Está en la página 1de 8

El asesinato del archiduque heredero y de su esposa

El domingo 28 de junio de 1914 amaneció


caluroso y despejado sobre los Balcanes.
Aquella mañana de verano, nada hacía
presagiar que unas horas más tarde tendría
lugar uno de los asesinatos políticos más
decisivos de la Historia, magnicidio que a la
postre sería el detonante de la Primera
Guerra Mundial, aunque no su causa, en la
que 13 millones de personas perderían la vida
(contabilizando las víctimas civiles, 23
millones).
Para los serbios era un día muy especial: San
Vitus (Vidovdan), patrón nacional de Serbia. En esa fecha se recordaba la
trágica batalla de Kosovo Polje (el Campo de los Mirlos) de 1389, en la que
el reino medieval serbio del príncipe Lázaro fue derrotado por los turcos. Para
la Historia serbia, se iniciaba un largo período de sufrimiento bajo la opresión
otomana, opresión que, para los nacionalistas serbios, era similar a la que,
en 1914, representaba el Imperio Austro-Húngaro como sucesor del Imperio
turco en los Balcanes.
Ese día era también especial, por razon es diferentes, para el archiduque
Francisco Fernando, heredero de la corona de Austria-Hungría, ya que
celebraba el decimocuarto aniversario de su matrimonio con Sofía Chotek.
La pareja se encontraba en ese momento en Bosnia, asistiendo a las
maniobras militares de verano y, terminadas estas, tenían programada una
visita a la vecina ciudad de Sarajevo, donde serían recibidos con alto
protocolo, algo impensable en Viena, puesto que la esposa del archiduque
no era de sangre real.
Francisco Fernando y Sofía poco antes del atentado.
Sofía, embarazada de su cuarto hijo, podría por fin acompañar a su marido
en el mismo automóvil, algo que le era vedado por el estricto protocolo
Sofía, embarazada de su cuarto hijo, podría por fin acompañar a su marido
en el mismo automóvil en un acto oficial, algo que le era vedado por el estricto
protocolo de Viena, dirigido por el implacable gran maestro de ceremonias,
el príncipe Montenuovo. También aquel 28 de junio era un día especial parta
siete jóvenes serbo-bosnios.
Para ellos, la visita del Archiduque el día de la festividad del patrón nacional
de Serbia constituía toda una provocación, por lo que representaba el
momento oportuno para atentar contra él, representante y heredero del
odiado Imperio, y un paso importante para alcanzar el sueño de la Gran
Serbia, en la cual se integrasen la mayoría de los eslavos de los Balcanes.
En ella debían incluirse, según las aspiraciones nacionalistas, las provincias
de Bosnia-Herzegovina, que habían sido anexionadas por el Imperio
Austro-Húngaro en 1908.
La Mano Negra
En Belgrado se habían formado diversas
sociedades secretas, cuyo fin era atentar
con todos lo medios disponibles contra el
poder austro-húngaro, muy
especialmente en las provincias que
Serbia deseaba anexionarse. Una de
tales sociedades era la
llamada Ujedinjenje lli Smrt (Unión o
muerte), popularmente conocida
como La Mano Negra. Su misión era
conseguir, a través de métodos terroristas contra personalidades y objetivos
austríacos, la anexión de Bosnia a Serbia.
Gavrilo Princip, el estudiante reclutado por La Mano Negra, que acabó con la
vida de los archiduques.
La Mano Negra tenía como misión conseguir, a través de métodos terroristas
contra personalidades y objetivos austríacos, la anexión de Bosnia a Serbia
Entre la lista de objetivos no se encontraba el emperador de Austria-
Hungría, Francisco José, ya que su figura era respetada en todo el Imperio
y la causa serbia no ganaría ninguna simpatía con su desaparición. Por el
contrario, el heredero al trono, su sobrino Francisco Fernando, constituía el
mejor objetivo posible.
En la corte de Viena, el Archiduque no era muy popular. Por un lado, el
emperador se había negado a dar a su enlace matrimonial otro carácter que
el de morganático, lo cual excluía a sus descendientes de la sucesión
monárquica. Por otro, eran bien conocidos sus proyectos de conceder más
derechos a los serbios del Imperio, poniéndoles en pie de igualdad con
austriacos y húngaros en el sistema dual, vigente desde el Ausgleich o
compromiso de 1867.
Para los nacionalistas serbios, las concesiones de Viena alejarían la posible
insurrección, con lo que se perdería el objetivo de la Gran Serbia
Atentar contra alguien con proyectos favorables a los serbios parecería, a
simple vista, una contradicción. Pero, para los nacionalistas serbios, las
concesiones de Viena alejarían la posible insurrección, con lo que se perdería
el objetivo de la Gran Serbia. Cuando se supo que el heredero del trono
visitaría Sarajevo en junio de 1914, La Mano Negra decidió atentar contra él.
Para ese fin se reclutó a siete jóvenes serbo-bosnios -se evitó reclutar
directamente a terroristas serbios, para dejar a salvo la responsabilidad de
Serbia-.
El entrenamiento y las armas para la misión provenían directamente de
Serbia. La organización La Mano Negra estaba dirigida por el coronel Apis,
cuya verdadera identidad era la del coronel Dragutin Dimitrevich, nada
menos que la cabeza de la Inteligencia militar serbia. Los jóvenes,
ligeramente adiestrados, llegaron a Sarajevo el 3 de junio.
Una vaga advertencia
Las conexiones de La Mano Negra con el ejército y la administración serbias,
eran conocidas por casi todos los miembros del Gobierno de Belgrado.
Cuando el primer ministro serbio, Nikoia Pasic, tuvo noticias indirectas de lo
que se tramaba, se encontró con un dilema de difícil solución. Si dejaba
actuar a La Mano Negra y ésta llevaba a cabo su plan con éxito, las
numerosas conexiones de los terroristas con el Gobierno serbio no tardarían
en salir a la luz, lo que llevaría sin duda a un conflicto con Austria-Hungría.
Por el contrario, si avisaba directamente al Gobierno austríaco, sus
compatriotas le considerarían un traidor y se convertirla sin duda en el
siguiente objetivo de La Mano Negra. Finalmente, decidió avisar al
Gobierno de Viena en términos vagos, de forma que no se inculpase
directamente a La Mano Negra. La persona elegida para trasladar el mensaje
a las autoridades austríacas era el representante serbio en Viena, Jovan
Jovanovic, un ardiente nacionalista que no era muy apreciado en la
Cancillería austríaca.
Los guardias detienen a Gavrilo
Princip, que había intentado
suicidarse después del atentado.
Al regresar a su embajada, Jovanovic no
hizo más esfuerzos para avisar del
grave peligro a las autoridades
austríacas
Sin embargo, Jovanovic había cultivado una relación de amistad con el
ministro de finanzas austríaco, Ritter Von Bilinski. La misión no era sencilla,
ya que no podía dar la impresión de que Serbia estaba intentando intimidar a
los austríacos hasta el punto de querer hacerles abandonar las proyectadas
maniobras y la visita del heredero a Bosnia.
El día 5 de junio, Jovanovic se entrevistó con Von Bilinski, aconsejándole que
el Archiduque renunciase a visitar Sarajevo y que las maniobras no se
organizasen en Bosnia y mucho menos en junio, por la celebración del
Vidovdan. Von Bilinski, totalmente ajeno al sutil lenguaje diplomático, no se
percató de la advertencia y se limitó a responder: "Esperemos que no ocurra
nada".
Francisco Fernando desde su asiento trasero se percató del objeto que
volaba en su dirección y levantó el brazo para alejarlo de su mujer
Al regresar a su embajada, Jovanovic comentó que su amigo Bilinski no se
había dado cuenta del mensaje, pero no hizo más esfuerzos para avisar del
grave peligro a las autoridades austríacas. La advertencia de Jovanovic a
Bilinski nunca fue transmitida a los miembros de la Seguridad austríaca; en
Sarajevo nadie fue detenido ni sometido a control. Europa se encontraba a
tan solo un paso de la guerra.
Aquel año, el archiduque Francisco Fernando había sido invitado por el
gobernador de Bosnia, el general Oskar Potoirek, a las maniobras militares
de verano, que ese año tendrían lugar a las afueras de Sarajevo. La
seguridad para la visita planeada dejaba mucho que desear. Al
Archiduque le fastidiaba profundamente la presencia de miembros del
servicio secreto en sus viajes y tampoco le gustaba que un cordón policial
le separase de la gente en sus desplazamientos. Edmund Gerde, jefe de la
Policía de Sarajevo, creía que existía un peligro real de atentado y pidió que
se reforzaran las medidas de seguridad. La respuesta que recibió de los
oficiales del Ejército fue que "estaba obsesionado con fantasmas". Los
jóvenes terroristas nunca gozarían de una mejor ocasión.
Recepción con bomba
Francisco Fernando llegó el 25 de
junio a Tarcin, localidad próxima a
Sarajevo. Mientras, su mujer se
entretuvo unas horas en esta ciudad.
Su visita transcurrió sin novedad y
es posible que comentara a su
marido que nada había que temer.
Comenzaba así la última etapa de
su estancia en Bosnia. En tan sólo
30 horas calculaba estar de regreso
en casa con sus hijos. A las 9 de la mañana del 28 de junio, una vez
finalizadas las maniobras, la comitiva se dirigió en tren hacia Sarajevo. Allí
les esperaban, a las 10 una recepción ofrecida en el Ayuntamiento y diversos
actos, entre ellos la inauguración del museo local.
Posteriormente se dirigirían a almorzar con el general Potoirek en su
residencia, e inmediatamente después partirían de regreso. La multitud
esperaba a lo largo de la ruta para saludar a la pareja im perial. Entre la gente
y apostados en diversos lugares del trayecto se encontraban los siete
terroristas. El primero de ellos era un joven llamado Mehmedbasic y a pocos
pasos se encontraba su compañero Cabrinovic.

Al acercarse la caravana, Mehmedbasic no actuó, porque un policía le


bloqueaba el espacio por donde pensaba lanzar su bomba, pero al paso de
la comitiva, Cabrinoviclanzó la suya hacia el vehículo del Archiduque.
Francisco Fernando desde su asiento trasero se percató del objeto que
volaba en su dirección y levantó el brazo para alejarlo de su mujer, que se
encontraba a su derecha, entre él y Cabrinovic.
La bomba rebotó en el brazo del Archiduque y fue a parar al suelo donde
estalló, hiriendo a una docena de personas. El conductor del vehículo resultó
herido leve y la peor parte se la llevó el teniente coronel Erich von Merizzi,
ayudante del general Potoirek, herido en la cabeza. Mientras tanto, el
terrorista había ingerido el cianuro que llevaba y se había arrojado al río. Sin
embargo, el veneno no hizo efecto y durante el verano el río Miljacka no tiene
la profundidad suficiente para ahogarse. Unos minutos más tarde, Cabrinovic
era detenido.
El asesinato que se pudo evitar
La comitiva siguió su camino sin que ninguno de los otros terroristas se
decidiese a actuar, bien por falta de valor, bien porque pensaban que su
compañero había tenido éxito. Cuando los vehículos llegaron al
Ayuntamiento, el Archiduque estaba furioso y dirigiéndose al alcalde, quien
había iniciado el discurso de bienvenida, le increpó: "¡Señor alcalde uno viene
aquí de visita y es recibido con bombas! ¡Esto es un escándalo!".
El alcalde, ignorante de cuanto había
sucedido, prosiguió el discurso. Se
llegó así al momento más importante
de aquel día: ¿cuáles deberían ser los
planes para el resto de la jornada? Se
discutió si no sería más conveniente
que el Archiduque abandonase sin
demora Sarajevo, pero él se negó a que se cambiaran los planes, pidiendo
solo que se alterase su agenda para poder incluir una visita al hospital, donde
se encontraban los heridos del atentado. Antes de partir, el gobernador
Potoirek se dirigió al Archiduque, asegurándole que podía seguir su trayecto
con toda tranquilidad, ya que se habían redoblado las medidas de seguridad
y los controles en toda la ciudad.
Se discutió si no sería más conveniente que el Archiduqu e abandonase sin
demora Sarajevo, pero él se negó a que se cambiaran los planes
A pesar de esta tranquilizadoras palabras, el Archiduque le pidió a su
mujer que no le acompañase durante el resto de la jornada y que
abandonase Sarajevo, a lo que ella se negó. A las 11 menos cuarto, los
mismos vehículos de la mañana se ponían en marcha. El automóvil del
Archiduque era conducido por un antiguo soldado llamado Leopold Sojka. A
su lado se situó el general Potoirek. En la parte posterior, se sentaron
Fernando y Sofía.
Para mayor seguridad, el conde Frantisek Harrach, dueño del vehículo y
amigo personal del Archiduque, se apostó en el estribo por el lateral donde
esa mañana habla caído la bomba.
Una casualidad para una guerra
Los vehículos debían dirigirse al Hospital siguiendo la avenida Appel, que
bordea el río, sin adentrarse en las angostas callejuelas de la ciudad antigua.
El cambio de planes serviría de medida de seguridad, ya que nadie les
esperaría por esta avenida y porque así se evitarían las calles más
estrechas y concurridas de la ciudad. Sin embargo, ninguno de los
conductores había sido informado de los cambios, por lo que pensaban
seguir el camino originariamente trazado, por la calle Francisco José en
dirección al Museo, para posteriormente dirigirse a la residencia del
gobernador. El trabajo de alertar a los conductores sobre las rutas era
responsabilidad del teniente coronel Merizzi, pero éste se encontraba herido
en el hospital. Ese error iba a tener trágicas consecuencias.
Los terroristas, sin ninguna certeza de que el Archiduque fuese a seguir el
itinerario previsto, se situaron en diversos puntos de la ruta
Mientras tanto, los terroristas se encontraban desconcertados. Sin
ninguna certeza de que el Archiduque fuese a seguir el itinerario previsto, se
situaron en diversos puntos de la ruta. Uno de ellos, el estudiante de 19
años, Gavrilo Princip, deprimido por la falta de suerte de la misión, decidió
comer algo mientras reflexionaba sobre lo que haría después. Se encaminó
hacia la calle Francisco José, donde se detuvo para comprar un bocadillo en
el establecimiento de un tal Moritz Schiller.
Al salir, se encontró con un amigo. Justo en ese mismo instante, ignorando
el cambio de itinerario, el conductor del primer automóvil de la comitiva giró
para adentrarse en la calle Francisco José, según las instrucciones que había
recibido esa mañana. El general Potoirek se dio cuenta del error y le gritó
para que rectificase: "¿Qué es esto? ¡Este es el camino equivocado, se
supone que seguiríamos por la avenida Appel!". El conductor, sorprendido
por los gritos del general, frenó en seco para dar marcha atrás. El
automóvil se detuvo así a escasos
pasos de Princip.
La capilla ardiente con los
cadáveres de Francisco Fernando y
Sofía.
Pocas veces en la Historia un error ha
tenido unas consecuencias tan
graves. Princip se dio cuenta
rápidamente de lo que estaba
sucediendo. Apenas se lo podía creer: allí, a escasos metros se encontraba
el Archiduque, el odiado enemigo. No se lo pensó dos veces, sacó su pistola
del bolsillo y realizó dos disparos sin apenas apuntar. Tras ellos, el
Archiduque y su mujer siguieron erguidos, Potoirek pensó que los terroristas
habían vuelto a fallar y dio ordenes al conductor para que se dirigiera a toda
prisa hacia la residencia del gobernador. Princip intentó suicidarse
disparándose un tiro, pero un espectador le agarró el brazo y se lo impidió.
Momentos después, estaba a punto de ser linchado por la multitud.
No es nada, no es nada...
Mientras el vehículo aceleraba a través del Puente Lateiner, un hilo de sangre
comenzó a surgir de la boca del Archiduque. Había sido alcanzado en el
cuello y la bala le había perforado la yugular, alojándose en la columna
vertebral. Su mujer exclamó: "¡Por Dios! ¿Qué te ha sucedido?" y, acto
seguido, se inclinó hacia delante. El general Potoirek pensó que se había
desmayado e intentó ayudarla. Sin embargo, la duquesa Sofía había sido
mortalmente alcanzada en el abdomen. Agonizando, su marido alcanzó a
pronunciar: "¡Querida Sofía no te mueras, vive por nuestros hijos!", pero
la duquesa Sofía estaba muerta y unos minutos después fallecería
también el Archiduque. Sus últimas palabras fueron:
"No es nada, no es nada..." A las 11,30 de la mañana comenzaron a sonar
todas las campanas de Sarajevo; los terroristas habían logrado su objetivo.
En un primer momento pareció que nada iba a suceder en Europa tras el
atentado; el asesinato de Sarajevo pareció ser algo distante y sin mayor
importancia.
Al recibir la noticia en su central de Londres, la redacción de Reuter pensó
que aquel mensaje urgente era el resultado de una carrera de caballos, con
indicación de los vencedores: Sarajevo (1º), Fernando (2º), Asesinado (3º).
En Viena se celebró un discreto funeral para el heredero; el origen plebeyo
de la duquesa impidió su entierro en la iglesia de los Capuchinos en Viena,
lugar reservado para la realeza de los Habsburgo. La pareja fue enterrada en
el castillo de Arttesten, propiedad de Francisco Fernando.
Al recibir la noticia en Londres, la redacción de Reuter pensó que aquel
mensaje urgente era el resultado de una carrera de caballos, con indicación
de los vencedores: Sarajevo (1º), Fernando (2º), Asesinado (3º)
Como señala Marc Ferro, "Viena siguió siendo Viena y la música no cesó de
sonar". En Sarajevo, los terroristas, salvo uno, ya habían sido arrestados el 5
de julio. Dada la escasa simpatía que Francisco Fernando despertaba, Viena
delegó la investigación policial a las autoridades de Sarajevo. Estas,
únicamente pudieron establecer con claridad que las armas provenían de
Serbia, pero nunca pudo probarse la complicidad del Gobierno serbio.
Mas eso no salvaría a Belgrado, cuyas aspiraciones a la Gran Serbia
atentaban directamente contra la supervivencia del Imperio Austro-Húngaro.
Por eso, Viena decidió que el doble asesinato no podía quedar impune.
Así, tras recibir el acuerdo de su aliado alemán, dirigió el 23 de julio un
ultimátum a Belgrado que, de haberlo aceptado en su totalidad, le hubiese
reducido a un satélite de Austria. Serbia aceptó todas las condiciones, salvo
la participación de investigadores austríacos en su territorio, por considerarla
un atentado a su soberanía. La respuesta de Serbia no satisfizo a Austria,
que le declaró la guerra el día 28 de julio.
La razón por la cual este atentado desencadenó un conflicto mundial estuvo
en el funcionamiento automático de movilizaciones y en el sistema de
alianzas establecidas en Europa desde hacía años. Rusia quería evitar el
aniquilamiento de Serbia y así, el 26 de julio, el zar decretaba una
movilización parcial para intimidar a Austria Hungría. El día 1 de agosto,
Alemania declaraba la guerra a Rusia y el día 3, a Francia. Inglaterra entró
en el conflicto el 4 de agosto. La Primera Guerra Mundial había comenzado,
tal y como había previsto unos años antes el canciller Bismarck, "por alguna
estupidez en los Balcanes".

También podría gustarte