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Michaux, Henri - Miserable Milagro (La Mescalina) 1969 PDF
Michaux, Henri - Miserable Milagro (La Mescalina) 1969 PDF
]
Pr
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-I
COLECCION PRISMA
HENRI MICHAUX
MISERABLE MILAGRO
(La Mescalina)
Con 48 grabados fuera de texto del propio autor
Version casreluana:
JORGE CRUZ
CHI. CH I . NH
H 3 CO. C\CH
C.
PREFACIO
13
II
CON LA MESCALINA
Que puede odurrir Como Si hubiera una abertura que seria una
algo reuni6n, un gentlo, que scria que puede ocu-
que puede ocurrir rrir algo, que pueden ocurrir muchas cosas,
15
un mundo do CoSas.
quo hay una muchedumbre, que hay el mayor
Fcno,ncual
)zormzgueo do loshervidero posible, quo todas las posibilidades
de hormtgueos se alcanzan, que la persona quo
posihies, quo todos
quicren ser, oigo vagamente caminar al lado podria Ilamar,
so apresuran, podrIa entrar, podrIa pegar fuego a la casa,
son in,ninentes
podela trepar al techo, podrIa arrojarse aullan-
do sabre el pavimento del patio. Lo podrla
todo, cualquier cosa, sin elegir y sin quo usia
podria de esas acciones tuviera preferencia sobre otra.
podr,a
podrta Pew esto no me conmueve mucho. Es el "po-
dna lo que cuenta, ese prodigioso acceso de
posibilidades que se ban vuelto enormes y que siguen multipli-
cándose.
(Los sonidos de la radio o del disco, palabra a mósica, no
tienen ningOn efecto sabre nosotros. Solo lo real siembra y
produce.)
* * *
* * *
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* * *
* * *
NN
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Querria levantarme. No, quertla acostarme, no, querria levan-
tarme, en seguida, no, querria acostarme al instante, quiero le-
vantarme, voy a telefonear, no, no teiefoneo. Si, es absolutamente
neces•ario. No, resueltamente no telefoneo. Si, teiefoneo. No, me
acuesto. Asi diez veces, veinte veces, cincuenta veces en pocos mi-
nutos, voy a decidir, decidir là contrario, voiver a la primera
Sicnxpre el decision, voiver a la segunda decisiOn, retomar
switch corrie,ztc de nuevo la primera resolucion, enteramente,
estahkcida fanáticamente, impuisado como por una cru-
carriente zada, pero un instante después totalmente in-
xnterrzrnjnda
diferenre, desinteresado, flojo.
No es cucstiOn de decir, como en ci caso de las imágenes, que
no marcho, que veo ci mecanismo (que es ci mismo). Veinte
veces estaria dispuesto a levantarme para hacer el liamado tele-
fónico y otras tantas veces abandono, indiferente. Estoy "en la
ilnea de ida y vueka'. Corriente interrumpida, corriente resta-
bledda. Estaré asi tantas veces como "eso" quiera, compieta-
mente movilizado y después compleramente en reposo, tranquilo
y sereno en la plaraforma de un solo segundo. (0 acaso de un
dobie o triple segundo.)
* * *
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siquiera la rapidez de on gag, es la rapidez de un metrónorno
loco. No es aim la de una corriente alternada. Trate de captar
los detalles: esas personas que cenan son una especie de mani-
quies, y In mismo los camareros. Ninguna expresión que pueda
retenerse. Ninguna particularidad en los movimientos.
La Mese. Qué explicación? Este espectáculo comple-
ckseos frendticos tarnente cretino es, sin embargo, la traduccion
quc aparecen de un mecanismo prodigioso. Hay que saber
y desaparcccn que la mescalina da sensaciones de hambre muy
al instante
violentas, presentes un instante y desaparecidas
al instante siguiente: chispas de bambre. Ahora
bien, la rnescalina abunda en irnágenes y realiza instantánearnen-
te sensaciones o ideas, sin ninguna participación de la voluntad
y sin deseo consciente. El gag imbécil es el resultado de ese
perfecto funcionamiento automático.
El resto del espectáculo: todo lo que yo detesto, el exhibicio-
nsmo. El del arreglo personal, el de la alegria de corner. No
se ban olvidado el aire festivo y Ins balcones en los que se mues-
tran colores que alegran.
Detencion.
Varias detenciones. Algunas llanuras coloreadas.
Más detencion.
Esta vez es el fin segurarnente.
Era solo elfin de algo, elfin de las sacudidas. La cepilladura
celular habia terminado. Than a venir las cosquillas, y qué hacen
his celulas que no saben responder a las cosquillas haciendo
cosquillas?
Iba a saberlo. Nunca hubiera esperado eso.
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Luego de un largo periodo de nada, en una especie de
reposo después del cornbate (o era mi capitulación que se estaba
preparando?), los movirnientos rápidos continuaban, mucho me-
nos violentos, ya no más desgarradores y sin embargo dominan-
tes aün... e iba a tener ocasión de advertirlo.
Sin razón particular, salvo —y fue suficiente— que me habla
asombrado no oIr ninguna müsica (interior), mientras Ins ruidos
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ilenarlus aqua a las menus alejadas), to irremediable, to
tic senticlo.
inagotable, to implacable, lo irreventable, to
- Solo
, nmethatamente inagotable to indesarrai gable, to in fatigable, to
tics puds improbable, lo innombrable, to irrevocable, to
es posihie infranqueable, to indomable, sin contar to in-
considcrurlas ace piable, to inexplicable, to "indomitable" y
del mute de vista una retahila que, al menos aqul, debo interrum-
dcl scntrdo
pit. .Pero entonces no solo no podia interrumpir
la tonta enumeraciOn, sino que tenia que reco-
Horrible
esta cooperacton
rrer todas, las palabras, pronunciarlas mental-
obligatoria, mente rapido y fuerte y muy desagradablemen-
casE muscular, te. (Un extraflo puente elástico me unia, en
con ci deshonroso efecto, a cada una de cuss.)
cortejo Irnposible detener eso. Los adverbios, los lar-
tic pulabras
gos adjetivos en able y los prefijos y los in"
"in" para mi Mezcalina; es irresistible.
(Al fin y al cabo, a su manera, la mescalina se ha expresado.
Me ha expresado. Las palabras laniadas a la diabla, espasmOdi-
camente; se reconoce ahI 'al sesgo" la enfadosa situaciOn del
momento.)
DetenciOn! 1A1 fin!
***
Más detenciOn...
Rabrá concluido? *
* Casi en ese momenta, en la penumbra, iba a levantarme. "No salga", me
dice uno de mis compañeros, que me habia parecido que deseaba on vase
de agua. 'No salga'.
dSalir tic ddnde?" dije, mM a menos graciosamente y entre otras cosas
pars apartar la idea de que hago mM que elks y me expongo a income-
didades. Eien. Pero al volver a ml la palabra, se pone a funcionar, desa-
rrollindose con concluir en series que Se encabalgan. Concluir y salir Se
hacen inagotables.
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caricatura do la
Y he aqul que sobre esta idea de conclusion,
corn posicio'n v k el mal compositor en clue me he convertido,
la creacidn por mi debilitamiento (?) a causa de la rapi-
dez de las ondas cerebrales sobre las que estoy
forzado a alinearme, por ci tren inhabituil que
Sabre un fondo tengo que sostener, he aqul, pues, clue se pone,
dodo con una
velocidad nueva
que me pongo a emplear Ins tópicos de desa-
rnicamente rrollo más deforniados y de la manera más ton-
ciertas ideas ta, más sistemática, a alinear las antitesis fáci-
pueden circular les, las enumeraciones más fáciles aün, todo lo
cl ue es fin, final, puerta de salida, terminaciOn
(y no solo las imágenes, sino, coimo de tome-
Otras
no reclutan nada na, las palabras mismas que 'se pronuncian"
no suenan con precipitadamente en ml): ietrero de direcciOn
esas sacudidas, y "Salida", navio amarrado "en la punta del muc-
par consecuencia Ile", panorama al final del sendero (!) todo
no dardn imdgenes eso —estüpido trabajo de escolar— comienza
en ci film, qunque
puedan contar a desfilar ante ml, que no creo en lo que veo.
mucho mds quo Ridiculo e inevitable y c lue nunca hubiera
algunas do las podido adivinar.
quo abren Sin embargo, en ese fenOmeno grotesco, lo
en seguida que cuenta, lo que resulta prodigioso, es el ac-
un tumulto óptico
ceso, Ia muchedumbre, ci infatigable, el siem-
pre renaciente acceso, clue es tal que al final y a la salida uno
se siente urgido, urgido de liegar hasta el fin, un fin nunca
bastante final . En e1 ápice del ángulo agudo de un triangulo
impulso en trastornado, el punto final se convertirá en ci
sacudidas, punto de partida de la base de un nuevo trián-
impuiso gulo, en ci extremo del cual un punto final
indefinidamente engendrará la base de un nuevo triángulo,
rcnovado clue ... y asi indefinidamente. La presiOn no
la anula un tercer punto final, ni un cuarto, ni un décimo, ni
una rama de dearrollo colateral de imágenes, clue se desarrolla
La gasolina de auto, ci étcr, ci tetracioruro do carbono empleado per René
Daumal —que obtiene tie ella mm. sorprendente fe—, todos los pro-
ductos que violentamente quitan grasa y azócar al cerebro, producen
quizá ese fenónieno.
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***
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* * *
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en ml o yo quien me habla convertido en ella. Me apretaba, me
cerraba y contrala, pero todo lo pie aqul se contrae pronto debe
relajarse; incluso ci enemigo se disuelve come sal en el agua, y
de nuevo yo era navegación, navegación ante todo, que brillaba
con un fuego puro y blanco, que respondia a mil cascadas, a
fosas espumantes y a rorrentes Eemolineantes que me doblaban
a! pasar. Quien corre no puede vivir en un lugar.
Corriente La corriente que ese dia extraordinario paso
corriente pot ml era algo tan inmenso, inolvidable, üni-
co, que yo pensaba y no dejaba de pensar: "Una montafla, a
pesar de su fai.ta de inreligencia, una montana con sus cascadas,
sus barrancos, sus declives pot donde corren las aguas, seria, en
ci esrado en que me encuentro, más capaz de comprenderme que
un hombre. .
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que habia experimentado en momentos de fuerte fiebre, ya por-
que sienio poco agradable mantenla los ojos cerrados, interesado
ónicamente por las visiones.
Sin embargo, tuve que levantarme para poner un leflo en ci
fuego. El ruido que produjo me pareció tan formidable que me
disculpé ante mis compañeros del temblor de tierra provocado.
Rieron de manera tan esponránea e inteligente que comprendi
en seguida que su oldo sensibilizado por la mescalina habia per-
cibido ci mismo alboroto insélito que el mb. Pasé a la habita-
ción de al lado cuya ciaridad me hizo mal. Finalmerite en el
baflo, encendI la luz y ... confundido, vi en La palangana un
feto. Oh! Caramba! Estaba asombradIsimo. Una mujer, es vet-
dad, habla pasado per alil hacla poco, pero apenas la conocia y
parecla tan discreta. Inaudito! Estaba muy sorprendido. Quizá
ella habla pasado alli un tiempo bastante considerable —ahora
me acordaba— pero de todos modos ;era tan reservada! Un
accidente, sin duda. El efecto del choque emotivo, del trauma-
tismo de la droga. Y yo miraba fascinado, sin moverme. No soy
muy activo. Veamos, sin embargo, hay que saber si este few está
entero. Si no, la pobre seguirá sufriendo. Iba a volver al baflo.
Por eso se habia mostrado tan agitada de repente. l-{abIa que
hacer algo. Por lo tanto, toco con disgusto la cabeza blanda y
azulada del viscoso pequeño set sanguinolento. ;Qué cosa! En-
tero o no?. . En fin, para terminar cuanto antes, con una
varilia que encuentro en un rincón, me pongo a sacudir con
enérgicos movimientos de vaivén el cuerpecito ... que se abre
y se deshace. 'Ah!' y me siento extenuado como ante un mci-
dente de más. Sin embargo, el feto que ya no existla estaba ahI
todavIa, glauco y azulado y ensangrentado, con tonos fines, por
otra pane, y casi irisados... pero que yo no apreciaba. No, me
aterraba. Y la prueba suministrada por la desgarradura? Quizá,
pero la existencia del feto, perfeétamente evidente e indudable
momento antes, no podia suprimirse pot la aparición de esta
especie de jirón o de papel mojado, en verdad providencial.
Quedé abatido. De acuerdo, ci caso de ese few parecia resuelto,
pero oscuramente sentia que de encontrar en una fuente, en un
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lavatorio a en un jarrón vaclo otto few o algo peor que un feto,
la cuestión no podrIa explicarse tan feliz e inesperadamente como
huyendo de la la presente. Conducta no tan pueril como pa-
alucinación recla. Sintiendo que no era capaz de resistir a la
alucinación y prefiriendo no exponerme, volvI resueltamente at
living-room oscuro, donde en mis visiones interiores habian apa-
recido y aparecian extrañas imágenes coloreadas, pero no fetos,
nada que se pareciera a fetos,, nada verdaderamente peligroso.
No temla en ese sentido. Por qué? No sabrIa decirlo. Es posible
que en el mundo real, con las mujeres, los animates domésticos,
incluso con las tortugas, tema las consecuencias. Como soy poco
práctica, tengo miedo de to clue puede hacerse 'material" y exi-
gir decisiones rápidas y racionales, tengo miedo de que me tomen
de improviso. Todo esto, pot otra pane, resulta visible si no
marerializado en ese episodio, que no es tampoco una verdadera
alucinación, ya que no se realizó sin un apoyo, pero me ha
ensenado más que decenas de páginas sobre el tema. ComprendI
coma quedábamos clavados en ella, sin poder apartarnos. En
cuanto at apoyo, lo hay siempre. Cuál es la superficie, par lisa
que sea, que no tiene suficientes variaciones como para dat a un
objeto imaginario la ocasión de situarse alil? ,Qué atmOsfera no
contiene suficiente polvo en movimiento para retener y fijar el
objeto de una ilusión?
Antes yo sentia una especie de respeto par los que tenlan
apariciones. iAhora no! Quizá las vean, pero len qué estado!
(De ningün modo en la calma, clue, en efecto, las haria ex-
traordinarias).
Todo se mueve, todo es vibrante y ileno de realidad para el
ojo y el alma de quien se halla en estado segundo... o sea ha
hallado en éi.
Alrededor de tres semanas después de la áltima ingestion de
mescalina, me propuse, una noche, leer en la cama el estudio de
Quercy sabre la AlucinaciOn. Un falso movimiento y el libro que
lance sobre e1 divan cae en ci parquet y, al abrirse, me muestra
una admirable fotografla en colores que all1 se encontraba in-
serta. Me precipito para volver a ver esos colores maravillosos
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y saber de quién es el cuadro reproducido que he visto apresura-
damente y que, sin embargo, reconocerla entre todos. Hojeo el
libro: Nada. Trato de dejar caer del volumen la hoja extrafla.
Imposible. Tomo el volumen y, página por página, verifico, y al
dia siguiente por la mañana vuelvo a verificar y hago verificar
por un amigo: Nada. Ante la palabra Alucinacion', he tenido
una.
Al verla en la cubierta del libro, yo habia funcionado. Al
instante se habla efectuado. Sin embargo, no habla comprendido
y buscaba vanamente, más verdadera que una verdadera, La ad-
mirable reproduccion en colores entre las páginas grises del libro
que la habla suscitado.
39
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CARACTERES DE LA MESCALJNA
41
das, están a veces quebradas * (al menos reducidas) en su
mitad o en varios sitios. Pan quien no haya probado más que
una vez la mescalina, las artes mejicanas (estatuas zapotecas y
toltecas; y tempios azrecas) con máltiples lIneas de fisura, se
vuelven elocuentes y significativas. -
Mas débil aürx, la mescalina hace temblar todo con pequefl{-
simos temblores incesantes, oscilaciones, encajes-desencajes. Reina
allI un infimo y permanente sisnio, que hace pensar en un pr o-
ceso ruinifornie, sin que nada, a pesar de los incesantes lagartos,
caiga en ruinas.
Más tarde aün hace ondular * * todas las cosas, con una casi
imperceptible y microscópica marejada. En esta especie de alfom-
Coma Si Se v,erafl bra andante que desfila de un extremo a otto
las ciudades y jos del campo visual, se puede reconocer, segun su
signos de una temperamento, sus preocupaciones, sus impre-
especie de siones áltimas (importancia de las ültimas),
CTVIIZZUCIOn
de las mariadas segun los incidentes del momento (ruidos for-
tuitos, palabras oldas, o incluso pensamientos
transmitidos, pues uno se ha vuelto extremadamente receptivo),
.rc puede reconocer, digo, cualquier corn, con tal que, ünica con-
dicion, sea pot mirladas, es decir muchedumbres, cuadros de
flores, ciudades, rebaflos, campos en barbecho, dioses, o, quien
no sabe inventar o se opone a ello, multiples puntos ünicamente
de color. Cierto espesor más bien que ui-i verdadero relieve y
superficies cuyo tacro resultaria ligeramente desagradable.
AsI como hay un estilo mescalina, hay colores de Ia mescali-
na. A quien la ha probado es posible mostrarselos en la realidad.
Los reconocerá. (No siempre aquel!os sino los que tengan el
mismo aire de familia.)
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43
***
45
una ref!exión, una palabra, una abstraccion . Acude por evo-
cación.
La imagen: fijación de la idea. Lo abstracto —abstracto es
una inanera de seguir corriendo—. La imagen es un procedi-
miento de fondeo, la vueita a lo solido. Sin imágenes; no se
rendria la prueba de lo abstraèto. No se sabrIa S j CS una idea o
remar en ci vaclo. La imagen es la prueba de su logro, su ate-
rrizaje, su merecido reposo. Sc avanza pot abstracciones, pero se
reposa en la imagen.
En la mescalina, las imágenes son ci epifenonwno (abundante
y molesto), pero lo que cuenta es lo abstracto.
Nos inundan claridades. La reflexion más chata, pues estamos
muy matter of fact, sigue a algunos rebotes en la metafIsica. Sal-
tando y volviendo a saltar sobre otras ideas, todas las cuales Ic
sirven de trampolines, tomando informes al vuelo, no deja de
avanzar vertiginosamente, de iluminar, de descubrir, con un de-
vorador apetito de deteccion que pronto hace descuidar la feria
óptica que la acompafla o los cretinos balbuceos de la lengua
derrotada.
Los agregados al pensamiento principal se hacen fenomenal-
mente rapido, las correcciones aiTh más rapido; retrocesos como
ci relámpago recaen fulgurantes sobre lo que habla quedado en
la sombra y que resplandece con la ültima evidencia. En esta
abstracci6n, ningtn tartajeo, ningñn circo, contraniamente a las
visiones que en vano intentan seguirla. Su velocidad prodigiosa
y ridicula es una tortuga al lado de la abstracción que las precede
y continua su carrera sin ocuparse de ello.
Contrarjamentc a lo que durante mucha tiernpo Sc ha pcnsado, la viden-
cia (ver observaciones del Dr. Jarricot) no es tampoco videncia de ini-
genes. El vidente sube de golpe (tiene Ia intuición) quc, digamos tal
persona, cuyo nombre se Ic dice, estâ encinta. Dcspués y mal y tantean-
do y enganând.osc fabrica imigenes a la ventura; congestion de ovaries,
detalles diversos, apoyados en un bagaje cientIfico insuficiente y descri-
tos falsamente.
El hombre sabe primero, después comprende, tertlo ye y erce Vet y am-
plifica.
Del mismo modo, ci verdadero poeta crea, luego comprcndc... a veces.
46
En lugar de un trabajo de construcción, la inteligencia baja el
efecto de la mescalina efecrüa sobre todo recorridos. Sobresale
en recorridos. Sin descanso, no contemplativa. La que Ic falta
es set panorámica, tener una visión de conjunto, trabajar sinóp-
ticamente. La que atraviesa espacios —par otra parte crItica de la
otra inreligencia— carece de sentido crItico y sigue su camino,
cavando sin mirar a su airededor. Yo mismo, engaflado par las
luces que recibia sobre todas las cosas, sabre todo prablema exa-
minado (y todo se me convertia en problema y se ofrecla a mis
desciframientos), cedia a Ia tentaci6n de creer en las nuevas
claridades, que —Ia sé, sin embargo, y habitualmente me guar-
do de ello— no son más que ilusiones o, en el mejar de las
casos, la vanguardia de nuevas oscuridades, de las que hay que
guardarse como de la peste. Qué ironia, era la mescalina, par su
misma falta mescaliniana, la que me daba la ilusión de corn-
prender la mescalina, me arrojaba en explicaciones de primer
grado y me hacia efectuar imprudentemente cien reflex jones.
y este libro.
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o de tres minutos. Cornpletamente diferente es su comienzo, su
plena fuerza, su tormenta. Entonces todo teatro desarticulado
pot Jos demas choques, per las demas "tomas" padecidas en todo
el set, cruje y no quiere decir nada más. Lo máltiple y lo enca-
balgado se realizan en usted.
En el mismo momento, esdecir en los veinte mornentos que
constituyen un momento ordinario, en un tercio de segundo
quizá, siento un escalofrio, veo estrernecerse la palabra, veo
pequeños Iris: escritos al infinito, y sus s silban aunque sin
hacer ruido; al mismo tiempo me rastrillan, me tirotean, varo
en escollos, quiero proclamar muy alto, y todo lo que pasa ocurre
desde el comienzo de Imundo, y al mismo tiempo es si4fixe 1
Y- atis:ier e infinitos frostis se producen, y superlativamente,
superlativamen te es Jo que es, y es seguro, absolutamente, super-
lativamenre en las sacudidas ininterrumpidas.
AsI la droga sobreexcftante toca muchas teclas en mi cabeza,
pero no sabe tocarlas ni sabe hacerme tocar.
Jnterminablemente interrumpidos, nuestros ensayos de com-
posición no dejan más que esta constante, . . May... Es muy.
Todo es muy...
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Yo no habia Ilegado a ello tampoco por una mayor abertura
de espiritu, más abarcadora, sino —cómo decir?— por una
division más grande, y lejos de haber deseado tocar el 'set in-
finito" (?), yo habia más bien aceptado, en contra de mi instinto,
la infinita fragmentacion, el estado bullente de lo más menudo
que divide todo y lo compone y lo recorre.
(i yo asistia a una "serie * en infinitud", no se trataba de La
grandeza de los imperios, se trataba, pot ejemplo, de un error,
del cual, al advertirlo, me desembarazaba para caer victima de uno
nuevo, del cual, al advertirlo, me desembarazaba para set alcan-
modelo de infinite zado por otto error, del cual, al advértirlo, me
desembarazaba, para set aferrado pot un nuevo error, del cual,
al advertirlo, me desembarazaba, para caer en un nuevo error.
como si indefinidamente fuera de una habitaciOn a otra en un
palacio de innumerables departamentos, pero construidos y re-
corridos en una sucesiOn tan rapida que quizá cincuenta segundos
hubieran bastado. El fenOmeno radica jusramente en que no se
trata de contar. El alienado —pensaba-- que gracias a su locura
conoce semejante carrera relampago, ye seguramente con piedad
la simplificaciOn miserable de los razonamientos en torno de el,
tan laboriosos, desarrollados pot hombres normales que quieren
hacerlo encerrar. También acepta que 10 metan en el asilo, quid
pro quo añadido a las centenas de quid pro quo cuya fila intermi-
nable ye alargarse en el horizonte, desalentando en él toda pa-
labra. Por sentirniento de infinito, deja hacer.)
***
Hacia la quinta hora que sigue a la ingestiOn de la mescalina,
luego de Jos grandes choques del comienzo y los amplios desa-
rrollos que siguen, en la fatiga (ia causa de ella?), el fenOmeno
graviwcidn de las ideas, gravitando como planetas, Cs sor-
de la g ideas prendente y Mcil de observar (salvo su ronda,
* Serie expresa suficienternente que Va a finalizar. Pero al quedar atrás per
la velecidad de sus compenentes, toda capacidad de medición, y al hacer
abandonar La idea misma de contar y evaluar, Se convertia en un 'mode-
b' de infinite, un modelo practice y suficiente.
53
si se efectóa realrnente). Acude una idea y rapidamente deja de
existit. Cuando vuelve algunos niinuros más tarde, parece abso-
lutamente nueva. Justo antes de desaparecer, tenemos el fugitivo
sentimiento, si no de reconocerla, al menos de haber pasado
muy cerca. Pero cuando? Hace tres minutes? Una hora?
Paz Para los despropósitos.
AsI el anciano repite quizá cien veces una frase, una idea que
DesvarIr, interior noventa y nueve zonas de sombras le han ocul-
do la mescalina
tado sucesivamente y que le resulta fresca y es-
pontánea otras tantas veces. Y todo hombre desvarIa, Pero se
guarda de mostrarlo. El anciano, en cambio, no puede contenerse
y se traiciona. El niflo, pot su pane, por qué iba a ocultarse?
Sus despropositos son su fiesta.
La mescalina demuestra a quien la prueba su desvario interior,
pues éste está muy aumenrado gracias a la velocidad o gracias a
la supresión del rnecanismo de freno de esa velocidad.
Pero el inventor, ci tipo del cual se dice que ha efectuado
un descubrin-iiento pensando siempre en el?
La diferencia con el desvario pure, que no mejora la idea,
cualquiera sea el nümero de pasajes de ésta, es que ci inventor
o el creador, en cada pasaje, realiza vivamente un nuevo vInculo,
reuniendo aqul, separando alil, hasta que al cabo de muchas in-
tervenciones provisionales, crea una obra enteramente conforme
con su secreto deseo.
Sea lo que fuere acerca de esos desvarIos, Jos pasajes (aparen-
temente) planetarios de un universo acelerado son una de las
maravillas de la mescalina. Ella realiza experimentalmente tam
bién el inundo de la relatividad. La exhibe. De repente, cuarenta
minutes después de haberla absorbido, la rapidez de las image-
nes aumenta fanrásticamente y ci tiempo se trastorna. Todo se
modifica.(Las ideas son más bien esferas que ideas. La inverosI-
mil irrealidad de la realidad es patenre, violenta; las reflexiones
desoxidadas y veloces circulan como cuerpos astrales.)
Al salir de la mescalina sabemos mejor que cualquier budista
que todo no es más que apariencia. Lo anterior no era más que
54
ilusión de Ia salud. Lo que fue durante el efecto era ilusión de
la droga. Estamos convertidos.
Al otto dia y los dIas siguientes, podemos observar mejor el
pensamiento de lo acelerado. (Durante la mescalina la velocidad
de aparición y desaparición es demasiado grande.)
Pasan pensamientos a gran velocidad, elementos perceptibles
solo on breve instante. Se trata de atrapar algo para hacer con
etlo on vIncuto mental; se trata de hacer una buena union o de
deshacer otra. Pasaba alli las primeras jornadas de mi regreso a
la 'salud mental", pues... casi me olvido de decirlo,(la mesca-
lina es una experiencia de la locura. Se emplea Para su estudio,
aunque es raro aim, P ero no seguirá siéndoto. Es la 'esquizofre-
nia experimenta1"
Lo supe después; si no algunos de sus inesperados efectos me
hubieran sorprendido menos, y quizá me hubieran parecido acaso
menos dignos de atenciOn. En este senrido me crela so primer
explorador.
La mescalina me revelaba más sobre la locura de los demás
que sobre la mia, y más sobre los sintomas que sobre el fondo.
Me hacia revelaciones, principalmente, sobre los automatismos
mentales y sobre las constituciones mentales diferentes. Pot pri-
mera vez comprendia desde adentro a ese animal, que me habla
resultado tan extraflo y falso hasta -ahora, llamado orador. Crela
sentir qué irresistible era para algunos La inclinaciOn a la elocuen-
cia. La mescalina actuaba de tal manera que me despertaba de-
seos de lanzar proclamaciones. Sobre qué? Sobre cualquier cosa.
Ella regresaba siempre y querla que proclamara algo, Pero yo
no sabla qué, y no 10 averiguaba. Con tal de proclamar algo
perfectamente, absolutamente ... J . P. habla de una certidumbre
absoluta y general que habia tenido. Pero yo no la tenla. En
mis notas escritas en el momento hay abundancia de superlatives
(que me trabajaban), pero en el aire, sin referirse a nada, a
ninguno de mis pensamientos, y que en mi libro tuve que supri-
mir: sin relaci6n con nada.
Me pregunto pot qué proceso la mescalina excitaba en ml los
superlatives. Por la intensidad de so presiOn en ml y por la
55
intensidad proporcional y acoplada de ml resistencia? Quizá. El
orador tiene a menudo una fuerte presión.
Si yo hubiera puesto algo mb, serla encaminado a la mega-
lomania.
Tiraban con fuerza de los hilos que agitan a! megalói-nano.
Con fuern y mecánicamente. Yo no respondia. Una sola buena
razón me hubjera arrastrado mejor.
La gran demoledora me ponla también en ciertos estados nor-
males, que no lo son para ml.
sQuiza un dIa sea obligatoria en el estado universitario y pant
los futuros "conducrores!" de hombres la ingesüón de la ntes-
calina y de algunas otras drogas bien elegidas.x
Sobre todo demolia algunas de mis barreras, las que hacen
que yo sea yo y no otto entre mis orros posibles 'yo". Necesité
semanas y semanas para reconstruirlos y encerrarme allI de
nuevo,
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orgulloso ni avergonzado pot eso. Si me ponía a dibujar, una
simetrIa imperiosa y desconocida me advertla que yo estaba ann
bajo la influencia de su recuerdo.
Lo ñnico consciente aill era el surco, ci surco de la fractura,
claro como ci primer dIa. La pt.4ulaci6n, después de un apaitnte
eclipse, habla vuelto; la de los infinitamente pequenos, la de Jos
infinitamente posibles, la de los infinitamente más allá)
Pero ci surco seguia siendo ci problema central.
Ese foso que se me habia aparecido tan soberanamente, tan
constante durante horas, y con una existencia que hubiese jurado
más evidente que la mIa habrIa sido un signo que la horrible
mescalina, a través de su tonta imagineria, habla Ilegado a
darme?
Acaso fuera solo una simple 'comparación". Una palabra.
reflexion come, "soy ma: abieno" que habria acudido al espiritu,
y con la cual ella, inagorablemente, habia forjado imágenes y
un turn.
Pero por qué no se movIa, volviendo a pesar de mis diferen-
tes reflexiones, a esa representacion o a un equivalente?
Y ahora, luego de más de veinte dIas, esté acostado, sentado
o caminando, ci surco sigue alli atravesado en mi cabeza, sin
ocuparse en absoluto del cerebro, del diencéfalo iii de la materia
gris, que, sin embargo, deben estar aill; me hiende de un extremo
al otto juntándome con el infinito, pot un camino infinito, cam-
p0 de fuerzas exrrañamente ligado. . . ligado a qué?
58
Me alejo del cambio de carácter que habla introducido en ml.
Vuelvo a mi lentirud, a mis filtros, a los puentes que construl
entre las cosas y que prefiero a las cosas, y, sobre todo, lejos de
las asépticas imágenes de la mescalina, vuelvo a mi gran desor-
den, que me torna más ebrio de to que a ella le es posible.
Confluencias incesantes de arroyitos provenientes de todas par-
tes, que constituyen la duizura de las reservas de "salud", verda-
dero infinito que solo su extrema variedad impide reconocerlo
asi.
Y recupero mis fuerzas. Quién to hubiera creido? 1Mis flier-
zas! Con qué delectaciOn adolescente las siento volver.
AlegrIa, alegria por primera vez en mi vida también, de ha-
liarme la voluntad, con la coal he sido siempre injusto (no tiene
importancia), pero en to cual me he mostrado muy poco pets-
picaz. Mi gran descubrimiento posterior a la droga: la voluntad.
La veo pot todas panes ahora, me veo Ileno de ella, empleandola
en todo y alli donde menos lo sospechaba.
Debo afladir to siguiente? Con mayor frecuencia veo ga-
tos en las ramas altas del jardin, más gatos de los que hay en
realidad. Muy a menudo no hay nada. A veces palomas. Más de
una vez he tenido que tomar Los gemelos, tan bien imitados están
esos seudogatos.
59
Iv
EL CARAMO INDIO
67
Los seres eran a menudo de pequefla calla, los hombres tam-
bién, veinte centimetros significaban aqui una gran talla, pero
de ningün modo equivallan a la muchedumbre inmensa de los
el cdñamo omac hombres-microbios de la mescalina. Tampoco
eran como maniqules, sino al contrario, tenlan
Agujeros, faltas
expresi6n. Cosa curiosa, y propia del haschich,
a menudo :ncom1etos. Les faltaba, pot ejem-
plo, la mitad del brazo, pero la mitad del medio y completa-
mente, sin enlace; y ci brazo cumplia so funcion sin dificultad
e incluso en un interior falraban, por ejemplo, los tres cuartos
de la bandeja de la mesa, por otra pane en excelente estado,
nueva. AsI, segiin he dicho, el film demasiado corto parecla
incomplete, como si hubiera sido interrumpido demasiado *
pronto.
Era como un set bastante artista y que me conocia; un ser
que venla pot espectáculos insoiitos (que hacen perder el equi-
iibrio más que tSr), sobre los cuaies convenla reflexionar; un
set que venia a presentarse a ml, o, más bien, antes de la pre-
sentación, me daba seflales de su habihdad y de su saber (respecto
a ml). Lograba verdaderos hallazgos. Me intrigaba, se mostraba
taimado y rraidor.
Me adivinaba, me vigilaba, me devoivIa las imágenes que yo
habia recorrido en un libro, iuego de haberlas repensado, re-
fundido y transformado en monstruos compuestos, no del todo
aterradores, equivalentes de una palabra reçientemente forjada,
pero en la que no hacia faita set gran erudito para ver aiusiones
y burla.
Comenzaba a vet sus especialidades. Le gustan las molestas
consisrencias, pero Cs una manera de hablar, solo accesoriamenre
pueden molestarme; Ic gustan los relieves interesantes, mOlti-
Relieves pies, in granuloso; la corteza como la de los
interesantes
castaflos y de Ins alcornoques, la iuperficie as-
pera de las limas. No le gusta lo liso, aprecia mucho los pequeflos
* Asi los ültimos peldaflos, cada vez menores, interrumpidos, de la escakra
que provoca nsa.
68
accidentes en el relieve. Sobre un braze usc, pone grietas o una
excrecencia como cresta de gallo, o Ic Rena de pliegues como
una rodilla. A una mejilla le afladira una desconcertante super-
ficie escrotalosa, la superficie cicatrizal de un árbol que ha su-
frido un dane o la piel entorpecedora de un cuello de tortuga.
Todas esas cosas me habian parecido farsas primero. Pete no.
Puede hacerlas y muchas más sin utilizar esos medics.
La tendencia al alargamiento, manifestada en los objetos y en
las personas por efecto de la mescalina, que alarga y adelgaza
todo, era poco visible con el haschich, pete no estaba ausente
Era mucho más extraña y, como conviene al haschich que es reser-
vado, estaba alli como oculta, sensible ünicamente al interior
oscuro de 51 misma. La prolongacion es evidente, segán se lo
experimenta, P ero ide qué? De tiempo más que de espacio,
y de "no-interrupción", más que de tiempo, de distancia, sobre
redo, de una disrancia que no encuentra su medida.
Mirando mi pierna, mientras permanecia acostado, me sot-
prendio la distancia entre ella y mi cabeza; el recorrido para it
de una a otra me pareció tan exorbitante que me preguntaba
qué set podria considerar la posibilidad de llegar al final o in-
cluso de emprender el trayecto. Y yo me instalaba en esa Ion-
gitud, instalaba confortablei ente no sé qué (tiempo? espa-
cio?), me instalaba sin cesar cada vez más.
* * *
En una visión que tuve, encontré una abubilla posada y pre-
parandose a tragar a su presa. La distancia que habia desde la
extremidad de su pico, con el cual sostenia un gusano, hasta su
gaznate, por donde debia pasar, me precipitó en una meditaci6n
indecible, constantemente reforzada per la del pájaro inmóvil,
que también reflexionaba en un tiempo que parecia inmenso
La mescalina partia a toda velocidad sin interesarse (aparentemente) en
ml. Al Ha Ic parece tener la mirada sobre ml. Mi mesc. se csforzaba en
vano; aunque Se excitase y Sc repusiese yo nunca crela en nada. En cam-
bio, todo lo que muestra el haschich Inc interesa, In sign hasta el fin.
Quicro conocer el final. Quiero saber a d6nde me ileva.
69
y sin embargo insuficiente pan resolver ese problema diflcil
que nos volvIa inmóviles, al pájaro y a ml, inverosimilmente
posaclos y atentos.
El Pico era largo, es cierto, come ci de todas las abubilias,
Pero no más. Sin embargo, la abubilla, como yo, habia corn-
prendido, en una especie de dekomposicion imaginaria de su
Pico, que el trayecto que habla que recorrer desde su Punta hasta
su base se habla hecho prácticamente infinito.
El haschiclt es Es posibie hacer trabajar al haschich, formu-
maniobrista, lade preguntas, someterle problemas. Dará una
director de escena, respuesta, acepta los dates del problema, lo
demonic. coal es quizá lo más extraordinario; Pero aten-
Hay que
encontrarlo don a Ia solución que tal vez nos pondrá en
en su terreno ridicule a nosotros y a los daros de nuestro
problema. Pero no rechaza el trabajo. Es activo.
Un buen hueso que puede dársele es una fota Dos más bien,
incluso tres. Las miramos (per él) sin pensar en nada (de
todos modos habremos pensado en algo, dl nos lo mostrará
bien). Luego cerramos los ojos. A dl le corresponde trabajar
ahora.
ftndgenes Jr Cuando la mescalina está en nosotros, si se
sintesis pronunciaran ciertas palabras, las imágenes co-
rrespondientes aparecerlan instantá•neamente, tontamente, irre-
sisriblemente, sin inteligencia, sin la nienor fineza. Con el
haschich ocurre lo contrario. Hay que darle su tiempo de pre-
venciOn, de destruccion (como para pasar de oruga a mariposa),
su tiempo de preparaciOn, de reconstrucciOn, fases donde la
mayor pane de las veces no vemos nada. - Prefiere mostrar el
problema resuelto, es decir, el cuadro final, a veces pasmoso,
"Suenos al especie de sueflo de encargo, de sueflo al minu-
minuto" to, en el coal los datos ban side convertidos en
las estatuas de un4 monstruosa pareja inesperada (sin embargo,
siempre sobria y con elegancia en la soluciOn).
Asi forja a gusto on ser hibrido, del misma modo que se
compone una palabra nueva con otras dos, o como se formaron
70
las represenraciones de los dioses Ganescha y Anubis, es decir,
Ponnas hombre con cabeza de elefante y cabeza de zo-
compuestas rro sobre hombros de hombre, bloques de atri-
butos contradictorios, nunca manejados al mismo tiempo ni
fusionados, sino definitivamente distintos.
la mu jet- Hacer mujeres-cocodrilos se torna cosa Mcii
cocodrilo con el haschich, pues contrariamente a Ia fria
mescalina, se interesa pot las mujeres, se interesa pot las pieles
desiguales, arrugadas y duras.
No retrocedamos ante ninguna disparidad. "El" se las arre-
glará.
la mu jet- Fotos ante ml; miro largamente un camino.
cam mo Luego, largamente, miro una mujer desnuda.
Cerremos los ojos ahora. El cáñamo puede efectuar una sintesis
interesante si está en uno de sus buenos dias; puede convertirme
en un monstruo muy curioso, en el cual yo encontrarla tanto a
la mujer como al camino y el estilo y el género, si puedo decirlo
asi, de uno y otto, y la expresión femen Ana no estará ausente.
No es mecánico el haschich. Sus comienzos son siempre ines-
perados, pero raramente visibles. Esta vez, lo serán. Vayn, co-
mienza de manera sorprendente, recorriendo el camino más large,
más largo aün, como si tuviera miedo de que un camino fuera
demasiado carte para una mujer. En fin, cuando es muy largo
y se pierde en las lejanias, usted se dará cuenta de que es tam-
bién la pierna de una mujer que sigue, que sigue (qué razón
tenla de alargarse), se pierde en el infinito. Nunca hubiera
esperado una sintesis semejante, que adopta ahora un carácter
de evidencia y "dice bien lo que quiere decir".
En cierto modo también el hecho de mirar a una mujer a par-
sir de sus piernas, de "remontarla" de abajo arriba, se describe
aqul y acaso se toma en solfa.
Si yo Ic daba, junto con una mujer, ya no un camino sino
orra cosa, la respueSta "reunidora" era siempre apropiada e im-
posible de adivinar de antemano, como si yo, pot mi parte, viera
los objetos y él sólo, en ml, sus puncos comunes.
71
El haschjch no sólo hare cuadros. Realiza acres. Quizá a ma
mismos cuadros los forman no tanto imágenes que se propo-
nen como deseos que hinchan sus imágenes; a ellos están des-
tinadas sin que uno to sepa. Atli usted prueba, experimenta que
ya no está solo. Usted habita a alguien, el habitante N 9 2. Todo
cambia desde entonces. Todo es trampa. Ya en cuadro, él era
más que taimado, cinico que ye demasiada clara.
El lo va a sustituir a usted, va a convertirse en el habitante
N9 1. jOsa, por su pane, realizar * acros, y qué actos! Actos no
suyos y sin embargo usted no puede recusar completamente. No
son suyos y menos aün no-suyos. Provienen de usted; sus ele-
mentos to prueban. Estan justamente inás allá, aill donde usted
se ha detenido, per remor, sin saber que era per temor, sin saber
que se habla detenido. Ahora usted comprende. Su acm es una
invencion. Imaginar: dar una solución nueva. Me demuestra
que yo habla retrocedido. Pero él no ha retrocedido y me lo ha
hecho hacer. El demonia to ha realizado. Demonio existirá en-
tonces? Lo que existe, en todo caso, es, en el set conveniente-
mente escindido y orientado (y "vidente', pues nunca encontra-
na esto en estado primero), to que o el que descubre sus posi-
bilidades demanlacas.
El demonio. (Por qué nunca el angel? No hay droga Para
el angel? Parece pie no.)
Sin embargo, en estos actos inconfesables que pot él comento,
falta cierto encarnizamienro. El acto existe, la vision, el ruido,
el sentimiento de presencia constituyen una vision circunstan-
ciada, Pero los contactas groseros, los olores, innobles compa-
fleros de la vida real, no existen.
* * *
72
acudlan a ml, coma incluso en ci sueflo no las he conocido,
imágenes tan naturates, que sienten de tal modo 10 natural, que
no es posibie, me decia, que no existan en aiguna parte. Es-
pectaculos, muebles y sabre todo lugares que no conozco, ca-
munes, ordinarios, donde nada tengo que hacer, y donde, sin
embargo, no me sorprendla estar; la escalerita de una pobrisima
quinta de las afueras, una cailejuela, un patiecito. Y no solo
vela todo esto, sino que caminaba a ml gusto por esos sitios,
con seguridad, sin vaciiaciOn, sin preguntar tampoco, empujando
una puerta que no conozco, que quizá conocerla un dia, donde
entonces —to espero— la recanoceré,
Yo que solo acepto to extraordinario y me cierro a lo que me
radea y se presenta a mis ojos, y to exputso de mi memaria coma
mediocre e indigno y a to cuat me niego a aficianarme (y par
eso no sé nada y queda vaclo y sin recuerdas), yo estaba All
y me quedaba mirándaias can toda simplicidad y adhesiOn del
corazón y famiharidad.
* * *
Hay dias en que, en las libros que hojeo o estudio, leo una
palabra par atra. No una vez sino veinte veces, cincuenta veces,
tantas veces que, como una descarga que obstruye ci paso a la
comprensiOn, pronto se me hace imposible y. . abandono mi
lectura.
Luego de fumar haschich e inciuso muchas horas después,
cuanda su efecto aparentemente ha terminado (con él, sin
embargo, tan antojadizo, nunca se sabe), si retomo una tectura
abandonada antes, se producen aün interrupciones, tapsus, no
más nuinerosas, pero Si más incongruentes, más criticas, más
combativos. En esto recanozco que no son mIos sino de dl. Las
patabras que antes satla leer en lugar de las verdaderas no lte
gaban de ese modo. Estas (las del haschich) me Regan preci-
pitadamente, coma sopladas a üitimo momento. La fatso se
arroja, se tanza sobre to verdadero, que durante un segundo se
73
oculta y reaparece inmediaramente después. Continiro mi lectura
aturdido. De nuevo ci demonio ha sido rnás rápido que yo.
* * *
75
V
ESQUIZOFRENIA EXPERIMENTAL
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tra en el interior de la gran iglesia. Extraflamente me alegro
de set ci ünico en saber que tuve este pensamiento, un pensa-
miento cualquiera per otra pane, cuya resonancia vuelve particu-
larmente majestuoso, imperial.*
Grandes Z pasan en ml (('zébrures' [rayas] —vibraciones-
zig zags?). Luego S quebradas, o también, lo que constituye
quizá sus mitades, 0 incompletas, especie de cáscaras de huevos
gigances que un nine hubiera querido dibujar sin lograrlo jamás.
Formas en huevo o en S comienzan a perturbar mis pensa-
mientos, como si unas y otras fueran de la misma naturaleza.
De nuevo me he convertido en trayecto, trayecto en ci tiem-
p0. Pues era eso ci surco y ci flüido que contenla absolutamente
desprovisto de viscosidad; era eso per lo cual pasa del segundo
51 a! segundo 52, a! segundo 53, luego al segundo 54 y asi
sucesivamente. Es mi paso hacia adelante.
Anestesiado para ci mundo de goce de mi cuerpo y para todo
lo que hace una hora lo Ilenaba continuamente, ya no siento
sino lo que va hacia adelante. Me he convertido en proa.
Dc tiempo en tiempo encuentro una formidable encrucijada
de enervamientos, terraza de insoportables vieritos del espIritu
y comienzo a escribir casi sin darme cuenta, sin reflexionar, ocu-
pado en la transmisiOn de estas palabras, bien significativas,
Estirainiento de pero que, sin embargo, no reconozco: "Dema-
los rostros siado! ;Demasiado! ;Me da demasiado!".
Las 'Incas continijan casi sin detencion. En ellas se esbozan
rostros, esquemas de rostros (más a menudo de perfil) se ma-
nifiestarx en ci trazo en movimiento, Se estiran, se tuercen, seme-
jantes a esas cabezas de aviadores sometidos a una presión de-
masiado fuerte que Its masajea las mejillas y la frente como
rostros en los si fueran de caucho. Mucho ma's lineales éstas,
acantilados menos horribles, simpiemente grotescas. Lo que
resulta molesto en su dimension, dimension de acantilados, que
con las Ilneas sinusoidales que los impulsa parece aumentar.
* 2Vanidad de estar solo ante esa majestad?
79
fl
Salvo esos rostros grotescos que rIen en las olas (o era un
signo de ía situación que yo no comprendla?), nada.
Son los ünicos navIos que esas olas desmesuradas lievan y no
sobre ellas sino en ellas.
Qué inmensa puede set una cosa! Hay en cue algo piodi-
giosamente exagerado, aunque no modifique en nada el carác-
ter grotesco de esas cabezas, que están adornadas con perlas gris
P lata, a veces un poco matizado de azul, en verdad rnuy delicado,
en contraste sorprendente con las imneas tan hiperbolicas.
Me abandonan un instante. Un no sé qué desciende en una
gotera vertiginosa, Pero esta situación no dura y vuelven las
lIneas, las lineas, las condenadas lineas de descuartizamiento.
Froto mi cabeza cada vez más insensible, sin embargo, acar-
tonada, la froto con y en un chal, la froto maquinal y rabiosa-
menre, ünica zona viva de mi 5cr, patria cada vez más reducida.
Y las lineas, las lIneas de descuartizamiento me parecen an
más grandes. Debo esforzarme por no recurrir al azácar, que
pasa por antidote. Dc todos modos me pongo a corner casi
maquinalmente algunos gajos de naranja. Pues hay algo sos-
pechoso en esas ilneas que crecen, esas lIneas que se convierten
en acantilados, que interminablemente estiran rostros, Pero come
lo observe, mi observación me mantiene aán a distancia de la
conciencia del hecho.
Y las lmneas siguen creciendo; no sabrIa dibujarlas ni siquiera
vagamente, pues el papel ya no basta. Me detengo, dejo el lápiz,
aparto ci papel y voy a hacer otra cosa.
Me habian hablado de visiones en el cristal. (Pero, en cuanto
a esto, tambien debi de comprender ma', imaginando que podria
transferir las visiones de mi cabeza al cristal.) Tome, pues, la
bola preparada a ml lade, recuerdo que la di vuelta una y otra
vez en mi mano, cohibido, como un niflo con un objeto nuevo,
P
que no sabe utilizar e ignora si vale la ena, y dispuesto a velvet
a dejarlo. Asi iba a hacer, luego de haberlo observado inütilmente
en tres o cuatro posiciones en las que habia visto mis dedos
agrandados per la refracción, cuando... ME HUNDI.
FAI
Si
No encuentro palabras para decir lo atroz que eso puede set,
atroz en esencia, y al intentarlo, me siento un falsarlo.
(No set nada más que su set propio era eso Alli, locamente
rapido, centenas de ilneas de fuerza deshilachaban ml set, que
nunca liegaba a reconstituirse con suficiente rapidez, y qde en
ci momento de reconstituirse era rastrillado per una nueva fib
de lIneas en forma de rastrillo, y luego mM y más (Esto va a
durar toda la vida, ahora que ha comenzado,
La que rastnhla
ci alma
ahora que me encuentro en el camino por don-
de eco pasa?)
4or un instante, como el estallido de un j1as/., me acordaba
de la singular marcha de los dementes desgrenados a quienes
no solo el viento o las manos divagantes o la incuria trarifor-
man de tal modo, sino también la imperativa necesidad interior
de traducir al menos asI, ci rapido, el infernal peinado-despei-
nado de su set indefinidamente martirizado, atravesado, trefilado)
AsI y siempre a esa incesante e inhumana velocidad, me aco-
metia, me traspasaba la topadora eléctrica que horadaba so Ca-
mino en lo más personal de la esencia de mi persona.
Me hallaba no dentro de lo humano sino en un frenét±o
agitador mecánico, en un amasador-moledor-desmenuzador, tra-
tado como metal en una fundicion, como agua en una turbina,
como viento en un fuelle, como raiz en una desfibradora auto-
mática, como el hierro sometido al movimiento infatigabie de
las fresas de acero para labrar engranajes.
;Pero yo tenia que velar!
Como una curruca en la estela remolineante de un cuatri-
motor, como una hormiga bajo las aguas aplastantes de una
compuerra de desague, como no sé qué, como nadie.
Mas intenso que lo intenso era ese combate, y yo estaba más
activo que nunca, sobrepasandome milagrosamente, pero sobre-
pasado fuera de 'toda proporciOn por el fenomeno dislocante.
El horror consistia sobre todo en que yo no era más que una
ilnea. En la vida normal uno Cs una esfera, una esfera que des-
cubre panoramas. Se pasa a un castillo de un momento a otto,
82
83
Nunca senalaré bastante la intimidad de este fenOmeno y hasta
qué punto una idea es nuestro centro y qué destructible, mane-
jable y desintegrable es. Quien no lo ha experimentado no puede
saber qué desintegrables son las ideas.
Si, una idea quizá flagelada, lisiada. No dejaban de serb.
Destruccion veinte veces más rapida que yo.
Las olas que saben amasar los pensamientos pasaban ince-
santemente.
La crueldad con que se precipitaban sobre un pensamiento
es inimaginable. Luego de algunas escapadas en jirones, el pen-
samiento filamentoso desaparecla irreconocible.
corriente mortal Como si en adelante corrientes mortales Para
parael ci pensamiento acabaran de tomar como camino
pcnsamwnto cómodo a mi espiritu, conductor de no sé qué
electricidad. El rayo y yo debiamos pasar juntos.
Imposible dejar el lecho del terrible fenomeno. No tenia otro
camino que el centro de mi yo; él era casi todo, peine trepidante;
yo poca cosa sin posibilidad, siempre bajo la furiosa carda. Las
laminarias constantemente agitadas por las aguas de un mar
violento parecerian estar de vacaciones comparadas conmigo. A
ml no me ofrecian ningunas vacaciones, ni siquiera por dos se-
gundos.
Terrible, más que terrible! Sin embargo, no sentla terror.
Quien combate ci fuego tiene otra cosa que hacer. Yo luchaba
sin descanso. No podia permitirme el terror. Para eso hubiera
necesitado tregua.
Vefa también que no era necesario resistir como yo lo hacia,
primero con mi yo, y luego con mis ideas más caras, a las que
el movimiento infernal escarnecIa, desintegraba, haciéndome
cada vez más vulnerable, más desposeido, más perjudicado. Hu-
biera tenido que cambiar de procedimiento, dejar que mis tropas
se las arreglaran..
El loco es un valiente que enfrenta el fenómeno destructor
en bugar de dejar que sus funciones subaiternas se ocupen de
ebb.
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Pero en esa hora critica, aflojar las riendas es dii Icil. Tampoco
hay un instante de tranquilidad Para "presentarse de otro modo".
Ideas tontas y sin importancia hubiesen bastado, aunque hu-
biesen estado destinadas a converrirse en pensamientos de acción
mecánica y a desaparecer diabolicamente maltratadas at cabo
de poco tiempo. En cambio yo presentaba, sobre todo at co-
mienzo, mis ideas más seguras, sobre las c lue me apoyo, y ellas
se quebraban at instante, estallaban fuera de su eje y se volvian
peor que rid iculas, inimaginablemente rechazadas, destruidas y
nula& Pero a pesar de haber visto el mecanismo, me obstinaba
en suministrar to mejor de ml, to más Intimo, to más henri
michaux, si puedo decirlo asi (a pesar de los consejos que yo
comenzaba a darme), asI como on hombre, cuyo brazo es atra-
pado en el movimiento rotativo de una correa, haga lo que haga,
es ilevado irresistiblemente at centro peligroso que va a des-
truirlo totalmente en una nada.
Todo to que usted presente a la esquizo-mescaliana será tn-
turado. No se presente usted mismo, entonces. Y no le presente
ninguna idea vital, pues es horrible to que hace con ella.
Presente lo que tiene poca importancia, imágenes, pequefias
ideas corrientes.
Si no, usted resultará totalmente inhabitable, se vera con
horror; su casa en medio del torrente seth objeto de irnisión para
usted mismo.
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do o matándose; en una palabra, cuando comience "su obra"
voy a poder contenerlo ... hasta que se lo lleven, o, cosa ri-
dicula como un esfInter insuficiente, no voy a poder contenerlo?
En tal caso, es ahora cuando debo reclamar la camisa de fuerza.
Este era ci problema que tenia que resolver con calma y juicio
en un momento de ruptura y de desintegración.
Cuánto hubiera deseado, en lo posible, no liamar is atención
y no malgastar pot un abandono premaruro, pot una floja y
prudente apelación, 10 que me quedaba de independencia (!) y
de vida. Traga, me decla, como incitación a! coraje.
***
Sin embargo, habla algo nuevo y algo malo. Lo que habla
estado separado ya no lo estaba. Dos companimientos estancos
acababan de inundarse. Actualmente necesitaba luchar con to-
imputsos das mis fuerzas contra los actos ridIculos que
aflulan a ml cabeza; al ver ml rostro, habla comprendido que
iban a ocurrir, pero nunca lo hubiera adivinado. Con una rapi-
dez, una rapidez insensata, apareclan, me sacudian para que yo
ejecutara ci acm propuesto, me sacudlan, me sacudlan como un
jirén a impulsos del viento de un molino, luego desapareclan.
Apareclan otros, pujando, pujando, todos normales, avidos de
realización, no de una clase sino de diez, no contra tai o cual
ni contra ml sino contra cualquiera, sin preferencia, insaciables,
y a quienes diez crimenes y otros tantos incendios no hubieran
contentado; nada podia contentarlos. Desde su aparición yo no
debla intentar luchar —no se trata de esto— sino reemplazarlos
por un pensamiento inofensivo pero que a menudo, después de
algunas trituraciones rapidas, se volvia a su vez peligroso, pues
^qu6 hay en una palabra que no pueda transformarse en cu-
chub? Y después cómo no tomarlo, cómo derenerlo? Hacer
frente? Absurdo. Soy los pensamientos. Coinciden conmigo; yo
más que consentirlos, soy inseparable de ellos desde su spa-
rición. Todo ilega en medio de la locura porque no hay retr9-
cern. Una idea pasa con usted ci sendero ünico. No hay panora-
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ma. No hay diversién. No hay un tercero. No hay comparación.
No hay detención (tan necesaria para el juicio).
El y usted, a toda velocidad. Fenomeno capital de Ia demencia
que quizá sea 'a otra cara del fenOmeno de la fascinacion. -
Conducta desarreglada, caderia de pensamientos y de actos
pensados que van mecánica y automáticamente en sentido con-
rrario del sentido habitual.
Los impuisos perversos no se hablan apoderado de todo el
movimiento. En efecto, de todos modos no dejaba de maltra-
tarme terriblemente el movimiento vibratorio. Tenla numerosos
efectos. La fuerza de sus zigzags era tal que habiéndole pedido
a un amigo, M. S., que viniera y permaneciera en la habitacion
contigua, más clara, donde, mientras no lo necesitara, pocirla
impermanencia Jeer, cinco minutos después de su alejamiento
no lograba saber si estaba alli, incluso si habla venido, o si solo
yo habia pensado en pedirle que viniera. Pues cinco minutos
después de ausentarse, la amplia comprobacion de que estaba
presente habla resultado tantas veces sacudida, quebrada y sobre
todo interrumpida en ml conciencia que ya no me parecia ver-
dadera ni falsa, ni pasado ni futuro, sino on picadillo del que
no podia sacar un solo hecho definitivo. Nada podia set detenido.
La certidumbre, sacudida como un objeto, contradicha tan
pronto como dicha, luego de haber adoptado decenas de posi-
ciones matizadas, variadas, variadas y pronto contradictorias
(tales como: Hubiera podido venir si yo In hubiera mandado
Jlamar. Puedo intentar llamarlo. En efecto, por qué no haberlo
Ilamado? o bien ya Jo habia despedido? Por qué no ha que-
rido quedarse? o bien temo aburrirlo y le he dicho que me
dejara? 0 bien no podia permanecer más tiempo, o bien no
habia tenido tiempo de venir y mañana sera demasiado tarde,
etc., etc. . . ), la certidumbre, indefinidamenre variada, se vol-
via prácticamente nula e inoperante.
Completamente al azar yo pronunciaba S... en alta voz para
el caso que fuera posible que no se hallara lejos de ml, y en
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efecto al oft su nombre aparecla con aire cohibido. Le decia
tal o cual cosa para ocultar la humillante no la peligrosa verdad.
Volvia a partir docil y apenas habia partido, la renovada cer-
tidumbre, sometida a los mismos ataques, se desmoronaba, cons-
tantemente toboganante, dejaba de set certidumbre, para conver-
tirse en sujeto, tema, tema de infinitas construcciones.dcstruccio
nes, y se hacia nula.
Sin fijeza, no hay más certidumbres. La permanencia cons-
tituye la certidumbre. Certidumbre de un solo segundo no vale.
Con S. . ., y niás tarde con ci medico, yo vigilaba mis pala-
bras, o mas bien, luego de haber proferido algunas que me pare-
cia que no hubiera debido decir, capaces de despertar sospe-
astucias de loco chas, preparaba otras, sea para apartarlo de la
sospecha que las primeras hubieran podido infundirle, sea para
sondearlo y tratar de saber qué pensaba realmente de mi estado
extraordinario que no podia hallar ordinario, aunque aparentara
estar en calma. La calma, la masa de calma, la calma, en gruesas
tajadas de calma de las personas mentalmente sanas, es algo
fantâstico e increible. Pestafleando mil veces, no es posibie creer
que estén -verdaderamente inmoviies y sin ideas bullentes detrás
de la cabeza. Se las vigila con el rabillo del ojo, como se vigila
sus palabras, donde hay un mundo para captar y retener contra
nosotros, si pusieran atención en ello. Pero es que no ponen
atención? Se hace de modo que ninguna frase reveic exacta-
mente so sentido sino otto, próximo, menos grave o de otro
género, para despistar. (Pues presentarse como normal seria
imposible y tonto). Incluso se pronuncian ciertas palabras am-
bivalentes, para que el testigo no sepa 51 uno está loco o Cs
sélo un simuladok que siente placer en burlarse de los demás.
Este comportamiento completamente nuevo en ml lo observa-
ba con sorpresa mientras hablaba o más bien inmediatamente
después de haber hablado. Me habia vuelto tramposo.
Hablar con el prójimo creaba problemas,
significacidn 4€ las mostraba estragos. Cuando más tarde llegó el
ausencias medico, a quien pude explicarle ciertas cosas y
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trico, aunque no correspondiera al carácter de uno ni de otto ni
se acomodara a su actitud lo que yo me decla. Pero si hubieran
visto el remolino en ci cual me debatia, hubiera sido normal
y más normal aün que me hicieran internar en seguida.
Ausencias. - Durante estos cambios, yo advertla de nuevo
Tango ausenctas. mis ausencias. Cuando ml mal era mâs fuerte,
Tango ausenc!a
pot ,nillares
cuando albergaba el rayo, atendia unicamente
perlas grises en a eso, a ese grave interior. Ahora volvia por
ml sacudidas momentos al exterior, at intercamblo con el
exterior. Más ausencias significaba al mismo tiempo más pre-
sencias.
El huracdn Me repartia entre dentro y fuera. Lo que
mescalinianO tomaba a uno iba al otro. Ninguno lo rena todo
(desde ci comienzo ahora. Esos pasajes, esa lanzadera que yo ma-
por otra parte)
parecia haberse
nej aba, me daba una impreslon desagradable
dirigido a los
de cosa ligera y poco interesante. No los re-
puntos a los que cuerdo bier,. Desviado por la conversación de
yo dirigia ml la este!a infernal que habia en mi centro, ci
atencion. huracán, como siguiendo mi atención, se dis-
Las imagenes tributa, se dispersaba, habia tomado varios Ca-
primero
—Las ideas—
minos, estaba tanto fuera como dentro (donde
el yo era menos maniaco, menos prodigioso) y tenla
y cuando Sc me más de una relación con una tempestad que
dispersa, éi se sin liegar al puente se anuncia por signos di-
dzspersa conmigo versos; boteilas que ruedan o los ruidos de una
Iona mal ajustada que cruje y parece soltarse a causa de las rá-
fagas de viento, cuya fuerza aumenta y al fin disminuye, mientras
ci navIo cabecea penosamente.
El medico volvió por la noche y después de haber discutido
largo tiempo con interés y amistad, me dejo sin otto examen y
P
aparentemente tranquilizado. Yo dudaba aün, ero parecia wino
dudar.
* * U
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todo a perder hablandole algo ridIculamente, Pero de .una ma-
nera que me resultaba, estoy seguro, necesaria. En efecto, me-
diante ese largo rodeo, mi set se aflojaba. De pronto, el contacto
de mi manta de viaje le pareció suave y calido a la palma de
mi mano, que envió Ia noticia a todo el cuerpo y ésre se apatiguó
on poco.
Sa1vado? Yo estaba salvado? Quizá no era más que on co-
mienzo. Pero qué maravilloso: mi cuerpo me resultaba agrada-
bie. Mi locura iba a terminar. El cuerpo recuperaba su equilibrio.
Conocla todos los placeres, las sensaciones antagOnicas.
Al fin volvió la maflana, el alba. Hubiera debido adormecerme.
Las diversas señales que se manifestaban con el dIa naciente eran
indicaciones de renaciente realidad. Tenlan todavIa poca densidad,
pero un poquito que yo apreciaba como conocedor, como "agfa-
decido".
Las seflales mostraban que mi cuerpo, compladéndose en sus
sentidos, iba a recobrar voz. No me iban a derribar tan pronto.
"Las hojas caldas vuelven at arbo!, to yes". . . me decla.
Pues, at convertirme en un extraño, "ajeno a ml", podia hablar-
me como a otra persona.
***
* Acaso exista ci miedo loco de los microbios, del contagio y de las sucieda-
des, Pero cuinto ms tolerable y nioderado.
!BJ
* * *
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Hacia el final de la intoxicación, el movimiento de circulación
era más débil y las configuraciones menos ricas.
La permanencia * y la reaparición persistente de ese sistema
(en evolucion) se oponen radicalmente a la fragilidad de las
demas imágenes que llegan y desaparecen.
Es la visualjzacicjn de un ritmo **: cuando me familiarice
con ci fenomeno y en su base misma, me pareció que la vision
no era sino una manera de hacer tangible una evolucion rItmica,
asi como el puntito convencional servIa para distinguir mejor
los remolinos. Toda la visiOn no era más que una metáfora
visual.
Tenfa la impresiOn (sin dare credito, pues par otra pane,
la expeniencia era monOtona a la larga y al fin y al cabo fasti-
diosa) de un espacio en cierto modo primordial, del cual el
espaclo objetivo e incluso el de las demis visiones no hubiéran
sido sino un epifenomeno.
La neutnalidad afectiva, indiferencia casi, con la cual segula
el desarrollo del fenOmeno hacia pensar en una especie de estado
pre-personal, un estado de 'ante existencia" infinitamente arcaico.
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Si no se apiican continuamente frenos o "limitadores", como
se dirla en cibernetica respecto de Ins circuitos retroactivos, ci
pensamiento no tarda en circular con dernasiada velocidad, como
ocurre en ci sueño cuando no está sometido a control. Hay que
preservar su velocidad.
Parece que de todos los animales ci hombre es ci que controla
mayor nümero de barreras y pasajes fibres, de 'si" y de "no", de
permisos y prohibiciones. Mamifero con frenos. El animal que
soporta ci tabiero de comando más complicado.
Las cadenas de refiejos, no tan refiejos sin embargo, soiucio-
nan muchas cosas pero no codas. Qué es lo que más fatiga en
la vida y lo que conduce con mayor seguridad a la iocura? Per-
manecer despierto. Permanecer frente a su tabiero de comando.
No basta ci sueflo de todas las noches para reponerse de las
continuas, de las infinitas operaciones de control y para absorber
(o neutraiizar) la muititud de impresiones, de puntos de vista,
de respuesta a los excitantes, de comienzos de pensamientos, con
Ins cuales no se sabe qué hacer y que los sueflos, por aigán tiern-
po todavIa, van a agitar y fijar como sea.
Todo lo que dura es insostenible para ci que vigiia. Tiene que
despedirse. Tiene que descansar, si no cae en la enfermedad ci
que controia, o sea la locura. Pues no va a dejarlo todo simple-
menté. Va a agitarse, a realizar escapadas, a habiar sin descanso,
a escribir inciuso, a delirar, a oIr voces, a proyectar, a emprender
multitud de cosas, a imaginar otras, como si aigo en la mente
no exigiera sino funcionar mucho, mucho más rápido que de
costumbre, mucho más rápido que lo que es su veiocidad "iibre",
la de las pesadillas (que equivale aproximadamente a cincuenta
veces la veiocidad normal), la que surge en pores segundos en
ci espIritu de los que se ahogan, la que se manifiesta, creadora
de dehrios, en muchas agonlas; la de las emociones muy grandes
e incluso la de la alegrIa sábita, que ma's de una vez ha enlo-
quecido en un instance y de modo espectacular a personas que
no habian podido "contrariaria" a ella y a su cortejo de pensa-
mientos demasiado maravillosos.
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Ciertos sentimientos -if-en ese caso justamente considerados
malos— quizá fabrican ademas algunos venenos nerviosos Ca-
paces de deteriorar los controles, como el del diencefalo, gran
regulador y amo del sueño, u otros más, y desencadenan por eso,
clebido a la falta de resistencia de los controles, una nueva ace-
leracion de ideas mayor que la primera, y anulan toda modera-
ciOn, todo dominio.
No dejar arrastrarse, conservar el dominio de la velocidad,
serla, pot merafIsicas o chatas que scan las ocupaciones de los
hombres, su preocupación subyacente, su constante y secreta aten-
ción.
Bajo el hombre que piensa y a mucha mayor profundidad,
está el hombre que maneja, y que sabe manejarse.
110
POSTFACIO
112
INDICE
Prefaclo . 11
I,
ESTE LIBRO SE TERMINO DE
JMPR!MLR EL DIA 11 DE ENERO
DEL A!O MIL NOVECIENTOS
SETENTA Y UNO, EN LAS
PRENSAS VENEZOLANAS DE
EDITORIAL ARTE, EN LA
CIUDAD DE CARACAS
Michaux / Miserable Milagro