
(Salmo 104:15), ya era evocado positivamente el efecto del vino en la época de los
jueces: "y la vid le respondió: ¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los
hombres, para ir a ser grande sobre los árboles?" (Jueces 9:13). Por otro lado, se
exalta la calidad de los vinos de Hesbón, de Sibma, de Eleale, del Líbano y de
Helbón (Isaias 16:8-10; Jeremías 48:32; Oseas 14:7; Ezequiel 27:18). El vino era
considerado un don de Dios (Oseas 2:8-9) y una señal de su bendición (Joel 2:23-
24). El vino formaba parte de los elementos del diezmo y como ingrediente de la
fiesta de las primicias (Deuteronomio 14:22-26). Y fue usado como libación en el
culto a Dios (1Samuel 1:24; 10:3). El vino figuraba tanto en los festines como en
las simples comidas (Job 1:18; Proverbios 9:1-5), y la falta del mismo figura entre
las carencias que acompañaban a la desolación por el juicio de Dios (Isaías 24:6-

36
9). Obviamente, se exhorta en contra de su abuso (1 Timoteo 3:3, 8; Efesios 5:18;
etc.), y las malas consecuencias de su mal uso están obviadas (Génesis 19:32-38).

Teniendo en cuenta esta milenaria realidad cultural, ¿qué podemos inferir del
"fruto de la vid" que Jesús usó durante la celebración de la pascua? ¿No es lógico
y coherente pensar que la celebró de la manera común de todos los judíos en
aquella época? Pero en el caso de que aquel "fruto de la vid" hubiera sido mosto
sin fermentar, ¿cambia el significado de la institución si hoy celebramos la "Santa
Cena" con vino con alcohol? Y al contrario, en el caso de que aquel "fruto de la
vid" hubiera sido vino con alcohol, ¿cambia el significado de la institución si se
celebra con mosto sin fermentar? Entonces, ¿es un motivo de división o desunión
en la fraternidad el hecho de que una iglesia use vino con alcohol y otra use mosto
sin fermentar?

DEBEMOS APRENDER DE LOS ERRORES DEL PASADO

Una mínima sensatez nos debería permitir que aprendiéramos lecciones del pasado
respecto a cualquier dogma derivado de "lo que dice la Biblia". La Biblia no es un
libro de ciencia. Podemos hallar, para satisfacción de los creyentes, declaraciones
bíblicas que son compatibles con los hallazgos científicos, pero también podemos
hallar declaraciones totalmente superadas sin que ello menoscabe la autoridad
espiritual de la Escritura.

Por ejemplo, la visión cosmológica de la Biblia corresponde a la visión que tenían


sus contemporáneos de la misma época y lugar. Ver en ciertas declaraciones
bíblicas una anticipación de los descubrimientos científicos es ir más allá del
propósito del texto. La Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, es cristológica,
tiene como centro e interés la redención de la Creación y toda su terminología es
moral y religiosa.

El texto de Isaías 40:22 ["El está sentado sobre el círculo de la tierra..."] refleja la
visión cosmológica de su época, según la cual la tierra era un disco plano
terminando sus extremos en un abismo. Lo mismo ocurre con la declaración de
Josué 10:12-13: el autor narra la experiencia desde el punto de vista del
observador terrestre, su lenguaje es acientífico. No es científico decir que "el Sol
se paró". En tal caso, para que ocurriera ese fenómeno, sería la Tierra la que dejó
de girar todo ese tiempo. ¿Exige el concepto de inspiración de la Escritura que el
hagiógrafo hubiera expresado el hecho de manera científica? ¡El hagiógrafo usó las
palabras y los términos de acuerdo con el concepto cosmológico que tenían todos
sus contemporáneos! ¡Es más: se expresó así independientemente de que el
suceso fuera o no fuera físicamente verificable! Pudo haber sido el alargamiento
subjetivo del tiempo sin que esto niegue la hazaña bélica protagonizada ni la
fidelidad del relato.

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Conceptos cosmológicos de mitad del primer milenio antes de Cristo

Para Tales de Mileto (624-547 a.C.), científico griego, la tierra tenía forma de un
disco plano contenido bajo la bóveda esférica del cielo, y el conjunto flotaba en un
océano infinito.1[9] Fue Pitágora (580-500 a.C.) el primero en argumentar que la
tierra era esférica. Y le tocó a Aristóteles probar la esfericidad de la tierra
argumentando en que si miramos estrellas desde diferentes latitudes terrestres se
puede comprobar que éstas adquieren diferentes alturas sobre el horizonte, algo
fácilmente explicable si la Tierra es esférica.1[10] Este científico fue la máxima
autoridad intelectual de la antigüedad, y su modelo del Universo fue utilizado por
los astrónomos casi 2000 años. Aun así, todavía se creía que el centro del universo
lo constituía la misma Tierra y todo lo demás del firmamento, Sol, Luna, estrellas,
estaban fijos en la bóveda celeste.

Galileo, una forma nueva de mirar el cielo.

Hasta el año 1609, todas las observaciones del cielo se habían realizado a simple
vista. El astrónomo italiano Galileo Galilei (1564-1642) logró fabricar un telescopio
de nueve aumentos. Con él observó el cielo y comprobó que la Tierra, la Luna y las
estrellas se movían. Fue él quien demostró, por primera vez en la historia, que el
universo era más que nuestro simple sistema solar, y que la Tierra no era el centro
sobre el cual giraba todo, sino que era el Sol el que estaba quieto y la Tierra giraba
entorno a él. Pero esta declaración le costó muy caro.

¿Por qué le costó caro a Galileo Galilei la declaración de su descubrimiento?

Porque los teólogos de su época creían, según el "testimonio" de la Escritura (que


decía lo mismo que la ciencia aristotélica venía diciendo respecto al geocentrismo
del universo, es decir, que todo giraba alrededor de la Tierra), que la declaración
del astrónomo italiano era una herejía.

¡Y le obligaron a abjurar de su declaración a pesar de la demostración empírica de


la misma! La Iglesia Católica Romana ha tardado cuatro siglos en retirar el
entredicho que pesaba sobre el aventajado científico. ¿Cuántos años vamos a
tardar nosotros en dejar de abusar del texto bíblico?

¿NUEVA HERMENÉUTICA?

Más que adjetivar como "nueva" a cualquier hermenéutica por el hecho de


discriminar la importancia, el valor y la vigencia de los enunciados bíblicos,
deberíamos calificar como "errónea" aquella hermenéutica que, en el afán de
considerar todo texto por igual, lleva a la exégesis bíblica a un callejón sin salida,
desprestigiando así el auténtico valor y la vigencia de la palabra de Dios como un
todo, como testimonio literario de la revelación de Dios para salvar a los hombres.

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No hay, pues, nueva o vieja hermenéutica; sino aquella que, progresando según
los medios de que disponemos, nos permite sacar el verdadero mensaje en cada
época de la existencia humana. Aflorar esta hermenéutica es un deber que nos
corresponde a los cristianos, para que no nos convirtamos en un obstáculo a la
extensión del reino de Dios.

Con los mejores deseos,

Emilio Lospitao

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NOTA: Las consideraciones expuestas en el presente boletín son una invitación al


diálogo a todos cuantos estén interesados en el tema. El firmante, o los firmantes,
de las contribuciones serán los únicos responsables de lo que allí se diga. Rogamos
encarecidamente ser respetuosos con las personas e instituciones, cualquiera que
sea la crítica o la exposición que se haga.

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