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HISTORIA DE LA HISTORIOGRAFÍA HASTA EL SIGLO XVIII (INCLUSIVE)

Trabajo 1. Prof: Ma. Guadalupe López.


Darío Larroude Álvarez – 4.929.737-3
2°A – Abril 2018.
INTERROGANTE 1

El documento A definitivamente no puede considerarse como un texto histórico.


Primeramente, podemos observar que la misma fuente de la cual proviene el fragmento
“Inscripciones conmemorativas en palacios y templos. Sumerios, siglo III a.C” alude a
las inscripciones a las que hace referencia, entre otros, el historiador Josep Fontana,
que intentarían legitimar el poder del soberano –nótese que los Sumerios poseían un
poder político de carácter teocrático, de ahí que fuera de gran importancia ver estas
inscripciones en templos y palacios, donde se concentraba la mayor parte de la
población- a través de glorificaciones y exaltaciones de índole mitológica. Estas
inscripciones vendrían acompañadas de representaciones gráficas para el pueblo
analfabeto, por lo cual era de gran importancia que los detalles enaltecidos de las
disputas y sus desenlaces, además de los actores divinos de las mismas, fuesen de
público conocimiento.
En segundo lugar, aunque probablemente el documento desee referirse a una disputa
al parecer verídica entre los soberanos de Lagash y Umma y a los puntos
trascendentales que fueron sucediéndose en la misma, se observa una constante
intermediación de los dioses sumerios –cítese Ningirsu, Shara, Enlil-, la cual no nos da
elementos ni detalles firmes acerca de las causas, desarrollo o consecuencias del
conflicto en cuestión. Basándose en el historiador Víctor Sanz, no hallamos rigor
científico a este fragmento –ejemplos de temporalidad o precisión- lo que le niega valor
histórico. La fuerte religiosidad de la población sumeria, el hecho de que “la gran red
divina” haya sido determinante para la victoria sobre la Umma enemiga, son elementos
sobrenaturales útiles para la manipulación de las masas y la mitificación del soberano,
quienes se presentan como portadores de la voluntad de los dioses.

INTERROGANTE 2

Calificaría al documento B como de historia teocrática. Como habíamos recalcado, en


la interrogante uno, Víctor Sanz aboga por el rigor científico a la hora de asignar valor
histórico a un documento, lo cual ocurre en las siguientes citas breves: “Mi padre fue rey
de Moab durante treinta años”, “…vivió allí durante su vida y la mitad de la vida de sus
hijos, cuarenta años”, “durante largo tiempo”, “…para siempre”, “…en mis tiempos”.
Estas le atribuyen una relativa temporalidad a los sucesos que el rey Mesha describe,
especulando sobre procesos históricos, a su vez legitimándolos con hechos políticos y
militares, donde participan líderes: “Omiri… fue opresor de Moab…”, “Kemosh estaba
encolerizado contra su país”, “Yo triunfé sobre él y su casa”, “Israel pereció…”, “Omri se
posesionó de la tierra de…”. Localizaciones como Moab, Israel, Mehedeba, “este alto
lugar” completan los requerimientos en un espacio y tiempo definidos dentro de la
tradición de escritura de la historia de aquella época, donde Fontana asegura que estaba
concebida, en sus inicios, como el “rey (perteneciente a una teocracia, en este caso)
quería que la entendieran sus súbditos”.

Por otra parte, el documento C se califica claramente como un mito. Este “Poema
Babilónico sobre la Creación”, nos demuestra rasgos típicos de la tradición de escritura
babilónica la cual, según Fontana, derivaba de diarios sacerdotales (así como otros
textos de valor histórico). Asimismo, se debe tener en cuenta la necesidad de
legitimación divina del Reino de Babilonia ante una población que había sufrido los
efectos de las migraciones de los pueblos semitas y la transformación política y religiosa
que supuso las conquistas diacrónicas y unificadoras (Sumeria-Acadia-Asiria) que
presenta ahora al mencionado reino y su nuevo supremo dios, Marduk. Sanz menciona
que los poetas desarrollaban usualmente el elemento humano hasta confeccionar una
leyenda que se acercará, a lo que las masas concebían como “historia”. Pero no hay en
este fragmento precisión científica alguna que demuestre veracidad, podemos
observarlo tan sólo poniendo atención en el final de los enunciados: “…el origen de
todas las cosas.”, “…Ea triunfa por medios mágicos.”, “…en un profundo sueño.”,
“…tablillas del destino”, “…de una mitad hace los cielos, en donde coloca las estrellas,
y de la otra mitad nace la tierra.”, “De la sangre de Marduk se hace el hombre”. Los
aspectos fantasiosos son muy notorios y así, fácilmente manipulables.

INTERROGANTE 3

De acuerdo con el uso del tiempo, Reyes 2, 25 se califica como perteneciente a la


historia teocrática. Aunque pueda resultar controversial, la explicación radica en su
pertenencia a la Biblia (procedente de la compilación del reino de Judá, cuya divinidad
es asignada a Jehová), la cual según Sanz es la “primera obra histórica de importancia
nacional” y ha sufrido diversas variaciones a través del tiempo; sin embargo los
compilados de Judá e Israel y sus respectivas divinidades nos demuestran una larga
tradición de creencias y leyendas entrelazadas, las cuales evolucionaron al
agregárseles cierto rigor científico según la conveniencia de los escritores y sus líderes
(de la casta sacerdotal, en este caso), eliminando o reduciendo los elementos
milagrosos para dar lugar a renovados preceptos de las clases sacerdotales que se
sucedían. En este caso, el sentido del tiempo, como se puede observar en la cita inicial
“En el mes quinto, a los siete días del mes, siendo el año diecinueve de Nabucodonosor
rey de Babilonia…”, existe una gran precisión temporal a la cual se añade luego causas
morales y éticas de todas las acciones que sobrevinieron en la Cautividad de Judá.

INTERROGANTE 4

El sentido del tiempo en Eclesiastés 1,10 claramente difiere del anterior fragmento.
Podemos observar la atribución de aspectos poéticos y épicos para describir un
presente atemporal; se trata más bien de un poema en donde todo posee la misma
significación, en claro de modo de ejemplificar, según el historiador Finley, el mensaje y
enaltecerlo; no para legitimarlo, sino para dotarlo de un poder recreativo. No apreciamos
sentido histórico, más bien un sentido literario, lo cual se puede comparar con los
poemas homéricos que plantea el autor Fontana al ingresar al terreno del nuevo carácter
histórico de la Grecia en el Siglo V a.C.

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