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RESPONSABILIDAD CIVIL POR DAÑOS CAUSADOS POR ANIMALES.

ANÁLISIS

AL ARTÍCULO 1979 DEL CÓDIGO CIVIL

Sumario: I.- Introducción; II.- Presupuestos; III.- Factores de atribución; IV.-


Personas responsables; V.- Supuestos de ruptura del nexo causal; VI.- La
responsabilidad consagrada en el artículo 1979 no se aplica en sede obligacional;
VII.- A modo de conclusión; VIII.- Referencias Bibliográficas.

I.- INTRODUCCIÓN
No resulta extraño que desde hace muchos siglos existieran normas para regular la
responsabilidad de los propietarios de animales y las posibilidades de resarcimiento de
quién sufría los daños, pues la evolución del hombre no se puede separar de la
relación que éste siempre mantuvo con los animales. Es que históricamente el uso que
el hombre ha hecho de los animales y el servicio que ha obtenido de los mismos ha
sido muy intenso. Difícilmente se puede concebir el desarrollo de la humanidad si no
es asociado a la utilidad que los animales brindan al hombre.

Gallego Domínguez señala que “El uso del animal como fuerza motriz ha perdurado en
zonas occidentales hacia principios del presente siglo. Los animales de tiro y carga
eran un componente básico de la economía. ¿Cómo se puede pensar hasta hace
pocos decenios en la agricultura sin los animales de tiro?, ¿Cómo se puede concebir
el transporte sin caballerías o bueyes que arrastraran los carros?. En la guerra el papel
que históricamente han jugado los animales como arma y como medio de transporte
era básico y esencial. Los rebaños de animales para la obtención de productos –
leche, carne, lana -, y la trashumancia, unido a la falta de cultivos de forraje, eran
datos a tener en cuenta con la posibilidad de invasión de terrenos ajenos y destrozos
en cultivos o plantas que allí se criaran. La función de vigilancia y compañía que han
cumplido ciertas especies animales tiene una gran tradición histórica. Todo ello
justifica que desde el mismo nacimiento del Derecho, normas jurídicas se ocuparan de
la cuestión de los daños causados por los animales que se encontraban al servicio del
hombre o que vivían en su compañía”1

En la ley 251 del Código de Hammurabi se dispuso “Si el buey de un señor es bravo y
el consejo de su distrito le informa que es bravo, pero él no ha cubierto sus astas ni ha
vigilado de cerca su buey y el acorneó al hijo de un señor y le ha matado, dará media
mina de plata” agregándose en la ley 252 “Si el muerto es el esclavo de un señor, dará
un tercio de mina de plata”.

Asimismo, en las sagradas escrituras se estableció que “si un buey acorneare a


hombre o mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado, y no será comida
su carne; más el dueño del buey será absuelto. Pero si fuese acorneador desde
tiempo atrás, y a su dueño se le hubiese notificado, y no lo hubiere guardado, y matare
a hombre o mujer, el buey será apedreado, y también morirá su dueño” (Éxodo 21:29).

En la ley de las XII tablas se regularon dos acciones específicas para responder frente
a daños causados por animales como son: la “actio de pauperie” que procedía cuando
un cuadrúpedo, contra lo natural de su especie, ocasionaba daños espontáneamente y

Autor: Juan Carlos García Huayama. Fiscal Adjunto Provincial Titular de la Fiscalía Civil y Familia de
Castilla - Piura. Magíster en Derecho Civil y Comercial; egresado del Doctorado en Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad Nacional de Piura; egresado del XI Programa de Formación de Aspirantes a la
Magistratura – PROFA; Diplomado en Derecho Civil y Registral por la Universidad de Piura.
1
GALLEGO DOMINGUEZ, Ignacio:”Responsabilidad civil extracontractual por daños causados por
animales”. Editorial Bosch, Barcelona, 1997, p. 28.

1
sin ser excitado por nadie, entonces, el amo del animal podía elegir entre abandonar el
animal a la parte dañada o pagar la reparación del perjuicio; por ejemplo, cuando un
caballo inquieto tira una coz o cuando un toro da cornadas2 y, la “actio de pastu
pecoris” que se utilizaba contra el dueño del animal que pastaba en un fundo ajeno, en
ésta también el propietario debía elegir entre indemnizar al propietario del fundo o
entregar el animal.

Se puede decir entonces que a lo largo de la historia, la convivencia con los animales
ha hecho que resulte necesario regular jurídicamente las obligaciones que tenía el
propietario del animal, por los daños que éste causare a otras personas. Esta
necesidad no ha desaparecido con el paso del tiempo, puesto que aunque en la
actualidad, la función de los animales domésticos ha evolucionado también, de forma
obligada por la industrialización y mecanización de aquellas tareas que
tradicionalmente se realizaban con ellos, ha pasado a tener otras funciones como son
las de compañía del hombre, deporte y ocio, además de la ya tradicional de fuente de
alimento para el ser humano3.

De Trazegnies sostiene que “la responsabilidad por daños causados por animales fue
importante en otras épocas de la historia, ahora éstos daños se producen
fundamentalmente en zonas rurales y en forma limitada (…) por ese motivo, nos llama
la atención que el legislador del Código de 1984 se haya seguido preocupando de
manera destacada por los daños causados por animales (al punto de no remitir estos
accidentes a los principios generales de la responsabilidad extracontractual sino
establecer un artículo expreso y explícito) y, en cambio, el mismo legislador no ha
previsto nada especial para el caso de los daños causados por automóviles y otros
vehículos similares…”4.

Consideramos que aún en nuestros días este supuesto de responsabilidad civil no


deja de ser un tema de relevancia, toda vez que la capacidad de movimiento unida a la
irracionalidad de los animales, hace que los mismos causen daños de manera
constante y en diversas circunstancias, los medios de comunicación con frecuencia
informan respecto a estas situaciones: un caballo lanza una coz contra un espectador
de una competencia hípica, un perro furioso ataca a un peatón en la calle, un bovino
escapa de un camión de hacienda y penetra en la finca destrozando un valioso juego
de comedor, un oso arranca un brazo de un niño que visita un zoológico. Esta es la
razón de que, no sólo en nuestro derecho civil, sino también en nuestro Derecho
histórico, así como en la generalidad de los Códigos Civiles contemporáneos, se
conserve normas que se ocupan específicamente de la responsabilidad civil derivada
de tales daños.

II.- PRESUPUESTOS

A nuestro entender la existencia de responsabilidad civil extracontractual por daños


causados por los animales requiere la concurrencia de las siguientes condiciones:
a).- Los perjuicios han de ser causados por la actuación del animal en cuanto
ser vivo autónomo.

2
PETTIT, Eugene: “Tratado elemental de derecho romano”; 9° Edición, Editorial Alabastros, Buenos
Aires, 1985, p. 626.
3
AZPARREN LUCA, Agustín. Prólogo al libro de Concepción Trabado Álvarez: “La responsabilidad civil
del artículo 1905 del CC. Daños causados por animales domésticos”; Septem Editores, España, 2001, p.
12.
4
DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando: “La responsabilidad extracontractual”; Tomo I; 7º Edición; Fondo
Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú; Lima, 2001; Pág. 464.

2
Es decir, para que funcione esta especie de responsabilidad civil el daño debe provenir
de una cosa animada que se comporta del modo que suelen hacerlo los animales.
Esto requiere “que la participación activa del animal debe corresponder
necesariamente con su conducta instintiva, propia de su condición biológica”5.

Siguiendo esta idea se puede establecer que la norma general implantada en el


artículo 1979 del Código Civil procederá: a) frente a un acto o acontecimiento físico del
animal, así por ejemplo, un perro muerde a una persona, un caballo da una coz a
alguien, un toro embiste a un caminante, un animal invade una calzada colisionando
con un automóvil y b) también se aplicará en aquellos casos en los que el daño
encuentra su causa inmediata en la actuación de un animal, aún sin necesidad que
exista un contacto físico con el mismo. Así por ejemplo, como consecuencia de ser
perseguido por un perro, una persona tropieza con una piedra y cae por un terraplén,
sufriendo lesiones por tal caída. No es necesario el contacto físico con el animal para
que puedan ser imputados los daños a los sujetos que indica el artículo bajo análisis.

La aplicación del artículo 1979 del Código Civil se descarta en situaciones donde el
daño se debe a una actuación directa del poseedor o de quién se sirve del animal; en
aquellos supuestos en que el animal es usado como instrumento de un sujeto, deberá
responder éste pero por vía del artículo 1969 del Código Civil como ocurre por
ejemplo, si el propietario de un perro incita al animal para que ataque a una persona o
cuando un sujeto que se encuentra cabalgando arremete contra un grupo de
personas.

Asimismo, la reclamación de daños y perjuicios no podría ampararse en el artículo


bajo análisis sino que debería sustentarse en el artículo 1969 del Código Civil, cuando
una persona deja un animal muerto en la calzada, colisionando posteriormente un
automóvil con el mismo o si un animal muerto en estado de descomposición
contamina agua potable; pues hemos indicado que el artículo 1979 del Código
Sustantivo presupone la generación de daños por parte de un animal aún con vida.
Téngase en cuenta que “el animal por definición es un ser vivo. No en vano se le
califica como “semoviente”, esto es que se mueve por sí. Cuando el animal muere deja
de ser “semoviente” para transformarse en una cosa inanimada. Un animal muerto es
una cosa inanimada…”6.

Del mismo modo, frente al contagio de alguna enfermedad por animales o la caída
accidental de un animal desde un balcón que impacta sobre un transeúnte y le
ocasiona lesiones, entiendo que en dichos supuestos la reclamación tampoco debe
guiase por el artículo 1979 del Código Civil sino más bien por el artículo 1969 del
mismo texto legal. El mismo razonamiento interpretativo cabría aplicar en aquellos
casos donde el animal es un “cuerpo inerte”, verbigracia, cuando está durmiendo o
descasando y una persona tropieza con él ocasionándose lesiones al caer.

En general se puede señalar que no se encuentran comprendidos dentro de la


responsabilidad civil por daños ocasionado por animales aquellos casos en los que la
actuación del animal no responde a un comportamiento propio del mismo, sino es un
instrumento de la actuación de un sujeto:

a) El animal es considerado como un objeto inanimado o como un instrumento en


la producción del daño. Así, por ejemplo, un sujeto lanza contra otro una tortuga

5
URBANO SALERNO, Marcelo. Daños causados por animales. En: “Responsabilidad por Daños.
Homenaje a Jorge Bustamante Alsina”; Tomo II; Abeledo Perrot; Buenos Aires, 1991; p. 79.
6
DUBOVSEK, José. Sobre los daños causados por los animales. En:
<http://www.salvador.edu.ar/juri/aequitasNE/nrodos/ANIMALES.pdf>.

3
produciéndole daños. En este caso la responsabilidad del que lanzó el animal se
regirá por la vía del artículo 1969 del Código Civil y no la del artículo 1979.

b) El poseedor de un animal le incita y dirige para que ataque y produzca algún


tipo de daños. Así, por ejemplo, daños causados por un perro que ataca a la orden
de su amo.

c) Un sujeto abandona un animal muerto en la vía pública con tan mala fortuna
que un motorista tropieza con el obstáculo que no pudo ver por ser de noche, o
estar situado tras un cambio de resante o tras una curva cerrada7.

b).- Otro de los requisitos exigidos por el artículo 1979 del Código Civil es que
el animal tenga propietario o por lo menos se encuentre bajo el cuidado o
vigilancia de alguien.

Desde que el artículo analizado imputa responsabilidad por daños de los animales al
“dueño o a aquél que lo tiene bajo su cuidado”, se concluye que los animales de la
categoría “res nullius”, esto es, que no son propiedad de ninguna persona, se
encuentran excluidos de la norma que consagra la responsabilidad civil antes indicada.
En este orden de ideas, no habrá responsabilidad del dueño del predio por los daños
ocasionados por animales salvajes que deambulan libremente por su terreno.

En este mismo sentido parece pronunciarse Taboada Córdova cuando sostiene que
“en el caso específico de daños causados por animales el requisito especial de
configuración es que el autor indirecto tenga el animal bajo su cuidado o que sea su
propietario”8. Es por dicha razón que considero no se puede imputar responsabilidad
en el caso de una víbora que se encuentra en el jardín de una casa selvática y pica al
visitante; contrariamente, sí serían atribuibles al propietario los daños que ocasione
una boa que éste cría en su jardín en calidad de mascota.

c).- El sujeto perjudicado por los daños causados por los animales debe probar
el daño sufrido, el nexo causal entre el comportamiento del animal y el daño
ocasionado y, adicionalmente, debe acreditar la propiedad o posesión del
animal por el demandado.

La regla de objetividad fijada a la que más adelante haremos referencia, en todo caso,
no inhibe a la víctima del animal, de demostrar la relación de causalidad. Vale decir,
debe probar, primero, que el daño se produjo por el hecho del animal y, en segundo
lugar, que el demandado es su dueño o la persona que lo cuidaba. Acreditará
finalmente los daños concretos producidos y el monto indemnizatorio respectivo9.

III.- FACTOR DE ATRIBUCIÓN


Existen ordenamientos jurídicos que establecen diferencias de tratamiento jurídico
según se trate de animales domésticos o salvajes; entre los países vecinos
encontramos a Chile (artículos 2326 y 2327 del Código Civil) y Colombia (artículos
2353 y 2354 del Código Civil). En este último caso por ejemplo, el artículo 2354 del
Código Civil se refiere a los daños causados por un animal doméstico, haciendo recaer
la responsabilidad en el dueño del animal o en la persona que se sirve de un animal

7
GALLEGO DOMINGUEZ, Ignacio, ob. cit., p. 44.
8
TABOADA CÓRDOVA, Lizardo: “Elementos de la responsabilidad civil”, Editorial Grijley, Lima, 2001, p.
100.
9
MESINAS MONTERO, Federico: “Responsabilidad por el daño causado por animal”. Comentario al
artículo 1979. En: “Código Civil comentado por los 100 mejores especialistas”; Tomo X; Gaceta Jurídica,
p. 180.

4
ajeno, ejerciendo la guarda de éste, sobre la base de una presunción de culpa, que
radica esencialmente en el comportamiento del propietario o guardián de un animal
doméstico, el cual le reporta un beneficio económico, debiendo compensar los riegos
que crea al utilizarlos con los beneficios que obtiene, indemnizando todos los daños
que éstos causen, salvo que acredite ausencia de culpa, con lo cual desvirtúa la
presunción que sirve de fundamento a esta clase de responsabilidad. En cambio, el
artículo 2354 del Código Civil que regula la responsabilidad por daños causados por
animales fieros o salvajes, consagra un régimen de responsabilidad objetiva, que tiene
su fundamento en el riesgo creado por el dueño o guardián, al tener un animal feroz o
salvaje, que no le reporta ninguna utilidad o beneficio y que por su naturaleza lo hace
potencialmente dañino, consecuentemente, al producirse el daño el propietario o
custodio debe responder de los perjuicios causados en forma absoluta y no se admitirá
prueba alguna de ausencia de culpa10.

El artículo 1979 del Código Civil peruano en cambio, siguiendo lo establecido en el


artículo 1385 del Código Civil francés11, no hace referencia a tipos concretos de
animales ni discrimina en función de su naturaleza – sean domésticos, salvajes o
fieros -, se refiere en general a daños causados por animales que se encuentran bajo
la posesión, el servicio o cuidado del hombre 12. Sin embargo, este dispositivo legal
acoge exclusivamente un régimen basado en factores de imputación objetivos que
hacen derivar la responsabilidad del solo daño producido, al margen de toda idea de
culpa o negligencia del propietario o poseedor del animal, por cuanto el concepto
subjetivo está totalmente excluido del análisis de este tipo de responsabilidad,
quedando como única y exclusiva posibilidad de exonerarse de responsabilidad, la
prueba de la intervención de un elemento extraño que implique la ruptura del nexo
causal material entre la actividad del animal y el daño ocasionado, elemento extraño
que conforme al texto expreso de la norma analizada sólo abarcaría la obra o causa
de un tercero.

León Hilario señala que el fundamento de la responsabilidad objetiva del dueño o


cuidador del animal ha sido percibida históricamente en dos criterios: el aforismo
“cuius commoda eius incommoda esse debent” y la llamada doctrina del “riesgo
creado”. En el primer caso se parte de la idea que quién tiene dentro de su patrimonio,
o en su empresa, animales necesarios o útiles para conservar o desarrollar esta
última, responde, aun cuando libre de toda culpa, de los daños ocasionados por tales
animales; en tanto que el segundo criterio propone que la persona propietaria de un
animal, la que emplea este último o quién lo tiene consigo, mantienen contacto con un
bien peligroso, por lo que resulta congruente que la ley las haga responsables por los
daños que produjera el animal13.

De Trazegnies Granda - acogiendo la teoría del riesgo creado - sostiene que “la
responsabilidad por los daños producidos por animales es una variante de la
responsabilidad de las cosas riesgosas o peligrosas: el animal es indudablemente una
cosa peligrosa porque, en vez de ser un elemento inerte que requiere una acción
humana para entrar en acción, puede causar daños por “propia iniciativa”, por así
10
Cfr. SARMIENTO GARCÍA, Manuel Guillermo: “Estudios de responsabilidad civil”. Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2003, pp. 231-232.
11
“Artículo 1385: El propietario de un animal, o quién se sirve de él, mientras dure el uso, es responsable
del daño causado por el animal, sea que éste se encontrara bajo su custodia, sea que se hubiera
escapado o extraviado”.
12
Entre algunas legislaciones extranjeras que no hacen la distinción entre los animales y tratan el
problema en forma unitaria encontramos los siguientes códigos: Brasil (artículo 1527), España (artículo
1905), Francia (artículo 1385), Italia (artículo 2052), Código suizo de obligaciones (artículo 56).
13
LEÓN HILARIO, Leysser: “La responsabilidad civil. Líneas fundamentales y nuevas tendencias”;
Editorial Normas Legales S.A.C.; Trujillo, 2004, p. 331-333.

5
decirlo. El animal es una cosa con vida; y, consecuentemente, tiene un dinamismo
interno que lo hace particularmente riesgoso”14, agregando que “el Código Peruano,
coherente con la amplitud que ha otorgado al concepto de riesgo o peligro en el
artículo 1970, debe considerar al animal - por principio – como bien riesgoso o
peligroso; consecuentemente, la responsabilidad derivada de daños por animales
debe ser objetiva”15.

En lo personal considero que el fundamento del precepto legal analizado y la


responsabilidad en él establecida, no se encuentra en la noción de “riesgo creado”16
sino en la aplicación del principio del “cuius commoda e ius et incommoda” que
expresa la idea de “…que aquél sujeto que obtiene beneficios de un animal deba
pechar con las consecuencias negativas producidas por el mismo, con independencia
de que haya observado en su custodia toda diligencia previsible (…). La posesión de
un animal atribuye una serie de ventajas o beneficios, sean económicos o de otra
índole, que deben llevar aparejada por razones de justicia la asunción de las
consecuencias que el riesgo que la naturaleza irracional del animal comporta”17.

Un sector de la doctrina nacional sostiene con acierto que “la ventaja que obtiene el
propietario o custodio del animal, no debe ser entendida, necesariamente, en el
sentido valerse del animal en alguna actividad productiva, o ventajosa
económicamente, sino también, como la comodidad producto de la compañía, ornato o
de la seguridad que pueda dar el animal”18.

IV.- PERSONAS QUE RESPONDEN

El artículo 1979 del Código Civil atribuye responsabilidad al propietario o a aquél que
tiene bajo su cuidado al animal, aunque este se haya perdido o extraviado.
Observamos que el enunciado menciona alternativamente como responsables al
“propietario” o la persona que “tiene a su cuidado al animal”, entonces, al no haberse
establecido responsabilidad conjunta, el damnificado no puede emplazar
indistintamente a uno u otro en el proceso judicial que inicie.

Usualmente el sujeto responsable por antonomasia es la persona que ostenta el


derecho de propiedad sobre el animal al momento en que se produjo el daño, ya que
generalmente también lo mantiene bajo su cuidado. Consecuentemente, si una
persona adquiere un animal que con anterioridad ha ocasionado daños, no resulta
sucesor de la obligación de indemnizar, pues esta corresponderá a quien detentaba la
titularidad al tiempo de producirse el evento dañoso, no estamos frente a una
“obligatio propter rem”19.

14
DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando, ob. cit., p. 464.
15
Ídem, p. 473.
16
Hemos indicado que el artículo 1979 del Código Civil unifica los daños causados por los animales y
brinda el mismo tratamiento jurídico, esto es, no realiza ninguna distinción entre animales domésticos o
salvajes, en consecuencia, difícilmente podríamos considerar que en todos los casos la objetivación del
factor de atribución se basa en el riesgo o peligro, pues sabemos que existen diversos animales cuya
presencia no implica un riesgo o amenaza inminente para los intereses jurídicamente protegidos (canario,
gato, tortuga, conejo, entre otros).
17
GALLEGO DOMINGUEZ, Ignacio, ob. cit., p. 33.
18
ESPINOZA ESPINOZA, Juan: “Derecho de la responsabilidad civil”. 6ta. Edición; Gaceta Jurídica S.A.;
Lima, 2011, p. 443.
19
Las obligaciones propter rem “son obligaciones que descansan sobre determinada relación señorío
sobre una cosa, y nacen, se desplazan y extinguen con es relación de señorío. Es decir resulta deudor
quién actualmente es dueño o poseedor de una cosa...” (ALTERINI, Atilio Aníbal: “Derecho de
obligaciones civiles y comerciales”. 2da. Edición Actualizada. Abeledo – Perrot, Buenos Aires, 2000, p.
30).

6
Esto implica que el accionante deberá acreditar la titularidad sobre el animal, hecho
que en muchas ocasiones resulta dificultoso, sin embargo, “dado que la existencia de
documentación no es una situación normal, no corresponde aplicar un criterio rígido y
estricto, pudiendo recurrirse a indicios que acrediten la relación dominal” 20. Considero
que ante la dificultad de acreditar el derecho de propiedad sobre el animal, dicha
titularidad debe presumirse a favor del poseedor conforme se establece en el artículo
912 del Código Civil que dispone: “El poseedor es reputado propietario mientras no se
pruebe lo contrario…”. Será entonces, la persona que tiene bajo su cuidado al animal
(poseedor) quién tiene la carga de desvirtuar dicha presunción a efectos de eximirse
de responsabilidad, en los supuestos que ésta recayese en el propietario del animal.

Si el animal es copropiedad de dos o más personas, resulta evidente que todos


responderán por los daños que éste cause, sin embargo, la responsabilidad no será
solidaria (toda vez que no existe norma expresa que así lo disponga), en tal sentido,
será una responsabilidad mancomunada en proporción a la cuota ideal de cada
copropietario.

El Código Civil también establece que puede ser responsable aquél que tiene al
animal bajo su cuidado al momento de ocurrido el evento dañoso, esta es otra
hipótesis a considerar siempre que no coincida con la figura del propietario. Dentro de
este supuesto cabe considerar por ejemplo, que resultará responsable quién alquila un
caballo para montarlo, usarlo en faenas rurales, etc., si el animal ocasiona daños
mientras se encuentra bajo su cuidado, pues mientras el animal está bajo su cuidado
no parece sensato que el dueño deba responder por el hecho dañoso.

Sin embargo, la frase tener “bajo su cuidado” no debe interpretarse como una
posesión ocasional del animal ni hacer uso precario, esto no resulta suficiente para
atraer la responsabilidad de un sujeto distinto al propietario. Se requiere que el sujeto
que lo tiene bajo su cuidado se sirva del animal, esto “no radica en el simple provecho
económico que se saca del animal; el provecho puede ser utilitario o desprovisto de
propósito económico, esto último cuando se tiene al animal con la finalidad de
procurarse una satisfacción deportiva, estética, de distracción”21.
Tamayo Jaramillo sostiene que “se sirve de un animal quién tiene el poder intelectual
de dirección y control de este y, en consecuencia, tiene la posibilidad de impedir la
producción del daño. Por ello se presume que el propietario es quién se sirve del
animal; sin embargo, el dueño puede demostrar que una persona diferente lo utiliza y
que, en consecuencia, ésta y no el dueño será el responsable”22.

Ser poseedor del animal o servirse de él es expresión que desde luego excluye la
responsabilidad de quienes se ocupan del animal como servidores de la posesión de
otro (así, el cochero que lleva al caballo, el criado que saca a pasear al perro o un
pastor que lleva a pastar las ovejas de su patrón). Esto es, el dependiente no incurre
en responsabilidad en mérito al artículo 1979 del Código Civil, pues aunque tenga el
control material sobre el animal, lo cierto es que lo hace a nombre de su patrono.
Resulta inimaginable considerar responsable al cuidador de un circo por los daños
causados por las fieras que están a su cuidado.

Aparte de esto, creo que cualquier posesión o uso que corresponda a una persona
sobre el animal, le hace responsable, mientras que dure, de los actos que cause
20
DUBOVSEK, José, ob. cit.
21
REY DE CASTRO, Alberto: “La Responsabilidad civil extracontractual. Estudio teórico y práctico del
Derecho Nacional y Comparado”. Imprenta de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1972,
p. 259.
22
TAMAYO JARAMILLO, Javier: “De la responsabilidad Civil”; Tomo II; Editorial Temis S.A.; Bogotá,
1999, p. 61.

7
(eximiendo de responsabilidad a su dueño), como quién alquila un caballo para
montarlo es el responsable de los daños que cause mientras lo tiene, no quién se lo
arrendó23.
Si los daños son ocasionados por un grupo de animales que pertenecen a diversos
dueños y no se sabe cuál es la magnitud del perjuicio que corresponde atribuir a cada
uno, considero que aún es este supuesto nos encontramos frente a una obligación
mancomunada, empero, la carga de la prueba en cuanto a la magnitud de los daños
debe desplazarse a los demandados, pues a éstos resulta más fácil probar no resultar
responsables de los perjuicios o solamente serlo en una mínima parte, de lo contrario
asumirán la indemnización en iguales proporciones.

La responsabilidad subsiste no obstante que el animal se hubiera perdido o extraviado.


En el Código Civil de 1852 el dueño del animal se exoneraba de responsabilidad si
éste se extraviaba sin su culpa, así el artículo 2192 dispuso “El dueño de un animal, ó
él que lo tiene á su cuidado, debe reparar los daños que este cause; á no ser que se
hubiese perdido ó extraviado sin culpa del dueño. Esta responsabilidad se extiende á
cualquiera otro que hubiese tenido culpa en el daño causado por el animal”.

Contrariamente en el Código Civil de 1936 - al igual de lo que sucede actualmente – la


pérdida o extravío del animal ya no se consideró una causal de exoneración de
responsabilidad, pues el artículo 1145 estableció: “El dueño de un animal o el que lo
tiene a su cuidado, debe reparar el daño que éste cause, aunque se hubiera perdido o
extraviado, a no ser que pruebe que el accidente tuvo lugar por el hecho de un
tercero”.

Regulación de la responsabilidad civil por daños ocasionados por animales en


los Códigos Civiles peruanos

Código Civil de 1852 Código Civil de 1936 Código Civil de 1984

(artículo 2192) (artículo 1145) (artículo 1979)

El dueño de un animal, ó El dueño de un animal o el El dueño de un animal o


él que lo tiene á su que lo tiene a su cuidado, aquel que lo tiene a su
cuidado, debe reparar los debe reparar el daño que cuidado debe reparar el
daños que este cause; á éste cause, aunque se daño que éste cause,
no ser que se hubiese hubiera perdido o aunque se haya perdido o
perdido ó extraviado sin extraviado, a no ser que extraviado, a no ser que
culpa del dueño. Esta pruebe que el accidente pruebe que el evento tuvo
responsabilidad se tuvo lugar por el hecho de lugar por obra o causa de
extiende á cualquiera otro un tercero. un tercero.
que hubiese tenido culpa
en el daño causado por el
animal.

V.- SUPUESTOS DE RUPTURA DEL NEXO CAUSAL

Conforme al texto del artículo 1979 del Código Civil el dueño de un animal o aquel que
lo tiene a su cuidado, resulta responsable del daño que este cause, aunque se haya
perdido o extraviado. Solo cesará dicha responsabilidad cuando acredite que el evento
23
ALBALADEJO, Manuel. Derecho Civil II. “Derecho de obligaciones”. 11° Edición; Editorial Bosch,
Barcelona, 2002, p. 967.

8
dañoso se produjo por “obra o causa de un tercero”. Nótese que la norma bajo análisis
no hace alusión a otros supuestos de ruptura del nexo causal: caso fortuito, fuerza
mayor y el hecho de la propia víctima.

De Trazegnies sostiene que conforme al texto literal de la norma bajo cometario, la


única causal eximente de responsabilidad es el hecho determinante de tercero,
alegando que “si se trata de una simple responsabilidad objetiva prevista en el artículo
1970, funcionaría también en este caso las excepciones contempladas en el artículo
1972: el dueño del animal o el que lo tiene bajo su cuidado no estarían obligados a la
reparación cuando el daño fue consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, de hecho
determinante de tercero o de la imprudencia de quién padece el daño. Sin embargo, el
artículo 1979 crea aquí también un régimen especial y sólo exonera de la reparación al
que pruebe que el evento tuvo lugar por obra o causa de un tercero (…) Por
consiguiente, las personas señaladas por ley como responsables responden aun
cuando intervengan otras causas que también rompen el más hipotético nexo causal:
el caso fortuito y el hecho o imprudencia de la víctima corren por cuenta del dueño del
animal o de aquél que lo tenga bajo su cuidado”24.

En lo personal me adhiero a la interpretación establecida por un sector de la doctrina


nacional en el sentido que “la responsabilidad por el daño ocasionado por los animales
es una responsabilidad de tipo objetivo y, por lo tanto, una interpretación sistemática
de este supuesto, nos hace llegar a la conclusión que no se justifica una disparidad de
tratamiento con otros casos de responsabilidad objetiva” 25. En consecuencia, el
demandado también puede liberarse de responsabilidad acreditando la existencia de
caso fortuito, fuerza mayor o la imprudencia de la propia víctima, pues consisten
también en circunstancias que interrumpen el vínculo causal y por tanto, deben excluir
de responsabilidad al propietario del animal o a quién lo tenga bajo su cuidado.

En este sentido, se debe liberar de responsabilidad al propietario o guarda del animal


cuando es el dañado es quién imprudentemente introdujo la mano en la boca del perro
o cuando un intruso se lanza al predio donde se encuentra un toro bravo, obviamente
que en estas circunstancias es el hecho de la propia víctima el factor determinante que
condujo a la producción del daño. Si el hecho de la propia víctima únicamente
concurre a la producción del daño (concausa), sólo se reducirá el monto
indemnizatorio de conformidad con lo estipulado por el 1973 del Código Civil que
establece: “Si la imprudencia sólo hubiera concurrido en la producción del daño, la
indemnización será reducida por el Juez, según las circunstancias”.

De similar manera, si un tercero incita al animal a atacar, la demanda será dirigida


contra éste conforme a los principios y reglas generales de la responsabilidad civil
extracontractual, exonerándose de responsabilidad al propietario del animal o a quién
lo tenga bajo su cuidado. También el caso fortuito o fuerza mayor constituyen causas
de exoneración de responsabilidad; a modo de ejemplo supongamos que el animal
causa daños al huir asustado por el ruido de un rayo o por la caída violenta de un
árbol.

VI.- LA RESPONSABILIDAD POR DAÑOS OCASIONADOS POR LOS ANIMALES


NO SE APLICA EN SEDE OBLIGACIONAL.

En diversas oportunidades los daños causados por los animales se ocasionan en el


marco de relaciones jurídicas previamente pactadas entre las partes, sin embargo,
consideramos que no resulta aplicable el artículo 1979 del Código Civil que cuya

24
DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando, ob. cit., p. 474.
25
ESPINOZA ESPINOZA, Juan, ob. cit., p. 445.

9
esfera de aplicación corresponde a la responsabilidad extracontractual, no se aplica
por tanto en el ámbito obligacional.

En efecto, el arrendatario de un caballo por ejemplo, tendrá que valerse de la


responsabilidad contractual si quiere reclamar indemnización por los daños que tal
animal le cause en el desarrollo del contrato. De igual manera, si la fiera de un
zoológico muerde a un visitante que pagó su derecho a ingresar al lugar, habrá
responsabilidad contractual del dueño del espectáculo, pues él tiene la obligación de
seguridad y de resultado26.

Empero si el daño causado no se deriva de la ejecución de un contrato, sino con


ocasión de éste, entonces tiene plena aplicación el artículo 1979 del Código Civil. Si
por ejemplo, el vendedor está haciéndole al eventual comprador de un animal, la
demostración de éste y a raíz de ello se produce un accidente, causando el animal
daños al eventual comprador, la responsabilidad será extracontractual, pues el
contrato aún no se había celebrado. Lo mismo sucederá si una persona acude donde
un veterinario a efectos de solicitar un tratamiento para su mascota, con tan mala
suerte que dicha persona es mordida por el perro del veterinario.

VII.- A MODO DE CONCLUSIÓN

1. La responsabilidad civil por daños causados por animales no ha dejado de ser


un tema de relevancia actual, pues la capacidad de movimiento unida a la
irracionalidad de los animales, hace que los mismos causen daños de manera
constante y en diversas circunstancias. Esta es la razón de que en la
generalidad de los Códigos Civiles contemporáneos se mantengan normas que
se ocupen específicamente de esta cuestión, determinando la responsabilidad
civil derivada de tales daños.

2. No se encuentran comprendidos dentro de la responsabilidad civil por daños


ocasionado por animales aquellos casos en los que la actuación del animal no
responde a un comportamiento propio del mismo, sino que es un instrumento
de la actuación de un sujeto. Es decir, para que funcione esta especie de
responsabilidad civil el daño debe provenir de una cosa animada que se
comporta del modo que suelen hacerlo los animales. Esto requiere “que la
participación activa del animal debe corresponder necesariamente con su
conducta instintiva, propia de su condición biológica

3. El artículo 1979 del Código Civil peruano no hace referencia a tipos concretos
de animales ni discrimina en función de su naturaleza – sean domésticos o
salvajes -, se refiere en general a daños causados por animales que se
encuentran bajo la posesión, el servicio o cuidado del hombre. Esta norma
acoge exclusivamente un régimen basado en factores de imputación objetivos
que hace derivar la responsabilidad del solo hecho del daño producido, al
margen de toda idea de culpa o negligencia del propietario o poseedor del
animal, resultando dicho concepto subjetivo totalmente excluido del análisis de
este tipo de responsabilidad, quedando como única y exclusiva posibilidad de
exonerarse de responsabilidad, la prueba de la intervención de un elemento
extraño que implique la ruptura del nexo causal material entre la actividad del
animal y el daño ocasionado.

4. El fundamento del precepto legal analizado y la responsabilidad en él


establecida, no se encuentra en la noción de “riesgo creado” sino en la

26
TAMAYO JARAMILLO, Javier, ob. cit., p. 69.

10
aplicación del principio del “cuius commoda e ius et incommoda” que expresa
la idea de que aquél sujeto que obtiene beneficios de un animal deba pechar
con las consecuencias negativas producidas por el mismo, con independencia
de que haya observado en su custodia toda diligencia previsible. La posesión
de un animal atribuye una serie de ventajas o beneficios, sean económicos o
de otra índole, que deben llevar aparejada por razones de justicia la asunción
de las consecuencias que el riesgo que la naturaleza irracional del animal
comporta.

5. Aún cuando el texto expreso del artículo 1979 del Código Civil establece como
única circunstancia de exoneración de responsabilidad la obra o causa de un
tercero, considero que el demandado (dueño o custodio) también puede
liberarse de responsabilidad acreditando la existencia de caso fortuito, fuerza
mayor o la imprudencia de la propia víctima.

6. El artículo 1979 del Código Civil menciona alternativamente como


responsables al “propietario” o la persona que “tiene a su cuidado al animal”,
entonces, al no haberse establecido responsabilidad conjunta, el damnificado
no puede emplazar indistintamente a uno u otro en el proceso judicial que
inicie. Esto implica que el accionante deberá acreditar la titularidad sobre el
animal, hecho que en muchas ocasiones resulta dificultoso, sin embargo, “dado
que la existencia de documentación no es una situación normal, no
corresponde aplicar un criterio rígido y estricto, pudiendo recurrirse a indicios
que acrediten la relación dominal. Asimismo, el Código Civil también establece
que puede ser responsable aquél que tiene al animal bajo su cuidado al
momento de ocurrido el evento dañoso, esta es otra hipótesis a considerar
siempre que no coincida con la figura del propietario, sin embargo, la frase
tener “bajo su cuidado” no debe interpretarse como una posesión ocasional del
animal ni hacer uso precario, esto no resulta suficiente para atraer la
responsabilidad de un sujeto distinto al propietario. Se requiere que el sujeto
que lo tiene bajo su cuidado se sirva del animal, esto “no radica en el simple
provecho económico que se saca del animal; el provecho puede ser utilitario o
desprovisto de propósito económico, esto último cuando se tiene al animal con
la finalidad de procurarse una satisfacción deportiva, estética, de distracción.

VIII.- BIBLIOGRAFÍA
• ALPA, Guido: “Nuevo tratado de la responsabilidad civil”;
Jurista Editores; Lima, 2006.

• DE TRAZEGNIES GRANDA, Fernando: “La


responsabilidad extracontractual”; Tomo I; 7º Edición; Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú; Lima, 2001.

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animales. En:
<http://www.salvador.edu.ar/juri/aequitasNE/nrodos/ANIMALES.pdf>.

• ESPINOZA ESPINOZA, Juan: “Derecho de la


responsabilidad civil”. 6ta. Edición; Gaceta Jurídica S.A.; Lima, 2011.

• GALLEGO DOMINGUEZ, Ignacio:”Responsabilidad civil


extracontractual por daños causados por animales”. Editorial Bosch, Barcelona,
1997.

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• LEÓN HILARIO, Leysser: “La responsabilidad civil.
Líneas fundamentales y nuevas tendencias”; Editorial Normas Legales S.A.C.;
Trujillo, 2004.

• MELICH ORSINI, José. Responsabilidades civiles


extracontractuales. Editorial Cajica; México, 1965.

• MESINAS MONTERO, Federico: “Responsabilidad por el


daño causado por animal”. Comentario al artículo 1979. En: “Código Civil
comentado por los 100 mejores especialistas”; Tomo X; Gaceta Jurídica.

• REY DE CASTRO, Alberto. La Responsabilidad Civil


Extracontractual. Estudio Teórico y Práctico del Derecho Nacional y
Comparado. Imprenta de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima,
1972.

• TABOADA CÓRDOVA, Lizardo: “Elementos de la


responsabilidad civil”, Editorial Grijley, Lima, 2001.

• TAMAYO JARAMILLO, Javier: “De la responsabilidad


Civil”; Tomo II; Editorial Temis S.A.; Bogotá, 1999.

• URBANO SALERNO, Marcelo. Daños causados por


animales. En: “Responsabilidad por Daños. Homenaje a Jorge Bustamante
Alsina”; Tomo II; Abeledo Perrot; Buenos Aires, 1991.

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