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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Letras

Representación de la crisis en textos medievales y barrocos

Profesora: María Inés Zaldívar

Estudiante: Ignacia Concha Badilla

Tiempo y celos como imaginarios del barroco melancólico

La España barroca está enferma: de tristeza, de melancolía. Se extendió una cultura

de culpa, expiación y sospecha que junto a la melancolía responden a la exageración, el lujo

y las representaciones espectacularmente exageradas del barroco. La ilusión se perdió en el

ilusionismo, y la fantasía y el misterio llevaron a pensar que la vida es sueño. Se escondió

Dios y la verdad. Se perdió el sentido de todo y lo que queda es la duda, la eterna duda. El

mundo es una escena trágica, vida y muerte están entrelazadas y la luz no es más que la

representación de un breve y fugitivo vivir, la muerte cosecha cada vez que las manecillas

del reloj avanzan. La acedia, producto del fugaz paso del tiempo, invadió el espacio de las

letras y de la reflexión y empujó el alma hacia la negación de esta (trágica) realidad e incluso

el amor comienza a ser entendido como represión, castigo y pasiones contenidas. Estímulo

de muerte.

Así es como Fernando Rodríguez de la Flor describe su visión del barroco en Era

melancólica: figuras del imaginario barroco. A través de imágenes y figuras de la cultura

colectiva que coexisten en un estado de tristeza y melancolía general y contagioso. Es toda


una antropología pesimista que se hace indivisible a la idea de crisis habitando la España de

la época.

Luis de Góngora, nacido en Córdoba en 1561, es uno de los poetas más reconocidos

del barroco español, su obra es representación pura de este imaginario generado por este

estado o espacio de melancolía del momento, como también de la crisis. Dentro de ella, en

sus sonetos, es posible encontrar temáticas aferradas al paso del tiempo, el desamor, los celos,

el desengaño, entre otras. Todos ellos están plagados de figuras que son producto y causa a

la vez de este contexto explicado a la perfección por De la Flor.

Este trabajo se concentra en dos sonetos específicos de Góngora, titulados: A los celos

y A una rosa. En ellos, es posible identificar dos figuras y/o imaginarios potentes del barroco

que describe De la Flor, y su construcción como tales será explicada y analizada en el

presente. Estos son: el tiempo y los celos.

En este sentido, se sostiene que, en los poemas ya mencionados, las figuras, como son

propuestas, del tiempo y los celos son imaginarios propios del contexto barroco que describe

De la Flor en su libro Era melancólica: figuras del imaginario barroco. Para corroborar esta

hipótesis, se analizarán cinco capítulos del texto de Rodríguez de la Flor: “Breve luz”,

“Lógica de lo peor”, “Escrúpulo”, “Acedia letrada” y “Espejo de cenizas” y se buscará su

relación con los poemas de Góngora para así validar en ellos que las figuras propuestas en

estos últimos pueden constituir imaginarios del barroco español.

Esta hipótesis se presenta como una posible guía para identificar representaciones,

imaginarios o figuras dentro de textos literarios que se circunscriban en el imaginario barroco

según la magnifica descripción de él en su libro de Rodríguez de la Flor. Además, existe la


posibilidad de colaborar en abrir camino a la interpretación de la barrocamente oscura lírica

de Góngora.

En primer lugar, el capítulo denominado “Breve luz” se encarga de explicar a la luz

en el periodo como “metáfora ideal de esa precariedad humana cuyo fantasma obsesiona al

periodo” (R. de la Flor 151). En este capítulo se le otorga a la luz una interpretación

relacionada con la inestabilidad que presenta en este espacio oscuro, que la mantiene

amenazada por la sombra: “La luz barroca, siempre filtrada y controlada en los espacios

arquitectónicos, lo que revela con patencia inusitada es, en verdad, el reinado majestuoso,

más allá de su órbita, de una sombra, sentida siempre como una grave amenaza” (R. de la

Flor 152). Por una parte, en el poema A los celos, es posible identificar a estos como una

“niebla”, la cual hace referencia a esta sombra barroca que amenaza la luz y no permite ver

con claridad, que está amenazando en este caso a la luz del amor dentro del oscuro contexto.

Por otra parte, el poema A una rosa, parte con el verso “Ayer naciste y morirás mañana”

(Góngora 1), el cual se relaciona con la idea de que esta luz, al estar en constante amenaza,

es fugaz y/o breve, tal cual como la vida amenazada por el tiempo en esta “metáfora de la

precariedad humana” (R. de la Flor 151) que ya se había mencionado.

En segundo lugar, el capítulo denominado “Escrúpulo” explica que la producción

barroca se centra en el sinsentido de todo, causada por una “angustia de fundamentación

legitimadora” (R. de la Flor 226) que posee la época. Se hace presente entonces, el territorio

de la duda, el cual “se eterniza; persiste destructivamente en lo que es su esencia ambigua y

torturante” (R. de la Flor 227) y la vida se muestra “en su máxima inestabilidad, y aparece

asediada por los fantasmas lúgubres del infierno y de la condensación” (R. de la Flor 228),

por tanto el escrupuloso “termina escondiéndose en la tierra por temor” (R. de la Flor 230),
un temor a un juicio final y/o a un Dios que castigue y el escrúpulo se convierte en un “arma

demoniaca concebida para extraviar definitivamente al hombre” (R. de la Flor 235) en las

rechazadas en la época acciones mundanas. En ambos poemas es posible ver estos

escrúpulos. Primero en el caso de A una rosa, en la representación del sinsentido de la vida

debido al fugaz paso del tiempo, el cual es inevitable y hace al hombre incluso dudar de la

necesidad de vivir y de la existencia misma. Esto se refleja en los versos: “Para tan breve ser

¿Quién te dio vida? / ¿Para vivir tan poco estás lucida, / y para no ser nada estás lozana?”

(Góngora 2-3-4). Y segundo, en el caso de A los celos es posible nuevamente en la

eternización de la duda encontrar que los celos son un resultado de ella, los celos son duda

del amor, y el escrúpulo lo hace perderse en este sentimiento negativo que está oculto en la

misma persona, como se puede interpretar en los versos: “¡Oh ponzoñoza víbora escondida /

de verde prado en oloroso seno!” (Góngora 3-4).

En tercer lugar, en el capítulo denominado “Lógica de lo peor” se describe la forma

de leer el mundo en el barroco bajo la idea de lo vivido como perdido y de que los otros

‘mundos’ que circundan al mundo serán siempre mejores que este (R. de la Flor 179). Es por

esto que “se invierte de una manera que es dramática la dirección y el sentido de lo que es

vivir” (R. de la Flor 179). Así, todo en el barroco es visto desde la mirada del pesimismo,

desde lo trágico, y no hay escapatoria a esta manera dentro de la cual sobresale el

pensamiento de “la caducidad y el presentimiento de una ruina inminente” (R. de la Flor

182). En este sentido en el poema A los celos, es posible ver en los versos: “Oh entre el néctar

de Amor mortal veneno / que en vaso de cristal quitas la vida” (Góngora 5-6) que dan cuenta

de esta inversión y de la ruina inminente, por un lado, se habla del néctar del amor y de un

vaso de cristal, simbolizando elementos que relacionan al amor con la pasión, la delicadeza,
pero, por otro lado, a lo que se relaciona esos elementos es a la muerte. Respecto a esto

mismo, en el poema A una rosa, se ve como se relaciona a la vida como un camino a la

muerte y a una caducidad muy clara en los conocidos versos: “Dilata tu nacer para tu vida /

que anticipas tu ser para tu muerte” (Góngora 13-14) en que se intenta, además, prevenir de

este mundo, quedarse lo más posible en el ‘otro’ que siempre será mejor ante la idea de la

vida como pérdida.

En cuarto lugar, en el capítulo “Espejo de cenizas” se presenta al espejo como

metáfora de la inversión en la que resulta muy representativa la condición caduca del hombre

mencionada anteriormente. Este, además se establece como un “juego de

apariencia/realidad” en que “vida y muerte están entrelazadas” y se muestra como una

articulación alegórica en la que “lo vivo simboliza lo muerto” (R. de la Flor 364-365). En

este caso en el poema A una rosa, es posible identificar esta representación en los versos:

“Porque en tu hermosura está escondida / la ocasión de morir muerte temprana” (Góngora 7-

8) en los cuales, la muerte funciona como reflejo de la hermosura y funciona así el “juego de

apariencia realidad” ante la caducidad de la vida. Con respecto al poema A los celos, es

pertinente preguntarse con respecto a esta representación del espejo, sobre todo de cenizas,

que representa el lado de la oscuridad y el pesimismo barroco, si de allá es que vienen los

celos cuando en él se refleja el amor. Representando estos la caducidad del amor proveniente

del propio amor, como en el verso “Oh espada sobre mí de un pelo asida” (Góngora 7) que

se puede decir que dice que los celos provienen de la misma persona y/o del mismo amor.

Finalmente, en quinto lugar, en el capítulo denominado “Acedia letrada” se describe

que existe un ambiente o atmosfera de melancolía que rodea al letrado en la época

denominado de esa forma. Esta sería producto de todo lo anterior y de un “todo al saberse
condenado de antemano a una inexorable desaparición, en medio de la indiferencia universal

de un cosmos desproveído de dioses, de finalidad, de sentido, regido como está

exclusivamente por el azar” (R. de la Flor 198). Esta acedia no encuentra su origen en ninguna

causa ni lugar, por eso se asocia a la melancolía y no se puede luchar contra ella porque lleva

a la negatio. De esta acedia letrada surge la metáfora de la caducidad de la flor en cuanto a

la vida del hombre, “en efecto, la flor es el ‘jeroglífico’ del descabalamiento final de toda

vida” (R de la Flor 204) y su belleza enaltece al mundo, pero a la vez lo arrastra a la

irremediable fragilidad (R. de la Flor 206). A esta metáfora es posible relacionar el poema A

una rosa, el cual en su totalidad da cuenta de esta asociación del hombre y la flor en cuanto

a su caducidad. La asedia estaría representada entonces en esta idea del paso del tiempo

amenazante y negativo, representado como un “tirano”. Por otro lado, en el poema A los

celos, la acedia está relacionada con la idea de que tanto para la acedia como para los celos

“no hay paliativo (…) pues entonces todo el cortejo de potencialidades temibles que aquella

es capaz de desplegar se pone en juego en el alma del desdichado, haciéndole literalmente

imposible esa “victoria sobre si mismo”” (R. de la Flor 202)

A modo de conclusión, es necesario recurrir el concepto de crisis para decir que en él

es posible condensar todos los elementos aquí tratados y definir el barroco español. La crisis

desencadena todas las representaciones trabajadas, y es dentro del contexto de ella que las

representaciones literarias del barroco se convierten en lo que son y bajo la atmosfera de la

crisis es que la atmosfera melancólica cobra sentido.

Finalmente, es pertinente decir, luego del análisis realizado, que tanto el imaginario

del tiempo como el de los celos, es posible relacionarlo directamente con el del barroco

español en los poemas seleccionados de Luis de Góngora con respecto a lo planteado por
Fernando Rodríguez de la Flor en Era melancólica, esto, ya sea como elementos

caracterizadores o como productos de la representación melancólica del barroco. Es posible

enmarcar esta hipótesis como un acercamiento a la lírica barroca de los postulados de De la

Flor, y abre el camino a establecer relaciones e identificar elementos y/o imaginarios en otros

poemas del barroco español.


Bibliografía:

Góngora, Luis. “Sonetos”. A los celos. Barcelona: Simancas ediciones, 2003. Web.

Góngora, Luis. “Sonetos”. A una rosa. Barcelona: Simancas ediciones, 2003. Web.

R. de la Flor, Fernando. Era melancólica: figuras del imaginario barroco. Barcelona: Medio

Maravedí, 2009. Impreso.

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