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CHRISTIAN FERRER

La rueda kármica
a importancia de ciertos libros es proporcio-

L
La sola suposición de que es posible 24/7. El capitalismo
regir, encauzar, incluso suprimir, una expe- tardío y el fin del sueño
nal a la dificultad de ser creídos, más aún si se riencia tan escurridiza y caótica como la de Jonathan Crary,
escriben contra lo que no puede ser desafia- del soñar parece inviable, amén de inu- traducción de
sitada, pero hay científicos, laboratorios Paola Cortés-Rocca,
do ni detenido, y que, además, deja conformes tanto y agencias estatales que se esfuerzan en Paidós, 2015, 156 págs.
a víctimas como a victimarios. Es el caso de 24/7, de ello, y algo conseguirán. Cabe recordar
que hasta no hace tanto el ímpetu sexual
Jonathan Crary, obra concisa y contundente, también era tratado como fiera insumisa a la que
se recetaban barrotes y hoy es indicio de En un mundo así, no existirían “afue-
renegrida, que viene a decirnos que el capitalismo se buena salud, siempre y cuando se ade- ras”, ni vida anímica, ni modos de com-
apresta a capturar el único trofeo de valor que hasta el cue a la prescriptiva “correcta”. Tampoco partir, que no respondan al acicate de
la ciencia –Crary es insistente en esto– la productividad, a protocolos de pla-
momento le había sido esquivo: el tiempo de sueño, de es sinónimo unívoco de búsqueda de la nificación y a una suerte de fascismo
descanso, esa “anomalía incongruente” con un mundo verdad o de resolución de dramas socia- simpático y apremiante que se ha ido
les de larga data: lleva demasiado tiem- avecindando en torno de nosotros y
en el que fábricas y oficinas y centros comerciales y po sintonizada a las fuerzas del dinero, el con nuestra aquiescencia, o bien in-
canales de intercomunicación tienen sus compuertas poder, la industria armamentística y los consciencia. Tampoco puede ser de
servicios de inteligencia. Pero son mu- otra manera, dado que ese mundo está
abiertas las veinticuatro horas del día y los siete días chas las prácticas cotidianas cuya “au- sujeto a la metafísica imperante, el di-
tonomía” y espontaneidad están siendo namismo energético, un molde en el
de la semana. Dado que la temporalidad del capital es amenguadas o bien reconducidas a las que empalman como pueden cuerpos,
repetitiva, “kármica”, entonces reniega del sosiego, al finalidades del capital, y este libro, escri- ciudades y naciones. Si no hay “afueras”
to a contracorriente, resulta ser un aviso tampoco hay escape posible, puesto
igual que las ruedas giratorias. Cuando trabajar y con- de daños aún mayores que podrían des- que los canales de fuga reconducen la
sumir –siameses automáticos– dan forma y confín a cargarse sobre la condición humana, en eyección a su base de origen. Se diría
especial sobre la capacidad de inventar que los túneles ya están mapeados y al-
las expectativas de vida características, si no exclusivas, formas de uso del tiempo y de la vida en gunos incluso desembocan en parques
común que no se remitan a la obligación temáticos de la rebeldía. De modo que,
de la actualidad, las horas dedicadas al reposo pasan a de completar un sinnúmero de formula- en el futuro, esconderse será una tarea
ser pérdida de tiempo, un hurto que la persona hace rios, o de emitir información cada tantos muy laboriosa, casi proteica. El proceso
minutos, o de ocuparse de la administra- –el moldeamiento de un “hombre or-
al mecanismo social tal como es. Crary lo llama una ción narcisista de la propia imagen, o de ganizacional” activado por técnicas de
afrenta: “El sueño es la afirmación irracional e intolera- actualizarse infinitamente en cualquier gobierno de la vida– está abandonan-
ámbito donde uno haya sido insertado. do su estadio experimental e ingresa en
ble de que puede haber límites a la compatibilidad de El tiempo, precioso e irrecuperable, es la etapa de movilización total. Queda,
los seres vivos con las fuerzas supuestamente irresis- devorado por gestiones repetitivas, ta- de la lectura de este libro, la imagen de
reas tautológicas, consumos rotativos, y un gigantesco campo de entrenamien-
tibles de la modernización”. Sería un escudo, una sal- por un remolino de mensajes que van to  para la subjetividad cuyo objetivo
desintegrándose ante nuestra vista. Son aún no está a la vista. Se está desple-
vaguardia contra un mundo que está siendo diseñado cometidos que muerden la vida. gando, y nos arrea, y es irresistible, una
para excluir “la posibilidad de atención, protección y Se nos advierte entonces que pronto voluntad de voluntad. Crary lo percibe
no habrá más momentos de pausa, de como una clausura de frontera, la con-
consuelo”. Si se lograra expropiarnos ese tiempo am- detención, una vez que los circuitos del quista final de la vida cotidiana. Aquí se
biguo al que llamamos sueño –del cual poco y nada trabajo, el consumo, el entretenimiento y bifurcan los senderos del pensamiento:
la información se hayan coaligado entre sí donde los entusiasmados ven un hori-
se sabe–, todo el ciclo del día y la noche sería pasi- en una órbita centrípeta, que sólo valora zonte de oportunidades inagotables, el
al ser humano como pieza laboriosa y efi- autor percibe un peligro, una posibili-
ble de ser mercantilizado, como ya ha ocurrido con caz de una máquina impávida cuyo único dad pánica de la cual no habría retorno.
casi todo resquicio de la vida cotidiana. Tal es el ideal interés es mantener el funcionamiento en La incautación del sueño sería un hito
marcha. Dado que el “maquinismo” no es más –el más importante– en una serie
del sistema, la fantasía definitiva del capitalismo: el un ajuste sincronizado de aparatos, sino de desamparos que vienen cumplién-
funcionamiento ininterrumpido del individuo, inde- un modo de vivir, se vive crecientemente dose en todos lados:
en el interior de “parámetros de intercam-
finidamente, hasta que por desgaste sea descartado. bio electrónico”: sus ritmos, velocidades El punto clave de mi argumentación es
No hay calendario posible que mida esa sesión con- y formatos procuran convertirnos en que, en el contexto de nuestro propio
optimizadores de los procedimientos de presente, el sueño puede representar
tinuada. En un círculo cerrado que tiende a hacer in- inserción en esas mismas redes tecnoló- la durabilidad de lo social y podría ser
gicas. Son carreteles que conducen la “co- similar a otros umbrales en los que la
distinguibles lo público y lo privado, lo diurno y lo municación” –ubicua palabra de orden– sociedad podría defenderse o prote-
nocturno, la labor y el respiro; cualquier día que le sea por un cauce que propaga el ideal de la gerse a sí misma.
transparencia, no el del misterio, que qui-
sustraído no pasaría de ser un permiso condicional. zás sea más afín al lenguaje y la conversa- Una vez desmantelados sectores en-
ción. Sobre todo, incitan al individuo teros del “Estado de bienestar”, se des-
cargan sobre la población exigencias
a centrarse exclusivamente en con- agobiantes y tenaces, una suerte de
seguir, tener, ganar, admirar, despil- deuda ininteligible y sostenida que
farrar y burlarse, y lo entrelazan a termina por suscitar un terror difuso.
Christian Ferrer es sociólogo y ensayista. Es profesor en la Universi- mecanismos de control que mantie- Una consecuencia dañina y contrapro-
dad de Buenos Aires. Su último libro publicado es La amargura metó- nen el carácter superfluo del sujeto y ducente es la búsqueda de la “salvación
dica (Sudamericana, 2014), sobre Ezequiel Martínez Estrada. su falta de poder. individual”.

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Contiene este libro una crítica so- El diagnóstico parece desfavorable,
cial nada indulgente y también una incluso oscuro, pero sólo si se lo lee con
potente advertencia. La intención es a prejuicios optimistas. La costumbre de
la vez analítica y preventiva. El autor apostrofar los daños colaterales causa-
disecciona los dispositivos de control dos por un proceso fáustico, en esen-
y dominio –técnicos y políticos– que cia infausto, en este caso la ampliación
abren una visibilidad constante y me- de los ámbitos de mercantilización de
ticulosa: “Un mundo sin sombras, el la vida, suele dejar intactas las causas
espejismo del capitalismo”. La misión que los posibilitan. Un corolario es la
que les ha sido encomendada es ins- mengua de la imaginación catártica o
peccionar la actividad y conducta de metamorfótica, y tal es el drama que
vastos aglutinamientos humanos para las políticas progresistas o populistas
inmediatamente compelerlos a insta- o de izquierda vienen padeciendo, con
larse en entornos desentendidos de la mayor o menor impotencia, desde hace
suerte de los otros y de anhelos de vida décadas, y que se acompaña de una con-
en común. La vía regia de fiscalización vicción nociva reiterada una y otra vez:
sería la tecnología informacional, me- la de la inevitabilidad histórica de lo que
nos significativa como difusora de en- acontece, como si no pudiera cambiar-
tretenimientos o productos que de ser- se, como si cada persona que hay en el
vicios e interconexiones que se trans- mundo debiera rendirse ante fuerzas
forman “en modelos ontológicamente que se juzgan ineludibles y superiores.
dominantes o exclusivos de la realidad De allí la preocupación de Crary por el
social de cada uno”, y eso a toda cele- aislamiento personal, por la frágil so-
ridad. En cuanto al propósito preven- ciabilidad enchufada al flujo de enlaces
tivo del libro, pretende propagar una informáticos y por la desestimación o
inquietud, casi un toque de rebato, que pérdida de potencia de las políticas de
difícilmente encuentre una audiencia grupo. Todo conduce a la condición de
en estos tiempos de admiración, si no usuario de alguna gran corporación o
de frenesí, por las “nuevas tecnologías”, de beneficiario de algún amparo estatal.
siempre novísimas, pues se alternan en En cambio, Crary instala una genealo-
una cinta sin fin y ya adquirirlas supo- gía retroactiva distinta que enlaza el
ne su próximo e inevitable descarte: utopismo social con el situacionismo
tecnobasura, obsolescencia planificada. de cien años después, y la inventiva so-
Dicha inquietud está dirigida a exponer cial del sempiterno anarquismo con las
el amplio empeño puesto por institu- demandas libertarias, en cuestiones de
ciones, empresas y otros poderes para afectos, que se intensificaron durante la
neutralizar y anular toda imaginación e década de 1960. Si bien hoy desechadas,
inventiva política que no tienda a iden- por no decir escarnecidas, el autor no
tificarse con los símbolos y cálculos de las considera anacronismos inviables
los vencedores del “juego social”. El final sino áreas de creatividad existencial
de la Guerra Fría parece haber abierto que fueron combatidas o cooptadas o
una caja de Pandora que no sólo ha li- dejadas en estado de suspensión y que
berado violencias fratricidas y guerras pueden reverdecer. No serían meros
comerciales, también apremios intensos antecedentes, sino también semilleros librería nota al pie
y acometedores que están reorganizando de desafíos políticos a las fantasmago-
la noción misma de vida, sobre la cual rías del capital y las paranoias del con-
se aplican supervisiones, señuelos, enca- trol. Pero Crary no trae a colación la
rrilamientos y un sinfín de obligaciones rica tradición de la izquierda libertaria
afectivas imposibles de consumar. En para pespuntear la nostalgia o espejear
suma, Jonathan Crary, cuyos libros ante- el futuro, sino para estaquear el presen-
riores, Techniques of the Observer (1992) te, y para diseccionarlo, y soportarlo.
y Suspensiones de la percepción (2008), Sabe que el exceso de realismo políti-
hacían foco en la construcción de una co conduce a la resignación y a seguir
nueva cultura visual en los siglos XIX y viviendo bajo una cúpula de ensueños
XX, en la preocupación social por hacer de consumo, entretenimiento y marke-
de los actos de vista objeto de control y ting aunados en pantallas diseminadas
en la incipiente instalación de un “circo pero omnipresentes. En ellas se fomenta
romano” de pasatiempos y espectácu- la fascinación por las simulaciones que
los, se desplaza en este libro lúcido al corroboran el estado de cosas reinante y
estudio de la destrucción de las posibi- se disuade cualquier orientación para la
lidades existenciales y políticas vigentes vida que no se acople a tiempos y pro-
hasta no hace mucho tiempo. pósitos cuantitativos o adquisitivos.

Revista de Libros | 21
NOS HEMOS VUELTO DELATORES DE NOSOTROS MISMOS,
PÁNFILA Y VOLUNTARIAMENTE

Pero no hay caso: es tiempo de futu- El mundo que Crary llama “24/7” compromiso ininterrumpido con pan-
rologías, y allí vamos, como renovados no es una remodelación de lo ya exis- tallas de todo tipo que exigen interés
protagonistas de una novela de Julio tente, sino una nueva configuración en o respuesta”. No concede Crary que la
Verne en el ápice de la época burgue- ciernes, un salto cualitativo en la his- “comunicación” sea el mejor conducto
sa, o paseantes de una feria de hadas toria del diseño de la vida equivalente hacia vínculos colaborativos, pues de-
digitales equivalente a las grandes ex- a la agitación de los paisajes urbanos trás de tan loable propósito se escon-
posiciones de productos industriales y causados por la Revolución Industrial, de un sistema ubicuo que gestiona y
tecnológicos del siglo XIX, que fueron pero mucho más radical, ya que las se- controla seres humanos, en particular
el asombro de su tiempo. De modo que paraciones temporales que mantenían sus actos de vista. Es la “política de la
es casi forzoso treparse a esta nueva zonas enteras de la vida cotidiana aje- vida”, la técnica más significativa desa-
curva de ascenso de la imaginación ti- nas a intrusiones y fiscalizaciones se rrollada en el último siglo y medio, y
tánica, y tres dificultades, en verdad ta- están disolviendo a toda velocidad: “El su finalidad es hacer a los individuos
búes, identificadas por Crary, cada una planeta se reimagina como un lugar de compatibles con rutinas de anuencia,
más “impensable” que la otra, obstacu- trabajo sin descanso o un centro co- trabajo y consumo. Resistir, siquiera
lizan una autopsia del proceso. Son los mercial siempre abierto de opciones, pensar la situación, se hace dificultoso
tabúes de la técnica, la comunicación y tareas, selecciones y digresiones infini- por cuanto persiste aún la imagen clá-
la jerarquía. A la técnica, trama y feti- tas”. El proceso es incesante y abarca la sica del poder: vertical, imponente, te-
che de la transformación en curso, se le colonización del tiempo de ocio por las mible, piramidal. Pero ahora el panóp-
da la bienvenida en los cuatro puntos así llamadas “redes sociales”; la com- tico se ha vuelto amigable, envolvente,
cardinales, particularmente en los paí- pulsión a permanecer en conexión y a dúctil, risueño y hasta divertido. Todo
ses “atrasados” o “en desarrollo”, encan- no diferenciar entre público y privado; parece nuevo y portentoso y abraca-
dilados desde siempre por luces y no- la sucesiva instalación de necesidades dabrante, pero las relaciones de poder
vedades, y emperrados en alcanzar una que no remiten a objetos sino a ser- y las diferencias de clase no se modi-
meta que invariablemente se les corre vicios, imágenes, informaciones y ac- fican. ¿Cómo evolucionará un mundo
de lugar. Dado que a la tecnología se le tualizaciones que a su vez suscitan un que imposibilita las identificaciones
atribuye el rol de ariete de moderniza- estado borroso de insatisfacción per- permanentes, que obstaculiza los des-
ción y que en las postales del futuro – manente, de no estar al día, de temor a víos de la percepción, que desestima
hubo otras antes, similares– es cornuco- ser tildado de anacrónico; y asimismo, los encuentros gratuitos, que pretende
pia que derrama maravillas electrónicas la presión para que la existencia per- abolir el descanso? Eso dependerá de
y bonanzas económicas e ingenios de sonal sea modelada, narrada y experi- cuánto nos repudie ser tratados como
toda suerte y nunca conflicto o dolor, mentada únicamente en torno a cone- seres superfluos, “privados de mundo”.
se hace incuestionable, más aún si se xiones electrónicas. Prima el consenso Los libros más arriesgados son los
la supone portadora de un maná que universal en considerar el andamiaje que no confirman la opinión de la ma-
“empoderaría” a sus usuarios. Crary de la comunicación –sus facultades se yoría. No tienen la suerte comprada.
no se deja impresionar: nos dice que han agigantado– como la plataforma Así ocurre desde antiguo, ya que las
es la vida la que se ha vuelto objeto de privilegiada de relación interpersonal, fantasmagorías resultan ser más di-
la técnica, y que personas y naturaleza de modo que toda actividad vital que vertidas que las ruinas, quizás porque
y animales reciben estatuto de “recur- no pueda acoplarse a ella sucumbe, o no dejan enseñanza alguna sobre el
sos”. No toda modernización es de por bien deja de ser atractiva. La tendencia devenir de la historia humana. El de
sí progresista, las ha habido reacciona- se hace tanto más impetuosa en tanto Jonathan Crary es un libro premonito-
rias, sin dejar de ser tecnológicas. Eso Internet aún mantiene su aureola ori- rio, crepuscular e insoportable: nuestro
sucedió en la Europa de entreguerras, ginal de no man’s land, de “territorio presente queda comprimido en un pa-
y también hoy, cuando se desestima liberado”, pero Crary la percibe como norama duro, despiadado, bien obser-
toda inventiva técnica que no esté vin- el aparato nervioso del capitalismo, y vado, con escéptica y alerta curiosidad,
culada a las necesidades promulgadas como sensor universal que capta inclu- sin fuga al pasado –sin nostalgia– y sin
por el capitalismo. Incluso suspicacias so las alteraciones más ínfimas de las ilusión por primicias y novedades –sin
más bien exiguas acerca de la orien- preferencias de la población, se diría de sobreexcitaciones–. Aunque su objeti-
tación que empresas y Estados dan a su “inconsciente”. vo sea enrarecer el cartel publicitario
la investigación científica y técnica La tesis de Crary es que se ha crea- del futuro, su tema latente es el daño
pueden ser tratadas como desatinos, do una forma de dominio formidable, que se está causando a lo humano, la
si no herejías. Añade el autor un tema sumamente eficiente, por cuanto extrae pregunta por “los costos subjetivos de
inquietante y poco aludido: la íntima su poder de nuestra propia entrega. vivir en una realidad que constante-
dualidad entre guerra y paz presente Durante siglos, millones de personas mente está en proceso de cancelación y
en el origen de muchas tecnologías vivieron y murieron sin que sus activi- demolición”. No es por lo tanto un libro
de uso cotidiano, del globo aerostá- dades quedaran registradas en ningún de profecías, ni ha de ser inventariado
tico al radar, del teleobjetivo al avión archivo. Sólo la alcurnia, la riqueza o en el rubro de las “utopías negativas”,
no tripulado, o bien Internet. Ya se da el poder importaban. En su momento, de larga prosapia en el siglo XX. Es
por sentado que los científicos pue- la fotografía y la huella digital supu- sólo una visión desentusiasmada pero
den experimentar con el sueño, tanto sieron una mutación en las técnicas intensa de la actualidad, la de alguien
como en su momento lo hicieron con de control social. La interconexión de que no acepta los límites impuestos a
los átomos. ¿Debe hacerse todo lo que computadoras terminó por afianzar el la posibilidad de concebir y construir
puede hacerse? Esta pregunta alguna trípode, con la diferencia de que ahora otro porvenir, menos inhóspito, por-
vez ocasionó vacilaciones y dudas de nos hemos vuelto delatores de noso- que sabe lo que sucedería si se prosigue
índole moral, pero ahora parece ser tros mismos, pánfila y voluntariamente. por este camino. Es entonces la obra
apenas una molestia al paso. Si hay un Nuestra experiencia perceptiva y sen- de un no creyente, y nunca ha sido
potencial de libertad en la tecnología, sorial es pesquisada instantáneamente fácil serlo. Libro persuasivo, también
y tal es la convicción de Crary, habría por medio de lo que el autor llama una desesperante, sea por exceso de ra-
que subordinarla a prácticas y afectos economía de la atención: “La capacidad zón, o por la dificultad de hacer algo
fraternos, no sólo a un nuevo nivel de de localizar el movimiento de ojo sobre con su contenido. Es una perla de in-
organización. lugares específicos mediante nuestro Freepick.com somnio. n

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