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DIGNIDAD MONTUVIA

LA LUCHA DE UN PUEBLO

Lucho Alvarado
DIGNIDAD MONTUVIA
LA LUCHA DE UN PUEBLO

Lucho Alvarado

Prólogo de Enrique Ayala Mora


© Dignidad Montuvia: La lucha de un pueblo
© Todos los derechos reservados: Lucho Alvarado
Lucho Alvarado
Primera Edición, Ecuador, 2018

Edición y corrección: MIBUKA+libros+ideas


Maquetación: Juan Moreira

ISBN

No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un


sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea
este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso
previo y por escrito del autor.

Impreso en Ecuador
DEDICATORIA

A los hombres y mujeres de mi pueblo


que aún luchan por dignidad y justicia social.
Nota del Editor
Para la edición del presente texto,
se ha preferido utilizar ‘montuvio’,
tal como aparece en el Diccionario
de la Real Academia Española.

montuvio, via
De montubio.
1. m. y f. Ec. Campesino de la costa.
CONTENIDO

Prólogo 11
Comentarios 15
Presentación21
Realidad socioeconómica y política en el agro a inicios de los 90 24
Sixto Durán Ballén, el viejito honesto que no robaría 35
Primera experiencia en la lucha 41
Abdalá Bucaram: El loco que ama 56
Presidencia de Alarcón: Ley de condonación, primera conquista
montuvia 60
La muerte anunciada 63
La lucha continúa 67
Programa de semillas: Segunda conquista en el gobierno de
Alarcón 77 Programa de vivienda rural: Tercera conquista en el
gobierno de Alarcón 85
Ahora le tocaba el turno al que decían que sabía: Presidencia de
Jamil Mahuad 91
21 de enero del 2000: La caída del presidente Mahuad 97
Lucha por el CODEPMOC en el gobierno del presidente Noboa 111
El CODEPMOC, un parto doloroso 134
El coronel Lucio Gutiérrez y la esperanza de cambios 144
Presidente Palacios, la transición 154
El Pueblo Montuvio del Ecuador y la Revolución Ciudadana 176
Segunda vuelta de Correa y el inicio de la traición 188
Las fuerzas universales del cosmos siempre nos protegieron 202
La Asamblea Constituyente de Montecristi 224
La candidata montuvia y la agroindustria 242
La única reunión del Pueblo Montuvio del Ecuador con el
presidente Correa 259
Integrador Nacional, una esperanza cierta 276
De la penitenciaría a la campaña 293
La última persecución de Correa contra el pueblo montuvio 322
Diálogo y esperanza 326
La oportunidad fallida 329
Otro diálogo sin resultados 332
América latina entre fuego cruzado 336
Epílogo de una lucha digna 347
Glosario montuvio 351
Siglas utilizadas 354
PRÓLOGO
De Enrique Ayala Mora

Lucho Alvarado es un hombre a quien no se puede ignorar. De una u otra


manera se nota su presencia. Por ello creo que su libro “Dignidad montuvia,
la lucha de un pueblo” también va a destacarse apenas vea la luz. Será tema
de discusión y hasta de escándalo. Lo afirmo, porque he tenido la ocasión de
leerlo previamente, gracias a que me pidió que escriba estas líneas.

Aunque el autor lo presenta como “un modesto relato histórico, el cual está
escrito por un sencillo hombre de campo, orgullosamente montuvio, quien
no pretende ser escritor ni crítico”, su libro es un extenso testimonio perso-
nal, y por ello polémico, escrito con un plan muy concreto y ordenado, que
se orienta a explicar las motivaciones de su acción pública y la trayectoria del
movimiento montuvio que ha ido construyendo por más de dos décadas.
(Advierto que aquí he respetado la opción del autor y escribo “montuvio” con
“v”, aunque la mayoría lo hace con “b”).

Debo destacar ante todo, que es muy positivo que un dirigente social, más
aún si es un montuvio, haya resuelto escribir un libro con sus experiencias.
Hay tan pocas publicaciones de este tipo, que las que aparecen son siempre
aportes para el conocimiento de nuestra realidad. También me parece opor-
tuno advertir que al escribir unas pocas frases sobre su obra, no me cons-

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tituyo en juez del personaje. Ya decía Marc Bloch: “Durante mucho tiempo el
historiador pasó por ser un juez de los infiernos, encargado de distribuir
elogios y censuras.” Pero no debe ser así. Nuestra tarea es mucho más mo-
desta y felizmente menos atrevida. Por ello, al redactar estas líneas, me li-
mitaré a mencionar lo que creo que los lectores pueden obtener de este libro.

En primer lugar, aclararán las ideas sobre la realidad del montuvio, que es el
trabajador del campo, independiente, alegre, abierto, laborioso y celoso de
su prestigio de varón y hombre honrado. Las mujeres montuvias se hacen
respetar. La literatura nacional está llena de estas caracterizaciones, que con
frecuencia reproducen lugares comunes y prejuicios racistas y machistas.
Pero hay una visión realista y positiva sobre el montuvio, que se inició con
José de la Cuadra y ha continuado hasta el presente, sobre todo porque los
montuvios han comenzado a hablar por sí mismos.

Aunque en toda la costa ecuatoriana se encuentra la cultura montuvia, hay


lugares de Manabí, Los Ríos y Guayas donde mayor desarrollo tiene. Y esa
realidad se percibe claramente en esta obra, puesto que allí han estado los
espacios organizativos del autor y su equipo de trabajo.

En segundo lugar, los lectores apreciarán la relación entre las políticas de


Estado y las organizaciones de base y las que las agrupan a nivel local y
regional. El autor dedica buena parte de su libro a establecer los avances y
logros del movimiento montuvio, desde los años ochenta del siglo pasado.
Así se aprecia que este proceso se da fundamentalmente por la capacidad
organizativa y de presión de las organizaciones, más bien que por la buena o
mala voluntad de los gobiernos.

Un tema de mucho relieve en el libro es la narración de la experiencia del


movimiento con el gobierno de Rafael Correa, con sus dificultades y sobre
todo con sus frustraciones, puesto que la esperanza fincada en su adminis-
tración terminó con grandes incumplimientos y actos de persecución. El
autor llega a afirmar: “El de Correa fue el peor de todos los gobiernos, no hay
punto de comparación con ninguno. León es un dulce viejito, un boy scout
comparado con Correa”. En tercer lugar, la obra refleja la trayectoria
personal del autor. Y lo hace en forma franca, a veces desfachatada. Pero con
ello se explican muchas realidades y fenómenos de la política, como por
ejemplo, las incidencias de la nominación de candidatos del “Acuerdo por el

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cambio” en el año 2017, en que el movimiento social, que había propiciado
ese acuerdo, fue barrido de las listas por las directivas partidarias, especial-
mente de la Izquierda Democrática. Lucho cuenta su experiencia con mucho
realismo e indignación.

Conforme pase el tiempo, los aspectos coyunturales y los exabruptos de este


libro perderán vigencia, pero el testimonio de Lucho Alvarado, su versión de
sus luchas y conflictos, así como la trayectoria de la organización montuvia,
van a perdurar y serán un interesante insumo para quienes quieran escribir
nuestra historia como es debido, o sea “desde abajo”.

Enrique Ayala Mora


Ibarra, octubre de 2017

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Comentarios de un libro que da cuenta del
accionar de un montuvio verraco

“Nuestro montuvio se conserva en el interior de muchas provincias


del Litoral intacto, con toda su riqueza folklórica, su alma vernácula,
con su raudal generoso de ingenuidad y valor”

Rodrigo Chávez González


Historiador y periodista

Al montuvio y dirigente popular Lucho Alvarado lo conozco desde hace dé-


cadas. Lo he visto al frente de las luchas del colectivo montuvio del litoral.
Fue uno de los artífices e impulsores de su afirmación y reconocimiento en
la constitución de Montecristi. Tiene la sangre de ellos, la verraquera, la
constancia y ese no dejarse vencer por la adversidad.

Por eso no me llama la atención las ideas que aquí expresa. Pues creo que de él
surgieron. Nacieron, sin duda como un efecto posterior a su constante accionar.
Lucho, como todo montuvio, perseverante y recio se forja en la acción. En esta
siempre ha estado presente, activo y al frente. A este montuvio como a todos se
lo conoce en la lucha cotidiana, en la tierra, en el campo con el machete y el
garabato. Por eso lo que aquí leerán no es otra cosa que la huella y prueba del
accionar de una parte de la vida de este verraco montuvio de nuestro litoral.

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Sin duda muchos ecuatorianos, desconocen la historia de este prestigioso
líder y dirigente montuvio, ignoran que él no solo es un luchador popular, un
auténtico guía de la montuviada del trópico de las distintas provincias de
nuestro litoral. Algunos desconocen que Lucho también es agrónomo. Por
eso conoce mucho de la tierra, del campo, de los cultivos, de las sequías e
inundaciones y de todo lo que él produce, que luego llega a las ciudades, para
dar seguridad alimentaria y que sin embargo los gobernantes ignoran.

Pues, si conociera y se pudiera reconocer el esfuerzo de los montuvios, estos


no estuvieran tan abandonados, descuidados y desatendidos, como ha sido,
mucho más, desde que el estiércol del petróleo embarró la vida del país. En
ese momento y tiempo histórico se profundizo el abandono del campo y se
aumentó la desatención a los montuvios.

Esto parece que lo entendió bien Lucho y él lo que hizo fue que con esa
comprensión y clara conciencia del desinterés hacia el campo y a los montuvios,
salió a decirle y a gritarle al país que ese colectivo social, humano y cultural no está
muerto ni anda de parranda. Es un grupo de hombres y mujeres de trabajo y acción
que la patología petrolerista y el urbanocentrismo, han hecho invisibles; que los
políticos han ignorado y los ciudadanos de las urbes han silenciado.

Es cierto, Lucho no es un escritor. No pretende serlo. No funge de eso. Lo he


visto en grandes jornadas de movilización, acción y lucha junto a sus herma-
nos montuvios, a sus iguales. Lo he visto no hacia atrás ni escondiéndose, sino
adelante, como hacen los dirigentes comprometidos y auténticos. Él es de estos.

Lo es porque nació montuvio. Vive como montuvio. Actúa como montuvio. Es


hombre montuvio de acción que nunca se arredra, que no los atemorizan ni le
meten miedo. Por eso el anterior gobierno lo persiguió, lo aprensó y lo mantuvo
en la mazmorra. Sin embargo este montuvio salió más verraco, más firme, más
convencido y decidido a denunciar lo que como los miembros y el líder de la
“robolución” ciudadana también le robaron a los montuvios.

Correa ese maléfico líder toxico, que montó el régimen del correato, pensó que lo
silenciaría, o como decimos en el lenguaje montuvio “que lo iba a mariconar”. Se
equivocó de principio a fin. No fue así. No pasó eso. Salió de prisión más curtido.
Más firme. Más convencido que el Dios, los santos y las vírgenes que siempre
ayudan a los montuvios y que están junto a él. No perdió la fe y esa es la que
transmite en estas letras.

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Por eso aquí no están reflexiones profundas sino hechos y evidencias de vida.
Son ideas y expresiones de un hombre montuvio verraco que nunca está
quieto, no puede estarlo porque “en el montuvio la sangre chuta”. Esto hizo
que él no saliera con el rabo entre las piernas sino más convencido y fir- me
para seguir en las acciones y lucha en las cuales siempre lo he reconocido e
identificado constantemente en primera fila. Eso nos ha unido en amistad,
fraternidad y una fuerte hermandad montuvia.

Esto es lo que quiero que tengan presente cuando lean estas palabras y sus
ideas. En ellas reconozco lo que él acostumbraba a decir, la fuerza de la “digni-
dad montuvia”. Pues, para él la dignidad no se consigue en los cabildeos sino
en la organización, en la acción, en la lucha permanente por los derechos de los
montuvios. Estos han sido siempre sus grandes motivos, intereses, factores y
objetivos que han movido la lucha permanente de este montuvio convencido y
firme de que la lucha de este colectivo debe seguir adelante.

Les debe llamar la atención que en estas páginas no hable tanto del libro, de
su contenido, de los capítulos y de lo que Lucho Alvarado dice. Lo hago es
profesamente. Pues que estoy más interesado de lo que creo que es la vida de
este gran dirigente y líder de la montuviada de mi patria. Por eso quiero
invitarlos a que lean y perciban que aquí esta, en esta obra más el quehacer
que el pensar de este dirigente montuvio.

Este es el primer libro de este sencillo, activo y perseverante dirigente montuvio.


Ojalá no sea el último. Aunque quienes conocemos de la acción de Lucho Alvara-
do sabemos que su obra la ha escrito en permanentes compromisos y acciones de
vida. Ahí están forjados muchos tomos que hay que leer y recordar, de su práctica
cotidiana. Pues en el accionar de este dirigente montuvio está lo mejor que él ha
efectuado por su colectivo humano y sociocultural. Siempre lo ha hecho por sus
hermanos montuvios y por la herencia y sangre que lleva en sus venas.

Para este perseverante líder montuvio que escribe estas letras, el presente libro
sin duda alguna es motivo de mucho orgullo. Pero también para mí, puesto que
veo con simpatía que otro montuvio como yo lo ha hecho. Pero ahora es la obra
de Lucho. Un dirigente recio, verraco y firme que se estrena en estas letras y un
libro que dará que pensar. Lo hace para decirle al país lo que ha vivido, lo que
ha forjado, lo que ha creado en su accionar cotidiano y permanente.

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Y es así porque no es un libro de reflexión sobre algo que él observa. Es un con-
junto de vivencias puestas en palabras. O mejor decir es la acción hecha desde
el proceso de la comunicación escrita. Pero hay que recordarles que ese mon-
tuvio cree que primero es la acción luego la reflexión y el texto escrito sobre lo
que se hizo. De ahí que este libro trata de la vida práctica y de la pasión que pone
este activo y comprometido montuvio que la gente conoce como Lucho. Y que
mi madre montuvia de Samborondón diría es “er Lucho, er amigo de mi hijo”.

Su abuela también diría algo similar, igual que su madre. Sin duda lo hizo al
amanecer y también en los atardeceres del campo, cuando las cucuyas salen
de sus escondites para iluminar el mundo nocturno de la campiña de los
campos del litoral. En todo caso, estas letras prueban que “er montuvio
Lucho es un hombre leído y escribido”.

Finalmente, los invito a que vean en este libro, como los montuvios son hom-
bres de acción, con la pasión y el compromiso por los cambios. Que reconozcan
que los montuvios no somos “pendejos” sino un grupo humano, un colectivo
social, que siempre está atento a no dejarse pisar el poncho y que sabe protestar
y luchar como lo ha hecho a lo largo de toda su vida el autor de este libro.

Los invito a que lean con atención lo que aquí nos comunica Lucho. A que
vean y sientan cada letra, cada palabra, cada oración, solo así encontrarán en
ella la pasión del accionar de este honesto y verraco dirigente montuvio.
Pues, los montuvios no solo son hombres de acción, son también hombres de
ideas, pensamiento y reflexiones profundas.

Que esta obra les sirva a los lectores para que les enrostren a los invisibili-
zadores del mundo sociocultural montuvio y que vean que sí existimos y no
somos pintados en la pared sino hombres de acción que también nos atreve-
mos a escribir. Ojalá quienes invisibilizan a la montuviada comprendan que
esto no debe continuar. Pues del campo no sale solo la seguridad alimenta-
ria que llega a sus mesas urbanas cotidianamente. También que esa acción
laboral de los montuvios hace posible que las divisas de agroeconomía de
exportación, entren a la economía del país. Y que todo esto es posible por-
que los montuvios las crean.

Él, como los Chapulos de 1884, que lucharon junto a Nicolás Infante y la
montuviada de los montoneros montuvios de Eloy Alfaro, en 1895, son

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hombres del campo, pero también son ciudadanos que reflexionan sobre lo
que les pasa y hacen en la historia. Esta obra prueba que los montuvios son
hombres de lucha. Y como decía er montuvio manabita, Humberto Robles:
“la voz de una realidad tremenda y fabulosa – la de la colectividad montu-
via, rural y usurpada- reclama un papel protagónico”.

Ese papel, el de la historia social de los montuvios se transparenta, se hace vi-


vencia, acción y pasión en lo que aquí dice el montuvio Lucho. Pues ellos no
esperan que les asigne el papel sino que lo toman y lo asumen. Si mueren en la
jornada no importa, lo importante es haber estado combatiendo. Lucho ha
seguido por este camino abierto. Por eso tomen “bien enserio” lo que aquí este
montuvio se atreve a confesar luego de más de cuatro décadas de acción.

Sírvanse este bocado montuvio con la atención y el interés que todos de-
bemos tener hacia la acción y la palabra de ese colectivo humano al cual le
debe mucho la historia social del Ecuador. Gracias Lucho.

Willington Paredes Ramírez


Guayaquil, 18 de mayo del 2018.

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PRESENTACIÓN

Este es un modesto relato histórico, el cual está escrito por un sencillo hom-
bre de campo, orgullosamente montuvio, quien no pretende ser escritor ni
crítico, simplemente hacer una contribución al rescate de la memoria his-
tórica de la épica lucha de un pueblo digno: historia que nadie ha querido
escribir. Esta narrativa pretende también estimular a la sociedad literaria,
estudiosa e investigadora, para que escriba sobre el montuvio y su proceso
de construcción, su realidad cultural, antropológica, sociológica, sus valio-
sos aportes a la historia, al desarrollo, al intento de cambio político-econó-
mico vivido en el Ecuador y en los pueblos de América Latina durante 25
años en las calles, en donde hemos escrito nuestra historia.

No somos simplemente un folclor ni una etnia, somos cultura. El pueblo


montuvio es un proceso de construcción colectiva, de estructuración or-
gánica y jurídica, que más tarde se constituyó en lo que hoy actualmente es:
un pueblo con identidad cultural y cosmovisión propia que creó y aplicó un
modelo de desarrollo económico justo y solidario, desde su propia
cosmovisión utilizando las ciencias endógenas, desde sus especificidades y
potencialidades.

Somos pioneros en el cambio de la matriz en el sector agropecuario. Desa-


rrollamos la agroindustria comunitaria, las empresas de comercialización
asociativa; introdujimos la nutrigenómica y las tecnologías limpias con re-
sultados positivos para el país; es decir, construimos todo un proceso de vida
digna generando riqueza en armonía con la naturaleza. No somos un

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pueblo mendigo. Los gobiernos sostienen la pobreza para hacerla depen-
diente del Estado y para sus intereses.

Esta narrativa se centra en las ricas experiencias de un pueblo, empecé a


escribirla en el 2016, de una manera sencilla para que pueda ser claramente
entendida por la inmensa población del agro y por la juventud estudiosa y
trabajadora de nuestros campos, a quienes va dirigido este libro; narrado con
vivencial objetividad, dentro de un marco de absoluto respeto a las personas
involucradas directa o indirectamente en el proceso del pueblo montuvio.
Debemos mencionar estos hechos como un aporte al país; las experiencias
positivas y negativas que se vivieron en este proceso sui géneris y que
necesariamente deben ser recogidas en este relato para que sean
debidamente procesadas por el lector y los protagonistas de esta historia.

Este modesto texto no pretende ser una obra crítica contra los diferentes go-
biernos ni personas o grupos involucrados en este proceso histórico; mucho
menos juzgar, de ninguna manera, aunque también se expresan conceptos y
opiniones desde el pensamiento colectivo del pueblo montuvio, ejerciendo
nuestro derecho a pensar y expresar con libertad, dentro del marco del
respeto. Tampoco pretende hacer un psicoanálisis de la realidad social de
nuestro pueblo; eso le tocará investigar a los sociólogos, psicólogos y poli-
tólogos.

Este libro trata sobre situaciones específicas que vivimos con decenas de
miles de protagonistas y testigos de aquello. Simplemente, es la narrativa de
los hechos que sucedieron, tal cual se dieron, durante el largo e intenso
proceso social, económico, político y cultural vivido por el pueblo montuvio
—su relación con la sociedad— con los ocho gobiernos de turno y con los
sucesos políticos que se han dado en estos 25 años, muy especialmente en
estos últimos catorce años de la “revolución” ciudadana, donde el país
inauguró una época de cambios políticos que no transformaron nada,
vinculados a un proceso de unidad e integración regional fallido, estancado
por un cúmulo de errores, corrupción e inconsecuencia de los denominados
gobiernos progresistas. Ha sido una época dura, llena de dificultades,
incomprensiones, contradicciones, promesas incumplidas desde el poder y
también desde la sociedad civil involucrada.

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Lamentablemente, los montuvios, desde la época brillante de la literatura
ecuatoriana a mediados del siglo pasado, no tenemos quien nos escriba; son
muy pocos los que lo han hecho en las últimas décadas. Así de invisibiliza-
dos estábamos a inicios de los 90. Es indispensable para el conocimiento
general que los lectores conozcan las difíciles circunstancias en las que re-
gresamos los montuvios al protagonismo de la vida nacional y el esfuerzo que
nos costó hacerlo. Vencer los prejuicios y paradigmas fue una tarea
descomunal, enfrentarnos con el monstruo del poder político fue una lucha
titánica y desigual, pero los enfrentamos y les ganamos muchas reivindi-
caciones, con dificultades, en tiempos largos, pero las ganamos casi todas.

Nos detuvieron temporalmente en el año 2012, pero nunca nos pudieron


dividir, mucho menos liquidar. Este escrito recoge conceptos expresados con
natural dureza sobre la sociedad y la juventud, criterios que desde el año
1992 se debatieron a lo largo y ancho de nuestra campiña, siempre en la
búsqueda de la verdad, de lo que realmente éramos: un montón de gente
confusa viviendo en un mundo de mentiras, construido desde la convenien-
cia de los dueños del capital, del poder y del mundo.

Narrado en el lenguaje propio de nuestro pueblo, de manera reiterativa, con


el interés metodológico de posicionar en la mente del joven, del lector de
nuestro pueblo, esa conceptualización propia y diversa a la vez, así como los
valores y principios reincorporados desde nuestras raíces; experiencias y
vivencias que sirvieron de base para la construcción y empoderamiento de
la cosmovisión montuvia, en el inicio del cambio de mentalidad y actitud que
se operó en las comunidades integradas en este proceso.

Además, es un homenaje, un gesto solidario y de gratitud imperecedera para


quienes hicieron posible —con su esfuerzo y sacrificios— escribir con su vida,
su dolor, sus lágrimas y también sus alegrías, estas brillantes páginas de la
historia montuvia, que yo solo desde mi humildad transcribo y vierto como
pensamientos que me acompañaron en esta lucha.

Lucho Alvarado

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REALIDAD SOCIOECONÓMICA Y POLÍTICA
EN EL AGRO A INICIOS DE LOS 90

Corría el año 1991 cuando empezamos a gestar en la mente y en el espíritu


del montuvio de la costa la necesidad de construir una organización de masas
amplia y democrática, diferente a las tradicionales y con una clara visión de
la lucha de clases. Una organización sin sectarismos, sin radicalismos
ideológicos, sin grandes zares ni jeques que desde la gran ciudad nos utilicen
y manipulen de acuerdo a sus intereses partidistas y personales, que por muy
bien intencionados que fuesen, nos daban siempre los mismos resultados:
cero innovación, cero creatividad, cero imaginación; intereses que
definitivamente no eran nuestros y respondían a otros contextos. Que-
ríamos algo propio.

Nos iniciamos como una incipiente organización campesina, la cual al pasar


de los años y por ser una alternativa diferente en la lucha del agro costeño,
se convirtió con acierto en lo que hoy es el Pueblo Montuvio del Ecuador
(PME), un pueblo con formas propias de organización, con una cosmovi-
sión construida colectivamente desde las raíces profundas de su cultura y su
historia, estructurado orgánica y jurídicamente desde sus recintos, con
instancias de dirección y conducción local, parroquial, cantonal, provincial y
nacional; con un proceso y un modelo de desarrollo en permanente cons-
trucción.

Los ecuatorianos aún vivíamos los acontecimientos que resultaron de la presi-


dencia de León Febres Cordero. Para el pueblo, uno más de los tantos presiden-
tes que ha tenido, cuya firmeza —tal vez— fue su principal característica. León
Febres Cordero fue el fantasma de los posteriores gobiernos. En su periodo,
hubo grupos de oligarquías beneficiados desde el Estado, tal como ha sucedido
en todos los gobiernos, de lo cual se ha escrito bastante, pero cuya realidad no
se asimila: el Estado asumió la deuda externa que mantenían estos grupos de
poder para que finalmente las terminásemos pagando todos los ecuatorianos.

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Tal era el caso que nos decían que toda comparación con gobiernos ante-
riores resultaba pequeña; al menos así lo hacían ver los opositores de León.
Sus partidarios decían que fue el mejor presidente y el mejor alcalde de
Guayaquil. En lo personal, creo que si lo comparamos con Rafael Correa,
León fue un dulce viejito, medio dueño del país y nada más. No podemos ol-
vidar a Hurtado con la famosa sucretización de la deuda de los empresarios
y las graves consecuencias para el pueblo, especialmente para los más des-
protegidos, quienes fueron abandonados y vulnerados por su propio Estado
y empobrecidos por el sistema de exclusión. Estos conceptos, desgraciada-
mente, no eran entendidos por las grandes mayorías, mucho menos por la
gente del campo.

Paradójicamente, los pueblos sabían del mal que padecían pero no estaban
conscientes de la causa que lo provocaba. Definitivamente, éramos un pue-
blo con una cultura política paupérrima. Así se ensañó el sistema para que
fuésemos ignorantes políticos manipulados por la clase gobernante.

Muy pocos fuimos los que tuvimos la oportunidad de ser autodidactas, co-
nocer la historia de los pueblos, estudiar la política, vivirla intensamente,
practicarla en las calles, luchar junto al pueblo, entender su realidad y no ser
rehén ni esclavo del sistema oprobioso y dominante. Ser autodidacta, lector
asiduo, luchador practicante con formación y criterios, fue definitivamente
una suerte que no todos tuvieron.

Es algo que siempre agradeceré a la gente de izquierda revolucionaria de


verdad, con quienes me vinculé desde pequeño. Gracias a ello fui, soy y seré
un humilde luchador más de estos campos, orgulloso de mi conciencia y
autenticidad, sin que jamás haya sido parte de los tradicionales partidos so-
cialistas ni comunistas que enmarañados en sus escaramuzas intestinales,
poco hicieron por el pueblo, sino que más bien desbarataron la izquierda y
refugiaron su “revolución” en las universidades; a quienes después de 40
años, Correa resucitó como Jesús a Lázaro para que repitan sus inconse-
cuencias, cogobiernen con él y vuelvan a caer otra vez; ese es su desdichado
destino.

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En efecto, somos simples luchadores populares, formados en las aulas, en las
calles y en el monte; luchando contra la marihuana y la cultura hippie que
nos invadió a finales de los 60 e inicio de los 70 para hacernos olvidar la
dominación imperial, la guerra de Vietnam y la defensa de las 200 millas de
mar. La droga no nos atrapó; la juventud del mundo protestó y luchó. No
hubo rincón del planeta donde la juventud no se haya pronunciado en las
calles contra la guerra. Al final, vencimos. Solo nos quedamos con el rock.

La época de los 80 fue de resignación y quemeimportismo: un pueblo con la


autoestima baja, sin esperanzas, resignado a su maldita suerte, lleno de
temores y complejos que caracterizaban negativamente a nuestra sociedad.
América Latina estaba sometida por la represión y las dictaduras militares.
Los movimientos de izquierda, luchadores populares de esa época, muy poco
podían hacer ante esa enorme desesperanza. Se llevaba a cabo una intensiva
y agresiva campaña de manipulación al pueblo a través de todos los medios
posibles, sin ningún objetivo concreto. Solo cuentos que hacían que los
ecuatorianos, y especialmente la gente del campo, permanezcamos inmóviles
e impávidos, sin atinar qué hacer frente a la crítica y cruel situación que
vivíamos.

No acabábamos de salir de la frustración del anterior gobierno y ya está-


bamos otra vez en otra situación traumatizante debido a las incumplidas
promesas de León. Yo pensaba que ese era el viejo cuento del pueblo: echarle
la culpa a la partidocracia y a los politiqueros de todas las desgracias que
azotaban al país. Era una forma fácil y morbosa de justificar su complicidad,
cuando realmente los únicos culpables de lo que nos sucedía éramos nosotros
mismos por permitirlo y alcahuetearlo. Éramos cómplices y encubridores de
toda la devastación que causaban los gobiernos y sus políticas destructoras.
Esa es la verdad, aunque duela. Como decía Alfaro: “Los pueblos con alma
de paje merecen la suerte que tienen”.

Es así que, en el gobierno siguiente, se detuvo la persecución del Estado


contra los luchadores populares, pero continuó la misma politiquería, de-
magogia y entreguismo; un gobierno alfombra del imperio del norte, mal
manejo de los recursos públicos, otro montón de nuevos ricos, el dinero de
la corrupción empezó a migrar a los grandes paraísos fiscales y para no des-
entonar con la época, aparecieron nuevos y prósperos banqueros y empre-
sarios, que sumados a las viejas oligarquías constituían el surgimiento de

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una nueva gran élite empresarial-política poderosa e inmaculada; es decir,
una reencauchada oligarquía controlando el poder político del Estado, nota-
bles cuya opinión en los medios era sentencia en el país de los giles.

Gobernar el Ecuador era un gran negocio para la clase política y lo hacían


con el aval de un pueblo totalmente desorientado, sometido y humillado,
quien en definitiva era el que los encaramaba en el poder y alentaba a sus
hijos para que sean parte de esa naciente y pujante élite. En las universida-
des se formaban brigadas políticas en apoyo a la vieja partidocracia. ¡Qué
vergüenza reconocer que esa era nuestra juventud! Oportunista e indivi-
dualista por orientación familiar, defectuosa materia prima de la sociedad
mediocre que siempre fuimos. La clase política empresarial había extendi-
do sus tentáculos y tenía el control total de la sociedad. “Democráticamen-
te” gobernaban sus mentes y administraban su riqueza.

A propósito de esto, en verdad eso éramos, una sociedad mediocre, sin au-
ténticos líderes capaces de liberarnos de esta ignominia. El Estado era un
objetivo inmediato y fácil para enriquecerse; vacas sagradas a las cuales el
pueblo rendía pleitesía e imitaba. ¡Qué pobres de mente y espíritu éramos!
¡Cuánta pena reconocerlo! Pero eso éramos y esa era la suerte que merecía-
mos como pueblo. Sabias expresiones del gran Alfaro cuando se refería a los
pueblos con almas de paje.

La verdad aunque duela, pero esta era la vergonzosa realidad de mi país: un


sistema educativo colapsado, escuelas de guadua con pisos de tierra, techos
de cadi, colegios que no enseñaban nada, profesores que no eran profesores,
universidades que eran toda una estafa emitiendo títulos sin el mínimo res-
paldo científico ni tecnológico, sin el profesionalismo ni la ética indispen-
sable para desarrollarnos como nación; una sociedad totalmente manipu-
lada al servicio del sistema financiero y del gran capital; una partidocracia
mañosa, dueña absoluta de las instituciones del Estado. En esos días ser
corrupto era sinónimo de tener suerte, “estar hecho” y el pueblo se quedaba
huérfano de todo, sin líderes auténticos.

Por ese motivo, los jóvenes se encontraban carentes de patriotismo, de compro-


miso y de ideas para levantar el alma de un pueblo dormido y resignado a su
maldita suerte; una izquierda moribunda viviendo en el discurso del pasado,
disputándose universidades que no valían un carajo, ni aportaron en nada y

DIGNIDAD MONTUVIA
l 27
con izquierdosos comunistoides acomodándose en los gobiernos de la derecha.
En el gobierno de la Izquierda Democrática se hicieron los confundidos por el
nombrecito de la ID y se pusieron a las órdenes de Rodrigo Borja. Años des-
pués, también se hicieron los locos y con cara dura se embarcaron en el batimó-
vil de Abdalá Bucaram. Hoy, caretucos están en la “revolución” ciudadana, sin
olvidarnos de que también fueron serviciales en la dictadura militar del general
Bolita. ¡Qué desgraciada la vida de mi pobre país! Estos son sus hijos, esta es la
gente de izquierda. ¿Qué podemos esperar?

Estas son verdades que los montuvios nos atrevimos a decir, lo que nos per-
mitió razonar de mejor manera y entender nuestra vergonzosa realidad. Es-
tas reflexiones compartidas con nuestra gente nos sirvieron más tarde para
asumir nuestra responsabilidad de hacer algo por nosotros, por nuestro
pueblo y por nuestro país, de hacer nosotros los cambios, empezando por
reconocer la verdad de lo que éramos como sociedad y como país. Era duro
aceptarlo, pero esa era la cruda realidad. Teníamos que cambiar nosotros,
por ahí empezaríamos. Nos habían hecho vivir en un mundo de mentiras y
conceptos extraños, ajenos totalmente a nuestra realidad.

“Solo nosotros, el pueblo, podemos hacer los cambios, nadie nos va a ayudar
en esto”, primera verdad. Sabias frases que supimos utilizar por varios años
y probamos que así sería, pero el impacto era desalentador para aquellos
ingenuos que aún creían en “locos que aman” y en el “gallo pelón”, lo que les
hacía perder toda esperanza facilista y cómoda venida de la vieja
partidocracia.

Sorprendentemente, con el montuvio de campo se podía profundizar en es-


tos temas; no así con el montuvio de ciudad, quien estaba totalmente con-
taminado por los prejuicios de la misma. Además, las organizaciones cam-
pesinas tradicionales estaban reducidas a la mínima expresión y con una
dirigencia totalmente desgastada. Los honorables diputados y ministros
convencían a la gente de que no podíamos tener carreteros de primer orden
porque éramos un país subdesarrollado, que no reclamáramos escuelas
porque los recursos del país solo alcanzaban para pagar la deuda externa. El
50% del presupuesto se destinaba al refinanciamiento de la deuda externa,
la cual era impagable; ese fue el cuento con el que durante décadas contro-
laron nuestras mentes.

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28 DIGNIDAD MONTUVIA
En nuestros pueblos, tener colegios era un privilegio de los cantones pobla-
cionalmente grandes. Lucianos, palestinos, colimeños, noboleños, lomen-
ses y de otros pueblos aledaños estudiábamos en el único colegio de huma-
nidades modernas que había por esos territorios y estaba ubicado en Daule:
el Juan Bautista Aguirre. La juventud del agro no tenía oportunidades. Ni
hablar de hospitales o centros de salud. Simplemente en los pueblos eso no
existía. Muchos citadinos nacieron en la única maternidad que había en la
Perla del Pacífico. A los montuvios nos parían en petate. Solo conocíamos la
existencia del hospital Luis Vernaza en Guayaquil, el cual era una antesala
del infierno y un cruel ejemplo de la miseria humana.

En otras palabras, nos hacían sentir tercermundistas e incapaces, por lo


tanto nada que ver con los puentes, eso era cosa de otro mundo. Hacer
puentes en el Ecuador era un milagro. Solo conocíamos los puentes vaca-
cionales que servían para los paquetazos de medidas económicas o tumbar
gobiernos, por lo tanto, los pueblos permanecieron aislados por décadas,
incomunicados del resto del país. Ejemplos como estos existen en todas las
provincias.

Nuestros pueblos contaban tan solo con una planta eléctrica de 19h00 a
24h00, la cual cuando se dañaba tardaba meses en ser reparada, meses que
tenían que ser alumbrados con candil o linternas. Nuestros pueblos no con-
taban con agua potable o servicios básicos. Las calles estaban destruidas,
polvorientas en verano y lodosas en invierno. ¡Qué pobres fuimos como país!

Pero en los 70 vino el boom petrolero y el dictador dijo: “Vamos a sembrar el


petróleo”. Lo sembraron en los bolsillos de los oligarcas porque nuestros
pueblos continuaron igual. Nada cambió. Eso fue lo que permitimos que
pasara y en nuestras propias narices. ¡Qué bobos fuimos! Realmente me da
mucha pena recordar aquello. Fueron años soñando con un Ecuador mejor.
Nunca perdimos la esperanza, nunca nos fuimos. Sabíamos que un día
nuestro pueblo despertaría y esa era nuestra tarea, remover y despertar la
conciencia colectiva de las masas, quitarles la venda de los ojos y recuperar
la dignidad perdida.

Muchas veces estuvimos a punto de tirar el trasero al monte, pero nuestra


conciencia política era más fuerte como para abandonar lo que siempre

DIGNIDAD MONTUVIA
l 29
creímos era nuestro deber y la razón de nuestra existencia. No podíamos
fallar. Dejaremos ese legado de dignidad a nuestros hijos y nietos para que
las futuras generaciones tengan líderes que los conduzcan dignamente en la
construcción de su destino, donde impere la justicia social y la equidad, sin
discriminación, sin exclusión, sin explotación ni dependencia. Eso es todo lo
que queríamos y seguimos queriendo, nada más. Es una pena que hayamos
empezado un poco tarde, pero las comunidades empezaban a entender su
verdadera realidad, no la mentira con la que fueron manipuladas y educadas.

Esa era la triste realidad de mi país. Imaginemos por unos minutos la pe-
nosa realidad del sector rural, sencillamente olvidados, abandonados a su
maldita suerte, cruelmente explotados, sin políticas públicas para reactivar
al sector agropecuario, sin carreteros, sin caminos vecinales, sin puentes, sin
energía eléctrica, sin agua, sin riego, sin organización, sin liderazgo. Las
cooperativas agrícolas endeudadas, abogados desbaratando las organiza-
ciones del campo, técnicos agrícolas envenenando los suelos, los ríos, afec-
tando la naturaleza y la vida misma.

Los ministerios nos hacían tumbar el cacao nacional y consolidar las cadenas
de la explotación. Los pequeños bananeros eran liquidados desde el Ministerio
de Agricultura, es decir, desde el propio gobierno. Los montuvios organizados
de a poco iban entendiendo esta amarga y cruel situación que los agobiaba. La
mayoría sencillamente se resistía a creer, pero empezaron a abrir los ojos.

Por ejemplo, Esmeraldas era una provincia que producía banano, sin embar-
go, para beneficiar a los grandes exportadores, el gobierno liquidaba a los
pequeños productores, pese a que la provincia tenía hasta puerto de aguas
profundas. Los pequeños productores bananeros con Edmundo Bastidas a la
cabeza lucharon, lucharon y lucharon, pero la perversidad del Estado era
monstruosa. Utilizaron el poder y la ley en contra de los pequeños agricul-
tores bananeros del país, utilizaron al Banco de Fomento para quebrarlos,
liquidarlos y rematarles sus propiedades. Cuando conversamos este tema
con el viejo y querido Edmundo, disfrutando de la hospitalidad de su casa,
de su agradable y hospitalaria familia, nos enervaba la sangre. Realmente la
situación en los campos costeños era traumática a inicios de los años 80; la
esperanza estaba casi perdida y empezaba la migración.

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30 DIGNIDAD MONTUVIA
Hoy, en pleno siglo XXI, la pobreza rural nos sigue azotando, el éxodo de la
juventud continúa. Ahora tenemos celulares, transporte y Facebook, pero el
sistema de explotación, dependencia y exclusión sigue empobreciendo a
nuestra gente. Los gobiernos no atinan a resolver el problema, otros sen-
cillamente no quieren resolverlo. La pobreza continúa. Esa realidad no ha
cambiado hasta ahora; parecería una crueldad que los gobernantes la sos-
tengan a propósito, pero la gente empieza a creer que así es.

En la Sierra, el indigenado estaba levantado, fuertemente organizado y en pie


de lucha por la dignidad de su pueblo. Los medios hablaban del levanta-
miento indígena de la CONAIE y pare de contar. El campesinado de la costa
no valía nada, los montuvios mucho menos, totalmente invisibles; incluso la
montuviada (cultura, identidad y pertenencia del pueblo montuvio) era
renegada por la gran mayoría de nuestros campesinos que se resistían a
aceptarla por complejos y un equivocado concepto sobre nuestra identidad.

Existía total desconocimiento sobre el valor real de nuestra cultura, porque des-
de la escuela nos desvalorizaban; incluso nuestras madrecitas nos decían: “Sa-
lude niño, no sea montuvio”. Nos educaron haciéndonos creer que ser montuvio
era sinónimo de ser pendejo. El diccionario ARIEL nos definía como “hombres
agrestes, rústicos e ignorantes”, entonces al montuvio le resultaba más a tono
con la civilización ponerse una chaqueta y una corbata; parecía mico fajado.
Rehusaba ponerse un sombrero elegante, propio y acorde con su identidad.

Ya empezábamos a trabajar en el rescate cultural, habíamos logrado algu-


nos avances en ese sentido, modestos pero importantes. Nuestra propuesta
de recuperar la identidad montuvia ya no resultaba tan extraña en las co-
munidades o en su dirigencia. Nadie nos ha reconocido este merito.

En esa época, la Amazonía estaba en las peores condiciones de abandono, ex-


plotación y exclusión, casi totalmente aislados en su propio país, en sus propios
territorios, pero con indígenas luchando por sus derechos y reivindicaciones
para su sector, lucha con la cual los ecuatorianos y latinoamericanos nos solida-
rizamos, aunque la presencia infiltrada de algunas ONGs y del Banco Mundial
no era del total agrado de mucha gente. La CONAIE empezó a ser, en esos tiem-
pos, un referente de organización, lucha y dignidad. Sectores como el nuestro
empezaron a comprender la importancia de la identidad y de la cultura como
un elemento imprescindible para la nueva organización.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 31
En cambio, en el sector mestizo-campesino de la costa y de la sierra no pa-
saba nada, salvo el Seguro Social Campesino que mantenía una posición de
lucha y de organización en el sector rural del país, pero con signos de división
entre chinos y pachakutiks que se disputaban el control de la organización.
Fueron los afiliados al Seguro Social Campesino (SSC), quienes más adelante
engrosaron las filas del Movimiento Montuvio Solidaridad, tal como años
atrás lo había pronosticado Jaime Hurtado, ese gran líder, luchador del
pueblo ecuatoriano, compañero y amigo personal de nuestra gente,
comprometido con la lucha popular, antioligárquica y antiimperialista, de
quien guardamos los mejores ejemplos del ser revolucionario. Pero el SSC, a
pesar de ser una gran organización y la última que todavía luchaba con
grandes esfuerzos en el campo, reducía su filosofía de lucha exclusivamente
a la atención en salud, sus dispensarios, el médico residente, los medica-
mentos y pare de contar. Al menos así parecía.

A tal punto que los campesinos y el pueblo mismo carecían totalmente de polí-
ticas de Estado, no solo en salud pública, sino en todas las áreas del desarrollo,
pero hay que reconocer que el SSC era el único sector rural organizado en la costa
que armaba grandes luchas en las carreteras, las que se convertían en sus
escena- rios naturales para exigir sus demandas. ¡Cómo no recordar en este
ensayo a Alberto Pilaló! Milagreño de nacimiento y un gran líder del SSC, al
igual que a otros destacados líderes de este sector, entre los que recordamos al
abogado Pavita, de Daule; Ramón, de Los Ríos; Gozoso Andrade, de Manabí y
muchos más que la memoria histórica de los pueblos guardará siempre.

El resto de sectores del campo carecía totalmente de liderazgo. Los agricul-


tores estaban divididos, sin rumbo ni horizonte y fueron presa fácil de la
partidocracia que compraba o alquilaba a sus dirigentes para ponerlos a su
servicio a cambio de migajas que les arrojaban para su sector y prebendas
personales para quienes fungían de cabezas visibles de estos gremios.

También los líderes naturales del SSC fueron perdiendo liderazgo y espacio
en la masa, por esa equivocada práctica de sectarismo y beligerancia con
sectores afines que no estaban identificados con sus partidos políticos, error
que terminó cansando y conduciendo a sus bases hacia la identificación con
el Movimiento Montuvio, sin perder su condición orgánica en el SSC.

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32 DIGNIDAD MONTUVIA
Eso era lo que nos hacía ser diferentes y a la gente le gustaba aquello: nunca
dividimos al SSC ni a ningún sector. Desertaban los dirigentes montuvios, pero
las bases se quedaban. Cuando la comunidad se iba, la dejábamos marchar en
silencio y cuando volvían los recibíamos con los brazos abiertos. Esto creaba
una buena imagen ante las masas, aunque mucho más odiados por la disiden-
cia y los caciques que al final terminaron comprendiendo la importancia de un
liderazgo comprometido e involucrado con el proceso montuvio.

Ya que los gobiernos de esa época eran los mismos grupos económicos en el
poder, cuyo resultado era un Ecuador sumido en la desesperanza, un cam-
pesinado totalmente abandonado a su suerte, los índices de miseria crecían
alarmantemente, grandes corrientes migratorias empezaron a soplar a Eu-
ropa, especialmente a España, huyendo de la realidad del país, las fincas
empezaron a venderse a precio de gallina apestada. Recuerdo que en el no-
roccidente de Pichincha remataban pequeñas fincas al pie del carretero en
500 mil sucres.

Las deudas con el Banco Nacional de Fomento se tornaron imposibles de pagar,


los campos empezaron a ser abandonados masivamente, ya no solo para engro-
sar los cordones de miseria en las periferias de Guayaquil o Quito. El destino
final de nuestra gente era Europa; las familias se desintegraban.

Así es que comienza el éxodo masivo de indígenas, campesinos y montuvios


hacia el viejo continente; ese era el resultado y las consecuencias de otro
gobierno neoliberal como el de Borja. ¡Qué maldición para nuestro pueblo!
Condenado a vivir entre la resignación, la impotencia y el éxodo.

Nuestros campos fueron quedando vacíos de jóvenes. Muchachos y chicas her-


mosas de nuestra campiña engrosaron el éxodo hacia Europa. Muy pocos re-
gresaron. ¡Qué pena y vergüenza a la vez por lo que sucedía en mi país y en La-
tinoamérica! No había un Bolívar ni otro Alfaro para levantarnos. ¡Cuánta falta
nos hacían Pedro J. Montero, Nicolás Infante, Crispín Cerezo, Juan Bautista
Aroca, Leopoldo Rugel! ¿Por qué carajo el Che se fue a Bolivia y no a Colombia?
¡Qué maldecida suerte nos perseguía! ¡Cuánta impotencia desgarraba el alma y
hería los sentidos! Eran nuestras reflexiones propias de la juventud irreverente
de aquellos años, puesto que la realidad era decepcionante.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 33
El sistema político imperante conduciendo a los pueblos al abismo profundo
de la miseria económica y humana, la aplicación del modelo neoliberal ga-
lopando y asfixiándonos con sus cadenas de discriminación y dependencia.
Así acabaron los cuentos de la vieja partidocracia, con un hecho histórico que
merece señalarse: los ecuatorianos fuimos testigos de un gran levan-
tamiento indígena, liderado por la CONAIE, en el que el gobierno de Borja
cedió a las legítimas aspiraciones del movimiento indígena y se lograron
importantes espacios dentro del Estado para su desarrollo e inserción en la
sociedad, haciéndose justicia a un pueblo históricamente discriminado,
excluido y explotado.

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34 DIGNIDAD MONTUVIA
SIXTO DURÁN BALLÉN,
EL VIEJITO HONESTO QUE NO ROBARÍA

A inicios de 1992, empezó la construcción del movimiento montuvio. Obvia-


mente, frente a las circunstancias ya narradas, había que iniciar desde cero.
Empezamos a identificarnos con los agricultores, con los campesinos y a in-
filtrarnos en sus territorios con el ánimo de conocerlos mejor. Pese a que yo
nací, me crie y viví entre ellos, había necesidad de conocerlos mucho más.

Quise investigar su realidad cultural, sociológica, psicológica y antropoló-


gica desde mi empírico intelecto. Había leído sobre ellos, también sobre el
proceso indígena y me parecía descabellado que los montuvios de la costa no
tuviésemos una rica memoria histórica. Después de la mitad del siglo pasado,
muy poco se escribió. Me parecía injusto y sospechoso a la vez y quería
conocer las verdaderas causas que hacían invisible su existencia. Así fue
como empecé a adentrarme en ese mundo mágico de la montuviada. Todo
esto ocurría mientras que al país la vieja partidocracia y la prensa nos tenían
inmersos en otra campaña electoral. Ya no vendían la imagen de un
gobernante, sino de alguien que —según ellos, por la edad— era honesto y no
robaría.

Así promocionaban a Sixto Durán Ballén: la honestidad en un marketing de


canas y arrugas. Lo ofertaban por viejo, no por estadista. No estoy dis-
criminando a los viejitos, a quienes guardamos mucho respeto, pero esta era
la realidad en nuestros pueblos. Así de calamitosa estaba la crisis moral en
nuestro país; pasaban los años y al Ecuador más lo hundían los malos
gobiernos.

En el año 1992 comenzaba el gobierno de Sixto Durán, el dulce abuelito que


por su condición de viejito, aseguraban que sería diferente; que sus canas
eran símbolo de honestidad y siempre el mismo discurso con el cual se
convencía fácilmente a los ecuatorianos. Nuestras mentes estaban mani-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 35
puladas bajo el control total de los grupos de poder, quienes todas las
semanas en los noticieros imponían los conceptos y las “verdades”.

Por esos tiempos, la ignorancia política campeaba en nuestros pueblos, mu-


cho más en los campos. ¡Qué tontos éramos los ecuatorianos en esa época!
Realmente a veces pensé que se hacían los pendejos porque era un pueblo
que no sabía a dónde ir. No teníamos ni siquiera un camino, peor un
horizonte. Nos habían castrado hasta la imaginación, nos adiestraron para
no pensar, nos cortaron la facultad de soñar. Fuimos una sociedad sumisa,
llena de temores, complejos, traumas, frustraciones. Ellos hicieron eso del
pueblo. Nos hicieron creer que éramos inútiles, seres inservibles de cuarta
categoría, incapaces de desarrollarnos como sociedad y como país.

Nos lavaron el cerebro, nos inventaron e impusieron sus falsos líderes, nos
hicieron sociedades resignadas. Utilizaron todos los medios posibles para
convencernos de que teníamos que aceptar esta penosa realidad; diseñaron
nuestra estructura mental con conceptos extraños, falsos, impartidos desde
la escuela, desde el púlpito, desde el evangelio.

En la universidad, nos acabaron de joder con sus modelos importados. Hi-


cieron de nuestra juventud estudiosa personas tituladas, pero carentes de
conocimientos científicos y tecnológicos, sin formación profesional, sin éti-
ca, sin liderazgo, con criterio mercantilista y no de servicio a la sociedad, al
país, a la humanidad.

Ese era el Ecuador de los 90, un país sin presente ni futuro. Esta era la
dolorosa verdad. Era obvio que mucha gente discrepaba con estos criterios.
A esas alturas, el campesinado y especialmente el de la costa, cuyas orga-
nizaciones habían caído en la decadencia y el desprestigio, ya no confiaba en
la organización, mucho menos en los “líderes” que habían perdido credi-
bilidad. Existía total incredulidad en las organizaciones sobrevivientes con
líderes que hacían de tramitadores del IERAC, después del INDA o del BNF
y que terminaban alquilándose al ministro de Agricultura o a la autoridad de
turno, traicionando a sus gremios y a su propia gente por unas míseras
monedas que les arrojaban quienes se constituían en sus amos de turno.

Recuerdo que había “un dirigente” que a todos los ministros de Agricultura
condecoraba con “la espiga de oro”. Felizmente, yo no fui parte de esa

l
36 DIGNIDAD MONTUVIA
generación de dirigentes. Yo llegué a la lucha que convocaba la Cámara de
Agricultura de la II Zona al inicio de los 90, sin ser afiliado. Ahí nació este
humilde servidor y de ahí pasé directamente a crear el Pueblo Montuvio. Yo
no pasé por ninguna de las organizaciones campesinas que había en el país
ni por sus partidos políticos, a excepción de los chinitos —MPD, con quie-
nes mantuve una excelente relación en las luchas de mi cantón, luego de los
agricultores. Incluso fui candidato a diputado junto a Alberto Pilaló para
apoyar a Aracely Moreno, quien ganó la diputación por Guayas.

A excepción del movimiento indígena, las organizaciones nacionales y loca-


les de agricultores y campesinos habían perdido espacio y caído en desgra-
cia ante la población rural. Grandes escándalos de corrupción en el manejo
de recursos internacionales, cuyos proyectos se esfumaron en las manos de
los dirigentes y funcionarios: FODERUMA, DRI, 2KR, etc., recursos que
nunca llegaron a servir a las masas. Ese era el objetivo de las oligarquías en
el poder: corromper a los líderes. Luego, la ayuda internacional estuvo vetada
para los campesinos de la costa; no había razón para gastar pólvora en
gallinazo. El movimiento campesino estaba liquidado y sepultado; los
partidos de “izquierda” también —con sus excepciones—; había sucedido lo
mismo que en el sector obrero, las causas fueron las mismas.

Es precisamente en este escenario desalentador, complejo y difícil, en con-


diciones políticas, sociales, deplorables y adversas, en donde surge la ne-
cesidad de crear una organización diferente a las decadentes, que aglutine
amplios sectores de la población rural, que integre a todos, hombres y muje-
res del campo, sin que sea un obstáculo su afiliación partidista, obviamente
equivocada, pero había que entender que ese era el pueblo, esa era la socie-
dad. Todos andábamos equivocados, nos habían hecho vivir en un mundo de
mentiras, de falsos conceptos, importados desde el norte anglosajón e
impuestos por las oligarquías políticas.

Había que aglutinar a todos, creyentes y no creyentes, de izquierda y de


derecha, rojos y amarillos, bravos y tímidos. Esa era la organización que
queríamos, que fuese más allá del partidismo o lo gremial, más allá del re-
clamo, más allá de las reivindicaciones; una organización que revalorice la
cultura, se fortalezca en las raíces, que con el tiempo se empodere de su
identidad, reincorpore un concepto y una visión propia, que rompa los pa-
radigmas, que venza la mediocridad y sus miedos, que construya una so-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 37
ciedad con una nueva mentalidad y actitud positiva, que diseñe su propio
camino desde esa diferencia y realidad cultural, antropológica, sociológica y
psicológica de nuestros pueblos, que vuelva a sus raíces para reincorporar
valores y conceptos acordes con nuestra realidad.

El único requisito era querer luchar, ponerle contenidos a la vida, una razón
a la existencia, querer hacer algo por nosotros, por el pueblo, por el país. Ser
hombres íntegros, de honor y valor, de deber y sacrificio, de responsa-
bilidad; hombres y mujeres dignos, con conciencia y consecuencia, sin im-
portar cuánto tardásemos. Era el cambio hacia un nuevo pensamiento. Al
inicio no se entendía esta filosofía, por eso me identificaron cariñosamente
como “el loquero”, “el brujo mayor”. Los había convencido de que antes de
hacer algo, primero teníamos que cambiar nosotros. Fue una gran magia
hacerme entender.

En estas reflexiones nos encontrábamos con nuestros compañeros y amigos


de siempre, Alex Gutiérrez, Jorge Moreno y Pablo Morán; un líder médico,
un experimentado y brillante pensador y un ex guerrillero armado, tres
hombres de la izquierda revolucionaria de mi país, con larga trayectoria en
la lucha popular, con quienes discutíamos la situación política, analizába-
mos la difícil tarea que ello representaba —titánica, pero no imposible—,
quienes fueron de gran ayuda, aunque nunca me convencieron de encasi-
llarme en una doctrina política. Siempre fui un luchador popular, identifi-
cado con la izquierda, pero no con sus partidos.

Lamentablemente, no contábamos con ningún otro recurso disponible más


que el humano: el capital más valioso. Había que pulirlo, tallarlo, darle o re-
cuperarle su valor. Era el gran desafío puesto que esta marea humana sería
después el recurso más preciado de la organización; siempre concluíamos
que ahí estaba la masa, dispuesta en un gran escenario.

Solo había que saber llegar a ella, sintonizarse con su gente, inyectarles va-
lor, coraje, compromiso, pensar y actuar como ellos, pero despertando en sus
mentes y en su corazón el espíritu rebelde de los montoneros y chapulos, de
los bravos guerreros del monte que constituyeron los ejércitos de Alfaro;
despertar la sed de justicia social y sobre todo recuperar la dignidad. Era una
tarea difícil, pero no imposible.

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38 DIGNIDAD MONTUVIA
El problema mayor no era la dirigencia anacrónica, desprestigiada del agro,
o los gobiernos neoliberales que se los podía combatir fácilmente, sino la
propia gente, es decir los propios afectados y empobrecidos por el sistema,
que ya no creían en nada ni en nadie, habían perdido la fe hasta en ellos
mismos, faltos de espíritu, resignados a su maldita suerte, con la autoestima
por los suelos. Ese era el mayor problema y era allí donde debíamos trabajar,
en el capital social, sin el cual no podíamos hacer nada.

Muchos creyeron que esto era imposible, pues me gradué de psicólogo, so-
ciólogo y brujo. Los partidos de izquierda resultaban ser una monotonía para
el campesinado, con escasas excepciones por supuesto, pero definiti-
vamente la gente había perdido la fe y la esperanza en la lucha, en la orga-
nización y en la revolución; solo querían que se los ayudase a resolver pro-
blemas inmediatos, puntuales, que los afectaban y nada más. Los dirigentes
socialistas y revolucionarios habían manejado un discurso repetitivo y can-
sino, discurso que ante la masa estaba desactualizado, falto de innovación,
de originalidad, de creatividad, un discurso lastimero y victimizado, ocul-
tándole la verdad a las masas sobre su corresponsabilidad en la tragedia.
Nadie les zamarreaba la conciencia, era la misma vieja retórica de siempre
que ya nadie creía.

Por esa razón, las comunidades —por la propia desconfianza— se habían


vuelto inmediatistas, es decir, un problema puntual los aquejaba y sobre ese
problema volcaban todo su interés y esfuerzo por resolverlo. Curaban el
síntoma, mas no la causa, con el agravante de que se habían vuelto paterna-
listas e individualistas.

En ese escenario, continué mi periplo conociendo, estudiando, investigando


y organizando; las condiciones en que se debatían nuestros montuvios eran
precarias y peligrosas: su refugio los fines de semana era el alcohol y los
chongos, prostíbulos que para esta época se habían convertido en sitio de
encuentro obligado de los montuvios. Imagínese el lector de qué realidad la-
cerante estamos hablando. Felizmente, las drogas no entraban aún de lleno
a nuestros campos; se limitaba a reducidos sectores barriales de nuestras
cabeceras cantonales y parroquiales.

No hubo sociólogo ni psicólogo que ayude o facilite entender esta realidad.


Tuve que investigar mucho, días y noches enteras de reflexión y meditación

DIGNIDAD MONTUVIA
l 39
me hicieron entender la realidad del agro montuvio. Me convertí en todólo-
go y todos los “profesionales y especialistas” con quienes quise hablar sobre
el problema, me eludían con evasivas; nunca entendieron nada. Yo estaba
demasiado utópico en ese objetivo para entender que ellos eran también
parte de esa sociedad de la frustración y la impotencia.

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40 DIGNIDAD MONTUVIA
PRIMERA EXPERIENCIA EN LA LUCHA

En ese escenario de desalientos y desesperanzas aparecieron las condicio-


nes propicias para la lucha, originadas por el propio sistema perverso de
discriminación, explotación y chulco a los agricultores. El Banco Nacional de
Fomento (BNF), institución que agravaba la precaria condición socioeco-
nómica de los campesinos y montuvios, que sumada a las políticas públicas
de liquidación del pequeño productor emanadas desde el gobierno a través
del Ministerio de Agricultura, trajo como consecuencia el endeudamiento
impagable de los créditos otorgados por esta institución del Estado; deudas
individuales y colectivas que agobiaban especialmente a los pequeños pro-
ductores y que no les permitía operar en el sistema ocasionándoles la pérdi-
da de sus propiedades, las cuales eran rematadas de manera fraudulenta a
precio de gallina apestada sin opción a reclamos.

Para citar solo un ejemplo: miles de pequeños productores bananeros que


tenían individualmente menos de 30 has., fueron de manera premeditada y
alevosa conducidos a la quiebra y liquidación para favorecer con su cupo de
producción a los exportadores que también se convirtieron en grandes
productores, causando graves perjuicios de orden económico, social y legal a
los pequeños y medianos agricultores. Definitivamente, esta fue la punta del
hilo que nos permitió insertarnos en un problema colectivo a nivel nacional
y de grandes repercusiones políticas. Aquí jugó un papel importante,
independientemente del interés gremial o político que haya tenido, el
dirigente Carlos Cevallos —en ese entonces presidente de la Cámara de
Agricultura de la II Zona de Guayaquil— a quien hay que reconocerle su
decisión acertada y oportuna al abrir desde ese gremio el espacio para que el
campesino de la costa se junte de nuevo, luche por sus derechos y defienda sus
intereses.

Lo que no sabían los depredadores del agro costeño es que allí llegaríamos
nosotros; a decir verdad, ni nosotros mismos lo sabíamos. Nos llevó a ese

DIGNIDAD MONTUVIA
l 41
lugar un querido compañero y amigo de mi pueblo, Raúl Rivadeneira, cono-
cido como ‘El Combatiente’ por su alto espíritu de lucha. Además, yo tam-
bién mantenía una deuda con el Banco Nacional de Fomento, la cual me
resultaba impagable.

Debo aclarar que la forma como el Banco de Fomento manejó los créditos
para el sector agrícola fue de manera alevosa y premeditada. El anatocismo
practicado en el cobro de intereses sobre intereses, los que ya de por sí eran
muy elevados, más la falta de políticas públicas para un sector totalmente
abandonado a su suerte, sin tecnologías, sin investigaciones, sin mercados; a
esto se sumaban las prácticas de corrupción que se daban en la institución
crediticia. Definitivamente, la política era quebrar y liquidar al pequeño
productor. Ya lo había sentenciado el vicepresidente Dahik en su discurso de
inauguración del trasvase de Santa Elena: “La agricultura solo será para los
inteligentes”, refiriéndose a aquellos que podían importar tecnologías, hacer
reconversión de cultivos para exportación y tener acceso a créditos; los
empobrecidos al carajo. Tampoco los “inteligentes” hicieron mucho;
simplemente con la complicidad del comunero y de funcionarios del
Ministerio se apropiaron ilegalmente de tierras comunales.

Tuvo que llegar la revolución ciudadana a la península y terminar las obras


de riego que por más de 30 y 40 años permanecieron abandonadas en San-
ta Elena, aunque sin completar las obras complementarias para llevar el agua
a los cultivos. Igual situación ocurre en los canales del trasvase Dauvin y
Baba. Son realidades que se dan y este ensayo las recoge porque la gente
reclama. Es decir alevosamente dejaron inconclusas las obras.

Es a inicios de los años 90, el momento histórico en que se presenta la


oportunidad para poner a prueba nuestra titánica empresa. Sabíamos lo
complicada que era la situación por el mismo hecho de estar en una cancha
derechosa y febrescorderista; esos eran los antecedentes de la Cámara de
Agricultura de Guayaquil. Lo corroboraba un enorme retrato de León en la
oficina de Cevallos; pero ahí estaba la oportunidad y había que tomarla con
entereza. Era solo mi decisión y Cevallos estaba haciendo lo correcto, el
resto era mío.

Definitivamente, los ideólogos de la izquierda, a quienes habíamos invitado


a colaborar con sus conocimientos, no creyeron y desconfiaron de esas ma-

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sas amorfas; no le tomaron asunto y menospreciaron este espacio de lucha
que estaba allí. Siempre el sectarismo y el equivocado criterio de que solo
ellos son los elegidos por los dioses para tan altas tareas, aunque después
muy tarde entendieron la estrategia, tal vez fue mejor así, seguramente por
su rígida formación ideológica se habrían opuesto a la construcción del pue-
blo montuvio.

Aclaro que guardo el mayor respeto para varios luchadores populares de la


izquierda revolucionaria, muchos de ellos son glorias de nuestro pueblo:
Jaime Hurtado, Milton Reyes, Tránsito Amaguaña, Rosita Paredes, Dolores
Cacuango, los estudiantes mártires del 29 de mayo de 1969, y tantos otros
que ofrendaron su vida en las calles por mantener viva la lucha popular y la
esperanza de cambios profundos en nuestro país y en la región. Mi recono-
cimiento y solidaridad siempre con ellos; son hechos históricos indiscuti-
bles que no puedo dejar de mencionar y reconocer en este modesto ensayo.

Ya estábamos adentro, en el Ecuador profundo, el de la magia, los colores y


sabores; el de los cerros y montes, del río y el bototo, del machete y garabato;
campiña litoralense, que pese a vivir en sus entrañas no habíamos conocido
a profundidad. Escudriñar su alma noble, sus sueños de superación, su
espíritu rebelde e indomable pero sometido, encadenado a sus temores,
complejos, traumas, desconfianza, resignación, desaliento, mentalmente
dominado, espiritualmente humillado, víctima del sistema de explotación,
dependencia y de sus propias circunstancias, igual que el resto de la pobla-
ción ecuatoriana, aunque con particularidades propias.

Carlos Cevallos dio oportunidad a nuestro liderazgo. Definitivamente, fue un


buen apoyo en ese sentido, aunque siempre estaba mirando atrás por en-
cima de su hombro, pero nos dio toda la libertad para actuar desde nuestras
propias capacidades de liderazgo. Con Israel Avilés, de Babahoyo; Edilma
Coronel, de Palenque; Benigno Robles, de Naranjal; Víctor Hugo Solano y
Temístocles Ortega, de Ventanas; Pablo Martínez, de Pedro Carbo; Junco,
de Jipijapa; el Capitán Herrera, de Palestina; Alejandro Cedeño y Vicente
Carpio, compañero inseparable en las jornadas de lucha en mi querido San-
ta Lucía; y muchos líderes más con los que armamos el equipo y organiza-
mos las reuniones en los cantones y parroquias de Guayas y Los Ríos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 43
Aclaro que al inicio de la lucha solo estaba incorporada la zona sur de Manabí, Pa-
ján y 24 de Mayo. Era muy poca o casi nula la presencia colectiva de los mana-
bitas del norte y del centro. Es aquí en esta parte de la lucha donde, gracias al
amplio conocimiento de Carlos Cevallos sobre el sector agropecuario, conocí el
manejo cruel y despiadado con que las clases dominantes, desde el Ministerio
de Agricultura y el BNF, sometían y liquidaban al pequeño productor. Ahora
entendía mejor por qué el Ministerio de Agricultura era una eterna cuota de
poder de Luis Noboa Naranjo, padre de Alvarito. Lo peor era que las víctimas
ni siquiera se daban cuenta de aquello e ignoraban que la partidocracia estaba
al servicio de esas clases que los oprimían; eran sus serviles.

Recuerdo el impacto positivo, la emotividad que causó en las comunidades


mis primeras charlas sobre la lucha de clases. Indudablemente, se las esta-
ba transmitiendo bien, les gustaban, comenzaba el despertar de ese tigre
dormido. Mis duros criterios abrían sus mentes y golpeaban su conciencia.
Muchos se resistían a creer que la sociedad era tan cruel, el explotador era su
amigo, el politiquero que engañaba era el dirigente de su querido Barcelona,
le había estrechado su mano. Les era difícil entender al inicio. Yo los
consolaba diciéndoles que así era el sistema capitalista: cruel e injusto.

El tiempo y la lucha les ratificó lo dicho: esta era una lucha de clases, donde
ellos tenían que decidir, o luchar y sobrevivir o resignarse a morir en la po-
breza extrema. De ahí la frase: “O nos levantamos y luchamos con dignidad
o hacemos un hueco y nos enterramos”. Ese fue un concepto que prevaleció
por muchos años. Había que sacarlos de la trampa del inmovilismo, en donde
prevalecía la ociosidad mental y la pereza por luchar. “Son del manso
Guayas”, calificativo con que los indígenas identificaban peyorativamente a
los costeños, hasta que con la lucha montuvia nos ganamos su respeto. En
esta época, solo el Seguro Social Campesino (SSC) y nosotros luchábamos en
el agro costeño. Todos los demás organizaciones habían desaparecido.

Dolorosamente, la ignorancia política en nuestros campos era extrema, pero


frases como “¿Hasta cuándo somos pendejos?”, despertaban sus raíces
indomables, la de los montoneros; la sangre de los chapulos hervía en los In-
fante, los Acosta, los Vera, los Chávez, los Morán, las Matute, las Castro, los
Moyano, los Martínez, los Briones, los Mosquera, los Guevara, los Cedeño,
las Coronel, los Laiedra, los Pantaleón y en toda esa gente bella que inició la
lucha en la provincia de Los Ríos, Guayas y el sur de Manabí.

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En todos y cada uno de aquellos pueblos se vivía una vergonzosa realidad;
ahí es cuando yo aprovechaba y empezaba a hacerles entender su corres-
ponsabilidad en la tragedia, darles en su orgullo que era donde más les dolía.
Por su condición machista, se resistían a aceptar la dolorosa verdad, de que
éramos un montón de pendejos, cómplices de la tragedia que vivíamos, por
permitirlo y por solaparlo, incluso validarlo cuando aplaudíamos o volvía-
mos a votar por nuestros verdugos. Las preguntas de siempre eran: ¿Hasta
cuándo seguimos siendo pendejos? ¿Hasta cuándo nos dejamos ver la cara
de pendejos? ¿Hasta cuándo lo permitimos? ¿Cuándo volveríamos a ser los
hombres de honor y valor que siempre fuimos? Frases que retorcían su or-
gullo y hacían hervir la sangre.

Esa era la realidad, que ahora recién la estaban entendiendo, porque a pesar
de vivir en la pobreza jamás se percataron de la causa de la misma; eso los
avergonzaba y les arrugaba el alma. Definitivamente, me estaba convirtien-
do en el gran brujo psicoanalista colectivo de ellos, les estaba diciendo lo que
otros nunca les habían dicho con tanta dureza, al menos no en público y
mucho menos por altoparlantes, en pleno parque central del pueblo y con
multitudes escuchando, lo cual tenía doble efecto inmediato: hería su orgu-
llo, y sentían vergüenza pública y coraje. Dolía, pero era la plena.

Este fue el tratamiento a mi pueblo, con la verdad y mucho amor a su causa.


Me escuchaban con mucha atención. Pasábamos horas de horas conversan-
do sobre lo mismo, con caña y café se entablaban charlas interminables que
les resultaban totalmente diferentes de las que ya habían escuchado. Esa era
la terapia, lo que no sabían era que yo también estaba aprendiendo de ellos.

Paralelamente al espacio ganado en la Cámara de Agricultura, conocimos un


lindo personaje de Daule, Marcial Rivas Ronquillo, y a través de él a su
hermano Norberto, dauleños honestos, luchadores contra la corrupción
municipal de su pueblo. La corrupción reinaba en casi todas las administra-
ciones municipales. Algunos alcaldes llegaban en bicicleta a nuestros muni-
cipios y salían en tremendos carros 4x4, con haciendas y piladoras; así que
fue fácil organizar a los pueblos del Guayas en la lucha contra la corrupción
a través de juntas cívicas que creamos en los cantones.

Recuerdo a Luis Chuchuca Vera, Pochito Vulgarín, Alfredo ‘Nene’ Anchun-


dia, Alejandro Cedeño y Vicente Carpio, de Santa Lucía; Víctor Hugo Ren-

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l 45
dón, de Colimes; Pompeyo Sánchez, Luis Ronquillo y Melquiades Arana, de
Balzar; al maestro Ormaza y al Capitán Herrera, de Palestina y tantos ciu-
dadanos y ciudadanas importantes de nuestros cantones, con los que dimos
dura batalla a la corrupción imperante e impune en nuestros municipios y en
menos de un año creamos el primer Frente Anticorrupción del Ecuador, del
cual fui su presidente y planteamos la primera propuesta de Ley Antico-
rrupción del país, la que entregamos al Contralor General del Estado de ese
entonces, al igual que al Congreso Nacional.

Este fue el primer Frente Anticorrupción que se creó a nivel nacional. Así lo
publicó la prensa nacional en grandes titulares. Las amenazas de muerte,
atentados, balaceras, juicios, no se hicieron esperar y estaban a la orden del
día; pero los Rivas Ronquillo, montuvios valiosos de nuestro pueblo, no
claudicaron jamás. Ni un paso atrás, así nos mantuvimos hasta el final. Gente
linda los Rivas, patriotas de verdad que pusieron su tiempo y su dinero al
servicio de las causas nobles de nuestros pueblos.

Jamás podríamos olvidarnos del gran aporte que hicieron a la organización


montuvia los hermanos Marcial y Norberto Rivas Ronquillo, reconocidos
profesionales del agro en toda la extensión del concepto; sin ellos no hubie-
se sido posible comenzar la lucha. El pueblo montuvio les reconoce a ellos
haber sido parte importante en la construcción y formación del movimiento
montuvio. Además, estaban haciendo honor a sus ancestros.

Ya a estas alturas teníamos la influencia y la dirección en dos frentes del


sector rural. Los agricultores que luchaban desde la Cámara de Agricultura
de la II Zona por su Ley de Condonación de Intereses del BNF, y los ciuda-
danos del sector urbano de nuestros pueblos que luchaban por obras en sus
cantones, parroquias y por moralizar nuestros municipios. Nos habíamos
ganado la confianza y el cariño de la gente de Guayas y Los Ríos como para
empezar a hablarles de la necesidad de establecer una propuesta propia, re-
lacionada con nuestra cultura e identidad. En mis recorridos por las comu-
nidades, trataba de dedicarles el mayor tiempo posible. Era difícil. Muchos
años habían vivido en la confusión, pero se iba entendiendo la realidad y
desnudando la falsedad de conceptos tercermundistas impuestos.

La lucha del pueblo indígena en esos tiempos era un referente muy impor-
tante para los campesinos de la costa, que era como se identificaba a los

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46 DIGNIDAD MONTUVIA
montuvios. Había que ser muy cauto en las comunidades y tener mucha pa-
ciencia. Siempre me tragaba cosas que no les podía decir de golpe puesto que
las iban a malinterpretar; los cambios que se plantearían serían radicales y
profundos. Era la lucha inicial contra nosotros mismos, contra lo que
éramos. Nos habían hecho pendejos. El camino a seguir era largo y empina-
do. Habría que romper murallas gigantes que solo la unidad y la organiza-
ción lograrían vencer. Había que alcanzar altos niveles de conciencia para
lograrlo. Sobre todo teníamos que tener mucha dignidad: ese era el objetivo
principal. Sin dignidad no llegaríamos a ninguna parte, de verdad que esa fue
la tarea más difícil.

Cuando a los dirigentes los asaltaban muchas dudas, los reanimaba dicién-
doles que solo había que sembrar bien las ideas en la estructura mental y el
empoderamiento vendría por sí solo; que entre más difícil y complicada
resultara la lucha, más se empoderaría la gente, siempre bajo una correcta
dirección; que entre más les costaran las movilizaciones, mientras más di-
nero y tiempo gastaran, menos las abandonarían. Los pueblos tienen que
invertir tiempo y recursos en su lucha. La lucha de los pueblos no se regala.

Recuerdo otra célebre frase que utilizamos: “O luchamos por siempre y para
siempre, o sigamos como maricas llorando nuestra desgracia”. Siempre daba
resultado. Al montuvio machista le ardía lo de pendejo, hería su amor propio,
así que el efecto era inmediato, empezaba a despertar el tigre dormido que
llevaba dentro. Debo aclarar que solo a mí me permitían la pendejeada.
Algunos líderes campesinos quisieron imitarme y la pasaron muy mal porque
la gente no les creía, puesto que no eran auténticos.

Aquí es meritorio recordar a don Raúl Wilka, de Radio Atalaya, quien allá
por los 90 daba amplia cobertura a nuestra lucha; así mismo les hablaba con
dureza a los agricultores de la costa en su programa radial de las madruga-
das junto al licenciado Javier López: “Montuvios timoratos, por pendejos
están jodidos. Tienen que aprender de los indios. Así se lucha, carajo”, eran
frases que impactaban y ayudaban a recuperar el valor y la dignidad. Era un
buen comunicador don Raúl; se conectaba con nuestra gente.

Con la gente de más confianza empezamos a hablar de nuestro proyecto de


unidad, de organización y lucha por desarrollar, superar, crecer, mejorar,
cambiar como seres humanos; que teníamos que vencernos primero noso-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 47
tros, para poder después vencer lo demás; que el primer escollo a cruzar era
el montón de criterios extraños impuestos con que nos habían sometido, que
todo eso eran viles mentiras con las que nos habían domesticado y
amansado. Estábamos saturados de basura acumulada. Había que eva-
cuarla primero, luego diseñar nuestro propio mapa mental, crear un nuevo
pensamiento y lenguaje, por esa razón eliminamos de nuestro vocabulario
frases como: no se puede, no sé, es imposible, hagámoslo otro día, mejor
mañana, etc. Así se fue operando el cambio en el pueblo montuvio.

Les hacía ver que teníamos la producción en nuestras manos, pero que no
hacíamos uso efectivo de esa herramienta valiosa que disponíamos para
romper la pobreza, la explotación y la dependencia. Muchas noches nos
amanecíamos dialogando con los dirigentes en la humilde casa de alguna
compañera donde pasábamos la noche en nuestros recorridos, hablando en-
tre café y caña, que lo que vendría sería una lucha por liberarnos del yugo
imperial, de los monopolios, una lucha muy dura y llena de obstáculos, que
nada tenía que ver con el discurso monótono de la izquierda tradicional. No
sabíamos cuándo, pero de lo que sí estábamos seguros era de que algo tenía
que pasar y pronto. No nos equivocamos.

Fidel anunciaba la decadencia del imperio del norte, la crisis en que estaba hun-
diéndose, y efectivamente eso empezó a suceder. La isla era el referente de un
territorio libre en América. Era el mejor referente de que sí se podía. Se avizo-
raban cambios políticos importantes en el continente y el mundo, los que se
dieron al inicio de esta época. Desde la óptica en que se mire, los cambios se
dieron y los pueblos de la región se integraron, hasta que nos percatamos del
engaño. Les hacía ver a los dirigentes que estábamos solos en esta empresa. Esa
era otra verdad: seguramente seguiríamos solos hasta el final.

Por desgracia no me equivoqué. Recordemos que aún Chávez no había llega-


do al poder en la hermana República de Venezuela, ni había aparecido el tan
esperado y luego cuestionado socialismo del siglo XXI, pero manteníamos
una excelente relación con la Embajada Cubana y su pueblo. Obviamente,
teníamos información privilegiada sobre los cambios que se estaban dando
en el continente gracias a Rubén, a Robertico y a otros camaradas.

Así fuimos organizando y seleccionando cuadros de dirección en cada co-


munidad, parroquia y cantón de nuestras provincias. Así fuimos trabajando

l
48 DIGNIDAD MONTUVIA
para asegurar más adelante el nacimiento de la primera organización del
agro costeño con identidad propia y diferente de las gremiales que existían,
una organización que priorice al ser humano y a la naturaleza como el prin-
cipio y fin de nuestra razón de ser. Aunque siempre en los compañeros más
cercanos aparecía el fantasma de la desintegración. “Era mucho tiempo”,
decían algunos. Que “la gente por estos campos no luchaba”, decían otros.
Esa era la causa del temor. Yo los estimulaba diciéndoles que ahora era la
condonación y que luego tendríamos bastantes motivos para luchar, que re-
cién ahí empezaría la lucha de verdad; que se nos iban a quedar bastantes en
el camino, pero que asimismo habrían suficientes personas para continuar,
y también que otros llegarían.

Tuve suerte. La mayoría se quedó en la organización y continuó la lucha. En


ese periodo de gobierno de Sixto Durán, la lucha de los agricultores y
campesinos de la costa fue intensa. Aglutinó amplios sectores rurales del
Litoral, ricos endeudados o quebrados por el sistema se sumaron a los po-
bres y luchamos juntos. Nada que ver con el sectarismo, eso no lo entendían
los “puros de la izquierda” que se quedaron de la lucha, pese a que sus dipu-
tados en el Congreso se involucraron y apoyaron la causa. ¡Cómo no vamos a
reconocer en este ensayo a Aracely Moreno y Juan José Casteló!, quienes
duramente defendieron nuestra causa en el Parlamento Nacional, en su con-
dición de diputados.

Las carreteras, parques y calles de nuestros pueblos de la costa fueron los


escenarios naturales donde se desarrollaban las luchas de los deudores de la
banca estatal. El combate en las carreteras era duro. Los agricultores de la
Sierra se sumaron y los integramos a la lucha, inclusive de la Amazonía. Los
agricultores del noroccidente de Pichincha resultaron un sector muy im-
portante de la Sierra: Pedro Vicente Maldonado, San Miguel de los Bancos,
Nanegalito, Puerto Quito, hasta Santo Domingo; ponían cinco mil personas
en las concentraciones y marchas que organizábamos para protestar en la
Plaza Grande, en el Ministerio de Agricultura, en el BNF, en el Congreso
Nacional.

Sería injusto no recordar a líderes de esos sectores como Víctor Gaibor, a


quien más adelante hicimos presidente de la primera organización propia, el
Movimiento Nacional Solidaridad; con Rainiero, de Los Bancos, junto a
los líderes del norte de Manabí, como Juan Zambrano, de Flavio Alfaro,

DIGNIDAD MONTUVIA
l 49
con los que charlábamos horas de horas bajo el frío de Quito analizando,
pensando, inventando.

Recuerdo largas noches de diálogos en el Hotel Mara, que parecía cualquier


cosa menos un hotel. La primera vez que nos alojamos ahí, nos llevaron los
amigos de toda una vida: Juan Aroca y su hermano Segundo, gente muy
querida de Daule que siempre me protegió y apoyó en la lucha. A ese sitio
fuimos a parar los montuvios. No teníamos dinero ni para merendar. En las
noches solíamos pasar hambre con Gonzalito Vera y Julio Morante, pero
siempre aparecía alguien interesado en conversar y coordinar con nosotros:
dirigentes, empresarios quebrados, políticos mediocres, oportunistas, de
todo un poco, quienes se acercaban por el poder de movilización del movi-
miento. Hacíamos la cita para la noche, este invitaba, pagaba la cena y los
tragos. así resolvíamos nuestro apremio.

Les comento que por ahí desfiló gente que fue muy importante en los poste-
riores gobiernos. Entablamos amistad con unas colombianas bellas, solida-
rias e interesadas en nuestras influencias, dueñas de un comedor que en las
noches se convertía en un ameno lugar de reunión. Creo que terminamos
quebrándolo de tanto fiar. El dueño del Mara nos hacía combos, nos fiaba,
nos amontonábamos en esos cuartos incómodos, con agua hasta el tobillo en
los baños, caminando sobre ladrillos, pero techo y abrigo no nos faltaban.

En esas condiciones luchábamos, gente humilde sin dinero, pasando ham-


bre, con dificultades, pero con dignidad, con hartas ganas de pelear y seguir
semana a semana viajando a Quito y Guayaquil a gestionar, organizar y
continuar luchando hasta conseguir el objetivo puntual que nos habíamos
propuesto, el que nos había unido. Esos son los esfuerzos que hay que estar
dispuesto a correr cuando se es hombre de compromiso y sacrificio.

Si se quiere hacer algo por su pueblo, por su país, nada es fácil. Sabíamos que
la gente del noroccidente de Pichincha iba a ser importante en el momento
de la ruptura con la Cámara de Agricultura, que ya habíamos previsto.
Poseían un criterio más colectivo e inclinación a la organización, así que
concentré mi atención en ellos. Les dediqué todo el tiempo necesario para
conocerlos mejor, coincidir en los criterios y aspiraciones, recorrí sus pueblos,
conversé con su gente: personas comunes como nosotros, con los mismos pro-

l
50 DIGNIDAD MONTUVIA
blemas y los mismos sueños. Las movilizaciones en los pueblos estaban a la
orden del día; donde quiera que había un BNF, hacia allá nos movilizábamos.
Ya habíamos cogido fama en los pueblos y donde aparecíamos, ahí aparecían
las masas organizadas y también los desorganizados y curiosos.

Los lunes, la Cámara de Agricultura era el lugar de las asambleas masivas


con participación de las mujeres que empezaban a integrarse a la lucha, cu-
yos esposos se habían marchado del país y ellas trataban de defender sus
pequeñas fincas hipotecadas al banco estatal y a punto de perderlas; montu-
vias guapas de nuestros pueblos que le pusieron ese toque de alegría, coraje
y guapura a la lucha. Su presencia fue importante. Eran más empeñosas, más
laboriosas, más decididas, más esforzadas y no estaban contaminadas por la
corruptocracia. Eran más naturales. Se podía confiar en ellas. Fueron un
gran soporte a la organización. Empezaron a llegar de todas partes,
principalmente de Los Ríos y Guayas. Recuerdo a la Gatita, de Bucay, y las
tardes de café en su casa planificando las actividades del día siguiente.

Abrirles un espacio de lucha a las mujeres en ese mundo machista fue un


éxito. Aquello nos trajo algunos inconvenientes con los defensores del ma-
chismo, pero los argumentos que esgrimía sobre la importancia de las mu-
jeres en la lucha eran irrefutables. Carlos Cevallos nos apoyaba, además
personalmente me afanaba dándoles las tareas más relevantes, las cuales
siempre cumplían con mucha eficiencia y eficacia. Personalmente, les ayu-
daba a cumplirlas.

El mito montuvio de que “la mujer solo servía para los quehaceres de la casa
y cuidar a los muchachos” se fue acabando. En muchos hogares del agro cos-
teño se comentaba, entre serio y en broma, que desde que llegó Lucho Alva-
rado con su gente a las comunidades, las mujeres se liberaron y empezaron
a ser protagonistas y lideresas en la lucha montuvia. Esto efectivamente fue
una verdad, esto no lo saben las feministas. Me siento contento por haber
aportado un poco a esa libertad y derechos de que hoy gozan porque el ma-
chismo en el campo tenía peligrosos rasgos de salvajismo que supimos en-
frentar con mucho cuidado, pero el montuvio felizmente supo escuchar; era
la magia de la empatía.

Fueron cuatro años de lucha intensa, cierres de carreteras permanentes, movi-


lizaciones constantes, marchas todas las semanas. No se le dio tregua al gobier-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 51
no. Fue una lucha sin cuartel, en la que se recuperó la confianza, la credibilidad
en la organización y en la lucha. Se educó políticamente a la gente, lo cual era
importante para nuestros propósitos y nos hacía abrigar la esperanza de que sí
se podía construir una organización diferente en el agro costeño.

Producto de la intensidad y permanencia de la lucha en las carreteras, con


multitudinarias movilizaciones hacia las ciudades de Quito y Guayaquil, se
logró que en el Congreso Nacional de la vieja partidocracia se aprobaran va-
rias leyes de condonación, que eran inmediatamente vetadas por el gobierno
de Sixto, por decisión de la entonces presidenta de la Junta Monetaria, Ana
Lucía Armijos, quien varias veces manifestó en los medios de comunicación
que solo sobre su cadáver pasaría la Ley de Condonación; y el ministro de
turno, un oligarca azucarero de apellido González, la secundaba diciendo que
mientras él esté en la cartera de Agricultura esa Ley tampoco pasaría. Gente
amiga nos decía que era imposible sacar esa Ley.

La irrenunciable obsesión del gobierno obedecía a la decisión de liquidar al


pequeño productor bananero para favorecer a las grandes empresas de
exportación que estaban sembrando banano, por lo tanto, no había cupo ni
cama para tanta gente. Esa era la razón. Había que quebrar a los pequeños
bananeros desde Esmeraldas hasta El Oro.

Esa era la cruel verdad. Así nos maltrataron sin piedad, sin escrúpulos; muy pocos
no creyeron en la lucha, se asustaron y se fueron. Es decir, fueron cuatro largos
años de lucha protagónica en las carreteras y movilizaciones permanentes.

La prensa nacional en grandes titulares cubrió e informó al país y al mundo


sobre la lucha de los agricultores de la costa, dirigidos por Carlos Cevallos y
nosotros, contra el gobierno neoliberal de Sixto Durán. La CONAIE había
hecho un alto en la lucha y se había dedicado a estructurar internamente,
aprovechando las conquistas logradas en el gobierno de Borja. Fuimos los
agricultores de la costa, los montuvios y los del noroccidente de Pichincha,
los que mantuvimos la lucha en los carreteros del Litoral y el país.

Aquí no puedo dejar de mencionar a gente importante del agro costeño que
se identificó con la lucha de los agricultores, como Astolfo Pincay, de los ca-
ñicultores de El Triunfo; César Herrera, de Fenamaíz; Galo Naula y Benigno
Robles, de la Cámara; el gran amigo, querido y siempre recordado Edmun-

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52 DIGNIDAD MONTUVIA
do Bastidas, de Esmeraldas, hermano del último periodista asesinado en
Cuba por la dictadura de Batista; el también milagreño, Carlos Bastidas,
ecuatoriano fundador de la Radio Rebelde, allá en las montañas de la Sierra
Maestra junto al Che Guevara. Carlos Bastidas, montuvio de Ecuador, a
quien el pueblo cubano venera por su heroísmo e importante presencia en la
revolución cubana; así como a tantos nombres de hombres y mujeres que se
mantuvieron firmes junto a nosotros hasta el final.

Esa era la característica en esta lucha, todos unidos por una causa común, sin
importar su condición social ni banderas partidistas. Luego corregiríamos eso.
Así son los procesos en los pueblos. Los nicaragüenses nos dieron esa experien-
cia en su revolución sandinista, primero democrática y luego socialista, trunca-
da por el imperio finalmente y luego traicionada por ellos mismos.

Pese al tiempo transcurrido, la manipulación, desinformación, obstrucciones y


el ningún resultado obtenido hasta ese momento, la gente no se cansaba ni
claudicaba; por el contrario, seguían llegando más y más, especialmente mu-
jeres. Fue muy interesante esta particularidad que estábamos viviendo y eso
nos hizo volcar toda nuestra atención hacia ellas y ayudarlas a formarse como
líderes en la lucha. Siempre tuve la suerte de identificarme rápidamente con
ellas; definitivamente eran un potencial político no utilizado.

Hay muchas anécdotas simpáticas respecto a este tema. Recuerdo que en


unos pueblos motivé a las mujeres con latilla y bejuco en mano a sacar de las
cantinas a los hombres que se resistían a participar de las asambleas públi-
cas que se realizaban los fines de semana en las cabeceras cantonales. Claro,
nunca supieron que el instigador de aquello fui yo. A los curitas los conven-
cimos para que desde los púlpitos incentiven a los agricultores a luchar.

Recuerdo a un párroco de mi pueblo que muy entusiasta incendiaba el púl-


pito y casi llamaba a la subversión. Son anécdotas de la lucha y de la solida-
ridad que despertó; y es que en definitiva la pobreza reinante en los campos
conmovía la conciencia de cualquiera. Hoy se vive una situación parecida y
la gente expresa la misma solidaridad con el pueblo montuvio.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 53
Para ese entonces, la organización de la gente había crecido, pero seguía
siendo una masa amorfa que se estaba calentando; era cuestión de tiempo.
Ya había figuras y grupos sobresalientes que entendían con claridad el
proceso. Personalmente, nos habíamos ganado el respeto y el cariño de los
habitantes de los pueblos de la costa. No había rincón del agro donde no ha-
yamos estado, no había recinto que no hayamos visitado y pernoctado algu-
na noche de esas, disfrutando de la rica gastronomía montuvia, guitarras,
amorfinos, café y caña. Era señal de que estaban aceptando mi liderazgo.
Definitivamente, ya era uno de ellos. La gente me ubicó como el segundo a
bordo en esta lucha y así lo consideraban los sectores de la partidocracia, igual
la prensa nacional que gustaba mucho de entrevistarme por lo propio y
contundente de mis expresiones.

Para Carlos Cevallos, yo le resultaba de gran ayuda porque yo tenía la liber-


tad para decir lo que tal vez él no podía, así que no había ningún problema.
Siempre mantuvimos con Carlos una excelente relación. Además, yo era
precisamente quien había traído y amontonado tanta gente en la lucha, más
el equipo de líderes. A la cabeza estaban Israel Avilés y Edilma Coronel, de
Palenque; César Delatorre y Víctor Hugo Solano, de Ventanas; Junco, de
Jipijapa; Juan Gañote Zambrano, de Flavio Alfaro; los balzareños Pompeyo
Sánchez, Lucho Ronquillo, Ibarra y Melquiades; Alejandro Cedeño, de Santa
Lucía; Pablo Martínez, de Pedro Carbo; el comando Henry Peña y Te-
místocles Ortega, en Ventanas; en la Sierra, Víctor Gaibor y Rainiero, entre
otros muchos que ya estaban trabajando hace rato en el propósito trazado de
construir un movimiento con identidad propia, consolidar la organización e
integrar a todos los sectores posibles.

El gobierno de Sixto fue la continuación de lo mismo, el sistema y su modelo


neoliberal en su máxima expresión. Con el cuento de la modernización, se
quiso vender las empresas del Estado a precio de gallina apestada; quisie-
ron llevarse en peso las eléctricas, Ecuatoriana de Aviación, La Cemento, el
Seguro Social, etc. En una consulta popular el pueblo les dijo rotundamente
NO; pero el mismo pueblo desilusionado, frustrado, sin esperanzas ni fe, re-
signado a su maldita suerte y jugando cada cuatro años a la ruleta rusa con los
llamados presidenciables, se hundía en la incredulidad y la desesperanza.

Ya habían transcurrido más de cuatro años de intensa lucha. Tres veces el


Congreso Nacional, con el apoyo de su presidente, el diputado Fabián Alar-

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54 DIGNIDAD MONTUVIA
cón, aprobó la Ley de Condonación de Deudas del BNF. Se habían realizado
grandes movilizaciones en Guayaquil, permanencias masivas en el Congre-
so y en la Plaza Grande. Recuerdo a Alarcón y a otros diputados acompañán-
donos por las calles de Quito a la Presidencia a entregar masivamente la Ley;
también recuerdo a la diputada Araceli Moreno, incansable luchadora por la
Ley de Condonación, quien se ganó el cariño y respeto de los agricultores que
votaron por ella y la llevaron al Congreso Nacional. Yo estuve en esa campaña,
la acompañé y apoyé participando en su lista; pero pese a toda esa presión que
ejercíamos en calles, plazas y carreteras, la Ley llegaba a Carondelet y el vene-
rable abuelito, manipulado por su círculo, inmediatamente la vetaba.

Definitivamente, en el gobierno de Sixto estaban obsesionados por liquidar


al pequeño productor bananero. Todos los pequeños agricultores teníamos
que pagar las consecuencias por ello. Se había peleado con dignidad, sin
embargo, el objetivo no se había logrado. La lucha continuaba. Nadie se que-
bró, nadie abandonó su puesto, nadie se amilanó. La gente estaba rebelde,
más enardecida que nunca. El coraje y la determinación eran mayores cada
semana. La rebelión contra el sistema empezaba a crecer en la mente y en los
corazones de las multitudes, en todos los cantones y provincias del Litoral se
empezaba a entender mejor la lucha de clases. La lucha en las calles y
carreteras era su mejor educación política.

Definitivamente estábamos en el camino correcto, estábamos rompiendo todos


los pronósticos, las masas organizadas continuaban en pie de lucha a pesar de
los cuatro años de Sixto Durán y su vicepresidente Dahik. En este gobierno se
crearon las condiciones para que los banqueros se levanten con los dineros del
Estado depositados en el Banco Central y el de los ecuatorianos depositados en
sus bancos, es decir, se mentalizó el posterior gran atraco bancario al pueblo;
periodo de gobierno que terminó sin pena ni gloria. Otra vez el mismo final de
la triste y repetida historia del pueblo ecuatoriano.

Si hay algo que rescatar del periodo del dulce viejito bonachón, fue el glo-
rioso grito de la juventud quiteña en la Plaza Grande, cuando se presentó el
conflicto en la frontera sur: “Ni un paso atrás”, que el abuelito supo recoger,
interpretar y posicionar muy bien. Parece que fue lo único bueno que hizo.
Los ecuatorianos sentimos un leve despertar del sentimiento patrio, olvida-
do por la vergonzosa circunstancia que vivíamos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 55
ABDALÁ BUCARAM, EL LOCO QUE AMA

Ahora le tocaba el turno al “loco que ama”, el de los pobres. Las oligarquías y los
grupos dominantes volvían a construir otra mentira repetitiva, sembrando la
falsa esperanza de que este era el hombre que el Ecuador necesitaba y el pueblo
pendejo otra vez se tragaba con facilidad asombrosa tremenda carreta. Volvían
las ilusiones a las pantallas, las fantasías, la politiquería a la orden del día, los
insultos, las verborreas a montones en todos los medios, la misma historia des-
gastada de cada cuatro años, pero que los medios reencauchaban y ponían a
circular en todo el país. Los compadres peleándose entre sí porque el uno era
fanático del “loco” y el otro del “cachorro”; por una gorra, una camiseta o una
botella de puro el pueblo vendía su conciencia, por un plato de lentejas vendía
su dignidad. Un pueblo sin dignidad, eso éramos.

Lo peor es que al pueblo poco le importaba su destino. Ya no creía ni en él


mismo, así que una manera de evadir las responsabilidades con la patria y la
familia era precisamente endosando a los politiqueros esa responsabilidad,
a sabiendas de que no le cumplirían y lo engañarían. Esa era la realidad del
pueblo ecuatoriano y hay una verdad histórica que lo prueba. Los hechos
están ahí y son el testimonio más vergonzoso de esta verdad amarga. No solo
que éramos, sino que también nos hacíamos los pendejos, otra verdad
incómoda, aunque nos duela el alma y nos arrugue el pecho.

Una juventud totalmente desentendida y autodeclarándose a los cuatro


vientos apolítica, tremenda ignorancia que era alimentada desde los pro-
pios medios a través de sus faranduleros y payasos que después pedían el
voto del pueblo para hacer política, con el argumento de que no eran políti-
cos. ¡Qué púchica, mi país con un pueblo de aserrín! Quizás por eso todos los
31 de diciembre quemábamos el muñeco como un ritual de expiación. Esa es
la verdad, aunque nos duela. Solo la verdad nos hará libres.

l
56 DIGNIDAD MONTUVIA
Estos eran los hechos que las comunidades empezaron a entender y discutir
con valentía en sus asambleas, tremendos zafarranchos que se armaban en
las reuniones. Muchas veces terminaban peleándose por la corresponsabi-
lidad que a cada uno le tocaba. Era difícil aceptar estas verdades, pero para
suerte nuestra y de la historia, los montuvios organizados terminaron acep-
tándolas. Empezaba la gente a destaparse la venda de los ojos, a comprender
su corresponsabilidad en la desgracia de nuestro país y a tomar conciencia
de esa cruda realidad. Ese era el objetivo, la verdad.

Abdalá Bucaram, “el Loco”, entre miles de cosas que ofertó, dijo que iba a
condonar las deudas de los agricultores y a capitalizar el Banco de Fomento
puesto que “amaba” a los agricultores. Incluso ofreció crear el Banco del
Zapato, algo que yo nunca entendí, pero así era “el Loco” de habilidoso. Con
esa oferta todos los agricultores y el pueblo ecuatoriano de un solo toque
votaron por “el Loco”. Ahora le tocaba la presidencia a Bucaram, aunque a
través de su partido, compartían con la partidocracia el poder desde hace
varios años atrás. Ellos eran la partidocracia.

Volvimos a las gestiones en el Congreso Nacional y en Carondelet. Promesas


iban, promesas venían, movilizaciones a Quito, concentraciones en Guaya-
quil; el pueblo exigiendo el cumplimiento de las ofertas de campaña. “El
Loco” tirando besos a los agricultores desde el balcón —fue la única relación
que tuvo con nosotros—, a quienes decía que amaba. Siguió bailando con
Yesenea Mendoza y cantando con los Iracundos. Todas sus frustraciones de
niño pobre las cristalizó de presidente, salvo la de jugar con Maradona, ya que
como presidente del Barcelona no lo pudo cumplir porque lo botaron antes de
la noche amarilla. Al final de cuentas, otra frustración más. La corrupción galo-
pando igual, el agro peor que antes, la desesperanza enraizándose en nuestros
campos. Los pobres totalmente abandonados a su maldita suerte.

“El Loco” cayó después de un corto periodo de seis meses de gobierno. La


partidocracia lo derrocó por loco, no hubo Ley de Condonación, ni capita-
lización del BNF, ni el Banco del Zapato, ni algo parecido, nada que ver. Sin
pena ni gloria se fue del país en un avión privado. Así lo mostró Carlos Vera
en vivo y en directo por Ecuavisa.

Subió a la Presidencia de la República Fabián Alarcón, representando al


Congreso, es decir, la vieja partidocracia unida, repartiéndose como siem-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 57
pre el control total del poder en el Ecuador. Se repartieron las instituciones
del Estado. Hasta los conserjes, guardaespaldas y bellas asistentes del otrora
Congreso Nacional ofertaban influencias y hacían los enganches ante el
Ministerio de Finanzas para la aprobación de presupuestos y contratos
petroleros. Por supuesto que con el ya tradicional 10% de comisión.

¡Qué desgraciada suerte perseguía a mi país! Un pueblo sumido en la incer-


tidumbre, sin conciencia de su responsabilidad, ignorando qué hacer, con-
sumido por la impotencia, viviendo en la resignación, la indiferencia, sin
liderazgo popular. Ese era mi lindo Ecuador a finales de los 90.

Lo positivo que recuerdo de este gobierno es que Alarcón mantenía una re-
lación de respeto con los agricultores. Era una organización masiva, alta-
mente participativa, con un liderazgo fuerte, que peleaba en las carreteras y
eso le inducía respeto a cualquiera. Incluso conmigo guardaba una conside-
rable simpatía, lo que nos permitió establecer un diálogo fluido y continuo.

Yo estaba al frente de la lucha en la costa, junto a Víctor Gaibor represen-


tando a los campesinos de la Sierra y Amazonía. Analizamos la situación,
vimos que este era un gobierno totalmente debilitado, sin legitimidad de-
mocrática, carecía de respaldo popular, a nadie le importaba su suerte y
Alarcón era un tipo amigable, accesible, con algo de simpatía por nuestra
lucha. Lo habíamos tratado bastante, era una buena persona y cumplía su
palabra, así que decidimos aprovechar esta situación, diseñamos un plan y
montamos una estrategia.

Convertiríamos el corto gobierno de Alarcón en un periodo de oportunida-


des para la lucha y para el pueblo montuvio; eso fue exactamente lo que hici-
mos. Contábamos con una masa fuerte, aglutinadora, que inspiraba mucho
respeto por su capacidad de movilización y enorme poder de convocatoria.
Había avances en lo organizativo, pero había falencias en los niveles de con-
ciencia, de entendimiento y de dignidad, aunque había un progreso visible.

Cevallos hace tiempo que se había ausentado del país. Nunca supe qué paso,
qué fue lo que realmente sucedió. Lo cierto es que inmediatamente asumí
totalmente la conducción política de la lucha. La abogada Flor María Meri-
no, una excelente persona, cónyuge de Cevallos, apoyó nuestra decisión y la
lucha continuó: movilizaciones a Quito, concentraciones en Guayaquil,

l
58 DIGNIDAD MONTUVIA
Babahoyo, Quevedo; pero ya la larga y extraña ausencia de Cevallos empezó
a generar sospechas entre la gente.

No sé si ciertas o no. Yo no les daba mayor importancia. Mi lealtad a la lu-


cha era indiscutible, así como también a Carlos. Se estaba presentando la
oportunidad de ponernos al frente y demostrar nuestra integridad y actitud
comprometida con el pueblo.

Tal vez sin saberlo, Carlos Cevallos nos abrió el camino hacia la construc-
ción de un nuevo concepto de organización. Ya Cevallos no estaba y lo que
importaba era darle continuidad a la lucha que desde la Cámara de Agricul-
tura él inició. Fue realmente importante su aporte a la formación del movi-
miento montuvio en la costa.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 59
PRESIDENCIA DE ALARCÓN:
LEY DE CONDONACIÓN, PRIMERA
CONQUISTA MONTUVIA
Ahora teníamos que demostrar que nosotros estábamos en condiciones de
continuar al frente de la dirección de la lucha; que había el conocimiento, los
conceptos, valores, carácter templado, compromiso y coraje para conducir a
los montuvios y campesinos de la sierra al logro del objetivo propuesto.

Eso hicimos. Demostramos en las calles y en las mesas de diálogo que éra-
mos capaces de dirigir a la gente. Habíamos aprendido mucho de Cevallos
en el manejo del tema agrícola. La dirigencia confió en mí, los grupos deci-
dieron seguirme, ya tenían otro líder. Parece que eso no gustó al ausente Ce-
vallos o algo pasó y en una asamblea de los lunes, en la Cámara de Agricul-
tura, me retiraron el respaldo. Lo que hice fue irme. Ya habíamos previsto
una situación de estas. Mi lealtad hacia Cevallos terminó en ese momento. El
compromiso y lealtad hacia mi pueblo estaba por encima de todo. Esas
fueron siempre nuestras convicciones.

Armé otra carpa en el mismo Guayaquil. La Sociedad de Carpinteros fue


nuestra nueva trinchera. Continuamos la lucha. La dirigencia poco a poco
empezó a llegar donde nosotros. Como anécdota, el primer día fuimos cua-
tro, el segundo lunes fuimos seis y el tercer lunes ya éramos 20; y así sucesi-
vamente fuimos creciendo hasta llegar a ser decenas de miles.

En Quito, armamos el Movimiento Nacional Solidaridad con Víctor Gaibor,


presidente, y Lucho Alvarado, vicepresidente. Adiós Cámara de Agricultu-
ra. Adiós y gracias a don Carlos. Fue una persona importante en esta lucha,
pese a su extraña ausencia y a todas las cosas que sus detractores decían de
él —al viejo estilo de la cultural del mono— Cevallos merece todo nuestro
reconocimiento y respeto en esta parte de la lucha que compartimos con él,
con su esposa y dos recordados amigos: Benigno Robles, de Naranjal, y Galo
Naula; por siempre queridos, jamás olvidados por los montuvios.

l
60 DIGNIDAD MONTUVIA
Empezamos a fortalecer la naciente organización. Por la costa, yo era el vi-
cepresidente y vocero oficial; Gaibor, el presidente nacional. En mis reco-
rridos por los cantones del litoral, las comunidades me expresaban su con-
fianza, su esperanza, su cariño, su lealtad a la lucha. Esta parte realmente
estaba llena de sentimentalismo, de colorido, de sabor costeño, de mucha
magia. Había un empoderamiento y una actitud en los montuvios de Los
Ríos, Guayas y Manabí, que cualquiera lo podía percibir, flotaba en el aire.
Era amor a la causa, amor a la lucha, amor al sueño. No había duda, estaban
empoderados. Así fue como ellos y yo empezamos a querernos y a confiar en
esta hermandad que estaba naciendo del alma, de esa alma montuvia pura y
diáfana, como siempre fuimos, mucho antes de la inevitable contaminación.

Continuamos luchando con la misma intensidad, con el mismo compromi-


so, con el mismo coraje que ya le habíamos puesto a la lucha y con mucho
amor, hasta conseguir la ansiada Ley de Condonación de Deudas con el
Banco de Fomento. El ministro de Agricultura de Alarcón, Ing. Alfredo
Saltos, era un caballero solidario con la causa, con quien pudimos realizar
un arduo trabajo colectivo en la elaboración de la Ley, que culminó en
Babahoyo en una reunión con toda la dirigencia nacional. Obviamente, mi
modesta presencia se tornaba indispensable para culminar el proyecto de
Ley y el acuerdo final. Alarcón cumplió su palabra, no vetó la ley, pese a las
presiones que sufrió.

Estratégicamente, nosotros presionamos con toda la fuerza que disponía-


mos en las carreteras. Habíamos previsto estas acciones. Todo estaba pla-
nificado y programado y la dureza de la medida se percibió en las primeras
horas de la mañana. Las organizaciones estaban en las carreteras, estaban
enardecidas. “Si la medida de hecho hubiese continuado después del medio-
día, perdíamos el control de los montuvios”: así decían los partes policiales,
cuyo texto me fue leído por el secretario de la Presidencia.

Esto obligó a Alarcón a llamarnos. Nos sentamos a la mesa y finiquitamos el


compromiso de su gobierno con el Movimiento Nacional Solidaridad. A los
pocos días, la Ley fue publicada en el Registro Oficial. Ese fue nuestro primer
gran triunfo como organización conducida por nosotros sin el tutelaje de
nadie. Solo la unidad, la organización, la lucha, la perseverancia, la confianza
y el coraje puesto con todas las ganas lo hizo posible. Cientos de montuvios
lo celebraban en sus pueblos. Pude estar presente en muchos

DIGNIDAD MONTUVIA
l 61
actos de estos. Más que la condonación celebraban su vuelta a vivir, a soñar;
renacía una leve esperanza de querer cambiar la suerte del país, de sus pue-
blos. Creían en mí.

Habían pasado seis años de lucha, de convivencia junto a importantes diri-


gentes como Alejandro Cedeño, Carpio, Rivadeneira, Martínez, el Capitán
Herrera, Edilma, Avilés, Solano, Delatorre y decenas de líderes que hoy mi
memoria traiciona. Habíamos conocido las alegrías cuando avanzábamos;
también las tristezas en las derrotas, que fueron muchas. Habíamos
constituido varios equipos, especialmente en las provincias de la costa, sin
descuidar la importante presencia de sectores indígenas y campesinos de la
sierra. Debo mencionar en Chimborazo a Ignacio y Melchor Guacho de
Tixan-Alausí, así como a los de Sucumbíos y de otras provincias de la sierra
y Amazonía, cuya presencia fue masiva, activa y permanente durante todo el
tiempo que duró esta lucha.

Fue un gran aporte que no podemos dejar de mencionar en esta narración.


Habíamos logrado vencer el primer gran imposible de los muchos impo-
sibles que vencimos y conquistamos en esta larga e intensa trayectoria de
lucha del pueblo montuvio, jornadas que se iniciaron desde la Cámara de
Agricultura de la II Zona, bajo la presidencia de Carlos Cevallos, a la cual la
prensa nacional e internacional dio amplia cobertura y mostró abundante
información al respecto. Así fuimos construyendo la confianza.

l
62 DIGNIDAD MONTUVIA
LA MUERTE ANUNCIADA

Y efectivamente sucedió lo que todos temían, lo que estaba anunciado y


habíamos previsto. Apenas se logró la Ley, la gente comenzó a acudir de
inmediato al banco de los tormentos, como se conocía al Banco Nacional de
Fomento, en busca de “quien les dé una manito” para arreglar su deuda.
Empezó a circular “el aceite” para el ingeniero y para el abogado del banco;
comenzaron a surgir los avivatos tramitadores que a lo largo y ancho del país
montaron oficinas y se especializaron en “condonación de deudas”. El asunto
se volvió folklórico; esa era lamentablemente nuestra sociedad. Hubo trabajo
para todos los abogados de los pueblos donde había una sucursal del BNF.
Los montuvios se habían sacado la mugre luchando y otros fácilmente
usufructuaron y lucraron de la conquista de los agricultores.

La condonación de deudas por la que tanto luchamos sirvió a todos los pe-
queños productores agrícolas y también a los grandes deudores del banco,
pero lo jocoso es que se convirtió en un gran negocio para funcionarios del
banco, pseudolíderes campesinos, abogados, tramitadores, tinterillos, quie-
nes hicieron su agosto y hasta hubo algunos “líderes chisposos” que quisie-
ron patentar la condonación de deudas con el Banco de Fomento como una
“política o filosofía de Estado” permanente.

Recuerdo que en la Sociedad de Carpinteros, donde nos reuníamos masi-


vamente todos los lunes, lugar con capacidad para 500 personas, empezó a
llegar mucha más gente de la acostumbrada. También aparecieron “nuevos y
fresquitos líderes” que después de la lucha “se unían a nosotros”. Se pega-
ban discursos encendidos al inicio de las reuniones, luego en el balcón, a es-
paldas mías, recogían las carpetas de los deudores, por supuesto con el 10%
en efectivo del monto a condonar. Convirtieron la conquista en un negocio.

Recibí homenajes en casi todos los cantones del país, aunque nunca fui par-
tidario del culto a la personalidad, más bien asistía a estos actos con el áni-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 63
mo e interés de consolidar la relación orgánica con los montuvios del litoral,
pero era algo cierto que el agro costeño necesitaba un líder y yo conociendo
su dolor —la injusticia social— me había convertido en tal. Así que continué
con mis recorridos de fin de semana. Llegué a reunir en una bodega de mi
finca algo así como un centenar de placas de reconocimiento, elaboradas en
madera, metal y cartón, de esas que vendían en las afueras del correo de
Guayaquil, que en una linda tarde montuvia llena de melancolía y nostalgia,
con el sol poniéndose tras los tamarindos, las saqué de la bodega en varias
sacas de yute, amontoné en una gran pira y con mi pequeño hijo Steven
Gabriel las convertimos en una hermosa hoguera que rayaba la obscuridad
de la naciente noche e iluminaba nuestras reflexiones. Al fin de cuentas,
nunca me gustaron los reconocimientos y agasajos; además, nada habíamos
logrado aún para yo tener ese inmerecido honor de mi pueblo. No habíamos
solucionado el problema de la pobreza, de la explotación, ni de la dependen-
cia, como hasta hoy continúa sin ser resuelto.

Con el inmenso cariño y amor de los montuvios teníamos bastante. Eso era
suficiente por el momento. El edificio de la Sociedad de Carpinteros, donado
por el presidente Alfaro en 1904, lleno de historia y nostalgia, desde donde
se organizaron las históricas marchas y luchas de los obreros en el siglo
pasado, sede de los humildes pero bravos trabajadores de la clase obrera de
Guayaquil, que escribió a inicios del siglo XX páginas brillantes de la lucha
popular que desembocaron en el 15 de noviembre de 1922 —lugar típico de
transición entre el pasado y el presente— se convirtió también en la sede de
los montuvios. Sus calles adyacentes y al pie del Parque Centenario fueron
durante más de dos décadas el escenario de encuentros, concentraciones y
presencia masiva de los montuvios del litoral que luchábamos contra los
gobiernos neoliberales y el sistema opresor.

Nadie, ninguna organización, había reunido en la ciudad tanta gente por


tantos años consecutivos. Esa esquina de Primero de Mayo y 6 de Marzo
sigue siendo un lugar mágico, lleno de colorido, de mucho movimiento. En
sus bajos funcionaba el Barricaña Barra Club, a la vuelta la tradicional chu-
leta del Club de Trabajadores del Guayas, una taberna en la esquina donde
consumíamos las frías para aplacar el calor de las tardes del lunes escu-
chando a los Errantes o a los Iracundos. Abogados, tinterillos y delincuen-
tes, cruzando presurosos hacia el “palacio de la moneda”, el relojero solida-
rio de la puerta, siempre atento a “los sapos” que merodeaban el sector, el

l
64 DIGNIDAD MONTUVIA
guardia admirador de la lucha que siempre nos recomendaba que nos cuidá-
ramos de los chicos malos que paraban en la zona, el tendero que nos surtía
sus panes con queso —era nuestro almuerzo para calmar el hambre—, los
lagarteros con sus viejas guitarras y desgastadas voces, los fotógrafos del
parque que hacían su agosto con sus flashes en las reuniones y concentra-
ciones montuvias, pues todavía no habían salido los celulares con cámaras.
Nuestra presencia fue muy querida y respetada en el lugar, también éramos
parte del paisaje urbano de la ciudad y unas lindas montuvias.

Siempre merodeando por el lugar, los infaltables agentes de seguridad del


Estado, del servicio de inteligencia, tratando de descubrir no sé qué, pero ya
estábamos acostumbrados a su presencia, con la cual justificaban “su
trabajo”. Definitivamente, un lugar histórico donde se escribió gran parte de
la lucha del pueblo montuvio, gente maravillosa del barrio, solidaria y
admiradora de nuestra lucha. Siempre dieron muestras de solidaridad.

Lucha que debía continuar y no podía terminar ahí como muchos deseaban.
Los problemas del campo no se habían resuelto, pero la falta de iniciativa
estaban haciendo mella en los dirigentes que veían la necesidad de continuar
sosteniendo la organización, pero que no sabían cómo hacerlo. Había que ser
inventivos e inteligentes. Tanto tiempo luchando por las condonaciones que
se nos habían olvidado los otros múltiples problemas que nos aquejaban
desde toda una vida, así que había que crear las alternativas de solución a
esos problemas. Teníamos que hacer algo y pronto. La gente estaba muy
inquieta y se corría el riesgo de desbandarse, es más, eso ya estaba
sucediendo; mucha gente, una vez que lograron solucionar sus deudas con el
BNF, se retiraban de la organización y de la lucha creyendo que ya se habían
terminado sus problemas, o que ya no había más problemas y aspiraciones
por qué luchar. Les parecía normal y natural el atraso en que vivían.

¡Cuán equivocados estaban! La crisis económica se agravó mucho más, las


migraciones hacia Europa continuaron. Gran parte de nuestra gente joven se
fue, muchos para nunca más volver. Los caciques de los pueblos también
estaban felices, el beneficio de la ley los alcanzaba, creyeron que ahí termi-
naba el alboroto de los montuvios. La gente empezaba a discutir los proble-
mas locales: falta de carreteros, escuelas, agua, etc. Eso era muy peligroso
para los caciques y quienes en sus localidades representaban a los partidos

DIGNIDAD MONTUVIA
l 65
políticos; obviamente anhelaban un pueblo de paz, resignado a su suerte,
gobernable y pendejo. Ese era el Ecuador. La montuviada había alborotado
a la gente, les había devuelto la dignidad, la esperanza, lo cual no era del
agrado de los caciques de los movimientos sociales ni de la partidocracia
local, quienes siempre vieron con peligro nuestro liderazgo, sin que exista
una mínima razón para ello. Por el contrario, habíamos llegado a liderar el
agro montuvio y nada ni nadie nos iba a arrebatar ese honor.

l
66 DIGNIDAD MONTUVIA
LA LUCHA CONTINÚA

Diseñamos una estrategia, construimos unas propuestas de solución a los


problemas concretos del agro, montamos un plan de acción y a la carga
montuvios. Fortalecimos la organización estableciendo nuevos objetivos en
la lucha, trabajamos en un plan de semillas para los pequeños agricultores
afectados por el fenómeno de El Niño, así como también en un programa
rural de vivienda que estaban diseñando los hermanos indígenas desde el
CONPLADEIN, institución pública de los pueblos indígenas y negros, en la
que los montuvios nada teníamos que ver, pero nos metimos allí.

Encontramos solidaridad en Víctor León, un dirigente del pueblo negro de


Esmeraldas, y empezamos a trabajar el programa de vivienda rural para los
montuvios. Teníamos que demostrar que éramos capaces. El movimiento
indígena había alcanzado notoriedad, los quiteños les llamaban cariñosa-
mente “los primos”, sentían algo de orgullo por el indio que luchaba, pues
con su lucha habían logrado abrirse espacio dentro del Estado, con legiti-
midad estaban ejerciendo su poder y sus derechos, así que los dos objetivos
estaban trazados.

La lucha continuaba. Eran reivindicaciones, calmantes para que la gente se


mantenga en la organización; unos compañeros trajeron un montón de pro-
fesionales con el ánimo de que se integren y nos colaboren como lo hacían en
la sierra con los indígenas, pero lo primero que ofertaban eran proyectos de
asistencialismo. Lo mismo de siempre. No sabían cómo aportar, termi-
naban preguntando: ¿Cuánto hay? La típica de siempre. No sabían cómo
ayudarnos, terminaban desertando, seguíamos solos.

Para esto ya habíamos avizorado la urgente necesidad de empezar a trabajar


abiertamente en la recuperación de nuestra identidad perdida, visualizar la
riqueza cultural montuvia, su historia, sus tradiciones, costumbres, danzas,
amorfinos, gastronomía. Hicimos esfuerzos por contar con personas

DIGNIDAD MONTUVIA
l 67
idóneas que nos puedan apoyar desde la academia, desde la intelectualidad,
desde las artes, buscamos ayuda en la Casa de la Cultura del Guayas, en las
universidades, pero nadie creyó en nosotros. Es más, ni siquiera les intere-
saban nuestras propuestas.

¡Cuánta incomprensión sufrieron los compañeros y compañeras, quienes


ante toda gestión que emprendíamos en las instituciones públicas y priva-
das de Guayaquil, Babahoyo o Portoviejo en la búsqueda de apoyo intelec-
tual y cultural, teníamos como resultado una frustrante soledad, huérfanos
de solidaridad, de apoyo e incomprensión en nuestra propia tierra!

Sabíamos que la pobreza del agro no se resolvería con políticas asistencia-


listas, pero este era el inicio del proceso. No había otro camino. A nuestro
pueblo lo habían hecho mendigo, no entendía bien su realidad, mucho me-
nos las causas que originaban su pobreza. Recuerdo a un gran compañero
manabita, Artemio Quinde, de Paján, quien nos trajo un mensaje, un saludo
y algo de literatura que muy gentilmente enviaba el folklorista Guido Garay,
quien más adelante se convirtió en un asiduo acompañante del pueblo
montuvio. Guido era infaltable en las concentraciones masivas, pese a su
avanzada edad. Nos transmitió alegría y el consuelo de saber que nadie nos
apoyaría; teníamos que hacerlo solos. Cuando conversábamos sobre la iden-
tidad, la injusticia y la necesidad de luchar, me decía: “Yo la sostuve; ahora
te toca a ti” y se reía; así que ya sabíamos que teníamos que hacerlo todo
nosotros mismos.

Empezamos a investigar y a estudiar la realidad montuvia. Casi todo lo in-


ventamos, usamos la imaginación, la creatividad, la sabiduría ancestral, el
conocimiento. Me sirvió ser autodidacta y la experiencia de otros pueblos
para construir nuestro propio proceso; así que tuvimos que dedicar noches
enteras a la lectura, al razonamiento, la reflexión, la meditación, la produc-
ción de ideas y a la construcción de la cosmovisión del pueblo montuvio.

Fueron largas noches de insomnios, entre caña y tinta que se derramó en los
hotelitos de Quito, Guayaquil, Vinces, Ventanas, Babahoyo, Portoviejo y
Jipijapa. Cuando alguna persona, con actitud equivocada, intentaba di-
suadirme por mi falta de título académico para la investigación que estaba
realizando, les recordaba que Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Gabrie-
la Mistral y tantos otros personajes brillantes de la cultura, las letras, la

l
68 DIGNIDAD MONTUVIA
educación, las artes, la historia, quienes influyeron en la política regional y
mundial, nunca tuvieron título académico, ni maestría ni doctorados, Alfaro,
Bolívar no salieron de la academia; algunos tuvieron el mérito de ser
galardonados con el premio Nobel y recibir doctorados honoris causa de las
principales universidades del mundo, sin que nadie les gestione tal honor.
Fueron autodidactas. El caso de Gabriela Mistral es un ejemplo ex-
traordinario para la humanidad; por lo tanto les decía, entre broma y en
serio, que la experiencia y los dos mil libros leídos me daban el conocimiento
para hacerlo. Así era como lograba persuadirlos para que confíen en mí.
Además, hubo muchos debates con académicos, políticos, detractores y en
todos salimos bien librados, aprendí el arte de manejar las ciencias políticas.

Recuerdo a otro incansable compañero de lucha, el palestino Gonzalo Vera,


quien junto al patucho Julio Morante, se convirtieron en pilares fundamen-
tales de la organización en el norte de Guayas, junto a Charlie Guevara, Lalo
y Florvia Cedeño, Manuel Chóez, de El Empalme; Emilio González,
Melquiades Arana, Máximo Ibarra, Policarpio, de Balzar; Eduardo Cedeño,
Bruno Párraga y Evaristo Quinto de Colimes; Oswaldo Mosquera, Dennis
Quinto, Elizabeth Segura, de Santa Lucía; Moncada, de Samborondón; los
macheteros de Pedro Carbo con Segundo Briones, Julio Magallanes, Pablo
Martínez, Go- rotiza; Martín Chávez y los Delgado, en Milagro; Bertha
Pareja, en Jujan, líder ejemplar quien junto a Dominguita Torres, María
Mercedes Alcívar, de Manabí; Marlene Mendoza, de El Oro, y Letty Chávez
construyeron la Red de Mujeres Montuvias del Ecuador; Olguita Alvarado,
Terencio Chóez y su esposa, de Isidro Ayora y otros muy importantes líderes
de Nobol como Narciso Rosado, Chela y su esposo; los dirigentes de Taura-
Naranjal como Corderito, Malavé, la propia Pilar, quien llegó a ser una
excelente dirigente de la junta parroquial de Taura, y muchos más que la
memoria me traiciona. Algunos ya fallecidos, pero otros hasta hoy continúan
dirigiendo al pueblo montuvio en la provincia del Guayas.

Con ellos continuamos la lucha y empezamos a fortalecer los pueblos. Ofer-


tábamos una lucha por la semilla y por vivienda. Las masas eran cliente-
lares. No era fácil romper aquello, aunque ya empezaba a brillar gente con
altos niveles de conciencia. La gente nos creía porque confiaba en nuestra
seriedad, en nuestra responsabilidad, nos consideraban ganadores. Los ha-
bíamos conducido victoriosos en seis años de “lucha imposible” por la Ley de
Condonación. Además, no tenían nada que perder; todos éramos una
dirigencia honesta que practicábamos con el ejemplo. Hacíamos mucho es-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 69
fuerzo, incluso sacrificios, y eso motivaba a la gente a tener fe en nosotros.
Ya nos conocían, nos habían probado, éramos “de verdad”, comprometidos
con la lucha. Los que hicieron billete con las condonaciones se fueron, los
expulsamos, los separamos de nuestra organización.

Muchos se convirtieron en detractores del movimiento montuvio e iban a


ofertarse a los gobiernos de turno. Ya no estaban con nosotros, quedábamos
los que teníamos el sueño de construir un proceso rural en la costa, desde
nuestra propia cosmovisión, con identidad propia y dignidad sobre todo,
porque ese era en definitiva el principal objetivo: recuperar la dignidad
extraviada, la esperanza perdida, volver atrás a las raíces profundas de la
cultura, la historia, para desde ahí recuperar los valores, conceptos y prin-
cipios, de lo que fuimos antes como sociedad y lo que queríamos ser ahora:
hombres de honor, con dignidad y coraje para vencer las injusticias que nos
oprimían y salir adelante como país.

Era una tarea gigantesca. Habíamos iniciado el camino con buen éxito, está-
bamos caminando, la gente comenzaba a llegar. Cada reunión en una cabe-
cera cantonal era abarrotada de gente. La lucha por un Programa de Vivien-
da Rural había comenzado. Diseñábamos las casas en papeles. Traíamos la
información de las reuniones que manteníamos con los del CONPLADEIN,
institución pública de los indígenas y afrodescendientes, y del Ministerio de
la Vivienda, que dicho sea de paso no sabían cómo financiar el proyecto.
Resultaba jocoso, pero esa era la verdad, recuerdo muchas anécdotas al res-
pecto; desde las comunidades, desde su realidad, armábamos propuestas de
financiamiento, aportes, formas de construcción, etc.

Me llamaban arquitecto. Realmente era un programa de vivienda rural no-


vedoso que existía en la Ley, creada en el gobierno de Carlos Julio Arose-
mena en el año 1964, pero nunca se había ejecutado en ninguna parte. Aquí
jugó un papel importante en la vida de nuestra organización Jorge Moreno
Ordóñez, a quien conocimos cuando fue diputado del bloque progresista
opositor al gobierno de León Febres Cordero. Fue él quien estableció los
contactos necesarios con la gente de Pachakutik, de la CONAIE y del Con-
greso Nacional, para ir dándole forma a este programa rural de vivienda que
hasta ese momento no tenía ni pies ni cabeza, mucho menos financia-
miento, lo que nos hacía reflexionar y meditar pero no retroceder. Incluso
todas las semanas dormíamos en el pequeño y modesto departamento de

l
70 DIGNIDAD MONTUVIA
Jorge, muy acogedor y abrigado, escuchando a Edith Piaf, Nicola Di Bari,
Ives Montand, Charles Aznavour, Gilbert Bécaud, y también música lati-
noamericana de Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Víctor
Heredia, Facundo Cabral, Alberto Cortez, Joaquín Sabina; acompañados
siempre de un Cien Fuegos o Zhumir para poder dormir sin sentir el frío del
piso, aunque al siguiente día nos dolían todos los huesos, pero así podíamos
quedarnos dos días en Quito haciendo los trámites, gestiones y diligencias
necesarias para lograr el objetivo.

No teníamos dinero para comer, a veces ni para regresar en los transportes,


pero así luchábamos con Gonzalito Vera, Julio Morante, Carlos Moyano. La
falta de dinero no era un limitante para nosotros. Teníamos la magia. Nunca
nos rendimos, nunca claudicamos, nunca nos quebramos. Sabíamos que la
constancia y firme determinación era un factor importante y decisivo.

El gobierno sabía que hubo miles de damnificados por las inundaciones,


durante las cuales se perdieron las viviendas humildes. Este era un argu-
mento contundente. Además, nos sentíamos capaces de resistir, la gente
estaba entusiasmada, decidida a luchar, de eso no teníamos la menor duda.
Gonzalito Vera, Julio Morante, Carlos Moyano y un negro inteligente de Es-
meraldas, Daniel Castillo, un gran tipo cortado a nuestra medida, fuimos
asiduos huéspedes del pequeño y acogedor departamento de Jorge Moreno.
Contamos siempre con sus sabios consejos, sus experiencias y sobre todo con
los conocimientos de la lucha que este lojano querido tenía en su larga
trayectoria de dirigente y conductor de masas organizadas en el país. Ya
Jorge no estaba en el que fue su partido político, su fundador, lo que le per-
mitía desde un concepto más amplio entender el proceso montuvio.

Fue así como nos convertimos en la nueva esperanza del sector rural de la costa
por lograr una vivienda digna, de hormigón —era lo más rápido—, así como un
plan de semillas para sembrar, ya que el largo y devastador fenómeno de El
Niño no nos había dejado proveer de este insumo. Es lo que en ese tiempo la
gente entendió como un objetivo de lucha. Fue un largo año de asambleas,
concentraciones, movilizaciones, marchas hacia el Congreso Nacional, hacia el
Ministerio, gobernaciones, etc., en Guayaquil, Quito y Babahoyo.

La gente en los cantones estaba muy entusiasmada y se reunía masivamente


los fines de semana con muchas expectativas. Tenían confianza en nosotros,

DIGNIDAD MONTUVIA
l 71
éramos sus ganadores. Nuestra organización empezó a generar celos y envi-
dias en los caciques de la dirigencia campesina, organizaciones insepultas
que aún existían y se convirtieron en nuestros más acérrimos detractores.
Visitaban los pueblos únicamente con el propósito de desorganizar a la gente,
acusándonos de mentirosos. ¡Qué pena sentíamos nosotros al ir des-
cubriendo a la gente mediocre de mi lindo Ecuador! Gente de mentalidad
reducida, absorbida por el sistema y sus consecuencias, que ni hacían ni
dejaban hacer, típicos “de la izquierda sectaria”.

También hubo alcaldes que públicamente nos acusaban de farsantes y em-


baucadores, por el temor que empezaron a sentir al ver al pueblo organizán-
dose de verdad en cada cantón, en cada parroquia, en cada provincia, bajo
un liderazgo nuevo y diferente, que no entendían de dónde salió ni a qué in-
tereses respondía. La organización no tenía vinculación política con ningún
partido, ni de izquierda ni de derecha. Amigos, sí. En algunos pueblos cer-
canos nos habían vinculado con el M19, información que no era totalmente
cierta, porque estuvimos mucho tiempo en Sucumbíos e hicimos comercio
con Puerto Asís, lugar frecuentado por la guerrilla colombiana, en el que
conocimos a mucha gente, sin llegar a tener ninguna vinculación más que la
comercial: víveres, medicamentos, casettes, licor y esas cosas.

Con quienes sí mantuvimos una relación de amistad cercana fue con los
Alfaro Vive, por nuestra amistad con Pablo Morán, luciano como yo, a quien
muchas veces refugié en mi finca, así como a otros miembros de esa agrupa-
ción política. Por esta solidaridad con luchadores populares casi me matan
en un operativo militar en mi finca.

También mantuvimos una excelente relación con los diputados y dirigentes


del MPD, por nuestra cercanía con el Dr. Alex Gutiérrez, un queridísimo
amigo y compañero de lucha, quien desarrolló un liderazgo político en mi
pueblo, al que apoyamos y nos involucramos.

También recordamos con gran cariño al alcalde de Vinces, Bonifacio Morán, gran
apoyo en la construcción de este proyecto de vivienda.Siempre estuvo presto
de día y de noche para apoyar esta causa noble de los montuvios de la costa,
especialmente los de su cantón: Vinces. Más adelante, también se sumó el alcalde
de Palestina, Lucho Palma, apoyando a los palestinos y a todos los que luchábamos
en los pueblos por lograr ese objetivo, que a estas alturas ya tenía forma.

l
72 DIGNIDAD MONTUVIA
El Congreso Nacional había intervenido. El presidente Alarcón también
tomó partido en esta causa y fue precisamente su ministro Diego Ponce,
quien concretó el Programa Rural de Vivienda como una realidad en el
Ecuador, gracias a la lucha del pueblo montuvio, aunque la prensa seguía
invisibilizándonos e identificándonos como campesinos de la costa. En su
mapa mental, seguramente no existía la identidad montuvia.

La Casa Municipal de Palestina se convirtió en el centro de operaciones del pue-


blo montuvio. Su alcalde, Lucho Palma, apoyaba abiertamente las reuniones
que se daban, participaba en las asambleas, colaboraba en todo sentido. Gon-
zalito Vera siempre contó con la solidaridad de su municipalidad; el ingeniero
Palma junto a Bonifacio Morán fueron un valioso aporte en la construcción del
pueblo montuvio de la costa. Nuestro reconocimiento para ellos y mucha gente
de Palestina, como Carlos Olvera, Alfredo Aguirre, Harold Ruiz y Lucy, una
gran amiga quien era siempre el mejor pretexto para llegar a Palestina.

En esta parte de la lucha y de la organización juegan un brillante papel los


montuvios de Los Ríos, con Carlos Moyano a la cabeza, la inolvidable Ja-
cinta Morales, Verónica, el Chino Muñoz, Jorgito Goya, el más querido de
todos; Luchito Vergara, el Arq. Ubilla, Raúl Morán, Eduardo Ronquillo, de
Guare; Sergio Delgado, José Santana, Julio Santillán y tanta gente linda de
Vinces. Fue en este cantón donde se consolida la organización montuvia y se
convierte en el corazón de la lucha.

Moyano realmente era un líder con muchas ganas y deseos de superación.


Recuerdo que tenía un restaurante donde yo llegaba los martes a merendar,
llenarme bien, porque de noche por esa ruta Vinces - San Juan salíamos a
coger transporte para Quito. ¡Qué esfuerzos que se hacían en esa época!
¡Cómo no recordar en estas páginas a Cecilia Castro! Una guapa montuvia
luchadora del Recinto La Hojita, en la parroquia Caracol, del cantón Ur-
daneta y gran ejemplo de participación, perseverancia y coraje en la causa
justa de nuestro pueblo, siempre acompañando en todas, por lo que fue muy
dolida su separación de la organización.

Recuerdo a Luis Laiedra y a sus hermanos en Puebloviejo; a Antonio Chávez


y Miguel Vera, dos viejos luchadores curtidos en las batallas campesinas,
quienes organizaron y sostuvieron el fervor y entusiasmo en los montuvios
de Palenque; Hercilia, Lusitania y María de los Ángeles Paredes, una linda

DIGNIDAD MONTUVIA
l 73
chiquita muy despierta que nos acompañó en el CODEPMOC por muchos
años; Nicolás Infante, Jobo Acosta, Rosa Acosta, Lucho Varas, Ninfa Zara-
te, Blanca Rosa, Miguelito Alvarado, Urbano Alvarado, Santana, Giovanni
Santillán y tanta gente brava, digna de Baba; Ronquillo, de Guare; Francis-
co y Coronel, viejos y aguerridos luchadores de la Isla, fueron los más bravos
de toda la organización montuvia de Los Ríos.

Los habitantes de Baba eran los sacrificados, a quienes les tocaba cerrar la
carretera de la vía principal, la cual estaba distante de su cabecera cantonal,
donde tenían que dormir cuatro, cinco noches, mal comidos, mal dormidos,
pero nunca claudicaron. Nunca retrocedieron. Rendirse, jamás. ¡Qué linda
gente! Dignos herederos de la estirpe revolucionaria de la Ñata Gamarra y de
Nicolás Infante, gente empoderada de su proceso, creían en su lucha, en su
organización, en su fuerza, en su valor.

Los Laiedra, con Lucho a la cabeza, con guapas líderes montuvias como Gri-
manesa e Irlanda Nicola; los hermanos Cerezo y tantos otros que junto a los
montuvios de Puebloviejo lucharon años en esa carretera, escenario de grandes
jornadas de lucha, especialmente en las últimas broncas que se dieron por la
creación del CODEPMOC. ¡Qué linda gente aquella! La mejor del agro costeño.

¿Cómo podía alguien como yo traicionar el sueño y la esperanza de esa gente


humilde que creía fielmente en nosotros y en nuestra conducción? Teníamos
que ser leales al pueblo. Jamás los traicioné, ni les robé, ni los abandoné, ni
los negocié, ni me alquilé, ni claudiqué, ni me doblegué ante ningún gobier-
no. En los momentos más difíciles mi lealtad estuvo con mi pueblo, lealtad
que la juventud tiene que asimilar, porque en nuestra generación hemos te-
nido malos ejemplos de aquello y en las actuales también: “Medio alcanzan
un puestito, se someten obedientes y cuando de defender el proceso se trata,
se mojan los pantalones”, sabias expresiones de Sara Villaprado, lideresa de
Quinindé. Henry Peña, Temístocles Ortega, Nora Yance, el Flaco Salvatie-
rra, Emma Contreras, Valencia y otros aguerridos luchadores montuvios del
cantón Ventanas fueron un valioso aporte a la lucha del pueblo montuvio.

Las comunidades de Mocache, de Quevedo, con el obispo anglicano Vicente


Valero a la cabeza y muchos líderes comunitarios como Fanny Torres, de
Quinsaloma; los Varas, de Baba; los Morán, de Vinces; los Herrera, de Pa-
lenque, quienes entregaron años de lucha en Los Ríos por lograr consolidar

l
74 DIGNIDAD MONTUVIA
un movimiento de masas organizadas diferente, con estructuras sólidas, con
identidad, conceptualización y visión propia, que lidere la construcción de
un proceso de desarrollo con justicia social y equidad en la distribución de la
riqueza, sin explotación ni dependencia. Un proceso que sea construido por
nosotros, desde nuestra experiencia, para que sirva de ejemplo a los otros
sectores del agro.

Cecilia siempre soñaba con construir un país del tamaño de sus sueños y lo
repetía tantas veces que creo que intentaba convencerse de que sí podíamos
hacerlo posible. Definitivamente los hacía soñar en un país mejor. Siempre
me creyeron. Nuestro profundo reconocimiento a todos ellos. Sin ellos no
hubiese sido posible hacerlo.

Humildemente, acepto que yo era el ideólogo, el mentalizador, constructor


del pensamiento, el conductor del proceso, pero ellos eran la fuerza, el cora-
je, la rebeldía, el valor, el honor, el sacrificio, la dignidad. Ellos eran la causa
de su propia lucha y una parte de mi razón de ser. Tal es así que cuando nos
hablaron para participar en el levantamiento indígena para derrocar a Ma-
huad, llenos de entusiasmo vimos acercarse la oportunidad de acelerar los
procesos de confrontación entre los grupos de poder, sembrar en la mente
colectiva del pueblo la necesidad de cambios profundos en el país y buscar
alternativas nuevas frente a la cuestionada partidocracia que nos venía go-
bernando por décadas.

A estas alturas, la dirigencia cantonal, parroquial y comunitaria tenía claro que


esta era una lucha de clases, que nuestra pelea era contra el sistema de exclu-
sión y discriminación, su modelo neoliberal y contra la partidocracia dueña del
poder, lo que significaba que los montuvios estaban dispuestos a luchar por
muchos años. Nunca me equivoqué en esto; además, un amigo y colaborador
quiteño, Ricardo Romero, de esos jóvenes que aparecen de repen- te, se integró
a la lucha aunque luego desapareció. Él les hacía ver a la dirigencia las
posibilidades que se presentaban si los indígenas, con el apoyo y la partici-
pación de los montuvios de la costa, lográbamos en verdad derrocar a Mahuad.

Largas noches de discusión y análisis, de las cuales las modestas y sencillas


habitaciones del Hotel Taurus en Quito fueron mudos testigos de las estrategias
que se diseñaron para lograr los objetivos deseados, que servirían para desa-
rrollar nuestro proceso.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 75
Recuerdo los nombres de Ricardo, Morante, Gonzalito Vera, Moyano, Ce-
cilia, Rosa, César de Latorre, Gabriela, Emilio, Jacinta, Verónica, Jobito,
Bernardo Reyes, Isabel Mosquera, Grimanesa, de Puebloviejo; Juan Gañote
Zambrano, de Flavio Alfaro; Otón Yanchapaxi y Ángel Delgado, de Paján;
Palermo Rivera y José Morán, de Las Maravillas de Cascol; Santana, Lalo y
Manuel Chóez, de El Empalme; también recuerdo a Juan y Segundo Aroca,
de Daule; Telmo Romo y Sonia Suárez, de Palestina; así como innumerables
compañeros de base, de todas las provincias que semana a semana se nos
unían y apoyaban en la gestión, compañeros que en esos tiempos eran los
más asiduos acompañantes a gestionar y hacer un poco de dieta en Quito,
desayunando cola con pan, almorzando otra vez cola con pan y en la noche
merendando —para variar— pan con cola, pero eso sí llenos de la satisfac-
ción de que estábamos haciendo lo correcto. La conciencia nos obligaba a
aquello. Si lo hacíamos bien, no fallaríamos.

Siempre recordamos al compañero Enrique Cordero, cariñosamente Cor-


derito, a Bolívar Maulme, a Malavé, a la compañera Pilar y a su esposo, de
la organización de Taura, parroquia de Naranjal, gente muy querida y
sacrificada en la lucha, que nunca dejaba de integrar una comisión a Quito.
En la lucha se desbordó pasión y coraje.

Con estos gobiernos mediocres era fácil luchar, comparado con otras rea-
lidades como la de Colombia, Guatemala o México, donde se asesinaban a
tiros en las calles a los dirigentes populares. Ese era mi mensaje a la di-
rigencia montuvia, para estimularlos en la tarea y subestimar a la torpe
partidocracia que nos gobernaba, porque un pueblo sumiso se lo estaba
permitiendo. ¡Qué rabia e impotencia sentíamos cuando hablábamos de
estas realidades! Pero en las noches frías de Quito, pese al cansancio y la falta
de dinero, siempre nos dábamos ingenios para confraternizar con las
compañeras y compañeros. Las discotecas de la 10 de Agosto y la barra de
Mao eran nuestros lugares obligados para desestresarnos. Aún no existía la
Foch.

l
76 DIGNIDAD MONTUVIA
PROGRAMA DE SEMILLAS:
SEGUNDA CONQUISTA EN EL
GOBIERNO DE ALARCÓN

A estas alturas de la lucha, seguíamos con las políticas asistencialistas. Era la


solución a problemas inmediatos, estábamos entrenando a las comuni-
dades y no había otra opción a la mano, pero siempre explicando y dejando
bien aclarada la diferencia entre el asistencialismo, la dependencia y un ver-
dadero desarrollo con justicia social y equidad.

Había que hacer que la gente recuperara la fe en la lucha, que la organiza-


ción se forme en esas condiciones, esa era la clave para el futuro éxito. Fren-
te a la inexistencia de semilla de arroz para la siembra, producto del largo
fenómeno de El Niño, habíamos presionado para que el gobierno del presi-
dente Alarcón apruebe y establezca el Programa Rural de Semillas para los
pequeños agricultores del país.

Obviamente, tuvimos que gestionar fuertemente. Se realizaron grandes


movilizaciones, incluso un corto cierre de carreteras en Los Ríos, tal como lo
informó la prensa nacional, lo que obligó a Alarcón a estar presente en
Babahoyo y mantener una reunión de trabajo con el Movimiento Montuvio
Solidaridad. Fue la dirigencia provincial de Los Ríos la que tomó la medida
de hecho.

El resultado fue el que todos esperábamos: se logró sensibilizar al gobierno.


Esta ha sido la forma conocida para que escuchen y atiendan a los sectores.
Además, un gobierno no puede ni debe ser intransigente, le guste o no tiene
que escuchar al pueblo. Esa es su función de mandatario.

El presidente dispuso que se ejecute el programa rural de entrega de semi-


llas. Todos estábamos felices, puesto que conocíamos la palabra de gallero de
Alarcón. Un colaborador de Alarcón, amigo de la causa montuvia, Anto-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 77
nio Andreta, quien solidariamente desde sus funciones dentro del gobierno
apoyaba esta decisión, apresuró los procedimientos legales para cumplir con
la decisión del presidente, incluso en dicha reunión se adelantaron bastante
las conversaciones sobre un segundo tema de la agenda que manteníamos
con el gobierno: el programa de vivienda rural.

Hay que resaltar el hecho de que Alarcón mantenía mucho respeto y soli-
daridad para con la lucha del movimiento montuvio. Recordemos que él
estuvo presente cuando era diputado en varias concentraciones y moviliza-
ciones del agro. Era obvio que nos conocía.

La semilla se distribuyó con éxito en todas las comunidades montuvias, que


con regocijo comprobaron que su lucha nuevamente tenía éxito y se alcanza-
ban los objetivos esperados. Afortunadamente, para satisfacción de la diri-
gencia, hubo semilla para todas las comunidades. Se podría decir que hasta
en demasía. Obviamente, algunos avivatos, dirigentes de organizaciones de
membrete, también convirtieron esta victoria del pueblo montuvio en un
lucrativo negocio; era la corrupción desde el MAGAP.

Había tanta semilla que alcanzó para casi todos los agricultores arroceros y
maiceros de la costa, incluso se repartió en ciertos sectores de la sierra.
Realmente esta conquista nos fortaleció y consolidó nuestra presencia y li-
derazgo en el agro costeño. Esto indudablemente generaba celos, envidias y
resentimientos en los viejos caudillos de la dirigencia campesina del litoral,
quienes no desaprovechaban la mínima oportunidad para arremeter contra
nuestro pueblo, esa fue la vieja práctica de ellos: “mono come mono”.

Ya en ese tiempo, la organización y unidad con los campesinos de la sierra se


había roto. La incursión de su principal dirigente en un partido político y el
error de prematuramente candidatizarse al Congreso Nacional, liquidó esa
unidad. Desapareció el Movimiento Nacional Solidaridad; se nos perdieron
Víctor Gaibor, Rainiero y toda esa maravillosa gente de la cual guardamos
gratos recuerdos de la lucha juntos, puesto que fueron muy importantes en
la consecución de la Ley de Condonación y a quienes jamás olvidaremos.

Inmediatamente, nos reagrupamos en la costa y nos consolidamos en un


nuevo movimiento regional con identidad propia, con todas sus estructuras
locales, parroquiales, cantonales y provinciales, con instancias de dirección

l
78 DIGNIDAD MONTUVIA
y decisión. Obviamente, me designaron presidente y a Carlos Moyano, de
Vinces, vicepresidente del Movimiento Montuvio Solidaridad.

Ya no había la menor duda, los montuvios de la costa habían recuperado la


fe y la confianza en su organización. La esperanza se consolidaba, la gente
empezaba poco a poco a entender la unidad, la asociatividad y la integración
como herramientas válidas para acabar con la explotación y erradicar la po-
breza de nuestros campos. Empezaban a entender que esta sería una larga
lucha, que estábamos recién en los inicios, 25 años se mantuvo.

La lucha y su continuidad fue preparada con fuerza, coraje y mucha volun-


tad, lo cual realmente llamaba mucho la atención en propios y extraños, ya
que desde hace mucho tiempo en el sector rural de la costa no se veía a la
gente del agro tan bien organizada, decidida y segura en su lucha como ahora
lo estaba.

Era el resultado del trabajo político en la conciencia de las masas. Esto puso
en alerta y activó los aparatos de seguridad del Estado, la antigua inteligen-
cia militar, la seguridad política, quienes empezaron su labor de espionaje,
seguimiento y hasta acciones presenciales con el ánimo de atemorizar o di-
suadir a los cientos y miles de montuvios que empezaron a organizarse e
integrarse en los cantones de nuestras provincias.

La Sociedad de Carpinteros empezó a ser asediada por gente extraña que todos
los lunes espiaban, grababan y fotografiaban; en definitiva, mantenían vigilan-
cia permanente sobre nuestros dirigentes, especialmente sobre mi persona.
Incluso, en una ocasión casi soy víctima de un escuadrón de pistoleros, confor-
mado por expolicías y exmilitares retirados que actuaban clandestinamente en
la ciudad, bajo el mando de un conocido personaje de Guayaquil.

Quisieron hacerme un montaje e involucrarme en algún tipo de delito subversi-


vo o algo parecido, lo que me obligó a buscar ayuda en los organismos de dere-
chos humanos, incluso en el Congreso Nacional de aquella época, donde Elsita
Bucaram, solidaria siempre, se puso al frente desde el Congreso y fue preci-
samente un organismo internacional de Derechos Humanos de las Naciones
Unidas que investigó los hechos denunciados y sacaron como conclusión que en
Guayaquil estaba operando un grupo paramilitar a las órdenes de un conocido
personaje de la ciudad.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 79
Pero ese no fue el único hecho de esa naturaleza. Hubo varios intentos fa-
llidos que fueron de conocimiento público e incluso objeto de demandas e
investigaciones judiciales porque representaban tentativas de asesinato
contra mi persona y obviamente poniendo en peligro la vida de quienes en
esos momentos tuvieron la suerte de estar acompañándome.

Esto de los atentados se convirtió en algo tan común, que con el tiempo nos
parecía algo natural, propio de la lucha. La gente se sentía confiada y segura
conmigo. Claro que nunca dejé mis fierros, fueron mis fieles compañeras
durante toda la vida, hasta que prohibieron su uso. Creo que fue lo que me
mantuvo con vida en tiempos tan difíciles. Nunca necesité de guardaespal-
das; el día que me pusieron uno, me quiso matar.

Ese año y meses del gobierno de Alarcón, se constituyó en la continuación de


lo mismo para el país, a lo cual ya estaban acostumbrados los ecuatorianos.
Para nosotros, los montuvios, significaba — y así lo convertimos— un año de
oportunidades que había que aprovechar haciendo los máximos esfuerzos.
Nadie se podía cansar, nada podía detenernos. Los recorridos de fin de
semana por los cantones eran con presencia masiva, llenos de expectativas y
esperanzas. Nuestro liderazgo en el agro montuvio era visible.

Mi mensaje desde las tarimas era duro. La verdad expresada dolía, pero la
gente empezaba a asimilar con mayor facilidad esa realidad amarga de
reconocer que éramos un país saqueado y humillado por la partidocracia,
donde unas oligarquías torpes nos sometían con tanta facilidad que rayaba
en la intolerancia. Nuestra visión se hizo colectiva y posicionó en la costa.

Cuatro viejos decrépitos creyéndose dueños se repartían el país y nosotros


un montón de pendejos que se lo permitíamos. Mucha gente se sentía he-
rida en su susceptibilidad, pero la mayoría terminaba aceptando que las
clases dominantes nos habían convertido en una sociedad pendeja, llena de
complejos, sintiéndose inferiores ante el resto del mundo; con un sistema
educativo impuesto, extraño, con universidades que resultaban ser una cruel
estafa a la sociedad. Habían castrado nuestra facultad de pensar, de crear, de
imaginar un futuro mejor con justicia social y equidad.

Nos habían visto la cara de tontos; a través de todos los medios nos habían
convencido de que éramos un país tercermundista, subdesarrollado, y sus

l
80 DIGNIDAD MONTUVIA
poblaciones casi inútiles e inservibles, que no podíamos pedir más de lo que
ya con suerte teníamos, o sea nada. Todo esto dicho desde las tarimas y con
presencia masiva de la gente del agro, que empezaba a entender su realidad.
Solían decir: “Este loco nos pendejea y todo, pero es la plena”. Así fue como
sembramos en el alma y en la mente de nuestra gente el deseo de luchar por
justicia social y equidad; entre ellos y yo nacieron raíces profundas de
espiritualidad y amor al prójimo, imposibles de arrancar.

El Ecuador vivía una tremenda crisis económica, social, moral; y nunca hubo
una propuesta del Colegio de Economistas. Los pobres sociólogos, más
perdidos que cura en farra; los abogados, sin ningún aporte, simples
facilitadores de la corrupción. Éramos un país carente de pensadores, en
donde a nadie le interesaba hacer algo. Este era el país de nadie con gente
que valía nada, por eso el expresidente Borja dijo: “El Ecuador es una isla de
paz en América”. Claro, una isla de pendejos, mientras toda Latinoamérica
luchaba en las calles contra las dictaduras militares, ofrendando sus vidas;
en el Ecuador de los 70 y 80 no pasó nada.

Esta triste verdad molestaba, pero al mismo tiempo despertaba conciencia,


generaba coraje, rabia contenida, que empezaba a aflorar cuando les recor-
daba que, pese a toda esta actitud vergonzosa de la sociedad, los montuvios
éramos dignos herederos de la estirpe revolucionaria de los montoneros de
Alfaro, de los chapulos de María Gamarra. Les devolvía la dignidad extra-
viada y les levantaba la autoestima al recordarles las gestas revolucionarias
de Alfaro, de Infante, del tigre del Bulu Bulu, de la Coronela Filomena Chá-
vez, de Crispín Cerezo, Plutarco Bowen, Juan Aroca Decimavilla, Dionisio
Andrade, Juan Manuel Triviño, Leopoldo Rugel; era una sintonía inmediata
con el valor, dignidad, honor, compromiso, sacrificio, orgullo. Esa fue la he-
rramienta que utilizamos para recuperar la dignidad, el coraje y las ganas de
seguir luchando por una patria más justa, sin dependencia, sin explotadores
ni saqueadores, mucho antes de que Correa apareciera en el escenario
político. El cambio en la mente de los montuvios se iba operando, lento pero
seguro. El conocimiento cambia la mentalidad y la actitud de la gente,

El cambio de mentalidad se fue tornando visible con el tiempo y uno de los


logros más importantes fue ver como los grupos empezaban a recuperar la
dignidad perdida en algún laberinto de la ignominia. Debimos volver atrás a
nuestras raíces para recuperar y reincorporar valores, principios y con-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 81
ceptos acordes con nuestra realidad, levantar la autoestima. Fue un proceso
hermoso y único, el cual tuve la suerte de vivirlo, luchando, amando, per-
diendo, ganando. Casi nos convertimos en exorcistas de la gente humilde del
campo. Nos forzamos a aprender, a penetrar sus mentes, ayudarles a sacar
de la misma los temores, complejos, traumas, sacar el individualismo, el
facilismo, sacar al perdedor y subdesarrollado que llevábamos adentro, al
inútil que nos hicieron creer que éramos, parecíamos exorcistas.

Realmente fue un largo proceso de cambios para construir otra estructura


mental, un cambio de chip. Incluso tuve que dejar de ser barcelonista y pos-
teriormente me convertí en hincha de la Liga de Quito, para probarles que sí
se podía cambiar; no podíamos seguir adorando ídolos de barro, solo era
cuestión de voluntad y decisión. De paso, fui tetracampeón de América y lo
disfruté muchísimo. Cambiar fue un proceso de mucho esfuerzo; vencer el
egoísmo, el personalismo, el oportunismo, vencer la mediocridad.

Fue un proceso duro pero al mismo tiempo hermoso, lleno de tanta magia,
de colorido, de vida, que se operó dentro de esa vivencia cultural. El solo
hecho de recordarlo nos embarga la emoción de ser parte de esta historia
escrita con el esfuerzo de hombres y mujeres humildes del litoral ecuatoria-
no, que lamentablemente en los tiempos modernos de finales del siglo XX e
inicios del siglo XXI, no tiene muchos escritores ni poetas que lo retraten.

¡Qué añoranza recordar a José de la Cuadra, Enrique Gil Gilbert, Alfredo


Pareja Diezcanseco, Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara, allá
por los años 30! Época brillante de la literatura ecuatoriana en el siglo pasa-
do. Ellos recrearon para la posteridad la existencia de esa identidad propia
que caracteriza a los montuvios de la costa.

Atrás iban quedando los temores, complejos, traumas, frustraciones y estu-


pideces que nos hacían parecer seres humanos de menor categoría; el derro-
tismo, conformismo, quemeimportismo, los fuimos superando lentamente.
Fueron discursos públicos duros, de fuerte impacto en un pueblo que nunca
los había escuchado. Nadie se había atrevido a decírselos tan fríamente de
esta manera. Solo conociéndonos pudimos cambiar.

Eran expresiones que calaban el alma y herían el orgullo de los montuvios.


Había quienes no compartían esta forma peculiar masiva de hacer conscien-

l
82 DIGNIDAD MONTUVIA
cia en la gente. “¿Hasta cuándo seguimos siendo pendejos?”, gritaba yo en
las tarimas. Salieron los caciques a acusarnos de resentidos, se sumaron a
nuestros detractores, pero a nadie le importó sus comentarios. Los di-
rigentes entendieron, aprendieron rápido, transmitían el mensaje igual o
mejor que yo. Estos criterios nuevos se expandieron por toda la campiña
litoralense. Construimos colectivamente un concepto y una visión diferente.

Los montuvios los aceptaban como una forma de liberación de los complejos
que los reprimían ante tecnócratas y burócratas con equivocada formación
académica, que les hicieron tumbar el cacao nacional fino de aroma, aplicar
úrea en el agua que convertida en amoniaco se evaporaba, causando daño en
los suelos y el ambiente, aplicar agrotóxicos que destruyeron las defensas
naturales del ecosistema. De ahí la célebre frase: “Con los títulos límpiate el
trasero”, que yo acomodé después: “...pero sácate el sombrero ante el cono-
cimiento”, frases que molestaron a muchos que se sintieron aludidos, pero
que en definitiva era una incómoda verdad que aceptar.

El montuvio era una víctima más de los equivocados conceptos anglosajo-


nes y eurocéntricos que se importaron y se impusieron en nuestra sociedad
a través de modelos educativos mercantilistas, ajenos totalmente a nuestra
realidad, a nuestro contexto cultural y ambiental, sin un correcto criterio de
cómo hacer desarrollo social, siendo la pobreza rural el principal problema
de nuestros países; tal como así valientemente lo reconoció en sus conclu-
siones el Congreso de Universidades de América Latina y El Caribe, reali-
zado en Galápagos - Ecuador en el 2009, el cual reconoció haber puesto la
ciencia y tecnología al servicio de las economías de libre mercado, del gran
capital, mas no del desarrollo social de los pueblos.

Debemos mencionar que cuando nosotros socializamos en los pueblos en


1992 esta confrontación de ideas en las comunidades, estábamos solos e
incomprendidos. La gente aún no entendía estas verdades, estábamos ade-
lantados en el tiempo y éramos un país bastante atrasado.

Muchos años después, cuando apareció Correa en el 2006, no hizo otra cosa
que corroborar y reafirmar estos duros conceptos que nosotros habíamos in-
troducido en el pueblo montuvio y su entorno, como una verdad ineludible que
había que enfrentar y vencer con valentía, por muy dolorosa que esta fuese.
Claro que lo de Correa era solo un cuento, ¡ellos conocían nuestra experiencia!

DIGNIDAD MONTUVIA
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En este marco de luchas, logros y confrontación ideológica, se fue desarro-
llando y consolidando el proceso montuvio. No cabía la menor duda de que
el gobierno débil de Alarcón fue una oportunidad que supimos aprovechar
para fortalecer al pueblo montuvio. Había que luchar duro e ir resolviendo
los problemas de la gente. Solo con la verdad se construyen los procesos.

Así como Fidel mantuvo una buena relación con los Kennedy o con León, los
montuvios mantuvimos una buena relación con Alarcón en función de los
intereses que perseguía nuestro pueblo. En las calles, plazas y carreteros le
demostramos al gobierno de Alarcón que los montuvios no estábamos
jugando y que los diálogos establecidos en cuanto al programa rural de vi-
vienda tenían que concretarse, siempre exigimos de pie nuestros derechos,
nunca de rodillas, ¿que parte de esto no entendió la dirigencia cachafloja?

Indudablemente que las estrategias diseñadas para la lucha estaban dando


resultados. Las comunidades tenían la fuerza y el poder de los argumentos,
estrategias que eran aplicadas con altos niveles de disciplina. Todas las ac-
ciones y actividades, por muy pequeñas que parecían, eran ejecutadas con
total rigurosidad. A veces tocaba ser duro con las indisciplinas de muchas
compañeras y compañeros pero así fuimos aprendiendo a luchar. No todos
los líderes tuvieron éxito en la formación. Un gran número de ellos por fa-
cilismo y necesidad se entregaban al servilismo de los gobiernos de turno,
también por la ignorancia de no saber que hacer; sucedió después de mi
prisión y retiro de la dirigencia.

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PROGRAMA DE VIVIENDA RURAL:
TERCERA CONQUISTA EN EL
GOBIERNO DE ALARCÓN

Las autoridades del Consejo Nacional de Planificación de los Pueblos y Na-


cionalidades Indígenas (CONPLADEIN), una conquista de la lucha del mo-
vimiento indígena, estaban diseñando un plan de vivienda para sus comu-
nidades en la sierra y Amazonía. Con la ayuda de Jorge Moreno Ordóñez,
establecimos acercamientos importantes con la dirigencia y autoridades del
movimiento indígena. A ellos y a nosotros nos interesaba relacionarnos.

Para beneficiarnos del programa, teníamos un argumento de peso, éramos


los afectados directos por el fenómeno de El Niño. Las humildes casas de
nuestros montuvios fueron arrasadas por las inundaciones. Sabíamos que
contábamos con sólidos argumentos. Teníamos las comunidades montu-
vias organizadas para pelear, las bases tenían un alto espíritu de lucha, se
estaban acostumbrando a bronquear y empezaban a tener confianza en el
proceso. Tenían un nuevo chip y estaban claros de que solo la batalla era ga-
rantía de triunfo; así que luego de analizar la situación política del gobierno
de Alarcón, llegamos a la conclusión de que había que luchar y presionar.

Existía el antecedente de que en una reunión informal que mantuvimos varios


líderes con Alarcón, este me preguntó qué era lo que yo quería, a lo que respon-
dí de inmediato: “Las casas para mi gente, presidente”. Esto le causó risa por-
que él esperaba algún pedido de tipo personal, como por ejemplo, una aduana,
lo cual estaba de moda en ese entonces. Me tocó los hombros y les dijo a mis
compañeros: “En este país hay bastante gente honesta. Sigan luchando. El pro-
grama de vivienda rural va”. Así que nos dio su palabra de que el programa de
vivienda era un hecho, palabra que era confiable; lo habíamos comprobado en
dos ocasiones anteriores. Independientemente de lo que significaba y
representaba el gobierno neoliberal de Alarcón, para nosotros fue una
oportunidad para aprovechar y eso hicimos; estábamos aprendiendo.

DIGNIDAD MONTUVIA
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Había una vieja ley sobre programas de vivienda rural que nunca se había
aplicado en el país. Los recursos debían ser asignados por los municipios de
Guayaquil, Quito y otros, en realidad se adeudaban al ex Banco Ecuatoriano
de la Vivienda. Creamos las condiciones para que el gobierno se interese:
demandas, exigencias, marchas y concentraciones. La prensa dio importan-
te cobertura a estos eventos, nos habíamos ganado un espacio y un nombre.

El ministro de Vivienda, Diego Ponce, con sus técnicos, empezó a trabajar en


la elaboración de un programa de vivienda rural para los pueblos y nacio-
nalidades, donde también se incluyó a los montuvios. Nos convertimos en los
asesores del Ministerio, para asegurarnos de aquello, estratégicamente
involucramos y comprometimos a la Comisión de Vivienda del ex Congreso
Nacional, que la presidía el diputado Fernando Rosero, quien decididamen-
te apoyó la propuesta del movimiento montuvio. También nos convertimos
en asesores y técnicos sin sueldo de dicha comisión. Teníamos los insumos.
Si no lo hacíamos nosotros, ¿quién más se iba a interesar por la suerte de la
gente pobre del agro costeño?

Seguimos utilizando a la institución indígena, pero ni ellos mismos creían en


la obtención del resultado. Definitivamente, estaban cortos de visión y
mentalmente ociosos. Ese es el problema de la sociedad limitada y bloquea-
da, la del mínimo o casi ningún esfuerzo. Aquí ya se requiere un cambio de
software, esta es la causa del porqué se pierde oportunidades que se pueden
y deben construir, tanto en lo colectivo como en lo personal.

Al fin, después de tanto bregar, tramitologías interminables, gestiones al más


alto nivel, grandes movilizaciones a Quito, Guayaquil y Babahoyo, Alarcón
nos reiteró su decisión y su gobierno estableció como política de Estado el
Programa Rural de Vivienda en todo el Ecuador. Esta era una feliz noticia
para la gente pobre del campo; al menos nuestra aspiración ya estaba en las
noticias. No fue el Colegio de Ingenieros, ni el de Arquitectos, mucho menos
la Universidad los que impulsaron este programa de vivienda rural. Fuimos
nosotros, el pueblo montuvio.

Empezó a operar el Ministerio, hicimos la papelería y las comunidades emocionadas em-


pezaron en mingas o montoneras, como yo las llamaba, a juntar piedra y arena de
los ríos; así como otros materiales de construcción típicos de la zona, como caña
guadua, tablas de encofrado. Ese era su aporte y ofrecían la mano de obra como
contraparte.

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86 DIGNIDAD MONTUVIA
Hay que resaltar aquí que contamos con la solidaridad del ministro Die-
go Ponce, que ya se iba junto con Alarcón, pero que cumplió su palabra de
dar las disposiciones necesarias para implementar, en papeles, el Programa
Rural de Vivienda en el MIDUVI, con el compromiso nuestro de que en el
próximo gobierno lucharíamos por el financiamiento, como así efectiva-
mente sucedió en una masiva concentración en Santa Lucía, en donde más
de diez mil montuvias y montuvios estuvieron presentes, la que selló este
compromiso de lucha montuvia, a la cual la prensa dio amplia cobertura.

Muchos caciques y políticos se reían diciendo a la gente que esto era una
mentira. Yo los consolaba diciéndoles que eso dependía de lo que nosotros
hagamos. Creyeron en mí. La alegría de haber luchado juntos y haber logra-
do una nueva conquista era contagiosa. Lo dábamos por hecho cierto. Los
análisis no nos fallaban, las estrategias tampoco. Centenares de familias que
nunca habían tenido una casa de cemento soñaban con ese día.

La organización se fortaleció. Las comunidades montuvias estaban empo-


deradas de su lucha, tanto en Los Ríos, Guayas y el sector sur de Manabí
integrado en esa época. El entusiasmo crecía semana a semana. Recuerdo a
los manabas Gallo, Yanchapaxi, Delgado y a otro gran amigo y compañero,
Artemio Quinde y a la inolvidable primera mujer manabita que dirigió la
lucha montuvia en ese sector, compañera de toda una historia, Paulina
Matute, quien por muchos años sostuvo la unidad y organización del pueblo
montuvio en Paján; 24 de Mayo, con el doctor Soledispa, Arsenio Parrales,
Carlos John Pin, partícipes de la lucha montuvia en ese cantón; asimismo,
un sector importante de Jipijapa con Bernardo Reyes, Tito Junco y otros
líderes que la memoria me traiciona, quienes decidieron integrarse y luchar
juntos por esta causa.

Producto de esa visibilización y expansión de la lucha montuvia, sufrí dos


intentos más de asesinato que felizmente no se consumaron, porque siem-
pre fue el propio pueblo y sus dirigentes quienes me protegían. Incluso en
una ocasión, un grupo de pseudo izquierdistas, plenamente identificados,
amenazaron con asesinar a mi familia y a mis hijos en mi casa situada en
Santa Lucía, en la finca de mi propiedad, porque yo supuestamente “estaba
engañando a los montuvios” al ofrecer casas de cemento, lo cual para su
reducido criterio resultaba un imposible. Este era el pretexto inventado por
estos izquierdosos contratados al servicio de ciertos politiqueros y caciques

DIGNIDAD MONTUVIA
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de la zona, quienes creían que la lucha montuvia era un peligro y los iba a
afectar, lo cual no era cierto; aunque políticamente era un despertar de la
conciencia colectiva del montuvio. Eran los tiempos en donde se le regalaba
un tiro a cualquiera. En nuestros pueblos se hacía justicia con la propia mano.

Estar al frente de la construcción del movimiento montuvio despertaba ce-


los, envidias, desconfianza. Realmente yo era un estorbo o molestia para
ciertos personajes típicos del agro costeño, pero nos respetaban o nos hacía-
mos respetar; terminaban siendo nuestros amigos y finalmente apoyaban la
causa montuvia.

Así estaban las cosas a estas alturas del camino. Ya trabajábamos en las
comunidades la idea de autodefinirnos montuvios, regresar atrás a nuestras
raíces, a nuestra historia, para fortalecernos conceptual, mental y espiri-
tualmente, poder enfrentar al sistema y al mundo de las mentiras con las que
nos habían sometido, discriminado y empobrecido.

Continuamos organizándonos legalmente. El Ministerio de Bienestar Social


empezó a otorgarnos la personería jurídica y a registrarnos como asocia-
ciones montuvias. No había la figura legal, ese era el direccionamiento. Así
empezó la estrategia planificada que unos años más tarde fue determinante
en Montecristi cuando se probó documentadamente que el Estado, desde años
atrás, a través de ese Ministerio, nos había reconocido legalmente como comu-
nidades montuvias, calificando y registrando nuestra existencia como pueblo
montuvio, con estructuras jurídicas en comunidades, parroquias, cantones,
provincias y con una instancia de autoridad nacional elegida públicamente en
un proceso electoral democrático por votación popular, realizado en las capita-
les de provincias, proceso avalado por institución pública de desarrollo propia,
el CODEPMOC, conquistada con lucha de nuestro pueblo.

La existencia del pueblo montuvio estaba probada hasta la saciedad; real-


mente fuimos audaces. La organización montuvia, después de esta tercera
conquista que aún no se ejecutaba en el campo, se fortaleció y consolidó en
la costa ecuatoriana. Ya superábamos las 600 comunidades orgánicamente
bien estructuradas, con altos niveles de conciencia, de pertenencia, de
comprensión y conocimiento del proceso, con líderes y bases capaces de
sostener y enfrentar cualquier situación que afecte a la organización, lo que
nos garantizaba que las viviendas se ejecutarían.

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88 DIGNIDAD MONTUVIA
Había muchas más comunidades en los recintos, pero aún estaban en etapas
de iniciación; eran clientelares y aún estaban en el proceso de recuperación
de la dignidad, de elevar los niveles de autoestima y de conciencia. Faltaba
empoderamiento, pero ya caminaban con nosotros. También había líderes
oportunistas, arribistas, hasta deshonestos, producto de la discriminación y
exclusión a la que fueron sometidos por otros grupos o autoridades.

Muchas comunidades y líderes pasaron la prueba y se integraron a la cons-


trucción del proceso montuvio. Otros, lamentablemente, se fueron quedan-
do en el camino, pero a todos los hacíamos luchar por igual y les dábamos un
respetuoso tratamiento incluyente y de mayor atención, incluso.

No podíamos dejar que en el movimiento surja el sectarismo. Sectarios,


jamás. Los hice caminar conmigo, aunque tomando las precauciones del
caso. Unos fueron muy útiles, otros se integraron bien y sirvieron a la causa,
otros traicionaban y se ofertaban para tratar de dividir y crear fisuras en la
organización, lo cual nunca consiguieron, pero en definitiva la mayoría fue
valiosa en su momento histórico.

En conclusión, un gobierno como el de Alarcón fue para nosotros una buena


oportunidad que supimos aprovechar y cuyos resultados fueron determi-
nantes en la construcción del Pueblo Montuvio del Ecuador. Alarcón fue el
presidente que más dialogó con los montuvios, un sinnúmero de veces de
manera directa y fue el que más soluciones puntuales ejecutó para nuestro
pueblo, El diálogo fue de respeto, no de sumisión.

A estas alturas de la lucha, habían transcurrido más de seis años de unidad y


la organización montuvia estaba consolidándose en la costa. No era para
menos. Habíamos logrado tres conquistas importantes que muchos dijeron
públicamente que eran imposibles, pues esos imposibles con unidad, or-
ganización, lucha y coraje los hicimos posibles. Juntos libramos todos los
obstáculos que se nos presentaron por delante.

Además, habíamos aprendido a ser muy inteligentes y aplicar la sabiduría en


las estrategias que diseñábamos. Todo lo hacíamos bajo una planificación
estricta que la discutíamos y aprobábamos colectivamente todos los lunes,
durante 25 años consecutivos, en las reuniones del Consejo Nacional del
Pueblo Montuvio del Ecuador, que lo integraban presidentes cantonales,

DIGNIDAD MONTUVIA
l 89
provinciales y algunos parroquiales. Todos los lunes, de todas las semanas,
de todos los meses, de todos esos años, salvo raras excepciones, planifica-
mos y accionamos la lucha montuvia. El colectivo tomaba las decisiones.

Montamos estrategias muy audaces. La determinación y la férrea voluntad


que le poníamos a cada objetivo, con los argumentos y sustentos correspon-
dientes nos arrojaban los resultados esperados; estábamos preparando a las
comunidades y elevando sus niveles de conciencia.

Así, dentro de un largo proceso, empezamos a consolidar la organización. No


es como piensan algunos compañeritos, que cualquier masa amorfa es
“pueblo montuvio”. Será montuvio pero no organizado ni integrado en un
proceso socio-económico, político y cultural; o cualquier avispado se pone un
sombrero, se toma la foto con el presidente, se oferta con la ministra y ya se
cree dirigente montuvio, con derecho a un ministerio. No, así no es, así no se
construye un pueblo, mucho menos una identidad. Lo que hacen es de-
valuarnos y proyectar una imagen negativa ante la opinión pública. Lo que
es peor, venden una imagen de desconocimiento del proceso y su diferencia
conceptual y visionaria; el conocimiento científico, los criterios, la expe-
riencia y las características de un liderazgo no se venden en una ferretería.
Estos improvisados líderes le hicieron mucho daño al PME, hubo muchos
ingenuos que los siguieron y muchas autoridades los utilizaron.

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AHORA TOCABA EL TURNO
AL QUE DECÍAN QUE SABÍA:
PRESIDENCIA DE JAMIL MAHUAD

Corría el año 1999 y estábamos ya inmersos en otra campaña electoral. El


candidato de la oligarquía reinante en el país era indudablemente Jamil Ma-
huad. No podía ser de otra manera. Vendieron la idea de que era el mejor,
graduado en Harvard, por lo tanto, él sí sabría dirigir el país. Un montón de
pendejos volvieron a comerse el cuento; tremenda carreta y sin resbaladera.

Mahuad fue electo presidente del Ecuador. Mucho se rumoró que Alvarito,
el eterno perdedor, le ganó las elecciones con más de 300 mil votos, que
mañosamente roldosistas y socialcristianos, los negociaron con Mahuad a
cambio de curules en el entonces Congreso Nacional y el retorno del “loco
que ama”. Todos estaban contentos, por supuesto, menos Alvarito, quien fue
traicionado por su propia gente. Así se dijo en el país de los rumores.

Al pueblo ecuatoriano le daba lo mismo. No le importaba quién ganó o quién


perdió. El único perdedor finalmente era siempre el pueblo; esa era su mor-
bosa resignación.

Cuando Mahuad asumió la presidencia, la organización montuvia había crecido


bastante. Estábamos saliendo de lo amorfo y empezaba a consolidarse un orgá-
nico, aunque aún no alcanzaba la madurez necesaria. Alarcón, con su ministro de
la Vivienda, nos había dejado un camino abierto: la ejecución del Programa Rural
de Vivienda, y estábamos listos para entablar una exigencia de entrada con el go-
bierno de Mahuad. Ahí estaba nuestro desafío y las condiciones estaban dadas: las
secuelas del fenómeno de El Niño estaban latentes y la organización montuvia en la
costa era fuerte. Ya había pruebas de la existencia de altos niveles de conciencia, de
participación, pertenencia y compromiso, había ya un proceso en marcha. Se em-
pezaba a recuperar de manera intensa y masiva la dignidad extraviada, la autoesti-
ma estaba elevada, había varios niveles de organización en la gran masa montuvia.
Nuestra gente estaba entusiasmada y empoderada del programa de vivienda.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 91
La lucha había que prepararla y volvimos a montar la estrategia. Nuestra
relación con la CONAIE empezó a fortalecerse. Antonio Vargas era un líder
muy abierto, no era sectario como ciertos dirigentes indígenas y pudimos
establecer una relación de respeto, más que todo de conocimiento sobre la
realidad del movimiento montuvio en la costa. Esto también nos permitió a
nosotros conocer a fondo al movimiento indígena, su cultura, sus fortalezas,
su cosmovisión, sus legítimas aspiraciones, sus derechos, pero también sus
debilidades, sus confusiones indigenistas.

Fue una gran experiencia la vivida con ellos, un pueblo digno, altivo, de
mucho honor y valor, aclarando que el pueblo montuvio jamás manejó ni se
benefició de un solo centavo de estos organismos internacionales, pero
¡cuánto ganamos con la rica experiencia del pueblo indígena! Aprendimos de
sus aciertos y también de sus errores para no cometerlos. Eran nuestro
espejo en el cual nos estábamos mirando siempre; obviamente, eran nues-
tros mejores aliados. El respeto y apoyo de Antonio al movimiento montu-
vio de la costa fue vital para sentarnos a las mesas de diálogo, establecidas
más adelante por el presidente Mahuad y después por Noboa.

Empezaron a desarrollarse las primeras acciones de lucha contra el gobier-


no de Mahuad. Por primera vez se unían los montuvios del Movimiento So-
lidaridad con la poderosa CONAIE. Cerramos las carreteras por el alza de la
gasolina. Costa y sierra, paralizadas.

En mi pueblo, Santa Lucía, se desarrolló como siempre una lucha al más alto
nivel. La bravura de los lucianos se puso de manifiesto en las carreteras otra
vez. Hubo un montón de heridos, lo que causó indignación en la población y
aquello dejó como resultado patrulleros incendiados, bienes destruidos,
perseguidos y retaliaciones; la población con altos niveles de combatividad
sacó en fuga a militares y policías.

No puedo dejar de mencionar que los lucianos son un pueblo guerrero en la


lucha, que siempre se destacó por su consecuencia y bravura demostrada en
todas las jornadas que desde su cantonización tuvo que protagonizar en las
carreteras. Su juventud es bronquera por naturaleza.

Ahí nadie recula ni rehúye su responsabilidad cuando de defender los in-


tereses de su pueblo se trata; de ese pueblo soy orgullosamente oriundo,

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con raíces gualeñas de Manabí por mi abuela Aminta, vinceñas de Los Ríos
por mi abuelo Ignacio Alvarado Carbo y saquisilences del Cotopaxi por mi
abuelo Manuel Buenaño Cueva, una clara expresión de la diversidad cultu-
ral. Seguramente, mi ciclo como soldado del pueblo terminará sirviendo a mi
amado pueblo.

Fuimos parte de las mesas de diálogo nacional entre el gobierno, la CONAIE


y el Movimiento Montuvio de la costa, que la prensa y el gobierno se afana-
ban en invisibilizar. Incluso nuestra presencia en las mesas molestaba no
solo al gobierno, sino también a indígenas “sagradas”, quienes no perdían
oportunidad para ilegitimar nuestra identidad montuvia, pero siempre con-
tábamos con la solidaridad de la mayoría de dirigentes de la CONAIE que
apoyaban y respaldaban nuestras propuestas.

Ucuango, José María Cabascango, Yuco, Rosita, Ampras, Salvador Quishpe,


Lucho Macas, Blanquita Chancoso, Gilberto Talahua y tantos otros her-
manos indígenas de provincias que congeniaban y coincidían con la lucha del
movimiento montuvio, quienes varias veces estuvieron participando en
grandes eventos en las principales ciudades de la costa y constataron que
nuestra organización era masiva, representativa, comprometida e involu-
crada en la lucha popular por la justicia social y la dignidad.

Los diálogos con Mahuad no prosperaron. La situación política en el país era


tensa, descaradamente se operaba el robo de los dineros del Banco Central en
beneficio de los banqueros, con la complicidad y aprobación del otrora Congre-
so Nacional. Ya se rumoraba insistentemente en los pasillos del Congreso que
iba a haber una corrida bancaria. El nerviosismo iba en aumento. La CONAIE
y nosotros dialogando con el gobierno, también por separado con los militares.
En medio de esa difícil situación empezamos a presionar para que el Parlamen-
to Nacional, mediante ley, financie el Programa Rural de Vivienda. Era muy
oportuna la estrategia diseñada, conversaciones iban y venían. Ejercíamos pre-
sión sobre el Ministerio de la Vivienda, sobre el propio Gobierno central.

Por último, acudimos a las bases. Movilizaciones a Quito y Guayaquil. El pro-


grama existía, estaba creado e implementado, solo faltaba el recurso del presu-
puesto. Volvimos locos a las autoridades del Ministerio y del Gobierno, que a
cada momento maldecían a Alarcón por haber implementado ese programa sin
el respectivo financiamiento.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 93
La prensa nacional informaba los acontecimientos. La presión de las comu-
nidades en las oficinas provinciales del MIDUVI era asfixiante. Las autori-
dades querían controlar con el cuento. Ya era tarde. Las bases del movimien-
to estábamos encima de ellos. Tenían graves problemas y contradicciones
entre los grupos oligárquicos y dominantes “medio dueños del país”. Sintie-
ron de cerca la peligrosa unidad que se estaba forjando entre el Movimiento
Montuvio de la costa y la CONAIE. Empezaron a prestarnos más atención y
a sentir la necesidad de satisfacer la demanda del Movimiento Montuvio
Solidaridad. Conmigo era imposible, como lo fue siempre, lograr acuerdos
de tipo personal, por lo que tuvieron que ceder a nuestra demanda, lo cual
fue otro gran triunfo complementario logrado por la lucha de todas las ba-
ses y dirigencias del movimiento montuvio. Las calles, plazas y parques de
nuestros cantones en Los Ríos, Guayas y sur de Manabí fueron escenarios de
lucha y exigencia por la conquista de este programa para beneficio de los más
necesitados.

Al final, después de mucho trajinar y presionar, se logró el triunfo. El go-


bierno de Mahuad financió el Programa Rural de Vivienda. Comenzó la eje-
cución por parte del Ministerio y empezaron a llegar los materiales a nues-
tros pueblos y recintos. Fue realmente emocionante ver a las montuvias
angustiadas y felices al mismo tiempo, recibiendo a los técnicos del Miduvi
que les traían los materiales, hierro, cemento, bloques, zinc, suficientes para
construir una modesta villa de 6 x 7, la que los montuvios luego ampliaron,
armaron balcones y muchos hasta construyeron otra planta. Era su contra-
parte, lo que prueba que los pobres solo necesitan un apoyo inicial, el resto
lo hacen ellos.

Yo presencié a las montuvias corriendo sorprendidas de un lado para otro,


en total anarquía, pero con la alegría de haber triunfado en su lucha y logra-
do el objetivo. En las tardes de sol y de campo alegre, se destapaban las bie-
las, se prendía la música y se celebraba la conquista. La alegría era inmensa.
Muchas personas no lo podían creer. Era gente que nunca había tenido una
vivienda digna, gente humilde de los recintos olvidados por el Estado. Mu-
chos vivían en chozas de guadua y cadi, sin la mínima seguridad. Estaban
contentos, terminábamos con caña y aguado de pato en la madrugada. Solo
la noche y la luna llena fueron muchas veces testigos de esa alegría desbor-
dante de mi gente montuvia feliz y orgullosa de su conquista.

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94 DIGNIDAD MONTUVIA
Se construyeron las primeras seis mil casas, de un total de diez mil, en las
provincias de Guayas, Los Ríos y en Paján (Manabí). En ese tiempo, Santa
Elena era cantón del Guayas, donde también llegaron los materiales para
construir las casas: hierro, cemento, bloques, zinc. Obviamente, después de
este nuevo triunfo aparecieron, como ya era costumbre, los conocidos
avivatos que negociaban las casas en contubernio con algún acomedido bu-
rócrata del MIDUVI. Hicieron su agosto y estafaron a gente ingenua que, al
no saber ni conocer la lucha, ignoraban que el número de casas era limitado
para ese año. Pero salvo estas picardías propias de esa mala idiosincrasia, el
programa fue un impacto en la población montuvia, que una vez más pudo
comprobar que su lucha tenía resultados, que valía la pena, que era el único
camino que quedaba para ir poco a poco resolviendo sus problemas.

Creció la fe en la organización, en el movimiento montuvio y en su diri-


gencia. La lucha estaba de a poco resolviendo los problemas de la gente. Se
había iniciado el proceso montuvio. Nos habíamos ganado el respeto, la es-
tima, la confianza, la credibilidad y el amor del pueblo montuvio del litoral.
Así comenzó el proceso, con asistencialismo, pero sabíamos dónde estaba el
horizonte, jamás lo perdimos de vista. Debo mencionar el hecho de que ya se
estaba tomando la decisión de romper y radicalizar la lucha contra el
gobierno de Mahuad, que a estas alturas se había convertido en un estorbo
peligroso para las propias oligarquías en el poder.

Indiscutiblemente, la conquista del Programa Rural de Vivienda, lograda en


el gobierno de Alarcón, pero ejecutada en el de Mahuad, fue un triunfo im-
portante para los montuvios, y una estrategia del gobierno para separarnos
de los indígenas creyendo que me podían comprar, lo cual intentaron, pero
jamás pudieron, ni nunca nadie pudo, porque los montuvios somos gente de
honor, de compromiso, nuestra conciencia no se alquila ni se vende. Ya
llevaba, a esa fecha, ocho años conduciendo a mi pueblo, por eso creían en
mí. Al final, lo logramos. Eran casas de hormigón, de bloques, con pilares de
hierro y cemento, con techo de zinc, casitas dignas comparadas con las de
guadua y cadi, que en esa época existían en nuestra campiña.

La gente estuvo muy contenta con su lucha y con la conducción correcta del
proceso. Estaban convencidos de que solo luchando podrían salir de la mi-
seria en que se encontraban, de la discriminación en la que estaban someti-
das y humilladas. Ahora creían más en la organización. Eran vencedores y

DIGNIDAD MONTUVIA
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triunfadores. Tres conquistas seguidas eran una muestra de aquello: la Ley
de Condonación, el Programa de Semillas y ahora el Programa de Vivienda
Rural. Vencieron lo que parecía imposible. El proceso montuvio había em-
pezado, difícilmente podría detenerse o dividirse o diluirse, sencillamente
no, porque estaba construido con esa magia que produce el amor, la verdad
y los triunfos.

Los sueños estaban profundamente sembrados. La dignidad había sido re-


cuperada y eso era un poderoso aditivo que fortalecía la mente y el espíritu.
Esta tercera conquista, igual que las dos anteriores, nuevamente fue un lo-
gro de la lucha del movimiento montuvio bajo nuestra conducción.

Los indígenas de la CONAIE y de la institución técnica Conpladein se que-


daron perplejos en medio camino, con todos sus técnicos, un montón de lí-
deres, presupuesto y una trayectoria brillante no lograron concretar su pro-
yecto de vivienda. Mientras ellos caminaban, nosotros corríamos; mientras
ellos esperaban el financiamiento del BM o del BID, nosotros con ayuda del
Congreso, del diputado Fernando Rosero, lo financiamos con recursos del
Estado, recursos que financiaron el arranque de este Programa de Vivienda
Rural, de gran importancia para el país, que hasta hoy perdura y al que el
gobierno de Correa le puso énfasis. Desde esta conquista montuvia se eje-
cutó el Primer Programa de Vivienda Rural en el país.

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96 DIGNIDAD MONTUVIA
21 DE ENERO DEL 2000,
LA CAÍDA DEL PRESIDENTE MAHUAD

La situación política era insostenible. Mahuad fue la gota que derramó la


tinapa. Favoreció a los empresarios con la famosa dolarización y decretó el
asalto bancario más grande de la historia del país. Los ecuatorianos se fue-
ron a la quiebra, los pequeños y medianos negocios liquidaron, más de dos
millones de ecuatorianos escaparon del país; del agro ni para qué comentar,
total abandono, salvo la alegría de las casitas en poquísimos lugares pun-
tuales por donde andábamos.

El resto era tristeza. La desesperación reinaba, la gente seguía emigrando, las


comunidades empezaban a acudir masivamente a nuestra organización.
Éramos una válvula de escape. Se integraban a ella a cambio de nada. Nun-
ca les ofrecíamos nada, absolutamente nada que no sea dirección en la lu-
cha, no traicionarlos ni abandonarlos. Solo eso ofrecíamos: lucha y lealtad al
pueblo, conducirlos correctamente a la victoria. Jamás fuimos clientelares,
por eso existimos en el tiempo y en el espacio con esa fortaleza propia de los
pueblos indomables y rebeldes por naturaleza.

Aquí recuerdo una frase parecida a la de Gaitán que utilicé en esos tiempos:
“Sígannos en la lucha. Acompáñennos en el esfuerzo. Si los traiciono, qué-
mennos”. La situación política empeoraba cada día. Las oligarquías tenían
que hacer alguna maniobra antes de que las cosas se les vayan de su control.
Mahuad era el blanco de las protestas, su cabeza tenía que rodar. Eso tran-
quilizaría al pueblo. Había que oxigenar la crisis. ¿Qué más podían hacer?

La agitación era tremendamente incontrolable, así que desde todos los me-
dios crearon las condiciones propicias para rodar la cabeza del gran tonto
útil, del que “sí sabía”. La dirigencia montuvia en todas las provincias empe-
zó a movilizarse y consultar con las comunidades si estábamos dispuestos a
luchar juntos con el movimiento indígena para derrocar al gobierno de

DIGNIDAD MONTUVIA
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Mahuad, sin importar los peligros y los riesgos que ello significaba, sin des-
cartar la posibilidad de fallar en el intento, lo cual significaría persecución,
cárcel, o lo peor para la dirigencia. Sabíamos con certeza la existencia de
bandas paramilitares que estaban armadas en Guayaquil.

Recuerdo una anécdota en que un jefe policial me dio protección con varios
agentes en la Sociedad de Carpinteros, frente a una escalada de crímenes que
podían perpetrarse en la ciudad con el ánimo de caldear el ambiente. Dos
semanas vimos a los agentes policiales, a la tercera semana los sustituyeron
paramilitares con armas gruesas de asalto. Pese a ello, las bases y los
dirigentes con valentía y coraje aceptaron el reto y asumían toda la
responsabilidad de luchar hasta el final, sin dar un solo paso atrás. Este, sin
dudas, era nuestro primer serio compromiso de involucrarnos en un
derrocamiento popular cívico-militar, donde el pueblo montuvio asumía la
responsabilidad total de las acciones en las carreteras de la costa.

Tal como lo confirmó la concentración del pueblo montuvio realizada en


Santa Lucía, el 7 de diciembre del 2000, ante más de 10 mil montuvios,
venidos de todos los cantones y provincias del litoral, donde estuvieron pre-
sentes los dirigentes de la CONAIE y los sapos de la seguridad del Estado, en
la que públicamente se dieron 45 días de plazo al gobierno de Mahuad. Así
lo difundieron los principales medios del país en grandes titulares, 45 días
que exactamente se cumplieron el 21 de enero.

Siempre recuerdo este acontecimiento porque me salió un discurso conmo-


vedor, de esos que aflojan el alma; en pleno sol canicular hubo mucha gente
conmovida con lágrimas en los ojos. A mí siempre me conmovió la pobreza,
el dolor de ser pobre. Indudablemente, ya en esta época éramos lo mejorcito
organizado que había en el litoral, empezábamos a visibilizarnos, a dejar
atrás la invisibilidad y la indiferencia.

La prensa informaba en grandes titulares nuestras acciones. Éramos los


protagonistas en la lucha del agro costeño y estábamos ganándonos su re-
presentatividad. Éramos el liderazgo que habían estado esperando. Todo lo
demás era un cuento de organizaciones de membrete, como hasta ahora lo
es, a excepción del SSC que luchaba con nosotros. Desde la ciudad, llovían
los pronunciamientos de dirigentes parlantes; a la hora de la verdad no apa-
recían con nadie. Estábamos más solos que nunca. Las organizaciones de

l
98 DIGNIDAD MONTUVIA
estudiantes y comerciantes hacían esporádicas y modestas movilizaciones en
Guayaquil. En el campo costeño no pasaba nada.

La CONAIE había sectarizado la lucha en la sierra. Me consta haber visto en


Quito a los del MPD, a los trabajadores, queriendo integrarse a las acciones,
pero el movimiento indígena fue muy sectario y excluyente. Además, si ellos
no organizaron sus bases era porque no querían; si no las sacaron a las ca-
lles fue porque no lo quisieron hacer. Nada se los prohibía. A ellos también
los consumía el sectarismo.

Para luchar por el pueblo no hay que pedirle permiso a nadie. Asumimos
nuestra responsabilidad de luchar y así lo hicimos, le gustase o no a los otros.
Lo que nos importaba era el pueblo y pare de contar. Nosotros, con el tiempo,
habíamos adquirido una experiencia muy buena en ese sentido y es lo que
siempre practicamos, incluso en el periodo de la revolución ciudadana, en
donde nos discriminaban y nos excluían, pero ahí seguíamos, porque la lucha
por los cambios también era nuestra, hasta que la gente se cansó del
desprecio.

Así que en esas condiciones le correspondió a Carlos Moyano, Raúl Morán, el


Chino Muñoz, Jorgito Goya, Tomasa Morán, Mariana Vergara, Jacinta Mora-
les, Vitelio Vera, Tomás Villamar, de Vinces; Juan Rivas, Manuel Zamora, Elías
Olvera, Gloria Zamora, Rufo Martillo, Sergio Delgado, de Palizada; a Nicolás
Infante, Rosa Acosta y Jobo Acosta, de Baba, cerrar la vía principal de la Pana-
mericana a la altura de Puebloviejo; a Miguel Vera, Antonio Chávez, de Palen-
que, les correspondía salir a cerrar la carretera principal en la entrada de Santa
Martha; a veces terminaban cerrando en Palestina.

Para suerte nuestra, los tres pueblos más organizados de la provincia de Los
Ríos no estaban en la Panamericana o la vía principal, pero eso nunca fue un li-
mitante para ellos. Eran montuvios y montuvias muy valientes aquellos: Henry
Peña, Temístocles Ortega, Emma Contreras, de Ventanas; el obispo anglicano
Vicente Valero, de Quevedo; Lucho Laiedra, Grimanesa e Irlanda, de Pueblo-
viejo; César Delatorre y los mocacheños con Buenaño a la cabeza, hombres y
mujeres valientes de nuestro campo fluminense que se encargaron de cerrar las
carreteras desde la madrugada del lunes 17 de enero.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 99
De igual manera, los líderes y bases de los cantones del Guayas sobre quienes
recayó esa enorme responsabilidad de paralizar las carreteras de nuestra
provincia. ¡Cómo no recordar a Charlie Guevara, Santana, Manuel Chóez,
Lalo y su esposa Florvia Cedeño en el Empalme, donde su alcalde Zenón
Chica apoyó y participó en el cierre de carreteras de ese cantón!

Los bravos de Balzar: Melquiades Arana, Policarpio, Máximo Ibarra, Kleber


Jama, José Alcívar, Juan Alcívar, Stalin Arteaga, Madero Arreaga, Pedro
García, Néstor Castro, Máximo Ibarra, Jacinto Araujo, Wacho Castro, Emilio
González y otros tantos líderes de ese pueblo, cuyo coraje estuvo ahí presente
para cumplir su deber.

De Colimes: Eduardo Cedeño, Bruno Párraga, Evaristo Quinto, su hija Jen-


ny y tantos valientes de ese pueblo que mi memoria hoy olvida. De Palestina:
Gonzalito Vera, Julio Morante, Telmo Romo, Lady Mosquera, Sonia Suárez
y mucha gente maravillosa y brava que en cumplimiento del deber abando-
naron todo por sostener los cinco días de lucha en la Y de Palestina-Vinces.

Los montuvios de Santa Lucía, con Oswaldo Mosquera a la cabeza, Dennis


Quinto, Elizabeth Segura, el Chino Pepe, Pantaleón, Isabel Mosquera,
Pancho Goya, Quintana, de Picadura; así como Alexandra Alvarado y Felipe
Romero, de Daule; hombres y mujeres que sostuvieron la lucha en las
carreteras de la costa por derrocar a un gobierno que nos había robado la
esperanza, nos había robado todo.

Los diarios del país y de las provincias hacían conocer en grandes titulares
la participación del Movimiento Montuvio Solidaridad, en el cierre de ca-
rreteras que se dio en la costa. Los montuvios de Daule; de Nobol: Narciso
Rosado, Chela y su esposo, y Dominga Torres; de Pedro Carbo: Pablo Martí-
nez y Segundo Briones; Terencio Chóez y su esposa, en Isidro Ayora, junto a
la querida Olguita Alvarado, fueron un importante aporte en la dirección de
esta lucha por ese sector del carretero a Manabí, que permaneció en anar-
quía durante los cinco días que duró el cierre de la vía en el sitio Colimes de
Paján, con su líder, una mujer ejemplar en el pueblo montuvio de Manabí,
doña Paulina Matute, incansable luchadora de ese sector sur de Manabí,
quien durante 15 años combatió contra los enemigos externos e internos de
ese sector. ¡Cómo no recordar a Paulina y su esposo!, luchadores de la causa
montuvia; a la compañera Luzmila Gutiérrez y tantos más. Recuerdo

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100 DIGNIDAD MONTUVIA
a Artemio Quinde, al viejo Gallo; a Arsenio Parrales, de 24 de Mayo; a los
montuvios de Las Maravillas; César Constante, de Cascol; y tantos otros
importantes líderes del sur de Manabí.

Después de una ardua lucha y movilizaciones que se cumplían en todo el país,


el Movimiento Montuvio Solidaridad fue protagónico en la costa, ninguna
otra organización costeña participó. Hace décadas que estaban inactivas, al
menos no se las vio nunca más luchando en las calles ni en las carreteras,
hasta que en el 2006 fueron resucitadas gracias al apoyo de Correa, quien las
necesitaba para sus fines, igual a los partidos de izquierda. Esto lo
expresamos con respeto, sin ánimo de incomodar, pero es absolutamente la
verdad, a excepción del SSC que estuvo activo y luchando todo el tiempo.

Los líderes montuvios que nos encontrábamos en Quito representando al mo-


vimiento, fuimos con Antonio Vargas y la dirigencia del levantamiento a reu-
nirnos con el Alto Mando Militar. Este hecho fue público en los noticieros. Los
generales nos expresaron su voluntad de no reprimir, nos garantizaron aquello.
No había la menor duda de que a Mahuad nadie lo defendería. Si aguantábamos
hasta el viernes 21, Mahuad se caía, era nuestra reflexión. Los generales tuvie-
ron la misma actitud en el derrocamiento del “loco que ama”, por lo tanto, su
palabra era confiable, la suerte de Mahuad estaba echada.

Antonio y la CONAIE eran claves para ese propósito. El pueblo de Quito no


participó en las movilizaciones, solo los dirigentes y pare de contar. Incluso,
había dirigentes de esos que hablan a nombre de todos y de nadie. Definiti-
vamente, el levantamiento era indígena y montuvio en la costa, hecho que la
prensa, especialmente los diarios de Guayaquil, resaltaron todos los días en
grandes titulares. Ahí estaba el Movimiento Montuvio Solidaridad.

Pero la prensa quiteña a toda costa trataba de invisibilizar la presencia en


Quito de los dirigentes montuvios conmigo al frente. Querían hacer apare-
cer como que la lucha era solo de los indígenas. Además, había tanto figurete
y dirigentes pantallas que a codazos querían aparecer en los medios al lado
de los líderes indígenas, aunque orgánicamente no aportaron nada, eran los
mismos fulanitos y zutanitas de siempre que hablando bonito aportaban muy
poco. Allí conocí a Fernando Villavicencio, Napoleón Saltos, Marcelo Larrea,
Kléber Jiménez y otros. Recuerdo que hasta nuestras movilizaciones en los
cantones de la costa, que eran las únicas que existían, avivatos

DIGNIDAD MONTUVIA
l 101
presentes en Quito se las endilgaban como propias de sus organizaciones
fantasmas, por supuesto que nuestra aclaración inmediata y pública se ha-
cía escuchar, especialmente las de Cecilia y Vicente Valero, quienes siempre
indignados reclamaban por ese plagio.

Días antes, Jorge Moreno se había reunido con nosotros. Nos hizo conocer
algunos pormenores de la situación y algunas propuestas que hicimos pro-
pias, como la conformación de un Consejo de Gobierno temporal, integrado
por un militar, un indígena y un representante de la costa, representante que
debía proponerlo el Movimiento Montuvio Solidaridad; propuesta que
inicialmente tuvo resistencia, pero eran nuestros montuvios los que estaban
peleando en las carreteras y nos habíamos ganado ese derecho.

Llegaba el tan esperado viernes 21 de enero. La tarde anterior, día jueves, con
miles de indígenas cercamos el Congreso, desalojamos a los diputados,
tomamos la Corte, la Contraloría, etc. No había marcha atrás.

Instalamos el parlamento popular en pleno Congreso. Nos preparamos para el


golpe final. Tenían que llegar los militares con Lucio a la cabeza. Algo pasaba,
estaban retrasados. Hubo el contacto con ellos. El coronel con un grupo de ofi-
ciales dieron su palabra de que amanecerían el día viernes 21 en el Congreso y
luego nos dirigiríamos a Carondelet, como efectivamente sucedió.

De nuestra parte, ofrecimos endurecer las movilizaciones y cierres de carre-


teras en la costa. En ese momento se concretó la propuesta del triunvirato.
Fuimos nosotros por la costa y en representación del Movimiento Montuvio
quienes propusimos y exigimos al braveo para que sea miembro del triunvi-
rato Carlos Solórzano Constantine. Ni siquiera habíamos hablado con él, es
más, ni siquiera este sabía que nosotros éramos los proponentes de su nom-
bre, pero ¿quién más tenía autoridad moral para proponer al representante
de la costa? Obvio que éramos nosotros, los que estábamos peleando en las
carreteras y Antonio Vargas así lo reconocía.

Un conocido periodista de Radio Morena, Victor Hugo Poveda, en esa época buen
amigo nuestro, fue testigo de aquello y de los hechos que se dieron en torno a esta
candidatura de Carlos Solórzano Constantine. Coincidentemente, el periodista estuvo
presente en Quito, alojado en el mismo hotel que nosotros, por lo que cruzamos
información y criterios al respecto. Irremediablemente, el golpe cívico-militar se
daría al amanecer del viernes 21 de enero.

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102 DIGNIDAD MONTUVIA
Efectivamente, esa mañana, con apoyo de los militares nos tomamos el Con-
greso. Se armó la bronca e instalamos el Parlamento de los Pueblos desde la
mañana. Yo propuse a los 12 montuvios que estaban conmigo y los oficialicé
como parlamentarios del Movimiento Montuvio en representación de las
provincias de la costa, a la cabeza Cecilia Castro. Siempre confié en las mu-
jeres. A muchos dirigentes no les gustaba esto, pero yo seguí creyendo en las
mujeres; aunque después comprobé de manera reiterada, que por su condi-
ción de montuvias guapas, emocionalmente inestables, sin experiencia y a
falta de un sólido criterio político, eran presa fácil de la manipulación.

Así que dejé en su curul a los 12 representantes del pueblo montuvio y me


dediqué a explorar y reconocer el terreno en donde se desarrollarían los
acontecimientos. Era mi responsabilidad cuidar a todos mis compañeros,
especialmente a la única montuvia que por insistencia mía, se había atrevi-
do a participar en Quito. Recordemos que el país ya estaba convulsionado
desde varios meses atrás. Se rumoraba “que en la madrugada del 21 habría
ataques, que Lucio había traicionado, que estábamos solos, que en la noche
los militares tomarían por asalto el Congreso, etc.”

Las tensiones que se vivieron en esas horas fueron realmente críticas. Esa
madrugada, regresando del Palacio, caminamos por las frías calles de Qui-
to, con Cecilia y el compañero quiteño Ricardo Romero, de muy grata recor-
dación en el pueblo montuvio, quien a estas alturas se había convertido en
nuestro protector y guía. Esa noche, Cecilia y yo no dormimos. Nos ama-
necimos comunicándonos con los líderes de la costa. La información era
alentadora, estaban dispuestos a todo. Nadie había claudicado.

Por el contrario, Evaristo Quinto, su hija Jenny y toda la gente de Relicario


de Colimes, tenían cerrada totalmente la vía. Estaban contagiados de fervor
y patriotismo. Evaristo y su gente se portaron a la altura de las circunstan-
cias. La comunicación que mantuvimos con la dirigencia montuvia en la
paralización fue oportuna y eficiente, lo que garantizó la efectividad en las
acciones. Todos los principales carreteros de la costa centro permanecían
cerrados por nuestros compañeros.

Hay un hecho que no podemos dejar de narrar, que aconteció tres días antes,
cuando unos emisarios del gobierno nos llamaron a una reunión y nos
ofrecieron un fideicomiso por un millón de dólares para el movimiento

DIGNIDAD MONTUVIA
l 103
montuvio si es que levantábamos las movilizaciones y paralizaciones en la
costa. Querían dar la imagen de un paro exclusivamente indígena, esa era la
condición; estaban tratando de salvar lo insalvable.

Cecilia, Vicente Valero y los demás compañeros conocieron directamente de


mí esta información y lo primero que se nos ocurrió a todos fue reírnos a
diente pelado, porque nunca antes habían puesto precio a nuestra concien-
cia, lo que significaba que nos empezaban a visibilizar como un importante
sector popular determinante en esta acción. Jamás a ninguno de los presen-
tes se le ocurrió hacer alguna sugerencia al respecto, más bien la reacción fue
de coraje e indignación pues nos habían visto la cara de traidores o de
pendejos y no éramos ni lo uno ni lo otro.

Por el contrario, estábamos muy entusiasmados y decididos a llegar hasta el


final, ya que nuestra gente había respondido. Esa misma noche, personal-
mente rechacé la propuesta. Los montuvios con sus dirigentes se habían pa-
rado responsablemente en las carreteras. Sabíamos que esto iba a catapul-
tar al Movimiento Montuvio a la palestra y al liderazgo indiscutible en la
costa. Eso era lo que buscábamos. Se estaba cumpliendo el objetivo principal.
La gente en las cabeceras cantonales, a través de la televisión, observaba los
acontecimientos que se estaban dando en los alrededores y al interior del ex
Congreso, así como en las carreteras del país. Emocionados, sacaban sus 38
y celebraban alborozados cada movimiento o cada aparición de los
montuvios en las pantallas. Esa era la algarabía y el clamor generalizado en
las poblaciones de la costa: “Que Mahuad se vaya y punto”.

Indios y montuvios lo estaban derrocando, aunque detrás de todo nuestro


esfuerzo estaban las maniobras de las oligarquías, con León a la cabeza. El
proceso continuó su maduración. La madrugada del 21 de enero fue de
mucha tensión en el país y especialmente en Quito, donde se estaban de-
sarrollando los acontecimientos. Recuerdo una llamada de Henry Peña y
Temístocles Ortega, encargados de las acciones en Ventanas, comunicándo-
nos que estaban listos para la dura jornada de ese día. Yo personalmente no
estaba muy entusiasta porque se corrían rumores sobre las conversaciones
que se habrían estado tejiendo durante toda la tarde y noche, a través de
Pancho Huerta y el Alto Mando Militar.

l
104 DIGNIDAD MONTUVIA
Impostergablemente, el relevo de Mahuad se tenía que dar, su cabeza tenía
que rodar, era el sacrificado por la partidocracia y las oligarquías de mi país,
pero el triunvirato propuesto sería pasajero. Eso era lo que se rumoraba.
Recuerdo a Jorge Moreno haciendo un análisis sobre esta situación en la
habitación del hotel donde estábamos hospedados. Las cosas estaban claras
desde hace días atrás. Alguien de los militares tendría que traicionar. Noboa
sucedería a Mahuad. Aquello ya no estaba a nuestro alcance. Para nosotros
era un suicidio denunciar el tongo, como lo recomendaba Jorge. Tampoco
había otra opción, así que el objetivo de derrocar a Mahuad se cumpliría sin
lugar a dudas. El resto del final de la historia era un hecho consumado.

Conversamos con Antonio. Este aseguró que Mahuad se iría y coincidió con
nosotros en que el resto era complicado y dependía de muchos factores.
Indudablemente, en esto estaba participando el viejo León, quien estaba
moviendo los hilos en el Alto Mando, tal como sucedió luego con la caída de
Lucio. Al final de la hora, Mahuad se fue y abandonó Carondelet. Junto con
el pueblo nos dirigimos hacia el palacio en una marcha multitudinaria. El
pueblo de Quito recién ahí se integró y salió a las calles.

Ricardo, Cecilia, Valero y yo, al lado de Antonio, Ucuango y Yuco, encabeza-


mos la marcha. Habíamos vencido. Se acabó el gobierno del que “sí sabía”.
Para Cecilia, los que nos acompañaban y para mí se estaba acabando nues-
tra larga jornada en Quito. Grandes eventos, anécdotas y gratos recuerdos
que sucedieron a la par con la lucha que se resisten a ser olvidados; por eso
amamos y valoramos la lucha del pueblo montuvio, el sacrificio de sus diri-
gentes y bases. Por eso nunca los traicioné, nunca los abandoné, nunca los
utilicé, nunca los vendí, jamás claudiqué en una lucha con ellos. Tengo la
suerte de poder decir esto. No todos la tienen.

Lucio renunció al triunvirato y delegó el mando a su superior. Allí estuvo la equivoca-


ción o la salida que tanto temíamos y el final del episodio que vivió la patria en
esos conflictivos días. Nos recostamos agotados a las 02h00 de la madrugada del
sábado para descansar un poco. Estaba gobernando el triunvirato. Luego de dos horas
prendimos la televisión y Gustavo Noboa era presidente de la República. No nos
sorprendió la noticia; ese cambio nos cogió dormidos, presas del cansancio de más de
15 malas noches seguidas con reuniones hasta la madrugada y todo el día participando
en la Asamblea Popular de los Pueblos, solo desestresados por el “corazón espina’o”
de Santana, que se escuchaba desde las casas comerciales de la 10 de Agosto.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 105
Realmente fueron jornadas agotadoras las que se dieron en Quito, pero esa
es otra historia que contar, porque las que se dieron en los cantones de la
costa fueron de sacrificio y mucha voluntad. Nuestra gente estaba empode-
rada y decidida a llegar hasta el final de la pelea. Los montuvios contaron con
el apoyo de la población urbana que salió solidariamente a las calles a
respaldar y comentar la lucha. Los hechos fueron de tal magnitud que los
compañeros de Baba con Nicolás Infante a la cabeza, recién desalojaron el
Municipio el domingo 23 en la mañana porque no estaban bien enterados de
que todo había terminado ya. Al amanecer del sábado, la comisión que estaba
en Quito también se puso a buen recaudo por las dudas y perdimos contacto
telefónico. Parecería un chiste, pero así sucedió en realidad. Por
equivocación, Cecilia, Valero, el balzareño y yo fuimos a parar a una finca
detrás del Pichincha, donde ni la señal de radio entraba.

Evaristo Quinto y su gente fueron duros puntales en la lucha de los canto-


nes de Colimes y Palestina, que se vieron reforzados por la presencia de los
montuvios de Palenque, los que al mando de Antonio Chávez y Miguel Vera
dieron dura pelea en la tierra del héroe liberal Crispín Cerezo.

Gonzalito Vera, incansable luchador, lleno de entusiasmo como siempre, es-


tuvo al mando de los grupos en esa carretera. Fue una gran pena que años
después, la muerte lo sorprendería en el mar de confusiones que vivía la
dirigencia montuvia, producto de la influencia del Gobierno que causaba las
deserciones, donde afloraban el odio, los resentimientos, la manipulación, el
deseo de hacer daño, pero nunca pudieron destruir el cariño, la solidaridad
y el respeto que existía entre Gonzalo y yo, compañero de lucha, verdadero
hermano del alma. Algún día lo volveremos a encontrar en ese lugar donde
vamos todos y le daremos el homenaje que en vida no le pudimos dar.

Cuando recuerdo a Gonzalo, también recuerdo a Harold, de Palestina, en


cuyo negocio pasábamos horas pensando qué hacer. Era un hombre solida-
rio con la lucha montuvia, nos facilitaba el teléfono, compartía su almuerzo
con nosotros, apoyaba las movilizaciones de Gonzalito, en fin, era un buen
amigo de la causa.

A estas alturas de la lucha, el Movimiento Montuvio se consolidó en la costa


como un digno referente de la región. La lucha política dio prestigio a la
organización. Se abrieron espacios para hacer conocer la existencia de un

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106 DIGNIDAD MONTUVIA
pueblo excluido, discriminado e invisibilizado por el poder y por la propia
sociedad, que les hacía avergonzarse de su identidad y su historia, prejui-
cios establecidos e impuestos por el sistema a través de la manipulación y la
discriminación.

A toda costa pretendían hacernos olvidar nuestro glorioso pasado revolu-


cionario junto a los Alfaro, Flavio y Medardo, Manuel Serrano, Pedro J.
Montero, Ulpiano Páez, Nicolás Infante, Crispín Cerezo, María Gamarra, la
Crnela. Filomena Chávez, Juan Aroca Decimavilla, Leopoldo Rugel, Carlos
Concha, Luis Vargas Torres, Dionisio Andrade, Plutarco Bowen, Juan Ma-
nuel Triviño y todos los comandantes de la revolución liberal.

Querían hacernos avergonzar de nuestra herencia revolucionaria de los


montoneros y chapulos, nos querían hacer olvidar que fuimos guerreros he-
roicos de don Eloy Alfaro. Quisieron hacernos olvidar nuestra estirpe gue-
rrera, por eso establecieron procesos de manipulación y dominación que
hasta ahora los vivimos, pero que gracias a la lucha de nuestro pueblo y a la
recuperación de la memoria histórica de Alfaro, que años después hizo Co-
rrea por conveniencia, recuperamos esa parte de la historia ocultada por las
oligarquías para hacernos olvidar nuestro pasado heroico, lleno de gloria,
porque siempre en el alma del pueblo montuvio Alfaro vivirá ¡carajo!, por
eso le temen y seguirán temiendo a ese despertar de dignidad, de justicia
social, sin explotación ni dependencia.

No fuimos parte de las componendas y reparticiones de puestos burocráti-


cos que se dieron después de la caída de Mahuad y del reconocimiento tácito
al gobierno de Noboa. Se repartieron puestos a diestra y siniestra. Había
intermediarios en Guayaquil que repartían eléctricas, telefónicas, aduanas,
etc. En Quito, alguien contestaba el teléfono y avalaba tal o cual petición;
eran los tiempos del post-levantamiento. Nos ofrecieron cuotas en todos los
sectores públicos, lo que elegantemente rechazábamos porque no era ese
nuestro objetivo.

Recuerdo un episodio cuando Antonio comentaba con Isabel Mosquera de


que “Lucho no quiere nada” y ella, para no molestar al indio, le dijo: “Bueno
pues, que me den la jefatura política de mi pueblo para un sobrino mío”,
ocurrencia de la cual todos nos reímos a diente pelado. Antonio cumplió su
palabra de darnos un espacio propio en las mesas de diálogo que estableció

DIGNIDAD MONTUVIA
l 107
el gobierno de Noboa. Eso era lo que queríamos y por eso habíamos pelea-
do dignamente. Eso era más que cualquier puestito burocrático para algún
posterior malagradecido.

Nuestro espacio se respetó y pudimos llevar nuestra propuesta a la mesa de


diálogos con Noboa. La mayoría de los líderes indígenas simpatizaban con
nosotros. Quien presidía estas mesas como vocero oficial del régimen era
nada menos que Pancho Huerta, el que aceptó la creación de una mesa
especial para el pueblo montuvio de la costa, con temas propios de nuestra
realidad. Era un buen comienzo para nosotros. Ese día decidimos cambiar la
historia de nuestro sector. Jorge Moreno, nos había sustentado con argu-
mentos sólidos, contundentes, históricos y en el marco del derecho interna-
cional y nacional la propuesta de crear un consejo de desarrollo similar al de
los pueblos indígenas, que ya veníamos analizando con Jorge, Gonzalito y
Castillo algunos meses atrás; lo que al comienzo nos pareció despropor-
cionado porque ni siquiera estábamos reconocidos legalmente, pero con el
tiempo fue tomando forma en nuestra mente. Lo habíamos analizado con
Jorge Moreno y Ricardo Romero y nos pareció que era ahora o nunca. Te-
níamos los argumentos, teníamos las comunidades, teníamos los cojones,
teníamos un proceso en construcción, debíamos hacerlo.

Así que esa noche, Moyano, Isabel, Cecilia, Gonzalito, Lucho Laiedra, Mo-
rante, Paulina, Ricardo, Otón, Irlanda, Grimanesa, el inolvidable Artemio
Quinde, Jorge Gallo —de Paján— y otros presentes en esa habitación, to-
mamos la decisión de cambiar la historia de nuestro pueblo, de asimilar el
ejemplo que nos estaban dando los indígenas con sus innumerables con-
quistas y más que todo con su dignidad. Esa noche alguien trajo una caña e
hicimos del cuartito de hotel nuestro lugar de reunión acostumbrado. Ana-
lizamos la situación hasta ese momento y vimos la posibilidad real de luchar
con todas nuestras fuerzas para crear un organismo similar al que tenían los
indígenas. Esa noche, Jorge Moreno lanzó la propuesta que a algunos les
pareció descabellada. Para mí era audaz y siempre la audacia fue nuestra
eterna compañera en la lucha.

Esa noche, en un hotelito modesto de la 10 de Agosto en Quito, hicimos el juramen-


to de rigor. Juramos por nuestras vidas, por nuestros cojones, que lo lograríamos,
que nadie pararía hasta alcanzar la victoria. Brindamos por ello y ahí nació el Con-
sejo de Desarrollo de los Pueblos Montuvios de la costa (CODEPMOC).

l
108 DIGNIDAD MONTUVIA
Lo tallé en la estructura mental de los líderes presentes. Lo fijamos en la mente.
Esa era la magia que siempre nos acompañó. Ahora había que proponerlo y
sustentarlo con todos los argumentos culturales, antropológicos, sociológicos,
históricos. No teníamos nada escrito, ni siquiera quién nos escriba. ¡Qué au-
dacia la nuestra! Ni siquiera estábamos reconocidos en la Constitución. Difícil
tarea, pero ya nada empezaba a ser imposible para nosotros.

Hicimos planes con quienes contábamos. Las mujeres siempre muy opti-
mistas hacían cálculos de todos los apoyos que tendríamos: “de la Casa de la
Cultura del Guayas, del patrimonio de no sé de qué, de las universidades,
etc.” ¡Qué entusiasmo le ponían nuestras compañeras! Al rato de la hora,
nadie en la costa apoyó. Ninguna institución quiso arriesgar por nosotros. A
los intelectuales de la costa que acudimos, timoratos nos negaron su apoyo.
No creían en nosotros. Esa era nuestra pobre sociedad ecuatoriana, derro-
tada, desalentada, mediocre, desmotivada, adorando ídolos de barro, con
excepciones, por supuesto.

Empezábamos a convencernos que estábamos solos en esta lucha y que así


sería por siempre. Solos nosotros contra el sistema, contra la sociedad, con-
tra el poder. Mientras los indígenas tenían quién les escriba, nosotros ni
siquiera quién nos escuche. El serrano con los indígenas construía poder y
espacios; el costeño timorato era incrédulo, muy egoísta, facilista, cómodo.
Lo primero que preguntaba era “¿cuánto hay?”. Así sigue todavía pregun-
tando con una carpeta bajo el brazo, por no atreverse a construir su propia
oportunidad, su propio espacio, por falta de creatividad y de imaginación.
Esa era su formación, nuestra penosa idiosincrasia. Lo vivimos en carne
propia y por sobre ello juramos conquistar ese espacio institucional del Es-
tado para emprender desde ahí nuestro desarrollo.

Sí que lo hicimos. Lo logramos con perseverancia, ganas, deseos, voluntad,


fortaleza física, mental y espiritual, templanza, carácter, cojones y una fe
absoluta e inquebrantable en la gente, en el pueblo montuvio, en el capital
social, el más importante de todos. El CODEPMOC estaba en nuestra es-
tructura mental, ese fue el compromiso y juramento que solemnizamos en
una modesta habitación de un pequeño hotelito de Quito, llamado Taurus,
antigua sede de la embajada norteamericana allá por los años 50, en la calle
10 de Agosto, mirando por la ventana al Ejido, sitio de la Hoguera Bárbara
donde inmolaron al gran Alfaro, sus hermanos y sus camaradas; sitio al que
más tarde, en la oscuridad de la noche y en la soledad del parque, fuimos

DIGNIDAD MONTUVIA
l 109
con Gonzalito Vera, acompañados de una Cristal, consagramos el juramen-
to con tanta emotividad que los dos lloramos de alegría porque sabíamos que
lo lograríamos y de rabia a la vez por la injusticia cometida, teniendo como
testigos la soledad del parque, la noche oscura de Quito y justo el sitio donde
inmolaron a nuestro viejo luchador.

A lo lejos, las luces de la 10 de Agosto nos jalaban regresar al hotel donde


estaba nuestra gente. Esa era la magia que siempre estuvo presente en la lu-
cha. Sabíamos que esta nueva cruzada era otro imposible más que sumába-
mos a nuestra importante lista de desafíos. Así construimos la historia con
mi hermano Gonzalo. Aún no entiendo con qué cuento lograron confundirlo
y apartarlo de nuestro lado. Él poseía una fortaleza espiritual impenetrable
en ese sentido, definitivamente la maldad es el demonio, separarlo fue obra
de un experimentado manipulador y una sociópata. Algún día nos
volveremos a ver y recordaremos estas anécdotas y vivencias juntos.

l
110 DIGNIDAD MONTUVIA
LUCHA POR EL CODEPMOC EN EL
GOBIERNO DEL PRESIDENTE NOBOA

Tras un año sentados en la mesa de diálogos con el gobierno de Noboa dis-


cutiendo la creación del CODEPMOC, no obtuvimos ningún resultado, tan
solo ofrecimientos incumplidos.

La CONAIE se entendió con el gobierno. Todo quedó tranquilo. En el fondo,


algunos dirigentes de la CONAIE no estuvieron jamás de acuerdo con la
propuesta del movimiento montuvio de crear el CODEPMOC, no estuvie-
ron dispuestos del todo a respaldar dicha propuesta. Frente a esa incómoda
posición, optamos por levantarnos de la mesa de diálogo. Teníamos la infor-
mación de que el gobierno tampoco estaría de acuerdo con nuestra propues-
ta, mucho menos las oligarquías de nuestra región, que equivocadamente
creían que nuestro desarrollo o lucha afectaría a sus grupos políticos —lo
cual no era verdad—, pero no querían repetir en la costa la historia de los
indígenas en la sierra.

Así nos lo revelaron funcionarios del gobierno de Noboa, quienes con buena
intención trataron que concentremos las propuestas en ayudas, programas
de capacitación, bonos, dádivas, etc., ya que según ellos eso era factible, no
así nuestro pedido, el cual consideraban justo pero demasiado ambicioso.

Muchas conversaciones al respecto se dieron con ministros, voceros del


gobierno y demás autoridades. A todos les parecía “justo” pero al mismo
tiempo imposible de cumplir por la presión que había desde alguna Cámara
de Guayaquil, como efectivamente sucedió. Así nos lo hizo conocer el go-
bernador del Guayas de apellido Martínez. Nuestra lucha frontal y radical
proyectaba una imagen de izquierdistas, marxista-leninistas, comunistas y
eso asustaba, lo cual tampoco era cierto, ya que nosotros no teníamos nin-
guna vinculación con esos partidos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 111
Nuestra formación venía de la lucha popular, de la calle, del monte, salvo una
corta relación con el MPD en la lucha con los agricultores, excelente relación
de la cual guardamos gratos recuerdos y amigos. Analizamos los mensajes
del gobierno, fueron noches interminables de análisis sobre el tema. Algunos
compañeros titubeaban y flaqueaban. Algunos se fueron, se retiraron de la
lucha. Querían anteponer sus aspiraciones personales y asegurarse puestitos
burocráticos en las negociaciones, incluso un Ministerio. Todo para ellos,
nada para la gente. Obviamente discreparon conmigo, pero la mayoría confió
en mí y en los resultados que hasta ese momento habíamos obtenido de la
bronca permanente.

Además, siempre les preguntaba tratando de hacer la reflexión colectiva:


¿Qué perdemos? Y siempre llegábamos a la misma conclusión: ¡Nada! En-
tonces entendíamos que sentarnos a una mesa de diálogo por un bono, una
semilla, una ayuda, un puestito, una migaja, etc., no era meritorio ni jus-
tificaba los esfuerzos que semanalmente hacíamos una gran cantidad de
dirigentes que viajábamos a Quito; contentarnos con migajas y bonos no era
nuestra práctica ni nuestro criterio. Así los hacía reflexionar, además de los
esfuerzos que hacían los líderes locales recorriendo todas las semanas los
pueblos y comunidades, informando y organizando la lucha.

Definitivamente, si queríamos cambiar la historia necesitábamos el CO-


DEPMOC. Esa sería la herramienta para desarrollarnos como pueblo y
garantizar la continuidad del proceso montuvio. El CODEPMOC era el po-
der del Estado entregado a las comunidades para que ellas desde su propia
experiencia y cosmovisión resuelvan sus problemas de pobreza en el agro.
Eso era todo lo que queríamos. Teniendo tierra estábamos viviendo en la
pobreza y hasta en la miseria.

Esto nunca lo entendieron los gobiernos. Solo queríamos romper el paradig-


ma de la explotación, la dependencia y el empobrecimiento. Eso era todo, así
que no había otra alternativa. O conquistábamos el CODEPMOC con la
lucha, o hasta allí llegaban nuestros sueños. Eran los terribles dilemas que
yo les dejaba planteados cada semana a la dirigencia montuvia.

Los lunes en la Sociedad de Carpinteros les inculcaba coraje, bravura, rebel-


día; apelaba al honor, a la dignidad, al deber, al compromiso y la responsabi-
lidad. Era una terapia directa a la mente, igual lo hacía en las comunidades,

l
112 DIGNIDAD MONTUVIA
parroquias y cantones que todos los fines de semana recorríamos. No había
la menor duda de que el pueblo montuvio había recuperado su dignidad. El
tigre dormido por largos años al fin había despertado y estaba levantado.

Los diálogos con el gobierno se hicieron eternos, rutinarios y monótonos.


Muchos dirigentes indígenas ocupaban espacios de administración en el
gobierno que al final no sirvieron para nada. A nosotros no nos interesaba
aquello y el tiempo nos dio la razón sobre este particular tema, por el cual yo
fui duramente cuestionado por oportunistas que se colaron dentro de la
organización esperando respaldo, para a nombre del movimiento montuvio
ocupar espacios públicos en los Ministerios, Banco de Fomento, etc.; posi-
ción de la que yo era muy tajante en ese sentido y siempre me negaba a aque-
llo porque los ofrecidos ni siquiera eran de la organización. Les importaba
un pito la suerte de nuestro pueblo. Ahí se degeneraba la lucha. No era por
puestos. La experiencia indígena era el mejor ejemplo.

Al final sucedió lo que ya habíamos previsto. El movimiento montuvio tomó


la decisión de romper los diálogos con Noboa. Fue una decisión inteligente,
planificada y trabajada con mucha anticipación. Recorrimos los cantones, las
provincias, realizamos concentraciones y movilizaciones por todas partes.
Creamos la conciencia necesaria para enfrentar una dura lucha por un
objetivo que realmente valía la pena. Los esfuerzos que se hacían se justi-
ficaban y nadie dudaba de que las acciones las pondríamos en marcha en
cualquier momento. La decisión estaba tomada.

En las tarimas siempre les preguntaba: “¿Qué tienen los indígenas que nos
hace falta a los montuvios para conquistar el CODEPMOC? ¿Cojones no ha
de ser?” La respuesta colectiva era bravura y coraje, cada pueblo era una
trinchera, un escenario para decidir y levantar la bronca. Nuestro pueblo
había recuperado su valor, su coraje y su temeridad. La bravura había vuelto
a la sangre, fue la confianza que sembramos.

La prensa cubría ruidosamente nuestra exigencia en las calles. Empezamos


a generar y ganar opinión pública. La prensa informaba de la lucha, los
montuvios y montuvias habían perdido el miedo, el temor al fracaso había
quedado atrás y habían recuperado su dignidad.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 113
Habíamos sembrado en su mente que el CODEPMOC era la solución a to-
dos los problemas que nos aquejaban, que las soluciones a nuestra pobreza
tenían que salir de nosotros mismos, desde nuestra propia realidad antro-
pológica, cultural, sociológica, psicológica, que necesitábamos ese pedacito
de Estado con recursos propios para crear nuestro modelo de desarrollo
desde una conceptualización y visión propia, desde un contexto cultural y
ambiental, respetando la cultura y posicionando la identidad.

El mejor ejemplo eran las anteriores luchas reivindicativas que habíamos


desarrollado y de las cuales, con constancia y firmeza, habíamos salido bien
parados. Yo me había convertido en el mejor vendedor de sueños del mundo.
Increíblemente, los pueblos lo comprendían y entendían perfectamente, es-
taban empoderados. Los había hecho soñar, habían recuperado la facultad
de hacerlo, empezaron a abrigar esperanzas de días mejores, confiaban en
mí. Creían en lo que yo les decía, en lo que sus dirigentes provinciales y
cantonales les transmitían. Creían en la dirigencia montuvia. Empezaba a
funcionar una poderosa conexión entre ellos y nosotros porque los dirigen-
tes parroquiales y cantonales eran los naturales conductores de las comu-
nidades, sin ellos no hubiésemos podido construir nada. Ellos amontonaban
a las masas y yo les prendía el espíritu, les echaba fuego, les encendía el alma.
Volvían a tener fe, a creer en su fuerza, en su unidad, en su organización. Ha-
bíamos pasado las pruebas, la condonación, las semillas, las viviendas, el de-
rrocamiento de Mahuad. Todo era verdad. Habíamos vencido los imposibles. Se
convencían y los convencían los hechos de que sí se podía luchar y ganar.

Pero siempre existía la envidia y los celos infantiles de caciques de la dirigen-


cia campesina. Incluso algunos alcaldes y políticos trataban a toda costa de
destruir esa unidad que se estaba forjando en el agro costeño porque tenían
temor a ese despertar montuvio —la típica cultura del mono. Visitaban expre-
samente los pueblos para desbaratar la organización y desde sus oficinas en
Guayaquil organizaban campañas de difamación contra el pueblo montuvio.
¡Qué vergüenza y pena recordar aquello! Felizmente, con el tiempo compren-
dieron nuestra lucha. Empezaron a ver con claridad las enormes posibilidades
que hay de vencer al sistema de exclusión diseñado para empobrecer al montu-
vio y enriquecer al intermediario.

La partidocracia local y los caciques de la zona empezaron a preocuparse por


este despertar colectivo de los montuvios. Yo los consolaba diciéndoles

l
114 DIGNIDAD MONTUVIA
que apenas éramos y somos el 10 % del sector rural del litoral. No había por
qué temer. Nunca afectaríamos a nadie. Por el contrario, la organización
ayudaría a resolver el problema de la pobreza; sin pobreza no habría delin-
cuencia, migraciones, drogas o sicariato. En realidad, solo eso queríamos:
desarrollarnos económicamente sin perjudicar ni incomodar a nadie, sin
quitarle nada a nadie.

El montuvio confiaba en nuestro liderazgo, en la dirigencia montuvia, en los


Carlos Moyano, Chino Muñoz, Nicolás Infante, Antonio Chávez, Miguel Vera,
Lucho Varas, Jorge Goya, Jacinta Morales, Paulina Matute, Bernardo Reyes,
Palermo Rivera, Jorge Gallo y José Morán —de Las Maravillas de Cascol—, los
Acosta, Emma Contreras, Cecilia, Luis Laiedra y sus hermanos, Isabel, Gonza-
lito Vera, Oswaldo Mosquera, Verónica de la Americana, Temístocles Ortega,
Irlanda, Henry Peña, Charlie Guevara, Pablo Martínez, Emilio, Melquiades
Arana, Evaristo, Bruno Párraga, Eduardo Cedeño, César de la Torre, Rufo Mar-
tillo, Juan Rivas, Alfredo Rizo, Raúl Morán y centenares de hombres y mujeres
líderes de sus comunidades, que hicieron posible desarrollar el proceso montu-
vio bajo la dirección y orientación correcta. Muchos se quedaron en el camino
ya que las confusiones, las limitaciones, los acosos y la persecución hicieron
claudicar a algunos importantes líderes.

La mayoría se envejeció en la lucha. Otros rindieron tributo a la vida y no lo-


graron ver los avances ni los logros obtenidos. Muchos de ellos no lograron
ver este supuesto corto y fallido cambio de época en América Latina, pero
contribuyeron en sus inicios a hacerlo posible, aportaron con su esfuerzo
para que el colectivo montuvio tenga un mejor criterio político de su
realidad, una mejor comprensión sobre los cambios que se deben hacer.

A todos ellos, de nuestra memoria jamás los olvidaremos. Vivirán eterna-


mente en nuestras mentes y en nuestros corazones. Jamás traicionaremos su
espíritu que siempre nos acompaña y en momentos difíciles nos empuja a
seguir adelante. Las fuerzas universales del cosmos nos acompañaron
siempre. Definitivamente, la maldad y la injusticia jamás podrán vencernos.
Esa es la magia del proceso montuvio.

Ya en este momento de la lucha, nadie ni nada la detendría. El pueblo mon-


tuvio estaba imparable. Arrancar ese pedacito de Estado al gobierno neo-
liberal de Noboa era una obsesión. La CONAIE se rehusó a apoyar nuestra

DIGNIDAD MONTUVIA
l 115
lucha. Era evidente que cierta dirigencia de la CONAIE no quería otro con-
sejo de desarrollo para los montuvios. Estaban pensando desde hace tiempo
incorporarnos al CODENPE de los indígenas y obviamente fortalecer con
nosotros su presencia en la costa. Esto no tenía nada de malo, pero nosotros
éramos una realidad cultural diferente, incluso geográfica, y no se puede
homogenizar la diversidad ni tampoco las soluciones, así que otra vez está-
bamos solos como al inicio.

Ya nos habíamos acostumbrado a luchar siempre solos. Nada nos detendría ya.
La decisión se estaba tomando en todos los cantones y provincias. La prensa así
lo hacía conocer en grandes titulares. La lucha había empezado. Alcaldes como
Lucho Palma y Bonifacio Morán, de Palestina y Vinces, respectivamente, muy
queridos por el pueblo montuvio, apoyaron incondicionalmente esta lucha de
nuestro pueblo en esa parte del Guayas y Los Ríos —con recursos y personal-
mente— por eso el pueblo los vuelve a elegir y los lleva en su corazón. Después
de los mencionados, no hubo más apoyo de burgomaestres. No comprendían
nuestra lucha y hasta ahora no la entienden.

Como ya lo habíamos previsto, la lucha era dura. Había mucha presión


contra Noboa para que no se cree el CODEPMOC. La partidocracia costeña
no quería repetir la historia de los indígenas en la sierra, así que aparente-
mente era una decisión irreversible tomada por Noboa. Se encendieron los
fuegos en las carreteras de los pueblos de El Empalme, Balzar, Palestina,
Santa Lucía, Colimes; simultáneamente, también en Los Ríos, Puebloviejo,
Ventanas; en Colimes de Paján. Todos los días paraban dos o tres cantones,
era una lucha diseñada para resistir. Gradualmente, se iban incrementando
los cierres de carreteras, tal como lo reportaba Ecuavisa en sus noticieros. Su
reportero Rolando Panchana le dio seguimiento a la lucha montuvia desde el
lugar de los hechos. Igual lo hizo diario El Universo y diario Expreso.

A más de eso, teníamos un as bajo la manga muy bien planificado: la huelga


de hambre propuesta por el Dr. Zenón Chica, ex alcalde de El Empalme,
quien ya estaba integrado de lleno en la lucha. Zenón fue un pilar funda-
mental en este inicio. Nunca dejaremos de reconocerlo. Su experiencia fue
un gran aporte que contribuyó al logro de la conquista.

Los diarios de Guayaquil y de las provincias de la costa daban a conocer en


grandes titulares la lucha montuvia desatada en los carreteros de la costa

l
116 DIGNIDAD MONTUVIA
por la creación del CODEPMOC. Miles de montuvios, hombres y mujeres de
Vinces, Baba, Palenque, Guare, La Isla, Catarama, se daban cita en la carre-
tera del cantón Puebloviejo, desde muy tempranas horas de la madrugada
para cerrar esa importante vía Panamericana que une Quito con Guayaquil.
Hermosas montuvias, valientes y dignas, como Emma Contreras, Jacinta
Morales, Rosa Acosta, Cecilia Castro y su hermana Zoila, Grimanesa, Ir-
landa, Carmen Rocafuerte, Rosa Blanca Manzaba, Ninfa Zarate y miles de
hombres y mujeres riosenses que dejaron bien sentada la presencia montuvia
en esta lucha desigual contra un gobierno indolente, cuyo vocero oficial, el
Dr. Marcelo Santos, secretario de la Administración Pública, pregonaba a los
cuatro vientos que “estaban midiendo fuerzas con el pueblo montuvio”.

Nada hizo quebrantar el ánimo y el espíritu rebelde de los orgullosos des-


cendientes de Nicolás Infante y de María Gamarra, que en ningún momento
dejaron su puesto de combate bajo la dirección acertada de Carlos Moyano,
el Chino Muñoz, Nicolás Infante, Antonio Chávez, Miguel Vera y los herma-
nos Laiedra, quienes junto a Benito Zarate, Urbano Alvarado, Lucho Varas,
Francisco, Ronquillo, Coronel y tantos líderes de Los Ríos, supieron enfren-
tar con rebeldía y coraje a una fuerza pública numerosa que, direccionada
desde el poder central, actuó con dureza reprimiendo brutalmente a muje-
res y niños que se encontraban en las carreteras.

Fueron dos semanas consecutivas de lucha y coraje expresados en esa ca-


rretera. Más adelante, en Ventanas, el comando Henry Peña, Temístocles
Ortega, el flaco Salvatierra y Nora Yance, Ángela Yance, Emma Contreras,
inolvidables compañeros de lucha de ese cantón, tenían su propio escenario
de combate en la carretera Panamericana, cerrando con su gente totalmen-
te la vía Ventanas-Quevedo. Fueron varios días de hostigamiento y enfrenta-
mientos continuos con la fuerza pública, quienes se sentían impotentes por no
poder resolver el problema, pese a que recibían órdenes de despejar a toda cos-
ta los carreteros, la táctica de los compañeros de tapar, desplegarse y reagru-
parse nuevamente en otro sitio mantenía a la policía muy ocupada y agotada.

Los montuvios dormían en las carreteras y nunca se cansaron. Temístocles,


Nora Yance, Valencia y tantos otros que la memoria traiciona, siempre bajo
el mando operativo acertado de Henry Peña, dieron duros enfrentamientos

DIGNIDAD MONTUVIA
l 117
en ese sitio en su lucha permanente por lograr justicia social para los mon-
tuvios agricultores de la zona, que lo único que pedían al gobierno, ante su
indolencia e inoperancia para resolver los problemas del agro costeño, era la
creación de un pequeño espacio público propio, que desde su cosmovisión y
las ciencias endógenas garantice su anhelado desarrollo y progreso. Eso ha
sido siempre lo único que hemos pedido y seguiremos pidiendo. No quere-
mos que nos regalen nada ni que nos traten como mendigos.

En Guayas, los montuvios de Nobol, Daule, Santa Lucía, Palestina y Co-


limes, con Evaristo Quinto, Gonzalito Vera, Jenny Quinto, Julio Morante,
Isabel Mosquera, Pancho Goya, Pantaleón, Oswaldo Mosquera, Dennis
Quinto, Elizabeth Segura, Lady Mosquera, Sonia Suárez, Telmo Romo, Do-
minguita, Narciso, Chela y tantos hombres y mujeres valientes, decididos y
dispuestos a todo, se enfrentaron en las carreteras a la fuerza pública en su
afán de lograr que el gobierno les cree su institución pública de desarrollo —
CODEPMOC—. Así lo narraron los diarios en grandes titulares. El
CODEPMOC resolvería los problemas que los gobiernos nunca quisieron
resolver, es decir, los montuvios tenían muy claro y estaban totalmente em-
poderados de su lucha por un espacio institucional propio, que partiendo
desde su realidad cultural, antropológica, sociológica y psicológica, diseñe las
soluciones idóneas y efectivas para erradicar las verdaderas causas que
originan y mantienen a la población rural en la pobreza.

Todos los proyectos que se habían ejecutado en el campo con recursos del
BM, del BID, de las ONGs, habían fracasado. No tenían idea de qué hacer,
mucho menos cómo y a los gobiernos les interesaba sostener la pobreza. Con
la pobreza se nacía y se moría en nuestra campiña. No existía ni existe justicia
social en el agro, por lo tanto, las montuvias y montuvios estaban plenamente
convencidos de que los únicos que podían solucionar los problemas del agro
costeño era su propia gente, desde un concepto propio y diferente a la vez.
Desarrollar desde sus alternativas y experiencias dadas a lo largo de tantos
años, conocimientos que no los conoce nadie mejor que la misma gente.
Definitivamente, los burócratas y tecnócratas del Estado no logran asimilar
esta realidad. Sus intereses personales no conjugan con los intereses
colectivos de las comunidades organizadas.

El mismo espíritu y ánimo expresaban en la carretera de Balzar los Policarpio,


Melquiades Arana, Máximo Ibarra, Peralta, Eduardo Cedeño, Wilmer Avilés,

l
118 DIGNIDAD MONTUVIA
Lino Quijije, de Colimes, y cientos de montuvios y montuvias cerrando esa vía
principal como única forma de ser escuchados. Charlie Guevara (El Empalme)
con Santana, Florvia Cedeño, su esposo Lalo, Zenón Chica, Manuel Chóez y
otros líderes de ese cantón, mantenían una lucha sin cuartel en esa cabecera
cantonal. Durante dos semanas mantuvieron fuertes enfrentamientos con la
fuerza pública y por último con el batallón especial de comandos de Quevedo,
que tuvo que intervenir en la segunda semana de paralización para poder des-
alojar a los montuvios de las carreteras de El Empalme.

Las noticias que durante dos semanas recibimos de Paulina Matute, Arse-
nio Parrales, Yanchapaxi, Delgado, Palermo y toda la dirigencia del sur de
Manabí, era de que ya no aguantaban la presión; el cansancio y el sueño ha-
cían presa fácil de los montuvios mal comidos y agotados en las carreteras.
Las ollas y hornillas eran destruidas por la policía, la cual hostigaba y no les
daba tregua ni descanso, las montuvias estaban exhaustas.

El dirigente de Jipijapa, Bernardo Reyes, no había podido hacer gran cosa en


esa población montuvia, puesto que no tenía experiencia en este tipo de lucha
y resistencia. Hacíamos arengas por las radios en las madrugadas,
especialmente en el programa agrario de don Javier López, un solidario co-
municador social, comprometido con las causas del agro, quien siempre se
identificaba con la lucha justa de los montuvios; programas radiales que
gracias a la solidaridad de sus directores sirvieron para mantener una per-
manente comunicación y orientación a las masas organizadas que peleaban
en las carreteras.

Segundo Briones, Pablo Martínez y su hermano, Julio Magallanes, así como


también el compañero Gorotiza, en Pedro Carbo; Terencio Chóez con su
esposa y Olguita Alvarado en Isidro Ayora, encargados de sostener, a
cualquier precio, la lucha en ese carretero, reforzando a Paulina, Gallo,
Palermo, César Constante, Israel Quiroz y otros líderes responsables de
Colimes de Paján. En esa época no estaban integrados los montuvios del
centro y norte de Manabí.

Definitivamente, la tercera semana de lucha tenía que empezar el lunes 6


de marzo de 2001, con la huelga de hambre en Quito en las afueras del
Congreso Nacional. Los voluntarios eran 15 montuvios de varios cantones,
incluyendo dos montuvias valientes de Baba, Rosa Blanca Manzaba y Ninfa

DIGNIDAD MONTUVIA
l 119
Zarate, haciéndole honor a su descendencia revolucionaria de la Ñata Ga-
marra. En aquel tiempo, en Guayaquil, no había condiciones políticas ni
sociales para la realización de la huelga de hambre. Habíamos visto el que-
meimportismo de su gente frente a estos eventos, a más de que la huelga de
hambre estaba desacreditada por otros sectores que las realizaban de manera
irresponsable, quienes burlándose de tan alto nivel de lucha solían comer en
las noches, desprestigiando la medida de hecho. Lamentablemente, no
existían las condiciones para realizarla en Guayaquil, no contábamos con el
apoyo ni la solidaridad de nadie ni íbamos a tener el impacto político-social
que necesitábamos.

El poder central estaba en Quito; el Legislativo, también. La capital debía ser


el escenario y el foco de luz de la lucha montuvia que continuaba desa-
rrollándose en las carreteras de la costa ecuatoriana, con el peligro de de-
bilitarse o ser desarticulada. Había que tomar la decisión ya. Si los ejércitos
libertarios de Bolívar y los montoneros de Alfaro, sin abrigo y mal comidos,
conquistaron Quito, ¿por qué nosotros no? Era la reflexión que les hacía.

Pablo Morán y Alex Gutiérrez, con quienes analizábamos juntos las diversas
situaciones, me advertían que la huelga fracasaría, que medidas extremas
como estas solo eran posibles en personas con convicciones políticas e ideo-
lógicas al más alto nivel, que los montuvios no estaban en capacidad de ha-
cerlo. Pablo y Alex no conocían a profundidad los resultados psicosociales
del proceso montuvio. Ellos no participaron directamente en la lucha. Ze-
nón y yo sabíamos que era posible. Teníamos que probarnos y la revolución
de los montoneros no era fábula. La presión y responsabilidad sobre mí era
enorme, era la lucha por la dignidad. La gente de la costa se solidarizaba en
gran manera y empezó a identificarse plenamente con nuestra lucha, a sentir
que también eran parte de esa identidad, de esa cultura.

Había que tomar la decisión. Tenía la suerte loca de que a mí me dejaban esta
clase de decisiones, las más difíciles. Era solo yo con mi verdad. Los lunes
tenía que presentarla y sustentarla con argumentos irrefutables. Me
mandaban a construir verdades absolutas (temporales), así fue como apren-
dí a construir pensamientos que ellos finalmente entendían, aprobaban y
compartían la responsabilidad. Confiaban en mí y siguen confiando en mí,
¿cómo no voy a ser leales a ellos? Si es lo más trascendente que ha ocurrido
en mi vida pública. Gracias a ellos tuve la oportunidad de hacer algo por la

l
120 DIGNIDAD MONTUVIA
vida al haber aportado al proceso de unidad latinoamericana y por supuesto
a mi país. Lamentablemente, los gobiernos se opusieron a la independencia
económica de los pobres del campo.

Finalmente, la Asamblea del Pueblo Montuvio del Ecuador, en base a mis


argumentos, resolvió instalar la huelga de hambre en Quito con 15 partici-
pantes: Oswaldo Mosquera, de Santa Lucía; Franklin Cuenca, de El Empal-
me; Raúl Morán, de Vinces; los dos hermanos Cerezo, de Puebloviejo; Jorge
Gallo e Israel Quiroz, de La Cadena-Paján; César Constante, de Cascol-Pa-
ján; Roberto Acosta, Miguelito Alvarado, Blanca Rosa Manzaba, Ninfa Za-
rate, todos ellos de Baba; bajo la conducción del Dr. Zenón Chica, huelguista
y líder del grupo. Todos estaban bien de salud, a excepción de Raúl que sí fue
afectado gravemente por la gastritis y actualmente, está bien de salud con los
debidos cuidados; el compañero de Babahoyo, el querido gordo,
lamentablemente falleció años después como consecuencia de la gastritis.
También estuvo un montuvio de Jipijapa que por razones desconocidas, a los
tres días, abandonó su puesto.

Ya estábamos en huelga. Hicimos las gestiones con varios diputados y utiliza-


mos las discrepancias que existían entre el Ejecutivo y el Legislativo. No todos
estaban en la teta. Diputados solidarios, consecuentes con nuestra lucha, como
Mario Touma, Juan Manuel Fuertes y otros, quienes conjuntamente con el
presidente del Parlamento nos permitieron y garantizaron la realización de la
huelga de hambre en las instalaciones del Congreso Nacional.

Ellos creyeron que era una novelería que no duraría una semana. ¡Cuán
equivocados estaban! No conocían que nuestra gente venía de un largo pro-
ceso de lucha y de todo lo que éramos capaces de enfrentar y resistir. Hubo
demostraciones de solidaridad realmente increíbles por parte de la pobla-
ción quiteña. La prensa que hacía noticias en el Congreso se solidarizó y nos
dio amplia cobertura. Los estudiantes, los taxistas, los comerciantes, todos
daban muestra de mucha empatía y solidaridad para con el pueblo montu-
vio. Incluso la policía, quienes de sapos haciendo inteligencia pasaron a ser
solidarios y simpatizantes de nuestra lucha, con cuyos superiores y tropas
entablamos una franca y positiva relación, porque al final estuvieron ayu-
dándonos en todo lo que pudieron y estuvo a su alcance.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 121
El apoyo de los congresistas no se hizo esperar. Hubo demostraciones de
simpatía y solidaridad, aunque a algunos dinosaurios de la política nunca les
interesó nuestra suerte y más bien nos miraban con desprecio. A Zenón Chica
se le ocurrió poner un ánfora para recoger dinero para los gastos que
demandaba la lucha. Todas las noches, cuando sacaban el dinero, había sufi-
ciente para apoyar los gastos de alojamiento y comida de cientos de montuvios
y montuvias que con Isabel Mosquera, Carlos Moyano, Cecilia Castro, Gonza-
lito Vera, Bernardo Reyes, Yanchapaxi, Delgado, semanalmente llegaban los
martes y nos acompañaban hasta el jueves, alentando, gritando todo el día y
gestionando con los diputados para que se arme una comisión desde el Congre-
so Nacional y establezca un diálogo directo con el presidente Noboa.

Realmente habíamos logrado montar un gran foco de la lucha montuvia, pren-


dido en las afueras del ex Congreso Nacional, en las propias puertas de la parti-
docracia, en su propia casa legislativa. Muchos diputados solidarios como Juan
Manuel Fuertes, Bolívar Sánchez y Mario Touma a la cabeza, apoyaron esta
causa, otros renuentes no quisieron contradecir al dueño del país de esa época,
quien públicamente y en primera página de El Universo se pronunció en contra
de la creación del CODEPMOC, lo cual era una orden para el gobierno y para
sus diputados afines. Todo eso tuvimos que enfrentar y vencer.

Es de aclarar que yo no fui parte de la huelga de hambre, puesto que yo di-


rigía la lucha en las carreteras así como también la huelga de hambre y las
negociaciones. Luego, desde el sitio donde estaba instalada la huelga, dirigí
los últimos cierres de carreteros y escaramuzas que aún continuaban en la
costa. Definitivamente, el gobierno quería derrotarnos por cansancio. Con-
cluimos algunos cierres importantes en las vías. Los diarios de Guayaquil,
especialmente El Universo y Expreso, hacían su papel reportando la lucha en
grandes titulares. Los noticieros en Quito también, pero esa fue la última
semana de lucha en las carreteras. La estrategia diseñada con mucha antici-
pación nos hacía volcar nuestros esfuerzos finales hacia la huelga en Quito y
movilizar entre trescientas y quinientas personas semanalmente a la ciudad
capital. Esa era la estrategia.

Dejamos grupos comandos en cantones ubicados estratégicamente, para que


en las carreteras volquetadas de enormes piedras y camionadas de tamo
(cascarillas de arroz), que luego se quemaba, obstaculicen el tráfico por
varias horas, señal de que los montuvios seguíamos luchando con nues-

l
122 DIGNIDAD MONTUVIA
tra huelga de hambre instalada en Quito. Hubo alcaldes, dueños de pila-
doras y de camiones, quienes entusiastas y solidarios, hacían esta tarea de
bloquear por algunas horas las vías. Otros ciudadanos como Marcial Rivas,
de Daule, con sus volquetas y equipo caminero, lo hacían porque se identifi-
caban plenamente con la causa montuvia. Era su causa.

A estas alturas, ya la persecución se había hecho evidente en los recintos. Los


aparatos de inteligencia se estaban movilizando, las casas de los principales
dirigentes eran visitadas en el día para conocer el terreno y luego en las
noches regresaban con el ánimo de ahuyentar y atemorizar al resto de la
comunidad, lo cual no afectaba mucho el espíritu guerrero que estaba
adquiriendo nuestra gente después de tanto tiempo luchando junto a noso-
tros. Así que concentramos toda nuestra atención en la huelga que se estaba
realizando en Quito y decidimos instalarnos en la ciudad capital para no
regresar hasta la victoria final.

Sentíamos alegría al demostrar a la opinión pública, al país, contra todos los


pronósticos, que la huelga de hambre había cumplido su primera semana con
éxito. Había diputados y gente de la costa que apostaron que el siguiente mar-
tes ya no estaríamos allí. Nuestro honor estaba en juego, los huelguistas lo sa-
bían. La huelga de hambre estaba tan desprestigiada por otros actores que la
sociedad no creía en ella. Todos los participantes, las barras que se movilizaban
todas las semanas, la policía, las inteligencias del gobierno, los diputados, los
periodistas, los médicos de la Cruz Roja y de la Defensa Civil, todos dieron fe de
que esta era una huelga de hambre de verdad, que se estaba desarrollando con
pérdida de importante masa muscular en los huelguistas, lo cual se reflejaba en
sus rostros, extremidades y anatomía en general.

Un informe de inteligencia de la policía del Congreso decía: “Hace una semana


que no ocupan los servicios higiénicos destinados para ellos. No tienen acceso a
ningún otro. La huelga es de verdad. No comen nada”, informe que el coronel de
la Policía, por solidaridad, hizo público en los medios de comunicación.

La huelga estaba desarrollándose como lo habíamos planificado. Miguelito


Alvarado Rizo, el más joven de todos, apenas de 18 años, oriundo de Baba,
no se había rajado ni se rajó nunca, pese a su corta edad. Blanca Rosa Man-
zaba y Ninfa Zarate, orgullo de las montuvias de Baba, estaban templadas
como el acero de la Ñata Gamarra, dignas herederas de esa estirpe revolu-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 123
cionaria. Blanca Rosa tuvo una complicación en las vías urinarias, pese a ello
no se retiró, valiente mujer montuvia comprometida con la causa. Los
varones estaban con un increíble estado de ánimo. Jobito era el más vaci-
lado de todos. Las bromas siempre recaían sobre él. Todos tenían un alto
nivel de conciencia que habían adquirido en la lucha. El profesor Franklin
Cuenca, de El Empalme, que apareció como él decía: “con todas las ganas,
mucho entusiasmo y dispuesto a morir”.

César Constante, de Cascol, siempre con sus ocurrencias, sus anécdotas y


sus sueños. Los hermanos Cerezo, de Puebloviejo, casi nunca hablaban; ellos
habían sido destinados a acostarse allí y no levantarse hasta que todo
termine y eso fue lo que exactamente hicieron. El gordo querido de Baba-
hoyo, fallecido años después, era todo entusiasmo, fortaleza mental y es-
piritual. Nunca supimos bien cómo apareció allí, pero las organizaciones de
Babahoyo lo enviaron. En la segunda semana se percató de que estaba
perdiendo kilos; al final de la huelga había perdido 60 libras.

Oswaldo Mosquera, muy sereno por supuesto, tranquilo, siempre meditando,


pensando, hacía sus reflexiones y en la noche las compartía. Jorge Gallo, de
Paján, nunca perdió la alegría, su sonrisa natural y contagiosa, a pesar de su
edad adulta; era el que más vacilaba con los jóvenes, siempre sereno, transmitía
confianza. El compañero Israel Quiroz de la Cadena, frontera entre Guayas y
Manabí, era el más conversón, parecía como si no estuviera haciendo huelga,
puesto que se lo veía tan saludable y alegre, con una fortaleza física increíble.

Raúl era el más flaquito de todos, pero su fortaleza mental y espiritual era muy
evidente. Fue el primero que se arrancó el suero. Fue el primero que sufrió las
consecuencias de la huelga. Habían pasado 23 días y la huelga de hambre había
hecho sus estragos, sin embargo, él resistió con coraje y nunca se quejó. Zenón
Chica, como médico, pudo detectar a tiempo el peligroso estado de salud que
estaba atravesando nuestro valiente compañero Raúl, cuyo ejemplo servirá para
que los jóvenes valoren lo que significa el compromiso y sacrificio con la causa,
con su gente y con la historia. Él aún sufre los estragos de la huelga. No tuvo el
tratamiento médico oportuno, pero sigue de pie en la lucha.

Por eso escribí este ensayo, para que el pueblo conozca el valor y honor de su
gente y se sienta orgulloso de ellos, gente humilde que dio todo por resolver
el problema de la pobreza en el agro que hoy sigue azotando nuestros

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124 DIGNIDAD MONTUVIA
campos. Lamentablemente, los “socialistas” del siglo XXI les quitaron a las
comunidades los recursos del Presupuesto del Estado, frenaron nuestro
avance, detuvieron el proceso económico, paralizaron la agroindustria co-
munitaria, malograron los planes y programas de desarrollo, destruyeron la
institución pública de desarrollo CODEPMOC, hicieron todo lo posible por
destruir el proceso montuvio. Lo lograron, lo detuvieron.

Los “revolucionarios” no podían permitir que los pobres se liberen política-


mente de su control, logren la independencia económica anhelada, por eso
sostienen la pobreza y hacen a los pobres dependientes del Estado, de sus
dádivas y asistencialismo. Después de 14 años de correísmo, el agro está
liquidado, los pueblos quebrados y los pobres más pobres que antes.

Volviendo a la huelga, todos tenían un excelente estado de ánimo, nunca


paraban de hablar. Zenón estuvo impecable en la dirección, un líder na-
tural, profesional médico extraordinario, un hombre íntegro, un gran ser
humano que llegó al pueblo montuvio en los momentos precisos. Fue un
valioso aporte a la lucha, su conocimiento y experiencia fueron vitales en la
conquista del CODEPMOC. El desarrollo de la huelga de hambre en las
afueras del Congreso Nacional no hubiese tenido el éxito que tuvo si no hu-
biese tenido la conducción del Dr. Zenón Chica en las primeras tres semanas
de huelga. Hizo de médico, huelguista, líder y vocero en la huelga. Era un
personaje muy conocido y respetado en el mundo de la política y fue un gran
aporte, muy valioso, en la conducción científica de la huelga de hambre,
puesto que utilizó sus conocimientos de médico alternativo para adormecer
el páncreas y no sentir hambre, utilizó la energía corporal y mental para
estimular a los compañeros huelguistas, 15 en total, incluidas las dos
montuvias valientes de Baba.

Zenón nos dio un digno ejemplo de lo que es el compromiso y la respon-


sabilidad. En plena huelga de hambre falleció su querida hermana y todos
sentimos el dolor, el golpe en tremendas circunstancias fue colectivo. Todos
pensaron que se iba a retirar de la huelga. Yo nunca dudé, pero para sorpre-
sa y ejemplo de todos, no se levantó, no abandonó su puesto, no claudicó,
pese al inmenso dolor que en esos momentos sentía. Jamás olvidaremos ese
momento ni al Dr. Zenón Chica, quien reforzó el liderazgo brillantemente.
Estamos en deuda con él, su presencia y aporte en la lucha son invalorables.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 125
La huelga se desarrollaba con mucha disciplina. Solo a la audacia se le pudo
ocurrir llevar al montuvio a un lugar inhóspito, fuera de su natural hábitat, a
cumplir una huelga, a morirse de hambre y de frío. Todos conocían estas di-
ficultades, realmente las condiciones climáticas nos eran desfavorables, pero
las condiciones y ambiente político eran únicos. Esto también lo sabían todos.
Fuimos los primeros que nos levantamos de las mesas de diálogo con el gobier-
no de Noboa y se puso al descubierto que los resultados obtenidos eran de tipo
personal, y no colectivos. Muchos líderes indígenas que nos visitaron, así nos lo
hicieron saber y demostraron su solidaridad con nuestra causa.

El espíritu combativo, altivo, luchador, nunca decayó; todos tenían la moral


muy en alto. Me tocaba todos los días estimularlos, motivarlos, fortalecerlos
mental y espiritualmente.

La vida de esos seres humanos estaba en mis manos, en mi decisión. Todos


se portaron a la altura de las circunstancias y creyeron en mí. La estrategia
diseñada no podía fallar. Confiaron en mí, nunca les fallé, por eso siguen
creyendo en mí.

La primera y segunda semana fue de arduo trabajo para Zenón, ya que él


tenía que asistir como médico a muchos estragos que padecieron los huel-
guistas en las dos primeras semanas; a más de médico era mago y brujo,
puesto que todos se estabilizaban al toque de las manos del doctor. Nos que-
dábamos hasta altas horas de la noche conversando con ellos de política, de
cultura, de la vida. Eran sesiones profundas de psicoterapia, con el perdón
de los psicólogos, no sé cómo llamarla, pero eso era lo que hacíamos y con
excelentes resultados.

La música popular latinoamericana que escuchábamos en una vieja gra-


badora ayudó a mantener el ánimo, porque siempre estaba complementada
con la narrativa de las luchas y genocidios que sufrieron los pueblos de
Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, El Salvador, Guatemala, etc., lo cual
estimulaba el espíritu de lucha de los huelguistas. Muchos politólogos y ana-
listas me dijeron un montón de veces que los montuvios no aguantarían una
huelga de hambre en esas condiciones adversas y que mejor negocie un “acuer-
do digno” con el gobierno que permita levantarnos con algo de dignidad, lo
que siempre rechacé. Igual criterio tenía el viejo Zenón, porque teníamos pleno
control de la situación y confiábamos en los altos niveles de conciencia de nues-

l
126 DIGNIDAD MONTUVIA
tra gente. Era gente de honor, valor, compromiso y sacrificio, solo debía diri-
girlos con sabiduría. Ahí radicaba el éxito de la misión, eso exactamente hice.

La última semana de la huelga, hubo conmoción en los huelguistas. El tiempo


empezaba a causar estragos, había incertidumbre. Eran los efectos psicológi-
cos. Zenón estaba agotado, su esfuerzo había sido descomunal. Tenía 60 años.
Entonces, tomé la decisión de conducirla yo personalmente, por supuesto con la
aprobación de Zenón; desde ese entonces mi responsabilidad fue total.

Una frase que nunca olvido fue expresada telefónicamente por Nicolás In-
fante, de Baba: “Dígales que si se levantan y abandonan la huelga, por acá ni
vengan esos cabrones, que se vayan a vivir bien lejos de Baba”. ¡Qué disci-
plina y compromiso de los huelguistas! Estaban dándonos ejemplo de lo que
es, o como debe ser un hombre comprometido con una causa, con su pueblo.
Era un grupo valeroso, revestido de honor y por sobre todo de dignidad.
Nunca les podía fallar, sabían que los amaba.

Otra frase expresada por Constante era regocijante pero lúgubre: “Cuando
Noboa vea que un huelguista murió, tendrá que firmar el decreto”. Todos
riendo se miraban entre aturdidos y asombrados por la ocurrencia de César
Constante, de Cascol, pero sabían que sus palabras eran ciertas. Lo que más
los estimulaba era cuando me preguntaban si con el CODEPMOC tendría-
mos el desarrollo anhelado, piladoras, fábricas, tractores, cosechadoras, si-
los, cooperativas de ahorro y crédito, exportaciones, etc. Yo ahí me desataba
y les probaba con ejemplos demostrativos que sí tendríamos todo lo que nos
hacía falta para desarrollarnos como pueblo. Hablaba horas de horas con
ellos, creían en mi palabra, tenían fe en la lucha, estaban convencidos de que
el CODEPMOC era la clave para su progreso. Ellos y yo estábamos
conectados, yo creía leer sus mentes y ellos la mía. Era una conexión total,
no había espacio para trampas. ¡Qué experiencia la vivida!

En esa huelga de hambre montuvia aprendí mucho sobre el comportamien-


to humano y su psicología, conocí mejor el alma y la mente de mi gente, de-
sarrollé habilidades y destrezas mentales imprescindibles para sostener la
huelga. Me gradué de psicólogo practicante, hicimos mucha terapia, progra-
mábamos la mente. El éxito de la huelga, la victoria final, estaba diseñada en
nuestra estructura mental, el positivismo se reflejaba precisamente en la
tranquilidad y seguridad de los huelguistas.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 127
¡Cómo no voy a amar y ser leal a ese pueblo que creyó y confió en mí! Por eso,
después no permití que las confusiones y manipulaciones externas, más que
cualquier otra cosa, hicieran fracasar nuestro sueño. Siempre lamenté, a
veces hasta maldije, esa infantil división que alejó a varios de estos valien-
tes huelguistas de los beneficios del proceso y de la institución que crearon.
¡Cuánto daño hizo la maldad del poder y el desconocimiento de nuestra
propia gente! Fue el poder el que perversamente utilizó la ingenuidad, espe-
cialmente en la década correísta. Todos sentimos y estamos conscientes de
los efectos nefastos que produce el odio, a más de cáncer; solo con amor hay
buen vivir. Por eso amé intensamente la lucha y todo lo que ella representa,
solo con la verdad se puede vivir en paz consigo mismo y con los demás.

Así pasaron las noches y los días. Noboa, tozudo, no daba su brazo a torcer.
El acoso a los huelguistas fue permanente. Una noche llegaron unas dulces
monjitas a rezar con los huelguistas, les daban las bendiciones y debajo de
las cobijas les dejaban los sánduches para que coman. Había tres cámaras
con infrarrojo, instaladas de frente y al costado derecho que controlaban toda
el área de los huelguistas; querían tener evidencias de que comían.
¡Imagínense la noticia al día siguiente! En ese mismo instante, la policía de
guardia, una vez que observó que los huelguistas no comieron y arrojaron a
la basura los sánduches, nos revelaron que habían sido mujeres policías
disfrazadas de monjas, historia que se repitió noches después con dos curi-
tas quienes después de rezar les dejaron en la parte de atrás de una columna
del edificio unas 10 tarrinas con pollo, abiertas para que huelan y tienten a
los huelguistas. Lo que no sabían “los curas” era que los huelguistas ador-
mecieron el páncreas y no sentían hambre; estaban tan empoderados de la
huelga, de su compromiso, que sabían que si comían, tiraban por la borda
toda la lucha de un pueblo que confiaba en ellos. Sus mentes estaban pro-
gramadas para vencer todos los obstáculos, poseían una voluntad de acero,
una confianza increíble, una solidez mental y espiritual digna de resaltar.
Definitivamente sabían lo que significaba el compromiso con su pueblo, el
deber y sacrificio. ¡Qué experiencia única nos tocó vivir!

La actitud decidida de los huelguistas y de los cientos de montuvios y mon-


tuvias que semanalmente acompañaban agitando en las afueras del Con-
greso, despertó una gran expectativa en la población quiteña, que diaria-
mente era informada por la prensa solidaria de la capital, quienes hacían
noticias desde el Congreso.

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128 DIGNIDAD MONTUVIA
El Congreso Nacional, con diputados como Juan Manuel Fuertes, Mario Touma
y Bolívar Sánchez, empezó a cabildear con el presidente Noboa la salida a este
conflicto. Los montuvios habían convertido el Congreso en una gran tarima, en
un gran escenario que había despertado solidaridad y admiración en la costa y
en la sierra, situación embarazosa para ciertos bloques del ex Parlamento. Se
creó una comisión de diputados para que busque una salida rápida al problema.
La huelga también empezaba a incomodar al Congreso.

Cumplidas las tres semanas de huelga, hicimos una jugada magistral pla-
nificada con antelación. Ingresamos cien montuvios más que llegaron en la
madrugada a integrarse a la huelga. Ese fue un espectáculo digno de recor-
dar porque engañamos al gobierno y a sus aparatos de inteligencia que nos
esperaban en Carondelet, donde habían acordonado toda la zona para que
no entremos a la Plaza Grande. Habían caído en la trampa, en la madrugada
les aparecimos por la parte de atrás del Congreso con dos buses llenos de
gente, traídos desde todas partes, especialmente de Paján, Cascol y Jipijapa.
Allí estaban Otón Yanchapaxi, Bernardo Reyes y Delgado, a la cabeza Carlos
Moyano y Gonzalo Vera con su gente de Guayas y Los Ríos, una planifica-
ción estratégica diseñada con éxito. ¡Oh sorpresa para la chapería que en la
mañana se afanaba en cercar el Congreso cuando ya desde la madrugada es-
tábamos adentro! Misión cumplida por Otón Yanchapaxi y Ángel Delgado.
Así es la dirigencia digna del pueblo montuvio, sin limitaciones.

En la mañana, cuando llegaron los diputados y la prensa, no resistieron esa


invasión montuvia a lo largo de todo el pasillo frontal del Congreso. Más de
100 huelguistas en total, acostados en el piso con frazadas y fundas de ropa.
Era un espectáculo deprimente y comprometedor para el Congreso, para
nosotros ese era nuestro escenario de lucha, era la última trinchera, la que
estábamos dispuestos a defender con todas nuestras fuerzas. La presencia de
los 100 nuevos huelguistas levantó el ánimo de los 15 bravos montuvios.

Recuerdo que Otón y Delgado, para llegar a Quito, alquilaron dos buses sin
tener un centavo; me llamó la dueña de los vehículos para confirmarme si al
llegar a Quito yo pagaría los buses, sin pensar le confirmé que sí, aunque
nunca tuvimos el dinero para pagar, pero el objetivo se cumplió. Era la es-
trategia montada, esa no podía fallar.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 129
El tiempo se nos estaba acabando. Raúl estaba poniéndose muy mal, Zenón
me lo dijo, su vida estaba en mis manos y no podía fallarle, tampoco le podía
fallar a mi pueblo. Esto lo entendieron muy bien Otón Yanchapaxi y Ángel
Delgado, montuvios despiertos de Paján, sobre quienes recayó la
responsabilidad de movilizar a los cien nuevos huelguistas a Quito, audacia
que nunca olvidaremos. No tuvieron límites para cumplir su misión, fueron
momentos muy tensos, parecía nuestra última jugada; definitivamente era la
última semana de huelga de hambre, todos confiaban en mi dirección y le
ponían fe a lo que hacíamos.

No queríamos llegar a lo de las embajadas que Gonzalo Vera y Pablo Morán


habían planificado y estaban por ejecutar. Los bravos de Baba estaban listos
a cumplir la misión. De los detalles me enteré al finalizar la huelga.

Preocupados, los diputados empezaron a presionar a Noboa para que firme


el decreto ejecutivo en base a la propuesta consensuada. Empezábamos a
ganar la pelea. Los primeros huelguistas se opusieron a colocarse el suero de
la Cruz Roja, cuyos médicos también daban voces de alerta ante los medios
de lo que realmente estaba sucediendo. Los 15 viejos huelguistas se
empezaron a desconectar los sueros, ya ni siquiera orinaban, empezaban a
estresarse. Había pasado mucho tiempo, pero confiaban totalmente en mí.
No podía fallarles. La pérdida de masa muscular era alarmante, los rostros
totalmente cadavéricos eran evidentes. Nadie dudó de que allí se estaba de-
sarrollando una huelga de hambre de verdad, realmente eran unos valien-
tes, 15 montuvios y montuvias dignos herederos de la estirpe revolucionaria
de los montoneros de Alfaro, quienes jamás serán olvidados.

Este y todos los ensayos y estudios que seguramente se escribirán sobre el


proceso montuvio y sus luchas, inmortalizarán esos nombres de gente hu-
milde en su forma de ser, pero grande en dignidad, honor, valor, deber y sa-
crificio, valores que actualmente la juventud ha perdido. Hicieron la huelga
de hambre colectiva más larga en la historia del Ecuador, rompieron todos los
récords establecidos en el país, verdaderos patriotas que dieron todo su
esfuerzo hasta llegar al sacrificio para que su pueblo logre conquistar el
objetivo tra- zado. En nuestras mentes y corazones vivirán por siempre. Su
ejemplo de coraje y firmeza siempre será recordado.

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130 DIGNIDAD MONTUVIA
Es el recuerdo de su total confianza en mi dirección lo que siempre alimenta
nuestro espíritu para nunca traicionar ni vender nuestros sueños. El dinero
y el poder no nos corrompieron jamás. Lo hemos comprobado decenas de
veces, pese a que es de lo que más nos acusaban nuestros detractores y el
gobierno de Correa, quien con todos sus fiscales, jueces y Contraloría nos
persiguieron diez años, sin que nunca nos hayan podido probar ni un solo
acto de corrupción, ni de perjuicio al Estado, ni a las comunidades.

De vuelta a la huelga, en ese entonces, los diputados presionaron al presidente


del Parlamento, de apellido Quevedo, y este creó una comisión de diálogo direc-
to con Noboa, aunque inicialmente no quiso encabezarla, pero ese fue el pedido
que recibió del “loco que ama” desde Panamá. Me consta porque conmigo habló
telefónicamente, sin yo jamás haber tenido ninguna relación con él, quien me
expresó su solidaridad por la lucha y me dijo: “Si eso es lo que quieren, en este
momento ordeno a Quevedo para que él presida la comisión y negocie personal-
mente con Noboa. Pónmelo al teléfono, Lucho”. Eso exactamente fue lo que hice
y Quevedo aceptó el pedido del “Loco”.

La diputada Elsita Bucaram, también solidaria, nos apoyó, incluso con ho-
teles y comidas para que los cientos de montuvios y montuvias que sema-
nalmente llegaban a apoyar y agitar en las barras tuvieran donde dormir.
¡Cómo olvidar esos gestos humanistas! Seríamos mal agradecidos si no lo
escribiéramos en estas páginas, la solidaridad no tiene color ni banderas.
Una vez, la niña Elsa pasó por nuestra concentración en la plaza San Fran-
cisco, pero yo no la divisé, no supe que era ella. ¡Cuánto lamenté no haberle
agradecido públicamente sus innumerables gestos de solidaridad ante más
de 12 mil montuvios del litoral presentes en uno de los tantos actos!

Esa última cuarta semana fue muy intensa, tremendamente agitada y de


mucha expectativa. La huelga de hambre significaba mucha presión para el
gobierno. La prensa nacional, impactada, también se constituyó en un
mecanismo de presión para Noboa. Los diarios en sus páginas diariamente
comentaban la huelga. El Universo dedicaba reportajes diarios y en grandes
titulares, los diputados presionaban al presidente del Congreso para que
funcione la comisión que medie en la huelga, la gente de Quito era muy soli-
daria, las organizaciones nos visitaban a diario; en las noches nos acompa-
ñaba gente de la capital y nunca olvidaremos a una chica, Jazmín Almeida,
oriunda de Vinces pero residente en Quito, hermana de dos grandes amigos

DIGNIDAD MONTUVIA
l 131
de nuestro pueblo, Pedro y Luis Almeida Morán, quien religiosamente al
final de la tarde nos llevaba aguas aromáticas para que los huelguistas ca-
lienten el estómago. Lo hacía todos los días, oportuna solidaridad de esa
mujer montuvia; siempre recordamos su noble gesto.

La presión hizo su efecto. Noboa llamó a la negociación y fuimos con los


diputados de la comisión. Zenón se había agotado un poco en los últimos
días, estaba muy débil, pero me acompañó a la reunión con Noboa. Ya en el
despacho presidencial, en presencia de Noboa, reclamé por la manipulación
del decreto, puesto que no era el que finalmente habíamos consensuado.
Noboa se ofuscó, se levantó del asiento, no firmó el decreto y se marchó. Es-
tuve a punto de mandarlo al carajo, pero un viejito, quien fue su ministro de
gobierno, de nombre Juan Larrea, nos calmó, nos hizo reflexionar y se llevó
el decreto. Se lo hizo firmar adentro en su despacho y luego nos lo entregó.

Salimos victoriosos con los diputados y Zenón, a dar las buenas nuevas a los
compañeros huelguistas que esperaban ansiosos nuestro regreso. Ha-
bíamos conquistado el CODEPMOC, ese fue nuestro triunfo producto de la
lucha, no como unos cabezones izquierdosos, burócratas de turno en el
gobierno de Correa, desinformaban de mala fe, diciendo que los consejos de
los pueblos eran dádivas de los gobiernos de derecha. No señor burócrata,
comunista de papel, disculpando su desconocimiento de la realidad, estas
fueron luchas al más alto nivel y fueron importantes conquistas del pueblo
montuvio, logradas con mucho esfuerzo, incluso sacrificios, como también lo
logró el pueblo indígena con su lucha.

Así finalizó una de las últimas huelgas de hambre realizadas por un colec-
tivo humano digno, que jamás claudicó, que jamás sucumbió, que jamás se
doblegó, que jamás titubeó, que jamás se rindió ante las presiones ni ten-
taciones. Fue un verdadero récord nacional de 25 días de huelga de hambre
con muchísimos detalles y anécdotas de bravura, de coraje y rebeldía, los
cuales serán recogidos por la historia. Esta página brillante escrita por quince
bravos del agro montuvio, dignos y capaces de cumplir una huelga de hambre
histórica, con ejemplo de valor y sacrificio es un verdadero legado para
nuestras actuales y futuras generaciones.

Así son los compromisos que el hombre asume con la sociedad, con su pue-
blo, con su familia, con la patria, compromiso y sacrificio. Así se conquistó

l
132 DIGNIDAD MONTUVIA
el CODEPMOC, con dignidad, coraje y honor, amparados en el derecho in-
ternacional, como el Convenio 169 de la OIT, del cual Ecuador es suscriptor.
También, sustentado en los miles de estudios e investigaciones realizados
sobre la pobreza rural en América Latina, muchos publicados por la CEPAL,
los cuales corroboran que solo los pueblos organizados, desde su cosmo-
visión propia, desde las ciencias endógenas y experiencias desarrolladas,
pueden resolver los problemas de su pobreza. Hay resultados de aquello. Los
gobiernos no están en la capacidad de asimilar esa cosmovisión de los
pueblos y sus especificidades desde un contexto cultural y ambiental; ade-
más de que no hay la voluntad política para resolver el problema, más bien
se pone en evidencia toda una intención perversa de sostener la pobreza
rural y hacer que los pobres se vuelvan dependientes del Estado a través de
políticas asistencialistas y dádivas, las que resultan un alto costo para el
Estado.

Finalmente, se probó qué las comunidades organizadas, con altos niveles de


conciencia, de dignidad y valores, cuando se empoderan de un objetivo para
su bienestar, lo fijan colectivamente en su mente y su espíritu, no hay poder
en el mundo capaz de detenerlas. Habíamos vencido otro imposible, lucha
histórica que logró su conquista más importante, referente de solución a los
problemas de la pobreza rural en el agro latinoamericano.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 133
EL CODEPMOC, UN PARTO DOLOROSO

El nacimiento del CODEPMOC fue doloroso. No podía ser de otra manera ya


que era algo desconocido para los profesionales y técnicos de la costa,
quienes no sabían cómo ponerlo en marcha. La experiencia en estos proce-
sos de desarrollo endógeno estaba en la sierra, con los avances y conquistas
logrados por el movimiento indígena. Universidades como la Andina o la
Politécnica Salesiana se habían preocupado de formar profesionales que en-
tiendan la visión indígena, por lo que había una experiencia; mientras que
los técnicos de la costa no tenían un criterio sobre estos temas ni idea de qué
hacer con el CODEPMOC.

No había el conocimiento ni la experiencia sobre aquello. Muchos creían que


era algo similar a una ONG. Dirigentes como Gonzalo Vera y Zenón Chica
sabían que las decisiones que tenían que tomarse debían partir de la
realidad cultural de nuestro pueblo, desde una conceptualización propia y
diferente a la vez, dentro del contexto natural e histórico, considerar el
análisis desde las experiencias y alternativas desarrolladas por las comuni-
dades, desde sus fortalezas y potencialidades, no solo desde sus necesidades
como equivocadamente era el concepto tradicional.

Había que romper el sistema de explotación diseñado. En eso estábamos


claros, pero los sociólogos y psicólogos no sabían con claridad cómo hacerlo
ni cómo construir el proceso. La academia aplicaba modelos educativos im-
portados y no había hecho nada al respecto; jamás incluyó en su malla cu-
rricular cómo hacer desarrollo social desde la realidad cultural de los pue-
blos, desde la cosmovisión de estos, desde las ciencias endógenas, siendo la
pobreza el principal problema de los pueblos de América Latina y el Caribe.

La mayoría de estudios e investigaciones publicados por la CEPAL profun-


dizan las causas de la pobreza rural, pero las soluciones no son una receta
homogénea porque las causas generalmente tienen un patrón común, pero

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134 DIGNIDAD MONTUVIA
las realidades son diversas; es obvio entender que las soluciones están den-
tro del contexto cultural y ambiental de esos pueblos, en su cosmovisión
propia, en las experiencias que las comunidades han desarrollado a lo largo
de su vivencia, en sus fortalezas, en sus conocimientos, en sus habilidades y
destrezas desarrolladas. Eso lo sabíamos Zenón y yo, pero los tecnócratas y
burócratas del Estado no lo entendían.

La agricultura tradicional combinada con la orgánica, la gastronomía, el


agroturismo, la agroindustria comunitaria, el comercio asociativo y directo,
la naturaleza misma, el paisaje, son alternativas económicas que bien di-
reccionadas y apoyadas en su fase inicial constituyen una fortaleza para el
desarrollo económico de los pueblos montuvios. Los alcaldes no han tenido
la visión de construir paradores turísticos que oferten gastronomía, cultura
y naturaleza, aprovechando las carreteras, los ríos, los bosques; esa es una
alternativa económica de desarrollo para innumerables familias de la
población. Hay que fomentar el agroturismo interno, solo hay que tener un
poco de imaginación. Obviamente que es imprescindible el conocimiento y
la experiencia en estos temas, especialmente en el manejo del capital social.

Para esto fue creado el CODEPMOC, para que sea el propio pueblo montuvio,
desde su cosmovisión, desde las ciencias endógenas, los que resuelvan los
problemas de la pobreza rural. Unos pocos dirigentes creían al inicio que el
CODEPMOC era una institución pública como cualquier otra, que “había que
cuadrarse pronto porque de esta no hay otra”; típicos criterios del hombre me-
diocre sin compromiso, que solo busca el bienestar personal. Así, lamentable-
mente, piensa un importante segmento de la sociedad ecuatoriana.

Estos fueron los pocos que se alejaron del proceso y más tarde los gobiernos
los convirtieron en acérrimos detractores; pero de lo que sí estábamos se-
guros y convencidos era de que esa institución tenía que servirnos para de-
sarrollarnos, de eso no quedaba la menor duda. Yo estaba seguro de aquello
y tenía un importante criterio teórico al respecto. Sabía la importancia del
capital social y de los grupos humanos; sabía que ahí estaba una parte del
problema y también la solución, pero no sabía la carpintería para aplicarlo,
ni existía el lenguaje para explicarlo. Tuvimos que inventarlo más adelante,
así que había que hacer algo y pronto.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 135
Eso fue lo que hicimos y nos dimos cuenta en ese momento de que teníamos
un serio problema, ya que tanto la dirigencia como los profesionales, a
excepción de Zenón y yo, no sabían cómo hacer desarrollo social, mucho
menos desarrollo económico desde las ciencias endógenas, desde una cos-
movisión propia, la cual ni siquiera estaba construida. Todos éramos vícti-
mas del sistema educativo con modelos importados, estafados por una uni-
versidad emisora de títulos sin el debido respaldo científico ni tecnológico, a
lo mucho había conceptos de asistencialismo que nada tenían que ver con la
solución. Realmente este fue nuestro primer problema, por lo tanto, de-
cidimos que el Dr. Zenón Chica sea el primer director ejecutivo de la ins-
titución, el cual fue elegido por unanimidad por sus conocimientos y expe-
riencia, aunque no puedo omitir el hecho de que había al inicio un respaldo
mayoritario para Isabel Mosquera, el que yo me encargué luego de disuadir
por una ética mal entendida en nuestra sociedad, ya que ella era mi cónyuge
en esa época.

Asimismo, quedó muy claro de que yo no tenía ningún interés personal en


dirigir la institución. Fue la primera vez que rechacé tal designación. Sabía
que mi esfuerzo tenía que concentrarlo en la estructuración orgánica y for-
talecimiento del pueblo montuvio, el capital social, el capital humano era la
clave de todo. Para suerte nuestra, esto tampoco lo entendieron los go-
biernos y la partidocracia, quienes creyendo que liquidando al CODEPMOC
liquidaban al pueblo montuvio.

Fue todo lo contrario. Fue la organización la que sostuvo a la institución.


¡Cuánto desconocimiento sobre nuestra realidad, neófitos en el tema social!
Estuvieron equivocados todo el tiempo, desconocían lo valioso del capital
humano. Desconocer la existencia del proceso montuvio fue un gran error
para los gobiernos; por supuesto que el CODEPMOC nos fortaleció y facilitó
las cosas, eso es indudable, pero sin el proceso montuvio, el CODEPMOC
hubiese sido liquidado por los gobiernos. Fueron las multitudes en las calles
las que sostuvieron la institucionalidad del pueblo montuvio, hasta que en el
2012, después de 11 años de tenaz resistencia, la perversidad del correísmo
liquidó la institución y afectó nuestro modelo económico, mas no el proceso;
siguieron unidos un tiempo más y en espera de un nuevo amanecer.

A los pocos investigadores de nuestro país les importó un carajo estudiar la


realidad político-social del agro montuvio ni los cambios que se estaban

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136 DIGNIDAD MONTUVIA
operando en ese conglomerado social. Simplemente, no les interesó la mon-
tuviada y no daban un peso por ella, nunca se percataron de lo que estaba
sucediendo. Estábamos construyendo un pueblo en medio del fragor de la
lucha publicada en grandes titulares y en todos los medios. Habíamos inte-
grado a los montuvios e iniciado el proceso de recuperación de su identidad;
solo faltaba el posicionamiento que llegó más tarde con Montecristi: todo un
proceso construido por la propia gente.

El proceso montuvio era noticia en los titulares de la prensa nacional; era


evidente y bullanguero. ¿Dónde estaban los sociólogos? No hay duda de que
la corriente indigenista-andino-centrista se imponía en mi país. Bien por los
hermanos indígenas, pero mal por nosotros. Los enemigos de nuestro
desarrollo muy tarde se dieron cuenta de que el poder y la fuerza de la or-
ganización montuvia radicaba en el pueblo, en sus organizaciones comuni-
tarias, parroquiales, cantonales, provinciales y en su duro liderazgo. Pero
también es cierto que el peor enemigo del proceso montuvio era su propia
gente, quienes se alquilaban al gobierno de turno para desacreditar y des-
prestigiar la lucha —la cultura del mono come mono.

Es aquí donde mi pueblo empieza a entender por qué yo no acepté el puesto


de máxima autoridad del CODEPMOC. Mi puesto estaba en la organización
de las masas, allí estaba mi lugar para ser el constructor del proceso. Esa era
mi función y eso fue lo que hice durante todo el tiempo. Los intereses colec-
tivos e históricos estaban por encima de los personales. Lamentablemente,
nunca hubo una cabeza de dirección en el CODEPMOC y hasta ahora no
encontramos una. El pueblo indígena sí contaba con ello; aunque años des-
pués, forzados por la agresión que sufríamos de parte del correato, el pueblo
me impuso dirigir el CODEPMOC, lo cual acepté gustoso, pero forzado por
las circunstancias, lo cual me hacía vulnerable.

A inicios de los 90, no existía el pueblo montuvio, solo los montuvios y su


cultura invisibilizada, desvalorizada y nada más. Los montuvios solo éra-
mos folclor, sostenidos por ese gran amigo de nuestro pueblo, Don Guido
Garay, convertido en nuestro permanente acompañante. Tuvimos que cons-
truir ese pueblo, organizarlo, volver a sus raíces, estructurarlo orgánica y
jurídicamente, recuperar conceptos, crear una cosmovisión y un modelo de
desarrollo propio. Tuvimos que crearlo todo.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 137
A inicios del año 2000 ya teníamos ese pueblo y ahora también teníamos el
CODEPMOC. Había que fortalecer el proceso, mejorar sus contenidos desde
nuestra conceptualización y visión propia; eso exactamente hicimos. Fueron
seis meses difíciles al inicio, puesto que había una tenaz resistencia del
gobierno de Noboa, especialmente del secretario de la Administración
Pública, Marcelo Santos, en aceptar mi presencia dentro del Movimiento
Montuvio. Sabían perfectamente de mi consistencia política sólida, com-
prometida y de amor con los sectores empobrecidos. No tengo afiliación
partidista ni hago militancia política con nadie; soy y vengo de la lucha po-
pular: la calle fue mi formación, luego el monte y por último mi conciencia
—que yo formé.

Marcelo Santos supo después que lo único que queríamos era construir un
agro sin exclusión ni dependencia, donde la riqueza que generáramos los
pequeños productores sea equitativamente nuestra; solo eso perseguíamos y
aún seguimos persiguiendo lo mismo. No queremos perjudicar ni quitar
nada a nadie, pero los políticos le tienen temor a lo desconocido. “El lideraz-
go de Lucho Alvarado es fuerte, radical, demanda cosas imposibles de cum-
plir para el gobierno, no hay cómo darle espacio”, expresiones de Marcelo
Santos a algunos diputados que intercedieron a nuestro favor. Fueron me-
ses de fuertes presiones que sufrió el Dr. Chica tratando de lograr acuerdos
con Santos porque mi presencia en el movimiento era inevitable. Además,
por mi naturaleza montuvia de constructor y conductor del proceso no me
podían hacer a un lado, y desaparecer del movimiento era imposible.

En ese aspecto, Zenón fue leal al pueblo montuvio y a mi liderazgo, pero


indudablemente Marcelo Santos trazaba la cancha. La partidocracia y las
oligarquías costeñas no querían por nada del mundo repetir la historia del
movimiento indígena en la sierra.

Definitivamente, las trabas y obstáculos que Zenón tenía que salvar eran muy
difíciles. No hubo colaboración por parte del gobierno para estructurar el
CODEPMOC; la situación en la que se encontró Zenón Chica era muy
complicada y tampoco yo podía echarme a un lado puesto que era el cons-
tructor natural del proceso. Sabía lo que teníamos que hacer, sabía lo difícil
que era, así que echarme a un lado significaba liquidar el proceso y no es que
desconfiara de Zenón, pero el liderazgo natural en el pueblo montuvio lo
ejercía yo.

l
138 DIGNIDAD MONTUVIA
Hacerme a un lado hubiese sido una imperdonable irresponsabilidad y un
irreparable error histórico, sencillamente no existiríamos como pueblo. Al
doctor no le quedó otra opción que hacer lo que intentó hacer luego de tanta
presión sufrida; era lo correcto desde su punto de vista, aunque yo no lo
compartía ni lo podía aceptar, pero siempre lo comprendí. Por eso, nunca
dejaré de reconocer en este libro la corta pero importante presencia de Zenón
Chica en esta lucha por la dignidad montuvia; su presencia fue un valioso
aporte al proceso y su pérdida muy sentida.

El consejo transitorio que dirigió el Dr. Chica duraba en sus funciones seis
meses, los que ya se habían cumplido, por lo tanto, el pueblo montuvio re-
solvió proponer otro director ejecutivo para el consejo nacional definitivo.
Los consejeros también fueron elegidos por el pueblo montuvio, en votación
popular y democrática, en cada capital de provincia, los que duraban en sus
funciones cuatro años de acuerdo con su ley.

Habíamos inútilmente perdido ocho meses del consejo transitorio y no te-


níamos nada. Había que estructurar el CODEPMOC. Las relaciones con el
gobierno estaban en punto muerto. Nuestra estrategia para sostener el CO-
DEPMOC estaba llegando al límite hasta que apareció la ayuda de Manuel
Marún, prefecto de Los Ríos, quien se había convertido en un valioso apoyo
del pueblo montuvio riosense y simpatizaba con todos los dirigentes nacio-
nales. Un prefecto que junto a otros como Bonifacio Morán; Uquillas, de
Vinces; Mario Touma, de Babahoyo, constituían la clase política con poder
en la provincia fluminense.

Era gente sencilla, sin poses de dioses ni déspotas ni vanidosos, ni nada pa-
recido a los “revolucionarios” de hoy. Fueron ellos quienes siempre ayuda-
ron a sensibilizar a los gobiernos y autoridades de turno para que nos dejen
avanzar libremente por el sendero de lucha que habíamos trazado en la bús-
queda de justicia social y libertad para construir nuestro propio futuro; fue
muy importante su solidaridad política al proceso montuvio, sin olvidar a la
niña Elsita Bucaram, quien desde el Congreso, en los momentos cumbres de
la lucha, supo defendernos y apoyarnos abiertamente, sin que tengamos
ninguna vinculación ni relación política con su partido. Es de hombres ho-
nestos saber reconocer este apoyo.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 139
Fue Manuel Marún quien interpuso su excelente gestión ante el presidente
Noboa y preparó el escenario para que en la parroquia Caracol, Isabel
Mosquera se luciera con un fogoso discurso ante Gustavo Noboa, presente
en la inauguración del carretero de esa localidad y propusiera el nombre de
Cecilia Castro, oriunda de esa parroquia, como la nueva secretaria ejecutiva
de nuestra conflictiva institución. En ese tiempo, este nombramiento le co-
rrespondía al presidente de la República. Después, hicimos la reforma para
no depender más de los gobiernos.

Así transcurría la vida de la naciente e inestable institución. Cecilia había


sido designada por la Asamblea Nacional del Pueblo Montuvio para ocupar
ese cargo, aunque no puedo dejar de mencionar que, por segunda vez, el
respaldo mayoritario del pueblo montuvio a nivel de cantones y provincias lo
tenía Isabel Mosquera y por el mismo criterio puritano de la primera vez,
persuadí a los dirigentes para que hicieran cambiar de opinión a las bases,
aduciendo nuevamente que era mi cónyuge —siendo esa la razón que intuían
los dirigentes para nombrarla a ella. Obviamente, yo había vuelto a rechazar
mi designación como secretario ejecutivo y por segunda vez demostré que no
tenía ningún interés personal en la institución; además de que Noboa y su
secretario Marcelo Santos no me querían ahí.

Así es como los montuvios y yo fuimos adquiriendo un compromiso de vida;


más allá de las circunstancias, estábamos construyendo el proceso. La
situación conflictiva del CODEPMOC no cambió en absoluto. Las injeren-
cias externas infiltradas entre los supuestos colaboradores y profesionales,
arremolinados en torno a la nueva secretaria ejecutiva, siguieron causando
incomprensiones y desacuerdos, los que finalmente desembocaron en un
rompimiento muy doloroso entre los dirigentes del pueblo montuvio.

La inexperiencia, la inmadurez y los rencores no permitieron controlar des-


de el inicio la conflictividad. Los problemas personales, en que sin querer
habíamos caído, fueron determinantes y pagamos piso por novatos; abri-
mos las puertas para que oportunistas externos, con agendas propias, avi-
ven la llamarada de la discordia. Fue un suicidio de mi parte no haber asu-
mido desde el principio la Secretaría Ejecutiva de la institución, tal como el
pueblo lo resolvió dos veces. El carácter, la conciencia, el compromiso y los
conocimientos no se compran en una farmacia; fue un error que pagamos
todos: dos años de improductividad y de enfrentamientos viscerales entre

l
140 DIGNIDAD MONTUVIA
nosotros, alimentados desde el gobierno o desde sectores interesados en que
no avancemos y otros que intentaban pescar a río revuelto, como fue el caso
de tecnócratas oportunistas que ni idea tenían del proceso montuvio. Debo
aceptar que los dirigentes tampoco lo tenían.

Fueron en total dos años vergonzosos que transcurrieron en disputas inter-


nas, entre gente que nos habíamos querido mucho y luchado juntos, quie-
nes habíamos compartido sufrimientos y alegrías, gente que veníamos de la
misma piel, del mismo sueño, pero que lamentablemente cayó en la maraña
de la manipulación, abusaron de la falta de conocimientos y en el manejo de
la conflictividad. Penosamente, esta situación se repitió y con distintos
actores. Era obvio que los niveles de conciencia no estaban consolidados en
toda la dirigencia montuvia.

Puedo asegurar que entre los dos grupos que inicialmente se distanciaron,
era gente totalmente sana que fue presa fácil del odio y sentimientos propios
del submundo cultural heredado del neocolonialismo, actitudes infantiles
que hoy recordamos con mucha pena. Las bases regresaron a su organi-
zación madre, pero la dirigencia siguió su camino equivocado, siempre a
órdenes del gobierno de turno, lo que nos causó mucho daño.

Este hecho ha sido materia de un profundo análisis y siempre se llega a la


misma conclusión: fuimos víctimas de la perversa manipulación que desde
el mismo gobierno de Noboa se planificó y ejecutó a través de la Secretaría
de la Administración Pública, bajo las órdenes del ya fallecido Marcelo San-
tos, quien al final de sus funciones personalmente me lo comentó y en prue-
ba de buena fe o como compensación al perjuicio causado, consensuamos en
el Presupuesto General del Estado US 5 millones de dólares que financiaba
el primer programa de desarrollo del pueblo montuvio, incluido en el
Presupuesto del Estado por la Secretaría de Planificación de ese entonces y
trabajado conjuntamente con nosotros, el mismo que fue aprobado por el ex
Congreso Nacional de la vieja partidocracia, con decenas de montuvios
presionando desde afuera de sus instalaciones, presupuesto que se debería
ejecutar el año siguiente en el gobierno entrante de Lucio Gutiérrez, pero
cuando este realizó el proceso de transición con Noboa, lo convirtieron en
picos y palas para los indígenas, perdiéndose legítimos recursos asignados
por primera vez por el Estado.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 141
Nunca dejaremos de recordar estos hechos tristes en la historia del pueblo
montuvio porque fue la primera experiencia en este tipo de conflictos inter-
nos; experiencia que nos sirvió mucho en los años posteriores y fue nuestra
gran escuela para aprender qué hacer en los siguientes años difíciles que nos
tocó vivir como pueblo y como institución. Gracias a esas valiosas expe-
riencias es que supimos asimilar, sortear y vencer todos los obstáculos que
desde el poder nos pusieron en el camino. Gracias a ese conocimiento, a esa
vivencia y a esa experticia, nunca nadie ni nada pudo vencer la férrea unidad
de la organización madre de los montuvios: el Pueblo Montuvio del Ecuador.

Una lección que nunca quisimos aprender fue: “Tener cuidado, ser tinoso y
desconfiado con los dirigentes jóvenes formados en el proceso”. Nunca qui-
se aceptar que nuestros jóvenes, como el resto de juventud del país, eran dé-
biles, frágiles y sin compromiso, por eso las traiciones siempre se repitieron,
pero hay honrosas excepciones. Vencimos todos los obstáculos, incluyendo
los nuestros que fueron los más difíciles y los más complicados de vencer;
terminamos ahogando al mediocre y tonto que llevábamos adentro, pero
faltó trabajar un poco más en la mente y alma de los jóvenes, esculpirla,
templarla al fuego y al calor de la lucha. Lamentablemente, vino el rompi-
miento. Fue nuestra primera experiencia.

Lo que nunca nuestro pueblo y la opinión pública entendió bien es cómo una
dirigencia joven —porque todos éramos jóvenes— con altos niveles de en-
tendimiento y comprensión del difícil proceso que estábamos construyen-
do pudo caer en la trampa de manera tan ingenua. La única respuesta que
siempre encontramos es que definitivamente los niveles de conocimiento
científico sobre la política y la condición humana son imprescindibles para
fortalecer la conciencia política de los líderes.

Las nuevas generaciones deben entender que cuando se quiere volar, las alas
son el conocimiento, y la habilidad para conducir es la experiencia; una visión
corta apenas llega hasta el bosque, hay que ver mucho más allá del horizonte.

El gobierno de Noboa terminó sin pena ni gloria, como todos los gobiernos
anteriores. Sus cercanos colaboradores quisieron arrasar con las eléctricas y
todo lo que podían privatizar con el cuento de la modernización. Parecida
situación vivió el CODEPMOC, que en dos años tampoco había podido ini-
ciar sus funciones, pero las comunidades montuvias no se movieron de sus

l
142 DIGNIDAD MONTUVIA
puestos y permanecieron firmes, atentas, defendiendo juntas su conquista.
Fueron ellas las que no permitieron el cierre de la institución y garantizaron
la recuperación de la misma en el 2003.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 143
EL CORONEL LUCIO GUTIÉRREZ
Y LA ESPERANZA DE CAMBIOS

Lucio nos hizo soñar. Por primera vez en muchos años, el pueblo empezó a so-
ñar en la posibilidad de llegar al poder. Los antecedentes del 21 de enero ali-
mentaban la esperanza y ahí estuvimos los montuvios apoyando al coronel.

El gran respaldo que le daba el pueblo montuvio organizado influyó para que
el agro montuvio cerrara filas a favor de Gutiérrez. Fue nuestra organización
la que trajo a Lucio por primera vez a la costa. Lo habíamos conocido en el
derrocamiento de Mahuad, su gente había luchado junto a nosotros. Creímos
en él, tal como también creyó el pueblo ecuatoriano.

Lo cargamos recorriendo los pueblos del litoral en grandes concentraciones y


multitudinarios eventos. El agro costeño creyó en nosotros y creyó en él. Las
organizaciones y movimientos sociales del litoral se unificaron alrededor de
Lucio. Logramos convencer a la CONAIE para que se sume al respaldo mayori-
tario que tenía el coronel en la costa; no fue fácil porque ellos no le perdonaban
la delegación que hizo en el triunvirato. Nadie fuera de los montuvios entendía
que estábamos viendo en Lucio una oportunidad de cambio. Los demás can-
didatos significaban más de lo mismo. Nadie quería entender que los empo-
brecidos votarían por esa opción diferente, no por los mismos de siempre. Los
ejemplos de lucha montuvia influenciaban en el agro.

El montuvio organizado estaba cambiando, empezaba a ser un hombre di-


ferente, empezaba a cambiar el chip, empezaba a tener criterios propios de
nuestra cultura, de nuestras raíces. Nos dábamos cuenta de que la realidad
política del país era diferente a la que siempre nos hizo creer la clase gober-
nante. La unidad, la organización y la lucha estaban dando resultados rápi-
dos. Ya estábamos recuperando los valores. Éramos dignos otra vez. Nada ni
nadie nos manipulaba a estas alturas.

l
144 DIGNIDAD MONTUVIA
Ese cambio lo fuimos experimentando en todos los pueblos y provincias del
litoral por donde caminábamos y era evidente. Las mujeres del campo ex-
hibían con orgullo su donaire y su gallardía por estar al frente de las luchas
montuvias, espacios a los que yo las impulsé. Eran ganadoras, promociona-
ban sus conquistas, pese a la difícil situación de abandono y pobreza en que
vivíamos, empezaba a renacer la esperanza.

Los hombres sacaban pecho y miraban con altivez la vida porque también
eran protagonistas de un cambio que se estaba operando. El cambio en la
gente rural era fácilmente perceptible; era evidente en ese 10% de gente or-
ganizada en la campiña. El cambio se expandía. No había sociólogo ni psi-
cólogo que estudie este cambio que se estaba dando en el pueblo montuvio y
su organización, tal vez ni se percataron.

Esa esperanza contagió a todos los montuvios del litoral que confiamos y
creímos en Lucio, mientras que el habitante de las grandes ciudades seguía
aletargado, distraído, pensando en Alvarito o en Roldós y en los mismos
tontos de siempre. Fueron el montuvio y el indígena los que primero tu-
vieron la visión del cambio y la esperanza esperándolos a las puertas de un
recinto electoral. Fuimos nosotros, los pueblos rurales de la costa, sierra y
Amazonía, los que dimos los primeros pasos hacia la necesidad de cambiar
radicalmente la nación a través de las elecciones, por eso creímos en Lucio.
Fuimos la primera experiencia en ese sentido, sin embargo, todavía se-
guimos excluidos de los beneficios del Estado, discriminados por el mismo
cruel e injusto sistema que nos empobrece.

Fue la unidad del sector rural del litoral, el indigenado de la sierra y Ama-
zonía quienes aportaron al triunfo del coronel. Juntos vencimos al todopo-
deroso Alvarito, lo vencimos en las urnas contra todo pronóstico, vencimos
al don del billete. Fuimos la gente del agro la que ayudó a poner a Lucio en la
segunda vuelta. Contagiamos con nuestro entusiasmo a los montuvios que
habitaban en la ciudad, quienes también votaron por Lucio. Igual pasó en la
sierra y la Amazonía. Fuimos los pueblos de la costa los que, comunidad por
comunidad, cantón por cantón, realizamos la campaña por Lucio.

En conclusión, todos juntos llevamos al coronel a Carondelet. Lamentable-


mente, mucho oportunista y arribista se arremolinó en torno al coronel;
también cuenteros, los de siempre, los que hablaban a nombre de todos y de

DIGNIDAD MONTUVIA
l 145
nadie. Al final, la vieja partidocracia y la sociedad mediocre mantuvieron el
control del poder político del Estado. Lucio tuvo la oportunidad de iniciar los
cambios que ofreció pero no los hizo, tuvo al pueblo de su lado y no lo
aprovechó. No hubo facilitador entre el gobierno y las masas, los cuenteros
no nos dejaron espacio, sucedía lo mismo de siempre. Ahí falló el coronel, se
quedó sin el pueblo, pese a que también estaban los indígenas de la CONAIE
en el gobierno; el coronel flaqueó ante el imperio y las oligarquías naciona-
les, se doblegó y compartió con ellos el poder.

Lo primero que hicieron sus colaboradores fue intentar negar nuestro dere-
cho a administrar el CODEPMOC, legítima conquista del pueblo montuvio
lograda en las carreteras y plazas de nuestro país. Tuvimos que patalear duro
para hacernos respetar. Es aquí donde surge la actitud valiente y audaz de
Isabel Mosquera para recuperar la institución de desarrollo que estaba en
manos de un abogado cuyo nombre no recuerdo, pero que por pedido de
alguien, en el periodo de transición al poder, se había convenido de mutuo
acuerdo para que Noboa lo nombre Secretario Ejecutivo y no le causase di-
ficultades al coronel entrante. Así comenzaron los entuertos del coronel con
quienes lo apoyábamos.

Hay que reconocer la actitud solidaria de un gran amigo de nuestro pueblo,


el Tnte. Patricio Ortiz, en ese tiempo ministro de Bienestar Social, y por su-
puesto también del Dr. Felipe Mantilla, quienes solidariamente secundaron
nuestras justas exigencias y se designó a Isabel como la nueva directora
ejecutiva de nuestra conflictiva institución.

De ahí en adelante, hasta un mes antes de que lo echaran al coronel, fue un pe-
riodo de permanente acoso y amenazas contra la institución; crearon políticas
de Estado para dividir al pueblo montuvio, lo que nunca consiguieron; sufri-
mos hasta una cinematográfica persecución a 160 km/hora por la vía a Daule.
Es decir, nunca tuvimos respaldo ni apoyo en nada. Los avances que logramos
los obtuvimos gracias a la lucha, al respeto que inspiraba la organización y a la
solidaridad de Patricio Ortiz y del Dr. Mantilla, así como alguna que otra ges-
tión de buenos amigos que tuvimos en ese gobierno, el que se caracterizó por
tener perros bravos a la pata (dirigentes aliados), quienes husmeando llegaban
en caravana a los pueblos unos días antes de nuestras visitas para desinformar,
desacreditarnos y tratar inútilmente de dividirnos, sin resultados; dirigentes
serviles al poder, no a la causa de los pueblos.

l
146 DIGNIDAD MONTUVIA
Esto nos pasó en todos los gobiernos. Estos acomedidos del poder, cuyos
nombres nadie recuerda, crearon en los patios de la prevención de Caron-
delet dos movimientos montuvios nacionales, por supuesto de membretes,
con dinero, oficinas y transportes. Esa era la sociedad mediocre de la cual
lamentablemente somos parte los montuvios. Utilizaron a dirigentes que se
ofertaban por un plato de lentejas, trataron agresiva e insistentemente de divi-
dirnos y hacernos daño. Dividieron a los indígenas, pero a nosotros no.

Algunos todavía andan por ahí disfrazados de revolucionarios; nunca les


guardamos rencor, jamás hablaremos mal de ellos, comprendemos su con-
dición humana. Algunos lucharon con nosotros y eso se recuerda. La divi-
sión siempre fue puntual entre dirigentes. La gente de base, las estructuras
de la organización, el alma del pueblo montuvio siempre estuvo con noso-
tros y jamás pudieron dividir a las bases montuvias. Ni Lucio, ni Noboa, ni
Correa, ni nadie pudo jamás dividir lo que está sólidamente construido con
amor, con verdad, esa es la fortaleza más poderosa del universo. Estamos
blindados con esa coraza impenetrable. Solo Dios y el tiempo, que
inexorablemente corre, pudieron después de 25 años, debilitar esa unidad.

Jamás pudieron arrebatarnos la organización. Destruyeron la institución,


detuvieron el proceso, pero jamás pudieron dividirnos, mucho menos liqui-
darnos. En esta parte de la historia hay que reconocer también la actitud
solidaria de los comunicadores sociales con Pepe Peña a la cabeza, el queri-
do y siempre recordado Pepito, quien con sus colegas reporteros dio amplia
cobertura a las luchas que desarrolló el pueblo montuvio por defender su
institución pública y su proceso de desarrollo. La solidaridad de los repor-
teros y comunicadores sociales era sincera, quienes a través de sus medios
cubrían los diferentes escenarios desde donde los montuvios defendían su
conquista emblemática.

Fue muy importante la prensa nacional. Solo así fue posible mantener una
lucha con alta resonancia en los medios, que indudablemente acanallaba a
los gobiernos indolentes, quienes al atacar al CODEPMOC estaban ensa-
ñándose con un pueblo indefenso pero digno, por su único pecado de querer
justicia social, igualdad de derechos, eliminar la discriminación y erradicar
la pobreza de nuestros campos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 147
Nuestra infinita gratitud para todos los comunicadores sociales y reporteros
de la prensa nacional, especialmente a los que cubren el aeropuerto. ¡Cómo
no reconocer en este ensayo la gran cobertura y despliegue que siempre dio
el periodista Luis Villegas!, a quien afectuosamente las montuvias llamaban
monturrano, una mezcla de serrano y montuvio, quien con su programa
“Nuestra Tierra” direccionaba a las comunidades a sostener la lucha en
defensa del CODEPMOC. Villegas fue un valioso aporte al proceso
institucional, lástima que al final, por actitudes personales infantiles y
compromisos difíciles de cumplir, se llenó de rencores y odio visceral contra
nosotros. Ya estamos acostumbrados a este tipo de conducta, la hemos te-
nido en personas cercanas a nosotros, pero seríamos ingratos si no recono-
ciéramos su actitud solidaria y oportuna en los momentos difíciles y de alto
riesgo institucional que los gobiernos nos hicieron pasar.

Aprendimos a tolerar a las personas, así como ellos aprendieron a tolerar-


nos, siempre en el marco del respeto al pensamiento diverso. Los gobiernos
siempre nos hicieron mucho daño, nos quitaban los recursos a las comuni-
dades, nos cortaban los presupuestos a los proyectos de las organizaciones,
nos discriminaban, nos excluían, nos difamaban, nos metieron a la cárcel,
nos enjuiciaron, pero jamás pudieron dividir ni liquidar el proceso montu-
vio. Solo pudieron detenerlo en el 2012.

Somos, por historia y presente, herederos de esa estirpe guerrera de los


montoneros y chapulos, quienes pelearon junto a Alfaro. Los gobiernos son
pasajeros, tarde o temprano se van, en cambio los pueblos se mantienen en
el espacio por mucho más tiempo. El pueblo montuvio y la montuviada ya no
es patrimonio de nuestra organización, es la identidad de todos los costeños
del litoral, quienes con orgullo la asumen como propia, es su cultura, sus
raíces, su historia.

¡Qué alegría sentimos ahora al recordar la lucha brava que significó recupe-
rar esa identidad, que hoy está rebrotando raíces en toda la costa y el litoral!
Estamos de regreso, eso es a lo que teme la flamante partidocracia, a esa
unidad monolítica de los montuvios en el litoral, a esa correntada montuvia
que crece y crece por todo el territorio nacional, a eso es que le temen, por
eso siempre nos “olvidan” cuando se refieren a los pueblos y nacionalidades.
Ahora, esmeraldeños y lojanos se autodefinen orgullosamente montuvios y
en el subtrópico de Bolívar, Azuay, Cotopaxi, las comunidades se autoi-

l
148 DIGNIDAD MONTUVIA
dentifican con el pueblo montuvio; definitivamente es una identidad que se
revaloriza y posiciona dignamente en este Ecuador plurinacional. La mon-
tuviada trasciende los límites patrios, estamos de regreso.

Así pasó el gobierno del coronel, tal como llegó se fue. Entró en una con-
frontación belicosa con las organizaciones y movimientos sociales. Noso-
tros no movimos un dedo para botarlo ni tampoco para defenderlo. La costa
estuvo al margen de lo que sucedía en Quito.

El gobierno de Lucio era una máquina de hacer errores y contestatario per-


manente en los medios de comunicación. Cayó en la desesperación, perdió la
brújula, se le confundió el horizonte y ahí estuvo su falla. Se quedó solo,
aislado del pueblo. Aquí se concreta el golpe, desde la clase política domi-
nante, desde el antiguo medio dueño del país, quien movió sus hilos en la
cúpula militar, aprovechándose de la movilización de la clase media quiteña
en las calles de la capital y el quemeimportismo del resto de la población
ecuatoriana, especialmente de la costa rural que no tuvo ninguna participa-
ción en estos hechos.

El coronel estaba totalmente desvinculado del pueblo montuvio, el que desde el


inicio fue su mejor aliado. Ese fue otro error del coronel al no contar con un
pueblo organizado para defenderlo. Con nosotros en las carreteras, otro hubie-
se sido el desenlace de esta historia. Las Fuerzas Armadas le retiraron el respal-
do, el golpe estaba consumándose, el Congreso Nacional lo destituyó. Esta vez
no fue por loco, fue por tonto y huérfano de respaldo popular.

En las postrimerías de su gobierno vinieron emisarios a hablar con noso-


tros. La propuesta era levantar la costa, lo cual era algo sencillo. Manabí,
Guayas y Los Ríos las teníamos listas desde hace tiempo y se cerraban las
carreteras. Habían decidido que yo lidere eso, incluso alguien trajo un cheque
para cubrir logísticas, el que nunca acepté, porque mi convicción ideológica
y política, mi estructura mental, mi composición química no me permiten
estar contra el pueblo, eso jamás. Ya nada podía hacerse. Lucio era víctima de
sus propias circunstancias, sus errores lo tumbaron.

Una tarde, tres días antes de que lo echaran, vino mi amigo Ortiz a verme y
llevarme a Carondelet para que converse con Lucio, pero nunca llegué a la
cita. Me encontré con una querida amiga quien me invitó a vacilar la bronca

DIGNIDAD MONTUVIA
l 149
y nos quedamos en la 10 de Agosto dos noches y tres días observando los su-
cesos y siendo parte de los acontecimientos en compañía de muchos amigos
de los movimientos sociales que también andaban sin sus bases. Era la clase
media, el pueblo de Quito, el que estaba botando a Lucio.

El coronel se fue así como llegó. Nosotros sobrevivimos a las embestidas que
nos dieron algunos colaboradores de su gobierno. Nosotros pudimos
mantener la institucionalidad gracias al pueblo que, con grandes esfuerzos y
sacrificios, siempre sostuvo el proceso montuvio y a su CODEPMOC. Ese
pueblo, sus líderes y lideresas han sido los grandes héroes de todas estas
batallas libradas con los gobiernos de turno, ese pueblo a quien le debemos
la gloria de lo que somos o queremos ser en esta tierra de Alfaro, de Infante,
de Montero, de Serrano, de Carlos Concha, de Filomena Chávez, de la Ñata
Gamarra, de Plutarco Bowen, de Crispín Cerezo, de Juan Bautista Aroca, de
Leopoldo Rugel y tantos otros a quienes debemos admirar y valorar, cuyos
ejemplos debemos seguir para ser precisamente una sociedad más respon-
sable con la patria donde vivimos, con la región donde habitamos, corri-
giendo a tiempo los errores que se cometen.

Estamos conscientes de que estos errores suceden porque son inevitables en


los procesos políticos, pero no pueden ser ignorados por vanidad, soberbia o
sectarismo, ni mucho menos repetidos por torpeza o prepotencia porque eso
afecta la credibilidad y la sostenibilidad del proceso en un pueblo que lo
merece todo menos la traición, mucho menos la exclusión, el discrimen y el
desprecio. Esto último, las masas te lo facturan en los procesos electorales y
con valor agregado. Le llaman voto castigo, ya sucedió en el 2014 y 2017.

Es una lástima que a mediados del 2016, la revolución tampoco llegó a nues-
tros campos. Como lo dice el propio presidente, todo fue un cuento. Nunca
hubo una seria intención de cambiar la realidad económica y política del
agro. La pobreza y discrimen siguen galopando nuestros campos. El agri-
cultor siembra, cosecha y sigue pobre, abandonado a su maldita suerte, re-
cibiendo migajas y dádivas del Estado.

¿Cuándo entenderán los gobiernos que el asistencialismo no resuelve ni un


carajo, mucho menos los problemas de la pobreza rural? La solución la te-
nía el CODEPMOC, pero por soberbios y endiosados la despreciaron. Nunca
quisieron escucharnos. Un montón de veces les ofrecimos las soluciones y

l
150 DIGNIDAD MONTUVIA
nunca les importó. Su intención era sostener la pobreza y hacer a los pobres
dependientes del Estado, de su gobierno, a través del asistencialismo, yo
estaba de más.

Los hechos son evidentes y así lo demuestran. Catorce años han pasado y los
resultados son pobreza rural extrema, suelos oxidados, saturados, deterio-
rados, semilla de mala calidad, baja productividad, altos costos de produc-
ción, sin investigación ni estudios agropecuarios, sin políticas públicas, sin
crédito, sin banco de desarrollo, sin tecnologías limpias ni de punta.

Hoy, la juventud está migrando hacia la ciudad, no hay futuro ni presente en


el campo. El gobierno no quiere ver las soluciones. El fracaso del Estado en
el agro se debe a que tecnócratas y burócratas no quieren entender esta
realidad. Dicho de mejor forma: el Estado no acaba de asimilar el problema
de la pobreza rural ni esa diferencia conceptual y visionaria de los pueblos
montuvios organizados e integrados en su proceso de desarrollo.

Para los gobiernos es más fácil la dádiva, el asistencialismo, que además les
produce réditos políticos-electoreros. Sostener la pobreza es un negocio para
los gobiernos y los malos “dirigentes”, quienes como facilitadores de estas
prácticas cuestionables, se corrompen y ganan algún dinero, sin importar la
deslealtad con su pueblo.

La desigualdad no es étnica, es de clase. La discriminación no es por el co-


lor de la piel; somos discriminados del sistema por pobres y excluidos de las
políticas del Estado por no estar en el poder. Y los que han estado, por haber
llegado al poder y responder a sus intereses, no han tenido los niveles de
conciencia, ni el conocimiento, ni el compromiso para contrariar a los
gobiernos. No han representado al pueblo.

La solución es eliminar las cadenas de explotación diseñadas. Los montuvios he-


mos probado con éxito cómo hacerlo, realizamos todo el proceso productivo des-
de la siembra asociada pasando por la agrotransformación comunitaria, hasta los
procesos de comercialización asociativa con visión empresarial, responsabilidad
social y ambiental. Eso es todo. Tenemos muchos ejemplos de esto. Somos aban-
derados de este nuevo sistema de producción que el gobierno nos copió, pero solo
lo que le interesaba para sus políticas de dependencia. Allí está la experiencia que
siempre pusimos a disposición del gobierno, pero nunca les interesó.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 151
Sabemos cómo desarrollarnos económicamente desde la gastronomía, el
agroturismo, la cultura, la naturaleza, etc. Disponemos de otro capital va-
lioso e imprescindible: la credibilidad, la confianza, la empatía y el empo-
deramiento de las comunidades. Sin embargo, no fuimos escuchados por los
“socialistas” del siglo XXI. Es una pena, pero es la verdad. Desgraciada-
mente, ellos han estado en el poder, situación que nuestra gente la conoce
muy bien y comprende los motivos del porqué no cristalizamos las metas,
del porqué aún no nos desarrollamos como pueblo y como sector, del porqué
aún permanecemos en la pobreza después de haber luchado tanto.

La respuesta es simple: no hemos estado en el poder y los gobiernos no han


entendido ni tampoco creen en nuestro desarrollo. No quieren erradicar la
pobreza rural, confusamente están convencidos de que debemos ser una
carga para el Estado y no un aporte. Quieren mantenernos siempre
dependientes de los gobiernos, siempre necesitando de las migajas que nos
arrojan, así nos pueden manipular y controlar. Saben que si alcanzamos
independencia económica tendremos libertad para decidir y ya no necesi-
taríamos de las dádivas ni del asistencialismo de los gobiernos, asistencia-
lismo que resulta un alto costo para el Estado, cien veces más caro que la
solución y no elimina la pobreza, ni las desigualdades, ni la injusticia social,
ni desarrolla económicamente el agro.

Más de cien millones de dólares mensuales en bonos de pobreza y kits. Ahí


está el dinero para la agroindustria comunitaria rural y la transferencia de
tecnologías para la producción. Podemos probar fácilmente aquello, el pro-
blema es que no lo quieren hacer, lo cual constituye una crueldad y una doble
moral, ¿alguna duda? Partidocracia corrupta, ignorante e inconsecuente.

Volviendo al gobierno del coronel, después de la trifulca y la convulsión por


la salida de Lucio, hechos a los cuales los ecuatorianos ya estábamos acos-
tumbrados, me tocó estar en el edificio de la CIESPAL. Fui uno entre los
miles que estuvimos allí, presenciando las hordas enardecidas e irraciona-
les que cometieron todo tipo de desafueros y agresiones contra hombres y
mujeres, agredidos salvajemente por su condición de diputados. De tal
magnitud fue la agresión que por unos momentos pensé en una segunda
hoguera bárbara, lo que felizmente no sucedió.

l
152 DIGNIDAD MONTUVIA
Estos hechos repetitivos sucedían a menudo, pero no cambiaban nada. Todo
seguía igual en nuestros campos, en nuestras ciudades, era como si la his-
toria se desarrollase en una pantalla de televisión de la cual el pueblo solo era
mero espectador y nada más. El coronel fue echado del poder por los
militares, embarcado en un helicóptero, y maleta en mano abandonó para
siempre el palacio de los sueños de perro de muchos políticos, quienes sin
conciencia ni compromiso llegaron a él. Posteriormente, se comprobó, que
una vez más, el viejito medio dueño del poder también estuvo moviendo las
fichas en este derrocamiento.

Esa había sido siempre la triste historia de mi país. Al siguiente día no pa-
saba nada y todo seguía siendo la misma vaina, pero los medios de comu-
nicación continuaban el show, los mismos actores de la vieja partidocracia
repartiéndose el poder, las opiniones especializadas que siempre opinaban
lo mismo, los analistas de cajón, cuya opinión no valía para el pueblo nada.
Así terminaba otro triste episodio de la politiquería nacional.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 153
PRESIDENTE PALACIOS, LA TRANSICIÓN

Llegó el ascenso del Dr. Palacios al poder, el cual remplazó al coronel de


Carondelet. Hubo cambio de timonel pero con la misma tropa: algunos ami-
gos y también algunos adversarios ya conocidos. Para el país nada cambió,
para el pueblo montuvio continuó la misma rutina, otra vez la misma dosis.
¡Qué mala suerte perseguía a nuestro pueblo! Era la consigna del sistema: no
darnos poder desde el Estado, liquidar la organización, desbaratar nuestro
proceso.

Los dirigentes de Alianza País y las autoridades de ese gobierno recibieron


el direccionamiento de “liquidar al pueblo montuvio”; esa fue siempre la
consigna. Pero nosotros también teníamos nuestra estrategia: resistir,
resistir con multitudes, resistir con movilización, resistirles en las calles,
mostrarles nuestra fuerza, refugiarnos en la población y en las ciudades con
nuestra cultura y nuestra lucha; no bronquearles, no enfrentarlos, tragar-
nos nuestra rabia y como dijo Artemio “hacernos los pendejos” y a costa de
todo, sabiendo que eran torpes, cegados por el odio, para seguir gestio-
nando los recursos del Presupuesto General del Estado y financiar nuestros
proyectos agroindustriales, objetivo vital para nuestra existencia y consoli-
dación como pueblo.

Teníamos los argumentos científicos, económicos y políticos, los cuales eran


contundentes y la Senplades así los entendía. Al final de cuentas, lo lo-
gramos. En el 2009 y 2010, desde la Asamblea Nacional, con movilización y
gestión obtuvimos los presupuestos y construimos setenta y cinco proyectos
agroindustriales en la región litoral, incluyendo Loja, con excepción de Es-
meraldas que se integró al final. Quizás cuando más ecuatorianos conozcan
esta historia, seguramente la solidaridad y empatía con el pueblo montuvio
crecerá mucho más y comprenderán mejor la difícil situación que vivimos:
25 años luchando contra la injusticia social, contra la desigualdad económi-
ca, contra la indolencia de los gobiernos, contra la discriminación, contra

l
154 DIGNIDAD MONTUVIA
la exclusión, contra los abusos del poder. El de Correa fue el peor de todos
los gobiernos, no hay punto de comparación con ninguno. León es un dulce
viejito, un boy scout comparado con Correa.

Volviendo al gobierno de Palacios, desde la Secretaría General de la Ad-


ministración Pública que dirigía Lucho Herrería, de ingrata recordación para
los montuvios, se apuntaron todos los cañones contra el CODEPMOC. La
orden estaba dada, venía del propio León: había que liquidar el proceso
montuvio. Me lo confesó el propio Herrería en su despacho y me enseñó una
de las tantas denuncias falsas, dirigida con copia a León y sumillada por este,
solicitando se le dé trámite en la Presidencia, lo cual era una orden. A ese
poder nos enfrentábamos.

Se aprovecharon de la torpe conflictividad entre dirigentes, de los odios e


infantiles resentimientos que afloraban e iniciaron todo un proceso político
y legal para tener los argumentos que les permitieran liquidar a la institu-
ción. Mandaron a las fiscalías de Guayas y Los Ríos a investigar al CODEP-
MOC y auditaron a través de la Contraloría el corto periodo que llevaba al
frente Isabel Mosquera: investigaciones direccionadas desde la Comisión de
Fiscalización del Congreso Nacional y la Comisión Anticorrupción. Uti-
lizaron a la prensa direccionándola a hacernos daño, a difamarnos e inju-
riarnos con saña y alevosía porque de toda la basura que se publicó en los
diarios, se comprobó después que eran viles mentiras y calumnias que los
medios de comunicación nunca quisieron rectificar.

Fue realmente otra persecución más, otra raya más al tigre. Cuando se per-
cataron de que no había ningún peculado en la administración ni irregula-
ridad en la conformación del Consejo Nacional, porque el objetivo era de-
clarar en acefalía la institución, optaron por la segunda opción, intentaron
entregarle la institución al otro grupo, quisieron despojarnos de la misma a
quienes en ese momento ejercíamos la representación legal y legítima del
pueblo montuvio.

Nuestra gente defendió a los representantes elegidos de manera multitudi-


naria, pública y directa, mediante votación popular y democrática en cada
una de las capitales de provincias de la región litoral. Sin embargo, en el go-
bierno de Palacio, mal informado por Herrería, de manera violenta y brutal,
atropellando la ley, los derechos, mediante decreto ejecutivo, destituyeron a

DIGNIDAD MONTUVIA
l 155
Isabel Mosquera como directora ejecutiva de la institución montuvia, nom-
brando a Cecilia Castro en su lugar, pero nunca cumplieron con el procedi-
miento legal de posesionarla, porque su intención era hacer caer en acefalía
al CODEPMOC. Ese era el plan de Herrería que el otro grupo no entendió,
estaban cegados por la manipulación.

Lástima que nunca tuvimos un canal de comunicación abierto con ellos, pero
con lo que no contó Herrería fue con el coraje y la determinación del pueblo
montuvio de defender con dignidad su institución en las calles y plazas de
nuestra República, como efectivamente sucedió.

Convocamos grandes movilizaciones montuvias en Guayaquil en defensa del


CODEPMOC, diseñamos la estrategia, todos los lunes se realizaron mar-
chas masivas en la 9 de Octubre, despertando simpatías y solidaridad en los
guayaquileños, quienes sorprendentemente desde balcones y ventanas de
edificios aplaudían nuestra protesta y se identificaban con nosotros. La lucha
siempre estuvo en las calles, ese era el éxito. Eran cientos al inicio, después
miles, venidos de todas partes, especialmente de Guayas, Los Ríos y Manabí.
Se atrincheraban todos los lunes en la Sociedad de Carpinteros, desde donde
salían las marchas para defender su derecho a desarrollarse con justicia
social, derecho conquistado en las carreteras, plazas y en una huelga de
hambre histórica.

¡Qué ejemplo de dignidad y compromiso nos dio nuestra gente humilde pero
orgullosos herederos de la estirpe guerrera de los montoneros! Recordamos
a las comunidades de Guale, con el profesor Miranda, de Colimes, gran con-
ductor de los gualeños; Ángel Holguín, Juan Holguín, Zenobio Sánchez, Ca-
talina García, Luis Chávez, Helen Toala, su primo Juan Toala y muchos diri-
gentes comunitarios que con mucho esfuerzo y coraje se daban cita todos los
lunes en Guayaquil para marchar por la avenida 9 de Octubre, aflorando sus
machetes, señal de que ese pueblo estaba dispuesto a todo por defender su
legítima conquista y derecho consagrado. ¡Cómo no recordar a Oswaldo y al
profesor Miranda haciendo chispar sus machetes en esas marchas! Así lo
daban a conocer los principales diarios de Guayaquil en grandes titulares.
Miranda apareció con el pueblo de Guale en los momentos precisos en que
se iniciaba otra lucha.

l
156 DIGNIDAD MONTUVIA
En su desesperación, ante sus iniciales fracasos, Herrería optó por emitir un
segundo decreto ejecutivo que cesaba en sus funciones al Consejo Nacional
del CODEPMOC, su máxima autoridad, elegidos en votación popular y
democrática. Aquello enardeció más los ánimos de nuestro pueblo, que
decidido a todo, tomó la decisión de movilizarse con fuerza hacia la ciudad y
tomarse las carreteras de la costa.

El pueblo montuvio se limpió el trasero con ese segundo decreto. Nadie se


movió, nadie se fue. Seguimos defendiendo la institución con garrote y
machete. Nada pasó con los dos consabidos decretos, por el contrario, la
secretaria ejecutiva, aplicando la ley y el derecho, se declaró en funciones
prorrogadas y continuó defendiéndose de la brutal agresión de la que era
víctima un pueblo indefenso.

Más de diez mil montuvios, concentrados en dos ocasiones al pie del parque
Centenario, respaldaron esta decisión. La unidad multitudinaria en las calles
los obligaba a respetarnos. El gobierno trabajaba en la división, amenazas y
extorsiones al Consejo Nacional, a sus representantes provinciales, buscaban
sus debilidades.

Lo que tarde entendieron es que el pueblo montuvio era el mandante, la


autoridad suprema, y a ese digno pueblo lo dirigíamos nosotros. De nada
valieron sus artificios y leguleyadas. Hace rato que los montuvios estaban
aprendiendo a no comer carreta. Nos trataron de asfixiar cortándonos las
transferencias de recursos, nos dejaron sin presupuesto para pagar sueldos,
nos cortaron la luz, el agua, los combustibles y fue la propia gente y sus co-
munidades las que ayudaron a sostener y restablecer los servicios básicos de
la institución.

¡Qué ejemplo de solidaridad y consecuencia nos dieron los montuvios con su


digna actitud! Era su institución y la sentían propia. Vayan a ver, pues, si
harían lo mismo por algún Ministerio. Estos son episodios de la historia que
el país desconoce y justifican la razón de este ensayo. Los funcionarios
estuvieron cinco meses sin cobrar sueldo. Solidarias, las comunidades les
traían arroz, huevos, verduras, queso, pollo, para ayudarlos en sus hogares.

¡Cómo olvidar esa generosidad de la gente humilde! Después hubo un tercer


decreto ejecutivo, nombrando a un fulano como representante del presiden-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 157
te Palacio y en calidad de interventor. El pobre hombre llegó escoltado por
patrulleros de la policía, con el decreto en la mano, dizque a tomar posesión
de la institución y fue rechazado inicialmente por las montuvias que labo-
raban en las oficinas. La guapa y valiente Stephanie León Aroca, de Nobol,
comandó la defensa de las oficinas y luego Dominga Torres, la querida y
siempre recordada Dominguita, quien con más de doscientos montuvios los
puso en fuga, a más de la plomiza que les dio Campañita, de Daule, persona-
je muy querido por nosotros, quien mantuvo a raya al grupo de atracadores
armados con barras, picos y armas de grueso calibre, quienes intentaron
romper las puertas y apoderarse de las oficinas, objetivo que no pudieron
lograr nunca en todas las veces que posteriormente lo intentaron.

Fueron cinco meses de asedio, acoso, amenazas y el pueblo noche y día pro-
tegiendo su institución. Lucho Herrería se obsesionó por destruir el CO-
DEPMOC pero no lo consiguió, ni él ni todos los que lo intentaron después.
Nos cerraron las cuentas de la institución, nos tiraron a la Contraloría para
que nos hundan, a los fiscales para que nos encausen penalmente.

Los auditores y fiscales jamás encontraron una irregularidad cometida por


las autoridades del CODEPMOC, por el contrario, se solidarizaban con la
evidente persecución e injusticia que se estaba cometiendo, eso siempre pa-
saba para suerte de nosotros. Otra vez fue el pueblo montuvio con gallardía,
dignidad y coraje quien defendió su institución en las calles.

¡Cómo no vamos a ser consecuentes y leales a ese pueblo que siempre nos
amó como sus líderes naturales, hijos de sus entrañas, piel de su piel! Tanto
fue el fervor que le pusimos a la defensa de la institución que despertamos la
solidaridad del alcalde Nebot, quien cordialmente conminó al presidente
Palacio, a respetar la conquista legítima del pueblo montuvio, dándole su
respaldo a Isabel Mosquera en la sesión solemne por las fiestas julianas.

El presidente Palacio entendió el mensaje y se solidarizó con nosotros. Debo reco-


nocer también la simpatía del gobernador de la provincia, Lucho Chiriboga Parra,
quien también se sumó al apoyo del alcalde y en innumerables ocasiones se pro-
nunció a favor del CODEPMOC y de Isabel Mosquera. Despertamos la solidaridad
en los guayaquileños, quienes en su arteria principal presenciaron la lucha, la leían
en los diarios, la veían en los medios y se identificaban plenamente con nosotros.
Empezaba a nacer la simpatía y pertenencia con la montuviada.

l
158 DIGNIDAD MONTUVIA
Estas demostraciones nos animaban a seguir adelante y a no claudicar. No
estábamos dispuestos a torcer el brazo. Las experiencias anteriores sufridas
con Noboa y con Lucio nos habían dado una modesta experiencia en el
manejo de este tipo de conflictos, las cuales pusimos en práctica y Herrería
terminó donde terminaron todos los que intentaron hacer daño al pueblo
montuvio: en el olvido colectivo y en las 20 mil piedras que traían los mon-
tuvios, una en cada bolsillo, para arrojárselas en su oficina de Guayaquil. Me
enteré de esto después del evento con Palacio.

La piedra es el único objeto con que cuenta el pueblo para defenderse de sus
agresores y opresores. La piedra es un símbolo de la lucha popular. La pie-
dra del pueblo contra las balas asesinas de los gobiernos; esa es la historia de
los pueblos del mundo, desde David contra Goliat. Cuando escucho decir “los
tirapiedras”, veo la manipulación para ilegitimar la lucha en las calles, para
acobardarnos y hacer creer que los violentos son los pueblos y no los
gobiernos con sus fuerzas de represión que agreden, reprimen, asesinan y
roban al pueblo.

La piedriza montuvia fue abortada por la oportuna y correcta decisión del


presidente Palacio de ponerle fin a esta obstinada persecución en contra de
los montuvios, la cual ejecutaban funcionarios de su gobierno. Esto se dio en
una concentración en la calle 6 de Marzo, al pie de la Columna de los
Próceres, en los bajos de la Sociedad de Carpinteros, en un marco multitu-
dinario con más de 10 mil montuvios venidos de las provincias del litoral,
con recursos y esfuerzos propios como siempre.

Palacio y nosotros firmamos la paz después de cinco largos meses de com-


bate en las calles y carreteras de mi región, defendiendo nuestra institucio-
nalidad conquistada en la lucha. Nuestros sólidos argumentos y estrategia
montada, otra vez habían dado resultado. Tres gobiernos habían pasado, tres
gobiernos que intentaron liquidar el CODEPMOC, tres gobiernos que
midieron fuerzas con un pueblo indefenso en desigualdad de condiciones,
pero no lo pudieron vencer; el honor, valor, deber, sacrificio y dignidad de
ese pueblo montuvio fue más poderoso que la prepotencia y poder de esos
tres gobiernos que pasaron por Carondelet sin mucha trascendencia, los que
al parecer tuvieron como único objetivo de acción en el agro costeño liqui-
dar el proceso montuvio, lo que no lograron nunca ni lograrán jamás. Solo lo
han detenido.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 159
¿Quién puede dudar ahora de que esta era una consigna del poder gober-
nante por un equivocado criterio? Lo único que queremos es desarrollarnos
económicamente. Solo eso siempre hemos querido. ¿Cuándo carajo enten-
derán?

Ya en paz con Palacio, sin la desinformación que lo confundía, nos percata-


mos de que era una excelente persona y muy solidario con la lucha montu-
via. Nos dio muchas demostraciones de respeto hacia nuestro pueblo, nos
dio la importancia que merecíamos. Hubo un total apoyo de su gobierno al
proceso montuvio, particular que seguramente le hizo conocer a Herrería,
quien nunca más movió un dedo contra nuestro pueblo, por el contrario,
saludó amigablemente varias veces. Nosotros entendíamos perfectamente
bien la lucha de clases, no ser relegados ni discriminados, ni excluidos del
Estado, tener los mismos derechos que otros sectores, solo eso hemos queri-
do, así que no había rencor. Él cumplió su papel y nosotros el nuestro.

En el corto gobierno de Palacio logramos algunos avances necesarios, como


reformar el decreto ejecutivo de creación para que la elección del secretario
ejecutivo del CODEPMOC no dependa nunca más de ningún gobierno, sino
del propio pueblo montuvio, logro muy importante que nos blindó poste-
riormente de los abusos del gobierno del mal.

También iniciamos el programa de desarrollo económico endógeno, decla-


rándose a los proyectos y programas del CODEPMOC de prioridad del Esta-
do por parte de la Secretaría de Planificación que dirigía el Dr. Nelson Robe-
lly, los mismos que fueron después ratificados en su importancia por Fander
Falconí y por todos los secretarios de Senplades del gobierno de Correa, sin
excepción, lo que corrobora su importancia e incomodaba a las ministras
“revolucionarias” que detestaban nuestra capacidad.

En fin, fue muy poco lo que logramos en ese corto periodo de gobierno, pero
fue el inicio del programa presupuestado con recursos fiscales, ejecutado
desde nuestro muy particular concepto y visión propia, que nadie entendía,
era obvio, ni las universidades, ni los burócratas, ni la partidocracia.

Nadie comprendía qué era el desarrollo económico endógeno del pueblo


montuvio. No entendían su diferencia ni cómo se aplicaba. No se asimilaba
a los montuvios construyendo su proceso de desarrollo desde una cosmovi-

l
160 DIGNIDAD MONTUVIA
sión propia, desde las ciencias endógenas, cientos de profesionales y acadé-
micos a los que nos acercamos en busca de ayuda nunca nos comprendie-
ron. Su formación era otra y no creían nada, ni en ellos mismos.

La Universidad no había incluido en su malla curricular cómo hacer desa-


rrollo social en los pueblos del sector rural de América latina, a pesar de ser
ese el principal problema en nuestra región. Así lo declaró en sus conclu-
siones finales el Congreso de Universidades de América Latina y el Caribe,
realizado en Galápagos-Ecuador en el 2009.

He aquí la razón del porqué la incomprensión y el desconocimiento de nues-


tra sociedad en estos procesos alternativos económico-sociales que se dan en
los grupos humanos, en las comunidades rurales. La Universidad redujo la
visión de sus educandos al importar modelos extraños, ajenos a nuestra
realidad, limitando los análisis desde las necesidades y no desde las reali-
dades culturales, ambientales, sociológicas, psicológicas, antropológicas de
los grupos, desde sus potencialidades. Este desconocimiento hacía fracasar
toda buena intención, aunque en el fondo los gobiernos trataban de no rom-
per el sistema de explotación, sino más bien protegerlo y consolidarlo a tra-
vés de las cadenas de la intermediación, que para los pequeños productores
del campo son verdaderas cadenas de explotación y dependencia, incluso
estatal, la cual es la más dañina porque sostiene la pobreza rural.

¡Qué frustración sentíamos al no poder explicar a nuestros profesionales,


desde un criterio académico, estos conceptos y visión diferente que sobre el
desarrollo teníamos los montuvios! A veces olvidábamos que la academia no
tenía criterios sobre esto, por esta razón tuvimos que inventarlo todo: el
modelo económico, el proceso montuvio, su cosmovisión, la economía
circular, el eco trueque, la estructuración orgánica y jurídica, etc.

Todo tuvimos que inventarlo, crearlo, nada estaba escrito; construimos un


pueblo, que por la contundencia de sus argumentos culturales, históricos y
de organización sociopolítica y económica, la Constitución tuvo que recono-
cerlo e incluir su proceso, sin embargo la Asamblea no creó la Ley Orgánica
de los Derechos Colectivos, de forma premeditada, para que los pueblos y
nacionalidades no se fortalezcan, manteniendo la incertidumbre y la mani-
pulación estatal sobre ellos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 161
Indudablemente, si queríamos desarrollarnos como pueblo, crecer econó-
micamente, erradicar la discriminación de nuestros campos, la tarea te-
níamos que hacerla nosotros. No había alternativas, allí estaba plenamente
justificada la razón de nuestra lucha por el CODEPMOC, porque eran las
propias comunidades, su propia gente, las que tendrían la responsabilidad
de construir su desarrollo, desde sus particularidades. No todos los cientos
de profesionales que colaboraron en el proceso institucional lograron en-
tender esa diferencia conceptual, visionaria, esa profunda y diferente reali-
dad, pero sí hubo un grupo modesto de jóvenes profesionales agropecuarios
que entendió y hoy está ayudando a socializar ese concepto; enhorabuena
por ellos y por nuestra gente.

Vale reconocer aquí la positiva presencia de Ena Cumanicho, Carlos Casa-


nova y Miguel Guerra en la dirección técnica de nuestra institución pública;
incluso Miguel fue un líder conductor del proceso en Manabí.

La vieja formación universitaria equivocada, impuesta desde el neolibe-


ralismo, bajo conceptos mercantilistas importados desde el norte, puso la
ciencia y la tecnología al servicio del desarrollo de las economías de libre
mercado, del gran capital financiero y del negocio de las transnacionales
vendedoras de agroquímicos, cuyo uso indiscriminado e irresponsable li-
quidó las defensas naturales del ecosistema, afectando el ambiente, causan-
do los graves problemas que hoy recién entendemos; pero a estas falencias
para resolver el problema de la pobreza, económica, estructural y humana
en el agro, hay que agregarle la falta de ética profesional en nuestro país. Por
supuesto que hay destacadas excepciones, pero quién puede negar u ocultar
el hecho de que habían médicos en nuestros pueblos que hacían parir a
nuestras mujeres por cesárea solo por ganarse unos míseros centavos, sin
importar el riesgo de la vida humana. Existen miles de ejemplos en el IESS y
clínicas privadas, los que rebasan cualquier duda; abogados que actúan como
facilitadores de la corrupción, especializados en tranzar con jueces y
fiscales, convertidos en mercaderes de la injusticia, estafando a miles de
personas que por necesidad recurren al servicio de estos malos profesiona-
les, faltos de ética y que el Código Penal no los alcanza como debería, porque
se le “olvidó un tantito” a la Asamblea, dejando claro que hay muchas y muy
buenas excepciones.

l
162 DIGNIDAD MONTUVIA
La sociedad tiene que reconocer este mal endémico, en todas las profesio-
nes, hasta en los curitas, para enfrentarlo con valentía y erradicarlo de las
futuras generaciones. Ser profesional es poner los conocimientos, la ciencia,
la tecnología, la experiencia, las habilidades y destrezas al servicio de la
sociedad, del país, de las familias y por eso te pagan bien; de eso se trata, no
al revés, mucho menos estafando. Solo hacemos conocer esta lacerante
realidad degradada por los modelos importados y equivocados que la so-
ciedad ecuatoriana tiene que enfrentar con valentía y vencer. Si queremos
tener una sociedad mejor, tenemos que acabar con los males de la actual. El
problema es cultural, sí señor; es la verdad, por muy dolorosa que sea.

Los montuvios, para mejorar y cambiar como seres humanos, tuvimos que re-
conocer la verdad, por muy desagradable y vergonzosa que nos resultó. Había
que reconocerla necesariamente para poderla enfrentar y hacer los cambios
radicales en nuestras vidas; reconocer que éramos un montón de pendejos,
acomplejados, llenos de temores, facilistas, cómodos, indignos; casi nos habían
convencido de que éramos inservibles, tercermundistas, subdesarrollados, de-
rrotados, perdedores, resignados, viviendo en un país de mentiras y fantasías,
bajo conceptos extraños a nuestra realidad y naturaleza, conceptos importados
e impuestos desde la cultura anglosajona o eurocéntrica.

Tuvimos que reconocer con coraje toda la basura que habían introducido en
nuestra estructura mental para convertirnos en lo que éramos: una socie-
dad mediocre, conformista, perdedora, al servicio del gran capital y de los
intereses de la clase gobernante enquistada en el poder por obra y gracia de
nosotros los empobrecidos por el sistema e inconsecuentes consigo mismos.
Un voto valíamos, solo eso, un voto y nada más, que lo vendíamos por un
bocado de comida, por una botella de puro, una gorra, una camiseta; lamen-
tablemente, los organizados que vivimos este proceso, apenas somos el 10%
de la población rural del litoral.

Cuando aceptamos esta vergonzosa realidad y su verdad, recién ahí entendimos que
el principal enemigo estaba en nosotros, en nuestras mentes, que solo venciéndonos
venceremos. ¿Cuántas veces habíamos leído esa frase en las paredes de los cuarteles y
nunca la habíamos entendido? De eso se trata el proceso montuvio, incomprendido en
sus inicios. Reconocer esta verdad era un pecado mayor, sin embargo, tuvimos el
acierto y la valentía de decirlo muchos años antes de que aparezca la “revolución
ciudadana”, que nos hizo soñar con los cambios que nunca se dieron. Todo fue un
cuento.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 163
Como expresamos líneas atrás, ni pan ni café sabíamos vender en nuestros
pueblos; tuvieron que venir los colombianos a enseñarnos cómo hacer de la
panadería y cafetería un negocio rentable y agradable. Ni a nuestros muertos
sabíamos llorar; el colombiano Pedro Restrepo nos tuvo que enseñar cómo
defender la vida y la verdad frente al crimen de Estado, sin importar los 24
años que luchó ni el alto costo que pagó por ello. ¿Cuántos ecuatorianos
desaparecieron en estos gobiernos totalitarios? Esta es la verdad, aunque nos
duela decirlo, pero solo la verdad nos hará libres.

l
164 DIGNIDAD MONTUVIA
Las calles de Portoviejo (Manabí) han sido testigos de la lucha
inclaudicable del Pueblo Montuvio del Ecuador durante 25 años.

El Pueblo Montuvio de Manabí, siempre con presencia altiva y digna,


jamás se doblegó ante la tiranía y el totalitarismo.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 165
Las calles de Babahoyo (Los Ríos) han sido uno de los escenarios
permanentes de visibilización de la lucha montuvia.

Poder de movilización y de unidad del Pueblo Montuvio de Los Ríos.

l
166 DIGNIDAD MONTUVIA
Los montuvios, siempre en las calles defendiendo sus conquistas.

El Pueblo Montuvio de Palenque ha tenido


una presencia activa en su cabecera cantonal.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 167
El Pueblo Montuvio del cantón Baba demostrando
unidad, organización y lucha.

Expresión de coraje y dignidad montuvia en las calles de Vinces.

l
168 DIGNIDAD MONTUVIA
Primera Unidad CONAIE-PME con el objetivo de derrocar
al gobierno de Jamil Mahuad.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 169
Segunda Unidad histórica de la CONAIE - PME con el objetivo
de instalar la Asamblea Constituyente.

l
170 DIGNIDAD MONTUVIA
La 6 de Marzo y Primero de Mayo (Guayaquil), tradicional lugar de
concentraciones del PME durante dos décadas.

Gonzalo Vera Barrezueta, de Palestina, conductor y brazo derecho del


proceso de lucha, hombre clave en la dirección y conducción del PME

DIGNIDAD MONTUVIA
l 171
Poder de convocatoria y de movilización del Pueblo Montuvio,
indiscutible liderazgo en la costa rural.

Durante los ocho meses que duró la Asamblea Constituyente de


Montecristi, los montuvios pelearon por su reconocimiento.

l
172 DIGNIDAD MONTUVIA
Durante dos décadas, todos los lunes, el edificio de la Sociedad de
Carpinteros fue el lugar de reuniones del pueblo montuvio.

Concurrencia masiva y representativa de los montuvios del Litoral en


las Asambleas del Pueblo Montuvio.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 173
Juventud montuvia, exigiendo la libertad de Lucho Alvarado, preso
político del gobierno de Rafael Correa.

Durante 25 años, Guayaquil fue testigo de la organización y la lucha


del pueblo montuvio de Ecuador.

l
174 DIGNIDAD MONTUVIA
Guayaquil, 15 de noviembre 2011
Encuentro de los Pueblos Montuvios en homenaje
a los mártires del 15 de noviembre de 1922.

Machete en mano, en Guayaquil, los montuvios defendiendo en


las calles el CODEPMOC

DIGNIDAD MONTUVIA
l 175
EL PUEBLO MONTUVIO DEL ECUADOR
Y LA REVOLUCIÓN CIUDADANA

Y vino la época de Correa, quien hábilmente recogió la esperanza de cam-


bios que Lucio dejó tirada en el camino, esperanza de un pueblo que el co-
ronel no supo aprovechar. Los montuvios estábamos contagiados con el
cambio. Lucio nos decepcionó, pero quedamos entonados; apareció Correa y
volvimos a creer, volvimos a soñar, volvimos a levantar en los campos la
esperanza de cambios que ya habíamos sembrado en el alma y en la mente
de nuestro pueblo.

Fuimos los primeros en recibir multitudinariamente en Guayaquil al candi-


dato Correa, allí en la gloriosa calle 6 de Marzo, al pie de la Columna de los
Próceres. En ese lugar histórico de concentraciones montuvias, más de diez
mil montuvios, venidos con recursos propios desde todos los rincones del
litoral, juramos lealtad al proceso de unidad e integración latinoamericana y
a la revolución ciudadana, juramento que luego lamentaríamos, lealtad que
como ahora se entiende, fue más allá de Correa y de Alianza País, fue por
nuestra dignidad y por los procesos de unidad e integración regional en los
cuales creíamos firmemente.

Ya el comandante Chávez estaba entre nosotros, René Vargas nos acercó a la


Embajada Venezolana. ¡Qué lejos estábamos de pensar que los montuvios
seríamos las víctimas en este proceso de cambios y transiciones que se em-
pezaban a dar en América!

Nuestra orientación al agro costeño fue de apoyar a Correa, de caminar con


él, casi todos acogieron con agrado el direccionamiento dado. Correa gusta-
ba, era lo nuevo. Nuestra presencia resultaba incómoda para muchos figure-
tis del agro costeño que estaban metidos en la campaña, quienes desde ese
histórico encuentro se asustaron ante el poder de convocatoria y la capaci-
dad de movilización del pueblo montuvio y equivocadamente creyeron que

l
176 DIGNIDAD MONTUVIA
les íbamos a arranchar espacios en el BNF o en el MAGAP y unos cuantos
puestitos que ya habían asegurado con el nuevo monarca. Estaban total-
mente equivocados, no teníamos el mínimo interés en pendejadas; nuestro
único interés era el desarrollo económico y erradicar la pobreza. Lo único
que queríamos del gobierno era que nos dejen hacerlo a nuestra manera y no
nos jodan como los anteriores gobiernos.

Lamentablemente, comprobamos una vez más que importantes organiza-


ciones de masas como la nuestra eran fáciles víctimas del egoísmo, los celos
y los temores de quienes tienen intereses particulares y agendas propias. La
difamación, la calumnia, la cizaña, eran las prácticas más utilizadas por esta
gente para desacreditar y deshonrar a nuestros dirigentes. Obviamente yo
era el blanco de semejante basureada, la típica del “mono come mono”.

Lamentablemente, esa era nuestra sociedad mediocre y sin lugar a dudas a


Correa le encantaba la chuchumequería y la odiosidad, a más de que estas
prácticas se ajustaban al interés que Correa tenía sobre nuestro pueblo. A
pesar de aquello, continuamos apoyándolo. Además no había otra mejor al-
ternativa, reflexionamos con Oswaldo, no teníamos nada que perder. Nos
autoconvencimos de que este parecía un personaje que podía trascender,
aunque era un simple y desconocido aniñadito, dirigente estudiantil en la
Universidad Católica y nada más, después descubrimos sus problemas de
conducta. Ya era tarde.

No tenía antecedentes de ningún proceso popular, ni dirigente barrial, pero


era lo único nuevo que había. Si este nos fallaba, también se lo echaría del
poder por mentiroso. Además, los montuvios y el agro costeño necesitaban
creer en alguien y esperaban de nosotros la orientación. Los montuvios fá-
cilmente se identificaron con Correa porque hablaba como nosotros, casi
todo su discurso era igual al que yo les había repetido en sus comunidades
durante años: la mediocridad, la dependencia, los falsos conceptos, etc; y si
nos equivocamos con Lucio, no podíamos equivocarnos dos veces seguidas.
Era el razonamiento absurdo.

Son experiencias y anécdotas que las vivimos desde el primer encuentro con
Correa en las históricas calles de la gloriosa Sociedad de Carpinteros. Defi-
nitivamente, necesitábamos creer en Correa. Recorrimos las parroquias y
cantones de las provincias del litoral, nos identificamos plenamente con el

DIGNIDAD MONTUVIA
l 177
candidato y su revolución ciudadana, algo que nunca entendí bien qué era;
sin embargo, el tiempo le dio la razón a muchos.

La revolución agraria nunca llegó al agro costeño. Después de 14 años, la


situación económica sigue siendo la misma, la pobreza sigue azotando los
campos, la explotación y discriminación siguen siendo la causa principal del
empobrecimiento en plena época del “socialismo del siglo XXI”. No hay
créditos para infraestructura, para nivelación, para muros y canales de rie-
go. ¿Cómo transportamos el agua de los trasvases a nuestras parcelas? Lo
que prueba que fueron obras demagógicas. Ni siquiera disponemos de una
buena semilla de arroz, tenemos los suelos oxidados, deteriorados, producto
de los insumos de mala calidad que entregaron en los kits que nunca resol-
vieron nada, por el contrario empeoraron la situación.

Tenemos pequeñas agroindustrias arroceras, maiceras, de cacao, café, maní,


achote, harinas, conservas, etc., paralizadas porque la banca estatal nos negó
los créditos para capital operativo y repotenciación de la maquinaria; el BNF
preferiblemente aprobaba créditos para los kits, lo que garantizaba la
operatividad del sistema de dependencia. Es un negocio redondo para los
distribuidores de agroquímicos, quienes incluían productos de mala calidad,
sin que a nadie le importe, incluso introdujeron en la semilla híbrida de maíz
dos virus que pudieron haber destruido la zona maicera de Los Ríos.

Si a esta lacerante realidad, le agregamos una red vial rural totalmente des-
truida, sin muros, sin alcantarillas, sin obras de prevención, colegios téc-
nicos abandonados sin un modelo agroeducativo, sin agroindustrias
artesanales, sin agroturismo ni empresas de comercialización asociativas,
definitivamente la “revolución” jamás llegó al agro. Todo fue un cuento, una
década perdida en plena bonanza petrolera, solo dádivas y migajas.

Reconocemos que erradicar la pobreza es un complejo y lento proceso que tiene


que desarrollarse en un marco de participación y colaboración de los pueblos,
pero el gobierno no manejó este tema. Somos los propios pueblos los que tene-
mos el conocimiento y la experiencia desarrollados en la formación del capital
social. Algo intentó hacer el MAGAP para atraer clientes y replicó nuestro
modelo, pero resultó una mala copia de nuestro proceso. Por ahí construyeron
unas agroindustrias sin los complementos idóneos del proceso.

l
178 DIGNIDAD MONTUVIA
El inicio del cambio de la matriz productiva en el sector agropecuario lo dio
el propio pueblo montuvio a través de su institución CODEPMOC, con su
proceso de desarrollo, con su modelo económico endógeno, con su expe-
riencia en el manejo del capital social, experiencia que debió ser aprovecha-
da por el gobierno, pero que por sectarismo, discrimen e interés político no
lo hicieron. Por el contrario, con muy mala intención, desde la SPPC nos blo-
quearon los programas, nos cortaron los presupuestos; premeditadamente
afectaron el proceso que con éxito veníamos ejecutando con las comunida-
des. Toda una irresponsabilidad demostrada en los innumerables documen-
tos públicos que se emitieron con relación a este hecho.

Los Ministerios, en el 2011, dijeron que ellos asumirían las competencias de


los Consejos de Desarrollo de los Pueblos y Nacionalidades y ofrecieron darle
continuidad al modelo económico endógeno que con éxito estábamos
ejecutando; hasta el año 2017 nunca lo hicieron. Por el contrario, colabora-
ron en malograr la mayoría de los proyectos agroindustriales construidos con
mucho esfuerzo y entusiasmo por las comunidades.

La revolución ciudadana no llegó al agro; es evidente que nunca les interesó


desarrollar la economía rural, más bien fortalecieron la dependencia con las
acostumbradas “ayudas”. La gente perdió la fe, la credibilidad y empezaron
a dudar de las reales intenciones del gobierno. Solo llegaba la dádiva, el sub-
sidio, los kits, los bonos, es decir solo migajas.

En el 2013, el MAGAP intentó nuevamente replicar nuestro proceso, pero


sin entenderlo, y volvieron a fracasar porque no contaban con el conoci-
miento ni la experiencia necesaria, ni con el elemento cultural imprescindi-
ble para interpretar y socializar esas formas colectivas de desarrollo socioe-
conómico. Solo quedaron unos cuantos proyectos puntuales, abandonados y
nada más, que el CODEPMOC los construyó en años anteriores y con
resultados óptimos. ¡Cuánto les hubiese servido las experiencias de nuestra
institución! Perdieron cinco años tratando de hacernos daño. Hasta para eso
eran pésimos. Había mucha gente sectaria, odiadores en esa SPPC; decían
que eran disposiciones del presidente y obvio que lo eran.

Cuatro años resistimos con dignidad y honor, gracias al liderazgo, unidad,


organización y empoderamiento del pueblo en su proceso. La desconfianza
en el gobierno empieza en el 2011, cuando de manera irresponsable, llena

DIGNIDAD MONTUVIA
l 179
de soberbia y con evidente mala intención, hecho notorio para la dirigencia
montuvia que da fe de aquello, la SPPC y la SGP nos despojaron de los recur-
sos económicos que legalmente constaban en el Presupuesto del Estado de
ese año fiscal y que servirían para la culminación de los proyectos.

No les interesó hacer el debido proceso que asegure la continuidad de los


mismos. Las ministras torpemente nunca quisieron escuchar, actuaban con
claras intenciones de hacer daño; la dirigencia montuvia y los documentos
dan testimonio de aquello. Nunca firmaron el informe de aval para que el
Ministerio de Finanzas entregue los recursos a las comunidades, tal como
varias veces fue solicitado por escrito, lo que afectó y estropeó el proceso
agroindustrial del cambio de la matriz productiva en el sector agropecuario
en el que veníamos trabajando con los pequeños productores desde el 2005.

Es una realidad que duele y conmueve a las comunidades montuvias, todo su


esfuerzo de muchos años tirado por la borda. Fue la primera vez que escuché de
las dirigentes la frase: “Esas diablas están llenas de odio contra nosotros”. Me
parecía imposible que alguien desde el Estado pueda actuar así, en contra de
gente humilde pero valiosa, que estaban aportando, no pidiendo.

Este hecho empezó a mermar la credibilidad en el gobierno de AP, pero pese a


todo aquello, pese al perverso maltrato recibido, la dirigencia nacional, muy
cercana a mí, se hizo la desentendida. Era difícil presentarles pelea, buscamos
la opción del crédito en el BANDES de Venezuela, nos acercamos a la Embajada
del país hermano y empezamos la gestión porque el tiempo se nos acababa.

Frente a este tétrico escenario, sin nosotros ser parte de este gobierno ni de
su partido, ni parte de ningún partido gobernante acólito de AP, mucho me-
nos beneficiario de nada, era imprescindible y urgente poner distancia de la
“revolución” de Correa, y eso exactamente hicimos. Cinco años esperando la
revolución agraria que nunca llegó. Hoy, a catorce años del SSXXI, tampoco
llegó porque nunca quisieron que llegue, todo fue un cuento.

Completé un año de recorridos (junio de 2013 hasta noviembre de 2014), por


las parroquias y cantones de las provincias del litoral después que salí de la
cárcel, recorridos que hice siempre en compañía del Posí Oliva, Oswaldo,
Lady, a veces también con Andrea o Rocío y Miguel Guerra, en Manabí; al
que posteriormente, en el 2014, se sumaron Enrique García, del

l
180 DIGNIDAD MONTUVIA
Mate; Tomás Franco, de Pedro Pablo Gómez-Jipijapa; Bélgica Silva, del Pes-
cado; Petita Sarco, de Santa Lucía; y Tomás Suárez, de Guayaquil, impor-
tantes amigos y colaboradores del pueblo montuvio, con quienes logramos
entender el mensaje que nos daba nuestra gente, perdieron la esperanza.

Estaban convencidos de que Correa y su gente jamás apoyarían el proceso


montuvio porque percibieron que los pobres del campo estaban creando
grupos económicos con pequeñas agroindustrias y empresas de
comercialización, lo que garantizaba la independencia económica de las
comunidades, por lo tanto hasta ahí llegaba nuestro apoyo a ese gobierno.
Efectivamente, en las elecciones del 2014 lo expresaron en las urnas.

Igual situación ocurría en los otros gobiernos “socialistas del SXXI”. La Ba-
chelet, una penosa realidad de sometimiento y corrupción socialista, que no
merece otro comentario; Dilma, sin saber qué hacer frente a la galopante
corrupción en PETROBRAS, corrupción que la heredó de Lula, la que invo-
lucra a toda la clase política del Brasil y por supuesto al PT de Lula, por lo
que el rechazo popular en las calles no se hizo esperar; Maduro y Cabello,
con una Venezuela en total anarquía, una economía quebrada y su gobierno
en evidente inoperancia, a más de la galopante corrupción que denuncian en
PDVSA; una Cristina y la petrolera argentina YPF, salpicadas por denuncias
de lavados de activos en su propia lavandería rosada y decenas de millones
enterrados en jardines y monasterios, lo que evidencia una indiscutible
corrupción de su gobierno y el de su difunto esposo; en Ecuador, innume-
rables delitos de corrupción que a diario se denuncian en los medios, espe-
cialmente los relacionados con PETROECUADOR, CNT, Odebrecht, coimas
en asignación de frecuencias, etc., que nadie investiga. Así que no hay por
qué encubrir las contradicciones de estos gobiernos progresistas, llamados
socialistas del siglo XXI, mucho menos encubrir actos escandalosos de co-
rrupción so pretexto de culpar a la intervención del imperio yankee, a la CIA,
a la derecha reencauchada, que sí la hay, pero más pesan las inconsistencias
ideológicas y actos reñidos con la moral y la ética.

La crisis económica en que han sumido a sus respectivos países no es exclusi-


vamente por la caída de los precios del petróleo, sino que obedece a una inco-
rrecta administración fiscal y a la corrupción galopante que se denuncia. Un
revolucionario decente no miente ni encubre, siempre dice la verdad aunque
duela o incomode, puesto que solo la verdad nos hará libres.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 181
En noviembre de 2013, el Pueblo Montuvio del Ecuador se declaró en receso
de sus actividades públicas. Bajé personalmente a debatir con las co-
munidades la difícil situación política del país, la crisis económica que ya
estaba viviendo el agro, la crítica situación del gobierno de Correa, así como
también la crisis política y moral que estaban atravesando los gobiernos de
la integración regional. ¿Qué hacer frente al estancamiento del ALBA? De-
tenida en su avance y en peligroso retroceso y ninguna acción en concreto
sobre el Banco del Sur, la integración estaba debilitándose. En el 2015, ya se
consideró una integración fallida, un total fracaso.

Así formamos el movimiento montuvio desde sus inicios, hablando de po-


lítica local, nacional e internacional. El pueblo siempre entiende, creer lo
contrario es un error, por eso adquirieron niveles de conciencia elevados que
muy pocos grupos tienen. ¿Qué pasó con los partidos de izquierda, los
socialistas y comunistas? ¿Cuál es su responsabilidad en el fracasado pro-
yecto político de integración? ¿Cuáles fueron sus aportes a la unidad lati-
noamericana, a la independencia económica y política? ¿Cuál es su parti-
cipación en los escandalosos y multimillonarios actos de corrupción que se
denuncian? Acolitaron la persecución y el encarcelamiento a dirigentes
populares, no consolidaron la organización popular ni en el campo ni en la
ciudad, lamentablemente no hicieron nada, fueron utilizados, alquilados.

Discutimos estos temas con las bases para aclarar la confusión entre iz-
quierdosos y la derecha que ha gobernado en todos los gobiernos, incluyen-
do el de Correa, disfrazados de “revolucionarios de cancionero”, que cantan
al Che y a Bosé. Correa les devolvió la vida a los partidos de izquierda, los
resucitó y sirvieron a su propósito. Ellos tuvieron la oportunidad de justifi-
car su improductiva existencia, pero mejor callaron; con su silencio y omi-
sión son cómplices y también responsables de todo. Acabarán en el basurero
de la historia, en la memoria de los pueblos sin memoria.

La lucha montuvia siempre se identificó con esta corriente de izquierda, re-


volucionaria, sin pertenecer a ninguno de los tradicionales partidos, salvo
nuestra cortísima y fructífera relación con el MPD en la lucha de los agri-
cultores. Hoy, nuestro pueblo está totalmente decepcionado de la izquierda y
sus asombrosas “alianzas”, que más bien parecen fanescas, estas son
consecuencias de las prostituidas ideologías. Las izquierdas y derechas son
un revoltillo de huevo que ya indigestó al pueblo ecuatoriano y latinoame-

l
182 DIGNIDAD MONTUVIA
ricano, engaño colectivo que nada tiene que ver con el proceso serio de in-
dependencia económica, libertades políticas, justicia social y soberanía que
nos ofertaron, proceso fallido por la irresponsabilidad y conducta de estos
“progresistas”. Aún no había salido el negro y ya entró el chino. Seguimos
entregando nuestra riqueza a las transnacionales, ahora también a las chinas.
Antes teníamos un amo, ahora tenemos dos y con wachimanes incorporados,
además de los rusos, en Puerto Bolívar también habrán turcos, aliados de los
yankees e ISIS en su lucha contra Siria.

Así está el panorama, por favor, que no nos vayan a descalificar por opinar li-
bremente. Ya bastante tuvimos con la falsa acusación que nos hizo el honorable
“camarada” Domingo Paredes, del Partido Comunista, cuando estuvo en el
CNE, obedeciendo órdenes y cumpliendo consignas para encerrar en la cárcel a
Lucho Alvarado y no permitir que el pueblo montuvio lo candidatice en el 2013
a la Asamblea Nacional por el IV Distrito del Guayas.

Estos son los temas que estuvimos discutiendo con las bases, aclarando las
confusiones causadas por los “izquierdistas revolucionarios”, haciéndoles
tomar conciencia de la responsabilidad que debiamos asumir en esos mo-
mentos de crisis política-económica por la que estába atravesando el país y
la falta de libertades en la República, como nunca antes se vio.

Este supuestamente era un proceso de transición del capitalismo salvaje,


neoliberal, hacia otro modelo, más humano, más justo, llámese como se
llame, que priorice al hombre en armonía con la naturaleza. Unos le lla-
maban socialismo del siglo XXI, muchos no sabíamos qué mismo era eso,
pero fue el cuento con el cual nos embarcamos todos los que anhelábamos el
cambio y terminó en la corrupción más escandalosa y vergonzosa de los
últimos 200 años.

Lamentablemente, fuimos defraudados por los mal llamados gobiernos pro-


gresistas, “cuyo proyecto político era un socialismo petrolero con farra y lleve”.
Se dedicaron a la danza de los petrodólares, a la farra socialista y abandonaron
las tareas de la integración. Lo cierto es que tenemos que construir otro modelo
de desarrollo, cualquier otra cosa que construyamos será mejor que el modelo
actual y el anterior, eso es indudable; y si está en el marco de la unidad, la in-
dependencia, libertades, derechos, pues es bueno. Lo peor sería seguir en lo
mismo y no hacer nada, ya eso dependerá de lo que cada pueblo haga o permita.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 183
Aunque estos gobiernos izquierdosos han obstruido la integración de los
pueblos y solo se integraron ellos —otro grave error que estamos pagando
caro—, ellos se irán del país, nosotros somos los que quedaremos y paga-
remos las graves consecuencias de sus errores. El pueblo no logra asimilar
cómo las oligarquías dentro de los gobiernos progresistas pueden llamarse
de izquierda y cantarle al Che, ni cómo los partidos de izquierda pueden estar
acolitando a un gobierno neoliberal y de paso salpicado de graves es-
cándalos de corrupción que nadie investiga ni desmiente; izquierdas que
gobiernan para enriquecer más a las oligarquías y a los banqueros, mientras
que los pobres siguen jodidos, para ellos, solo dádivas, migajas y nada más.

Así lo afirma el propio Presidente, cuando dice que “los empresarios y ban-
queros son los que más dinero han ganado en mi gobierno”, lo que se con-
tradice con la pobreza del agro: ningún recurso destinado a la investigación
del sector agropecuario como herramienta indispensable para su desarro-
llo; resulta bastante contradictorio y folklórico el asunto.

Los procesos de cambio no se dan de la noche a la mañana. Tuvimos toda


una década perdida y no pasó nada. Ninguna revolución llegó, todo ha sido
una ilusión, una fantasía que nos hizo soñar, una cruel decepción. Persecu-
ción, cárcel a líderes campesinos y estudiantiles, a más de sonados actos de
corrupción, atentados a la moral y a la vida, como los que se denuncian y
nadie investiga o aclara. La pseudo izquierda comprometida con Correa.

Los tiempos y circunstancias, tales como la crisis económica, la falta de


trabajo, el éxodo masivo, el cambio climático, la baja productividad, la in-
seguridad y la guerra fría o sucia que más adelante desatarán en nuestro
continente chinos, rusos y yankees, obligarán a la sociedad a cambiar, eso es
indudable, para bien o para mal, considerando que la sociedad está en
decadencia y la juventud no ha justificado ni siquiera su existencia. El pro-
blema es que hay mucha confusión y decepciones.

Lo que pasa en Venezuela crea total desconfianza. Su gobierno proyecta una


imagen de tragedia, no solo en su país sino en la región, ya nadie les cree el
cuento de que todo se debe a la injerencia norteamericana. Después de la
muerte del gran Comandante y luego de la Cumbre de Panamá, se percibe en
el ambiente un retroceso, un debilitamiento. La posición frontal de algunos
países frente al gobierno de EE. UU. Cambió, el discurso excesivamen-

l
184 DIGNIDAD MONTUVIA
te conciliador de algunos mandatarios progresistas nos dejó pensando, la
cooperación económica que en condiciones de respeto ofreció Obama nos
dejó preocupados, las declaraciones posteriores de Mujica, de Lula y del
propio Heinz Dieterich cuestionando el proceso desarrollado por los
gobiernos progresistas, la corrupción evidente en Petrobras, en YPF, en
PDVZA y en Petroecuador denunciada en las redes, luego por los medios y
que nadie investiga; con los antecedentes del desabastecimiento empiezas a
desconfiar y a pensar que en Venezuela hay incapacidad, inoperancia para
resolver los problemas. Están condenando al hambre a un pueblo que los
apoyó, les creyó, la juventud venezolana lidera la lucha contra Maduro.

El entreguismo e inconsecuencia de Bachelet y de Cristina, con todo un ga-


binete investigado o preso por corrupción y con ministros enterrando mi-
llonarias sumas de dinero en los jardines y en las casas, más los problemas
que están sucediendo en nuestro país, nos ponen en alerta. Un montón de
neoliberales de ultra derecha y fracasados comunistas asaltando nuestras
empresas estatales. Así comenzó el festín del petróleo.

Los únicos responsables somos los propios pueblos por permitirlo y no ha-
ber hecho nada. Esto es lo que piensa la gente común. Nosotros, el pueblo
montuvio, sin haber sido parte del gobierno ni de AP, asumimos esa respon-
sabilidad y pedimos perdón por habernos equivocados y apoyado a Correa
en los primeros años de gobierno. Creímos, como la mayoría de los
ecuatorianos, que se darían los cambios anhelados. Todo fue una farsa. Las
consecuencias en el agro son evidentes: extrema pobreza, sin semilla, sin
tecnologías, sin investigación y suelos destruidos; no hay duda que la
intención, desde el inicio, fue otra.

Volvamos a la primera vuelta electoral donde se enfrentaron dos posiciones,


dos visiones totalmente diferentes: Alvarito y Roldós, quienes significaban el
continuismo; y Correa, con su propuesta de cambios, con la que se identi-
ficó el pueblo. Las oligarquías incrédulas apostaban al gran magnate bana-
nero; otros, a Roldós, que hasta lo confundían con socialista revolucionario
para ponerlo a tono con la época. ¡Qué pena por la izquierda oportunista de
mi país! Hasta en eso son carentes de imaginación, creatividad. .

Masivamente, el agro estaba con Correa. Nos reunimos con él en el CO-


DEPMOC, reunión privada a puerta cerrada con ochenta dirigentes de la

DIGNIDAD MONTUVIA
l 185
costa que le creímos por la contundencia de sus argumentos y la firmeza de
sus palabras. Sabíamos que él no era un cuadro de la lucha popular, ni
siquiera teórico, pero su discurso de justicia social era lo más parecido. No
había otra alternativa, así que decidimos apoyarlo. Jamás imaginamos que
su gobierno iba a oponerse tenazmente al reconocimiento constitucional de
los montuvios, mucho menos que desde el poder se obstinaría por destruir el
proceso montuvio como efectivamente así procedieron sus colaboradores
desde el primer día de gobierno y no pararon hasta que en el 2011 lo afecta-
ron gravemente. Un año después lo acabaron de liquidar. Me metieron a la
cárcel bajo acusaciones falsas y delitos cuya materialidad nunca existió;
mucho menos íbamos a imaginar que su discurso “socialista y revoluciona-
rio” era la gran farsa del siglo XXI.

Fue el voto rural en la primera vuelta, el que aseguró a Correa en la segunda,


tal como sucedió con Lucio. Se repitió exactamente la misma situación y los
actores fuimos los mismos. Fue el agro ecuatoriano, montuvios, indígenas,
negros y campesinos unidos, aunque no revueltos, los que hicieron su cam-
paña y contribuyeron en el triunfo, que indudablemente también influyó en
la votación urbano marginal en las grandes ciudades, en donde la mayoría
de habitantes son inmigrantes del campo o sus raíces son de allá; muchos
aún mantienen sus tierras en patrimonio familiar. Esta es una situación sui
géneris que la consideramos en el análisis porque igual sucedió con Lucio.

Después de la victoria de Correa, todos se hicieron dueños de esa votación.


Recuerdo a un dirigente que en un programa radial se puso a agradecer y a
etiquetar el triunfo a su dudosa organización de membrete, en fin, todos se
endilgaban los votos del campo. Eso no estaba mal porque efectivamente
todos contribuyeron a proyectar una sólida unidad del agro, aunque todos
pesaban diferente. La unidad del agro fue la clave para el triunfo de Correa
en esta primera vuelta. El asunto es que a nadie, ni al mismo Correa, se le
ocurrió reconocer y agradecer la participación del pueblo montuvio en la
esforzada campaña. Le prestaba más atención a la difamación, a la calum-
nia; en síntesis, a la chuchumequería. Así comenzó la discriminación contra
nuestro colectivo, hombres y especialmente mujeres recorriendo los recin-
tos se esforzaron por ayudar a que Correa entre a la segunda vuelta, recono-
cerlo no era posible, estábamos salpicados por el estiércol que churreteaban
los “dirigentes agrarios cercanos al Mashi”, así que la campaña esforzada de
los líderes montuvios y lideresas solo yo se las reconocí y celebré.

l
186 DIGNIDAD MONTUVIA
Ninguna prebenda o cuota hemos solicitado como organización en esta
“revolución ciudadana”. En ningún gobierno lo hicimos. Los presupuestos
asignados a las comunidades y a la institución fueron derechos consagrados
en la Constitución y la Ley, legítimas conquistas del pueblo montuvio.
Lamentablemente, faltó solidaridad y reciprocidad para con un pueblo que
se esforzó y apoyó hasta el cansancio. Nuestras mujeres líderes, como Ber-
tha, Letty, María Mercedes, Jenny, Paulina, Marlene, todas con el tiempo se
cansaron de la discriminación, exclusión y desprecio con que éramos trata-
dos, práctica aberrante que lamentablemente caracterizó al partido Alianza
País.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 187
SEGUNDA VUELTA DE CORREA
Y EL INICIO DE LA TRAICIÓN

En la segunda vuelta, las oligarquías y la partidocracia no le daban ninguna


oportunidad a Correa. El favorito era Alvarito, quien había ganado la pri-
mera vuelta, y eso lo hacía, según las estadísticas, el seguro ganador en la
segunda vuelta.

Recuerdo una docena de personas importantes que nos visitaron en nues-


tras oficinas y en nuestra casa ofreciéndonos de todo a cambio de nuestro
respaldo a Alvarito, incluso la propia Anabelle o gente cercana a ella. Des-
pués de rastrearnos insistentemente por teléfono, se comunicó con nosotros
ofreciéndonos una reunión con el magnate bananero, a la que nunca fuimos.
Luego se insistió en una invitación personal a su oficina o casa. No lo recuer-
do bien, pero tampoco asistimos. Incluso, oportunistas de “izquierda” que
merodean tras cualquier candidato, sin importar la tendencia, hicieron de
mensajeros de Alvarito, ofreciéndonos a mantener dicha reunión, la que por
convicciones nunca aceptamos.

De estos hechos, hay decenas de personas, incluyendo a dirigentes del pue-


blo montuvio, quienes pueden dar mejor testimonio de aquello, puesto que
yo no quiero entrar en detalles. Nuestra intención es poner en evidencia la
importancia que sí le daba el magnate a nuestra presencia e influencia en la
costa. Alvarito no se equivocaba, calculaba que la participación del pueblo
montuvio en el agro costeño sería muy influyente en esa segunda vuelta
electoral, como efectivamente lo fue.

Aunque los ganadores jamás lo reconocieron, fuimos leales a nuestras con-


vicciones y a nuestro compromiso público con el pueblo, obviamente. Nues-
tro mensaje de apoyo a Correa grabado con mi voz durante toda la campa-
ña estuvo en las radios de mayor audiencia en las provincias de la costa.
Cumplimos nuestro objetivo y centenares de miles de pobladores del agro

l
188 DIGNIDAD MONTUVIA
costeño sabían con total certeza que esa unidad coyuntural de casi todas las
organizaciones del campo, incluido el pueblo montuvio, siendo modestos,
puso a Correa en la segunda vuelta. Sin dejar de reconocer la carismática
personalidad de Correa, los montuvios sentían propio el triunfo. Eso para
nosotros era importante, aunque poníamos en la presidencia a un traidor.

Terminado el proceso electoral, continuamos siendo víctimas, como siem-


pre, de las campañas de difamación y calumnias para apartarnos del proce-
so de unidad con AP. Obviamente, a muchas personas no les interesaba que
se conozca la magnitud de la organización del pueblo montuvio, sus altos
niveles de conciencia y la enorme influencia que ejercíamos en el agro coste-
ño, como lo demostramos en esa segunda vuelta electoral, cuando solos en la
campiña del litoral nos jalamos toda la segunda vuelta en el sector rural.

De esto, dan testimonio un centenar de documentos fotográficos y fílmicos,


recortes de prensa local, enlaces radiales, etc., entregados en distintas esfe-
ras del gobierno y los más de mil dirigentes montuvios que en todo el litoral
realizaron la campaña, y que aparte de propaganda, nunca le pedimos un
solo centavo a Fabricio o a Galito Naula, ni a nadie, solo coordinamos.

Los líderes campesinos de la Alianza acompañaban a Correa. Solos, difícil-


mente amontonaban gente. Hoy, es evidente aquello, incluso las directivas
cantonales y parroquiales de AP tenían una pobre presencia en los pueblos.
Los votos los ponía Correa, era la verdad. Los resultados estaban a la vista,
así que nos lanzamos en dura campaña contra Alvarito.

El pueblo montuvio diseñó un folletín de bolsillo a colores con figuritas.


Teníamos experiencia en esto. Con dibujos, hacíamos ver a los montuvios lo
que significaría el TLC para los pobres agricultores del campo. Más de mil
dirigentes de recintos caminaron puerta a puerta, pueblo a pueblo, haciendo
reflexionar a una población sin cultura política, manipulada por décadas
pero que creía en nosotros, nunca les fallamos.

Las llamadas que recibíamos desde los recintos al inicio nos decían que
Alvarito ganaría. La cosa estuvo muy difícil cuando iniciamos. Cada líder
comunitario se convirtió en un dirigente de campaña, con recursos
económicos propios de la comunidad o la organización. Hay testimonio do-
cumental y fotográfico de esto, los hemos repartido como talco en carnaval.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 189
Fabricio, con quien coordinamos parte de la campaña, solo nos dio 500 mil
tripticos. Más de mil lideresas y líderes montuvios llevaban el mensaje de
por qué no debían votar por Alvarito, más de seis mil recintos y caseríos de
la costa y subtrópico se recorrieron y visitaron, era su zona, su medio. Están
los informes de los promotores comunitarios, haciendo conocer el peligro
que significaba Alvarito para los agricultores.

La campaña emprendida fue contra Alvarito, esa era nuestra consigna.


Además, lo habíamos despreciado. No podíamos perder, teníamos como
objetivo cambiar la imagen que las montuvias tenían de Alvarito porque la
inmensa población del campo creía que Alvarito era algo así como un rico
bueno y bendecido por Dios que amaba al prójimo. No exageramos cuando
decimos esto con pleno conocimiento de esta realidad, obviamente que la
gente creía en nosotros, Los dirigentes de la Alianza nunca aparecieron.

Oswaldo Mosquera tiene el mérito de haber desarrollado un mensaje dra-


mático, lleno de sentimiento y angustia frente a la liquidación que sufriría el
pequeño agricultor a causa del TLC que se firmaría con Álvaro Noboa. Aún
recuerdo el vibrante mensaje grabado de Oswaldo a los familiares que ese fin
de semana, unos días antes de las elecciones, llegaron masivamente a
nuestros pueblos porque se celebraba el día de los difuntos. La campaña
fundamentalmente fue contra el TLC de Alvarito. Fabricio conoce el folle-
tito de bolsillo que se hizo, casi dos millones de esos fueron repartidos en el
campo, incluso hubo pueblos que por su cuenta los reprodujeron, como
reprodujeron la campaña. Era satisfactorio observar a los montuvios en el
pueblo con el folletín en su bolsillo. Creían en Correa porque creían en no-
sotros. Además, la propaganda radial que se difundía con mi voz sobre el
mismo tema daba resultados. Siempre hemos gozado de mucha credibilidad
en el agro. Esa suerte no la tienen todos. La gente vio en Correa una opción
diferente, nadie imaginó que gobernaría con capos del PSC y del PRE.

Y sucedió lo que habíamos calculado y planificado. El temor contra Alvari-


to surtió efecto. La gente entendió el mensaje, entró en una especie de re-
flexión o temor colectivo y lo logramos. Ayudamos a la pérdida de la enorme
votación que el magnate bananero tenía en la costa. El agro costeño y a nivel
nacional votó masivamente por Correa. Este fue nuestro modesto aporte, el
que nadie agradeció. Ya conocíamos la ingratitud de estas personas, tenía-
mos la satisfacción de haber contribuido al triunfo y comprobado el

l
190 DIGNIDAD MONTUVIA
enorme poder de influencia que ejercíamos en nuestros pueblos, más allá de
la organización. El temor al TLC ayudó a derrotar al magnate bananero.

Alvarito en sus primeras declaraciones públicamente reconoció y expresó


textualmente: “La votación de los campesinos me arrebataron el triunfo”. Y
fue verdad. Fue la unidad de todas las organizaciones del agro, la mayoría
eran membretes, las que volvieron a proyectar esa imagen de unidad, de
fuerza y triunfo. Claro, si hasta la inteligencia militar estaba en los pueblos
haciendo campaña por Alvarito, los encontramos un montón de veces, ¿o nos
estaban siguiendo? Por lo menos, el magnate bananero nos reconoció en su
derrota, lo que no hizo el triunfador en su victoria.

Así empezaron las cosas, con discriminación y exclusión a la organización mon-


tuvia. Aún no imaginábamos el estorbo que significaríamos para los planes de
Correa y sus acólitos, pero nosotros estábamos satisfechos por el deber
cumplido y por conocer la influencia que ejercíamos en nuestro sector.

En esta segunda vuelta, quedaron en evidencia muchas organizaciones con


“masas de a uno”, que estuvieron apoyando al Mashi en la campaña electo-
ral del 2006. Correa almorzó con ellos y les agradeció por el triunfo, eso está
bien, pero a las montuvias y montuvios que recorriendo la campiña del
litoral, reviraron la votación a favor de Correa, solo yo les reconocí su
esfuerzo. Las decenas de miles de personas que van a leer este ensayo en el
agro costeño lo saben y son fieles testigos de lo que estamos narrando para
la historia en estas páginas.

Fabricio, jefe de campaña de su hermano y nuestro amigo Galo Naula, cono-


cían bien la extensa zona rural que estábamos cubriendo, porque ellos nos
colaboraron con los primeros quinientos mil folletitos contra Alvarito. Los
restantes los hicimos nosotros, y nunca se mencionaron estos hechos. Por el
contrario, los Correa se negaron a recibirnos después del triunfo. Los
“dirigentes campesinos” tenían en mente repartirse el CODEPMOC entre los
victoriosos, como si se tratara de un botín de guerra. Esa era la táctica de los
“socialistas” para dividir a los pueblos y sectores, a todos dividieron, pero
nunca pudieron con nosotros.

Después fue público lo que todos los pobladores del agro sabían desde la pri-
mera vuelta. Muchas organizaciones de la alianza no tenían estructuras ni

DIGNIDAD MONTUVIA
l 191
organización, igual los “partidos de izquierda”. Prácticamente, Correa los
sacó del cementerio de los sin memoria y los revivió porque eran indispen-
sables para la farsa “socialista”; pero estos todos juntos, era muy poco lo que
aportaban, aunque su presencia era valiosa para la imagen de unidad y de
izquierda que se proyectó. Todo siempre fue un globo inflado alrededor de la
figura de Correa. Es indudable que él tenía la magia de atraer a las
multitudes, tenía carisma, era pintero, bonita sonrisa, por eso nuestra gente
depositó su confianza en él. Aún Fabricio no hablaba del círculo rosa.

Correa tomó la posta que había dejado abandonada en el camino el coronel


de Carondelet y le devolvió la esperanza al pueblo; volvimos a soñar,
volvimos a tener fe en que podríamos cambiar la historia de nuestro país.
Aunque después de diez años, la farsa se pone en evidencia: una ley de aso-
ciación pública y privada que privatiza áreas estratégicas del Estado cons-
truidas con deuda pública que todos tenemos que pagar, entonces surge la
reflexión: habiendo tanto dinero del ingreso petrolero, nos endeudaron para
empobrecernos y someternos mejor y esa traición no fue gratis, Otra ley de
tierras que permite a las transnacionales adquirir grandes extensiones de
tierra en el agro mientras los campesinos no tienen tierras.

La “revolución” nunca llegó al agro y la esperanza empezó aceleradamente a


perderse. Hoy la gente coge los kit, los bonos y vota por otros candidatos en
demostración de rechazo a AP. Sucedió en el 2014. Es un voto castigo contra
AP, un voto rechazo, me lo han expresado en cada lugar.

Solo narro lo que está pasando en los pueblos del agro costeño, en donde la
gente colectivamente da testimonio de aquello. Ese es el caso de los vejados
e insultados duramente en las sabatinas. Todos ellos ganaron las elecciones,
el pueblo se solidariza con los débiles y castiga a sus verdugos; fue la mejor
campaña que les hizo Correa.

Estas son realidades que se comentan en las calles, en los pueblos, que nadie
consciente debe eludir. Son realidades de conocimiento público que este relato
solo se encarga de recoger. Igual situación sucede en el agro costeño, el cual
actualmente no tiene líderes que se destaquen precisamente por su liderazgo;
entiéndase en la conducción de un proceso relevante, ya que la mayoría de diri-
gentes de organizaciones oficialistas colabora con el gobierno repartiendo los
kits con agroquímicos e insumos de mala calidad, con alta toxicidad que

l
192 DIGNIDAD MONTUVIA
afectan al suelo agrícola y destruyen las defensas naturales del ecosistema,
fertilizantes como la urea traída de Venezuela que afectó el suelo agrícola
produciendo excesiva acidez, más los chanchitos y pollitos que también se
entregan desde las prefecturas con el conocimiento de que esta no es la solu-
ción a la pobreza del agro, lo cual es una contribución al engaño de nuestra
propia gente —dirigentes convertidos en cómplices del asistencialismo y de-
pendencia estatal—. La falta de conocimientos, experticia, criterios,
capacidades, tarde o temprano te facturan, no lograron nada para el agro.

Los líderes tradicionales se están haciendo viejos. A muchos, como César


Herrera, una autoridad en el tema maíz, el correato intentó liquidarlos y
fueron víctimas de discrimen y persecución. El agro costeño carece de
líderes. Sin liderazgo no se puede construir nada, los jóvenes han emigrado,
no quieren saber nada del campo, se sienten excluidos del Estado, el sistema
educativo no los vincula al agro, por el contrario los separa de él. La iz-
quierda no formó líderes, los movimientos sociales tampoco, al menos no se
ven por ningún lado.

La juventud en los pueblos tiene miedo, siente pánico a Correa. No quieren


pelear por temor a la prisión y juicios, la verdad es que faltan cojones. La
situación económica está difícil, las medidas que toma el gobierno afectan al
pueblo, la corrupción se destapa y las calles siguen vacías. Pobre juventud,
¿dónde estás que no te veo? Bueno, hay una juventud que está alegre, feliz a
lado del presidente, comiendo en sus banquetes y condenando a los
“tirapiedras”; ignoran el valor simbólico de la piedra en la lucha popular, lo
cual nos parece el más descarado oportunismo.

El correato mantuvo como estrategia burocratizar a la juventud ofreciendo


cargos públicos a cambio de sumisión y obediencia. Les dio becas para con-
tentarlos. Pobre juventud despistada, sin horizonte ni camino que empren-
der. La patria no cuenta, no saben qué es eso. Les importa un rábano el fu-
turo del país, del lugar donde van a vivir. La televisión perniciosa nos ganó
la batalla, me disculpan muchachos pero es la plena. El mismo Banco de Fo-
mento entregó créditos al sector urbano y los niega al sector agropecuario,
¿no es eso discrimen? La educación técnica especializada es fundamental para
asegurar el futuro de la producción rural y el desarrollo económico del país; hay
que redireccionarla hacia un modelo agroeducativo, técnico, agroindustrial, de
agroturismo, turismo gastronómico, turismo religioso, aventura, etc.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 193
Tenemos ríos, bosques, cascadas, rutas, senderos, etc., pero los colegios téc-
nicos están totalmente abandonados, sin el pensum adecuado, ¿es esto una
omisión por ignorancia o una irresponsabilidad premeditada en las mentes
lúcidas de los “revolucionarios”? Solo hay que usar la imaginación, innovar,
crear, inventar, eso es todo. “La plata en Ecuador está de recogerla con pala”,
dicen los colombianos, pero se necesita espacio y avales del Estado.

Eso es lo que los gobiernos aún no han logrado entender bien, por la falta de
líderes auténticos a su entorno que le ayuden a interpretar y comprender la
importancia del inmenso capital social disponible y la riqueza natural que
nos rodea, muy a pesar de que a los gobiernos no les interesa el campesino.

Nosotros siempre lo dijimos, pero nunca quisieron escucharnos, ni siquiera


una tenencia política tuvimos a cargo. No fuimos parte del gobierno de AP,
nunca nos quisieron adentro, nos cerraron todas las puertas. Solo
apoyábamos con las multitudes que movilizábamos en las calles porque esa
era la estrategia: visibilizar nuestras fuerzas, con una ligera esperanza de
rectificaciones que nunca se dieron. Hasta ahí se limitó nuestra participación
en las calles, la que concluyó en noviembre de 2013 con una multitudinaria
movilización contra la Chevron. Dos años atrás, habíamos dejado de
aparecer con el gobierno, pero consideramos que era un tema importante
para el país, como también lo fue el Yasuní, porque ese era el cuento que nos
vendieron a los ecuatorianos, el cual resultó otra falsedad más. ¡Qué crueles
han sido! Para mentir no han tenido escrúpulos, siempre tuvieron la
habilidad para manipular a la opinión pública.

Ese día, en Guayaquil, volvió a concentrarse el Pueblo Montuvio del Ecua-


dor. Parecíamos diez mil personas, acontecimiento que publicaron todos los
medios de comunicación en sus principales espacios noticiosos. Esa fue
nuestra última aparición masiva y pública en Guayaquil.

De esto se trata esta narrativa, de transmitir las modestas pero ricas y alec-
cionadoras experiencias vividas por nuestro pueblo en esta época y la ante-
rior a la “revolución ciudadana”, que sirvan como un elemento de reflexión
para enmendar, corregir y mejorar. Las luchas que seguramente se darán en
el futuro serán con mucha más dureza y crueldad de las que hoy nos tocó
vivir a nosotros en esta época, serán seguramente en medio de una

l
194 DIGNIDAD MONTUVIA
confrontación político-militar entre chinorusos y yankees disputándose el
control de los gobiernos en nuestra región.

En Brasil, han intentado desde las calles y con candela boicotear la reali-
zación del mundial de fútbol, afectando internacionalmente la imagen de
Dilma y su gobierno; por supuesto que son los graves actos de corrupción en
PETROBRAS, los cuales públicamente se denuncian y causan esta reacción
del pueblo. El propio Lula reconoció que su partido y su gente estuvieron
involucrados en la corrupción de la petrolera estatal. Son estos hechos los
que hacen que el pueblo pierda la confianza en estos gobiernos progresistas;
a más de la pobreza que está azotando a la población brasileña.

De la Bachelet ¿qué podemos decir a su favor? Absolutamente nada. Una


izquierdosa títere al servicio de las oligarquías y mafias pinochetistas de su
país. Esa es realmente la izquierda socialista del siglo XXI, unos con enga-
ño, otros con descaro. De Cristina y su gobierno, los argentinos de a poco
fueron perdiendo la confianza y hoy viven sobresaltados por los actos de co-
rrupción que se denuncian: la famosa lavandería de la Casa Rosada. Muchos
de sus ministros están siendo investigados por la justicia, se encuentran
millones de dólares enterrados en los jardines, monasterios, viviendas, hay
crímenes que todos callan.

Del socialista Ortega, de la juventud sometida y obediente y de la poderosa


vicepresidenta de ese país, mejor ni hablemos. Si a estas decepciones, agre-
gamos la penosa situación que está actualmente pasando México, donde la
narcopolítica con desapariciones, secuestros y asesinatos se mantiene en el
poder: una nación destrozada y sin liderazgo para sacarla del infierno en que
vive, ¿dónde están los herederos de la estirpe revolucionaria de Pancho Villa
y Emiliano Zapata?

Lo mismo podemos decir de Guatemala y El Salvador. En Bolivia, hubo una


situación parecida a la nuestra. Se le salió del control, el pueblo le acaba de
pasar factura por ello y votaron en contra de la reelección de Evo. Hay la
esperanza de que allí enmienden, ojalá sea así, es el mejorcito, por no decir
el menos peor de los “socialistas del siglo XXI”.

En todo caso, el BM, el FMI, la CEPAL, reconocen que Bolivia es el país


sudamericano cuya economía crece un 4.8%; además de tener

DIGNIDAD MONTUVIA
l 195
en sus reservas económicas US 17 mil millones de dólares, siendo el país
sudamericano que mayor reducción de pobreza tiene. Pero de última hora,
Evo anunció que iría a la reelección, irrespetando la voluntad popular, lo cual
es nefasto y demuestra la posición dictatorial de estos gobiernos.

La oposición política, al inicio, estaba compuesta por grupos de poder que


reclamaban espacios y defendían sus intereses; hoy, son los sectores socia-
les, es el pueblo en las calles luchando contra los socialistas del siglo XXI,
demandando libertades y respeto a sus derechos vulnerados, exigiendo res-
puestas a la corrupción denunciada; gobiernos que ya pueden ser derrota-
dos electoralmente como consecuencia de sus errores. Sucedió en Brasil y
Argentina, aunque el neoliberalismo no es una opción para los pueblos.

Esto de la derecha y la izquierda es un cuento del gallo pelón. Juntitos están


en el gobierno. Sus colaboradores actuales fueron parte de los gobiernos del
pasado que hoy ellos cuestionan, sus ministros y ministras fueron parte de
la partidocracia corrupta que liquidó nuestros países. No caigamos en esta
manipulación de los “socialistas” que insulta nuestra inteligencia. Esa es la
doble moral que tanto repiten, las mentiras de las que tanto hablan, la
caretucada de todos los días porque eso es exactamente lo que practican, eso
es lo que realmente son y hacen. Están las élites comunistas, socialistas y la
rancia oligarquía, juntos cogobernando, por eso han perdido la confianza de
los pueblos latinoamericanos. Existe también la oposición frontal de sectores
populares, indígenas de la Conaie, que innegablemente están descontentos,
los cuales son afectados por las políticas de los progresistas o desatendidos
en sus elementales necesidades básicas. Es absurdo negar o menospreciar su
existencia, mucho menos descalificarlos, o peor aún reprimirlos,
encarcelarlos y enjuiciarlos, criminalizando sus protestas, como están
haciendo estos gobiernos socialistas, totalitarios, fascistas.

Los montuvios eramos colectivos estructurados orgánicamente, que inexo-


rablemente íbamos en la dirección correcta, de unidad e integración latinoa-
mericana, por la construcción de la patria grande, por la segunda indepen-
dencia, libertad, soberanía, desarrollo y justicia social sin discriminación ni
exclusión. Creímos que este ideal estaba vigente, al menos eso nos parecía.

Otra práctica de exclusión de los gobiernos progresistas es no haber per-


mitido la unidad e integración de los pueblos: total sectarismo y discrimi-

l
196 DIGNIDAD MONTUVIA
nación. Claro que no les interesaba. La organización montuvia lo vivió en
carne propia. Se nos excluyó de los movimientos sociales del ALBA y de toda
participación; discriminados y excluidos, sin embargo, supimos tolerar la
insensatez del gobierno y continuamos apoyando la integración regional y
aparentemente al presidente Correa, hasta finales del 2011 en que
ilegalmente nos despojaron de los recursos de las comunidades que la
Asamblea Nacional había incluido en el presupuesto para el ejercicio fiscal
del 2011, recursos que utilizados en una última fase finalizaban la
construcción de los proyectos agroindustriales.

Nos negaron 7 millones de dólares para que se malogren nuestras industrias


mientras los corruptos se robaban miles de millones. Incluso en el 2012,
frente a la persecución del correato, nos refugiamos en el ALBA, buscamos
apoyo en la embajada venezolana, apoyo que solidariamente nos brindaron
y desde aquí reconocemos con mucha gratitud. Incluso estuvimos a punto de
lograr un espaldarazo económico a través del BANDES, pero con mi
apresurado encarcelamiento cortaron de raíz esta relación con los herma-
nos venezolanos cuando estaban en su mejor momento.

Creemos que frente a las circunstancias que vive el país, debemos sentarnos
a conversar y a dialogar entre iguales. Hay mucha preocupación en nuestros
pueblos, la crisis es agobiante. Nos han endeudado de manera irresponsable
y sospechosa, han hipotecado el futuro de las próximas generaciones. La
crisis económica no tiene salida inmediata. Será un proceso a largo plazo.
Hay que reactivar la agricultura y desarrollar la agroindustria comunitaria
para exportar productos terminados. Los pueblos tenemos una importante
experiencia en esto, la deuda adquirida es impagable.

Nos ofrecieron independencia política y económica y ahora resulta que nos


entregaron a los chinos, sin beneficio de inventario. Ahora tenemos dos im-
perios a quienes responder, la fallida integración regional se derrumbó por
culpa de estos irresponsables gobernantes que estancaron el ALBA, aborta-
ron el Banco del Sur e hicieron fracasar el sueño de América Latina. Nuestra
gente así lo percibe, ese es el legado que nos deja el socialismo del siglo XXI.

Al extinguirse merecidamente la Secretaría de Pueblos (SPPC), se acabó el


organismo que ejecutaba prácticas de odio injustificado contra el pueblo
montuvio. Siempre decían: “Es la orden que tenemos de arriba”. Las mu-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 197
jeres dirigentes se resistían a aceptar aquello, yo sí empecé a entender con
claridad el mensaje. Era la disposición de Correa, quien odiaba todo lo que
no controlaba. Nuestro pueblo era un estorbo y un peligro para sus pre-
tensiones de dominio y control total; no podía dejarnos fortalecer con la
agroindustria, no habíamos acolitado sus políticas de dádivas, nunca nos
sometimos al direccionamiento de su gobierno. Definitivamente, tenían que
liquidarnos y había llegado la hora. Las traiciones estaban como plato a la
carta, las fomentaban, sabían que “a la culebra se la mata por la cabeza”, eso
hicieron, descabezaron al pueblo y a su institución.

Después del tiempo que pasé en la penitenciaría, las aguas volvieron a su cauce.
Parece que algunas “lideresas” sintieron el cargo de conciencia de haber hecho
daño al pueblo que dicen representar, solo luchamos contra la pobreza de un
pueblo que solo clama justicia social, no caridad. Ojalá continúen quietas,
estamos en condiciones de tender puentes para el diálogo entre pueblos.
Nosotros nunca fuimos gobiernistas como nos señalaban ciertos sectores de la
oposición, mucho menos independientes. ¿Independientes de qué pues?

Estábamos comprometidos con la causa latinoamericana e independentista y


la construcción de la CELAC, la UNASUR, el ALBA, PETROCARIBE, por eso
apoyamos la integración de manera incondicional y sin nada a cambio, porque
la unidad de los pueblos para liberarnos de la dependencia y dominación del
imperio del capital estaba por encima de cualquier circunstancia. Sin embargo,
hoy, producto de sus contradicciones, errores y corrupción, la integración ha
fracasado por los abusos cometidos por estos gobiernos progresistas y el
entreguismo al nuevo orden imperial chinoruso.

El sectarismo, la exclusión, hasta la xenofobia aplicada contra nuestros pue-


blos y sectores no afines al engaño, no permitieron fortalecer la integración
de los pueblos en el ALBA. ¿Y qué pasó? Total estancamiento. Ahí está el
ALBA moribunda esperando el milagro de la unidad. ¿Quiénes y cuándo van
a respondernos por esto? ¿Qué pasó con el Banco del Sur? ¡Qué importante
hubiese sido su papel en estos momentos de crisis! ¿Acaso creyeron que la
integración latinoamericana eran propiedad exclusiva de AP y sus acólitos?
Hasta las oligarquías adaptaron sus estructuras económicas al nuevo orden.

A propósito de acólitos, las montuvias y montuvios que cumplen funciones de


representación popular en la Asamblea o Parlamento, o en alguna otra función
del Estado, efectivamente algunos son del pueblo montuvio, pero no son orgá-

l
198 DIGNIDAD MONTUVIA
nicamente del PME (Pueblo Montuvio del Ecuador), ni han sido designadas por
nosotros; eso lo saben bien quienes los escogieron. Sin embargo, mantenemos
relaciones normales y de respeto con varios de ellos, pero no tenemos absoluta-
mente nada que ver en sus designaciones ni en sus actuaciones; ellos responden
al gobierno de AP. Esta es una aclaración necesaria.

En un futuro cercano, Latinoamérica vivirá su propia guerra. Aquí en nues-


tro continente, yankees y chinorusos van a disputarse el control de la región.
Por ahora, centran su prioridad en el Medio Oriente, Asia, África, pero más
adelante volcarán su atención en nuestro continente. Se disputarán el patio
trasero que creen que somos, el trofeo para el ganador serán las reservas
petroleras del Orinoco, las más grandes del planeta, así como los minerales,
la rica biodiversidad y el agua del Amazonas.

Frente a esta realidad, volvamos a pensar en la juventud. Hay que abrirles


oportunidades, no para manipularlos, sino para prepararlos en la
conducción del destino de nuestros pueblos. Los espacios están ahí en el
campo y en las calles. Lamentablemente, son muy pocos los jóvenes que
optan por asumir este compromiso, este sacrificio, este honor, y eso sí es
preocupante. Hay confusiones, miedos y temores que frustran a la juventud.
Hay un concepto equivocado sobre el deber y la responsabilidad para con la
familia, la sociedad y el país. Hay mucho facilismo y comodidad. Hay una
grave degeneración entre oportunidad y oportunismo. A los jóvenes les
ofrecen puestos burocráticos antes que pueblos para liderar.

Nuestra generación no hizo lo debido por las nuevas generaciones. Somos


culpables por haber permitido la pérdida de identidad, de valores e ideales,
hay un pobre criterio equivocado sobre los mismos. Nos dejamos atrapar por
la apatía, el desengaño, el individualismo, las falsas libertades, pero hay que
rectificar. Ha llegado la hora de hacerlo o sentémonos a ver cómo se de-
rrumba nuestra sociedad, perdida en la droga y malos hábitos que nada tie-
nen que ver con nuestra cultura y naturaleza. Perdóneme la juventud, pero
es la plena. Corrijamos nuestros errores, aún estamos a tiempo. Ayudemos a
la juventud a enrumbar su camino, a construir su destino. Aportemos para
que sean y hagan lo que nosotros no pudimos ser capaces de concluir. Ya
basta de tanta mojigatería aparentando lo que no somos y aceptemos con
valentía la triste realidad. Somos una sociedad mediocre, materia prima
defectuosa. Hay que prepararlos y guiarlos para que sean mucho mejor que

DIGNIDAD MONTUVIA
l 199
nosotros, esa es nuestra responsabilidad histórica. Necesitan brújula, ca-
mino y horizonte, o las drogas y otras degeneraciones nos van a ganar la
batalla y destruirán la última esperanza del planeta.

Enseñémosle a valorar el conocimiento, la experiencia, apoyemos en la


construcción de sus propios criterios, son las alas que necesitan para volar.
Ellos son el presente y futuro de nuestra nación. La juventud está anclada
por los prejuicios, los antivalores y el consumismo, caminan a ciegas, no ven
por dónde va el mundo y tropiezan todo el tiempo. No conocen que la
filosofía es la esencia de la vida, del alma, lo que somos, y que la política es
la ciencia que nos enseña qué hacer por la gente, por la sociedad. La política
es una vocación y ejercerla es un arte.

Tratemos de compartir nuestras experiencias con los jóvenes, que les sirva
de guía en el camino y en el pensamiento a construir. Unos entienden y
asimilan; la mayoría, no. Están seriamente afectados en su estructura men-
tal. Estamos creando una generación sin imaginación, sin creatividad, sin
pensadores, sin compromiso, individualista y egoísta. Una generación de
cómodos, sumisos y algunos oportunistas, que no están aportando en nada
a la sociedad ni al país y están en deuda con la historia. No estamos forman-
do hombres de honor y valor, de compromiso y sacrificios. Por supuesto que
hay valiosas excepciones, pero son muy pocos los ejemplos en ese sentido.

Estas verdades son duras y duelen en el alma, pero hay que enfrentarlas para
no tener que decir mañana: ¿dónde está la juventud gloriosa?, ¿dónde te
perdiste que no te encuentro? Juventud rebelde e irreverente ante el poder
constituido y la ley injusta. Te necesitamos juventud, aparece de una vez,
carajo; o sucumbe para siempre ante el poder y el tirano.

Ser revolucionario no es estar en las calles bailando o con los tarimeros


cantando. Ser revolucionario es haber estado en las calles luchando junto al
pueblo, contra el tirano, contra el opresor, contra los gobiernos lacayos
causantes del empobrecimiento y el subdesarrollo. Ser revolucionario es ha-
ber enfrentado con piedras en las calles a las balas asesinas de los gobiernos
represores. La piedra es el símbolo de la lucha popular de los pueblos del
mundo. Ser revolucionario es sacrificio, no importa cuánto duela, cuánto
dure. Ser revolucionario es compromiso de vida y por la vida, sin importar
las consecuencias. Ser revolucionario es ser hombres y mujeres de honor y

l
200 DIGNIDAD MONTUVIA
valor, de compromiso y sacrificio, no solo es haber tomado un arma y aden-
trarse en la montaña, también revolucionario es haber conducido a los pue-
blos en su lucha por el reconocimiento de sus derechos, por justicia social,
por dignidad. Cualquiera puede llamarse o hacerse llamar revolucionario, no
todos tienen el honor de serlo.

DIGNIDAD MONTUVIA
l201
LAS FUERZAS UNIVERSALES DEL COSMOS
SIEMPRE NOS PROTEGIERON

Dijo Artemio Quinde cuando estábamos en la huelga de hambre: “Los mon-


tuvios somos la voz de la tierra, ella es nuestro cielo, suelo y tumba”.

Solo en estos 25 años sufrí ocho atentados criminales. No incluyo los ante-
riores, de los que podrán dar fe mis queridos hermanos de lucha. El Chalo
Castro, a quien por su alto grado de entrenamiento en el volante desarro-
llando velocidades de 160 Km/hora en la vía a Daule, con Juan Aroca de
acompañante en una de ellas, me salvó en un par de ocasiones de perse-
cuciones cinematográficas, de las que nos libramos gracias a la pericia y
audacia del Chalo en el volante.

Durante los difíciles años, Posí y Chalo me protegieron y me cuidaron como


a un verdadero hermano. Juntos recorrimos los carreteros desde San Lo-
renzo hasta Macará. Igual Posí, quien cogió la batuta después del Chalo,
compañero de lucha desde las cooperativas de vivienda en mi pueblo, quien
asimiló mucho las experiencias del proceso vivido y actualmente se ha con-
vertido en un gran colaborador de la dirigencia montuvia. Incluso ha desa-
rrollado capacidades analíticas indispensables para entender las situacio-
nes que se presentan. Es un montuvio-tsáchila con criterio y capacidades
análiticas desarrolladas. Una vez en el carretero a Naranjal, se puso a cule-
brear con dos 4x4 llenos de gente armada con fusiles de asalto. Recuerdo a
Fabián Navarrete y a Martín Chávez con sus pistolitas que parecía las habían
sacado de alguna juguetería, por supuesto, que con la seguridad de Riquelme
y su barredora mojosa, pero que preocupaba a cualquiera.

Los viejos recuerdos con Oswaldo, cuando casi morimos juntos en manos de
unos motorizados en pleno 6 de Marzo y Quisquís, donde Artemio Quinde,
Antonio Chávez, el abogado Rubén Ramírez y otros compañeros se per-
cataron de la persecución que emprendieron tras de nosotros dos motori-
zados con metraca en mano, que minutos antes habían fallado en su primer

l
202 DIGNIDAD MONTUVIA
intento, pero que al perseguirnos giraron bruscamente hacia Quiquís, se
resbalaron y cayeron al pavimento, por lo que no pudieron alcanzarnos.

Recuerdo otra ocasión en que un grupo de paramilitares me quiso “dar duro”


en Palestina. Fueron Gonzalito Vera, Pablo Morán y Lucy, una querida amiga
de ese cantón, los que solidaria y valientemente evitaron que ese día me den
visa al más allá. Mi mágica armadura y mis fierros me protegieron siempre.

El más resonante de todos fue cuando en el gobierno de León, los militares


del batallón San Antonio, según dijeron, con tanquetas y perros me quisie-
ron liquidar en mi propia finca, acusándome de ser colaborador de los AVC.
Siempre recuerdo a Nildo Veloz y Michael Carvajal tirándose por la azotea,
con los fusiles en la mano y en calzoncillos. Ni el diablo los hubiese cogido
esa madrugada. Yo igual, escondido dentro de una poza, debajo de un lechu-
gal contemplando el operativo montado para asesinarnos y montarla como
casa de seguridad de los Alfaro, lo cual no era tan cierto.

Un par de meses antes del atentado anterior, recuerdo una noche cuando en
mi finca aparecieron dos escuadrones volantes llenos de policías que inten-
taron llevarme preso sin boleta, sin motivo ni razón alguna y junto a Pablo
Morán y una docena de muchachos de mi finca, que aparecieron de entre las
sombras y armados hasta los dientes, los hicimos desistir de sus propósitos.
Más parece que tuvieron temor a los testigos que iban a quedar después de
la plomiza, ya que a esa altura de los acontecimientos mis vecinos habían
llegado con sus recortadas. Definitivamente, iban a quedar de testigos Simón
Morán, Totoroto Jiménez, Machete, Don Efrén, Mencho, la Gringa, Bolita, el
Chino, gente humilde y solidaria que siempre estaba lista para defenderme;
siempre entrené a mi gente para que me defendiera.

También vale recordar el atentado a Oswaldo Mosquera en su humilde casa,


que gracias a la generosidad de la divina providencia jamás pudo consu-
marse, pero le dejaron destruida su morada. Las amenazas de muerte, los
acosos y persecuciones que sufrió Gonzalito Vera, cuando fue secuestrado
por varias horas en un vehículo dentro de la ciudad, con una pistola en la ca-
beza y contra el piso, preguntándole sobre hechos sucedidos que él no sabía,
pero que estaban relacionados conmigo. No fue este el único caso contra
Gonzalo; él era mi brazo derecho en la organización.

DIGNIDAD MONTUVIA
l203
Un sinnúmero de líderes, dirigentes y bases del pueblo montuvio son testi-
gos de las innumerables ocasiones en que tuvimos que enfrentar estas ad-
versidades que nos puso de prueba la lucha y que para nosotros eran parte
de la rutina, lo que nos hizo ser muy cuidadosos, tener confianza en noso-
tros mismos y nos enseñó que los mejores cuidadores son nuestra propia
gente, especialmente las compañeras montuvias que nunca sintieron temor
ante esto, por el contrario, más se esforzaban por cuidar mi seguridad.

Recuerdo a Dominguita, Bertha, antes Paulina, Rosita, Marlene Mendoza,


Pedro Navas, Riquelme, Juan Aroca y tanta gente maravillosa y consecuen-
te que siempre estuvo atenta de mi presencia en la provincia o el cantón
donde llegaba. Ahí siempre había gente propia esperándome para proteger-
me y darme seguridad. A todos ellos les debo la suerte de haber llegado hasta
aquí y ser parte de los cambios que empezaron a darse en América Latina y
en nuestro país —la efímera integración regional antiimperialista— cambios
que años atrás nunca pensé los iba a vivir con la intensidad que en esta
década los vivimos. Lástima que todo fue una ilusión, una fantasía cruel que
nos hicieron vivir los socialistas del siglo XXI.

Hoy la realidad es otra. Hay decepciones, incertidumbre y mucha preocupa-


ción. Hay problemas en nuestros países, y muy graves. Existe totalitarismo,
violaciones a derechos humanos, restricción de libertades, persecución, de-
nuncias de corrupción, impunidad. Hay abusos, líderes populares enjuicia-
dos, encarcelados, perseguidos, eso es innegable. Hay saña, alevosía, inten-
ciones perversas de destruir, humillar, liquidar a los opositores. En carne
propia lo vivimos, igual que los pueblos hermanos de la Conaie.

La situación política para los gobiernos “socialistas” está complicadísima. Es


difícil que a estas alturas puedan ganar limpiamente una elección, puesto
que todos están siendo derrotados en las urnas y seguirán perdiendo. Esta
es la consecuencia de sus errores, de su debilidad ideológica, de su in-
consistencia política, de sus incoherencias, de sus ambiciones desmedidas de
poder y de su ya desgastada imagen.

No solo es por causa de la injerencia de EE. UU. o la CIA, o la derecha reencaucha-


da, como engañosamente nos quieren hacer creer, sino que un sector de las oli-
garquías, la bancocracia y la vieja partidocracia están confabuladas apoyando el
continuismo del socialismo: es el sector más favorecido en esta década correísta.

l
204 DIGNIDAD MONTUVIA
Existen pactos bajo la mesa que garantizan protección a los actos de corrup-
ción del gobierno y el control a los medios de comunicación; también hay
pactos con los sindicalistas, gremios y partidos izquierdosos que apoyan al
oficialismo. Pobre mi pueblo que no sabe de esto.

Los errores y descarados actos de corrupción que se denuncian son evidentes,


afectan a nuestros pueblos; son los dineros del pueblo los que están siendo ro-
bados por bandas de corruptos plenamente identificadas, pero que ni la justicia
ni la Asamblea hacen algo para parar este saqueo a nuestros recursos. La crisis
moral en Venezuela, Ecuador, Argentina y Brasil es insostenible.

Hay una inmensa población que rechaza a los gobiernos progresistas y los
combate en las calles. Hay descontento popular que cada día crece más; en
Venezuela hay escasez de todo, hasta de cerebros oficialistas. En Brasil, nadie
arriesga un pelo por Dilma; muchos dirigentes del Partido de los
Trabajadores (PT) están involucrados en actos de corrupción en Petrobras,
así lo reconoció el propio Lula. En Ecuador, el tema de la corrupción que se
denuncia y nadie investiga, ni aclara, ni desmiente.

Casi todos los gobiernos del socialismo del siglo XXI están chamuscados, a
excepción de Evo, el cual está en término medio quemado. Los bolivianos le
dijeron NO a la reelección, los indígenas no le perdonaron sus errores y
también lo castigaron pese a sus políticas de dádivas y asistencialismo.

Ahora tendrán que ser los propios pueblos, parte viva de este proceso y como
tal, responsables de construir nuestro propio destino, de construir una
América Latina y Caribeña libre, soberana e independiente del yugo imperial
yankee-chinoruso, herencia socialista, que por los próximos 50 años nos
querrán joder la vida y nos robarán los sueños. Pobres generaciones futuras,
endeudadas hasta la médula y sin criterio ni cojones para luchar.

Los “progresistas” tienen tantos problemas internos que algunos ya están


dando un giro de regreso hacia el FMI, el BM y a sus políticas de domina-
ción y dependencia que tanto criticaron. Se les agotó el discurso, se han
sacado la máscara y se muestran tal y como son: gobiernos neoliberales en-
mascarados de “revolucionarios”, de “izquierda” y dizque “socialistas”, que
en plena década de bonanza petrolera, con los más altos ingresos económi-
cos en la historia de nuestros países, increíblemente, quebraron nuestras

DIGNIDAD MONTUVIA
l205
economías y nos condujeron a la pobreza y desabastecimiento, destruyeron
la producción agrícola y agravaron la pobreza rural.

La responsabilidad con la patria es de todos. Esta es la patria donde vivirán


nuestros hijos y nuestros nietos. Debemos dejarles un mundo mejor, no el
que heredamos. Nadie nos debe quitar el honor de luchar y morir por lo que
creemos. ¡Nadie! Hay serias preocupaciones al respecto.

Después de la muerte de Chávez, no surgió el gran liderazgo conductor de


este proceso. Es verdad que se construyó la CELAC, la UNASUR, PETRO-
CARIBE, pero en el ALBA no se avanzó nada, no se integró oportuna y ade-
cuadamente a los pueblos para que sigan construyendo la unidad. Todo lo
quisieron hacer desde los gobiernos y su gallada, imperdonable error.

No se avanzó en el Banco del Sur —total estancamiento. Tampoco en la mo-


neda regional. Otro error fue la construcción de una integración exclusi-
vamente comercial, económica y al final, moribunda y desesperada frente al
fracaso, terminó en una integración meramente política; errores que los
pueblos tienen que corregir o no habrá cómo defendernos del nuevo imperio.

La integración debe ser humanista, política, social, cultural, ambiental, que


desarrolle al hombre en armonía con la naturaleza, utilizando toda la rica
biodiversidad que poseemos o todo el proceso de unidad se viene abajo, tal
como se está desmoronando ya, producto de las incoherencias de los socia-
listas del siglo XXI, al igual que ocurre en la Unión Europea; de esas expe-
riencias tenemos que aprender, o los chinos serán peor que el anterior amo.

Estas son nuestras preocupaciones, que colectivamente queremos discutir,


analizar y resolver con todos los movimientos sociales. Queremos saber qué
pasó después de la Cumbre de Panamá. ¿Cuánto nos cuesta a los pueblos ese
entendimiento de los llamados gobiernos progresistas y de Raúl con Xi
Jinping? ¿Hemos claudicado o entramos a la oferta de colaboración econó-
mica con la China? Esto debemos saber, somos los dueños de la historia. Este
proceso no es propiedad de la nueva partidocracia socialista excluyente de
América Latina.

Este proceso es de todos los ecuatorianos y latinos, especialmente de los


movimientos y sectores sociales organizados que representamos legítima-

l
206 DIGNIDAD MONTUVIA
mente a colectivos importantes del país y nunca nos rindieron cuenta de
aquello. Hoy, el pueblo los está castigando en las urnas. El voto castigo es
consecuencia de su forma equivocada de gobernar. Los pueblos no perdo-
nan la insolencia ni la traición, aunque de que hay pendejos los hay.

Paradójicamente, el gobierno que apoyamos para que gane las elecciones y


por cuatro años más permanecimos quietos, nos cerró las puertas al diálogo
directo, nos excluyó, nos discriminó, nos dejó en manos de la Secretaría de
Pueblos para que esta nos liquide. Al gobierno no le interesó nuestra pro-
puesta y las soluciones al problema de la pobreza rural.

En lo personal, nunca guardamos rencor a nadie, ni siquiera a los que le


hicieron daño al desarrollo montuvio, entendemos su condición humana, las
circunstancias y las asimilamos como parte de la experiencia vivida en esta
mediocre sociedad. El amor en su plenitud opaca al rencor, al odio.

Primero, vino la Secretaría de Pueblos, con la controvertida Manuela, quien


desde el primer día nos quiso desaparecer la institución, nos recortó los
presupuestos, nos bloqueó programas y proyectos sin el mínimo criterio
técnico ni político. Su objetivo era hacernos fracasar a como dé lugar, todo
un sinnúmero de acciones maliciosas, discriminatorias contra el CODEP-
MOC y el pueblo montuvio que yo dirigía. Parecía un odio racial e irracional
contra la dirigencia montuvia, especialmente contra mí, que siempre me
caractericé por ser un montuvio alegre, simpático, agradable, amiguero y con
mucho ánimo para todo.

Se evidenció el irrespeto y abuso de poder de esta señora ministra contra las


máximas autoridades del CODEPMOC, elegidas por votación popular y
democrática en cada ciudad capital de las provincias de la costa. Le importó
un pito aquello y se limpió el trasero con la soberana y libre decisión tomada
por nuestro pueblo en las urnas; el odio era tal en esa Secretaría de Estado,
que penosamente se la llevó al plano personal, se la había tomado a pecho
conmigo desinformando a todo el gobierno, afectando nuestra ho-
norabilidad y probada honestidad, deshonrando a nuestras montuvias que
laboraban en la institución. Una reprochable actitud contra mi pueblo desde
esa Secretaría, convertida en caja de resonancia de resentidos, rencorosos y
vengativos disidentes del pueblo montuvio, a los que utilizaban y hasta
contrataban para estos protervos fines. Eso era la revolución ciudadana.

DIGNIDAD MONTUVIA
l207
Se montó toda una campaña mediática de difamación, calumnias e injurias
al más bajo nivel chongoril y que no pararon hasta el día que al presidente
no le quedó otra que desaparecer ese ente burocrático que nunca sirvió para
nada ni contribuyó en nada a la revolución ciudadana, ni a AP, mucho me-
nos al Ecuador, pero sí jodió a todos los sectores que pudo, especialmente a
los montuvios que yo dirigía. Indudablemente era gente de baja calaña.

Indiscutiblemente, con Manuela se endureció la consigna del gobierno, que


no conocía ni entendía esta diferencia conceptual y visionaria de los mon-
tuvios, la confundían con asistencialismo, cosa que no era así. Su confusión
era producto de la mala formación académica, igual la nueva partidocracia
sentía celos y temor de la organización montuvia. Esta era la respuesta ló-
gica de los “socialistas”, quienes no podían permitir la independencia eco-
nómica de los explotados, los que son indispensables para que funcione el
sistema, para que los gobiernos los manipulen y amontonen en las plazas
rentando sus conciencias a cambio de migajas. Son los clientes del Estado
que hay que mantener en la dependencia estatal, es una perversidad.

Es un absurdo que estos conceptos caducos de la época medieval aún se


mantengan vigentes en pleno siglo XXI; y lo que es peor, en nombre de la
“izquierda” y del “socialismo” utilizando como símbolos de la subyugación al
pueblo las figuras de Alfaro y de Bolívar, que seguramente se estarán re-
volcando en sus tumbas ante tanta ignominia colectiva. Esa es la verdad,
aunque resulte incómoda, nosotros la vivimos, estuvimos adentro.

Fue la firmeza, el coraje y la determinación del pueblo montuvio lo que nos


permitió avanzar y vencer la discriminación y exclusión con que desde esa
Secretaría de Pueblos manipularon en contra de nosotros. Realmente fue-
ron cinco años de sufrimiento e incertidumbre que nos hicieron vivir las
ministras que por esa Secretaría pasaron sin pena ni gloria, con una rara
excepción; un capítulo amargo, vergonzoso, humillante, traumático, que solo
pudimos superar con la férrea unidad, la organización del pueblo y los
argumentos científico-políticos contundentes que en la práctica sostenían el
proceso endógeno de los montuvios, que las autoridades de la Senplades
supieron valorar y apoyar, declarando de prioritarios, de gran impacto social
y económico los proyectos del CODEPMOC, más las declaraciones y gestos
solidarios que siempre encontramos en casi todos los funcionarios de esta
Secretaría de Planificación del Estado, quienes sí entendían y

l
208 DIGNIDAD MONTUVIA
comprendían perfectamente el desarrollo económico endógeno que estaban
construyendo los montuvios y el CODEPMOC desde un concepto y visión
diferente, hasta que los alienaron y callaron para siempre.

Pese al continuo maltrato recibido, seguíamos apoyando multitudinaria-


mente las movilizaciones, marchas y todo tipo de actividades que se daban
en torno a los cambios que se decía querían establecer en el país. Esta era la
estrategia diseñada para hacernos visibles y merecedores del respeto de los
enemigos, en las calles ejercimos nuestro poder de convocatoria y de movi-
lización. Solo así pudimos resistir cuatro años y obtener recursos del Presu-
puesto General del Estado para las agroindustrias comunitarias, hasta que
en el 2012, con la misma sucia estrategia que venían utilizando siempre:
difamación, calumnia, atropello y abusos de poder, me metieron a la cárcel.

Los principales diarios del país mostraron en grandes titulares y fotografías


la múltiple y masiva presencia de los montuvios en las afueras del ex Con-
greso Nacional, en el Tribunal Electoral, en el Arbolito, en las calles y plazas
de Quito y Guayaquil respaldando a Correa, empujando los cambios, como
la mayoría de organizaciones que creímos en el proyecto.

Por eso, siempre decimos en esta narrativa que el apoyo fue más allá de
Correa y de AP; era por la unidad latinoamericana, por la independencia
económica y política, por la construcción de la patria grande. Creímos en la
integración regional, la que después de una década resultó un cuento, una
burla cruel de los “socialistas” responsables de su fracaso.

Somos la organización rural de la costa con enorme poder de convocatoria y


de movilización en el litoral; a eso le temían los gobiernos, les preocupaba,
porque somos gente digna, con altos niveles de conciencia, empoderados de
su proceso, difíciles de manipular con dádivas ni para aplaudir o encubrir los
errores y contradicciones, por lo tanto no acolitábamos sus políticas
clientelares de sometimiento y dependencia al pueblo. Nuestra conciencia no
nos permitía hacerlo, por eso nos odiaban.

Hubo decenas de cartas enviadas a Carondelet solicitando audiencia al presi-


dente, ni siquiera supimos si les llegaron o no. ¡Qué dolor para nosotros y qué
pena por él! Definitivamente, el chisme, la calumnia, la cizaña, la chuchume-
quería, la difamación, también son parte de esa herencia colonial que debemos

DIGNIDAD MONTUVIA
l209
desterrar de la sociedad. No son parte de la cultura, son problemas de conducta
del mediocre perturbado y hace mucho daño en las esferas del poder.

Los gobiernos mediocres se rodean de estos aberrantes hábitos que les son de
utilidad para descalificar o excluir a quienes considera sus adversarios; pe-
nosamente, esta fue la característica de ese gobierno. En esta parte reflexio-
nábamos con Artemio Quinde y Jorge Goya: “No importa lo mal que hablen de
nosotros o las mentiras que inventen para destruirnos, lo importante es lo que
hacemos nosotros, eso sí es determinante”. Inteligentes los compañeros,
tuvieron razón, siempre me ayudaban a pensar, poseían una sabiduría natu-
ral, ancestral, habilidad para pensar y una buena capacidad de razonamiento,
hombres sencillos, grandes compañeros, amigos de toda la vida.

Oswaldo Mosquera también, muy inteligentemente, decía: “Mientras la unidad


y la organización la demostremos en las calles, siempre mereceremos respeto”.
Nunca se equivocó Oswaldo. Fueron precisamente las calles, con ese alto nivel
de organización y poder de convocatoria, lo que nos hizo merecedor del respeto
de todos los gobiernos. Oswaldo poseía una brillante sabiduría ancestral, muy
similar a la del viejo y siempre recordado Lucho Varas, de Baba. Oswaldo llegó a
ser presidente del Consejo Nacional del Pueblo Montuvio durante dos periodos
y aún se mantiene activo en la dirigencia montuvia.

La Manuela se fue tal como había llegado, sin haber podido dividirnos,
mucho menos liquidarnos. Al final, esa fue la frustración de casi todas las
ministras que pasaron por esa SPPC. Cumplieron su consigna en cuanto a
joder; fue un valioso tiempo perdido queriendo destruir la indestructible
unidad de nuestra organización, la inquebrantable solidez de la conciencia
colectiva de nuestro pueblo. Había que cerrar ese capítulo oscuro, vergonzo-
so, echarle tierra como hace el gato, gente de doble moral que abusando del
poder causó daño a los pobres, a los más humildes de la costa rural, los que
nunca merecieron ese trato cruel.

Nuestro pueblo no quería dádivas ni limosnas, solo queríamos que nos de-
jen hacer justicia social con libertad. Eso era todo, solo queríamos que haya
distribución equitativa de la riqueza que generamos los propios montuvios,
no riqueza ajena, producir sin explotación ni dependencia, solo eso quería-
mos. ¿Qué parte de esto las señoras y su gobierno no entendieron?

l
210 DIGNIDAD MONTUVIA
Dimos vuelta a la página, redoblamos el trabajo en las comunidades; ellas
serían claves si queríamos sobrevivir al discrimen, la exclusión y el odio de
estos “revolucionarios”, que ya se veía venir con arrollador peligro. Re-
cuerdo a María Mercedes Alcívar del cantón Pichincha, a Bertha Pareja, de
Jujan; Letty Chávez, de Milagro; Anita Álava, de Babahoyo; Dominga Torres,
de Daule; entre otras, preocupadas porque en su visión alcanzaron a ver la
indisposición de estas personas. Valientes mujeres montuvias quienes nunca
tuvieron miedo pues la lucha de años les inculcaba coraje y valor.
¡Qué hermosas montuvias! Me inclino reverente ante sus recuerdos, digno
ejemplo de sacrificio. Su ardua labor queda recogida en estas páginas para la
historia. Nunca hubo un imposible para ellas, jamás una queja; pasando
hambre, sed y agotamiento construyeron durante años el proceso montu-
vio, tanto en Guayas como en Los Ríos y Manabí.

Paulina Matute, de Paján; Helen Toala, de Rocafuerte; Yadira Carpio, de


Santa Lucía; Lady Mosquera, de Palestina; Johanna García, Marlene Men-
doza, Jennifer Ochoa, Annie Muñoz, de Daule; y Jenny Cabello, de El Oro,
entre otras muchas valiosas lideresas a quienes se les asignó la tarea de
ponerse al frente de la Dirección de Fortalecimiento, apelando solo a su
experiencia en la organización, a su sabiduría, habilidades y destrezas ad-
quiridas en el proceso y conocimiento pleno sobre las comunidades. Las
entrenamos y las enviamos al campo a dirigir las campañas de integración y
fortalecimiento en los recintos, parroquias y cantones de nuestras provin-
cias del litoral. Aquí no servía el título sino el conocimiento.

Muchos profesionales contratados no sabían ni cómo empezar. Ellas tenían que


guiarlos, enseñarles lo que queríamos, la experiencia se imponía otra vez. A
ellas, se complementaban líderes locales como Joffre Herrera, Raúl Velásquez,
Lusitania, Héctor Morán, María de los Ángeles, de Palenque; José Santana,
Francisco Salcedo, Julio Santillán, Eurípides López, Patricia Santana, de la Isla
de Baba; y cientos de líderes comunitarios de Los Ríos, gente brava como esta
no hay en otra parte. La mayoría de esas líderes aún continúan en la organiza-
ción construyendo junto a sus comunidades y sirviendo a su gente.

Unas pocas no resistieron y sucumbieron ante la desidia e incomprensión del


gobierno. Aún no estaban integradas Esmeraldas ni Loja. Nos habían hecho
creer que la primera era un bastión del pueblo afroecuatoriano y que la
segunda era un reducto de la Conaie, y ni lo uno ni lo otro resultó cierto; eran
pueblos

DIGNIDAD MONTUVIA
l211
hermanos sufridos, huérfanos de liderazgo, desanimados, desalentados, pero
sedientos de organizarse y luchar por su desarrollo con justicia social, como
así lo comprobamos años después cuando llegamos con un poco de recelo a
esos hermosos lugares de nuestra campiña, donde la gente bella de
Esmeraldas y Loja se integró entusiasta al proceso montuvio porque no ha-
bía otra alternativa; no tenían otra opción organizativa, la costa montuvia
carente de líderes y constructores.

Hicimos esfuerzos para que esos pueblos con otras culturas no pierdan su
identidad, esa fue nuestra condición para aceptarlos. Solo se integraban al
proceso montuvio, en lo mínimo queríamos afectar su identidad. Difícil ta-
rea porque siempre habían sido condicionados a intereses de terceros.

Recuerdo que en Loja se autodefinieron montuvios, empezaron a apreciar-


nos y a hacernos merecedores de su confianza. En el último censo de pobla-
ción y vivienda se autodefinieron en Loja más de cuatro mil montuvios para
asombro de muchos, aunque para nosotros no tanto, porque había mucha
afinidad entre los pueblos rurales del noroeste de Loja como Pindal, Maca-
rá, Puyango, Célica y Zapotillo, con cuyos habitantes entramos fácilmente en
una sintonía total. Les llamábamos los chazos lojanos, utilizaban el som-
brero, el machete en su vaina, la cuchilla al cinto, el caballo; en fin, eran de
similares características que el montuvio, con el mismo problema de migra-
ción de su juventud y pérdida de identidad.

¡Cómo no recordar a Augusto y Ricardo Marín, quienes junto a Alex Pucha y


otros profesionales tuvieron que hacer el doble papel de técnicos y líderes del
proceso en Loja! Ellos, junto a Albita Meca, Antonio Guaicha, Rigoberto
Ortega, Darwin Martínez, Hilton Vera, José Ávalos, Sofía Díaz, María Loaiza,
José Mena, hicieron posible avanzar con mucha efectividad el proceso en Loja.
Lamentablemente, quedó inconcluso. Igual situación pasó en Quinindé, cuya
población rural era de inmigrantes de Manabí o descendientes de manabas,
aunque también hay lojanos y de otros sectores de la Sierra, linda gente aquella.

Sara Villaprado, Joselito, Billy, Richard y otros importantes dirigentes, quienes


bajo la correcta dirección de Edmundo Bastidas hicieron muchos esfuerzos por
construir su proceso en esa provincia. Lástima que se integraron muy tarde, pero
de seguro que volveremos a estar juntos, construyendo el sueño de los pobres de
Quinindé y donde sea que nos abran sus corazones y mentes, ahí estaremos.

l
212 DIGNIDAD MONTUVIA
¡Qué difícil resultaba explicarles a las comunidades que en el gobierno había
gente que no quería que nos desarrollemos como pueblo porque le tenían te-
mor a la organización y a nuestro liderazgo, al amor que nos profesa el pue-
blo, al poder de convocatoria y movilización! Querían liquidar la cabeza de
dirección del pueblo montuvio y a nuestras bases mantenerlas dependientes
y sometidas a sus políticas asistencialistas y dádivas. Definitivamente, yo era
un problema. Tenían la consigna de desorganizar, dividir, descabezar las
organizaciones y movimientos sociales. Al final, lograron dividir a todos,
menos a nosotros. Solo se llevaron dirigentes y figuritas.

Al inicio del gobierno de la revolución ciudadana, los ministros no compartían


con nosotros la nueva forma de producción asociada que eliminaba las cadenas
de la intermediación puesto que no creían en ello; por el contrario, se dedicaron
a fortalecerlas ya que esa era su formación neoliberal. Se afanaban repartiendo
propaganda y trípticos sobre la atención que darían a los montuvios desde el
Magap, sin importarles la conceptualización o visión propia y diversa que tene-
mos los montuvios organizados e integrados en el proceso.

Así nos trataron, con irrespeto y discrimen, desde ese y otros ministerios, sin
considerar nuestra cultura, nuestras formas de organización con visión
empresarial, responsabilidad social y producción en armonía con la natu-
raleza; ignoraban que dándoles poder a las comunidades, ellas, desde su
experiencia y cosmovisión propia, serían las que mejor resolverían el pro-
blema de la pobreza en el agro; eso ni siquiera lo habían escuchado, querían
centralizarlo todo.

Desde la Secretaría de Pueblos hubo muchas demostraciones de xenofobia


contra la dirigencia nacional, contra la institución pública CODEPMOC, tra-
tando de invisibilizar los logros y avances que esta había realizado; trataban
de hacerla fracasar en su gestión, ese era el mal intencionado objetivo que se
buscaba sin importar el esfuerzo que venían haciendo decenas de miles de
familias montuvias. Realmente fueron prácticas muy bajas y aberrantes y
quienes las cometieron seguramente lo hicieron por su pobre condición
humana; así siempre lo entendimos, pero evidentemente era una consigna
gubernamental, como ellos mismos lo reconocían.

Lamentablemente, la campaña de difamación y odios contra el CODEPMOC


se extendió hacia otros ministerios. Era una política pública y no podíamos

DIGNIDAD MONTUVIA
l213
coordinar con otros organismos del sector público cuyas políticas podían ser
vinculantes con las nuestras; un total desastre en nuestras relaciones con esa
burocracia. Decenas de comunicaciones dirigidas al presidente y cuando
insistíamos con los amigos que estaban cerca de Correa, ellos nos decían era
el presidente quien había delegado esos temas a la ministra de Pueblos y no
quería saber nada del proceso montuvio. Estaba consciente de lo que había
dispuesto. La revolución los necesitaba pobres e ignorantes.

Yo empecé a ver la desgracia que pesaba sobre nuestras cabezas, pero ¿qué
podíamos hacer con semejante monstruo de poder y manipulación genera-
lizada? Sin embargo, pese a este maltrato injusto que estábamos recibiendo,
la dirigencia nacional del Pueblo Montuvio, bajo nuestra dirección, conti-
nuó apoyando aparentemente a la revolución ciudadana. Es más, cuando nos
trataban de marginar, excluir o afectar en nuestro proceso, con mucha más
fuerza hacíamos las gestiones en la búsqueda de recursos para continuar los
proyectos de las comunidades; por nuestra gente lo hacíamos. Ahora van
conociendo el porqué floreció el amor y el compromiso entre las
comunidades y nosotros. Los pueblos jamás olvidan estos hechos, siempre
me los están recordando. El amor fue la magia intangible del proceso.

La Asamblea Nacional, desde el 2008, nos destinó recursos en el PGE.


Nuestra capacidad de gestión sobrepasaba la inoperancia de las ministras de
la SPPC y eso les molestaba sobremanera; redoblábamos los esfuerzos en las
participaciones, no necesitábamos de presidentes ni de ningún ministro, ni
de ningún salsero para poner 5, 10, o 15 mil montuvios en cualquier lugar.
Recuerdo las cientos de movilizaciones permanentes a Quito, Guayaquil,
Babahoyo, Portoviejo, Machala y a los cantones de la costa, llenas de gran
sacrificio y de alto costo para nuestra gente, donde junto a los dirigentes
éramos actores principales de dichos actos.

El pueblo montuvio siguió participando masivamente en todos los eventos


que se dieron, organizamos los respaldos a la Asamblea Constituyente. Las
calles de Guayaquil y los guayaquileños son testigos de las innumerables y
masivas movilizaciones que se dieron en apoyo a todas las propuestas del
presidente Correa; parecíamos gobiernistas, con teta y prebendas, pero
nunca lo fuimos. El oficialismo nos odiaba y nos excluía de todo, pero ahí
estábamos por compromiso y estrategia.

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214 DIGNIDAD MONTUVIA
Recuerdo una vez que fuimos más de cinco mil montuvios al Tribunal Electoral
del Guayas, así lo informó la prensa en grandes titulares, y lo mantuvimos sitia-
do por algunas horas, arrojando huevos a su interior, rechazando de esa mane-
ra a la vieja partidocracia enquistada en dicho organismo electoral. Habíamos
luchado un montón de años por ello y nunca nos arrepentiremos de aquello; ese
era nuestro papel, nuestra tarea en el proceso. Obvio que nos equivocamos,
como muchos quienes también creyeron, pues en ese momento y en esas cir-
cunstancias hacíamos lo correcto, así son los procesos.

Asimismo, varios miles de montuvios nos tomamos el Congreso Nacional, con


Chalo, mi hijo Steven y Oswaldo comandando las acciones. En los primeros
años muy pocos percibieron el tongo, nos tragamos el cuento. Todas las
movilizaciones permanentes que ha realizado el pueblo montuvio durante sus 25
años de existencia orgánica siempre contaron con miles de gente en las calles y
“pelo a pelo” como decimos, es decir, con esfuerzos propios, con dinero de la
gente, aprendieron que la lucha cuesta, por eso la cuidaban tanto.

La lucha del pueblo montuvio demandó fuertes colaboraciones de todos y del es-
fuerzo propio de las comunidades, así es como debe ser, no como ciertos oportunis-
tas que a nombre de organizaciones llegan a la función pública solo para beneficio
personal, sin importarles en lo absoluto la organización ni el destino de la gente,
por eso no los sigue nadie; no les sirven ni al gobierno que dicen servir ni al pueblo
que dicen representar. Nunca le hemos pedido un solo centavo a ningún gobierno
para movilizarnos ni a nadie; esa ha sido siempre nuestra característica muy
peculiar y lo que nos hizo merecedores del respeto de todos, incluso de los
enemigos del proceso. A la gente tiene que costarle su lucha para que la valoren y se
empoderen. Lo gratis, lo regalado, ni siquiera te lo agradecen. Te equivocas si crees
lo contrario. Los montuvios desconfían de los papás Noel.

En Guayaquil, cientos de ocasiones realizamos concentraciones con más de


diez, doce y quince mil montuvios que vinieron de todo el litoral, desde sus
lejanos recintos, con grandes esfuerzos y recursos propios a respaldar su pro-
ceso institucional y demandar la atención del Estado. Recuerdo la exigencia a la
instalación de la Asamblea Constituyente allí en la histórica 6 de Marzo, en los
bajos de la Sociedad de Carpinteros. Hasta allí llegaron invitados la dirigencia
indígena de la Conaie, de Pachakutik, Lucho Macas, Blanca Chancoso, Talahua
en una ocasión, y el propio Correa, en otra, a recibir el respaldo masivo del pue-
blo montuvio, exigiendo la consulta popular y la Constituyente.

DIGNIDAD MONTUVIA
l215
Los principales diarios de la ciudad resaltaron en grandes titulares estos
acontecimientos; como anécdota recordamos la segunda presencia de Co-
rrea en ese, nuestro escenario, que coincidió con las fiestas julianas de Gua-
yaquil. Nebot no lo invitó a la sesión solemne y AP no fue capaz de montarle
un magno evento político como el que nosotros organizamos el 23 de julio
del 2007 en las inmediaciones del parque Centenario con más de diez mil
montuvios que habían venido como todos los años, a presentarle un saludo
y un canto a nuestra casa grande, Guayaquil. Los protagonistas éramos no-
sotros, no sabían que Correa estaría allí. Su presencia no estaba en nuestros
planes ni a nadie le importaba; pero algún correísta tuvo la idea de invitarlo
y asegurar su presencia en el corazón de la Perla del Pacífico.

Fue un solidario gesto del pueblo montuvio con Correa frente al desprecio del
alcalde que no lo invitó a la sesión solemne. Correa, en la sabatina, mencionó a
medias este hecho; siempre se cuidaba de no dar el mérito ni el reconocimiento
necesario a nuestra organización, la envidia y los celos le corroían el alma.

Fue la última concentración montuvia en ese lugar histórico, ya que en ese


espacio el alcalde Nebot construyó un parquecito, era su castigo a nuestra
insolencia, por lo que perdimos el espacio, perdimos la solidaridad de Nebot
y ni así nos ganamos el respeto de Correa; por el contrario, hubo gente en la
Gobernación cuyos celos y odios contra nosotros se desbordaron después de
ese multitudinario acto; definitivamente, allí había un demonio rencoroso
plenamente identificado por la dirigencia que le hacía mucho daño al pueblo
montuvio, así eran los “revolucionarios”, tenían problemas de conducta.

Para nosotros es fácil una campaña, llevamos 25 años haciéndolo, así que
jugamos un importante papel en el involucramiento de las masas en el sos-
tenimiento al gobierno. Toda la información sobre nuestra participación,
debidamente documentada, la enviábamos al gobierno, pero seguían siendo
otros los que se endilgaban los méritos y los triunfos. Recuerdo al goberna-
dor Cuero quien salió un martes, después de la consulta popular por el tema
de la justicia, en varios medios televisivos diciendo: “Agradecemos a cada
soldado y militante de AP en los recintos, parroquias y cantones del litoral,
por esa enorme votación rural obtenida el domingo pasado en la consulta
popular”. Con rabia e indignación, los montuvios me llamaron de muchos
cantones expresando su malestar por esas mentirosas palabras del entonces
gobernador Cuero. Me reclamaban porque fueron ellos, los líderes montu-
vios, quienes hicieron su parte en la campaña por el SÍ en el agro costeño;

l
216 DIGNIDAD MONTUVIA
los informes fotográficos, boletines, las redes sociales y los diarios locales
así lo informaban. Sin quererlo contribuimos al engaño.

Pero en la tarde y noche, de ese mismo día, en un evento internacional en el


MACC, en presencia de Lady, Annie, Marisol Echeverri, Anita Montes y
María de los Ángeles, jóvenes líderes del Pueblo Montuvio, el presidente
Correa reconoció la importante votación obtenida en el sector rural de la
costa y destacó la presencia del pueblo montuvio y su apoyo decisivo en esa
consulta; fue una sorpresa para las compañeras presentes que Correa lo
reconozca y así lo publicaron los medios de comunicación. Por primera vez,
el presidente tenía palabras de reconocimiento al esfuerzo realizado por la
organización montuvia, gesto que fue repetido por el mismo presidente en
dos o tres sabatinas posteriores, lo cual levantó el ánimo de nuestra gente y
renacía la esperanza de la rectificación, aunque siempre lo decía a medias,
evitando mencionar a Lucho Alvarado. Él sabía quién dirigía las campañas,
pero la envidia le corroía el alma. Nos prestamos a la utilización.

Tenía razón la dirigencia, este fue un trabajo direccionado y ejecutado por


nuestra organización. Las masas del agro lo sabían, la enorme influencia que
nuestra organización ejerce en el agro costeño fue una verdad bien ocultada
por los dirigentes oficialistas, quienes usufructuaban de los resultados de nues-
tro trabajo; obvio que el carisma y la influencia de Correa era mucho mayor,
eso es indudable, pero ahí estaba nuestro modesto e importante aporte a las
campañas del gobierno. Ninguno de los movimientos oficialistas ni AP
hicieron campaña; el consuelo era que la justicia seguirá prostituida.

Recordamos en el 2007 cuando realizamos una feria productiva en el Pa-


lacio de Cristal, todo ese inmenso espacio nos resultó pequeño, con más de
doce mil montuvios del litoral, venidos en trescientos buses, con recursos
propios de las comunidades. Siempre llevamos los registros por cantón y
provincia. Comunidades de todo el litoral exponiendo sus logros y avances a
los que toda la prensa nacional dio amplia y extensa cobertura por el en-
foque que hicimos sobre el cambio de la matriz productiva en el sector agro-
pecuario, desde la asociatividad e integración de las comunidades, desde
nuestra propia cosmovisión, desde las ciencias endógenas. En el gobierno
aún nadie hablaba de esto, poco les importaba el hecho de que los montu-
vios estábamos trabajando en ello desde hace años atrás.

DIGNIDAD MONTUVIA
l217
Por cinco ocasiones visité la Gobernación para gestionar la presencia de Co-
rrea en este multitudinario evento. Necesitábamos que el presidente conoz-
ca los resultados, aún creíamos que él podía respaldarnos. ¡Qué ingenuos que
fuimos! El evento lo realizamos un martes para que coincida con su llegada
a la ciudad; nunca nos recibió el gobernador de esa época, ni nunca nos dio
respuesta a las innumerables comunicaciones que le enviamos. Un amigo
funcionario de la gobernación nos explicó que no querían que Correa se
entere de la enorme capacidad de movilización de los montuvios y Correa no
quería avalar los avances que estaban desarrollando las comunidades.

En el evento, estuvieron presentes representantes de la Embajada de Cuba,


distinguidas personas de la cultura y las artes, Aminta Buenaño, Guido Ga-
ray, menos el presidente, pero el acto fue realmente impresionante. Todo
Guayaquil lo supo, la prensa nacional le dio amplia cobertura en sus no-
ticieros; y como nada es eterno en el mundo, unos años después el propio
presidente puso en evidencia y oficializó la verdad por buen tiempo ocultada
en el oficialismo, AP era un movimiento de burócratas.

Efectivamente, el movimiento AP tiene modestas estructuras, su orga-


nización es muy pobre, nunca ejercieron un liderazgo local, adolecen de
constructores y conductores, tienen prácticas excluyentes conducentes al
divisionismo y sectarismo, lo que en definitiva los alejó de la confianza y el
respeto de las masas. Este también era un secreto muy bien guardado, pero
que el pueblo ecuatoriano lo sabía. AP es un globo inflado alrededor del
Mashi, era un movimiento burocrático. La presencia de burócratas y
tecnócratas de los ministerios en las comunidades, por más que exista buena
voluntad, siempre será una asistencia o acompañamiento técnico, mas nunca
remplazará al líder natural, constructor y conductor del proceso unitario,
organizativo e integracionista. En nuestro caso, son los propios montuvios
organizados los que han sostenido esta corriente de esperanza, de fe en los
cambios; son ellos los que han sostenido la montuviada, han sostenido los
sueños, han sostenido sus proyectos y esperanzas.

Tienen fe en nosotros, saben que a pesar de las dificultades no los hemos


abandonado, saben que es posible hacer justicia social en el agro, ellos sa-
ben cómo hacerlo, han vivido esa experiencia; saben que el gobierno nos
detuvo el proceso de desarrollo agroindustrial, empresarial comunitario,
saben el daño y el dolor ocasionado a más de veinte mil familias montuvias

l
218 DIGNIDAD MONTUVIA
del litoral, de las ciento cuatro mil integradas en el proceso y con mucho
esfuerzo construyendo una vida digna, sin explotación ni dependencia,
tratando de hacer justicia social en el agro. Hechos como estos muy
difícilmente se olvidan. Los pueblos seguirán facturándole a AP sus
escandalosos actos de corrupción y la crisis que nos agobia.

Más son los errores cometidos, las contradicciones, los abusos, el sectaris-
mo, la exclusión, el totalitarismo, la corrupción denunciada y en la mayoría
de los casos probada, errores que los pueblos no perdonan. Más adelante, los
pueblos con sus nuevos gobiernos deberán corregir, enmendar, rectificar,
redireccionar, escribir una nueva filosofía política para el hombre, el
universo, la sociedad, porque esa es la tarea, el deber y la responsabilidad de
todos; volver atrás nunca, regresar al sometimiento del FMI jamás. Tampoco
caer en la corrupción del régimen chino. Si toca negociar con el gran capital,
que sea en mejores condiciones para el país; aún no salimos del águila negra
y ya nos entregaron al dragón chino. El dominio y sometimiento imperial,
venga de donde venga, siempre será tragedia para nuestros pueblos.

Debemos independizarnos de todo yugo imperial, sea yankee, chino o ruso; de-
bemos establecer relaciones de respeto. Si no creemos que esto es posible, pues
entonces en qué carajo creemos. Tenemos que creer porque hemos avanzado,
hemos dado pasos importantes; estábamos construyendo la unidad de los pue-
blos de América, la integración regional es un hecho concreto que nos permite
negociar con mayor libertad e independencia, pero estos socialistas del siglo
XXI la jodieron. Ahora todo depende de nuestras sociedades, de qué madera
estamos hechos los latinos; una derecha caduca, sin ideas, sin propuestas, no es
la alternativa para nuestros países, pero tampoco lo es una izquierda neoliberal
y corrupta como la que hemos tenido últimamente. Ya vemos lo que pasó con
Macri en la Argentina, queriendo aplicar políticas fondomonetaristas caducas
de los años 70, totalmente desfasado.

Pero también hemos visto el vergonzoso fracaso del “revolucionario” Ma-


duro; tampoco está claro cuál es el modelo alternativo al neoliberalismo,
faltan pensadores que escriban sobre ello. Estábamos viviendo un despertar
latinoamericano porque el pueblo cubano con gran sacrificio sostuvo su
sueño de independencia de los EE. UU., pero con un alto costo para su po-
blación, desprovista y aislada de todo y porque en Venezuela nació un Chá-

DIGNIDAD MONTUVIA
l219
vez, que por su posición anti-imperial atrajo muchos adeptos en la región, a
más de considerar también que el capitalismo entró en crisis y al negro se le
durmió el diablo, pero los “socialistas” no hicieron bien las tareas, pese a que
el viejo amo estaba debilitado y en decadencia.

Es verdad que los llamados socialistas, por sus propios errores, sectarismo y
corrupción, jodieron la integración, la debilitaron, no se puede negar este
hecho; por eso el rechazo popular en las calles y en las urnas. Los llamados
progresistas nos fallaron, el proceso de integración regional está fallido, está
llegando a su fin; independiente de la injerencia yankee y los fantasmas del
pasado, que sí los hay, los gobiernos los sobredimensionan para culparlos de
su fracaso, por eso el cambio de estos se hace urgente y necesario.

Ahora la situación está muy complicada, hay mucha decepción, mucho des-
contento, muchas denuncias de corrupción, de impunidad, incluso un re-
chazo generalizado a nivel de campo y ciudad, que pareciera que raya en el
odio; esto fue lo que el correato sembró. La gente nos dio argumentos,
nosotros los entendimos y coincidimos plenamente con ellos, estas son las
razones del receso; hasta las elecciones del 2013 el agro votó por el gobierno,
aunque los muertos también. En el 2014 ya no lo hizo y castigó a AP. Nuestro
horizonte está claro, nosotros nunca perdimos el rumbo, nuestro norte es el
sur; nuestro enemigo es la pobreza, la injusticia social, la dependencia
económica, la desigualdad.

Nuestro compromiso siempre fue más allá de AP y del propio Correa. Los
gobiernos, tarde o temprano se van, son transitorios, los pueblos permane-
cen más tiempo en el espacio. Lástima que por sectarismo e infantilismo no
se haya aprovechado de manera oportuna la solidez y la experiencia de la
organización montuvia para resolver el problema de la pobreza rural; forta-
leza montuvia que ningún gobierno en 25 años pudo romper. Luchar contra
las equivocaciones y errores cometidos para no repetirlos es tarea de las
nuevas generaciones, ya verán cómo lo hacen.

“El problema de la pobreza no se soluciona con políticas asistencialistas ni


dádivas, se resuelve dándoles poder a las comunidades para que resuelvan
sus problemas; ellas saben cómo hacerlo, tienen experiencias desarrolladas
en ello”, palabras sabias del comandante Hugo Chávez. Nadie puede dudar
de la inteligencia y visión de Chávez, ejecutor de la unidad latinoamericana

l
220 DIGNIDAD MONTUVIA
y de la integración regional, pese al fracaso actual en que se debate la revo-
lución bolivariana y el proceso de integración socialista siglo XXI.

En cambio, acá la ministra de Pueblos se esforzaba por liquidar el proceso


montuvio. Nunca tuvieron moral ni decencia con los pobres, aplicaron las
doctrinas de Robert Greene y sus “48 leyes del poder”. Las opiniones sobre
la Secretaría de Pueblos o de algún funcionario, que aquí recojo, las hago con
mucha objetividad, apegado totalmente a los hechos, tal y como sucedieron,
con el ánimo de hacer conocer los errores. No puedo en esta narrativa dejar
de mencionarlos porque son hechos históricos que sucedieron, que decenas
de miles de montuvios los vivieron en carne propia, dan testimonio de
aquello y los van a buscar en estas páginas porque es su vida misma escrita
con años de esfuerzos, esperanzas y decepciones.

Es la verdad de los hechos, que demuestra la gran valentía y tenacidad del pue-
blo montuvio para enfrentarlos y el alto grado de madurez para tolerarlos y
nunca perder el horizonte ni el rumbo trazado: el desarrollo económico de los
pobres, sin quitarle nada a nadie, somos ricos, dueños de la tierra, del arte de
producirla, de los bosques, de los ríos, la gastronomía, la cultura. ¿Cómo pode-
mos ser pobres? Solo necesitamos igualdad de oportunidades, tenemos ese de-
recho, que la riqueza que generamos se distribuya equitativamente entre noso-
tros a través de la agroindustria comunitaria, queremos agregar valor, vender
directamente al mercado, desarrollar el agroturismo. Solo eso hemos querido
siempre, no queremos la herencia de nadie.

Son realidades evidentes que este ensayo recoge en el marco del respeto hacia
los demás para que se tomen los correctivos necesarios y estas prácticas
equivocadas de la revolución ciudadana no se repitan en este ni en ningún
otro gobierno, porque le hacen daño al desarrollo del país, porque los pobres
tenemos derecho a desarrollarnos, no a vivir de las migajas que nos arrojan
los gobiernos; para que estos aportes, de igual manera, en ese mismo marco
de tolerancia, sean considerados en su importancia como la contribución de
un pueblo que ama su proceso vivido, que aporta a la construcción de una
sociedad mejor, más justa, más equitativa y que no vayan a ser mal
interpretados por los gobernantes ni tergiversados con mala intención para
provocar retaliaciones que miles de montuvios ya vivimos en carne propia,
nos hicieron mucho daño y aún sufrimos las consecuencias de aquello, lo que
afectó gravemente al proceso de desarrollo de los pobres del

DIGNIDAD MONTUVIA
l 221
campo. No queremos volver a ser víctimas de las confusiones y abusos del
poder, queremos libertad política e independencia económica para que nos
dejen hacer lo que nosotros sabemos hacer.

La gran capacidad de resistencia del pueblo cubano ante el imperio del nor-
te, su firme convicción ideológica y política, la férrea voluntad inclaudicable
en la lucha de hombres y mujeres con temple de acero, fueron siempre
nuestro mejor ejemplo de perseverancia y coraje; ejemplos que permanente-
mente estábamos transmitiendo y compartiendo con la dirigencia montuvia
para fortalecer nuestras mentes y espíritu, por eso cuando hubo la primera
oportunidad, atendiendo una fraternal invitación de la ANAC, la dirigencia
hizo maletas, llegaron a la isla y conocieron al pueblo cubano que tanto los
había hecho admirar; recorrieron seis provincias, sus campos con las coo-
perativas agrícolas y las fincas privadas (nos mintieron haciéndonos creer
que en Cuba no había propiedad privada), sus pueblos con gente hermosa y
voluntad de acero, sus bellas y limpias ciudades, conocieron el sistema
socialista, su historia, pero también conocieron y escucharon de los propios
cubanos su frustración, la falta de libertades políticas y económicas, su
aislamiento del mundo, el fracaso de su modelo económico. Fue una expe-
riencia aleccionadora que disfrutaron 16 compañeros durante 15 días. Fidel
había sostenido en la pobreza a su pueblo. Eso no gustaba a los cubanos.

Asimismo, no podemos dejar de mencionar que conocimos La Habana vieja


con sus edificios viejos y deprimentes, igual que cualquier suburbio de Río,
Buenos Aires o Guayaquil, lo que pasa es que el de La Habana está situado
en pleno centro histórico. Nuestra relación con la Embajada Cubana siem-
pre fue de lo más cordial y solidaria.

¡Cómo no recordar a María del Carmen Barroso, a Robertito Armas, a Ru-


bén Suárez, su linda esposa, a Mario Gil y a toda esa gente maravillosa de la
isla, solidaria con nuestro pueblo, con quienes siempre esperamos volver a
encontrarnos! Y qué mejor si es en esa bella isla de la dignidad, pero con
problemas de libertad política e independencia económica.

Desde nuestra modesta opinión, lo del socialismo del siglo XXI en nuestra
América fue un invento de Fidel y Chávez, quienes implantaron esta co-
rriente en nuestra América y facilitaron la penetración del imperio chino; por
supuesto que los chinos tenían intereses en las áreas estratégicas de

l
222 DIGNIDAD MONTUVIA
nuestro continente, de expandir sus inversiones y dominios en compañía de
los rusos, de eso no hay la menor duda.

Esa es la naturaleza de los imperios, ahora cómo nos zafamos de ellos es el


problema. Nos dejan de herencia una deuda impagable e inmanejable, con in-
versiones chinas en áreas estratégicas que difícilmente querrán desprenderse.
Y muchos de los tratos comerciales con China fueron actos de corrupción con-
junta entre chinos y ecuatorianos para perjudicar al Estado, por lo que se hace
necesario que los pueblos y nacionalidades exijamos a los chinos la reparación
por las graves afectaciones causadas a nuestras poblaciones. Sin lugar a dudas
el imperio chino será igual o peor que el Yankee y los responsables de habernos
endeudado criminalmente e hipotecado a las futuras generaciones, libre e
impunemente se pasean por el mundo, hay un montón de evidencias públicas
que prueban que la deuda con china fue adquirida en el marco de la corrupción
y traición a la patria.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 223
LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE
DE MONTECRISTI

Después de tantas jornadas y tantas luchas que realizamos para que se con-
voque a la consulta y se instale la Asamblea Constituyente, los montuvios no
tuvimos la oportunidad de tener un espacio en esa Constituyente. Los de AP,
excluyentes y sectarios como siempre, no nos quisieron dar un mínimo de espa-
cio porque su objetivo era liquidar los procesos de los pueblos y nacionalidades
pese a todo el respaldo masivo entregado por los montuvios a la causa.

Así que cada amanecer era para nosotros un desafío para asegurar el reco-
nocimiento del pueblo montuvio en la Constitución. Sabíamos que había la
intención de descabezar al movimiento indígena y de desconocer sus con-
quistas logradas en las luchas, por lo que a nosotros también nos iban a dar
el mismo tratamiento.

Ya lo habían puesto de manifiesto, nos metieron en el mismo saco. Era la


soberbia del poder destruyéndolo todo, aplastando a los humildes. Los “co-
munistas” asesores de la Asamblea comulgaban plenamente con la línea de
destrucción a los pueblos y nacionalidades, eran los cabezones de ayer.

En la mesa número tres de la comisión que presidía el Ing. Gustavo Dar-


quea, quien más adelante se pasó a la oposición, habían resuelto liquidar el
proceso montuvio, liquidar al CODEPMOC y descabezarnos a toda la diri-
gencia nacional, conmigo a la cabeza; tan cierto es esto que varios miembros
de esa comisión nos lo confesaron y nos solicitaron que no insistamos en
nuestro reconocimiento e inclusión.

Nos hicieron conocer que Alberto Acosta tenía orden superior de no dar paso
a ninguna propuesta que venga en ese sentido; eran los dioses que em-
pezaban a imponernos su verdad. Así se inició la liquidación del proceso de
desarrollo de los pueblos y nacionalidades. ¡Qué ignorancia política! Más

l
224 DIGNIDAD MONTUVIA
pesaba su afán de hacer daño, al desconocer que la fortaleza de un Estado
precisamente está en su diversidad, en sus cosmovisiones diversas, en sus
especificidades, en sus experiencias desarrolladas, en su naturaleza misma,
en su cultura. ¡Qué ignorancia extrema desconocer aquello! Es la causa
principal por la que los gobiernos indolentes han fracasado en erradicar la
pobreza rural. El movimiento indígena resistió pero quedó dividido.

Así que preparamos a Lady Mosquera, de Palestina; a Yadira Carpio e Isabel


Mosquera, de Santa Lucía; a María Mercedes Alcívar, de Manabí; con ellas,
Oswaldo Mosquera, Bruno Párraga, Benito Zarate, Miguel Vera, Wilfrido
Estrella, Nora Yance, Bertha Pareja, Letty Chávez, Anita Álava, Gary Meza,
Junior Guerra, María de los Ángeles y yo, tratando de mantener siempre un
bajo perfil puesto que mi modesto liderazgo generaba envidia, celos y
temores en las esferas del gobierno y en la dirigencia gobiernista.

Así que nos lanzamos con todos los argumentos y dignidad montuvia sobre
Montecristi. Contábamos para ello con la gente montuvia organizada más
importante del agro costeño, ese pueblo digno y altivo que no nos había fa-
llado nunca, que había conquistado varios imposibles; y también con la úni-
ca aliada en la Asamblea Constituyente, Aminta Buenaño, montuvia propia
de mi querido Santa Lucía, quien desde el inicio se identificó plenamente con
nuestra lucha y nuestro legítimo derecho a ser reconocidos por el Estado;
montuvia luciana, con quien nos unen lazos de sangre, quien asumió el reto
histórico, pese a las enormes dificultades que sabía se presentarían en contra,
incluyendo la discriminación y xenofobia de algunas asambleístas de los
pueblos afro y nacionalidades indígenas, quienes cumpliendo la consigna
oficial, hicieron el papel vergonzoso de oponerse radicalmente al
reconocimiento del pueblo montuvio, nada menos que a los descendientes
de las montoneras.

Era una lucha desigual entre los que empezaban a creerse dioses, dueños de
la verdad y los oprimidos de siempre, quienes teníamos el coraje y la digni-
dad para pelear con todas las fuerzas necesarias hasta lograr con justicia el
reconocimiento a nuestra existencia. Hubo fuerzas oscuras siniestras y
sectarias, que desde los espacios de poder ejercían presión y propagaban
discrimen contra los montuvios de la costa; una oposición radical casi en-
fermiza, que demostraba los peligrosos niveles de xenofobia de algunas
asambleístas de AP, públicamente identificadas por sus pronunciamientos

DIGNIDAD MONTUVIA
l 225
excluyentes en los medios de comunicación. Era obvio que estaban cum-
pliendo una tarea, no había otra razón.

A esto se sumaban corrientes indigenistas, andinocentristas, escudados en


las faldas de las asambleístas opositoras al reconocimiento. La prensa dio
amplia cobertura sobre este particular con los montuvios; esta situación no
afectó jamás nuestra voluntad de luchar ni nuestra actitud, ni nuestra posi-
ción política a favor de la “revolución”. No podíamos romper con Correa, era
un suicidio. Había que actuar con inteligencia.

La dirigencia nacional y el pueblo montuvio continuaron con más fuerza,


cada semana viajando a Montecristi. Hacíamos montoneras en el parque, en
el parqueadero, en las diferentes comisiones de la Asamblea. Todas las
semanas nos turnábamos por provincia para llenar con nuestra presencia los
predios de la Asamblea y demostrar que éramos un pueblo organizado,
estructurado y fuerte.

Cada semana ajustábamos la estrategia diseñada y entregada a las compañeras


dirigentes, quienes eficazmente la cumplían. Eran Oswaldo, Gonzalito, Lucho
Zúñiga, quienes me ayudaban a afinarla en función de las circunstancias y con-
diciones políticas que se iban presentando cada semana. Nuestra voluntad era
más fuerte y la razón estaba de nuestra parte. ¿Cómo íbamos a explicar a las
futuras generaciones que en la tierra de Alfaro, un montón de confusos recono-
cían la mariconada y negaban a los montuvios, quienes hicimos la revolución
alfarista, quienes dieron la vida por el pueblo, los que engrosamos los batallo-
nes de los ejércitos de Sucre y Bolívar? Definitivamente, la xenofobia, el secta-
rismo y la consigna correísta, no nos iban a vencer.

Somos un mestizaje especial, somos un pueblo con cultura propia de la re-


gión que habitamos. La constancia, el esfuerzo, el coraje, la fe, eran nuestras
armas. Nada nos podría detener en el objetivo trazado. Yadira, Lady, Isabel
y María Mercedes; Oswaldo, Gonzalo, Estefanía, María de los Ángeles,
Bertha, Letty, conducían con mucha firmeza y rebeldía al pueblo montuvio
en Montecristi. Durante ocho meses nos movilizamos a la cuna de Alfaro
para lograr el reconocimiento a nuestro pueblo.

Un día, fastidiado, Alberto Acosta prohibió mi ingreso a la Asamblea. Ima-


gínese el lector, prohibirnos que luchemos en nuestra propia tierra, en nues-

l
226 DIGNIDAD MONTUVIA
tra propia casa. Habían confundido al pobre Alberto. Era imposible negar a
los montuvios en la tierra de Alfaro. Empezamos a darnos cuenta de que
teníamos que acelerar el proceso en Montecristi, que nada iba a ser fácil. La
consigna malévola contra el pueblo montuvio estaba vigente. Los asam-
bleístas de los partidos de la derecha, especialmente de Guayaquil: Cristina
Reyes, María Cristina Kronfle, empezaron a acercarse y a solidarizarse con
los montuvios, a participar en las discusiones en las mesas, defendiendo
nuestra tesis; con su correcta actitud se ganaron la simpatía de nuestra gen-
te, quienes aún las reconoce y no las olvida.

Así se generaron este tipo de controversias innecesarias que quedaron mar-


cadas en la memoria histórica, difíciles de olvidar por nuestro pueblo, ges-
tos y actitudes como estos, el montuvio no olvida fácilmente porque están
cargados de sentimientos. La única asambleísta de AP, leal y consecuente con
su pueblo, con la historia y con Alfaro, era Aminta Buenaño, quien nunca se
quebró, nunca retrocedió, nunca titubeó; tampoco nosotros. Incluso Aminta
llegó a tener acalorados debates con sus compañeras de bloque, llegando a
ser agraviada verbalmente, tal como lo publicaron los diarios de Guayaquil,
incluyendo las divergencias con el propio Alberto Acosta, quien en su afán
por cumplir la consigna de negarnos pedía un estudio antropológico del
pueblo montuvio. Si esa era la lógica para probar nuestra existencia, hubiese
tenido que pedirles un estudio proctológico a los homosexuales, pensaba yo
para mis adentros.

A veces era mejor reírnos, cuando a través de ciertas expresiones querían


poner en duda nuestra identidad y cuestionaban nuestra forma de vestir; a
la moda, por supuesto. Esperaban vernos sucios, sin zapatos, con los panta-
lones arremangados y apeándonos de una burra. ¡Qué ignorancia la de estos
“revolucionarios”! Imagino que esperaban que los pueblos negros lleguen
desnudos y con lanzas. ¡Qué coraje que les hacían dar a las compañeras! Un
total desconocimiento de la realidad montuvia y de su cultura. Confundían
la identidad, tal como lo hacía el prefecto del Guayas, al cual en una entre-
vista le preguntaron: ¿Usted es montuvio? y este respondió: “No, soy clase
media”. Sobra el comentario al respecto.

Fueron ocho largos meses vividos con mucha intensidad, con mucha pre-
ocupación. Los asambleístas de AP, timoratos y encajonados, no querían
meterse en la pelea. Tenían miedo a contrariar la orden que ellos decían

DIGNIDAD MONTUVIA
l 227
“venía de arriba”. Así lo expresaban en voz baja a las compañeras dirigentes.
Todos sabíamos de dónde venía ese discrimen, pero eso no nos amainaba en
lo absoluto porque sabíamos que había todo un pueblo organizado apo-
yándonos, a más de toda una población litoralense que hizo suya la lucha y
luego la conquista. No había dudas de que por las venas de Aminta Buenaño
corría la sangre revolucionaria de Leopoldo Rugel y de las montoneras de Santa
Lucía, así como la de nuestra valiente abuela. De esas raíces descendemos.

Ya a estas alturas de la lucha éramos un pueblo con altos niveles de dignidad


recuperada, orgullosamente montuvios. Sí, señor; duélale a quien le duela.
La historia se repitió, a Alfaro tampoco lo querían, despectivamente lo
llamaban “montuvio pata al suelo”. A mí me pusieron “el montuvio gritón”,
porque un día era tanta la rabia contenida, frente a la intransigencia de estas
asambleístas indígenas y negras de AP, que se me soltaron los caballos y me
puse a gritar en una de esas comisiones porque ya era insostenible soportar
la negación de lo innegable.

Un día, la policía me notificó que por orden de Acosta, estaba prohibido mi


ingreso a la Asamblea. Como respuesta inmediata armamos una rueda de
prensa en las afueras del recinto y dimos una respuesta política frente a los
sectarios y andinocentristas que estaban en la Asamblea. Volví a la siguien-
te semana y no tuve impedimento alguno para ingresar; siempre andába-
mos en grandes delegaciones. Esa fue y será nuestra característica de toda la
vida, siempre en montoneras, nunca solos.

Si estos hechos no eran un discrimen dirigido, si no eran una consigna xenofó-


bica contra el pueblo montuvio, entonces, ¿qué eran? No hay que dudar. El di-
reccionamiento venía de arriba y todos sabíamos quién era el satánico odiador.

Lady, María Mercedes, Yadira, Bertha, Dominguita, la propia Isabel, Ana


Álava, su esposo, sus hijas; Stefanía, de Nobol; María de Los Ángeles y Her-
cilia Coello, de Palenque; Brenda, de Jujan; Sully, Johanna, de Palenque;
Gabriel Sellán, de Colimes; Nora, de Ventanas; Paola Priscila, Inés y Glenda
Yesenia Cedeño, de Santa Ana; Maritza, Roxana, Jennifer Ochoa, Jacque-
line Burgos, de Nobol; Andrea, de Vinces; Ángela Vera, de Palenque; Lady,
de la Elvira; Leonidas Herrera, Eulogio Herrera, Ernesto Sánchez, Alberto
Mora, Wilson Zambrano, Emilio Delgado, bravos líderes incansables de
Baba; Raúl Cabrera, Walter Varas y Angélica, de Bolívar, y muchas montu-

l
228 DIGNIDAD MONTUVIA
vias jóvenes quienes junto a los viejos dirigentes y líderes tales como: Felipe
Romero y Luis Villafuerte, de Nobol; Irineo Santana, de Guayaquil; Wacho
Mosquera, Wimper Vera, de Daule, ponían colorido, juventud y alegría a la
lucha.

Estaban empoderadas y obsesionadas por nuestro reconocimiento y con


mucho esfuerzo nos acompañaban a Montecristi. En esos ocho meses de
intenso trajinar, periodistas, asambleístas, políticos y amigos nos decían que
esta lucha era estéril, que lo que perseguíamos era imposible, que no se podía
incluir a los montuvios porque la línea oficial era liquidar el proceso indígena
de la CONAIE, no fortalecerlo con la inclusión de los montuvios. Los amigos
de la mesa tres, de la Asamblea, me aconsejaban hablar con el presidente.
Solicitamos audiencias, una y otra vez y nunca hubo respuesta. Correa se
reunía con todos, menos con nosotros. Éramos la piedra en el zapato en el
pueblito de Alfaro.

Sin embargo, a pesar de las contradicciones del gobierno, continuamos con


firmeza apoyando a la Asamblea, a la revolución ciudadana, pese a los corajes
que nos generaban estas actitudes, ¿qué alternativa teníamos? Más que
políticas, nos parecían problemas de conducta e infantiles caprichos tontos
de un aniñadito. No lograron corretearnos nunca, jamás abandonamos una
lucha, su perverso interés era no darle poder a los pobres del campo.

No puede ser que en pleno siglo XXI, los que generan riqueza sigan empo-
brecidos y excluidos por el sistema, dependientes del Estado; amamos la
justicia, por eso los amamos y ellos a nosotros. Esta es la magia espiritual, la
energía universal que ningún gobierno, con todo el poder político y eco-
nómico pudo romper jamás, dividirnos nunca.

Por ahí, hay algunos amigos que todavía no pierden la mala costumbre de
hablar mal de nosotros, pero son poquitos comparado con el inmenso con-
glomerado que nos valora y aprecia; los que se fueron eran dirigentes a los
cuales seguimos queriendo y respetando, son nuestros hermanos y estuvie-
ron un tiempo luchando a nuestro lado; pero cuando se fueron, se fueron so-
los y terminaron solos con su soledad, favorecidos en lo personal unos, otros
convertidos en burócratas por sus favores o servicios prestados a la SPPC o
a la SGP, las mismas que siguieron siendo una enorme caja de resonancia
para denigrar la lucha montuvia. Aun así, pese a la compra de conciencias

DIGNIDAD MONTUVIA
l 229
que hacían con los dirigentes, ofreciéndoles puestos para que traicionen a su
pueblo y difamen a Lucho Alvarado, esto nunca les dio resultados.

Así y todo, nunca pudieron dividir nuestra férrea unidad y organización, por
eso en este modesto ensayo, los que se fueron tienen el espacio que se
ganaron en la lucha cuando estuvieron en ella, como lo tienen en nuestros
corazones, porque también caminaron con nosotros, soñaron igual que no-
sotros, también vienen de nuestra misma piel y jamás renegaremos de ellos,
siempre vivirán en nuestro pensamiento. Nosotros no los separamos ni los
culpamos; ellos se fueron, no servían al proceso. Penosamente, todos los
gobiernos utilizaron esos resentimientos y odios personales para intentar
detener el proceso montuvio, objetivo que al final lograron.

Así pasaron los meses. Acosta entró en conflicto con el correato y se tuvo que
ir de la presidencia de la Asamblea. Le tocó el turno al ‘Corcho’ Cordero. Con
él, habíamos tenido una relación directa, incluso fue él quien con muy buen
criterio nos recibió la propuesta de incluir “un articulito en los derechos
colectivos, un solo articulito para los montuvios”. Así lo expresábamos
nosotros, esa era la estrategia diseñada. Habíamos sintetizado todo el
proceso montuvio y su modelo de desarrollo en un solo artículo. Otra vez, la
audacia montuvia con argumentos funcionaba.

En esta lucha, pudieron haber sido reconocidos los cholos; esa fue nuestra
intención y la de Aminta Buenaño, pero estos nunca aparecieron. Me refiero
a sus líderes naturales. Muchas comunidades peninsulares estaban
integradas en nuestro proceso, pero solas no quisieron asumir esa respon-
sabilidad. Había dirigentes propios de la península que no aprovecharon la
lucha montuvia para lograr ese justo y sano propósito. Nuestro buen amigo,
Jaime Mocha, llegó tiempo después, cuando ya estaba aprobada la Consti-
tución. Nosotros insistimos muchas veces en la incorporación de los cholos,
pero hubo unos cholos que protestaron porque se les llamaba así y no man-
ta-huancavilcas, como decían que era su identidad, por lo cual presentaron
una queja formal en la Asamblea, lo que desanimó a los cholos-montuvios
que luchaban con nosotros y decidimos continuar solos en esta lucha. Ya
estábamos acostumbrados a aquello.

l
230 DIGNIDAD MONTUVIA
El ánimo siempre estuvo a la altura de las circunstancias. Nunca decayó el
entusiasmo. Yo me encargaba de mantenerlo siempre arriba. Las mujeres
eran muy buenas en mantener el ánimo, con su alegría ponían el son. La
única pequeña tristeza que sentía Gonzalito Vera, de vez en cuando, era la
ausencia de los dirigentes y lideresas que se fueron de nuestra lucha. Él tenía
la ligera esperanza de que un día aparecieran por el parque de Montecristi
para apoyarnos, eso nos llenaba de nostalgia a todos, mas nunca apa-
recieron, nunca estuvieron en esta lucha. No fueron parte del proceso
montuvio, solo en sus inicios. Se distanciaron de nosotros en el 2001; esa es
la verdad aunque resulte incómoda.

Años después, Gonzalo también se nos alejó. Nunca supe el porqué de ma-
nera intempestiva desapareció de nuestro lado. Nunca conversó conmigo,
mucho menos se peleó. Supe que un día llegó eufórico a la oficina y se peleó
con todo el mundo, pero conmigo jamás. Nunca más lo volví a ver, ni si-
quiera discutió conmigo. Simplemente, se alejó. Gonzalo fue conductor del
proceso montuvio, fue una pérdida sentimental muy honda para nuestro
pueblo. Él siempre estaba pensando y me llamaba en las madrugadas para
darme una idea, era muy sensible y muchas veces nos contagiaba su nos-
talgia. Él fue víctima de una cruel y burda manipulación orquestada por
gente infame, sin escrúpulos ni moral, que sobre sus conciencias llevarán las
consecuencias de los hechos. El objetivo fue hacerlo romper conmigo porque
sabían que Gonzalo era el brazo derecho de la organización, el hombre más
leal al proceso y a mi conducción, por eso lo separaron de mí. Así se lo
confesó a Antonio Chávez, a quien le corroboró el nombre del enemigo que
desde la gobernación, lleno de odio y venganza, confabulaba contra el pueblo
montuvio y lo que desde la SPPC maquinaban hacer contra mí.

Antonio me transmitió los saludos y abrazos que me envió y le prometió que


pronto volvería junto a nosotros porque yo era su hermano; algo similar
expresó a Luis Miguel Centeno, lo que nunca hizo, porque la muerte lo sor-
prendió en esas dubitaciones. Su desaparición fue una enorme pérdida en la
conducción del proceso, especialmente para mí que lo quería mucho. Nunca
supe por qué desapareció misteriosamente de nuestro lado, pero sí pude ver
el temor y odio en los dos responsables de su separación, lo que le produjo
aflicción y paralizó su débil corazón.

DIGNIDAD MONTUVIA
l231
De vuelta a la Asamblea, el reconocimiento al proceso montuvio teníamos
que meterlo en un solo artículo, sin que cause suspicacia o vaya a ser mal
interpretado o tergiversado por gente perversa, así que después de tantos
ensayos y fracasos de los juristas, politólogos y otras vainas, decidieron que
yo lo elabore. Lucho Zúñiga se ofreció ayudarme a pensar y entre los dos lo
construimos. Compramos dos botellas de “mata rata” y nos sentamos a
pensar y escribir; pon esto, saca aquello, escribe lo de acá. Teníamos que
disfrazarlo. El Ing. Zúñiga era un profesional como pocos, tenía su nivel de
conocimiento y experiencia y resultó una gran ayuda para el proceso mon-
tuvio. A las 22h00, teníamos terminado el articulito y también el mata rata;
parecía que no decía nada, parecía insípido, trivial, pero lo decía todo. Era
un reconocimiento tácito al proceso montuvio, a su modelo de desarrollo, a su
diferencia conceptual y visionaria y a las formas de organización y administra-
ción propias. Definitivamente, había que insertar ese artículo como sea.

Las chicas y líderes fueron preparados en ese sentido. Ya estábamos en las


postrimerías de la Constituyente de Montecristi y no habíamos logrado el
objetivo; el original no es el que está en la Constitución. La confrontación de
las asambleístas opositoras subió de tono, la dirigencia de la CONAIE, en un
noble gesto de hermandad entre pueblos, neutralizó a Mónica Chuji, a las
otras no había quién les ponga frenillo. Asimismo, Salvador Quishpe, amigo
de siempre y otro asambleísta de Pachakutik se sumaron al apoyo al pueblo
montuvio, solidaridad que siempre sabremos reconocer y aquí es importante
mencionar el apoyo incondicional, espontáneo, que nos brindó el
asambleísta Guillermo Touma, de la Fenacle. Desde ese momento hasta el
final, siempre estuvo al lado de Aminta, apoyándola en los debates; muy
oportuno apoyo que nos dio Guillermo, solidaridad que públicamente
supimos expresar y de la cual estamos profundamente agradecidos.

Así se dieron a conocer las contradicciones existentes al interior de la Asam-


blea por el reconocimiento a los pueblos montuvios. A través de la prensa
nacional, en grandes titulares, se informaba al país. Claro, estaban hacién-
dole el agua lodo a AP, poniendo en evidencia el sectarismo, el discrimen, el
regionalismo. Resultaba inconcebible que asambleístas negras e indígenas se
opongan al reconocimiento del pueblo montuvio, estructurado orgánica-
mente como tal, reconocidos jurídicamente por el Ministerio de Bienestar
Social de ese entonces, así como por el propio Estado cuando nos creó su
institución de desarrollo CODEPMOC (Consejo de Desarrollo de los Pue-

l
232 DIGNIDAD MONTUVIA
blos Montuvios de la Costa y Zonas subtropicales de la Región Litoral). No se
podía ocultar su existencia orgánica como pueblo y el proceso desarrollado
desde su institucionalidad; su estructuración territorial comunitaria,
parroquial, cantonal y provincial era evidente, notoria y de conocimiento
público. La Asamblea Constituyente pudo verificar sus avances organizati-
vos, experiencias y alternativas económicas, las mismas que se le hicieron
conocer, incluyendo su modelo de desarrollo endógeno, justo, solidario y
equitativo. La negativa era una consigna de discrimen y temor a la montuviada.

Fue una suerte haber tenido a Aminta en la Asamblea y de segunda vice-


presidenta; fue acertada la decisión de apoyarla en su elección. Hicimos lo
correcto. Ella fue elegida con nuestro apoyo masivo demostrado en las afue-
ras del recinto legislativo, porque ella junto a su secretaria, la abogada Irene
Ferruzola, a quien también reconocemos su inmenso apoyo y solidaridad
brindados, nos facilitaron las cosas y gracias a su valiosa y comprometida
ayuda pudimos programar desde lo administrativo algunas actividades que
convalidaron nuestra presencia como pueblo. Era un absurdo negar lo inne-
gable. Somos parte de ese Ecuador profundo, plurinacional, de ese Ecuador
diverso; somos diferentes conceptual y visionariamente, somos la cultura
montuvia, una forma diferente de ser y hacer vida, orgullosos de nuestras
raíces, de nuestra historia junto a los montoneros y chapulos del gran Al-
faro. Junto a Bolívar y Sucre, fuimos parte de los ejércitos libertarios de los
Batallones Daulis y Babahoyo, victoriosos en la primera independencia;
también en la cultura, recreada magistralmente por la literatura ecuatoria-
na en su mejor época: José de la Cuadra, Demetrio Aguilera, Alfredo Pareja,
Enrique Gil, Joaquín Gallegos Lara.

Para el pueblo ecuatoriano, resultaba muy sospechosa la negativa de la


Constituyente de oponerse a reconocer al pueblo montuvio. No querían
darnos poder desde la Constitución, poder popular que no controlaban.
Estaban obsesionados por liquidarnos. Tenían temor a los altos niveles de
dignidad e independencia política del pueblo montuvio. Esa era la consigna.
Fue esa equivocada actitud de la Asamblea la que produjo una reacción y una
respuesta contundente del pueblo montuvio: “Si nos seguían negando el
derecho a ser reconocidos, diez mil hombres y mujeres, machete en mano,
bajaríamos desde el histórico cerro y haríamos respetar al pueblo montuvio,
su historia, su permanencia y aporte en la vida nacional”.

DIGNIDAD MONTUVIA
l233
Tomamos la decisión y fue anunciada desde la propia Asamblea por todos los
medios de comunicación. Teníamos la masa organizada, preparada desde
hace tiempo atrás, con altos niveles de conciencia y sacrificios para llevar a
cabo una acción revolucionaria de alto nivel. Se había probado en la huelga
de hambre por el CODEPMOC, cuando dos compañeros montaron el
operativo de tomarse dos embajadas simultáneamente, estrategia de Pablo
Morán y Gonzalo Vera, ya fallecidos, de la que yo me enteré posteriormente.

Ya no podíamos seguir tolerando el discrimen y despotismo en nuestra pro-


pia tierra. La decisión de tomarnos la Asamblea estaba resuelta y fue entonces
cuando el propio presidente Correa con su ministro Patiño, se reunieron en
Manta con Aminta y Patiño, conmigo por separado, y aceptaron reconocer una
verdad ineludible: había que incluir al pueblo montuvio en la Constitución.

Patiño nos comunicó a los dirigentes de Manabí y Guayas presentes la de-


cisión tomada, lo cual nos alegró; y el presidente comunicó a Aminta, cuya
tenacidad por sostener la verdad había dado sus resultados. Los argumen-
tos eran contundentes e irrefutables y así lo tuvo que reconocer ese día el
presidente Correa en la base aérea de Manta. No le quedaba otra. La firmeza
y perseverancia montuvia le doblegaron su caprichito al soberbio.

La lucha e integración montuvia está intrínsecamente vinculada al proceso


que estaban viviendo en ese momento los pueblos hermanos de América
Latina y el Caribe, con los serios problemas que ya conocemos. Al menos eso
creímos, por lo que el reconocimiento constitucional al proceso montuvio y
a su modelo de desarrollo económico endógeno, es un aporte al objetivo
transformador de lograr justicia social en el agro latinoamericano y caribe-
ño, a través de la experiencia desarrollada por el pueblo montuvio para eli-
minar de raíz las cadenas de explotación, exclusión y dependencia impues-
tas por los gobiernos, causa principal de la pobreza en nuestros campos.

El proceso montuvio es un referente válido de cómo hacer todo el proceso


productivo, utilizando para ello sus experiencias y alternativas económicas
desarrolladas con innovación, creatividad y hasta audacia. Este es nuestro
aporte a la lucha de los pueblos contra la pobreza y la discriminación; ahí
están como pruebas innegables e inocultables las experiencias desarrolladas
por los zapatistas en México en el estado de Chiapas; los resultados obtenidos
por el Movimiento Sin Tierra (MST) en Paraná y otros

l
234 DIGNIDAD MONTUVIA
estados del sur de Brasil, y las propias experiencias del Pueblo Montuvio del
Ecuador, con nuestro modelo económico endógeno; son ejemplos irrefuta-
bles de como los pueblos se desarrollan desde las ciencias endógenas, desde
su propia cosmovisión, su cultura y su naturaleza.

Más pesaba el interés mezquino partidista por encima del interés nacional y
de los pobres del campo; contradicciones que no queríamos colectivamente
profundizar, por temor a las confusiones que estas originasen o que pudie-
ran herir susceptibilidades entre los líderes montuvios, aunque yo siempre
estuve claro en el tema. Lo decía Jorge Moreno: “Son neoliberales derechis-
tas disfrazados de socialistas”, pero me dejaba arrastrar por la corriente de
esperanza y que “todo era una desafortunada equivocación”, que pronto se
rectificaría, lo que nunca sucedió. Cuando se dirigen multitudes y pueblos no
es sencillo asumir una equivocación colectiva.

Al final, la lucha inclaudicable del pueblo montuvio por lograr su recono-


cimiento dio su resultado, el que buscábamos y por el que peleamos. No fue
un regalo de nadie, no se lo debemos a la Asamblea ni al gobierno ni a nadie.
Fue la lucha del pueblo montuvio, al esfuerzo y coraje de su gente, a la
perseverancia y temple de sus dirigentes y líderes, de sus bases que se mo-
vilizaron todas las semanas, con recursos y esfuerzos propios durante ocho
meses, a las lideresas montuvias que están nombradas en esta narrativa, y
por supuesto, a la consecuencia de la asambleísta montuvia Aminta Buena-
ño Rugel, leal al compromiso asumido con su pueblo y leal a su consciencia.

Una vez más, se comprobó que el pueblo montuvio era triunfador, que nun-
ca se rendía, jamás se doblegaba, por muy duras que fueran las circunstan-
cias, nunca claudicó, nunca retrocedimos, hasta el final carajo. “La única
lucha que se pierde es la que se abandona”, decía Pedro Restrepo, una gran
lección para los pueblos timoratos y con pereza mental para luchar.

¡Qué importante papel jugó aquí la dirigencia montuvia! Mujeres y hombres,


jóvenes y viejos como Oswaldo Mosquera a la cabeza, Bruno Párraga, Eduardo
Cedeño, Marisol, de Colimes; Gonzalito Vera, Narciso Rosado, Martín Chávez,
Fabián Navarrete, Moncada, de Samborondón; Corderito, Luis Malavé, de Chu-
rute; Jennifer Ochoa, Elizabeth, de Santa Lucía; Eleuterio Aucay, Elmer Freire,
de Naranjal; Irinio Santana, Roger Herrera, de Guayaquil; Marco Peralta, Ja-
cinto Araujo, Lucho Pico, de Balzar, y más gente de base de nuestro pueblo, que

DIGNIDAD MONTUVIA
l235
semana a semana se daban cita en Montecristi para avanzar en la jornada; con
Miguel Guerra, Lucho Briones, Gary Meza del Guarango, Helen Toala, el Ing.
Llaverito, de Jipijapa, que con sus colegas apoyaron todo el proceso de Monte-
cristi; al Ing. Constante y su gente, al arquitecto Ávila, Junior Guerra, Rubén
Moreira, Berísimo Jama, Fredy Zambrano, Eleuterio Vélez, Pancho Utreras,
Dídimo Domínguez, el viejo Meza, Pedro Navas, Juan Toala y a su grupo de
jóvenes que siempre estuvieron allí.

¡Cómo no recordar a Paulina Matute y a Pánfilo Nieves, un gran líder, presi-


dente cantonal de Paján! Junto con muchos nombres, entre ellos Galo Qui-
jije, Alfonso Sánchez; Evangelio Chilán de Puerto Cayo - Jipijapa; Carmen
Bailón y Silvio Cedeño, del cantón Pichincha; Primitivo Moreira, Isabel
Piguave, de Pachinche - Portoviejo; Luis Aránea, de Pedro Pablo Gómez.
Recuerdo al alcalde de 24 de Mayo, Ramón Vicente Cedeño, quien fue un
apoyo y un soporte permanente en la lucha montuvia junto a nuestros lí-
deres cantonales: Carlos Jhon Pin, el doctor Soledispa y toda la gente de la
parroquia Noboa; Ramón Vicente movilizó miles de personas en varias oca-
siones hacia Montecristi, respaldando la lucha y uniendo las fuerzas montu-
vias con un solo propósito: demostrar unidad, organización y firmeza para
defender nuestro legítimo derecho; siempre apoyó el proceso organizativo de
los montuvios en su cantón, colaborando abiertamente con ellos, un ma-
nabita leal a la causa de su pueblo. Con el respaldo de su gente en un partido
político desconocido, llegó hasta la Asamblea Nacional y luego regresó a la
alcaldía nuevamente, ese es el cariño de un pueblo por quien le sirven bien.
También fue perseguido por el correato.

Cuando Ramón Vicente estuvo en la Asamblea Nacional, apoyó de manera


incondicional y frontal la aprobación del presupuesto para los pueblos mon-
tuvios, tal como había sido el mandato que públicamente le entregamos en
las calles de Portoviejo. Cumplió su palabra el manaba y haciendo honor a
sus raíces se batió frontalmente en la Asamblea Nacional contra todos y
contra todo; recordemos que era el voto dirimente, y en la aprobación del
Presupuesto del Estado, para el ejercicio fiscal del 2011, se establecieron los
recursos para nuestro pueblo.

La Asamblea los incluyó, lo recogió el acta y así lo informó la prensa na-


cional. Un ejemplo de compromiso con su pueblo nos dio Ramón Vicente
Cedeño, recursos económicos que lamentablemente desde la Secretaría de

l
236 DIGNIDAD MONTUVIA
Pueblos nos los cortaron, utilizaron la infamia, la calumnia, para despojar-
nos a las comunidades montuvias de un legítimo derecho constitucional y
una conquista lograda. Así actuaban desde esa SPPC para maliciosamente
arruinar los proyectos de arrastre construidos en etapas, indecentemente
cumplían la consigna correísta.

Lady, María Mercedes, Yadira, nunca estuvieron solas en Montecristi; Benito,


Raúl Morán, Anita Álava y su familia, siempre desde Los Ríos, todas las sema-
nas apoyaban, no importaban los esfuerzos. Nora Yance, Guillermo Santillán,
Urbano Alvarado, Ronquillo, de Guare; Coronel y Francisco, de la Isla, gente
brava de Baba; las delegaciones de Palenque, a la cabeza Miguel Vera, Hercilia,
Joffre, Antonio, María de los Ángeles, Ángela Vera y tantos otros.

Los montuvios del Guayas con Oswaldo Mosquera, Bertha, Dominguita,


Letty, Rosado, de Petrillo; Elizabeth Segura, Bruno Párraga, Eduardo Ce-
deño, de Colimes; Anita Álava, Jorge Cortez y Moncada, de Samborondón;
Jacqueline de Jagual, de Nobol; Marisol, de Colimes; Lady Plúas, Jennifer
Ochoa, Alice Bajaña y Wimper, de la Elvira; Julio Sarco, Enrique García,
Néstor Anzoátegui, de Piñal, nunca abandonaron la esperanza del triunfo,
nunca dudaron de esa victoria. La perseverancia les dio el resultado que
buscaron y esperaron.

Marlene Mendoza, del Guabo, con los queridos y siempre recordados Zero
Polutión de Diego Cedillo, sus hermanos y su gente tan maravillosa y soli-
daria, jamás podremos olvidarnos de ellos; Jenny Cabello, Johanna García,
de Huaquillas, dos puntales de El Oro; junto a Vicente Macas, de Zaruma;
Pepe Camacho, de Arenillas; Jorge Prado, de Portovelo; el querido viejo
Arturo Romero del Centro Agrícola, y Darwin Espinoza, de Piñas; de Pasaje,
Bolívar Valle y su gente; los incansables compañeros de Santa Rosa con José
Luis Romero a la cabeza; los compañeros Cabrera, Carlos y Raúl del
subtrópico de Bolívar, con Walter Varas, Angélica y tantos bolivarenses que
se constituyen en un gran referente de lo que es desarrollo endógeno con
visión empresarial.

Ismael Carranza y Magdalena de Ponce Enrique del subtrópico de Azuay;


Ricardo y Augusto Marín, de Loja, con Alex Sacapucha y Albita Meca, quie-
nes con su gente hacían grandes esfuerzos por llegar a Montecristi; casi ol-
vidamos al gordito Wilfrido Estrella con los representantes de Santa Elena,

DIGNIDAD MONTUVIA
l237
quienes también se mandaron su parte en la lucha de los montuvios. Lás-
tima que se nos fueron, decidieron hacer su propio camino; en fin, mucha
dirigencia, demasiados líderes para recordarlos a todos en unas pocas pági-
nas y mi vulnerable memoria que no está en su mejor momento.

Todos ellos, montuvias y montuvios de base de nuestro pueblo, fueron los


artífices de esta gran victoria, vencieron otro imposible, otro triunfo más en
su larga trayectoria de unidad, organización y lucha; una excelente estrate-
gia diseñada con argumentos sólidos, irrefutables, contundentes, arrojó sus
resultados, tal como se lo había planificado. Es verdad que pueblo montuvio
no había existido como tal, pero nosotros, quince años atrás, lo habíamos
creado, lo estructuramos orgánica, jurídica y políticamente en las comuni-
dades, parroquias, cantones y provincias del litoral, le dimos un concepto y
una visión, diseñamos un proceso, una cosmovisión y un modelo de desa-
rrollo propio y diferente a la vez, esa fue nuestra mejor obra.

“Somos un conjunto de individuos organizados y autodefinidos como tal, con


características propias de la región litoral y zonas subtropicales, que nace natu-
ralmente como una unidad social orgánica, dotada de espíritu e ideales comu-
nes, poseedores de una formación natural y cultural, que nos autodetermina
como resultado de un largo proceso de acondicionamiento espacio-temporal,
quienes conservamos nuestras propias tradiciones culturales y saberes ances-
trales; un pueblo que construye su propio futuro reencontrándose con su iden-
tidad y sus raíces”, esta es la definición del pueblo montuvio.

Además, nadie podía negar la existencia de los montuvios, sus profundas


raíces, su enorme riqueza cultural, su presencia histórica, sus particulari-
dades, especificidades propias de la región costa. A nadie en su sano juicio se
le hubiese ocurrido negar nuestra existencia; este era nuestro pueblo,
construido y estructurado en sus territorios con nuestra identidad recupe-
rada y revalorizada, porque así nos autodefinimos. Las culturas no son es-
táticas, son dinámicas.

Aquí tenemos que reconocer el apoyo invalorable que nos brindó el asambleísta
del Carchi, Iván Rodríguez, importante apoyo intelectual, porque fue él quien
con la experiencia y el conocimiento político se encargó solidariamente de pa-
sar el inofensivo articulito, con algunos cambios inevitables, pero sin alterar el
profundo contenido que este tenía. Ese fue un importante apoyo y aporte de un

l
238 DIGNIDAD MONTUVIA
revolucionario de verdad, a quien el pueblo montuvio le reconoce su accionar
en esa Asamblea y en su vida política como líder en la lucha popular del Carchi.
El recuerdo de Iván nos trae a la memoria los sabios criterios que Jorge Moreno
siempre nos compartió, sabias experiencias y acalorados debates que fueron
vitales para la sostenibilidad de la lucha en Montecristi.

La lucha de los montuvios en Montecristi era una ventana abierta al país. Tenía-
mos que saberla utilizar adecuadamente para generar opinión pública a nues-
tro favor. Montecristi era el escenario apropiado, teníamos que despertar sim-
patías y solidaridad con nuestra identidad y con nuestra lucha, todo teníamos
que hacerlo bien. Sabíamos que el resultado inmediato era el reconocimiento e
identificación de los costeños con sus raíces, como efectivamente sucedió.

La Constituyente estaba cometiendo el error de negar nuestra identidad;


tuvimos que defender nuestra existencia y enfrentar a la Asamblea, error que
la prensa empezó a difundir, despertando solidaridad y empatía en la
inmensa población costeña. Esta narrativa debe también recoger la solida-
ridad y actitud consecuente de las asambleístas Cristina Reyes y María Cris-
tina Kronfle, quienes solidarias con nuestra lucha, desde el principio hasta el
final, supieron defender la posición inclaudicable del pueblo montuvio y se
identificaron plenamente con nuestra causa, lo que no hicieron los asam-
bleístas de AP, salvo las excepciones que aquí hemos narrado.

Montecristi se convirtió para nosotros en una gran vitrina: la prensa publicaba


nuestras acciones, los pueblos de la costa se identificaban con nosotros, nos
hacían conocer su empatía, era el despertar de la montuviada; de haber llega-
do a la necesaria medida de hecho, abortada por la oportuna intervención del
presidente Correa y Ricardo Patiño, el desenlace final de esta jornada montuvia
hubiese sido todo un acontecimiento histórico para la posteridad, producto de
la desatinada actitud excluyente y sectaria de un mayoritario sector del bloque
de AP, que cumplía orden superior, consigna xenofóbica que nos jodió durante
toda esta época de “revolución ciudadana”. Después de la Constituyente de
Montecristi, la montuviada se revalorizó, los costeños del campo y la ciudad
empezaron a autodefinirse dignamente montuvios; este es el resultado de las
importantes experiencias del proceso montuvio, fuimos sus constructores.

El Pueblo Montuvio del Ecuador, organización estructurada e integrada en


el proceso, apenas representa el 10% de la población rural del litoral, pero

DIGNIDAD MONTUVIA
l239
hoy la montuviada ha crecido tanto que ya es de todos; está en el campo, en
la ciudad, en Quito, en Guayaquil, en la sierra y en la costa, hasta en New
York, Madrid y Barcelona. En Europa hay una organización muy activa
llamada Montuvios por el Mundo. Sus líderes son Gerson Cruz, Maritza
Villanueva, Alba Olaya, Leonardo García y Viviana Zambrano, importante
mujer, reconocida poetisa del Carmen-Manabí, entre otros, quienes se
sienten orgullosos de sus raíces y de su identidad.

En el último censo de población y vivienda realizado por el INEC, somos la


segunda población después de la mestiza, es decir, superamos a la población
indígena y afrodescendiente, incluyendo a los blanquitos. Seguramente, en
el próximo censo nacional, la población montuvia autodefinida superará el
15%. Ese es nuestro modesto aporte a la sociedad, al Estado plurinacional, a
ese Ecuador diverso y profundo.

Gracias Ecuador por entendernos, gracias por vuestra solidaridad, por


vuestra consecuencia, por vuestra empatía con nuestra lucha que también es
de ustedes. En 25 años nunca los defraudamos, imposible ahora que más
necesitamos de ustedes, su solidaridad y su empatía es imprescindible para
ganar los espacios de poder, que por cien años nos han sido negados. Solo
queremos salir de la pobreza, del abandono, de la exclusión y de la discrimi-
nación en que la vieja y la nueva partidocracia nos han sumido. Solo quere-
mos salir de este sistema de explotación, dependencia y empobrecimiento;
solo eso queremos, justicia social para el agro, nada más.

Luego de narrar estas páginas, escritas por la lucha esforzada de nuestra


gente, vale decir con humildad, pero con profundo sentimiento de reconoci-
miento y admiración a mi pueblo, que sin la organización del Pueblo Montu-
vio del Ecuador, sin sus esforzadas dirigencias, sin sus disciplinadas bases,
sin esa gente sencilla, abnegada y perseverante, jamás se hubiese reconoci-
do e incluido a los montuvios y a su proceso de desarrollo en la Constitución
de la República ni tuviéramos el protagonismo y la importancia que hoy
tenemos en el ámbito nacional, ni el elegante sombrero hubiese remplazado
a la gorra de trapo.

A todos ellos, gente hermosa de mi tierra bella, imprescindibles en la cons-


trucción del futuro de la patria, le debemos el honor de haber luchado, de
haber vencido el discrimen, la exclusión y el despotismo, de haber vencido

l
240 DIGNIDAD MONTUVIA
lo que decían era imposible vencer. Gracias a Dios y la vida por darme la
oportunidad de haber dirigido la construcción del proceso montuvio.

Con toda seguridad, como lo hizo ayer Alfaro, un día no muy lejano, esta
patria plurinacional volverá a tener un comandante montuvio, que conduz-
ca y guíe al pueblo, que inicie los cambios por hacer, que implante la justi-
cia social con libertad, independencia económica, la igualdad de derechos
para todos, que erradique la pobreza y el discrimen de nuestros campos, que
consolide la unidad latinoamericana e integración regional, corrigiendo y
rectificando los desaciertos, que en este fallido proceso los gobiernos
progresistas nos heredan, que los pueblos y la sociedad exigen se corrijan,
principalmente la corrupción.

Es de sabios reconocer los errores, aceptar las equivocaciones y enmendar


los mismos. El absolutismo es un mal que corroe los cimientos de una de-
mocracia, sostenerlo es un suicidio y un alto costo para cualquier nación; si
no, veamos el ejemplo en nosotros mismos, el de la Venezuela actual con
Chávez o Maduro, Lula y Dilma en Brasil, o Néstor y Cristina en Argentina,
Bachelet en Chile, el propio Evo y Correa, gobiernos totalmente desgastados,
con alto rechazo popular en las calles, con graves y evidentes casos
escandalosos de corrupción, sin credibilidad, conocidos por su doble moral,
prácticas de totalitarismo y persecución. Los errores, la inconsecuencia y la
corrupción debilitaron la unidad latinoamericana y ponen en riesgo la in-
tegración regional; es evidente el retroceso sufrido y la afectación causada.

Es un error insistir en la reelección, por puro capricho y a espaldas del pue-


blo, sin una consulta popular previa, como lo hizo Evo Morales en Bolivia,
que el pueblo se la rechazó; eso es lo democrático, pero este ahora pretende
nuevamente reelegirse. ¿Cómo? Fraude informático electoral es la fórmula,
adulterar el software.

Los montuvios logramos el objetivo tras ocho meses de lucha y presencia


permanente en Montecristi, los cuales dieron resultado. Nos concentramos
tanto en lograrlo que nos descuidamos de los otros temas y en la Magna Carta
nos metieron gato por liebre, nos engañaron, caímos en la trampa; hoy
estamos pagando las consecuencias, queriendo cambiar el totalitarismo,
hábilmente concebido, que astutamente hicieron aprobar del pueblo.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 241
LA CANDIDATA MONTUVIA
Y LA AGROINDUSTRIA

El 2009 era un año clave para nuestro proceso. Había que implementar en
las comunidades el modelo de desarrollo económico endógeno que tanto
habíamos socializado como la solución a la pobreza rural existente y hacer
todo el proceso productivo, desde la siembra hasta la comercialización;
modelo de desarrollo con el cual los montuvios estaban empoderados y to-
talmente convencidos de que era su solución. Confiaron plenamente en no-
sotros y había llegado el momento.

Teníamos que poner a prueba a las comunidades, demostrar que eran capa-
ces de administrar fuertes sumas de dinero y construir responsablemente sus
plantas agroindustriales, sus empresas de comercialización con visión
empresarial, comunitarias e integradas por rubros. Había que lograr resul-
tados, así que pusimos a los técnicos y dirigentes a trabajar en ello. No había
tiempo que perder; sabíamos y estábamos conscientes de los problemas que
teníamos con gente llena de odio en el gobierno, así que arrancábamos aho-
ra o nunca. Ese era el momento, esa fue la consigna y eso hicimos.

Preparamos, capacitamos a los técnicos y líderes del pueblo montuvio.


Habíamos sintetizado y sistematizado el modelo de desarrollo económico
endógeno, recogido las experiencias y alternativas económicas propias, de-
sarrolladas por las comunidades en su afán de romper las cadenas de dis-
criminación. Había que poner en práctica los avances y logros alcanzados
hasta ese momento, por supuesto que desde una conceptualización y visión
propia. Con los profesionales Luis Zúñiga, Ena Cumanicho, Carlos Casano-
va, Miguel Guerra, Diego Cedillo, Ricardo y Augusto Marín, Carlos y Raúl
Cabrera, Néstor Parrales, el Ing. Constante y más responsables en la direc-
ción, conjuntamente con los técnicos de campo del pueblo montuvio, sus
líderes y lideresas, arrancamos de inmediato. No había tiempo que perder.

l
242 DIGNIDAD MONTUVIA
Las comunidades se comprometieron a trabajar los siete días de la semana,
desde las 6 horas hasta avanzada la noche. Me consta que lo hicieron, sabían
que en dos o tres fases debíamos construir nuestros proyectos. Aún
contábamos con apoyo de cierto sector de la Asamblea, de la Senplades y del
Ministerio de Finanzas, lo cual nos facilitaba el presupuesto. Sabíamos que
la xenofobia de la SPPC y SGP en cualquier rato se desbordaría; estaban
maquinando un duro golpe contra mí y la institución CODEPMOC, como
efectivamente sucedió tres años después en noviembre del 2012.

Un año antes, en el 2011, nos cortaron el presupuesto a todas las comuni-


dades que estaban construyendo sus agroindustrias, pese a que constaban en
el presupuesto fiscal de ese año y a las multitudinarias movilizaciones y
concentraciones que realizamos en el 2010, 2011 y 2012 en las ciudades de
Guayaquil, Babahoyo, Portoviejo y en las principales cabeceras cantonales
del litoral, las que fueron de conocimiento público y noticias de primera
plana. En 2011 fui víctima de dos intentos de asesinato en las carreteras

El resto de la dirigencia nacional, provincial y local nos hicimos cargo de la


campaña electoral que se avecinaba. Vinieron las elecciones de asambleís-
tas provinciales y nacionales; al pueblo montuvio nos seguían dando un trato
excluyente. No éramos de la simpatía de AP. Siempre la inmadurez, los celos,
la envidia, la desconfianza, el sectarismo, la consigna y toda esa basurada que
caracterizó a la nueva partidocracia seguía predominando.

Fue Ricardo Patiño, por gestión de Aminta Buenaño, quien se ofreció a darnos
un espacio en las candidaturas nacionales; comprendimos que no podía ofre-
cernos más, pues nosotros no éramos de AP y nunca nos quisieron ahí. Agra-
decimos su gesto solidario, su voluntad y le aceptamos el puesto 12 nacional.
Sabíamos que no era lo que nos merecíamos; en ese puesto la candidata no iba
a llegar, pero era una gran oportunidad y un gran desafío para probarnos. Que-
ríamos conocer y estudiar la reacción de las comunidades, el compromiso de la
población montuvia. ¿Se empoderarían de ella? ¿La sentirían propia?

Así que nos metimos de lleno en la campaña como si fuésemos a ganar, con
todo el entusiasmo y las ganas me pusieron al frente. Era nuestra primera
experiencia como pueblo montuvio. Los resultados de esta campaña 2009
fueron sorprendentes. En los cantones del Guayas fuimos los que más gente
amontonamos en los pueblos, eso no le contaban a Correa. Nuestra gente

DIGNIDAD MONTUVIA
l 243
salía a respaldar a su candidata y la hacían sentir ganadora. Todos se esfor-
zaban, gastaban de sus propios recursos.

En los cantones de Los Ríos sucedía igual. Benito amontonaba gente en Vin-
ces, en grandes caravanas que las comunidades mismas financiaban. Cada
comunidad traía su transporte; en Baba sucedía lo mismo. Eran los propios
montuvios haciendo su campaña por su candidata. En Palenque, Antonio
Chávez, Miguel Vera, Lusitania, Joffre Herrera, María de los Ángeles; Nora
Yance y su hermana Ángela, en Ventanas, junto a una muy buena candidata
a la alcaldía; en Valencia, Huber Intriago y sus comunidades cacaoteras; en
Puebloviejo, en Mocache; los Cabrera en el subtrópico de Bolívar; Magdale-
na y su esposo en la Ponce Enríquez del Azuay.

La gente estaba empoderada con su candidata. Muchas anécdotas inolvida-


bles sucedieron en esta campaña electoral y sin menospreciar a los demás
candidatos cantonales y provinciales, la candidata montuvia amontonaba
gente en los pueblos. Obviamente, era nuestro pueblo, sentimos la pertenen-
cia. Recuerdo unas anécdotas con una candidata a asambleísta en Los Ríos,
quien llegaba solita a las marchas, apenas con su novio que la transportaba.
Igual, otro candidato al que siempre acompañaban muchos carros de lujo
4x4 solo con los conductores, forrados con su imagen, haciendo sonar sus
altoparlantes, así se desarrollaba la campaña en Los Ríos. Definitivamente,
los asambleístas los ganaba Correa.

En Guayas sucedía algo parecido. Un domingo acompañé a Pierina y otros


candidatos en un recorrido por los cantones de Lomas, Isidro Ayora y Pedro
Carbo, y para mi sorpresa, los candidatos locales no tenían respaldo de los
pobladores: en los cantones su presencia era rechazada o al menos indife-
rente, eran antipáticos para la población. En Balzar y en El Empalme, se
repetía el mismo panorama.

Definitivamente, la candidata montuvia era buena candidata, jalaba gente,


arrastraba simpatías. Era el pueblo montuvio y los pobladores del agro los
que se identificaban plenamente con ella, era la identificación consigo mis-
mo, pero los candidatos locales de AP generaban resistencia en la población.
Para corroborar esto, menciono un testimonio que da fe de lo que expresa-
mos. En una segunda votación que se repitió el siguiente domingo en Balzar,
por la suspensión de las elecciones en ese cantón, acompañé al presidente

l
244 DIGNIDAD MONTUVIA
Correa —quien reforzaba en una noche lluviosa la campaña de su hermana
Pierina y del candidato a alcalde por la 35, votación que era determinante
para ella o para Jairala— y se probó lo que ya sabíamos con anterioridad. Allí
en Balzar, pese a que Correa estuvo en persona, perdió Pierina y también el
candidato a alcalde por la 35, pero el presidente barrió y la alcaldía la volvió
a ganar Cirilo González del PRE.

Sin embargo, cuatro años después se volvió a repetir el mismo capítulo y


nuevamente en el 2014, el candidato a la reelección, Cirilo González, le vol-
vió a ganar rotundamente las elecciones a AP, por dos ocasiones consecu-
tivas, ya que se volvieron a repetir las elecciones en ese cantón, so pretexto
de irregularidades. Los balzareños votaron por Cirilo, quien prácticamente
se enfrentó solo a toda la maquinaria electoral de AP. Cirilo se dio el lujo de
volver a ganar la elección en la repetición de las mismas. Los montuvios y la
población de Balzar en general, estaban molestos por la pedantería y sober-
bia de Alianza País, respaldaron a Cirilo y él supo canalizar a su favor el des-
contento de los balzareños. En el agro de Balzar falta todo por hacer. No hay
red vial rural, no hay muros ni alcantarillas, no hay puentes ni agua para
consumo humano, ni agua para riego, salvo el proyecto Dauvin, construido
recientemente por el gobierno, pero sin las obras ni canales complementa-
rios indispensables para que funcione. La prefectura de Jairala, gobiernista
de AP, mantiene en total abandono al sector rural del Guayas.

Traemos a colación estas anécdotas con los candidatos de AP porque su-


cedieron en nuestra campaña conjunta con la candidata montuvia. Eran
nuestros esfuerzos y nuestros recursos los que se invirtieron, sin resultados,
porque otros hacían mal su trabajo o ni siquiera lo hacían. A nadie le pedimos
nada, el pueblo financió la campaña.

En Manabí, rompimos todas las expectativas con la candidata montuvia. A lo


largo de las carreteras se observaba la propaganda de Isabel, en las casas, en
las paredes, en los árboles, en los kioscos, en los puentes, igual cosa sucedía en
El Oro y en Loja. En la zona rural, se podían apreciar los afiches de la candidata
montuvia en las ventanas, en las puertas, la gente se había empoderado de su
candidata. Pero claro, esto causaba celos, envidias, enojos en algunos candida-
tos nacionales de AP que exigían que en las gigantografías no se ponga el nú-
mero de casillero de la candidata para disuadir a los electores y que estos voten
en plancha. ¡Qué ironía! Antes criticaban el voto en plancha.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 245
Hubo candidatos muy solidarios con la campaña montuvia, como por ejem-
plo Víctor Quirola en El Oro, quien fue un gran apoyo a nuestra campaña,
facilitándonos el desarrollo de nuestras actividades proselitistas; y ni qué
decir de Andrea Gonzaga, candidata a concejal de Machala, con todo un
montón de jóvenes caminando y organizando. ¡Cómo sudaban haciéndolo
todo! Nunca olvidaremos a Andrea y su bello gesto de solidaridad con los
montuvios. Correa no sabía esto, ni se habrá dado por enterado, mucho me-
nos le habrán contado del éxito de los montuvios en la campaña.

En Manabí, se rompió todo pronóstico con una caravana de más de cien


carros, buses y chivas, contratados por la propia gente desde sus cantones.
Ellos son el mejor testimonio de lo que hicieron por su candidata, chivas y
buses con bandas de pueblo, banderas, pitos, cohetes y todo eso. Las calles
de Portoviejo se llenaron de gente que, contagiada con tanto alboroto, pensó
que era Correa el que iba en la caravana; salían a ver desde los balcones y sin
conocer a Isabel inmediatamente se identificaban con la candidata de los
montuvios, se identificaban con nosotros, era la empatía con sus raíces, era
el regreso de la montuviada. Así lo expresó un canal de televisión local y las
radios que cubrieron esta singular caravana de los montuvios de Manabí con
su candidata a asambleísta.

Los diarios locales informaron en grandes titulares sobre esta campaña sui
géneris. Yo viví esta experiencia durante todo el largo trayecto en que re-
corrimos Portoviejo la primera vez. Era el renacer de la montuviada, era la
identidad que empezaba a aflorar en la piel de los manabitas, era el resulta-
do de los años del proceso montuvio. Los pueblos empezaban a simpatizar e
identificarse con nosotros. Mi amigo, el candidato a prefecto, estaba cien
veces arrepentido por no habernos acompañado en esa caravana.

En la segunda caravana que organizamos pasó exactamente lo mismo y ahí


sí ya no se la perdió Ricardo Zambrano, pero la figura de la montuvia no le
permitió brillar con luz propia. Definitivamente, la simpatía de los portove-
jenses era por la candidata de los montuvios. El mérito de haber organizado
estas dos marchas extraordinarias en Portoviejo la tienen Miguel Guerra,
María Mercedes Alcívar, el Ing. Constante, el Ing. Parrales, Gary Meza y
Junior Guerra, así como todos los presidentes cantonales que con su gente
hicieron los esfuerzos.

l
246 DIGNIDAD MONTUVIA
Igual ocurrió en otros cantones manabitas que recorrimos tales como Pa-
ján, 24 de Mayo, Jipijapa, Puerto Cayo, Puerto López, Santa Ana. Asimismo,
pasó algo similar en Zaruma, Portovelo, Piñas, Marcabelí. No había duda de
que los candidatos de AP eran pésimos, no gozaban de simpatía, por eso
perdieron, pero aparecíamos los montuvios con nuestra candidata y todo se
transformaba en alegría, respeto, solidaridad, simpatía, empoderamiento.
Esa fue la lección que aprendimos de esa primera campaña electoral, en la
que participamos en un casillero en el que todos sabíamos que no íbamos a
ganar.

Realmente el objetivo era descubrir, palpar, sentir, vivir algo que empeza-
mos a percibir después del reconocimiento de Montecristi. Definitivamente,
valió la pena. Fue una especie de reencuentro de la población citadina con
sus raíces, con su cultura, con su identidad. Esa fue la clara percepción que
tuvimos y que los pueblos nos trasmitían con su alegría y participación en la
campaña. El daño que nos hicieron las campañas sucias, las basuradas que
arrojaban sobre nosotros, auspiciadas por el gobierno, solo llegaban hasta
los círculos oficiales que se tragaban el cuento, no así en la población coste-
ña y especialmente la montuvia, que nos valora, respeta y aprecia mucho,
porque somos como ellos, venimos de su misma piel, de su misma historia.

La candidata montuvia no ganó, tal como lo habíamos previsto, pero en


Guayas, Manabí, Los Ríos y El Oro, la campaña fue realmente exitosa y tuvo
aceptación popular en las calles, generaba empatía, identificación, solida-
ridad, respeto y admiración por la lucha desarrollada a lo largo de muchos
años. Fue una importante experiencia que recogimos y que servirá para
futuras participaciones electorales del pueblo montuvio. Los diez y doce mil
votos personales, que adicionalmente arrojaron las actas en provincias
centrales de la costa a favor de Isabel Mosquera, misteriosamente desapa-
recieron y fueron a parar a la otra candidata de AP, que ni así alcanzó a
entrar. Nunca hicimos bullaranga por este detestable hecho, pero sin duda
era evidente que esta era una práctica al interior de AP.

Así que el 2009 era un buen año para, desde el CODEPMOC, implementar la
segunda fase del modelo económico endógeno, la agroindustria comuni-
taria. Había varias experiencias y alternativas económicas importantes en el
subtrópico de Bolívar, con Carlos y Raúl Cabrera, y había que recogerlas,
adaptarlas y replicarlas. Llevábamos varios años trabajando con nuestra

DIGNIDAD MONTUVIA
l 247
gente en la capacitación formativa en desarrollo humano, en la transferen-
cia de tecnologías limpias, en la asociatividad, en la integración por rubros,
en el cambio de la matriz productiva cuando en el país aún no se hablaba de
aquello. Los resultados nos daban confianza, fuimos pioneros en estas
formas diferentes de producción.

Las mujeres líderes y promotoras, al igual que los compañeros dirigentes,


estaban haciendo un buen trabajo en las comunidades, obviamente bajo
nuestra dirección y con la colaboración de pocos profesionales, en razón de
que no encontrábamos profesionales idóneos formados en este nuevo
concepto de desarrollo, porque “la universidad no incluyó en su malla cu-
rricular lo que es, ni cómo se hace desarrollo social, menos aún desarrollo
económico desde las ciencias endógenas, desde las cosmovisiones propias de
los pueblos, a sabiendas de que la pobreza es el problema principal en el
sector rural de nuestra América”. Estas fueron las conclusiones a las que
llegó el Congreso de Universidades de América Latina y El Caribe, realizado
en Galápagos en el 2009.

Lady, María Mercedes, Yadira, Oswaldo, Bruno, Martín, Bertha, Jennifer


Ochoa, Letty, Dominga, Anita, Herrera y todos los líderes comunitarios tuvie-
ron un largo proceso de formación, capacitación y de entrenamiento intensivo;
solo así supieron llegar a las comunidades montuvias y apoyarlas en su desper-
tar, conmoverlas, remover sus conciencias, ayudar a sacarlas del letargo en que
se encontraban: abandonadas e incomprendidas por el mundo externo. Debi-
mos volver atrás, regresar a nuestras raíces profundas de la cultura, reincorpo-
rar valores, principios y conceptos acordes con nuestra realidad, desechando
toda esa basurada y mentiras con la que nos habían sometidos por tantos años,
falsos conceptos que nos hicieron ser tercermundistas, subdesarrollados, que
nos hicieron sentir incapaces, inferiores, casi inservibles. Lo nuestro no valía,
solo lo extranjero era bueno. Así nos educaron.

Obviamente, después de ese largo proceso teórico y práctico, las comunidades


adquirieron altos niveles de conciencia y de responsabilidad, ya con la dignidad
recuperada y la autoestima elevada que nos habían devuelto las luchas y las vic-
torias, era obvio que estábamos preparados para manejar mayores recursos del
Estado e iniciar la construcción de la agroindustria comunitaria y las empresas
de comercialización asociativa. Esto era el cambio de la matriz productiva, fui-
mos sus primeros impulsadores.

l
248 DIGNIDAD MONTUVIA
Fue fácil implementar el modelo de desarrollo humano porque nuestras
comunidades venían de un largo proceso de formación en la lucha, en la
práctica; inventamos técnicas de control mental, de fortalecimiento espiri-
tual, de persuasión, desechando y evacuando la basura sembrada en nues-
tras mentes. Términos como: “No se puede. No hay. No sé, mejor mañana”,
fueron evacuados y descartados de nuestras mentes. El loquero mayor fui yo.
Me sirvieron de mucho los aprendizajes sobre estos temas, recorrí recintos,
parroquias y cantones realizando estas asambleas masivas que se convertían
en construcciones colectivas del pensamiento montuvio y fortalecimiento
espiritual. Hablamos mucho de Dios, de la energía universal, del positivismo,
del amor al prójimo, de la hermandad; reincorporamos valores que se habían
olvidado, incorporamos principios, reincorporamos e introducimos
conceptos acordes con nuestra realidad, nuestra cultura para conocer el
origen y causa de la pobreza. Tuvimos que poner mucho énfasis en este tema,
igual en las soluciones.

El resultado fue evidente, positivo. Al comienzo, no lo podía creer, pero el


cambio de mentalidad que se estaba operando en los grupos se reflejaba fá-
cilmente en sus rostros, y por ende, hubo un cambio de actitud ante la vida.
El montuvio empezaba a dejar de ser acomplejado, traumado, perdedor, re-
signado, conformista, quejumbroso, individualista, personalista.

La transformación del hombre era evidente, había levantado la autoestima,


elevado sus niveles de conciencia, de responsabilidad, de compromiso y sacrificio,
recuperaba la esperanza, volvía a soñar. Era otra persona, diferente al resto. Había
sacado la cabeza del montón y estaba apto para empezar a manejar grandes
responsabilidades e importantes desafíos. El proceso vivido daba sus frutos.

A estas alturas, la organización tenía 17 años de vida y muchas conquistas a


su haber. Se estaba operando un cambio, habíamos recuperado la dignidad,
lástima que solo éramos el 10% de la población rural del litoral. Para iniciar
la fase siguiente, contratamos un centenar de ingenieros agrónomos,
veterinarios, ingenieros comerciales, industriales, economistas, etc., los
preparamos con elementos básicos sobre la capacitación formativa en de-
sarrollo humano, nombrecito inventado por el Ing. Carlos Casanova, pero
que muchos profesionales no entendían qué carajo tenía que ver aquello con
su profesión; difícilmente se entendía la formación humana como elemento
imprescindible para desarrollarnos como sociedad. Aún no se entiende.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 249
El capital social es el más importante de todos, pero sobre esto la academia
estaba en deuda con Latinoamérica. Igual los capacitamos bajo los nuevos
conceptos del proceso montuvio, desde nuestra cosmovisión propia. Era
complicado hacerme entender, no había nada escrito. Tenía dificultades para
comunicarme con los técnicos; recordemos que la academia no había
aportado nada al respecto. Felizmente, a la cabeza del proyecto estuvo Lucho
Zúñiga, un ingeniero lojano con criterios y conocimientos de lo que
queríamos hacer los montuvios. Había que inventar y aprender haciendo.

Fuimos pioneros en este nuevo sistema de producción asociativo e integrado


por rubros, aunque tenía un origen ancestral y se lo fomentó en las coope-
rativas agrícolas, allá por los años 70; con modestia, pero con el mérito que
se merece el esfuerzo de la gente y los técnicos, debemos decir que fueron
varios años socializando de manera intensiva con decenas de profesionales
para que comprendan y asimilen bien el proceso montuvio, la importancia
imprescindible del capital social, su realidad cultural, antropológica, socio-
lógica, psicológica. Realmente, la tarea fue muy dura para los que quería-
mos construir un modelo de desarrollo diferente y propio, desde nuestra
particularidad conceptual y visionaria, desde nuestra riqueza natural, cul-
tural, desde la cosmovisión montuvia.

Finalmente, logramos contar con un pequeño, pero importante contingente de


técnicos que hicieron un buen trabajo en el campo agropecuario, quienes nos
acompañaron algunos años en el proceso. Lamentablemente, por los recortes
presupuestarios que premeditadamente nos hacían a la institución, no pudi-
mos contar con los recursos necesarios para darle una continuidad permanente
a la transferencia de tecnología y capacitación formativa en desarrollo humano.

Hubo gente como Luis Zúñiga que ayudó en la construcción del modelo.
También recuerdo la presencia importante de Ena Cumanicho, profesional
altamente responsable en sus funciones. Lástima que las fuerzas oscuras que
boicoteaban permanentemente nuestro avances, hicieron abortar en último
momento el crédito del Bandes de Venezuela ya pre-aprobado en Caracas,
gestionado con la hermana República Bolivariana cuando estaban en buenas
condiciones económicas.

Ena Cuminacho era una profesional que sabía lo que queríamos con toda
seguridad. Los resultados obtenidos con esa inyección económica hubiesen

l
250 DIGNIDAD MONTUVIA
sido de gran beneficio para el agro y para el país. Solo por poner un ejem-
plo, diez grupos económicos con doscientas comunidades estuvieran en la
actualidad desarrollando la industria arrocera, comercializando doscientos
mil quintales de arroz pilado mensual a los comisariatos en el marco de la
Ley de Control del Poder del Mercado. Esta oportunidad se malogró, se
frustró premeditadamente con el carcelazo que abusivamente me dieron.
Mucha gente, entre académicos e intelectuales, cree que esta es la otra ra-
zón de la persecución. Estos gobiernos socialistas no quieren el desarrollo
económico de los pobres, son los potenciales clientes de su asistencialismo;
sin pobreza no hay dependencia. Se quedarían huérfanos de apoyo. ¡Qué
crueldad en pleno siglo XXI, las evidencias están a la vista.

También recordamos los importantes aportes sobre la avicultura con tecno-


logías limpias, innovadoras y el uso de probióticos que nos trajeron Diego
Cedillo, de Machala, y su gente, personas de muy grata recordación para
nuestro pueblo; excelentes aportes de los Cedillo al proceso montuvio. Las
experiencias que aportaron en temas de producción orgánica y las expor-
taciones desarrolladas por Carlos y Raúl Cabrera del subtrópico de Bolívar,
con base en la parroquia San Luis de Pambil, fueron un valioso aporte. Re-
cordamos también al profesor Ricardo Gómez de CENECU, quien nos ayu-
dó en temas de relaciones humanas. Alguien más por ahí y pare de contar.
Realmente, el modelo de desarrollo montuvio terminamos dirigiéndolo
nosotros, un pequeño grupo de personas con entusiasmo y muchas ganas.

El Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual (IEPI) nos dio la propie-


dad intelectual del modelo, la Senplades lo incluyó timoratamente en el Plan
Nacional del Buen Vivir, que avergonzados los gobiernistas ya no lo men-
cionan siquiera. En la Agenda Nacional de la Igualdad de los Pueblos no se
mencionó con claridad y puntualidad sus formas de aplicación, ni siquiera
definieron su diferencia conceptual, responsabilidad que recae sobre los úl-
timos administradores del CODEPMOC, empleados públicos que el gobier-
no sostuvo como simples cobradores de sueldo en el proceso de transición
para que le lleven comensales a Carondelet o espectadores a Los Samanes,
funcionarios que no cumplieron ninguna función de servicio, ni al país ni al
pueblo, del cual estuvieron totalmente desvinculados.

Fueron tres años en transición (2013-2016), sin hacer el proceso por falta de
conocimiento y criterio, perjudicando gravemente al proceso montuvio,

DIGNIDAD MONTUVIA
l251
dedicados simplemente a vivir de los sueldos que el Estado les pagó sin que
exista ninguna justificación ni explicación al respecto. En el 2016, se fueron
sin haber realizado nada, tan solo existieron simples cobra sueldos, sin
ningún compromiso con el agro montuvio, habían excepciones. La res-
ponsabilidad de esto recae directamente sobre la Asamblea Nacional y el
CPCCS, que no constituyeron el Consejo de Igualdad oportunamente, porque
sabían que no servía para nada. Los pueblos montuvios jamás creyeron en
ellos, saben que no funcionarán y el gobierno también lo sabe.

El modelo de desarrollo económico endógeno fue reconocido por la Senes-


cyt, aunque no de manera oficial. Se incluyó dentro de la mesa de
interculturalidad, establecida en la malla curricular de la educación superior,
debe enseñarse esta experiencia desarrollada con mucho éxito por las
comunidades montuvias, pero lamentablemente las universidades no
cuentan con personal idóneo que maneje estos conceptos. Debe entonces
abrirse espacio para el análisis y el debate, pero con la participación de los
montuvios que manejan estos temas; son los conocimientos tradicionales,
propios de la cultura, los que fortalecen la economía social del conocimiento.

Hoy, después de catorce años de “revolución” ciudadana, donde la pobreza


galopante continúa azotando nuestros campos, se torna urgente analizar y
debatir sobre la necesidad de establecer el Desarrollo Económico Endógeno
como una ciencia especializada para el desarrollo del sector rural del país,
donde los propios pueblos desde sus experiencias y alternativas desarrolladas,
desde su propia cosmovisión, sean los constructores de sus soluciones y de su
desarrollo. Esa es nuestra contribución. Es la solución idónea contra la pobreza,
la más apropiada y hasta más barata que los bonos y dádivas; por eso
seguiremos insistiendo en que el desarrollo endógeno es la solución a la
pobreza, aplicando la ciencia y la tecnología apropiada, con responsabilidad
ambiental, social y adaptada al cambio climático para reducir el calentamiento.

Nosotros lo decíamos al inicio del gobierno, pero nadie escuchó. Solo nues-
tra gente entendió, pero a nadie le importó. En esas condiciones empezamos
la implementación de la agroindustria comunitaria, una verdadera política
pública de cambio de la matriz productiva en el sector agropecuario, con las
dificultades que seguían existiendo. Una de las ministras de esa Secretaría
de Pueblos trataba desesperadamente de acabar con el CODEPMOC, apro-
piarse con su gente de los Consejos de Igualdad mediante decreto ejecutivo;
esperaban que el presidente los complazca y se los firme.

l
252 DIGNIDAD MONTUVIA
Querían repartirse los consejos con sus panas, sus allegados, con dirigentes
de a uno. Como nosotros no acolitábamos aquello, nos discriminaron y ex-
cluyeron de todo. Así practicaban con nosotros la xenofobia, desinformaban
al gobierno sobre el CODEPMOC, ocultaban sus resultados obtenidos y este
se comía el cuento que le echaban.

Así transcurría el 2009, pero con el apoyo de la Senplades, del ministro de


Finanzas, y la posición irrenunciable del pueblo montuvio y de las asam-
bleístas Aminta Buenaño y Betty Amores, quienes se volvieron a encontrar
con nosotros en la Asamblea, logramos tener recursos del Presupuesto del
Estado para el próximo ejercicio fiscal del 2010, tal como lo hicimos en años
anteriores y posteriores, recursos que financiaron los proyectos y progra-
mas de las comunidades montuvias.

Así es como nosotros avanzábamos y asegurábamos la continuidad y construc-


ción de nuestras pequeñas agroindustrias comunitarias, 75 en total, y 20 plantas
agroindustriales que por gestión propia de las comunidades se lograron construir.

Esa era la forma como obteníamos los recursos económicos para las comu-
nidades, cabildeando con la Asamblea, al braveo, peleando, y por la soli-
daridad de alguna gente amiga. Nunca tuvimos apoyo del gobierno como
muchos creyeron. Nosotros, leales a nuestro compromiso y por estrategia,
jamás denunciamos el discrimen del que éramos objeto desde esa nefasta
Secretaría de Pueblos y de la SGP, quienes siempre sostenían que era el pre-
sidente quien les ordenaba hacerlo, además eran incapaces.

Una vez casi le declaramos la bronca por los medios de comunicación, por
los insumos de mala calidad que subsidiaban desde el Magap, pero luego
retrocedimos porque las universidades no quisieron ayudarnos con los es-
tudios, aunque después lo hicieron. Así fuimos de consecuentes con la in-
consecuencia. No nos lamentamos de aquello. Éramos muy capaces para
buscar recursos por otras vías, esto indudablemente era lo que más les mo-
lestaba a los enemigos que teníamos en el gobierno: la capacidad de gestión
para no dejarnos liquidar y de la enorme credibilidad que gozábamos entre
el pueblo.

Así concluyó el 2009, resistiendo a la Secretaría de Pueblos. Era la utiliza-


ción del poder del Estado contra un pueblo indefenso, cuyo único delito era

DIGNIDAD MONTUVIA
l253
querer justicia social, independencia económica y construir su desarrollo
mediante la implementación de sus agroindustrias comunitarias, sus em-
presas de comercialización, sistemas financieros propios, no seguir siendo
discriminados ni empobrecidos, ni dependientes del Estado en pleno siglo
XXI. Era una de las razones por las que nos odiaban, les molestaba nuestra
dignidad y capacidades, sí señor, así como se lee, en pleno siglo XXI y con
leyes que cas- tigan el odio y el racismo, desde la SPPC, que promocionaba la
ley contra el racismo, se incentivaba e impulsaba el odio, la xenofobia contra
los mon- tuvios y el CODEPMOC; fieles testigos de esto son los miles de
montuvios que vivieron y sufrieron en carne propia estos episodios.

El 2010 fue la continuación exacta de lo mismo que venían diciendo y ha-


ciendo en la SPPC desde el 2007: “Que el CODEPMOC debía desaparecer,
que hay que quitarle los recursos, que hay que excluirlos de todo, etc., etc.”.
La misma basurada neocolonial contra mí y los principales líderes del mo-
vimiento; a eso se dedicaron todo el tiempo de su improductiva existencia.
Evidentemente, era una consigna correísta contra el pueblo montuvio que yo
dirigía; no podían dejar avanzar a los montuvios, por eso obstruían el
proceso, boicoteaban las transferencias, difamaban a nuestros dirigentes, a
nuestras autoridades, convertían a ex empleados del CODEPMOC en diri-
gentes, les tomaban la foto con el presidente, practicaban la chuchumeque-
ría e inventaban pueblos fantasmas que solo existían en su imaginario; eran
globos que inflaban para crear una aparente división, que nunca existió.
Todos los medios públicos lo utilizaron para este fin.

Pero bueno, teníamos presupuesto del Estado para seguir construyendo, con
esfuerzos y participación de las comunidades, las plantas agroindustriales
artesanales de arroz, de maíz, de maní, de harinas, de balanceado. Las comu-
nidades trabajaban día y noche levantando sus proyectos con sus propias
manos, jornadas interminables desde las seis de la mañana hasta las ocho de
la noche, incluyendo fines de semana. Yo los vi construyendo sus sueños,
levantando sus esperanzas, aunque siempre tenían presente el fantasma de
la incertidumbre, de si el próximo año tendrían los recursos para terminar
sus proyectos construidos en varias fases desde el 2008 hasta el 2010. En el
2011, definitivamente nos quitaron los presupuestos.

Era muy emotivo ver a los Meza del Guarango, construyendo su centro de
acopio, montando sus maquinarias; o llegar a la piladora de los Emprende-

l
254 DIGNIDAD MONTUVIA
dores en Rocafuerte, ver el amor y orgullo con que estaban construyendo sus
sueños; observar y acompañar a los compañeros de Tosagua, levantando su
centro de acopio y secado de maíz. La gente de El Limón de Campuzano,
levantando su procesadora de maní. Era una experiencia para aprender. La
gente estaba empoderada, estaban convencidos de que eran capaces de
desarrollarse económicamente, superarse como personas, como seres hu-
manos, estaban fortalecidos con la esperanza de un futuro mejor, volvían a
creer en un nuevo Ecuador, habían cambiado de actitud.

El proceso de capacitación formativa en desarrollo humano estaba dando sus


resultados; el entusiasmo que le ponían los montuvios y montuvias de la
Elvira, Piñal, Jigual, Rosa de Oro, a la construcción de sus piladoras era
indescriptible. Yo pude vivirlo y sentirlo en el alma. Eran rostros alegres,
llenos de fe, construyendo la solución a su pobreza. Wimper, Mosquera, los
Sarco, ñaño Polo, Lady Plúas, Alice, Néstor y tanta gente maravillosa, como
dice Héctor Lavoe “Mi gente”. El entusiasmo de Henry, de la Gringa, del
primo Cabello, Cabezón, Anita, la Maya, Roberto, de la comunidad Jigual, de
mucha gente que levantó su proyecto con mucho esfuerzo y hoy con pena ve
sus sueños truncados, agroindustrias semiparalizadas, sin cumplir el ob-
jetivo para el que fueron creadas con tanta lucha y entusiasmo. No fueron
creadas para dar servicio de pilado, sino para producir y ofertar grandes
volúmenes y calidad. Realmente les acortaron un tiempo la vida, esto les
duele y nunca lo olvidan.

Hay que vivirlo para realmente entenderlo. La vida nos ha dado la dicha de
conocer y aprender de aquello; confidencialmente estaban seguros de que
Correa estaba apoyando nuestro proceso y de que los malos eran unos pocos
que estaban reducidos por ahí en esa mal habida Secretaría de Pueblos. Así
se los corroboraba yo para no desanimarlos, los fortalecía diciéndoles que no
importaba lo que hagan los enemigos y el gobierno, lo importante y vital era
lo que hacíamos nosotros, y como algunas veces me vieron saludando al
presidente de lejitos, que era lo máximo donde llegaba mi cercanía con
Correa, ellos se convencían de que efectivamente el proceso montuvio esta-
ba respaldado por Correa. ¡Qué lejos estaba mi gente montuvia de saber que
no era así! Cuando después de un tiempo palparon la verdad, a muchos se les
arrugó el alma para siempre, especialmente a las mujeres dignas que
terminaron aborreciéndolo, odiándolo.

DIGNIDAD MONTUVIA
l255
Un ministro de Agricultura, ya ni recuerdo su nombre, nos había declarado
sus enemigos porque no habíamos aceptado que el CODEPMOC reparta úrea
en las comunidades, porque no queríamos involucrarnos en esos sucios
negociados que se daban con ese fertilizante de mala calidad y aprovecharse
de la angustia de los pobres. Más bien, sugerimos y orientamos a las propias
comunidades a que hagan su gestión y que sean ellos directamente los que
reciban esa “ayuda” del gobierno. Ese hecho molestó tanto al ministro, que
tecnócratas y burócratas de ese Ministerio, en represalia, se dedicaron desde
el 2007 a la ingrata tarea de atemorizar a nuestra gente en las comunidades,
reprochándoles por continuar integradas en el modelo de desarrollo que
estaba implementando el CODEPMOC. A esos niveles lamentables se manejó
la política estatal contra el pueblo montuvio, la organización que yo dirijo.

El absurdo llegó al extremo cuando por solicitud de dos ministras y un se-


cretario de la Presidencia, en el 2010, nos lanzaron a la Contraloría General
del Estado, para que cinco auditores de Quito y tres de Guayaquil, ocho en
total, inicien una auditoría a las comunidades montuvias que manejaban
recursos del Estado en la construcción de sus proyectos. Ya habían auditado
un montón de veces al CODEPMOC y nunca encontraron ni un indicio de
peculado o acto doloso alguno, hasta que inventaron en el 2012 un indicio de
peculado que nunca probaron, porque ni siquiera existió la materialidad del
delito. Eso hicieron estas malas personas con el ánimo de desmoralizar,
atemorizar, desconcertar, paralizar a las comunidades en su trabajo, sin
saber que los montuvios venían de un proceso que los había fortalecido
mental y espiritualmente. Siempre hubo una orientación humanista en ese
sentido, la energía universal, la fe en la organización, el respeto y amor al
prójimo, el temor a Dios, siempre estuvieron presente en nuestro mensaje,
especialmente a las comunidades que manejaban recursos públicos.

Nadie falló en la administración de los dineros públicos, salvo poquísimas


excepciones que se dieron al inicio, por falta de experiencia y con cantida-
des ínfimas; los recursos injustificados no llegaban ni al 1% del presupuesto
recibido. Debimos esforzarnos mucho para preparar a miles de montuvios de
más de 150 comunidades, pertenecientes a cuatro provincias de la costa, que
fueron programadas para ser auditadas, todas demostraron y pudieron
probar el buen uso que habían hecho de los dineros del Estado.

l
256 DIGNIDAD MONTUVIA
Los auditores después de seis meses de arduo trabajo en el campo, quedaron
satisfechos de lo que vieron y escucharon por parte de los montuvios y mon-
tuvias presentes en estas auditorías realizadas; pudieron comprobar que con
los pocos y escasos recursos, que por etapas habían recibido las comu-
nidades desde el 2008, habían construido mucho más de lo que recibieron.
Ahí estaban las piladoras, las pequeñas agroindustrias, las granjas avícolas,
los centros de acopio, las plantas de cacao, maní, ahí estaba la inversión del
Estado, los motores, las maquinarias, tractores, cosechadoras, equipos de
riego, todo estaba ahí, no faltó nada; más la mano de obra, los rellenos, las
piedras, las cañas, los aportes económicos de la misma comunidad, los apo-
yos recibidos de municipios y otros organismos. Todo lo pudieron probar.

“Esta es otra clase de gente, empoderada, digna, orgullosa y segura de lo que


están haciendo”, expresaron varios de los auditores al final de la auditoría.
Todo este alboroto y gastos que demandó tremenda movilización y logística
obedeció a la práctica permanente de la Secretaría de Pueblos por detener
nuestros avances, que orquestaban con resentidos ex empleados de la ins-
titución, así como denuncias falsas contra el CODEPMOC, alimentadas y
respaldadas mediante oficios por la susodicha Secretaría de Pueblos y otras
autoridades del Ejecutivo que se prestaban para esto, sin que exista ningún
tipo de pruebas o evidencias que generen una mínima sospecha.

No sucedía lo mismo con los proyectos que financiaba el gobierno, donde desde la
CFN y el BNF se entregaron millonarias sumas de dinero a organizaciones
fantasmas, afines al oficialismo, con el ánimo de dividirnos, cuyas inversiones no
existen por ninguna parte; millones de dólares se evaporaron, incluso son materia
de escándalos judiciales. Así se maltrataba psicológicamente a las comunidades
montuvias que no olvidan estos hechos y dan testimonio de aquello, pero que sin
embargo, continuaron estratégicamente apoyando al gobierno, porque esa fue mi
orientación. Conservamos la lealtad hacia el proyecto latinoamericano de unidad
e integración regional, no por Correa, ni por AP, sino por el Ecuador, por nuestro
país, por nuestra América. Esto a veces no se entiende bien y no lo comprendemos
en una sociedad como la nuestra, tan llena de prejuicios, ignorancia y confusiones
no es fácil entender esto, pero es el desprendimiento del interés grupal por los inte-
reses colectivos y bienestar de la nación y región. Para la oposición éramos gobier-
nistas, mientras los gobiernistas nos tildaban de oposición, así era el cuento. Para
suerte nuestra, las poblaciones del agro sí entendieron y comprendieron claramen-
te nuestra estrategia. Fueron 25 años de lucha permanente juntos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l257
Así fue como llegamos a Otavalo, donde se realizaría la cumbre del ALBA.
Aún creíamos en la integración; una minúscula delegación del pueblo mon-
tuvio estuvo presente en este acto al que nos hicimos invitar al braveo, por-
que solo nos dieron ocho cupos para diez provincias, ni uno más; así nos
excluían siempre, comprendíamos su pobre condición humana y tratába-
mos de no darle mayor importancia. Lo importante era visibilizar nuestra
presencia y eso hicimos, gritamos consignas del pueblo montuvio con todas
nuestras fuerzas que hacían retumbar el coliseo. Los indígenas de las
graderías contagiados por nuestro entusiasmo, despertaron y empezaron a
corear con nosotros, gritaban emocionados nuestras consignas, no sé si era
porque María de los Ángeles y Estefanía, de Nobol, los arengaban, pero lo
cierto es que estaban emocionados con la digna y altiva presencia de nues-
tras montuvias y de nuestra delegación.

Tanta arenga y entusiasmo le pusimos que llamamos la atención de Chávez,


quien nos envió un caluroso saludo, no así Correa, quien nos ignoró. Luego
de nuestra presencia en Otavalo, vino de inmediato la reunión con Correa en
Guayaquil. Este es un episodio importante porque marcó la cancha por un
tiempo. Fue una exitosa reunión la que mantuvimos con el presidente, pero
frustrante para las ministras que la organizaron y sus adeptos “dirigentes de
a uno”, como se los dijo el propio presidente luego de la reunión. De ahí se
desprenden los hechos posteriores que penosamente se dieron y que
definitivamente paralizaron los avances, logros y resultados obtenidos hasta
ese momento por las comunidades montuvias.

l
258 DIGNIDAD MONTUVIA
LA ÚNICA REUNIÓN DEL PUEBLO MONTUVIO
DEL ECUADOR CON EL PRESIDENTE CORREA

Una ministra de Pueblos carente de argumentos, de las cinco que pasaron


por allí abusando del poder, pretendía crear los nuevos Consejos de Igual-
dad mediante la vía del decreto ejecutivo. Parece que era la única cosa que
tenían en mente y se pasaron cinco años con el mismo cuento, sin consi-
derar nuestros criterios de que transversalizar esa valiosa información de las
comunidades requería de un ordenado proceso técnico, a más de que por
respeto a la Ley y al ordenamiento legislativo, lo que procedía era la creación
de la Ley de los Consejos de Igualdad desde la Asamblea Nacional, ese era el
organismo competente, tal como posteriormente sucedió, pero sin que exista
el debate democrático con los actores principales. Simplemente fue aprobado
tal como fue enviado por el Ejecutivo, no había cómo discutir ni cómo
aportar, es un simple ente burocrático inservible para los montuvios e inútil
para el país.

Lo que debió hacerse primero era la creación de la Ley de los Derechos Co-
lectivos de los Pueblos y Nacionalidades, esa era la ley primera que se re-
quería. Obviamente que al oficialismo no le interesaba y continuó todo el
tiempo obsesionado con los consejos de igualdad, “manejados como botín
político, con dirigentes de a uno”, tal como lo expresó Correa a la ministra
Ocles al final de la reunión en presencia de nuestra dirigencia.

Indudablemente, Correa terminó molesto con sus funcionarios después de 2


horas y 15 minutos de diálogo con nosotros, en una reunión que fue pre-
parada mañosamente para que dure exactamente 10 minutos, como así lo
anunciaron minutos antes de que llegue el presidente, tratando de causar
incertidumbre, caos, temor, lo que con nosotros no funcionaba. Fue la opor-
tuna intervención del entonces gobernador del Guayas, Roberto Cuero, lo
que evitó que la dirigencia nacional montuvia se retirara del lugar. Estos
entretelones se vivieron minutos antes de que llegara Correa.

DIGNIDAD MONTUVIA
l259
Lo que más molestó a Oswaldo, presidente nacional del Pueblo Montuvio y
al resto de compañeros presidentes provinciales, fue la presencia de exfun-
cionarios del CODEPMOC, empleados de la oficina, separados de la institu-
ción, elevados por la Secretaría de Pueblos a la categoría de dirigentes, sen-
tados en la misma mesa con el presidente y nosotros, lo cual consideramos
era una falta de respeto; a excepción de la parlamentaria andina Cecilia
Castro y de Jobo Acosta, los otros nunca supimos a quiénes o qué
representaban, los mismos que en sus desastrosas intervenciones fuera de
lugar, evidenciaron que no conocían ni eran parte del proceso montuvio.

Así debió haberlo percibido Correa, por las recriminaciones que al final hizo
a la ministra, delante nuestro. Lo cierto es que estos exfuncionarios
ejecutaban la campaña mediática de difamación, injurias y odios contra mí y
la dirigencia nacional montuvia, a cambio de puestitos, favores personales o
los viajecitos al extranjero, fungiendo una representación que nunca
tuvieron, pero así era como operaba la SPPC, por eso nunca funcionó.

Esta era la forma irracional como la Secretaría de Pueblos manejaba las re-
laciones con el pueblo montuvio, incapaces de construir acuerdos de respeto y
buenas relaciones con nosotros; sentían complejos y molestias al no poder
dividirnos. Con todo el poder que ejercían nunca pudieron partirnos ni que-
brarnos, jamás pudieron separar a las bases de nuestra conducción. Eso los
incomodaba mucho y los hacía sentirse frustrados, incapaces, no sabían que en
los procesos humanos construidos con amor y verdad, no hay poder en el mun-
do capaz de dividir. Lo supieron demasiado tarde, su propio odio los consumió.

Hizo bien el presidente en poner fin a la cuestionada e improductiva exis-


tencia de este ente burocrático, que ni siquiera supo cumplir las funciones
para las cuales fue creado: liquidar la organización. Lamentablemente,
quienes administraron este espacio de gobierno no tenían el conocimiento
científico ni la experiencia necesaria en el manejo político de los pueblos y
nacionalidades, tampoco poseían el liderazgo indispensable para la conduc-
ción de esa Secretaría, mucho menos conocían del proceso montuvio.

Entrando en materia sobre la reunión, fue una buena experiencia. Ese día,
Correa conoció nuestro proceso, sus avances y logros, se mostró desarmado
y en silencio, por la solidez y contundencia de nuestros argumentos. Nos ha-
bían advertido que nos iba a liquidar. Su actitud cambió al escucharnos, de-

l
260 DIGNIDAD MONTUVIA
mostró preocupación y sorpresa al conocer lo que le habían ocultado sobre
el CODEPMOC. Conoció cómo lo hicimos y con tan poco dinero, se
sorprendió ante la verdad que expusimos, nunca cuestionó. Si lo hubiese
hecho quedaba en ridículo, ni puso en tela de duda la diferencia conceptual
y visionaria del proceso. Le estaba hablando la experiencia. Conoció los
resultados hasta ese momento logrados, los cuales eran muchos. Su sorpresa
aumentó y jamás refutó ninguno de nuestros argumentos, eran irrefutables.
Escuchó con mucha atención las particularidades del proceso. Creemos que
entendió lo que sus ministras nunca pudieron entender; le hicimos conocer
el modelo de desarrollo económico endógeno que estábamos implementando
para el pueblo montuvio, desde la institución CODEPMOC y los resultados
positivos que habíamos obtenido, la agroindustria comunitaria, los
consorcios de comercialización asociativa, las exportaciones.

Creemos que entendió perfectamente todo. Me dejó hablar muchísimo, casi


la mayor parte del tiempo, por dos ocasiones, e interlocutó conmigo en va-
rias. Creo que estaba interesado en entender bien nuestro modelo endógeno,
al menos así pareció; tal vez era una primera experiencia desarrollada que
escuchaba. No sé si la entendió o no, pero preguntó a la ministra por qué no
lo habían realizado ellos —su gobierno. La ministra no supo qué responder,
yo hablé en voz alta y dije: “No saben”. Terminé hablándole de los mapas
mentales. Dos veces se vio en la necesidad de interrumpir y cortar el uso de
la palabra a Cecilia Castro y una vez a Alexandra Plúas cuando estas
intentaron desviarnos del tema que estábamos tratando, que obviamente era
sobre el proceso montuvio y qué hacer con los proyectos agroindustriales
inconclusos hasta la aparición de los nuevos Consejos de Igualdad, ese fue el
motivo de la reunión.

Tanta atención le puso Correa a las explicaciones y argumentaciones mías,


como a la confirmación de mis compañeros, que a una interrupción de la
señora ministra que protestaba por la monopolización mía del diálogo, tam-
bién de manera diplomática la mandó a callar, obviamente con mucho tino y
cordialidad, como hizo con las anteriores señoras. Correa era muy diestro en
eso, pero de que las calló, las calló, y los presentes fuimos testigos, damos fe
de aquello. La vergüenza que pasó la ministra Ocles debe haberle dolido.

Cuando el presidente atendió la observación de la ministra de que hablen los


otros —o sea sus allegados—, realmente fue un desastre. El uno recla-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 261
mó por las fumigaciones irresponsables que realizan las bananeras en Los
Ríos, el otro reclamó porque la úrea estaba siendo mal repartida en Manabí,
totalmente desfasados del tema de la reunión. La verdad ellos no conocían
del proceso, mucho menos de la existencia del modelo económico montuvio.
Finalmente, Cárdenas, en su desesperación, insistió sin éxito en el mismo
cuento de los consejos de igualdad vía decreto ejecutivo. Los asesores de las
ministras, incluyendo el gobernador Cuero, permanecieron en silencio
sepulcral, porque de antemano presagiaban o intuían un fatal desenlace de
esa reunión. La ministra y sus asesores habían preparado las condiciones
para que los montuvios terminen en un bochinche vergonzoso, ideal para la
actuación dictatorial y castigadora de Correa, lo cual hubiese sido lamentable
para nosotros, pero así era como esta Secretaría manejaba las cosas y la vida
de los sectores sociales: con total irrespeto, inmadurez y conductas no
apropiadas.

Felizmente para el pueblo montuvio, fue el propio Correa el que supo ma-
nejar un diálogo directo, fluido, respetuoso con el conocimiento; a los
dirigentes finalmente les tomó uno a uno la lección y tanto Oswaldo como
Fabián, Martín, Junior Guerra y Vicente Macas ratificaron la importancia del
proceso montuvio y los resultados de su modelo de desarrollo económico
endógeno; la soberbia estaba apantallada, fue por lana y salió trasquilado.

Las respuestas y conclusiones a las que llegó el presidente Correa, luego de


habernos escuchado, fueron contundentes y de alegría para todo el pueblo
montuvio. A continuación voy a tratar de transcribirlas. Dijo Correa: “Los
Consejos de Igualdad deberán ser creados por la Asamblea Nacional, total-
mente de acuerdo con ustedes, compañeros”, eso fue como un balde de agua
hirviendo para la señora ministra y sus acólitos; se les acababa el cuento de
la repartición de los Consejos vía decreto ejecutivo. El presidente trazó la
cancha para que no nos jodan más la vida; era la propuesta que nosotros
estuvimos planteándoles a las señoras ministras durante tres años y nunca
entendieron y lo que no entendían lo desechaban. Era la Asamblea el
organismo facultado de acuerdo a la ley. Seguidamente Correa expresó: “Les
damos la palabra de que sus proyectos van a continuar, tal como es su
preocupación; en eso tengan plena seguridad, vamos a dar las disposiciones
en ese sentido”.

l
262 DIGNIDAD MONTUVIA
Eso sonó como un franco respaldo a nuestro trabajo. El presidente nos es-
taba asegurando la continuidad del desarrollo económico endógeno, la im-
plementación de las pequeñas agroindustrias comunitarias y, por supuesto,
eso significaba la seguridad de los presupuestos en los años subsiguientes.
Era un crimen detener o paralizar el proceso en plena ejecución, así lo
entendió el presidente luego de las explicaciones y ratificó su apoyo a los
proyectos hasta que la Asamblea apruebe la Ley, tal como sucedió cuatro
años después. Imaginen ustedes, cuatro años después y aún a mediados del
2016 no funcionaban los Consejos ni funcionarán nunca —en el caso de los
pueblos y nacionalidades porque estuvieron expresamente concebidos para
manipularlos y hasta en eso fueron mal concebidos.

Correa cumplió su palabra. Al siguiente día en reunión de gabinete dispuso


en forma enérgica que: “Se le entreguen los recursos del presupuesto 2010 a
los proyectos del CODEPMOC y que nadie moleste más a esos montuvios. Lo
hacen mejor que nosotros”, frases que trato de describir de una fuente
confiable, dichas por Correa, según nos reveló la alta funcionaria de Estado
presente en dicha reunión, las que fueron corroboradas por otras autorida-
des, las cuales coincidían con su compromiso expresado el día anterior. Por
eso, la dirigencia seguía creyendo en Correa, confiaba en él, no conocía la
otra cara de Correa, hasta antes de que nos encarcelen a finales del 2012.

La noticia sobre la posición de Correa respecto a la continuidad de nuestro


proceso causó profunda alegría en los campos del litoral, todos se enteraron
del apoyo del presidente a los proyectos del pueblo montuvio. Era oficial.
Hicimos spots radiales para las provincias. Al siguiente día, las oficinas del
CODEPMOC estaban llenas de dirigentes en busca de información oficial, lo
que fortaleció el gran respaldo del agro costeño al presidente Correa, que
tiempo después se reflejó en la votación masiva de los montuvios de la costa
en la consulta popular del 2011 sobre la justicia y otros temas; pero para la
Secretaría de Pueblos y sus camaradas, esto resultaba inconcebible, no lo
podían tolerar, su Mashi no les acolitó sus torpes intenciones. Habían
quedado en ridículo frente a nosotros y ante el propio presidente, eso era
imperdonable. Como así fue, nunca nos perdonaron este hecho, ese día los
pueblos montuvios íbamos a pagar muy caro por los hechos sucedidos en
aquella reunión.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 263
Y vino la venganza. Por represalia de la Secretaría de Pueblos, nunca más nos
darían los avales necesarios que exigen los procedimientos administrativos
para la obtención de los recursos del Presupuesto del Estado; pero intuyendo
esta mala acción de la Secretaría de Pueblos y en prevención de aquello, en
noviembre del 2010 logramos que la Asamblea Nacional —con asambleístas
como el manabita Ramón Vicente Cedeño, de 24 de Mayo, quien se fajó solo
contra la mayoría de la Asamblea— incluyera los proyectos del pueblo
montuvio en las recomendaciones al presupuesto. Un centenar de dirigentes
presentes en el recinto legislativo fuimos testigos de aquello. El asambleísta
Cedeño nos aseguraba recursos económicos de inversión del Estado para las
comunidades montuvias en el presupuesto para el ejercicio fiscal del 2011,
reconocimiento que este libro recoge como un ejemplo de compromiso entre
un representante y su pueblo.

Como la Asamblea no puede modificar el presupuesto, se aprobaron las


recomendaciones respectivas. Con eso para nosotros fue suficiente porque
nos aseguramos con Mateo Villalba de la Senplades y Patricio Rivera del
Ministerio de Finanzas la inclusión de nuestros proyectos de arrastre en el
presupuesto del 2011: siete millones de dólares. Por esa razón, el ministro
Rivera, en correcta actitud, varias veces solicitó a la Secretaría de Pueblos,
mediante oficio, el aval para realizar la transferencia de los recursos econó-
micos. También lo solicitó Senplades, sin obtener de esta Secretaría de Es-
tado la respuesta esperada por todos, pese a que el presidente había dejado
aclaradas las cosas en la reunión que mantuvimos. Al menos era lo que su-
poníamos, ya que después, algunos funcionarios de la SPPC nos aseguraron
que fue el propio presidente quien cambió la decisión tiempo después. ¡Qué
decepción y coraje a la vez! Así era como operaba la cosa.

Desde aquella reunión con Correa, a los gobiernistas que buscaban chamba
dentro del gobierno, se les acabó la trillada cantaleta del decreto ejecutivo
para repartirse los consejos de igualdad, que solo son organismos burocrá-
ticos y no ejecutan nada; pero llegó el 2011 y por más que la Senplades y el
ministro de Finanzas solicitaban por repetidas ocasiones el aval de la Secre-
taría de Pueblos, un pinche aval para transferirnos los presupuestos, porque
así lo establecían los procedimientos, nunca nos lo dieron a sabiendas de la
importancia y la afectación que causarían a las comunidades montuvias.

l
264 DIGNIDAD MONTUVIA
Les importó un pito perjudicar y frustrar el sueño, el esfuerzo y hasta el sacrifi-
cio de miles de montuvios y montuvias del litoral. Toda gestión resultaba frus-
trante y traumática. La Secretaría de Pueblos estaba obstinada en bloquearnos
las transferencias; eran diosas y dioses castigando con odio a un pueblo ino-
cente e indefenso por el único pecado de no estar alineado al correísmo y a la
inoperancia de esa Secretaría de Estado, aunque permanentemente estábamos
en las calles apoyando masivamente a la “revolución ciudadana”.

Nuestras bases nunca entendieron bien la causa verdadera de esta actitud,


les resulta difícil aceptar que el discrimen obedecía al temor que les ins-
piraba la fortaleza organizativa del pueblo montuvio, su enorme poder de
convocatoria y el miedo a la solidez inquebrantable de nuestras conciencias,
temor a los altos niveles de dignidad alcanzados por nuestro pueblo, lo que
no les permitía manipular la organización conforme a sus intereses y con-
veniencias puesto que no encajábamos en las políticas asistencialistas y de
dádivas del gobierno. Habíamos dejado de ser pendejos y eso para ellos era
un peligro, no podían permitirnos lograr independencia económica; ade-
más estaban cumpliendo con la consigna de no dejar desarrollar el proceso
montuvio. Estas son las causas y la razón de como nos trataron a más de un
millar de comunidades montuvias.

Al comienzo, fue difícil aceptarlo, pero los hechos nos dicen que así fue.
Desde esa Secretaría de Pueblos estaban cumpliendo disposiciones expre-
sas de no permitir el fortalecimiento y el crecimiento económico de la orga-
nización montuvia. El objetivo era entorpecer y hacer que fracase el modelo
de desarrollo económico endógeno implementado desde el CODEPMOC, es
decir, todo un direccionamiento de estado para causar daño, definitivamente
no querían que los pobres salgan de la pobreza, ni de la ignorancia.

Tan clara es esta lectura que liquidaron el CODEPMOC ofreciendo conti-


nuar ellos el proceso de desarrollo económico; y sin embargo, pasaron cinco
años y no lo hicieron, y ya no estaba yo. El objetivo era liquidar el proceso
montuvio, obviamente yo era el constructor. Mi convicción política era mu-
cho más fuerte que las contradicciones del gobierno y las circunstancias ad-
versas que estábamos viviendo. La suerte del CODEPMOC ya estaba echada
desde Montecristi, la continuidad del CODEPMOC solo era temporal, así que
en las decisiones que tomamos la estrategia era resistir, ganar tiempo,
obtener presupuesto fiscal, construir las agroindustrias, y así lo hicimos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 265
Luego, buscar recursos internacionales, lo que también hicimos, aunque muy
tarde y obstruir a la SPPC en su perverso objetivo.

Con Oswaldo y otros líderes conversábamos sobre la importancia de con-


tinuar apoyando el proyecto latinoamericano, nuestra vieja amistad con el
pueblo cubano y luego con el hermano pueblo de Venezuela nos obligaba a
aquello. Existía la necesidad de mantener la tolerancia frente a la con-
tradicción y odio del oficialismo, y conseguir financiamiento del Banco de
Venezuela, el cual estuvimos a punto de lograrlo. Nos aprobaron el crédito y
justo cuando estaban a punto de finiquitar dicha aprobación y entregarnos
los recursos a 25 años y 3% de interés, me metieron preso. Algunos dicen que
esta fue otra de las razones de mi prisión.

Nos cuentearon con que esta “revolución” era un periodo de transición ha-
cia un nuevo modelo económico en construcción, una nueva arquitectura
financiera, con independencia y libertad, pero al final resultó una mezcla de
fanesca y menestra con revoltillo de huevos que terminó indigestando a
nuestros pueblos, a más de los oportunistas y corruptos que están medran-
do en el gobierno y que terminaron festinándose la bonanza del petróleo.

Cerca de 104 mil familias montuvias integradas y activas por dos décadas,
por años sintieron en carne propia este maltrato, comprendieron sus
circunstancias y muy a pesar de aquello, por confianza en mi dirección,
continuaron “apoyando” al gobierno, pero sin el entusiasmo de antes. Esa
fue siempre nuestra estrategia, nuestro direccionamiento, por eso el agro
costeño mantuvo su quietud ante el gobierno. Nuestras comunidades se
tragaban su ira, su frustración e impotencia, pero a finales del 2012, des-
pués de mi encarcelamiento, empezaron a reflexionar y a meditar su posi-
ción; aunque en febrero del 2013 el agro volvió a votar por Correa y AP.
Públicamente se denunció que “hasta los muertos votaron”; su coraje y
rechazo lo expresaron en las urnas en el 2014, votaron contra Correa y contra
AP. Son particularidades propias de los pueblos.

Hoy hay un camino abierto por recorrer. Ya sabemos cómo resolver el pro-
blema de la pobreza, cómo desarrollar el país desde la agricultura, desde el
agroturismo, el paisaje, la forestación, economía circular, con
responsabilidad ambiental y social. Las próximas generaciones tendrán que
llegar donde nosotros no pudimos hacerlo. Somos los pequeños

l
266 DIGNIDAD MONTUVIA
productores agrícolas, los que producimos la riqueza en el país, los que ge-
neramos la materia prima para que se muevan las fábricas, las industrias y
las empresas, incluyendo el sistema financiero. Somos el capital social y
humano más importante de una sociedad porque damos de comer al país,
aportamos al PIB y somos responsables de reducir el calentamiento global.

¿Por qué tenemos que seguir siendo pobres, discriminados, excluidos y ex-
plotados en pleno siglo XXI? Que alguien nos explique por qué tenemos que
esperar. ¿Esperar qué? ¿A quién? Si no nos unimos los pueblos montuvios,
indígenas, afros y mestizos, rompiendo las barreras de la exclusión y dis-
crimen para construir soluciones viables, probadas, tal vez mañana sea de-
masiado tarde. Esta es la época de cambios que no aprovechamos, la opor-
tunidad de América Latina la jodieron gobiernos inconsecuentes y corruptos;
solo dieron al pueblo dádivas y migajas mientras se levantaron con nuestro
petróleo; jamás pensaron seriamente en las soluciones siendo América
Latina el continente más pobre.

Al inicio se construyó la integración regional con los gobiernos, pero sin


integrar a los pueblos. Actualmente, hay un estancamiento y un retroceso, la
integración fracaso, debemos recomponerla. Si no, ¿hacia dónde vamos?
China tienen importantes inversiones en nuestra América, ya no hay
hegemonía de EE. UU., estamos en manos del gran capital globalizado; esto
es peor que la condición anterior. ¿Cómo enfrentarlo? Hagámoslo mediante
la unidad, la integración. EE. UU. tiene problemas. Ahora comparte parte de
su influencia en la región, el imperio chino también es un peligro para
nuestras naciones. Nuestra deuda con los chinos es impagable, corrupta,
pero si estamos unidos, integrados, podremos negociar con respeto y so-
beranía. Los socialistas del siglo XXI facilitaron la penetración china a
nuestro continente. Son responsables de habernos premeditadamente
hipotecado a la China y en plena década de bonanza petrolera.

El agro unido tendrá que asumir la responsabilidad de hacer que los cam-
bios lleguen al sector rural. Tenemos que construir un nuevo concepto, un
nuevo pensamiento, un nuevo lenguaje, un nuevo sistema de producción,
saber qué hacer frente a la enorme pobreza existente en el sector rural de
nuestros países, pobreza que es consecuencia de los malos gobiernos, un
cáncer que ningún gobierno ha querido extirpar de nuestros campos.
Debemos desechar todos esos conceptos equivocados como

DIGNIDAD MONTUVIA
l 267
el asistencialismo, las dádivas y el paternalismo que nos impusieron e in-
trodujeron, con la intención de hacernos dependientes de los gobiernos,
calmarnos con paliativos que resultan muy costosos para el Estado y no
solucionan el problema de la pobreza.

Hay que entender que debemos construir un nuevo modelo de desarrollo


justo, equitativo, solidario, comunitario, con visión empresarial, agroin-
dustrial, desde nuestra propia realidad, desde nuestra riqueza cultural, am-
biental, desde nuestras propias fortalezas y experiencias desarrolladas por
los propios pueblos, con resultados positivos y en armonía con la naturale-
za. Este es nuestro aporte al desarrollo económico del agro latinoamerica-
no, eliminar de raíz las cadenas de la explotación y discriminación haciendo
producción asociativa e integrada por rubros, mediante la agroindustria
comunitaria-artesanal y comercialización directa.

El agroturismo, el turismo gastronómico, la cultura, la naturaleza, son he-


rramientas que solucionan el problema de la pobreza rural; sin embargo, las
autoridades no logran ver ese potencial. Hay que tener creatividad, ima-
ginación, innovación, pleno conocimiento y experiencia en el tema para no
malograr esa opción como jodieron la asociatividad de los agricultores, ha-
ciéndola clientelar, dependientes del Estado y después le echan la culpa del
fracaso a la “desorganización de los montuvios”, lo cual no es verdad.

La solución al problema de la pobreza del agro está en su gente, en su na-


turaleza, en su cultura, en sus experiencias desarrolladas, pero hay que sa-
ber manejar ese capital social. El capital humano es el capital más valioso e
imprescindible para desarrollar los pueblos. Lamentablemente, la vieja
universidad no formó profesionales en esa área, pero la falta de técnicos en
esa especialidad se suple inicialmente con liderazgo, conocimiento, cri-
terios y experiencia. Nosotros lo hemos probado, este es nuestro fuerte,
sabemos cómo hacer desarrollo económico desde las ciencias endógenas. El
CODEPMOC desarrolló e implementó este modelo económico desde el 2004,
integrando a todas las comunidades, previo a un proceso de capacitación
formativa en desarrollo humano. Lamentablemente, en el 2011, nos cortaron
los recursos económicos y el proceso se detuvo, aunque unos pocos proyectos
con esfuerzos propios han logrado sostenerse y aún no es posible obtener
resultados por la falta de crédito y espacio estatal, lo cual es un derecho.

l
268 DIGNIDAD MONTUVIA
Esperábamos en el 2014-2015, la obtención de un crédito hipotecario y po-
ner operativa la pequeña industria arrocera, integrando a más de doscien-
tas comunidades de Guayas, Los Ríos y Manabí; obviamente, dentro de un
proceso económico con justicia social, sin explotación ni dependencia. Que-
ríamos demostrar al gobierno y al pueblo ecuatoriano cómo se hace, pero
nuevamente el Estado, a través de la CFN y el BNF nos negó el crédito, pese
a que teníamos asegurado el mercado. Una vez más el propio Estado nos ce-
rró las posibilidades de crear consorcios comunitarios por rubros de
producción que desarrollen el agro con justicia social y erradiquen la pobreza
de nuestros campos. Esta es la verdad que hace doler el alma montuvia.

Es verdad que desde el Magap se orientó a la asociatividad y a la


agroindustria comunitaria, son los ejemplos y resultados del pueblo
montuvio, pero están confundidos en la definición. No es pasar del
explotador individual al explotador colectivo, no es construir proyectos
aislados, no saben de economía circular. Están totalmente equivocados.
Copiaron mal y la buena intención no es suficiente.

Necesariamente, se requiere entender esa diferencia conceptual y visionaria al


respecto. Es indispensable la participación comprometida y decidida de la
mayoría de organizaciones del sector. Ese es el capital humano que se requiere,
con altos niveles de conciencia y de responsabilidad que le dan confianza y ase-
guran el éxito esperado. Es un proceso largo y complicado, desarrollado por el
pueblo montuvio, que se va construyendo permanentemente, desde su cultura,
su naturaleza, sus experiencias, sus fortalezas, solo así se puede hacer desarro-
llo económico endógeno en un sector altamente sensible y vulnerable.

Los kits, los bonos, son ayudas que no resuelven el problema y en el caso de los
kits lo agravaron, porque fueron insumos de tan mala calidad que destruyeron los
suelos y acabaron con las defensas naturales del ecosistema. No es verdad que los
montuvios no son propensos a la organización, eso es totalmente falso. La histo-
ria del pueblo montuvio recogida en esta narrativa lo prueba. La verdad es que no
hay muchos profesionales formados, capacitados para trabajar con el capital social
ni con los grupos humanos, que es el capital más importante, de este y cualquier
proceso a emprender, a excepción de los técnicos agrícolas y profesionales que co-
laboraron y participaron en la construcción del proceso montuvio. Ellos tienen una
valiosa experiencia que si se la aprovechara sería un valioso aporte al desarrollo del
agro, pero el Magap tiene intereses clientelares y de dependencia.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 269
El proceso no es fácil. Se requieren profesionales que saquen de la mente del
empobrecido su condición de víctima, desterrar el concepto lastimero,
levantar la autoestima y prepararlos para desarrollarse en la adversidad. Si
las autoridades, por actitudes infantiles no quisieron ver los avances y logros
del CODEPMOC y su rica experiencia acumulada, vuelquen su mirada hacia
las comunidades campesinas del sur de Brasil, a los del Movimiento Sin
Tierra de las cooperativas agrícolas de Paraná, quienes han logrado comu-
nitariamente, desde su propia cosmovisión, desarrollar la agroindustria y
empresas con responsabilidad social, con excelentes resultados que son de
dominio público y un ejemplo para el mundo; cooperativas agrícolas con tres,
cuatro y cinco mil socios, haciendo todo el proceso productivo, desde la
siembra, pasando por la agroindustria hasta la comercialización, in-
cluyendo bancos comunales y fábricas de insumos. Exactamente lo mismo
que estábamos haciendo nosotros con el pueblo montuvio, en el que hay
varios ejemplos sobre este tema como la exportación de alcohol orgánico a
Inglaterra, la exportación de pasta de cacao a Europa, la exportación de
panela granulada a Italia, exportaciones que se sostuvieron por varios años,
pero que desde el gobierno de Correa no fueron apoyadas oportuna y
adecuadamente como se debió hacer. Igual resultados han obtenido los
zapatistas de México en el estado de Chiapas, donde han desarrollado
políticas públicas de salud, de educación y económico-productivas desde su
propia cosmovisión; igual Salinas de Bolívar con exitosos resultados.

Hay una izquierda oportunista, responsable de haber cogobernado con los


“progresistas”, quienes en actitud sospechosa persisten en sostener a los
gobiernos socialistas del siglo XXI; no hay duda de que se contaminaron.
Sobre estos gobiernos ya no hay nada que hacer, hay que dejar que estos
inconsecuentes y corruptos gobernantes, como se los acusa públicamente, se
vayan a su casa o a enfrentar la justicia. Hay un montón de presos y
sindicados por estos delitos de corrupción, no nos hagamos líos, estos
“robolucionarios” ya no nos sirvieron. Tenemos que elegir nuevos
gobernantes y con estos sostengamos la unidad e integración en función de
los intereses de nuestras naciones, dialoguemos, propongamos, debatamos,
consensuemos. Es la única opción que queda, ¿para qué la continuidad de
traidores y corruptos?

Todo el año 2012 coordinamos con los hermanos venezolanos de la Embajada


y del Ministerio del poder popular, hicimos recorridos importantes por las
provincias de Guayas, Los Ríos y Manabí, realizamos reuniones masivas en

l
270 DIGNIDAD MONTUVIA
Guayaquil y Portoviejo. El pueblo montuvio y sus comunidades entendían bien
que el ALBA era una oportunidad, un gran mercado solidario, pero de pronto
aparecieron unos oficialistas que dijeron ser los representantes en el ALBA y
nos desautorizaron. Incluso, mediante comunicación de la Cancillería reclama-
ron ante funcionarios de la Embajada, es decir, ni hacían ni dejaban hacer. Esa
es, penosamente, la discriminación y xenofobia que utilizaron contra el pueblo
montuvio. Hay miles de testimonios de aquello.

Con ese sectarismo y actitud equivocada, consciente o inconscientemente, de-


bilitaron el proceso de integración, restaron el apoyo popular tan necesario e
indispensable para consolidar y avanzar en la construcción del poder popular.
No hay la menor duda ya de que el peor enemigo de los procesos revoluciona-
rios y de cambios en las sociedades son los propios denominados de izquierda.
No me voy a retractar en lo dicho, aunque por supuesto hay valiosas
excepciones, pero es la verdad.

La propia “izquierda” ha hecho daño a muchos procesos revolucionarios que


han existido en Latinoamérica y el mundo, y lo más peligroso es que no se
organizó ni preparó al pueblo para defendernos de las futuras agresiones
imperiales. Los gringos van a tratar de recuperar el control de nuestros paí-
ses, van a disputarse o negociar con los rusos y chinos la riqueza petrolera
del Orinoco, las reservas más grandes del planeta; así como también van a
apropiarse de la rica biodiversidad y el agua del Amazonas; van a recuperar
y defender a sangre y fuego, cuando ya no puedan con el chantaje, lo que
siempre consideraron su patio trasero. Por supuesto que los chinos y rusos
van a defender sus inversiones, lo más probable es que se pongan de acuerdo
y se repartan bonito nuestras riquezas. ¿Quién es responsable de haber
introducido al imperio chino y ruso en América Latina? ¿Quién facilitó y
negoció sus inversiones en áreas estratégicas y a cambio de qué?
Interrogantes que hay que hacerlas hasta tener las respuestas. Tres amos
resultan extremadamente peligrosos por las experiencias que ya hemos vis-
to en Medio Oriente.

Hay que tener cuidado extremo para evitar que con mercenarios y sicarios
nacionales nos armen grupos terroristas fundamentalistas. Suerte que en
nuestro país hay una oligarquía que se acomoda fácilmente a las circunstan-
cias y a sus intereses, con una oposición política torpe, sin liderazgo y con
rabo de paja. Sus ídolos de barro son solo eso. También hay posiciones de lu-

DIGNIDAD MONTUVIA
l 271
cha, de bronca, en varios sectores de la sociedad, que expresan descontento
popular en las calles, los cuales son descalificados, agredidos verbalmente,
perseguidos por la justicia y encarcelados, oprimidos con políticas de miedo
y chantaje, que caracterizaron al gobierno de Correa.

No se ha entendido que el descontento popular crece vertiginosamente como


río en creciente hasta alcanzar niveles de rechazo popular insostenibles. La
división de gremios convertidos en contestatarios beligerantes de su misma
clase, solo son grupos oportunistas que se ofertan en cada gobierno, son
desechables. Al final, su servicio prestado al oficialismo solo rinde beneficio
personal, jamás colectivo. “Es más fácil engañar a los pueblos que
convencerlos de que son engañados”. Felizmente, los montuvios oficialistas
están invisibilizados. Siempre necesitaron de nuestra luz para brillar, ojalá
se mantengan así, con un mínimo de dignidad, porque ya nos hicieron pasar
mucha vergüenza ajena. ¿Qué consiguieron para el agro? ¡Nada!

El Pueblo Montuvio del Ecuador apoyó a Correa hasta finales del 2011
cuando nos quitaron los recursos, pero a mediados del 2013 cuando salí de
cana, realizamos una campaña contra la Chevron. Eran los temas de
actualidad y los utilizamos; se sumaron a nosotros varios candidatos
montuvios de AP en varios cantones. Era gente nuestra y no los podíamos
apartar. El objetivo era demostrar que a pesar de la persecución y el canazo
seguíamos fuertes y unidos; el objetivo se logró.

La organización entró en receso y suspendió toda participación política, hasta


que la Asamblea Nacional del PME sea convocada y ella resuelva lo pertinente.
Fuimos testigos de la contaminación de la dirigencia montuvia.

Oswaldo, Miguel, Lady, Benito, temporalmente Rocío y Andrea, desde junio


del 2013 hasta noviembre del 2014, se integraron al recorrido por las co-
munidades, parroquias y cantones de las provincias del litoral. Yo empecé
mis recorridos desde la misma semana que salí de prisión y no paré hasta el
2014. La juventud no está de acuerdo con la forma de gobernar del presidente
Correa, les molesta su actitud irrespetuosa, insultante; a nadie le gustan los
bravucones y sobraditos. Hay mucho rechazo en la población juvenil, pese a
que Correa trata de manipularlos en su discurso.

l
272 DIGNIDAD MONTUVIA
Asimismo, hay un enorme descontento en el sector rural que hay que saber
interpretar puesto que el desarrollo del agro nunca llegó. Son diez años,
tiempo suficiente para haberlo hecho y no se hizo. No se obtuvo una excelen-
te semilla de buena calidad, resistente a las plagas y enfermedades y de alta
productividad; el uso indiscriminado de agrotóxicos destruyó los suelos, los
cuales están enfermos, oxidados, y como consecuencia de ello existe una muy
baja producción y un alto costo de la inversión; la pobreza se agudizó, la
migración juvenil aumentó, no hay red vial rural, la prefectura de Jairala es
rechazada en los pueblos, hay trasvases inaugurados que transportan el agua
a grandes distancias, pero sin las obras complementarias para llevar el agua
a las parcelas; no hay canales secundarios, no hay vías de acceso, no hay
muros, no hay riego ni estaciones de bombeo, toda una vil estafa.

El BanEcuador es otro cuento. No hay créditos. La agricultura está


liquidándose, la gente sigue sembrando porque no tiene otra cosa que hacer.
Hay decenas de miles de pequeños agricultores quebrados y endeudados en
el BNF. Definitivamente, la agricultura no es rentable, no es negocio y eso
afecta la actividad comercial en los pueblos. El montuvio empezó a perder la
esperanza, otros ya la perdieron hace rato. Nuestra dirigencia también se
cansó de esperar, unos pocos se dedicaron a facilitar el asistencialismo, a
ganarse un sustento. En cada actividad se ganan un billete, así los
corrompen; igual que antes, nada ha cambiado.

Pese a todas estas dificultades, el pueblo montuvio cree en la integración, confía en


la unidad, la esperanza en la organización se mantiene. Las comunidades saben
que nos falta poder político, el que en esta “revolución ciudadana” nos fue vetado.

El anuncio hecho por el presidente de que en el 2015 se inauguraría en el país


El Banco de Desarrollo Rural creó expectativas en la población del agro, pero
fue otra desilusión más para nuestro pueblo. Terminamos ese año sin banco
ofrecido y sin créditos. Estos compromisos, el gobierno los incumple por falta
de una clara conceptualización de lo que es un banco de desarrollo y para qué
debe servir.

Mis hijos y yo, recién en el mes de abril del 2015 obtuvimos el crédito en el
BNF para la siembra invernal, después de año y medio de gestión, cuando el
arroz ya tenía más de 3 meses de edad, crédito atrasado que solo sirvió para
pagar las deudas adquiridas con el chulco, los insumos fiados y pagarés

DIGNIDAD MONTUVIA
l 273
vencidos —con el antecedente de que este banco estatal, so pretexto del fe-
nómeno de El Niño, en el 2014 tampoco entregó créditos a los agricultores,
causándonos un grave perjuicio económico.

No pudimos sembrar en el 2014, no pudimos pagar los pagarés vencidos,


caímos en mora; nos hicieron prestar o vender para pagar los vencimientos
con la promesa del nuevo crédito, los que como indiqué anteriormente, fue-
ron entregados con bastante atraso, por lo que volvimos a caer en mora en el
2015 con el agravante de que tampoco entregaron créditos para la siembra
de ese año ni para la del invierno del 2016, con el mismo pretexto de El Niño,
el que nunca llegó, por lo que bien pudimos haber sembrado.

Tres años sin crédito para siembra con el cuento de El Niño. Nos tenían que
quebrar. Es toda una política de liquidación a miles de agricultores al más
puro estilo neoliberal. ¿Quién responde por este perjuicio económico cau-
sado? ¿Dónde está la Asamblea? Parece que la solución al perjuicio causado
por el banco es la condonación de intereses, esto se le ocurrió a la Asamblea,
pero ni el banco ni el Estado, nadie respondió legal ni económicamente por
el grave daño causado, así que la condonación de intereses solo alivió un poco
el atropello cometido por el propio banco, aunque el enorme perjuicio
causado es irreparable y solo benefició a deudores de menos de 15 mil dóla-
res. Seguramente, más adelante habrá otra condonación de interéses

La empresa agrícola familiar de mis hijos, como era de esperarse, quebró;


nos liquidaron las desastrosas políticas crediticias del BNF como hicieron
con miles de agricultores del país. Decidimos, con mucha tristeza, abando-
nar para siempre la noble actividad de agricultor, poner en venta nuestra
propiedad, pagar al banco y cambiar de actividad económica. Esta es la tris-
te realidad de mi Ecuador rural. ¿De qué revolución agraria hablan? ¿De qué
sirve la Ley de Tierras a los pobres? ¿Para qué sirve el BanEcuador? Recuer-
do a asambleístas y dirigentes campesinos bailando en la Plaza Grande
celebrando las “leyes revolucionarias” que había aprobado la Asamblea, sin
el mínimo conocimiento sobre la pobreza rural y ministros de Agricultura
pecando de ignorantes, o expresa y premeditadamente sabían lo que hacían.

Los problemas y trabas de la burocracia en el Banco de Fomento, en el IESS,


como en otras instituciones públicas son también producto de la medio-
cridad de nuestra sociedad, de su falta de profesionalismo, de ética, de sus

l
274 DIGNIDAD MONTUVIA
equivocados conceptos sobre el servicio público. Hay una paupérrima for-
mación académica y personal, con excepciones, por supuesto. Este es un
problema grave de la nueva generación que tiene que resolverlo la sociedad,
aprendiendo desde el hogar, desde la escuela. Es un problema cultural, hay
que formar una nueva generación útil al país; es nuestro deber formar gente
emprendedora, creativa, imaginativa, innovadora, una sociedad de seres
humanos pensantes, solidarios y consecuentes, con capacidad para producir
ideas, capaces de pensar por sí mismos y construir pensamientos en
beneficio del país y la sociedad.

El país adolece de pensadores, es una pena reconocerlo, pero es la verdad; hay


excepciones y tal vez importantes pero no se destacan. Aunque nos duela el
alma debemos reconocer que hemos formado una generación en su mayoría
obedientes, que requieren de jefes o patrones que les asignen tareas que ellos
de forma autómata cumplen, una generación formada para ser empleada e in-
dividualista; les interesa solo su situación personal, una generación que no está
sirviendo al desarrollo del país ni a la sociedad, ni a la familia, una generación
que está en deuda con la historia, que tiene que justificar la razón de su existen-
cia, ponerle contenidos a su vida, trascender en ella.

Es dura esta realidad, pero debemos aceptarla por muy dolorosa que nos
parezca, aceptar que nosotros, la materia prima de la sociedad, sigue de-
fectuosa. Solo cuando entendamos esto podremos enfrentar el problema y
resolverlo en un largo proceso de tiempo y espacio. Somos responsables de
la generación que estamos formando; el tiempo imperdonable de la vida nos
dará el mérito o nos condenará por ello.

En la actualidad, la sociedad ecuatoriana en todos sus estamentos y más aún


el pobre, está siendo duramente golpeada por el correato. No hay juventud
protestando, no hay juventud debatiendo los graves problemas del país,
planteando soluciones y cuando no las hay, el único camino que queda es
luchar hasta lograr la solución. Mi generación en su juventud fue luchadora,
peleaba en las calles, fuimos una juventud digna, altiva, rebelde, con honor,
con deberes y compromisos, incluso sacrificios; la revolución la llevábamos
en el alma, no en la boca. Alianza País degeneró el concepto de la revolución
y lo que es ser revolucionario.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 275
INTEGRADOR NACIONAL,
UNA ESPERANZA CIERTA

Con los antecedentes que precedían a la relación tormentosa que mante-


níamos con el oficialismo, a mi pueblo no le dejaron otra opción que buscar
espacios de poder político con la creación de nuestro propio partido.

Era nuestro legítimo derecho, un partido nacido desde nuestras propias ba-
ses, desde nuestras profundas raíces culturales, un partido amplio y demo-
crático que permita la integración de otros sectores populares importantes
en la construcción de la democracia, de la justicia social, que garantice la
representación legítima de los pueblos montuvios; no de asambleístas im-
puestos a dedo por la partidocracia, que nada tienen que ver con nuestros
pueblos y territorios, asambleístas residentes en las lotizaciones de Guaya-
quil, de la vía a Daule, que usurparon una representación y pertenencia que
no tienen. Obviamente, los montuvios organizados no pusimos candidatos,
hasta ahora no lo hemos hecho.

Un día, la juventud montuvia con Luis Miguel Centeno, Ricardo Villacrés, Bru-
no Párraga, del Guayas; Junior Guerra, Gary Meza, de Manabí; junto a Lady
Mosquera, me convencieron de la necesidad imperiosa de crear el movimiento.
Analizamos y resolvimos llevarlo a la discusión del Consejo Nacional del Pueblo
Montuvio del Ecuador y obviamente a todas las instancias provinciales,
cantonales y comunitarias.

Claro, Luis Miguel se encargó de argumentar la propuesta con los dirigentes


nacionales y realizó un trabajo de consenso previo. La dirigencia se entu-
siasmó, llegaron a la conclusión de que había que hacerlo. Todos tenían ra-
zón. Aparentemente, era el momento oportuno. Esta era la oportunidad, un
movimiento político propio que reforzaría el proyecto de unidad latinoame-
ricana, de soberanía e independencia. No se contradecía con los supuestos
postulados que esgrimía AP, al menos eso decían en el papel.

l
276 DIGNIDAD MONTUVIA
Luis Miguel y yo lo conversamos con Galo Mora, quien nunca nos dio un
reparo en el tema; así que finalmente, consciente de mi responsabilidad
histórica ante mi pueblo, accedí a socializar el tema con las bases y así se
hizo. La respuesta que trajeron los provinciales fue contundente. Había que
formar el movimiento político ahora o nunca, aunque a mí personalmente
algo no me cuadraba en el análisis. ¡Cuánta falta nos hizo el conocimiento y
experiencia de Jorge Moreno! Aún no entiendo cómo lo dejaron fuera de este
capítulo. Pablo Morán y el doctor Alex Gutiérrez habían fallecido.

Así que un día, el 15 de noviembre del 2011, en multitudinaria concentración


nacional realizada en la plaza San Francisco de Guayaquil, ante más de 15 mil
montuvios y montuvias, tal como lo publicaron los medios de comunicación,
montuvios venidos desde todos los rincones del litoral, respaldaron la decisión.

Luis Miguel Centeno hizo el lanzamiento de la campaña de recolección de


firmas para la creación del movimiento INTEGRADOR NACIONAL (IN). La
suerte estaba echada y la decisión estaba tomada. La aprobación de las
multitudes fue apoteósica, llena de fervor, entusiasmo y esperanza. El pri-
mer director nacional del premovimiento fue el Dr. Luis Centeno, manabita
residente en Quito, a quien conocimos en esta etapa del pueblo montuvio y a
quien le correspondió ponerse al frente de tan importante desafío. Miles de
dirigentes y bases del pueblo montuvio presentes en ese multitudinario acto
se comprometieron a recoger las firmas en todos los recintos del litoral, en las
parroquias y cantones. No quedó lugar ni sitio que no hayan recorrido ni
visitado. Todos apoyando la creación de su movimiento político, todos
haciendo esfuerzos. ¡Qué entusiasmo le ponían!

Esto causó molestias en un sector oficialista y en el Guayas se empezaron a


activar campañas en contra del movimiento montuvio, tal es así que el in-
tendente de esa época fue con agentes y empleados a su cargo a tumbarnos
la tarima que los montuvios —los que apoyábamos en las calles a la revolu-
ción ciudadana— habíamos levantado para ese 15 de noviembre. Sorpren-
dentemente, desde la Municipalidad de Guayaquil, llegaron funcionarios y
metropolitanos a garantizar la tarima. La anécdota narrada demuestra la
solidaridad que despierta la montuviada en nuestra región.

Hay varios hechos al respecto. Funcionarios de la gobernación y algunos


asambleístas que buscaban la reelección, azuzados por odiadores gratuitos,

DIGNIDAD MONTUVIA
l 277
empezaron peligrosamente a actuar contra nosotros. Tenían temor a nues-
tras candidaturas en el IV Distrito del Guayas, sospechaban que podíamos
tener una buena votación porque son nuestros pueblos. Además, difícilmente
podían hacer fraude, puesto que los pueblos reclamarían los votos. En
contubernio con personas resentidas de la institución, lanzaron las ya
conocidas campañas de difamación contra mí, ya que siempre he sido la
cabeza. Buscaron la realización de una auditoría direccionada a hacernos
daño, ejercieron presión sobre la Fiscalía IV de delitos contra la función
pública y la Contraloría, para que violentando los procedimientos y
atropellando mis derechos, me encarcelen por indicio de peculado, delito
inexistente. Como luego en el proceso legal se probó, no hubo la materialidad
del delito, no hubo pérdida o desvío de un centavo de dólar. Hubo el
cumplimiento fiel del contrato, no hubo perjuicio de ninguna índole, ni al
Estado ni a la comunidad. Nunca hubo vinculación entre las empresas, no
hubo sobreprecio y el contrato se cumplió a cabalidad.

Me llevaron a una instrucción fiscal sin que exista perjuicio de ninguna


índole. Nunca probaron la existencia del peculado. Cuatro altos funciona-
rios de la Contraloría declararon en la Fiscalía que no había nadie perju-
dicado, ni se había perdido nada y que el contrato se cumplió a cabalidad.
Finalmente, la Corte Provincial de Justicia declaró la nulidad absoluta del
proceso instaurado en mi contra, aunque al final de la instrucción fiscal, la
Fiscalía intentó cambiar la figura del peculado por el de asociación ilícita,
recurso que anteriormente fue negado por el juez.

Así se persigue a los dirigentes en mi país, utilizando la justicia, haciendo de-


nuncias falsas, inventando delitos inexistentes. Utilizaron a la policía para que
en cinco o seis ocasiones revisen el vehículo del CODEPMOC, que era de mi uso
personal, en la búsqueda de armas; tiempo después aparecieron un montón de
discos con grabaciones de las reuniones que yo mantuve, tanto con el pueblo
montuvio como en el CODEPMOC. En fin, fueron innumerables acciones de
persecución y acoso realizadas por esta gente durante el 2012.

Luis Miguel Centeno y Ricardo Villacrés, jóvenes profesionales de Guaya-


quil, fueron los encargados de organizar los sectores importantes de la ciu-
dad. Ricardo, profesor de la Universidad Católica, con un gran espíritu de
colaboración y con mucho entusiasmo, organizó las brigadas de recolección
de firmas en Guayaquil y ahí fue donde se puso vulnerable a la organización,

l
278 DIGNIDAD MONTUVIA
porque en esas brigadas se infiltraron personas indeseables, direccionadas a
dañar la información, pero que gracias a la oportuna intervención del ca-
pacitador y los jóvenes, fuimos alertados sobre la presencia de un enorme
paquete de firmas sospechosas.

Fallaron en su intento, lo cual es de conocimiento público ya que circuló en


medios escritos como televisivos. Incluso en la misma gente que desde
Guayaquil llegaba a engrosar las filas del Integrador Nacional, nos infiltra-
ron informantes, sapos que cumplían la consigna de recabar información y
hacer el mayor daño posible a la organización, todos plenamente identifica-
dos. Coincidentemente, meses después de mi encierro en la cárcel, los cinco
laboraron en la misma institución pública desde donde se fraguó el daño, es
decir, hubo un trabajo de inteligencia planificado para malograr nuestro
objetivo. Conocemos plenamente al detalle esta colusión montada contra el
movimiento montuvio, aunque no recogimos pruebas de su confabulación;
después de todo, poco nos importa, son simples gajes del oficio.

Pese a la falta de experiencia de nuestros jóvenes líderes, uno de ellos nos


puso en alerta, dio la voz de alarma sobre lo que estaba ocurriendo y con
ayuda del capacitador contratado por el movimiento pudimos detectar, jus-
to a tiempo, más de treinta mil firmas que una empleada de la Prefectura del
Guayas y un funcionario de esa misma institución pretendieron intro-
ducirnos. Lamentablemente, dos veces fuimos donde el fiscal del Guayas a
entregar las firmas sospechosas que habíamos detectado y confiscado, pero
las dos veces no las recibió. La primera adujo que había fallecido la abuelita
de la secretaria; y la segunda vez nos dijeron en su despacho “que ya subía,
que estaba en otro piso”. Total, pasaron las horas y nunca subió, es así como
no logramos entregar las firmas confiscadas; parecía que todo estaba plani-
ficado y programado para que esta diligencia no se cumpla.

Estos dos hechos constan en el proceso legal instaurado en mi contra. Los cho-
feres del CODEPMOC y otras personas más que me acompañaron a cumplir
con esta diligencia en la Fiscalía pueden dar fiel testimonio de este hecho. Lue-
go de los análisis realizados con mucha minuciosidad y con distintos actores,
llegamos a la conclusión unánime que desde el inicio teníamos gente infiltra-
da en el movimiento con la consigna de no dejarnos avanzar; tenían temor a
nuestras candidaturas, tenían temor a la corriente montuvia que camina y se
expande por toda la región. Tenían que detenernos y efectivamente lo lograron.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 279
Sin embargo, entregamos más de 280 mil firmas, de las cuales solo 147 mil es-
taban validadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE); las restantes, según
el CNE, estaban repetidas en otros partidos y un mínimo porcentaje de ellas
eran inconsistentes, lo que definitivamente nos dejaba fuera de la posibilidad
de lograr la creación del movimiento político. Además, esa era la consigna.

En la última recogida de firmas que hicimos se notó el cansancio y el desáni-


mo en la dirigencia porque ya estábamos alertados, tiempo atrás, de que había
una confabulación contra nosotros, que hagamos lo que hagamos no nos iban
a reconocer el movimiento; rumores que se esparcieron con mucha fuerza en
Guayaquil, expandiéndose por otras provincias. Obviamente, eso desanima a
cualquiera. Parece que había mucha gente excesivamente interesada en nuestro
movimiento político. La dirigencia nacional recomendó buscar la posibilidad de
alianzas por lo que hubo acercamientos con el Partido Avanza, la cual no se
concretó por el equivocado criterio de un burócrata de ese partido.

Luego, hubo propuestas de movimientos y partidos políticos de la vieja par-


tidocracia, que por obvias razones descartamos de la manera más cordial.
También, hubo una propuesta generosa del movimiento político de Rodas
que yo descarté de inmediato; aun así, en algún espacio de nuestra orga-
nización de jóvenes manabitas se quedaron conversando directivos de esa
agrupación política lo que originó ciertas sospechas y suspicacias en nues-
tros gratuitos odiadores, quienes se apuraron y afanaron por sembrar temo-
res en los aspirantes oficialistas a candidatos por el IV Distrito del Guayas;
estos exageradamente se preocupaban por nuestra posible presencia como
candidatos, lo cual no tenía nada de cierto ya que estaban totalmente des-
cartadas nuestras candidaturas.

Pero frente a la duda, y una vez que les falló la Contraloría, también la Fis-
calía y la requisa de armas, optaron por involucrarme a través de un falso
testigo protegido de la Fiscalía, quien solo mencionó en su testimonio: “Una
vez me reuní con Lucho Alvarado en su oficina, ubicada en el piso 10 del edi-
ficio Gran Pasaje y le entregué 150 firmas que nunca me pagó”. Léase bien,
150 firmas, algo sin trascendencia y hasta dio una dirección equivocada de
mi oficina, la que nunca estuvo ubicada en el Gran Pasaje, menos en un piso
10. Pero esto fue suficiente para involucrarme en el montaje que habían pre-
parado, proceso en el cual yo nada tenía que ver.

l
280 DIGNIDAD MONTUVIA
Me enfrenté a un fiscal serrano que no sabía de qué acusarme y a un ma-
motreto de juicio penal que no tenía ni pies ni cabeza, a 15 días del plazo para
la inscripción de las candidaturas, creyendo equivocadamente que
aceptaríamos la propuesta de candidatizarnos al IV Distrito del Guayas y a
escasos 10 días de la aprobación y entrega del crédito del Bandes de Vene-
zuela para poner operativos los consorcios agroindustriales de arroz, maíz y
cacao —entrega del crédito que se efectuaría multitudinariamente ese 15 de
noviembre en Guayaquil.

Abusivamente, sin yo tener nada que ver en el proceso instaurado, en un


descarado abuso de poder, y sin el menor escrúpulo, las autoridades del CNE
con mala intención y temeridad, me acusaron falsamente y me involucraron
en ese juicio instaurado contra otros. Sin existir una sola prueba en mi
contra, me capturaron y me encerraron en la cárcel, en el calabozo 115 de la
Penitenciaría del Litoral. Esto fue un evidente abuso de poder y una infame
persecución política a la que se prestaron obedientes algunos “cabezones” del
Partido Comunista del Ecuador (PCE) quienes dirigían el CNE.

Allá fui a parar con mis sueños y mis tristezas, así quisieron acabar la utopía
de los jóvenes montuvios de crear su propio movimiento político. En una
conocida radio de la ciudad dijeron: “Así paga el diablo a sus devotos”, por-
que cuatro años estuvimos en las calles apoyando la unidad, la integración y
por supuesto a Correa, sin ser parte del gobierno ni de los afines a Alianza
País. Si se hubiese permitido a los montuvios participar con una alternativa
electoral propia, seguramente en febrero del 2014 INTEGRADOR
NACIONAL hubiese obtenido entre 30 y 40 alcaldías y casi con seguridad
podemos afirmar que Jimmy Jairala no hubiese sido el prefecto del Guayas.

La tan cacareada alianza de la izquierda derechosa corrupta no era nada,


oportunismo puro alrededor del poder. La mayoría de esos movimientos no
tuvieron estructuras ni gozan de la simpatía popular, son clientelares y
burócratas, son camisetas, banderas y nada más. Todo lo expresamos con
respeto, pero con pleno conocimiento de la realidad montuvia. Somos y ha-
cemos vida en la campiña litoralense, somos estudiosos de su cultura, in-
vestigadores permanentes de su capital social, sabemos lo que sucede en ese
mundo mágico del montuvio.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 281
El sector rural no tenía por quién votar, ni Monge ni Rhon significaban algo
para el agro guayaco. El único candidato visible para la población rural y los
montuvios urbanos de Guayaquil era Jairala; por el respaldo que le daba
Correa, por eso votaron por él. Además, la gente de AP en los cantones le hizo
el favor a la campaña del prefecto, por eso hay que levantar otra lucha para
reformar la Constitución y que los distritos metropolitanos de Quito y
ciudades de más de 2 millones de habitantes como Guayaquil, no tengan
nada que ver en la elección de los prefectos. Esa responsabilidad debe ser
exclusiva de todos los cantones rurales de estas provincias.

Mi injusta prisión fue el final de la tragicomedia vivida por el pueblo montu-


vio desde el año anterior, cuando los recursos económicos del Presupuesto
General del Estado del año 2011, asignados por la Asamblea Nacional en el
presupuesto fiscal de ese año, negociados y aprobados por la Senplades y el
Ministerio de Finanzas para la ejecución de la fase final de los proyectos
agroindustriales y empresariales de las comunidades montuvias, nos fue-
ron expresamente bloqueados en su adjudicación por la SPPC y la SGP.

Primero, nos despojaron de los recursos legalmente establecidos en el Pre-


supuesto del Estado, luego nos boicotearon toda posibilidad de construir
nuestro propio partido y candidaturas. Después, encerraron en prisión a su
principal constructor y conductor; finalmente, le destrozaron el proceso de
desarrollo que venía implementándose desde el CODEPMOC, institución a
la que liquidaron legalmente después de mi prisión: le quitaron los recursos
y ya no pudo cumplir la función. Inexplicablemente la conservaron hasta
mediados de julio del 2016 como cadáver insepulto, denigrando la lucha
montuvia, pagando sueldos a funcionarios que no cumplían ninguna fun-
ción más que la de hacer proselitismo político a favor de AP.

Pese a que la Asamblea en el 2014 creó los consejos de igualdad de los pueblos
montuvios, se dieron cuenta de que esos organismos no sirven para nada, solo
cumplen la función de intermediarios, no ejecutan nada, ni sus propuestas son
vinculantes, y así lo fueran, los ministerios no tienen ni idea de cómo ejecutar
políticas públicas desde la cosmovisión propia del pueblo montuvio y desde las
ciencias endógenas. No tienen el conocimiento ni la experiencia.

Pese al atropello y cárcel contra Lucho Alvarado, jamás se quebrantó la fé-


rrea unidad de nuestro pueblo. Jamás se ablandó el espíritu combativo de

l
282 DIGNIDAD MONTUVIA
nuestra organización, jamás se acalló la voz rebelde de los montuvios que
protestaron siempre en las calles de Guayaquil exigiendo la libertad de su
líder, de su compañero Lucho, atropello que se cometió contra un hombre
inocente, víctima del poder omnímodo. Hubo gente del oficialismo impli-
cada directamente, aunque no podíamos probarlo, pero según decían “la
orden vino de arriba”. No habrá sido del cielo.

Había que cuidar a los demás dirigentes, la embestida fue general. Había
intimidación, no podía arriesgarlos. Al pueblo montuvio lo construimos con
amor, con solidaridad, con respeto, jamás con odios ni rencores, ni ven-
ganzas; he ahí la fortaleza de nuestro pueblo. En esos momentos difíciles
surgieron nuevos liderazgos, como los de Martín Chávez, de Milagro; Lady
Mosquera, de Palestina; Annie Muñoz Aroca, de Daule; Fabián Navarrete,
de Yaguachi, aunque este último después traicionó su conciencia, pero en
definitiva fueron ellos quienes se jugaron la enorme responsabilidad de po-
nerse al frente del pueblo. No era para menos: dirigir su lucha en defensa de
la institución pública CODEPMOC. ¡Qué orgulloso me sentí en la cárcel por
esos jóvenes líderes montuvios! También por los dirigentes provinciales y
locales, que sin temor a las amenazas, chantajes y presiones que sufrían
supieron pararse valientes, dignos, altivos y con el coraje suficiente para
defender el proceso montuvio, sus conquistas, y por sobre todo, la dignidad
de nuestro pueblo. Ni sometidos ni humillados. Es verdad que dieron todo lo
que pudieron dar, el conocimiento es un proceso de muchos años.

No es fácil formar líderes en un país donde la juventud ha perdido el ho-


rizonte, donde la juventud apática permite la corrupción, el totalitarismo,
donde no hay quién escriba la historia. Ecuador carece de líderes, no hay
madera, el futuro es incierto. Annie tomó el mando del CODEPMOC, jamás
perdió el contacto conmigo, nunca me abandonó en la cárcel; siempre tuvo a
su lado a Lady, frecuentemente me visitaban en prisión, casi todas lo hacían.
Lady supo darle a Annie el apoyo y la fortaleza necesaria para enfrentar la
adversidad, a ese monstruo generador de odios llamado “Secretaría de Pue-
blos”, nombrecito que los montuvios jamás olvidarán.

Este grupo de jóvenes tomaron la decisión de conducir al pueblo montuvio,


de preparar las acciones de defensa, las movilizaciones de protesta por la
injusticia cometida, se pusieron al frente y nunca abandonaron su puesto ni
tampoco a su compañero Lucho. Fabián y Martín fueron un soporte para

DIGNIDAD MONTUVIA
l 283
Lady y Annie. Esta última, por su juventud, tenía problemas de autoridad con
el personal, pero la presencia de Lady en la institución fortaleció su gestión.

Fui el único director de un pre-movimiento político acusado, enjuiciado y


reducido a prisión por el tema de la presentación de “firmas falsas” ante el
CNE, lo cual nunca se probó en el juicio y que ahora resulta, según el informe
final de la Contraloría General del Estado, que los procedimientos de revisión
de las firmas realizados por el CNE son nulos, es decir, me acusaron
falsamente, sin que existan las pruebas debidas ni se aplicara el debido
proceso. El movimiento montuvio pagó los platos rotos sin siquiera probarse
mi culpabilidad en el supuesto delito. Así actuaban los “socialistas” del PC.

De todos los movimientos y partidos, el Integrador Nacional era el que menos


firmas inconsistentes tenía; no llegaban ni a tres mil en total de acuerdo a la
información inicial que se publicó en los diarios y que lógicamente era producto
de la falta de experticia de los jóvenes recolectores, aunque después misterio-
samente aparecieron más firmas inconsistentes. Mientras que en los otros par-
tidos y movimientos, incluido AP, aparecían varios cientos de miles de firmas
inconsistentes, reconocidas públicamente como falsas, según la información de
prensa que diariamente se publicaba en los diarios y que nadie desmintió. Sin
embargo, al movimiento montuvio se lo castigó sin miramientos ni contempla-
ciones, pese a que la información que entregamos al CNE estaba prolija y técni-
camente revisada, previamente autodepurada, con sellos de anulado en más de
cuarenta mil casilleros, cuyas firmas consideramos inconsistentes, hecho que
fue reiteradamente resaltado por los funcionarios del CNE.

Aquí cabe preguntarse: ¿Quién ordenó este crimen que cometieron los del
CNE contra los montuvios en la persona de su principal dirigente? No hay
dudas de quien fue, vino de arriba y no precisamente del cielo. Mi único
delito fue firmar públicamente las actas de entrega-recepción de las firmas
al CNE, sin considerar las advertencias que me hicieron varios ciudadanos
sobre Domingo Paredes. Efectivamente, él fue quien puso la denuncia y pre-
sentó la falsa acusación particular en mi contra.

No guardo rencor a ellos ni a nadie. Hace rato conozco la condición humana


de la gente. Si quiero luchar por mi pueblo debo estar liberado de todos esos
malos sentimientos que envenenan y corroen el alma; solo con amor y ver-
dad se puede liderar al pueblo, se puede construir un proceso.

l
284 DIGNIDAD MONTUVIA
Fui el único director de un pre-movimiento político no legalizado que fue
encarcelado y enjuiciado por el CNE por este tema de las firmas. Al parecer
nosotros, el movimiento montuvio de la costa —los luchadores y oprimidos
de siempre, los explotados y empobrecidos por el sistema—, fuimos los esco-
gidos por los “comunistas” del CNE para ser chivos expiatorios, castigarnos,
ensañarse contra nosotros, sentar un precedente y posiblemente desmontar
el encausamiento legal que habían preparado contra Fabricio Correa. Lo
cierto es que cumplieron la orden de inhabilitarnos como candidatos; así
pagamos justos por pecadores, así se reprime al pueblo abusando del poder.
Pero en las próximas elecciones el pueblo montuvio volverá a poner candi-
datos con la seguridad de que gozaremos del respaldo popular y tendremos
asambleístas por el IV Distrito del Guayas, por Los Ríos y por Manabí. Ojalá
que no quieran volver a meterme preso; son hechos puntuales que este
ensayo no puede dejar de recoger. Que fácil es soñar.

En la primera revisión realizada, el CNE aprobó ciento cuarenta y siete mil


firmas válidas y dijeron que había cien mil repetidas en otros partidos y mo-
vimientos, así consta en las actas. Yo nada tenía ni tuve que ver con grupos
de mujeres que en Guayaquil se dedicaban a recoger firmas para todos los
partidos y movimientos, gente humilde que había hecho de este ilícito una
forma de trabajo y sustento diario, a excepción de las personas que las
dirigían y conscientemente fraguaban el engaño. Nuestras firmas provenían
de los recintos, parroquias y cantones de todas las provincias del litoral; las
recogieron los montuvios, hombres y mujeres de nuestro agro costeño,
jóvenes entusiastas llenos de esperanza, con la única utopía de construir su
propio movimiento político, sin meditar en lo atrevido que aquello resulta-
ba. Así es nuestra juventud montuvia, aún no contaminada.

Producto de este abuso enfrenté otro juicio —esperando que la justicia sea
justa—, pero ninguna de esas maniobras en torno a mi prisión quebraron el
espíritu de lucha y la sed de justicia de nuestros compañeros. Por el contrario,
dirigencia y bases se daban cita todos los lunes en Guayaquil defendiendo a
su compañero preso bajo el mando de Martín y Fabián, compañeros que se
templaron al calor de esa dirección. Son gestos y acciones de solidaridad de
nuestra gente sencilla que jamás se olvidan y vivirán eternamente en nuestra
memoria, en la memoria eterna de la lucha montuvia como ejemplo de
dignidad para las nuevas generaciones.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 285
Lástima que en el 2013 le encargamos la Secretaría Ejecutiva del CODEPMOC a
Fabián, pensando que en unos meses todo terminaría. Lamentablemente, pasó
más del tiempo previsto, el gobierno lo mantuvo de largo casi tres años y termi-
naron manipulándolo para que les amontone gente, con el mismo cuento de AP.

Yo me alejé del CODEPMOC, ya no había razón para seguir ahí; aunque la ins-
titución, como dijimos anteriormente, ya estaba liquidada desde que me metie-
ron en la cárcel. Esta inoperancia y negligencia es responsabilidad absoluta y
total del Consejo de Participación Ciudadana (CPCCS) y de la Asamblea Nacio-
nal, por demorar cuatro años la aprobación de la Ley. En más de dos años no
fueron capaces de elegir los Consejos de Igualdad de los pueblos y nacionalida-
des, no hubo autoridad que los obligue. Sabían que esos consejos no funciona-
rían, son solo burocracia al servicio de la politiquería del gobierno.

En este relato debo también recoger la experiencia de mis hijos que se supie-
ron parar firmes pese a todas las circunstancias adversas que les tocó vivir;
se portaron cual dignos herederos de la genética guerrera de su padre y pese
a su falta de experiencia, supieron sostener a la familia y principalmente las
deudas. Steven Gabriel se constituyó desde el primer día de mi prisión en el
jefe del hogar, mis hijas Michelle Aminta y Nathalie se allanaron a su
liderazgo, del cual nunca dudaron.

Rocío Correa, una gran amiga, en son de broma me comentó un día: “En tu
casa todo está igual, pareciera que no haces falta”. Siempre Rocío transmi-
tiéndome ánimo, nobles gestos de su parte que siempre recuerdo. Mi an-
ciana madre, pese a lo delicado de su condición, se portó a la altura de las
circunstancias y nunca se afectó en su estado de salud, digna heredera de la
tradición guerrera de mi abuela Aminta Sarco Castañeda Martillo Ma-
gallanes de Buenaño Cueva, güaleña de Manabí, quien con su Winchester 30-
30 al hombro, allá por 1933, en una noche tormentosa en las montañas de
Bermejo, protegiendo a sus tiernos hijos, luego de más de dos horas de
balacera cruzada, ella con su esposo Manuel, casi acaban con una banda de
los temidos tauras que por aquellos tiempos asolaban el agro costeño, así lo
informó diario El Universo de esa fecha. De esos genes desciende mi viejita,
quien se mantuvo firme como un viejo roble, sabiendo que ella era la sombra
donde sus nietos se cobijaban, por eso quise rendirle tributo a mis ancestros
en estas letras.

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286 DIGNIDAD MONTUVIA
¡Cómo no mencionar a mi tío abuelo! Israel Valentín Cabello Sánchez, Mayor
de la milicia alfarista, hermano mayor de mi abuela Herminia, quien fue
miembro de las montoneras de Alfaro junto a los coroneles Leopoldo y
Tomás Rugel, todos oriundos de Santa Lucía. Sobresaliendo su espíritu
temerario y aguerrido, por lo que se hizo merecedor a ser parte del grupo de
valientes milicianos que asaltaría el tren donde transportaban prisionero al
Gral. Eloy Alfaro, desde Durán a Quito; acción valerosa y audaz que fue
rechazada por el ejército placista en las goteras de la población de Yaguachi.
En el ataque perdieron la vida los comandos alfaristas y los sobrevivientes se
arrojaron al caudaloso río, donde fueron cazados a tiros por el ejército
placista, entre ellos estaba mi ancestro Israel Cabello, quien mientras nadaba
recibió un tiro de fusil por la espalda que le salió por el pecho, dándolo por
muerto.

Felizmente, una palizada milagrosa lo mantuvo a flote, llevándolo río abajo,


donde fue recogido por una solidaria campesina que lo rescató de las aguas,
lo mantuvo vivo y a buen recaudo durante tres meses, hasta que rehabilitado
y a caballo llegó a la hacienda de mi abuela y sus hermanas, a pocos
kilómetros de Santa Lucía. Ahí terminó su recuperación, pero no su
persecución, ya que hasta allá llegaron las tropas placistas a buscarlo. Nunca
pudieron lograr su objetivo, ya que Israel Cabello, con los trabajadores y
quienes vivían en su hacienda, formaron su propia montonera e Israel
sobrevivió hasta la vejez. Ahora ya saben de donde viene nuestra genética
guerrera de los montoneros y chapulos por lograr justicia social en nuestro
país y en nuestra América, sueño difícil de cumplir, hasta que un día vuelva
al poder un montuvio o un indígena, solo ahí construiremos el Ecuador que
seguimos soñando.

En cuanto a la cana, fue una prisión injusta, premeditada y temerariamente


establecida para reprimirme, ablandarme. Nadie en mi región, la persona
que conoce plenamente mi integridad, creyó el cuento de que un hombre
serio como yo andaría falsificando firmas y utilizando documentos falsos.
Fue la peor torpeza que se les ocurrió al acusarme de aquello. “Cada canalla
juzga de acuerdo a su propia condición”. Quedó evidenciado ante el país que
fui víctima de una persecución política enmascarada en una causa penal.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 287
En 25 años de lucha pública, me han acusado de ladrón, corrupto, de todo.
La inmensa población de mi costa rural sabe con absoluta certeza que Lu-
cho Alvarado es un hombre honrado, decente, honesto, íntegro, de honor,
valor, compromiso, sacrificio y ganador en todo lo que se propone. Nadie les
creyó el cuento; las injurias y difamaciones nunca les dieron resultados,
quizás por eso tuvieron que acusarme de falsificador de firmas, “de uso do-
loso de documento falso”, que fue el acta que públicamente firmé en el CNE
cuando entregué las firmas de inscripción del partido.

Mi familia fue la más afectada en lo psicológico, en la salud y en lo econó-


mico. Mi anciana madre bordeando los 90 años, en su silla de ruedas, fue la
que más sufrió, pero como fuerte árbol frondoso resistió y aguantó con
mucho carácter y temple mi prisión. Mi hijo perdió el dinero de su cosecha
de arroz, no pudo pagar al BNF. Un abogado de los miles titulados sin ética
que andan por allí lo estafó con diez mil dólares, por lo que vendió en tres
mil dólares su Grand Blazer del 90 y mis últimos fierros los remataron a
precio de feria; pero gracias a la solidaridad y apoyo del pueblo montuvio,
del tío Edson, del primo Gonzalo Tamayo, de mamá Holanda, mi querida y
segunda viejita, a quien amamos mucho y del resto de la familia, nunca
perdieron la dignidad.

El encierro me sirvió muchísimo para meditar, reflexionar y pensar. Defi-


nitivamente, mis convicciones políticas e ideológicas son extremadamente
sólidas, jamás guardé rencores ni odios ni venganzas contra todos aquellos
que le hicieron mucho daño a miles de familias inocentes de mi pueblo,
cortándoles su presupuesto obtenido a base de lucha y esfuerzos, frenando
sus legítimas aspiraciones de desarrollo económico, mucho menos guardé
rencor contra los que se confabularon para encerrarme injustamente en la
cárcel. Esas personas no merecen el mínimo sentimiento de mi parte.

Claro que si en ese preciso momento, cuando me ingresaban esposado a la


prisión, hubiese tenido una oportunidad para fusilarlos a todos, sin pen-
sarlo un segundo lo hubiese hecho. Incluso después de muertos, los hubiese
vuelto a fusilar. El coraje no era tanto por mí, era por el daño causado a mi
pueblo y a mi gente, pero no se puede vivir odiando. El odio ciega. Ya vemos
lo que le pasa al dictador por odiar y perseguir a quienes piensan diferente y
sin duda mejor que él.

l
288 DIGNIDAD MONTUVIA
Los líderes no pueden conducir a su pueblo con rencores ni venganzas. Hay
que aprender a tolerar, hay que comprender las circunstancias, aceptar los
hechos y entender la condición humana de las personas. Lo único bueno de
la cana es que tuve tiempo para la reflexión y la meditación. Me convencí una
vez más de que el pueblo montuvio necesita constructores y conductores para
conducirlo y sacarlo de la discriminación, exclusión y desigualdad en que lo
sometió y empobreció el sistema.

Igual problema tiene nuestro país. Hacen falta líderes. A falta de liderazgo, los
pueblos construyen líderes de barro. ¿Qué esperanza tendremos en las nuevas
generaciones? Una juventud que no se la ve dirigiendo ni liderando nada —son
muy pocas las excepciones. Los campos se están quedando sin jóvenes, hay una
fuerte y permanente corriente migratoria hacia Guayaquil, Manta, Quevedo,
Portoviejo, Machala; en Quito hay mucha población montuvia.

La población montuvia está envejeciendo. Los jóvenes se han ido, las dro-
gas han empezado a circular con fuerza en nuestros recintos gracias a los
asambleístas de AP que impulsaron su consumo, los fines de semana los
chongos están llenos de juventud. Hay una juventud desorientada, sin norte
ni horizonte. Hay que demostrar a los jóvenes con ejemplos y convencerlos
de que la lucha por la justicia social es una buena razón en la vida, justifica
la existencia y le pone contenidos a la vida.

No somos incapaces ni delicados, ni descendemos de cobardes. Nuestros ante-


pasados fueron guerreros. Debemos actuar con honor, con absoluta responsa-
bilidad. El tiempo es nuestro peor enemigo. No podemos permitir que en nues-
tro país vivamos la pesadilla que está viviendo México con la narcopolítica, o la
tragedia social de Guatemala y Salvador con los maras, o la miserable realidad
de Haití y la vergonzosa situación socio-económica en que hoy se debaten paí-
ses como Venezuela y Nicaragua. En estas últimas se perdieron todas las
libertades y derechos y los han convertido en países gobernados por tiranos.

Debemos retomar desde los pueblos los avances logrados con la unidad e integración
regional, abrir canales democráticos de diálogo con los nuevos gobiernos, no entrar
a la confrontación radical sin ningún resultado, agotar el diálogo hasta donde sea
posible; profundizar los procesos que sean necesarios y no permitir nuevamente que
irresponsables gobiernos “progresistas”, falsas izquierdas socialistas, nos maten los
sueños, nos jodan la integración, la independencia y la libertad anhelada.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 289
Nos corresponde reiniciar el proceso de integración regional, de unidad econó-
mica, cultural, ambiental, en busca de un modelo alternativo. Es lo que debe-
mos construir, o construyamos el que sea necesario, pero salgamos del modelo
actual en el que nos sometieron y esclavizaron sin ningún resultado positivo
para el país. Más aún ahora, con chinos y rusos adentro, lo cual constituye un
mayor peligro para los intereses comunes de nuestro continente.

Este objetivo es el que unió e integró a latinos y caribeños. Los pueblos te-
nemos el deber de construir otra alternativa de vida, eso es lo que debemos
hacer. Hemos perdido terreno, la unidad latinoamericana se dio, con proble-
mas pero algo avanzamos: CELAC, UNASUR, solo fue un sueño, hacia dónde
queremos ir, juntos diseñar el camino: un nuevo modelo de desarrollo de
justicia social pero con libertad, sin dependencia estatal ni imperial.

Está probado hasta la saciedad que los conceptos eurocéntricos y anglosa-


jones no sirvieron de mucho o casi nada en esta América Latina propia y di-
versa. Doscientos años vivimos en el subdesarrollo y miseria, copiando mo-
delos importados impuestos desde realidades diferentes. La solución para los
latinos es el desarrollo endógeno, desde nuestro propio contexto cultural y
ambiental, desde nuestra propia realidad. Allí están los pensamientos de
grandes maestros como Aníbal Quijano, Orlando Fals, Enrique Dussel, José
María Arguedas y otros.

La crisis traumática que están viviendo los españoles les ha hecho cambiar su
forma de vida, adquirir nuevos conceptos y comportamientos que peligrosa-
mente podrían contaminar a nuestra juventud estudiosa, si es que no se les da
el tratamiento oportuno y adecuado. A más de que estas son sociedades fraca-
sadas, la eurozona se está desmoronando e incluso los españoles recogieron
algunas de nuestras experiencias para desarrollarlas allá, creyendo al inicio
que eran buenas y tal vez lo eran, sin la corrupción, sin el atraco a las estatales
petroleras perpetrado por los gobiernos socialistas siglo XXI.

Lo cierto es que tenemos que desarrollarnos desde nuestra cultura, desde nuestra
historia, desde nuestras realidades, desde nuestra naturaleza. Somos ricos en esto,
tenemos la tierra, el arte de producir, los ríos, las playas, volcanes, lagunas, casca-
das, bosques, arte y cultura de sobra, esto se vende, el mundo compra.

l
290 DIGNIDAD MONTUVIA
Por esta razón, se torna imprescindible la organización y formación de la
juventud, la participación comprometida de los jóvenes en la construcción
de una nueva sociedad. Esto solo es posible si los pensamientos y los ideales
están claros. Se requiere una nueva generación que supere las falencias y
dolencias de las actuales, que asuma el liderazgo en la construcción y con-
ducción de nuestros pueblos; una juventud con valores, honor, dignidad,
comprometida con su sociedad y el mundo, que asuma deberes, dispuesta al
sacrificio y con valentía.

Es admirable el esfuerzo de Diego Machuca López, viejo apoyador de la lucha,


por consolidar el proceso de construcción y fortalecimiento de la juventud.
Estaremos vigilantes de los resultados con la Juventud Revolucionaria (JRAP),
la que nació en ese nuevo despertar de América Latina. La juventud tiene que
asumir su indelegable papel ante la historia, tiene que trascender en el tiempo
y en el espacio, juventud gloriosa, que tiene que aparecer ahora. Este es el
momento oportuno, no hay otro mejor. Mañana será tarde. La juventud debe
acudir presta al llamado clamoroso de los pueblos latinoamericanos que
demandan se los conduzca por los caminos de la unidad, la organización y la
lucha, por justicia social e igualdad, sin sectarismo ni discriminación.

¿Dónde estás juventud? Libérate de los viejos prejuicios que han desmovilizado
a nuestros pueblos, libérate de las cadenas que lo han atado siempre a la pasi-
vidad, a la comodidad, al facilismo, a la burocratización de la lucha; libérate de
esa vieja y decrépita izquierda, falsos revolucionarios caducos. Hace décadas
perdieron el horizonte, deambulan sin rumbo y sin papel en la historia, falsos
socialistas del siglo XXI, jamás han escrito nada trascendental en los últimos
40 años. Esta década perdida también se perdió con ellos, son tan culpables
como los gobiernos que serviles complacieron con gratitud, fueron cómplices y
encubridores de los errores, las contradicciones y la corrupción, cadáveres
ambulantes que los progresistas resucitaron para sus protervos fines y cuando
estos, sus protectores, desaparezcan, volverán a morir en el cementerio de los
pueblos sin memoria. Por supuesto que hay excepciones.

Ya no más cuentos de las izquierdas y derechas. Ahora empieza el tiempo de


los pueblos, es la época de los pueblos de América Latina. Necesitamos
recuperar el liderazgo en la integración y avanzar con ella; necesitamos ese
despertar de la nueva juventud que surja irreverente ante la sociedad me-
diocre y sus normas, irreverente ante el poder establecido, irreverente ante

DIGNIDAD MONTUVIA
l291
la ley injusta, ante la religión y ante la injusticia social; irreverente ante el
mundo y la vida equivocada que les dejamos como herencia, maldita heren-
cia de un planeta agonizante.

¡Vamos juventud! Asuman su deber histórico. La vida no tiene sentido si no


se lucha contra la injusticia. La vida no vale nada si no nos liberamos de la
explotación y la dependencia. La vida es un carajo sin amor al prójimo, sin
libertad, sin independencia. ¡Vamos Juventud Revolucionaria! El mundo
está al revés, vamos a cambiarlo. La tarea es vuestra. Hay que caminar los
caminos y hacer los que faltan. Hay que despejar el horizonte, fijarlo, tenerlo
claro. Hay que señalar el rumbo de la vida, la audacia y la temeridad son
vuestras armas, el valor y el coraje también lo son. Hay que ponerle
contenidos a la vida, hay que darle razón a la existencia. Juventud, eres la
esperanza de mi pueblo; es tu pueblo también, son tus raíces, ahí está tu
cultura, tu identidad, tu pertenencia.

“Desgraciados los pueblos del mundo donde la juventud no tiene historia,


malditos los pueblos donde la juventud nace sin alma”. Tú eres el alma de un
pueblo, la fuerza que empuja al mundo. Juventud sin revolución no es
juventud; sin ti, juventud, no hay historia. Sin ti, juventud, no habrá futuro.
Juventud, te llamamos, porque en el alma llevas la estirpe guerrera de Al-
faro, de los montoneros, los chapulos. Despierta juventud, que no te mani-
pulen ni te sometan el burocratismo ni el servilismo. Juventud irreverente,
levántate, camina, construye tú lo que yo no pude. Ahí están las calles, los
campos, las páginas de la historia esperando las escribas.

Es tarea de la juventud liberar la justicia, darle la independencia necesaria.


Es deber de la juventud luchar por la independencia total de los poderes del
Estado. No puede la Fiscalía ni la Contraloría General del Estado estar al
servicio del primer mandatario para usarlas como instrumento de persecu-
ción contra sus opositores o contra quienes opinen diferente. El CNE tiene
que ser un verdadero organismo democrático representado por todos las
corrientes políticas del país. Sigo soñando con que un día la juventud de mi
país se levante y nos señale el rumbo a seguir.

l
292 DIGNIDAD MONTUVIA
DE LA PENITENCIARÍA A LA CAMPAÑA

Cuando muchos pensaban o creían —unos cuantos hasta rogaban para lavar
su acción pecaminosa de enviarme a la cárcel— que cuando yo saliera de la
peni saldría revestido de rencores, sediento de venganza y de odios contra todos
aquellos que me encarcelaron y frenaron el desarrollo de mi pueblo, que mi
posición sería dura, radical y frontal contra el gobierno, pues no fue así.

A la penitenciaria me llegaron algunas propuestas para que yo organice des-


de la cárcel la oposición del agro costeño al gobierno, lo cual reflexivamente
rechacé. Una vez me enviaron a la cárcel a una abogada hermosa, elegante,
inteligente, que me ofreció todo el respaldo y apoyo de sectores importan-
tes, contando para ello con toda la logística necesaria, movilización, medios
de comunicación, recursos económicos, etc., todo con tal de hacer mi propia
oposición al gobierno desde el pueblo montuvio. Querían involucrar a todas
las provincias de la costa, incluso me ofrecieron liberarme en un mes. Ha-
bían estudiado mi caso; la abogada a más de bella era muy astuta y persua-
siva, con pleno conocimiento de causa, nos despedimos con el compromiso
de que cuando saliera la llamaría. Nunca lo hice, aunque jamás olvidé su
perfume, como tampoco olvidé la solidaridad del colombiano Muñoz, del
mexicano Manuel, del pela’o Jeison, del “Mudo”, de Obregón, ni olvidé al
ruso, al polaco, a Terry y a muchos amigos en desgracia, con quienes com-
partí seis meses en la peni y les prometí mencionarlos en esta narrativa.

Hice todo lo contrario de lo que la estúpida lógica recomienda, las traiciones,


los odios, corajes, rencores, rabia, maldiciones e indignación por el atropello
cometido, los dejé encerrados allá en el calabozo 115 de la Penitenciaría del Li-
toral. No podía salir odiando de la prisión, el odio produce ceguera y cáncer
después de los 50, un par de veces derramé unas lágrimas de cocodrilo por la
impotencia sentida, pero me las guardé, no dejé que el odio floreciera.

DIGNIDAD MONTUVIA
l293
Lo primero que hice fue visitar y reunirme con mi pueblo, con sus dirigentes y
líderes, allá en la oficina del CODEPMOC, lo cual fue un reencuentro inolvida-
ble, lleno de amor, de mucho cariño, de solidaridad, de alegría, aunque también
tuve la clara percepción de que en el ambiente flotaba mucho coraje e indigna-
ción por la forma cruel como nos habían maltratado. Algunos así lo expresaron
en el abrazo; algunas lágrimas de alegría pude observar en algunos rostros jó-
venes y hermosos de nuestras líderes montuvias, también en nuestros mayores.

Había vuelto a mi pueblo. Me habían estado esperando, habían defendido el


CODEPMOC para que yo regrese ahí, al mismo sitio, al mismo lugar donde una
parte de la historia empezó, desde donde habíamos iniciado la construcción del
desarrollo económico endógeno, desde una cosmovisión propia. Todo estaba
igual a la última vez, aparentemente, pero ya el gobierno había liquidado la
institución, les había quitado los presupuestos a las comunidades, les había
cercenado los programas y proyectos, hasta reducido los gastos corrientes. Ya
no había nada que hacer ahí, salvo la transversalización que nunca se dio.

Inspirado por el momento me mandé una arenga de esas que me salen del
alma y tracé la cancha. Teníamos que seguir luchando, por estrategia no
podíamos, tan débiles como estábamos, enfrentar a Correa ni a AP, quienes
tan miserablemente se habían portado con el pueblo montuvio, que los apoyó
al inicio. Teníamos que apoyar la unidad latinoamericana porque AP, cuatro
meses atrás supuestamente, había barrido en las elecciones y hubiese sido
un suicidio irnos frontalmente en contra. Teníamos que seguir sosteniendo
el proceso montuvio y tratar de involucrarnos en el proceso de integración
regional. Lástima que los pueblos no se hayan integrado al ALBA, pues ese
fue otro gran crimen de estos gobiernos sectarios, excluyentes. No podían
darnos poder. Su interés era el petróleo y la banca de China, nunca la libertad
política ni la independencia económica. Hoy todos pagaremos las
consecuencias de aquello. La integración es la tarea pendiente. Propuse que
frente a las elecciones de febrero del 2014 hagamos nuestra ya acostumbrada
campaña a favor de lo que somos y hemos sido siempre: impulsadores de los
cambios en el país y en Latinoamérica, nada que ver con AP.

Así fue como iniciamos la campaña. Da testimonio de aquello el folletín


medio gobiernista que el CODEPMOC creó para el efecto y que se distribu-
yó por todo el país, especialmente en las esferas públicas. Desde Quinindé,
con Edmundo Bastidas, histórico luchador y referente moral de Esmeral-

l
294 DIGNIDAD MONTUVIA
das, y Sara Villaprado, joven montuvia, cuadro de liderazgo de Edmundo y de
ese sector, junto a otros líderes como Joselito, Richard, con quienes volvimos a
juntarnos para fortalecer la campaña. Bajamos por Manabí, recorrimos sus
parroquias y cantones, desfilamos y marchamos por las nostálgicas calles de
Portoviejo, Pichincha, Paján, Rocafuerte, 24 de Mayo, La Unión, testigos de la
presencia altiva y digna del pueblo montuvio, recibiendo el fuerte abrazo soli-
dario y el cariño de su maravillosa gente, diciéndome: “Aquí estamos presentes,
compañero Lucho”, “Mande usted, comandante”, “Por ti hemos venido, Lucho”,
expresión última que me llamó mucho la atención y que después comprendí
mejor; hermosos gestos que siempre vivirán en mi retina y en mi memoria.
Indudablemente, los manabitas están en mi corazón y yo en el de ellos.

Canoa, Jama y Pedernales son un gran potencial turístico para desarrollar el


agroturismo comunitario desde lo endógeno, desde su naturaleza, desde su
gastronomía, desde su cultura, desde su paisajismo, linda gente aquella.
Siempre recordamos la solidaridad y el temple de Amaro Robles, flamante
periodista y luchador del pueblo montuvio de Pedernales. Lástima que tres
años después, la naturaleza se ensañó violenta y trágicamente con la pro-
vincia más querida del Ecuador. La muerte y destrucción vivida por nues-
tros hermanos de Manabí nos rompió el alma a todos, su dolor nos desgarró
la vida. A mí, me marcó profundamente. Apenas tenga la oportunidad, vol-
veré a terminar los sueños que juntos sembramos, jamás podré olvidar los
compromisos con esa bella gente a la que mucho amé.

Siempre recorrimos las calles de Palenque, Vinces, Baba, Babahoyo, Montalvo,


Valencia, con miles de montuvios fluminenses acompañando las marchas, los
desfiles. Sus pueblos, siempre con sus modestas calles llenas de hombres y mu-
jeres esperando que los cambios lleguen; desgraciadamente, pasaron 14 años y
nunca llegaron. Pueblos sedientos de liderazgo, de conductores que los encami-
nen a resolver los problemas de la pobreza rural, del abandono.

Definitivamente, nuestros pueblos carecen de liderazgo. En el agro costeño, los


líderes envejecieron, no hay relevos, en el país no hay líderes, se confunde
líderes con profesión. Es una grave falencia para una nación. Ni la izquierda ni
los movimientos sociales han forjado líderes, hemos fracasado en esa tarea. Yo
lo intenté un montón de veces, pero el perfil y características de un líder no se
compran en una ferretería, es una amarga realidad, definitivamente es un pro-
blema cultural de nuestra sociedad, de nuestra generación por no formarlos.

DIGNIDAD MONTUVIA
l295
Los gobiernos “progresistas”, ahora llamados corruptos, se olvidaron de la
revolución cultural, burocratizaron a los jóvenes en lugar de darles masas y
colectivos para que los conduzcan. Las “izquierdas” que cogobernaron con
Correa no priorizaron la revolución humana; ahí están las consecuencias.
Avanzamos, luego retrocedimos, porque nadie entendió nada. Los pueblos
carecen de cultura política, incluso del criterio filosófico sobre la vida y la
razón de la existencia. Los conceptos son muy pobres y ahí es donde se apro-
vechan los amos, los dueños del país para manipular a su antojo, a favor de
sus intereses; pero no puedo perder la esperanza en la juventud, en una nue-
va generación, ese es nuestro futuro y hay que forjarlos, hay que templarlos
para que no hereden la basura que contaminó a la actual. Hay que incul-
carles valor, honor, patriotismo, compromiso, dignidad, servicio, ética, moral,
deberes, amor y verdad; esto no se lo van a enseñar los políticos ni las iglesias,
por el contrario, intentarán adormecerlos, es toda una confabulación política-
religiosa para mantener el control y gobernar el mundo. Que la tecnología no
los idiotice, hay que darse prisa o las drogas, la desidia, nos ganan la batalla y
no veremos construido el mundo que una vez soñamos para nuestros hijos.

En Vinces, me acompañó a encabezar la marcha Leonel Fuentes, joven abo-


gado y madera de líder en la provincia de Los Ríos, de la juventud socialis-
ta, pero empachado como yo del socialismo, gran amigo, leal compañero y
brillante futuro de esa provincia. Actualmente, Leonel es concejal de su
cantón. Me une con él una vieja amistad que mantuve con su señor padre,
quien desde la alcaldía de Vinces fue solidario con el pueblo montuvio de ese
cantón. También me acompañó en los recorridos por la provincia una joven
promesa montuvia riosense, Jordi Carriel, luchador permanente de
Palenque, quien pese a su corta edad tiene una buena trayectoria de lucha y
defensa por los intereses de su pueblo. Me gusta caminar al lado de ellos.

También debo mencionar a Henry, José y muchos jóvenes más que no recuerdo sus
nombres, pero que permanentemente me acompañan, especialmente en los desfiles
de Palenque, Baba y Vinces. Esa fuerza joven que gustosamente promociono con
mucho entusiasmo y esperanza de que algún día se decidan y asuman su deber, su
responsabilidad y su compromiso, como ayer los asumió Nicolás Infante y sus
montoneros; que sean ellos los conductores y constructores naturales de este proceso
de avanzar en los cambios, en las soluciones; en no permitir que por la corrupción de
los progresistas y sus “negocios” con chinos, rusos y yankees, tengamos que volver al
pasado oprobioso, humillante y miserable del cual intentamos salir sin éxito aún.

l
296 DIGNIDAD MONTUVIA
He vivido en el Ecuador de todas las épocas, malas y peores, pero esta, al
inicio, fue la mejor. Nos pintaron una ilusión, una fantasía de izquierda, por
eso nos tragamos el cuento y apoyamos de buena fe. Después de la muerte de
Chávez, vino la debacle. Todo empezó a cambiar, faltó un líder decente, ho-
nesto, incorruptible, comprometido con la causa latinoamericana. No hubo
alguien con esas características. No podemos llorar sobre mojado. Hay que
despertar a la juventud rebelde, sacar el alma guerrera que llevan dentro,
que sean irreverentes ante el mundo, ante la sociedad apática y conformista.
Hay que cuidar el continente puesto que nuevos imperios han penetrado
nuestra América y hay que prepararse para lo peor. El calentamiento global
está encima de nosotros, la narcopolítica se está apropiando de nuestros
países. Si no aparece la juventud, de verdad que el futuro del Ecuador y de los
pueblos latinoamericanos es incierto. Sigo terco esperando a la juventud.

Al regresar a Baba, me encontré con esos viejos luchadores curtidos por el


sol del tiempo, como Francisco Salcedo, José Santana, Julio Santillán y Co-
ronel, de la Isla; Ronquillo, de Guare y el viejo luchador Urbano Alvarado,
Geovanny Santillán, el ‘Flaco’ Vera, Nicolás Infante, Salinas y tantos amigos
y compañeros que quiero mucho y que me recibieron en su cantón con gui-
tarras y unas heladitas, con la alegría del reencuentro y la esperanza latente
de continuar construyendo el sueño de todos.

Es aquí donde me hierve la sangre al recordar que un gobierno supuesta-


mente “socialista” no nos dejó construir el desarrollo económico de los po-
bres, la agroindustria comunitaria de los empobrecidos, pero me la guardo y
trago la caña que alguien me brinda. Siempre habrá gobiernos que utilicen la
pobreza de los pueblos, para con dádivas y asistencialismo mantenerlos en la
dependencia estatal; estatizan la pobreza y hacen de la caridad política
pública, con el perverso fin de utilizarlos clientelarmente, condenándolos a
la pobreza eterna, lo cual constituye una perversa crueldad y un daño irre-
parable a la humanidad, porque a futuro, esa clase mayoritaria en venganza
dominará las carreteras y pueblos del planeta.

Es en estos recorridos en donde nos percatamos de que la gente en los pue-


blos tiene una bronca escondida contra AP, la cual sale del alma; igual su-
cedió en Palenque, incluso en Baba, Babahoyo y otros cantones, en donde el
rechazo a los candidatos de AP era solo una parte de la bronca. Les mo-
lestaba la pedantería de los directivos y autoridades de AP, el engreimiento

DIGNIDAD MONTUVIA
l297
de los “duros del partido”, eso me decían; y lo que más les molestaba era su
frustración por la pobreza. El agro no había cambiado, la pobreza seguía
igual, percibían la exclusión, el discrimen, empezaron a desconfiar de la “re-
volución”, empezaban a odiar a Correa, la otra mitad lo adoraba.

En Manabí pasaba lo mismo. Varios pobladores de la cabecera cantonal de Pi-


chincha hicieron un boicot para que el compañero precandidato de la 35 no
desfilara con el pueblo montuvio y por supuesto conmigo; mientras que en 24
de Mayo pasaba algo muy parecido, con el agravante de que luego a los dos
montuvios les negaron las candidaturas en la lista 35; se fueron a Avanza y
ganaron las elecciones. Al final, en los dos cantones AP perdió las alcaldías.

Los resultados posteriores fueron elocuentes: ganaron con alianzas en ape-


nas cinco cantones, perdieron en diecisiete. Ese es el resultado del secta-
rismo y el despotismo. Al final me percaté de que las comunidades salían a
las calles para demostrarme su solidaridad, como también para demostrar
los niveles de organización y conciencia alcanzados por los grupos. No
estaban a gusto con el apoyo a AP, así me lo expresaron los montuvios de
Manabí. No le perdonan al gobierno que les haya destruido su institución y
frenado su desarrollo, el que estaban construyendo con resultados evidentes
y positivos. Era el criterio de los montuvios organizados y dignos.

El 18 de octubre, en Portoviejo, realizamos una marcha muy emotiva fes-


tejando mi regreso, con más de tres mil montuvios y montuvias guapas, es
decir, un desbordante entusiasmo recorrió la tradicional Pedro Gual y otras
calles de la ciudad de los reales tamarindos, como todos los años en esta
fecha lo hacíamos, recibiendo la solidaridad y el cariño de los portovejenses
apostados en las aceras y balcones de sus casas. Las autoridades de gobierno
en Manabí, presentes en la tarima oficial, son testigos de lo que estamos na-
rrando. Los espectadores en las calles se contagian con nuestra presencia, es
una empatía e identificación inmediata con su cultura.

En El Oro y Loja, mejor ni lo comentamos, pero creo que para AP la situa-


ción allá es irrecuperable. Ganaron apenas cuatro alcaldías de 30 en total;
nos parece un retroceso irreversible. El pueblo montuvio también tiene
problemas en esas dos provincias por falta de liderazgo. Nuestros líderes se
chamuscaron en AP, no pudimos hacer nada por ellos y hoy las comuni-
dades no los siguen, se quedaron sin organizaciones, aunque con nosotros

l
298 DIGNIDAD MONTUVIA
están permanentemente conectados. Los compañeros no supieron separar a
tiempo la política partidista del proceso montuvio.

En Guayas, siempre el infaltable sectarismo y despotismo, así que estába-


mos frente a un panorama bastante desalentador y reactivo, en el cual te-
níamos que desarrollar nuestra campaña. Ya conocíamos muy bien estos
problemas, así que empezamos calmando los ánimos, haciendo reflexiones
colectivas, transmitíamos algo de alegría y un ambiente festivo a la acti-
vidad; les hacíamos ver la importancia de proyectar la imagen de unidad y
organización sólida del pueblo montuvio, enteritos y marchando en las calles
durante dos décadas, lo cual ninguna otra organización rural hace.

A estas alturas del partido, redoblamos los esfuerzos y continuamos con la


campaña masiva en toda la región litoral, jamás con banderas de AP ni nada
que identifique al gobierno, aunque algunos candidatos amigos se nos
pegaron en las marchas y desfiles; eran nuestros amigos.

Nuestro apoyo influyó mucho en los pobladores, allí están los testimonios
fotográficos y documentales que se publicaron en las redes, en la prensa lo-
cal y nacional. En mi cantón, el candidato de AP a la alcaldía, para ganarse
un mayor respaldo en la población luciana, desfiló conmigo por las calles de
mi querido Santa Lucía, muy a pesar de que mi hermano Edson, a quien mis
hijos, mi madre y mis sobrinos apoyaban, era el candidato a la reelección, lo
cual me hizo sentir terriblemente mal. Fue una indelicadeza del candidato de
la 35, pero no lo podía echar de mi lado, a más de que somos viejos amigos.
Esta era la forma intensa como se peleaban los votos en mi cantón,
obviamente que yo voté por mi hermano, públicamente lo anuncié; además,
mi mamá me pegó una puteada como solo ella sabe hacerlo, porque de ver-
dad me había sentido muy mal por esta anécdota que me sucedió en esta
campaña. Tuvimos varias, pero esta fue la más relevante.

En esta campaña incorporamos un elemento nuevo en nuestros recorridos por


los cantones: el rechazo a la petrolera Chevron. Este tema importante para el
país fue bien visto por las poblaciones por donde pasamos, llevando el mensaje
de esperanza, de alegría y de compromiso, sin que nadie de AP o el gobierno nos
haya coordinado, mucho menos financiado, eso nunca, aunque el letrero de la
“minería responsable”, que alguien introdujo, fue un desastre.

DIGNIDAD MONTUVIA
l299
Culminamos la campaña oficial del Pueblo Montuvio del Ecuador en Gua-
yaquil, el 15 de noviembre del 2013, con una marcha multitudinaria. “Diez
mil montuvios”, decía la prensa, como todas las que a lo largo de nuestros 25
años de existencia, los guayaquileños ya están acostumbrados a observar y
aplaudir en las calles, ventanas y balcones; ciudadanos que a nuestro paso se
identifican plenamente con nuestro pueblo, con su cultura y sus raíces.

Como dijo José de la Cuadra, es la capital montuvia, refiriéndose a Gua-


yaquil. Marcha multitudinaria que fue la única que se ha realizado en esta
ciudad contra la Chevron y que Correa, desde la convención nacional de su
partido que se realizaba en Cuenca, supo públicamente reconocer. Cada
cierto tiempo, reconocen nuestro esfuerzo, aunque sea a medias, cuidándo-
se de no nombrarme; yo no respondo a su credo ni a sus intereses.

Pero el mejor reconocimiento fue el de la prensa. Fuimos noticia en todos los


medios de comunicación, ese día fuimos tendencia en las redes. Lady
Mosquera, María de los Ángeles y nuestros jóvenes Piloso, de Milagro, y
Cortez, de Samborondón, quienes se habían sacado el aire pintando, dibu-
jando, armando, sintieron un poco de satisfacción.

Hicimos todo lo que pudimos por fortalecer la imagen del agro costeño y del
pueblo montuvio; las fotos, los trípticos, los grandes titulares de la prensa na-
cional y medios locales son evidentes, dan testimonio y lo confirman. Agotamos
todos los esfuerzos necesarios en nuestras visitas y recorridos por los pueblos,
las masas organizadas estaban con nosotros, nos demostraban su cariño y con-
fianza; indignados por la persecución y afectación contra su pueblo, me expre-
saban su amor y compromiso en las calles, empezaban a rechazar al gobierno.

Esta campaña de seis meses la financiamos con recursos propios aportados


por los compañeros del CODEPMOC, especialmente del secretario ejecutivo
de la institución moribunda que ya no cumplía ninguna función: la liquida-
ron. Sin embargo, desde el gobierno la seguían manteniendo ahí, desacre-
ditando y dañando el buen ganado prestigio de nuestra institución, otrora
conquista y esperanza de nuestro pueblo.

Con aportes de los funcionarios del CODEPMOC es como siempre nos fi-
nanciamos, nunca le pedimos un centavo a nadie fuera de la organización.
Nuestro reconocimiento a Martín, Lady, Marisol, Jacqueline, Melquiades,

l
300 DIGNIDAD MONTUVIA
Policarpio, Oswaldo, Dennis, Moncada, Letty, Bertha, Ana Montes, Marisol,
Jennifer Ochoa, Alice, Gina, Briones y tantos otros dirigentes constructores
en Guayas; así como en Manabí a Miguel, Pánfilo Nieves, Galo Quijije,
Holguín, el Dr. Soledispa, Silvio Cedeño, Lucho Briones, Gary Meza, Félix
Meza, Alecinio Vera, Luis Aránea, Primitivo y la tía Inés de Pachinche.

No puedo dejar de mencionar a Glenda Yesenia Cedeño Zambrano, digna


representante de las montuvias guapas de Santa Ana, quien durante tres años me
acompañó en la lucha. Guardo los más gratos recuerdos vividos en esa tierra
hermosa de ensueño, magia y colorido, Glenda junto a otros manabitas realizaron
grandes esfuerzos con sus bases locales en esta campaña. Igual reconocimiento a
la juventud montuvia de Los Ríos, quienes realizaron y cumplieron con todas las
tareas encomendadas, Benito Zárate, Raúl Morán, Jordi Carriel, Antonio Chávez,
Miguel Vera, Ernesto Sánchez, Bartolo Parra, Paredes, Lusitania, Santillán,
Coronel, Ronquillo, concienciando en las comunidades fluminenses la solidez del
proceso montuvio, porque la derrota de AP en los pueblos estaba anunciada.

Los dirigentes cantonales y provinciales, tres semanas antes de las elecciones,


informaban y alertaban sobre la pérdida de un importante número de alcaldías
en la región litoral, señalando cantones concretos, detalles puntuales, demos-
trando un amplio y pleno conocimiento de la realidad psicosocial en el proceso
electoral del 2014. Nuestros dirigentes son propios, conocen su gente, saben lo
que piensan; alertas que hacían presagiar la primera derrota de AP. Narramos
estas situaciones internas en AP porque son hechos que sucedieron en los seis
meses de nuestra campaña, cuyo objetivo fue demostrar que somos un pueblo
unido y fuerte, pese a la persecución y maltrato del gobierno; decenas de miles
de gente humilde demostró en las calles que somos un liderazgo con criterio
definido, coherentes y por sobre todo probamos que el pueblo montuvio es un
orgánico fuerte como la roca, templado como el acero, que responde a un
liderazgo de línea dura, que ningún gobierno pudo dividir, mucho menos el de
Correa. Así empezó la derrota de AP en las urnas, pero ganaban en el CNE.

Demostramos que no somos un movimiento clientelar, sino un movimiento


de masas organizadas y mejor estructuradas en el litoral ecuatoriano, con
altos niveles de conciencia, pertenencia y empoderamiento de su proceso;
esas son las razones del porqué somos orgullosamente el Pueblo Montuvio
del Ecuador, al que nunca ningún gobierno, ni el correato pudo dividir. La
mala dirigencia y avivatos que llegaron al PME destruyeron la organización.

DIGNIDAD MONTUVIA
l301
A finales del 2013, frente al continuismo del gobierno, la persecución, los
chantajes y las amenazas contra los dirigentes, la dirigencia nacional del
pueblo montuvio ratificó y reiteró su decisión de hacer un alto en nuestro
camino y hacernos a un lado; no insistir más en la búsqueda de apoyo es-
tatal; definitivamente las bases se cansaron de ser engañadas por Alianza
País. Estaban desanimados, faltos de fe y habían perdido la esperanza en el
gobierno: cuatro años estuvieron apoyando sin recibir ninguna reciproci-
dad; la habrán recibido otros, pero ellos no. Empezó el desbande.

El pueblo se hostigó. Todos se sentían decepcionados y obviamente noso-


tros, sus líderes, no podíamos ir contra la voluntad colectiva de nuestra gen-
te; los dirigentes provinciales y nacionales también sentíamos lo mismo. La
situación en el agro es decepcionante. Cuatro años se esperaron. Existió
mucha voluntad nuestra para colaborar, para compartir las soluciones a la
pobreza, pero nunca nos prestaron atención, nunca les interesó nuestro
conocimiento en el manejo del tema, nunca les importó la gente; su interés
era manipular al pueblo y yo era un estorbo.

¿Cuándo entenderán los gobiernos y los pobres dirigentes facilitadores de las


dádivas y la dependencia que el asistencialismo no resolverá el problema de
la pobreza rural en nuestros países? Así no nos vamos a desarrollar ni crecer
económicamente, el peor ejemplo Vzla. Solo tenían que darnos una semilla
de calidad, resistente a plagas, enfermedades y altamente productiva; eso ya
era algo, pero ni eso hicieron, mucho menos la regeneración de los suelos.

Así que decepcionada la dirigencia, decidimos entrar en un proceso de reflexión


colectiva sobre la realidad política del país, debatir y consensuar con las bases
el futuro político que queremos para nuestro Ecuador. Con toda seguridad,
después de un necesario receso, con un recorrido intenso y permanente hacia
las bases locales de cantones y parroquias de las provincias de la costa y de la
zona subtropical, regresaríamos inmensamente fortalecidos, con renovados
deseos de luchar y avanzar en el proceso montuvio, para colaborar y aportar en
la búsqueda de soluciones a los problemas de la pobreza rural, pero ya no hubo
regreso, muchos dirigentes estaban contaminados por el correísmo.

La gente hoy comprueba que siempre tuvimos la razón. Solo los pobres
organizados resolveremos el problema de la pobreza, los gobiernos jamás lo
harán, no saben cómo y mientras no ten-

l
302 DIGNIDAD MONTUVIA
gamos poder político, no nos dejarán hacerlo. Mientras tanto, continúa la
migración del campo, seguiremos invadiendo las grandes ciudades, segui-
remos aumentando las estadísticas de la delincuencia, la drogadicción, el
sicariato, la prostitución, los desocupados.

Por esta razón, el Pueblo Montuvio del Ecuador, reiteró su compromiso


natural de luchar por implantar la justicia social en el país, luchar contra el
totalitarismo y la corrupción. Al carajo Correa y su gente. Ellos nos
defraudaron, nos robaron el petróleo, nos quebraron el país, nos sumieron
en la crisis, nos dejaron una deuda impagable, van a rifarse lo último que
queda del país con la ley de asociación pública-privada. Ese es el pacto. Todo
hasta ahora es un tongo, una confabulación.

En 10 años no nos solucionaron la pobreza rural ni la baja productividad. Es


ridículo pensar que lo van a hacer ahora, con semejante crisis que nos here-
daron. Hicieron muchas obras, pero se comprueban públicamente
sobreprecios exorbitantes, corrupción en Petroecuador, en CNT, en
Petroamazonas, en las hidroeléctricas, las refinerías, es decir, a un alto costo.
Ahí están las causas de la crisis económica que vive el Ecuador. El pueblo
montuvio tiene experiencia en resolver el problema del agro y sabe cómo
hacerlo, solo necesitamos un espacio de estado y algo de recursos
económicos, administrado directamente por sus propias instituciones
públicas de desarrollo que la Asamblea Nacional tendrá que restituir como
un legítimo derecho de los pueblos y nacionalidades, conculcados por el
gobierno de Correa y AP. Mucho más costoso para el Estado resultan las
dádivas, ayuditas, bonos, kits, que en diez años no han resuelto nada. Por el
contrario, han agravado la situación, pero son la clientela que los sostiene.

En cuanto a la integración regional, UNASUR, CELAC, el Banco del Sur, Petro-


caribe, son espacios destruidos, que debemos retomar, corregir, modificar,
mejorar y sostener, por lo tanto, bajo ningún pretexto debemos permitir a los
nuevos gobiernos apartarse de la unidad e integración regional. Debemos
establecer consensos mediante el diálogo. Esto no es un concepto ni de
izquierda ni de derecha, es un concepto latinoamericano de libertad política e
independencia económica. Buscaremos o crearemos los espacios necesarios,
desde donde podamos luchar por este propósito de cambios que comenzó en
esta época y que por nada del mundo, ni los progresistas con su inconsecuencia
y corrupción, ni nadie con ningún cuento nos debe volver atrás. Obviamente que
el diálogo entre las naciones es vital para enfrentar unidos al nuevo imperio.

DIGNIDAD MONTUVIA
l303
El fracaso de Dilma, o de la Bachelet, o los conflictos de Maduro, de Cristina, de
Correa, de Evo, no son pretextos válidos que justifiquen un retroceso; son pro-
blemas personales de gobernantes fallidos que traicionaron el sueño latinoa-
mericano. Volver atrás jamás, mucho menos destruir lo que se ha avanzado en
el campo de la unidad. No hay que someterse al imperio del capital globalizado;
las negociaciones e inversiones extranjeras, sean estas chinas, rusas o nortea-
mericanas, tendrán que darse en un marco de respeto y colaboración mutua,
tal como lo expresó Obama en la Cumbre de Panamá. Así mismo, habrá que
proteger los derechos de los pueblos, de la naturaleza, de los trabajadores, etc.

Los montuvios jamás olvidamos nuestra tradición guerrera, la llevamos en el


alma, no en la boca; pensamos, decimos y hacemos lo que somos y que-
remos ser. Jamás traicionaremos nuestras convicciones, luchamos por la
justicia social con libertad, sin explotación, sin dependencia, por igualdad de
condiciones y derechos para desarrollarnos desde nuestra propia cos-
movisión. No somos marxistas leninistas ortodoxos, ni hemos pertenecido a
ningún partido político de izquierda, salvo una participación temporal con el
MPD por la lucha de los agricultores, allá por los 90, de la cual guardo
importantes experiencias y gratos recuerdos, gente de verdad luchadora.

Solo hemos sido y seguiremos siendo luchadores populares por las causas
justas de los pueblos latinoamericanos y del mundo, que luchan contra el
yugo imperial, por eso hemos sido antiimperialistas y antioligárquicos, por-
que creemos que en un mundo más equilibrado no puede haber grandes po-
tencias aplastando y humillando a otras; debe haber igualdad de derechos y
oportunidades para todos, no solo el privilegio para las oligarquías. Y por
supuesto que soy nacionalista, americanista e integracionista. Provengo de
un largo proceso de formación en las calles y montañas, si esta caracte-
rística define a un luchador popular, pues humildemente me considero un
montuvio luchador de verdad. Por esa convicción, hemos sido excesivamen-
te tolerantes frente a la lamentable actitud del gobierno contra el pueblo
montuvio, pese a todas las circunstancias adversas, de discriminación y ex-
clusión, hasta el 2011 estuvimos junto al fallido proyecto político de unidad
e integración latinoamericana; fuimos tolerantes con la intolerancia.

En su momento, serán los propios pueblos los que deberán castigar, reem-
plazar, cambiar a sus gobiernos. La democracia la ejerce el pueblo con su
voto, o en las calles con su lucha; es nuestra historia, ese fue nuestro horizon-

l
304 DIGNIDAD MONTUVIA
te y el que dejaremos a las futuras generaciones porque si no dejamos esto,
no estamos dejando nada, nada hemos hecho.

Nuestra presencia en las calles respaldando el proyecto político de integra-


ción regional es consecuencia del compromiso público asumido por el Pue-
blo Montuvio del Ecuador en el 2006 donde estuvo presente Correa, quien
días atrás fue marginado por la Asamblea Nacional del movimiento indíge-
na. Correa llegó un lunes a Guayaquil desde Tungurahua a nuestra gloriosa
calle 6 de Marzo, al pie del parque Centenario, en los bajos de nuestra sede
de la Sociedad de Carpinteros —escenario histórico, testigo de 25 años de
lucha. Ese día, más de 10 mil montuvios de la región litoral, movilizados con
esfuerzos y recursos propios, como siempre fue, ofrecimos nuestro respaldo
y lealtad total al proceso de cambios en Ecuador y la región. No sabíamos que
todo era una farsa; también caímos en el engaño.

Apoyamos el proyecto regional porque este era el camino correcto para la lucha
digna de los pueblos por su libertad política e independencia económica; el ho-
rizonte siempre estuvo claro. Aquí vale la aclaración siguiente: el CODEPMOC
es una conquista propia del pueblo montuvio, donde ningún gobierno políti-
camente tuvo injerencia; administramos con dignidad la institución pública,
mantuvimos nuestra autonomía administrativa y financiera, aplicamos políti-
cas públicas propias desde nuestra cosmovisión, las que ejecutamos en coordi-
nación con Senplades y obviamente respondiendo a los organismos de control
del Estado. Esto fue lo que nunca le gustó a los gobernantes.

Con el CODEPMOC que el gobierno mantuvo en velatorio como una sucur-


sal de AP, después de mi prisión durante el periodo 2013-2016, no tuvimos
nada que ver, mucho menos con ese “Consejo de Igualdad del Pueblo Mon-
tuvio”, creado para justificar la eliminación de las instituciones de desarro-
llo de los pueblos y nacionalidades, organismo burocrático que responde a
las políticas asistencialistas y de dependencia estatal, que no ejecuta polí-
ticas públicas porque le está prohibido por la ley; solo es un intermediario
pipón entre los montuvios y los ministerios, sus propuestas no son vincu-
lantes, solo dan seguimiento. ¿Y qué evalúan? Seguramente las dádivas y la
pobreza rural existente, válida la aclaración.

Son 25 años de experiencia, con más de 104 mil familias montuvias inte-
gradas y más de 50 mil en proceso de integración, 150 mil en total, con

DIGNIDAD MONTUVIA
l305
altos niveles de conciencia y dignidad, con elevada autoestima, lo que les
permitió avanzar en la construcción de un liderazgo regional y obtener logros
importantes con alternativas económicas y experiencias propias válidas para
su desarrollo, pero que por obstrucción política de los gobiernos de turno,
aún no se han podido cristalizar. El pueblo montuvio fue duramente
golpeado por el correísmo y afectado mortalmente en su organización.

El conocimiento está en el pueblo, en su cultura, en su naturaleza, es ahí


donde tienen que bajar la universidad y los gobiernos para estudiar la reali-
dad y conocer las experiencias y alternativas para desarrollar desde las pro-
pias fortalezas y potencialidades, desde sus especificidades. Por ejemplo: los
ríos, bosques, cascadas, carreteros, gastronomía, cultura, historia, son
elementos válidos a considerar como herramientas de desarrollo. Ser crea-
tivos, imaginativos, innovadores, emprendedores, para desde esa realidad
hacer desarrollo económico endógeno.

Tiene que haber una educación rural especializada, un modelo agroeduca-


tivo dirigido a la educación media, colegios técnicos agropecuarios, indus-
triales, etc. No se puede seguir educando a la juventud para que abandone
los campos. Están equivocados. Se necesitan profesionales idóneos. Hay que
formarlos para desarrollar los pueblos desde su cosmovisión, su cultura, su
naturaleza, su potencialidad. Se debe implementar la agroindustria
alimentaria rural —quesos, yogurt, conservas, harinas, chocolates, café,
alimento para animales—, el agroturismo, los deportes acuáticos, la
gastronomía.

Ojalá que las autoridades de los GADs provinciales y locales, ejerciendo sus
nuevas competencias legales, hagan esfuerzos y voluntades para compren-
der la enorme importancia y valor que tienen estos grupos humanos del
pueblo montuvio; forjados en un duro proceso de cambio de mentalidad y
actitud que los hace ser diferentes del resto, que los torna en el capital más
importante para su desarrollo, por lo tanto, están en mejores condiciones y
predisposición para involucrarse, comprometerse y administrar su proceso,
sin importarles los esfuerzos y sacrificios que deban hacer; incluso, en
condiciones adversas como el maltrato y mala experiencia sufrida con los
gobiernos, pero que imprescindiblemente requieren de una dirección y
conducción idónea que los GAD cantonales lamentablemente no la tienen.

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306 DIGNIDAD MONTUVIA
Falta el conocimiento y la experiencia sobre el manejo idóneo y científico del
capital social y por sobre todo saber qué es lo que se debe hacer. No se tiene
el horizonte claro. No se estableció el nuevo sistema de producción
endógeno, abasteciendo directamente al mercado con productos terminados.
No se trata de pasar del explotador individual al explotador colectivo, como
lo orienta el Magap. ¡Qué craso error! Por esa razón, la pobreza continúa y el
descontento crece. Catorce años y nunca intentaron ni supieron que hacer.

¿Son los kits y los bonos la solución? Los agricultores cogen los kits porque
aparentemente son una ayuda, pero no le resuelven el problema. No hay
ningún resultado; además el uso indiscriminado e irresponsable de agrotó-
xicos de mala calidad ha dañado los suelos y las defensas naturales del eco-
sistema. Fue más costoso el remedio que la enfermedad. El país requiere con
urgencia líderes visionarios, estadistas constructores, este es el problema.

El montuvio sigue siendo víctima de la pobreza causada por la discrimina-


ción del Estado y la exclusión inmisericorde del sistema, la falta de tecno-
logía y ciencia para el desarrollo agropecuario, la falta de agroindustria co-
munitaria, la falta de empresas de comercialización asociativa, la carencia de
conocimientos, la falta de una educación técnica, la falta de una red vial rural,
actualmente destruida, la falta de una banca de desarrollo con políticas
crediticias para el sector y un largo etcétera. Este es el problema y es
precisamente ahora en esta nueva época de bonanza petrolera que los
montuvios se dan cuenta de esta injusticia social, abandonados por el
gobierno. Se lo dijimos durante 25 años, ningún gobierno ni de derecha ni de
izquierda nos van a resolver los problemas, nos necesitan pobres.

Reniegan que la bonanza petrolera no haya llegado al agro después de diez


años; tan solo dádivas, migajas, kits y bonos. El pueblo maldice que se hayan
olvidado de él y no acepta seguir siendo explotado, trabajando como el burro
para que otro se enriquezca, mientras él y su familia continúan pobres y sus
hijos y nietos migran hacia la ciudad. Esta es la realidad que no saben entender
los sociólogos, politólogos y psicólogos. Este es el problema. Solo somos el 10%
de la población rural del litoral y la solución es sencilla: HACER
DESARROLLO ECONÓMICO ENDÓGENO desde un contexto cultural y
ambiental, desde nuestra propia realidad, desde nuestra riqueza natural,
gastronómica y paisajista, desde nuestra propiacosmovisión.

DIGNIDAD MONTUVIA
l307
El modelo económico está reconocido por el Instituto Ecuatoriano de Pro-
piedad Intelectual-IEPI, actualmente SENADI; esto es precisamente lo que
estábamos haciendo en el CODEPMOC con los pueblos montuvios,
construyendo sus alternativas económicas con excelentes resultados que son
de conocimiento público, pero abruptamente el gobierno de AP nos cortó el
proceso, lo destruyeron, para someternos en la pobreza, igual que al país.

Los nombres de hombres y mujeres que lideraron la construcción del proceso


montuvio están escritos en estas páginas que son su historia —válida la aclara-
ción— en razón de que en los últimos años hubo una proliferación desbordada
de pseudolíderes montuvios, quienes poniéndose el sombrero se ofertaban al
gobierno con el ánimo de aprovecharse del prestigio y del gran mérito de la
lucha montuvia, acólitos a autoridades del gobierno, ofertaban organizaciones
que no tienen, oportunistas cuyo único interés era recoger las dádivas que les
daba el gobierno y ganarse unas cuantas monedas con su gestión ofertando
kits, bonos y otras dádivas a cambio de respaldos; masas clientelares a las cua-
les aún no hemos podido llegar para ayudar en formación y desarrollo humano
que les permita entender su realidad, las causas y la solución a sus problemas,
pero por sobre todo recuperar su dignidad y autoestima.

A la SPPC y SGP les interesaban estos falsos positivos para amontonar gen-
te e intentar dividirnos, pagándoles por sus favores, por supuesto. Al agro
nunca engañaron estos “líderes montuvios” renovados, reencauchados y
oficializados, como se hacían llamar, porque en el monte nos conocemos
todos, todos sabemos quién es quién. Estos reencauchados nada tienen que
ver con el proceso montuvio, no saben de qué se trata, mucho menos cómo
se construye. Ignoran todo esto y por eso quedan mal en los escenarios, nos
hacen pasar vergüenza ajena, nos devalúan. También llegó gente de malos
antecedentes, peligrosos por sus prácticas delincuenciales de extorsión y
chantaje a ministros y autoridades de turno, hubo uno que hasta se ufanaba
de ser marido de autoridades homosexuales.

El PME es un proceso de construcción colectiva de una sociedad diferente,


mucho mejor que la actual, con valores, principios, consecuentes, leales y
comprometidos con su gente, dispuestos al sacrificio, con honor y dignidad
por sobre todo; por más que desde el gobierno se trató siempre de ocultar,
invisibilizar y restarle méritos a la dirigencia montuvia, el país sabe que el
proceso montuvio lo construimos y dirigimos nosotros, con Lucho Alvarado
a la cabeza, cuando no había nada, cuando ser montuvio era un insulto;

l
308 DIGNIDAD MONTUVIA
por eso hemos sido víctimas de persecución, abuso, atropello y discrimen,
porque nunca nos alquilamos, nunca nos sometimos a ningún gobierno,
nunca traicionamos al pueblo, nunca lo engañamos, nunca les mentimos,
nunca perdimos una pelea, siempre los llevamos victoriosos al triunfo. Solo
nos detuvieron en el 2012 con el agravante de que los Consejos de Igualdad
de los montuvios no sirven, son solo una burla, las funciones que les da la ley
son limitadas. “Dar seguimiento” a lo que no conocen es un absurdo, a más
de ocioso, porque serán las propias comunidades las que van a realizar la
gestión con las autoridades locales, con mayor representatividad y eficacia
inclusive; no tienen para qué buscar intermediarios.

Estos consejos, como lo dice la ley, son organismos burocráticos, NO descentrali-


zados, NO desconcentrados, funcionan exclusivamente en Quito y fueron creados
para justificar la eliminación de los auténticos consejos de desarrollo de los pueblos
y nacionalidades, conquistados con lucha y consagrados en la Constitución y en el
derecho internacional, que el gobierno de AP eliminó para liquidar los procesos de
desarrollo de los montuvios e indígenas; con los negros no tuvo problemas.

La próxima Asamblea Nacional tendrá que restituir los Consejos de Desa-


rrollo a los pueblos y nacionalidades como una urgente necesidad del país
para desarrollar el agro, erradicar la pobreza y por ser un derecho constitu-
cional e internacional de los pueblos pobres del campo, ya que se comprobó
una vez más que los gobiernos tienen intereses clientelares, sostienen la po-
breza y la dependencia estatal como una manera cruel de aglutinar y ma-
nipular a los pobres, lo cual es un freno al desarrollo económico social del
país, sin importarles que la pobreza es un caldo de cultivo para la delincuen-
cia, la prostitución y la drogadicción. La Asamblea liberó el uso y consumo
de las drogas en el país, lo que causó un grave daño a la población juvenil e
infantil del agro. Solo los pueblos desde su cosmovisión propia pueden
resolver el problema de la pobreza en el agro latinoamericano; el Estado no
asimila esa diferencia conceptual y visionaria de los pueblos.

Los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) tampoco son una garan-


tía. El panorama es sombrío y desalentador por la dificultad que tienen los
GAD, al no disponer de técnicos especializados en este modelo de desarrollo
desde la cosmovisión propia del pueblo montuvio, su cultura, sus potencialida-
des, su naturaleza, etc. La universidad aún no los forma, lo cual es un proceso y
una experiencia por conocer; ni siquiera hay profesores disponibles.

DIGNIDAD MONTUVIA
l309
Las nuevas competencias asumidas por los GAD en la ejecución de las po-
líticas públicas para los pueblos montuvios están garantizadas de manera
superficial en el Plan Nacional del Buen Vivir, en las Agendas de Igualdad y
en la Ley de Economía Popular y Solidaria, así como en el Código de Finan-
zas Públicas, pero de qué servirá esto si solo es letra muerta, ya que no hay el
conocimiento debido en las autoridades ni voluntad para aprender sobre la
diversidad cultural dentro de la plurinacionalidad del Estado, razón más que
suficiente para devolver a los pueblos y nacionalidades su institucionalidad
propia, conquista que les fue arrebatada por el gobierno correísta.

Hay que motivar a los jóvenes hacia la construcción de una nueva sociedad,
una nueva generación, muy diferente y mejor que la actual, sin los comple-
jos, sin los traumas y sin el culto a las aberraciones que caracterizan a la ge-
neración de hoy. Hay que enseñarles a mirar más allá del árbol, más allá del
bosque. Los muchachos, cortos de visión, no se han percatado de la riqueza
natural, productiva, gastronómica, cultural, turística, paisajista que tene-
mos en los campos. Como dicen los colombianos: “La plata en Ecuador está
botada”. Nuestra gente no ha visto el horizonte por culpa de los bloqueos
mentales transmitidos por esta mediocre sociedad de la cual somos parte y
por la invasión cultural de la que somos víctimas, el que diga lo contrario
desconoce su realidad; no puede seguir con la carpeta bajo el brazo buscan-
do trabajo cuando la riqueza está en sus narices.

La sociedad y la patria necesitan que la juventud se empodere de esta sed de


libertad, de independencia, de justicia social que demanda y exige nuestro
pueblo; se tienen que hacer los esfuerzos por entender la política con
absoluta claridad, no deben contaminarse con conceptos y prácticas extrañas
que los ha inmovilizado y los está maleducando. Necesitan estudiar e
investigar los acontecimientos que se están dando en nuestra región y el
mundo, retrocesos y estancamientos que penosamente está viviendo la
fallida integración regional. Solos nos someterán y oprimirán fácilmente.

Requieren investigar, estudiar y asesorarse bien para no ser presa fácil de la


inmovilidad, la manipulación y la burocratización de la lucha. Necesitan tener
todos los elementos históricos y científicos indispensables para realizar los
análisis correctos y no ser engañados ni por los izquierdosos ni por los
neoliberales. La izquierda se convierte en camaleón, cambia según la ocasión.

l
310 DIGNIDAD MONTUVIA
La juventud debe prepararse, formarse y capacitarse en la conducción de los
destinos de nuestros pueblos; necesitan estudiar su historia, sus luchas, sus
realidades y su gente que es la materia prima defectuosa que inexorablemen-
te compone la sociedad y que es la que hay que mejorar y cambiar. Necesitan
adquirir altos niveles de conciencia y de compromiso, reincorporar el honor, el
valor, la dignidad, el deber y el sacrificio; creer en la justicia social, en la defen-
sa irrenunciable de los derechos, construir con la gente el poder popular para
asegurar los avances, los logros y garantizar la profundización de los cambios,
pero no al pasado oprobioso del neoliberalismo ni a la utopía del inconsecuente
y corrupto socialismo del siglo XXI, sino hacia un modelo de desarrollo lati-
noamericano propio, con colaboración económica, científica, con respeto, con
soberanía, con independencia, sin explotación y sin las viejas prácticas impe-
rialistas, mucho menos ahora que tenemos tres imperios en nuestra región. Es-
tamos en el siglo XXI y los pueblos no pueden dejarse oprimir; diez años más y el
planeta entra en grave crisis de calentamiento.

En el pasado más lejano, se acusaba a la derecha de oprimir, explotar y sa-


quear las riquezas naturales de los pueblos, pero resulta que la denominada
izquierda, socialista, revolucionaria, estuvo catorce años en el poder e hizo
exactamente lo mismo. El papel de la juventud digna es identificar su rea-
lidad, es su responsabilidad, es su deber para con la Patria y la historia, de lo
contrario serán engañados y esa misma generación y las venideras se verían
seriamente afectadas, se estarían suicidando. No sería por falta de cojones;
la juventud por naturaleza es rebelde e irreverente ante el poder instaurado
y ante la sociedad mediocre y falsa; jamás puede ser sumisa, ni al poder polí-
tico ni al religioso, mucho menos a la falsa democracia, la plutocracia.

Los movimientos sociales tienen que entrar en un proceso de reflexión, crítica y


autocrítica, autoanalizarse, enmendar los errores cometidos, hacer un balance
de su posición. ¿Cuáles han sido los resultados de su participación política en
este proceso, en el uno o en el otro lado? ¿Hay algún aporte trascendental o ha
sido lo mismo de siempre? Hay que abrir los espacios democráticos para el de-
bate con sus bases, unificar e integrar a otros sectores importantes conducentes
a construir el poder popular, una verdadera unidad, no para que sean contes-
tatarios manipulados del oficialismo, ni bronqueros radicales de la oposición,
oposición que debe ser respetada, que protesta y lucha, y está en las calles; eso
merece respeto, es el pueblo luchando, esa es la democracia.

DIGNIDAD MONTUVIA
l311
La integración dio pasos importantes y no porque Cristina, Correa, Lula y Maduro
nos traicionaron, vamos a cambiar el horizonte. Las oligarquías se adaptan rapi-
dito a cualquier modelo, siempre que no se afecten sus intereses y se respete su
condición empresarial. También son ecuatorianos, tienen derechos como todos,
aportan a la generación de riqueza y trabajo, solo hay que darles libertad pero sin
los consabidos privilegios ni exclusividades. Todos tenemos los mismos derechos.

En este gobierno, dizque de izquierda revolucionaria, “los empresarios son


los que más billete han hecho”, según palabras del propio Correa, pero ya
pues, ¿hasta cuándo padre Almeida? Los pobres también tienen derecho a
desarrollarse, crecer económicamente, no a ser tratados como mendigos, no
ser una carga para el Estado. Debe haber equidad estatal e igualdad en las
oportunidades. Pobres y ricos queremos eso, desde ópticas diferentes, pero
es lo que queremos. Los gobiernos pasan, nuestros pueblos son permanen-
tes y nuestros sueños también.

La juventud tiene que asumir su responsabilidad porque la sangre de nues-


tros héroes lo exige, la historia lo demanda; hay que sostener los avances
logrados, empezar desde el Estado a pagar la deuda morosa con los pobres
del campo, con los sacrificados de siempre, con los explotados de toda una
vida, con los invisibilizados, discriminados y excluidos del desarrollo, con los
que siempre dieron todo a cambio de nada, para ellos es la deuda que pagar.
No como en el gobierno de Correa, en donde los pobres “bien, gracias”, con
bonos, kits y otras migajas. ¿A eso llaman justicia? Ocho subsidios para los
acomodados económicamente y un par de subsidio para los pobres.

Para las elecciones del 2017, un sector político de las oligarquías montó su escena-
rio, estuvieron invocando a la unidad nacional que luego se les desmoronó. Al final,
se quedaron solos. Su dilema fue: o gobernaban directamente y para eso debían ga-
nar la elección —lo que no es fácil puesto que arrastran el peso enorme del pasado
lejano—, o dejaban que gobernase el pasado cercano de Moreno.

El acuerdo nacional de las izquierdas parecía un revoltillo de huevos: estaban


los indígenas con su división, los de la Unidad Popular con el Lenin negro —no
el de la silla—, los Larrea, los Acosta. Todo se convirtió en una fanesca, pero era
lo que había, más el monarca con sus gallitos y gallinetas de pelea, amagando
y amenazando a todos, boquillas y trompetas animando el show, incluyendo al
moderno llanero solitario, banquero de profesión y rechazado por convicción.

l
312 DIGNIDAD MONTUVIA
¡Qué pena por mi país! El 60% de los ecuatorianos se resistía a votar por
ellos. En otras palabras, el pueblo no tuvo opciones, solo líderes de barro con
rabo de paja. Digo que el banquero fue el otro odiado porque por odio a
Correa, muchos votaron por el banquero a falta de una opción de verdad.
Carrasco pudo ser esa opción, pero lo bajaron. ¿Y nosotros qué? En una
jugada magistral nos tiramos al andar de la chiva de Paúl Carrasco. Cuando
este se quedó sin partido, casi el PME se queda sin opción, lo cual no me hu-
biesen perdonado. Actuamos rápido, movimos los contactos y nos trepamos
al vuelo en la mejor opción que consideramos: la Izquierda Democrática.
Llegamos cuando no estaba el General ni Acuerdo Nacional, aportamos con
nuestra historia: toda una trayectoria de 25 años en el corazón del agro cos-
teño, con un proceso económico exitoso, lamentablemente detenido, pero
que está latente en la mente y espíritu de los montuvios; una identidad cul-
tural, reconocida y valorada en el país y con una pertenencia que se consti-
tuye en nuestra mejor herramienta en el próximo proceso electoral.

Al menos eso creíamos, hasta que llegó el General. Todos estábamos felices,
ni el fraude nos arrebataría el triunfo, pero lamentablemente con Paco y los
Gustavos también llegó Jairala, el prefecto cuestionado del Guayas. La ID le
entregó (¿?) al Jimmy todos los distritos del Guayas, incluyendo el Distrito
IV que era de los candidatos del PME a la Asamblea Nacional. Fuera los
montuvios, nos volvimos a quedar sin partido. Nuestros pueblos en los can-
tones dijeron: “Con Jairala jamás, por correísta, responsable del abandono
de la provincia y por ser un personaje altamente cuestionado”. La directora
nacional de la ID no respetó el acuerdo con los montuvios, prefirieron a Jai-
rala y nos echaron de allí. Además, yo no me iba a subir jamás en una tarima
con Jairala y sus estrambóticos candidatos.

Hoy, los imperios están posicionándose en nuestros territorios. Ya inven-


tarán el conflicto imperial, las disputas y controversias. Ya Papa Pancho lo
advirtió. Francisco es el papa de la paz, quien ha condenado el bloqueo con-
tra Cuba, condenó las guerras en Oriente Medio y África, le ha declarado la
guerra a las mafias corruptas del Vaticano, poniendo en grave riesgo su
propia vida. A Juan Pablo I lo mataron por eso y a Benedicto lo sacaron del
cargo por lo mismo, así lo señalan los hechos e investigaciones publicadas.

Últimamente, rusos y chinos posicionaron su presencia en las costas de Ve-


nezuela, señal de que van a proteger sus inversiones en América Latina. Los

DIGNIDAD MONTUVIA
l313
yankees no van a permitir que rusos y chinos se les alcen con el que considera-
ron siempre su patio trasero. Hoy no les queda otra posibilidad que compartir
el continente, pero tarde o temprano van a intentar recuperar su hegemonía,
van a defender sus intereses geopolíticos en la región, van a intentar recuperar
el control de Latinoamérica, por eso eligieron a Trump. Es decir, pronto
estaremos a las puertas de una confrontación imperial por el control de la
región y el trofeo somos nosotros. Vamos a tener conflicto imperial en casa, se
acabó la fiesta, señoras. Hasta tanto, por ahora parece que han consensuado,
con el agravante de que los gobiernos socialistas del ALBA están
desacreditados por corruptos y son los modernos lacayos del imperio
chinoruso.

Pero nosotros, un montón de ciegos que no estamos en nada, indios peleán-


dose contra indios, trabajadores contra trabajadores, maestros enfrentados
contra maestros, los estudiantes divididos, todos contra todos. ¡Qué ver-
güenza! En el país hay una división total, ese es el resultado del correísmo:
negros y montuvios encajonados. Correa logró dividir a los movimientos
sociales y liquidar a la mayoría de ellos, lo que ni el gran León pudo hacer y
los giles peleándose entre pobres ¿O los puestitos, dádivas y migajas los
tienen cegados? La guerra económica desatada por los yankees y sus aliados
para afectar inicialmente los precios del petróleo ruso no solo afectaron a la
población venezolana por la falta de prevención o inoperancia de su
gobierno, sino que nos afectaron a todos, incluyendo a las nuevas estructuras
de unidad regional creadas: PETROCARIBE, CELAC, UNASUR, etc., aunque
se debe reconocer que lo que más afectó fue la corrupción desaforada y
descarada de los gobiernos socialistas SXXI.

Los yankees pretendieron intimidar a la región, inmediatamente las flotas


navales rusa y china realizaron maniobras conjuntas en el Caribe. Un en-
frentamiento a cañonazos es poco probable, pero hay otras formas de guerrear
entre los imperios: la guerra fría, la guerra sucia, la guerra económica, o tran-
zan, se dividen los territorios, las inversiones. La CIA es experta en sabotajes,
terrorismo, derrocamientos de gobiernos; esas son las lecciones que nos da la
historia. La ex KGB no se queda atrás. Ya no vamos a ser meros espectadores de
la confrontación imperial en Ucrania, Libia, Siria, Irak, Irán. No, señor. Aho-
ra vamos a ser protagonistas, vamos a ser el escenario de confrontación. Los
primeros blancos del imperio serán los líderes decentes. Cuando la CIA vuela
aviones, trenes y explotan bombas, mueren muchos inocentes, o acaso ya nos
olvidamos de la muerte de Roldós y de Omar Torrijos. Prohibido olvidar.

l
314 DIGNIDAD MONTUVIA
Vendrán campañas de difamación, calumnias, mentiras, para desprestigiar a
los gobiernos que no sean de su agrado y a los líderes honestos. Aquellos que
defendamos la soberanía contra las tropas extranjeras en la región y luchemos
por la paz, seremos asesinados a tiros en las calles. Eso es lo que hace la CIA, la
ex KGB; ahora se va a cumplir la alerta que hizo el comandante Chávez sobre las
bases militares y las tropas norteamericanas en Colombia y Perú, aunque nos
ocultó la futura no muy lejana presencia militar de rusos y chinos en la región.

Ya en Ecuador apareció una donación de armas chinas. Maduro amenazó con


comprar más armas, seguramente a los rusos. Esto implica la presencia
inevitable de asesores y técnicos militares, así empieza a gestarse el zafa-
rrancho en nuestra América. Ahora los pueblos van a saber porqué se firmó
la paz con la guerrilla. Ya más adelante veremos a los servicios de inteligen-
cia turcos operando desde Puerto Bolívar – Ecuador. Que no nos sorprenda
mañana la infiltración de ISIS en América Latina. Maduro y el PSUV han
hecho un pésimo gobierno, generando descontento popular y el rechazo de
la población a niveles altamente violentos y sacrificados.

En Venezuela, el conflicto ya no es político, es humano, de supervivencia, de de-


rechos y libertades, lo cual le ha facilitado las cosas a la fuerza imperial. Igual en
Brasil, Dilma y Lula están salpicados por la corrupción de PETROBRAS; Lula supo
reconocer que su partido (PT) estuvo inmerso en estos actos delictivos, es decir,
los gobiernos progresistas, con sus errores, inconsecuencia y corrupción, han fa-
cilitado la tarea a sus adversarios; no todo es por la injerencia yankee y la reencau-
chada derecha. Ese es el fantasma que crean para distraer a sus adeptos y justificar
sus contradicciones. En el Orinoco venezolano están las reservas petroleras más
grandes del planeta y en el Amazonas la mayor cantidad de agua y biodiversidad,
además de que Brasil es clave por el tema de los BRICS.

Maduro, Dilma y Cristina son víctimas de sus propias circunstancias, de su


propia ambición; seguirán Correa, Evo, luego Daniel y así sucesivamente irán
cayendo los gobiernos del socialismo del siglo XXI. Solos se autodestruyeron.
Nos vendieron el sueño que luego olvidaron y construyeron el propio, de
ambiciones desmedidas y poderes omnímodos para ellos y su gallada. Nos
traicionaron. La historia sabrá juzgarlos. Los pueblos no perdonan. La
presencia de chinos, rusos y gringos en nuestra región debe ser motivo de enor-
me preocupación. La repartición estratégica del mundo comenzó, pero los
errores, inconsecuencias y corrupción de los progresistas también son reales.

DIGNIDAD MONTUVIA
l315
Necesitamos ganar tiempo hasta reconstruir la fortaleza de nuestros pueblos.
Necesitamos diseñar, planificar y programar estrategias. Necesitamos levan-
tar la fuerza de los pueblos y movimientos sociales en un solo puño contra la
injerencia imperial. Tontos, ya no somos; despertamos con América, somos sus
pueblos. Pongámonos de acuerdo para asumir nuestra responsabilidad patrió-
tica. Las oligarquías decentes no deben temer, hay que gobernar con ellas. Son los
industriales, empresarios y banqueros de nuestro país, también son
ecuatorianos, pero deben ajustarse a las reglas, sin privilegios. Las dificultades
internas son solucionables, pero la dominación externa es complicada.
Doscientos años sin independencia, doscientos más bajo el dominio imperial
chino son inaguantables ¿Alguna vez fuimos nacionalistas?

Correa, con sus socialistas” gobernó con las oligarquías y ellos cogobernar
con Correa, complacientes. Ganaron mucho dinero con la corrupción de los
sobreprecios. Son autores y cómplices del robo a la nación. Los pendejos
fueron los “dirigentes”, alquilados como bravos perros de pantalla, ladrando
todo el tiempo, desbaratando las organizaciones, amontonando gente en los
parques para cantarle al Che y ¿cuál fue el resultado de ese apoyo? Hoy los
pueblos están sumidos en la pobreza, más pobres que ayer, la agricultura
abandonada, liquidada, un agro quebrado consumiéndose en la
desesperanza y las drogas, gracias a la década perdida. Somos culpables de
la pobreza y desigualdad porque nosotros la aceptamos, que pendejos.

Entonces, también hay otros grandes culpables de esta debacle y son los
“dirigentes” que se prestaron para el engaño, que se alquilaron para facili-
tar la manipulación, “indio vendido” le gritaba Lourdes Tibán a Pedro de la
Cruz de la Fenocin. El PME nunca repartió un saco de urea ni de semilla,
nada tuvimos que ver con esos kits ni bonos, por el contrario, nos opusimos
públicamente a ello. Son los dirigentes tan culpables como el gobierno de AP,
quienes no supieron aprovechar la oportunidad, se contentaron con dádivas
y migajas, ni siquiera organizaron el poder popular; faltos de visión, faltos de
conocimientos, eran los pendejos que Correa necesitó para sus propósitos.

¿Con qué moral pueden reclamar mañana los “comunistas y socialistas” si


estuvieron en el poder cogobernando? Tuvieron poder, contribuyeron al
enriquecimiento de los banqueros e industriales que tanto cuestionan,
solaparon la corrupción que ahora públicamente se conoce y se prueba ¿Qué

l
316 DIGNIDAD MONTUVIA
contribución o aporte hicieron ellos para erradicar la discriminación y la
pobreza de nuestros campos? Ninguna. ¿Qué hicieron para reducir la bre-
cha entre pobres y ricos? Nada. Los ricos hoy son más ricos y los pobres son
más pobres. Viva el socialismo del siglo XXI. Solo fueron tontos útiles del
poder construido sobre sus escombros.

Y las bases, las comunidades, ¿qué grado de culpabilidad tienen? Ninguna.


Ellos son dirigidos y conducidos. Esa es su naturaleza. Los pueblos necesi-
tan de líderes honestos, comprometidos con su causa, que los guíen y con-
duzcan por el camino de la lucha y la victoria; su problema es identificar los
que son de verdad y los que son simples oportunistas, mercaderes de su
desgracia. Esa es la tarea, aprender a identificarlos.

Me disculpan por haber recogido estas verdades que a nadie deben ofender.
Somos parte de una generación mediocre, contaminada por la corrupción
política; la verdad duele, pero es la verdad. “El que esté libre de este pecado
que tire la primera piedra”, por eso la tiro. Toda regla tiene sus excepciones,
a los honestos y leales al pueblo, no nos tiene porqué doler. Reconocer las
falencias del capital social es un acto de madurez y sabiduría.

Por eso, la esperanza está en una nueva generación. Hay que crearla, for-
marla, sin las falencias y las aberraciones de la actual. La solución está en la
nueva juventud, irreverentes por naturaleza ante la vida, ante el poder. Ahí
está nuestro deber. Ahí está nuestra responsabilidad. Ahí están las páginas
de la historia esperando ser escritas, debe ser la respuesta a la grave e
inevitable realidad que está en el análisis. No pueden los jóvenes, los
estudiantes, los campesinos, permanecer impávidos, cruzarse de brazos y
esperar el juicio final. No, eso no puede hacer la juventud. “Desgraciados los
pueblos del mundo donde la juventud no haga temblar al tirano, donde los
estudiantes se mantengan sumisos al opresor”, decía don Juan Montalvo.

Hay que hacer algo, por ejemplo, construir un gran frente de unidad na-
cional, establecer acuerdos a plena luz del día, sin pactos ni componendas
por debajo de la mesa, enfrentar la corrupción con dureza, plantear al pueblo
la necesidad de cooperar y de colaborar, dejar a un lado el conformismo, el
facilismo, la apatía. Hacerle conocer al pueblo la verdad: una deuda externa
e interna impagable e inmanejable, un presupuesto desfinanciado,

DIGNIDAD MONTUVIA
l317
difícil de cubrir, una iliquidez al borde del colapso. El pueblo, los movimientos
sociales, tienen que saber que esta crisis que heredamos del correato es
producto del robo y el despilfarro, que la corrupción implantada por el
correato hay que enfrentarla con dureza o será parte de la práctica política, un
pésimo ejemplo para las futuras generaciones.

Nuestro enemigo ha sido la dependencia política y económica del imperio


con sus políticas de sometimiento impuestas, que en algo estábamos libe-
rándonos con la integración. Sea yankee, chino o ruso, el imperio con sus
políticas de explotación y dependencia es el causante de la pobreza y el atra-
so sufrido en la región, con la complicidad de los gobernantes criollos, por
eso somos el continente más pobre ¿o no lo hemos entendido aún? Tenemos
que inventar la solución, el socialismo del siglo XXI es la nueva sumisión.

Ahora Correa y sus colegas nos dejan entregados a otro imperio, igual o peor
que el anterior; son tres en total. La unidad que invocamos es entre todos los
que queremos ser libres política y económicamente independientes, sean de la
condición social que sean, de la religión que profesen, la unidad es entre todos
los que queremos desarrollar y crecer económicamente como naciones sobe-
ranas, sin explotación ni humillación, donde impere la colaboración científica y
económica pero con respeto y dignidad a nuestros pueblos. Eso solo se logra
con unidad e integración, no porque estos progresistas corruptos, con sus in-
consecuencias la hayan debilitado, no vamos a continuar en el camino abierto.
El sendero ya está trazado y seríamos infantiles o ignorantes si hacemos lo con-
trario, ¿o hay otra opción mejor? Frente al imperio chinoruso no la hay.

Pero de lo que sí debemos estar seguros es que ningún imperio nos va a


volver a dominar. Vamos a sentarnos todos, los que somos del pueblo, de la
misma clase, los que vengan y quieran sentarse, con esos caminaremos. Ser
lo que somos y fuimos siempre, indígenas, negros, montuvios, campesinos,
obreros, trabajadores, amas de casa, pueblo en general, empobrecidos por el
sistema de discriminación y dependencia, marginados del desarrollo y
excluidos de nuestra propia riqueza. Eso es lo que somos y hemos sido
siempre. Volvamos a nuestros orígenes, a nuestro punto de partida,
aprendamos a sentarnos entre diversos pero iguales en la tragedia de ser
pobres, discriminados y excluidos.

l
318 DIGNIDAD MONTUVIA
Sentémonos todos los del pueblo a la mesa, menos los responsables de la
actual crisis y beneficiarios de la misma, ni tampoco los que traicionaron a
sus pueblos, a su clase; que a ellos los juzguen sus organizaciones y ese vere-
dicto será aceptado, es obvia esa condición. Sentémonos sin sectarismo, ni
xenofobia, ni exclusiones, pensando solo en el interés de nuestros pueblos —
los pobres—, aquellos a quienes representamos y por quienes hemos lucha-
do toda una vida. Nos olvidamos del sectarismo y la exclusión, nos sentamos
a la mesa a discutir qué defendemos, qué sostenemos y qué hacemos. Los
gobiernos son transitorios, más tarde o más temprano terminan yéndose,
pero los pueblos permanecemos en el tiempo y en el espacio.

Para esta unidad, alianza o frente latinoamericano y de integración regional,


o como decidamos que se llame, debemos también sentarnos a conversar con
la oposición burguesa, la tradicional oligarquía. No podemos ser sectarios,
ellos son parte de este Ecuador profundo y serán un referente de cómo los
pobres queremos también ser ricos en este rico país, sin corrupción ni
privilegios, nosotros producimos insumos y balanceado orgánico, ellos
camarón y banano, tenemos intereses comunes.

No queremos la herencia de nadie, queremos una nación para todos, con


oportunidades para todos. Las masas, los colectivos, también tienen que
hacer esfuerzos, ya basta de mendicidades, dádivas o migajas. Eso debe
acabar, es indigno ser tratados como limosneros; pero así nos tratan los
gobiernos y seguimos siendo pobres. ¿De qué han servido los bonos y los
kits? Queremos trabajo, queremos montar nuestros propios negocios, que-
remos educación, atención de primera en salud. Crearemos las pequeñas
industrias en la ciudad, a todo lo que producimos le daremos valor agrega-
do —harinas, quesos, yogurt, helados, mermeladas, refrescos, pastas, ropa,
calzado, artesanías, muebles, latería, papelería, locales de gastronomía,
etc.— con un concepto diferente, en igualdad de condiciones. Es un proceso
a largo plazo. Esto no es ilusión ni cuento, es una realidad posible y com-
probada. Los gobiernos no saben cómo hacerlo.

Desarrollaremos la cultura popular en las calles, el arte, la música, desarro-


llaremos el deporte en las calles como espacio de recreación para la juventud.
Todo esto es posible hacer, más costosa para el Estado es la dádiva. Queremos
trabajar, montar nuestros propios negocios, fomentar el agroturismo, el eco-
turismo. Solo dejando de robar al Estado, combatiendo la corrupción y dando
cadena perpetua para los corruptos, tendremos el dinero para hacer todo esto.

DIGNIDAD MONTUVIA
l319
En un solo caso denunciado por el valiente periodista Fernando Villavicen-
cio, se habla de dos mil millones de dólares que se habría robado el “querido
Alex” con sus secuaces; con menos de eso podríamos haber resuelto el pro-
blema de los suelos oxidados, de la semilla de mala calidad y haber desarro-
llado la agroindustria comunitaria, tanto en el campo como en la ciudad. Es
lo que tenemos que hacer juntos o esta patria se va para el carajo.

Con la Asamblea Nacional habrá que establecer acuerdos legislativos sobre las
reformas a las leyes y una nueva constitución. Tendremos que ponernos de
acuerdo entre la Asamblea y el pueblo, entre todos los que pensemos y
queramos desmontar la corrupción y recuperar el estado democrático. Hay que
actuar con madurez, sensatez e inteligencia. Hay que recuperar el poder
legislativo y de fiscalización, desterrar para siempre la década de las leyes nefastas
y más adefesios que desprestigiaron al Parlamento, mucho más que los
cenicerazos. Ese fue el propósito y compromiso del PME en la Asamblea;
lamentablemente nos negaron ese derecho (2017).

Fundamentalmente, nos debe unir la urgente e imprescindible necesidad de


darle una alternativa y visión clara al pueblo ecuatoriano. Hay algunos
candidatos que no hablan claro sobre desmontar la corrupción, confunden a
la gente con su falso discurso lleno de demagogia; es la Constitución la que
tiene que ser cambiada. Ahora ellos quieren utilizar las leyes corruptas desde
su nuevo gobierno, es decir, fue malo porque lo practicó el correísmo, pero
es bueno si lo practican ellos. Así abusan de la falta de cultura política de
nuestro pueblo, siguen creyendo que el pueblo es pendejo y por eso también
deberían ser castigados en las urnas.

Como no podía ser de otra manera, en esta unidad del pueblo serán bienveni-
das todas las organizaciones y movimientos sociales que quieran integrarse a
esta cruzada nacional por la libertad, la independencia y la democracia, sean de
la tendencia que sean. Hay que liberar a la justicia. Hay que independizar los
organismos de control del Estado; hay que democratizar los poderes, rescatar
la institucionalidad que hoy está secuestrada y podrida.

El Pueblo Montuvio del Ecuador asume voluntariamente, por iniciativa propia,


esta responsabilidad histórica de convocar a la unidad nacional, a todos los que
se sientan dignos representantes de sus pueblos, nacionalidades, movimientos
y sectores sociales. Vamos a ser los impulsores de este diálogo nacional. Somos

l
320 DIGNIDAD MONTUVIA
capaces de establecer acuerdos mínimos en función de los intereses de nuestros
pueblos y la defensa de nuestra soberanía frente a la intromisión imperial y sus
graves consecuencias para nuestros estados; si no, entonces hagamos un hueco,
metámonos en él y que la nueva generación de jóvenes, que también está en
deuda con la historia, nos sentencie, eche tierra y nos tape, como basura
contaminante de alto riesgo para la próxima generación.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 321
LA ÚLTIMA PERSECUCIÓN DELCORREÍSMO CONTRA
EL PUEBLO MONTUVIO

La alianza de Jairala con la Izquierda Democrática (ID) nos movió el piso. La direc-
tora nacional de la ID le entregó los cuatro distritos del Guayas al prefecto, identifi-
cado plenamente con el gobierno y AP. Los pueblos montuvios desde los cantones
de Guayas y Los Ríos rechazaron la controvertida alianza y nos obligaron a retirar-
nos de la ID. No aceptarían jamás una alianza con un personaje éticamente cues-
tionado y responsable del abandono en que se encuentra la provincia del Guayas,
sin red vial rural, sin alcantarillas, sin muros de contención, sin puentes, sin cana-
les, sin obras complementarias de riego, sin infraestructura básica fundamental
para el desarrollo del agro guayasense, pese a llevar dos periodos en el poder y en
plena década de bonanza petrolera de su gobierno. Lo poco que ha hecho es nada
comparado con la gran necesidad y las décadas de abandono.

Perdimos nuestra oportunidad. Al general Moncayo también le hizo mucho


daño esa malograda alianza: su crecimiento inicial se estancó y empezó a bajar
en las encuestas. El pueblo montuvio, a falta de espacios políticos para llegar a
la Asamblea —por no tener nuestro propio partido— llegamos al Movimiento
de Unidad Pluricultural Pachakutik, aferrados a la última esperanza de llegar a
la Asamblea. No necesitábamos buscar o pelear los votos después de 25 años de
lucha por el agro montuvio, solo teníamos que recogerlos.

Cincuenta mil familias montuvias del Guayas nos llevarían a la Asamblea


Nacional, para desde allí construir las soluciones a la pobreza rural. La gente
confiaba en nosotros, gozábamos de credibilidad, éramos su opción viable, su
alternativa válida, tenían por quién votar. Nosotros éramos su esperanza. Hoy,
boicoteadas nuestras candidaturas, no tienen en quién confiar: bailarinas, pe-
pudos, cantantes, peloteros, nudistas, triqueras, trans, payasos, gente de farán-
dula y otros distinguidos personajes que nada tienen que ver con la realidad
política que vive el Ecuador, son candidatizados a la Asamblea. Indiscutible-
mente, hubiésemos barrido en el IV Distrito del Guayas.

l
322 DIGNIDAD MONTUVIA
La política es una ciencia, requiere de conocimientos, de estudios, de in-
vestigaciones, es un arte ejercerla, requiere de habilidades, y por supuesto,
mucha experiencia. Nuestro absoluto respeto al arte, a la cultura, pero “za-
patero a tu zapato”. No pueden ser tan irresponsables los partidos poniendo
de candidatos a ignorantes políticos para que vayan a legislar y fiscalizar a la
Asamblea Nacional —tan desprestigiada actualmente por esa condición de
ignorantes políticos: guapas, bonitas y vacías, nada más; hay excepciones.

En la anterior Asamblea, sin el conocimiento debido ni la experiencia nece-


saria, fueron víctimas fáciles del abuso del poder que los manipuló e hizo que
aprobaran leyes nefastas como la Ley de Drogas, Ley de Tierras, Ley de
Plusvalía, Ley de Aguas, Ley de Comunicación y otras más que avergüenzan la
conciencia nacional y que izquierdosos y oportunistas celebraban en las plazas.
El poder totalitario los controló, los sometió y los mantuvo en la sumisión para
que no fiscalicen ni investiguen una década de corrupción en Petroecuador, las
hidroeléctricas y casi todos los sectores estratégicos. El pueblo indignado los
llamó borregos y alzamanos, por carecer precisamente de personalidad y
criterio político.

En las elecciones del 2017, Pachakutik —con los problemas internos que vie-
nen arrastrando desde tiempos atrás— nos recibió como buenos hermanos
que somos, nos aceptaron y nos dieron todo el IV Distrito para los candida-
tos del pueblo montuvio. Sabían que triunfaríamos con nuestros candidatos
en ese distrito; los pueblos están con nosotros.

Se realizaron los procedimientos y se cumplieron los procesos legales para la


inscripción de las listas. El propio coordinador nacional, Marlon Santi, nos
inscribió en Guayaquil y firmó los formularios amparado en la Ley. Se realizó
la Asamblea Provincial invitándose por escrito a los veedores del CNE, los
que no fueron ese día; por esta razón, se suspendió el evento y se lo reinstaló
posteriormente con la presencia, ahora sí, de los veedores. Se designaron a
los candidatos, se aprobaron las listas de indios, negros y montuvios
representando a los pueblos y nacionalidades. Yo encabezaba el IV Distrito
del Guayas con nueve montuvios y montuvias.

Los veedores recolectaron nuestras firmas. Hay fotos, informes y un cente-


nar de testigos. Sin embargo, la Junta Electoral del Guayas, direccionada a
no permitir nuestra inscripción y haciendo uso de artificios legales, con pre-
potencia y soberbia, adujo que no se habían realizado las primarias y que el

DIGNIDAD MONTUVIA
l 323
nombramiento del delegado no estaba legalizado, lo cual era totalmente fal-
so. Además, alegaban de manera ridícula la “inconsistencia de dos fechas”, la
misma que a leguas se veía que era un simple error de tipeo que en nada
alteraba el contenido del texto ni su forma; documentos justificativos que
fueron presentados, tanto en el CNE-Guayas como también en el Tribunal
Contencioso Electoral (TCE), instancia donde acudimos finalmente con el
ánimo de obtener justicia. ¡Qué ilusos fuimos!

Nada fue suficiente, nuestra suerte estaba echada. No iban a aprobar nues-
tra participación en el proceso electoral del 2017. El TCE ratificó la discrimi-
nación y exclusión de los pueblos montuvios, indígenas y afroecuatorianos,
y como para asegurarse de que entendí el mensaje, llegó a mi correo la noti-
ficación de audiencia para sentencia del tribunal a realizarse el 8 de febrero
del 2017 sobre el juicio de falsificación de firmas del cual falsamente me acu-
só el CNE para meterme preso en el 2012; y como coincidencia, también me
notificó la Fiscalía del Guayas llamándome a declarar justo en los días que
denunciaba en la prensa la discriminación del CNE. Misteriosamente, no me
volvieron a llamar. Lo cierto es que la persecución continuó. Así comenzó el
proceso electoral en el 2017, definitivamente no hay confianza, se denunció
públicamente por parte de los partidos políticos y la ciudadanía la existencia
de un padrón electoral inflado con 600 mil nombres y números de cédula sin
respaldo informático, lo que nadie investigó.

El país vivió un régimen totalitario y absolutista con todos los poderes del
Estado en manos del presidente Correa. Es innegable que no hay
transparencia, no hay garantías. La población comentaba en las calles el
fraude pero temerosa no hacía absolutamente nada, hay miedo. La mayoría
de los ecuatorianos —en un 55% según revelan las encuestas—, dudaron de
que este haya sido un proceso democrático y de respeto a la voluntad popular,
por eso el pueblo se mostró apático, indeciso, rechazaba a todos los
candidatos, no les gustaba su silencio cómplice y encubridor frente a la co-
rrupción. La mayoría del pueblo no cree en la vieja partidocracia ni tampoco
en la nueva, odian a Correa, a Alianza País, se sienten defraudados por los
“socialistas de izquierda” que se robaron el petróleo, asaltaron los recursos
del Estado, atracaron el dinero público propiedad de todos los ecuatorianos.

Para nosotros, en las elecciones del 2017, terminó la esperanza de darle una
representación digna y comprometida al agro montuvio. Sentí la indigna-

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324 DIGNIDAD MONTUVIA
ción de Oswaldo Mosquera, de Pedro Ramón Mendoza, Riquelme Pino,
Enrique García, Petita Sarco, Bélgica Silva — entre otros hermanos más, cuya
indignación e impotencia frente al abuso, la soberbia y el discrimen,
realmente me conmovieron. También es digno reconocer los esfuerzos y
voluntades que solidariamente hicieron mi amigo Diego Machuca López, cuyo
conocimiento sobre el proceso electoral y sus amistades con políticos de moda
fueron una valiosa ayuda en la defensa de nuestros derechos, pero ya nuestra
exclusión estaba sacramentada desde el olimpo, donde moran los dioses verde
flex. El proceso de desarrollo económico endógeno del PME fue herido de
muerte. Moreno “ganó” la Presidencia de la República en medio de un país
totalmente dividido.

Una población que mayoritariamente no aceptó los resultados proporciona-


dos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), que se mantuvo varios días en
las calles protestando; pero finalmente en medio de una confusa situación y
manejo del tema, terminó resignándose por aceptar a Moreno como su nuevo
presidente, la manipulación hizo su efecto. La población recuperó su habitual
normalidad, muchos no creyeron, pocos avizoraron un cambio, otros
sectores importantes de la lucha popular empezaron a reagruparse, a
fortalecerse, como es el caso de los maestros de la UNE, los pueblos y
nacionalidades de la CONAIE, quienes fueron duramente perseguidos,
encarcelados y varios asesinados misteriosamente en el nefasto gobierno
totalitario de Correa.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 325
DIÁLOGO Y ESPERANZA

De las cenizas volvió a levantarse el espíritu rebelde de Rumiñahui,


Daquilema, Tránsito Amaguaña, Dolores Cacuango y volvieron a ser lo que
siempre fueron: la poderosa fuerza indígena de la CONAIE, a la que Moreno y los
correístas respetan. Los campesinos y montuvios de la costa, después del
cuentazo troyista de “la minga agropecuaria”, quedaron totalmente
invisibilizados, dispersos, confundidos, acanallados, porque la mayoría de las
organizaciones campesinas fueron afines al gobierno de Correa y su dirigencia
facilitó el engaño, la demagogia y la corrupción que significó la entrega de kit
agrícolas, el plan tierras, el plan maquinaria, el plan vacas, el plan borregos y
otros planes de corrupción y dádivas, cuyos resultados no existen porque dichos
planes nunca tuvieron como objetivo erradicar la pobreza rural, sino el
enriquecimiento ilícito, por ahí una que otra rara excepción.

Un agro costeño que está sufriendo una grave crisis económica provocada
por la negligencia, la irresponsabilidad y la corrupción del gobierno; un
pueblo resignado a su maldita suerte, conformista con la dádiva y las
ayuditas que recibió del gobierno. Es innegable que aún está afectado por la
sumisión y la obsecuencia a las que fueron sometidos durante toda una dé-
cada. Organizaciones campesinas debilitadas, sin líderes, sin liderazgo, sin
una propuesta viable de solución, esperando que un día muy pronto, surja
desde los montes y valles de la costa montuvia, esa estirpe guerrera de los
Alfaro, los Montero, los Maridueña, los Infante, las Gamarra, las Filomena
Chávez y nos liberen de la opresión, del triple yugo imperial al que nos
hipotecaron y del narcoestado en que hoy nos están convirtiendo los Moreno
con su “plan toda una vida” es la continuación de la década correísta.

Hoy, Correa se encuentra como cucaracha en pico de gallina, ni escondién-


dose debajo de las piedras podrá salvarse, sus cómplices y obsecuentes ser-
viles que administraban la justicia fueron cambiados por el nuevo Consejo

l
326 DIGNIDAD MONTUVIA
de Participación Ciudadana Transitorio. Consecuentemente, empezaron a
caer varios delincuentes de la banda que asaltó, atracó y robó al país. El
pueblo respalda al octogenario Julio César Trujillo, titular del CPCCS, tam-
bién el mismo respaldo les da a los demás integrantes de la Comisión que
están intentando descabezar la corrupción correísta enquistada, cumpliendo
así con el mandato soberano expresado en la Consulta Popular; difícil tarea
ya que el correísmo está enraizado en todos los poderes y funciones del
Estado. Con toda seguridad la corrupción continuará.

Moreno está gobernando en un aparente marco de diálogo con todos los


sectores, es parte del tontómetro. El suyo es un gobierno debilitado, que
heredó una grave crisis fiscal y moral difícil de sortear, con una enorme deuda
impagable e inmanejable. En su gobierno—integrado por correístas,
morenistas, más sus aliados naturales Nebot, Lasso, Abdala, etc, algunos
cogobernaron con Correa y ahora con Moreno— se han puesto al descubierto
escandalosos actos de corrupción cuyo perjuicio al Estado, según las
investigaciones y estudios realizados, oscilarían entre 60 y 70 mil millones de
dólares. Así mismo se han develado muchos crímenes sospechosos cometidos
en el gobierno de Correa contra ciudadanos que denunciaron la corrupción,
incluyendo secuestros y desapariciones, que los nuevos jueces y fiscales
tendrán que investigar, determinar culpables materiales e intelectuales y
sancionar severamente, lo que casi nadie cree.

El presidente Moreno se encuentra en una gran disyuntiva: o apoya al pueblo


en su lucha contra la corrupción o intentará proteger a muchos corruptos que
están dentro de su gobierno, escogerá lo segundo. Obviamente que,
aprovechándose de ello, intentará librarse un poco de quien es hoy su más
acérrimo y peligroso enemigo: Rafael Correa y sus ex compañeros de partido,
quienes con toda seguridad no le perdonarán su traición, aunque desde el interior
del gobierno los correístas protegen a Correa, Glas y a los principales cuadros del
SSXXI, para que la justicia no los acuse de peculado, ni de enriquecimiento ilícito,
ni de testaferrismo, ni de lavado de activos. El correísmo sigue gobernando.

A las puertas de un nuevo proceso electoral-2017, el mismo folklore de siempre,


el mismo baratillo de ofertas, las mismas mentiras desgastadas, las mismas ca-
misetas, las mismas gorras, ni siquiera en eso innovamos, por lo menos un can-
didato repartió preservativos en una ocasión. Tal vez crean que no merecemos
unas mentiras creativas e inteligentes, que poco valoran al pueblo aquellos que
por sus votos alcanzan poder y riquezas. El partido de la década corrupta está

DIGNIDAD MONTUVIA
l 327
debilitado, la gran partidocracia incapaz de proponer soluciones a la crisis, que
ya muchos saben que es inducida; los partidos chicos están buscando la
unificación, sin encontrarla, no hay otra opción. El pueblo se encuentra huérfano
de apoyo y liderazgo, se debate entre la ignorancia y la falta de consciencia, entre
la indiferencia y la resignación, entre la cobardía, sumisión y manipulación.

Nuestros pueblos rurales, que dependen exclusivamente del monocultivo,


entraron en una peligrosa depresión económica. Si la agricultura está mal, al
comercio también le va mal, los ingresos se reducen, las ventas disminuyen,
no hay circulante, no hay trabajo, se pierde la capacidad de compra; la calidad
de vida baja, la población se deprime y los pueblos pequeños como los nuestros
pierden su alegría, su color y su magia. Son los mismos pueblos, desde sus
propias experiencias, desde su riqueza natural y cultural, desde un concepto
diferente, desde una visión empresarial comunitaria, con responsabilidad
social y ambiental, los que pueden salvar la crisis y desarrollarse en armonía
con el ser humano y la naturaleza, es decir: hacer desarrollo económico
endógeno desde una cosmovisión y un sistema de producción propio,
adaptado al cambio climático y a las exigencias del mundo. No podemos
esperar que Moreno, o la plutocracia, u otro iluminado nos haga el milagro.
Hagámoslo nosotros.

¡Sí podemos, carajo!

l
328 DIGNIDAD MONTUVIA
LA OPORTUNIDAD FALLIDA

Es en medio de este panorama desalentador, es donde surge la candidatura de


Lucho Alvarado Buenaño a Prefecto del Guayas, por las listas 18, del Movimiento
Pluricultural Pachakutik; brazo político del movimiento indígena, con una buena
representación en la sierra y amazonía, con 160 juntas parroquiales, 29 alcaldías,
5 prefecturas, 7 legisladores en la Asamblea Nacional; aclarando que la Diana
Atamaint no representa ni es delegada del Pachakutik en el CNE;
representaciones que le dan el espacio y la fuerza política que el pueblo montuvio
y gremios rurales de la costa no tenemos. El pueblo montuvio le brindó al agro
costeño esta opción viable, factible, posible y real de administrar un importante
espacio político en la provincia, con enorme influencia política en todo el litoral
gracias al liderazgo indiscutible ganado en toda una vida de lucha, espacio propio
desde dónde pudieron construirse todas las soluciones que el agro y su población
requieren, ya que la prefectura tiene las competencias y facultades legales para
hacerlo, todo en un proceso a mediano y largo plazo, esa era la estrategia de
beneficio para el país. Debíamos consolidar la votación en el agro y posicionar
nuestra candidatura en Guayaquil, es innegable que éramos un serio aspirante a
ganar la prefectura, frente a candidatos que no tienen ninguna vinculación, ni
identidad, ni pertenencia, ni el conocimiento, ni la experiencia imprescindibles
sobre los pueblos rurales del Guayas, mucho menos sobre la pobreza rural que
los agobia y sus soluciones.

Hay mucha confusión que se origina producto del desconocimiento profundo de


la realidad campesina. El problema del agro no es exclusivamente agropecuario,
obviamente que tiene una importante vinculación con el tema agropecuario, pero
los problemas del agro son mucho más complejos, son estructurales, es un
problema cultural, social, económico y político, su complejidad requiere de la
sociología, psicología, antropología. Es un error creer que el ministerio de
agricultura es el responsable del desarrollo de los pueblos montuvios, indígenas
y afroecuatorianos. “Lucho Alvarado era el único candidato del agro costeño
plenamente identificado con la causa de los montuvios del litoral; intrépido y
bravo luchador de la calle, plazas y carreteras del país siempre defendiendo a los
pobres del campo; talentoso, carismático, con altos niveles de conocimientos,
experiencias, capacidades, habilidades y destrezas desarrolladas en su largo
galopar por la campiña litoralense, casi tres décadas, solo él fue capaz de hacer
posible lo imposible, por eso el agro creyó y confió siempre en él. Pese a la
agresiva campaña de difamación correísta de la que fue víctima; su nombre es un
referente de consecuencia, lealtad, moral, dignidad y coraje” Artemio Quinde,
DIGNIDAD MONTUVIA
l 329
fundador de los pueblos montuvios de Manabí. Expresiones generosas que
recojo, porque nadie más lo dijo, incluso habían locutores del agro que en lugar
de apoyar mi candidatura, hablaban muy mal de mí, la típica del mono come
mono, no hemos aprendido la lección. Esta narrativa de una lucha digna es un
ejemplo de los que algo hacemos.

Lamentablemente una dirigencia campesina abandonada, sin líderes, ni


constructores, llena de prejuicios y prácticas aberrantes que tanto daño han
hecho al agro nos dejaron solos, apoyaron candidaturas de la partidocracia,
incluso candidatos de dudosa reputación moral y hasta citadinos que nada tenían
que ver con el agro. Si a esta deplorable actitud de la dirigencia rural costeña le
sumamos la dudosa reputación del CNE, que me asignó menos del 1% de la
votación total, que nadie cree, absolutamente nadie, pero eso será materia de
análisis en otra historia. El porcentaje de Pierina fue un afectuoso mensaje de
respeto a Correa. Es obvio que la partidocracia con sus enormes empresas
electorales y jugosas chequeras de contratistas y proveedores siempre ganarán
una elección. Para nosotros, los sectores rurales y partidos pequeños, es difícil
competir con tremenda maquinaria electoral, pero no imposible; falta conciencia,
consecuencia, dignidad y un elemento, quizás el más determinante de todos: el
conocimiento, el pueblo ecuatoriano se debate actualmente en el más
vergonzoso desconocimiento, sin cultura política, sin criterio, las poblaciones son
presa fácil de la manipulación, la apatía y el quemeimportismo apátrida inducido.
América Latina está viviendo su peor crisis económica y moral, debilitada su
sociedad, afectada su institucionalidad, para facilitar el posicionamiento del
nuevo régimen imperial de oriente Este es el nuevo mapa geopolítico en la región.

La campaña se desarrolló en un escenario igual al de siempre, demagogia al nivel


más bajo; baratillo de ofertas e ilusiones a niveles extremos de fantasía; todos
presentaban sus títulos de maestría, doctorados, como si esa era la garantía del
conocimiento, compromiso y liderazgo para conducir una población; no van a
gerenciar una fábrica u oficina, los criterios están equivocados. A la pequeña
organización Pachakutik del Guayas la dividieron, la partidocracia diseñó su
estrategia y atacó al Pachakutik de Guayaquil, ahí montó su operativo para
desprestigiar mi candidatura y debilitar la poca estructura de la que disponíamos;
otra vez fui yo el blanco de la difamación, obviamente era el único candidato
peligroso que podía recoger el descontento popular. Sin apoyo de grupos
económicos, ni contratistas, ni chequeras electoreras, me fui a la campaña con
Oswaldo, Enrique, el Pelao Jeison, nuestro director Pedro Ramón Mendoza y mi
binomio Andrea Arteaga Goya, una linda joven vinceña-guayaquileña con raíces
montuvias, especializada en turismo rural, a quien conocí al final del proceso
montuvio. Realmente era la mejor y única opción que tenía el agro guayasense y
costeño, ya hubiésemos convertido la avenida principal de Nobol en una calle
cultural gastronómica. Bromeando alguien dijo en Daule: “a Lucho Alvarado lo
harán perder en el CNE y a Morales lo harán ganador”, proféticas palabras,
porque me pusieron expresamente menos del 1% de la votación, lo cual no lo cree
nadie en su sano juicio.

l
330 DIGNIDAD MONTUVIA
Así que las espiraciones de lograr un espacio de poder desde la Prefectura y
liderar desde ahí el desarrollo y progreso del agro se terminaron un domingo de
marzo del 2019, quedaron sembradas las dudas, la impotencia, el coraje ante los
hechos consumados, pero mental y espiritualmente intactos, nos perdimos una
oportunidad que con dificultad construimos, pero con coraje seguiremos
construyendo otras oportunidades y todas las que sean necesarias para llegar a la
meta trazada, aún inconclusa. A la siguiente semana empezamos con Oswaldo
Mosquera, Enrique García y todos los miembros del Consejo de Gobierno del
Pueblo Montuvio a recuperar la legalidad del Consejo, usurpada por un
facineroso que protegido por el clan de los Vicuña, los Glas, permanece
ilegalmente en la coordinación nacional del PME y no descansaremos hasta hacer
respetar la autoridad superior del PME, hasta que en el 2021 el Congreso
Nacional Montuvio nombre a las nuevas autoridades.

Tendrán que incorporar y formar a la juventud montuvia, jóvenes desorientados,


sin trabajo, sin oportunidades, sin estudios, sin ideales, sin sueños,
contaminados por la sociedad confundida en sus deberes y responsabilidades con
su país. Difícil tarea, pero no imposible, además ¿qué otra opción tienen?
Ninguna. Si no los liquida la pobreza, el abandono, la desidia de los gobiernos
indolentes, lo harán las inundaciones producto del deshielo de los glaciares; el
calentamiento global es un hecho irreversible que requiere la atención prioritaria
de los pueblos empobrecidos, porque son los que mayormente sufrirán las
consecuencias, agua abajo y sol ardiente arriba. Por esa razón la propuesta del
pueblo montuvio de crear un gran plan cobra plena vigencia en estos tiempos
difíciles cuando la agricultura y la ganadería han causado graves afectaciones al
suelo, las aguas y a las defensas naturales del ecosistema.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 331
OTRO DIÁLOGO SIN RESULTADOS

El presidente Moreno volvió al cuento del diálogo, del que nunca conocimos su
diseño, estructura, ni a quienes lo dirigen; el diálogo fue tan secreto para los
pueblos y movimientos sociales que nadie nunca supo dónde y a quién acudir.
Por información de prensa conocimos que los dialogantes eran las cámaras,
banqueros y los indígenas por el respeto que le guardan a su organización y
capacidad de lucha; los montuvios al carajo, con facinerosos como dirigentes el
gobierno no perdió el tiempo, saben que a esos les dan puestitos y migajitas, que
vergüenza. Las cámaras, los banqueros, los medios de comunicación y la
tradicional clase política con sus ídolos de barro se unieron para poner
vicepresidente y cogobernar con Moreno. Se adueñaron de todos los espacios que
les entregó un presidente guácharo, huérfano de apoyo y abandonado por sus
compañeros y amigos de AP. Mejor oportunidad que esta no se les había
presentado a las oligarquías y sin ganar las elecciones, solo componendas,
entuertos y negociados, al carajo el pueblo. Se repartieron los puertos para el
beduino y su gallada, las eléctricas para el de Panamá y sus libaneses, las
telefónicas, las aduanas, los ministerios, los hospitales para los asambleístas, El
Banco del Pacífico, sueño del banquero y todos los espacios posibles.

Así que nos las ingeniamos y contando con la solidaridad de Gabriel Martínez ex
secretario general de la Vicepresidencia de la República y luego Ministro de Obras
Públicas y Vialidad; y Xavier Lazo, Ministro de Agricultura, armamos nuestra
propia mesa de diálogo e incorporamos a algunos dirigentes de otros sectores y
nos sentamos a la mesa del Acuerdo Nacional, Agenda 2030. Después de cuatro
meses dificultosos para coordinar las reuniones, obtuvimos un producto final, El
Gran Plan de Adaptación al Cambio Climático y Desarrollo Endógeno
de las Comunidades Montuvias del Litoral, hicimos la entrega formal al
gobierno, creo que no entendieron nada porque nunca nos contestaron lo que
nosotros creíamos nos debían contestar, hasta ahí llegó el diálogo. Averiguamos
con la Conaie y nos manifestaron que ellos tampoco habían avanzado y que más
bien el diálogo estaba paralizado y que de no concretarse los temas pendientes,
que estaban siendo bloqueados por los propios ministros y autoridades
competentes, la Conaie rompería los infructuosos diálogos con el gobierno.

Todo el 2018 y 2019 la dirigencia del Pueblo Montuvio buscó por todos los
medios legales y legítimos para que el gobierno de Moreno respete las soberanas
formas propias de organización y administración del pueblo montuvio,

l
332 DIGNIDAD MONTUVIA
consagrada su autonomía en las normas constitucionales vigentes; sin embargo
a pesar de que la máxima autoridad administrativa y legislativa es el Consejo de
Gobierno, en este gobierno de Lenín Moreno igual que en el de Correa, la
persecución continúa y no se inscriben las resoluciones del órgano superior del
PME, prevalecen las disposiciones anticorreístas de los Vicuñas y los Paul
Granda. Las autoridades del Pueblo Montuvio no logran concretar ninguna
gestión realizada para ayudar a paliar la crisis que afrontan las comunidades
empobrecidas. A estas alturas la pobreza rural empieza a consumir la esperanza
de las comunidades montuvias; la falta de políticas públicas, la baja
productividad, el alto costo de producción, la mala calidad de la semilla, la
saturación u oxidación de los suelos y el alto costo del dinero no le permiten salir
del hoyo en que los han hundido los gobiernos que eligieron. Sumado a esto la
falta de apoyo para desarrollar el agroturismo comunitario o familiar, desde la
naturaleza, ríos, playas de agua dulce, gastronomía, cultura, etc.; así como
también la pequeña agroindustria y las artesanías que incorporan valor agregado
al producto primario; la tagua, la toquilla, la mocora son una producción
alternativa a la tradicional y con fines de exportación. El mismo cambio hacía el
nuevo sistema de producción limpia, amigable con el ambiente, es una alternativa
válida en estos tiempos de cambio climático, ya que apertura mercados y abre
posibilidades para el desarrollo de la agroindustria de alimento balanceado para
camarones y otros. Este es el Modelo de Desarrollo Económico Endógeno del
PME, reconocido por el IEPI, hoy SENADI, probada su eficacia y resultados que
son de conocimiento público, pero como el gobierno no entiende nada de esto ni
le interesa y al juzgar desde sus limitadas capacidades resulta que como no
conocen, dudan de su aplicación, a más de que siempre prevalece el concepto
político de que las masas inertes y sin conciencia son los que sostienen la
partidocracia corrupta, por lo tanto mantenerlos pobres es una política de estado
y una necesidad del sistema oprobioso. Imposible acudir al sistema financiero del
país, esta es una banca chulquera, cuya ley más bien parece una forma nueva de
explotación a la sociedad, sus intereses son tan altos que ningún negocio licito
puede sostenerse con tasas del 12, 15 y hasta más del 20% de interés, fuera del
anatocismo, multas y recargos que constituyen una auténtica usura a la
población; los banqueros cogobiernan en todos los gobiernos, su poder es
evidente, manejan el legislativo además del ejecutivo y hacen lo que les da la gana
en esta tierra de conciencias dormidas.

Las organizaciones campesinas de la costa están debilitadas, dispersas, los años


de sometimiento e involucración con el correísmo les han afectado; mal dirigidos,
mal conducidos, explotados y engañados por sus propios dirigentes, hoy
desacreditados por catorce años de servilismo a Correa y Moreno, sin que las
comunidades hayan obtenido un progreso, un crecimiento económico. La
dirigencia campesina de la costa fue obsecuente facilitadora de las “políticas” de
dádivas y migajas aplicadas por el correísmo, que nunca estuvieron dirigidas a
desarrollar el agro, todo fue un cuento, El plan tierra, el plan semilla, el plan
borregos, vacas, no han mejorado la vida a las comunidades, ni han sacado al agro
de la pobreza. A nosotros nos odiaron porque estábamos desarrollando políticas
públicas para el mejoramiento de la productividad, implementando la pequeña
DIGNIDAD MONTUVIA
l 333
agroindustria y aperturamos tres nichos de mercado en Europa con
exportaciones propias de las comunidades; introducimos la producción de pollo
con probióticos, introducimos la Nutrigenómica, multiplicamos semilla de arroz
de alta calidad, habíamos iniciado el largo proceso de regenerar los suelos y lo
más importante de todo es que las comunidades montuvias habían empezado un
proceso de independencia económica y política del gobierno y eso era
inaceptable para ellos. Por eso al encarcelarme y descabezar la organización,
porque eso era el CODEPMOC, la cabeza que dirigía el proceso montuvio, lo
primero que hicieron con los dirigentes debilitados fue consolidar y fortalecer la
dependencia de las comunidades montuvias con el estado y el gobierno de AP.
Ahí está el resultado, se acabó la bonanza petrolera, se acabó el billete, se acabó
la dádiva, se acabó el contento pasajero, mientras ellos se robaron SETENTA MIL
MILLONES DE DÓLARES, según estudios de expertos. Los montuvios
continúan debatiéndose en la pobreza y abandono, no surge otro líder que
reconstruya el proceso inconcluso.

Pero Moreno en tres años tampoco ha hecho nada, la trillada “minga


agropecuaria” resultó una estafa al montuvio de la costa, que es el que más carreta
come; los ofrecimientos van y vienen como en carretilla pero ninguno se cumple
o casi nunca; a los ministros de agricultura los mandan a apagar incendios,
cuando ese ministerio no está diseñado para enfrentar la pobreza rural que hoy
está por el 44% y la pobreza extrema que supera el 20% de la población. Son
problemas estructurales que solo lo pueden resolver las propias comunidades
desde su propia cosmovisión, sus experiencias, sus especificidades; son
resultados desarrolladas por la propia gente en un largo proceso de conciencia,
empoderamiento, capacitación formativa, desarrollo humano, alternativas
económicas, ciencias endógenas, con aprovechamiento de sus potencialidades
naturales y culturales, siempre con responsabilidad social y ambiental pero con
visión empresarial comunitaria.

A mediados del 2019, a dos años del inicio del mandato de Moreno, la gente ha
aguantado bastante, han sido tolerantes o no sé si sumisos y resignados al
desgobierno que los conduce inevitablemente a la quiebra. El mundo de los
pequeños y medianos productores está en proceso de liquidación, no así el de los
bananeros, camaroneros y grandes ganaderos, este es otro mundo, su generación
de trabajo y riqueza no tienen nada que ver con la realidad de los empobrecidos
del campo que son la gran mayoría del sector rural. Por lo tanto, las soluciones
que ofreció Moreno nunca se dieron, porque nunca supieron cuáles son los
problemas, sus causas, su origen, peor iban a saber las soluciones; a Correa ni a
Moreno nunca les interesó resolver la problemática del agro y la dirigencia
sumisa del agro lo sabía y lo sabe; hablemos claro y no repitan la frase tonta de
que “con Correa estábamos mejor”, porque el hecho de que mañana el pordiosero
reciba más limosnas no significa que su condición económica o social mejoró; las
dádivas y limosnas no son soluciones al problema de la pobreza. En el agro, la
riqueza está botada y lo que necesitamos son herramientas, instrumentos,
acciones, políticas y direccionamiento para saber aprovechar esas riquezas que la
naturaleza generosamente nos dotó.

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334 DIGNIDAD MONTUVIA
El descontento popular se ha generalizado, el gobierno de Moreno no goza de
simpatía ni credibilidad, pese a que sus aliados, los empresarios, los banqueros,
la prensa y los tradicionales ídolos de barro de la politiquería nacional lo siguen
defendiendo, sosteniendo y desinformando a la población. Hemos estado
conversando con tres o cuatro ministros y varias autoridades, planteándoles la
necesidad de escuchar las propuestas del pueblo montuvio, de la Conaie y de
varios sectores sociales, pero dentro de un proceso de diálogo serio, responsable,
dónde obtengamos resultados por el bien de la población y del país, pero varias
autoridades coinciden en que los campesinos no estamos en agenda, no somos
parte del mapa gubernamental, ni siquiera somos un problema para el gobierno,
por el contrario somos la presa electoral de la corrupta partidocracia obsecuente
que a dentelladas con engaños y mentiras se disputarán nuestros votos para
justificar ante el país sus fraudulentos triunfos obtenidos en el CNE. La pobreza
también está en los populosos barrios periféricos de la ciudad, hombres y mujeres
sin trabajo, jóvenes sin estudios ni oportunidades; niños drogados, chicas y
chicos ejerciendo la prostitución, la delincuencia y el consumo de drogas se
incrementa, prolifera, es incontenible ¿Quiénes causan esta tragedia en el
pueblo? Pues los malos gobiernos, los delincuentes políticos, la partidocracia
corrupta, un pésimo sistema educativo; la televisión promociona drogas,
prostitución, homosexualidad y el narcotráfico. ¿Acaso la Asamblea Nacional no
tiene responsabilidad en esta destrucción de la moral? Pero el principal
responsable es el propio pueblo por su falta de conocimientos y consciencia.

DIGNIDAD MONTUVIA
l 335
AMÉRICA LATINA ENTRE FUEGO CRUZADO

Los cambios socio-económicos y políticos que los líderes del socialismo SXXI
ofertaron a los pueblos de América Latina, hicieron soñar a los pueblos, creímos
en ellos, Hugo Chávez, Lula, Evo, Correa, Ortega, los Kirchner, Mujica, “era el
inicio de una nueva época”, “la espada de Bolívar empezaba a caminar por
América Latina”, así nos decían, nos vendieron una enorme ilusión que terminó
en las cabalgatas de Odebrecht. Los gobiernos “socialistas” comenzaron a
debilitarse, vinieron las denuncias de autoritarismo, abuso de poder y la
aparición de las primeras evidencias y sospechas de corrupción que nadie
investigaba porque los “revolucionarios eran gente de manos limpias y corazones
ardientes” y pobre del infeliz que se atreva a acusarlos, además tenían el control
total del poder, todos los poderes del estado en sus manos, principalmente la
justicia. Perseguían, judicializaban y encarcelaban a todo aquel que se atrevía a
denunciar los atracos que se estaban dando en sus países. Las petroleras estatales
fueron asaltadas por los gobiernos “socialistas”: Petrobras, Pdvsa, Petroecuador,
YPFB en Bolivia y YPF de Argentina, etc. fueron saqueadas, robadas y los nobeles
“revolucionarios” atareados en el saqueo, empezaron a descuidarse de las ofertas
de cambios que nos ilusionaron. La integración regional al carajo, la justicia
social un coño y empezó el descontento popular a expresarse en las calles y plazas
de nuestros países. La vieja partidocracia cómplice y sus caducados becerros de
oro en el más absoluto silencio, armaban alborotos y alharacas para despistar, en
el fondo compartían y encubrían el atropello y crimen al pueblo.

Venezuela, de potencia petrolera pasó a ser un país de mendigos, carentes de


alimentos, medicinas y servicios básicos indispensables para la vida diaria. Los
“socialistas” quebraron un país rico y lo convirtieron en el más pobre de la región,
con la tasa inflacionaria más alta, con una crisis económica y fiscal que alarmó
al continente; al inicio nadie entendió que hicieron con el dinero, ahora se
especula que está en bancos chinos, rusos y catarís, que una vez lavados deberán
regresar a los países donde fue robado, a manera de inversión extranjera, por eso
necesitan tener el control del poder y seguir con su plan de colaboración con el
nuevo orden imperial. El heredero del trono Nicolás Maduro y Diosdado Cabello
desde la Asamblea Nacional destruyeron Venezuela, su institucionalidad,

l
336 DIGNIDAD MONTUVIA
controlaron todos los poderes del estado, incluso las Fuerzas Armadas, Policía y
Guardias Pretorianas a su entera disposición para lo que sea, incluso matar y es
lo que más hicieron en la tierra de Bolívar y Sucre, a nombre de nuestros héroes
sometieron, oprimieron y asesinaron al pueblo venezolano, a su juventud valiente
y heroica que luchó y ofrendó su vida en las calles, más de dos mil asesinados se
denunciaron ante organismos internacionales. Lamentablemente la lucha del
pueblo venezolano no tuvo una dirección política leal y comprometida con su
pueblo, su historia; esta fue la mala suerte de los venezolanos, cojones no le
faltaron, carecieron de líderes que lideren su lucha y los conduzcan victoriosos al
asalto final. Todos salieron cachas flojas.

Igual situación vivía Nicaragua, el romanticismo de la revolución, los cambios y


la añorada justicia social empezó a diluirse. La figura imponente de Rosario
Murillo, esposa de Daniel Ortega, empezó a emerger en el escenario político,
hubo abusos, prepotencia, discriminación, persecución a los opositores,
judicialización y criminalización de la protesta. Los indígenas, los campesinos,
los trabajadores, los movimientos sociales empezaron a reclamar por la falta de
espacios de participación, por la discriminación y la exclusión, por las decisiones
inconsultas que empezaron a ser la característica del gobierno “socialista
revolucionario” de Ortega y Murillo, quién antes de ser elegida vicepresidenta de
Nicaragua ya mandaba en esa nación, era conocida como la dama de hierro, el
poder tras el poder. La juventud combatió en las calles contra la dictadura de
Ortega, fueron reprimidos con violencia, extraoficialmente se denunció más de
mil jóvenes asesinados en la dictadura “socialista” de los Ortega y Murillo. Los
campesinos y pueblos ancestrales fueron perseguidos, reprimidos y asesinados
en sus propios territorios por escuadrones de la muerte al mejor estilo de la
dictadura de Somoza, quién comparado con Ortega solo era un muchacho
malcriado. Daniel Ortega y su controversial mujer, encarcelaron, asesinaron,
desaparecieron y callaron a los movimientos opositores de su gobierno. Así, el
socialismo SXXI, con sangre y fuego callaron al pueblo y sigue gobernando en
Venezuela y Nicaragua, aliados estratégicos de Rusia y China.

Los Kirchner involucrados en escandalosos actos de corrupción, a los que


recomiendo llamarlos por su nombre: actos delincuenciales, cometidos por
delincuentes políticos o políticos delincuentes, tengo esa disyuntiva. Porque en
la Argentina de Borges, de Sábato, de Messi y del Che, se cometieron actos
delincuenciales descarados, cuyos protagonistas fueron sus jefes de estado,
ministros y altas autoridades del país. Néstor y Cristina se robaron todo lo
imaginablemente posible, dijeron los investigadores que los Kirchner tenían una
lavandería de dinero situada frente a la casa rosada, una lavandería de billetes
propia. Desde ahí operaba la corrupción y se llevaba la contabilidad de todo lo
robado; se transferían los recursos económicos a las inversiones ilegales y se
realizaba la distribución de las coimas a todo nivel, esto lo sabían los argentinos,
hasta el más humilde betunero de la Plaza de Mayo.

Se descubrieron cajas fuertes y bóvedas enterradas debajo de los pisos de sus


mansiones, dinero enterrado en jardines y al interior de conventos, incluso en la
DIGNIDAD MONTUVIA
l 337
recámara de la hija de Cristina, en medio de sus calzones, se encontraron
millones de dólares escondidos. Argentina es un país robado y saqueado por el
Kirchnerismo, al borde de la quiebra. Pero a los argentinos esto no parece
preocuparles, parece que van acostumbrándose a los delincuentes políticos, es
decir el pueblo también está contaminado con la corrupción que la sabe y espera
le caiga alguna migaja “peor es nada”, este es el camino hacia la pérdida total de
valores, principios, ideales, sueños, comienzan a verse como una gran masa
amorfa.

Macri, el sucesor de Cristina, agravó mucho más la precaria situación del país,
sus recetas fondomonetaristas no funcionaron, los préstamos otorgados por el
FMI endeudaron más al país. Con todos los actos delincuenciales cometidos por
los Kirchner, especialmente por su viuda Cristina y la difícil situación económica
por la que atraviesan los argentinos, resultaba impensable que los que
desgraciaron Argentina, tanto Cristina como Macri, sean las opciones para
salvarla; los argentinos no tenían otra opción electoral, entre morir a tiros o a
cuchilladas, escogieron a Cristina y su candidato Alberto Fernández, quienes
ganaron las elecciones 2019. Los argentinos rechazaron las fracasadas políticas
neoliberales de Macri y del FMI y se decidieron por volver al socialismo SXXI de
los Fernández, así de cierto. ¿Tendrán los Fernández los recursos económicos
necesarios para sostener sus multimillonarias políticas de asistencialismo y
dádivas? El socialismo SXXI recuperó el gobierno de Argentina que
transitoriamente lo había perdido, ¿serán los Fernández capaces de sostenerse
en el poder.? recordemos que los argentinos aún no han despertado, siguen en la
mona, pero ese despertar en la región está siendo violento, después no saldrán
con el viejo y trillado cuento de golpe de estado propiciado por los gringos y las
oligarquías neoliberales y otras veces “socialistas”, estos no tienen bandera,
negocian con los dos amos.

La historia de Dilma y Lula en Brasil es un tanto incierta ya que transitoriamente


perdieron el poder, producto del asalto y robo a la estatal petrolera PETROBRAS;
el propio Lula reconoció que altos directivos de su partido estuvieron
involucrados en el atraco a la petrolera brasileña, dónde Lula personalmente fue
beneficiario de estos actos delincuenciales cometidos por gente de su partido y
de su gobierno. Son hechos públicos que los brasileños lo conocen en demasía.
El socialismo siglo XXI sufrió un duro revés con la derrota electoral de Dilma y
la prisión de Lula; pero el gobierno neoliberal de Bolsonaro parece que hiciera
esfuerzos por perder popularidad. Lula acaba de recuperar su libertad pero tiene
que enfrentar los juicios penales que por corrupción de su partido, el PT, le sigue
la torcida justicia brasileña. Es innegable que el gigante de Sudamérica es un
plato fuerte en el conflicto imperial entre yankees y chinosrusos; las inversiones
chinas en importantes áreas estratégicas de Brasil van a determinar el futuro de
esta gran nación, hoy con gobierno neoliberal pero acechada permanentemente
por los socialistas SXXI y el pueblo de Brasil que es impredecible.

En cambio en Chile se han alternado en el gobierno los socialistas y neoliberales,


ambos no han sabido resolver los problemas de la desigualdad que hoy se

l
338 DIGNIDAD MONTUVIA
expresan con ira y violencia en las calles de sus ciudades. Habiendo gobernado
la socialista Michelle Bachelet por dos periodos, jamás resolvió los temas de
salud, educación, seguridad social, equidad, temas que hoy están en el debate en
las calles; una población juvenil que despertó después de un largo letargo y que
con violencia expresa su inconformidad por la injusticia social que oprime a su
población. No es posible que la Constitución vigente en Chile sea la misma que
les impuso la sanguinaria dictadura del criminal genocida Augusto Pinochet y
que la sociedad chilena y sus gobernantes no hayan tenido la valentía y los
cojones para cambiarla de acuerdo a las exigencias del tiempo y su realidad. No
es posible que después de tantos años transcurridos no hayan reparado el daño
criminal que causaron los militares, sus familiares y allegados a la dictadura
fascista, al despojar ilegalmente a pequeños y medianos finqueros de sus
legítimas propiedades rurales, incluso territorios comunitarios y grandes
extensiones que criminalmente les fueron arrebatadas a agricultores, campesinos
e indígenas de Chile, para entregárselas a militares, policías, empresarios y
allegados a su criminal dictadura. Miles de familias chilenas fueron asesinadas y
despojadas de sus legítimas propiedades.

Esa es la razón por la cual hay injusticia social, predomina la desigualdad, la


riqueza de Chile está en manos del 1% de la población privilegiada por la
dictadura de Pinochet, que no precisamente se la ganaron trabajando. El
neoliberal Piñera difícilmente se podrá sostener en el poder si no escucha y
atiende el clamor popular; que hay influencias del socialismo SXXI eso es real,
es parte del escenario de conflictividad en la región; es la corriente política, yo no
diría modelo, que camina por el continente confrontando al neoliberalismo pero
que cuando gobiernan ellos aplican políticas asistencialistas, dádivas, abuso de
poder, persecución, adoctrinamiento obligatorio, espionaje, destruyen la moral,
las culturas, incentivan la drogadicción, el homosexualismo y fomentan e
institucionalizan la corrupción y la impunidad, no hay ninguna diferencia con el
neoliberalismo. Las dos corrientes están lideradas por delincuentes, ineptos,
incapaces y tienen vinculación con el narcotráfico. Los hechos y evidencias así lo
prueban.

El caso de Bolivia es un ejemplo de que los socialistas SXXI se han entontecido


con el poder y el caso de Evo Morales nos llama a la reflexión. Después de haber
gobernado 14 años de manera continua y haber sido considerado por el BM, EL
FMI y la CEPAL, como el mejor gobierno de la región, por haber mantenido un
crecimiento económico constante y estable, por encima del 4.5%; por haber
reducido los índices de pobreza del 60 al 15%; por haber reducido la brecha de
desigualdad; por haber sostenido la mayor reserva económica de la historia
boliviana; por haberle devuelto a los pueblos la dignidad y sus derechos; por
haber logrado implantar un modelo de justicia social y equidad. Logros
innegables alcanzados bajo la conducción y liderazgo de un hombre sencillo, un
simple bachiller, sin títulos académicos, ni maestrías, ni doctorados, pero con
mucho conocimiento sobre la realidad latinoamericana. Pero comete el grave
error de irrespetar la soberana voluntad del pueblo expresada en las urnas que le
negaron el derecho a la reelección, este fue el primero de una cadena de
DIGNIDAD MONTUVIA
l 339
errores, cuyas consecuencias las paga el pueblo boliviano.

Contra la voluntad del pueblo Evo participa en el proceso electoral, parece que
iba ganando la primera vuelta con una modesta diferencia que le aseguraba ir
como ganador a una segunda vuelta; supongo que por las malas influencias de
los “revolucionarios” Maduro, Ortega y Correa, lo persuadieron para que decida
violentar la voluntad popular y misteriosamente sucedió lo que todos temíamos,
se produjo un largo “apagón electoral” y al reinicio de la energía los resultados
variaron y se modificaron dándole a Evo el triunfo en la primera vuelta. Si hubo
fraude o no, si el apagón fue a propósito o no, el hecho es que se creó la evidencia
que originó la sospecha colectiva del pueblo boliviano; la declaratoria del
Tribunal Electoral proclamando el triunfo de Evo Morales fue el inició de la lucha
sin cuartel entre hermanos de una misma nación. Este fue el segundo error
cometido por Evo y sus acólitos camaradas del SSXXI.

En medio de esa lucha encarnizada, sin cuartel y despiadada entre los partidarios
de Evo y los que defendían a Mesa, incluyendo las Fuerzas Armadas y policías,
Evo decide renunciar porque las FF.AA. le retiraron el respaldo, sí fue obligado a
renunciar o no, o si se acobardó y no supo que hacer en ese momento ya eso no
importa, lo cierto es que renunció y dijo claramente “para evitar el
derramamiento de sangre”. Ese fue su tercer error consecutivo. Terminó
saliendo del país acompañado de su vicepresidente y más cercanos
colaboradores, dejando a Bolivia sumida en un caos total, enfrentamientos al
borde de una guerra civil, unas FF.AA. que asumieron el rol de defender a la
presidenta de facto, no tenían otra opción, porque ese fue el escenario que dejó
Evo en su salida o huida del país. Nadie se explica porque Evo no pensó en la
realización de la segunda vuelta electoral, que le garantizaba una segunda
oportunidad y una transición ordenada ya que la Asamblea Nacional y el Senado
está compuesto en su gran mayoría por militantes del MAS, partido de Evo
Morales. Nadie se explica cómo pudo dejar desprotegida y vulnerable a todas sus
autoridades e importantes colaboradores en puestos claves de la administración
pública. No pensar correcta y fríamente en momentos de tanta presión
fue su cuarto error, porque su gente, su pueblo, las comunidades indígenas le
respondieron, ofrendaron su vida por defender sus conquistas logradas. La
presidenta interina de Bolivia, Jeanine Añez, estuvo al frente del genocidio que
cometieron los militares contra el pueblo indígena de Bolivia. Los errores de Evo
y sus acólitos, crearon las condiciones propicias para que las oligarquías
bolivianas y las fuerzas imperiales del Tío Sam en la región con ayuda de las
Fuerzas Armadas recuperen el control de Bolivia. Lo que suceda de ahora en
adelante es impredecible. La historia recogerá los errores de Evo Morales y si la
fuerza de su partido es capaz de consolidarse en ausencia del líder histórico que
siempre tuvieron, o nacerá una nueva y floreciente oligarquía de nuevos ricos
mafiosos y temibles como ha sucedido en Ecuador. El depósito de litio más
grande del planeta, ubicado en Potosí, resolverá esta historia.

En Ecuador, el socialismo SXXI lleva 13 años en el poder y no ha solucionado


absolutamente ninguno de los problemas que aquejan a la nación, igual que el

l
340 DIGNIDAD MONTUVIA
neoliberalismo con sus recetas caducadas tampoco solucionó nada, por el
contrario los agravaron. Según lo asegura la Fiscal General del Estado, de sus
investigaciones realizadas se desprende que dentro del estado ecuatoriano
funciona una red del crimen organizado, estructurada y dirigida por los mandos
del partido Alianza País y sus acólitos. La Constitución y leyes de la nación fueron
adaptadas para favorecer y proteger los actos delincuenciales cometidos por los
funcionarios corruptos, la corrupción involucró a todo el aparato estatal,
contaminó todos los poderes del estado, incluso las Fuerzas Armadas, Policía; ni
que decir de la justicia que se mantiene aún secuestrada y al servicio de la
corrupción y el narcotráfico; pero lo peor de todo es que la corrupción, a la que
mejor llamo actos delincuenciales, llegó a las escuelas, colegios y universidades,
todos los estamentos de la sociedad están contaminados. Los delincuentes
políticos gozan de impunidad, se pasean libremente por el territorio nacional,
incluso se refugian en la Asamblea Nacional asumiendo el papel de asambleístas
en goce de impunidad. Neoliberalismo y socialismo SXXI es lo mismo en la
práctica, porque los dos modelos nos conducen a la pobreza, la dependencia, la
explotación y la corrupción, lo prueba la crisis política desatada en la región.

Son pocos los peces gordos del socialismo SXXI que guardan prisión y están
levemente sentenciados, el resto está prófugo en Miami. A los empresarios
privados que participaron en la construcción de las obras con sobreprecio ni
siquiera se los involucra, son colaboradores permanentes de la partidocracia y
aportan millones en sus campañas electorales, a más de las coimas habituales.
Los socialistas SXXI, al igual que los neoliberales con botas o sin ellas, se
caracterizaron por perseguir, encarcelar y asesinar a sus opositores y
denunciantes de su corrupción, es lo que públicamente se dice por parte de los
familiares de las víctimas, que muestran evidencias y señalan al estado culpable
de estos crímenes. Se especializaron en dividir, comprar o alquilar a los dirigentes
de pueblos y nacionalidades, de movimientos sociales, de gremios, a quienes les
dieron un mejorcito trato de serviles clase D; ahora aparecen un montón de
“dirigentes” correístas con fincas, casas, vehículos, negocios y a sus bases las
contentaban con dádivas, migajas, limosnas e ilusiones, mientras que los
“revolucionarios” de manos limpias y nalgas ardientes se robaban el Ecuador.
Más de setenta mil millones de dólares de la bonanza petrolera, de la venta
anticipada de petróleo, de las obras con sobreprecio, sin contar con los dineros
que les generó el peaje, bodegaje y transporte de la cocaína; al curita lo
encerraron por vender puestos estratégicos en la aviación civil, las aduanas,
aeropuertos, bajo la estricta coordinación del propio Correa según la información
que se divulga. Sin lugar a dudas están construyendo un narcoestado.

A los hechos anteriormente narrados se suma la torpeza del gobierno de emitir el


decreto 883, que fue realmente la causa que originó la convocatoria de la
CONAIE y del FUT al paro nacional; la declaratoria fue una respuesta inmediata
a la medida apresurada, inconsulta, no planificada, que tomó el gobierno y que
causó ira, indignación y protestas violentas de parte de las poblaciones, hastiadas
del circo y show que diariamente observamos en los noticieros. Fueron 12 días de
lucha en calles y carreteros de las ciudades y pueblos de la sierra y amazonía; la
DIGNIDAD MONTUVIA
l 341
costa asustada por los berrinches y alharacas que se armaron en Guayaquil no
luchó, dejó que los serranos e indígenas peleen por nosotros; la actitud racista y
xenofóbica que asustó y alarmó terminó imponiéndose, se perdió la oportunidad
de haberlos botados a todos a la calle y que una Constituyente reconstruya el
estado. En cuanto a los montuvios, totalmente desorganizados, desarticulados,
sin líderes, ni liderazgo, solo contemplaron la lucha por televisión e internet;
también se dieron un paseo por las carreteras desoladas, eso no es luchar, una
vergonzosa pena pero así sucedieron los hechos, “tenemos una deuda moral con
nuestra conciencia, la próxima vez no fallaremos”, frase que escuché de los
montuvios acongojados en los recorridos que hice en esos días. Ya no soy el líder,
ni el constructor, ni conductor, ni autoridad del pueblo montuvio; solo los apoyo,
asesoro, comparto conocimientos, experiencias y por no haber otra persona
idónea presido la Comisión Política Nacional elegida por la Asamblea Nacional
del 16 de octubre/2017, lo que me obliga de alguna manera a apoyarlos y tratar
de ayudar a los dirigentes honestos que sí los hay; además me obliga mi
conciencia y mi compromiso con el pueblo, hoy huérfano de líderes y
constructores.

Mi contacto con la dirigencia indígena nunca se cortó, preocupados diariamente


llamaban y me solicitaban un análisis de cómo estaban los ánimos en la costa y
todos los días tenía la misma respuesta, “acá no pasa nada”, salvo acciones
espontaneas que se dieron en pocos carreteros. La lucha fue de serranos y
amazónicos, todas sus provincias, ciudades y pueblos se levantaron con rabia e
indignación contra las medidas antipopulares tomadas por el gobierno, lucharon
dignamente, liderados por los pueblos y nacionalidades indígenas de la Conaie.
Hay que resaltar la participación activa, valiente y patriótica de la juventud de
todas las ciudades de la sierra y Amazonía, los universitarios, los estudiantes, los
barrios, los movimientos sociales, los gremios. El bravo pueblo de Quito en las
calles demostró que “con Quito no se juega carajo”, los pueblos finalmente
rebasaron a la dirigencia de la Conaie. Acusar de vándalos y salvajes a los
ecuatorianos y especialmente a los quiteños no nos parece apropiado; que hubo
saqueos, robos y asaltos a la propiedad privada, eso es verdad, al menos en
Guayaquil eran los propios pobladores pobres de los barrios marginales de la
gran ciudad, los que en grupos familiares asaltaron a la panadería, la botica y la
tienda de la esquina, lo que evidencia la extrema pobreza en que viven estos
sectores empobrecidos de la ciudad, lo cual es una bomba de tiempo, las
imágenes no se pueden negar, pusieron al descubierto la otra cara de “la ciudad
modelo”, desnudaron la extrema pobreza y fragilidad en que se debaten sus
habitantes.

América Latina está conmocionada, vive un despertar, sus pueblos se levantan


con ira, con violencia, contra la injusticia social, contra la desigualdad, contra la
inequidad, contra la corrupción, contra la impunidad, contra el abuso del poder,
contra el alto costo de la vida, contra la pobreza, contra la falta de trabajo, contra
la falta de educación, contra sus gobiernos fascistas o ineptos que aplican
modelos de opresión, sean estos neoliberales o socialistas SXXI. Ambos modelos
o doctrinas no han resuelto nada, han empobrecido nuestras naciones. Las

l
342 DIGNIDAD MONTUVIA
oligarquías socialistas o neoliberales han hipotecado nuestras riquezas, han
entregado nuestras repúblicas al imperialismo yankee o chinoruso. Gobiernos
que han traicionado la patria, han condenado nuestro futuro, ineptos que no
saben qué hacer, incapaces de resolver los problemas del país, ni siquiera lo
intentan, solo están en el poder para ver que empuñan, que se roban, cuánto les
toca, así están las cosas en la América de Bolívar y Alfaro, también mancillados
en su honor por los pseudos revolucionarios.

Las únicas fórmulas que aprendieron estos economistas de las oligarquías, es más
endeudamientos para cubrir déficit fiscal, en Ecuador la deuda externa e interna
ya supera los 60 o 70 mil millones de dólares, nadie lo sabe a ciencia cierta, el
legislativo no sirve ni para eso, es una carga para el pueblo; gobernantes que no
tienen el compromiso, ni el carácter, ni la actitud necesaria, para demandar y
exigir del gobierno chino la refinanciación o reestructuración de la deuda
contraída; ya que fue adquirida con muchas sospechas de corrupción y traición a
la patria, a plazos cortos y elevadas tasas de interés. Ni siquiera han sabido
plantear la revisión de los contratos petroleros que fueron contraídos como ahora
se sabe de manera delincuencial, las evidencias y pruebas existen, han sido
reveladas por el valiente periodista Fernando Villavicencio. O no lo han hecho
porque ahí está la corrupción de los intermediarios del petróleo ecuatoriano
cuyas utilidades mal habidas se reparten entre muchos. Esta clase élite
gobernante no tiene niveles de conciencia, ni escrúpulos, les importa un carajo la
vergüenza y el país. Simplemente son delincuentes políticos empeñados en
cuánto les toca del asalto y robo perpetrado, porque es evidente que sobre
administración del país no saben absolutamente nada. El socialismo SXXI, de
acuerdo a todas las evidencias presentadas y exhibidas públicamente ha hecho
surgir una nueva clase de ricos, privilegiados y amigos del imperio de Oriente; así
como ayer eran colaboradores y defensores del viejo yankee, hoy son las
rejuvenecidas “oligarquías socialistas”, cuyas estructuras económicas están
adaptadas al nuevo régimen imperial chinoruso. Sus empresas y financieras
ejecutan los contratos, concesiones y todo tipo de acuerdo comercial o financiero
con el nuevo amo. Si buscaran bien talvez encontrarían los dineros robados al
pueblo ecuatoriano.

A estas alturas de los hechos, la región latinoamericana está entre dos fuegos
cruzados, el neoliberalismo que se aferra a su patio trasero, que añora su vieja
dominación hegemónica al viejo estilo de los cowboys del siglo pasado y el
imperio de oriente que quiere posicionar su nuevo régimen imperial chinoruso
en la región. Ambos tienen aliados estratégicos poderosos en la región. Gracias a
Chávez y a Uribe, líderes emblemáticos del socialismo SXXI y del neoliberalismo,
hoy América Latina es el nuevo escenario de confrontación de los conflictos
imperiales entre nuestros amos, aquí termina el cuento de la bipolaridad.
Definitivamente el peor enemigo de los latinos es la ignorancia, la falta de cultura
política y la falta de conciencia. Nuestros verdugos se aprovecharán de estas
falencias de los más débiles para manipularlos al revés y al derecho; intentarán
gobernar nuestras mentes, querrán ser dueños de nuestras voluntades, pero NO
DIGNIDAD MONTUVIA
l 343
se lo permitiremos, NO nos dejaremos someter, lucharemos y moriremos por
miles pero nunca nos someterán, la dignidad será nuestro escudo, el valor
nuestra arma, moriremos de pie luchando por libertad e independencia, jamás
viviremos de rodillas. El futuro de América Latina dependerá de sus hijos.
Preparémonos y empecemos a encender la luz de nuestras conciencias;
empecemos a desplazar del poder a las mafias políticas, porque esos serán los
primeros traidores a la causa de libertad de América Latina; empecemos a
enterrar en la urnas a la partidocracia corrompida, ellos serán el instrumento que
utilizarán nuestros verdugos para manipular a los más débiles; empecemos
enterrando en el cementerio del olvido a los becerros de oro, a los ídolos de barro,
a los capos de la política, porque ellos serán los recaderos al servicio de los
imperios, ellos serán los lacayos; empecemos enterrando desde ahora y para
siempre todo lo que nos hizo daño como naciones, como sociedad, como
comunidades, como familias; enterremos la demagogia, la cobardía, el engaño, la
mentira, la irresponsabilidad, el quemeimportismo, el facilismo, la comodidad,
el miedo, la deslealtad, enterremos el pasado oprobioso, vergonzoso y lastimero.
Sembremos el camino de esperanza, de fe en nosotros mismos, juntémonos con
todos los que quieran soñar con un mundo mejor, con todos los que quieran
luchar por nuestra segunda independencia, por nuestra eterna libertad, por
justicia social desarrollo y progreso, ¡solo el conocimiento y la consciencia nos
hará libres, el poder para hacer los cambios está en el pueblo!

l
344 DIGNIDAD MONTUVIA
EPÍLOGO DE UNA LUCHA DIGNA

La lucha digna del pueblo montuvio en toda su dimensión, tiempo y espacio, fue
el principio del reconocimiento a la existencia de aquellos que la historia ingrata
había dejado irse en el olvido, de los que no desaparecimos, solo nos ocultaron
en el archivo histórico de la memoria de los pueblos sin memoria. Nuestro
origen combativo, luchador, guerrero, de las alfaradas, tenía que ser negado;
como negado y ocultado fue el asesinato, profanación e incineración de Alfaro, sus
hermanos y compañeros de armas. Así ocultaban todo vestigio de la vergonzosa
hoguera bárbara en Quito, el asesinato y posterior profanación e incineración del
cadáver de Pedro J. Montero en la plaza San Francisco de Guayaquil, los
fusilamientos de Nicolás Infante de Palenque, del palestino Crispín Cerezo
Zambrano en Quinindé y de nuestra heroica descendencia guerrera de los
montoneros. Teníamos que ser negados. Por eso nos invisibilizaron, por eso
desvalorizaron nuestra identidad, por las mismas razones que a Alfaro.

Nos hicieron creer que nuestro nombre era sinónimo de pendejo. En el


diccionario Ariel significa: “hombre agreste, rudo e ignorante”. Peyorativa-
mente, nos discriminaron por ser herederos de la estirpe guerrera de mon-
toneros y chapulos, nos invisibilizaron por temor al despertar de la con-
ciencia luchadora de los montuvios, por temor a nuestra tradición de lucha
por justicia social e igualdad, sin discrimen ni dependencia, por eso tenían
miedo de nosotros y aún le siguen temiendo a la montuviada. Saben que esta
corriente de identidad y cultura propia tiene una enorme aceptación y
pertenencia en el país. Por eso algunos, en su oportunismo, se disfrazan de
montuvios; otros, desde el poder, tratan de invisibilizarnos porque saben la
influencia del pueblo montuvio en la región litoral.

Nos mantuvieron subyugados por cien años, apagaron desde el púlpito


nuestras voces y gritos, pero nunca pudieron apagar la llama ardiente de los
montoneros en el fuego vivo de nuestros corazones. Hoy, después de un largo
proceso de 25 años de lucha, con la montuviada posicionada en esta

DIGNIDAD MONTUVIA
l 345
nueva época del Ecuador diverso y plurinacional, difícilmente nos volverán
a dormir con sus normas y reglas impuestas; imposible que nos vuelvan a
engañar con sus mentiras y extraños conceptos, puesto que descendemos de
guerreros, de templados macheteros, orgullosos jinetes de la historia.

Es a este puñado de hombres y mujeres del agro costeño, genuinos montu-


vios del litoral, a esas miles de comunidades montuvias con todos sus líde-
res y lideresas, a quienes el Ecuador hoy les debe ese justo reconocimiento
por haber recuperado nuestra memoria histórica, por habernos devuelto
nuestra identidad y pertenencia, por habernos hecho sentir con su lucha,
orgullosos de nuestra cultura y de nuestro glorioso pasado guerrero.

Es a esas decenas de miles de familias montuvias quienes en toda la región


litoral, a través de su lucha y sacrificios, construyeron un proceso histórico de
dignidad y conciencia, aunque el de justicia social está pendiente e inconcluso
por la injerencia y obstrucción de los gobiernos. Es a ellos a quienes se tiene que
reconocer la deuda impaga que el Estado mantiene con los montuvios e
indígenas del Ecuador, quienes a pesar de ser discriminados y empobrecidos
por el sistema, producimos los alimentos para la población y la materia prima
para la industria y garantizamos la seguridad alimentaria, por lo tanto mere-
cemos mejor suerte, para que no suceda lo que en Venezuela en donde no hay
agricultores porque fueron liquidados por el sistema de exclusión neoliberal y
dependencia socialista. Hoy, ese hermano país sufre las consecuencias de aque-
llo. Deuda que igualmente mantiene la sociedad con este pueblo, al que poco o
casi nada ha aportado o devuelto, con excepción de los años 30 cuando desde la
literatura ecuatoriana en su época más brillante, los “Cinco de Guayaquil” re-
crearon al montuvio de la costa. No somos folclor, tampoco etnia, somos parte
del Estado plurinacional con historia y cultura propia.

A las miles de comunidades autodefinidas montuvias, que por una u otra


razón no estuvieron en el proceso y que aún no definen un horizonte de
esperanza claro, les decimos que nuestros corazones y almas de hermanos
están abiertos para juntar nuestras vidas y avanzar juntos por el sendero de
la gloria y del sacrificio que nos dicta la conciencia, porque venimos del
mismo sol, somos de la misma piel y escribimos la misma historia, sin sec-
tarismo, sin discrimen, ni exclusión.

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Esta es una oportunidad para que los administradores del Estado comprendan
y asimilen esa diferencia conceptual y visionaria que establece el proceso mon-
tuvio, desde un contexto cultural y ambiental, desde sus fortalezas y potenciali-
dades, para que se apoyen las políticas públicas de igualdad económica que los
pueblos requieren, con responsabilidad social, sin discrimen ni dependencia.

Esta es la evolución del pensamiento montuvio, enmarcado en el nuevo con-


texto de los procesos de cambios que con dificultad y traiciones se han dado
en América Latina y el Caribe. Para todos ellos, para mi gente montuvia, desde
aquí, desde este sencillo ser humano, orgullosamente montuvio, que se atrevió
a recoger las vivencias y criterios de la lucha histórica de un pueblo para entre-
garla a ustedes, al país, en un reconocimiento pleno de gratitud imperecedera,
por haberme permitido el honor de construir juntos el proceso, de conducirlos
desde el inicio, de amarlos y valorarlos, mi profunda gratitud por creer y confiar
en mí; aunque me llevo en el alma la rabiosa frustración de no haber podido
cristalizar la meta trazada, de habernos dejado maniatar por esas fuerzas os-
curantistas del poder, las que siempre estuvieron al acecho para no permitir el
desarrollo social ni la independencia económica de los pobres. No hay mal que
dure una vida ni sociedad que lo resista.

En este despertar de los pueblos tenemos la oportunidad, vamos a hacer el


último esfuerzo. El país escuchará y entenderá que sí se puede vencer la
exclusión, erradicar la pobreza y hacer justicia social en el agro, haciendo
desarrollo económico endógeno desde un nuevo concepto, desde una cos-
movisión propia. Es un proceso que tenemos que aprender. “La pobreza no
la crean los pobres, sino el sistema injusto que los explota, discrimina y
excluye”. Incluir para dar caridad no es inclusión.

Esta modesta narrativa constituye también un importante aporte a la ju-


ventud montuvia de nuestros campos, para que conozcan directamente de la
fuente esta verdad histórica, para que se sientan orgullosos de su identidad,
de sus raíces y del pasado glorioso junto a Bolívar y Alfaro, de la sangre
guerrera que corre por nuestras venas, para que nunca más nadie los vuelva
a engañar ni manipular sobre su realidad, su cultura y su lucha; para que
nunca más en ningún gobierno les impongan falsos líderes oficializados
desde la mentira; para que valoren el esfuerzo, la constancia y la firme con-
vicción de un pueblo en su férrea determinación por alcanzar justicia social
e igualdad; para que se sientan orgullosos de su gente, de su

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pueblo, de esa fortaleza orgánica indestructible que fue el Pueblo Montuvio
del Ecuador, que los gobiernos con todo el poder político y económico jamás
pudieron dividir ni liquidar, solo nos detuvieron dos veces. La desintegra-
ción orgánica fue la consecuencia de los malos dirigentes que aparecieron
para lucrar del prestigio y buen nombre alcanzado, ignorantes que sin saber
qué hacer se dedicaron a la extorsión y el chantaje.

Fue el Pueblo Montuvio del Ecuador el que venció todos los obstáculos y tra-
bas que le impusieron en su camino, jamás perdimos una lucha porque nunca
abandonamos ninguna. Somos gente brava, digna y tenaz, quienes, con unidad,
coraje y lucha, hizo posible lo imposible; lucha que con toda humildad implora-
mos sirva de ejemplo a las nuevas generaciones que deberán liderarla, levantar-
la y avanzar en el desarrollo y justicia social comprometidos, así como escribir
digna y brillantemente el resto de la historia que nos faltó.

Lucho Alvarado

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GLOSARIO MONTUVIO

aceite: dinero
al garete: sin dirección, sin brújula
apeándonos: bajarse
arremangados: doblados en el puño de las mangas o en la basta del pantalón.
ajetreo: actividad intensa
balzareño: oriundo de Balzar
barredora: metralleta
bejuco: planta de tallo largo, delgado y flexible
bielas: cervezas
bototo: o mate, fruto de un árbol que sirve para reciclar agua o confeccionar
artesanías.
bronquearles: pelearles
bullanguero: alborotoso, notorio
bullaranga: bullicio
cacareo: palabras, palabras y palabras
cacique: el que manda
cadi: hoja de palma
canazo: carcelazo
caña: aguardiente de caña dulce
caretuco: sinvergüenza, caradura
carreta: cuento, embuste
chamba: trabajo
chapulos: guerrilleros de Alfaro en la provincia de Los Ríos
chinos y pachakutiks: pertenecientes a partidos políticos
chongoril: prostíbulo
cana: prisión, cárcel
cojones: valentía
corrillos: pasillos y corredores de entidades públicas
Cristal: marca de licor
cuadrarse: acomodarse, hacer dinero fácil

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de a verdad: auténtico
diente pelado: carcajada
encajonado o acajonado: maniatado, inmóvil, muerto
encaramar: colocar arriba
estar hecho: buena posición
frías: cervezas heladas
fierros: pistolas
gallina apestada: devaluado
gallo pelón: cuento no real
giles: bobos
guadua: planta tropical
guarever: despreciativo, una cualquier cosa, sin importancia
ignominia: ofensa que sufre el honor, la dignidad
lagarteros: guitarristas de la calle quienes cantan serenatas
la plena: la verdad
latilla: pedazo de guadua largo y fino
litoralense: oriundo o pertenece al litoral, de la costa
loquero: que trata locos
manito: ayuda condicionada a pago de coima
mico fajado: vestido ridículamente
matarrata: whisky barato
metraca: metralleta corta
montoneros: grupos guerrilleros de Alfaro
montuviada: de la cultura montuvia nones:
negativo, no
palabra de gallero: palabra de honor
palestino: oriundo de Palestina
pelo a pelo: por cuenta propia, sin ayuda de nadie
peni: penitenciaría
plomiza: balacera
pocillo: taza
púchica: despectiva
recortada: arma defensiva, de cartucho
recular: retroceder
ruleta rusa: arma en la sien
sapos: gente de malos antecedentes, pícaros
su agosto: hacer dinero rápido

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tinapa: vasija de barro
todólogo: que sabe de todo
tongo: confabulación
tongo: en montón, grupo
wachimanes: pistoleros, guardaespaldas
zafarrancho: pelea, alboroto
38: revólver

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SIGLAS UTILIZADAS

ALBA: Alianza Bolivariana Americana


ANAC: Asociación Nacional de Agricultores Cubanos
AP: Alianza País. Movimiento con el que llegó al poder Rafael Correa Delgado.
BNF: Banco Nacional de Fomento
CELAC: Cumbre de la Unidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
CENECU: Instituto de Capacitación y Desarrollo Humano
CNE: Consejo Nacional Electoral
CODEPMOC: Consejo de Desarrollo de los Pueblos Montuvios de la Costa
y Zonas Subtropicales de la Región Litoral. / Institución Pública de Desa-
rrollo, dirigida por el Pueblo Montuvio
CONAIE: Confederación de Pueblos y Nacionalidades Indígenas
CONPLADEIN: Consejo de Participación y Desarrollo de los Pueblos In-
dígenas y Negros
FODERUMA: Fondo de Desarrollo del Sector Rural Marginal
GAD: Gobierno Autónomo Descentralizado
IERAC: Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (extinto)
INDA: Instituto Nacional de Desarrollo Agrario (extinto)
MAGAP: Ministerio de Agricultura y Ganadería
MIDUVI: Ministerio de Desarrollo Urbano y Vivienda
PIB: Producto Interno Bruto
PME: Pueblo Montuvio del Ecuador
PT: Partido de los Trabajadores (Brasil)
SPPC: Secretaría de Pueblos y Participación Ciudadana
SSC: Seguro Social Campesino
SGP: Secretaría de Gestión Política
TCE: Tribunal Contencioso Electoral
UNASUR: Unión de Naciones Sudamericanas

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Impreso en Guayaquil, año 2018
Corrección y diseño editorial por MIBUKA +libros +ideas
mibukadigital@gmail.com
Contacto: +593 99 886 9834

El contenido es de exclusiva responsabilidad del autor


Lucho Alvarado
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