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LA
DEL CIELO
La Chuwa del Cielo. Los animales celestiales y el ciclo anual altiplánico desde la biografía social
de un objeto/ Walter Sánchez Canedo, Marco Bustamante Rocha y Juan Villanueva Criales.-- La
Paz: MUSEF, 2016.-1a. ed.
CDD
704.9
La Chuwa del Cielo. Los animales celestiales y el ciclo anual altiplánico desde la biografía
social de un objeto
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autores.
Agradecimientos _______________________________________5
Prólogo ______________________________________________7
Introducción __________________________________________9
Los glifos____________________________________ 15
El círculo del borde ____________________________________15
Glifos blanquinegros: el origen ___________________________17
Glifos animales: mirando el cielo desde la chuwa _____________17
Glifos humanos y ciclo anual ____________________________18
Piezas
La madre y la serpiente _______________________________ 66
Sequías y eclipses ____________________________________ 76
El zorro y el rayo ____________________________________ 86
Sapos y lagartos ____________________________________ 100
Jaguares y chamanes _________________________________ 110
Fiesta y castigo _____________________________________ 124
Las chacras ________________________________________ 136
Los rebaños________________________________________ 140
Bibliografía _________________________________154
Agradecimientos
como parte de una colección de museo. Desde esta vida social del
objeto, se trazan vínculos con pasados remotos, incluso anteriores a
la propia elaboración del objeto, pero que resuenan en sus atributos
materiales. Sin embargo, también se trazan proyecciones hacia
tiempos posteriores a su elaboración e incluso hacia nuestro presente,
impactando en el uso actual de los atributos materiales de la pieza.
De esta forma, esta pieza nos permite tender un inusual puente con
nuestros pasados.
Como epílogo, las huellas de uso del plato 21890 nos sirven de
excusa para acercarnos al contexto colonial y a las transformaciones
sufridas en la religiosidad andina en este momento. Nos permiten
sugerir que esquemas usualmente asociados fuertemente a un sustrato
“originalmente” andino, como la cosmología de las “Tres Pachas”
(Bouysse y Harris, 1987) o el dibujo de Santa Cruz Pachacuti Yamqui
([1613] 1993), son ya productos de una hibridación de cosmologías
más circulares y fluidas como las que presenta esta “chuwa del cielo”
con componentes cristianos europeos.
Breves apuntes teóricos
(…) tenían los Yunguyos, otro que llamaban Copacati (…) era de
piedra con una figura malísima y todo ensortijado de culebras (…)
En el cerro llamado Tucumu, frontero de la isla Titicaca, descubrió
un Idolo de piedra de tres varas y media de alto que tenía dos rostro
(…) con dos culebras que le subían de los pies y en la corona un
sapo muy grande forma de tocado. ([1621] 1976: 103-104).
Antecedentes
El plato, escudilla o chuwa3
(Fig. 1) pertenece a la colección
de cerámica del MUSEF (ID
21890). Su altura ronda los
5 cm y su diámetro máximo
los 18 cm. Está formado por
modelado directo, con cocción
reducida y superficies bruñidas
y engobadas en rojo. La cara
interna presenta pintura negra
y blanca (Villanueva, 2014:
305-306). Existen equivalencias
técnicas y formales con piezas
de la tradición rojo y negro del Figura 1.
altiplano peruano-boliviano y chileno (Ibarra Grasso, 1957). Estos Plato o chuwa ID 21890 de la
colección cerámica del MUSEF.
cuencos y platos rojos con pintura interior negra, especialmente de
estilos altiplánicos como Pacajes, Carangas e Inka Pacajes4, llevan
repeticiones de glifos zoomorfos, asteriscos, espirales, puntos u
ondulaciones horizontales (Albarracín Jordán, 1996; Michel, 2000;
Villanueva, 2014). Sin embargo, la pieza del MUSEF se distingue
por la enorme variedad de glifos que despliega. En ese sentido, no
existen piezas similares en la colección del MUSEF (Villanueva,
2014), en la del Instituto de Investigaciones Antropológicas y
Museo Arqueológico de la Universidad Mayor de San Simón de
Cochabamba (INIAM-UMSS) ni, hasta donde conocemos, en
ninguna otra colección publicada.
3 Bertonio ([1612] 1984: 224: I) distingue entre las escudillas: “Efcudilla: Cchua, Yuca,
Yuru”, “Efcudilla honda: Yuru, Phukhru”, “Efcudilla para comer locros y regalitos: Phukhru
cchua”, “Efcudilla grande. Ttalla cchua”, “Efcudilla de hicho; Ttica”. El plato de barro era
llamado “Sañu palato”.
4 Ciertos investigadores han señalado a la cerámica Inka-Pacajes como un indicador
“étnico” del señorío Pacajes, pero su gran dispersión dentro del Estado Inka permite sugerir
vínculos con una identidad supra-étnica inkaica: los llamacamayoc estatales, multiétnicos,
que transportaban productos por la red vial. Es importante notar que la cerámica Inka-
Pacajes o Saxamar, se halla casi siempre asociada a caminos y tambos.
14 La chuwa del cielo
Materiales y técnicas
Considerado como recipiente, el plato tiene forma relativamente
honda y bordes curvos, sugiriendo una función de contención y
vertido de líquidos. Puede ser concebido como unidad, formada por
un soporte de barro cocido que lo liga al ámbito terrestre, un plano
interno con cifras pintadas y un espacio interno de contención de
sustancias (Fig. 2). Los glifos se ubican en la cara interior, para ser
apreciadas por quien usa y porta la pieza, con lo que la interioridad
figurativa de la pieza generaría una interioridad para su usuario.
Además, presenta un sistema de glifos pintados “a la redonda” y debe
ser girado para su desciframiento, donde los glifos forman un todo
unitario y no una cadena lineal.
Plano de contención Plano de ubicación de
de líquidos o sólidos las cifras pintadas Todas estas características
dan cuenta de las decisiones
técnicas de un posible
especialista alfarero y pintor
(quellcacamayoc) que habría
orientado la pieza hacia la
producción de sentidos densos
y complejos. Los mismos se
evidenciarían, posiblemente,
durante el uso ritual del plato.
Fuera de este tiempo-espacio, es
posible que la pieza no generara
Soporte de barro cocido (tierra) Lakampu ningún sistema de sentidos.
Figura 2.
Esquema de los tres “planos” de la
chuwa. Huellas de uso La chuwa presenta dibujos que, como sugerimos en breve,
pudieron ser importantes para interpretar e interactuar con el paisaje
sagrado andino, pero a pesar de esta preciada cualidad, en algún
momento fue partido en dos. Dado el contexto colonial temprano
de rigurosa búsqueda de objetos idolátricos (Cf. Arriaga, 1621),
es posible plantear que habría sido descubierto y destruido por la
Iglesia. Tal fue la importancia del plato que su unidad fue restituida
mediante cuatro perforaciones para pasar cordeles, aunque desde
entonces serviría sólo para contener pedrezuelas, polvos o mullu, como
ocurre con platos rituales etnográficos (Cf. Núñez y Castro, 2011).
Este segundo uso, creemos, desgastó el fondo del plato mediante
una atrición puntual muy marcada, que terminó dañando algunos
glifos. Posiblemente un nuevo descubrimiento volvió a generar una
actitud represiva, ya que el plato fue nuevamente destruido, ésta vez
en varios trozos que nuevamente fueron pegados, extraviándose uno
que posiblemente portaba un glifo.
Los glifos
El círculo del borde
El primer glifo agrupa
a 12 bloques de chebrones,
alternando bloques pintados en
blanco y en negro, apuntando
todos en dirección antihoraria.
Estos bloques conforman un
solo glifo circular que recorre
todo el borde y encierra a todos
los demás glifos (Fig. 3).
Glifos y estaciones
La madre y la serpiente
Glifo espiral. Aparece como figura destacada dentro del plato,
siendo junto a la serpiente el único que está pintado en color blanco,
con un punteado negro interno (Fig. 10). Figuras en espiral o círculos
concéntricos aparecen ya en el periodo Formativo (800 a.C. - 500
d.C.) de los Andes Sur Centrales, en las estelas líticas de Chiripa
(Fig. 11), Kachwiri Kala y Santiago de Huata (Portugal Ortiz,
1998). También se encuentran en cerámica de los valles centrales,
particularmente en Mojocoya (Cf. Pereira y Brockington, 2005;
González Skaric, 1998). En momentos tardíos de Tiwanaku (900-
Figura 10. 1100 d.C.) se incluye la voluta espiralada en algunos vasos ch’alladores
Glifo espiral y t’inkeros de la cuenca del Titicaca (Villanueva y Korpisaari, 2013) y
en cántaros para fermentado de chicha (Janusek, 2003). Este ícono es
también común en cuencos del Intermedio Tardío (1100-1450 d.C.),
especialmente en el altiplano central y del Titicaca (Albarracín,
1992; Michel, 200010). Espirales
blanquinegras muy similares a
la del plato 21890 se hallan en
un aríbalo “Inka provincial” de
Sabaya o Huachacalla, altiplano
central11, hecho que fortalecería
la idea de la procedencia
altiplánica de este plato (Fig.
12). Aríbalos netamente
inkaicos eran utilizados para
almacenar chicha ritual,
asociados a eventos de culto
local o estatal.
Figura 11.
Espirales en lápida Chiripa
(Portugal, 1998) Entre los Inkas, según Laurencich (2002), la espiral graficó
la idea de “Principio, Pachacamac” y, por lo tanto, a Viracocha12.
Viracocha era concebido (a partir de una “lectura” hispana”) como
10 La espiral fue sugerida como marcador del “estilo étnico” Carangas (Michel, 2000),
aunque aparece también en el circun Titicaca (Janusek, 2003) y en el altiplano de Pacajes
(Patiño y Villanueva, 2008).
11 Objeto 25908 o Gran aríbalo Inka (Villanueva, 2014: 298-299). El uso común de
espirales blanquinegras sugeriría que tanto piezas de contención como de consumo o
libación empleaban este dibujo o glifo. Es posible que el uso de estos objetos haya estado
vinculado a las bebidas rituales consumidas en momentos de culto.
12 Según Acosta, el culto a Viracocha habría sido impuesto por Pachacuti Inca Yupanqui,
luego de la victoria contra los Chancas: “desde aquella victoria instituyó, que el Viracocha
fuese tenido por Señor universal, y que las estatuas del Sol y del trueno le hiciesen
reverencia y acatamiento” ([1590] 1792: 131).
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 21
Comúnmente sienten y
confiesan un supremo Señor y
Hacedor de todo, al qual los
del Perú llamaban Viracocha,
y le ponían nombre de gran
excelencia, como Pachacamac ó
Pachayachachic, que es criador
del cielo y tierra, y Usapu, que
es admirable, y otros semejantes.
A éste hacían adoracion, y era el
principal que veneraban mirando
al cielo ([1590] 1792: 4-5).
Figura 14.
Serpientes en estelas Yaya Mama 16 Las voces Vencafi y Larama significan “lo más profundo del agua, o lo más alto del cielo, que
(Chávez, 2004) parece açul” (Bertonio, [1612] 1984: 383, II). “Larama; azul” (Bertonio, [1612] 1984: 191,
II). “Larama ancafi: Lo mas profundo del Mar, Laguna, o rio muy hõdo. Y lo mas alto del
ayre, o cielo” (Bertonio, [1612] 1984: 191, I). Esta voz homologa el mar con el cielo.
17 Si Qollca era universal y conceptuada como “madre”, “las demás estrellas eran veneradas
por aquellos particularmente que les parecía que auían menester su fauor. Porque atribuyan
á diuersas estrellas diuersos oficios” (Polo de Ondegardo, [1585]1916: 3-5).
18 El cronista Anónimo también vincula a Pirua con Illa Tecce Viracocha, deidad asociada al mar
([1594-1595] 2008:8).
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19 Durante la fiesta del Capac Inti Raimi el Inka usaba ropa con motivos de espiral (Guamán
Poma, [1615] 1993: 180, I).
24 La chuwa del cielo
20 “Puficakha, Illapu, Santiaco, Trueno, o Rayo” (Bertonio, [1612] 1984: 178, II).
21 Según Hocquenghem: “El trueno es el que concede (…) agua y su arma es la honda
zumbante; la serpiente agua” ([1987] 1997: 265).
22 Moro o muru significa color, urco o urcco significa macho entre los animales o cabeza,
antepasado, cerro. Hocquenghem asocia al muruurco con un antepasado o cabeza de linaje
macho ([1987] 1997).
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 25
El jatun amaru o boa, junto al jaguar y el arco iris, eran insignias del
Inka (Guamán Poma [1615] 1993: 56 y 59, I; Acosta ([1590] 1792: 7).
(Fig. 16) Visto en todo este contexto de significaciones imaginarias,
el glifo serpentiforme habría tenido un vínculo asociado a Illapa, la
producción de agua, el poder, la guerra, los linajes ancestrales y los
lazos de parentesco. Para las sociedades altiplánicas del siglo XVI la
serpiente era una deidad del lago Titicaca junto a otras con formas de
sapo, lagarto y pez (Bouysse-Cassagne y Bouysse, 1988).
Figura 17.
Glifos humanos escenificando la
fiesta de la Madre.
23 Guamán Poma también dice del Coya Raymi: “gran fiesta y pascua, porque todos los
planetas y estrellas del cielo es reina coya la luna y señora del sol, y así fue fiesta y pascua
de la luna” ([1615] 1993: 179, I).
24 Entre los Inkas la salida de Qollca estaba asociada al Inti Raymi de junio, cuando “era
costumbre llevar a sus casas el maíz que habían cogido de sus sementeras” (Ramos
Gavilán, [1621] 1976: 80). También al Aymoray de mayo, cuando el maíz se desgranaba y
almacenaba (Anónimo, [1594-1595] 2008: 52).
26 La chuwa del cielo
Figura 18.
Glifo de taruka
Figura 19.
Tarukas en iconografía Tiwanaku
arriba, Posnansky (1946); abajo,
dibujo de J. Villanueva.
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 27
Sequías y eclipses
Taruka. El glifo de un animal de
cuello y cola cortos, dos dedos, hocico
puntiagudo y grandes prominencias en
la cabeza (Fig. 18) ha sido identificado
como una taruka o ciervo, bestia de
las lomas o sirka liq’u ligada a la tierra
(Arnold y Yapita, 1992). Polo de
Ondegardo la nombra: “estrella…
Topatorca”25 ([1585] 1916: 5), lo
mismo que Acosta ([1590] 1792: 8);
Ibarra Grasso (1982) la retoma como
una constelación oscura.
45). Tal vez esta estrella, dotada de camay, haya estado asociada a las
sonoridades y a los textiles rituales.
27 El perro es central, pues como guardián de los ganados es el único capaz de ahuyentar a
los pumas.
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 29
Figuras 22.
28 Colmillo se traduce como guaco. La antepasada de los inkas, Mama Guaco, se comunicaba Felinos pareados en estelas del
con las wak’as y con la serpiente amaru (Hocquenghem, [1987] 1997: 259). Formativo Tardío (Browman, 1997)
30 La chuwa del cielo
El zorro y el rayo
Hondero con piel de zorro. No existe una relación temprana que
vincule de manera explícita la imagen del hondero a una estrella,
aunque como vimos, las cadenas de vínculos de un glifo con el
panteón sagrado muestran una polisemia amplia.
Figura 24.
Niños honderos con pieles de
zorro, según Guamán Poma
Poma ([1615] 1993: 470), hondas y pieles de zorro son atributos de
([1615] 1993: II:1035, 1056) los cuidadores de los maizales, que espantan a las aves, en el periodo
de cosechas, es decir, cuando han pasado las lluvias (Fig. 24).
30 Esto es comprensible si tomamos en cuenta que Santa Cruz Pachacuti era de origen
aymara, pero dominaba el quechua.
31 Ibarra Grasso (1982: 45), a partir de la ubicación del dibujo en el diagrama, señala que el
lucero matutino habría sido masculino y el lucero vespertino femenino.
34 La chuwa del cielo
Los vínculos rituales con Illapa eran mayores, puesto que los
difuntos momificados locales eran concebidos como ancestros (Fig.
28) y, por lo tanto, asociados a la apropiciación de vida:
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 35
Sapos y lagartos
Lagartija. No existe una referencia temprana a la presencia de
alguna estrella o constelación asociada a la lagartija. No obstante,
Álvarez, para tiempos tempranos de la colonia señala que los
indígenas “Adoran asimismo las lagartijas, lagartos y culebras y
víboras, mariposas, y de todos estos animalejos tenían figuras hechas,
y las tienen pintadas en los vasos en que beben, y las labran en las
ropas que visten. ” ([1588] 1998: 80-81). Pucher (1950) es quien se
refiere a una mancha oscura con la figura de una lagartija o jararanka.
Figura 30.
Bertonio, en el altiplano circunlacustre del lago Titicaca distingue Lagartijas en kerus de madera del
Intermedio Tardío (Wichrowska,
dos tipos de sapos: 1) “Hamppatu, sapo” ([1612] 1984:117) y “ppati, 2000)
sapo grande” ([1612] 1984: 262). Patti significaba también “Aguacero
que suele auer al tiempo de començar a sembrar la quinua” ([1612]
1984: 259).
Figura 31.
Sapos en estelas formativas del Los glifos de la lagartija y el sapo (Fig. 32) no se ubican
circun Titicaca (Browman, 1997)
inmediatamente contiguos en la chuwa, pero comparten atributos
que nos permiten agruparlos como imágenes propias de un momento
plenamente “húmedo” (Fig. 33). De todas maneras se sitúan en
cercanía a otros glifos “húmedos” como el hondero, el jaguar y
flechero o el chamán, que describimos a continuación.
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 39
Figura 32.
Glifos de lagartija y sapo
Figura 33.
Lagartijas y sapos, según Martín de
Murúa ([1611] 2004).
40 La chuwa del cielo
Jaguares y chamanes
Jaguar y “flechero”. Polo de Ondegardo en 1585 da referencias
exactas entre una estrella y el jaguar así como otros animales que
viven en el Antisuyu: “Otros que viuen en las montañas adoran otra
estrella que se llama Chuqui chinchay que dizen que es vn Tigre á
cuyo cargo están los Tigres, Osso y Leones” (Polo de Ondegardo,
1916b. 3-5 (1585): Cap. 1). Cobo señala de manera similar: “Los
que viven en las montañas y tierras yuncas, hacían veneración y
sacrificaban a otra estrella que llaman Chuquichinchay, que dicen
ser un tigre y estar a su cargo los tigres, osos y leones; pedianle en
el sacrificio que no les hiciesen mal estas fieras. Econmendabanse
también a ella los que habían de pasar por tierra fragosa y de boscaje,
por la misma razón que los que vivían en ella” ([1653], 1956: 159-
160).
Las montañas y los Yungas eran parte del Antisuyu Inka donde,
según Guamán Poma, habitaba el temido “tigre” terrestre/jaguar
(llamado Achachi yaya) y que era considerado una suerte de ancestro
inka, motivo por el cual, lo reverenciaban:
Figura 36.
Otoronco y flechero según Guamán
Poma ([1615] 1993: I: 132, 242).
Según Cobo el trueno “era un hombre que estaba en el cielo
formado de estrellas” ([1653] 1956:160). Para el cronista Anónimo se
llamaba Haucha, quien “estaua con vna porra y con sus arcos y flechas35
para herir y castigar a los hombres por sus maldades” ([1594-1595]
2008: 2). Varios cronistas vinculan esta imagen al Antisuyu, región
concebida por los inkas como un espacio desconocido y peligroso,
habitado por poderosos guerreros manejadores del arco y de la flecha.
Sin embargo, los inkas también podían reconocer cierto parentesco
con el otoronco, como sugiere Guamán Poma: “El sexto Capitán
Otoronqo Achachi (…) fue hijo de Inga Roca; este dicho capitán
Otorongo conquistó Andesuyo Chuncho, toda la montaña, fue señor
que dicen que para haberlo de conquistar se tornó Otorongo tigre, se
tornaron el dicho su padre y su hijo” ([1615] 1993: 114, I) (Fig. 36).
35 A diferencia del ya citado Acosta, este cronista mantiene la porra pero sustituye la honda
por el arco/flecha del Antisuyu en la imagen estelar. Es posible que Illapa haya tenido esta
doble y complementaria imagen de guerrero: flechero/hondero.
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 43
Chamán
Hocquenghem muestra que el
relámpago era “dueño de los jaguares y
de los chamanes” ([1987] 1997: 264), lo
que pone al glifo de jaguar en relación
con uno de los glifos humanos más
extraños de la chuwa. Un hombre cuya
postura corporal es retorcida, con manos
desproporcionadamente grandes y
notorias, y con varios círculos de tamaño
y forma equivalentes a su cabeza, ubicados
cerca de la espalda (Figura 37). La
posibilidad de que estas extrañas imágenes
reflejen experiencias o actitudes adoptadas
durante trances psicotrópicos nos permiten
sugerir que se trataría de algún tipo de
especialista ritual. Esta capacidad exclusiva
del chamán lo convertía en un especialista
en la consulta oracular, como indica
claramente Guamán Poma: “en marzo o
Pacha Pucuy continuaban las restricciones,
y “hacían” muy muchas ceremonias con los
pontífices -uallauiza, condeuiza- y con los
laycaconas, hechiceros que hablaban con
los demonios” ([1615] 1993: 168, I).
Figura 37.
Uno de los rasgos más importantes de un especialista ritual es su Glifo del chamán
capacidad para atravesar varios niveles de conciencia, para lo cual se
valían de sustancias alucinógenas y estimulantes como la ayahuasca,
el sebil, el tabaco o la coca, todas venidas de regiones subtropicales
o tropicales. En este vínculo fuerte con las regiones de Tierras Bajas
puede encontrarse la razón de su cercanía a la imagen del jaguar y
el flechero. En general, esta asociación con las regiones de donde
procede la humedad y la lluvia, podría explicar la ubicación de estos
glifos dentro de la porción “húmeda” del plato.
44 La chuwa del cielo
Fiesta y castigo
Mono. No existen reportes de una constelación asociada al
mono. Sin embargo, los primates fueron animales destacados dentro
de la iconografía sagrada pre-Inka e Inka y eran caracterizados como
una suerte de semihumanos.
Figura 38.
Monos en cerámica Tiwanaku de
Pariti (Sagárnaga, 2014)
36 Otro simio fue ubicado en contextos del sitio de Tiwanaku (Sagárnaga, 2014).
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 45
Figura 39.
Imágenes de simios en Guamán
Poma ([1615] 1993: I: 154)
46 La chuwa del cielo
Figura 40.
Monos en kerus lacados
(Wichrowska, 2000) Aunque puede ser considerado un animal sallqa de la selva, el
mono se distingue de los animales terrestres, montaraces y acuáticos
(Arnold y Yapita, 1992). Tal vez, por ello se presente frecuentemente
junto a aves y vegetación tropical en pacchas y kerus inka coloniales
de madera lacada (Wichrowska, 200037) (Fig. 40), por lo que su
concepción imaginaria es más bien aérea (vive y se desplaza por
arriba).
37 El Testimonio de haber quitado ydolos de 1768 alude a un objeto del “pueblo de Lassana en
forma de un platillo quadrado de madera de algarobo con dos figuras de ximios quadrado
en cuio hueco le echavan comidas las primera que los indios de dicho pueblo cogían en
sus sementeras a quién ofresian adorassion” (Núñez y Castro, 2011: 154).
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 47
Las chacras
Cerca de las abundantes figuras de camélidos en diferentes
actitudes y posiciones, están un par de pequeñas figuras humanas
que hablan del trabajo agrícola. La escasa preponderancia de este
elemento refuerza la idea de que el plato habría sido manufacturado
por alguien perteneciente a una sociedad de economía muy
dependiente de lo pastoril. De todas maneras, también, es posible
que los animales domésticos sean más frecuentemente dibujados
por su rol estelar y por su uso ritual. Incluso en las fiestas agrícolas
como el Chacra Conacuy de julio, los camélidos eran usados como
conmemoración: “sacrificaban con otros cien carneros de color de
yauarchunbe” (Guamán Poma, [1615] 1993: 175, I).
Figura 43.
Glifos de la fiesta de las Chacras
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 49
Figura 44.
Escena del Chacrayapuy Quilla
según Guamán Poma ([1615] 1993:
I: 224)
Figura 45.
Escena de fiesta de las Chacras
en kerus de madera lacada
(Wichrowska, 2000)
50 La chuwa del cielo
Los rebaños
Perro. El perro es un animal
criado por las personas o uywa
(Arnold y Yapita, 1992). Según
Pucher (1950) en el cielo altiplánico
la constelación oscura del Perro
acompañaba a la del Pastor detrás
de la constelación de la Llama
con su cría, posición en la que se
encuentra en el plato 21890. Es
reconocible por las orejas erguidas
y la cola enroscada sobre el lomo
Figura 46.
(Fig. 46), rasgos propios de las
El glifo del perro imágenes Tiwanaku e inkaicas del perro
(Valadez y Mendoza, 2005) (Fig. 47).
Figura 48.
Llama preñada Tiwanaku en
cerámica de Pariti (Korpisaari y
Pärssinen, 2011)
Figura 49.
Llamas en el interior de cuenco
Pacajes (Villanueva, 2014)
Figura 50.
Glifo de llamas amamantando
crías en arte rupestre (Methfessel y
Methfessel, 1997)
52 La chuwa del cielo
Figura 51.
1956: 159-160). Jancko significa blanco en aimara según Bertonio Glifos de llamas amamantando y
quien lo asocia a fertilidad: “Hanko yapu: Tierra fértil” ([1612] de llama con las patas cruzadas.
1984:118). Garcilazo de la Vega informa: “Solamente en un dios
se conformaron los collas42, que igualmente le adoraban todos y
lo tuvieron por su principal dios y era un carnero blanco, porque
fueron señores de infinito ganado” ([1609] 1968:172-173). Los Inkas
veneraban también a un carnero blanco llamado Napa que precedía
siempre al Inka, y los sacrificios que se ofrecían al Sol eran de llamas
blancas, color del linaje real (Ibarra Grasso, 1982: 41).
Figura 53.
Llamas en dibujos de Guamán
Poma ([1615] 1993: I: 244).
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 55
Interpretaciones generales
Significado del plato como conjunto
Al girar el plato en dirección antihoraria como sugieren los
chebrones del borde, estos bloques se leen en sentido horario,
adquiriendo la sucesión temporal correcta: se inicia con la espiral en
plena época seca, se atraviesan las rogativas por la lluvia, la aparición
de los rayos y las primeras lluvias. Luego aparecen los glifos vinculados
a la plena época lluviosa, los festejos por las cosechas y los sacrificios
de transición a la época seca, con los glifos dedicados al trabajo de la
tierra y la crianza de los rebaños (Fig. 54). Los conjuntos definidos
por las actividades de las cifras humanas también separan a los
animales, según la etnotaxonomía empleada: en la mitad seca uywa y
en la húmeda sallqa43.
el tiempo cronométrico y cíclico de los días (el sol sale cada día),
de los solsticios o el tiempo climático que regulaba las actividades
agropastoriles o de caza.
Así, por ejemplo, entre los inkas del siglo XVI el tiempo
cíclico que ordenaba estas actividades, estaba dividido en: lluvias
o pocoy –empezaba hacia noviembre– y el tiempo seco, chirao o
carhua, hacia mayo (Zuidema, 1997). En el altiplano se reconocían
tres estaciones: lluviosa (enero-marzo), fría (abril-septiembre) y
seca (octubre-diciembre). Estas divisiones del tiempo instituían el
calendario agrícola, organizado alrededor del maíz entre los inkas y
de la papa entre los aymaras (Bouysse Cassagne, 1987: 276-292). Los
ciclos pastoril, ritual, de construcción y manufactura, de sonoridad
y música, entre otros, se correspondían con estos movimientos. Los
mismos son notorios en los tiempos astrales que tenían un carácter
igualmente cíclico: en la época húmeda el laccampu se hallaba cubierto
de nubes y se presentan las lluvias y los rayos asociados a Illapa. En
el tiempo cíclico de la época seca el espacio celestial estaba abierto y
se podía observar en plenitud al lakampu jawira, el gran río celestial45
y dentro a todas las deidades poderosas en el “mar de arriba”; tiempo
mítico o tiempo imaginario.
Figura 55.
Principales dioses inkaicos, según
Guamán Poma ([1615] 1993: I:62,
diciembre se festejaba a la tríada Sol/Luna/Relámpago (Bouysse
238) Cassagne, 1987: 284)46 (Fig. 55). Sin embargo, ni el Sol ni la Luna
se presentan en el plato 21890. El relámpago aparece posiblemente
como el hondero o Illapa, que podría ser también su análogo
altiplánico Tunupa, pero figura en igualdad de rango con los animales
estelares. Por otro lado, es potente la imagen Puma Yunta: dos felinos
poderosos, devoradores del Sol y la Luna. Entre todas estas wak´as
subversivas, ellos podían generar el retorno al momento preinkaico,
al puruma desprovisto de luz solar. En este sentido, puede sostenerse
que el plato, altiplánico en su origen, estaría asociado a ritualidades
y narrativas no estatales.
Pugna cosmológica
Consolidación
Kay Pacha
Cambios y transformaciones
Manqha Pacha
Expansión
Declive
Pugna cosmológica
Figura 56.
Esquema de los cambios en
ocasionados desde 1538, aunque ninguna figura acusa influencia sistemas religiosos durante los
cristiana. De todos modos, inserto en un contexto colonial, las huellas siglos coloniales tempranos
biográficas del plato –la historia de sus rupturas y reparaciones– daría
cuenta de las pugnas entre las cosmologías andinas y la cristiana. La
cosmología andina, que concebía el universo de manera esférica, fue
presentada bidimensionalmente en el plato, y mediante un círculo
que rodea el plato y, dentro, círculos concéntricos o espirales47.
Como parte integrante de este gran todo, los glifos estelares.
Figura 57.
Izquierda, animales identificados
con el castigo según Guamán Poma
([1615] 1993). Centro, animal
en la puerta del infierno según
Guamán Poma ([1615] 1993: I:
227, II: 882). Derecha, el Diablo
ante la boca del infierno, grabado
de Alta Alemania, 1475, según
Kappler 1987 (Gentile, 2007:
figura 1)
48 Este modelo de tres pachas es fácilmente asimilable al esquema cristiano del cielo, tierra e
infierno.
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 63
Figura 59.
A manera de epílogo Sistemas escriturales circulares
de tiempos republicanos y
contemporáneos. Izquierda
En los Andes de los siglos XVI a XIX, como en todo contexto (Garcés, 2015), derecha (Castro,
2015)
colonial, resulta patente que los dioses conquistadores no buscaban
interactuar con los dioses conquistados, sino imponerse sobre ellos
para hacerlos desaparecer. Antes de la consolidación de la sociedad
colonial, la chuwa del cielo habría permitido vinculaciones imaginarias
y rituales sumamente complejas entre los humanos y una cosmología
poblada de entidades estelares poderosas, desplegando sus sentidos
desde su interioridad circular, dinámica y dotada de camay. Ya en
el contexto colonial, estas cualidades implicaron para esta pieza
cerámica una azarosa biografía de rupturas y recomposiciones; para
sus glifos pintados, una serie de re-significaciones que testimonian,
más allá de las persecuciones y “resistencias”, la gran capacidad de las
sociedades andinas para autocrearse como sociedad.
CATÁLOGO 1
Plato de cerámica
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 65
LA MADRE Y LA SERPIENTE
CATÁLOGO 2
Relaciones y remisiones:
Para mayores detalles sobre las
características de los aríbalos,
ver el capítulo de piezas
arqueológicas del catálogo:
Moldeando la vida. La colección
de cerámica del Museo Nacional
de Etnografía y Folklore,
según la cadena de producción
(Villanueva, 2014).
68 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 3
Relaciones y remisiones:
Ninguna.
70 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 4
Rueca con
fibra de camélido blanco
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 71
CATÁLOGO 5
CATÁLOGO 6
SEQUÍAS Y ECLIPCES
CATÁLOGO 7
Máscara de ciervo
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 77
CATÁLOGO 8
Miniatura de
venado de la diablada
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 79
CATÁLOGO 9
Chakana plumaria
Objeto ID: 4116
Colección: Arte Plumario
Cronología: Contemporánea (s. XX)
Procedencia: Departamento de La Paz
Materiales: Plumas, varillas de madera y cordones de algodón.
Medidas: Ancho máx. 19 cm.; largo 65 cm.
Relaciones y remisiones:
Piezas similares se hallan descritas
exhaustivamente, en cuanto a
su manufactura, en el capítulo
de Arte plumario Etnográfico de
las Tierras Altas, en el catálogo:
El Poder de las plumas. Colección de
arte plumario del Museo Nacional de
Etnografía y Folklore (Jaimes, 2015).
82 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 10
CATÁLOGO 11
EL ZORRO Y EL RAYO
CATÁLOGO 12
CATÁLOGO 13
CATÁLOGO 14
Orejera de oro
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 91
Relaciones y remisiones:
Ninguna.
92 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 15
Honda o k’urawa
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 93
CATÁLOGO 16
Relaciones y remisiones:
Ninguna.
96 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 17
CATÁLOGO 18
Cántaro de Carangas
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 99
SAPOS Y LAGARTOS
CATÁLOGO 19
Kunupa de sapo
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 101
CATÁLOGO 20
Amuleto de sapo
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 103
Relaciones y remisiones:
Ninguna.
104 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 21
CATÁLOGO 22
CATÁLOGO 23
JAGUAR Y CHAMÁN
CATÁLOGO 24
CATÁLOGO 25
Arco Ayoréode
Objeto ID: 4205
Colección: Arcos y flechas
Cronología: Contemporánea (s. XX)
Procedencia: Provincia Ñuflo de Chávez, departamento Santa Cruz.
Materiales: Madera lapacho y cuerda de fibra vegetal.
Medidas: Ancho máx. 3 cm; alto 141 cm.
CATÁLOGO 26
Flecha Ayoréode
Objeto ID: 4287
Colección: Arcos y flechas
Cronología: Contemporánea (s. XX)
Procedencia: Provincia Ñuflo de Chávez, Santa Cruz.
Materiales: Cañahueca, madera manicillo, plumas, resina e hilo de algodón.
Medidas: Diámetro 3 cm.; largo 123 cm.
CATÁLOGO 27
CATÁLOGO 28
CATÁLOGO 29
CATÁLOGO 30
Inhalador de psicotrópicos
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 121
49 Aunque ciertos apéndices que nacen de la boca de figuras grabadas de estilo Tiwanaku
han sido interpretadas como emanación de fluidos corporales, debido a la ingesta de
sustancias psicotrópicas (Berenguer, 1987), no tenemos conocimiento de la existencia de
ejemplares, reportados, que presenten esta escena de modo realista y esculpido en bulto,
como la pieza que presentamos.
122 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 31
Chutihi o pipa
del pueblo Mataco
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 123
FIESTA Y CASTIGO
CATÁLOGO 32
Keru de madera
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 125
CATÁLOGO 33
Paccha de mono
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 127
50 Piezas de madera con recipientes y sistemas de conductos similares son de la época Inka,
referidas entre otros por Carrión Cachot (1995: 112, Lámina XXV), aunque no incluyen
la figura del mono en la misma posición.
128 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 34
Máscara de kusillo
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 129
CATÁLOGO 35
CATÁLOGO 36
Soga Ayoréode
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 133
Relaciones y remisiones:
Ninguna.
134 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 37
Garrote Mataco
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 135
LAS CHACRAS
CATÁLOGO 38
Liwk’ana o azada
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 137
CATÁLOGO 39
Keru de madera
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 139
LOS REBAÑOS
CATÁLOGO 40
CATÁLOGO 41
CATÁLOGO 42
CATÁLOGO 43
CATÁLOGO 44
Relaciones y remisiones:
Esta vasija se halla analizada en el
capítulo de piezas arqueológicas
del catálogo: Moldeando la vida.
La colección de cerámica del Museo
Nacional de Etnografía y Folklore,
según la cadena de producción
(Villanueva, 2014).
150 La chuwa del cielo
CATÁLOGO 45
Llama de totora
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 151
CATÁLOGO 46
Kunupa de llama
Museo Nacional de Etnografía y Folklore 153
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