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LA LUCHA DE UN PUEBLO
Lucho Alvarado
DIGNIDAD MONTUVIA
LA LUCHA DE UN PUEBLO
Lucho Alvarado
ISBN
Impreso en Ecuador
DEDICATORIA
montuvio, via
De montubio.
1. m. y f. Ec. Campesino de la costa.
CONTENIDO
Prólogo 11
Comentarios 15
Presentación21
Realidad socioeconómica y política en el agro a inicios de los 90 24
Sixto Durán Ballén, el viejito honesto que no robaría 35
Primera experiencia en la lucha 41
Abdalá Bucaram: El loco que ama 56
Presidencia de Alarcón: Ley de condonación, primera conquista
montuvia 60
La muerte anunciada 63
La lucha continúa 67
Programa de semillas: Segunda conquista en el gobierno de
Alarcón 77 Programa de vivienda rural: Tercera conquista en el
gobierno de Alarcón 85
Ahora le tocaba el turno al que decían que sabía: Presidencia de
Jamil Mahuad 91
21 de enero del 2000: La caída del presidente Mahuad 97
Lucha por el CODEPMOC en el gobierno del presidente Noboa 111
El CODEPMOC, un parto doloroso 134
El coronel Lucio Gutiérrez y la esperanza de cambios 144
Presidente Palacios, la transición 154
El Pueblo Montuvio del Ecuador y la Revolución Ciudadana 176
Segunda vuelta de Correa y el inicio de la traición 188
Las fuerzas universales del cosmos siempre nos protegieron 202
La Asamblea Constituyente de Montecristi 224
La candidata montuvia y la agroindustria 242
La única reunión del Pueblo Montuvio del Ecuador con el
presidente Correa 259
Integrador Nacional, una esperanza cierta 276
De la penitenciaría a la campaña 293
La última persecución de Correa contra el pueblo montuvio 322
Diálogo y esperanza 326
La oportunidad fallida 329
Otro diálogo sin resultados 332
América latina entre fuego cruzado 336
Epílogo de una lucha digna 347
Glosario montuvio 351
Siglas utilizadas 354
PRÓLOGO
De Enrique Ayala Mora
Aunque el autor lo presenta como “un modesto relato histórico, el cual está
escrito por un sencillo hombre de campo, orgullosamente montuvio, quien
no pretende ser escritor ni crítico”, su libro es un extenso testimonio perso-
nal, y por ello polémico, escrito con un plan muy concreto y ordenado, que
se orienta a explicar las motivaciones de su acción pública y la trayectoria del
movimiento montuvio que ha ido construyendo por más de dos décadas.
(Advierto que aquí he respetado la opción del autor y escribo “montuvio” con
“v”, aunque la mayoría lo hace con “b”).
Debo destacar ante todo, que es muy positivo que un dirigente social, más
aún si es un montuvio, haya resuelto escribir un libro con sus experiencias.
Hay tan pocas publicaciones de este tipo, que las que aparecen son siempre
aportes para el conocimiento de nuestra realidad. También me parece opor-
tuno advertir que al escribir unas pocas frases sobre su obra, no me cons-
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tituyo en juez del personaje. Ya decía Marc Bloch: “Durante mucho tiempo el
historiador pasó por ser un juez de los infiernos, encargado de distribuir
elogios y censuras.” Pero no debe ser así. Nuestra tarea es mucho más mo-
desta y felizmente menos atrevida. Por ello, al redactar estas líneas, me li-
mitaré a mencionar lo que creo que los lectores pueden obtener de este libro.
En primer lugar, aclararán las ideas sobre la realidad del montuvio, que es el
trabajador del campo, independiente, alegre, abierto, laborioso y celoso de
su prestigio de varón y hombre honrado. Las mujeres montuvias se hacen
respetar. La literatura nacional está llena de estas caracterizaciones, que con
frecuencia reproducen lugares comunes y prejuicios racistas y machistas.
Pero hay una visión realista y positiva sobre el montuvio, que se inició con
José de la Cuadra y ha continuado hasta el presente, sobre todo porque los
montuvios han comenzado a hablar por sí mismos.
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cambio” en el año 2017, en que el movimiento social, que había propiciado
ese acuerdo, fue barrido de las listas por las directivas partidarias, especial-
mente de la Izquierda Democrática. Lucho cuenta su experiencia con mucho
realismo e indignación.
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Comentarios de un libro que da cuenta del
accionar de un montuvio verraco
Por eso no me llama la atención las ideas que aquí expresa. Pues creo que de él
surgieron. Nacieron, sin duda como un efecto posterior a su constante accionar.
Lucho, como todo montuvio, perseverante y recio se forja en la acción. En esta
siempre ha estado presente, activo y al frente. A este montuvio como a todos se
lo conoce en la lucha cotidiana, en la tierra, en el campo con el machete y el
garabato. Por eso lo que aquí leerán no es otra cosa que la huella y prueba del
accionar de una parte de la vida de este verraco montuvio de nuestro litoral.
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Sin duda muchos ecuatorianos, desconocen la historia de este prestigioso
líder y dirigente montuvio, ignoran que él no solo es un luchador popular, un
auténtico guía de la montuviada del trópico de las distintas provincias de
nuestro litoral. Algunos desconocen que Lucho también es agrónomo. Por
eso conoce mucho de la tierra, del campo, de los cultivos, de las sequías e
inundaciones y de todo lo que él produce, que luego llega a las ciudades, para
dar seguridad alimentaria y que sin embargo los gobernantes ignoran.
Esto parece que lo entendió bien Lucho y él lo que hizo fue que con esa
comprensión y clara conciencia del desinterés hacia el campo y a los montuvios,
salió a decirle y a gritarle al país que ese colectivo social, humano y cultural no está
muerto ni anda de parranda. Es un grupo de hombres y mujeres de trabajo y acción
que la patología petrolerista y el urbanocentrismo, han hecho invisibles; que los
políticos han ignorado y los ciudadanos de las urbes han silenciado.
Correa ese maléfico líder toxico, que montó el régimen del correato, pensó que lo
silenciaría, o como decimos en el lenguaje montuvio “que lo iba a mariconar”. Se
equivocó de principio a fin. No fue así. No pasó eso. Salió de prisión más curtido.
Más firme. Más convencido que el Dios, los santos y las vírgenes que siempre
ayudan a los montuvios y que están junto a él. No perdió la fe y esa es la que
transmite en estas letras.
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Por eso aquí no están reflexiones profundas sino hechos y evidencias de vida.
Son ideas y expresiones de un hombre montuvio verraco que nunca está
quieto, no puede estarlo porque “en el montuvio la sangre chuta”. Esto hizo
que él no saliera con el rabo entre las piernas sino más convencido y fir- me
para seguir en las acciones y lucha en las cuales siempre lo he reconocido e
identificado constantemente en primera fila. Eso nos ha unido en amistad,
fraternidad y una fuerte hermandad montuvia.
Esto es lo que quiero que tengan presente cuando lean estas palabras y sus
ideas. En ellas reconozco lo que él acostumbraba a decir, la fuerza de la “digni-
dad montuvia”. Pues, para él la dignidad no se consigue en los cabildeos sino
en la organización, en la acción, en la lucha permanente por los derechos de los
montuvios. Estos han sido siempre sus grandes motivos, intereses, factores y
objetivos que han movido la lucha permanente de este montuvio convencido y
firme de que la lucha de este colectivo debe seguir adelante.
Les debe llamar la atención que en estas páginas no hable tanto del libro, de
su contenido, de los capítulos y de lo que Lucho Alvarado dice. Lo hago es
profesamente. Pues que estoy más interesado de lo que creo que es la vida de
este gran dirigente y líder de la montuviada de mi patria. Por eso quiero
invitarlos a que lean y perciban que aquí esta, en esta obra más el quehacer
que el pensar de este dirigente montuvio.
Para este perseverante líder montuvio que escribe estas letras, el presente libro
sin duda alguna es motivo de mucho orgullo. Pero también para mí, puesto que
veo con simpatía que otro montuvio como yo lo ha hecho. Pero ahora es la obra
de Lucho. Un dirigente recio, verraco y firme que se estrena en estas letras y un
libro que dará que pensar. Lo hace para decirle al país lo que ha vivido, lo que
ha forjado, lo que ha creado en su accionar cotidiano y permanente.
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Y es así porque no es un libro de reflexión sobre algo que él observa. Es un con-
junto de vivencias puestas en palabras. O mejor decir es la acción hecha desde
el proceso de la comunicación escrita. Pero hay que recordarles que ese mon-
tuvio cree que primero es la acción luego la reflexión y el texto escrito sobre lo
que se hizo. De ahí que este libro trata de la vida práctica y de la pasión que pone
este activo y comprometido montuvio que la gente conoce como Lucho. Y que
mi madre montuvia de Samborondón diría es “er Lucho, er amigo de mi hijo”.
Su abuela también diría algo similar, igual que su madre. Sin duda lo hizo al
amanecer y también en los atardeceres del campo, cuando las cucuyas salen
de sus escondites para iluminar el mundo nocturno de la campiña de los
campos del litoral. En todo caso, estas letras prueban que “er montuvio
Lucho es un hombre leído y escribido”.
Finalmente, los invito a que vean en este libro, como los montuvios son hom-
bres de acción, con la pasión y el compromiso por los cambios. Que reconozcan
que los montuvios no somos “pendejos” sino un grupo humano, un colectivo
social, que siempre está atento a no dejarse pisar el poncho y que sabe protestar
y luchar como lo ha hecho a lo largo de toda su vida el autor de este libro.
Los invito a que lean con atención lo que aquí nos comunica Lucho. A que
vean y sientan cada letra, cada palabra, cada oración, solo así encontrarán en
ella la pasión del accionar de este honesto y verraco dirigente montuvio.
Pues, los montuvios no solo son hombres de acción, son también hombres de
ideas, pensamiento y reflexiones profundas.
Que esta obra les sirva a los lectores para que les enrostren a los invisibili-
zadores del mundo sociocultural montuvio y que vean que sí existimos y no
somos pintados en la pared sino hombres de acción que también nos atreve-
mos a escribir. Ojalá quienes invisibilizan a la montuviada comprendan que
esto no debe continuar. Pues del campo no sale solo la seguridad alimenta-
ria que llega a sus mesas urbanas cotidianamente. También que esa acción
laboral de los montuvios hace posible que las divisas de agroeconomía de
exportación, entren a la economía del país. Y que todo esto es posible por-
que los montuvios las crean.
Él, como los Chapulos de 1884, que lucharon junto a Nicolás Infante y la
montuviada de los montoneros montuvios de Eloy Alfaro, en 1895, son
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hombres del campo, pero también son ciudadanos que reflexionan sobre lo
que les pasa y hacen en la historia. Esta obra prueba que los montuvios son
hombres de lucha. Y como decía er montuvio manabita, Humberto Robles:
“la voz de una realidad tremenda y fabulosa – la de la colectividad montu-
via, rural y usurpada- reclama un papel protagónico”.
Sírvanse este bocado montuvio con la atención y el interés que todos de-
bemos tener hacia la acción y la palabra de ese colectivo humano al cual le
debe mucho la historia social del Ecuador. Gracias Lucho.
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PRESENTACIÓN
Este es un modesto relato histórico, el cual está escrito por un sencillo hom-
bre de campo, orgullosamente montuvio, quien no pretende ser escritor ni
crítico, simplemente hacer una contribución al rescate de la memoria his-
tórica de la épica lucha de un pueblo digno: historia que nadie ha querido
escribir. Esta narrativa pretende también estimular a la sociedad literaria,
estudiosa e investigadora, para que escriba sobre el montuvio y su proceso
de construcción, su realidad cultural, antropológica, sociológica, sus valio-
sos aportes a la historia, al desarrollo, al intento de cambio político-econó-
mico vivido en el Ecuador y en los pueblos de América Latina durante 25
años en las calles, en donde hemos escrito nuestra historia.
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pueblo mendigo. Los gobiernos sostienen la pobreza para hacerla depen-
diente del Estado y para sus intereses.
Este modesto texto no pretende ser una obra crítica contra los diferentes go-
biernos ni personas o grupos involucrados en este proceso histórico; mucho
menos juzgar, de ninguna manera, aunque también se expresan conceptos y
opiniones desde el pensamiento colectivo del pueblo montuvio, ejerciendo
nuestro derecho a pensar y expresar con libertad, dentro del marco del
respeto. Tampoco pretende hacer un psicoanálisis de la realidad social de
nuestro pueblo; eso le tocará investigar a los sociólogos, psicólogos y poli-
tólogos.
Este libro trata sobre situaciones específicas que vivimos con decenas de
miles de protagonistas y testigos de aquello. Simplemente, es la narrativa de
los hechos que sucedieron, tal cual se dieron, durante el largo e intenso
proceso social, económico, político y cultural vivido por el pueblo montuvio
—su relación con la sociedad— con los ocho gobiernos de turno y con los
sucesos políticos que se han dado en estos 25 años, muy especialmente en
estos últimos catorce años de la “revolución” ciudadana, donde el país
inauguró una época de cambios políticos que no transformaron nada,
vinculados a un proceso de unidad e integración regional fallido, estancado
por un cúmulo de errores, corrupción e inconsecuencia de los denominados
gobiernos progresistas. Ha sido una época dura, llena de dificultades,
incomprensiones, contradicciones, promesas incumplidas desde el poder y
también desde la sociedad civil involucrada.
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Lamentablemente, los montuvios, desde la época brillante de la literatura
ecuatoriana a mediados del siglo pasado, no tenemos quien nos escriba; son
muy pocos los que lo han hecho en las últimas décadas. Así de invisibiliza-
dos estábamos a inicios de los 90. Es indispensable para el conocimiento
general que los lectores conozcan las difíciles circunstancias en las que re-
gresamos los montuvios al protagonismo de la vida nacional y el esfuerzo que
nos costó hacerlo. Vencer los prejuicios y paradigmas fue una tarea
descomunal, enfrentarnos con el monstruo del poder político fue una lucha
titánica y desigual, pero los enfrentamos y les ganamos muchas reivindi-
caciones, con dificultades, en tiempos largos, pero las ganamos casi todas.
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REALIDAD SOCIOECONÓMICA Y POLÍTICA
EN EL AGRO A INICIOS DE LOS 90
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Tal era el caso que nos decían que toda comparación con gobiernos ante-
riores resultaba pequeña; al menos así lo hacían ver los opositores de León.
Sus partidarios decían que fue el mejor presidente y el mejor alcalde de
Guayaquil. En lo personal, creo que si lo comparamos con Rafael Correa,
León fue un dulce viejito, medio dueño del país y nada más. No podemos ol-
vidar a Hurtado con la famosa sucretización de la deuda de los empresarios
y las graves consecuencias para el pueblo, especialmente para los más des-
protegidos, quienes fueron abandonados y vulnerados por su propio Estado
y empobrecidos por el sistema de exclusión. Estos conceptos, desgraciada-
mente, no eran entendidos por las grandes mayorías, mucho menos por la
gente del campo.
Paradójicamente, los pueblos sabían del mal que padecían pero no estaban
conscientes de la causa que lo provocaba. Definitivamente, éramos un pue-
blo con una cultura política paupérrima. Así se ensañó el sistema para que
fuésemos ignorantes políticos manipulados por la clase gobernante.
Muy pocos fuimos los que tuvimos la oportunidad de ser autodidactas, co-
nocer la historia de los pueblos, estudiar la política, vivirla intensamente,
practicarla en las calles, luchar junto al pueblo, entender su realidad y no ser
rehén ni esclavo del sistema oprobioso y dominante. Ser autodidacta, lector
asiduo, luchador practicante con formación y criterios, fue definitivamente
una suerte que no todos tuvieron.
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En efecto, somos simples luchadores populares, formados en las aulas, en las
calles y en el monte; luchando contra la marihuana y la cultura hippie que
nos invadió a finales de los 60 e inicio de los 70 para hacernos olvidar la
dominación imperial, la guerra de Vietnam y la defensa de las 200 millas de
mar. La droga no nos atrapó; la juventud del mundo protestó y luchó. No
hubo rincón del planeta donde la juventud no se haya pronunciado en las
calles contra la guerra. Al final, vencimos. Solo nos quedamos con el rock.
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una nueva gran élite empresarial-política poderosa e inmaculada; es decir,
una reencauchada oligarquía controlando el poder político del Estado, nota-
bles cuya opinión en los medios era sentencia en el país de los giles.
A propósito de esto, en verdad eso éramos, una sociedad mediocre, sin au-
ténticos líderes capaces de liberarnos de esta ignominia. El Estado era un
objetivo inmediato y fácil para enriquecerse; vacas sagradas a las cuales el
pueblo rendía pleitesía e imitaba. ¡Qué pobres de mente y espíritu éramos!
¡Cuánta pena reconocerlo! Pero eso éramos y esa era la suerte que merecía-
mos como pueblo. Sabias expresiones del gran Alfaro cuando se refería a los
pueblos con almas de paje.
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con izquierdosos comunistoides acomodándose en los gobiernos de la derecha.
En el gobierno de la Izquierda Democrática se hicieron los confundidos por el
nombrecito de la ID y se pusieron a las órdenes de Rodrigo Borja. Años des-
pués, también se hicieron los locos y con cara dura se embarcaron en el batimó-
vil de Abdalá Bucaram. Hoy, caretucos están en la “revolución” ciudadana, sin
olvidarnos de que también fueron serviciales en la dictadura militar del general
Bolita. ¡Qué desgraciada la vida de mi pobre país! Estos son sus hijos, esta es la
gente de izquierda. ¿Qué podemos esperar?
Estas son verdades que los montuvios nos atrevimos a decir, lo que nos per-
mitió razonar de mejor manera y entender nuestra vergonzosa realidad. Es-
tas reflexiones compartidas con nuestra gente nos sirvieron más tarde para
asumir nuestra responsabilidad de hacer algo por nosotros, por nuestro
pueblo y por nuestro país, de hacer nosotros los cambios, empezando por
reconocer la verdad de lo que éramos como sociedad y como país. Era duro
aceptarlo, pero esa era la cruda realidad. Teníamos que cambiar nosotros,
por ahí empezaríamos. Nos habían hecho vivir en un mundo de mentiras y
conceptos extraños, ajenos totalmente a nuestra realidad.
“Solo nosotros, el pueblo, podemos hacer los cambios, nadie nos va a ayudar
en esto”, primera verdad. Sabias frases que supimos utilizar por varios años
y probamos que así sería, pero el impacto era desalentador para aquellos
ingenuos que aún creían en “locos que aman” y en el “gallo pelón”, lo que les
hacía perder toda esperanza facilista y cómoda venida de la vieja
partidocracia.
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En nuestros pueblos, tener colegios era un privilegio de los cantones pobla-
cionalmente grandes. Lucianos, palestinos, colimeños, noboleños, lomen-
ses y de otros pueblos aledaños estudiábamos en el único colegio de huma-
nidades modernas que había por esos territorios y estaba ubicado en Daule:
el Juan Bautista Aguirre. La juventud del agro no tenía oportunidades. Ni
hablar de hospitales o centros de salud. Simplemente en los pueblos eso no
existía. Muchos citadinos nacieron en la única maternidad que había en la
Perla del Pacífico. A los montuvios nos parían en petate. Solo conocíamos la
existencia del hospital Luis Vernaza en Guayaquil, el cual era una antesala
del infierno y un cruel ejemplo de la miseria humana.
Nuestros pueblos contaban tan solo con una planta eléctrica de 19h00 a
24h00, la cual cuando se dañaba tardaba meses en ser reparada, meses que
tenían que ser alumbrados con candil o linternas. Nuestros pueblos no con-
taban con agua potable o servicios básicos. Las calles estaban destruidas,
polvorientas en verano y lodosas en invierno. ¡Qué pobres fuimos como país!
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creímos era nuestro deber y la razón de nuestra existencia. No podíamos
fallar. Dejaremos ese legado de dignidad a nuestros hijos y nietos para que
las futuras generaciones tengan líderes que los conduzcan dignamente en la
construcción de su destino, donde impere la justicia social y la equidad, sin
discriminación, sin exclusión, sin explotación ni dependencia. Eso es todo lo
que queríamos y seguimos queriendo, nada más. Es una pena que hayamos
empezado un poco tarde, pero las comunidades empezaban a entender su
verdadera realidad, no la mentira con la que fueron manipuladas y educadas.
Esa era la triste realidad de mi país. Imaginemos por unos minutos la pe-
nosa realidad del sector rural, sencillamente olvidados, abandonados a su
maldita suerte, cruelmente explotados, sin políticas públicas para reactivar
al sector agropecuario, sin carreteros, sin caminos vecinales, sin puentes, sin
energía eléctrica, sin agua, sin riego, sin organización, sin liderazgo. Las
cooperativas agrícolas endeudadas, abogados desbaratando las organiza-
ciones del campo, técnicos agrícolas envenenando los suelos, los ríos, afec-
tando la naturaleza y la vida misma.
Los ministerios nos hacían tumbar el cacao nacional y consolidar las cadenas
de la explotación. Los pequeños bananeros eran liquidados desde el Ministerio
de Agricultura, es decir, desde el propio gobierno. Los montuvios organizados
de a poco iban entendiendo esta amarga y cruel situación que los agobiaba. La
mayoría sencillamente se resistía a creer, pero empezaron a abrir los ojos.
Por ejemplo, Esmeraldas era una provincia que producía banano, sin embar-
go, para beneficiar a los grandes exportadores, el gobierno liquidaba a los
pequeños productores, pese a que la provincia tenía hasta puerto de aguas
profundas. Los pequeños productores bananeros con Edmundo Bastidas a la
cabeza lucharon, lucharon y lucharon, pero la perversidad del Estado era
monstruosa. Utilizaron el poder y la ley en contra de los pequeños agricul-
tores bananeros del país, utilizaron al Banco de Fomento para quebrarlos,
liquidarlos y rematarles sus propiedades. Cuando conversamos este tema
con el viejo y querido Edmundo, disfrutando de la hospitalidad de su casa,
de su agradable y hospitalaria familia, nos enervaba la sangre. Realmente la
situación en los campos costeños era traumática a inicios de los años 80; la
esperanza estaba casi perdida y empezaba la migración.
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Hoy, en pleno siglo XXI, la pobreza rural nos sigue azotando, el éxodo de la
juventud continúa. Ahora tenemos celulares, transporte y Facebook, pero el
sistema de explotación, dependencia y exclusión sigue empobreciendo a
nuestra gente. Los gobiernos no atinan a resolver el problema, otros sen-
cillamente no quieren resolverlo. La pobreza continúa. Esa realidad no ha
cambiado hasta ahora; parecería una crueldad que los gobernantes la sos-
tengan a propósito, pero la gente empieza a creer que así es.
Existía total desconocimiento sobre el valor real de nuestra cultura, porque des-
de la escuela nos desvalorizaban; incluso nuestras madrecitas nos decían: “Sa-
lude niño, no sea montuvio”. Nos educaron haciéndonos creer que ser montuvio
era sinónimo de ser pendejo. El diccionario ARIEL nos definía como “hombres
agrestes, rústicos e ignorantes”, entonces al montuvio le resultaba más a tono
con la civilización ponerse una chaqueta y una corbata; parecía mico fajado.
Rehusaba ponerse un sombrero elegante, propio y acorde con su identidad.
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En cambio, en el sector mestizo-campesino de la costa y de la sierra no pa-
saba nada, salvo el Seguro Social Campesino que mantenía una posición de
lucha y de organización en el sector rural del país, pero con signos de división
entre chinos y pachakutiks que se disputaban el control de la organización.
Fueron los afiliados al Seguro Social Campesino (SSC), quienes más adelante
engrosaron las filas del Movimiento Montuvio Solidaridad, tal como años
atrás lo había pronosticado Jaime Hurtado, ese gran líder, luchador del
pueblo ecuatoriano, compañero y amigo personal de nuestra gente,
comprometido con la lucha popular, antioligárquica y antiimperialista, de
quien guardamos los mejores ejemplos del ser revolucionario. Pero el SSC, a
pesar de ser una gran organización y la última que todavía luchaba con
grandes esfuerzos en el campo, reducía su filosofía de lucha exclusivamente
a la atención en salud, sus dispensarios, el médico residente, los medica-
mentos y pare de contar. Al menos así parecía.
A tal punto que los campesinos y el pueblo mismo carecían totalmente de polí-
ticas de Estado, no solo en salud pública, sino en todas las áreas del desarrollo,
pero hay que reconocer que el SSC era el único sector rural organizado en la costa
que armaba grandes luchas en las carreteras, las que se convertían en sus
escena- rios naturales para exigir sus demandas. ¡Cómo no recordar en este
ensayo a Alberto Pilaló! Milagreño de nacimiento y un gran líder del SSC, al
igual que a otros destacados líderes de este sector, entre los que recordamos al
abogado Pavita, de Daule; Ramón, de Los Ríos; Gozoso Andrade, de Manabí y
muchos más que la memoria histórica de los pueblos guardará siempre.
También los líderes naturales del SSC fueron perdiendo liderazgo y espacio
en la masa, por esa equivocada práctica de sectarismo y beligerancia con
sectores afines que no estaban identificados con sus partidos políticos, error
que terminó cansando y conduciendo a sus bases hacia la identificación con
el Movimiento Montuvio, sin perder su condición orgánica en el SSC.
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Eso era lo que nos hacía ser diferentes y a la gente le gustaba aquello: nunca
dividimos al SSC ni a ningún sector. Desertaban los dirigentes montuvios, pero
las bases se quedaban. Cuando la comunidad se iba, la dejábamos marchar en
silencio y cuando volvían los recibíamos con los brazos abiertos. Esto creaba
una buena imagen ante las masas, aunque mucho más odiados por la disiden-
cia y los caciques que al final terminaron comprendiendo la importancia de un
liderazgo comprometido e involucrado con el proceso montuvio.
Ya que los gobiernos de esa época eran los mismos grupos económicos en el
poder, cuyo resultado era un Ecuador sumido en la desesperanza, un cam-
pesinado totalmente abandonado a su suerte, los índices de miseria crecían
alarmantemente, grandes corrientes migratorias empezaron a soplar a Eu-
ropa, especialmente a España, huyendo de la realidad del país, las fincas
empezaron a venderse a precio de gallina apestada. Recuerdo que en el no-
roccidente de Pichincha remataban pequeñas fincas al pie del carretero en
500 mil sucres.
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El sistema político imperante conduciendo a los pueblos al abismo profundo
de la miseria económica y humana, la aplicación del modelo neoliberal ga-
lopando y asfixiándonos con sus cadenas de discriminación y dependencia.
Así acabaron los cuentos de la vieja partidocracia, con un hecho histórico que
merece señalarse: los ecuatorianos fuimos testigos de un gran levan-
tamiento indígena, liderado por la CONAIE, en el que el gobierno de Borja
cedió a las legítimas aspiraciones del movimiento indígena y se lograron
importantes espacios dentro del Estado para su desarrollo e inserción en la
sociedad, haciéndose justicia a un pueblo históricamente discriminado,
excluido y explotado.
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34 DIGNIDAD MONTUVIA
SIXTO DURÁN BALLÉN,
EL VIEJITO HONESTO QUE NO ROBARÍA
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puladas bajo el control total de los grupos de poder, quienes todas las
semanas en los noticieros imponían los conceptos y las “verdades”.
Nos lavaron el cerebro, nos inventaron e impusieron sus falsos líderes, nos
hicieron sociedades resignadas. Utilizaron todos los medios posibles para
convencernos de que teníamos que aceptar esta penosa realidad; diseñaron
nuestra estructura mental con conceptos extraños, falsos, impartidos desde
la escuela, desde el púlpito, desde el evangelio.
Ese era el Ecuador de los 90, un país sin presente ni futuro. Esta era la
dolorosa verdad. Era obvio que mucha gente discrepaba con estos criterios.
A esas alturas, el campesinado y especialmente el de la costa, cuyas orga-
nizaciones habían caído en la decadencia y el desprestigio, ya no confiaba en
la organización, mucho menos en los “líderes” que habían perdido credi-
bilidad. Existía total incredulidad en las organizaciones sobrevivientes con
líderes que hacían de tramitadores del IERAC, después del INDA o del BNF
y que terminaban alquilándose al ministro de Agricultura o a la autoridad de
turno, traicionando a sus gremios y a su propia gente por unas míseras
monedas que les arrojaban quienes se constituían en sus amos de turno.
Recuerdo que había “un dirigente” que a todos los ministros de Agricultura
condecoraba con “la espiga de oro”. Felizmente, yo no fui parte de esa
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generación de dirigentes. Yo llegué a la lucha que convocaba la Cámara de
Agricultura de la II Zona al inicio de los 90, sin ser afiliado. Ahí nació este
humilde servidor y de ahí pasé directamente a crear el Pueblo Montuvio. Yo
no pasé por ninguna de las organizaciones campesinas que había en el país
ni por sus partidos políticos, a excepción de los chinitos —MPD, con quie-
nes mantuve una excelente relación en las luchas de mi cantón, luego de los
agricultores. Incluso fui candidato a diputado junto a Alberto Pilaló para
apoyar a Aracely Moreno, quien ganó la diputación por Guayas.
DIGNIDAD MONTUVIA
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ciedad con una nueva mentalidad y actitud positiva, que diseñe su propio
camino desde esa diferencia y realidad cultural, antropológica, sociológica y
psicológica de nuestros pueblos, que vuelva a sus raíces para reincorporar
valores y conceptos acordes con nuestra realidad.
El único requisito era querer luchar, ponerle contenidos a la vida, una razón
a la existencia, querer hacer algo por nosotros, por el pueblo, por el país. Ser
hombres íntegros, de honor y valor, de deber y sacrificio, de responsa-
bilidad; hombres y mujeres dignos, con conciencia y consecuencia, sin im-
portar cuánto tardásemos. Era el cambio hacia un nuevo pensamiento. Al
inicio no se entendía esta filosofía, por eso me identificaron cariñosamente
como “el loquero”, “el brujo mayor”. Los había convencido de que antes de
hacer algo, primero teníamos que cambiar nosotros. Fue una gran magia
hacerme entender.
Solo había que saber llegar a ella, sintonizarse con su gente, inyectarles va-
lor, coraje, compromiso, pensar y actuar como ellos, pero despertando en sus
mentes y en su corazón el espíritu rebelde de los montoneros y chapulos, de
los bravos guerreros del monte que constituyeron los ejércitos de Alfaro;
despertar la sed de justicia social y sobre todo recuperar la dignidad. Era una
tarea difícil, pero no imposible.
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El problema mayor no era la dirigencia anacrónica, desprestigiada del agro,
o los gobiernos neoliberales que se los podía combatir fácilmente, sino la
propia gente, es decir los propios afectados y empobrecidos por el sistema,
que ya no creían en nada ni en nadie, habían perdido la fe hasta en ellos
mismos, faltos de espíritu, resignados a su maldita suerte, con la autoestima
por los suelos. Ese era el mayor problema y era allí donde debíamos trabajar,
en el capital social, sin el cual no podíamos hacer nada.
Muchos creyeron que esto era imposible, pues me gradué de psicólogo, so-
ciólogo y brujo. Los partidos de izquierda resultaban ser una monotonía para
el campesinado, con escasas excepciones por supuesto, pero definiti-
vamente la gente había perdido la fe y la esperanza en la lucha, en la orga-
nización y en la revolución; solo querían que se los ayudase a resolver pro-
blemas inmediatos, puntuales, que los afectaban y nada más. Los dirigentes
socialistas y revolucionarios habían manejado un discurso repetitivo y can-
sino, discurso que ante la masa estaba desactualizado, falto de innovación,
de originalidad, de creatividad, un discurso lastimero y victimizado, ocul-
tándole la verdad a las masas sobre su corresponsabilidad en la tragedia.
Nadie les zamarreaba la conciencia, era la misma vieja retórica de siempre
que ya nadie creía.
DIGNIDAD MONTUVIA
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me hicieron entender la realidad del agro montuvio. Me convertí en todólo-
go y todos los “profesionales y especialistas” con quienes quise hablar sobre
el problema, me eludían con evasivas; nunca entendieron nada. Yo estaba
demasiado utópico en ese objetivo para entender que ellos eran también
parte de esa sociedad de la frustración y la impotencia.
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40 DIGNIDAD MONTUVIA
PRIMERA EXPERIENCIA EN LA LUCHA
Lo que no sabían los depredadores del agro costeño es que allí llegaríamos
nosotros; a decir verdad, ni nosotros mismos lo sabíamos. Nos llevó a ese
DIGNIDAD MONTUVIA
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lugar un querido compañero y amigo de mi pueblo, Raúl Rivadeneira, cono-
cido como ‘El Combatiente’ por su alto espíritu de lucha. Además, yo tam-
bién mantenía una deuda con el Banco Nacional de Fomento, la cual me
resultaba impagable.
Debo aclarar que la forma como el Banco de Fomento manejó los créditos
para el sector agrícola fue de manera alevosa y premeditada. El anatocismo
practicado en el cobro de intereses sobre intereses, los que ya de por sí eran
muy elevados, más la falta de políticas públicas para un sector totalmente
abandonado a su suerte, sin tecnologías, sin investigaciones, sin mercados; a
esto se sumaban las prácticas de corrupción que se daban en la institución
crediticia. Definitivamente, la política era quebrar y liquidar al pequeño
productor. Ya lo había sentenciado el vicepresidente Dahik en su discurso de
inauguración del trasvase de Santa Elena: “La agricultura solo será para los
inteligentes”, refiriéndose a aquellos que podían importar tecnologías, hacer
reconversión de cultivos para exportación y tener acceso a créditos; los
empobrecidos al carajo. Tampoco los “inteligentes” hicieron mucho;
simplemente con la complicidad del comunero y de funcionarios del
Ministerio se apropiaron ilegalmente de tierras comunales.
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sas amorfas; no le tomaron asunto y menospreciaron este espacio de lucha
que estaba allí. Siempre el sectarismo y el equivocado criterio de que solo
ellos son los elegidos por los dioses para tan altas tareas, aunque después
muy tarde entendieron la estrategia, tal vez fue mejor así, seguramente por
su rígida formación ideológica se habrían opuesto a la construcción del pue-
blo montuvio.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 43
Aclaro que al inicio de la lucha solo estaba incorporada la zona sur de Manabí, Pa-
ján y 24 de Mayo. Era muy poca o casi nula la presencia colectiva de los mana-
bitas del norte y del centro. Es aquí en esta parte de la lucha donde, gracias al
amplio conocimiento de Carlos Cevallos sobre el sector agropecuario, conocí el
manejo cruel y despiadado con que las clases dominantes, desde el Ministerio
de Agricultura y el BNF, sometían y liquidaban al pequeño productor. Ahora
entendía mejor por qué el Ministerio de Agricultura era una eterna cuota de
poder de Luis Noboa Naranjo, padre de Alvarito. Lo peor era que las víctimas
ni siquiera se daban cuenta de aquello e ignoraban que la partidocracia estaba
al servicio de esas clases que los oprimían; eran sus serviles.
El tiempo y la lucha les ratificó lo dicho: esta era una lucha de clases, donde
ellos tenían que decidir, o luchar y sobrevivir o resignarse a morir en la po-
breza extrema. De ahí la frase: “O nos levantamos y luchamos con dignidad
o hacemos un hueco y nos enterramos”. Ese fue un concepto que prevaleció
por muchos años. Había que sacarlos de la trampa del inmovilismo, en donde
prevalecía la ociosidad mental y la pereza por luchar. “Son del manso
Guayas”, calificativo con que los indígenas identificaban peyorativamente a
los costeños, hasta que con la lucha montuvia nos ganamos su respeto. En
esta época, solo el Seguro Social Campesino (SSC) y nosotros luchábamos en
el agro costeño. Todos los demás organizaciones habían desaparecido.
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44 DIGNIDAD MONTUVIA
En todos y cada uno de aquellos pueblos se vivía una vergonzosa realidad;
ahí es cuando yo aprovechaba y empezaba a hacerles entender su corres-
ponsabilidad en la tragedia, darles en su orgullo que era donde más les dolía.
Por su condición machista, se resistían a aceptar la dolorosa verdad, de que
éramos un montón de pendejos, cómplices de la tragedia que vivíamos, por
permitirlo y por solaparlo, incluso validarlo cuando aplaudíamos o volvía-
mos a votar por nuestros verdugos. Las preguntas de siempre eran: ¿Hasta
cuándo seguimos siendo pendejos? ¿Hasta cuándo nos dejamos ver la cara
de pendejos? ¿Hasta cuándo lo permitimos? ¿Cuándo volveríamos a ser los
hombres de honor y valor que siempre fuimos? Frases que retorcían su or-
gullo y hacían hervir la sangre.
Esa era la realidad, que ahora recién la estaban entendiendo, porque a pesar
de vivir en la pobreza jamás se percataron de la causa de la misma; eso los
avergonzaba y les arrugaba el alma. Definitivamente, me estaba convirtien-
do en el gran brujo psicoanalista colectivo de ellos, les estaba diciendo lo que
otros nunca les habían dicho con tanta dureza, al menos no en público y
mucho menos por altoparlantes, en pleno parque central del pueblo y con
multitudes escuchando, lo cual tenía doble efecto inmediato: hería su orgu-
llo, y sentían vergüenza pública y coraje. Dolía, pero era la plena.
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dón, de Colimes; Pompeyo Sánchez, Luis Ronquillo y Melquiades Arana, de
Balzar; al maestro Ormaza y al Capitán Herrera, de Palestina y tantos ciu-
dadanos y ciudadanas importantes de nuestros cantones, con los que dimos
dura batalla a la corrupción imperante e impune en nuestros municipios y en
menos de un año creamos el primer Frente Anticorrupción del Ecuador, del
cual fui su presidente y planteamos la primera propuesta de Ley Antico-
rrupción del país, la que entregamos al Contralor General del Estado de ese
entonces, al igual que al Congreso Nacional.
Este fue el primer Frente Anticorrupción que se creó a nivel nacional. Así lo
publicó la prensa nacional en grandes titulares. Las amenazas de muerte,
atentados, balaceras, juicios, no se hicieron esperar y estaban a la orden del
día; pero los Rivas Ronquillo, montuvios valiosos de nuestro pueblo, no
claudicaron jamás. Ni un paso atrás, así nos mantuvimos hasta el final. Gente
linda los Rivas, patriotas de verdad que pusieron su tiempo y su dinero al
servicio de las causas nobles de nuestros pueblos.
La lucha del pueblo indígena en esos tiempos era un referente muy impor-
tante para los campesinos de la costa, que era como se identificaba a los
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montuvios. Había que ser muy cauto en las comunidades y tener mucha pa-
ciencia. Siempre me tragaba cosas que no les podía decir de golpe puesto que
las iban a malinterpretar; los cambios que se plantearían serían radicales y
profundos. Era la lucha inicial contra nosotros mismos, contra lo que
éramos. Nos habían hecho pendejos. El camino a seguir era largo y empina-
do. Habría que romper murallas gigantes que solo la unidad y la organiza-
ción lograrían vencer. Había que alcanzar altos niveles de conciencia para
lograrlo. Sobre todo teníamos que tener mucha dignidad: ese era el objetivo
principal. Sin dignidad no llegaríamos a ninguna parte, de verdad que esa fue
la tarea más difícil.
Cuando a los dirigentes los asaltaban muchas dudas, los reanimaba dicién-
doles que solo había que sembrar bien las ideas en la estructura mental y el
empoderamiento vendría por sí solo; que entre más difícil y complicada
resultara la lucha, más se empoderaría la gente, siempre bajo una correcta
dirección; que entre más les costaran las movilizaciones, mientras más di-
nero y tiempo gastaran, menos las abandonarían. Los pueblos tienen que
invertir tiempo y recursos en su lucha. La lucha de los pueblos no se regala.
Recuerdo otra célebre frase que utilizamos: “O luchamos por siempre y para
siempre, o sigamos como maricas llorando nuestra desgracia”. Siempre daba
resultado. Al montuvio machista le ardía lo de pendejo, hería su amor propio,
así que el efecto era inmediato, empezaba a despertar el tigre dormido que
llevaba dentro. Debo aclarar que solo a mí me permitían la pendejeada.
Algunos líderes campesinos quisieron imitarme y la pasaron muy mal porque
la gente no les creía, puesto que no eran auténticos.
Aquí es meritorio recordar a don Raúl Wilka, de Radio Atalaya, quien allá
por los 90 daba amplia cobertura a nuestra lucha; así mismo les hablaba con
dureza a los agricultores de la costa en su programa radial de las madruga-
das junto al licenciado Javier López: “Montuvios timoratos, por pendejos
están jodidos. Tienen que aprender de los indios. Así se lucha, carajo”, eran
frases que impactaban y ayudaban a recuperar el valor y la dignidad. Era un
buen comunicador don Raúl; se conectaba con nuestra gente.
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tros, para poder después vencer lo demás; que el primer escollo a cruzar era
el montón de criterios extraños impuestos con que nos habían sometido, que
todo eso eran viles mentiras con las que nos habían domesticado y
amansado. Estábamos saturados de basura acumulada. Había que eva-
cuarla primero, luego diseñar nuestro propio mapa mental, crear un nuevo
pensamiento y lenguaje, por esa razón eliminamos de nuestro vocabulario
frases como: no se puede, no sé, es imposible, hagámoslo otro día, mejor
mañana, etc. Así se fue operando el cambio en el pueblo montuvio.
Les hacía ver que teníamos la producción en nuestras manos, pero que no
hacíamos uso efectivo de esa herramienta valiosa que disponíamos para
romper la pobreza, la explotación y la dependencia. Muchas noches nos
amanecíamos dialogando con los dirigentes en la humilde casa de alguna
compañera donde pasábamos la noche en nuestros recorridos, hablando en-
tre café y caña, que lo que vendría sería una lucha por liberarnos del yugo
imperial, de los monopolios, una lucha muy dura y llena de obstáculos, que
nada tenía que ver con el discurso monótono de la izquierda tradicional. No
sabíamos cuándo, pero de lo que sí estábamos seguros era de que algo tenía
que pasar y pronto. No nos equivocamos.
Fidel anunciaba la decadencia del imperio del norte, la crisis en que estaba hun-
diéndose, y efectivamente eso empezó a suceder. La isla era el referente de un
territorio libre en América. Era el mejor referente de que sí se podía. Se avizo-
raban cambios políticos importantes en el continente y el mundo, los que se
dieron al inicio de esta época. Desde la óptica en que se mire, los cambios se
dieron y los pueblos de la región se integraron, hasta que nos percatamos del
engaño. Les hacía ver a los dirigentes que estábamos solos en esta empresa. Esa
era otra verdad: seguramente seguiríamos solos hasta el final.
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para asegurar más adelante el nacimiento de la primera organización del
agro costeño con identidad propia y diferente de las gremiales que existían,
una organización que priorice al ser humano y a la naturaleza como el prin-
cipio y fin de nuestra razón de ser. Aunque siempre en los compañeros más
cercanos aparecía el fantasma de la desintegración. “Era mucho tiempo”,
decían algunos. Que “la gente por estos campos no luchaba”, decían otros.
Esa era la causa del temor. Yo los estimulaba diciéndoles que ahora era la
condonación y que luego tendríamos bastantes motivos para luchar, que re-
cién ahí empezaría la lucha de verdad; que se nos iban a quedar bastantes en
el camino, pero que asimismo habrían suficientes personas para continuar,
y también que otros llegarían.
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con los que charlábamos horas de horas bajo el frío de Quito analizando,
pensando, inventando.
Les comento que por ahí desfiló gente que fue muy importante en los poste-
riores gobiernos. Entablamos amistad con unas colombianas bellas, solida-
rias e interesadas en nuestras influencias, dueñas de un comedor que en las
noches se convertía en un ameno lugar de reunión. Creo que terminamos
quebrándolo de tanto fiar. El dueño del Mara nos hacía combos, nos fiaba,
nos amontonábamos en esos cuartos incómodos, con agua hasta el tobillo en
los baños, caminando sobre ladrillos, pero techo y abrigo no nos faltaban.
Si se quiere hacer algo por su pueblo, por su país, nada es fácil. Sabíamos que
la gente del noroccidente de Pichincha iba a ser importante en el momento
de la ruptura con la Cámara de Agricultura, que ya habíamos previsto.
Poseían un criterio más colectivo e inclinación a la organización, así que
concentré mi atención en ellos. Les dediqué todo el tiempo necesario para
conocerlos mejor, coincidir en los criterios y aspiraciones, recorrí sus pueblos,
conversé con su gente: personas comunes como nosotros, con los mismos pro-
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blemas y los mismos sueños. Las movilizaciones en los pueblos estaban a la
orden del día; donde quiera que había un BNF, hacia allá nos movilizábamos.
Ya habíamos cogido fama en los pueblos y donde aparecíamos, ahí aparecían
las masas organizadas y también los desorganizados y curiosos.
El mito montuvio de que “la mujer solo servía para los quehaceres de la casa
y cuidar a los muchachos” se fue acabando. En muchos hogares del agro cos-
teño se comentaba, entre serio y en broma, que desde que llegó Lucho Alva-
rado con su gente a las comunidades, las mujeres se liberaron y empezaron
a ser protagonistas y lideresas en la lucha montuvia. Esto efectivamente fue
una verdad, esto no lo saben las feministas. Me siento contento por haber
aportado un poco a esa libertad y derechos de que hoy gozan porque el ma-
chismo en el campo tenía peligrosos rasgos de salvajismo que supimos en-
frentar con mucho cuidado, pero el montuvio felizmente supo escuchar; era
la magia de la empatía.
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no. Fue una lucha sin cuartel, en la que se recuperó la confianza, la credibilidad
en la organización y en la lucha. Se educó políticamente a la gente, lo cual era
importante para nuestros propósitos y nos hacía abrigar la esperanza de que sí
se podía construir una organización diferente en el agro costeño.
Esa era la cruel verdad. Así nos maltrataron sin piedad, sin escrúpulos; muy pocos
no creyeron en la lucha, se asustaron y se fueron. Es decir, fueron cuatro largos
años de lucha protagónica en las carreteras y movilizaciones permanentes.
Aquí no puedo dejar de mencionar a gente importante del agro costeño que
se identificó con la lucha de los agricultores, como Astolfo Pincay, de los ca-
ñicultores de El Triunfo; César Herrera, de Fenamaíz; Galo Naula y Benigno
Robles, de la Cámara; el gran amigo, querido y siempre recordado Edmun-
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52 DIGNIDAD MONTUVIA
do Bastidas, de Esmeraldas, hermano del último periodista asesinado en
Cuba por la dictadura de Batista; el también milagreño, Carlos Bastidas,
ecuatoriano fundador de la Radio Rebelde, allá en las montañas de la Sierra
Maestra junto al Che Guevara. Carlos Bastidas, montuvio de Ecuador, a
quien el pueblo cubano venera por su heroísmo e importante presencia en la
revolución cubana; así como a tantos nombres de hombres y mujeres que se
mantuvieron firmes junto a nosotros hasta el final.
Esa era la característica en esta lucha, todos unidos por una causa común, sin
importar su condición social ni banderas partidistas. Luego corregiríamos eso.
Así son los procesos en los pueblos. Los nicaragüenses nos dieron esa experien-
cia en su revolución sandinista, primero democrática y luego socialista, trunca-
da por el imperio finalmente y luego traicionada por ellos mismos.
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Para ese entonces, la organización de la gente había crecido, pero seguía
siendo una masa amorfa que se estaba calentando; era cuestión de tiempo.
Ya había figuras y grupos sobresalientes que entendían con claridad el
proceso. Personalmente, nos habíamos ganado el respeto y el cariño de los
habitantes de los pueblos de la costa. No había rincón del agro donde no ha-
yamos estado, no había recinto que no hayamos visitado y pernoctado algu-
na noche de esas, disfrutando de la rica gastronomía montuvia, guitarras,
amorfinos, café y caña. Era señal de que estaban aceptando mi liderazgo.
Definitivamente, ya era uno de ellos. La gente me ubicó como el segundo a
bordo en esta lucha y así lo consideraban los sectores de la partidocracia, igual
la prensa nacional que gustaba mucho de entrevistarme por lo propio y
contundente de mis expresiones.
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cón, aprobó la Ley de Condonación de Deudas del BNF. Se habían realizado
grandes movilizaciones en Guayaquil, permanencias masivas en el Congre-
so y en la Plaza Grande. Recuerdo a Alarcón y a otros diputados acompañán-
donos por las calles de Quito a la Presidencia a entregar masivamente la Ley;
también recuerdo a la diputada Araceli Moreno, incansable luchadora por la
Ley de Condonación, quien se ganó el cariño y respeto de los agricultores que
votaron por ella y la llevaron al Congreso Nacional. Yo estuve en esa campaña,
la acompañé y apoyé participando en su lista; pero pese a toda esa presión que
ejercíamos en calles, plazas y carreteras, la Ley llegaba a Carondelet y el vene-
rable abuelito, manipulado por su círculo, inmediatamente la vetaba.
Si hay algo que rescatar del periodo del dulce viejito bonachón, fue el glo-
rioso grito de la juventud quiteña en la Plaza Grande, cuando se presentó el
conflicto en la frontera sur: “Ni un paso atrás”, que el abuelito supo recoger,
interpretar y posicionar muy bien. Parece que fue lo único bueno que hizo.
Los ecuatorianos sentimos un leve despertar del sentimiento patrio, olvida-
do por la vergonzosa circunstancia que vivíamos.
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ABDALÁ BUCARAM, EL LOCO QUE AMA
Ahora le tocaba el turno al “loco que ama”, el de los pobres. Las oligarquías y los
grupos dominantes volvían a construir otra mentira repetitiva, sembrando la
falsa esperanza de que este era el hombre que el Ecuador necesitaba y el pueblo
pendejo otra vez se tragaba con facilidad asombrosa tremenda carreta. Volvían
las ilusiones a las pantallas, las fantasías, la politiquería a la orden del día, los
insultos, las verborreas a montones en todos los medios, la misma historia des-
gastada de cada cuatro años, pero que los medios reencauchaban y ponían a
circular en todo el país. Los compadres peleándose entre sí porque el uno era
fanático del “loco” y el otro del “cachorro”; por una gorra, una camiseta o una
botella de puro el pueblo vendía su conciencia, por un plato de lentejas vendía
su dignidad. Un pueblo sin dignidad, eso éramos.
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Estos eran los hechos que las comunidades empezaron a entender y discutir
con valentía en sus asambleas, tremendos zafarranchos que se armaban en
las reuniones. Muchas veces terminaban peleándose por la corresponsabi-
lidad que a cada uno le tocaba. Era difícil aceptar estas verdades, pero para
suerte nuestra y de la historia, los montuvios organizados terminaron acep-
tándolas. Empezaba la gente a destaparse la venda de los ojos, a comprender
su corresponsabilidad en la desgracia de nuestro país y a tomar conciencia
de esa cruda realidad. Ese era el objetivo, la verdad.
Abdalá Bucaram, “el Loco”, entre miles de cosas que ofertó, dijo que iba a
condonar las deudas de los agricultores y a capitalizar el Banco de Fomento
puesto que “amaba” a los agricultores. Incluso ofreció crear el Banco del
Zapato, algo que yo nunca entendí, pero así era “el Loco” de habilidoso. Con
esa oferta todos los agricultores y el pueblo ecuatoriano de un solo toque
votaron por “el Loco”. Ahora le tocaba la presidencia a Bucaram, aunque a
través de su partido, compartían con la partidocracia el poder desde hace
varios años atrás. Ellos eran la partidocracia.
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pre el control total del poder en el Ecuador. Se repartieron las instituciones
del Estado. Hasta los conserjes, guardaespaldas y bellas asistentes del otrora
Congreso Nacional ofertaban influencias y hacían los enganches ante el
Ministerio de Finanzas para la aprobación de presupuestos y contratos
petroleros. Por supuesto que con el ya tradicional 10% de comisión.
Lo positivo que recuerdo de este gobierno es que Alarcón mantenía una re-
lación de respeto con los agricultores. Era una organización masiva, alta-
mente participativa, con un liderazgo fuerte, que peleaba en las carreteras y
eso le inducía respeto a cualquiera. Incluso conmigo guardaba una conside-
rable simpatía, lo que nos permitió establecer un diálogo fluido y continuo.
Cevallos hace tiempo que se había ausentado del país. Nunca supe qué paso,
qué fue lo que realmente sucedió. Lo cierto es que inmediatamente asumí
totalmente la conducción política de la lucha. La abogada Flor María Meri-
no, una excelente persona, cónyuge de Cevallos, apoyó nuestra decisión y la
lucha continuó: movilizaciones a Quito, concentraciones en Guayaquil,
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58 DIGNIDAD MONTUVIA
Babahoyo, Quevedo; pero ya la larga y extraña ausencia de Cevallos empezó
a generar sospechas entre la gente.
Tal vez sin saberlo, Carlos Cevallos nos abrió el camino hacia la construc-
ción de un nuevo concepto de organización. Ya Cevallos no estaba y lo que
importaba era darle continuidad a la lucha que desde la Cámara de Agricul-
tura él inició. Fue realmente importante su aporte a la formación del movi-
miento montuvio en la costa.
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PRESIDENCIA DE ALARCÓN:
LEY DE CONDONACIÓN, PRIMERA
CONQUISTA MONTUVIA
Ahora teníamos que demostrar que nosotros estábamos en condiciones de
continuar al frente de la dirección de la lucha; que había el conocimiento, los
conceptos, valores, carácter templado, compromiso y coraje para conducir a
los montuvios y campesinos de la sierra al logro del objetivo propuesto.
Eso hicimos. Demostramos en las calles y en las mesas de diálogo que éra-
mos capaces de dirigir a la gente. Habíamos aprendido mucho de Cevallos
en el manejo del tema agrícola. La dirigencia confió en mí, los grupos deci-
dieron seguirme, ya tenían otro líder. Parece que eso no gustó al ausente Ce-
vallos o algo pasó y en una asamblea de los lunes, en la Cámara de Agricul-
tura, me retiraron el respaldo. Lo que hice fue irme. Ya habíamos previsto
una situación de estas. Mi lealtad hacia Cevallos terminó en ese momento. El
compromiso y lealtad hacia mi pueblo estaba por encima de todo. Esas
fueron siempre nuestras convicciones.
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Empezamos a fortalecer la naciente organización. Por la costa, yo era el vi-
cepresidente y vocero oficial; Gaibor, el presidente nacional. En mis reco-
rridos por los cantones del litoral, las comunidades me expresaban su con-
fianza, su esperanza, su cariño, su lealtad a la lucha. Esta parte realmente
estaba llena de sentimentalismo, de colorido, de sabor costeño, de mucha
magia. Había un empoderamiento y una actitud en los montuvios de Los
Ríos, Guayas y Manabí, que cualquiera lo podía percibir, flotaba en el aire.
Era amor a la causa, amor a la lucha, amor al sueño. No había duda, estaban
empoderados. Así fue como ellos y yo empezamos a querernos y a confiar en
esta hermandad que estaba naciendo del alma, de esa alma montuvia pura y
diáfana, como siempre fuimos, mucho antes de la inevitable contaminación.
DIGNIDAD MONTUVIA
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actos de estos. Más que la condonación celebraban su vuelta a vivir, a soñar;
renacía una leve esperanza de querer cambiar la suerte del país, de sus pue-
blos. Creían en mí.
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62 DIGNIDAD MONTUVIA
LA MUERTE ANUNCIADA
La condonación de deudas por la que tanto luchamos sirvió a todos los pe-
queños productores agrícolas y también a los grandes deudores del banco,
pero lo jocoso es que se convirtió en un gran negocio para funcionarios del
banco, pseudolíderes campesinos, abogados, tramitadores, tinterillos, quie-
nes hicieron su agosto y hasta hubo algunos “líderes chisposos” que quisie-
ron patentar la condonación de deudas con el Banco de Fomento como una
“política o filosofía de Estado” permanente.
Recibí homenajes en casi todos los cantones del país, aunque nunca fui par-
tidario del culto a la personalidad, más bien asistía a estos actos con el áni-
DIGNIDAD MONTUVIA
l 63
mo e interés de consolidar la relación orgánica con los montuvios del litoral,
pero era algo cierto que el agro costeño necesitaba un líder y yo conociendo
su dolor —la injusticia social— me había convertido en tal. Así que continué
con mis recorridos de fin de semana. Llegué a reunir en una bodega de mi
finca algo así como un centenar de placas de reconocimiento, elaboradas en
madera, metal y cartón, de esas que vendían en las afueras del correo de
Guayaquil, que en una linda tarde montuvia llena de melancolía y nostalgia,
con el sol poniéndose tras los tamarindos, las saqué de la bodega en varias
sacas de yute, amontoné en una gran pira y con mi pequeño hijo Steven
Gabriel las convertimos en una hermosa hoguera que rayaba la obscuridad
de la naciente noche e iluminaba nuestras reflexiones. Al fin de cuentas,
nunca me gustaron los reconocimientos y agasajos; además, nada habíamos
logrado aún para yo tener ese inmerecido honor de mi pueblo. No habíamos
solucionado el problema de la pobreza, de la explotación, ni de la dependen-
cia, como hasta hoy continúa sin ser resuelto.
Con el inmenso cariño y amor de los montuvios teníamos bastante. Eso era
suficiente por el momento. El edificio de la Sociedad de Carpinteros, donado
por el presidente Alfaro en 1904, lleno de historia y nostalgia, desde donde
se organizaron las históricas marchas y luchas de los obreros en el siglo
pasado, sede de los humildes pero bravos trabajadores de la clase obrera de
Guayaquil, que escribió a inicios del siglo XX páginas brillantes de la lucha
popular que desembocaron en el 15 de noviembre de 1922 —lugar típico de
transición entre el pasado y el presente— se convirtió también en la sede de
los montuvios. Sus calles adyacentes y al pie del Parque Centenario fueron
durante más de dos décadas el escenario de encuentros, concentraciones y
presencia masiva de los montuvios del litoral que luchábamos contra los
gobiernos neoliberales y el sistema opresor.
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guardia admirador de la lucha que siempre nos recomendaba que nos cuidá-
ramos de los chicos malos que paraban en la zona, el tendero que nos surtía
sus panes con queso —era nuestro almuerzo para calmar el hambre—, los
lagarteros con sus viejas guitarras y desgastadas voces, los fotógrafos del
parque que hacían su agosto con sus flashes en las reuniones y concentra-
ciones montuvias, pues todavía no habían salido los celulares con cámaras.
Nuestra presencia fue muy querida y respetada en el lugar, también éramos
parte del paisaje urbano de la ciudad y unas lindas montuvias.
Lucha que debía continuar y no podía terminar ahí como muchos deseaban.
Los problemas del campo no se habían resuelto, pero la falta de iniciativa
estaban haciendo mella en los dirigentes que veían la necesidad de continuar
sosteniendo la organización, pero que no sabían cómo hacerlo. Había que ser
inventivos e inteligentes. Tanto tiempo luchando por las condonaciones que
se nos habían olvidado los otros múltiples problemas que nos aquejaban
desde toda una vida, así que había que crear las alternativas de solución a
esos problemas. Teníamos que hacer algo y pronto. La gente estaba muy
inquieta y se corría el riesgo de desbandarse, es más, eso ya estaba
sucediendo; mucha gente, una vez que lograron solucionar sus deudas con el
BNF, se retiraban de la organización y de la lucha creyendo que ya se habían
terminado sus problemas, o que ya no había más problemas y aspiraciones
por qué luchar. Les parecía normal y natural el atraso en que vivían.
DIGNIDAD MONTUVIA
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políticos; obviamente anhelaban un pueblo de paz, resignado a su suerte,
gobernable y pendejo. Ese era el Ecuador. La montuviada había alborotado
a la gente, les había devuelto la dignidad, la esperanza, lo cual no era del
agrado de los caciques de los movimientos sociales ni de la partidocracia
local, quienes siempre vieron con peligro nuestro liderazgo, sin que exista
una mínima razón para ello. Por el contrario, habíamos llegado a liderar el
agro montuvio y nada ni nadie nos iba a arrebatar ese honor.
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LA LUCHA CONTINÚA
DIGNIDAD MONTUVIA
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idóneas que nos puedan apoyar desde la academia, desde la intelectualidad,
desde las artes, buscamos ayuda en la Casa de la Cultura del Guayas, en las
universidades, pero nadie creyó en nosotros. Es más, ni siquiera les intere-
saban nuestras propuestas.
Fueron largas noches de insomnios, entre caña y tinta que se derramó en los
hotelitos de Quito, Guayaquil, Vinces, Ventanas, Babahoyo, Portoviejo y
Jipijapa. Cuando alguna persona, con actitud equivocada, intentaba di-
suadirme por mi falta de título académico para la investigación que estaba
realizando, les recordaba que Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Gabrie-
la Mistral y tantos otros personajes brillantes de la cultura, las letras, la
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educación, las artes, la historia, quienes influyeron en la política regional y
mundial, nunca tuvieron título académico, ni maestría ni doctorados, Alfaro,
Bolívar no salieron de la academia; algunos tuvieron el mérito de ser
galardonados con el premio Nobel y recibir doctorados honoris causa de las
principales universidades del mundo, sin que nadie les gestione tal honor.
Fueron autodidactas. El caso de Gabriela Mistral es un ejemplo ex-
traordinario para la humanidad; por lo tanto les decía, entre broma y en
serio, que la experiencia y los dos mil libros leídos me daban el conocimiento
para hacerlo. Así era como lograba persuadirlos para que confíen en mí.
Además, hubo muchos debates con académicos, políticos, detractores y en
todos salimos bien librados, aprendí el arte de manejar las ciencias políticas.
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fuerzo, incluso sacrificios, y eso motivaba a la gente a tener fe en nosotros.
Ya nos conocían, nos habían probado, éramos “de verdad”, comprometidos
con la lucha. Los que hicieron billete con las condonaciones se fueron, los
expulsamos, los separamos de nuestra organización.
Era una tarea gigantesca. Habíamos iniciado el camino con buen éxito, está-
bamos caminando, la gente comenzaba a llegar. Cada reunión en una cabe-
cera cantonal era abarrotada de gente. La lucha por un Programa de Vivien-
da Rural había comenzado. Diseñábamos las casas en papeles. Traíamos la
información de las reuniones que manteníamos con los del CONPLADEIN,
institución pública de los indígenas y afrodescendientes, y del Ministerio de
la Vivienda, que dicho sea de paso no sabían cómo financiar el proyecto.
Resultaba jocoso, pero esa era la verdad, recuerdo muchas anécdotas al res-
pecto; desde las comunidades, desde su realidad, armábamos propuestas de
financiamiento, aportes, formas de construcción, etc.
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70 DIGNIDAD MONTUVIA
Jorge, muy acogedor y abrigado, escuchando a Edith Piaf, Nicola Di Bari,
Ives Montand, Charles Aznavour, Gilbert Bécaud, y también música lati-
noamericana de Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Víctor
Heredia, Facundo Cabral, Alberto Cortez, Joaquín Sabina; acompañados
siempre de un Cien Fuegos o Zhumir para poder dormir sin sentir el frío del
piso, aunque al siguiente día nos dolían todos los huesos, pero así podíamos
quedarnos dos días en Quito haciendo los trámites, gestiones y diligencias
necesarias para lograr el objetivo.
Fue así como nos convertimos en la nueva esperanza del sector rural de la costa
por lograr una vivienda digna, de hormigón —era lo más rápido—, así como un
plan de semillas para sembrar, ya que el largo y devastador fenómeno de El
Niño no nos había dejado proveer de este insumo. Es lo que en ese tiempo la
gente entendió como un objetivo de lucha. Fue un largo año de asambleas,
concentraciones, movilizaciones, marchas hacia el Congreso Nacional, hacia el
Ministerio, gobernaciones, etc., en Guayaquil, Quito y Babahoyo.
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éramos sus ganadores. Nuestra organización empezó a generar celos y envi-
dias en los caciques de la dirigencia campesina, organizaciones insepultas
que aún existían y se convirtieron en nuestros más acérrimos detractores.
Visitaban los pueblos únicamente con el propósito de desorganizar a la gente,
acusándonos de mentirosos. ¡Qué pena sentíamos nosotros al ir des-
cubriendo a la gente mediocre de mi lindo Ecuador! Gente de mentalidad
reducida, absorbida por el sistema y sus consecuencias, que ni hacían ni
dejaban hacer, típicos “de la izquierda sectaria”.
Con quienes sí mantuvimos una relación de amistad cercana fue con los
Alfaro Vive, por nuestra amistad con Pablo Morán, luciano como yo, a quien
muchas veces refugié en mi finca, así como a otros miembros de esa agrupa-
ción política. Por esta solidaridad con luchadores populares casi me matan
en un operativo militar en mi finca.
También recordamos con gran cariño al alcalde de Vinces, Bonifacio Morán, gran
apoyo en la construcción de este proyecto de vivienda.Siempre estuvo presto
de día y de noche para apoyar esta causa noble de los montuvios de la costa,
especialmente los de su cantón: Vinces. Más adelante, también se sumó el alcalde
de Palestina, Lucho Palma, apoyando a los palestinos y a todos los que luchábamos
en los pueblos por lograr ese objetivo, que a estas alturas ya tenía forma.
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72 DIGNIDAD MONTUVIA
El Congreso Nacional había intervenido. El presidente Alarcón también
tomó partido en esta causa y fue precisamente su ministro Diego Ponce,
quien concretó el Programa Rural de Vivienda como una realidad en el
Ecuador, gracias a la lucha del pueblo montuvio, aunque la prensa seguía
invisibilizándonos e identificándonos como campesinos de la costa. En su
mapa mental, seguramente no existía la identidad montuvia.
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chiquita muy despierta que nos acompañó en el CODEPMOC por muchos
años; Nicolás Infante, Jobo Acosta, Rosa Acosta, Lucho Varas, Ninfa Zara-
te, Blanca Rosa, Miguelito Alvarado, Urbano Alvarado, Santana, Giovanni
Santillán y tanta gente brava, digna de Baba; Ronquillo, de Guare; Francis-
co y Coronel, viejos y aguerridos luchadores de la Isla, fueron los más bravos
de toda la organización montuvia de Los Ríos.
Los habitantes de Baba eran los sacrificados, a quienes les tocaba cerrar la
carretera de la vía principal, la cual estaba distante de su cabecera cantonal,
donde tenían que dormir cuatro, cinco noches, mal comidos, mal dormidos,
pero nunca claudicaron. Nunca retrocedieron. Rendirse, jamás. ¡Qué linda
gente! Dignos herederos de la estirpe revolucionaria de la Ñata Gamarra y de
Nicolás Infante, gente empoderada de su proceso, creían en su lucha, en su
organización, en su fuerza, en su valor.
Los Laiedra, con Lucho a la cabeza, con guapas líderes montuvias como Gri-
manesa e Irlanda Nicola; los hermanos Cerezo y tantos otros que junto a los
montuvios de Puebloviejo lucharon años en esa carretera, escenario de grandes
jornadas de lucha, especialmente en las últimas broncas que se dieron por la
creación del CODEPMOC. ¡Qué linda gente aquella! La mejor del agro costeño.
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74 DIGNIDAD MONTUVIA
un movimiento de masas organizadas diferente, con estructuras sólidas, con
identidad, conceptualización y visión propia, que lidere la construcción de
un proceso de desarrollo con justicia social y equidad en la distribución de la
riqueza, sin explotación ni dependencia. Un proceso que sea construido por
nosotros, desde nuestra experiencia, para que sirva de ejemplo a los otros
sectores del agro.
Cecilia siempre soñaba con construir un país del tamaño de sus sueños y lo
repetía tantas veces que creo que intentaba convencerse de que sí podíamos
hacerlo posible. Definitivamente los hacía soñar en un país mejor. Siempre
me creyeron. Nuestro profundo reconocimiento a todos ellos. Sin ellos no
hubiese sido posible hacerlo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 75
Recuerdo los nombres de Ricardo, Morante, Gonzalito Vera, Moyano, Ce-
cilia, Rosa, César de Latorre, Gabriela, Emilio, Jacinta, Verónica, Jobito,
Bernardo Reyes, Isabel Mosquera, Grimanesa, de Puebloviejo; Juan Gañote
Zambrano, de Flavio Alfaro; Otón Yanchapaxi y Ángel Delgado, de Paján;
Palermo Rivera y José Morán, de Las Maravillas de Cascol; Santana, Lalo y
Manuel Chóez, de El Empalme; también recuerdo a Juan y Segundo Aroca,
de Daule; Telmo Romo y Sonia Suárez, de Palestina; así como innumerables
compañeros de base, de todas las provincias que semana a semana se nos
unían y apoyaban en la gestión, compañeros que en esos tiempos eran los
más asiduos acompañantes a gestionar y hacer un poco de dieta en Quito,
desayunando cola con pan, almorzando otra vez cola con pan y en la noche
merendando —para variar— pan con cola, pero eso sí llenos de la satisfac-
ción de que estábamos haciendo lo correcto. La conciencia nos obligaba a
aquello. Si lo hacíamos bien, no fallaríamos.
Con estos gobiernos mediocres era fácil luchar, comparado con otras rea-
lidades como la de Colombia, Guatemala o México, donde se asesinaban a
tiros en las calles a los dirigentes populares. Ese era mi mensaje a la di-
rigencia montuvia, para estimularlos en la tarea y subestimar a la torpe
partidocracia que nos gobernaba, porque un pueblo sumiso se lo estaba
permitiendo. ¡Qué rabia e impotencia sentíamos cuando hablábamos de
estas realidades! Pero en las noches frías de Quito, pese al cansancio y la falta
de dinero, siempre nos dábamos ingenios para confraternizar con las
compañeras y compañeros. Las discotecas de la 10 de Agosto y la barra de
Mao eran nuestros lugares obligados para desestresarnos. Aún no existía la
Foch.
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PROGRAMA DE SEMILLAS:
SEGUNDA CONQUISTA EN EL
GOBIERNO DE ALARCÓN
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l 77
nio Andreta, quien solidariamente desde sus funciones dentro del gobierno
apoyaba esta decisión, apresuró los procedimientos legales para cumplir con
la decisión del presidente, incluso en dicha reunión se adelantaron bastante
las conversaciones sobre un segundo tema de la agenda que manteníamos
con el gobierno: el programa de vivienda rural.
Hay que resaltar el hecho de que Alarcón mantenía mucho respeto y soli-
daridad para con la lucha del movimiento montuvio. Recordemos que él
estuvo presente cuando era diputado en varias concentraciones y moviliza-
ciones del agro. Era obvio que nos conocía.
Había tanta semilla que alcanzó para casi todos los agricultores arroceros y
maiceros de la costa, incluso se repartió en ciertos sectores de la sierra.
Realmente esta conquista nos fortaleció y consolidó nuestra presencia y li-
derazgo en el agro costeño. Esto indudablemente generaba celos, envidias y
resentimientos en los viejos caudillos de la dirigencia campesina del litoral,
quienes no desaprovechaban la mínima oportunidad para arremeter contra
nuestro pueblo, esa fue la vieja práctica de ellos: “mono come mono”.
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y decisión. Obviamente, me designaron presidente y a Carlos Moyano, de
Vinces, vicepresidente del Movimiento Montuvio Solidaridad.
Era el resultado del trabajo político en la conciencia de las masas. Esto puso
en alerta y activó los aparatos de seguridad del Estado, la antigua inteligen-
cia militar, la seguridad política, quienes empezaron su labor de espionaje,
seguimiento y hasta acciones presenciales con el ánimo de atemorizar o di-
suadir a los cientos y miles de montuvios que empezaron a organizarse e
integrarse en los cantones de nuestras provincias.
La Sociedad de Carpinteros empezó a ser asediada por gente extraña que todos
los lunes espiaban, grababan y fotografiaban; en definitiva, mantenían vigilan-
cia permanente sobre nuestros dirigentes, especialmente sobre mi persona.
Incluso, en una ocasión casi soy víctima de un escuadrón de pistoleros, confor-
mado por expolicías y exmilitares retirados que actuaban clandestinamente en
la ciudad, bajo el mando de un conocido personaje de Guayaquil.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 79
Pero ese no fue el único hecho de esa naturaleza. Hubo varios intentos fa-
llidos que fueron de conocimiento público e incluso objeto de demandas e
investigaciones judiciales porque representaban tentativas de asesinato
contra mi persona y obviamente poniendo en peligro la vida de quienes en
esos momentos tuvieron la suerte de estar acompañándome.
Esto de los atentados se convirtió en algo tan común, que con el tiempo nos
parecía algo natural, propio de la lucha. La gente se sentía confiada y segura
conmigo. Claro que nunca dejé mis fierros, fueron mis fieles compañeras
durante toda la vida, hasta que prohibieron su uso. Creo que fue lo que me
mantuvo con vida en tiempos tan difíciles. Nunca necesité de guardaespal-
das; el día que me pusieron uno, me quiso matar.
Mi mensaje desde las tarimas era duro. La verdad expresada dolía, pero la
gente empezaba a asimilar con mayor facilidad esa realidad amarga de
reconocer que éramos un país saqueado y humillado por la partidocracia,
donde unas oligarquías torpes nos sometían con tanta facilidad que rayaba
en la intolerancia. Nuestra visión se hizo colectiva y posicionó en la costa.
Nos habían visto la cara de tontos; a través de todos los medios nos habían
convencido de que éramos un país tercermundista, subdesarrollado, y sus
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80 DIGNIDAD MONTUVIA
poblaciones casi inútiles e inservibles, que no podíamos pedir más de lo que
ya con suerte teníamos, o sea nada. Todo esto dicho desde las tarimas y con
presencia masiva de la gente del agro, que empezaba a entender su realidad.
Solían decir: “Este loco nos pendejea y todo, pero es la plena”. Así fue como
sembramos en el alma y en la mente de nuestra gente el deseo de luchar por
justicia social y equidad; entre ellos y yo nacieron raíces profundas de
espiritualidad y amor al prójimo, imposibles de arrancar.
El Ecuador vivía una tremenda crisis económica, social, moral; y nunca hubo
una propuesta del Colegio de Economistas. Los pobres sociólogos, más
perdidos que cura en farra; los abogados, sin ningún aporte, simples
facilitadores de la corrupción. Éramos un país carente de pensadores, en
donde a nadie le interesaba hacer algo. Este era el país de nadie con gente
que valía nada, por eso el expresidente Borja dijo: “El Ecuador es una isla de
paz en América”. Claro, una isla de pendejos, mientras toda Latinoamérica
luchaba en las calles contra las dictaduras militares, ofrendando sus vidas;
en el Ecuador de los 70 y 80 no pasó nada.
DIGNIDAD MONTUVIA
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ceptos acordes con nuestra realidad, levantar la autoestima. Fue un proceso
hermoso y único, el cual tuve la suerte de vivirlo, luchando, amando, per-
diendo, ganando. Casi nos convertimos en exorcistas de la gente humilde del
campo. Nos forzamos a aprender, a penetrar sus mentes, ayudarles a sacar
de la misma los temores, complejos, traumas, sacar el individualismo, el
facilismo, sacar al perdedor y subdesarrollado que llevábamos adentro, al
inútil que nos hicieron creer que éramos, parecíamos exorcistas.
Fue un proceso duro pero al mismo tiempo hermoso, lleno de tanta magia,
de colorido, de vida, que se operó dentro de esa vivencia cultural. El solo
hecho de recordarlo nos embarga la emoción de ser parte de esta historia
escrita con el esfuerzo de hombres y mujeres humildes del litoral ecuatoria-
no, que lamentablemente en los tiempos modernos de finales del siglo XX e
inicios del siglo XXI, no tiene muchos escritores ni poetas que lo retraten.
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82 DIGNIDAD MONTUVIA
cia en la gente. “¿Hasta cuándo seguimos siendo pendejos?”, gritaba yo en
las tarimas. Salieron los caciques a acusarnos de resentidos, se sumaron a
nuestros detractores, pero a nadie le importó sus comentarios. Los di-
rigentes entendieron, aprendieron rápido, transmitían el mensaje igual o
mejor que yo. Estos criterios nuevos se expandieron por toda la campiña
litoralense. Construimos colectivamente un concepto y una visión diferente.
Los montuvios los aceptaban como una forma de liberación de los complejos
que los reprimían ante tecnócratas y burócratas con equivocada formación
académica, que les hicieron tumbar el cacao nacional fino de aroma, aplicar
úrea en el agua que convertida en amoniaco se evaporaba, causando daño en
los suelos y el ambiente, aplicar agrotóxicos que destruyeron las defensas
naturales del ecosistema. De ahí la célebre frase: “Con los títulos límpiate el
trasero”, que yo acomodé después: “...pero sácate el sombrero ante el cono-
cimiento”, frases que molestaron a muchos que se sintieron aludidos, pero
que en definitiva era una incómoda verdad que aceptar.
Muchos años después, cuando apareció Correa en el 2006, no hizo otra cosa
que corroborar y reafirmar estos duros conceptos que nosotros habíamos in-
troducido en el pueblo montuvio y su entorno, como una verdad ineludible que
había que enfrentar y vencer con valentía, por muy dolorosa que esta fuese.
Claro que lo de Correa era solo un cuento, ¡ellos conocían nuestra experiencia!
DIGNIDAD MONTUVIA
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En este marco de luchas, logros y confrontación ideológica, se fue desarro-
llando y consolidando el proceso montuvio. No cabía la menor duda de que
el gobierno débil de Alarcón fue una oportunidad que supimos aprovechar
para fortalecer al pueblo montuvio. Había que luchar duro e ir resolviendo
los problemas de la gente. Solo con la verdad se construyen los procesos.
Así como Fidel mantuvo una buena relación con los Kennedy o con León, los
montuvios mantuvimos una buena relación con Alarcón en función de los
intereses que perseguía nuestro pueblo. En las calles, plazas y carreteros le
demostramos al gobierno de Alarcón que los montuvios no estábamos
jugando y que los diálogos establecidos en cuanto al programa rural de vi-
vienda tenían que concretarse, siempre exigimos de pie nuestros derechos,
nunca de rodillas, ¿que parte de esto no entendió la dirigencia cachafloja?
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84 DIGNIDAD MONTUVIA
PROGRAMA DE VIVIENDA RURAL:
TERCERA CONQUISTA EN EL
GOBIERNO DE ALARCÓN
DIGNIDAD MONTUVIA
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Había una vieja ley sobre programas de vivienda rural que nunca se había
aplicado en el país. Los recursos debían ser asignados por los municipios de
Guayaquil, Quito y otros, en realidad se adeudaban al ex Banco Ecuatoriano
de la Vivienda. Creamos las condiciones para que el gobierno se interese:
demandas, exigencias, marchas y concentraciones. La prensa dio importan-
te cobertura a estos eventos, nos habíamos ganado un espacio y un nombre.
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86 DIGNIDAD MONTUVIA
Hay que resaltar aquí que contamos con la solidaridad del ministro Die-
go Ponce, que ya se iba junto con Alarcón, pero que cumplió su palabra de
dar las disposiciones necesarias para implementar, en papeles, el Programa
Rural de Vivienda en el MIDUVI, con el compromiso nuestro de que en el
próximo gobierno lucharíamos por el financiamiento, como así efectiva-
mente sucedió en una masiva concentración en Santa Lucía, en donde más
de diez mil montuvias y montuvios estuvieron presentes, la que selló este
compromiso de lucha montuvia, a la cual la prensa dio amplia cobertura.
Muchos caciques y políticos se reían diciendo a la gente que esto era una
mentira. Yo los consolaba diciéndoles que eso dependía de lo que nosotros
hagamos. Creyeron en mí. La alegría de haber luchado juntos y haber logra-
do una nueva conquista era contagiosa. Lo dábamos por hecho cierto. Los
análisis no nos fallaban, las estrategias tampoco. Centenares de familias que
nunca habían tenido una casa de cemento soñaban con ese día.
DIGNIDAD MONTUVIA
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de la zona, quienes creían que la lucha montuvia era un peligro y los iba a
afectar, lo cual no era cierto; aunque políticamente era un despertar de la
conciencia colectiva del montuvio. Eran los tiempos en donde se le regalaba
un tiro a cualquiera. En nuestros pueblos se hacía justicia con la propia mano.
Así estaban las cosas a estas alturas del camino. Ya trabajábamos en las
comunidades la idea de autodefinirnos montuvios, regresar atrás a nuestras
raíces, a nuestra historia, para fortalecernos conceptual, mental y espiri-
tualmente, poder enfrentar al sistema y al mundo de las mentiras con las que
nos habían sometido, discriminado y empobrecido.
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88 DIGNIDAD MONTUVIA
Había muchas más comunidades en los recintos, pero aún estaban en etapas
de iniciación; eran clientelares y aún estaban en el proceso de recuperación
de la dignidad, de elevar los niveles de autoestima y de conciencia. Faltaba
empoderamiento, pero ya caminaban con nosotros. También había líderes
oportunistas, arribistas, hasta deshonestos, producto de la discriminación y
exclusión a la que fueron sometidos por otros grupos o autoridades.
DIGNIDAD MONTUVIA
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provinciales y algunos parroquiales. Todos los lunes, de todas las semanas,
de todos los meses, de todos esos años, salvo raras excepciones, planifica-
mos y accionamos la lucha montuvia. El colectivo tomaba las decisiones.
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90 DIGNIDAD MONTUVIA
AHORA TOCABA EL TURNO
AL QUE DECÍAN QUE SABÍA:
PRESIDENCIA DE JAMIL MAHUAD
Mahuad fue electo presidente del Ecuador. Mucho se rumoró que Alvarito,
el eterno perdedor, le ganó las elecciones con más de 300 mil votos, que
mañosamente roldosistas y socialcristianos, los negociaron con Mahuad a
cambio de curules en el entonces Congreso Nacional y el retorno del “loco
que ama”. Todos estaban contentos, por supuesto, menos Alvarito, quien fue
traicionado por su propia gente. Así se dijo en el país de los rumores.
DIGNIDAD MONTUVIA
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La lucha había que prepararla y volvimos a montar la estrategia. Nuestra
relación con la CONAIE empezó a fortalecerse. Antonio Vargas era un líder
muy abierto, no era sectario como ciertos dirigentes indígenas y pudimos
establecer una relación de respeto, más que todo de conocimiento sobre la
realidad del movimiento montuvio en la costa. Esto también nos permitió a
nosotros conocer a fondo al movimiento indígena, su cultura, sus fortalezas,
su cosmovisión, sus legítimas aspiraciones, sus derechos, pero también sus
debilidades, sus confusiones indigenistas.
Fue una gran experiencia la vivida con ellos, un pueblo digno, altivo, de
mucho honor y valor, aclarando que el pueblo montuvio jamás manejó ni se
benefició de un solo centavo de estos organismos internacionales, pero
¡cuánto ganamos con la rica experiencia del pueblo indígena! Aprendimos de
sus aciertos y también de sus errores para no cometerlos. Eran nuestro
espejo en el cual nos estábamos mirando siempre; obviamente, eran nues-
tros mejores aliados. El respeto y apoyo de Antonio al movimiento montu-
vio de la costa fue vital para sentarnos a las mesas de diálogo, establecidas
más adelante por el presidente Mahuad y después por Noboa.
En mi pueblo, Santa Lucía, se desarrolló como siempre una lucha al más alto
nivel. La bravura de los lucianos se puso de manifiesto en las carreteras otra
vez. Hubo un montón de heridos, lo que causó indignación en la población y
aquello dejó como resultado patrulleros incendiados, bienes destruidos,
perseguidos y retaliaciones; la población con altos niveles de combatividad
sacó en fuga a militares y policías.
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con raíces gualeñas de Manabí por mi abuela Aminta, vinceñas de Los Ríos
por mi abuelo Ignacio Alvarado Carbo y saquisilences del Cotopaxi por mi
abuelo Manuel Buenaño Cueva, una clara expresión de la diversidad cultu-
ral. Seguramente, mi ciclo como soldado del pueblo terminará sirviendo a mi
amado pueblo.
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La prensa nacional informaba los acontecimientos. La presión de las comu-
nidades en las oficinas provinciales del MIDUVI era asfixiante. Las autori-
dades querían controlar con el cuento. Ya era tarde. Las bases del movimien-
to estábamos encima de ellos. Tenían graves problemas y contradicciones
entre los grupos oligárquicos y dominantes “medio dueños del país”. Sintie-
ron de cerca la peligrosa unidad que se estaba forjando entre el Movimiento
Montuvio de la costa y la CONAIE. Empezaron a prestarnos más atención y
a sentir la necesidad de satisfacer la demanda del Movimiento Montuvio
Solidaridad. Conmigo era imposible, como lo fue siempre, lograr acuerdos
de tipo personal, por lo que tuvieron que ceder a nuestra demanda, lo cual
fue otro gran triunfo complementario logrado por la lucha de todas las ba-
ses y dirigencias del movimiento montuvio. Las calles, plazas y parques de
nuestros cantones en Los Ríos, Guayas y sur de Manabí fueron escenarios de
lucha y exigencia por la conquista de este programa para beneficio de los más
necesitados.
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94 DIGNIDAD MONTUVIA
Se construyeron las primeras seis mil casas, de un total de diez mil, en las
provincias de Guayas, Los Ríos y en Paján (Manabí). En ese tiempo, Santa
Elena era cantón del Guayas, donde también llegaron los materiales para
construir las casas: hierro, cemento, bloques, zinc. Obviamente, después de
este nuevo triunfo aparecieron, como ya era costumbre, los conocidos
avivatos que negociaban las casas en contubernio con algún acomedido bu-
rócrata del MIDUVI. Hicieron su agosto y estafaron a gente ingenua que, al
no saber ni conocer la lucha, ignoraban que el número de casas era limitado
para ese año. Pero salvo estas picardías propias de esa mala idiosincrasia, el
programa fue un impacto en la población montuvia, que una vez más pudo
comprobar que su lucha tenía resultados, que valía la pena, que era el único
camino que quedaba para ir poco a poco resolviendo sus problemas.
La gente estuvo muy contenta con su lucha y con la conducción correcta del
proceso. Estaban convencidos de que solo luchando podrían salir de la mi-
seria en que se encontraban, de la discriminación en la que estaban someti-
das y humilladas. Ahora creían más en la organización. Eran vencedores y
DIGNIDAD MONTUVIA
l 95
triunfadores. Tres conquistas seguidas eran una muestra de aquello: la Ley
de Condonación, el Programa de Semillas y ahora el Programa de Vivienda
Rural. Vencieron lo que parecía imposible. El proceso montuvio había em-
pezado, difícilmente podría detenerse o dividirse o diluirse, sencillamente
no, porque estaba construido con esa magia que produce el amor, la verdad
y los triunfos.
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96 DIGNIDAD MONTUVIA
21 DE ENERO DEL 2000,
LA CAÍDA DEL PRESIDENTE MAHUAD
Aquí recuerdo una frase parecida a la de Gaitán que utilicé en esos tiempos:
“Sígannos en la lucha. Acompáñennos en el esfuerzo. Si los traiciono, qué-
mennos”. La situación política empeoraba cada día. Las oligarquías tenían
que hacer alguna maniobra antes de que las cosas se les vayan de su control.
Mahuad era el blanco de las protestas, su cabeza tenía que rodar. Eso tran-
quilizaría al pueblo. Había que oxigenar la crisis. ¿Qué más podían hacer?
La agitación era tremendamente incontrolable, así que desde todos los me-
dios crearon las condiciones propicias para rodar la cabeza del gran tonto
útil, del que “sí sabía”. La dirigencia montuvia en todas las provincias empe-
zó a movilizarse y consultar con las comunidades si estábamos dispuestos a
luchar juntos con el movimiento indígena para derrocar al gobierno de
DIGNIDAD MONTUVIA
l 97
Mahuad, sin importar los peligros y los riesgos que ello significaba, sin des-
cartar la posibilidad de fallar en el intento, lo cual significaría persecución,
cárcel, o lo peor para la dirigencia. Sabíamos con certeza la existencia de
bandas paramilitares que estaban armadas en Guayaquil.
Recuerdo una anécdota en que un jefe policial me dio protección con varios
agentes en la Sociedad de Carpinteros, frente a una escalada de crímenes que
podían perpetrarse en la ciudad con el ánimo de caldear el ambiente. Dos
semanas vimos a los agentes policiales, a la tercera semana los sustituyeron
paramilitares con armas gruesas de asalto. Pese a ello, las bases y los
dirigentes con valentía y coraje aceptaron el reto y asumían toda la
responsabilidad de luchar hasta el final, sin dar un solo paso atrás. Este, sin
dudas, era nuestro primer serio compromiso de involucrarnos en un
derrocamiento popular cívico-militar, donde el pueblo montuvio asumía la
responsabilidad total de las acciones en las carreteras de la costa.
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98 DIGNIDAD MONTUVIA
estudiantes y comerciantes hacían esporádicas y modestas movilizaciones en
Guayaquil. En el campo costeño no pasaba nada.
Para luchar por el pueblo no hay que pedirle permiso a nadie. Asumimos
nuestra responsabilidad de luchar y así lo hicimos, le gustase o no a los otros.
Lo que nos importaba era el pueblo y pare de contar. Nosotros, con el tiempo,
habíamos adquirido una experiencia muy buena en ese sentido y es lo que
siempre practicamos, incluso en el periodo de la revolución ciudadana, en
donde nos discriminaban y nos excluían, pero ahí seguíamos, porque la lucha
por los cambios también era nuestra, hasta que la gente se cansó del
desprecio.
Para suerte nuestra, los tres pueblos más organizados de la provincia de Los
Ríos no estaban en la Panamericana o la vía principal, pero eso nunca fue un li-
mitante para ellos. Eran montuvios y montuvias muy valientes aquellos: Henry
Peña, Temístocles Ortega, Emma Contreras, de Ventanas; el obispo anglicano
Vicente Valero, de Quevedo; Lucho Laiedra, Grimanesa e Irlanda, de Pueblo-
viejo; César Delatorre y los mocacheños con Buenaño a la cabeza, hombres y
mujeres valientes de nuestro campo fluminense que se encargaron de cerrar las
carreteras desde la madrugada del lunes 17 de enero.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 99
De igual manera, los líderes y bases de los cantones del Guayas sobre quienes
recayó esa enorme responsabilidad de paralizar las carreteras de nuestra
provincia. ¡Cómo no recordar a Charlie Guevara, Santana, Manuel Chóez,
Lalo y su esposa Florvia Cedeño en el Empalme, donde su alcalde Zenón
Chica apoyó y participó en el cierre de carreteras de ese cantón!
Los diarios del país y de las provincias hacían conocer en grandes titulares
la participación del Movimiento Montuvio Solidaridad, en el cierre de ca-
rreteras que se dio en la costa. Los montuvios de Daule; de Nobol: Narciso
Rosado, Chela y su esposo, y Dominga Torres; de Pedro Carbo: Pablo Martí-
nez y Segundo Briones; Terencio Chóez y su esposa, en Isidro Ayora, junto a
la querida Olguita Alvarado, fueron un importante aporte en la dirección de
esta lucha por ese sector del carretero a Manabí, que permaneció en anar-
quía durante los cinco días que duró el cierre de la vía en el sitio Colimes de
Paján, con su líder, una mujer ejemplar en el pueblo montuvio de Manabí,
doña Paulina Matute, incansable luchadora de ese sector sur de Manabí,
quien durante 15 años combatió contra los enemigos externos e internos de
ese sector. ¡Cómo no recordar a Paulina y su esposo!, luchadores de la causa
montuvia; a la compañera Luzmila Gutiérrez y tantos más. Recuerdo
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100 DIGNIDAD MONTUVIA
a Artemio Quinde, al viejo Gallo; a Arsenio Parrales, de 24 de Mayo; a los
montuvios de Las Maravillas; César Constante, de Cascol; y tantos otros
importantes líderes del sur de Manabí.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 101
presentes en Quito se las endilgaban como propias de sus organizaciones
fantasmas, por supuesto que nuestra aclaración inmediata y pública se ha-
cía escuchar, especialmente las de Cecilia y Vicente Valero, quienes siempre
indignados reclamaban por ese plagio.
Días antes, Jorge Moreno se había reunido con nosotros. Nos hizo conocer
algunos pormenores de la situación y algunas propuestas que hicimos pro-
pias, como la conformación de un Consejo de Gobierno temporal, integrado
por un militar, un indígena y un representante de la costa, representante que
debía proponerlo el Movimiento Montuvio Solidaridad; propuesta que
inicialmente tuvo resistencia, pero eran nuestros montuvios los que estaban
peleando en las carreteras y nos habíamos ganado ese derecho.
Llegaba el tan esperado viernes 21 de enero. La tarde anterior, día jueves, con
miles de indígenas cercamos el Congreso, desalojamos a los diputados,
tomamos la Corte, la Contraloría, etc. No había marcha atrás.
Un conocido periodista de Radio Morena, Victor Hugo Poveda, en esa época buen
amigo nuestro, fue testigo de aquello y de los hechos que se dieron en torno a esta
candidatura de Carlos Solórzano Constantine. Coincidentemente, el periodista estuvo
presente en Quito, alojado en el mismo hotel que nosotros, por lo que cruzamos
información y criterios al respecto. Irremediablemente, el golpe cívico-militar se
daría al amanecer del viernes 21 de enero.
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102 DIGNIDAD MONTUVIA
Efectivamente, esa mañana, con apoyo de los militares nos tomamos el Con-
greso. Se armó la bronca e instalamos el Parlamento de los Pueblos desde la
mañana. Yo propuse a los 12 montuvios que estaban conmigo y los oficialicé
como parlamentarios del Movimiento Montuvio en representación de las
provincias de la costa, a la cabeza Cecilia Castro. Siempre confié en las mu-
jeres. A muchos dirigentes no les gustaba esto, pero yo seguí creyendo en las
mujeres; aunque después comprobé de manera reiterada, que por su condi-
ción de montuvias guapas, emocionalmente inestables, sin experiencia y a
falta de un sólido criterio político, eran presa fácil de la manipulación.
Las tensiones que se vivieron en esas horas fueron realmente críticas. Esa
madrugada, regresando del Palacio, caminamos por las frías calles de Qui-
to, con Cecilia y el compañero quiteño Ricardo Romero, de muy grata recor-
dación en el pueblo montuvio, quien a estas alturas se había convertido en
nuestro protector y guía. Esa noche, Cecilia y yo no dormimos. Nos ama-
necimos comunicándonos con los líderes de la costa. La información era
alentadora, estaban dispuestos a todo. Nadie había claudicado.
Hay un hecho que no podemos dejar de narrar, que aconteció tres días antes,
cuando unos emisarios del gobierno nos llamaron a una reunión y nos
ofrecieron un fideicomiso por un millón de dólares para el movimiento
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montuvio si es que levantábamos las movilizaciones y paralizaciones en la
costa. Querían dar la imagen de un paro exclusivamente indígena, esa era la
condición; estaban tratando de salvar lo insalvable.
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104 DIGNIDAD MONTUVIA
Impostergablemente, el relevo de Mahuad se tenía que dar, su cabeza tenía
que rodar, era el sacrificado por la partidocracia y las oligarquías de mi país,
pero el triunvirato propuesto sería pasajero. Eso era lo que se rumoraba.
Recuerdo a Jorge Moreno haciendo un análisis sobre esta situación en la
habitación del hotel donde estábamos hospedados. Las cosas estaban claras
desde hace días atrás. Alguien de los militares tendría que traicionar. Noboa
sucedería a Mahuad. Aquello ya no estaba a nuestro alcance. Para nosotros
era un suicidio denunciar el tongo, como lo recomendaba Jorge. Tampoco
había otra opción, así que el objetivo de derrocar a Mahuad se cumpliría sin
lugar a dudas. El resto del final de la historia era un hecho consumado.
Conversamos con Antonio. Este aseguró que Mahuad se iría y coincidió con
nosotros en que el resto era complicado y dependía de muchos factores.
Indudablemente, en esto estaba participando el viejo León, quien estaba
moviendo los hilos en el Alto Mando, tal como sucedió luego con la caída de
Lucio. Al final de la hora, Mahuad se fue y abandonó Carondelet. Junto con
el pueblo nos dirigimos hacia el palacio en una marcha multitudinaria. El
pueblo de Quito recién ahí se integró y salió a las calles.
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l 105
Realmente fueron jornadas agotadoras las que se dieron en Quito, pero esa
es otra historia que contar, porque las que se dieron en los cantones de la
costa fueron de sacrificio y mucha voluntad. Nuestra gente estaba empode-
rada y decidida a llegar hasta el final de la pelea. Los montuvios contaron con
el apoyo de la población urbana que salió solidariamente a las calles a
respaldar y comentar la lucha. Los hechos fueron de tal magnitud que los
compañeros de Baba con Nicolás Infante a la cabeza, recién desalojaron el
Municipio el domingo 23 en la mañana porque no estaban bien enterados de
que todo había terminado ya. Al amanecer del sábado, la comisión que estaba
en Quito también se puso a buen recaudo por las dudas y perdimos contacto
telefónico. Parecería un chiste, pero así sucedió en realidad. Por
equivocación, Cecilia, Valero, el balzareño y yo fuimos a parar a una finca
detrás del Pichincha, donde ni la señal de radio entraba.
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106 DIGNIDAD MONTUVIA
pueblo excluido, discriminado e invisibilizado por el poder y por la propia
sociedad, que les hacía avergonzarse de su identidad y su historia, prejui-
cios establecidos e impuestos por el sistema a través de la manipulación y la
discriminación.
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l 107
el gobierno de Noboa. Eso era lo que queríamos y por eso habíamos pelea-
do dignamente. Eso era más que cualquier puestito burocrático para algún
posterior malagradecido.
Así que esa noche, Moyano, Isabel, Cecilia, Gonzalito, Lucho Laiedra, Mo-
rante, Paulina, Ricardo, Otón, Irlanda, Grimanesa, el inolvidable Artemio
Quinde, Jorge Gallo —de Paján— y otros presentes en esa habitación, to-
mamos la decisión de cambiar la historia de nuestro pueblo, de asimilar el
ejemplo que nos estaban dando los indígenas con sus innumerables con-
quistas y más que todo con su dignidad. Esa noche alguien trajo una caña e
hicimos del cuartito de hotel nuestro lugar de reunión acostumbrado. Ana-
lizamos la situación hasta ese momento y vimos la posibilidad real de luchar
con todas nuestras fuerzas para crear un organismo similar al que tenían los
indígenas. Esa noche, Jorge Moreno lanzó la propuesta que a algunos les
pareció descabellada. Para mí era audaz y siempre la audacia fue nuestra
eterna compañera en la lucha.
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108 DIGNIDAD MONTUVIA
Lo tallé en la estructura mental de los líderes presentes. Lo fijamos en la mente.
Esa era la magia que siempre nos acompañó. Ahora había que proponerlo y
sustentarlo con todos los argumentos culturales, antropológicos, sociológicos,
históricos. No teníamos nada escrito, ni siquiera quién nos escriba. ¡Qué au-
dacia la nuestra! Ni siquiera estábamos reconocidos en la Constitución. Difícil
tarea, pero ya nada empezaba a ser imposible para nosotros.
Hicimos planes con quienes contábamos. Las mujeres siempre muy opti-
mistas hacían cálculos de todos los apoyos que tendríamos: “de la Casa de la
Cultura del Guayas, del patrimonio de no sé de qué, de las universidades,
etc.” ¡Qué entusiasmo le ponían nuestras compañeras! Al rato de la hora,
nadie en la costa apoyó. Ninguna institución quiso arriesgar por nosotros. A
los intelectuales de la costa que acudimos, timoratos nos negaron su apoyo.
No creían en nosotros. Esa era nuestra pobre sociedad ecuatoriana, derro-
tada, desalentada, mediocre, desmotivada, adorando ídolos de barro, con
excepciones, por supuesto.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 109
con Gonzalito Vera, acompañados de una Cristal, consagramos el juramen-
to con tanta emotividad que los dos lloramos de alegría porque sabíamos que
lo lograríamos y de rabia a la vez por la injusticia cometida, teniendo como
testigos la soledad del parque, la noche oscura de Quito y justo el sitio donde
inmolaron a nuestro viejo luchador.
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110 DIGNIDAD MONTUVIA
LUCHA POR EL CODEPMOC EN EL
GOBIERNO DEL PRESIDENTE NOBOA
Así nos lo revelaron funcionarios del gobierno de Noboa, quienes con buena
intención trataron que concentremos las propuestas en ayudas, programas
de capacitación, bonos, dádivas, etc., ya que según ellos eso era factible, no
así nuestro pedido, el cual consideraban justo pero demasiado ambicioso.
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l 111
Nuestra formación venía de la lucha popular, de la calle, del monte, salvo una
corta relación con el MPD en la lucha con los agricultores, excelente relación
de la cual guardamos gratos recuerdos y amigos. Analizamos los mensajes
del gobierno, fueron noches interminables de análisis sobre el tema. Algunos
compañeros titubeaban y flaqueaban. Algunos se fueron, se retiraron de la
lucha. Querían anteponer sus aspiraciones personales y asegurarse puestitos
burocráticos en las negociaciones, incluso un Ministerio. Todo para ellos,
nada para la gente. Obviamente discreparon conmigo, pero la mayoría confió
en mí y en los resultados que hasta ese momento habíamos obtenido de la
bronca permanente.
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parroquias y cantones que todos los fines de semana recorríamos. No había
la menor duda de que el pueblo montuvio había recuperado su dignidad. El
tigre dormido por largos años al fin había despertado y estaba levantado.
En las tarimas siempre les preguntaba: “¿Qué tienen los indígenas que nos
hace falta a los montuvios para conquistar el CODEPMOC? ¿Cojones no ha
de ser?” La respuesta colectiva era bravura y coraje, cada pueblo era una
trinchera, un escenario para decidir y levantar la bronca. Nuestro pueblo
había recuperado su valor, su coraje y su temeridad. La bravura había vuelto
a la sangre, fue la confianza que sembramos.
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l 113
Habíamos sembrado en su mente que el CODEPMOC era la solución a to-
dos los problemas que nos aquejaban, que las soluciones a nuestra pobreza
tenían que salir de nosotros mismos, desde nuestra propia realidad antro-
pológica, cultural, sociológica, psicológica, que necesitábamos ese pedacito
de Estado con recursos propios para crear nuestro modelo de desarrollo
desde una conceptualización y visión propia, desde un contexto cultural y
ambiental, respetando la cultura y posicionando la identidad.
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114 DIGNIDAD MONTUVIA
que apenas éramos y somos el 10 % del sector rural del litoral. No había por
qué temer. Nunca afectaríamos a nadie. Por el contrario, la organización
ayudaría a resolver el problema de la pobreza; sin pobreza no habría delin-
cuencia, migraciones, drogas o sicariato. En realidad, solo eso queríamos:
desarrollarnos económicamente sin perjudicar ni incomodar a nadie, sin
quitarle nada a nadie.
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lucha. Era evidente que cierta dirigencia de la CONAIE no quería otro con-
sejo de desarrollo para los montuvios. Estaban pensando desde hace tiempo
incorporarnos al CODENPE de los indígenas y obviamente fortalecer con
nosotros su presencia en la costa. Esto no tenía nada de malo, pero nosotros
éramos una realidad cultural diferente, incluso geográfica, y no se puede
homogenizar la diversidad ni tampoco las soluciones, así que otra vez está-
bamos solos como al inicio.
Ya nos habíamos acostumbrado a luchar siempre solos. Nada nos detendría ya.
La decisión se estaba tomando en todos los cantones y provincias. La prensa así
lo hacía conocer en grandes titulares. La lucha había empezado. Alcaldes como
Lucho Palma y Bonifacio Morán, de Palestina y Vinces, respectivamente, muy
queridos por el pueblo montuvio, apoyaron incondicionalmente esta lucha de
nuestro pueblo en esa parte del Guayas y Los Ríos —con recursos y personal-
mente— por eso el pueblo los vuelve a elegir y los lleva en su corazón. Después
de los mencionados, no hubo más apoyo de burgomaestres. No comprendían
nuestra lucha y hasta ahora no la entienden.
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por la creación del CODEPMOC. Miles de montuvios, hombres y mujeres de
Vinces, Baba, Palenque, Guare, La Isla, Catarama, se daban cita en la carre-
tera del cantón Puebloviejo, desde muy tempranas horas de la madrugada
para cerrar esa importante vía Panamericana que une Quito con Guayaquil.
Hermosas montuvias, valientes y dignas, como Emma Contreras, Jacinta
Morales, Rosa Acosta, Cecilia Castro y su hermana Zoila, Grimanesa, Ir-
landa, Carmen Rocafuerte, Rosa Blanca Manzaba, Ninfa Zarate y miles de
hombres y mujeres riosenses que dejaron bien sentada la presencia montuvia
en esta lucha desigual contra un gobierno indolente, cuyo vocero oficial, el
Dr. Marcelo Santos, secretario de la Administración Pública, pregonaba a los
cuatro vientos que “estaban midiendo fuerzas con el pueblo montuvio”.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 117
en ese sitio en su lucha permanente por lograr justicia social para los mon-
tuvios agricultores de la zona, que lo único que pedían al gobierno, ante su
indolencia e inoperancia para resolver los problemas del agro costeño, era la
creación de un pequeño espacio público propio, que desde su cosmovisión y
las ciencias endógenas garantice su anhelado desarrollo y progreso. Eso ha
sido siempre lo único que hemos pedido y seguiremos pidiendo. No quere-
mos que nos regalen nada ni que nos traten como mendigos.
Todos los proyectos que se habían ejecutado en el campo con recursos del
BM, del BID, de las ONGs, habían fracasado. No tenían idea de qué hacer,
mucho menos cómo y a los gobiernos les interesaba sostener la pobreza. Con
la pobreza se nacía y se moría en nuestra campiña. No existía ni existe justicia
social en el agro, por lo tanto, las montuvias y montuvios estaban plenamente
convencidos de que los únicos que podían solucionar los problemas del agro
costeño era su propia gente, desde un concepto propio y diferente a la vez.
Desarrollar desde sus alternativas y experiencias dadas a lo largo de tantos
años, conocimientos que no los conoce nadie mejor que la misma gente.
Definitivamente, los burócratas y tecnócratas del Estado no logran asimilar
esta realidad. Sus intereses personales no conjugan con los intereses
colectivos de las comunidades organizadas.
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Lino Quijije, de Colimes, y cientos de montuvios y montuvias cerrando esa vía
principal como única forma de ser escuchados. Charlie Guevara (El Empalme)
con Santana, Florvia Cedeño, su esposo Lalo, Zenón Chica, Manuel Chóez y
otros líderes de ese cantón, mantenían una lucha sin cuartel en esa cabecera
cantonal. Durante dos semanas mantuvieron fuertes enfrentamientos con la
fuerza pública y por último con el batallón especial de comandos de Quevedo,
que tuvo que intervenir en la segunda semana de paralización para poder des-
alojar a los montuvios de las carreteras de El Empalme.
Las noticias que durante dos semanas recibimos de Paulina Matute, Arse-
nio Parrales, Yanchapaxi, Delgado, Palermo y toda la dirigencia del sur de
Manabí, era de que ya no aguantaban la presión; el cansancio y el sueño ha-
cían presa fácil de los montuvios mal comidos y agotados en las carreteras.
Las ollas y hornillas eran destruidas por la policía, la cual hostigaba y no les
daba tregua ni descanso, las montuvias estaban exhaustas.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 119
Zarate, haciéndole honor a su descendencia revolucionaria de la Ñata Ga-
marra. En aquel tiempo, en Guayaquil, no había condiciones políticas ni
sociales para la realización de la huelga de hambre. Habíamos visto el que-
meimportismo de su gente frente a estos eventos, a más de que la huelga de
hambre estaba desacreditada por otros sectores que las realizaban de manera
irresponsable, quienes burlándose de tan alto nivel de lucha solían comer en
las noches, desprestigiando la medida de hecho. Lamentablemente, no
existían las condiciones para realizarla en Guayaquil, no contábamos con el
apoyo ni la solidaridad de nadie ni íbamos a tener el impacto político-social
que necesitábamos.
Pablo Morán y Alex Gutiérrez, con quienes analizábamos juntos las diversas
situaciones, me advertían que la huelga fracasaría, que medidas extremas
como estas solo eran posibles en personas con convicciones políticas e ideo-
lógicas al más alto nivel, que los montuvios no estaban en capacidad de ha-
cerlo. Pablo y Alex no conocían a profundidad los resultados psicosociales
del proceso montuvio. Ellos no participaron directamente en la lucha. Ze-
nón y yo sabíamos que era posible. Teníamos que probarnos y la revolución
de los montoneros no era fábula. La presión y responsabilidad sobre mí era
enorme, era la lucha por la dignidad. La gente de la costa se solidarizaba en
gran manera y empezó a identificarse plenamente con nuestra lucha, a sentir
que también eran parte de esa identidad, de esa cultura.
Había que tomar la decisión. Tenía la suerte loca de que a mí me dejaban esta
clase de decisiones, las más difíciles. Era solo yo con mi verdad. Los lunes
tenía que presentarla y sustentarla con argumentos irrefutables. Me
mandaban a construir verdades absolutas (temporales), así fue como apren-
dí a construir pensamientos que ellos finalmente entendían, aprobaban y
compartían la responsabilidad. Confiaban en mí y siguen confiando en mí,
¿cómo no voy a ser leales a ellos? Si es lo más trascendente que ha ocurrido
en mi vida pública. Gracias a ellos tuve la oportunidad de hacer algo por la
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120 DIGNIDAD MONTUVIA
vida al haber aportado al proceso de unidad latinoamericana y por supuesto
a mi país. Lamentablemente, los gobiernos se opusieron a la independencia
económica de los pobres del campo.
Ellos creyeron que era una novelería que no duraría una semana. ¡Cuán
equivocados estaban! No conocían que nuestra gente venía de un largo pro-
ceso de lucha y de todo lo que éramos capaces de enfrentar y resistir. Hubo
demostraciones de solidaridad realmente increíbles por parte de la pobla-
ción quiteña. La prensa que hacía noticias en el Congreso se solidarizó y nos
dio amplia cobertura. Los estudiantes, los taxistas, los comerciantes, todos
daban muestra de mucha empatía y solidaridad para con el pueblo montu-
vio. Incluso la policía, quienes de sapos haciendo inteligencia pasaron a ser
solidarios y simpatizantes de nuestra lucha, con cuyos superiores y tropas
entablamos una franca y positiva relación, porque al final estuvieron ayu-
dándonos en todo lo que pudieron y estuvo a su alcance.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 121
El apoyo de los congresistas no se hizo esperar. Hubo demostraciones de
simpatía y solidaridad, aunque a algunos dinosaurios de la política nunca les
interesó nuestra suerte y más bien nos miraban con desprecio. A Zenón Chica
se le ocurrió poner un ánfora para recoger dinero para los gastos que
demandaba la lucha. Todas las noches, cuando sacaban el dinero, había sufi-
ciente para apoyar los gastos de alojamiento y comida de cientos de montuvios
y montuvias que con Isabel Mosquera, Carlos Moyano, Cecilia Castro, Gonza-
lito Vera, Bernardo Reyes, Yanchapaxi, Delgado, semanalmente llegaban los
martes y nos acompañaban hasta el jueves, alentando, gritando todo el día y
gestionando con los diputados para que se arme una comisión desde el Congre-
so Nacional y establezca un diálogo directo con el presidente Noboa.
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122 DIGNIDAD MONTUVIA
tra huelga de hambre instalada en Quito. Hubo alcaldes, dueños de pila-
doras y de camiones, quienes entusiastas y solidarios, hacían esta tarea de
bloquear por algunas horas las vías. Otros ciudadanos como Marcial Rivas,
de Daule, con sus volquetas y equipo caminero, lo hacían porque se identifi-
caban plenamente con la causa montuvia. Era su causa.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 123
cionaria. Blanca Rosa tuvo una complicación en las vías urinarias, pese a ello
no se retiró, valiente mujer montuvia comprometida con la causa. Los
varones estaban con un increíble estado de ánimo. Jobito era el más vaci-
lado de todos. Las bromas siempre recaían sobre él. Todos tenían un alto
nivel de conciencia que habían adquirido en la lucha. El profesor Franklin
Cuenca, de El Empalme, que apareció como él decía: “con todas las ganas,
mucho entusiasmo y dispuesto a morir”.
Raúl era el más flaquito de todos, pero su fortaleza mental y espiritual era muy
evidente. Fue el primero que se arrancó el suero. Fue el primero que sufrió las
consecuencias de la huelga. Habían pasado 23 días y la huelga de hambre había
hecho sus estragos, sin embargo, él resistió con coraje y nunca se quejó. Zenón
Chica, como médico, pudo detectar a tiempo el peligroso estado de salud que
estaba atravesando nuestro valiente compañero Raúl, cuyo ejemplo servirá para
que los jóvenes valoren lo que significa el compromiso y sacrificio con la causa,
con su gente y con la historia. Él aún sufre los estragos de la huelga. No tuvo el
tratamiento médico oportuno, pero sigue de pie en la lucha.
Por eso escribí este ensayo, para que el pueblo conozca el valor y honor de su
gente y se sienta orgulloso de ellos, gente humilde que dio todo por resolver
el problema de la pobreza en el agro que hoy sigue azotando nuestros
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124 DIGNIDAD MONTUVIA
campos. Lamentablemente, los “socialistas” del siglo XXI les quitaron a las
comunidades los recursos del Presupuesto del Estado, frenaron nuestro
avance, detuvieron el proceso económico, paralizaron la agroindustria co-
munitaria, malograron los planes y programas de desarrollo, destruyeron la
institución pública de desarrollo CODEPMOC, hicieron todo lo posible por
destruir el proceso montuvio. Lo lograron, lo detuvieron.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 125
La huelga se desarrollaba con mucha disciplina. Solo a la audacia se le pudo
ocurrir llevar al montuvio a un lugar inhóspito, fuera de su natural hábitat, a
cumplir una huelga, a morirse de hambre y de frío. Todos conocían estas di-
ficultades, realmente las condiciones climáticas nos eran desfavorables, pero
las condiciones y ambiente político eran únicos. Esto también lo sabían todos.
Fuimos los primeros que nos levantamos de las mesas de diálogo con el gobier-
no de Noboa y se puso al descubierto que los resultados obtenidos eran de tipo
personal, y no colectivos. Muchos líderes indígenas que nos visitaron, así nos lo
hicieron saber y demostraron su solidaridad con nuestra causa.
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126 DIGNIDAD MONTUVIA
tra gente. Era gente de honor, valor, compromiso y sacrificio, solo debía diri-
girlos con sabiduría. Ahí radicaba el éxito de la misión, eso exactamente hice.
Una frase que nunca olvido fue expresada telefónicamente por Nicolás In-
fante, de Baba: “Dígales que si se levantan y abandonan la huelga, por acá ni
vengan esos cabrones, que se vayan a vivir bien lejos de Baba”. ¡Qué disci-
plina y compromiso de los huelguistas! Estaban dándonos ejemplo de lo que
es, o como debe ser un hombre comprometido con una causa, con su pueblo.
Era un grupo valeroso, revestido de honor y por sobre todo de dignidad.
Nunca les podía fallar, sabían que los amaba.
Otra frase expresada por Constante era regocijante pero lúgubre: “Cuando
Noboa vea que un huelguista murió, tendrá que firmar el decreto”. Todos
riendo se miraban entre aturdidos y asombrados por la ocurrencia de César
Constante, de Cascol, pero sabían que sus palabras eran ciertas. Lo que más
los estimulaba era cuando me preguntaban si con el CODEPMOC tendría-
mos el desarrollo anhelado, piladoras, fábricas, tractores, cosechadoras, si-
los, cooperativas de ahorro y crédito, exportaciones, etc. Yo ahí me desataba
y les probaba con ejemplos demostrativos que sí tendríamos todo lo que nos
hacía falta para desarrollarnos como pueblo. Hablaba horas de horas con
ellos, creían en mi palabra, tenían fe en la lucha, estaban convencidos de que
el CODEPMOC era la clave para su progreso. Ellos y yo estábamos
conectados, yo creía leer sus mentes y ellos la mía. Era una conexión total,
no había espacio para trampas. ¡Qué experiencia la vivida!
DIGNIDAD MONTUVIA
l 127
¡Cómo no voy a amar y ser leal a ese pueblo que creyó y confió en mí! Por eso,
después no permití que las confusiones y manipulaciones externas, más que
cualquier otra cosa, hicieran fracasar nuestro sueño. Siempre lamenté, a
veces hasta maldije, esa infantil división que alejó a varios de estos valien-
tes huelguistas de los beneficios del proceso y de la institución que crearon.
¡Cuánto daño hizo la maldad del poder y el desconocimiento de nuestra
propia gente! Fue el poder el que perversamente utilizó la ingenuidad, espe-
cialmente en la década correísta. Todos sentimos y estamos conscientes de
los efectos nefastos que produce el odio, a más de cáncer; solo con amor hay
buen vivir. Por eso amé intensamente la lucha y todo lo que ella representa,
solo con la verdad se puede vivir en paz consigo mismo y con los demás.
Así pasaron las noches y los días. Noboa, tozudo, no daba su brazo a torcer.
El acoso a los huelguistas fue permanente. Una noche llegaron unas dulces
monjitas a rezar con los huelguistas, les daban las bendiciones y debajo de
las cobijas les dejaban los sánduches para que coman. Había tres cámaras
con infrarrojo, instaladas de frente y al costado derecho que controlaban toda
el área de los huelguistas; querían tener evidencias de que comían.
¡Imagínense la noticia al día siguiente! En ese mismo instante, la policía de
guardia, una vez que observó que los huelguistas no comieron y arrojaron a
la basura los sánduches, nos revelaron que habían sido mujeres policías
disfrazadas de monjas, historia que se repitió noches después con dos curi-
tas quienes después de rezar les dejaron en la parte de atrás de una columna
del edificio unas 10 tarrinas con pollo, abiertas para que huelan y tienten a
los huelguistas. Lo que no sabían “los curas” era que los huelguistas ador-
mecieron el páncreas y no sentían hambre; estaban tan empoderados de la
huelga, de su compromiso, que sabían que si comían, tiraban por la borda
toda la lucha de un pueblo que confiaba en ellos. Sus mentes estaban pro-
gramadas para vencer todos los obstáculos, poseían una voluntad de acero,
una confianza increíble, una solidez mental y espiritual digna de resaltar.
Definitivamente sabían lo que significaba el compromiso con su pueblo, el
deber y sacrificio. ¡Qué experiencia única nos tocó vivir!
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128 DIGNIDAD MONTUVIA
El Congreso Nacional, con diputados como Juan Manuel Fuertes, Mario Touma
y Bolívar Sánchez, empezó a cabildear con el presidente Noboa la salida a este
conflicto. Los montuvios habían convertido el Congreso en una gran tarima, en
un gran escenario que había despertado solidaridad y admiración en la costa y
en la sierra, situación embarazosa para ciertos bloques del ex Parlamento. Se
creó una comisión de diputados para que busque una salida rápida al problema.
La huelga también empezaba a incomodar al Congreso.
Cumplidas las tres semanas de huelga, hicimos una jugada magistral pla-
nificada con antelación. Ingresamos cien montuvios más que llegaron en la
madrugada a integrarse a la huelga. Ese fue un espectáculo digno de recor-
dar porque engañamos al gobierno y a sus aparatos de inteligencia que nos
esperaban en Carondelet, donde habían acordonado toda la zona para que
no entremos a la Plaza Grande. Habían caído en la trampa, en la madrugada
les aparecimos por la parte de atrás del Congreso con dos buses llenos de
gente, traídos desde todas partes, especialmente de Paján, Cascol y Jipijapa.
Allí estaban Otón Yanchapaxi, Bernardo Reyes y Delgado, a la cabeza Carlos
Moyano y Gonzalo Vera con su gente de Guayas y Los Ríos, una planifica-
ción estratégica diseñada con éxito. ¡Oh sorpresa para la chapería que en la
mañana se afanaba en cercar el Congreso cuando ya desde la madrugada es-
tábamos adentro! Misión cumplida por Otón Yanchapaxi y Ángel Delgado.
Así es la dirigencia digna del pueblo montuvio, sin limitaciones.
Recuerdo que Otón y Delgado, para llegar a Quito, alquilaron dos buses sin
tener un centavo; me llamó la dueña de los vehículos para confirmarme si al
llegar a Quito yo pagaría los buses, sin pensar le confirmé que sí, aunque
nunca tuvimos el dinero para pagar, pero el objetivo se cumplió. Era la es-
trategia montada, esa no podía fallar.
DIGNIDAD MONTUVIA
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El tiempo se nos estaba acabando. Raúl estaba poniéndose muy mal, Zenón
me lo dijo, su vida estaba en mis manos y no podía fallarle, tampoco le podía
fallar a mi pueblo. Esto lo entendieron muy bien Otón Yanchapaxi y Ángel
Delgado, montuvios despiertos de Paján, sobre quienes recayó la
responsabilidad de movilizar a los cien nuevos huelguistas a Quito, audacia
que nunca olvidaremos. No tuvieron límites para cumplir su misión, fueron
momentos muy tensos, parecía nuestra última jugada; definitivamente era la
última semana de huelga de hambre, todos confiaban en mi dirección y le
ponían fe a lo que hacíamos.
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130 DIGNIDAD MONTUVIA
Es el recuerdo de su total confianza en mi dirección lo que siempre alimenta
nuestro espíritu para nunca traicionar ni vender nuestros sueños. El dinero
y el poder no nos corrompieron jamás. Lo hemos comprobado decenas de
veces, pese a que es de lo que más nos acusaban nuestros detractores y el
gobierno de Correa, quien con todos sus fiscales, jueces y Contraloría nos
persiguieron diez años, sin que nunca nos hayan podido probar ni un solo
acto de corrupción, ni de perjuicio al Estado, ni a las comunidades.
La diputada Elsita Bucaram, también solidaria, nos apoyó, incluso con ho-
teles y comidas para que los cientos de montuvios y montuvias que sema-
nalmente llegaban a apoyar y agitar en las barras tuvieran donde dormir.
¡Cómo olvidar esos gestos humanistas! Seríamos mal agradecidos si no lo
escribiéramos en estas páginas, la solidaridad no tiene color ni banderas.
Una vez, la niña Elsa pasó por nuestra concentración en la plaza San Fran-
cisco, pero yo no la divisé, no supe que era ella. ¡Cuánto lamenté no haberle
agradecido públicamente sus innumerables gestos de solidaridad ante más
de 12 mil montuvios del litoral presentes en uno de los tantos actos!
DIGNIDAD MONTUVIA
l 131
de nuestro pueblo, Pedro y Luis Almeida Morán, quien religiosamente al
final de la tarde nos llevaba aguas aromáticas para que los huelguistas ca-
lienten el estómago. Lo hacía todos los días, oportuna solidaridad de esa
mujer montuvia; siempre recordamos su noble gesto.
Salimos victoriosos con los diputados y Zenón, a dar las buenas nuevas a los
compañeros huelguistas que esperaban ansiosos nuestro regreso. Ha-
bíamos conquistado el CODEPMOC, ese fue nuestro triunfo producto de la
lucha, no como unos cabezones izquierdosos, burócratas de turno en el
gobierno de Correa, desinformaban de mala fe, diciendo que los consejos de
los pueblos eran dádivas de los gobiernos de derecha. No señor burócrata,
comunista de papel, disculpando su desconocimiento de la realidad, estas
fueron luchas al más alto nivel y fueron importantes conquistas del pueblo
montuvio, logradas con mucho esfuerzo, incluso sacrificios, como también lo
logró el pueblo indígena con su lucha.
Así finalizó una de las últimas huelgas de hambre realizadas por un colec-
tivo humano digno, que jamás claudicó, que jamás sucumbió, que jamás se
doblegó, que jamás titubeó, que jamás se rindió ante las presiones ni ten-
taciones. Fue un verdadero récord nacional de 25 días de huelga de hambre
con muchísimos detalles y anécdotas de bravura, de coraje y rebeldía, los
cuales serán recogidos por la historia. Esta página brillante escrita por quince
bravos del agro montuvio, dignos y capaces de cumplir una huelga de hambre
histórica, con ejemplo de valor y sacrificio es un verdadero legado para
nuestras actuales y futuras generaciones.
Así son los compromisos que el hombre asume con la sociedad, con su pue-
blo, con su familia, con la patria, compromiso y sacrificio. Así se conquistó
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132 DIGNIDAD MONTUVIA
el CODEPMOC, con dignidad, coraje y honor, amparados en el derecho in-
ternacional, como el Convenio 169 de la OIT, del cual Ecuador es suscriptor.
También, sustentado en los miles de estudios e investigaciones realizados
sobre la pobreza rural en América Latina, muchos publicados por la CEPAL,
los cuales corroboran que solo los pueblos organizados, desde su cosmo-
visión propia, desde las ciencias endógenas y experiencias desarrolladas,
pueden resolver los problemas de su pobreza. Hay resultados de aquello. Los
gobiernos no están en la capacidad de asimilar esa cosmovisión de los
pueblos y sus especificidades desde un contexto cultural y ambiental; ade-
más de que no hay la voluntad política para resolver el problema, más bien
se pone en evidencia toda una intención perversa de sostener la pobreza
rural y hacer que los pobres se vuelvan dependientes del Estado a través de
políticas asistencialistas y dádivas, las que resultan un alto costo para el
Estado.
DIGNIDAD MONTUVIA
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EL CODEPMOC, UN PARTO DOLOROSO
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134 DIGNIDAD MONTUVIA
las realidades son diversas; es obvio entender que las soluciones están den-
tro del contexto cultural y ambiental de esos pueblos, en su cosmovisión
propia, en las experiencias que las comunidades han desarrollado a lo largo
de su vivencia, en sus fortalezas, en sus conocimientos, en sus habilidades y
destrezas desarrolladas. Eso lo sabíamos Zenón y yo, pero los tecnócratas y
burócratas del Estado no lo entendían.
Para esto fue creado el CODEPMOC, para que sea el propio pueblo montuvio,
desde su cosmovisión, desde las ciencias endógenas, los que resuelvan los
problemas de la pobreza rural. Unos pocos dirigentes creían al inicio que el
CODEPMOC era una institución pública como cualquier otra, que “había que
cuadrarse pronto porque de esta no hay otra”; típicos criterios del hombre me-
diocre sin compromiso, que solo busca el bienestar personal. Así, lamentable-
mente, piensa un importante segmento de la sociedad ecuatoriana.
Estos fueron los pocos que se alejaron del proceso y más tarde los gobiernos
los convirtieron en acérrimos detractores; pero de lo que sí estábamos se-
guros y convencidos era de que esa institución tenía que servirnos para de-
sarrollarnos, de eso no quedaba la menor duda. Yo estaba seguro de aquello
y tenía un importante criterio teórico al respecto. Sabía la importancia del
capital social y de los grupos humanos; sabía que ahí estaba una parte del
problema y también la solución, pero no sabía la carpintería para aplicarlo,
ni existía el lenguaje para explicarlo. Tuvimos que inventarlo más adelante,
así que había que hacer algo y pronto.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 135
Eso fue lo que hicimos y nos dimos cuenta en ese momento de que teníamos
un serio problema, ya que tanto la dirigencia como los profesionales, a
excepción de Zenón y yo, no sabían cómo hacer desarrollo social, mucho
menos desarrollo económico desde las ciencias endógenas, desde una cos-
movisión propia, la cual ni siquiera estaba construida. Todos éramos vícti-
mas del sistema educativo con modelos importados, estafados por una uni-
versidad emisora de títulos sin el debido respaldo científico ni tecnológico, a
lo mucho había conceptos de asistencialismo que nada tenían que ver con la
solución. Realmente este fue nuestro primer problema, por lo tanto, de-
cidimos que el Dr. Zenón Chica sea el primer director ejecutivo de la ins-
titución, el cual fue elegido por unanimidad por sus conocimientos y expe-
riencia, aunque no puedo omitir el hecho de que había al inicio un respaldo
mayoritario para Isabel Mosquera, el que yo me encargué luego de disuadir
por una ética mal entendida en nuestra sociedad, ya que ella era mi cónyuge
en esa época.
l
136 DIGNIDAD MONTUVIA
operando en ese conglomerado social. Simplemente, no les interesó la mon-
tuviada y no daban un peso por ella, nunca se percataron de lo que estaba
sucediendo. Estábamos construyendo un pueblo en medio del fragor de la
lucha publicada en grandes titulares y en todos los medios. Habíamos inte-
grado a los montuvios e iniciado el proceso de recuperación de su identidad;
solo faltaba el posicionamiento que llegó más tarde con Montecristi: todo un
proceso construido por la propia gente.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 137
A inicios del año 2000 ya teníamos ese pueblo y ahora también teníamos el
CODEPMOC. Había que fortalecer el proceso, mejorar sus contenidos desde
nuestra conceptualización y visión propia; eso exactamente hicimos. Fueron
seis meses difíciles al inicio, puesto que había una tenaz resistencia del
gobierno de Noboa, especialmente del secretario de la Administración
Pública, Marcelo Santos, en aceptar mi presencia dentro del Movimiento
Montuvio. Sabían perfectamente de mi consistencia política sólida, com-
prometida y de amor con los sectores empobrecidos. No tengo afiliación
partidista ni hago militancia política con nadie; soy y vengo de la lucha po-
pular: la calle fue mi formación, luego el monte y por último mi conciencia
—que yo formé.
Marcelo Santos supo después que lo único que queríamos era construir un
agro sin exclusión ni dependencia, donde la riqueza que generáramos los
pequeños productores sea equitativamente nuestra; solo eso perseguíamos y
aún seguimos persiguiendo lo mismo. No queremos perjudicar ni quitar
nada a nadie, pero los políticos le tienen temor a lo desconocido. “El lideraz-
go de Lucho Alvarado es fuerte, radical, demanda cosas imposibles de cum-
plir para el gobierno, no hay cómo darle espacio”, expresiones de Marcelo
Santos a algunos diputados que intercedieron a nuestro favor. Fueron me-
ses de fuertes presiones que sufrió el Dr. Chica tratando de lograr acuerdos
con Santos porque mi presencia en el movimiento era inevitable. Además,
por mi naturaleza montuvia de constructor y conductor del proceso no me
podían hacer a un lado, y desaparecer del movimiento era imposible.
Definitivamente, las trabas y obstáculos que Zenón tenía que salvar eran muy
difíciles. No hubo colaboración por parte del gobierno para estructurar el
CODEPMOC; la situación en la que se encontró Zenón Chica era muy
complicada y tampoco yo podía echarme a un lado puesto que era el cons-
tructor natural del proceso. Sabía lo que teníamos que hacer, sabía lo difícil
que era, así que echarme a un lado significaba liquidar el proceso y no es que
desconfiara de Zenón, pero el liderazgo natural en el pueblo montuvio lo
ejercía yo.
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138 DIGNIDAD MONTUVIA
Hacerme a un lado hubiese sido una imperdonable irresponsabilidad y un
irreparable error histórico, sencillamente no existiríamos como pueblo. Al
doctor no le quedó otra opción que hacer lo que intentó hacer luego de tanta
presión sufrida; era lo correcto desde su punto de vista, aunque yo no lo
compartía ni lo podía aceptar, pero siempre lo comprendí. Por eso, nunca
dejaré de reconocer en este libro la corta pero importante presencia de Zenón
Chica en esta lucha por la dignidad montuvia; su presencia fue un valioso
aporte al proceso y su pérdida muy sentida.
El consejo transitorio que dirigió el Dr. Chica duraba en sus funciones seis
meses, los que ya se habían cumplido, por lo tanto, el pueblo montuvio re-
solvió proponer otro director ejecutivo para el consejo nacional definitivo.
Los consejeros también fueron elegidos por el pueblo montuvio, en votación
popular y democrática, en cada capital de provincia, los que duraban en sus
funciones cuatro años de acuerdo con su ley.
Era gente sencilla, sin poses de dioses ni déspotas ni vanidosos, ni nada pa-
recido a los “revolucionarios” de hoy. Fueron ellos quienes siempre ayuda-
ron a sensibilizar a los gobiernos y autoridades de turno para que nos dejen
avanzar libremente por el sendero de lucha que habíamos trazado en la bús-
queda de justicia social y libertad para construir nuestro propio futuro; fue
muy importante su solidaridad política al proceso montuvio, sin olvidar a la
niña Elsita Bucaram, quien desde el Congreso, en los momentos cumbres de
la lucha, supo defendernos y apoyarnos abiertamente, sin que tengamos
ninguna vinculación ni relación política con su partido. Es de hombres ho-
nestos saber reconocer este apoyo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 139
Fue Manuel Marún quien interpuso su excelente gestión ante el presidente
Noboa y preparó el escenario para que en la parroquia Caracol, Isabel
Mosquera se luciera con un fogoso discurso ante Gustavo Noboa, presente
en la inauguración del carretero de esa localidad y propusiera el nombre de
Cecilia Castro, oriunda de esa parroquia, como la nueva secretaria ejecutiva
de nuestra conflictiva institución. En ese tiempo, este nombramiento le co-
rrespondía al presidente de la República. Después, hicimos la reforma para
no depender más de los gobiernos.
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140 DIGNIDAD MONTUVIA
nosotros, alimentados desde el gobierno o desde sectores interesados en que
no avancemos y otros que intentaban pescar a río revuelto, como fue el caso
de tecnócratas oportunistas que ni idea tenían del proceso montuvio. Debo
aceptar que los dirigentes tampoco lo tenían.
Puedo asegurar que entre los dos grupos que inicialmente se distanciaron,
era gente totalmente sana que fue presa fácil del odio y sentimientos propios
del submundo cultural heredado del neocolonialismo, actitudes infantiles
que hoy recordamos con mucha pena. Las bases regresaron a su organi-
zación madre, pero la dirigencia siguió su camino equivocado, siempre a
órdenes del gobierno de turno, lo que nos causó mucho daño.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 141
Nunca dejaremos de recordar estos hechos tristes en la historia del pueblo
montuvio porque fue la primera experiencia en este tipo de conflictos inter-
nos; experiencia que nos sirvió mucho en los años posteriores y fue nuestra
gran escuela para aprender qué hacer en los siguientes años difíciles que nos
tocó vivir como pueblo y como institución. Gracias a esas valiosas expe-
riencias es que supimos asimilar, sortear y vencer todos los obstáculos que
desde el poder nos pusieron en el camino. Gracias a ese conocimiento, a esa
vivencia y a esa experticia, nunca nadie ni nada pudo vencer la férrea unidad
de la organización madre de los montuvios: el Pueblo Montuvio del Ecuador.
Una lección que nunca quisimos aprender fue: “Tener cuidado, ser tinoso y
desconfiado con los dirigentes jóvenes formados en el proceso”. Nunca qui-
se aceptar que nuestros jóvenes, como el resto de juventud del país, eran dé-
biles, frágiles y sin compromiso, por eso las traiciones siempre se repitieron,
pero hay honrosas excepciones. Vencimos todos los obstáculos, incluyendo
los nuestros que fueron los más difíciles y los más complicados de vencer;
terminamos ahogando al mediocre y tonto que llevábamos adentro, pero
faltó trabajar un poco más en la mente y alma de los jóvenes, esculpirla,
templarla al fuego y al calor de la lucha. Lamentablemente, vino el rompi-
miento. Fue nuestra primera experiencia.
Lo que nunca nuestro pueblo y la opinión pública entendió bien es cómo una
dirigencia joven —porque todos éramos jóvenes— con altos niveles de en-
tendimiento y comprensión del difícil proceso que estábamos construyen-
do pudo caer en la trampa de manera tan ingenua. La única respuesta que
siempre encontramos es que definitivamente los niveles de conocimiento
científico sobre la política y la condición humana son imprescindibles para
fortalecer la conciencia política de los líderes.
Las nuevas generaciones deben entender que cuando se quiere volar, las alas
son el conocimiento, y la habilidad para conducir es la experiencia; una visión
corta apenas llega hasta el bosque, hay que ver mucho más allá del horizonte.
El gobierno de Noboa terminó sin pena ni gloria, como todos los gobiernos
anteriores. Sus cercanos colaboradores quisieron arrasar con las eléctricas y
todo lo que podían privatizar con el cuento de la modernización. Parecida
situación vivió el CODEPMOC, que en dos años tampoco había podido ini-
ciar sus funciones, pero las comunidades montuvias no se movieron de sus
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142 DIGNIDAD MONTUVIA
puestos y permanecieron firmes, atentas, defendiendo juntas su conquista.
Fueron ellas las que no permitieron el cierre de la institución y garantizaron
la recuperación de la misma en el 2003.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 143
EL CORONEL LUCIO GUTIÉRREZ
Y LA ESPERANZA DE CAMBIOS
Lucio nos hizo soñar. Por primera vez en muchos años, el pueblo empezó a so-
ñar en la posibilidad de llegar al poder. Los antecedentes del 21 de enero ali-
mentaban la esperanza y ahí estuvimos los montuvios apoyando al coronel.
El gran respaldo que le daba el pueblo montuvio organizado influyó para que
el agro montuvio cerrara filas a favor de Gutiérrez. Fue nuestra organización
la que trajo a Lucio por primera vez a la costa. Lo habíamos conocido en el
derrocamiento de Mahuad, su gente había luchado junto a nosotros. Creímos
en él, tal como también creyó el pueblo ecuatoriano.
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144 DIGNIDAD MONTUVIA
Ese cambio lo fuimos experimentando en todos los pueblos y provincias del
litoral por donde caminábamos y era evidente. Las mujeres del campo ex-
hibían con orgullo su donaire y su gallardía por estar al frente de las luchas
montuvias, espacios a los que yo las impulsé. Eran ganadoras, promociona-
ban sus conquistas, pese a la difícil situación de abandono y pobreza en que
vivíamos, empezaba a renacer la esperanza.
Los hombres sacaban pecho y miraban con altivez la vida porque también
eran protagonistas de un cambio que se estaba operando. El cambio en la
gente rural era fácilmente perceptible; era evidente en ese 10% de gente or-
ganizada en la campiña. El cambio se expandía. No había sociólogo ni psi-
cólogo que estudie este cambio que se estaba dando en el pueblo montuvio y
su organización, tal vez ni se percataron.
Esa esperanza contagió a todos los montuvios del litoral que confiamos y
creímos en Lucio, mientras que el habitante de las grandes ciudades seguía
aletargado, distraído, pensando en Alvarito o en Roldós y en los mismos
tontos de siempre. Fueron el montuvio y el indígena los que primero tu-
vieron la visión del cambio y la esperanza esperándolos a las puertas de un
recinto electoral. Fuimos nosotros, los pueblos rurales de la costa, sierra y
Amazonía, los que dimos los primeros pasos hacia la necesidad de cambiar
radicalmente la nación a través de las elecciones, por eso creímos en Lucio.
Fuimos la primera experiencia en ese sentido, sin embargo, todavía se-
guimos excluidos de los beneficios del Estado, discriminados por el mismo
cruel e injusto sistema que nos empobrece.
Fue la unidad del sector rural del litoral, el indigenado de la sierra y Ama-
zonía quienes aportaron al triunfo del coronel. Juntos vencimos al todopo-
deroso Alvarito, lo vencimos en las urnas contra todo pronóstico, vencimos
al don del billete. Fuimos la gente del agro la que ayudó a poner a Lucio en la
segunda vuelta. Contagiamos con nuestro entusiasmo a los montuvios que
habitaban en la ciudad, quienes también votaron por Lucio. Igual pasó en la
sierra y la Amazonía. Fuimos los pueblos de la costa los que, comunidad por
comunidad, cantón por cantón, realizamos la campaña por Lucio.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 145
nadie. Al final, la vieja partidocracia y la sociedad mediocre mantuvieron el
control del poder político del Estado. Lucio tuvo la oportunidad de iniciar los
cambios que ofreció pero no los hizo, tuvo al pueblo de su lado y no lo
aprovechó. No hubo facilitador entre el gobierno y las masas, los cuenteros
no nos dejaron espacio, sucedía lo mismo de siempre. Ahí falló el coronel, se
quedó sin el pueblo, pese a que también estaban los indígenas de la CONAIE
en el gobierno; el coronel flaqueó ante el imperio y las oligarquías naciona-
les, se doblegó y compartió con ellos el poder.
Lo primero que hicieron sus colaboradores fue intentar negar nuestro dere-
cho a administrar el CODEPMOC, legítima conquista del pueblo montuvio
lograda en las carreteras y plazas de nuestro país. Tuvimos que patalear duro
para hacernos respetar. Es aquí donde surge la actitud valiente y audaz de
Isabel Mosquera para recuperar la institución de desarrollo que estaba en
manos de un abogado cuyo nombre no recuerdo, pero que por pedido de
alguien, en el periodo de transición al poder, se había convenido de mutuo
acuerdo para que Noboa lo nombre Secretario Ejecutivo y no le causase di-
ficultades al coronel entrante. Así comenzaron los entuertos del coronel con
quienes lo apoyábamos.
De ahí en adelante, hasta un mes antes de que lo echaran al coronel, fue un pe-
riodo de permanente acoso y amenazas contra la institución; crearon políticas
de Estado para dividir al pueblo montuvio, lo que nunca consiguieron; sufri-
mos hasta una cinematográfica persecución a 160 km/hora por la vía a Daule.
Es decir, nunca tuvimos respaldo ni apoyo en nada. Los avances que logramos
los obtuvimos gracias a la lucha, al respeto que inspiraba la organización y a la
solidaridad de Patricio Ortiz y del Dr. Mantilla, así como alguna que otra ges-
tión de buenos amigos que tuvimos en ese gobierno, el que se caracterizó por
tener perros bravos a la pata (dirigentes aliados), quienes husmeando llegaban
en caravana a los pueblos unos días antes de nuestras visitas para desinformar,
desacreditarnos y tratar inútilmente de dividirnos, sin resultados; dirigentes
serviles al poder, no a la causa de los pueblos.
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146 DIGNIDAD MONTUVIA
Esto nos pasó en todos los gobiernos. Estos acomedidos del poder, cuyos
nombres nadie recuerda, crearon en los patios de la prevención de Caron-
delet dos movimientos montuvios nacionales, por supuesto de membretes,
con dinero, oficinas y transportes. Esa era la sociedad mediocre de la cual
lamentablemente somos parte los montuvios. Utilizaron a dirigentes que se
ofertaban por un plato de lentejas, trataron agresiva e insistentemente de divi-
dirnos y hacernos daño. Dividieron a los indígenas, pero a nosotros no.
Fue muy importante la prensa nacional. Solo así fue posible mantener una
lucha con alta resonancia en los medios, que indudablemente acanallaba a
los gobiernos indolentes, quienes al atacar al CODEPMOC estaban ensa-
ñándose con un pueblo indefenso pero digno, por su único pecado de querer
justicia social, igualdad de derechos, eliminar la discriminación y erradicar
la pobreza de nuestros campos.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 147
Nuestra infinita gratitud para todos los comunicadores sociales y reporteros
de la prensa nacional, especialmente a los que cubren el aeropuerto. ¡Cómo
no reconocer en este ensayo la gran cobertura y despliegue que siempre dio
el periodista Luis Villegas!, a quien afectuosamente las montuvias llamaban
monturrano, una mezcla de serrano y montuvio, quien con su programa
“Nuestra Tierra” direccionaba a las comunidades a sostener la lucha en
defensa del CODEPMOC. Villegas fue un valioso aporte al proceso
institucional, lástima que al final, por actitudes personales infantiles y
compromisos difíciles de cumplir, se llenó de rencores y odio visceral contra
nosotros. Ya estamos acostumbrados a este tipo de conducta, la hemos te-
nido en personas cercanas a nosotros, pero seríamos ingratos si no recono-
ciéramos su actitud solidaria y oportuna en los momentos difíciles y de alto
riesgo institucional que los gobiernos nos hicieron pasar.
¡Qué alegría sentimos ahora al recordar la lucha brava que significó recupe-
rar esa identidad, que hoy está rebrotando raíces en toda la costa y el litoral!
Estamos de regreso, eso es a lo que teme la flamante partidocracia, a esa
unidad monolítica de los montuvios en el litoral, a esa correntada montuvia
que crece y crece por todo el territorio nacional, a eso es que le temen, por
eso siempre nos “olvidan” cuando se refieren a los pueblos y nacionalidades.
Ahora, esmeraldeños y lojanos se autodefinen orgullosamente montuvios y
en el subtrópico de Bolívar, Azuay, Cotopaxi, las comunidades se autoi-
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148 DIGNIDAD MONTUVIA
dentifican con el pueblo montuvio; definitivamente es una identidad que se
revaloriza y posiciona dignamente en este Ecuador plurinacional. La mon-
tuviada trasciende los límites patrios, estamos de regreso.
Así pasó el gobierno del coronel, tal como llegó se fue. Entró en una con-
frontación belicosa con las organizaciones y movimientos sociales. Noso-
tros no movimos un dedo para botarlo ni tampoco para defenderlo. La costa
estuvo al margen de lo que sucedía en Quito.
Una tarde, tres días antes de que lo echaran, vino mi amigo Ortiz a verme y
llevarme a Carondelet para que converse con Lucio, pero nunca llegué a la
cita. Me encontré con una querida amiga quien me invitó a vacilar la bronca
DIGNIDAD MONTUVIA
l 149
y nos quedamos en la 10 de Agosto dos noches y tres días observando los su-
cesos y siendo parte de los acontecimientos en compañía de muchos amigos
de los movimientos sociales que también andaban sin sus bases. Era la clase
media, el pueblo de Quito, el que estaba botando a Lucio.
El coronel se fue así como llegó. Nosotros sobrevivimos a las embestidas que
nos dieron algunos colaboradores de su gobierno. Nosotros pudimos
mantener la institucionalidad gracias al pueblo que, con grandes esfuerzos y
sacrificios, siempre sostuvo el proceso montuvio y a su CODEPMOC. Ese
pueblo, sus líderes y lideresas han sido los grandes héroes de todas estas
batallas libradas con los gobiernos de turno, ese pueblo a quien le debemos
la gloria de lo que somos o queremos ser en esta tierra de Alfaro, de Infante,
de Montero, de Serrano, de Carlos Concha, de Filomena Chávez, de la Ñata
Gamarra, de Plutarco Bowen, de Crispín Cerezo, de Juan Bautista Aroca, de
Leopoldo Rugel y tantos otros a quienes debemos admirar y valorar, cuyos
ejemplos debemos seguir para ser precisamente una sociedad más respon-
sable con la patria donde vivimos, con la región donde habitamos, corri-
giendo a tiempo los errores que se cometen.
Es una lástima que a mediados del 2016, la revolución tampoco llegó a nues-
tros campos. Como lo dice el propio presidente, todo fue un cuento. Nunca
hubo una seria intención de cambiar la realidad económica y política del
agro. La pobreza y discrimen siguen galopando nuestros campos. El agri-
cultor siembra, cosecha y sigue pobre, abandonado a su maldita suerte, re-
cibiendo migajas y dádivas del Estado.
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150 DIGNIDAD MONTUVIA
nunca les importó. Su intención era sostener la pobreza y hacer a los pobres
dependientes del Estado, de su gobierno, a través del asistencialismo, yo
estaba de más.
Los hechos son evidentes y así lo demuestran. Catorce años han pasado y los
resultados son pobreza rural extrema, suelos oxidados, saturados, deterio-
rados, semilla de mala calidad, baja productividad, altos costos de produc-
ción, sin investigación ni estudios agropecuarios, sin políticas públicas, sin
crédito, sin banco de desarrollo, sin tecnologías limpias ni de punta.
Para los gobiernos es más fácil la dádiva, el asistencialismo, que además les
produce réditos políticos-electoreros. Sostener la pobreza es un negocio para
los gobiernos y los malos “dirigentes”, quienes como facilitadores de estas
prácticas cuestionables, se corrompen y ganan algún dinero, sin importar la
deslealtad con su pueblo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 151
Sabemos cómo desarrollarnos económicamente desde la gastronomía, el
agroturismo, la cultura, la naturaleza, etc. Disponemos de otro capital va-
lioso e imprescindible: la credibilidad, la confianza, la empatía y el empo-
deramiento de las comunidades. Sin embargo, no fuimos escuchados por los
“socialistas” del siglo XXI. Es una pena, pero es la verdad. Desgraciada-
mente, ellos han estado en el poder, situación que nuestra gente la conoce
muy bien y comprende los motivos del porqué no cristalizamos las metas,
del porqué aún no nos desarrollamos como pueblo y como sector, del porqué
aún permanecemos en la pobreza después de haber luchado tanto.
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152 DIGNIDAD MONTUVIA
Estos hechos repetitivos sucedían a menudo, pero no cambiaban nada. Todo
seguía igual en nuestros campos, en nuestras ciudades, era como si la his-
toria se desarrollase en una pantalla de televisión de la cual el pueblo solo era
mero espectador y nada más. El coronel fue echado del poder por los
militares, embarcado en un helicóptero, y maleta en mano abandonó para
siempre el palacio de los sueños de perro de muchos políticos, quienes sin
conciencia ni compromiso llegaron a él. Posteriormente, se comprobó, que
una vez más, el viejito medio dueño del poder también estuvo moviendo las
fichas en este derrocamiento.
Esa había sido siempre la triste historia de mi país. Al siguiente día no pa-
saba nada y todo seguía siendo la misma vaina, pero los medios de comu-
nicación continuaban el show, los mismos actores de la vieja partidocracia
repartiéndose el poder, las opiniones especializadas que siempre opinaban
lo mismo, los analistas de cajón, cuya opinión no valía para el pueblo nada.
Así terminaba otro triste episodio de la politiquería nacional.
DIGNIDAD MONTUVIA
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PRESIDENTE PALACIOS, LA TRANSICIÓN
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la exclusión, contra los abusos del poder. El de Correa fue el peor de todos
los gobiernos, no hay punto de comparación con ninguno. León es un dulce
viejito, un boy scout comparado con Correa.
Fue realmente otra persecución más, otra raya más al tigre. Cuando se per-
cataron de que no había ningún peculado en la administración ni irregula-
ridad en la conformación del Consejo Nacional, porque el objetivo era de-
clarar en acefalía la institución, optaron por la segunda opción, intentaron
entregarle la institución al otro grupo, quisieron despojarnos de la misma a
quienes en ese momento ejercíamos la representación legal y legítima del
pueblo montuvio.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 155
Isabel Mosquera como directora ejecutiva de la institución montuvia, nom-
brando a Cecilia Castro en su lugar, pero nunca cumplieron con el procedi-
miento legal de posesionarla, porque su intención era hacer caer en acefalía
al CODEPMOC. Ese era el plan de Herrería que el otro grupo no entendió,
estaban cegados por la manipulación.
Lástima que nunca tuvimos un canal de comunicación abierto con ellos, pero
con lo que no contó Herrería fue con el coraje y la determinación del pueblo
montuvio de defender con dignidad su institución en las calles y plazas de
nuestra República, como efectivamente sucedió.
¡Qué ejemplo de dignidad y compromiso nos dio nuestra gente humilde pero
orgullosos herederos de la estirpe guerrera de los montoneros! Recordamos
a las comunidades de Guale, con el profesor Miranda, de Colimes, gran con-
ductor de los gualeños; Ángel Holguín, Juan Holguín, Zenobio Sánchez, Ca-
talina García, Luis Chávez, Helen Toala, su primo Juan Toala y muchos diri-
gentes comunitarios que con mucho esfuerzo y coraje se daban cita todos los
lunes en Guayaquil para marchar por la avenida 9 de Octubre, aflorando sus
machetes, señal de que ese pueblo estaba dispuesto a todo por defender su
legítima conquista y derecho consagrado. ¡Cómo no recordar a Oswaldo y al
profesor Miranda haciendo chispar sus machetes en esas marchas! Así lo
daban a conocer los principales diarios de Guayaquil en grandes titulares.
Miranda apareció con el pueblo de Guale en los momentos precisos en que
se iniciaba otra lucha.
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156 DIGNIDAD MONTUVIA
En su desesperación, ante sus iniciales fracasos, Herrería optó por emitir un
segundo decreto ejecutivo que cesaba en sus funciones al Consejo Nacional
del CODEPMOC, su máxima autoridad, elegidos en votación popular y
democrática. Aquello enardeció más los ánimos de nuestro pueblo, que
decidido a todo, tomó la decisión de movilizarse con fuerza hacia la ciudad y
tomarse las carreteras de la costa.
Más de diez mil montuvios, concentrados en dos ocasiones al pie del parque
Centenario, respaldaron esta decisión. La unidad multitudinaria en las calles
los obligaba a respetarnos. El gobierno trabajaba en la división, amenazas y
extorsiones al Consejo Nacional, a sus representantes provinciales, buscaban
sus debilidades.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 157
te Palacio y en calidad de interventor. El pobre hombre llegó escoltado por
patrulleros de la policía, con el decreto en la mano, dizque a tomar posesión
de la institución y fue rechazado inicialmente por las montuvias que labo-
raban en las oficinas. La guapa y valiente Stephanie León Aroca, de Nobol,
comandó la defensa de las oficinas y luego Dominga Torres, la querida y
siempre recordada Dominguita, quien con más de doscientos montuvios los
puso en fuga, a más de la plomiza que les dio Campañita, de Daule, persona-
je muy querido por nosotros, quien mantuvo a raya al grupo de atracadores
armados con barras, picos y armas de grueso calibre, quienes intentaron
romper las puertas y apoderarse de las oficinas, objetivo que no pudieron
lograr nunca en todas las veces que posteriormente lo intentaron.
Fueron cinco meses de asedio, acoso, amenazas y el pueblo noche y día pro-
tegiendo su institución. Lucho Herrería se obsesionó por destruir el CO-
DEPMOC pero no lo consiguió, ni él ni todos los que lo intentaron después.
Nos cerraron las cuentas de la institución, nos tiraron a la Contraloría para
que nos hundan, a los fiscales para que nos encausen penalmente.
¡Cómo no vamos a ser consecuentes y leales a ese pueblo que siempre nos
amó como sus líderes naturales, hijos de sus entrañas, piel de su piel! Tanto
fue el fervor que le pusimos a la defensa de la institución que despertamos la
solidaridad del alcalde Nebot, quien cordialmente conminó al presidente
Palacio, a respetar la conquista legítima del pueblo montuvio, dándole su
respaldo a Isabel Mosquera en la sesión solemne por las fiestas julianas.
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158 DIGNIDAD MONTUVIA
Estas demostraciones nos animaban a seguir adelante y a no claudicar. No
estábamos dispuestos a torcer el brazo. Las experiencias anteriores sufridas
con Noboa y con Lucio nos habían dado una modesta experiencia en el
manejo de este tipo de conflictos, las cuales pusimos en práctica y Herrería
terminó donde terminaron todos los que intentaron hacer daño al pueblo
montuvio: en el olvido colectivo y en las 20 mil piedras que traían los mon-
tuvios, una en cada bolsillo, para arrojárselas en su oficina de Guayaquil. Me
enteré de esto después del evento con Palacio.
La piedra es el único objeto con que cuenta el pueblo para defenderse de sus
agresores y opresores. La piedra es un símbolo de la lucha popular. La pie-
dra del pueblo contra las balas asesinas de los gobiernos; esa es la historia de
los pueblos del mundo, desde David contra Goliat. Cuando escucho decir “los
tirapiedras”, veo la manipulación para ilegitimar la lucha en las calles, para
acobardarnos y hacer creer que los violentos son los pueblos y no los
gobiernos con sus fuerzas de represión que agreden, reprimen, asesinan y
roban al pueblo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 159
¿Quién puede dudar ahora de que esta era una consigna del poder gober-
nante por un equivocado criterio? Lo único que queremos es desarrollarnos
económicamente. Solo eso siempre hemos querido. ¿Cuándo carajo enten-
derán?
En fin, fue muy poco lo que logramos en ese corto periodo de gobierno, pero
fue el inicio del programa presupuestado con recursos fiscales, ejecutado
desde nuestro muy particular concepto y visión propia, que nadie entendía,
era obvio, ni las universidades, ni los burócratas, ni la partidocracia.
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160 DIGNIDAD MONTUVIA
sión propia, desde las ciencias endógenas, cientos de profesionales y acadé-
micos a los que nos acercamos en busca de ayuda nunca nos comprendie-
ron. Su formación era otra y no creían nada, ni en ellos mismos.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 161
Indudablemente, si queríamos desarrollarnos como pueblo, crecer econó-
micamente, erradicar la discriminación de nuestros campos, la tarea te-
níamos que hacerla nosotros. No había alternativas, allí estaba plenamente
justificada la razón de nuestra lucha por el CODEPMOC, porque eran las
propias comunidades, su propia gente, las que tendrían la responsabilidad
de construir su desarrollo, desde sus particularidades. No todos los cientos
de profesionales que colaboraron en el proceso institucional lograron en-
tender esa diferencia conceptual, visionaria, esa profunda y diferente reali-
dad, pero sí hubo un grupo modesto de jóvenes profesionales agropecuarios
que entendió y hoy está ayudando a socializar ese concepto; enhorabuena
por ellos y por nuestra gente.
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162 DIGNIDAD MONTUVIA
La sociedad tiene que reconocer este mal endémico, en todas las profesio-
nes, hasta en los curitas, para enfrentarlo con valentía y erradicarlo de las
futuras generaciones. Ser profesional es poner los conocimientos, la ciencia,
la tecnología, la experiencia, las habilidades y destrezas al servicio de la
sociedad, del país, de las familias y por eso te pagan bien; de eso se trata, no
al revés, mucho menos estafando. Solo hacemos conocer esta lacerante
realidad degradada por los modelos importados y equivocados que la so-
ciedad ecuatoriana tiene que enfrentar con valentía y vencer. Si queremos
tener una sociedad mejor, tenemos que acabar con los males de la actual. El
problema es cultural, sí señor; es la verdad, por muy dolorosa que sea.
Los montuvios, para mejorar y cambiar como seres humanos, tuvimos que re-
conocer la verdad, por muy desagradable y vergonzosa que nos resultó. Había
que reconocerla necesariamente para poderla enfrentar y hacer los cambios
radicales en nuestras vidas; reconocer que éramos un montón de pendejos,
acomplejados, llenos de temores, facilistas, cómodos, indignos; casi nos habían
convencido de que éramos inservibles, tercermundistas, subdesarrollados, de-
rrotados, perdedores, resignados, viviendo en un país de mentiras y fantasías,
bajo conceptos extraños a nuestra realidad y naturaleza, conceptos importados
e impuestos desde la cultura anglosajona o eurocéntrica.
Tuvimos que reconocer con coraje toda la basura que habían introducido en
nuestra estructura mental para convertirnos en lo que éramos: una socie-
dad mediocre, conformista, perdedora, al servicio del gran capital y de los
intereses de la clase gobernante enquistada en el poder por obra y gracia de
nosotros los empobrecidos por el sistema e inconsecuentes consigo mismos.
Un voto valíamos, solo eso, un voto y nada más, que lo vendíamos por un
bocado de comida, por una botella de puro, una gorra, una camiseta; lamen-
tablemente, los organizados que vivimos este proceso, apenas somos el 10%
de la población rural del litoral.
Cuando aceptamos esta vergonzosa realidad y su verdad, recién ahí entendimos que
el principal enemigo estaba en nosotros, en nuestras mentes, que solo venciéndonos
venceremos. ¿Cuántas veces habíamos leído esa frase en las paredes de los cuarteles y
nunca la habíamos entendido? De eso se trata el proceso montuvio, incomprendido en
sus inicios. Reconocer esta verdad era un pecado mayor, sin embargo, tuvimos el
acierto y la valentía de decirlo muchos años antes de que aparezca la “revolución
ciudadana”, que nos hizo soñar con los cambios que nunca se dieron. Todo fue un
cuento.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 163
Como expresamos líneas atrás, ni pan ni café sabíamos vender en nuestros
pueblos; tuvieron que venir los colombianos a enseñarnos cómo hacer de la
panadería y cafetería un negocio rentable y agradable. Ni a nuestros muertos
sabíamos llorar; el colombiano Pedro Restrepo nos tuvo que enseñar cómo
defender la vida y la verdad frente al crimen de Estado, sin importar los 24
años que luchó ni el alto costo que pagó por ello. ¿Cuántos ecuatorianos
desaparecieron en estos gobiernos totalitarios? Esta es la verdad, aunque nos
duela decirlo, pero solo la verdad nos hará libres.
l
164 DIGNIDAD MONTUVIA
Las calles de Portoviejo (Manabí) han sido testigos de la lucha
inclaudicable del Pueblo Montuvio del Ecuador durante 25 años.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 165
Las calles de Babahoyo (Los Ríos) han sido uno de los escenarios
permanentes de visibilización de la lucha montuvia.
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166 DIGNIDAD MONTUVIA
Los montuvios, siempre en las calles defendiendo sus conquistas.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 167
El Pueblo Montuvio del cantón Baba demostrando
unidad, organización y lucha.
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168 DIGNIDAD MONTUVIA
Primera Unidad CONAIE-PME con el objetivo de derrocar
al gobierno de Jamil Mahuad.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 169
Segunda Unidad histórica de la CONAIE - PME con el objetivo
de instalar la Asamblea Constituyente.
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170 DIGNIDAD MONTUVIA
La 6 de Marzo y Primero de Mayo (Guayaquil), tradicional lugar de
concentraciones del PME durante dos décadas.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 171
Poder de convocatoria y de movilización del Pueblo Montuvio,
indiscutible liderazgo en la costa rural.
l
172 DIGNIDAD MONTUVIA
Durante dos décadas, todos los lunes, el edificio de la Sociedad de
Carpinteros fue el lugar de reuniones del pueblo montuvio.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 173
Juventud montuvia, exigiendo la libertad de Lucho Alvarado, preso
político del gobierno de Rafael Correa.
l
174 DIGNIDAD MONTUVIA
Guayaquil, 15 de noviembre 2011
Encuentro de los Pueblos Montuvios en homenaje
a los mártires del 15 de noviembre de 1922.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 175
EL PUEBLO MONTUVIO DEL ECUADOR
Y LA REVOLUCIÓN CIUDADANA
l
176 DIGNIDAD MONTUVIA
les íbamos a arranchar espacios en el BNF o en el MAGAP y unos cuantos
puestitos que ya habían asegurado con el nuevo monarca. Estaban total-
mente equivocados, no teníamos el mínimo interés en pendejadas; nuestro
único interés era el desarrollo económico y erradicar la pobreza. Lo único
que queríamos del gobierno era que nos dejen hacerlo a nuestra manera y no
nos jodan como los anteriores gobiernos.
Son experiencias y anécdotas que las vivimos desde el primer encuentro con
Correa en las históricas calles de la gloriosa Sociedad de Carpinteros. Defi-
nitivamente, necesitábamos creer en Correa. Recorrimos las parroquias y
cantones de las provincias del litoral, nos identificamos plenamente con el
DIGNIDAD MONTUVIA
l 177
candidato y su revolución ciudadana, algo que nunca entendí bien qué era;
sin embargo, el tiempo le dio la razón a muchos.
Si a esta lacerante realidad, le agregamos una red vial rural totalmente des-
truida, sin muros, sin alcantarillas, sin obras de prevención, colegios téc-
nicos abandonados sin un modelo agroeducativo, sin agroindustrias
artesanales, sin agroturismo ni empresas de comercialización asociativas,
definitivamente la “revolución” jamás llegó al agro. Todo fue un cuento, una
década perdida en plena bonanza petrolera, solo dádivas y migajas.
l
178 DIGNIDAD MONTUVIA
El inicio del cambio de la matriz productiva en el sector agropecuario lo dio
el propio pueblo montuvio a través de su institución CODEPMOC, con su
proceso de desarrollo, con su modelo económico endógeno, con su expe-
riencia en el manejo del capital social, experiencia que debió ser aprovecha-
da por el gobierno, pero que por sectarismo, discrimen e interés político no
lo hicieron. Por el contrario, con muy mala intención, desde la SPPC nos blo-
quearon los programas, nos cortaron los presupuestos; premeditadamente
afectaron el proceso que con éxito veníamos ejecutando con las comunida-
des. Toda una irresponsabilidad demostrada en los innumerables documen-
tos públicos que se emitieron con relación a este hecho.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 179
de soberbia y con evidente mala intención, hecho notorio para la dirigencia
montuvia que da fe de aquello, la SPPC y la SGP nos despojaron de los recur-
sos económicos que legalmente constaban en el Presupuesto del Estado de
ese año fiscal y que servirían para la culminación de los proyectos.
Frente a este tétrico escenario, sin nosotros ser parte de este gobierno ni de
su partido, ni parte de ningún partido gobernante acólito de AP, mucho me-
nos beneficiario de nada, era imprescindible y urgente poner distancia de la
“revolución” de Correa, y eso exactamente hicimos. Cinco años esperando la
revolución agraria que nunca llegó. Hoy, a catorce años del SSXXI, tampoco
llegó porque nunca quisieron que llegue, todo fue un cuento.
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180 DIGNIDAD MONTUVIA
Mate; Tomás Franco, de Pedro Pablo Gómez-Jipijapa; Bélgica Silva, del Pes-
cado; Petita Sarco, de Santa Lucía; y Tomás Suárez, de Guayaquil, impor-
tantes amigos y colaboradores del pueblo montuvio, con quienes logramos
entender el mensaje que nos daba nuestra gente, perdieron la esperanza.
Igual situación ocurría en los otros gobiernos “socialistas del SXXI”. La Ba-
chelet, una penosa realidad de sometimiento y corrupción socialista, que no
merece otro comentario; Dilma, sin saber qué hacer frente a la galopante
corrupción en PETROBRAS, corrupción que la heredó de Lula, la que invo-
lucra a toda la clase política del Brasil y por supuesto al PT de Lula, por lo
que el rechazo popular en las calles no se hizo esperar; Maduro y Cabello,
con una Venezuela en total anarquía, una economía quebrada y su gobierno
en evidente inoperancia, a más de la galopante corrupción que denuncian en
PDVSA; una Cristina y la petrolera argentina YPF, salpicadas por denuncias
de lavados de activos en su propia lavandería rosada y decenas de millones
enterrados en jardines y monasterios, lo que evidencia una indiscutible
corrupción de su gobierno y el de su difunto esposo; en Ecuador, innume-
rables delitos de corrupción que a diario se denuncian en los medios, espe-
cialmente los relacionados con PETROECUADOR, CNT, Odebrecht, coimas
en asignación de frecuencias, etc., que nadie investiga. Así que no hay por
qué encubrir las contradicciones de estos gobiernos progresistas, llamados
socialistas del siglo XXI, mucho menos encubrir actos escandalosos de co-
rrupción so pretexto de culpar a la intervención del imperio yankee, a la CIA,
a la derecha reencauchada, que sí la hay, pero más pesan las inconsistencias
ideológicas y actos reñidos con la moral y la ética.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 181
En noviembre de 2013, el Pueblo Montuvio del Ecuador se declaró en receso
de sus actividades públicas. Bajé personalmente a debatir con las co-
munidades la difícil situación política del país, la crisis económica que ya
estaba viviendo el agro, la crítica situación del gobierno de Correa, así como
también la crisis política y moral que estaban atravesando los gobiernos de
la integración regional. ¿Qué hacer frente al estancamiento del ALBA? De-
tenida en su avance y en peligroso retroceso y ninguna acción en concreto
sobre el Banco del Sur, la integración estaba debilitándose. En el 2015, ya se
consideró una integración fallida, un total fracaso.
Discutimos estos temas con las bases para aclarar la confusión entre iz-
quierdosos y la derecha que ha gobernado en todos los gobiernos, incluyen-
do el de Correa, disfrazados de “revolucionarios de cancionero”, que cantan
al Che y a Bosé. Correa les devolvió la vida a los partidos de izquierda, los
resucitó y sirvieron a su propósito. Ellos tuvieron la oportunidad de justifi-
car su improductiva existencia, pero mejor callaron; con su silencio y omi-
sión son cómplices y también responsables de todo. Acabarán en el basurero
de la historia, en la memoria de los pueblos sin memoria.
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182 DIGNIDAD MONTUVIA
ricano, engaño colectivo que nada tiene que ver con el proceso serio de in-
dependencia económica, libertades políticas, justicia social y soberanía que
nos ofertaron, proceso fallido por la irresponsabilidad y conducta de estos
“progresistas”. Aún no había salido el negro y ya entró el chino. Seguimos
entregando nuestra riqueza a las transnacionales, ahora también a las chinas.
Antes teníamos un amo, ahora tenemos dos y con wachimanes incorporados,
además de los rusos, en Puerto Bolívar también habrán turcos, aliados de los
yankees e ISIS en su lucha contra Siria.
Así está el panorama, por favor, que no nos vayan a descalificar por opinar li-
bremente. Ya bastante tuvimos con la falsa acusación que nos hizo el honorable
“camarada” Domingo Paredes, del Partido Comunista, cuando estuvo en el
CNE, obedeciendo órdenes y cumpliendo consignas para encerrar en la cárcel a
Lucho Alvarado y no permitir que el pueblo montuvio lo candidatice en el 2013
a la Asamblea Nacional por el IV Distrito del Guayas.
Estos son los temas que estuvimos discutiendo con las bases, aclarando las
confusiones causadas por los “izquierdistas revolucionarios”, haciéndoles
tomar conciencia de la responsabilidad que debiamos asumir en esos mo-
mentos de crisis política-económica por la que estába atravesando el país y
la falta de libertades en la República, como nunca antes se vio.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 183
Aunque estos gobiernos izquierdosos han obstruido la integración de los
pueblos y solo se integraron ellos —otro grave error que estamos pagando
caro—, ellos se irán del país, nosotros somos los que quedaremos y paga-
remos las graves consecuencias de sus errores. El pueblo no logra asimilar
cómo las oligarquías dentro de los gobiernos progresistas pueden llamarse
de izquierda y cantarle al Che, ni cómo los partidos de izquierda pueden estar
acolitando a un gobierno neoliberal y de paso salpicado de graves es-
cándalos de corrupción que nadie investiga ni desmiente; izquierdas que
gobiernan para enriquecer más a las oligarquías y a los banqueros, mientras
que los pobres siguen jodidos, para ellos, solo dádivas, migajas y nada más.
Así lo afirma el propio Presidente, cuando dice que “los empresarios y ban-
queros son los que más dinero han ganado en mi gobierno”, lo que se con-
tradice con la pobreza del agro: ningún recurso destinado a la investigación
del sector agropecuario como herramienta indispensable para su desarro-
llo; resulta bastante contradictorio y folklórico el asunto.
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184 DIGNIDAD MONTUVIA
te conciliador de algunos mandatarios progresistas nos dejó pensando, la
cooperación económica que en condiciones de respeto ofreció Obama nos
dejó preocupados, las declaraciones posteriores de Mujica, de Lula y del
propio Heinz Dieterich cuestionando el proceso desarrollado por los
gobiernos progresistas, la corrupción evidente en Petrobras, en YPF, en
PDVZA y en Petroecuador denunciada en las redes, luego por los medios y
que nadie investiga; con los antecedentes del desabastecimiento empiezas a
desconfiar y a pensar que en Venezuela hay incapacidad, inoperancia para
resolver los problemas. Están condenando al hambre a un pueblo que los
apoyó, les creyó, la juventud venezolana lidera la lucha contra Maduro.
Los únicos responsables somos los propios pueblos por permitirlo y no ha-
ber hecho nada. Esto es lo que piensa la gente común. Nosotros, el pueblo
montuvio, sin haber sido parte del gobierno ni de AP, asumimos esa respon-
sabilidad y pedimos perdón por habernos equivocados y apoyado a Correa
en los primeros años de gobierno. Creímos, como la mayoría de los
ecuatorianos, que se darían los cambios anhelados. Todo fue una farsa. Las
consecuencias en el agro son evidentes: extrema pobreza, sin semilla, sin
tecnologías, sin investigación y suelos destruidos; no hay duda que la
intención, desde el inicio, fue otra.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 185
costa que le creímos por la contundencia de sus argumentos y la firmeza de
sus palabras. Sabíamos que él no era un cuadro de la lucha popular, ni
siquiera teórico, pero su discurso de justicia social era lo más parecido. No
había otra alternativa, así que decidimos apoyarlo. Jamás imaginamos que
su gobierno iba a oponerse tenazmente al reconocimiento constitucional de
los montuvios, mucho menos que desde el poder se obstinaría por destruir el
proceso montuvio como efectivamente así procedieron sus colaboradores
desde el primer día de gobierno y no pararon hasta que en el 2011 lo afecta-
ron gravemente. Un año después lo acabaron de liquidar. Me metieron a la
cárcel bajo acusaciones falsas y delitos cuya materialidad nunca existió;
mucho menos íbamos a imaginar que su discurso “socialista y revoluciona-
rio” era la gran farsa del siglo XXI.
l
186 DIGNIDAD MONTUVIA
Ninguna prebenda o cuota hemos solicitado como organización en esta
“revolución ciudadana”. En ningún gobierno lo hicimos. Los presupuestos
asignados a las comunidades y a la institución fueron derechos consagrados
en la Constitución y la Ley, legítimas conquistas del pueblo montuvio.
Lamentablemente, faltó solidaridad y reciprocidad para con un pueblo que
se esforzó y apoyó hasta el cansancio. Nuestras mujeres líderes, como Ber-
tha, Letty, María Mercedes, Jenny, Paulina, Marlene, todas con el tiempo se
cansaron de la discriminación, exclusión y desprecio con que éramos trata-
dos, práctica aberrante que lamentablemente caracterizó al partido Alianza
País.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 187
SEGUNDA VUELTA DE CORREA
Y EL INICIO DE LA TRAICIÓN
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188 DIGNIDAD MONTUVIA
costeño sabían con total certeza que esa unidad coyuntural de casi todas las
organizaciones del campo, incluido el pueblo montuvio, siendo modestos,
puso a Correa en la segunda vuelta. Sin dejar de reconocer la carismática
personalidad de Correa, los montuvios sentían propio el triunfo. Eso para
nosotros era importante, aunque poníamos en la presidencia a un traidor.
Las llamadas que recibíamos desde los recintos al inicio nos decían que
Alvarito ganaría. La cosa estuvo muy difícil cuando iniciamos. Cada líder
comunitario se convirtió en un dirigente de campaña, con recursos
económicos propios de la comunidad o la organización. Hay testimonio do-
cumental y fotográfico de esto, los hemos repartido como talco en carnaval.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 189
Fabricio, con quien coordinamos parte de la campaña, solo nos dio 500 mil
tripticos. Más de mil lideresas y líderes montuvios llevaban el mensaje de
por qué no debían votar por Alvarito, más de seis mil recintos y caseríos de
la costa y subtrópico se recorrieron y visitaron, era su zona, su medio. Están
los informes de los promotores comunitarios, haciendo conocer el peligro
que significaba Alvarito para los agricultores.
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190 DIGNIDAD MONTUVIA
enorme poder de influencia que ejercíamos en nuestros pueblos, más allá de
la organización. El temor al TLC ayudó a derrotar al magnate bananero.
Después fue público lo que todos los pobladores del agro sabían desde la pri-
mera vuelta. Muchas organizaciones de la alianza no tenían estructuras ni
DIGNIDAD MONTUVIA
l 191
organización, igual los “partidos de izquierda”. Prácticamente, Correa los
sacó del cementerio de los sin memoria y los revivió porque eran indispen-
sables para la farsa “socialista”; pero estos todos juntos, era muy poco lo que
aportaban, aunque su presencia era valiosa para la imagen de unidad y de
izquierda que se proyectó. Todo siempre fue un globo inflado alrededor de la
figura de Correa. Es indudable que él tenía la magia de atraer a las
multitudes, tenía carisma, era pintero, bonita sonrisa, por eso nuestra gente
depositó su confianza en él. Aún Fabricio no hablaba del círculo rosa.
Solo narro lo que está pasando en los pueblos del agro costeño, en donde la
gente colectivamente da testimonio de aquello. Ese es el caso de los vejados
e insultados duramente en las sabatinas. Todos ellos ganaron las elecciones,
el pueblo se solidariza con los débiles y castiga a sus verdugos; fue la mejor
campaña que les hizo Correa.
Estas son realidades que se comentan en las calles, en los pueblos, que nadie
consciente debe eludir. Son realidades de conocimiento público que este relato
solo se encarga de recoger. Igual situación sucede en el agro costeño, el cual
actualmente no tiene líderes que se destaquen precisamente por su liderazgo;
entiéndase en la conducción de un proceso relevante, ya que la mayoría de diri-
gentes de organizaciones oficialistas colabora con el gobierno repartiendo los
kits con agroquímicos e insumos de mala calidad, con alta toxicidad que
l
192 DIGNIDAD MONTUVIA
afectan al suelo agrícola y destruyen las defensas naturales del ecosistema,
fertilizantes como la urea traída de Venezuela que afectó el suelo agrícola
produciendo excesiva acidez, más los chanchitos y pollitos que también se
entregan desde las prefecturas con el conocimiento de que esta no es la solu-
ción a la pobreza del agro, lo cual es una contribución al engaño de nuestra
propia gente —dirigentes convertidos en cómplices del asistencialismo y de-
pendencia estatal—. La falta de conocimientos, experticia, criterios,
capacidades, tarde o temprano te facturan, no lograron nada para el agro.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 193
Tenemos ríos, bosques, cascadas, rutas, senderos, etc., pero los colegios téc-
nicos están totalmente abandonados, sin el pensum adecuado, ¿es esto una
omisión por ignorancia o una irresponsabilidad premeditada en las mentes
lúcidas de los “revolucionarios”? Solo hay que usar la imaginación, innovar,
crear, inventar, eso es todo. “La plata en Ecuador está de recogerla con pala”,
dicen los colombianos, pero se necesita espacio y avales del Estado.
Eso es lo que los gobiernos aún no han logrado entender bien, por la falta de
líderes auténticos a su entorno que le ayuden a interpretar y comprender la
importancia del inmenso capital social disponible y la riqueza natural que
nos rodea, muy a pesar de que a los gobiernos no les interesa el campesino.
De esto se trata esta narrativa, de transmitir las modestas pero ricas y alec-
cionadoras experiencias vividas por nuestro pueblo en esta época y la ante-
rior a la “revolución ciudadana”, que sirvan como un elemento de reflexión
para enmendar, corregir y mejorar. Las luchas que seguramente se darán en
el futuro serán con mucha más dureza y crueldad de las que hoy nos tocó
vivir a nosotros en esta época, serán seguramente en medio de una
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194 DIGNIDAD MONTUVIA
confrontación político-militar entre chinorusos y yankees disputándose el
control de los gobiernos en nuestra región.
En Brasil, han intentado desde las calles y con candela boicotear la reali-
zación del mundial de fútbol, afectando internacionalmente la imagen de
Dilma y su gobierno; por supuesto que son los graves actos de corrupción en
PETROBRAS, los cuales públicamente se denuncian y causan esta reacción
del pueblo. El propio Lula reconoció que su partido y su gente estuvieron
involucrados en la corrupción de la petrolera estatal. Son estos hechos los
que hacen que el pueblo pierda la confianza en estos gobiernos progresistas;
a más de la pobreza que está azotando a la población brasileña.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 195
en sus reservas económicas US 17 mil millones de dólares, siendo el país
sudamericano que mayor reducción de pobreza tiene. Pero de última hora,
Evo anunció que iría a la reelección, irrespetando la voluntad popular, lo cual
es nefasto y demuestra la posición dictatorial de estos gobiernos.
l
196 DIGNIDAD MONTUVIA
nación. Claro que no les interesaba. La organización montuvia lo vivió en
carne propia. Se nos excluyó de los movimientos sociales del ALBA y de toda
participación; discriminados y excluidos, sin embargo, supimos tolerar la
insensatez del gobierno y continuamos apoyando la integración regional y
aparentemente al presidente Correa, hasta finales del 2011 en que
ilegalmente nos despojaron de los recursos de las comunidades que la
Asamblea Nacional había incluido en el presupuesto para el ejercicio fiscal
del 2011, recursos que utilizados en una última fase finalizaban la
construcción de los proyectos agroindustriales.
Creemos que frente a las circunstancias que vive el país, debemos sentarnos
a conversar y a dialogar entre iguales. Hay mucha preocupación en nuestros
pueblos, la crisis es agobiante. Nos han endeudado de manera irresponsable
y sospechosa, han hipotecado el futuro de las próximas generaciones. La
crisis económica no tiene salida inmediata. Será un proceso a largo plazo.
Hay que reactivar la agricultura y desarrollar la agroindustria comunitaria
para exportar productos terminados. Los pueblos tenemos una importante
experiencia en esto, la deuda adquirida es impagable.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 197
jeres dirigentes se resistían a aceptar aquello, yo sí empecé a entender con
claridad el mensaje. Era la disposición de Correa, quien odiaba todo lo que
no controlaba. Nuestro pueblo era un estorbo y un peligro para sus pre-
tensiones de dominio y control total; no podía dejarnos fortalecer con la
agroindustria, no habíamos acolitado sus políticas de dádivas, nunca nos
sometimos al direccionamiento de su gobierno. Definitivamente, tenían que
liquidarnos y había llegado la hora. Las traiciones estaban como plato a la
carta, las fomentaban, sabían que “a la culebra se la mata por la cabeza”, eso
hicieron, descabezaron al pueblo y a su institución.
Después del tiempo que pasé en la penitenciaría, las aguas volvieron a su cauce.
Parece que algunas “lideresas” sintieron el cargo de conciencia de haber hecho
daño al pueblo que dicen representar, solo luchamos contra la pobreza de un
pueblo que solo clama justicia social, no caridad. Ojalá continúen quietas,
estamos en condiciones de tender puentes para el diálogo entre pueblos.
Nosotros nunca fuimos gobiernistas como nos señalaban ciertos sectores de la
oposición, mucho menos independientes. ¿Independientes de qué pues?
l
198 DIGNIDAD MONTUVIA
nicamente del PME (Pueblo Montuvio del Ecuador), ni han sido designadas por
nosotros; eso lo saben bien quienes los escogieron. Sin embargo, mantenemos
relaciones normales y de respeto con varios de ellos, pero no tenemos absoluta-
mente nada que ver en sus designaciones ni en sus actuaciones; ellos responden
al gobierno de AP. Esta es una aclaración necesaria.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 199
nosotros, esa es nuestra responsabilidad histórica. Necesitan brújula, ca-
mino y horizonte, o las drogas y otras degeneraciones nos van a ganar la
batalla y destruirán la última esperanza del planeta.
Tratemos de compartir nuestras experiencias con los jóvenes, que les sirva
de guía en el camino y en el pensamiento a construir. Unos entienden y
asimilan; la mayoría, no. Están seriamente afectados en su estructura men-
tal. Estamos creando una generación sin imaginación, sin creatividad, sin
pensadores, sin compromiso, individualista y egoísta. Una generación de
cómodos, sumisos y algunos oportunistas, que no están aportando en nada
a la sociedad ni al país y están en deuda con la historia. No estamos forman-
do hombres de honor y valor, de compromiso y sacrificios. Por supuesto que
hay valiosas excepciones, pero son muy pocos los ejemplos en ese sentido.
Estas verdades son duras y duelen en el alma, pero hay que enfrentarlas para
no tener que decir mañana: ¿dónde está la juventud gloriosa?, ¿dónde te
perdiste que no te encuentro? Juventud rebelde e irreverente ante el poder
constituido y la ley injusta. Te necesitamos juventud, aparece de una vez,
carajo; o sucumbe para siempre ante el poder y el tirano.
l
200 DIGNIDAD MONTUVIA
valor, de compromiso y sacrificio, no solo es haber tomado un arma y aden-
trarse en la montaña, también revolucionario es haber conducido a los pue-
blos en su lucha por el reconocimiento de sus derechos, por justicia social,
por dignidad. Cualquiera puede llamarse o hacerse llamar revolucionario, no
todos tienen el honor de serlo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l201
LAS FUERZAS UNIVERSALES DEL COSMOS
SIEMPRE NOS PROTEGIERON
Solo en estos 25 años sufrí ocho atentados criminales. No incluyo los ante-
riores, de los que podrán dar fe mis queridos hermanos de lucha. El Chalo
Castro, a quien por su alto grado de entrenamiento en el volante desarro-
llando velocidades de 160 Km/hora en la vía a Daule, con Juan Aroca de
acompañante en una de ellas, me salvó en un par de ocasiones de perse-
cuciones cinematográficas, de las que nos libramos gracias a la pericia y
audacia del Chalo en el volante.
Los viejos recuerdos con Oswaldo, cuando casi morimos juntos en manos de
unos motorizados en pleno 6 de Marzo y Quisquís, donde Artemio Quinde,
Antonio Chávez, el abogado Rubén Ramírez y otros compañeros se per-
cataron de la persecución que emprendieron tras de nosotros dos motori-
zados con metraca en mano, que minutos antes habían fallado en su primer
l
202 DIGNIDAD MONTUVIA
intento, pero que al perseguirnos giraron bruscamente hacia Quiquís, se
resbalaron y cayeron al pavimento, por lo que no pudieron alcanzarnos.
Un par de meses antes del atentado anterior, recuerdo una noche cuando en
mi finca aparecieron dos escuadrones volantes llenos de policías que inten-
taron llevarme preso sin boleta, sin motivo ni razón alguna y junto a Pablo
Morán y una docena de muchachos de mi finca, que aparecieron de entre las
sombras y armados hasta los dientes, los hicimos desistir de sus propósitos.
Más parece que tuvieron temor a los testigos que iban a quedar después de
la plomiza, ya que a esa altura de los acontecimientos mis vecinos habían
llegado con sus recortadas. Definitivamente, iban a quedar de testigos Simón
Morán, Totoroto Jiménez, Machete, Don Efrén, Mencho, la Gringa, Bolita, el
Chino, gente humilde y solidaria que siempre estaba lista para defenderme;
siempre entrené a mi gente para que me defendiera.
DIGNIDAD MONTUVIA
l203
Un sinnúmero de líderes, dirigentes y bases del pueblo montuvio son testi-
gos de las innumerables ocasiones en que tuvimos que enfrentar estas ad-
versidades que nos puso de prueba la lucha y que para nosotros eran parte
de la rutina, lo que nos hizo ser muy cuidadosos, tener confianza en noso-
tros mismos y nos enseñó que los mejores cuidadores son nuestra propia
gente, especialmente las compañeras montuvias que nunca sintieron temor
ante esto, por el contrario, más se esforzaban por cuidar mi seguridad.
l
204 DIGNIDAD MONTUVIA
Existen pactos bajo la mesa que garantizan protección a los actos de corrup-
ción del gobierno y el control a los medios de comunicación; también hay
pactos con los sindicalistas, gremios y partidos izquierdosos que apoyan al
oficialismo. Pobre mi pueblo que no sabe de esto.
Hay una inmensa población que rechaza a los gobiernos progresistas y los
combate en las calles. Hay descontento popular que cada día crece más; en
Venezuela hay escasez de todo, hasta de cerebros oficialistas. En Brasil, nadie
arriesga un pelo por Dilma; muchos dirigentes del Partido de los
Trabajadores (PT) están involucrados en actos de corrupción en Petrobras,
así lo reconoció el propio Lula. En Ecuador, el tema de la corrupción que se
denuncia y nadie investiga, ni aclara, ni desmiente.
Casi todos los gobiernos del socialismo del siglo XXI están chamuscados, a
excepción de Evo, el cual está en término medio quemado. Los bolivianos le
dijeron NO a la reelección, los indígenas no le perdonaron sus errores y
también lo castigaron pese a sus políticas de dádivas y asistencialismo.
Ahora tendrán que ser los propios pueblos, parte viva de este proceso y como
tal, responsables de construir nuestro propio destino, de construir una
América Latina y Caribeña libre, soberana e independiente del yugo imperial
yankee-chinoruso, herencia socialista, que por los próximos 50 años nos
querrán joder la vida y nos robarán los sueños. Pobres generaciones futuras,
endeudadas hasta la médula y sin criterio ni cojones para luchar.
DIGNIDAD MONTUVIA
l205
economías y nos condujeron a la pobreza y desabastecimiento, destruyeron
la producción agrícola y agravaron la pobreza rural.
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206 DIGNIDAD MONTUVIA
mente a colectivos importantes del país y nunca nos rindieron cuenta de
aquello. Hoy, el pueblo los está castigando en las urnas. El voto castigo es
consecuencia de su forma equivocada de gobernar. Los pueblos no perdo-
nan la insolencia ni la traición, aunque de que hay pendejos los hay.
DIGNIDAD MONTUVIA
l207
Se montó toda una campaña mediática de difamación, calumnias e injurias
al más bajo nivel chongoril y que no pararon hasta el día que al presidente
no le quedó otra que desaparecer ese ente burocrático que nunca sirvió para
nada ni contribuyó en nada a la revolución ciudadana, ni a AP, mucho me-
nos al Ecuador, pero sí jodió a todos los sectores que pudo, especialmente a
los montuvios que yo dirigía. Indudablemente era gente de baja calaña.
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208 DIGNIDAD MONTUVIA
comprendían perfectamente el desarrollo económico endógeno que estaban
construyendo los montuvios y el CODEPMOC desde un concepto y visión
diferente, hasta que los alienaron y callaron para siempre.
Por eso, siempre decimos en esta narrativa que el apoyo fue más allá de
Correa y de AP; era por la unidad latinoamericana, por la independencia
económica y política, por la construcción de la patria grande. Creímos en la
integración regional, la que después de una década resultó un cuento, una
burla cruel de los “socialistas” responsables de su fracaso.
DIGNIDAD MONTUVIA
l209
desterrar de la sociedad. No son parte de la cultura, son problemas de conducta
del mediocre perturbado y hace mucho daño en las esferas del poder.
Los gobiernos mediocres se rodean de estos aberrantes hábitos que les son de
utilidad para descalificar o excluir a quienes considera sus adversarios; pe-
nosamente, esta fue la característica de ese gobierno. En esta parte reflexio-
nábamos con Artemio Quinde y Jorge Goya: “No importa lo mal que hablen de
nosotros o las mentiras que inventen para destruirnos, lo importante es lo que
hacemos nosotros, eso sí es determinante”. Inteligentes los compañeros,
tuvieron razón, siempre me ayudaban a pensar, poseían una sabiduría natu-
ral, ancestral, habilidad para pensar y una buena capacidad de razonamiento,
hombres sencillos, grandes compañeros, amigos de toda la vida.
La Manuela se fue tal como había llegado, sin haber podido dividirnos,
mucho menos liquidarnos. Al final, esa fue la frustración de casi todas las
ministras que pasaron por esa SPPC. Cumplieron su consigna en cuanto a
joder; fue un valioso tiempo perdido queriendo destruir la indestructible
unidad de nuestra organización, la inquebrantable solidez de la conciencia
colectiva de nuestro pueblo. Había que cerrar ese capítulo oscuro, vergonzo-
so, echarle tierra como hace el gato, gente de doble moral que abusando del
poder causó daño a los pobres, a los más humildes de la costa rural, los que
nunca merecieron ese trato cruel.
Nuestro pueblo no quería dádivas ni limosnas, solo queríamos que nos de-
jen hacer justicia social con libertad. Eso era todo, solo queríamos que haya
distribución equitativa de la riqueza que generamos los propios montuvios,
no riqueza ajena, producir sin explotación ni dependencia, solo eso quería-
mos. ¿Qué parte de esto las señoras y su gobierno no entendieron?
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210 DIGNIDAD MONTUVIA
Dimos vuelta a la página, redoblamos el trabajo en las comunidades; ellas
serían claves si queríamos sobrevivir al discrimen, la exclusión y el odio de
estos “revolucionarios”, que ya se veía venir con arrollador peligro. Re-
cuerdo a María Mercedes Alcívar del cantón Pichincha, a Bertha Pareja, de
Jujan; Letty Chávez, de Milagro; Anita Álava, de Babahoyo; Dominga Torres,
de Daule; entre otras, preocupadas porque en su visión alcanzaron a ver la
indisposición de estas personas. Valientes mujeres montuvias quienes nunca
tuvieron miedo pues la lucha de años les inculcaba coraje y valor.
¡Qué hermosas montuvias! Me inclino reverente ante sus recuerdos, digno
ejemplo de sacrificio. Su ardua labor queda recogida en estas páginas para la
historia. Nunca hubo un imposible para ellas, jamás una queja; pasando
hambre, sed y agotamiento construyeron durante años el proceso montu-
vio, tanto en Guayas como en Los Ríos y Manabí.
DIGNIDAD MONTUVIA
l211
hermanos sufridos, huérfanos de liderazgo, desanimados, desalentados, pero
sedientos de organizarse y luchar por su desarrollo con justicia social, como
así lo comprobamos años después cuando llegamos con un poco de recelo a
esos hermosos lugares de nuestra campiña, donde la gente bella de
Esmeraldas y Loja se integró entusiasta al proceso montuvio porque no ha-
bía otra alternativa; no tenían otra opción organizativa, la costa montuvia
carente de líderes y constructores.
Hicimos esfuerzos para que esos pueblos con otras culturas no pierdan su
identidad, esa fue nuestra condición para aceptarlos. Solo se integraban al
proceso montuvio, en lo mínimo queríamos afectar su identidad. Difícil ta-
rea porque siempre habían sido condicionados a intereses de terceros.
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212 DIGNIDAD MONTUVIA
¡Qué difícil resultaba explicarles a las comunidades que en el gobierno había
gente que no quería que nos desarrollemos como pueblo porque le tenían te-
mor a la organización y a nuestro liderazgo, al amor que nos profesa el pue-
blo, al poder de convocatoria y movilización! Querían liquidar la cabeza de
dirección del pueblo montuvio y a nuestras bases mantenerlas dependientes
y sometidas a sus políticas asistencialistas y dádivas. Definitivamente, yo era
un problema. Tenían la consigna de desorganizar, dividir, descabezar las
organizaciones y movimientos sociales. Al final, lograron dividir a todos,
menos a nosotros. Solo se llevaron dirigentes y figuritas.
Así nos trataron, con irrespeto y discrimen, desde ese y otros ministerios, sin
considerar nuestra cultura, nuestras formas de organización con visión
empresarial, responsabilidad social y producción en armonía con la natu-
raleza; ignoraban que dándoles poder a las comunidades, ellas, desde su
experiencia y cosmovisión propia, serían las que mejor resolverían el pro-
blema de la pobreza en el agro; eso ni siquiera lo habían escuchado, querían
centralizarlo todo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l213
coordinar con otros organismos del sector público cuyas políticas podían ser
vinculantes con las nuestras; un total desastre en nuestras relaciones con esa
burocracia. Decenas de comunicaciones dirigidas al presidente y cuando
insistíamos con los amigos que estaban cerca de Correa, ellos nos decían era
el presidente quien había delegado esos temas a la ministra de Pueblos y no
quería saber nada del proceso montuvio. Estaba consciente de lo que había
dispuesto. La revolución los necesitaba pobres e ignorantes.
Yo empecé a ver la desgracia que pesaba sobre nuestras cabezas, pero ¿qué
podíamos hacer con semejante monstruo de poder y manipulación genera-
lizada? Sin embargo, pese a este maltrato injusto que estábamos recibiendo,
la dirigencia nacional del Pueblo Montuvio, bajo nuestra dirección, conti-
nuó apoyando aparentemente a la revolución ciudadana. Es más, cuando nos
trataban de marginar, excluir o afectar en nuestro proceso, con mucha más
fuerza hacíamos las gestiones en la búsqueda de recursos para continuar los
proyectos de las comunidades; por nuestra gente lo hacíamos. Ahora van
conociendo el porqué floreció el amor y el compromiso entre las
comunidades y nosotros. Los pueblos jamás olvidan estos hechos, siempre
me los están recordando. El amor fue la magia intangible del proceso.
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214 DIGNIDAD MONTUVIA
Recuerdo una vez que fuimos más de cinco mil montuvios al Tribunal Electoral
del Guayas, así lo informó la prensa en grandes titulares, y lo mantuvimos sitia-
do por algunas horas, arrojando huevos a su interior, rechazando de esa mane-
ra a la vieja partidocracia enquistada en dicho organismo electoral. Habíamos
luchado un montón de años por ello y nunca nos arrepentiremos de aquello; ese
era nuestro papel, nuestra tarea en el proceso. Obvio que nos equivocamos,
como muchos quienes también creyeron, pues en ese momento y en esas cir-
cunstancias hacíamos lo correcto, así son los procesos.
La lucha del pueblo montuvio demandó fuertes colaboraciones de todos y del es-
fuerzo propio de las comunidades, así es como debe ser, no como ciertos oportunis-
tas que a nombre de organizaciones llegan a la función pública solo para beneficio
personal, sin importarles en lo absoluto la organización ni el destino de la gente,
por eso no los sigue nadie; no les sirven ni al gobierno que dicen servir ni al pueblo
que dicen representar. Nunca le hemos pedido un solo centavo a ningún gobierno
para movilizarnos ni a nadie; esa ha sido siempre nuestra característica muy
peculiar y lo que nos hizo merecedores del respeto de todos, incluso de los
enemigos del proceso. A la gente tiene que costarle su lucha para que la valoren y se
empoderen. Lo gratis, lo regalado, ni siquiera te lo agradecen. Te equivocas si crees
lo contrario. Los montuvios desconfían de los papás Noel.
DIGNIDAD MONTUVIA
l215
Los principales diarios de la ciudad resaltaron en grandes titulares estos
acontecimientos; como anécdota recordamos la segunda presencia de Co-
rrea en ese, nuestro escenario, que coincidió con las fiestas julianas de Gua-
yaquil. Nebot no lo invitó a la sesión solemne y AP no fue capaz de montarle
un magno evento político como el que nosotros organizamos el 23 de julio
del 2007 en las inmediaciones del parque Centenario con más de diez mil
montuvios que habían venido como todos los años, a presentarle un saludo
y un canto a nuestra casa grande, Guayaquil. Los protagonistas éramos no-
sotros, no sabían que Correa estaría allí. Su presencia no estaba en nuestros
planes ni a nadie le importaba; pero algún correísta tuvo la idea de invitarlo
y asegurar su presencia en el corazón de la Perla del Pacífico.
Fue un solidario gesto del pueblo montuvio con Correa frente al desprecio del
alcalde que no lo invitó a la sesión solemne. Correa, en la sabatina, mencionó a
medias este hecho; siempre se cuidaba de no dar el mérito ni el reconocimiento
necesario a nuestra organización, la envidia y los celos le corroían el alma.
Para nosotros es fácil una campaña, llevamos 25 años haciéndolo, así que
jugamos un importante papel en el involucramiento de las masas en el sos-
tenimiento al gobierno. Toda la información sobre nuestra participación,
debidamente documentada, la enviábamos al gobierno, pero seguían siendo
otros los que se endilgaban los méritos y los triunfos. Recuerdo al goberna-
dor Cuero quien salió un martes, después de la consulta popular por el tema
de la justicia, en varios medios televisivos diciendo: “Agradecemos a cada
soldado y militante de AP en los recintos, parroquias y cantones del litoral,
por esa enorme votación rural obtenida el domingo pasado en la consulta
popular”. Con rabia e indignación, los montuvios me llamaron de muchos
cantones expresando su malestar por esas mentirosas palabras del entonces
gobernador Cuero. Me reclamaban porque fueron ellos, los líderes montu-
vios, quienes hicieron su parte en la campaña por el SÍ en el agro costeño;
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216 DIGNIDAD MONTUVIA
los informes fotográficos, boletines, las redes sociales y los diarios locales
así lo informaban. Sin quererlo contribuimos al engaño.
DIGNIDAD MONTUVIA
l217
Por cinco ocasiones visité la Gobernación para gestionar la presencia de Co-
rrea en este multitudinario evento. Necesitábamos que el presidente conoz-
ca los resultados, aún creíamos que él podía respaldarnos. ¡Qué ingenuos que
fuimos! El evento lo realizamos un martes para que coincida con su llegada
a la ciudad; nunca nos recibió el gobernador de esa época, ni nunca nos dio
respuesta a las innumerables comunicaciones que le enviamos. Un amigo
funcionario de la gobernación nos explicó que no querían que Correa se
entere de la enorme capacidad de movilización de los montuvios y Correa no
quería avalar los avances que estaban desarrollando las comunidades.
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218 DIGNIDAD MONTUVIA
del litoral, de las ciento cuatro mil integradas en el proceso y con mucho
esfuerzo construyendo una vida digna, sin explotación ni dependencia,
tratando de hacer justicia social en el agro. Hechos como estos muy
difícilmente se olvidan. Los pueblos seguirán facturándole a AP sus
escandalosos actos de corrupción y la crisis que nos agobia.
Más son los errores cometidos, las contradicciones, los abusos, el sectaris-
mo, la exclusión, el totalitarismo, la corrupción denunciada y en la mayoría
de los casos probada, errores que los pueblos no perdonan. Más adelante, los
pueblos con sus nuevos gobiernos deberán corregir, enmendar, rectificar,
redireccionar, escribir una nueva filosofía política para el hombre, el
universo, la sociedad, porque esa es la tarea, el deber y la responsabilidad de
todos; volver atrás nunca, regresar al sometimiento del FMI jamás. Tampoco
caer en la corrupción del régimen chino. Si toca negociar con el gran capital,
que sea en mejores condiciones para el país; aún no salimos del águila negra
y ya nos entregaron al dragón chino. El dominio y sometimiento imperial,
venga de donde venga, siempre será tragedia para nuestros pueblos.
Debemos independizarnos de todo yugo imperial, sea yankee, chino o ruso; de-
bemos establecer relaciones de respeto. Si no creemos que esto es posible, pues
entonces en qué carajo creemos. Tenemos que creer porque hemos avanzado,
hemos dado pasos importantes; estábamos construyendo la unidad de los pue-
blos de América, la integración regional es un hecho concreto que nos permite
negociar con mayor libertad e independencia, pero estos socialistas del siglo
XXI la jodieron. Ahora todo depende de nuestras sociedades, de qué madera
estamos hechos los latinos; una derecha caduca, sin ideas, sin propuestas, no es
la alternativa para nuestros países, pero tampoco lo es una izquierda neoliberal
y corrupta como la que hemos tenido últimamente. Ya vemos lo que pasó con
Macri en la Argentina, queriendo aplicar políticas fondomonetaristas caducas
de los años 70, totalmente desfasado.
DIGNIDAD MONTUVIA
l219
vez, que por su posición anti-imperial atrajo muchos adeptos en la región, a
más de considerar también que el capitalismo entró en crisis y al negro se le
durmió el diablo, pero los “socialistas” no hicieron bien las tareas, pese a que
el viejo amo estaba debilitado y en decadencia.
Es verdad que los llamados socialistas, por sus propios errores, sectarismo y
corrupción, jodieron la integración, la debilitaron, no se puede negar este
hecho; por eso el rechazo popular en las calles y en las urnas. Los llamados
progresistas nos fallaron, el proceso de integración regional está fallido, está
llegando a su fin; independiente de la injerencia yankee y los fantasmas del
pasado, que sí los hay, los gobiernos los sobredimensionan para culparlos de
su fracaso, por eso el cambio de estos se hace urgente y necesario.
Ahora la situación está muy complicada, hay mucha decepción, mucho des-
contento, muchas denuncias de corrupción, de impunidad, incluso un re-
chazo generalizado a nivel de campo y ciudad, que pareciera que raya en el
odio; esto fue lo que el correato sembró. La gente nos dio argumentos,
nosotros los entendimos y coincidimos plenamente con ellos, estas son las
razones del receso; hasta las elecciones del 2013 el agro votó por el gobierno,
aunque los muertos también. En el 2014 ya no lo hizo y castigó a AP. Nuestro
horizonte está claro, nosotros nunca perdimos el rumbo, nuestro norte es el
sur; nuestro enemigo es la pobreza, la injusticia social, la dependencia
económica, la desigualdad.
Nuestro compromiso siempre fue más allá de AP y del propio Correa. Los
gobiernos, tarde o temprano se van, son transitorios, los pueblos permane-
cen más tiempo en el espacio. Lástima que por sectarismo e infantilismo no
se haya aprovechado de manera oportuna la solidez y la experiencia de la
organización montuvia para resolver el problema de la pobreza rural; forta-
leza montuvia que ningún gobierno en 25 años pudo romper. Luchar contra
las equivocaciones y errores cometidos para no repetirlos es tarea de las
nuevas generaciones, ya verán cómo lo hacen.
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220 DIGNIDAD MONTUVIA
y de la integración regional, pese al fracaso actual en que se debate la revo-
lución bolivariana y el proceso de integración socialista siglo XXI.
Es la verdad de los hechos, que demuestra la gran valentía y tenacidad del pue-
blo montuvio para enfrentarlos y el alto grado de madurez para tolerarlos y
nunca perder el horizonte ni el rumbo trazado: el desarrollo económico de los
pobres, sin quitarle nada a nadie, somos ricos, dueños de la tierra, del arte de
producirla, de los bosques, de los ríos, la gastronomía, la cultura. ¿Cómo pode-
mos ser pobres? Solo necesitamos igualdad de oportunidades, tenemos ese de-
recho, que la riqueza que generamos se distribuya equitativamente entre noso-
tros a través de la agroindustria comunitaria, queremos agregar valor, vender
directamente al mercado, desarrollar el agroturismo. Solo eso hemos querido
siempre, no queremos la herencia de nadie.
Son realidades evidentes que este ensayo recoge en el marco del respeto hacia
los demás para que se tomen los correctivos necesarios y estas prácticas
equivocadas de la revolución ciudadana no se repitan en este ni en ningún
otro gobierno, porque le hacen daño al desarrollo del país, porque los pobres
tenemos derecho a desarrollarnos, no a vivir de las migajas que nos arrojan
los gobiernos; para que estos aportes, de igual manera, en ese mismo marco
de tolerancia, sean considerados en su importancia como la contribución de
un pueblo que ama su proceso vivido, que aporta a la construcción de una
sociedad mejor, más justa, más equitativa y que no vayan a ser mal
interpretados por los gobernantes ni tergiversados con mala intención para
provocar retaliaciones que miles de montuvios ya vivimos en carne propia,
nos hicieron mucho daño y aún sufrimos las consecuencias de aquello, lo que
afectó gravemente al proceso de desarrollo de los pobres del
DIGNIDAD MONTUVIA
l 221
campo. No queremos volver a ser víctimas de las confusiones y abusos del
poder, queremos libertad política e independencia económica para que nos
dejen hacer lo que nosotros sabemos hacer.
La gran capacidad de resistencia del pueblo cubano ante el imperio del nor-
te, su firme convicción ideológica y política, la férrea voluntad inclaudicable
en la lucha de hombres y mujeres con temple de acero, fueron siempre
nuestro mejor ejemplo de perseverancia y coraje; ejemplos que permanente-
mente estábamos transmitiendo y compartiendo con la dirigencia montuvia
para fortalecer nuestras mentes y espíritu, por eso cuando hubo la primera
oportunidad, atendiendo una fraternal invitación de la ANAC, la dirigencia
hizo maletas, llegaron a la isla y conocieron al pueblo cubano que tanto los
había hecho admirar; recorrieron seis provincias, sus campos con las coo-
perativas agrícolas y las fincas privadas (nos mintieron haciéndonos creer
que en Cuba no había propiedad privada), sus pueblos con gente hermosa y
voluntad de acero, sus bellas y limpias ciudades, conocieron el sistema
socialista, su historia, pero también conocieron y escucharon de los propios
cubanos su frustración, la falta de libertades políticas y económicas, su
aislamiento del mundo, el fracaso de su modelo económico. Fue una expe-
riencia aleccionadora que disfrutaron 16 compañeros durante 15 días. Fidel
había sostenido en la pobreza a su pueblo. Eso no gustaba a los cubanos.
Desde nuestra modesta opinión, lo del socialismo del siglo XXI en nuestra
América fue un invento de Fidel y Chávez, quienes implantaron esta co-
rriente en nuestra América y facilitaron la penetración del imperio chino; por
supuesto que los chinos tenían intereses en las áreas estratégicas de
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222 DIGNIDAD MONTUVIA
nuestro continente, de expandir sus inversiones y dominios en compañía de
los rusos, de eso no hay la menor duda.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 223
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
DE MONTECRISTI
Después de tantas jornadas y tantas luchas que realizamos para que se con-
voque a la consulta y se instale la Asamblea Constituyente, los montuvios no
tuvimos la oportunidad de tener un espacio en esa Constituyente. Los de AP,
excluyentes y sectarios como siempre, no nos quisieron dar un mínimo de espa-
cio porque su objetivo era liquidar los procesos de los pueblos y nacionalidades
pese a todo el respaldo masivo entregado por los montuvios a la causa.
Así que cada amanecer era para nosotros un desafío para asegurar el reco-
nocimiento del pueblo montuvio en la Constitución. Sabíamos que había la
intención de descabezar al movimiento indígena y de desconocer sus con-
quistas logradas en las luchas, por lo que a nosotros también nos iban a dar
el mismo tratamiento.
Nos hicieron conocer que Alberto Acosta tenía orden superior de no dar paso
a ninguna propuesta que venga en ese sentido; eran los dioses que em-
pezaban a imponernos su verdad. Así se inició la liquidación del proceso de
desarrollo de los pueblos y nacionalidades. ¡Qué ignorancia política! Más
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224 DIGNIDAD MONTUVIA
pesaba su afán de hacer daño, al desconocer que la fortaleza de un Estado
precisamente está en su diversidad, en sus cosmovisiones diversas, en sus
especificidades, en sus experiencias desarrolladas, en su naturaleza misma,
en su cultura. ¡Qué ignorancia extrema desconocer aquello! Es la causa
principal por la que los gobiernos indolentes han fracasado en erradicar la
pobreza rural. El movimiento indígena resistió pero quedó dividido.
Así que nos lanzamos con todos los argumentos y dignidad montuvia sobre
Montecristi. Contábamos para ello con la gente montuvia organizada más
importante del agro costeño, ese pueblo digno y altivo que no nos había fa-
llado nunca, que había conquistado varios imposibles; y también con la úni-
ca aliada en la Asamblea Constituyente, Aminta Buenaño, montuvia propia
de mi querido Santa Lucía, quien desde el inicio se identificó plenamente con
nuestra lucha y nuestro legítimo derecho a ser reconocidos por el Estado;
montuvia luciana, con quien nos unen lazos de sangre, quien asumió el reto
histórico, pese a las enormes dificultades que sabía se presentarían en contra,
incluyendo la discriminación y xenofobia de algunas asambleístas de los
pueblos afro y nacionalidades indígenas, quienes cumpliendo la consigna
oficial, hicieron el papel vergonzoso de oponerse radicalmente al
reconocimiento del pueblo montuvio, nada menos que a los descendientes
de las montoneras.
Era una lucha desigual entre los que empezaban a creerse dioses, dueños de
la verdad y los oprimidos de siempre, quienes teníamos el coraje y la digni-
dad para pelear con todas las fuerzas necesarias hasta lograr con justicia el
reconocimiento a nuestra existencia. Hubo fuerzas oscuras siniestras y
sectarias, que desde los espacios de poder ejercían presión y propagaban
discrimen contra los montuvios de la costa; una oposición radical casi en-
fermiza, que demostraba los peligrosos niveles de xenofobia de algunas
asambleístas de AP, públicamente identificadas por sus pronunciamientos
DIGNIDAD MONTUVIA
l 225
excluyentes en los medios de comunicación. Era obvio que estaban cum-
pliendo una tarea, no había otra razón.
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226 DIGNIDAD MONTUVIA
tra propia casa. Habían confundido al pobre Alberto. Era imposible negar a
los montuvios en la tierra de Alfaro. Empezamos a darnos cuenta de que
teníamos que acelerar el proceso en Montecristi, que nada iba a ser fácil. La
consigna malévola contra el pueblo montuvio estaba vigente. Los asam-
bleístas de los partidos de la derecha, especialmente de Guayaquil: Cristina
Reyes, María Cristina Kronfle, empezaron a acercarse y a solidarizarse con
los montuvios, a participar en las discusiones en las mesas, defendiendo
nuestra tesis; con su correcta actitud se ganaron la simpatía de nuestra gen-
te, quienes aún las reconoce y no las olvida.
Fueron ocho largos meses vividos con mucha intensidad, con mucha pre-
ocupación. Los asambleístas de AP, timoratos y encajonados, no querían
meterse en la pelea. Tenían miedo a contrariar la orden que ellos decían
DIGNIDAD MONTUVIA
l 227
“venía de arriba”. Así lo expresaban en voz baja a las compañeras dirigentes.
Todos sabíamos de dónde venía ese discrimen, pero eso no nos amainaba en
lo absoluto porque sabíamos que había todo un pueblo organizado apo-
yándonos, a más de toda una población litoralense que hizo suya la lucha y
luego la conquista. No había dudas de que por las venas de Aminta Buenaño
corría la sangre revolucionaria de Leopoldo Rugel y de las montoneras de Santa
Lucía, así como la de nuestra valiente abuela. De esas raíces descendemos.
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228 DIGNIDAD MONTUVIA
vias jóvenes quienes junto a los viejos dirigentes y líderes tales como: Felipe
Romero y Luis Villafuerte, de Nobol; Irineo Santana, de Guayaquil; Wacho
Mosquera, Wimper Vera, de Daule, ponían colorido, juventud y alegría a la
lucha.
No puede ser que en pleno siglo XXI, los que generan riqueza sigan empo-
brecidos y excluidos por el sistema, dependientes del Estado; amamos la
justicia, por eso los amamos y ellos a nosotros. Esta es la magia espiritual, la
energía universal que ningún gobierno, con todo el poder político y eco-
nómico pudo romper jamás, dividirnos nunca.
Por ahí, hay algunos amigos que todavía no pierden la mala costumbre de
hablar mal de nosotros, pero son poquitos comparado con el inmenso con-
glomerado que nos valora y aprecia; los que se fueron eran dirigentes a los
cuales seguimos queriendo y respetando, son nuestros hermanos y estuvie-
ron un tiempo luchando a nuestro lado; pero cuando se fueron, se fueron so-
los y terminaron solos con su soledad, favorecidos en lo personal unos, otros
convertidos en burócratas por sus favores o servicios prestados a la SPPC o
a la SGP, las mismas que siguieron siendo una enorme caja de resonancia
para denigrar la lucha montuvia. Aun así, pese a la compra de conciencias
DIGNIDAD MONTUVIA
l 229
que hacían con los dirigentes, ofreciéndoles puestos para que traicionen a su
pueblo y difamen a Lucho Alvarado, esto nunca les dio resultados.
Así y todo, nunca pudieron dividir nuestra férrea unidad y organización, por
eso en este modesto ensayo, los que se fueron tienen el espacio que se
ganaron en la lucha cuando estuvieron en ella, como lo tienen en nuestros
corazones, porque también caminaron con nosotros, soñaron igual que no-
sotros, también vienen de nuestra misma piel y jamás renegaremos de ellos,
siempre vivirán en nuestro pensamiento. Nosotros no los separamos ni los
culpamos; ellos se fueron, no servían al proceso. Penosamente, todos los
gobiernos utilizaron esos resentimientos y odios personales para intentar
detener el proceso montuvio, objetivo que al final lograron.
Así pasaron los meses. Acosta entró en conflicto con el correato y se tuvo que
ir de la presidencia de la Asamblea. Le tocó el turno al ‘Corcho’ Cordero. Con
él, habíamos tenido una relación directa, incluso fue él quien con muy buen
criterio nos recibió la propuesta de incluir “un articulito en los derechos
colectivos, un solo articulito para los montuvios”. Así lo expresábamos
nosotros, esa era la estrategia diseñada. Habíamos sintetizado todo el
proceso montuvio y su modelo de desarrollo en un solo artículo. Otra vez, la
audacia montuvia con argumentos funcionaba.
En esta lucha, pudieron haber sido reconocidos los cholos; esa fue nuestra
intención y la de Aminta Buenaño, pero estos nunca aparecieron. Me refiero
a sus líderes naturales. Muchas comunidades peninsulares estaban
integradas en nuestro proceso, pero solas no quisieron asumir esa respon-
sabilidad. Había dirigentes propios de la península que no aprovecharon la
lucha montuvia para lograr ese justo y sano propósito. Nuestro buen amigo,
Jaime Mocha, llegó tiempo después, cuando ya estaba aprobada la Consti-
tución. Nosotros insistimos muchas veces en la incorporación de los cholos,
pero hubo unos cholos que protestaron porque se les llamaba así y no man-
ta-huancavilcas, como decían que era su identidad, por lo cual presentaron
una queja formal en la Asamblea, lo que desanimó a los cholos-montuvios
que luchaban con nosotros y decidimos continuar solos en esta lucha. Ya
estábamos acostumbrados a aquello.
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230 DIGNIDAD MONTUVIA
El ánimo siempre estuvo a la altura de las circunstancias. Nunca decayó el
entusiasmo. Yo me encargaba de mantenerlo siempre arriba. Las mujeres
eran muy buenas en mantener el ánimo, con su alegría ponían el son. La
única pequeña tristeza que sentía Gonzalito Vera, de vez en cuando, era la
ausencia de los dirigentes y lideresas que se fueron de nuestra lucha. Él tenía
la ligera esperanza de que un día aparecieran por el parque de Montecristi
para apoyarnos, eso nos llenaba de nostalgia a todos, mas nunca apa-
recieron, nunca estuvieron en esta lucha. No fueron parte del proceso
montuvio, solo en sus inicios. Se distanciaron de nosotros en el 2001; esa es
la verdad aunque resulte incómoda.
Años después, Gonzalo también se nos alejó. Nunca supe el porqué de ma-
nera intempestiva desapareció de nuestro lado. Nunca conversó conmigo,
mucho menos se peleó. Supe que un día llegó eufórico a la oficina y se peleó
con todo el mundo, pero conmigo jamás. Nunca más lo volví a ver, ni si-
quiera discutió conmigo. Simplemente, se alejó. Gonzalo fue conductor del
proceso montuvio, fue una pérdida sentimental muy honda para nuestro
pueblo. Él siempre estaba pensando y me llamaba en las madrugadas para
darme una idea, era muy sensible y muchas veces nos contagiaba su nos-
talgia. Él fue víctima de una cruel y burda manipulación orquestada por
gente infame, sin escrúpulos ni moral, que sobre sus conciencias llevarán las
consecuencias de los hechos. El objetivo fue hacerlo romper conmigo porque
sabían que Gonzalo era el brazo derecho de la organización, el hombre más
leal al proceso y a mi conducción, por eso lo separaron de mí. Así se lo
confesó a Antonio Chávez, a quien le corroboró el nombre del enemigo que
desde la gobernación, lleno de odio y venganza, confabulaba contra el pueblo
montuvio y lo que desde la SPPC maquinaban hacer contra mí.
DIGNIDAD MONTUVIA
l231
De vuelta a la Asamblea, el reconocimiento al proceso montuvio teníamos
que meterlo en un solo artículo, sin que cause suspicacia o vaya a ser mal
interpretado o tergiversado por gente perversa, así que después de tantos
ensayos y fracasos de los juristas, politólogos y otras vainas, decidieron que
yo lo elabore. Lucho Zúñiga se ofreció ayudarme a pensar y entre los dos lo
construimos. Compramos dos botellas de “mata rata” y nos sentamos a
pensar y escribir; pon esto, saca aquello, escribe lo de acá. Teníamos que
disfrazarlo. El Ing. Zúñiga era un profesional como pocos, tenía su nivel de
conocimiento y experiencia y resultó una gran ayuda para el proceso mon-
tuvio. A las 22h00, teníamos terminado el articulito y también el mata rata;
parecía que no decía nada, parecía insípido, trivial, pero lo decía todo. Era
un reconocimiento tácito al proceso montuvio, a su modelo de desarrollo, a su
diferencia conceptual y visionaria y a las formas de organización y administra-
ción propias. Definitivamente, había que insertar ese artículo como sea.
l
232 DIGNIDAD MONTUVIA
blos Montuvios de la Costa y Zonas subtropicales de la Región Litoral). No se
podía ocultar su existencia orgánica como pueblo y el proceso desarrollado
desde su institucionalidad; su estructuración territorial comunitaria,
parroquial, cantonal y provincial era evidente, notoria y de conocimiento
público. La Asamblea Constituyente pudo verificar sus avances organizati-
vos, experiencias y alternativas económicas, las mismas que se le hicieron
conocer, incluyendo su modelo de desarrollo endógeno, justo, solidario y
equitativo. La negativa era una consigna de discrimen y temor a la montuviada.
DIGNIDAD MONTUVIA
l233
Tomamos la decisión y fue anunciada desde la propia Asamblea por todos los
medios de comunicación. Teníamos la masa organizada, preparada desde
hace tiempo atrás, con altos niveles de conciencia y sacrificios para llevar a
cabo una acción revolucionaria de alto nivel. Se había probado en la huelga
de hambre por el CODEPMOC, cuando dos compañeros montaron el
operativo de tomarse dos embajadas simultáneamente, estrategia de Pablo
Morán y Gonzalo Vera, ya fallecidos, de la que yo me enteré posteriormente.
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234 DIGNIDAD MONTUVIA
estados del sur de Brasil, y las propias experiencias del Pueblo Montuvio del
Ecuador, con nuestro modelo económico endógeno; son ejemplos irrefuta-
bles de como los pueblos se desarrollan desde las ciencias endógenas, desde
su propia cosmovisión, su cultura y su naturaleza.
Más pesaba el interés mezquino partidista por encima del interés nacional y
de los pobres del campo; contradicciones que no queríamos colectivamente
profundizar, por temor a las confusiones que estas originasen o que pudie-
ran herir susceptibilidades entre los líderes montuvios, aunque yo siempre
estuve claro en el tema. Lo decía Jorge Moreno: “Son neoliberales derechis-
tas disfrazados de socialistas”, pero me dejaba arrastrar por la corriente de
esperanza y que “todo era una desafortunada equivocación”, que pronto se
rectificaría, lo que nunca sucedió. Cuando se dirigen multitudes y pueblos no
es sencillo asumir una equivocación colectiva.
Una vez más, se comprobó que el pueblo montuvio era triunfador, que nun-
ca se rendía, jamás se doblegaba, por muy duras que fueran las circunstan-
cias, nunca claudicó, nunca retrocedimos, hasta el final carajo. “La única
lucha que se pierde es la que se abandona”, decía Pedro Restrepo, una gran
lección para los pueblos timoratos y con pereza mental para luchar.
DIGNIDAD MONTUVIA
l235
semana a semana se daban cita en Montecristi para avanzar en la jornada; con
Miguel Guerra, Lucho Briones, Gary Meza del Guarango, Helen Toala, el Ing.
Llaverito, de Jipijapa, que con sus colegas apoyaron todo el proceso de Monte-
cristi; al Ing. Constante y su gente, al arquitecto Ávila, Junior Guerra, Rubén
Moreira, Berísimo Jama, Fredy Zambrano, Eleuterio Vélez, Pancho Utreras,
Dídimo Domínguez, el viejo Meza, Pedro Navas, Juan Toala y a su grupo de
jóvenes que siempre estuvieron allí.
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236 DIGNIDAD MONTUVIA
Pueblos nos los cortaron, utilizaron la infamia, la calumnia, para despojar-
nos a las comunidades montuvias de un legítimo derecho constitucional y
una conquista lograda. Así actuaban desde esa SPPC para maliciosamente
arruinar los proyectos de arrastre construidos en etapas, indecentemente
cumplían la consigna correísta.
Marlene Mendoza, del Guabo, con los queridos y siempre recordados Zero
Polutión de Diego Cedillo, sus hermanos y su gente tan maravillosa y soli-
daria, jamás podremos olvidarnos de ellos; Jenny Cabello, Johanna García,
de Huaquillas, dos puntales de El Oro; junto a Vicente Macas, de Zaruma;
Pepe Camacho, de Arenillas; Jorge Prado, de Portovelo; el querido viejo
Arturo Romero del Centro Agrícola, y Darwin Espinoza, de Piñas; de Pasaje,
Bolívar Valle y su gente; los incansables compañeros de Santa Rosa con José
Luis Romero a la cabeza; los compañeros Cabrera, Carlos y Raúl del
subtrópico de Bolívar, con Walter Varas, Angélica y tantos bolivarenses que
se constituyen en un gran referente de lo que es desarrollo endógeno con
visión empresarial.
DIGNIDAD MONTUVIA
l237
quienes también se mandaron su parte en la lucha de los montuvios. Lás-
tima que se nos fueron, decidieron hacer su propio camino; en fin, mucha
dirigencia, demasiados líderes para recordarlos a todos en unas pocas pági-
nas y mi vulnerable memoria que no está en su mejor momento.
Aquí tenemos que reconocer el apoyo invalorable que nos brindó el asambleísta
del Carchi, Iván Rodríguez, importante apoyo intelectual, porque fue él quien
con la experiencia y el conocimiento político se encargó solidariamente de pa-
sar el inofensivo articulito, con algunos cambios inevitables, pero sin alterar el
profundo contenido que este tenía. Ese fue un importante apoyo y aporte de un
l
238 DIGNIDAD MONTUVIA
revolucionario de verdad, a quien el pueblo montuvio le reconoce su accionar
en esa Asamblea y en su vida política como líder en la lucha popular del Carchi.
El recuerdo de Iván nos trae a la memoria los sabios criterios que Jorge Moreno
siempre nos compartió, sabias experiencias y acalorados debates que fueron
vitales para la sostenibilidad de la lucha en Montecristi.
La lucha de los montuvios en Montecristi era una ventana abierta al país. Tenía-
mos que saberla utilizar adecuadamente para generar opinión pública a nues-
tro favor. Montecristi era el escenario apropiado, teníamos que despertar sim-
patías y solidaridad con nuestra identidad y con nuestra lucha, todo teníamos
que hacerlo bien. Sabíamos que el resultado inmediato era el reconocimiento e
identificación de los costeños con sus raíces, como efectivamente sucedió.
DIGNIDAD MONTUVIA
l239
hoy la montuviada ha crecido tanto que ya es de todos; está en el campo, en
la ciudad, en Quito, en Guayaquil, en la sierra y en la costa, hasta en New
York, Madrid y Barcelona. En Europa hay una organización muy activa
llamada Montuvios por el Mundo. Sus líderes son Gerson Cruz, Maritza
Villanueva, Alba Olaya, Leonardo García y Viviana Zambrano, importante
mujer, reconocida poetisa del Carmen-Manabí, entre otros, quienes se
sienten orgullosos de sus raíces y de su identidad.
l
240 DIGNIDAD MONTUVIA
lo que decían era imposible vencer. Gracias a Dios y la vida por darme la
oportunidad de haber dirigido la construcción del proceso montuvio.
Con toda seguridad, como lo hizo ayer Alfaro, un día no muy lejano, esta
patria plurinacional volverá a tener un comandante montuvio, que conduz-
ca y guíe al pueblo, que inicie los cambios por hacer, que implante la justi-
cia social con libertad, independencia económica, la igualdad de derechos
para todos, que erradique la pobreza y el discrimen de nuestros campos, que
consolide la unidad latinoamericana e integración regional, corrigiendo y
rectificando los desaciertos, que en este fallido proceso los gobiernos
progresistas nos heredan, que los pueblos y la sociedad exigen se corrijan,
principalmente la corrupción.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 241
LA CANDIDATA MONTUVIA
Y LA AGROINDUSTRIA
El 2009 era un año clave para nuestro proceso. Había que implementar en
las comunidades el modelo de desarrollo económico endógeno que tanto
habíamos socializado como la solución a la pobreza rural existente y hacer
todo el proceso productivo, desde la siembra hasta la comercialización;
modelo de desarrollo con el cual los montuvios estaban empoderados y to-
talmente convencidos de que era su solución. Confiaron plenamente en no-
sotros y había llegado el momento.
Teníamos que poner a prueba a las comunidades, demostrar que eran capa-
ces de administrar fuertes sumas de dinero y construir responsablemente sus
plantas agroindustriales, sus empresas de comercialización con visión
empresarial, comunitarias e integradas por rubros. Había que lograr resul-
tados, así que pusimos a los técnicos y dirigentes a trabajar en ello. No había
tiempo que perder; sabíamos y estábamos conscientes de los problemas que
teníamos con gente llena de odio en el gobierno, así que arrancábamos aho-
ra o nunca. Ese era el momento, esa fue la consigna y eso hicimos.
l
242 DIGNIDAD MONTUVIA
Las comunidades se comprometieron a trabajar los siete días de la semana,
desde las 6 horas hasta avanzada la noche. Me consta que lo hicieron, sabían
que en dos o tres fases debíamos construir nuestros proyectos. Aún
contábamos con apoyo de cierto sector de la Asamblea, de la Senplades y del
Ministerio de Finanzas, lo cual nos facilitaba el presupuesto. Sabíamos que
la xenofobia de la SPPC y SGP en cualquier rato se desbordaría; estaban
maquinando un duro golpe contra mí y la institución CODEPMOC, como
efectivamente sucedió tres años después en noviembre del 2012.
Fue Ricardo Patiño, por gestión de Aminta Buenaño, quien se ofreció a darnos
un espacio en las candidaturas nacionales; comprendimos que no podía ofre-
cernos más, pues nosotros no éramos de AP y nunca nos quisieron ahí. Agra-
decimos su gesto solidario, su voluntad y le aceptamos el puesto 12 nacional.
Sabíamos que no era lo que nos merecíamos; en ese puesto la candidata no iba
a llegar, pero era una gran oportunidad y un gran desafío para probarnos. Que-
ríamos conocer y estudiar la reacción de las comunidades, el compromiso de la
población montuvia. ¿Se empoderarían de ella? ¿La sentirían propia?
Así que nos metimos de lleno en la campaña como si fuésemos a ganar, con
todo el entusiasmo y las ganas me pusieron al frente. Era nuestra primera
experiencia como pueblo montuvio. Los resultados de esta campaña 2009
fueron sorprendentes. En los cantones del Guayas fuimos los que más gente
amontonamos en los pueblos, eso no le contaban a Correa. Nuestra gente
DIGNIDAD MONTUVIA
l 243
salía a respaldar a su candidata y la hacían sentir ganadora. Todos se esfor-
zaban, gastaban de sus propios recursos.
En los cantones de Los Ríos sucedía igual. Benito amontonaba gente en Vin-
ces, en grandes caravanas que las comunidades mismas financiaban. Cada
comunidad traía su transporte; en Baba sucedía lo mismo. Eran los propios
montuvios haciendo su campaña por su candidata. En Palenque, Antonio
Chávez, Miguel Vera, Lusitania, Joffre Herrera, María de los Ángeles; Nora
Yance y su hermana Ángela, en Ventanas, junto a una muy buena candidata
a la alcaldía; en Valencia, Huber Intriago y sus comunidades cacaoteras; en
Puebloviejo, en Mocache; los Cabrera en el subtrópico de Bolívar; Magdale-
na y su esposo en la Ponce Enríquez del Azuay.
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244 DIGNIDAD MONTUVIA
Correa —quien reforzaba en una noche lluviosa la campaña de su hermana
Pierina y del candidato a alcalde por la 35, votación que era determinante
para ella o para Jairala— y se probó lo que ya sabíamos con anterioridad. Allí
en Balzar, pese a que Correa estuvo en persona, perdió Pierina y también el
candidato a alcalde por la 35, pero el presidente barrió y la alcaldía la volvió
a ganar Cirilo González del PRE.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 245
Hubo candidatos muy solidarios con la campaña montuvia, como por ejem-
plo Víctor Quirola en El Oro, quien fue un gran apoyo a nuestra campaña,
facilitándonos el desarrollo de nuestras actividades proselitistas; y ni qué
decir de Andrea Gonzaga, candidata a concejal de Machala, con todo un
montón de jóvenes caminando y organizando. ¡Cómo sudaban haciéndolo
todo! Nunca olvidaremos a Andrea y su bello gesto de solidaridad con los
montuvios. Correa no sabía esto, ni se habrá dado por enterado, mucho me-
nos le habrán contado del éxito de los montuvios en la campaña.
Los diarios locales informaron en grandes titulares sobre esta campaña sui
géneris. Yo viví esta experiencia durante todo el largo trayecto en que re-
corrimos Portoviejo la primera vez. Era el renacer de la montuviada, era la
identidad que empezaba a aflorar en la piel de los manabitas, era el resulta-
do de los años del proceso montuvio. Los pueblos empezaban a simpatizar e
identificarse con nosotros. Mi amigo, el candidato a prefecto, estaba cien
veces arrepentido por no habernos acompañado en esa caravana.
l
246 DIGNIDAD MONTUVIA
Igual ocurrió en otros cantones manabitas que recorrimos tales como Pa-
ján, 24 de Mayo, Jipijapa, Puerto Cayo, Puerto López, Santa Ana. Asimismo,
pasó algo similar en Zaruma, Portovelo, Piñas, Marcabelí. No había duda de
que los candidatos de AP eran pésimos, no gozaban de simpatía, por eso
perdieron, pero aparecíamos los montuvios con nuestra candidata y todo se
transformaba en alegría, respeto, solidaridad, simpatía, empoderamiento.
Esa fue la lección que aprendimos de esa primera campaña electoral, en la
que participamos en un casillero en el que todos sabíamos que no íbamos a
ganar.
Realmente el objetivo era descubrir, palpar, sentir, vivir algo que empeza-
mos a percibir después del reconocimiento de Montecristi. Definitivamente,
valió la pena. Fue una especie de reencuentro de la población citadina con
sus raíces, con su cultura, con su identidad. Esa fue la clara percepción que
tuvimos y que los pueblos nos trasmitían con su alegría y participación en la
campaña. El daño que nos hicieron las campañas sucias, las basuradas que
arrojaban sobre nosotros, auspiciadas por el gobierno, solo llegaban hasta
los círculos oficiales que se tragaban el cuento, no así en la población coste-
ña y especialmente la montuvia, que nos valora, respeta y aprecia mucho,
porque somos como ellos, venimos de su misma piel, de su misma historia.
Así que el 2009 era un buen año para, desde el CODEPMOC, implementar la
segunda fase del modelo económico endógeno, la agroindustria comuni-
taria. Había varias experiencias y alternativas económicas importantes en el
subtrópico de Bolívar, con Carlos y Raúl Cabrera, y había que recogerlas,
adaptarlas y replicarlas. Llevábamos varios años trabajando con nuestra
DIGNIDAD MONTUVIA
l 247
gente en la capacitación formativa en desarrollo humano, en la transferen-
cia de tecnologías limpias, en la asociatividad, en la integración por rubros,
en el cambio de la matriz productiva cuando en el país aún no se hablaba de
aquello. Los resultados nos daban confianza, fuimos pioneros en estas
formas diferentes de producción.
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248 DIGNIDAD MONTUVIA
Fue fácil implementar el modelo de desarrollo humano porque nuestras
comunidades venían de un largo proceso de formación en la lucha, en la
práctica; inventamos técnicas de control mental, de fortalecimiento espiri-
tual, de persuasión, desechando y evacuando la basura sembrada en nues-
tras mentes. Términos como: “No se puede. No hay. No sé, mejor mañana”,
fueron evacuados y descartados de nuestras mentes. El loquero mayor fui yo.
Me sirvieron de mucho los aprendizajes sobre estos temas, recorrí recintos,
parroquias y cantones realizando estas asambleas masivas que se convertían
en construcciones colectivas del pensamiento montuvio y fortalecimiento
espiritual. Hablamos mucho de Dios, de la energía universal, del positivismo,
del amor al prójimo, de la hermandad; reincorporamos valores que se habían
olvidado, incorporamos principios, reincorporamos e introducimos
conceptos acordes con nuestra realidad, nuestra cultura para conocer el
origen y causa de la pobreza. Tuvimos que poner mucho énfasis en este tema,
igual en las soluciones.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 249
El capital social es el más importante de todos, pero sobre esto la academia
estaba en deuda con Latinoamérica. Igual los capacitamos bajo los nuevos
conceptos del proceso montuvio, desde nuestra cosmovisión propia. Era
complicado hacerme entender, no había nada escrito. Tenía dificultades para
comunicarme con los técnicos; recordemos que la academia no había
aportado nada al respecto. Felizmente, a la cabeza del proyecto estuvo Lucho
Zúñiga, un ingeniero lojano con criterios y conocimientos de lo que
queríamos hacer los montuvios. Había que inventar y aprender haciendo.
Hubo gente como Luis Zúñiga que ayudó en la construcción del modelo.
También recuerdo la presencia importante de Ena Cumanicho, profesional
altamente responsable en sus funciones. Lástima que las fuerzas oscuras que
boicoteaban permanentemente nuestro avances, hicieron abortar en último
momento el crédito del Bandes de Venezuela ya pre-aprobado en Caracas,
gestionado con la hermana República Bolivariana cuando estaban en buenas
condiciones económicas.
Ena Cuminacho era una profesional que sabía lo que queríamos con toda
seguridad. Los resultados obtenidos con esa inyección económica hubiesen
l
250 DIGNIDAD MONTUVIA
sido de gran beneficio para el agro y para el país. Solo por poner un ejem-
plo, diez grupos económicos con doscientas comunidades estuvieran en la
actualidad desarrollando la industria arrocera, comercializando doscientos
mil quintales de arroz pilado mensual a los comisariatos en el marco de la
Ley de Control del Poder del Mercado. Esta oportunidad se malogró, se
frustró premeditadamente con el carcelazo que abusivamente me dieron.
Mucha gente, entre académicos e intelectuales, cree que esta es la otra ra-
zón de la persecución. Estos gobiernos socialistas no quieren el desarrollo
económico de los pobres, son los potenciales clientes de su asistencialismo;
sin pobreza no hay dependencia. Se quedarían huérfanos de apoyo. ¡Qué
crueldad en pleno siglo XXI, las evidencias están a la vista.
Fueron tres años en transición (2013-2016), sin hacer el proceso por falta de
conocimiento y criterio, perjudicando gravemente al proceso montuvio,
DIGNIDAD MONTUVIA
l251
dedicados simplemente a vivir de los sueldos que el Estado les pagó sin que
exista ninguna justificación ni explicación al respecto. En el 2016, se fueron
sin haber realizado nada, tan solo existieron simples cobra sueldos, sin
ningún compromiso con el agro montuvio, habían excepciones. La res-
ponsabilidad de esto recae directamente sobre la Asamblea Nacional y el
CPCCS, que no constituyeron el Consejo de Igualdad oportunamente, porque
sabían que no servía para nada. Los pueblos montuvios jamás creyeron en
ellos, saben que no funcionarán y el gobierno también lo sabe.
Nosotros lo decíamos al inicio del gobierno, pero nadie escuchó. Solo nues-
tra gente entendió, pero a nadie le importó. En esas condiciones empezamos
la implementación de la agroindustria comunitaria, una verdadera política
pública de cambio de la matriz productiva en el sector agropecuario, con las
dificultades que seguían existiendo. Una de las ministras de esa Secretaría
de Pueblos trataba desesperadamente de acabar con el CODEPMOC, apro-
piarse con su gente de los Consejos de Igualdad mediante decreto ejecutivo;
esperaban que el presidente los complazca y se los firme.
l
252 DIGNIDAD MONTUVIA
Querían repartirse los consejos con sus panas, sus allegados, con dirigentes
de a uno. Como nosotros no acolitábamos aquello, nos discriminaron y ex-
cluyeron de todo. Así practicaban con nosotros la xenofobia, desinformaban
al gobierno sobre el CODEPMOC, ocultaban sus resultados obtenidos y este
se comía el cuento que le echaban.
Esa era la forma como obteníamos los recursos económicos para las comu-
nidades, cabildeando con la Asamblea, al braveo, peleando, y por la soli-
daridad de alguna gente amiga. Nunca tuvimos apoyo del gobierno como
muchos creyeron. Nosotros, leales a nuestro compromiso y por estrategia,
jamás denunciamos el discrimen del que éramos objeto desde esa nefasta
Secretaría de Pueblos y de la SGP, quienes siempre sostenían que era el pre-
sidente quien les ordenaba hacerlo, además eran incapaces.
Una vez casi le declaramos la bronca por los medios de comunicación, por
los insumos de mala calidad que subsidiaban desde el Magap, pero luego
retrocedimos porque las universidades no quisieron ayudarnos con los es-
tudios, aunque después lo hicieron. Así fuimos de consecuentes con la in-
consecuencia. No nos lamentamos de aquello. Éramos muy capaces para
buscar recursos por otras vías, esto indudablemente era lo que más les mo-
lestaba a los enemigos que teníamos en el gobierno: la capacidad de gestión
para no dejarnos liquidar y de la enorme credibilidad que gozábamos entre
el pueblo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l253
querer justicia social, independencia económica y construir su desarrollo
mediante la implementación de sus agroindustrias comunitarias, sus em-
presas de comercialización, sistemas financieros propios, no seguir siendo
discriminados ni empobrecidos, ni dependientes del Estado en pleno siglo
XXI. Era una de las razones por las que nos odiaban, les molestaba nuestra
dignidad y capacidades, sí señor, así como se lee, en pleno siglo XXI y con
leyes que cas- tigan el odio y el racismo, desde la SPPC, que promocionaba la
ley contra el racismo, se incentivaba e impulsaba el odio, la xenofobia contra
los mon- tuvios y el CODEPMOC; fieles testigos de esto son los miles de
montuvios que vivieron y sufrieron en carne propia estos episodios.
Pero bueno, teníamos presupuesto del Estado para seguir construyendo, con
esfuerzos y participación de las comunidades, las plantas agroindustriales
artesanales de arroz, de maíz, de maní, de harinas, de balanceado. Las comu-
nidades trabajaban día y noche levantando sus proyectos con sus propias
manos, jornadas interminables desde las seis de la mañana hasta las ocho de
la noche, incluyendo fines de semana. Yo los vi construyendo sus sueños,
levantando sus esperanzas, aunque siempre tenían presente el fantasma de
la incertidumbre, de si el próximo año tendrían los recursos para terminar
sus proyectos construidos en varias fases desde el 2008 hasta el 2010. En el
2011, definitivamente nos quitaron los presupuestos.
Era muy emotivo ver a los Meza del Guarango, construyendo su centro de
acopio, montando sus maquinarias; o llegar a la piladora de los Emprende-
l
254 DIGNIDAD MONTUVIA
dores en Rocafuerte, ver el amor y orgullo con que estaban construyendo sus
sueños; observar y acompañar a los compañeros de Tosagua, levantando su
centro de acopio y secado de maíz. La gente de El Limón de Campuzano,
levantando su procesadora de maní. Era una experiencia para aprender. La
gente estaba empoderada, estaban convencidos de que eran capaces de
desarrollarse económicamente, superarse como personas, como seres hu-
manos, estaban fortalecidos con la esperanza de un futuro mejor, volvían a
creer en un nuevo Ecuador, habían cambiado de actitud.
Hay que vivirlo para realmente entenderlo. La vida nos ha dado la dicha de
conocer y aprender de aquello; confidencialmente estaban seguros de que
Correa estaba apoyando nuestro proceso y de que los malos eran unos pocos
que estaban reducidos por ahí en esa mal habida Secretaría de Pueblos. Así
se los corroboraba yo para no desanimarlos, los fortalecía diciéndoles que no
importaba lo que hagan los enemigos y el gobierno, lo importante y vital era
lo que hacíamos nosotros, y como algunas veces me vieron saludando al
presidente de lejitos, que era lo máximo donde llegaba mi cercanía con
Correa, ellos se convencían de que efectivamente el proceso montuvio esta-
ba respaldado por Correa. ¡Qué lejos estaba mi gente montuvia de saber que
no era así! Cuando después de un tiempo palparon la verdad, a muchos se les
arrugó el alma para siempre, especialmente a las mujeres dignas que
terminaron aborreciéndolo, odiándolo.
DIGNIDAD MONTUVIA
l255
Un ministro de Agricultura, ya ni recuerdo su nombre, nos había declarado
sus enemigos porque no habíamos aceptado que el CODEPMOC reparta úrea
en las comunidades, porque no queríamos involucrarnos en esos sucios
negociados que se daban con ese fertilizante de mala calidad y aprovecharse
de la angustia de los pobres. Más bien, sugerimos y orientamos a las propias
comunidades a que hagan su gestión y que sean ellos directamente los que
reciban esa “ayuda” del gobierno. Ese hecho molestó tanto al ministro, que
tecnócratas y burócratas de ese Ministerio, en represalia, se dedicaron desde
el 2007 a la ingrata tarea de atemorizar a nuestra gente en las comunidades,
reprochándoles por continuar integradas en el modelo de desarrollo que
estaba implementando el CODEPMOC. A esos niveles lamentables se manejó
la política estatal contra el pueblo montuvio, la organización que yo dirijo.
l
256 DIGNIDAD MONTUVIA
Los auditores después de seis meses de arduo trabajo en el campo, quedaron
satisfechos de lo que vieron y escucharon por parte de los montuvios y mon-
tuvias presentes en estas auditorías realizadas; pudieron comprobar que con
los pocos y escasos recursos, que por etapas habían recibido las comu-
nidades desde el 2008, habían construido mucho más de lo que recibieron.
Ahí estaban las piladoras, las pequeñas agroindustrias, las granjas avícolas,
los centros de acopio, las plantas de cacao, maní, ahí estaba la inversión del
Estado, los motores, las maquinarias, tractores, cosechadoras, equipos de
riego, todo estaba ahí, no faltó nada; más la mano de obra, los rellenos, las
piedras, las cañas, los aportes económicos de la misma comunidad, los apo-
yos recibidos de municipios y otros organismos. Todo lo pudieron probar.
No sucedía lo mismo con los proyectos que financiaba el gobierno, donde desde la
CFN y el BNF se entregaron millonarias sumas de dinero a organizaciones
fantasmas, afines al oficialismo, con el ánimo de dividirnos, cuyas inversiones no
existen por ninguna parte; millones de dólares se evaporaron, incluso son materia
de escándalos judiciales. Así se maltrataba psicológicamente a las comunidades
montuvias que no olvidan estos hechos y dan testimonio de aquello, pero que sin
embargo, continuaron estratégicamente apoyando al gobierno, porque esa fue mi
orientación. Conservamos la lealtad hacia el proyecto latinoamericano de unidad
e integración regional, no por Correa, ni por AP, sino por el Ecuador, por nuestro
país, por nuestra América. Esto a veces no se entiende bien y no lo comprendemos
en una sociedad como la nuestra, tan llena de prejuicios, ignorancia y confusiones
no es fácil entender esto, pero es el desprendimiento del interés grupal por los inte-
reses colectivos y bienestar de la nación y región. Para la oposición éramos gobier-
nistas, mientras los gobiernistas nos tildaban de oposición, así era el cuento. Para
suerte nuestra, las poblaciones del agro sí entendieron y comprendieron claramen-
te nuestra estrategia. Fueron 25 años de lucha permanente juntos.
DIGNIDAD MONTUVIA
l257
Así fue como llegamos a Otavalo, donde se realizaría la cumbre del ALBA.
Aún creíamos en la integración; una minúscula delegación del pueblo mon-
tuvio estuvo presente en este acto al que nos hicimos invitar al braveo, por-
que solo nos dieron ocho cupos para diez provincias, ni uno más; así nos
excluían siempre, comprendíamos su pobre condición humana y tratába-
mos de no darle mayor importancia. Lo importante era visibilizar nuestra
presencia y eso hicimos, gritamos consignas del pueblo montuvio con todas
nuestras fuerzas que hacían retumbar el coliseo. Los indígenas de las
graderías contagiados por nuestro entusiasmo, despertaron y empezaron a
corear con nosotros, gritaban emocionados nuestras consignas, no sé si era
porque María de los Ángeles y Estefanía, de Nobol, los arengaban, pero lo
cierto es que estaban emocionados con la digna y altiva presencia de nues-
tras montuvias y de nuestra delegación.
l
258 DIGNIDAD MONTUVIA
LA ÚNICA REUNIÓN DEL PUEBLO MONTUVIO
DEL ECUADOR CON EL PRESIDENTE CORREA
Lo que debió hacerse primero era la creación de la Ley de los Derechos Co-
lectivos de los Pueblos y Nacionalidades, esa era la ley primera que se re-
quería. Obviamente que al oficialismo no le interesaba y continuó todo el
tiempo obsesionado con los consejos de igualdad, “manejados como botín
político, con dirigentes de a uno”, tal como lo expresó Correa a la ministra
Ocles al final de la reunión en presencia de nuestra dirigencia.
DIGNIDAD MONTUVIA
l259
Lo que más molestó a Oswaldo, presidente nacional del Pueblo Montuvio y
al resto de compañeros presidentes provinciales, fue la presencia de exfun-
cionarios del CODEPMOC, empleados de la oficina, separados de la institu-
ción, elevados por la Secretaría de Pueblos a la categoría de dirigentes, sen-
tados en la misma mesa con el presidente y nosotros, lo cual consideramos
era una falta de respeto; a excepción de la parlamentaria andina Cecilia
Castro y de Jobo Acosta, los otros nunca supimos a quiénes o qué
representaban, los mismos que en sus desastrosas intervenciones fuera de
lugar, evidenciaron que no conocían ni eran parte del proceso montuvio.
Así debió haberlo percibido Correa, por las recriminaciones que al final hizo
a la ministra, delante nuestro. Lo cierto es que estos exfuncionarios
ejecutaban la campaña mediática de difamación, injurias y odios contra mí y
la dirigencia nacional montuvia, a cambio de puestitos, favores personales o
los viajecitos al extranjero, fungiendo una representación que nunca
tuvieron, pero así era como operaba la SPPC, por eso nunca funcionó.
Esta era la forma irracional como la Secretaría de Pueblos manejaba las re-
laciones con el pueblo montuvio, incapaces de construir acuerdos de respeto y
buenas relaciones con nosotros; sentían complejos y molestias al no poder
dividirnos. Con todo el poder que ejercían nunca pudieron partirnos ni que-
brarnos, jamás pudieron separar a las bases de nuestra conducción. Eso los
incomodaba mucho y los hacía sentirse frustrados, incapaces, no sabían que en
los procesos humanos construidos con amor y verdad, no hay poder en el mun-
do capaz de dividir. Lo supieron demasiado tarde, su propio odio los consumió.
Entrando en materia sobre la reunión, fue una buena experiencia. Ese día,
Correa conoció nuestro proceso, sus avances y logros, se mostró desarmado
y en silencio, por la solidez y contundencia de nuestros argumentos. Nos ha-
bían advertido que nos iba a liquidar. Su actitud cambió al escucharnos, de-
l
260 DIGNIDAD MONTUVIA
mostró preocupación y sorpresa al conocer lo que le habían ocultado sobre
el CODEPMOC. Conoció cómo lo hicimos y con tan poco dinero, se
sorprendió ante la verdad que expusimos, nunca cuestionó. Si lo hubiese
hecho quedaba en ridículo, ni puso en tela de duda la diferencia conceptual
y visionaria del proceso. Le estaba hablando la experiencia. Conoció los
resultados hasta ese momento logrados, los cuales eran muchos. Su sorpresa
aumentó y jamás refutó ninguno de nuestros argumentos, eran irrefutables.
Escuchó con mucha atención las particularidades del proceso. Creemos que
entendió lo que sus ministras nunca pudieron entender; le hicimos conocer
el modelo de desarrollo económico endógeno que estábamos implementando
para el pueblo montuvio, desde la institución CODEPMOC y los resultados
positivos que habíamos obtenido, la agroindustria comunitaria, los
consorcios de comercialización asociativa, las exportaciones.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 261
mó por las fumigaciones irresponsables que realizan las bananeras en Los
Ríos, el otro reclamó porque la úrea estaba siendo mal repartida en Manabí,
totalmente desfasados del tema de la reunión. La verdad ellos no conocían
del proceso, mucho menos de la existencia del modelo económico montuvio.
Finalmente, Cárdenas, en su desesperación, insistió sin éxito en el mismo
cuento de los consejos de igualdad vía decreto ejecutivo. Los asesores de las
ministras, incluyendo el gobernador Cuero, permanecieron en silencio
sepulcral, porque de antemano presagiaban o intuían un fatal desenlace de
esa reunión. La ministra y sus asesores habían preparado las condiciones
para que los montuvios terminen en un bochinche vergonzoso, ideal para la
actuación dictatorial y castigadora de Correa, lo cual hubiese sido lamentable
para nosotros, pero así era como esta Secretaría manejaba las cosas y la vida
de los sectores sociales: con total irrespeto, inmadurez y conductas no
apropiadas.
Felizmente para el pueblo montuvio, fue el propio Correa el que supo ma-
nejar un diálogo directo, fluido, respetuoso con el conocimiento; a los
dirigentes finalmente les tomó uno a uno la lección y tanto Oswaldo como
Fabián, Martín, Junior Guerra y Vicente Macas ratificaron la importancia del
proceso montuvio y los resultados de su modelo de desarrollo económico
endógeno; la soberbia estaba apantallada, fue por lana y salió trasquilado.
l
262 DIGNIDAD MONTUVIA
Eso sonó como un franco respaldo a nuestro trabajo. El presidente nos es-
taba asegurando la continuidad del desarrollo económico endógeno, la im-
plementación de las pequeñas agroindustrias comunitarias y, por supuesto,
eso significaba la seguridad de los presupuestos en los años subsiguientes.
Era un crimen detener o paralizar el proceso en plena ejecución, así lo
entendió el presidente luego de las explicaciones y ratificó su apoyo a los
proyectos hasta que la Asamblea apruebe la Ley, tal como sucedió cuatro
años después. Imaginen ustedes, cuatro años después y aún a mediados del
2016 no funcionaban los Consejos ni funcionarán nunca —en el caso de los
pueblos y nacionalidades porque estuvieron expresamente concebidos para
manipularlos y hasta en eso fueron mal concebidos.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 263
Y vino la venganza. Por represalia de la Secretaría de Pueblos, nunca más nos
darían los avales necesarios que exigen los procedimientos administrativos
para la obtención de los recursos del Presupuesto del Estado; pero intuyendo
esta mala acción de la Secretaría de Pueblos y en prevención de aquello, en
noviembre del 2010 logramos que la Asamblea Nacional —con asambleístas
como el manabita Ramón Vicente Cedeño, de 24 de Mayo, quien se fajó solo
contra la mayoría de la Asamblea— incluyera los proyectos del pueblo
montuvio en las recomendaciones al presupuesto. Un centenar de dirigentes
presentes en el recinto legislativo fuimos testigos de aquello. El asambleísta
Cedeño nos aseguraba recursos económicos de inversión del Estado para las
comunidades montuvias en el presupuesto para el ejercicio fiscal del 2011,
reconocimiento que este libro recoge como un ejemplo de compromiso entre
un representante y su pueblo.
Desde aquella reunión con Correa, a los gobiernistas que buscaban chamba
dentro del gobierno, se les acabó la trillada cantaleta del decreto ejecutivo
para repartirse los consejos de igualdad, que solo son organismos burocrá-
ticos y no ejecutan nada; pero llegó el 2011 y por más que la Senplades y el
ministro de Finanzas solicitaban por repetidas ocasiones el aval de la Secre-
taría de Pueblos, un pinche aval para transferirnos los presupuestos, porque
así lo establecían los procedimientos, nunca nos lo dieron a sabiendas de la
importancia y la afectación que causarían a las comunidades montuvias.
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Les importó un pito perjudicar y frustrar el sueño, el esfuerzo y hasta el sacrifi-
cio de miles de montuvios y montuvias del litoral. Toda gestión resultaba frus-
trante y traumática. La Secretaría de Pueblos estaba obstinada en bloquearnos
las transferencias; eran diosas y dioses castigando con odio a un pueblo ino-
cente e indefenso por el único pecado de no estar alineado al correísmo y a la
inoperancia de esa Secretaría de Estado, aunque permanentemente estábamos
en las calles apoyando masivamente a la “revolución ciudadana”.
Al comienzo, fue difícil aceptarlo, pero los hechos nos dicen que así fue.
Desde esa Secretaría de Pueblos estaban cumpliendo disposiciones expre-
sas de no permitir el fortalecimiento y el crecimiento económico de la orga-
nización montuvia. El objetivo era entorpecer y hacer que fracase el modelo
de desarrollo económico endógeno implementado desde el CODEPMOC, es
decir, todo un direccionamiento de estado para causar daño, definitivamente
no querían que los pobres salgan de la pobreza, ni de la ignorancia.
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Luego, buscar recursos internacionales, lo que también hicimos, aunque muy
tarde y obstruir a la SPPC en su perverso objetivo.
Nos cuentearon con que esta “revolución” era un periodo de transición ha-
cia un nuevo modelo económico en construcción, una nueva arquitectura
financiera, con independencia y libertad, pero al final resultó una mezcla de
fanesca y menestra con revoltillo de huevos que terminó indigestando a
nuestros pueblos, a más de los oportunistas y corruptos que están medran-
do en el gobierno y que terminaron festinándose la bonanza del petróleo.
Cerca de 104 mil familias montuvias integradas y activas por dos décadas,
por años sintieron en carne propia este maltrato, comprendieron sus
circunstancias y muy a pesar de aquello, por confianza en mi dirección,
continuaron “apoyando” al gobierno, pero sin el entusiasmo de antes. Esa
fue siempre nuestra estrategia, nuestro direccionamiento, por eso el agro
costeño mantuvo su quietud ante el gobierno. Nuestras comunidades se
tragaban su ira, su frustración e impotencia, pero a finales del 2012, des-
pués de mi encarcelamiento, empezaron a reflexionar y a meditar su posi-
ción; aunque en febrero del 2013 el agro volvió a votar por Correa y AP.
Públicamente se denunció que “hasta los muertos votaron”; su coraje y
rechazo lo expresaron en las urnas en el 2014, votaron contra Correa y contra
AP. Son particularidades propias de los pueblos.
Hoy hay un camino abierto por recorrer. Ya sabemos cómo resolver el pro-
blema de la pobreza, cómo desarrollar el país desde la agricultura, desde el
agroturismo, el paisaje, la forestación, economía circular, con
responsabilidad ambiental y social. Las próximas generaciones tendrán que
llegar donde nosotros no pudimos hacerlo. Somos los pequeños
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266 DIGNIDAD MONTUVIA
productores agrícolas, los que producimos la riqueza en el país, los que ge-
neramos la materia prima para que se muevan las fábricas, las industrias y
las empresas, incluyendo el sistema financiero. Somos el capital social y
humano más importante de una sociedad porque damos de comer al país,
aportamos al PIB y somos responsables de reducir el calentamiento global.
¿Por qué tenemos que seguir siendo pobres, discriminados, excluidos y ex-
plotados en pleno siglo XXI? Que alguien nos explique por qué tenemos que
esperar. ¿Esperar qué? ¿A quién? Si no nos unimos los pueblos montuvios,
indígenas, afros y mestizos, rompiendo las barreras de la exclusión y dis-
crimen para construir soluciones viables, probadas, tal vez mañana sea de-
masiado tarde. Esta es la época de cambios que no aprovechamos, la opor-
tunidad de América Latina la jodieron gobiernos inconsecuentes y corruptos;
solo dieron al pueblo dádivas y migajas mientras se levantaron con nuestro
petróleo; jamás pensaron seriamente en las soluciones siendo América
Latina el continente más pobre.
El agro unido tendrá que asumir la responsabilidad de hacer que los cam-
bios lleguen al sector rural. Tenemos que construir un nuevo concepto, un
nuevo pensamiento, un nuevo lenguaje, un nuevo sistema de producción,
saber qué hacer frente a la enorme pobreza existente en el sector rural de
nuestros países, pobreza que es consecuencia de los malos gobiernos, un
cáncer que ningún gobierno ha querido extirpar de nuestros campos.
Debemos desechar todos esos conceptos equivocados como
DIGNIDAD MONTUVIA
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el asistencialismo, las dádivas y el paternalismo que nos impusieron e in-
trodujeron, con la intención de hacernos dependientes de los gobiernos,
calmarnos con paliativos que resultan muy costosos para el Estado y no
solucionan el problema de la pobreza.
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Esperábamos en el 2014-2015, la obtención de un crédito hipotecario y po-
ner operativa la pequeña industria arrocera, integrando a más de doscien-
tas comunidades de Guayas, Los Ríos y Manabí; obviamente, dentro de un
proceso económico con justicia social, sin explotación ni dependencia. Que-
ríamos demostrar al gobierno y al pueblo ecuatoriano cómo se hace, pero
nuevamente el Estado, a través de la CFN y el BNF nos negó el crédito, pese
a que teníamos asegurado el mercado. Una vez más el propio Estado nos ce-
rró las posibilidades de crear consorcios comunitarios por rubros de
producción que desarrollen el agro con justicia social y erradiquen la pobreza
de nuestros campos. Esta es la verdad que hace doler el alma montuvia.
Los kits, los bonos, son ayudas que no resuelven el problema y en el caso de los
kits lo agravaron, porque fueron insumos de tan mala calidad que destruyeron los
suelos y acabaron con las defensas naturales del ecosistema. No es verdad que los
montuvios no son propensos a la organización, eso es totalmente falso. La histo-
ria del pueblo montuvio recogida en esta narrativa lo prueba. La verdad es que no
hay muchos profesionales formados, capacitados para trabajar con el capital social
ni con los grupos humanos, que es el capital más importante, de este y cualquier
proceso a emprender, a excepción de los técnicos agrícolas y profesionales que co-
laboraron y participaron en la construcción del proceso montuvio. Ellos tienen una
valiosa experiencia que si se la aprovechara sería un valioso aporte al desarrollo del
agro, pero el Magap tiene intereses clientelares y de dependencia.
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l 269
El proceso no es fácil. Se requieren profesionales que saquen de la mente del
empobrecido su condición de víctima, desterrar el concepto lastimero,
levantar la autoestima y prepararlos para desarrollarse en la adversidad. Si
las autoridades, por actitudes infantiles no quisieron ver los avances y logros
del CODEPMOC y su rica experiencia acumulada, vuelquen su mirada hacia
las comunidades campesinas del sur de Brasil, a los del Movimiento Sin
Tierra de las cooperativas agrícolas de Paraná, quienes han logrado comu-
nitariamente, desde su propia cosmovisión, desarrollar la agroindustria y
empresas con responsabilidad social, con excelentes resultados que son de
dominio público y un ejemplo para el mundo; cooperativas agrícolas con tres,
cuatro y cinco mil socios, haciendo todo el proceso productivo, desde la
siembra, pasando por la agroindustria hasta la comercialización, in-
cluyendo bancos comunales y fábricas de insumos. Exactamente lo mismo
que estábamos haciendo nosotros con el pueblo montuvio, en el que hay
varios ejemplos sobre este tema como la exportación de alcohol orgánico a
Inglaterra, la exportación de pasta de cacao a Europa, la exportación de
panela granulada a Italia, exportaciones que se sostuvieron por varios años,
pero que desde el gobierno de Correa no fueron apoyadas oportuna y
adecuadamente como se debió hacer. Igual resultados han obtenido los
zapatistas de México en el estado de Chiapas, donde han desarrollado
políticas públicas de salud, de educación y económico-productivas desde su
propia cosmovisión; igual Salinas de Bolívar con exitosos resultados.
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270 DIGNIDAD MONTUVIA
Guayaquil y Portoviejo. El pueblo montuvio y sus comunidades entendían bien
que el ALBA era una oportunidad, un gran mercado solidario, pero de pronto
aparecieron unos oficialistas que dijeron ser los representantes en el ALBA y
nos desautorizaron. Incluso, mediante comunicación de la Cancillería reclama-
ron ante funcionarios de la Embajada, es decir, ni hacían ni dejaban hacer. Esa
es, penosamente, la discriminación y xenofobia que utilizaron contra el pueblo
montuvio. Hay miles de testimonios de aquello.
Hay que tener cuidado extremo para evitar que con mercenarios y sicarios
nacionales nos armen grupos terroristas fundamentalistas. Suerte que en
nuestro país hay una oligarquía que se acomoda fácilmente a las circunstan-
cias y a sus intereses, con una oposición política torpe, sin liderazgo y con
rabo de paja. Sus ídolos de barro son solo eso. También hay posiciones de lu-
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l 271
cha, de bronca, en varios sectores de la sociedad, que expresan descontento
popular en las calles, los cuales son descalificados, agredidos verbalmente,
perseguidos por la justicia y encarcelados, oprimidos con políticas de miedo
y chantaje, que caracterizaron al gobierno de Correa.
El Pueblo Montuvio del Ecuador apoyó a Correa hasta finales del 2011
cuando nos quitaron los recursos, pero a mediados del 2013 cuando salí de
cana, realizamos una campaña contra la Chevron. Eran los temas de
actualidad y los utilizamos; se sumaron a nosotros varios candidatos
montuvios de AP en varios cantones. Era gente nuestra y no los podíamos
apartar. El objetivo era demostrar que a pesar de la persecución y el canazo
seguíamos fuertes y unidos; el objetivo se logró.
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272 DIGNIDAD MONTUVIA
Asimismo, hay un enorme descontento en el sector rural que hay que saber
interpretar puesto que el desarrollo del agro nunca llegó. Son diez años,
tiempo suficiente para haberlo hecho y no se hizo. No se obtuvo una excelen-
te semilla de buena calidad, resistente a las plagas y enfermedades y de alta
productividad; el uso indiscriminado de agrotóxicos destruyó los suelos, los
cuales están enfermos, oxidados, y como consecuencia de ello existe una muy
baja producción y un alto costo de la inversión; la pobreza se agudizó, la
migración juvenil aumentó, no hay red vial rural, la prefectura de Jairala es
rechazada en los pueblos, hay trasvases inaugurados que transportan el agua
a grandes distancias, pero sin las obras complementarias para llevar el agua
a las parcelas; no hay canales secundarios, no hay vías de acceso, no hay
muros, no hay riego ni estaciones de bombeo, toda una vil estafa.
Mis hijos y yo, recién en el mes de abril del 2015 obtuvimos el crédito en el
BNF para la siembra invernal, después de año y medio de gestión, cuando el
arroz ya tenía más de 3 meses de edad, crédito atrasado que solo sirvió para
pagar las deudas adquiridas con el chulco, los insumos fiados y pagarés
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vencidos —con el antecedente de que este banco estatal, so pretexto del fe-
nómeno de El Niño, en el 2014 tampoco entregó créditos a los agricultores,
causándonos un grave perjuicio económico.
Tres años sin crédito para siembra con el cuento de El Niño. Nos tenían que
quebrar. Es toda una política de liquidación a miles de agricultores al más
puro estilo neoliberal. ¿Quién responde por este perjuicio económico cau-
sado? ¿Dónde está la Asamblea? Parece que la solución al perjuicio causado
por el banco es la condonación de intereses, esto se le ocurrió a la Asamblea,
pero ni el banco ni el Estado, nadie respondió legal ni económicamente por
el grave daño causado, así que la condonación de intereses solo alivió un poco
el atropello cometido por el propio banco, aunque el enorme perjuicio
causado es irreparable y solo benefició a deudores de menos de 15 mil dóla-
res. Seguramente, más adelante habrá otra condonación de interéses
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equivocados conceptos sobre el servicio público. Hay una paupérrima for-
mación académica y personal, con excepciones, por supuesto. Este es un
problema grave de la nueva generación que tiene que resolverlo la sociedad,
aprendiendo desde el hogar, desde la escuela. Es un problema cultural, hay
que formar una nueva generación útil al país; es nuestro deber formar gente
emprendedora, creativa, imaginativa, innovadora, una sociedad de seres
humanos pensantes, solidarios y consecuentes, con capacidad para producir
ideas, capaces de pensar por sí mismos y construir pensamientos en
beneficio del país y la sociedad.
Es dura esta realidad, pero debemos aceptarla por muy dolorosa que nos
parezca, aceptar que nosotros, la materia prima de la sociedad, sigue de-
fectuosa. Solo cuando entendamos esto podremos enfrentar el problema y
resolverlo en un largo proceso de tiempo y espacio. Somos responsables de
la generación que estamos formando; el tiempo imperdonable de la vida nos
dará el mérito o nos condenará por ello.
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INTEGRADOR NACIONAL,
UNA ESPERANZA CIERTA
Era nuestro legítimo derecho, un partido nacido desde nuestras propias ba-
ses, desde nuestras profundas raíces culturales, un partido amplio y demo-
crático que permita la integración de otros sectores populares importantes
en la construcción de la democracia, de la justicia social, que garantice la
representación legítima de los pueblos montuvios; no de asambleístas im-
puestos a dedo por la partidocracia, que nada tienen que ver con nuestros
pueblos y territorios, asambleístas residentes en las lotizaciones de Guaya-
quil, de la vía a Daule, que usurparon una representación y pertenencia que
no tienen. Obviamente, los montuvios organizados no pusimos candidatos,
hasta ahora no lo hemos hecho.
Un día, la juventud montuvia con Luis Miguel Centeno, Ricardo Villacrés, Bru-
no Párraga, del Guayas; Junior Guerra, Gary Meza, de Manabí; junto a Lady
Mosquera, me convencieron de la necesidad imperiosa de crear el movimiento.
Analizamos y resolvimos llevarlo a la discusión del Consejo Nacional del Pueblo
Montuvio del Ecuador y obviamente a todas las instancias provinciales,
cantonales y comunitarias.
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276 DIGNIDAD MONTUVIA
Luis Miguel y yo lo conversamos con Galo Mora, quien nunca nos dio un
reparo en el tema; así que finalmente, consciente de mi responsabilidad
histórica ante mi pueblo, accedí a socializar el tema con las bases y así se
hizo. La respuesta que trajeron los provinciales fue contundente. Había que
formar el movimiento político ahora o nunca, aunque a mí personalmente
algo no me cuadraba en el análisis. ¡Cuánta falta nos hizo el conocimiento y
experiencia de Jorge Moreno! Aún no entiendo cómo lo dejaron fuera de este
capítulo. Pablo Morán y el doctor Alex Gutiérrez habían fallecido.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 277
empezaron peligrosamente a actuar contra nosotros. Tenían temor a nues-
tras candidaturas en el IV Distrito del Guayas, sospechaban que podíamos
tener una buena votación porque son nuestros pueblos. Además, difícilmente
podían hacer fraude, puesto que los pueblos reclamarían los votos. En
contubernio con personas resentidas de la institución, lanzaron las ya
conocidas campañas de difamación contra mí, ya que siempre he sido la
cabeza. Buscaron la realización de una auditoría direccionada a hacernos
daño, ejercieron presión sobre la Fiscalía IV de delitos contra la función
pública y la Contraloría, para que violentando los procedimientos y
atropellando mis derechos, me encarcelen por indicio de peculado, delito
inexistente. Como luego en el proceso legal se probó, no hubo la materialidad
del delito, no hubo pérdida o desvío de un centavo de dólar. Hubo el
cumplimiento fiel del contrato, no hubo perjuicio de ninguna índole, ni al
Estado ni a la comunidad. Nunca hubo vinculación entre las empresas, no
hubo sobreprecio y el contrato se cumplió a cabalidad.
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278 DIGNIDAD MONTUVIA
porque en esas brigadas se infiltraron personas indeseables, direccionadas a
dañar la información, pero que gracias a la oportuna intervención del ca-
pacitador y los jóvenes, fuimos alertados sobre la presencia de un enorme
paquete de firmas sospechosas.
Estos dos hechos constan en el proceso legal instaurado en mi contra. Los cho-
feres del CODEPMOC y otras personas más que me acompañaron a cumplir
con esta diligencia en la Fiscalía pueden dar fiel testimonio de este hecho. Lue-
go de los análisis realizados con mucha minuciosidad y con distintos actores,
llegamos a la conclusión unánime que desde el inicio teníamos gente infiltra-
da en el movimiento con la consigna de no dejarnos avanzar; tenían temor a
nuestras candidaturas, tenían temor a la corriente montuvia que camina y se
expande por toda la región. Tenían que detenernos y efectivamente lo lograron.
DIGNIDAD MONTUVIA
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Sin embargo, entregamos más de 280 mil firmas, de las cuales solo 147 mil es-
taban validadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE); las restantes, según
el CNE, estaban repetidas en otros partidos y un mínimo porcentaje de ellas
eran inconsistentes, lo que definitivamente nos dejaba fuera de la posibilidad
de lograr la creación del movimiento político. Además, esa era la consigna.
Pero frente a la duda, y una vez que les falló la Contraloría, también la Fis-
calía y la requisa de armas, optaron por involucrarme a través de un falso
testigo protegido de la Fiscalía, quien solo mencionó en su testimonio: “Una
vez me reuní con Lucho Alvarado en su oficina, ubicada en el piso 10 del edi-
ficio Gran Pasaje y le entregué 150 firmas que nunca me pagó”. Léase bien,
150 firmas, algo sin trascendencia y hasta dio una dirección equivocada de
mi oficina, la que nunca estuvo ubicada en el Gran Pasaje, menos en un piso
10. Pero esto fue suficiente para involucrarme en el montaje que habían pre-
parado, proceso en el cual yo nada tenía que ver.
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280 DIGNIDAD MONTUVIA
Me enfrenté a un fiscal serrano que no sabía de qué acusarme y a un ma-
motreto de juicio penal que no tenía ni pies ni cabeza, a 15 días del plazo para
la inscripción de las candidaturas, creyendo equivocadamente que
aceptaríamos la propuesta de candidatizarnos al IV Distrito del Guayas y a
escasos 10 días de la aprobación y entrega del crédito del Bandes de Vene-
zuela para poner operativos los consorcios agroindustriales de arroz, maíz y
cacao —entrega del crédito que se efectuaría multitudinariamente ese 15 de
noviembre en Guayaquil.
Allá fui a parar con mis sueños y mis tristezas, así quisieron acabar la utopía
de los jóvenes montuvios de crear su propio movimiento político. En una
conocida radio de la ciudad dijeron: “Así paga el diablo a sus devotos”, por-
que cuatro años estuvimos en las calles apoyando la unidad, la integración y
por supuesto a Correa, sin ser parte del gobierno ni de los afines a Alianza
País. Si se hubiese permitido a los montuvios participar con una alternativa
electoral propia, seguramente en febrero del 2014 INTEGRADOR
NACIONAL hubiese obtenido entre 30 y 40 alcaldías y casi con seguridad
podemos afirmar que Jimmy Jairala no hubiese sido el prefecto del Guayas.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 281
El sector rural no tenía por quién votar, ni Monge ni Rhon significaban algo
para el agro guayaco. El único candidato visible para la población rural y los
montuvios urbanos de Guayaquil era Jairala; por el respaldo que le daba
Correa, por eso votaron por él. Además, la gente de AP en los cantones le hizo
el favor a la campaña del prefecto, por eso hay que levantar otra lucha para
reformar la Constitución y que los distritos metropolitanos de Quito y
ciudades de más de 2 millones de habitantes como Guayaquil, no tengan
nada que ver en la elección de los prefectos. Esa responsabilidad debe ser
exclusiva de todos los cantones rurales de estas provincias.
Pese a que la Asamblea en el 2014 creó los consejos de igualdad de los pueblos
montuvios, se dieron cuenta de que esos organismos no sirven para nada, solo
cumplen la función de intermediarios, no ejecutan nada, ni sus propuestas son
vinculantes, y así lo fueran, los ministerios no tienen ni idea de cómo ejecutar
políticas públicas desde la cosmovisión propia del pueblo montuvio y desde las
ciencias endógenas. No tienen el conocimiento ni la experiencia.
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282 DIGNIDAD MONTUVIA
nuestra organización, jamás se acalló la voz rebelde de los montuvios que
protestaron siempre en las calles de Guayaquil exigiendo la libertad de su
líder, de su compañero Lucho, atropello que se cometió contra un hombre
inocente, víctima del poder omnímodo. Hubo gente del oficialismo impli-
cada directamente, aunque no podíamos probarlo, pero según decían “la
orden vino de arriba”. No habrá sido del cielo.
Había que cuidar a los demás dirigentes, la embestida fue general. Había
intimidación, no podía arriesgarlos. Al pueblo montuvio lo construimos con
amor, con solidaridad, con respeto, jamás con odios ni rencores, ni ven-
ganzas; he ahí la fortaleza de nuestro pueblo. En esos momentos difíciles
surgieron nuevos liderazgos, como los de Martín Chávez, de Milagro; Lady
Mosquera, de Palestina; Annie Muñoz Aroca, de Daule; Fabián Navarrete,
de Yaguachi, aunque este último después traicionó su conciencia, pero en
definitiva fueron ellos quienes se jugaron la enorme responsabilidad de po-
nerse al frente del pueblo. No era para menos: dirigir su lucha en defensa de
la institución pública CODEPMOC. ¡Qué orgulloso me sentí en la cárcel por
esos jóvenes líderes montuvios! También por los dirigentes provinciales y
locales, que sin temor a las amenazas, chantajes y presiones que sufrían
supieron pararse valientes, dignos, altivos y con el coraje suficiente para
defender el proceso montuvio, sus conquistas, y por sobre todo, la dignidad
de nuestro pueblo. Ni sometidos ni humillados. Es verdad que dieron todo lo
que pudieron dar, el conocimiento es un proceso de muchos años.
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Lady y Annie. Esta última, por su juventud, tenía problemas de autoridad con
el personal, pero la presencia de Lady en la institución fortaleció su gestión.
Aquí cabe preguntarse: ¿Quién ordenó este crimen que cometieron los del
CNE contra los montuvios en la persona de su principal dirigente? No hay
dudas de quien fue, vino de arriba y no precisamente del cielo. Mi único
delito fue firmar públicamente las actas de entrega-recepción de las firmas
al CNE, sin considerar las advertencias que me hicieron varios ciudadanos
sobre Domingo Paredes. Efectivamente, él fue quien puso la denuncia y pre-
sentó la falsa acusación particular en mi contra.
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284 DIGNIDAD MONTUVIA
Fui el único director de un pre-movimiento político no legalizado que fue
encarcelado y enjuiciado por el CNE por este tema de las firmas. Al parecer
nosotros, el movimiento montuvio de la costa —los luchadores y oprimidos
de siempre, los explotados y empobrecidos por el sistema—, fuimos los esco-
gidos por los “comunistas” del CNE para ser chivos expiatorios, castigarnos,
ensañarse contra nosotros, sentar un precedente y posiblemente desmontar
el encausamiento legal que habían preparado contra Fabricio Correa. Lo
cierto es que cumplieron la orden de inhabilitarnos como candidatos; así
pagamos justos por pecadores, así se reprime al pueblo abusando del poder.
Pero en las próximas elecciones el pueblo montuvio volverá a poner candi-
datos con la seguridad de que gozaremos del respaldo popular y tendremos
asambleístas por el IV Distrito del Guayas, por Los Ríos y por Manabí. Ojalá
que no quieran volver a meterme preso; son hechos puntuales que este
ensayo no puede dejar de recoger. Que fácil es soñar.
Producto de este abuso enfrenté otro juicio —esperando que la justicia sea
justa—, pero ninguna de esas maniobras en torno a mi prisión quebraron el
espíritu de lucha y la sed de justicia de nuestros compañeros. Por el contrario,
dirigencia y bases se daban cita todos los lunes en Guayaquil defendiendo a
su compañero preso bajo el mando de Martín y Fabián, compañeros que se
templaron al calor de esa dirección. Son gestos y acciones de solidaridad de
nuestra gente sencilla que jamás se olvidan y vivirán eternamente en nuestra
memoria, en la memoria eterna de la lucha montuvia como ejemplo de
dignidad para las nuevas generaciones.
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Lástima que en el 2013 le encargamos la Secretaría Ejecutiva del CODEPMOC a
Fabián, pensando que en unos meses todo terminaría. Lamentablemente, pasó
más del tiempo previsto, el gobierno lo mantuvo de largo casi tres años y termi-
naron manipulándolo para que les amontone gente, con el mismo cuento de AP.
Yo me alejé del CODEPMOC, ya no había razón para seguir ahí; aunque la ins-
titución, como dijimos anteriormente, ya estaba liquidada desde que me metie-
ron en la cárcel. Esta inoperancia y negligencia es responsabilidad absoluta y
total del Consejo de Participación Ciudadana (CPCCS) y de la Asamblea Nacio-
nal, por demorar cuatro años la aprobación de la Ley. En más de dos años no
fueron capaces de elegir los Consejos de Igualdad de los pueblos y nacionalida-
des, no hubo autoridad que los obligue. Sabían que esos consejos no funciona-
rían, son solo burocracia al servicio de la politiquería del gobierno.
En este relato debo también recoger la experiencia de mis hijos que se supie-
ron parar firmes pese a todas las circunstancias adversas que les tocó vivir;
se portaron cual dignos herederos de la genética guerrera de su padre y pese
a su falta de experiencia, supieron sostener a la familia y principalmente las
deudas. Steven Gabriel se constituyó desde el primer día de mi prisión en el
jefe del hogar, mis hijas Michelle Aminta y Nathalie se allanaron a su
liderazgo, del cual nunca dudaron.
Rocío Correa, una gran amiga, en son de broma me comentó un día: “En tu
casa todo está igual, pareciera que no haces falta”. Siempre Rocío transmi-
tiéndome ánimo, nobles gestos de su parte que siempre recuerdo. Mi an-
ciana madre, pese a lo delicado de su condición, se portó a la altura de las
circunstancias y nunca se afectó en su estado de salud, digna heredera de la
tradición guerrera de mi abuela Aminta Sarco Castañeda Martillo Ma-
gallanes de Buenaño Cueva, güaleña de Manabí, quien con su Winchester 30-
30 al hombro, allá por 1933, en una noche tormentosa en las montañas de
Bermejo, protegiendo a sus tiernos hijos, luego de más de dos horas de
balacera cruzada, ella con su esposo Manuel, casi acaban con una banda de
los temidos tauras que por aquellos tiempos asolaban el agro costeño, así lo
informó diario El Universo de esa fecha. De esos genes desciende mi viejita,
quien se mantuvo firme como un viejo roble, sabiendo que ella era la sombra
donde sus nietos se cobijaban, por eso quise rendirle tributo a mis ancestros
en estas letras.
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286 DIGNIDAD MONTUVIA
¡Cómo no mencionar a mi tío abuelo! Israel Valentín Cabello Sánchez, Mayor
de la milicia alfarista, hermano mayor de mi abuela Herminia, quien fue
miembro de las montoneras de Alfaro junto a los coroneles Leopoldo y
Tomás Rugel, todos oriundos de Santa Lucía. Sobresaliendo su espíritu
temerario y aguerrido, por lo que se hizo merecedor a ser parte del grupo de
valientes milicianos que asaltaría el tren donde transportaban prisionero al
Gral. Eloy Alfaro, desde Durán a Quito; acción valerosa y audaz que fue
rechazada por el ejército placista en las goteras de la población de Yaguachi.
En el ataque perdieron la vida los comandos alfaristas y los sobrevivientes se
arrojaron al caudaloso río, donde fueron cazados a tiros por el ejército
placista, entre ellos estaba mi ancestro Israel Cabello, quien mientras nadaba
recibió un tiro de fusil por la espalda que le salió por el pecho, dándolo por
muerto.
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En 25 años de lucha pública, me han acusado de ladrón, corrupto, de todo.
La inmensa población de mi costa rural sabe con absoluta certeza que Lu-
cho Alvarado es un hombre honrado, decente, honesto, íntegro, de honor,
valor, compromiso, sacrificio y ganador en todo lo que se propone. Nadie les
creyó el cuento; las injurias y difamaciones nunca les dieron resultados,
quizás por eso tuvieron que acusarme de falsificador de firmas, “de uso do-
loso de documento falso”, que fue el acta que públicamente firmé en el CNE
cuando entregué las firmas de inscripción del partido.
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288 DIGNIDAD MONTUVIA
Los líderes no pueden conducir a su pueblo con rencores ni venganzas. Hay
que aprender a tolerar, hay que comprender las circunstancias, aceptar los
hechos y entender la condición humana de las personas. Lo único bueno de
la cana es que tuve tiempo para la reflexión y la meditación. Me convencí una
vez más de que el pueblo montuvio necesita constructores y conductores para
conducirlo y sacarlo de la discriminación, exclusión y desigualdad en que lo
sometió y empobreció el sistema.
Igual problema tiene nuestro país. Hacen falta líderes. A falta de liderazgo, los
pueblos construyen líderes de barro. ¿Qué esperanza tendremos en las nuevas
generaciones? Una juventud que no se la ve dirigiendo ni liderando nada —son
muy pocas las excepciones. Los campos se están quedando sin jóvenes, hay una
fuerte y permanente corriente migratoria hacia Guayaquil, Manta, Quevedo,
Portoviejo, Machala; en Quito hay mucha población montuvia.
La población montuvia está envejeciendo. Los jóvenes se han ido, las dro-
gas han empezado a circular con fuerza en nuestros recintos gracias a los
asambleístas de AP que impulsaron su consumo, los fines de semana los
chongos están llenos de juventud. Hay una juventud desorientada, sin norte
ni horizonte. Hay que demostrar a los jóvenes con ejemplos y convencerlos
de que la lucha por la justicia social es una buena razón en la vida, justifica
la existencia y le pone contenidos a la vida.
Debemos retomar desde los pueblos los avances logrados con la unidad e integración
regional, abrir canales democráticos de diálogo con los nuevos gobiernos, no entrar
a la confrontación radical sin ningún resultado, agotar el diálogo hasta donde sea
posible; profundizar los procesos que sean necesarios y no permitir nuevamente que
irresponsables gobiernos “progresistas”, falsas izquierdas socialistas, nos maten los
sueños, nos jodan la integración, la independencia y la libertad anhelada.
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Nos corresponde reiniciar el proceso de integración regional, de unidad econó-
mica, cultural, ambiental, en busca de un modelo alternativo. Es lo que debe-
mos construir, o construyamos el que sea necesario, pero salgamos del modelo
actual en el que nos sometieron y esclavizaron sin ningún resultado positivo
para el país. Más aún ahora, con chinos y rusos adentro, lo cual constituye un
mayor peligro para los intereses comunes de nuestro continente.
Este objetivo es el que unió e integró a latinos y caribeños. Los pueblos te-
nemos el deber de construir otra alternativa de vida, eso es lo que debemos
hacer. Hemos perdido terreno, la unidad latinoamericana se dio, con proble-
mas pero algo avanzamos: CELAC, UNASUR, solo fue un sueño, hacia dónde
queremos ir, juntos diseñar el camino: un nuevo modelo de desarrollo de
justicia social pero con libertad, sin dependencia estatal ni imperial.
La crisis traumática que están viviendo los españoles les ha hecho cambiar su
forma de vida, adquirir nuevos conceptos y comportamientos que peligrosa-
mente podrían contaminar a nuestra juventud estudiosa, si es que no se les da
el tratamiento oportuno y adecuado. A más de que estas son sociedades fraca-
sadas, la eurozona se está desmoronando e incluso los españoles recogieron
algunas de nuestras experiencias para desarrollarlas allá, creyendo al inicio
que eran buenas y tal vez lo eran, sin la corrupción, sin el atraco a las estatales
petroleras perpetrado por los gobiernos socialistas siglo XXI.
Lo cierto es que tenemos que desarrollarnos desde nuestra cultura, desde nuestra
historia, desde nuestras realidades, desde nuestra naturaleza. Somos ricos en esto,
tenemos la tierra, el arte de producir, los ríos, las playas, volcanes, lagunas, casca-
das, bosques, arte y cultura de sobra, esto se vende, el mundo compra.
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Por esta razón, se torna imprescindible la organización y formación de la
juventud, la participación comprometida de los jóvenes en la construcción
de una nueva sociedad. Esto solo es posible si los pensamientos y los ideales
están claros. Se requiere una nueva generación que supere las falencias y
dolencias de las actuales, que asuma el liderazgo en la construcción y con-
ducción de nuestros pueblos; una juventud con valores, honor, dignidad,
comprometida con su sociedad y el mundo, que asuma deberes, dispuesta al
sacrificio y con valentía.
¿Dónde estás juventud? Libérate de los viejos prejuicios que han desmovilizado
a nuestros pueblos, libérate de las cadenas que lo han atado siempre a la pasi-
vidad, a la comodidad, al facilismo, a la burocratización de la lucha; libérate de
esa vieja y decrépita izquierda, falsos revolucionarios caducos. Hace décadas
perdieron el horizonte, deambulan sin rumbo y sin papel en la historia, falsos
socialistas del siglo XXI, jamás han escrito nada trascendental en los últimos
40 años. Esta década perdida también se perdió con ellos, son tan culpables
como los gobiernos que serviles complacieron con gratitud, fueron cómplices y
encubridores de los errores, las contradicciones y la corrupción, cadáveres
ambulantes que los progresistas resucitaron para sus protervos fines y cuando
estos, sus protectores, desaparezcan, volverán a morir en el cementerio de los
pueblos sin memoria. Por supuesto que hay excepciones.
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la ley injusta, ante la religión y ante la injusticia social; irreverente ante el
mundo y la vida equivocada que les dejamos como herencia, maldita heren-
cia de un planeta agonizante.
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DE LA PENITENCIARÍA A LA CAMPAÑA
Cuando muchos pensaban o creían —unos cuantos hasta rogaban para lavar
su acción pecaminosa de enviarme a la cárcel— que cuando yo saliera de la
peni saldría revestido de rencores, sediento de venganza y de odios contra todos
aquellos que me encarcelaron y frenaron el desarrollo de mi pueblo, que mi
posición sería dura, radical y frontal contra el gobierno, pues no fue así.
DIGNIDAD MONTUVIA
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Lo primero que hice fue visitar y reunirme con mi pueblo, con sus dirigentes y
líderes, allá en la oficina del CODEPMOC, lo cual fue un reencuentro inolvida-
ble, lleno de amor, de mucho cariño, de solidaridad, de alegría, aunque también
tuve la clara percepción de que en el ambiente flotaba mucho coraje e indigna-
ción por la forma cruel como nos habían maltratado. Algunos así lo expresaron
en el abrazo; algunas lágrimas de alegría pude observar en algunos rostros jó-
venes y hermosos de nuestras líderes montuvias, también en nuestros mayores.
Inspirado por el momento me mandé una arenga de esas que me salen del
alma y tracé la cancha. Teníamos que seguir luchando, por estrategia no
podíamos, tan débiles como estábamos, enfrentar a Correa ni a AP, quienes
tan miserablemente se habían portado con el pueblo montuvio, que los apoyó
al inicio. Teníamos que apoyar la unidad latinoamericana porque AP, cuatro
meses atrás supuestamente, había barrido en las elecciones y hubiese sido
un suicidio irnos frontalmente en contra. Teníamos que seguir sosteniendo
el proceso montuvio y tratar de involucrarnos en el proceso de integración
regional. Lástima que los pueblos no se hayan integrado al ALBA, pues ese
fue otro gran crimen de estos gobiernos sectarios, excluyentes. No podían
darnos poder. Su interés era el petróleo y la banca de China, nunca la libertad
política ni la independencia económica. Hoy todos pagaremos las
consecuencias de aquello. La integración es la tarea pendiente. Propuse que
frente a las elecciones de febrero del 2014 hagamos nuestra ya acostumbrada
campaña a favor de lo que somos y hemos sido siempre: impulsadores de los
cambios en el país y en Latinoamérica, nada que ver con AP.
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das, y Sara Villaprado, joven montuvia, cuadro de liderazgo de Edmundo y de
ese sector, junto a otros líderes como Joselito, Richard, con quienes volvimos a
juntarnos para fortalecer la campaña. Bajamos por Manabí, recorrimos sus
parroquias y cantones, desfilamos y marchamos por las nostálgicas calles de
Portoviejo, Pichincha, Paján, Rocafuerte, 24 de Mayo, La Unión, testigos de la
presencia altiva y digna del pueblo montuvio, recibiendo el fuerte abrazo soli-
dario y el cariño de su maravillosa gente, diciéndome: “Aquí estamos presentes,
compañero Lucho”, “Mande usted, comandante”, “Por ti hemos venido, Lucho”,
expresión última que me llamó mucho la atención y que después comprendí
mejor; hermosos gestos que siempre vivirán en mi retina y en mi memoria.
Indudablemente, los manabitas están en mi corazón y yo en el de ellos.
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Los gobiernos “progresistas”, ahora llamados corruptos, se olvidaron de la
revolución cultural, burocratizaron a los jóvenes en lugar de darles masas y
colectivos para que los conduzcan. Las “izquierdas” que cogobernaron con
Correa no priorizaron la revolución humana; ahí están las consecuencias.
Avanzamos, luego retrocedimos, porque nadie entendió nada. Los pueblos
carecen de cultura política, incluso del criterio filosófico sobre la vida y la
razón de la existencia. Los conceptos son muy pobres y ahí es donde se apro-
vechan los amos, los dueños del país para manipular a su antojo, a favor de
sus intereses; pero no puedo perder la esperanza en la juventud, en una nue-
va generación, ese es nuestro futuro y hay que forjarlos, hay que templarlos
para que no hereden la basura que contaminó a la actual. Hay que incul-
carles valor, honor, patriotismo, compromiso, dignidad, servicio, ética, moral,
deberes, amor y verdad; esto no se lo van a enseñar los políticos ni las iglesias,
por el contrario, intentarán adormecerlos, es toda una confabulación política-
religiosa para mantener el control y gobernar el mundo. Que la tecnología no
los idiotice, hay que darse prisa o las drogas, la desidia, nos ganan la batalla y
no veremos construido el mundo que una vez soñamos para nuestros hijos.
También debo mencionar a Henry, José y muchos jóvenes más que no recuerdo sus
nombres, pero que permanentemente me acompañan, especialmente en los desfiles
de Palenque, Baba y Vinces. Esa fuerza joven que gustosamente promociono con
mucho entusiasmo y esperanza de que algún día se decidan y asuman su deber, su
responsabilidad y su compromiso, como ayer los asumió Nicolás Infante y sus
montoneros; que sean ellos los conductores y constructores naturales de este proceso
de avanzar en los cambios, en las soluciones; en no permitir que por la corrupción de
los progresistas y sus “negocios” con chinos, rusos y yankees, tengamos que volver al
pasado oprobioso, humillante y miserable del cual intentamos salir sin éxito aún.
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He vivido en el Ecuador de todas las épocas, malas y peores, pero esta, al
inicio, fue la mejor. Nos pintaron una ilusión, una fantasía de izquierda, por
eso nos tragamos el cuento y apoyamos de buena fe. Después de la muerte de
Chávez, vino la debacle. Todo empezó a cambiar, faltó un líder decente, ho-
nesto, incorruptible, comprometido con la causa latinoamericana. No hubo
alguien con esas características. No podemos llorar sobre mojado. Hay que
despertar a la juventud rebelde, sacar el alma guerrera que llevan dentro,
que sean irreverentes ante el mundo, ante la sociedad apática y conformista.
Hay que cuidar el continente puesto que nuevos imperios han penetrado
nuestra América y hay que prepararse para lo peor. El calentamiento global
está encima de nosotros, la narcopolítica se está apropiando de nuestros
países. Si no aparece la juventud, de verdad que el futuro del Ecuador y de los
pueblos latinoamericanos es incierto. Sigo terco esperando a la juventud.
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de los “duros del partido”, eso me decían; y lo que más les molestaba era su
frustración por la pobreza. El agro no había cambiado, la pobreza seguía
igual, percibían la exclusión, el discrimen, empezaron a desconfiar de la “re-
volución”, empezaban a odiar a Correa, la otra mitad lo adoraba.
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están permanentemente conectados. Los compañeros no supieron separar a
tiempo la política partidista del proceso montuvio.
Nuestro apoyo influyó mucho en los pobladores, allí están los testimonios
fotográficos y documentales que se publicaron en las redes, en la prensa lo-
cal y nacional. En mi cantón, el candidato de AP a la alcaldía, para ganarse
un mayor respaldo en la población luciana, desfiló conmigo por las calles de
mi querido Santa Lucía, muy a pesar de que mi hermano Edson, a quien mis
hijos, mi madre y mis sobrinos apoyaban, era el candidato a la reelección, lo
cual me hizo sentir terriblemente mal. Fue una indelicadeza del candidato de
la 35, pero no lo podía echar de mi lado, a más de que somos viejos amigos.
Esta era la forma intensa como se peleaban los votos en mi cantón,
obviamente que yo voté por mi hermano, públicamente lo anuncié; además,
mi mamá me pegó una puteada como solo ella sabe hacerlo, porque de ver-
dad me había sentido muy mal por esta anécdota que me sucedió en esta
campaña. Tuvimos varias, pero esta fue la más relevante.
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Culminamos la campaña oficial del Pueblo Montuvio del Ecuador en Gua-
yaquil, el 15 de noviembre del 2013, con una marcha multitudinaria. “Diez
mil montuvios”, decía la prensa, como todas las que a lo largo de nuestros 25
años de existencia, los guayaquileños ya están acostumbrados a observar y
aplaudir en las calles, ventanas y balcones; ciudadanos que a nuestro paso se
identifican plenamente con nuestro pueblo, con su cultura y sus raíces.
Hicimos todo lo que pudimos por fortalecer la imagen del agro costeño y del
pueblo montuvio; las fotos, los trípticos, los grandes titulares de la prensa na-
cional y medios locales son evidentes, dan testimonio y lo confirman. Agotamos
todos los esfuerzos necesarios en nuestras visitas y recorridos por los pueblos,
las masas organizadas estaban con nosotros, nos demostraban su cariño y con-
fianza; indignados por la persecución y afectación contra su pueblo, me expre-
saban su amor y compromiso en las calles, empezaban a rechazar al gobierno.
Con aportes de los funcionarios del CODEPMOC es como siempre nos fi-
nanciamos, nunca le pedimos un centavo a nadie fuera de la organización.
Nuestro reconocimiento a Martín, Lady, Marisol, Jacqueline, Melquiades,
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Policarpio, Oswaldo, Dennis, Moncada, Letty, Bertha, Ana Montes, Marisol,
Jennifer Ochoa, Alice, Gina, Briones y tantos otros dirigentes constructores
en Guayas; así como en Manabí a Miguel, Pánfilo Nieves, Galo Quijije,
Holguín, el Dr. Soledispa, Silvio Cedeño, Lucho Briones, Gary Meza, Félix
Meza, Alecinio Vera, Luis Aránea, Primitivo y la tía Inés de Pachinche.
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A finales del 2013, frente al continuismo del gobierno, la persecución, los
chantajes y las amenazas contra los dirigentes, la dirigencia nacional del
pueblo montuvio ratificó y reiteró su decisión de hacer un alto en nuestro
camino y hacernos a un lado; no insistir más en la búsqueda de apoyo es-
tatal; definitivamente las bases se cansaron de ser engañadas por Alianza
País. Estaban desanimados, faltos de fe y habían perdido la esperanza en el
gobierno: cuatro años estuvieron apoyando sin recibir ninguna reciproci-
dad; la habrán recibido otros, pero ellos no. Empezó el desbande.
La gente hoy comprueba que siempre tuvimos la razón. Solo los pobres
organizados resolveremos el problema de la pobreza, los gobiernos jamás lo
harán, no saben cómo y mientras no ten-
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gamos poder político, no nos dejarán hacerlo. Mientras tanto, continúa la
migración del campo, seguiremos invadiendo las grandes ciudades, segui-
remos aumentando las estadísticas de la delincuencia, la drogadicción, el
sicariato, la prostitución, los desocupados.
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El fracaso de Dilma, o de la Bachelet, o los conflictos de Maduro, de Cristina, de
Correa, de Evo, no son pretextos válidos que justifiquen un retroceso; son pro-
blemas personales de gobernantes fallidos que traicionaron el sueño latinoa-
mericano. Volver atrás jamás, mucho menos destruir lo que se ha avanzado en
el campo de la unidad. No hay que someterse al imperio del capital globalizado;
las negociaciones e inversiones extranjeras, sean estas chinas, rusas o nortea-
mericanas, tendrán que darse en un marco de respeto y colaboración mutua,
tal como lo expresó Obama en la Cumbre de Panamá. Así mismo, habrá que
proteger los derechos de los pueblos, de la naturaleza, de los trabajadores, etc.
Solo hemos sido y seguiremos siendo luchadores populares por las causas
justas de los pueblos latinoamericanos y del mundo, que luchan contra el
yugo imperial, por eso hemos sido antiimperialistas y antioligárquicos, por-
que creemos que en un mundo más equilibrado no puede haber grandes po-
tencias aplastando y humillando a otras; debe haber igualdad de derechos y
oportunidades para todos, no solo el privilegio para las oligarquías. Y por
supuesto que soy nacionalista, americanista e integracionista. Provengo de
un largo proceso de formación en las calles y montañas, si esta caracte-
rística define a un luchador popular, pues humildemente me considero un
montuvio luchador de verdad. Por esa convicción, hemos sido excesivamen-
te tolerantes frente a la lamentable actitud del gobierno contra el pueblo
montuvio, pese a todas las circunstancias adversas, de discriminación y ex-
clusión, hasta el 2011 estuvimos junto al fallido proyecto político de unidad
e integración latinoamericana; fuimos tolerantes con la intolerancia.
En su momento, serán los propios pueblos los que deberán castigar, reem-
plazar, cambiar a sus gobiernos. La democracia la ejerce el pueblo con su
voto, o en las calles con su lucha; es nuestra historia, ese fue nuestro horizon-
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te y el que dejaremos a las futuras generaciones porque si no dejamos esto,
no estamos dejando nada, nada hemos hecho.
Apoyamos el proyecto regional porque este era el camino correcto para la lucha
digna de los pueblos por su libertad política e independencia económica; el ho-
rizonte siempre estuvo claro. Aquí vale la aclaración siguiente: el CODEPMOC
es una conquista propia del pueblo montuvio, donde ningún gobierno políti-
camente tuvo injerencia; administramos con dignidad la institución pública,
mantuvimos nuestra autonomía administrativa y financiera, aplicamos políti-
cas públicas propias desde nuestra cosmovisión, las que ejecutamos en coordi-
nación con Senplades y obviamente respondiendo a los organismos de control
del Estado. Esto fue lo que nunca le gustó a los gobernantes.
Son 25 años de experiencia, con más de 104 mil familias montuvias inte-
gradas y más de 50 mil en proceso de integración, 150 mil en total, con
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altos niveles de conciencia y dignidad, con elevada autoestima, lo que les
permitió avanzar en la construcción de un liderazgo regional y obtener logros
importantes con alternativas económicas y experiencias propias válidas para
su desarrollo, pero que por obstrucción política de los gobiernos de turno,
aún no se han podido cristalizar. El pueblo montuvio fue duramente
golpeado por el correísmo y afectado mortalmente en su organización.
Ojalá que las autoridades de los GADs provinciales y locales, ejerciendo sus
nuevas competencias legales, hagan esfuerzos y voluntades para compren-
der la enorme importancia y valor que tienen estos grupos humanos del
pueblo montuvio; forjados en un duro proceso de cambio de mentalidad y
actitud que los hace ser diferentes del resto, que los torna en el capital más
importante para su desarrollo, por lo tanto, están en mejores condiciones y
predisposición para involucrarse, comprometerse y administrar su proceso,
sin importarles los esfuerzos y sacrificios que deban hacer; incluso, en
condiciones adversas como el maltrato y mala experiencia sufrida con los
gobiernos, pero que imprescindiblemente requieren de una dirección y
conducción idónea que los GAD cantonales lamentablemente no la tienen.
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Falta el conocimiento y la experiencia sobre el manejo idóneo y científico del
capital social y por sobre todo saber qué es lo que se debe hacer. No se tiene
el horizonte claro. No se estableció el nuevo sistema de producción
endógeno, abasteciendo directamente al mercado con productos terminados.
No se trata de pasar del explotador individual al explotador colectivo, como
lo orienta el Magap. ¡Qué craso error! Por esa razón, la pobreza continúa y el
descontento crece. Catorce años y nunca intentaron ni supieron que hacer.
¿Son los kits y los bonos la solución? Los agricultores cogen los kits porque
aparentemente son una ayuda, pero no le resuelven el problema. No hay
ningún resultado; además el uso indiscriminado e irresponsable de agrotó-
xicos de mala calidad ha dañado los suelos y las defensas naturales del eco-
sistema. Fue más costoso el remedio que la enfermedad. El país requiere con
urgencia líderes visionarios, estadistas constructores, este es el problema.
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El modelo económico está reconocido por el Instituto Ecuatoriano de Pro-
piedad Intelectual-IEPI, actualmente SENADI; esto es precisamente lo que
estábamos haciendo en el CODEPMOC con los pueblos montuvios,
construyendo sus alternativas económicas con excelentes resultados que son
de conocimiento público, pero abruptamente el gobierno de AP nos cortó el
proceso, lo destruyeron, para someternos en la pobreza, igual que al país.
A la SPPC y SGP les interesaban estos falsos positivos para amontonar gen-
te e intentar dividirnos, pagándoles por sus favores, por supuesto. Al agro
nunca engañaron estos “líderes montuvios” renovados, reencauchados y
oficializados, como se hacían llamar, porque en el monte nos conocemos
todos, todos sabemos quién es quién. Estos reencauchados nada tienen que
ver con el proceso montuvio, no saben de qué se trata, mucho menos cómo
se construye. Ignoran todo esto y por eso quedan mal en los escenarios, nos
hacen pasar vergüenza ajena, nos devalúan. También llegó gente de malos
antecedentes, peligrosos por sus prácticas delincuenciales de extorsión y
chantaje a ministros y autoridades de turno, hubo uno que hasta se ufanaba
de ser marido de autoridades homosexuales.
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por eso hemos sido víctimas de persecución, abuso, atropello y discrimen,
porque nunca nos alquilamos, nunca nos sometimos a ningún gobierno,
nunca traicionamos al pueblo, nunca lo engañamos, nunca les mentimos,
nunca perdimos una pelea, siempre los llevamos victoriosos al triunfo. Solo
nos detuvieron en el 2012 con el agravante de que los Consejos de Igualdad
de los montuvios no sirven, son solo una burla, las funciones que les da la ley
son limitadas. “Dar seguimiento” a lo que no conocen es un absurdo, a más
de ocioso, porque serán las propias comunidades las que van a realizar la
gestión con las autoridades locales, con mayor representatividad y eficacia
inclusive; no tienen para qué buscar intermediarios.
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Las nuevas competencias asumidas por los GAD en la ejecución de las po-
líticas públicas para los pueblos montuvios están garantizadas de manera
superficial en el Plan Nacional del Buen Vivir, en las Agendas de Igualdad y
en la Ley de Economía Popular y Solidaria, así como en el Código de Finan-
zas Públicas, pero de qué servirá esto si solo es letra muerta, ya que no hay el
conocimiento debido en las autoridades ni voluntad para aprender sobre la
diversidad cultural dentro de la plurinacionalidad del Estado, razón más que
suficiente para devolver a los pueblos y nacionalidades su institucionalidad
propia, conquista que les fue arrebatada por el gobierno correísta.
Hay que motivar a los jóvenes hacia la construcción de una nueva sociedad,
una nueva generación, muy diferente y mejor que la actual, sin los comple-
jos, sin los traumas y sin el culto a las aberraciones que caracterizan a la ge-
neración de hoy. Hay que enseñarles a mirar más allá del árbol, más allá del
bosque. Los muchachos, cortos de visión, no se han percatado de la riqueza
natural, productiva, gastronómica, cultural, turística, paisajista que tene-
mos en los campos. Como dicen los colombianos: “La plata en Ecuador está
botada”. Nuestra gente no ha visto el horizonte por culpa de los bloqueos
mentales transmitidos por esta mediocre sociedad de la cual somos parte y
por la invasión cultural de la que somos víctimas, el que diga lo contrario
desconoce su realidad; no puede seguir con la carpeta bajo el brazo buscan-
do trabajo cuando la riqueza está en sus narices.
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La juventud debe prepararse, formarse y capacitarse en la conducción de los
destinos de nuestros pueblos; necesitan estudiar su historia, sus luchas, sus
realidades y su gente que es la materia prima defectuosa que inexorablemen-
te compone la sociedad y que es la que hay que mejorar y cambiar. Necesitan
adquirir altos niveles de conciencia y de compromiso, reincorporar el honor, el
valor, la dignidad, el deber y el sacrificio; creer en la justicia social, en la defen-
sa irrenunciable de los derechos, construir con la gente el poder popular para
asegurar los avances, los logros y garantizar la profundización de los cambios,
pero no al pasado oprobioso del neoliberalismo ni a la utopía del inconsecuente
y corrupto socialismo del siglo XXI, sino hacia un modelo de desarrollo lati-
noamericano propio, con colaboración económica, científica, con respeto, con
soberanía, con independencia, sin explotación y sin las viejas prácticas impe-
rialistas, mucho menos ahora que tenemos tres imperios en nuestra región. Es-
tamos en el siglo XXI y los pueblos no pueden dejarse oprimir; diez años más y el
planeta entra en grave crisis de calentamiento.
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La integración dio pasos importantes y no porque Cristina, Correa, Lula y Maduro
nos traicionaron, vamos a cambiar el horizonte. Las oligarquías se adaptan rapi-
dito a cualquier modelo, siempre que no se afecten sus intereses y se respete su
condición empresarial. También son ecuatorianos, tienen derechos como todos,
aportan a la generación de riqueza y trabajo, solo hay que darles libertad pero sin
los consabidos privilegios ni exclusividades. Todos tenemos los mismos derechos.
Para las elecciones del 2017, un sector político de las oligarquías montó su escena-
rio, estuvieron invocando a la unidad nacional que luego se les desmoronó. Al final,
se quedaron solos. Su dilema fue: o gobernaban directamente y para eso debían ga-
nar la elección —lo que no es fácil puesto que arrastran el peso enorme del pasado
lejano—, o dejaban que gobernase el pasado cercano de Moreno.
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¡Qué pena por mi país! El 60% de los ecuatorianos se resistía a votar por
ellos. En otras palabras, el pueblo no tuvo opciones, solo líderes de barro con
rabo de paja. Digo que el banquero fue el otro odiado porque por odio a
Correa, muchos votaron por el banquero a falta de una opción de verdad.
Carrasco pudo ser esa opción, pero lo bajaron. ¿Y nosotros qué? En una
jugada magistral nos tiramos al andar de la chiva de Paúl Carrasco. Cuando
este se quedó sin partido, casi el PME se queda sin opción, lo cual no me hu-
biesen perdonado. Actuamos rápido, movimos los contactos y nos trepamos
al vuelo en la mejor opción que consideramos: la Izquierda Democrática.
Llegamos cuando no estaba el General ni Acuerdo Nacional, aportamos con
nuestra historia: toda una trayectoria de 25 años en el corazón del agro cos-
teño, con un proceso económico exitoso, lamentablemente detenido, pero
que está latente en la mente y espíritu de los montuvios; una identidad cul-
tural, reconocida y valorada en el país y con una pertenencia que se consti-
tuye en nuestra mejor herramienta en el próximo proceso electoral.
Al menos eso creíamos, hasta que llegó el General. Todos estábamos felices,
ni el fraude nos arrebataría el triunfo, pero lamentablemente con Paco y los
Gustavos también llegó Jairala, el prefecto cuestionado del Guayas. La ID le
entregó (¿?) al Jimmy todos los distritos del Guayas, incluyendo el Distrito
IV que era de los candidatos del PME a la Asamblea Nacional. Fuera los
montuvios, nos volvimos a quedar sin partido. Nuestros pueblos en los can-
tones dijeron: “Con Jairala jamás, por correísta, responsable del abandono
de la provincia y por ser un personaje altamente cuestionado”. La directora
nacional de la ID no respetó el acuerdo con los montuvios, prefirieron a Jai-
rala y nos echaron de allí. Además, yo no me iba a subir jamás en una tarima
con Jairala y sus estrambóticos candidatos.
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yankees no van a permitir que rusos y chinos se les alcen con el que considera-
ron siempre su patio trasero. Hoy no les queda otra posibilidad que compartir
el continente, pero tarde o temprano van a intentar recuperar su hegemonía,
van a defender sus intereses geopolíticos en la región, van a intentar recuperar
el control de Latinoamérica, por eso eligieron a Trump. Es decir, pronto
estaremos a las puertas de una confrontación imperial por el control de la
región y el trofeo somos nosotros. Vamos a tener conflicto imperial en casa, se
acabó la fiesta, señoras. Hasta tanto, por ahora parece que han consensuado,
con el agravante de que los gobiernos socialistas del ALBA están
desacreditados por corruptos y son los modernos lacayos del imperio
chinoruso.
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314 DIGNIDAD MONTUVIA
Vendrán campañas de difamación, calumnias, mentiras, para desprestigiar a
los gobiernos que no sean de su agrado y a los líderes honestos. Aquellos que
defendamos la soberanía contra las tropas extranjeras en la región y luchemos
por la paz, seremos asesinados a tiros en las calles. Eso es lo que hace la CIA, la
ex KGB; ahora se va a cumplir la alerta que hizo el comandante Chávez sobre las
bases militares y las tropas norteamericanas en Colombia y Perú, aunque nos
ocultó la futura no muy lejana presencia militar de rusos y chinos en la región.
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Necesitamos ganar tiempo hasta reconstruir la fortaleza de nuestros pueblos.
Necesitamos diseñar, planificar y programar estrategias. Necesitamos levan-
tar la fuerza de los pueblos y movimientos sociales en un solo puño contra la
injerencia imperial. Tontos, ya no somos; despertamos con América, somos sus
pueblos. Pongámonos de acuerdo para asumir nuestra responsabilidad patrió-
tica. Las oligarquías decentes no deben temer, hay que gobernar con ellas. Son los
industriales, empresarios y banqueros de nuestro país, también son
ecuatorianos, pero deben ajustarse a las reglas, sin privilegios. Las dificultades
internas son solucionables, pero la dominación externa es complicada.
Doscientos años sin independencia, doscientos más bajo el dominio imperial
chino son inaguantables ¿Alguna vez fuimos nacionalistas?
Correa, con sus socialistas” gobernó con las oligarquías y ellos cogobernar
con Correa, complacientes. Ganaron mucho dinero con la corrupción de los
sobreprecios. Son autores y cómplices del robo a la nación. Los pendejos
fueron los “dirigentes”, alquilados como bravos perros de pantalla, ladrando
todo el tiempo, desbaratando las organizaciones, amontonando gente en los
parques para cantarle al Che y ¿cuál fue el resultado de ese apoyo? Hoy los
pueblos están sumidos en la pobreza, más pobres que ayer, la agricultura
abandonada, liquidada, un agro quebrado consumiéndose en la
desesperanza y las drogas, gracias a la década perdida. Somos culpables de
la pobreza y desigualdad porque nosotros la aceptamos, que pendejos.
Entonces, también hay otros grandes culpables de esta debacle y son los
“dirigentes” que se prestaron para el engaño, que se alquilaron para facili-
tar la manipulación, “indio vendido” le gritaba Lourdes Tibán a Pedro de la
Cruz de la Fenocin. El PME nunca repartió un saco de urea ni de semilla,
nada tuvimos que ver con esos kits ni bonos, por el contrario, nos opusimos
públicamente a ello. Son los dirigentes tan culpables como el gobierno de AP,
quienes no supieron aprovechar la oportunidad, se contentaron con dádivas
y migajas, ni siquiera organizaron el poder popular; faltos de visión, faltos de
conocimientos, eran los pendejos que Correa necesitó para sus propósitos.
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316 DIGNIDAD MONTUVIA
contribución o aporte hicieron ellos para erradicar la discriminación y la
pobreza de nuestros campos? Ninguna. ¿Qué hicieron para reducir la bre-
cha entre pobres y ricos? Nada. Los ricos hoy son más ricos y los pobres son
más pobres. Viva el socialismo del siglo XXI. Solo fueron tontos útiles del
poder construido sobre sus escombros.
Me disculpan por haber recogido estas verdades que a nadie deben ofender.
Somos parte de una generación mediocre, contaminada por la corrupción
política; la verdad duele, pero es la verdad. “El que esté libre de este pecado
que tire la primera piedra”, por eso la tiro. Toda regla tiene sus excepciones,
a los honestos y leales al pueblo, no nos tiene porqué doler. Reconocer las
falencias del capital social es un acto de madurez y sabiduría.
Por eso, la esperanza está en una nueva generación. Hay que crearla, for-
marla, sin las falencias y las aberraciones de la actual. La solución está en la
nueva juventud, irreverentes por naturaleza ante la vida, ante el poder. Ahí
está nuestro deber. Ahí está nuestra responsabilidad. Ahí están las páginas
de la historia esperando ser escritas, debe ser la respuesta a la grave e
inevitable realidad que está en el análisis. No pueden los jóvenes, los
estudiantes, los campesinos, permanecer impávidos, cruzarse de brazos y
esperar el juicio final. No, eso no puede hacer la juventud. “Desgraciados los
pueblos del mundo donde la juventud no haga temblar al tirano, donde los
estudiantes se mantengan sumisos al opresor”, decía don Juan Montalvo.
Hay que hacer algo, por ejemplo, construir un gran frente de unidad na-
cional, establecer acuerdos a plena luz del día, sin pactos ni componendas
por debajo de la mesa, enfrentar la corrupción con dureza, plantear al pueblo
la necesidad de cooperar y de colaborar, dejar a un lado el conformismo, el
facilismo, la apatía. Hacerle conocer al pueblo la verdad: una deuda externa
e interna impagable e inmanejable, un presupuesto desfinanciado,
DIGNIDAD MONTUVIA
l317
difícil de cubrir, una iliquidez al borde del colapso. El pueblo, los movimientos
sociales, tienen que saber que esta crisis que heredamos del correato es
producto del robo y el despilfarro, que la corrupción implantada por el
correato hay que enfrentarla con dureza o será parte de la práctica política, un
pésimo ejemplo para las futuras generaciones.
Ahora Correa y sus colegas nos dejan entregados a otro imperio, igual o peor
que el anterior; son tres en total. La unidad que invocamos es entre todos los
que queremos ser libres política y económicamente independientes, sean de la
condición social que sean, de la religión que profesen, la unidad es entre todos
los que queremos desarrollar y crecer económicamente como naciones sobe-
ranas, sin explotación ni humillación, donde impere la colaboración científica y
económica pero con respeto y dignidad a nuestros pueblos. Eso solo se logra
con unidad e integración, no porque estos progresistas corruptos, con sus in-
consecuencias la hayan debilitado, no vamos a continuar en el camino abierto.
El sendero ya está trazado y seríamos infantiles o ignorantes si hacemos lo con-
trario, ¿o hay otra opción mejor? Frente al imperio chinoruso no la hay.
l
318 DIGNIDAD MONTUVIA
Sentémonos todos los del pueblo a la mesa, menos los responsables de la
actual crisis y beneficiarios de la misma, ni tampoco los que traicionaron a
sus pueblos, a su clase; que a ellos los juzguen sus organizaciones y ese vere-
dicto será aceptado, es obvia esa condición. Sentémonos sin sectarismo, ni
xenofobia, ni exclusiones, pensando solo en el interés de nuestros pueblos —
los pobres—, aquellos a quienes representamos y por quienes hemos lucha-
do toda una vida. Nos olvidamos del sectarismo y la exclusión, nos sentamos
a la mesa a discutir qué defendemos, qué sostenemos y qué hacemos. Los
gobiernos son transitorios, más tarde o más temprano terminan yéndose,
pero los pueblos permanecemos en el tiempo y en el espacio.
DIGNIDAD MONTUVIA
l319
En un solo caso denunciado por el valiente periodista Fernando Villavicen-
cio, se habla de dos mil millones de dólares que se habría robado el “querido
Alex” con sus secuaces; con menos de eso podríamos haber resuelto el pro-
blema de los suelos oxidados, de la semilla de mala calidad y haber desarro-
llado la agroindustria comunitaria, tanto en el campo como en la ciudad. Es
lo que tenemos que hacer juntos o esta patria se va para el carajo.
Con la Asamblea Nacional habrá que establecer acuerdos legislativos sobre las
reformas a las leyes y una nueva constitución. Tendremos que ponernos de
acuerdo entre la Asamblea y el pueblo, entre todos los que pensemos y
queramos desmontar la corrupción y recuperar el estado democrático. Hay que
actuar con madurez, sensatez e inteligencia. Hay que recuperar el poder
legislativo y de fiscalización, desterrar para siempre la década de las leyes nefastas
y más adefesios que desprestigiaron al Parlamento, mucho más que los
cenicerazos. Ese fue el propósito y compromiso del PME en la Asamblea;
lamentablemente nos negaron ese derecho (2017).
Como no podía ser de otra manera, en esta unidad del pueblo serán bienveni-
das todas las organizaciones y movimientos sociales que quieran integrarse a
esta cruzada nacional por la libertad, la independencia y la democracia, sean de
la tendencia que sean. Hay que liberar a la justicia. Hay que independizar los
organismos de control del Estado; hay que democratizar los poderes, rescatar
la institucionalidad que hoy está secuestrada y podrida.
l
320 DIGNIDAD MONTUVIA
capaces de establecer acuerdos mínimos en función de los intereses de nuestros
pueblos y la defensa de nuestra soberanía frente a la intromisión imperial y sus
graves consecuencias para nuestros estados; si no, entonces hagamos un hueco,
metámonos en él y que la nueva generación de jóvenes, que también está en
deuda con la historia, nos sentencie, eche tierra y nos tape, como basura
contaminante de alto riesgo para la próxima generación.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 321
LA ÚLTIMA PERSECUCIÓN DELCORREÍSMO CONTRA
EL PUEBLO MONTUVIO
La alianza de Jairala con la Izquierda Democrática (ID) nos movió el piso. La direc-
tora nacional de la ID le entregó los cuatro distritos del Guayas al prefecto, identifi-
cado plenamente con el gobierno y AP. Los pueblos montuvios desde los cantones
de Guayas y Los Ríos rechazaron la controvertida alianza y nos obligaron a retirar-
nos de la ID. No aceptarían jamás una alianza con un personaje éticamente cues-
tionado y responsable del abandono en que se encuentra la provincia del Guayas,
sin red vial rural, sin alcantarillas, sin muros de contención, sin puentes, sin cana-
les, sin obras complementarias de riego, sin infraestructura básica fundamental
para el desarrollo del agro guayasense, pese a llevar dos periodos en el poder y en
plena década de bonanza petrolera de su gobierno. Lo poco que ha hecho es nada
comparado con la gran necesidad y las décadas de abandono.
l
322 DIGNIDAD MONTUVIA
La política es una ciencia, requiere de conocimientos, de estudios, de in-
vestigaciones, es un arte ejercerla, requiere de habilidades, y por supuesto,
mucha experiencia. Nuestro absoluto respeto al arte, a la cultura, pero “za-
patero a tu zapato”. No pueden ser tan irresponsables los partidos poniendo
de candidatos a ignorantes políticos para que vayan a legislar y fiscalizar a la
Asamblea Nacional —tan desprestigiada actualmente por esa condición de
ignorantes políticos: guapas, bonitas y vacías, nada más; hay excepciones.
En las elecciones del 2017, Pachakutik —con los problemas internos que vie-
nen arrastrando desde tiempos atrás— nos recibió como buenos hermanos
que somos, nos aceptaron y nos dieron todo el IV Distrito para los candida-
tos del pueblo montuvio. Sabían que triunfaríamos con nuestros candidatos
en ese distrito; los pueblos están con nosotros.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 323
nombramiento del delegado no estaba legalizado, lo cual era totalmente fal-
so. Además, alegaban de manera ridícula la “inconsistencia de dos fechas”, la
misma que a leguas se veía que era un simple error de tipeo que en nada
alteraba el contenido del texto ni su forma; documentos justificativos que
fueron presentados, tanto en el CNE-Guayas como también en el Tribunal
Contencioso Electoral (TCE), instancia donde acudimos finalmente con el
ánimo de obtener justicia. ¡Qué ilusos fuimos!
Nada fue suficiente, nuestra suerte estaba echada. No iban a aprobar nues-
tra participación en el proceso electoral del 2017. El TCE ratificó la discrimi-
nación y exclusión de los pueblos montuvios, indígenas y afroecuatorianos,
y como para asegurarse de que entendí el mensaje, llegó a mi correo la noti-
ficación de audiencia para sentencia del tribunal a realizarse el 8 de febrero
del 2017 sobre el juicio de falsificación de firmas del cual falsamente me acu-
só el CNE para meterme preso en el 2012; y como coincidencia, también me
notificó la Fiscalía del Guayas llamándome a declarar justo en los días que
denunciaba en la prensa la discriminación del CNE. Misteriosamente, no me
volvieron a llamar. Lo cierto es que la persecución continuó. Así comenzó el
proceso electoral en el 2017, definitivamente no hay confianza, se denunció
públicamente por parte de los partidos políticos y la ciudadanía la existencia
de un padrón electoral inflado con 600 mil nombres y números de cédula sin
respaldo informático, lo que nadie investigó.
El país vivió un régimen totalitario y absolutista con todos los poderes del
Estado en manos del presidente Correa. Es innegable que no hay
transparencia, no hay garantías. La población comentaba en las calles el
fraude pero temerosa no hacía absolutamente nada, hay miedo. La mayoría
de los ecuatorianos —en un 55% según revelan las encuestas—, dudaron de
que este haya sido un proceso democrático y de respeto a la voluntad popular,
por eso el pueblo se mostró apático, indeciso, rechazaba a todos los
candidatos, no les gustaba su silencio cómplice y encubridor frente a la co-
rrupción. La mayoría del pueblo no cree en la vieja partidocracia ni tampoco
en la nueva, odian a Correa, a Alianza País, se sienten defraudados por los
“socialistas de izquierda” que se robaron el petróleo, asaltaron los recursos
del Estado, atracaron el dinero público propiedad de todos los ecuatorianos.
Para nosotros, en las elecciones del 2017, terminó la esperanza de darle una
representación digna y comprometida al agro montuvio. Sentí la indigna-
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324 DIGNIDAD MONTUVIA
ción de Oswaldo Mosquera, de Pedro Ramón Mendoza, Riquelme Pino,
Enrique García, Petita Sarco, Bélgica Silva — entre otros hermanos más, cuya
indignación e impotencia frente al abuso, la soberbia y el discrimen,
realmente me conmovieron. También es digno reconocer los esfuerzos y
voluntades que solidariamente hicieron mi amigo Diego Machuca López, cuyo
conocimiento sobre el proceso electoral y sus amistades con políticos de moda
fueron una valiosa ayuda en la defensa de nuestros derechos, pero ya nuestra
exclusión estaba sacramentada desde el olimpo, donde moran los dioses verde
flex. El proceso de desarrollo económico endógeno del PME fue herido de
muerte. Moreno “ganó” la Presidencia de la República en medio de un país
totalmente dividido.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 325
DIÁLOGO Y ESPERANZA
Un agro costeño que está sufriendo una grave crisis económica provocada
por la negligencia, la irresponsabilidad y la corrupción del gobierno; un
pueblo resignado a su maldita suerte, conformista con la dádiva y las
ayuditas que recibió del gobierno. Es innegable que aún está afectado por la
sumisión y la obsecuencia a las que fueron sometidos durante toda una dé-
cada. Organizaciones campesinas debilitadas, sin líderes, sin liderazgo, sin
una propuesta viable de solución, esperando que un día muy pronto, surja
desde los montes y valles de la costa montuvia, esa estirpe guerrera de los
Alfaro, los Montero, los Maridueña, los Infante, las Gamarra, las Filomena
Chávez y nos liberen de la opresión, del triple yugo imperial al que nos
hipotecaron y del narcoestado en que hoy nos están convirtiendo los Moreno
con su “plan toda una vida” es la continuación de la década correísta.
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326 DIGNIDAD MONTUVIA
de Participación Ciudadana Transitorio. Consecuentemente, empezaron a
caer varios delincuentes de la banda que asaltó, atracó y robó al país. El
pueblo respalda al octogenario Julio César Trujillo, titular del CPCCS, tam-
bién el mismo respaldo les da a los demás integrantes de la Comisión que
están intentando descabezar la corrupción correísta enquistada, cumpliendo
así con el mandato soberano expresado en la Consulta Popular; difícil tarea
ya que el correísmo está enraizado en todos los poderes y funciones del
Estado. Con toda seguridad la corrupción continuará.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 327
debilitado, la gran partidocracia incapaz de proponer soluciones a la crisis, que
ya muchos saben que es inducida; los partidos chicos están buscando la
unificación, sin encontrarla, no hay otra opción. El pueblo se encuentra huérfano
de apoyo y liderazgo, se debate entre la ignorancia y la falta de consciencia, entre
la indiferencia y la resignación, entre la cobardía, sumisión y manipulación.
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328 DIGNIDAD MONTUVIA
LA OPORTUNIDAD FALLIDA
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330 DIGNIDAD MONTUVIA
Así que las espiraciones de lograr un espacio de poder desde la Prefectura y
liderar desde ahí el desarrollo y progreso del agro se terminaron un domingo de
marzo del 2019, quedaron sembradas las dudas, la impotencia, el coraje ante los
hechos consumados, pero mental y espiritualmente intactos, nos perdimos una
oportunidad que con dificultad construimos, pero con coraje seguiremos
construyendo otras oportunidades y todas las que sean necesarias para llegar a la
meta trazada, aún inconclusa. A la siguiente semana empezamos con Oswaldo
Mosquera, Enrique García y todos los miembros del Consejo de Gobierno del
Pueblo Montuvio a recuperar la legalidad del Consejo, usurpada por un
facineroso que protegido por el clan de los Vicuña, los Glas, permanece
ilegalmente en la coordinación nacional del PME y no descansaremos hasta hacer
respetar la autoridad superior del PME, hasta que en el 2021 el Congreso
Nacional Montuvio nombre a las nuevas autoridades.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 331
OTRO DIÁLOGO SIN RESULTADOS
El presidente Moreno volvió al cuento del diálogo, del que nunca conocimos su
diseño, estructura, ni a quienes lo dirigen; el diálogo fue tan secreto para los
pueblos y movimientos sociales que nadie nunca supo dónde y a quién acudir.
Por información de prensa conocimos que los dialogantes eran las cámaras,
banqueros y los indígenas por el respeto que le guardan a su organización y
capacidad de lucha; los montuvios al carajo, con facinerosos como dirigentes el
gobierno no perdió el tiempo, saben que a esos les dan puestitos y migajitas, que
vergüenza. Las cámaras, los banqueros, los medios de comunicación y la
tradicional clase política con sus ídolos de barro se unieron para poner
vicepresidente y cogobernar con Moreno. Se adueñaron de todos los espacios que
les entregó un presidente guácharo, huérfano de apoyo y abandonado por sus
compañeros y amigos de AP. Mejor oportunidad que esta no se les había
presentado a las oligarquías y sin ganar las elecciones, solo componendas,
entuertos y negociados, al carajo el pueblo. Se repartieron los puertos para el
beduino y su gallada, las eléctricas para el de Panamá y sus libaneses, las
telefónicas, las aduanas, los ministerios, los hospitales para los asambleístas, El
Banco del Pacífico, sueño del banquero y todos los espacios posibles.
Así que nos las ingeniamos y contando con la solidaridad de Gabriel Martínez ex
secretario general de la Vicepresidencia de la República y luego Ministro de Obras
Públicas y Vialidad; y Xavier Lazo, Ministro de Agricultura, armamos nuestra
propia mesa de diálogo e incorporamos a algunos dirigentes de otros sectores y
nos sentamos a la mesa del Acuerdo Nacional, Agenda 2030. Después de cuatro
meses dificultosos para coordinar las reuniones, obtuvimos un producto final, El
Gran Plan de Adaptación al Cambio Climático y Desarrollo Endógeno
de las Comunidades Montuvias del Litoral, hicimos la entrega formal al
gobierno, creo que no entendieron nada porque nunca nos contestaron lo que
nosotros creíamos nos debían contestar, hasta ahí llegó el diálogo. Averiguamos
con la Conaie y nos manifestaron que ellos tampoco habían avanzado y que más
bien el diálogo estaba paralizado y que de no concretarse los temas pendientes,
que estaban siendo bloqueados por los propios ministros y autoridades
competentes, la Conaie rompería los infructuosos diálogos con el gobierno.
Todo el 2018 y 2019 la dirigencia del Pueblo Montuvio buscó por todos los
medios legales y legítimos para que el gobierno de Moreno respete las soberanas
formas propias de organización y administración del pueblo montuvio,
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332 DIGNIDAD MONTUVIA
consagrada su autonomía en las normas constitucionales vigentes; sin embargo
a pesar de que la máxima autoridad administrativa y legislativa es el Consejo de
Gobierno, en este gobierno de Lenín Moreno igual que en el de Correa, la
persecución continúa y no se inscriben las resoluciones del órgano superior del
PME, prevalecen las disposiciones anticorreístas de los Vicuñas y los Paul
Granda. Las autoridades del Pueblo Montuvio no logran concretar ninguna
gestión realizada para ayudar a paliar la crisis que afrontan las comunidades
empobrecidas. A estas alturas la pobreza rural empieza a consumir la esperanza
de las comunidades montuvias; la falta de políticas públicas, la baja
productividad, el alto costo de producción, la mala calidad de la semilla, la
saturación u oxidación de los suelos y el alto costo del dinero no le permiten salir
del hoyo en que los han hundido los gobiernos que eligieron. Sumado a esto la
falta de apoyo para desarrollar el agroturismo comunitario o familiar, desde la
naturaleza, ríos, playas de agua dulce, gastronomía, cultura, etc.; así como
también la pequeña agroindustria y las artesanías que incorporan valor agregado
al producto primario; la tagua, la toquilla, la mocora son una producción
alternativa a la tradicional y con fines de exportación. El mismo cambio hacía el
nuevo sistema de producción limpia, amigable con el ambiente, es una alternativa
válida en estos tiempos de cambio climático, ya que apertura mercados y abre
posibilidades para el desarrollo de la agroindustria de alimento balanceado para
camarones y otros. Este es el Modelo de Desarrollo Económico Endógeno del
PME, reconocido por el IEPI, hoy SENADI, probada su eficacia y resultados que
son de conocimiento público, pero como el gobierno no entiende nada de esto ni
le interesa y al juzgar desde sus limitadas capacidades resulta que como no
conocen, dudan de su aplicación, a más de que siempre prevalece el concepto
político de que las masas inertes y sin conciencia son los que sostienen la
partidocracia corrupta, por lo tanto mantenerlos pobres es una política de estado
y una necesidad del sistema oprobioso. Imposible acudir al sistema financiero del
país, esta es una banca chulquera, cuya ley más bien parece una forma nueva de
explotación a la sociedad, sus intereses son tan altos que ningún negocio licito
puede sostenerse con tasas del 12, 15 y hasta más del 20% de interés, fuera del
anatocismo, multas y recargos que constituyen una auténtica usura a la
población; los banqueros cogobiernan en todos los gobiernos, su poder es
evidente, manejan el legislativo además del ejecutivo y hacen lo que les da la gana
en esta tierra de conciencias dormidas.
A mediados del 2019, a dos años del inicio del mandato de Moreno, la gente ha
aguantado bastante, han sido tolerantes o no sé si sumisos y resignados al
desgobierno que los conduce inevitablemente a la quiebra. El mundo de los
pequeños y medianos productores está en proceso de liquidación, no así el de los
bananeros, camaroneros y grandes ganaderos, este es otro mundo, su generación
de trabajo y riqueza no tienen nada que ver con la realidad de los empobrecidos
del campo que son la gran mayoría del sector rural. Por lo tanto, las soluciones
que ofreció Moreno nunca se dieron, porque nunca supieron cuáles son los
problemas, sus causas, su origen, peor iban a saber las soluciones; a Correa ni a
Moreno nunca les interesó resolver la problemática del agro y la dirigencia
sumisa del agro lo sabía y lo sabe; hablemos claro y no repitan la frase tonta de
que “con Correa estábamos mejor”, porque el hecho de que mañana el pordiosero
reciba más limosnas no significa que su condición económica o social mejoró; las
dádivas y limosnas no son soluciones al problema de la pobreza. En el agro, la
riqueza está botada y lo que necesitamos son herramientas, instrumentos,
acciones, políticas y direccionamiento para saber aprovechar esas riquezas que la
naturaleza generosamente nos dotó.
l
334 DIGNIDAD MONTUVIA
El descontento popular se ha generalizado, el gobierno de Moreno no goza de
simpatía ni credibilidad, pese a que sus aliados, los empresarios, los banqueros,
la prensa y los tradicionales ídolos de barro de la politiquería nacional lo siguen
defendiendo, sosteniendo y desinformando a la población. Hemos estado
conversando con tres o cuatro ministros y varias autoridades, planteándoles la
necesidad de escuchar las propuestas del pueblo montuvio, de la Conaie y de
varios sectores sociales, pero dentro de un proceso de diálogo serio, responsable,
dónde obtengamos resultados por el bien de la población y del país, pero varias
autoridades coinciden en que los campesinos no estamos en agenda, no somos
parte del mapa gubernamental, ni siquiera somos un problema para el gobierno,
por el contrario somos la presa electoral de la corrupta partidocracia obsecuente
que a dentelladas con engaños y mentiras se disputarán nuestros votos para
justificar ante el país sus fraudulentos triunfos obtenidos en el CNE. La pobreza
también está en los populosos barrios periféricos de la ciudad, hombres y mujeres
sin trabajo, jóvenes sin estudios ni oportunidades; niños drogados, chicas y
chicos ejerciendo la prostitución, la delincuencia y el consumo de drogas se
incrementa, prolifera, es incontenible ¿Quiénes causan esta tragedia en el
pueblo? Pues los malos gobiernos, los delincuentes políticos, la partidocracia
corrupta, un pésimo sistema educativo; la televisión promociona drogas,
prostitución, homosexualidad y el narcotráfico. ¿Acaso la Asamblea Nacional no
tiene responsabilidad en esta destrucción de la moral? Pero el principal
responsable es el propio pueblo por su falta de conocimientos y consciencia.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 335
AMÉRICA LATINA ENTRE FUEGO CRUZADO
Los cambios socio-económicos y políticos que los líderes del socialismo SXXI
ofertaron a los pueblos de América Latina, hicieron soñar a los pueblos, creímos
en ellos, Hugo Chávez, Lula, Evo, Correa, Ortega, los Kirchner, Mujica, “era el
inicio de una nueva época”, “la espada de Bolívar empezaba a caminar por
América Latina”, así nos decían, nos vendieron una enorme ilusión que terminó
en las cabalgatas de Odebrecht. Los gobiernos “socialistas” comenzaron a
debilitarse, vinieron las denuncias de autoritarismo, abuso de poder y la
aparición de las primeras evidencias y sospechas de corrupción que nadie
investigaba porque los “revolucionarios eran gente de manos limpias y corazones
ardientes” y pobre del infeliz que se atreva a acusarlos, además tenían el control
total del poder, todos los poderes del estado en sus manos, principalmente la
justicia. Perseguían, judicializaban y encarcelaban a todo aquel que se atrevía a
denunciar los atracos que se estaban dando en sus países. Las petroleras estatales
fueron asaltadas por los gobiernos “socialistas”: Petrobras, Pdvsa, Petroecuador,
YPFB en Bolivia y YPF de Argentina, etc. fueron saqueadas, robadas y los nobeles
“revolucionarios” atareados en el saqueo, empezaron a descuidarse de las ofertas
de cambios que nos ilusionaron. La integración regional al carajo, la justicia
social un coño y empezó el descontento popular a expresarse en las calles y plazas
de nuestros países. La vieja partidocracia cómplice y sus caducados becerros de
oro en el más absoluto silencio, armaban alborotos y alharacas para despistar, en
el fondo compartían y encubrían el atropello y crimen al pueblo.
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336 DIGNIDAD MONTUVIA
controlaron todos los poderes del estado, incluso las Fuerzas Armadas, Policía y
Guardias Pretorianas a su entera disposición para lo que sea, incluso matar y es
lo que más hicieron en la tierra de Bolívar y Sucre, a nombre de nuestros héroes
sometieron, oprimieron y asesinaron al pueblo venezolano, a su juventud valiente
y heroica que luchó y ofrendó su vida en las calles, más de dos mil asesinados se
denunciaron ante organismos internacionales. Lamentablemente la lucha del
pueblo venezolano no tuvo una dirección política leal y comprometida con su
pueblo, su historia; esta fue la mala suerte de los venezolanos, cojones no le
faltaron, carecieron de líderes que lideren su lucha y los conduzcan victoriosos al
asalto final. Todos salieron cachas flojas.
Macri, el sucesor de Cristina, agravó mucho más la precaria situación del país,
sus recetas fondomonetaristas no funcionaron, los préstamos otorgados por el
FMI endeudaron más al país. Con todos los actos delincuenciales cometidos por
los Kirchner, especialmente por su viuda Cristina y la difícil situación económica
por la que atraviesan los argentinos, resultaba impensable que los que
desgraciaron Argentina, tanto Cristina como Macri, sean las opciones para
salvarla; los argentinos no tenían otra opción electoral, entre morir a tiros o a
cuchilladas, escogieron a Cristina y su candidato Alberto Fernández, quienes
ganaron las elecciones 2019. Los argentinos rechazaron las fracasadas políticas
neoliberales de Macri y del FMI y se decidieron por volver al socialismo SXXI de
los Fernández, así de cierto. ¿Tendrán los Fernández los recursos económicos
necesarios para sostener sus multimillonarias políticas de asistencialismo y
dádivas? El socialismo SXXI recuperó el gobierno de Argentina que
transitoriamente lo había perdido, ¿serán los Fernández capaces de sostenerse
en el poder.? recordemos que los argentinos aún no han despertado, siguen en la
mona, pero ese despertar en la región está siendo violento, después no saldrán
con el viejo y trillado cuento de golpe de estado propiciado por los gringos y las
oligarquías neoliberales y otras veces “socialistas”, estos no tienen bandera,
negocian con los dos amos.
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338 DIGNIDAD MONTUVIA
expresan con ira y violencia en las calles de sus ciudades. Habiendo gobernado
la socialista Michelle Bachelet por dos periodos, jamás resolvió los temas de
salud, educación, seguridad social, equidad, temas que hoy están en el debate en
las calles; una población juvenil que despertó después de un largo letargo y que
con violencia expresa su inconformidad por la injusticia social que oprime a su
población. No es posible que la Constitución vigente en Chile sea la misma que
les impuso la sanguinaria dictadura del criminal genocida Augusto Pinochet y
que la sociedad chilena y sus gobernantes no hayan tenido la valentía y los
cojones para cambiarla de acuerdo a las exigencias del tiempo y su realidad. No
es posible que después de tantos años transcurridos no hayan reparado el daño
criminal que causaron los militares, sus familiares y allegados a la dictadura
fascista, al despojar ilegalmente a pequeños y medianos finqueros de sus
legítimas propiedades rurales, incluso territorios comunitarios y grandes
extensiones que criminalmente les fueron arrebatadas a agricultores, campesinos
e indígenas de Chile, para entregárselas a militares, policías, empresarios y
allegados a su criminal dictadura. Miles de familias chilenas fueron asesinadas y
despojadas de sus legítimas propiedades.
Contra la voluntad del pueblo Evo participa en el proceso electoral, parece que
iba ganando la primera vuelta con una modesta diferencia que le aseguraba ir
como ganador a una segunda vuelta; supongo que por las malas influencias de
los “revolucionarios” Maduro, Ortega y Correa, lo persuadieron para que decida
violentar la voluntad popular y misteriosamente sucedió lo que todos temíamos,
se produjo un largo “apagón electoral” y al reinicio de la energía los resultados
variaron y se modificaron dándole a Evo el triunfo en la primera vuelta. Si hubo
fraude o no, si el apagón fue a propósito o no, el hecho es que se creó la evidencia
que originó la sospecha colectiva del pueblo boliviano; la declaratoria del
Tribunal Electoral proclamando el triunfo de Evo Morales fue el inició de la lucha
sin cuartel entre hermanos de una misma nación. Este fue el segundo error
cometido por Evo y sus acólitos camaradas del SSXXI.
En medio de esa lucha encarnizada, sin cuartel y despiadada entre los partidarios
de Evo y los que defendían a Mesa, incluyendo las Fuerzas Armadas y policías,
Evo decide renunciar porque las FF.AA. le retiraron el respaldo, sí fue obligado a
renunciar o no, o si se acobardó y no supo que hacer en ese momento ya eso no
importa, lo cierto es que renunció y dijo claramente “para evitar el
derramamiento de sangre”. Ese fue su tercer error consecutivo. Terminó
saliendo del país acompañado de su vicepresidente y más cercanos
colaboradores, dejando a Bolivia sumida en un caos total, enfrentamientos al
borde de una guerra civil, unas FF.AA. que asumieron el rol de defender a la
presidenta de facto, no tenían otra opción, porque ese fue el escenario que dejó
Evo en su salida o huida del país. Nadie se explica porque Evo no pensó en la
realización de la segunda vuelta electoral, que le garantizaba una segunda
oportunidad y una transición ordenada ya que la Asamblea Nacional y el Senado
está compuesto en su gran mayoría por militantes del MAS, partido de Evo
Morales. Nadie se explica cómo pudo dejar desprotegida y vulnerable a todas sus
autoridades e importantes colaboradores en puestos claves de la administración
pública. No pensar correcta y fríamente en momentos de tanta presión
fue su cuarto error, porque su gente, su pueblo, las comunidades indígenas le
respondieron, ofrendaron su vida por defender sus conquistas logradas. La
presidenta interina de Bolivia, Jeanine Añez, estuvo al frente del genocidio que
cometieron los militares contra el pueblo indígena de Bolivia. Los errores de Evo
y sus acólitos, crearon las condiciones propicias para que las oligarquías
bolivianas y las fuerzas imperiales del Tío Sam en la región con ayuda de las
Fuerzas Armadas recuperen el control de Bolivia. Lo que suceda de ahora en
adelante es impredecible. La historia recogerá los errores de Evo Morales y si la
fuerza de su partido es capaz de consolidarse en ausencia del líder histórico que
siempre tuvieron, o nacerá una nueva y floreciente oligarquía de nuevos ricos
mafiosos y temibles como ha sucedido en Ecuador. El depósito de litio más
grande del planeta, ubicado en Potosí, resolverá esta historia.
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340 DIGNIDAD MONTUVIA
neoliberalismo con sus recetas caducadas tampoco solucionó nada, por el
contrario los agravaron. Según lo asegura la Fiscal General del Estado, de sus
investigaciones realizadas se desprende que dentro del estado ecuatoriano
funciona una red del crimen organizado, estructurada y dirigida por los mandos
del partido Alianza País y sus acólitos. La Constitución y leyes de la nación fueron
adaptadas para favorecer y proteger los actos delincuenciales cometidos por los
funcionarios corruptos, la corrupción involucró a todo el aparato estatal,
contaminó todos los poderes del estado, incluso las Fuerzas Armadas, Policía; ni
que decir de la justicia que se mantiene aún secuestrada y al servicio de la
corrupción y el narcotráfico; pero lo peor de todo es que la corrupción, a la que
mejor llamo actos delincuenciales, llegó a las escuelas, colegios y universidades,
todos los estamentos de la sociedad están contaminados. Los delincuentes
políticos gozan de impunidad, se pasean libremente por el territorio nacional,
incluso se refugian en la Asamblea Nacional asumiendo el papel de asambleístas
en goce de impunidad. Neoliberalismo y socialismo SXXI es lo mismo en la
práctica, porque los dos modelos nos conducen a la pobreza, la dependencia, la
explotación y la corrupción, lo prueba la crisis política desatada en la región.
Son pocos los peces gordos del socialismo SXXI que guardan prisión y están
levemente sentenciados, el resto está prófugo en Miami. A los empresarios
privados que participaron en la construcción de las obras con sobreprecio ni
siquiera se los involucra, son colaboradores permanentes de la partidocracia y
aportan millones en sus campañas electorales, a más de las coimas habituales.
Los socialistas SXXI, al igual que los neoliberales con botas o sin ellas, se
caracterizaron por perseguir, encarcelar y asesinar a sus opositores y
denunciantes de su corrupción, es lo que públicamente se dice por parte de los
familiares de las víctimas, que muestran evidencias y señalan al estado culpable
de estos crímenes. Se especializaron en dividir, comprar o alquilar a los dirigentes
de pueblos y nacionalidades, de movimientos sociales, de gremios, a quienes les
dieron un mejorcito trato de serviles clase D; ahora aparecen un montón de
“dirigentes” correístas con fincas, casas, vehículos, negocios y a sus bases las
contentaban con dádivas, migajas, limosnas e ilusiones, mientras que los
“revolucionarios” de manos limpias y nalgas ardientes se robaban el Ecuador.
Más de setenta mil millones de dólares de la bonanza petrolera, de la venta
anticipada de petróleo, de las obras con sobreprecio, sin contar con los dineros
que les generó el peaje, bodegaje y transporte de la cocaína; al curita lo
encerraron por vender puestos estratégicos en la aviación civil, las aduanas,
aeropuertos, bajo la estricta coordinación del propio Correa según la información
que se divulga. Sin lugar a dudas están construyendo un narcoestado.
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342 DIGNIDAD MONTUVIA
oligarquías socialistas o neoliberales han hipotecado nuestras riquezas, han
entregado nuestras repúblicas al imperialismo yankee o chinoruso. Gobiernos
que han traicionado la patria, han condenado nuestro futuro, ineptos que no
saben qué hacer, incapaces de resolver los problemas del país, ni siquiera lo
intentan, solo están en el poder para ver que empuñan, que se roban, cuánto les
toca, así están las cosas en la América de Bolívar y Alfaro, también mancillados
en su honor por los pseudos revolucionarios.
Las únicas fórmulas que aprendieron estos economistas de las oligarquías, es más
endeudamientos para cubrir déficit fiscal, en Ecuador la deuda externa e interna
ya supera los 60 o 70 mil millones de dólares, nadie lo sabe a ciencia cierta, el
legislativo no sirve ni para eso, es una carga para el pueblo; gobernantes que no
tienen el compromiso, ni el carácter, ni la actitud necesaria, para demandar y
exigir del gobierno chino la refinanciación o reestructuración de la deuda
contraída; ya que fue adquirida con muchas sospechas de corrupción y traición a
la patria, a plazos cortos y elevadas tasas de interés. Ni siquiera han sabido
plantear la revisión de los contratos petroleros que fueron contraídos como ahora
se sabe de manera delincuencial, las evidencias y pruebas existen, han sido
reveladas por el valiente periodista Fernando Villavicencio. O no lo han hecho
porque ahí está la corrupción de los intermediarios del petróleo ecuatoriano
cuyas utilidades mal habidas se reparten entre muchos. Esta clase élite
gobernante no tiene niveles de conciencia, ni escrúpulos, les importa un carajo la
vergüenza y el país. Simplemente son delincuentes políticos empeñados en
cuánto les toca del asalto y robo perpetrado, porque es evidente que sobre
administración del país no saben absolutamente nada. El socialismo SXXI, de
acuerdo a todas las evidencias presentadas y exhibidas públicamente ha hecho
surgir una nueva clase de ricos, privilegiados y amigos del imperio de Oriente; así
como ayer eran colaboradores y defensores del viejo yankee, hoy son las
rejuvenecidas “oligarquías socialistas”, cuyas estructuras económicas están
adaptadas al nuevo régimen imperial chinoruso. Sus empresas y financieras
ejecutan los contratos, concesiones y todo tipo de acuerdo comercial o financiero
con el nuevo amo. Si buscaran bien talvez encontrarían los dineros robados al
pueblo ecuatoriano.
A estas alturas de los hechos, la región latinoamericana está entre dos fuegos
cruzados, el neoliberalismo que se aferra a su patio trasero, que añora su vieja
dominación hegemónica al viejo estilo de los cowboys del siglo pasado y el
imperio de oriente que quiere posicionar su nuevo régimen imperial chinoruso
en la región. Ambos tienen aliados estratégicos poderosos en la región. Gracias a
Chávez y a Uribe, líderes emblemáticos del socialismo SXXI y del neoliberalismo,
hoy América Latina es el nuevo escenario de confrontación de los conflictos
imperiales entre nuestros amos, aquí termina el cuento de la bipolaridad.
Definitivamente el peor enemigo de los latinos es la ignorancia, la falta de cultura
política y la falta de conciencia. Nuestros verdugos se aprovecharán de estas
falencias de los más débiles para manipularlos al revés y al derecho; intentarán
gobernar nuestras mentes, querrán ser dueños de nuestras voluntades, pero NO
DIGNIDAD MONTUVIA
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se lo permitiremos, NO nos dejaremos someter, lucharemos y moriremos por
miles pero nunca nos someterán, la dignidad será nuestro escudo, el valor
nuestra arma, moriremos de pie luchando por libertad e independencia, jamás
viviremos de rodillas. El futuro de América Latina dependerá de sus hijos.
Preparémonos y empecemos a encender la luz de nuestras conciencias;
empecemos a desplazar del poder a las mafias políticas, porque esos serán los
primeros traidores a la causa de libertad de América Latina; empecemos a
enterrar en la urnas a la partidocracia corrompida, ellos serán el instrumento que
utilizarán nuestros verdugos para manipular a los más débiles; empecemos
enterrando en el cementerio del olvido a los becerros de oro, a los ídolos de barro,
a los capos de la política, porque ellos serán los recaderos al servicio de los
imperios, ellos serán los lacayos; empecemos enterrando desde ahora y para
siempre todo lo que nos hizo daño como naciones, como sociedad, como
comunidades, como familias; enterremos la demagogia, la cobardía, el engaño, la
mentira, la irresponsabilidad, el quemeimportismo, el facilismo, la comodidad,
el miedo, la deslealtad, enterremos el pasado oprobioso, vergonzoso y lastimero.
Sembremos el camino de esperanza, de fe en nosotros mismos, juntémonos con
todos los que quieran soñar con un mundo mejor, con todos los que quieran
luchar por nuestra segunda independencia, por nuestra eterna libertad, por
justicia social desarrollo y progreso, ¡solo el conocimiento y la consciencia nos
hará libres, el poder para hacer los cambios está en el pueblo!
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344 DIGNIDAD MONTUVIA
EPÍLOGO DE UNA LUCHA DIGNA
La lucha digna del pueblo montuvio en toda su dimensión, tiempo y espacio, fue
el principio del reconocimiento a la existencia de aquellos que la historia ingrata
había dejado irse en el olvido, de los que no desaparecimos, solo nos ocultaron
en el archivo histórico de la memoria de los pueblos sin memoria. Nuestro
origen combativo, luchador, guerrero, de las alfaradas, tenía que ser negado;
como negado y ocultado fue el asesinato, profanación e incineración de Alfaro, sus
hermanos y compañeros de armas. Así ocultaban todo vestigio de la vergonzosa
hoguera bárbara en Quito, el asesinato y posterior profanación e incineración del
cadáver de Pedro J. Montero en la plaza San Francisco de Guayaquil, los
fusilamientos de Nicolás Infante de Palenque, del palestino Crispín Cerezo
Zambrano en Quinindé y de nuestra heroica descendencia guerrera de los
montoneros. Teníamos que ser negados. Por eso nos invisibilizaron, por eso
desvalorizaron nuestra identidad, por las mismas razones que a Alfaro.
DIGNIDAD MONTUVIA
l 345
nueva época del Ecuador diverso y plurinacional, difícilmente nos volverán
a dormir con sus normas y reglas impuestas; imposible que nos vuelvan a
engañar con sus mentiras y extraños conceptos, puesto que descendemos de
guerreros, de templados macheteros, orgullosos jinetes de la historia.
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346 DIGNIDAD MONTUVIA
Esta es una oportunidad para que los administradores del Estado comprendan
y asimilen esa diferencia conceptual y visionaria que establece el proceso mon-
tuvio, desde un contexto cultural y ambiental, desde sus fortalezas y potenciali-
dades, para que se apoyen las políticas públicas de igualdad económica que los
pueblos requieren, con responsabilidad social, sin discrimen ni dependencia.
DIGNIDAD MONTUVIA
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pueblo, de esa fortaleza orgánica indestructible que fue el Pueblo Montuvio
del Ecuador, que los gobiernos con todo el poder político y económico jamás
pudieron dividir ni liquidar, solo nos detuvieron dos veces. La desintegra-
ción orgánica fue la consecuencia de los malos dirigentes que aparecieron
para lucrar del prestigio y buen nombre alcanzado, ignorantes que sin saber
qué hacer se dedicaron a la extorsión y el chantaje.
Fue el Pueblo Montuvio del Ecuador el que venció todos los obstáculos y tra-
bas que le impusieron en su camino, jamás perdimos una lucha porque nunca
abandonamos ninguna. Somos gente brava, digna y tenaz, quienes, con unidad,
coraje y lucha, hizo posible lo imposible; lucha que con toda humildad implora-
mos sirva de ejemplo a las nuevas generaciones que deberán liderarla, levantar-
la y avanzar en el desarrollo y justicia social comprometidos, así como escribir
digna y brillantemente el resto de la historia que nos faltó.
Lucho Alvarado
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348 DIGNIDAD MONTUVIA
GLOSARIO MONTUVIO
aceite: dinero
al garete: sin dirección, sin brújula
apeándonos: bajarse
arremangados: doblados en el puño de las mangas o en la basta del pantalón.
ajetreo: actividad intensa
balzareño: oriundo de Balzar
barredora: metralleta
bejuco: planta de tallo largo, delgado y flexible
bielas: cervezas
bototo: o mate, fruto de un árbol que sirve para reciclar agua o confeccionar
artesanías.
bronquearles: pelearles
bullanguero: alborotoso, notorio
bullaranga: bullicio
cacareo: palabras, palabras y palabras
cacique: el que manda
cadi: hoja de palma
canazo: carcelazo
caña: aguardiente de caña dulce
caretuco: sinvergüenza, caradura
carreta: cuento, embuste
chamba: trabajo
chapulos: guerrilleros de Alfaro en la provincia de Los Ríos
chinos y pachakutiks: pertenecientes a partidos políticos
chongoril: prostíbulo
cana: prisión, cárcel
cojones: valentía
corrillos: pasillos y corredores de entidades públicas
Cristal: marca de licor
cuadrarse: acomodarse, hacer dinero fácil
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de a verdad: auténtico
diente pelado: carcajada
encajonado o acajonado: maniatado, inmóvil, muerto
encaramar: colocar arriba
estar hecho: buena posición
frías: cervezas heladas
fierros: pistolas
gallina apestada: devaluado
gallo pelón: cuento no real
giles: bobos
guadua: planta tropical
guarever: despreciativo, una cualquier cosa, sin importancia
ignominia: ofensa que sufre el honor, la dignidad
lagarteros: guitarristas de la calle quienes cantan serenatas
la plena: la verdad
latilla: pedazo de guadua largo y fino
litoralense: oriundo o pertenece al litoral, de la costa
loquero: que trata locos
manito: ayuda condicionada a pago de coima
mico fajado: vestido ridículamente
matarrata: whisky barato
metraca: metralleta corta
montoneros: grupos guerrilleros de Alfaro
montuviada: de la cultura montuvia nones:
negativo, no
palabra de gallero: palabra de honor
palestino: oriundo de Palestina
pelo a pelo: por cuenta propia, sin ayuda de nadie
peni: penitenciaría
plomiza: balacera
pocillo: taza
púchica: despectiva
recortada: arma defensiva, de cartucho
recular: retroceder
ruleta rusa: arma en la sien
sapos: gente de malos antecedentes, pícaros
su agosto: hacer dinero rápido
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350 DIGNIDAD MONTUVIA
tinapa: vasija de barro
todólogo: que sabe de todo
tongo: confabulación
tongo: en montón, grupo
wachimanes: pistoleros, guardaespaldas
zafarrancho: pelea, alboroto
38: revólver
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SIGLAS UTILIZADAS
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Impreso en Guayaquil, año 2018
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