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Resumen Hugo Del Campo Sindicalismo y Populismo
Resumen Hugo Del Campo Sindicalismo y Populismo
LOS COMIENZOS DE UN
VINCULO PERDURABLE”
Con resumen general y orientatorio, vale comenzar aclarando que todo el libro
se centra en el debate que Del Campo sostiene con la tesis de Gino Germani. Mientras
que el último pretende explicar el fenómeno peronista por las migraciones internas y el
surgimiento de una nueva clase obrera vírgen – y por ende dominable - políticamente,
Del Campo con “Sindicalismo y peronismo” intenta un recorrido histórico del
movimiento desde sus inicios.
Así, por un lado demuestra, basándose en el caso del vital gremio ferroviario,
que las estructuras que llevan a Perón en 1946 al triunfo electoral no se asentaba sobre
los “sectores menos organizados y explotados de la clase obrera”.
Por el otro, concluye que el peronismo supo adaptarse a un movimiento que
lentamente fue abandonando posiciones más políticas – cuya expresión más radical fue
la fuerza de la FORA anarquista de comienzos de siglo - para volcarse hacia posiciones
más dialoguistas y con objetivos reivindicativos concretos. Según Del Campo: “El
reformismo pragmático practicado por Perón respondía a las necesidades y
expectativas de todos los sectores de esa clase, aun los mejor ubicados, y desmiente la
afirmación de que fue la falta de experiencia sindical y política la que llevó a las masas
trabajadoras a apoyar a Perón”.
Por todo esto, no es casual que el comienzo del texto haya sido“la tradición
sindicalista en el movimiento obrero”. En el análisis que Del campo hace de este
movimiento comienza con la siguiente afirmación: “Muchas de las modalidades que
adoptaría en sus comienzos el movimiento peronista –organización basada
fundamentalmente en los sindicatos, vinculación directa de estos con sectores del poder
político, reformismo pragmático sin mayores preocupaciones teóricas – coinciden
objetivamente con las que habían practicado los sindicalistas durante las décadas
anteriores”.
Sin embargo, las raíces el movimiento sindicalista, también conocido como
anarco-sindicalismo, eran profundamente revolucionarias. Su tendencia concebía a las
organizaciones gremiales como el principal instrumento revolucionario, ponía el acento
en la acción directa y consideraba al parlamentarismo como proclive a la colaboración
de clase. La lucha debería centrarse en el terreno económico y eso llevaría finalmente a
la huelga general revolucionaria que terminaría con el capitalismo.
Eso en la teoría. En los hechos todo esto significó un paso hacia postura
economicistas que buscaban mejoras concretas materiales mediante el dialogo con el
gobernante de turno. Se diferenciaban así de los socialistas, también reformistas, sólo
en que la postura sindicalista no se fundaba sobre posiciones doctrinarias, sino
pragmáticas.
En este proceso, el ascenso del radicalismo seria significativo. Ocurre que si
bien el gobierno de Irigoyen no fue pro – obrero, lo cierto es que por primera vez cabía
hacerse la pregunta. La clase trabajadora ya no era simplemente el enemigo del
Estado, ahora la cuestión con el voto libre y obligatorio se había complejizado.
En 1916 la UCR ganó la presidencia y trato de conectarse con algunos sectores
del proletariado. Dato nada menor, en 1915 los sindicalistas pasan a controlar la
Federación Obrera Regional Argentina (FORA), que se rompe en FORA 9 Congreso
(sindicalista, socialistas e indefinidos) y FORA 5 Congreso (Anarquista). El anarquismo
venía en caída libre: “los cambios en la composición de la clase obrera hacían que sus
tácticas – que tantas veces habían llevado a sangrientos fracasos – resultaran cada vez
menos atractivas. Una incipiente concertación y estratificación iba cambiando la
fisonomía de la clase trabajadora hasta entonces muy dispersa y diferenciada. Muchos
de sus miembros – especialmente los que requerían cierto grado de calificación –
habían adquirido una estabilidad en su trabajo que los llevaba a aceptar su posición
laboral como definitiva, orientándose entonces a tratar de mejorarla en lugar de
rebelarse contra ella (…) El rechazo absoluto e intransigente de toda la realidad social
existente en nombre de una hermosa utopía, la protesta simbólica y violenta como
precursora del estallido revolucionario donde los oprimidos se jugarían el todo o nada,
iban perdiendo entonces sus adeptos frente a quienes preferían dirigir sus energías
hacia la conquista paulatina de mejores condiciones de vida y trabajo”, asegura Del
Campo.
El Socialismo, por su parte, siempre pensó en la construcción parlamentaria, lo
que no hizo mas que alejarlo de la lógica de la clase trabajadora. Es que no se podía
esperar que algún diputado socialista que finalmente llegara al Congreso planteara allí
algún proyecto que, indefectiblemente, chocaría con la indiferencia de los presentes y
que, en el caso marginal de que se aprobara, solo se transformaría en una de las tantas
leyes inclumpidas.
Así, el sindicalismo aumentaba su influencia en permanente diálogo con el
Ejecutivo. De este juego, ganaban los dos sectores. Mientras el sindicalismo avanzaba
en su metas pragmáticas, la UCR se hacia del apoyo de un sector históricamente más
ligado al PS, su rival tradicional, y podía ostentar ante los conservadores su capacidad
de mantener el stau quo en relativa paz social.
Los dos sindicatos más influyentes del sindicalismo, y sobre los que Yrigoyen
buscó ganar influencias, fueron la Federación Obrera Marítima (FOM) y la Federación
Obrera Ferrocarrilera (FOF).
Sin embargo, la relación entre la clase obrera, puntualmente los sindicalistas, y
el gobierno radial nunca fue estable ni duradera. Luego de algunas concesiones en
huelgas determinadas, principalmente maritimas y ferroviarias, el gobierno radical, ante
la ofensiva indignada oligárquica, optó por la represión. El punto más alto fue la semana
trágica de 1919 y lo que luego fue conocido como “Patagonia Rebelde”.
En 1922 se crea la Unión Sindical Anarquista (USA) con lo que fue el cuerpo de
la FORA 5ª Congreso. Su declaración era un manifiesta sindicalista bajo la consigno
“Todo el poder a los sindicatos”. Sin embargo, su alto grado de definición ideológica
conspiraba contra la extensión de la central.
En 1926, socialistas y otros sectores que no coincidían con los postulados
anarquistas, crearon la Confederación Obrera Argentina (COA). Así, por primera vez
desde 1906 se veían en minoría frente a una central socialista, apoyada en dos de los
gremios más importantes – ferroviarios y municipales – que la superaban en número de
adherentes.
Por la estructura económica nacional, los ferroviarios serán en todo momento
fundamentales. Así, el paso en este momento de la Unión Ferroviaria de la USA a la
COA por cuestiones no tanto ideológicas, sino principalmente organizativas, señalaría el
inicio de una lenta decadencia sindicalista. Sin embargo, en 1930 cuando se crea la
Confederación General del Trabajo (CGT) por la unión de ambas centrales, los
sindicalistas lograron una alianza con los ferroviarios que los llevó hasta 1935 – cuando
perdieron el control de ese sindicato – al control de la central.