Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Hallmarks of Cancer The Next Generation 2011 1 PDF
Hallmarks of Cancer The Next Generation 2011 1 PDF
INTRODUCCIÓN
Hemos propuesto que seis sellos del cáncer constituyen un principio de organización que proporciona un
marco lógico para comprensión de la diversidad notable de las enfermedades neoplásicas (Hanahan y
Weinberg, 2000). Implícito en la discusión de la idea estaba la noción de que como células normales
evolucionan progresivamente a un estado neoplasico, adquiriendo asi una serie de estos sellos
característicos, y que el proceso de patogénesis de varios pasos de los tumores humanos podría ser
racionalizada por la necesidad de la incipiente las células cancerosas para adquirir las características que
les permitan ser tumorogénico y malignos en última instancia.
Hemos tomado nota de que una propuesta auxiliar que los tumores son más que masas insulares de
células cancerosas proliferantes. Son tejidos en cambio, tejdos complejos compuestos de varios tipos de
células distintas que participar en las interacciones heterotípica uno con el otro. Describimos un pool de
células normales que forman un estroma asociado al tumor, como participantes activos en la
tumorogénesis en lugar de espectadores pasivos, como tal, estas células del estroma contribuyen al
desarrollo y la expresión de capacidades clave de forma segura. Durante la década siguiente, esta noción
se ha solidificado y prolongado, revelando que la biología de los tumores ya no puede entenderse
simplemente enumerando las características del cáncer las células, sino que debe abarcar las
contribuciones de los '''microambiente del tumor” a la tumorogénesis.
En el curso de un notable progreso en la investigación del cáncer posterior a esta publicación, las nuevas
observaciones han servido para clarificar y modificar la formulación original de las capacidades sello.
Además, sin embargo, otras observaciones han planteado preguntas y destacaron los conceptos
mecanicistas que no fueron parte integral de nuestra elaboración original de los rasgos distintivos.
Motivado por estos acontecimientos, ahora volvemos a revisar las características originales, considerando
otras nuevas que podrían incluirse en esta lista, y ampliar las funciones y los aportes de las células del
estroma reclutadas por la biología del tumor.
Las seis características del cáncer -capacidades distintivas y complementarias que permiten el crecimiento
del tumor y la metástasis-, continúan proporcionando una base sólida para la comprensión la biología del
cáncer (Figura 1, ver la información complementaria para las versiones descargables de las cifras para las
presentaciones). En la primera sección de esta revisión, resumimos la esencia de cada sello como se
describe en la presentación original en 2000, seguido de ilustraciones seleccionadas (demarcadas por
subpartidas en cursiva) de los avances conceptuales logrados en los última década en la comprensión de
sus mecanismos fundamentales. En las secciones siguientes nos ocupamos de los nuevos desarrollos que
amplian el ámbito de la conceptualización, describiendo a su vez dos características que permitan la
adquisición de los seis capacidades de sello, dos nuevas capacidades sello emergentes, la constitución y
las interacciones de señalización del microambiente tumoral crucial para el cáncer de fenotipos, y
finalmente hablamos de la nueva frontera de la aplicación terapéutica de estos conceptos.
Figura 1. Las características del cáncer. En esta ilustración se incluye seis capacidades características propuestas
originalmente en nuestra perspectiva del 2000. La última década ha sido testigo de notables progresos en la
comprensión de los fundamentos mecanicistas de cada características.
La señalización mitogénica en las células cancerosas se han, en cambio, entendido mejor (Lemmon y
Schlessinger, 2010;. Witsch et al, 2010; Hynes y MacDonald, 2009; Perona, 2006). Las células cancerosas
puede adquirir la capacidad para mantener la señalización proliferativa por una serie de alternativas:
pueden producir el factor de crecimiento ligandos para sí mismas, para que puedan responder a través de
la expresión de receptores afines, lo que resulta en proliferación autocrina. Por otra parte, las células
cancerosas pueden enviar señales para estimular la las células normales en el apoyo asociados al tumor
estroma, que responden en reciprocidad con el suministro de diversos factores de crecimiento a las
células cancerosas(Cheng et al, 2008;. Bhowmick et al,. 2004). La señalización del receptor también puede
ser liberalizado mediante la elevación de los niveles de las proteínas del receptor que aparece en la
superficie de las células cancerosas, haciendo que estas células hipersensibles a pesar de la limitación de
las cantidades del ligando del factor de crecimiento, y lo mismo el resultado puede ser consecuencia de
alteraciones estructurales en las moléculas receptoras que facilitar el ligando independiente de su
concentración. La independencia del factor de crecimiento también puede derivar de la activación
constitutiva de componentes de las vías de señalización de funcionamiento aguas abajo de estos
receptores, obviando la necesidad de estimular estas vías por ligando mediada por receptor activación.
Teniendo en cuenta que un número señales rio abajo distintivas irradian de una relación ligando receptor
caminos, por ejemplo, la respuesta a la señal de transductor Ras, sólo puede recapitular un subconjunto de
las instrucciones reglamentarias transmitida por un receptor activado.
Análogos de retroalimentación negativa mecanismos funcionan a múltiples nodos dentro de los circuitos de
señalización proliferativa. Un destacado ejemplo es el de la fosfatasa PTEN, lo que contrarresta PI3-
quinasa por degradar su producto, el fosfatidilinositol (3,4,5) trifosfato (PIP3). Pérdida de función de las
mutaciones en el gen PTEN ampliar la señalización de PI3K y promover la tumorigénesis en una variedad
de modelos experimentales de cáncer, en los tumores humanos, PTEN expresión a menudo se pierde por
metilación del promotor (Jiang y Liu, 2009; Yuan y Cantley, 2008).
La proteína Rb integra señales desde diversas fuentes intra o extracelulares y, en respuesta, decide cuales
células deberían o no preceder con el ciclo de crecimiento-y-división. Las células cancerosas con defectos
en la función de las vías de RB están de esta manera perdiendo los efectos de un guardián clave de la
progresión del ciclo celular el cual con su ausencia permite la proliferación celular persistente. Mientras que
RB traduce señales inhibitorias del crecimiento que se originan en gran parte fuera de la célula, TP53
recibe señales de entrada de sensores de estrés y anoramlidad que funcionan dentro de los sistemas
operativos intracelulares: si el grado de daño dentro del genoma es extenso, o si los niveles del pool de
nucleótidos, señales promotoras del crecimiento, la oxigenación son suboptimos, TP53 puede poner poner
fin a la continuidad del ciclo celular hasta que las condiciones se normalicen. Asi también, de cara al
aumento de señales de alarma o daño irreparable para los subsistemas celulares, puede desencadenar
apoptosis. De modo notable, muchos de los efectos del TP53 activado son complejos y alertamente
dependientes del contexto, variando según el tipo de célula como también de la persistencia de las
condiciones de estrés y daño genómico.
Aunque los 2 supresores canónicos de la proliferación –TP53 y RB- tienen gran importancia en la
regulación del proceso, varias líneas de evidencia indican que cada uno actúa como parte de una red más
amplia que está conectada a una redundancia funcional. Por ejemplo, ratones mutados (quiméricos)
poblados con células individuales carentes de un gen Rb funcional son sorpresivamente libres de proliferar
anormalidades, a pesar de la expectación de que la perdida de la función de RB permitiría el disparo
continuo de la división celular en estas células y sus descendientes; alguno de los grupos resultantes de
las células sin Rb podrían, con todo derecho, progresar a neoplasia. En cambio, las células con Rb nulo,
en ratones quiméricos han desarrollado tejidos relativamente normales; la única neoplasia observada fue
en desarrollo de tumores pituitarios en estapas tardías de la vida. Del mismo modo, los ratones sin TP53
se desarrollaron normalmente, sus tejidos en gran medida una homeostasis apropiada, y nuevamente, las
anormalidades aparecieron en etapas tardías, bajo la forma de sarcomas y leucemias. Ambos ejemplos
deben reflejar los mecanismos de redundancia actuantes al servicio de contrarrestar la replicación
inadecuada de las células que carecen de estos supresores proliferativos claves.
Uno de los mecanismos involucra el producto del gen NF2, considerado como un supresor de tumores
debido a que su perdida gatilla una forma de neurofibromatosis. Merlin, el producto citoplasmático de NF2,
orquesta la inhibición por contacto a través del acoplamiento de moléculas de adhesión celular
superficiales (ej, E-cadherina) a receptores de Tyrosin-kinasas transmembrana (ej receptor EGF). Merlin
entonces refuerza la adhesividad de mediada por la cadherina. Además, mediante el secuestro de
receptores de factores de crecimiento, Merlin limita su habilidad para emitir señales mitogenicas
eficientemente.
Un segundo mecanismo de inhibición de contacto implica la proteína LKB1 de la estirpe epitelial, que
organiza la estructura del epitelio y ayuda a mantener la integridad del tejido. LKB1 puede, por
ejemplo, hacer caso omiso de los efectos mitogénicos del poderoso oncogén Myc cuando éste está siendo
sobreregulado en estructuras epiteliales organizadas y quiescentes; en contraste cuando la exresion de
LKB1 es suprimida, la integridad epitelial es desestabilizada , y se convierten en células
epiteliales susceptibles a la transformación inducida por Myc (Partanen et al.
LKB1 también se ha identificado también como un gen supresor de tumores que se pierde en ciertos
cánceres humanos (Shaw, 2009), posiblemente reflejando su función normal como supresos de
proliferación inadecuada. Queda por ver la frecuencia con que estos dos mecanismos de contacto mediada
por la supresión del crecimiento se ven comprometidos en los cánceres humanos; sin duda ya otra barrera
proliferativa inducida por contaco fue ya descubierta. Es evidente que mecanismos como estos que
permiten a las células construir y mantener los tejidos estructuralmente complejas
representan un medio importante de suprimir y de contrapeso a señales inadecuadas de proliferación.
La maquinaria apoptótica se compone de dos reguladores efectores aguas arriba y aguas abajo. Los
reguladores, a su vez, se dividen en dos circuitos principales uno receptor de señales de inducción de
muerte que las recibe y procesa (el programa extrínseco, que involucra por ejemplo ligando-receptores
Fas) y el otro censando e integrando variadas señales intracelulares (el programa intrínseco). Cada una
culmina en la activación de una proteasa normalmente latente (caspasas 8 y 9, respectivamente), que
proceden a iniciar una cascada de proteólisis con participación de caspasas efectoras responsables de la
fase de ejecución de la apoptosis, en la que la celula es desmontada y se consume tanto por sus vecinos
como por células fagocíticas. En la actualidad, el programa intrínseco de apoptosis es más ampliamente
implicado como una barrera para la patogénesis del cáncer.
El “gatillante apoptótico” que transmite las señales entre los reguladores y los efectores es controlado por
contrapeso a favor y en contra de la apoptosis de la familia Bcl-2 de proteínas reguladoras). El arquetipo,
Bcl-2, junto con sus parientes más cercanos (Bcl-XL, Bcl-w, MCL-1, A1) son inhibidores de la apoptosis,
actuando en gran parte por la unión y la supresión de 2 proteínas gatillantes proapoptoticas (Bax y Bak),
este último esta ensamblado en la membrana mitocondrial externa. Cuando se elimina la inhibición por sus
familiares antiapoptoticos, Bax y Bak alteran la integridad de la membrana mitocondrial externa, causando
la liberación de proteínas pro-apoptóticos de señalización, la mas importante de ellas es el citocromo C. El
citocromo clliberado activa, a su vez, una cascada de las caspasas que actúan a través de actividades
proteolítica para inducir a los múltiples cambios celulares asociadoscon el programa de apoptosis. Bax y
Bak comparten dominios de interacción proteína-proteína, denominada motivos BH3, con la antiapoptótico
Bcl-2- que median interacciones físicas diferentes. Las actividades de una subfamilia de proteínas
relacionadas, cada una de las cuales contiene un solo motivo como BH3, se acoplan a una variedad de
sensores de anormalidad celular, estas proteinas “sólo-BH3” actúan tanto por intervención de
antiapoptóticas proteínas Bcl-2 o la estimulación directa de los miembros pro-apoptóticos de la familia).
A pesar de las condiciones que disparan la apoptosis celular aún no se entiende del todo, varios sensores
de anormalidad que juegan un papel clave en el desarrollo de tumores han sido identificados. Lo más
notable es el sensor de daño al DNA que funciona a través del supresor de tumores TP53; TP53 induce la
apoptosis por sobreregulacion (upregulation) de la expresión de las proteinas Noxa y Puma solo-BH3, en
respuesta a niveles sustanciales de roturas en el ADN y otras anomalías cromosómicas. Por otra parte, la
señalización insuficiente de los factores de supervivencia (por ejemplo, los niveles inadecuados de la
interleucina-3 en linfocitos o de la insulina-como factor de crecimiento 1 / 2 [IGF1 / 2] en el epitelio las
células) pueden provocar la apoptosis a través de una proteína solo-BH3 que se le llama Bim. Sin
embargo, otra situación que lleva a la muerte celular implica señalización por hiperactividad por ciertas
oncoproteína, como Myc, que activa apoptosis (en parte a través de Bim y otras proteínas BH3-only) a no
ser contrarrestado por factores antiapoptóticos.
Las células tumorales desarrollar una variedad de estrategias para limitar o evitar apoptosis. El más común
es la pérdida de supresores de tumores TP53, lo que elimina este sensor con daño crítico de la inducción
de circuitos-apoptosis.
Por otra parte, los tumores pueden alcanzar fines similares por la expresión cada vez mayor de los
reguladores anti-apoptóticas (Bcl-2, Bcl-XL) o las señales de supervivencia (IGF-1 / 2), por factores
proapoptóticos de regulación_agua-abajo (Bax, Bim, Puma), o por un cortocircuito de la muerte por vía
extrínseca inducida por ligandos. La multiplicidad de mecanismos para evitar la apoptosis refleja la
diversidad de las señales de inducción de la apoptosis que las poblaciones celulares de cáncer encuentran
durante su evolución al estado maligno.
La estructura de la maquinaria apoptótica y el programa, y las estrategias utilizadas por las células
cancerosas para evadir sus acciones se apreciaron mucho la década pasada. En los avances
conceptuales más notables desde entonces, han participado otras formas de muerte celular que pueden
ampliar el alcance del programa de “la muerte programada” como una barrera para el cáncer.
Al igual que la apoptosis, el mecanismo de autofagia tiene componentes tanto reguladores y como
efectores. Entre estos últimos están las proteínas que median formación de autofagosomas y la entrega a
los lisosomas. Es de destacar que los ultimas investigaciones han revelado las intersecciones entre los
circuitos de regulación de la autofagia, la apoptosis y la homeostasis celular. Por ejemplo, la vía de
señalización que involucra la PI3- kinasa, Akt, mTOR y quinasas, que es estimulada por la señales
supervivencia para bloquear la apoptosis, inhibe la autofagia de manera similar; cuando las señales de
supervivencia no son suficientes, la vía PI3K es regulada aguas abajo, con el resultado de que la autofagia
y / o apoptosis son inducidas.
Otra interconexión entre estos dos programas reside en la proteína BECLIN-1, que ha sido demostrado por
estudios genéticos es necesaria para la inducción de la autofagia. Beclin-1 es un miembro de la subfamilia
de proteínas de regulación de apoptosis “solo-BH3”, y su dominio BH3 le permite trabar las proteinas Bcl-
2/Bcl-xL. El sensor de estrés aoplado a proteínas BH3 pueden desplazar BECLIN-1 de su asociación con
Bcl-2/Bcl-xL, lo que permite la liberación Beclin-1 para activar la autofagia, lo que puede liberar
los proapoptóticos Bax y Bak para activar la apoptosis. Por lo tanto, la traducción inducida por estrés de las
proteínas BH3 (por ejemplo, Bid, Bad, Puma, et al.) Puede inducir la apoptosis y / o la autofagia en función
del estado fisiológico de la célula.
Los ratones portadores de alelos inactivados del gen BECLIN-1 o de algunos otros componentes de la de
maquinaria autofagia exponen un aumento de la susceptibilidad al cáncer). Estos resultados sugieren que
la inducción de la autofagia puede servir como una barrera a la tumorigénesis que pueden operar
independientemente o en conjunto con la apoptosis. En consecuencia autofagia parece representar una
barrera más que debe ser evitada durante el desarrollo del tumor.
Tal vez, paradójicamente, el hambre de nutrientes, la radioterapia, y ciertos fármacos citotóxicos pueden
inducir niveles elevados de autofagia que aparentemente son citoprotector para las células cancerosas,
impidiendo en lugar de acentuar las acciones de la matanza de estas situaciones provocadas por
estres. Por otra parte, células cancerosas muy estresadas han demostrado reducir su tamañoa través de
la autofagia a un estado de latencia reversible. Esta respuesta de supervivencia puede permitir la
persistencia y regeneración en las etapas tardías de los tumores después del tratamiento con potentes
fármacos contra el cáncer.
Así, en analogía con la señalización del TGF-b, que puede suprimir tumores en las primeras etapas de la
tumorogénesis y la promocionar el tumor más tarde, la autofagia parece tener efectos contradictorios sobre
el tumor y por lo tanto la progresión del mismo (Apel et al, 2009;. Blanca y DiPaola, 2009). Una agenda
importante para futuras investigaciones involucraría el aclarar las condiciones genéticas y fisiológicas de
células- que determinan cuándo y cómo la autofagia permite a las células del cáncer sobrevivan o mueran.
Tal vez lo más importante, la muerte celular necrótica liberan señales proinflamatorias en el microambiente
del tejido circundante, a diferencia de la apoptosis y la autofagia, que no lo hacen. Como consecuencia, las
células necróticas pueden reclutar células inflamatorias del sistema inmune, cuya función dedicada
es examinar el grado de daño en los tejidos y eliminar restos necróticos asociados . En el contexto de la
neoplasia, sin embargo, múltiples líneas de evidencia indican que las células inflamatorias inmunes
pueden de manera activa promover el tumor, ya que estas células son capaces de fomentar la
angiogénesis, la proliferación de células cancerosas, y la invasión (Ver más abajo). Además, las células
necróticas pueden liberar factores reguladores bioactivos , como la IL-1alfa, que puede estimular
directamente células vecinos viables para proliferar, con el potencial, una vez más, de facilitar la progresión
neoplásica. En consecuencia, la muerte celular necrótica, aunque aparentemente beneficiosa para
contrarrestar la hiperproliferación asociada al cáncer, en última instancia, puede hacer más daño que
bien. En consecuencia, neoplasias incipientes y potencialmente invasoras y metastático pueden obtener
ventaja, al tolerar un cierto grado de necrosis, ello con el fin de reclutar a promotores de tumores de las
células inflamatorias que llevan al crecimiento de los factores estimulantes del crecimiento a las células
sobrevivientes.
En raras ocasiones, las células emergen de una población en crisis y muestran de replicación
ilimitada. Esta transición se ha denominado la inmortalización, un rasgo que la mayoría de las líneas
celulares establecidas poseen en virtud de su capacidad de proliferar en cultivo, sin evidencia de
cualquiera de senescencia o crisis.
Múltiples líneas de evidencia indican que la protección de los telómeros en los extremos de los
cromosomas juegan un papel central en la capacidad para un número ilimitado de proliferación (Blasco,
2005; Shay y Wright, 2000). Los telómeros, compuesto por múltiples hexanucleotidos tándem repetidos, se
acortan progresivamente en las células no immortalizadas en los cultivos, en corto tiempo pierden la
capacidad de proteger los extremos del ADN cromosómico de la fusión de extremo a extremo, provocando
fusiones que generan cromosomas dicéntricos inestables cuya resolución da como resultados en una
codificación de cariotipo, que amenaza viabilidad de la célula. En consecuencia, la longitud de los
telómeros de ADN en una célula dicta la cantidad de sucesivas generaciones de células de su
descendencia puede ejecutar antes del acortamiento de los telomeros y por consiguiente, pierde sus
funciones de protección, provocando la entrada en crisis.
La telomerasa es una polimerasa ADN especializada que se une a los telómeros para repetir los
segmentos en los extremos de ADN telomérico, esta casi ausente en las células no immortalizadas pero
present niveles significativos de funcionamiento en la gran mayoría (? 90%) de células inmortalizadas
espontaneamente, incluyendo las células de cáncer humano. Al extender el ADN telomerico, la telomerasa
es capaz de contrarrestar la progresiva erosión de los telómeros que se hubieran producido en su
ausencia. La presencia de actividad de la telomerasa, ya sea en forma espontánea o células
inmortalizadas en el contexto de las células diseñadas para expresar la enzima, se correlaciona con una
resistencia a la inducción tanto de la senescencia y la crisis / apoptosis, por el contrario, la supresión de la
actividad de la telomerasa produce un acortamiento de los telómeros y deactivación de una u otra de estas
barreras proliferativa.
Las dos barreras para la proliferación-senescencia y la crisis /apoptosis, se han racionalizado como
defensas cruciales contra el cáncer que están fuertemente inmplicadas en nuestras células, siendo
desplegando para impedir la extensión de los clones de lesiones preneoplásicas y células francamentelas
neoplásicas. De acuerdo con esta forma de pensar, la mayoría de las neoplasias incipientes acaban con su
dotación de duplicaciones de replicación y se detienen en su camino por una u otra de estas barreras. La
eventual inmortalización de variantes celulares extraños que foman tumores se ha atribuido a su capacidad
para mantener el ADN telomérico en longitudes suficientes para evitar que se desencadene la senescencia
o apoptosis, logrado con más frecuencia por expresión por sobreregulacion de la telomerasa o, menos
frecuentemente, a través de un mecanismo de recombinación alternativo basado en el mantenimiento de
los telómeros. Por lo tanto, acortamiento de los telómeros ha llegado a ser visto como un dispositivo de
reloj que determina el potencial de replicación limitado de las células normales y que por lo tanto debe ser
superado por las células cancerosas.
La inducción de la angiogénesis
Al igual que los tejidos normales, los tumores requieren sustento en la forma de nutrientes y oxígeno, así
como una capacidad para evacuar desechos metabólico y el dióxido de carbono. La vasculatura tumoral
generada por el proceso de la angiogénesis, se ocupa de estas las necesidades. Durante la
embriogénesis, el desarrollo de la vasculatura implica el nacimiento de nuevas células endoteliales y su
montaje en tubos (vasculogénesis), además de la germinación (angiogénesis) de nuevos bucles a partir de
los ya existentes. Después de esta morfogénesis, la vasculatura normal se queda en gran medida en
reposo. En el adulto, como parte de los procesos fisiológicos tales como cicatrización de heridas y ciclo
reproductivo femenino, la angiogénesis se activa, pero sólo transitoriamente. En contraste, durante el
progresión tumoral , un “interruptor angiogénico''' se mantiene siempre activo brotando continuamente
nuevos vasos sanguíneos que ayudan a sostener la expansión del crecimiento neoplásicos (Hanahan y
Folkman, 1996).
Vasta evidencia indica que este interruptor de la angiogénesis se rige por factores compensatorios que, o
bien inducen o se oponen a la angiogénesis (Baeriswyl y Christofori, 2009; Berger y Benjamin,
2003). Algunos de estos reguladores angiogénicos son las proteínas de señalización que se unen a
estimulantes o inhibidores receptores celulares de superficie demostrada por las células endoteliales
vasculares. Los bien conocido prototipos de inductores e inhibidores de la angiogénesis son el Factor A de
crecimiento endotelial vascular (VEGF-A) y la trombospondina 1 (TSP-1), respectivamente.
El gen VEGF-A codifica ligandos que están involucrados en la organización de vasos sanguineos nuevos
durante el estado embrionario y postnatal de desarrollo, y en la la homeostasis de supervivencia del
endotelio, así como en situaciones fisiológicas y patológicas en el adulto. La señalización VEGF a través
de tres receptores de tirosina quinasas (VEGFR-1-3) está regulado en varios niveles, lo que refleja este
complejidad del objeto. Por lo tanto, la expresión de VEGF gen puede ser sobreregulada tanto por la
hipoxia y por la señalización de oncogénes (Ferrara, 2009; Mac Gabhann y Popel, 2008; Carmeliet, 2005).
Además, los ligandos de VEGF pueden ser secuestrados en la matriz extracelular en las formas latentes
que están sujetos a la liberación y activación por proteasas que las degradan (por ejemplo, la MMP-
9; Kessenbrock et al., 2010). Además, otros señales proangiogénicos , como los miembros del familia
Factor de crecimiento de fibroblastos (FGF) , han sido implicados en el mantenimiento de la angiogénesis
tumoral cuando su expresión esta en sobreregulacion crónica (Baeriswyl y Christofori, 2009). TSP-1, un
contrapeso importante en el interruptor angiogénico, también se une a los receptores transmembrana
expresados por las células endoteliales y por lo tanto evoca señales supresoras que pueden contrarrestar
los estímulos proangiogénicos (Kazerounian et al., 2008).
Los vasos sanguíneos en los tumores producidos por la activacion crónica deangiogénesis y una mezcla
desbalanceada de señales proangiogénicos son típicamente aberrantes: la vasculatura del tumor se
caracteriza por brotes capilares precoces; complicada y excesiva ramificación, vasos distorsionados y
agrandados y de flujo errático , microhemorragia, filtración, y niveles anormales en la proliferación de
células endoteliales y de apoptosis (Nagy et al, 2010.; Baluk et al., 2005). La angiogénesis se induce
sorprendentemente pronto en varias etapas del desarrollo de los cánceres invasivos, tanto en modelos
animales y en los seres humanos. Análisis histológicos de lesiones premalignas y no invasivos , incluyendo
las displasias y carcinomas in situ que surgen en una variedad de órganos, han revelado los principios de
actuación del interruptor angiogénico (Raica et al, 2009;. Hanahan y Folkman, 1996). Históricamente, la
angiogénesis fue prevista para ser importante sólo cuando los tumores de rápido crecimiento macroscópico
se había formado, pero datos más recientes indican que la angiogénesis también contribuye a
la fase microscópica premalignas de la progresión neoplásica, consolidando aún más su condición de sello
integral del cáncer.
Es de destacar que el mecanismo de cambio puede variar en su forma, a pesar de que el resultado neto es
una señal inductiva comun (por ejemplo, VEGF). En algunos tumores, que operan oncogenes dominantes
dentro de las células tumorales, como Ras y Myc, se puede sobreregular la expresión de factores
angiogénicos, mientras que en otros, tales señales inductivas se producen indirectamente por las células
inflamatorias inmunes, como se detalla a continuación. La inducción directa de la angiogénesis por
oncogenes que también conduce a señalización proliferativa ilustra el importante principio de que las
capacidades de distintas características sello puede ser coregulatedos por los mismos agentes de
transformación.
Además, la expresión de otros genes que codifican moléculas de adhesión célula a célula y célula-ECM se
ha demostrado se alteran en algunos carcinomas muy agresivos, en laos cuales su citostasis es regulada
aguas abajo.Por el contrario, la moléculas adhesión que normalmente se asocian con la migración de
células que se producen durante la embriogénesis y la inflamación a menudo son reguladas aguas
arribaPor ejemplo, N-cadherina, que normalmente se expresa en la migración de las neuronas y las células
mesenquimales durante la organogénesis, está aumentada en muchas células de carcinoma invasivo. Más
allá de la ganancia y la pérdida de estas proteínas cell-cell/matrix, los reguladores maestros de la invasión
y metástasis fueron en gran medida desconocidos o, cuando se sospeche, carente de validación
funcional (Cavallaro y Christofori, 2004).
El proceso de múltiples pasos de la invasión y la metástasis ha sido esquematizada como una secuencia
de pasos discretos, a menudo se denomina la invasión metástasis en cascada (Talmadge y Fidler, 2010;
Fidler, 2003). Esta descripción contempla una serie de cambios en células biológicas , a partir de la
invasión local, luego de la intravasacion de las células cancerosas en la sangre y los vasos linfáticos
cercanos, el tránsito de las células cancerosas a través de los sistemas linfático y hematógena, seguido
por el escape de las células cancerosas de la luzde tales lumenes en el parénquima de los tejidos distantes
(extravasación), la formación de pequeños nódulos de células cancerosas (micrometástasis),
y, finalmente, el crecimiento de las lesiones de micrometástasis en tumores macroscópicos, este último
paso se denomina colonización''.''
La evidencia disponible sugiere que estos factores de transcripción se regulan entre sí y también como
conjuntos superpuestos de blancos de genes. Ninguna regla se ha establecido todavía para describir sus
interacciones y las condiciones que rigen su expresión. La evidencia de la genética del desarrollo indica
que señales contextuales recibidas desde las células vecinas en el embrión son involucradas en la
activación de la expresión de de estos factores de transcripción en aquellas células destinadas a pasar a
través de un EMT, de manera análoga, cada vez hay más evidencia que sugiere que las interacciones
heterotípica de las células cancerosas adyacentes con las células del estroma asociados al tumor puede
inducir la expresión de fenotipos de células malignas que se sabe que son coreografiadas por uno o más
de estos reguladores transcripcionales (Karnoub y Weinberg, 2006-2007; Brabletz et al, 2001). Además,
las células cancerosas en los márgenes invasivos de ciertos carcinomas pueden ser consideradas que
han sido sometidas a un EMT, lo que sugiere que que estas celulas cancerosas están sujetas a estímulos
microambientales diferentes de aquellos recibidos por las células cancerosas situadas en los núcleos de
estas lesiones (Hlubek et al., 2007). Aunque la evidencia es aún incompleta, parece ser que EMT-inducen
factores de transcripción capaces de orquestar más pasos de la cascada de invasión-metástasis salvo el
paso final del colonización. Aún sabemos bastante poco sobre las diversas manifestaciones y la
estabilidad temporal del estado mesenquimal producido por un EMT. Aunque la expresión de la EMT que
se induce por factores de transcripción se ha observado en ciertos tipos de tumores epiteliales, como los
sarcomas y los tumores neuroectodérmicos, su papel en la programación de los rasgos malignos en estos
tumores están pobremente decumentados. . Además, queda por determinar si las células del carcinoma
invasivo necesariamente adquieren su capacidad a través de la activación de las partes del programa
EMT, o si los programas alternativos de regulación también pueden habilitar esta capacidad.
Los macrófagos en la periferia del tumor pueden fomentar la invasión local mediante el suministro de
enzimas que degradan la matriz, tales como las metaloproteinasas y proteasas cisteína catepsina; en un
sistema modelo, la promoción de la invasión de macrófagos es activada por IL-4 producida por las las
células cancerosas. Y en un modelo experimental de cáncer de mama metastásico, los Macrofagos
Asociados al Tumor (TAM) suministran el factor de crecimiento epidérmico (EGF) a estas células
cancerosas, mientras que las células cancerosas recíprocamente estimulan los macrófagos con CSF-1, su
interacción concertada faclita la intravasation en el sistema circulatorio y la diseminación metastásica de
las células cancerosas. Observaciones como éstas indican que los fenotipos de alto grado de malignidad
no surgen de modo estricto en un contexto completamente autonomo, y que su manifestación no puede ser
entendida exclusivamente a través del análisis de los genomas de las células tumorales. Una
importante implicación, aún no probada, es que la capacidad de negociar la mayoría de los pasos de la
cascada de la invasión-metástasis puede ser adquirida por ciertos tumores, sin el requisito de que las
células de cáncer sean sometidas a mutaciones adicionales de las que eran necesarios para la formación
del tumor primario.
Se puede inferir a partir de historias naturaesl que las micrometástasis pueden carecer de alguna de las
capacidades sello necesarias para vigoroso crecimiento, tales como la capacidad de activar la
angiogénesis y, de hecho la la incapacidad de ciertas micrometástasis latentes de laboratorio para generar
para formar tumores macroscópicos se ha atribuido a su fallo para activar la angiogénesis
tumoral. Además, experimentos recientes han demostrado que el hambre de nutrientes puede inducir la
autofagia intensa que hace que las células cancerosas para reducir el tamaño y adoptar un estado de
reversible latencia, dichas células pueden salir de este estado y reanudar la actividad crecimiento y la
proliferación cuando los cambios en microambiente tisular, como el acceso a mayor cantidad de nutrientes,
lo permiten. Otros mecanismos de latencia micrometástastasica puede implicar paticipacion de señales de
anti-crecimiento incorporadas en condiciones normales el tejido de la matriz extracelular (Barkan et al.,
2010) y la supresión de tumores, mas las acciones del sistema inmune.
La mayoría de la difusión cancerigena tienden a ser mal adaptada, al menos inicialmente, para el
microambiente del tejido en que han aterrizado. En consecuencia, cada tipo de difusión de cáncer puede
necesitar para desarrollarse como tal, un conjunto de soluciones “ad hoc” al problema de prosperar en el
microambiente de uno o otro tejido extraño (Gupta et al., 2005). Estas adaptaciones podría requerir cientos
de programas de colonización distintos, cada una dictado por el tipo de célula metastasica y la
naturaleza del microambiente del tejido en el que la colonización procede. Como se verá más adelante, sin
embargo, ciertos microambientes pueden ser condenadas de antemano a ser intrínsecamente
hospitalaria a las células de cáncer metastasico.
La diseminación metastásica ha sido descrita como el ultimo paso en la progresión del tumor primario de
múltiples pasos, y de hecho para muchos tumores que es probable que el caso, como se ilustra en los
últimos secuenciamientos del genoma presentan evidencia genética para evolución clonal de
adenocarcinoma pancreático ductal a la metástasi. Por otro lado, la evidencia ha surgido recientemente lo
que indica que las células pueden difundir muy pronto, partiendo de las lesiones premalignas
aparentemente no invasiva observadas tanto en ratones como en humanos. Además, las micrometástasis
pueden ser generado a partir de Los tumores primarios que no son, evidentemente, invasivos, sino que
poseen una falta de integridad luminal en su neovasculatura. Aunque las células cancerosas pueden
difundir con claridad de tales lesiones pre-neoplásicas sembrar la médula ósea y otros tejidos, su
capacidad para colonizar estos sitios y convertirse en macrometástasis patológicamente importante sigue
sin comprobarse. En la actualidad, consideramos esta difusión metastásico temprana como un fenómeno
demostrable en ratones y seres humanos cuyo significado clínico aún no se ha establecido.
Más allá del ritmo de su difusión, también se mantiene incierto cuándo y dónde las células cancerosas
desarrollan la capacidad de colonizar tejidos extraños, como los tumores macroscópicos. Esta capacidad
puede aparecer durante la formación del tumor primario como consecuencia de un tumor de camino
particular de desarrollo antes de cualquier difusión, tales que algunas células del tumor primario entran a la
circulación siendo por casualidad dotadas con la capacidad de colonizar ciertas zonas de tejido
distante. Por otra parte, la capacidad de colonizar tejidos específicos sólo puede desarrollarse en
respuesta a la presión selectiva sobre las células cancerosas ya difundidas para adaptarse al crecimiento
en los microambientes de tejido extraño.
Después de haber desarrollado estos tejidos específicos la capacidad de colonización, las células en las
colonias de metástasis puede proceder a una mayor difusión, no sólo para los nuevos sitios en el cuerpo,
sino también volver a los tumores primarios en los que sus antepasados se levantaron. En consecuencia,
los programas de colonización tejido-esecifica que se manifiestan entre las células dentro de un tumor
primario no puede provenir de tumor clásico que ocurren dentro de la progresión de la lesión primaria, sino
que de los emigrantes que han regresado a casa. Tal resiembra es compatible con los estudios antes
mencionados de la metástasis del cáncer de páncreas humano. Dicho de otra manera, los fenotipos y los
programas subyacentes de expresión génica de las poblaciones de células cancerosas (y de las células
madre del cáncer véase más adelante) dentro de los tumores primarios pueden ser
significativamente modificadas por la migración a la inversa de su metastásica progenie distante.
Implícito en este proceso de auto-siembra esta otra idea: el estroma de apoyo que se presenta en un tumor
primario y contribuye para la adquisición de rasgos malignos puede proporcionar intrínsecamente un lugar
hospitalario para la resiembra y la colonización mediante la circulación de las células cancerosas que
emanan de las lesiones metastásicas.
La clarificación de los programas de regulación que permiten la metástasis representan una importante
agenda para futuras investigaciones. Un progreso sustancial se está haciendo, por ejemplo, en la definición
de conjuntos de genes (del tipo ''metastásico”) que se correlacionan con y aparecen para facilitar el
establecimiento de metástasis macroscópicas en los tejidos específicos. El desafío es considerable, dada
la gran cantidad aparente de distintos programas de colonización antes citados. Por otra parte, la
colonización es poco probable que sea exclusivamente un proceso autónomo. En cambio, es casi seguro
que requiere del establecimiento de un microambiente tumoral permisivo compuesto de apoyo crítico las
células del estroma. Por estas razones, el proceso de la colonización es probable que abarque un gran
número de programas biológicos que son, en conjunto, mucho más complejos y diversos que los pasos
anteriores para la difusión de metástasis.
Figura 2. Las redes de señalización intracelular regulan las operaciones de la célula cancerosa
Un circuito integrado elaborado opera dentro de las células normales y se reprograma para desarrollar las capacidades
de sello dentro de las células cancerosas. Los subcircuitos separados, representado aquí en los campos de diferente
color, están especializados en organizar las diversas capacidades. Por un lado, esta representación es simplista, ya
que existe una considerable interferencia entre estos subcircuitos. Además, debido a que cada célula de cáncer es
expuesto a una compleja mezcla de señales de su microambiente, cada uno de estos subcircuitos está conectado con
las señales procedentes de otras células en el microambiente tumoral, como se indica en la Figura 5.
Ahora sugerimos una representación de este circuito que está alineado con características individuales de
cáncer. Por lo tanto, el circuito integrado intracelular se pueden segmentar en subcircuitos diferentes, cada
una de las cuales se especializa en soportar una discreta propiedad celular biológica de células normales y
se reprograma para poner en práctica una capacidad sello en las células cancerosas (Figura 2). Sólo un
subconjunto de capacidades de sello se aborda en esta figura, ya sea porque los circuitos de control
subyacentes siguen siendo poco conocidos o porque se superponen ampliamente con las descritas aquí.
Una dimensión adicional de complejidad implica una considerable interconexiones y por lo tanto la diafonía
entre los subcircuitos individuales. Por ejemplo, ciertos eventos oncogénicos pueden afectar múltiples
funciones, como lo demuestra diversos efectos que oncogenes prominentes, tales como mutante RAS y
MYC sobrerregulado, tienen sobre las capacidades sello múltiples (por ejemplo, señalización de la
proliferación, metabolismo energético, angiogénesis, invasión y supervivencia). Anticipamos que futuras
entregas de este circuito integrado abarcará subcircuitos y capacidades sello asociado que aún no se
abordan aquí.
Hemos definido las características del cáncer como capacidades adquiridas funcionales que permiten a las
células cancerosas sobrevivir, proliferar y difundir, estas funciones se adquieren en diferentes tumores a
través de distintos mecanismos y momentos en el curso de la tumorogénesis de varios pasos. Su
adquisición se hace posible gracias a dos características de habilitación. La más destacada es la desarrollo
de la inestabilidad genómica de las células cancerosas, lo que genera mutaciones al azar que incluyen
reordenamientos cromosómicos; entre éstos están los cambios genéticos raros que pueden organizar las
capacidades de sello. Una segunda característica que lo permite es la que implica el estado inflamatorio de
lesiones premalignas y francamente malignas que es impulsada por células del sistema inmune, algunos
de los cuales sirven para promover la progresión del tumor a través de diversos medios.
Sin embargo, otros atributos distintos de las células cancerosas se han propuesto para ser funcionalmente
importante para el desarrollo de cáncer y por lo tanto, podría ser añadido a la lista de características
básicas (Negrini et al, 2010;. Luo et al, 2009;. Colotta et al, 2009). Dos de tales atributos son
particularmente convincentes. El primera consiste en la reprogramación del metabolismo energético
celular con el fin de apoyar el crecimiento y proliferación celular continuoa, en sustitución del programa
metabólico que funciona en la mayoría de los tejidos normales. El segundo se refiere a la evasión activa de
las células cancerosas de los ataques y eliminación de las células inmunes, lo que pone de manifiesto la
capacidad de funciones dicotómicas de un sistema inmunológico que tanto antagoniza y mejora el
desarrollo y progresión tumoral. Ambas capacidades y puede llegar a facilitar el desarrollo y la progresión
de muchas formas de cáncer humano y por lo tanto pueden ser consideradas como emergente
características del cáncer. Estas características habilitadoras y características sello nuevas, se muestra en
La figura 3, se discuten individualmente más adelante.
La extraordinaria capacidad de los sistemas de mantenimiento del genoma de detectar y resolver los
defectos en el ADN asegura que las tasas de mutaciones espontáneas suelen ser muy bajas en cada
célula generación. En el supuesto de que la adquisición de la lista de los genes mutantes necesarios para
organizar la tumorogénesis, las células cancerosas a menudo aumentan las tasas de mutación (Negrini et
al, 2010;.. Salk et al, 2010).
Esta mutabilidad se logra a través de una mayor sensibilidad a agentes mutágenos, por medio de una
ruptura en uno o varios componentes de la maquinaria de mantenimiento genómica. Además, la
acumulación de mutaciones se puede acelerar al poner en peligro los sistemas de vigilancia que
normalmente vigilan la integridad genómica y fuerzar a células genéticamente dañadas ya sea en
senescencia o la apoptosis (Jackson y Bartek, 2009; Kastan, 2008; Sigal y Rotter, 2000). El papel de los
TP53 es fundamental aquí por lo que se le llama el guardián del genoma '(Lane,, 1992). Una amplia gama
de defectos que afectan a diversos componentes de la maquinaria de mantenimiento del ADN, a menudo
se refiere como guardianes del genoma (Kinzler y Vogelstein, 1997), se han documentado. El catálogo de
los defectos de estos cuidadores de genes incluye a aquellos cuyos productos están involucrados en (1) la
detección de Daños en el ADN y la activación de la maquinaria de reparación, (2) directamente reparación
del ADN dañado, y (3) la inactivación o la interceptación moléculas mutagénicos antes de que se han
dañado el ADN. Desde una perspectiva genética, estos genes cuidadores se comportan como genes
supresores de tumores, en que sus funciones se puede perder durante el transcurso de la progresión del
tumor, tal pérdida se logra ya sea a través de inactivación de las mutaciones o a través de la represión
epigenética. Las copias mutantes de muchos de estos cuidadores genes han sido introducidos en la línea
germinal de ratónes y dan porresultado, como era previsible, el aumento en la incidencia de cáncer, de
apoyo su posible participación en el desarrollo del cáncer humano.
En la década desde la primera vez que fueron enumeradas las características del cáncer, otra fuente
importante de inestabilidad genómica asociada al tumor se ha descubierto: como se describió
anteriormente, la pérdida de los telómeros en muchos tumores genera inestabilidad cariotípica junto con
amplificación y la eliminación de segmentos cromosómicos (Artandi y DePinho, 2010). Al analizar esto, la
telomerasa es más que un facilitador de las capacidad sello del potencial replicativo ilimitado y se debe
añadir también a la lista de los cuidadores crítico responsable del mantenimiento de la integridad del
genoma. Los avances en el análisis genético-molecular de las células cancerígenas han proporcionado las
demostraciones más convincentes de la función de las mutaciones que alteran y dan inestabilidad
genómica durante la progresión tumoral. Un tipo de análisis comparativo – por hibridación genómica
(CGH)-, documenta de las ganancias y pérdidas del número de copias de genes en el genoma celular, en
muchos tumores, las aberraciones genómicas generalizada reveladas por CGH proporcionan clara
evidencia de la pérdida de control de la integridad del genoma. Es importante destacar que, la repetición de
las aberraciones específicas (tanto ampliaciones y deleciones) en determinados sitios en el genoma indica
que estos sitios son susceptibles de albergar genes cuya alteración favorece la progresión neoplásica
(Korkola y Gray, 2010).
Aunque los detalles de la alteración del genoma pueden variar dramáticamente entre los diferentes tipos de
tumores, la gran cantidad de defectos del mantenimiento y reparación del genoma quee ya se han
documentado en los tumores humanos, junto con abundantes pruebas de desestabilización generalizada
del número de copias de genes y nucleótidos, nos persuaden de que la inestabilidad del genoma es
inherente a la gran mayoría de las células de cáncer humano. Esto lleva, a su vez, la conclusión de que los
defectos en el mantenimiento del genoma y reparación son selectivamente ventajosa y por lo tanto,
fundamental para la progresión tumoral, aunque sólo sea por acelerar el ritmo en el que las células
premalignas pueden acumular genotipos favorables. Como tal, la inestabilidad del genoma es claramente
un entorno propicio característico que tiene una relación causal con la adquisición de capacidades de sello.
En el año 2000, ya había indicios de que la respuesta inflamatoria asociada al tumor tuvo el efecto
imprevisto y paradójico de la mejora de la tumorigénesis y la progresión, en efecto, ayudar a
neoplasias incipientes para adquirir capacidades características. En los siguientes diez años, la
investigación sobre las intersecciones entre la inflamación y la patogénesis del cáncer ha florecido,
produciendo manifestaciones abundantes y convincentes de la funcionalidad importante de los efectos en
la promoción tumoral que las células inmunes - en gran medida del sistema inmune innato, tienen en la
progresión neoplásica (DeNardo et al, 2010;. Grivennikov et al, 2010;. Qian y Pollard, 2010; Colotta et al,
2009). La inflamación puede contribuir a múltiples capacidades características mediante el suministro de
moléculas bioactivas para el microambiente del tumor, incluyendo factores de crecimiento que mantienen
la señalización proliferativa, los factores de sobrevivencia que limitan la muerte celular, factores
proangiogénicos, enzimas que modificación la matriz extracelular y facilitan la angiogénesis, invasión, y
metástasis, y las señales inductivas que conducen a la activación de la EMT y otros programas de que
facilitan características (DeNardo et al, 2010.; Grivennikov et al, 2010;. Qian y Pollard, 2010; Karnoub
y Weinberg, 2006-2007).
La existencia de este cambio metabólico en las células del cáncer ha sido fundamentada en las décadas
siguientes. Esta reprogramación del metabolismo de la energía es aparentemente contradictorio, en que
las células cancerosas deben compensar la eficiencia en la producción de ATP ofrecida por la glicolisis
relacionada con la fosforilación oxidativa mitocondrial , la cual está disminuida en 18 veces. Esto lo hacen
en parte mediante el aumento de los transportadores de glucosa, notablemente GLUT1, que incrementa
sustancialmente el ingreso de glucosa al citoplasma (Jones and Thompson, 2009; DeBerardinis et al.,
2008; Hsu and Sabatini, 2008). De hecho ha sido documentado un marcado incremento en la captación y
utlización de glucosa en varios tipos de tumores humanos, fácilmente de una forma no invasiva de
visualizar la captación de glucosa usando una tomografía de emisión de positrones (PET) con un análogo
radioactivo de la glucosa (18F-fluorodeoxyglucose, FDG) como marcador.
El abastecimiento de combustible por glicolisis ha sido visto asociado con oncogenes activados (ej: RAS,
MYC) y también con supresores de tumores mutados (ej:TP53) (DeBerardinis et al., 2008; Jones and
Thompson, 2009). Estas alteraciones en células tumorales han sido seleccionadas primariamente por sus
beneficios en el otorgamiento de las características capacidades de la proliferación celular, la evasión de
los controles de citostáticos, y la atenuación de la apoptosis. Ésta dependencia de la glicolisis puede ser
además acentuada bajo las condiciones hipóxicas en las que operan varios tumores: el sistema de
respuesta a la hipoxia actúa pleiotrópicamente para aumentar inducir el aumento de los transportadores
de glucosa y de múltiples enzimas de la vía glicolítica. (Semenza, 2010a; Jones and Thompson, 2009;
DeBerardinis et al., 2008). Así , ambos la oncoproteína Ras y la hipoxia pueden independientemente
incrementar los niveles de los factores de transcripción HIF1 y HIF2 que favorecen la glicolisis. (Semenza,
2010a, 2010b; Kroemer and Pouyssegur, 2008).
Una base lógica funcional para el cambio glicolítico en las células cancerosas ha sido elusivo, dado la
relativamente pobre eficiencia en la generación de ATP por glicólisis relativa a la fosforilación oxidativa
mitocondrial. De acuerdo a una olvidada hace mucho tiempo ( Potter, 1958) y recientemente revivida y
refinada hipótesis (Vander Heiden et al.,2009), el incremento de la glicolisis permite la desviación de los
intermediarios glicoliticos a varias vías biosintéticas, incluyendo aquellas que generan nucleosidos y
aminoácidos; esto facilita a su vez, la biosíntesis de macromeoléculas y organelos requeridos para el
montaje de nuevas células. Por otra parte el metabolismo similar a Warburg parece estar presente en
varios tejidos embrionarios que se dividen rápidamente, una vez de nuevo sugiriendo un rol apoyando a
gran escala los programas biosintéticos requeridos para la activa proliferación celular.
Éstas dos poblaciones evidentemente funcionan simbióticamente: las células cancerosas hipóxicas
dependen de la glucosa como combustible y secretan lactato como desecho, el cual es importado y
preferencialmente usado como combustible por sus hermanas mejor oxigenadas. Aunque este provocativo
modelo de simbiosis intratumorlal aún no se ha generalizado, la cooperación entre la secreción de lactato y
utilización de éste para abastecer el crecimiento tumoral no es de hecho una invención de los tumores,
sino que refleja una vez más la co opción de un mecanismo fisiológico normal, en este caso uno que actúa
en el músculo. (Kennedy and Dewhirst, 2010; Feron, 2009; Semenza,2008). Adicionalmente, es cada vez
más evidente que la oxigenación, que van desde normoxia a hipoxia, no es necesariamente estática en
tumores, sino que fluctúa temporalmente y regionalmente (Hardeeet al., 2009), probablemente como
resultado de la inestabilidad y la organización caótica de la neovasculatura asociada al tumor.
El Metabolismo energético alterado está demostrando ser tan extendido en las células
cancerosas como muchos de los otros rasgos asociados al cáncer que han sido aceptados
como características del cáncer. Ésta realización plantea la pregunta de si la desregulación del
metabolismo energético es por tanto una capacidad característica principal de las células cancerosas que
es tan fundamental como las seis bien establecidas características principales. De hecho, la redirección del
metabolismo energético es ampliamente orquestado por proteínas que están envueltas de una u otra forma
en la programación de las principales características del cáncer. Cuando se ve de esta manera, la
glucólisis aeróbica es simplemente otro fenotipo que es
programado por oncogenes inductores de la proliferación.
El papel de la vigilancia inmunológica defectuosa de los tumores podría ser validado por el
aumento notable de ciertos tipos de cáncer en individuos inmunocomprometidos (Vajdic y van
Leeuwen, 2009). Sin embargo, la gran mayoría de éstos, son cánceres inducidos por virus, lo que sugiere
que gran parte del control de esta clase de cáncer normalmente depende de la reducción de la carga viral
en las personas infectadas, en parte mediante la eliminación de células infectadas por el virus. Estas
observaciones, por lo tanto, parece que arrojan poca luz sobre el posible papel del sistema inmune en la
limitación de la formación de > 80% de los tumores de etiología no viral. En los últimos años, sin embargo,
un creciente cuerpo de evidencia, tanto a partir de ratones genéticamente modificados, como de la
epidemiología clínica, sugiere que el sistema inmunológico funciona como una barrera significativa para la
formación y progresión tumoral, al menos en algunas formas de cáncer no inducidos por virus.
Cuando ratones modificados genéticamente para ser deficientes en varios componentes del sistema
inmune fueron evaluados para el desarrollo de tumores inducidos por carcinógenos, se observó que los
tumores surgieron más frecuentemente y/o crecieron más rápidamente en los ratones inmunodeficientes
en relación a los controles inmunocompetentes. En particular, deficiencias en el desarrollo o función de los
+ +
linfocitos T citotóxicos CD8 (CTLs), células T auxiliadoras T h1 CD4 , o células asesinas naturales (NK)
cada uno llevó a un aumento demostrable en la incidencia de tumores; además, los ratones con
inmunodeficiencia combinada tanto en las células T y las células NK eran aún más susceptibles al
desarrollo de cáncer. Los resultados indicaron que, al menos en ciertos modelos experimentales, ambos
brazos celulares del sistema inmune, el innato y el adaptativo, son capaces de contribuir significativamente
a la vigilancia inmune y por lo tanto a la erradicación de los tumores (Teng et al., 2008; Kim et al., 2007).
Además, experimentos de transplante han mostrado que las células cancerígenas que originalmente
surgieron en los ratones inmunodeficientes son a menudo ineficientes en el inicio de tumores secundarios
en huéspedes singénicos inmunocompetentes, mientras que las células cancerígenas de tumores
surgiendo en ratones inmunocompetentes son igualmente eficientes para iniciar tumores transplantados en
ambos tipos de huéspedes (Teng et al., 2008; Kim et al., 2007). Tal comportamiento ha sido interpretado
como sigue: Clones de células cancerígenas altamente inmunogénicas son rutinariamente eliminadas en
los huéspedes inmunocompetentes-un proceso que ha sido conocido como “inmunoedición”- dejando sólo
a las variantes débilmente inmunogénicas para crecer y generar tumores sólidos; estas células débilmente
inmunogénicas después pueden colonizar a los huéspedes inmunodeficientes e inmunocompetentes. Por
el contrario, cuando surgen en huéspedes inmunodeficientes, las células cancerígenas inmunogénicas no
son agotadas selectivamente y pueden, en cambio, prosperar junto a sus contrapartes débilmente
inmunogénicas. Cuando las células de estos tumores no editados son transplantados en serie en
recipientes singénicos, las células cancerígenas inmunogénicas son rechazadas cuando se enfrentan, por
primera vez, a los sistemas inmunológicos competentes de sus huéspedes secundarios (Smyth et al.,
2006). (Sin respuesta en estos experimentos en particular está la interrogante de si los carcinógenos
químicos usados para inducir tales tumores son propensos a generar células cancerosas que son
especialmente inmunogénicas.)
La epidemiología clínica apoya cada vez más la existencia de respuestas inmunes antitumorales en
algunas formas de cáncer humano (Bindea et al., 2010; Ferrone and Dranoff, 2010; Nelson, 2008). Por
ejemplo, pacientes con tumores de colon y ovario que son fuertemente infiltrados con CTLs y células NK
tienen un mejor pronóstico que aquellos que carecen de tal abundancia de linfocitos asesinos (Page’s et
al., 2010; Nelson, 2008); el caso de otros tipos de cáncer es sugerente pero menos convincente y es el
tema de la investigación en curso. Adicionalmente, algunos receptores de transplantes inmunosuprimidos
se ha observado que desarrollan cáncer derivado del donante, sugiriendo que en los donantes
aparentemente libres de tumores, las células cancerosas se mantuvieron bajo control, en un estado
latente, por un sistema inmune completamente funcional (Strauss y Thomas, 2010).
En verdad, las discusiones anteriores de la inmunología del cáncer simplifican las interacciones
inmunológicas del tumor-huésped, como las células cancerosas altamente inmunogénicas pueden evadir
bien la destrucción inmune mediante la desactivación de los componentes del sistema inmune que ha sido
enviado para eliminarlas. Por ejemplo, las células cancerosas pueden paralizar la infiltración de CTLs y
células NK, mediante la secreción de TGF- u otros factores inmunosupresivos (Yang et al., 2010; Shields
et al., 2010). Mecanismos más sutiles operan a través del reclutamiento de células inflamatorias que son
activamente inmunosupresivas, incluyendo las células T reguladoras (Tregs) y las células supresoras
derivadas de mieloide (MDSCs). Ambas pueden suprimir las acciones de los linfocitos citotóxicos
(Mougiakakos et al., 2010; Ostrand-Rosenberg and Sinha, 2009).
El Microambiente Tumoral
Durante la última década, los tumores han sido cada vez más reconocidos como órganos con enfoques de
complejidad y pueden incluso exceder a lo normal de los tejidos sanos. Cuando se ve desde esta
perspectiva, la biología de un tumor sólo puede ser entendida mediante el estudio de los distintos tipos de
células especializadas dentro de él (Figura 4, arriba) así como el “microambiente del tumor” que se
construye durante el curso de la tumorigénesis de varios pasos (Figura 4, abajo). Esta descripción
contrasta crudamente con la anterior, la visión reduccionista de un tumor como nada más que una
colección de células cancerosas relativamente homogéneas, cuya biología entera podría ser entendida
dilucidando las propiedades autónomas de estas células. Enumeramos aquí un conjunto de tipos celulares
que se sabe contribuyen de manera importante a la biología de muchos tumores y discutimos la
señalización regulatoria que controla sus funciones individuales y colectivas. La mayoría de estas
observaciones se derivan del estudio de los carcinomas, en los que las células epiteliales neoplásicas
constituyen un compartimiento (el parénquima) que es claramente distinto de las células mesenquimales
que forman el estroma asociado al tumor.
Células Cancerosas y Células Madre Cancerígenas
Las células cancerosas son la base de la enfermedad; ellas inician tumores y dirigen la progresión del
tumor hacia delante, llevando las mutaciones oncogénicas y de los supresores de tumores que definen al
cáncer como una enfermedad genética. Tradicionalmente, las células cancerosas dentro de los tumores
han sido retratadas como poblaciones celulares razonablemente homogéneas hasta relativamente tarde en
el curso de la progresión del tumor, cuando la hiperproliferación combinada con la inestabilidad genética
aumentada generan distintas subpoblaciones clonales. Reflejando que la heterogeneidad clonal, muchos
tumores humanos son histopatológicamene diversos, conteniendo regiones demarcados por varios grados
de diferenciación, proliferación, vascularización, inflamación, y/o invasión. En los años recientes, sin
embargo, se ha acumulado evidencia que apunta a la existencia de una nueva dimensión de
heterogeneidad intratumoral y una subclase hasta entonces poco apreciada de células neoplásicas dentro
de los tumores, llamados células madres de cáncer. (CSCs de cáncer stem cells)
Figura 4. Las células del microambiente tumoral. (Arriba) Un conjunto de distintos tipos de células constituye la
mayoría de los tumores sólidos. Tanto el parénquima como el estroma de los tumores contienen distintos tipos de
células y subtipos, que en conjunto permiten el crecimiento y progresión tumoral. Notablemente, las células
inflamatorias inmunes presentes en los tumores pueden incluir tanto. Promoción tumoral así como destruir subclases
de tumores.(Abajo) Los microambientes distintivos de tumores. Los múltiples tipos de células estromales crean una
serie de microambientes tumorales que cambian a medida que los tumores invaden tejidos normales y después de eso
la siembra y coloniza tejidos distantes. La abundancia, la organización histológca, y características fenotípicas de los
tipos de células estromales, como también de la matriz extracelular (fondo rayado), evolucionan durante la progresión,
lo que permite primario, invasivo, y luego crecimiento metastásico. Las células normales circulantes de primario y sitios
metastásicos, se muestran de forma sistemática, parecido también afectan el carácter de varios microambientes
neoplásicos. (No son mostrados los etapas premalignas en tumorogénesis, que también tienen microambientes
distintivos que son creados por la abundancia y características de las células reunidas).
Aunque la evidencia es todavía fragmentaria, CSCs pueden llegar a ser un componente común de muchos
si no la mayoría de los tumores, aunque estando presente con amplia variedad de abundancia. CSC se
definen operacionalmente a través de su capacidad para eficientemente, sembrar nuevos tumores sobre la
inoculación dentro de un ratón. Esta definición funcional es a menudo complementada incluyendo la
expresión en CSC de marcadores que son también expresados por las células madres normales en los
tejidos de origen.
CSCs se vieron implicados inicialmente en la patogénesis de los tumores malignos hematopoyéticos y
años más tarde fueron identificados en los tumores sólidos, en particular, los carcinomas de mama y
tumores neuroectodérmicos. El fraccionamiento de las células cancerosas en la base de la mostrarlos
marcadores de superficie celular s ha dado a las subpoblaciones de células neoplásicas con una
capacidad mucho mayor, en relación con la población mayoritaria correspondiente, para implantar nuevos
tumores sobre la implantación en ratones inmunodeficientes.
Ese a menudo raro tumor de células iniciadoras ha demostrado mostrar perfiles transcripcionales con
ciertas poblaciones de células madres de tejido normal, motivando su designación como como-madres.
Los orígenes de CSCs en un tumor sólido no han sido clarificados y, de hecho, puede bien variar de un tipo
de tumor a otro. En algunos tumores, las células madres normales de los tejidos pueden siervir como las
células de origen que se someten a transformación oncogénica para producir células madres cancerosas,
en otros, células parcialmente diferenciadas de tránsito-amplificación, también llamadas células
progenitoras, pueden sufrir la transformación inicial oncogénica a partir de entonces asumir más el
carácter de “parecidas a padres” ( stem like). Una vez que los tumores primarios se han formado, las
CSCs, al igual que sus contrapartes normales, que pueden autorenovarse como también generar
derivados más diferenciados; en el caso de CSCs neoplásicas, esas células descendientes forman la gran
masa de muchos tumores. Queda por establecer si múltiples clases distintas de cada vez más células
madres neoplásicas se forman durante el inicio y subsecuente progresión en varios pasos de tumores, en
última instancia, el rendimiento de CSCs que ha sido descrito en los cánceres completamente
desarrollados.
Investigaciones recientes han interrelacionado la adquisición de rasgos CSCs con el EMT programa de
transdiferenciacion discutido anteriormente. La introducción de este programa en ciertos sistemas modelos
puede inducir a muchos de los rasgos definitorios de las células madres, incluida la capacidad de
autorenovación y los fenotipos antigénicos asociados con las células madres normales y el cáncer. Esta
concordancia sugiere que el programa EMT no solo permite a las células del cáncer difundir físicamente
los tumores primarios pero también puede conferir a estas células la capacidad de autorenovación que es
crucial para su consecuente expansión clonal en los sitios de diseminación. Si se generaliza, esta
conección plantea una importante hipótesis corolaria: las señales heterotípicas que plantean un EMT,
como las liberadas por un activado, estroma inflamatorio, puede también ser importante en la creación y
mantenimiento de CSSs.
Un número creciente de tumores humanos reportan contener subpoblaciones con las propiedades de las
células madre cancerosas (CSCs), tal como se define operativamente a través de su eficiente capacidad
de iniciar tumores sobre los xenotrasplantes en ratones. Sin embargo, la importancia de las células madre
cancerosas como una subclase fenotípica distinta de las células neoplásicas sigue siendo motivo de
debate, así como frecuentemente citada rareza dentro de los tumores. De hecho, es posible que la
plasticidad fenotípica operante dentro de los tumores pueda producir una interconversion
bidireccional entre CSC y no CSC, lo que resulta en una variación dinámica en la abundancia relativa de
células madres cancerosas. Tal plasticidad podría complicar la medición definitiva de su prevalencia. La
plasticidad análoga ya está implicada en el programa EMT, que puede ser accionado de forma reversible
No obstante con estas complejidades, es evidente que esta nueva dimensión de la heterogeneidad de
tumores tiene importantes implicaciones en las terapias exitosas contra el cáncer. Cada vez existen más
pruebas de una variedad de tipos de tumores que sugiere que las células con propiedades de CSC son
más resistentes a varios tratamientos comúnmente utilizados de quimioterapia. Su persistencia puede
ayudar a explicar las casi inevitable recurrencia de enfermedades siguiendo la aparentemente
citorreducción exitosa de tumores sólidos humanos por la radiación y diversas formas de quimioterapia. De
hecho, las CSC pueden así demostrar la base de ciertas formas de latencia del tumor, en el cual las
células latentes del cáncer persisten durante años o incluso décadas después de la resección quirúrgica o
la radio/quimioterapia, sólo para de pronto entran en erupción y generar una enfermedad potencialmente
mortal. Por lo tanto, las CSCs pueden representar una amenaza doble, ya que son más resistente a la
muerte terapéutica y, al mismo tiempo, dotadas con la capacidad de regenerar un tumor una vez que la
terapia ha sido detenida.
Esta plasticidad fenotípica implícita en el estado CSC también puede permitir la formación de
subpoblaciones funcionalmente distintas dentro de un tumor que apoyan el crecimiento de tumores en
general en diferentes formas. Por ejemplo, un EMT puede convertir células de un carcinoma epitelial en
mesenquimales, células cancerosas parecidas a los fibroblastos que pueden asumir las funciones de los
fibroblastos asociados al cáncer (CAF) en algunos tumores. Sorprendentemente, varios informes recientes
han documentado la capacidad de las células del glioblastoma (o posiblemente asociadas subpoblaciones
CSC) a transdiferenciarse en células parecidas al endotelio que pueden sustituir a las células endoteliales
de buena fe derivadas del huésped en la formación de una vasculatura asociada al tumor. Las
observaciones como éstas indican que ciertos tumores del estroma pueden obtener apoyo mediante la
inducción de algunos de sus propias células cancerosas a someterse a varios tipos de metamorfosis para
producir tipos de células del estroma en lugar de depender de las células reclutadas del huésped para
proporcionar a sus funciones.
El descubrimiento de las CSCs y la plasticidad biológica de los tumores indica que una sola población
genéticamente homogénea de células de un tumor puede ser sin embargo fenotípicamente
heterogénea debido a la presencia de células en distintos estados de diferenciación. Sin embargo, una
fuente tan importante de la variabilidad fenotípica puede deberse a la heterogeneidad genética dentro
de un tumor que se acumula a medida que avanza la progresión del cáncer. Por lo tanto, la inestabilidad
genética elevada que opera en las etapas posteriores de la progresión del tumor puede conducir a la
diversificación genética desenfrenada que supera el proceso de selección darwiniana,
generando subpoblaciones genéticamente distintas mucho más rápido de lo que pueden ser eliminadas.
Tal pensamiento tiene más apoyo por un análisis profundo de la secuencia del genoma de células
tumorales, que se ha convertido en una práctica por a los recientes avances importantes en el ADN (y
ARN) la tecnología de secuenciación. Así, la secuenciación de los genomas de las células
cancerosas micro disecadas de diferentes sectores de un mismo tumor ha revelado sorprendente
heterogeneidad genética intratumoral. Parte de esta diversidad genética se puede reflejar en la gran
heterogeneidad histológica reconocida dentro de los distintos tumores humanos. Por otra parte, esta
diversificación genética puede permitir la especialización funcional, la producción de las subpoblaciones de
células cancerosas que contribuyen capacidades diferentes y complementarias, que luego se acumulan
para el beneficio común del crecimiento total de un tumor como se describió anteriormente.
Otras vías de investigación han revelado perfiles genéticos de expresión distintiva de células endoteliales
asociadas a tumores y la identificación de marcadores de superficie celular que aparecen en la superficie
luminal de las células endoteliales del tumor en comparación con lo normal. Las diferencias en
la señalización, en los perfiles del transcriptoma, y en los “códigos postales” vasculares podrían probar
llegar a ser importantes para comprender la conversión normal de las células endoteliales en células
endoteliales asocidas a tumores. Tal conocimiento puede conducir, a su vez, a oportunidades
de desarrollar nuevas terapias que se aprovechen de estas diferencias para atacar selectivamente las
células endoteliales asociadas a tumores.
Existe una estrecha relación de las células endoteliales de la circulación general, con las que forman los
vasos linfáticos. Su papel en el estroma asociado a tumores, específicamente apoyar el crecimiento del
tumor, no se comprende bien. De hecho, por la alta presión intersticial dentro de los tumores sólidos, os
vasos linfáticos intratumorales son por lo general colapsados y no funcionales; en contraste, sin embargo,
hay a menudo vasos linfáticos funcionales, en crecimiento activo (''Linfagenesis'') en la periferia de los
tumores y en los tejidos normales adyacentes que las células cancerosas invaden. Estos vasos linfáticos
asociados, pueden servir como canales para la siembra de metástasis en los ganglios linfáticos de drenaje
que se observa comúnmente en un número de tipos de cáncer.
Pericitos
Como se señaló anteriormente, los pericitos representan un tipo especializado de células mesenquimales
(en relación con las células del músculo liso), con proyecciones similares a dedos que se colocan alrededor
del tubo endotelial de los vasos sanguíneos. En los tejidos normales, los pericitos se sabe que
proporcionan señales de soporte paracrinas en el endotelio normal en reposo. Por ejemplo, Ang-1
secretada por pericitos transmite señales antiproliferativas de estabilización que se reciben por el receptor
Tie2 que se expresa en la superficie de las células endoteliales; algunos pericitos también producen
niveles bajos de VEGF que sirven a una función trófica en la homeostasis del endotelio. Los pericitos
también colaboran con las células endoteliales para sintetizar la membrana basal vascular que ancla tanto
los pericitos y células endoteliales, y ayuda a las paredes del vaso de soportar la presión hidrostática del
flujo sanguíneo.
Durante la última década, la manipulación de los genes implicados en la determinación o las funciones
efectoras de las células inmunes de diferentes tipos, junto con los inhibidores farmacológicos de dichas
células o sus funciones, han demostrado que desempeñan diversos y críticos roles en la promoción de la
tumorogénesis. La lista de células inflamatorias promotoras de tumores ahora incluye los subtipos de
macrófagos, mastocitos, y los neutrófilos, así como los linfocitos T y B. Estos estudios están produciendo
una creciente lista de moléculas de señalización liberadas por las células inflamatorias que actúan como
efectores de sus acciones promotoras de tumores. Estos incluyen el factor de crecimiento tumoral EGF, el
factor de crecimiento angiogénico VEGF, otros factores proangiogénicos tales como FGF2, quimiocinas y
citocinas que amplifican el estado inflamatorio y, además, estas células pueden producir proangiogénicos
y/o enzimas pro-invasivas que degradan la matriz,
incluida la MMP-9 y otras metaloproteinasas de la matriz, las proteasas cisteína catepsina, y heparanasa
. De acuerdo con la expresión de estos diversos efectores, las células inflamatorias que se infiltran en el
tumor han demostrado inducir y ayudar a mantener la angiogénesis tumoral, para estimular la proliferación
de células cancerígenas, para facilitar, a través de su presencia en los márgenes de los tumores, la
invasión de tejidos, y para apoyar la difusión metastasica y la siembra de las células cancerosas.
Además de las totalmente diferenciadas células inmunes presentes en el estroma del tumor, una variedad
de progenitores mieloides parcialmente diferenciados se han identificado en los tumores. Estas
células representan a los intermediarios entre las células circulantes que provienen de la medula ósea y las
células inmunes diferenciadas que se encuentran típicamente en los tejidos normales e inflamados. Es
importante destacar que estos progenitores, al igual que sus derivados más diferenciados, han demostrado
actividad promotoras de tumores. De particular interés, un tipo de infiltración tumoral de las células
mieloides (definida como la co-expresion de marcadores de macrófagos CD11b y el marcador de
neutrófilos Gr1) ha demostrado que suprimir la actividad de las células CTL y NK, habiendo sido
identificadas de forma independiente como MDSCs. Este atributo aumenta la posibilidad de que el
reclutamiento de ciertas células mieloides puede ser doblemente beneficioso para el tumor en desarrollo,
por la promoción directa de la angiogénesis y la progresión del tumor, mientras que al mismo
tiempo proporcionan un medio para evadir la destrucción inmunológica.
La existencia contraria a la intuición de células inmune que tanto promueven y antagonizan los tumores
puede estar racionalizada por la invocación de las diversas funciones del sistema inmunológico: Por un
lado, el sistema inmunológico detecta específicamente y marca agentes infecciones con la respuesta
inmune adaptativa, que se apoya por las células del sistema inmune innato. Por otro lado, el sistema
inmune innato está involucrado en la cicatrización de heridas y limpieza las células muertas y restos
celulares. Estas tareas especializadas son realizadas por las diferentes subclases de células
inflamatorias, es decir, una clase convencional de los macrófagos y neutrófilos (Comprometidas en apoyar
a la inmunidad adaptativa), y subclases de macrófagos “alternadamente activados”, neutrofilos y
progenitores mieloides que se dedican a la cicatrización de heridas y la limpieza de tejidos.(Egeblad et
al, 2010;. Mantovani, 2010; Qian y Pollard, 2010;.Johansson et al, 2008). Estos últimos subtipos de células
inmunes son una de las principales fuentes de los factores de crecimiento angiogénico, epiteliales y
factores de crecimiento estromales y enzimas de remodelación de la matriz que son necesarios para la
curación de heridas, y son estas células que son reclutadas y subvertidas para dar soporte a la progresión
neoplásica. Del mismo modo, las subclases de linfocitos B y T pueden facilitar el reclutamiento, activación
y persistencia de curación de heridas y de promoción tumoral macrófagos y neutrófilos (Menardo et
al, 2010;.Egeblad et al, 2010;. Biswas y Mantovani, 2010). Por supuesto, otras subclases de linfocitos
B y T y los tipos de células inmunes innatas pueden montar respuestas demostrables de eliminación del
tumor. El balance entre el conflicto de respuestas inflamatorias en tumores es probable que resulte
fundamental en el pronóstico y, muy posiblemente, en las terapias diseñadas para dirigir estas
células hacia la destrucción del tumor.
Las células madres y progenitoras mesenquimales se han encontrado de tránsito en los tumores de la
médula, donde pueden diferenciarse en los bien caracterizados distintos tipos de células del
estroma. Algunas de estas recién llegadas también pueden persistir en un estado indiferenciado o
parcialmente diferenciado, exhibiendo funciones que a su progenie más diferenciada le falta.
Los orígenes de la médula ósea de los tipos de células del estroma han sido demostrados usando ratones
portadores de tumores en los que las células de la médula ósea y por tanto su progenie diseminada han
sido selectivamente etiquetado con reportes, como proteína verde fluorescente (GFP). Mientras que las
células inmunes inflamatorias se sabe desde hace mucho tiempo que derivan de la médula ósea, más
recientemente, los progenitores de pericitos y de los distintos subtipos de fibroblastos asociados al cáncer
procedentes de la médula ósea se han descrito en varios modelos de cáncer en ratones. (Bergfeld and
DeClerck, 2010; Fang and Salven, 2011; Giaccia and Schipani, 2010; Lamagna and Bergers, 2006); la
prevalencia y la importancia funcional de los progenitores endoteliales para la angiogénesis del
tumor es actualmente sin resolver (Fang y Salven, 2011;Patenaude
et al., 2010).
En conjunto, estas diversas líneas de evidencia indican que las células del estroma asociado al
tumor pueden ser suministradas a los tumores en crecimiento por la proliferación de las células del
estroma ya existentes mediante la diferenciación in situ de las células madre/progenitoras originarios de
los tejidos normales vecinos, o a través del reclutamiento de médula ósea procedentes de células madre /
progenitoras.
Estos pocos ejemplos bien establecidos están destinados a ilustrar una red de señalización de notable
complejidad que es de importancia crítica en la patogénesis del tumor.
Otra dimensión de la complejidad no está representado en este esquema simple: tanto las
células tumorales y las células del estroma alrededor de ellos cambia progresivamente a lo largo de varios
pasos de la transformación de los tejidos normales en tumores de alto grado. Esta
progresión histopatológica debe reflejar los cambios subyacentes en la señalización heterotípica entre el
parénquima tumoral y el estroma.
La progresión gradual es probable que dependa de las interacciones recíprocas de adelante hacia atrás
entre las células neoplásicas y las células del estroma de de soporte, como se muestra en la Figura 5. Por
lo tanto, neoplasias incipientes comienzan la interacción por el reclutamiento y la activación de los tipos de
células del estroma que se ensamblan en un estroma inicial preneoplásico, que a su
vez responde recíprocamente mediante la mejora de…
Este modelo de reciprocidad de señalización heterotípica debe ampliarse para abarcar la etapa final de la
progresión de un tumor en varios pasos – metástasis (Figura 5). Las células cancerosas circulantes que
se liberan de los tumores primarios dejan un microambiente creado por el estroma para la supervivencia
de este tipo de tumores. Sin embargo, al aterrizar en un órgano distante, éstas células
cancerosas encuentran un ingenuo, normal, microambiente del tejido. En consecuencia, muchas de las
señales heterotípica que dieron forma a su fenotipo, mientras que residían dentro de los
tumores primarios pueden estar ausentes en los sitios de diseminación, lo que constituye una barrera para
el crecimiento de las células de cáncer semillas (seeded). Por lo tanto, la sucesión de las células
cancerosas recíprocas a la interacción de células del estroma que la progresión de varios
pasos definidos en el tumor primario ahora se debe repetir de nuevo en tejidos distantes como las células
de cáncer diseminado procederá a colonizar sus sitios de órganos recién encontrados.
A pesar de que ésta lógica se aplica en algunos casos de metástasis, en otros, como se mencionó
anteriormente, ciertos tejidos microambientes pueden, por diversas razones, ya sea de apoyo de las
células cancerosas recién sembradas, como sitios permisivos han sido referido como
“nichos metastáticos”. (Peinado et al., 2011; Coghlin and Murray, 2010). Implícito en este término es la idea
de que las células cancerosas sembradas en estos sitios no podrían necesitar comenzar por la inducción
de un estroma de apoyo debido a que ya preexisten, al menos en parte. Tal permisividad puede ser
intrínseca al tejido (Talmadge y Fidler, 2010) o preinducir, por factores circulantes liberados por el
tumor primario (Peinado et al., 2011). La mayoría de los componentes bien documentados de
los inducidos nichos premetastásicos son promotores de tumores de células inflamatorias, aunque otros
tipos de células y el ECM pueden llegar a desempeñar un papel importante en los diferentes
contextos metastásico.
La probabilidad de que las interacciones de señalización entre las células cancerosas y su estroma de
apoyo evolucionan en el transcurso de varias etapas de desarrollo del tumor que claramente complican el
objetivo de esclarecer plenamente los mecanismos de la patogénesis del cáncer. Por ejemplo, esta
realidad plantea desafíos a los sistemas biológicos que buscan trazar las redes de regulación fundamental
que orquestan la progresión maligna. Por otra parte, parece probable que la comprensión de
estas variaciones dinámicas serán cruciales para el desarrollo de nuevos tratamientos diseñados en
tratar con éxito tanto tumores primarios y metastásicos.
Orientación Terapéutica
La introducción de los mecanismos basados en terapias dirigidas para el tratamiento de los cánceres
humanos ha sido anunciada como uno de los frutos de tres décadas de un progreso notable de la
investigación sobre los mecanismos de la patogénesis del cáncer. No intentamos aquí para enumerar
las múltiples terapias que se están desarrollando o se han introducido en los últimos tiempos en la clínica.
En cambio, consideramos cómo la descripción de los principios característicos está comenzando
a informar sobre el desarrollo terapéutico en la actualidad y puede cada vez hacerlo en el futuro.
El rápido crecimiento de arsenal terapéutico destinado a la lucha, se puede clasificar de acuerdo con
sus respectivos efectos en una o más capacidades características, como se ilustra en los ejemplos
presentados en la Figura 6. De hecho, la eficacia observada de estos fármacos representa, en cada
caso, la validación de una capacidad particular: si ésta es realmente importante para la biología de los
tumores, luego, su inhibición debe perjudicar el crecimiento y progresión tumoral.
Notamos que la mayoría de los medicamentos contra el cáncer sello-dirigidos desarrollados hasta la fecha
han sido deliberadamente orientados a moléculas dianas específicas que están involucradas de una u otra
manera en permitir capacidades particulares. Tal especificidad de acción ha sido considerada como una
virtud, ya que presenta actividad inhibitoria frente a un objetivo, mientras que, en principio, hay un número
relativamente menor de de efectos fuera del blanco y por lo tanto una menor no especificidad tóxica. De
hecho, el resultado de la respuesta clínica, en general, ha sido transitoria, siendo seguida
por casi inevitables recaídas.
Una interpretación de esta historia, apoyada por la creciente evidencia experimental, es que cada una de
las principales capacidades caracterísitcas están reguladas por las vías de señalización parcialmente
redundantes. En consecuencia, un objetivo agente terapéutico inhibe una vía clave en un tumor que
no puede apagar por completo una de éstas capacidades, lo que permite que algunas células
cancerosas sobrevivan con una función residual hasta que ellas o sus descendientes con el tiempo
se adapten a la presión selectiva impuesta por la terapia que se aplica. Esta adaptación, que puede
llevarse a cabo por la mutación, la reprogramación epigenética, o la remodelación del microambiente del
estroma, puede restablecer la capacidad funcional, permitiendo la recuperación del crecimiento del tumor y
la recaída clínica. Teniendo en cuenta que el número de vías de señalización paralelas apoyando una
característica determinada debe ser limitada, podría ser posible llegar a todas estas vías de
apoyo terapéutico, lo que impide el desarrollo de la resistencia a la adaptación.
En respuesta a la terapia, las células cancerosas pueden también reducir su dependencia de una
capacidad característica, cada vez más dependiente de otra, lo que representa una forma muy diferente de
la resistencia a los medicamentos adquiridos. Este concepto se ejemplifica en los recientes
descubrimientos de respuestas inesperadas a las terapias antiangiogénicas. Algunos han anticipado que la
inhibición efectiva de la angiogénesis haría tumoreslatentes e incluso podría dar lugar a su
disolución (Folkman y Kalluri, 2004). En cambio, la respuesta clínica a las terapias antiangiogénicas se han
encontrado para ser transitoria (Azam et al, 2010;. Ebos et al, 2009;. Berger y Hanahan, 2008).
Análogos cambios adaptativos en la dependencia de otros rasgos distintivos también pueden limitar
la eficacia de las análogas terapias basadas en las características. Por ejemplo, el despliegue de
fármacos inductores de apoptosis pueden inducir a las células del cáncer a hiperactivar la
señalización mitogénica, lo que les permite compensar el desgaste inicial provocada por estos
tratamientos. Estas consideraciones sugieren que el desarrollo de medicamentos y el diseño de protocolos
de tratamiento se beneficiará de la incorporación de los conceptos de funcionalidad de capacidades
características discretas y de las múltiples vías bioquímicas involucradas en el apoyo a cada una de
ellos. Así, en particular, podemos preveer que co-objetivos selectivos de múltiples núcleos y emergentes
capacidades características y características disponibles Figura 6) en las combinaciones del mecanismo
dirigidas resultarán en terapias más eficaces y duraderas para el cáncer humano.
Hemos buscado aquí para volver, perfeccionar y ampliar el concepto de características del cáncer, que ha
proporcionado un útil marco conceptual para comprender la compleja biología del cáncer.
Las seis capacidades adquiridas -características del cáncer- han resistido el paso del tiempo como
componentes integrales de la mayoría de las formas de cáncer. Perfeccionamiento de estos principios de
organización sin duda vendrá en un futuro próximo, continuando con el
notable progreso conceptual de la última década.
De cara al futuro, prevemos avances significativos durante la próxima década en nuestra comprensión de
la invasión y metástasis. Del mismo modo, el papel de la glucólisis aeróbica en crecimineto maligno se ha
dilucidado, incluyendo una resolución de si esta reprogramación metabólica es una capacidad discreta
separable de las características centrales distintivas de la proliferación crónica sostenida. Seguimos
perplejos en cuanto a si la vigilancia inmunológica es una barrera que prácticamente todos los tumores
deben eludir, o sólo una idiosincrasia de un subgrupo especialmente inmunogénica de ellos, cuestión que
también será resuelta de una manera u otra.
Sin embargo, otras áreas están actualmente en proceso de rápido cambio. En los últimos años,
mecanismos moleculares elaborados que controlan la transcripción a través de modificaciones de la
cromatina se han descubierto, y hay indicios de que los cambios específicos en la configuración de la
cromatina se producen durante la adquisición de capacidades características determinadas (Berdasco y
Esteller,2010). Alteraciones epigenéticas funcionalmente significativas parecen ser probablemente los
factores no sólo en las células cancerosas, sino también en la alteración de las células del estromales
asociadas al tumor. No está claro si una elución de los mecanismos epigenéticos cambiaría materialmente
nuestra comprensión general de los medios por los que se adquieren las capacidades características o
simplemente añaden más detalles a los circuitos reguladores que ya se conocen que gobiernan .
Del mismo modo, el descubrimiento de cientos de diferentes microARNs reguladores ya ha llevado a
profundos cambios en nuestra comprensión de los mecanismos de control genético que operan en la salud
y la enfermedad. En la actualidad, decenas de microARNs se han
implicado en diversos fenotipos tumorales (Garzón et al., 2010), y sin embargo, estos sólo arañan la
superficie de la complejidad real, como las funciones de cientos de microARNs se sabe están presentes en
nuestras células y alteración en la expresión de las diferentes formas de cáncer siguen siendo un
misterio. Una vez más, no estamos claros en cuanto a si el progreso en el futuro causará cambios
fundamentales en nuestra comprensión de los mecanismos patogénicos de cáncer o sólo agregará detalles
de los circuitos de elaboración de regulación que ya han sido trazados.
Finalmente, los esquemas de las interacciones heterotípica entre los múltiples tipos de células diferentes
que se reúnen y colaboran para producir diferentes formas y progresivamente etapas malignas del cáncer
son actualmente rudimentarias. En otra década, anticipamos que los circuitos de señalización describirán
la intercomunicación entre las diferentes células dentro de tumores y será analizado con mayor detalle y
claridad, superando nuestros conocimientos actuales. Y, como antes (Hanahan y Weinberg, 2000),
continuaremos para prever la investigación del cáncer como una ciencia cada vez más lógica, en que las
complejidades fenotípica son manifestaciones de un pequeño conjunto de principios subyacentes de
organización.