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CÓDICES Y CODICOLOGÍA

Qué es un manuscrito
La palabra manuscrito deriva de los términos latinos manus (mano) y scriptus (escrito),
o sea, que literalmente un manuscrito es cualquier texto que esté escrito a mano. Según
la definición puramente etimológica pueden considerarse un manuscrito la lista de la
compra garabateada en la parte de atrás de un sobre usado o una bella inscripción romana,
porque ambos han sido realizados a mano.
E incluso encontramos manuscritos que no han sido escritos a mano. Por ejemplo, en las
páginas web de muchas y muy reputadas publicaciones científicas, se especifica que los
manuscritos deben enviarse en un formato digital. Pero este uso de la palabra
“manuscrito” no es propio, y de hecho es un resto de cuando los autores enviaban a las
editoriales sus textos escritos a mano, porque todavía no se había inventado la máquina
de escribir.
Por supuesto, en este curso no vamos a dedicarnos al estudio de estos tipos de manuscrito,
sino a los que se refiere el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en
su tercera acepción:
Particularmente, el [papel o libro escrito a mano] que tiene algún valor o antigüedad, o es
de mano de un escritor o personaje célebre.
O sea, en el significado estricto del término, consideramos manuscritos aquellos libros
producidos durante la Edad Media y el Renacimiento, y alguno (muy pocos) que se ha
conservado de la Antigüedad tardía.
La mayor parte de los manuscritos que han sobrevivido son de naturaleza religiosa,
aunque especialmente a partir del siglo XIII se copiaron manuscritos de materia secular,
cada vez en mayor abundancia.
Pero aunque todos tenemos una idea bastante definida de lo que es un libro manuscrito,
ofrecer una definición precisa no es fácil. Hay muchas definiciones, pero ninguna es del
todo satisfactoria.
En general todas ellas hacen referencia a cuatro aspectos:
1. La técnica empleada en la producción, que debe ser a mano, lo que por tanto
excluye cualquier tipo de impreso y por supuesto cualquier documento en formato
digital;
2. El material que sustenta la escritura, que debe ser “blando”, o sea, básicamente
papiro, pergamino o papel, lo que excluye a las inscripciones;
3. El contenido y propósito del escrito, porque el uso a esclerotizado el término en
el sentido de libro como portador de un texto (literario, filosófico, legal, religioso,
etc.) que ha sido concebido con la finalidad de circular y ser objeto de comercio,
lo que excluye la inmensa mayoría de los documentos archivísticos;
4. El modo de producción, copiado por un amanuense, lo que implica unos claros
límites cronológicos que no supera la segunda mitad del siglo XVI, y excluye a
todos los libros producidos por procedimientos mecánicos, esto es, impresos,
incluyendo los primeros de ellos, que se denominan incunables.
Así pues, (libro) manuscrito se contrapone a:
1. libro impreso, pues el sistema de copia es manual, en oposición a la impresión, lo
que implica que todas las copias de un mismo texto son distintas entre sí, mientras
que todas las copias de un libro impreso son virtualmente idénticas;
2. documento (diplomático o de archivo), pues su contenido está concebido para ser
transmitido, no para ser prueba de derechos y deberes;
3. inscripción, porque está ejecutado en un material escriptorio “blando”, frente a la
piedra o el metal (materiales duros) de las inscripciones.
Ello en la teoría, porque en la realidad las fronteras entre el manuscrito y sus “opuestos”
son muy permeables. Por ejemplo, los primeros libros impresos, denominados incunables,
siguen teniendo algunos de sus elementos realizados a mano, sobre todo la ilustración (al
menos en parte), y las copias incluso dentro de una misma edición no son idénticas (pues
dentro de una misma edición se pueden distinguir distintas emisiones y distintos estados);
algunos documentos, como las cartas ejecutorias de hidalguía en España, están realizados
en formato librario y con tanto aparato decorativo que dan la impresión de haberse
confeccionado al menos con fin de ostentación; por último, la división entre materiales
duros y blandos deja algunos testimonios escriturarios, como las tablillas enceradas, en
tierra de nadie, ya que la cera no puede ser considerada en absoluto un material “duro”, y
sin embargo el modo en que reciben la escritura es por medio de una incisión, como en
las inscripciones.
Muy a menudo encontraremos la palabra códice como sinónimo de libro manuscrito. Por
ejemplo, el Diccionario de la Real Academia define códice como
Libro manuscrito anterior a la invención de la imprenta.
Y en efecto en el 90% de los casos que encontremos la palabra “códice” habrá que
entenderla como un sinónimo de “libro manuscrito producido antes de mediados del siglo
XVI”, pero estrictamente hablando el códice es una de las varias formas que puede
adoptar un libro manuscrito, aunque, eso sí, la más corriente de ellas. Veremos más sobre
las formas del libro manuscrito en la segunda unidad didáctica.
Por cierto, la disciplina académica que tiene por objeto el estudio del libro manuscrito (en
el sentido que lo tomamos aquí) se denomina Codicología, y codicólogos a los
especialistas que se dedican a ella. Muy relacionada con ella está la Paleografía, que es la
disciplina que estudia la evolución histórica de la escritura. Pero las fronteras entre una y
otra no están muy claras, y a menudo las mismas personas se dedican a las dos.
Un concepto importante que debemos abordar es la diferencia entre el manuscrito o
códice y la obra que contiene. La obra es el texto en abstracto, es decir, la serie de palabras
según fue compuesta por su autor original, por ejemplo, La ciudad de Dios, compuesta
por san Agustín de Hipona a principios del siglo V. Este texto está copiado en muchos
libros tanto impresos como manuscritos, de época muy posterior a san Agustín. En esta
imagen vemos una copia de La ciudad de Dios, realizada en 1470, o sea, más de mil años
después de que san Agustín la redactase.

(New York Public Library, Spencer Collection MS 30. Copia de S. Agustín, La ciudad
de Dios realizada en el s. XV)

En resumen, se puede decir que la obra es el contenido del manuscrito y que el manuscrito
es el contenedor de la obra.
A veces sucede que se ha conservado el texto en su estado original, escrito de puño y letra
del autor, pero estos casos son escasísimos. Cuando un manuscrito ha sido copiado por el
mismo autor de la obra que contiene lo denominamos autógrafo. Un ejemplo famoso de
un manuscrito autógrafo es el de Bruselas, Biblioteca Real, MS 5855-61, que es la
redacción original que Tomás de Kempis hizo de su famosa Imitación de Cristo en 1441.
(Bruselas, Biblioteca Real, MS 5855-61. Autógrafo de Tomás de Kempis, Imitación de
Cristo)
La importancia de los manuscritos y de las disciplinas que se ocupan de ellos en el ámbito
de los estudios medievales es imposible de exagerar. Y ello por varias razones:
1. Los manuscritos constituyen el mayor conjunto dentro de todos los artefactos
conservados de la Edad Media;
2. Los manuscritos se pueden considerar desde numerosos puntos de vista: literario,
artístico, histórico… por lo que suponen una fuente primaria inigualable en todo
tipo de estudios medievales;
3. Cada manuscrito en sí mismo es una pieza única, pues incluso dos manuscritos
que contengan la misma obra y hayan sido copiados por el mismo copista se
diferencian en detalles menores, producto del proceso artesanal;
4. Su valor en términos económicos es enorme.

Qué es un manuscrito iluminado

En sentido estricto un manuscrito iluminado es aquel que está decorado con oro o plata,
pero en general se denomina manuscrito iluminado o miniado a aquel en el que el texto
está complementado con algún tipo de decoración, no necesariamente oro o plata. Esta
decoración puede ser tal como iniciales, bordes o ilustraciones.
De todos modos, lujoso o sencillo, raro es el libro medieval que carezca por completo de
decoración, aunque sea en un mínimo grado (por ejemplo, rúbricas o letras iniciales de
trazado simple, pero en algún color destacado), hasta el punto de que la total ausencia de
decoración nos puede estar indicando que o bien el manuscrito quedó inacabado, o bien
nos hallamos ante un instrumento de trabajo personal.
Para designar el proceso por el cual un manuscrito recibe elementos figurativos
extratextuales se utilizan varios términos, que tienen un significado específico por más
que a veces se usan indiferentemente. Estos términos son:
Ilustración
es la representación de personas escenas y objetos relacionados con el texto de un
manuscrito (Voc. nº. 511.03).
Ornamentación
es el conjunto de elementos figurativos ajenos al contenido del ejemplar y que
consiguientemente no forma parte de la ilustración (Voc. nº 511.04).
Iluminación (illuminatura, alluminatura)
es “hacer luminoso” y por extensión adornar (en sentido retórico). Se halla en las
fuentes medievales a partir del siglo XII; con anterioridad el término empleado
es historiare (que literalmente significa diseñar las imágenes que representan
escenas o personajes).
Miniatura (del verbo latino miniare)
es según su sentido etimológico el acto de aplicar el minio (=rojo). El Vocabulario
de Codicología la define como una “pintura ejecutada en un manuscrito, y más
particularmente la que pertenece a la ilustración propiamente dicha".

El estudio de los elementos decorativos ofrecidos en los manuscritos es una parcela de la


Codicología que aún no ha sido abordada de manera sistemática. Sin embargo, el análisis
y la comparación de dichos elementos puede ser de gran ayuda para encuadrar una obra
en el espacio y en el tiempo. El problema es que de momento carecemos de repertorios
que permitan establecer filiaciones y familias estéticas. Para confeccionarlos se podría
utilizar una metodología similar a la que sigue el paleógrafo o especialista en escrituras
antiguas para identificar las escrituras, es decir, observar una serie de detalles o unidades
mínimas de trazo y comparar las soluciones adoptadas.
Por lo que respecta a la pintura propiamente dicha, puede aportar importantes indicios
para la datación y localización del manuscrito, porque la existencia de convenciones
locales hace que las ilustraciones varíen sensiblemente de región en región. En el caso de
los manuscritos historiados, las filiaciones iconográficas permiten establecer
agrupaciones de manuscritos que de otro modo serían imposibles, en tanto que la
reconstrucción de la obra de un artista puede permitir asociar una personalidad estilística
con un nombre identificado a través de fuentes documentales.
En los manuscritos más esmerados la decoración puede proporcionar claves para
identificar destinatarios o poseedores (retratos, alusiones biográficas, emblemas, escudos
de armas).
Finalmente, desde el punto de vista de la interpretación, la imagen nos informa sobre la
lectura del texto tanto o más que el texto nos informa sobre la lectura de la imagen.
Una última observación: en relación con el estudio de los elementos cromáticos y
figurativos del manuscrito corresponde al codicólogo lo relativo a las técnicas y
procedimientos de elaboración de la decoración y su relación con el texto; el aspecto
estético, incluyendo estilos, temas y motivos iconográficos, compete al historiador del
arte. A veces, sin embargo, la línea divisoria entre ambos puede ser sutilísima.
CODICOLOGÍA
Es una palabra derivada del término latino codex (tablilla para escribir; libro, registro
escrito) y del sufijo griego "-logía" (significa ciencia, estudio, tratado). El primer
elemento de esta palabra alude al codex o códice como volumen que alberga un texto
escrito, anterior a la época de la reproducción mecánica de la imprenta. Por tanto, la
palabra en su totalidad se referirá al estudio de los códices o libros manuscritos.
Es un término bastante claro para designar la ciencia de los manuscritos, como una
disciplina independiente, aunque relacionada con la paleografía, la crítica textual,… Es
decir, con aquellas materias auxiliares de la filología de textos antiguos bien desarrolladas
para el estudio de los documentos históricos y literarios anteriores a la era de Gutemberg
(ca.1399-1456).
LA CODICOLOGÍA es la disciplina que estudia los libros como objetos físicos,
especialmente los manuscritos escritos en cuero, papiro, pergamino, papel u otros
soportes.
la Paleografía se ocupará de descifrar correctamente la escritura, incluyendo la
interpretación de las abreviaturas y el análisis de las eventuales faltas textuales, además
de datar y localizar el manuscrito en cuestión.
La Codicología tendría como misión el examen los elementos materiales del códice, es
decir, naturaleza del soporte de la escritura, confección y composición de los fascículos
y modo de conservación, y el estudio de toda escritura (anotaciones, observaciones,
marcas, etc.) que no forma parte del texto propiamente dicho.
… en tanto los manuscritos sirven principalmente para registrar y transmitir los textos, la
paleografía permite estudiar las escrituras antiguas mientras la filología se aplica al estudio de los
textos en sí. Complementando a esas disciplinas eruditas, la codicología considera todos los
aspectos materiales del escrito: en la forma que se presenta (rollo, códice, documento aislado …1

Es decir, aunque la expresión que designa la disciplina deriva del término códice, se
incluyen en el campo de estudio también los rollos y las hojas sueltas.
Se establece una distinción entre codicología histórica, dedicada al estudio de las
bibliotecas, colecciones y catálogos, y la codicología científica, cuyo objetivo es el
examen arqueológico de los manuscritos.
La codicología arqueológica, también llamada codicología científica o codicología
técnica o arqueología del libro, consiste básicamente en el examen material de los
manuscritos. Presupone el examen material del codex, eventualmente con la ayuda de los
procedimientos científicos modernos. Algunos aspectos que son objeto de estudio dentro
de este ámbito son:
 La forma del libro (volumen o codex) y las causas y consecuencias del proceso de
mutación del uno al otro
 Las materias escriptorias (pergamino, papel…)

1
Como indica el Institut de Recherche et d´Histoire des textes (IRHT)
 Las herramientas del copista y sus condiciones de trabajo
 Las tintas y colorantes
 La composición de los cuadernos
 La preparación de la página para recibir la escritura
 La decoración
 La encuadernación

La codicología histórica, consagrada al estudio de las bibliotecas, colecciones y


catálogos, que considera el libro en su contexto de producción y uso (o sea,
el scriptorium y la biblioteca), en tanto que fenómeno cultural. Dentro de esta última se
incluirían también los estudios sobre el iter de los manuscritos, es decir, su devenir
histórico en el espacio y en el tiempo. Aborda el estudio del libro manuscrito como
fenómeno cultural desde una perspectiva multidisciplinar o al menos multidimensional,
que incluye la historia intelectual, cultural, artística y tecnológica, pero también
económica y social.
Con frecuencia se denomina a la codicología: Arqueología del libro. Se ocupa de los
materiales (pergamino, papiro, papel, pigmentos, tintas, etc.), y de las técnicas vinculadas
a la confección de los libros, incluida su encuadernación.
El examen más cercano de los atributos de un libro permite frecuentemente establecer su
historia y procedencia, o unir partes de un mismo libro que durante largo tiempo
permanecieron separadas. Los paleógrafos y codicologistas estudian también la historia
de las bibliotecas, colecciones de manuscritos y catalogación de los libros.
Un conocimiento importante es cuándo y cómo un manuscrito encontró su camino hasta
su actual localización. La disciplina también se ocupa del contexto de las diversas
comunidades (cortes, monasterios, escuelas de catedrales, universidades) en las cuales los
escritos se produjeron y usaron. Se atiende tanto a los elementos textuales como visuales
y a la relación entre texto e imágenes.
El estudio de ciertas características de la escritura como las marginalia, las glosas, las
anotaciones al margen de los propietarios originales, etc., caen en ambos campos, como
sucede con los aspectos físicos de la decoración que, por otro lado, también ocupan a la
historia del arte.
Metodología
Uno de los problemas más acuciantes de la Codicología es que, al ser una disciplina tan
joven, adolece de la falta de unos cauces tradicionales por los que pueda discurrir la
investigación. Las diversas vías propuestas reflejan, en realidad, experiencias personales
fruto de intereses personales o de los modos concretos en que cada investigador ha
examinado un problema determinado.
Este problema se extiende incluso al vocabulario científico, obligando al especialista a
definir y redefinir continuamente su propio vocabulario técnico, e incluso así son
frecuentes las falsas interpretaciones.
En cualquier caso, los estudios codicológicos requieren como condición previa la
existencia de catálogos e inventarios de manuscritos que permitan el acceso a la
investigación.
En terreno de los grandes catálogos colectivos de manuscritos a nivel nacional se aprecia
un considerable desfase entre los diferentes países europeos, siendo Alemania quien ha
desarrollado esta iniciativa en primer lugar y de forma más amplia y rigurosa.
En relación a los catálogos y repertorios temáticos (sobre medicina, filosofía, liturgia,
musicología, derecho…) rara vez proporcionan datos de interés para los estudios
codicológicos. La única excepción es el Catalogue des manuscrits datés, comenzado
durante los años 60 como una iniciativa de carácter internacional (con la inexplicable
ausencia de las bibliotecas españolas y estadounidenses).
La irrupción de la informática en los estudios codicológicos ha permitido un
replanteamiento de los métodos de descripción del manuscrito, precisar el vocabulario y
redefinir las normas de observación y notación, ya que obliga a organizar, estructurar y
jerarquizar los diferentes elementos objeto de observación.
El avance en las técnicas de laboratorio aplicadas a la restauración ha permitido realizar
observaciones imposibles al ojo humano.
La descripción del manuscrito
La descripción de un manuscrito es la tarea codicográfica por excelencia. Al realizarla es
preciso ponerse en el lugar del investigador (actual y futuro) y considerar cómo la
descripción puede aportarle la información que necesita para su investigación, porque en
cierto modo la descripción viene a sustituir al libro original. Implica por parte del
codicólogo el descenso a los hechos por medio de un análisis completo de todas las partes
y elementos que forman el manuscrito para después reconstruir el proceso de elaboración
en todas las fases. El codicólogo se pone entonces en el lugar de las personas que han
elaborado el manuscrito, intentando averiguar su intención, la razón y el método de su
trabajo, así como la calidad de la copia y su lugar en la tradición literaria. Y todavía más,
sigue al manuscrito desde el día de su terminación hasta el momento presente y averiguar
lo que sea posible sobre sus vicisitudes y su historia.
A diferencia de la catalogación de libros impresos que se practica en las bibliotecas, no
existe un modelo comúnmente aceptado de descripción codicográfica, y cada institución
ha desarrollado más o menos consuetudinariamente el suyo propio. Pero si hubiese que
elegir una norma por la especial influencia que ha ejercido en este sentido, esta sería la
de la Biblioteca Apostólica Vaticana (Leges quas procuratores Bibliothecae Vaticanae
in codicibus graecis recensendis sibi constituerunt, 1923) o la instrucción elaborada en
Alemania (Verzeichnis der Handschriften in Deutschland, 1958). Aunque en distinto
orden, ambas consideran un proceso tripartito que no difiere en lo sustancial:
1) Normas de la Biblioteca Apostólica Vaticana
En relación a las normas Vaticanas se tienen que tener en cuenta los siguientes puntos a
la hora de describir un códice:
- Su aspecto externo
- La recensión de las obras transmitidas
- El análisis codicológico y paleográfico
- La historia del códice (tradición del manuscrito)
- Bibliografía relativa al códice o texto
- Hacer un resumen del contenido del texto
2) Normas de las Bibliotecas Alemanas
Tendremos en cuenta:
- Descripción externa
- análisis codicológico, paleográfico y la historia del códice
- hacer un examen textual del texto

En general el protocolo de descripción comienza con la descripción de los elementos de


identificación, para proseguir sin solución de continuidad con el análisis codicológico,
paleográfico, etc., y estudiar el contenido textual.
Este proceso se puede desglosar en una serie de apartados, que como se ha advertido más
arriba son ligeramente distintos para cada institución. Lo que se presenta a continuación
es por tanto meramente una propuesta personal realizada a partir de una reintepretación
de las prácticas codicográficas de varias bibliotecas y manuales de Codicología.
Las normas de Elisa Ruiz para la realización de una ficha catalográfica “idílica”:
Se compone de los apartados siguientes, cada uno de los cuales con sus respectivos
subaparatados (que serán tratados por extenso en consecutivas unidades de este curso, por
lo que aquí se ofrece una panorámica muy general):
1. Datos de identificación del manuscrito
2. Datación tópica y crónica
3. Composición material del manuscrito
4. Composición de la página o impaginación
5. Análisis paleográfico
6. Notación musical
7. Descripción del contenido textual
8. Decoración
9. Encuadernación
10. Historia del manuscrito
11. Fuentes de información científica sobre el manuscrito

1º Catalogador
Se debe consignar o indicar la persona que realizará la recensión o ficha y la fecha en la
que la realiza.Se hace esto para saber quién es el responsable de la ficha.
2º Signatura del manuscrito
Encontraremos dos tipos de signatura
Signatura completa
-nombre de la ciudad donde se encuentra el manuscrito
-la biblioteca o lugar donde está depositado
-el fondo en el que se encuentra
-el número o siglas de identificación del volumen
Madrid, Biblioteca Nacional (BN), Sección Manuscritos, nº 140
Signatura Abreviada
-el fondo en el que se encuentra
-el número o siglas de identificación del volumen
Sección Manuscritos, nº 140

3º Datación del manuscrito


Si el manuscrito tiene fecha concreta ya la haya aportado en el Colofón o en otro elemento
del códice, será consignada y entre paréntesis al lado de la fecha el folio donde la hemos
encontrado o el lugar del documento.
A veces el manuscrito no tiene fecha así que tendremos que calcularla aproximadamente,
teniendo en cuenta un “arco temporal” no muy amplio.
Podremos tener pistas para la datación si conocemos quien hizo el códice, quien lo mandó
hacer, los hechos que narra el manuscrito, etc.
Cuando no tengamos fecha fija y ningún dato, el “arco temporal” será más amplio por lo
que lo dataremos alrededor de un siglo. Para ello podemos mirar la filigrana del papel, el
tipo de letra, la encuadernación, serán elementos que nos aporten pistas.
Tendremos que justificar la fecha elegida y los elementos en los que nos hemos basado
para nuestra decisión.
Si es al comienzo de un siglo los señalaremos con la abreviatura IN. (inicios)= IN. s. V
Si es a mediados de un siglo utilizaremos la abreviatura MED. (mediados)= MED. s. V
Si es a finales pondremos la abreviatura EX. (finales).= EX. s. V
4º Localización del manuscrito
Se intenta buscar el lugar de origen del manuscrito, si no lo tenemos de manera específica
reflejado en el mismo, buscaremos posibles indicios como en el caso anterior.
5º Material del códice
Se dice si está hecho en papiro, pergamino o papel.
Si está hecho de pergamino se tiene que profundizar más, con que tipo de piel está hecho,
espesura y grosor, ver el color, si se diferencia el lado de la carne de el del pelo, dar
noticias sobre la preparación del pergamino, si encontramos capilares o pelos, si está roto
y se le ha cosido, si se ha teñido de púrpura o si es un palimpsesto.
Se tenemos papel tenemos que ver el tipo de papel que es (oriental y occidental) y si tiene
alguna variante (Española, Italiana, etc), el formato del papel (tamaño= infolio, incuarto),
las filigranas, los puntizones y corondeles, etc
6º Las dimensiones del códice
Se darán en mm, midiéndose primero lo vertical y luego lo horizontal.
7º Composición del volumen
Distinguimos los folios del cuerpo del manuscrito y los de guarda o protección.
Van indicados en cifras arábigas Se indican en numerales romanos
V+ 320 ó V.320
8º Foliación y paginación
Indicaremos si está foliado (verso) o paginado (verso y recto) el manuscrito.
Se reflejará si el numeral es romano o arábigo. También indicaremos si hay folios sin
numerar. Se reseña poniendo el número de la página anterior que está foliado y una letra
(4,5,6,7,7a,7b,10...).
Se reflejara en la descripción V+320 (7a,7b,24a).
Cuando se equivocan en la enumeración, 24,24(bis numeratis),26, se reflejará.
V+320 (24 bis numeratis)
Cuando se salta la numeración, por ejemplo, 24, 26 se dirá que hay un salto de página.
Cuando no está foliado o paginado se debería pasar a foliar con un lápiz antes de realizar
la descripción del códice.
9º Organización del manuscrito
Se consideran los siguientes aspectos:
- ver los fascículos o cuadernos del libro (descripción sintética del códice)
10 cuaterniones (80), 1 binión (84)
- la Ley de Gregory = tiene que coincidir el lado de la carne y del pelo en la misma plana.
PPCC
- la signatura de los fascículos y reclamo, donde se sitúan (normalmente extremo inferior
derecho).
Si hay reclamo explica porque falta, porque no se hace uso del reclamo o si por una mala
conservación se ha perdido o desaparecido, etc.
- Indicaremos signos complementarios de los que haya hecho uso el copista.
- la perforación (fase pautado), que esquemas ha seguido, si deja algún tipo de huella la
perforación, incluso si se puede saber que instrumento se utilizó.
El rayado posterior, con que instrumento se realizó, etc.
10º Organización de la página
Ver cómo está distribuida la escritura en la página (a línea tirada, a 2 columnas, etc).
Se tiene que contar el número de líneas aproximadas en cada página.
Medir los márgenes y si el texto está en columnas también el intercolumnado, que se dará
en mm.
Se especificará si hay notas musicales, glosas o notas marginales en las páginas.
11º Tipología del códice
Si el códice está completo, si le falta alguna parte (mutilado), si se ha manipulado o está
dañado y porqué lo sabemos.
12º Escritura del texto
Que instrumento escriptorio empleó el copista para realizar el códice (pluma, etc).
El color de la tinta y su composición.
Tipo de escritura que se utilizar para realizar el códice. Se tiene que huir de alusiones
amplias nos intentaremos ceñir lo más posible, por ejemplo, diremos escritura gótica
cursiva de alvalaes y no escritura gótica.
Si hay alguna grafía particular, si hay nexos o ligaduras, si emplea abreviaturas, si está
puntuado, si emplea signos numéricos o algún tipo de signo criptográfico (escritura en
clave), si hay signos musicales.
Se tiene que identificar si la obra se realizó por un único copista o por varios.
Transcribiremos el colofón entero.
13º Ornamentación
Es un campo muy amplio, podremos además encontrarnos libros sin decoración.
Para los que la tengan tendremos que explicar su ornamentación:
- monocroma - policroma
- si emplea blasones, escudos heráldicos, etc
- emplea iniciales ornamentadas o sencillas
- tiene retratos
- textos colocados para ornamentar
14º Encuadernación
El libro puede o no estar encuadernado, si lo está miraremos el material que se ha utilizado
en las cubiertas (flexibles=pergamino o rígidas=madera, cartón).
Se puede emplear otro documento para realizar la encuadernación (makulatur).
Mirar si los folios de guarda están pegados a las tapas, si están escritos.
Si tiene buyones (clavos), broches o cierres metálicos o cintas.
Cuál es el material que se utiliza como revestimiento en las cubiertas, si tiene decoración
y cuál es la técnica empleada para su realización (gofrado) y cuál es su estilo.
Si en la encuadernación aparece estampado el título, en el lomo o cubierta.
15º Historia del manuscrito
Dónde se ha originado, esto podrá reflejarse en el colofón o en elementos internos de la
obra (inventarios).
Quién ha podido elaborar el códice, en que taller o escriptorio, en qué fecha (si no se
conoce con exactitud se da una aproximada).
La “Fortuna” del manuscrito nos dirá quién lo ha poseído, si ha sido prestado (si existe
constancia), etc.
Se tiene que hacer constar si aparece alguna nota de propiedad, de venta, donación o
personal.
En qué bibliotecas o depósitos puede haber estado este libro, como se conserva y si ha
sido restaurado que técnica se ha utilizado.
16º Descripción interna del códice
a) Autor y título de la obra (obras monográficas)
b) Trascripción del INCIPIT (comienzo de la obra) y EXPLICIT (últimas frases de la
obra)
c) Hacer un examen del texto filológico o literario.
Sin embargo el alcance y la profundidad de la descripción dependerá de las prioridades
establecidas por la institución y el objetivo científico perseguido. Puesto que describir un
manuscrito en profundidad requiere mucho trabajo y tiempo, no tiene sentido describir en
profundidad unos pocos manuscritos en un fondo que carezca de descripción alguna. En
estos casos resulta más aconsejable reducir la descripción al apartado de Datos de
identificación del manuscrito y hacerla extensiva a todo el fondo, para después poder ir
profundizando en las descripciones en diversas etapas.
Datos de identificación del manuscrito
Este apartado proporcionará una descripción sintética del ejemplar, con los datos que
normalmente figuran en un inventario, y que servirán como base para una ulterior
profundización.
Han de consignarse los siguientes campos:
1. Lugar de depósito (ciudad)
2. Nombre de la institución
3. Fondo
4. Signatura del manuscrito
5. Nombre por el que se conoce generalmente al códice (solo para los códices más
famosos)
6. Autor de la obra
7. Título uniforme de la obra
8. Título secundario
9. Título facticio (Título formado de acuerdo con el contenido de la publicación, por
carecer ésta de él)

10. Datación: Siglo __ Año (_)


11. Soporte
12. Dimensiones: ___ x ___ mm
13. Número de folios:
14. Descripción realizada por: ______ Fecha: _____
El lugar de depósito (ciudad) y el nombre de la institución permiten la localización tópica
del ejemplar.
La indicación del fondo solo es necesaria en aquellas bibliotecas que no han unificado
mediante una signatura general la totalidad de sus volúmenes, pero incluso en ese caso
puede ser interesante reseñarlo, pues proporciona información sobre la procedencia del
manuscrito.
La signatura es una fórmula numérica o alfanumérica que individualiza cada uno de los
volúmenes de una biblioteca y que permite acceder a él. Puesto que es convencional,
puede haber variado con el paso del tiempo. Si se conocen las signaturas antiguas se
anotarán, precedidas de la expresión latina olim, entre paréntesis. Este dato es importante
ya que puede ser la referencia que aparezca en catálogos u otras publicaciones antiguas y
podrá proporcionar importantes pistas para el apartado de historia del manuscrito.
El nombre por el que se conoce generalmente al códice es solo pertinente para los
manuscritos más famosos, pues la inmensa mayoría de los manuscritos carecen de él.
Ahora bien, cuando lo tienen es mucho más fácil de recordar y más significativo que la
asignatura. Por ejemplo, la signatura Dublin, Trinity College MS 58 no resulta muy
expresiva, sobre todo en comparación con el nombre con que se conoce generalmente a
este códice: el Libro de Kells.
El nombre del autor o autores de la(s) obra(s) contenida(s) en el manuscrito debe(n)
consignarse cuando sea posible. Durante la Edad Media las falsas atribuciones constituían
una práctica corriente, por lo que siempre será necesario comprobar los datos aportados
por el propio manuscrito en este sentido. Las formas utilizadas se acomodarán en su
expresión lingüística a las Reglas de Catalogación inspiradas en el formato IBERMARC.
El título uniforme es el fijado por el uso en las fuentes de referencia. Sin embargo, en los
manuscritos se encuentran con frecuencia expresiones distintas para el título, que serán
consignadas en el apartado “título secundario”. También puede darse el caso de que la
obra carezca de título, en cuyo caso se elaborará uno de acuerdo al contenido y será
registrado bajo el campo de “título facticio” entre corchetes [ ], para indicar que no figura
en el texto y que es una adición de la persona que ha catalogado la pieza.
La datación es la de la copia del manuscrito, no la de composición de la obra. Si la fecha
concreta está expresada en el manuscrito, se consignará entre paréntesis, tras la indicación
el siglo, que se expresará siempre en números romanos. En el caso de que la fecha exacta
no aparezca en el manuscrito pero la escritura o algún otro elemento permita precisar más
allá del siglo, se le añadirán las abreviaturas latinas tradicionales in. (=ineunte), med.
(=medio),ex. (=exeunte).
La naturaleza del soporte se anotará utilizando la abreviatura correspondiente a la palabra
pergamino (=perg.), o bien con la mención del vocablo “papel” por extenso.
El tamaño del volumen se expresará en milímetros, correspondiendo la primera cifra a la
altura y la segunda a la anchura.
Dentro del conjunto de folios que constituyen un manuscrito, hay que distinguir de la
totalidad aquellos de protección iniciales y finales, denominados técnicamente “hojas de
guarda”. Pueden ser los primeros folios del primer cuaderno y los últimos del último
cuaderno o haberse añadido al bloque del texto con posterioridad a su copia.
La última entrada de este apartado está destinada a registrar el nombre de la persona que
ha realizado la descripción y la fecha de la misma.
Datación tópica y crónica
Cuando el lugar y/o la fecha de elaboración del ejemplar estén explícitamente indicados
se anotará el folio o folios donde figuren dichos datos.
Habrá que tener siempre en cuenta los usos cronológicos vigentes en las coordenadas
espacio-temporales expresadas, para evitar crasos errores, y considerar si las fechas se
refieren al momento de acabar el ejemplar o a otros momentos (por ejemplo, a veces un
copista copia más o menos inadvertidamente el colofón de su ejemplar, por lo que la fecha
que aparece es la de este y no la del manuscrito que se está describiendo).
Si es posible se debe incluir el lugar de origen del manuscrito o al menos la región de
procedencia.
Para los manuscritos que no están explícitamente fechados se puede recurrir a alguno de
los siguientes criterios internos:
1. Mención de la persona que ostenta el poder
2. Alusiones a hechos históricos
3. Presencia de tablas pascuales y calendarios
4. Fecha de elaboración del texto o datos referentes a la época del autor
5. Nombre de los artesanos que han confeccionado el ejemplar, cuando sean
conocidos también por otras fuentes
6. Nombre del comitente o dedicatario, cuando sea conocido por otras fuentes
7. Estimación paleográfica o codicológica
8. Filigrana del papel
9. Las opiniones de los investigadores que anteriormente han tratado el manuscrito
Muchos de ellos los veremos con más detalle en las próximas unidades didácticas.
Es conveniente alegar el motivo que ha conducido a la atribución de una fecha concreta,
en su caso indicando el terminus post quem o ante quem.
Composición material del manuscrito
Este apartado contiene la información sobre la naturaleza del soporte y la estructura física
de la pieza. Está dividido en 5 subapartados.
1. Análisis del soporte
2. Tipo de composición del manuscrito
3. Tipología de los cuadernos
4. Colación de los cuadernos
5. Sistemas de organización del cuerpo del manuscrito
Análisis del soporte
Si la materia escriptoria es pergamino, se consignarán los siguientes aspectos:
1. Tipo de animal (ternera, cabra, oveja…)
2. Espesor
3. Color (tonalidad y diferencia entre el lado del pelo y el lado de la carne)
4. Calidad (ordinaria, vitela…)
5. Preparación (si se aprecian las raíces capilares, defectos observables…)
6. Teñido (si lo está, en qué color)
7. Si se trata de un palimpsesto
Si la materia es papel, se habrá de examinar:
1. Tipo (oriental, occidental, español)
2. Dimensiones del bifolio y denominación del tipo
3. Calidad
4. Filigranas (con su identificación tópica y crónica)
Tipo de composición del manuscrito
Aquí se consignará si se está ante un ejemplar unitario o facticio (i.e., compuesto por la
unión de dos o más partes procedentes de otros tantos manuscritos).
Tipología de los cuadernos
Se hará mención del tipo de cuaderno (lo más frecuente es que sean cuaterniones o
seniones), y su estado de conservación.
Colación de los cuadernos
Es el examen folio por folio, con el fin de controlar el número y la sucesión de los folios
y los cuadernos. Se puede expresar mediante una fórmula sintética o bien reflejarse
gráficamente sobre una plantilla o diagrama de composición de los cuadernos. También
se reseñarán las anomalías o incidencias.
Para los cuadernos de pergamino se registrará cualquier alteración posible referente a la
ley de Gregory y si el cuaderno ofrece por fuera “pelo o carne”.
Sistemas de organización del cuerpo del manuscrito
Aquí se señalarán las signaturas, reclamos, foliación y paginación perceptibles, su tipo
(por ejemplo, si los números utilizados son romanos o arábigos), su localización en la
hoja o el cuaderno, el utensilio empleado para trazarlo (lápiz, tinta…) y si son
contemporáneos a la confección del manuscrito o posteriores.
Con relativa frecuencia el orden original de los cuadernos no se ha conservado, y de ahí
la conveniencia de analizar cuidadosamente las signaturas, puesto que pueden ser una
guía eficaz para la reestructuración del ejemplar.
En relación con la foliación o paginación se anotarán cuidadosamente los folios o páginas
no numerados, los números repetidos y los saltos de numeración debidos a la librarii
negligentia. Así mismo se mencionarán las trasposiciones y las mutilaciones de folios
totales o parciales.
También habrán de registrarse otros signos como los indicativos de
un scriptorium determinado o los propios de un copista. En los manuscritos de origen
universitario se registrarán las señales y abreviaturas referentes a la pecia.
Composición de la página o impaginación
En este apartado serán consignados los siguientes aspectos:
1. Dimensión del folio y examen de las superficies armónicas
2. Tipo de disposición de la escritura
3. Análisis de la perforación
4. Diseño del pautado
Dimensión del folio y examen de las superficies armónicas
Todas las dimensiones se expresarán siempre en mm., altura x anchura. Primero se
anotarán las medidas correspondientes al folio y luego todas las relacionadas con las
superficies armónicas, en el caso de que se compruebe la aplicación de los coeficientes
modulares.
Tipo de disposición de la escritura
Se registrarán las dimensiones de la caja de escritura y se indicará si el texto es a línea
tirada o en columnas.
Cuando la composición de la página varía de plana en plana por razones de composición
artística o porque sea necesario ajustar el texto con su comentario o por cualquier otra
razón nos encontramos ante las páginas llamadas “dinámicas” y “glosadas”. En estos
casos hay que especificar y describir las soluciones adoptadas.
Análisis de la perforación
Es preciso observar la presencia de marcas de perforación, el tipo de orificio y su posición
en la página. En el caso de que sea verificable se señalará el sistema o proceso seguido
para realizar la perforación de uno o más cuadernos.
Diseño del pautado
Este apartado puede resultar ilustrativo a efectos de localización de la obra. Se registrarán
los siguientes aspectos:
1. Tipo de instrumento utilizado (a punta seca, mina metálica, tinta aguada…)
2. Tipo de pautado exhibido, mediante fórmula alfanumérica o representación
gráfica, reflejando además todas las mediciones que sean de interés
3. Diagrama del sistema seguido en la disposición de los folios cuando el pautado se
haya realizado a punta seca.
El tipo y sistema de pautado debe ser analizado cuaderno por cuaderno, ya que es
frecuente que aparezcan mezclados diversos procedimientos en un mismo manuscrito.
Análisis paleográfico
Será necesario considerar diversos aspectos:
1. Materiales y herramientas utilizados por el copista
2. Tipo de escritura
3. Suscripción del copista y colofón
Materiales y herramientas utilizados por el copista
Comprende el tipo de pluma utilizado y la forma en que está tallada su punta, el color de
la tinta y, en su caso, si ha producido un proceso de oxidación del soporte.
Tipo de escritura
Esta es una cuestión espinosa por un existir una nomenclatura internacional
universalmente aceptada. En cualquier caso hay que evitar denominaciones vagas
(minúscula, cursiva, libraría…) o calificativos estéticos (hermosa, cuidada…).
Como mínimo se debe especificar el estilo (visigótica, carolina, gótica, humanística…),
el grado de cursividad (pausada, cursiva, semicursiva) y el tipo en la medida en que sea
posible (por ejemplo, gótica “bastarda”). Cuando la escritura no responda a un tipo puro,
entonces se procurará definirla por aproximación o indicando sus rasgos más
característicos.
Aunque sea brevemente conviene analizar los signos alfabéticos que ofrecen alguna
particularidad en su trazado, las ligaduras notables, el sistema de abreviaturas empleado
y la tipología de los signos de compendio, puntuación y otros varios ortográficos (ápices,
guiones, comillas, etcétera). También se explicitarán los siguientes aspectos: aplicación
de la scriptio continua y/o grado de observación de los espacios interverbales; colocación
de la escritura apoyada sobre el renglón o bien trazada a distancia del mismo, produciendo
la impresión de estar suspendida en el aire; presencia de correcciones y de cualquier
particularidad gráfica digna de mención.
También son interesantes los signos numéricos y las indicaciones esticométricas Por
último se registrarán algunos usos no comunes, tales como signos taquigráficos,
criptográficos y otros similares.
El último paso de este apartado es determinar si el trabajo ha sido realizado por un solo
copista o por varios. En este terreno hay que ser prudentes, dada la rara habilidad mostrada
por algunos escribas en la imitación de distintos tipos de escrituras y también el alto grado
de mimetismo de algunos profesionales. Cuando se descubran varias manos se intentará
identificar las principales, designándolas mediante las letras mayúsculas del alfabeto.
Suscripción del copista y colofón
Cuando exista alguna de las dos modalidades el texto se transcribirá íntegramente, ya que
todos los elementos que la secuencia aporta son de sumo interés, tanto para la localización
del manuscrito como para conocer las circunstancias concomitantes de su composición:
identificación del autor y del comitente, fecha y demás datos que proporcione.
Notación musical
Se indicará los folios en que se encuentre la notación, el estilo (ecfonético, pneumático…)
y el tipo de notación, si fuera necesario con el asesoramiento de un musicólogo.
Descripción del contenido textual
En este apartado se intentará dar una visión lo más completa posible del contenido del
manuscrito. La minuciosidad del examen dependerá del propio texto: si se trata de una
copia de una obra muy conocida, la descripción podrá ser más superficial y limitarse a
los datos esenciales.
El primer paso es determinar si el manuscrito presenta un texto homogéneo o misceláneo
(información que se obtiene a partir del análisis material ya realizado). En el segundo
caso habrá que especificar además la tipología, que puede ser:
Misceláneo organizado:
el que ofrece un conjunto de textos cuya reunión responde a una intención determinada
Misceláneo homogéneo:
el que ofrece un conjunto de textos recopilados en lugares o tiempos diferentes
Facticio:
el que ofrece un conjunto de textos unidos arbitrariamente por necesidades de
conservación en una biblioteca
Si se trata de un manuscrito compuesto por varias partes de origen diferente pero
temáticamente relacionadas, se procederá a su descripción mediante la distinción de
diversos sectores designados mediante letras mayúsculas (Sector A, B, C…). Si por el
contrario las diversas partes no tienen en común más que la encuadernación
(“Sammelband”), cada una de ellas será objeto de una descripción por separado.
El análisis del contenido constará de: mención del autor y título de la obra, descripción
del texto principal y de los textos anejos y colación del texto
Mención del autor y título de la obra
Aquí se remitirá a lo recogido en el apartado inicial 1 (“Datos de identificación del
manuscrito”). La extensión de cada obra se señala mediante indicación entre paréntesis
del primer y último folio.
Si el manuscrito contiene obras de varios autores, en la descripción se distinguirán tantos
apartados como autores, los cuales irán precedidos de una cifra indicativa de su orden de
aparición. Los títulos de las obras tendrán así mismo un exponente numérico o alfabético.
Cuando las obras son de diferentes autores y ofrecen un desorden voluntario, hay que
respetarlo, puesto que esta disposición refleja una intencionalidad que puede servir de
hilo conductor para captar el modo de recepción de los componentes.
Descripción del texto principal y de los anejos
El texto principal es la obra o pieza literaria en sentido estricto.
Los anejos comprenden un conjunto de escritos varios por su contenido y disposición
física que acompañan al texto principal. Para cada uno se indicará el folio o folios donde
se encuentran y su tipo.
Si preceden a la obra se denominan “anexos preliminares” y pueden ser de diversa índole:
invocación, prólogo, proemio, prefacio, introducción, argumento, capitulación, resumen,
didascalia, lemas, dedicatoria, carta epístola nuncupatoria, calendario, santoral, letanía…
Los que cierran la obra se denominan “anexos finales” y pueden ser: apéndice, epílogo,
ultílogo, recapitulación, suscripción y colofón.
Una tercera categoría es la de los “anexos paratextuales”, que suelen encontrarse en
interlineado o marginalia (=en los márgenes de las páginas). Pueden ser acotación,
adición, apostilla, comentario, escolio, glosa, lugar común, nota, nota breve…
La suscripción y el colofón, en el caso de existir, se transcribirán íntegramente.
Colación del texto
Consiste en la confrontación de la versión del manuscrito con una edición crítica. Se
señalarán las lagunas textuales, las transposiciones, las divergencias (en la sucesión de
partes, división de capítulos…) y las variantes más notables que la copia presente respecto
de la edición crítica manejada. Cuando se detecte que la fuente utilizada para copiar el
manuscrito era de mala calidad se hará notar, indicando las particularidades que lo
confirman.
Decoración del manuscrito
Se considerarán por separado las “escrituras distintivas” (las que sobresalen del texto
base) y los restantes elementos ornamentales.
Respecto a las escrituras distintivas se distinguirá entre las iniciales y las secuencias de
aparato (títulos, encabezamientos, rúbricas, lemas, capitulaciones…), y se especificará la
gama de tintas usadas, las manos que han intervenido, el estilo de escritura y el tipo de
letra, en la medida que sea posible.
Sobre los elementos ornamentales se reseñará la presencia de los motivos significativos
(remates de líneas, frisos, bandas, orlas completas, páginas “tapiz”, pies de lámpara,
caligramas…), y los programas iconográficos, pero sin entrar en los aspectos artísticos.
Todo el aparato icónico será descrito indicando los folios en que se encuentra y la
superficie que ocupa (doble página, página completa, un sector de la página…).
Un lugar especial merecen los escudos de armas y demás elementos heráldicos, ya que
son signos evidentes de posesión. También se registrará la presencia de tablas pascuales,
cánones eusebianos y calendarios.
Encuadernación
En relación a la estructura se indicará:
1. Si la cubierta es original, antigua o reciente
2. Si las tapas son flexibles (pergamino, papel) o rígidas (madera, cartón…)
3. Dimensiones de los planos
4. Materiales empleados
5. Forma del lomo
En cuanto a los aspectos artísticos de la encuadernación:
1. Estilo (románico, gótico, mudéjar…)
2. Técnica y tipo de decoración practicado en los planos y el lomo (en seco, en
oro…)
3. Descripción del diseño desarrollado en los planos y el lomo
4. Descripción de los hierros más significativos
5. Presencia de registros, bullones y cierres, detallando sus características
A veces la encuadernación ostenta breves textos escritos con referencia al autor, título de
la obra y poseedor, fecha, lugar de depósito, signatura, etc. Estos datos deben hacerse
constar en la descripción, juntamente con el lugar en que se encuentran.
Otros elementos relacionados con la protección del manuscrito son las hojas de guarda y
las “maculaturas”. Las primeras pueden contener noticias varias sobre la pieza en cuestión
procedentes de diversas personas y épocas. Las segundas son fragmentos, manuscritos o
impresos que se reutilizaron a modo de refuerzo al empastar el libro, algunos de los cuales
son de gran antigüedad.
Historia del manuscrito
Denominada también iter o “fortuna” del manuscrito, pretende identificar el lugar donde
fue realizado y custodiado, o al menos conocer el origen y/o la procedencia. En un
segundo momento se intentará describir el resto del itinerario hasta conectar con su actual
paradero. Las noticias así obtenidas proporcionan información sobre la circulación de los
manuscritos y sus repercusiones sociales, ideológicas y culturales. Es probablemente el
apartado más difícil de la descripción y en muchos casos no resultará siquiera posible por
la total carencia de datos.
Los datos para reconstruir la historia del manuscrito pueden recogerse en algunos
elementos procedentes del propio manuscrito o recurriendo a otras fuentes:
1. Elementos procedentes del propio manuscrito
1. Adiciones referentes al texto
2. Otras adiciones
3. Datos de la encuadernación
2. Elementos externos al manuscrito
1. Menciones en instrumentos biblioteconómicos y notariales (inventarios y
catálogos antiguos, repertorios…)
2. Menciones en otras fuentes (trabajos eruditos, epistolarios…)
El primer apartado incluye las notas y comentarios relacionados con el texto base. Estos
añadidos son fruto de un proceso de lectura e interpretación del contenido. En la
actualidad son objeto de una línea de investigación que aspira a recoger la totalidad de
tales anotaciones en bases de datos.
El segundo grupo está compuesto por una serie variopinta de anotaciones. Unas se
refieren al lugar de origen o de procedencia de la pieza. A esta categoría se puede adscribir
los sellos y marbetes de instituciones y las signaturas antiguas. Otras proporcionan
información sobre los poseedores y/o el modo de acceder a dicho bien. La pertenencia se
expresa por simples fórmulas o bien a través de elementos heráldicos, ex libris, super
libris, ex dono, dedicatorias, notas de adquisición, compra, alquiler, préstamo, empeño,
estimación, precio, costo y tasación. Unas últimas recogen noticias históricas,
necrológicas, memorias y también menciones e intervenciones personales que reflejan
estados de ánimo, pruebas de pluma, ejercicios de escritura, garabatos, dibujos, cuentas,
recetas, etc.
El tercer nivel comprende los numerosos datos deducibles de la encuadernación, tanto en
lo que se refiere a su tipología como en lo concerniente a la existencia de “maculaturas”
y los escritos contenidos en las hojas de guarda.
Finalmente, en este apartado se dará también constancia de los procesos de restauración
que haya sufrido el manuscrito, especificando las partes afectadas y las técnicas
empleadas, si se pueden conocer.
Fuentes de información científica sobre el manuscrito
Este apartado recoge básicamente toda la bibliografía existente sobre el manuscrito.
Puede dividirse en los siguientes apartados:
 Ediciones facsímiles
 Ediciones críticas en las que se haya utilizado el manuscrito
 Catálogos de exposiciones en las que haya figurado el manuscrito
 Estudios de cualquier género que hayan estudiado la pieza
 Reseñas en otros instrumentos de descripción, ya sean antiguos o modernos
LOS SOPORTES DE LA ESCRITURA

El papiro
El pergamino
El papel
Aspectos generales del libro
El Rollo
El códice

EL COPISTA Y SU MATERIAL

Personas
Locales y mobiliario
La pluma
Otros instrumentos para escribir
Materiales para escribir y colorantes
Pigmentos
Ingredientes diversos
Colas, gomas, resinas
Aglutinantes y engrudos

LA FABRICACIÓN DEL LIBRO

Fabricación del códice


Plegado
Cuadernos
Casos especiales y elementos accesorios
Sistemas de numeración
Dimensiones y formatos
Picado y pautado
Construcción de la página
Utilización de la página
Disposición del texto
Rúbricas y elementos fuera del texto
Disposiciones especiales

LA COPIA Y EL TEXTO
La copia del texto
Escritura
Errores de copia
Correcciones e intervenciones
Signos auxiliares
Contenido del volumen
Tradición y estudio del texto
Tipología de los ejemplares
Tradición del texto
Edición de los textos

LA DECORACIÓN
Generalidades
Las superficies y su utilización
Elementos de la decoración
Composición y dibujo
Aspectos particulares
Heráldica

LA ENCUADERNACIÓN
Alzado de los cuadernos
Generalidades
Folios no encuadernados y casos especiales
Preparación de los cuadernos
Tapas y cubiertas
Elementos anexos
Anexos al cuerpo del libro
Anexos a las tapas
Decoración, dorado, orfebrería

TRANSMISIÓN Y CONSERVACIÓN
La transmisión de los libros
La conservación de los libros
Estado de conservación
Agentes destructores
Restauración
Desciframiento y reproducción de documentos

ORGANIZACIÓN MATERIAL DEL CÓDICE (ARQUEOLOGÍA DEL CÓDICE)

ELEMENTOS ESTRUCTURALES DE UN MANUSCRITO

El códice está compuesto por FASCÍCULOS que forman el cuerpo. La unidad mínima
de cualquier manuscrito es un BIFOLIO.

Los “bifolios” se agrupan por fascículos que reciben el nombre por el número de bifolios
por los que estén compuestos:
2 bifolios = duerno o binión
3 bifolios = ternio o ternión
4 bifolios = cuaterno o cuaternión
5 bifolios = quinterno o quinión
6 bifolios = senio
7 bifolios = septenio

Los más comunes con los cuaterniones (4 bifolios).

Los fascículos se enumeran con SIGNATURAS TIPOGRAFICAS (Son guías —letras,


números o signos— que, en ausencia de paginación, permitieron ordenar la obra al
momento de la encuadernación).

DESCRIPCIÓN SINTÉTICA DE UN CÓDICE


Ponemos el número de fascículos que se emplean seguido de su tipología, detrás el
número de folios que englobe la serie de cuadernillo o fascículo.
10 cuaterniones (80 folios); 2 terniones (12 folios)
2 biniones (8 folios), 1 binión (4 folios)
Si se encuentra una anomalía también se reflejará, por ejemplo si falta el folio 34
10 cuaterniones (80 folios, de los cuales falta el 34)
10 cuaterniones (80 folios de los cuales falta un segmento del 34)

CONFECCIÓN DEL FASCÍCULO


El códice va a estar condicionado por el soporte que utilicemos para realizarlo.
El formato viene dado pergamino (tamaño del animal) o del papel.
Los formatos son dados por la forma de plegar el soporte creando así diferentes formatos.
IN FOLIO (1 pliegue) IN CUARTO (2 pliegue) IN OCTAVO (3 pliegue)
El formato más habitual es IN CUARTO porque es más manejable y su edición es menos
costosa.

En el formato de los libros también influye cual será la utilización que se les va a dar, por
ejemplo, el tamaño IN OCTAVO será para libros como misales o breviarios, fáciles para
transportar y no muy decorados (son el antecedente de los “libros de bolsillo”.
EL FORMATO DEL CÓDICE Y LA IMPAGINACIÓN
El formato del códice es rectangular ya que para su elaboración se utiliza el pergamino.
Sobre el folio que no ha recibido escritura se intenta distribuirla de una manera
organizada.
Se busca que tenga márgenes, que haya separación entre los renglones, etc.
Cuanto más cara es la obra los márgenes y los espacios entre los renglones serán amplios.
La disposición del texto hasta el s. V DC no es a línea tendida sino a doble columna.
El número de líneas que recibe una página varía en los libros pero el promedio será de 25
renglones por página.
PAUTADO
va a tener 2 fases:

Perforación
Se miden los márgenes y colocan unas líneas para crear los márgenes conocidos como
caja de escritura. Se hacen 4 puntos se conocen como “piques” para marcar con
posterioridad el soporte.
Luego se marcarán las líneas horizontales o líneas rectrices que se realizarán con otros
piques en el soporte. Estos suelen desaparecer porque se guillotinarán los bordes del
soporte.
Otra técnica para realizar la “caja de escritura” es doblar el soporte a la mitad y realizar
los 4 “piques” de manera que queda señala la caja de escritura en los bifolios.
Puede realizarse sobre varios fascículos a la vez por eso la marca del pique tiene diferentes
tamaños. La forma de esta marca también depende del instrumento con el que se realice:
Corta pluma = marca alargada
Punzón o punta de compás = marca circular
Lima con forma triangular = marca irregular
Rueda dentada = marca redonda
Peine dentado = marca redonda
La “rueda dentada” se utiliza para realizar los piques marginales aplicándola sobre el
papel o pergamino.
El “peine metálico” se coloca sobre el folio y se golpea sobre él para realizar los piques.
Rayado
Tras el perforado del soporte se realiza el rayado. Tiene 3 etapas diferentes:
TÉCNICA DE PUNTA SECA hasta s. XII deja una huella
LÁPIZ DE PUNTA DE PLOMO desde s. XII huella ligeramente grisacea
RAYADO CON TINTA a partir s. XIII se utiliza pluma y tinta suele ser roja
Las dos primeras técnicas dejan huellas apenas perceptibles por el ojo del hombre,
mientras que el rayado se solía realizar con tinta roja.

El resultado del rayado será el pautado de la página, dando las referencias para la escritura
en el soporte
líneas de justificación o líneas rectrices verticales
Pueden existir unas líneas paralelas a las de justificación que son conocidas como lineas
de justificación marginales o marginales verticales
líneas rectrices
Son parte de la “caja de escritura” y son sobre las que se escriben. Existen también lineas
horizontales marginales
Las Líneas Marginales Verticales y Rectrices Marginales se colocan por ejemplo para el
inicio de un capitulo, signos de comienzo de párrafo

SIGNATURAS Y RECLAMOS
Signatura
Los fascículos van señalados por letras o cifras, ya desde la época de los griegos e incluso
a veces ponen juntos cifras y letras.
En época romana, la numeración de los fascículos era con números romanos, que
aparecen en el ángulo inferior derecho de la última página de cada pliego.
A partir del s. V los numerales son sustituidos por letras del alfabeto.
Se utiliza en la Alta Edad Media
Reclamo
Se utiliza para no perderse en la confección del códice. También aparecen en el
extremo inferior derecho, apareciendo las primeras palabras del siguiente fascículo.
SIGNATURA RECLAMO
A1 A2

FOLIACIÓN Y PAGINACIÓN
Se empiezan a emplear junto con el uso del reclamo en el s. X-XI. En el s XII se utilizarán
de manera más frecuente que la “signatura” y “reclamo”, ya que la foliación y la
paginación son sistemas más fáciles para la ordenación.
El cambio del método de ordenación del libro viene dado por la aparición del “libro
universitario” que estaba formado por “pecias” (cuadernos), de esta manera se organiza
mejor el libro o códice.
El folio estará paginado en el recto (foliación), pero también puede aparecer numerados
el recto y el verso de la hoja (paginación).
El numeral que se emplea al principio será el romano, a posteriori se utilizará la
numeración arábiga, popularizándose a partir del s. XII.

COLOFÓN O SUSCRIPCIÓN DEL COPISTA


Es conocido como “colofón” del libro y aparecerá al final del mismo. Nos dará mucha
información y está dividido en una serie de elementos:
Mención del copista
Mención del mandante
Fecha en que se elabora
Fórmulas de carácter diverso

Mención del copista


Puede aparecer el nombre del copista acompañado de expresiones de humildad (siervo
de..., al servicio de...).
Además del nombre pueden aparecer los apellidos o apelativos (Juan Sanches “Romillo”).
Hay que tener cuidado en las interpretaciones de los nombre, apellidos o apelativos ya
que podemos confundirlos, por ejemplo: un apelativos con el segundo apellido.
También puede haber información sobre su lugar de origen o el monasterio al que
pertenece, etc.
Mención del mandante
Los que ordenan hacer el libro pueden ser varios tipos de figuras: nobles, burgueses o
superiores de una comunidad de monjes, obispos.
La mayoría de las veces los mandaban hacer superiores de una comunidad para el uso de
la misma (libros de oración).
El mandante correrá con los gastos de elaboración de la obra. La forma de pago puede ser
al contado o a plazos (así puede controlar el trabajo según se realiza).
También podemos encontrar en diversos documentos los utensilios que se utilizan para
realizar el códice, por ejemplo una lista de compras y lo que ha costado cada cosa (una
especie de factura).
Fecha en que se elabora
Puede ser amplia o escueta, podemos encontrar la fecha de diferentes formas, año de la
indicción, ciclos solares o lunares, mes, día e incluso la hora (así podemos saber cuando
empiezan a trabajar).

Fórmulas de carácter diverso


El copista cuando termina de hacer el códice a veces pone unas “formulas” que reflejan
su estado de ánimo, por ejemplo, hace alusión a la fatiga y esfuerzo por haber realizado
el códice o dice que está muy alegre y orgulloso de haberlo hecho, etc. Y a veces solicita
una recompensa espiritual o monetaria por su trabajo.

ORNAMENTACIÓN DEL CÓDICE


La iluminación del códice es primordial y nos aporta pistas para ubicarlo en el tiempo y
en el espacio (nos ayuda a datarlo).
Ornamentación es un concepto muy amplio, en algunos códices es abundante (por
ejemplo en el caso de los beatos) y en otros muy reducida (dependerá de la función que
se le vaya a dar al libro).
Podemos encontrarnos desde retratos o figuras, formas geométricas (lacerías o florales),
signos varios como estrellas, blasones, escudos heráldicos, iniciales ornamentadas, etc.
Hay casos menos vistosos como, por ejemplo, la disposición o distribución del texto en
el folio formando dibujos o en forma de triangulo, etc.
La ornamentación de un códice conlleva unas fases: primero se escribe el texto y luego
se ornamenta.
Puede ser el mismo copista el que realice los dibujos, pero cuando no es así, suele realizar
una serie de anotaciones aclaratorias en los huecos del códice que van a ser ornamentados
con posterioridad y así sirven de guía al iluminador para que sepa lo que tiene que hacer.
Estas aclaraciones pueden hacerse con lápiz de punta de plomo o en tinta (más común).
Estas ornamentaciones no son creadas por el iluminador sino que las copia de otras
fuentes, por ejemplo, existen álbumes de dibujos que sirven para sacar escenas o mira
otros manuscritos ya terminados.
La iluminación de un códice puede ser un simple dibujo, sin estar pintado. Pero lo común
era dibujar con colores e iluminarlos con pan de oro.
Hay varios sistemas para aplicar el pan o polvos de oro en la página del códice:
1.- Empleo del pan de oro
Dentro de ese sistema encontramos dos técnicas diferentes:
A) se aplica cola sobre el espacio donde se va a poner la lámina de pan de oro; se coloca
la lámina; y se bruñe para que se pegue lo más posible, dando un aspecto liso sin arrugas
ni pliegues.
B) se aplica un yeso mate sobre el cual se pone la lámina del pan de oro y se bruñe. El
yeso da un aspecto rugoso y con relieve, por lo que en las zonas donde resalta el pan de
oro produce unos destellos más pronunciados y llamativos.

2.- Empleo del polvo de oro


Técnica también conocida como “oro de concha”. El oro molido se mezcla con la goma
arábiga y con una tinta dorada que se saca de un molusco.
Esta da un aspecto líquido al material resultante, el cual se aplica con una pluma, un pincel
o un pequeño cepillo.
Se aplicará después de estar coloreada la miniatura.
Este sistema se emplea en el s. XV (época tardía).
Los Colores
El color que más se emplea en los códices es el rojo que va a estar muy relacionado con
la nobleza y el prestigio. Se extrae de deferentes materiales según la tonalidad.
Rojo: se extrae del mineral de cinabrio
Rojo bermellón se obtiene calentando mercurio y sulfuro dando lugar a una masa
formando un deposito que es triturado y pulverizado. Esta sustancia es muy venenosa y
la persona que realiza los dibujos tiene que mojar la punta del pincel con la lengua sabe
el riego que corre de poderse envenenar.
Este rojo también puede obtenerse de extractos de plantas.
Azul se extrae de las semillas de una planta, el heliotropo.
Pero el azul más preciado es el del lapislázuli, siendo Afganistán el único lugar en el
mundo donde se puede conseguir en estado puro.
Verde se extrae de la malaquita.
Amarillo, del azafrán o tierras volcánicas.
Blanco, se saca del albayalde.
De estos elementos salen los “pigmentos” que luego se transforman en pinturas. Los
polvos de los pigmentos se mezclan con yema o clara de huevo.
La yema de huevo da intensidad a los colores.
Se utilizan también otro tipo de colas que son sacadas de animales, por ejemplo, de la
vejiga del esturión, que se hervía y producía una materia muy gelatinosa a la cual se le
echaban los pigmentos.

ENCUADERNACIÓN DEL CODICE


A partir del s. XI se utiliza el sistema de encuadernación llamado nervio hendido.
Los fascículos se van a coser sobre una pieza de cuero de 1 cm de ancho
aproximadamente.
Esto nos da lugar a un bloque al que se le coloca unas tapas, donde están hechas unas
hendiduras o ranuras en su canto. Va a haber tantas ranuras como nervios para fijar los
cuadernillos.
La ranuras desembocan en unas oquedades rectangulares que se van a labrar en la cara
interna de la tapa y pueden comunicarse con el exterior.
Introducidas en las ranuras estas tiras de cuero, están sueltas por lo que se fijan utilizando
cuñas.
TAPAS
Las tapas pueden ser forradas sino las cintas de la encuadernación se quedan visibles.
Esta técnica es casi la única utilizada hasta el s. XIII, la madera solía ser de roble y el
espesor de la tapa era aproximadamente de 1 cm.
Hasta el s. XIV estas tapas del libro coinciden con el tamaño libro, pero después empiezan
a ser un poco más grandes las tapas.
La parte que sobre sale es conocida como CEJA o PESTAÑA.
Estas tapas se intentan cubrir con cuero, suele hacerse para que las oquedades no se vieran
por lo que solo cobre la tapa externa.
El revestimiento de cuero se va a utilizar no solo por motivos decorativos sino también
para proteger el libro.
La encuadernación nos va a dar una pista sobre las modas imperantes en cada momento,
su localización geográfica (en qué región o país se hace).
También podemos encontrar cubiertas de marfil y pueden adornarse las tapas con
pedrerías, tejidos como la seda o brocados e incluso madera esculpida.
Esto es una encuadernación de lujo y va a ir dirigida a un público muy selecto.
Hay otras encuadernaciones más asequibles, recubiertas con cuero que puede estar
decorado.
Catalogación de los Manuscritos
Existen unas normas elaboradas por Elisa Ruiz en las que enumera las partes que tendría
que tener una ficha catalográfica para la descripción de los códices.
El instrumento principal de acceso para los fondos de una biblioteca es el Catálogo.
El catálogo pretende identificar y localizar las obras puede querer consultar un
investigador, este será su fin inmediato.
La elaboración de un catálogo lleva mucho tiempo y se necesitan muchos conocimientos
(xilografía, paleografía, heráldica, cronología, etc).
Esto dificultara su creación ya que se necesita mucho tiempo y dinero, por lo que nos
podemos encontrar con 2 posturas ante este respecto:
1.- los partidarios de hacer INVENTARIOS
2.- los partidarios de hacer CATÁLOGOS
INVENTARIO = es una simple enumeración descriptiva que responde a una necesidad
práctica.
CATÁLOGO = una construcción inteligente que obedece a una estructura interna; se
puede decir que el catálogo no trata de alinear piezas aisladas en el orden en que aparecen
en los anaqueles o estanterías, sino que procura agruparlas o al menos descubrir los lazos
que las unen, no se limita a enumerar y describir, sino que también explica y no a va
responder solamente a una necesidad práctica, sino especialmente a una necesidad
científica.
Antes de realizar un Catálogo se tiene que inventariar las obras para seguir a la siguiente
fase que será la redacción de unas fichas más completas.
En muchos casos se quedan solo en la fase de inventariado.

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