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Resumen Cross
Resumen Cross
Otra vez el profesor Cross se expresa con optimismo sobre sus compañeros
ingenieros; por desgracia creo que no son la mayor parte de ellos, sino solo
algunos los que son conscientes de estos trágicos resultados. Las Normas,
Pliegos Oficiales y Recomendaciones Técnicas de los diversos organismos, son
un punto de partida, para aplicar el sentido común y adaptarlas a cada caso. La
aceptación ciega de todo lo que dicen las normas, sin espíritu crítico alguno y sin
analizar si se adaptan a cada obra concreta, justificando debidamente su uso,
produce malos resultados y problemas de uso posterior de la obra o de
mantenimiento. Una vez establecido un sistema, sus partidarios más entusiastas
pretenden hacer del mismo una panacea y lo que inicialmente fue un remedio,
pasa a ser una enfermedad; en este aspecto la ingeniería no es una excepción y
ha sufrido una serie de enfermedades crónicas: hace tiempo fue calculitos aguda;
después vino la laboratoritis, y ahora nos está afectando la computadoritis o
informaticatitis. Todas estas son malas porque son abusos de métodos y
procedimientos muy útiles, mientras se aprovechan con oportunidad, modo y
medida, pero que por snobismo, vanidad o deseo de destacar, se aplican aunque
no sean necesarias. Un buen proyectista debe dominar estos cuatro campos, a los
que habría que añadir los conceptos económicos de costes y rentabilidad.
El autor menciona la hiedra por dos cosas: la semejanza de las palabras “ivy”
(hiedra) e “ivory” (marfil), por las paredes cubiertas dehiedra de las universidades
inglesas. Una enseñanza de materias teóricas es incompleta si se realizan
prácticas para entrenarse en resolver problemas y comprender bien la teoría. Pero
la resolución de problemas prácticos, tampoco es suficiente para lograr un
adecuado nivel de conocimientos, sino que hay que agregar una instrucción o
formación continua para estar al día. Los ingenieros deben estar preparados para
resolver los problemas reales del país, y su número y especialidad debe está
equilibrado con las necesidades reales de infraestructuras. En cualquier escuela
de Ingeniería se puede detectar un gran número de asignaturas de escasa
aplicación práctica a la realidad y que no se sabe bien por qué figuran en los
programas y que además apenas tienen alumnos. Poner una lección, o explicarla
o preguntar en un examen por lo que se encuentra en un libro, es muy fácil. Lo
difícil es poner ejemplos, razonarlos y resolverlos; y también aclarar las dudas que
surjan en el estudio de un tema. Tan importante como saber resolver un problema,
es saber cómo plantearlo y saber elegir bien los datos de partida. Un cálculo no es
útil si no tiene como punto de partida hipótesis inicial razonada. El prestigio de una
Escuela se basa en su ideología, que se manifiesta en la seriedad de los planes
de estudios, la disciplina académica y la organización de las asignaturas y su
sistema de estudiarlas. Los profesores que persiguen elevar el nivel de la
enseñanza deberían estar apoyados por las instituciones académicas y no
perseguidas. A pesar de los muchos intentos de coordinar Universidad y Empresa,
los cuadros de profesores no evolucionan hacia las necesidades de las empresas
y los programas de estudios, se alejan cada vez más de los conocimientos
prácticos y actualizados que piden los organismos empleadores; lo que da lugar a
que la mayoría de las empresas grandes, impartan cursos de formación a los
ingenieros noveles, antes de destinarlos a sus puestos de trabajo. Esta frase
escrita en 1952, suena extrañamente actual, por coincidir con las expresiones que
se usan en 2007. Los verdaderos profesores por vocación, disfrutan enseñando y
ponen los pies sobre la tierra impartiendo materias útiles para el futuro de los
alumnos con una actitud de independencia respecto a costumbres rutinarias y
dogmatismos anticuados. La cultura de un pueblo puede medirse por el número
relativo de profesionales y técnicos de que dispone, pero como dijo Eisenhower
cuando fue rector de la Universidad de
Columbia, no es correcto que se anime a los jóvenes a invertir tiempo, dinero y
esfuerzo en el estudio de una carrera sin mercado, que obligue a los profesionales
a dedicarse a una actividad distinta a la que estudió; o lo que es lo mismo, es
indebido promover esos estudios, porque equivale a vender a la juventud una
mercancía falsa o adulterada. Para lograr esto el profesor debe seguir un método
y un libro de texto, pero para lograr que los alumnos dominen una materia tiene
que adiestrarlos a resolver problemas prácticos y a razonar sobre sus fallos. No
olvidemos que la ingeniería se enseña en las universidades y lleva anejo el
carácter de universal. Debemos tener presente que si los recursos de la
Naturaleza, son los que están en juego, es al hombre al que tienen que servir. Que
si deben conocerse las leyes naturales que rigen el mundo, también se necesita
que el ingeniero conozca a sus semejantes. La enseñanza de materias
humanísticas a los ingenieros nos dará algo de ese conocimiento. Otra vez insiste
Hardy Cross, en lo importante que es la realización de ejercicios prácticos para
comprender la teoría. El fruto de la enseñanza ligada a congresos y convenciones
viene después, con el estudio y discusión de las memorias de los mismos y
cuando el lector descubre progresos y aplicaciones insospechados. Los
conocimientos adquiridos en un congreso, no se incorporan a la enseñanza, previa
selección y adaptación, no cumplen el principal objetivo del profesor, que es el de
enseñar. La universidad española actual da una gran importancia a la labor
investigadora, pero poca importancia a la labor profesional, a la experiencia
docente y a la experiencia de gestión organizativa, por lo que expulsa de la
docencia a los buenos profesionales y prima a los que se dedican a formarse un
currículum investigador, con trabajos o artículos de dudosa importancia. Es muy
frecuente que los alumnos quieran que el profesor lo haga todo y pretende,
aunque solo lo reconozcan de forma tácita, que lo único que tienen que hacer es
sentarse a escuchar la clase. Algunos creen que los conocimientos les llegarán
por inspiración divina, transmitida por los maestros en calidad de profetas.
Aprender bien es una labor ardua que requiere disciplina, tenacidad y esfuerzo
constante y sostenido. Al estudiante debe inculcársele desde muy joven que el
profesor lo va a orientar y a estimular para que reflexione, le ofrecerá su
experiencia, pero la mayor parte de la labor de aprendizaje recae sobre el
estudiante mismo. El mal estudiante elude su responsabilidad y pretende culpar al
profesor porque no puede aprender. No es así, un mal profesor dirigirá mal la
enseñanza, pero el esfuerzo de aprender siempre corresponde al alumno. Por
muy malo que sea un profesor siempre transmitirá algo útil al alumno. El sistema
de aprendizaje cuya eficacia está demostrada, es el de estudiar previamente la
lección del día, tomar apuntes de la explicación del profesor, preguntar las dudas
en tutorías y luego pasar a limpio los apuntes con los conocimientos consolidados.
En todo este proceso hay que hacer ejercicios prácticos. El profesor se enfrenta
con el siguiente dilema: enseñar para el nivel intelectual para el estudiante medio
de su clase; o bien para los estudiantes más adelantados. En el primer caso el
curso parecerá insípido, tal vez infantil, para las mentes privilegiadas.
En el segundo caso, no quedará al alcance de la mayor parte de la clase, sus
enseñanzas serán un enigma para todos, excepto para unos cuantos; solo un gran
maestro es capaz de enseñar bies a un grupo muy diferente de mentalidades.
Hallar un equilibrio entre los dos niveles de la educación, quizás sea uno de los
problemas más difíciles que el profesor debe resolver. No se conoce ningún caso
de un estudiante al que no le parezca demasiado lo que exigen los profesores;
pero el prestigio de las universidades se basa en la exigencia de calidad y
excelencia, que es el conjunto de conocimientos que piden y transmiten los
claustros de profesores, con arreglo a un plan establecido por ellos (no por los
alumnos) para lograr unos excelentes profesionales. El nivel de los estudios de
una facultad es directamente proporcional al prestigio de los títulos que otorga. En
los congresos de Ingeniería de Proyectos, que se celebran en España, se repiten
desde hace tiempo las mismas carencias de las Ingenierías: Falta de enseñanza
de idiomas, de humanidades, de normas y legislación, de planificación de equipos
de obra, de precios y presupuestos, de ejercicios prácticos de cada materia, etc.
opinando lo mismo que las empresas empleadoras de los Ingenieros: Que la
enseñanza es demasiado teórica y excesivamente “libresca”.
“Alcanza el éxito aquel que vive con plenitud, ríe con frecuencia y ama
intensamente; quien se gana el respeto de personas inteligentes y el cariño de los
niños, llena su hueco en su vida y cumple con su cometido; el que al abandonar el
mundo terrenal, deja la huella de haberlo mejorado; quién sabe apreciar la belleza
del universo y la puede expresar; el que logra descubrir lo bueno de sus
semejantes y ha dado lo mejor de sí mismo; aquel cuya vida ha sido una
inspiración y cuyo recuerdo es una bendición” (Bessie A. Stenlcy).